Donde las mariposas nunca mueren se coleccionan

por **Azazel** Miér Jun 28, 2017 5:13 pm

¡La eterna pelea puede ser el resultado de una buena comida!

Ella está ahí con la mirada fija en mis ojos retándome nuevamente a que mueva alguna pieza más solo para ella destruirla es su mayor diversión y por ende la mía por ver su ira irracional desbordarse hasta las entrañas del infierno. Sus ojos se encienden cuando la pieza se mueve por si sola manejada por mis dedos, chasquea la lengua y su labio es mordido, no puede hacer nada y aun así lo desea por removerse de su asiento y acabar de una con ese peón que la pone de malas por estar tan cerca del rey, que mujer para más cruel y poco paciente. Rio de verla tan acabada y antes de poder dar el beso a mí bello peón le han arrancado la cabeza sin dejar que sus labios toquen los míos.

El cuerpo se desploma y ella camina molesta sobre el balcón de su mansión cubierta de sangre por los miles de peones que tenemos, los únicos que quedan son los de ella pero también ha caído la mitad por mi culpa, tras de ella aparezco acariciando su cuerpo cubierto de la seda transparente blanca con manchas rojas calientes de una vida arrancada, trata de alejarse por su furia y lo hace dejándome ahí solo en mitad de la noche, las puertas no se sacuden por ella están calmadas pero una comienza a despertar, la pequeña ira se está asomando y eso no es bueno para ninguno de los dos. Un baño es lo que necesito.

El baño es tranquilo y solitario con una botella de licor que ayuda a disipar el cansancio pero nuevamente la diabólica mujer aparece, cuando aprenderé que las mujeres son unas leonas hambrientas a cada segundo que pasa y nada las sacia, oh, pobre de mi que pienso que soy el cazador…quizás solo soy el cazador que levanta buenas bestias.

Ella entra pero no tengo ganas ni paciencia, la ira se ha levantado y aunque ella se siente buscando despertar otras cosas es imposible si estoy muy molesto. Su enojo, mi enojo solo nos puede llevar a un lugar…un baño destruido.

por **Azazel** Mar Nov 28, 2017 10:30 pm

¡La comida no se debe estropear!

Ella, y la que está a los pies de la cama, así como las que sobre el suelo están sin ropa no hacen otra que que ponerse de pie y ella está ahí esa noche, aquella mujer que se revuelca como una dulce felina levantándose lento estirando cada parte de su cuerpo sonriendo con la sangre corriendo por sus mentón despidiendo a las niñas que salen como muertas por la falta de sangre que les queda en su cuerpo ¿Cuántas noches ya van que esas niñas han visitado la mansión de aquella mujer? oh son tantas que hasta se me olvida y de paso yo soy el que más disfruta no solo de la sangre de ellas si no de aquella mujer que sirve su sangre en copas como si fuera la mejor fuente de vino.

Ella controla a todos en la fiesta tantos como para tener a su propio ejército, solo puedo mirar como la pequeña niña se lleva a cada uno hasta su perdición, su sonrisa es la tentación y su voz los seduce a todos y los arrastra completamente en silencio ¡oh, cuan ingenuo fui! ella sabe realmente como montar las mejores fiestas...Hay cuerpos que sudan que dejan escapar sonidos tan lascivos como pecaminosos ¿A mí? ella no me hace nada más que solo hacerme disfrutar de su cuerpo y de caricias de todas pero más que nada me hace ser un participador de observación que no hace otra cosa que aprender con seña y punto y ella lo disfruta.

Una pequeña mujer busca tener conmigo algo más que solo caricias pero la ira de aquella mujer explota tant como para destrozarla en medio del salón sin que nadie se inmutara sin que nadie dijera nada o llorarse de dolor o pena, cada uno seguía sumido en su mundo y ella grito "Este es mio" ya tenía un collar y su lengua lo había dejado claro en cada parte de mi cuerpo. Aun seguía siendo un humano común para una vampira muy antigua como sádica.

por **Azazel** Jue Dic 28, 2017 7:19 pm

¡La comida no se debe estropear!

Ella, solo ríe, solo ríe con su intensa mirada escarlata. Es la reina del lugar. Su cuerpo es como una escultura antigua, blanca, lisa, suave al tacto y provoca los más bajos instintos de los hombres y mujeres que la ven al pasar. Ella es una reina y la única que puede gobernar. Su presencia es tan imponente, es sensual, altiva, orgulloso. Es toda una mujer; pero, hay algo, algo que nadie más conoce y que solo a puerta cerrada se puede conocer de ella. Una mujer que sufre la desolación de una extraña maldición, que siempre observa tras la ventana con gruesas cortinas oscuras el poder ver apenas un poco de aquel sol caliente y resplandeciente pero ella solo dá la espalda con un rostro de adolorida, de odio. De quien ha perdido algo muy significativo en su vida.

Esa es la mujer que me ha llevad a sus brazos. Una diosa y una humana que llora, pero sus lágrimas son rojas de las que no deja que nadie toque retirándose de nuevo a las sombras...

Y...¿Quién soy yo? pues solo soy un lacayo, un siervo que ella ha recogido de las calles para dar una nueva vida, para enseñar los dones de la naturaleza en cada aspecto, para demostrarme que existen demonios entre nosotros y que ella era uno de ellos.

Ella aun vaga por este mundo, un mundo que no la comprende pero que trata de aceptarla. Aun suenan sus risas entre tanto demonios que vagan y aun puedo ver el rostro de aquella noche. Una noche donde sudor, sangre, sexo, gritos, y maldiciones se dejaron escuchar por toda su mansión.

Ese era su deseo, su mayor morbo. Ver a sus presas y elegidos gritar, ahogarse en el terror y luego disfrutar del placer de verlos sumidos entre la lujuria y el deseo, entre la obsesión de tenerla tanto como para terminar todos ellos muertos en hileras o piras humanas que ardan a sus pies.

Ella es mi, creación, mi despertar y mi ilusión.

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