AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La estirpe (privado)
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La estirpe (privado)
La presencia de mis hermanos en París, el avispero removido en la estirpe Black y aquella tétrica invitación que llego a mis manos dictada posiblemente por el demonio de mi padre no era ni de lejos el único motivo que me trajo aquí.
Había escuchado rumores que hablaban de un superviviente de mi estirpe, una que mantuve alejada del mundo sobrenatural y sobre todo de padre.
Conocía a Kane, quebraría a todo aquel que portara la sangre de nuestro linaje, lo haría sucumbir a un mundo de perdición y caos en el que sinceramente yo me encontraba cómodo, pero que no era vida para un mortal.
Había recibido expedientes de esa niña que creció siempre bajo mi supervisión, sus logros eran los míos y pronto se convirtió en una especie de obsesión.
Salir de mi retiro voluntario no era una opción, visitarla la peor de las ideas, así que permanecí ausente en su vida, limitándome a ser un mero espectador en la lejanía.
Hacia un par de años que perdí todo tipo de conocimiento de ella, solo conocía que habitaba en París, esperé que la vida le fuera bien y traté de centrarme en las cosas necesarias para mi supervivencia y placer.
Ahora que estaba en París no podía evitar desear verla aunque solo fuera una vez así que aquella noche, como un espectro y con mi mejor traje y gabardina perdí el paso de mis brillantes zapatos por las calles parisinas.
En un papel la dirección que se me entrego hace tiempo, desconocía si seguiría siendo o no su hogar, pero pensaba comprobar por mi mismo si era cierto todo aquello que había leído sobre ella.
El olor a sangre detuvo mis pasos, incrédulo por el hedor familiar que desprendía, atajé la distancia que me llevaba directo a un callejón apenas iluminado por una parpadeante farola.
Con estupor vi a esa niña, echa mujer, de las fotos tendida en el suelo bañada en sangre, su corazón inerte no latía, había llegado tarde y lo peor es que le habían arrebatado la vida apenas una hora antes.
Me dejé caer a su lado, mi mano en su nuca alzó ligeramente ese rostro que tan bien conocía, aparté el cabello pardo de su inmaculada piel ahora manchada de carmesí, sus labios impregnados de vitae, la sangre de otro inmortal corroía ahora mismo sus venas como la mayor de las ponzoñas, estaba en transito, había muerto para abrazar la inmortalidad.
La alcé entre mis brazos, no podía dejarla allí y aunque entre mis planes no entraba hacerme responsable de un neófito que ademas no había sido convertido por mi ¿acaso podía abandonar mi estirpe en un callejón lleno de podredumbre?
Sabia lo que pasaba con los neófitos abandonados, la mayoría no llegaba a cumplir el año.
Desconocían como sobrevivir,sin un maestro que guiara sus pasos estaba perdida y al menos eso, se lo debía.
Ahora su no vida me pertenecía a mi y desdichado de ese vampiro que la había trasformado, pues de venir en su busca, solo encontraría muerte de mis propias manos.
Nadie toca el linaje de los Black y vive para contarlo.
Había escuchado rumores que hablaban de un superviviente de mi estirpe, una que mantuve alejada del mundo sobrenatural y sobre todo de padre.
Conocía a Kane, quebraría a todo aquel que portara la sangre de nuestro linaje, lo haría sucumbir a un mundo de perdición y caos en el que sinceramente yo me encontraba cómodo, pero que no era vida para un mortal.
Había recibido expedientes de esa niña que creció siempre bajo mi supervisión, sus logros eran los míos y pronto se convirtió en una especie de obsesión.
Salir de mi retiro voluntario no era una opción, visitarla la peor de las ideas, así que permanecí ausente en su vida, limitándome a ser un mero espectador en la lejanía.
Hacia un par de años que perdí todo tipo de conocimiento de ella, solo conocía que habitaba en París, esperé que la vida le fuera bien y traté de centrarme en las cosas necesarias para mi supervivencia y placer.
Ahora que estaba en París no podía evitar desear verla aunque solo fuera una vez así que aquella noche, como un espectro y con mi mejor traje y gabardina perdí el paso de mis brillantes zapatos por las calles parisinas.
En un papel la dirección que se me entrego hace tiempo, desconocía si seguiría siendo o no su hogar, pero pensaba comprobar por mi mismo si era cierto todo aquello que había leído sobre ella.
El olor a sangre detuvo mis pasos, incrédulo por el hedor familiar que desprendía, atajé la distancia que me llevaba directo a un callejón apenas iluminado por una parpadeante farola.
Con estupor vi a esa niña, echa mujer, de las fotos tendida en el suelo bañada en sangre, su corazón inerte no latía, había llegado tarde y lo peor es que le habían arrebatado la vida apenas una hora antes.
Me dejé caer a su lado, mi mano en su nuca alzó ligeramente ese rostro que tan bien conocía, aparté el cabello pardo de su inmaculada piel ahora manchada de carmesí, sus labios impregnados de vitae, la sangre de otro inmortal corroía ahora mismo sus venas como la mayor de las ponzoñas, estaba en transito, había muerto para abrazar la inmortalidad.
La alcé entre mis brazos, no podía dejarla allí y aunque entre mis planes no entraba hacerme responsable de un neófito que ademas no había sido convertido por mi ¿acaso podía abandonar mi estirpe en un callejón lleno de podredumbre?
Sabia lo que pasaba con los neófitos abandonados, la mayoría no llegaba a cumplir el año.
Desconocían como sobrevivir,sin un maestro que guiara sus pasos estaba perdida y al menos eso, se lo debía.
Ahora su no vida me pertenecía a mi y desdichado de ese vampiro que la había trasformado, pues de venir en su busca, solo encontraría muerte de mis propias manos.
Nadie toca el linaje de los Black y vive para contarlo.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Mi historia se interrumpe la noche en que morí. Siempre supe con claridad quien era. Podían suceder muchas cosas a mi alrededor, el ajetreo del hospital me distraía de los rostros que iban y venían. Muchos de ellos ya no existían, otros más numerosos habían logrado sobrevivir. Mi fuero interno me decía que a pesar de las pérdidas las victorias pesaban más en la balanza, que algo hacía bien, los arrancaba de la muerte y los veía atravesar la puerta de salida. Algunos me tomaban de la mano, muchos me agradecían.
¿Qué tan grande es el ego que puede llegar a tener un médico? Negar que salvábamos vidas que pendían de un hilo, que gracias a nuestras decisiones y a nuestra rapidez en el quirófano seguían respirando, sería tapar el sol con un dedo. Así era como día tras día salvaba vidas humanas, para esto había nacido y no tenía la menor idea de lo que me esperaba en mi siguiente despertar, después de ser abandonada en aquel callejón, como uno de esos seres despojados de un hogar que llegaban al hospital, rodeada de las sombras nocturnas, sin tener idea de lo que ahora era.
¿Qué tan grande es el ego que puede llegar a tener un médico? Negar que salvábamos vidas que pendían de un hilo, que gracias a nuestras decisiones y a nuestra rapidez en el quirófano seguían respirando, sería tapar el sol con un dedo. Así era como día tras día salvaba vidas humanas, para esto había nacido y no tenía la menor idea de lo que me esperaba en mi siguiente despertar, después de ser abandonada en aquel callejón, como uno de esos seres despojados de un hogar que llegaban al hospital, rodeada de las sombras nocturnas, sin tener idea de lo que ahora era.
Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a él, me cargaba en sus brazos en medio de la noche. Un par de parpadeos intentaron sacarme de mi desconcierto. Su rostro blanco, como el de una escultura, miraba hacia el frente. Parecía fundirse con la noche y ser parte de ella, su andar era preciso, elegante. Le percibía a la perfección, contemplaba el perfil de su rostro con nitidez aún en medio de la oscuridad, mientras avanzábamos por las callejuelas. Podía olerlo, discernir perfectamente cual era su aroma natural y cual el de la loción que usaba, podía sentir los músculos de los brazos sosteniéndome con fuerza y al observarlo perdí la noción de lo que sucedía. Percibirlo era como una sobrecarga para mis sentidos, lo absorbía todo de él.
Me percaté entonces de que también notaba los detalles de otras cosas insignificantes, el sonido de las gotas al caer por el tejado de una casa, las patas de un gato que se movía subrepticiamente para trepar a un tejado. Podía escuchar los latidos del corazón del pequeño felino, sentir el olor del ligero rocío, de la humedad del ambiente, del alcantarillado lateral, y la mente comenzaba a darme vueltas aturdida por el golpe que me producía verme abrumada por todas las distintas sensaciones que mi cerebro no alcanzaba a procesar.
De vuelta otra vez mi atención hacia él. -¿Quién eres?- Mi mano se detuvo en su rostro, por un instante fue todo lo que pude sentir, como si no existiera otra cosa, solo existían él y su piel. Era suave y fría como el invierno y su mirada oscura parecía hecha de las sombras de la noche.
Salí de mi estupor, miré a mi alrededor desconcertada y escuché pasos cercanos, el bombeo de un corazón. Sin saberlo mi mirada se tornó roja, mi corazón detenido para siempre no alcanzó a latir a pesar de la excitación y entonces recordé, recordé lo que había sucedido en el callejón. Me moví para saltar de sus brazos.
Ese hombre, ese ser, ese monstruo… se había alimentado de mi y obligado a beber su sangre. Llevé las manos a mi cuello mientras todo giraba a mi alrededor. El aire se me escapaba a pesar de las bocanadas que salían de mi boca, mi pecho me oprimía. ¿Qué era esto? No comprendía nada, sentir tanto de una sola vez me estaba enloqueciendo.
Dejé escapar un grito que hizo eco en las paredes de los edificios viejos y comencé a golpearme los laterales de la cabeza con las manos, intentando comprender, despertar de este sueño en el que no atinaba a encontrarme, de esta irrealidad en la que no me sentía yo misma.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Sus pardos se abrieron lentamente, un par de pestañeos y centro su mirada en mi.
Una ladeada sonrisa fue lo que le dedique, era como un recién nacido, había vivido dentro de una burbuja, ya nada en este mundo le sabría igual, le olería igual o lo sentiría igual.
Habia abandonado la vida para adquirir el don de la inmortalidad, puede que fuera maravilloso confuso al mismo tiempo en un principio, pero se acostumbraría a una vida llena de privilegios, una que de mi mano exprimiría pues no existirían secretos para ella, mi estirpe, mi descendiente.
Embelesada me miraba, como si por primera vez captara una gama nueva de colores, de matices intensos, de sensaciones infinitas.
Su alrededor también era variopinto, cada ruido la hacia ladear ligeramente la cabeza para sentirlo, se sentía segura, al menos en este momento en el que sus dedos acortaron la distancia que nos separaba, su pregunta fue clara “¿quien eres?” no menos clara seria la mía, pues a partir de esta noche no existirían secretos entre nuestras mentes.
-Yared Black -aseguré centrándome en el espejo que podía ver en sus ojos.
Otros pasos se acercaban, acelerados, alguien con prisa sin duda que pasaba de largo, peor su corazón bombeando sangre no paso desapercibido para la neófito, sus ojos enrojecieron presa del hambre, ahora desesperada si saltó de mis brazos posiblemente recordando todo aquello que había pasado.
Se golpeaba la cabeza tratando de olvidar, de recordar, o simplemente de dejar de escuchar todo aquello que no entendía.
Mis pasos retumbaban por la calle, mis manos aferraron con fuerza sus antebrazos sacudiéndola ligeramente para que se centrara en mi, solo en mi.
-Rivka, mírame, solo a mi, aísla todo lo demás que no sea mi voz y vamos, te lo explicaré todo pero no podrá ser aquí -mi voz sonó ronca, tajante y segura, usé la dominación para que obedeciera del modo mas calmado posible, no podíamos montar allí una escena y menos que se descontrolara delante de la gente.
Le tendí la mano con una sonrisa complaciente.
-Por favor -pedí, aunque de forma velada iba una orden clara.
Dominada por mi don, se detuvo, tomo mi mano y me acompañó, lo hubiera hecho hasta el fin del mundo, sin embargo solo fue hasta el Hotel les arenes donde residía junto a una cambiante que me servia de guía.
En el interior de la cámara disipé mi poder, de nuevo la sentía aturdida, negaba asustada por todo aquello que recordaba, imágenes que se repetían en su cabeza como una pesadilla.
-Rivka, toma asiento -le pedí esta vez sin usar la dominación -voy a ser sincero contigo, se que son muchas las preguntas que se agolpan en tu mente ahora mismo.
Con un gesto de cabeza pedí a la cambiante que saliera de allí, el bombeo constante de su corazón desviaba por completo la atención de la neófito, incapaz de centrarse en otra cosa que no fuera la sed de sangre.
-Rivka, por favor -pedí moviendo la silla para que se sentara.
Una ladeada sonrisa fue lo que le dedique, era como un recién nacido, había vivido dentro de una burbuja, ya nada en este mundo le sabría igual, le olería igual o lo sentiría igual.
Habia abandonado la vida para adquirir el don de la inmortalidad, puede que fuera maravilloso confuso al mismo tiempo en un principio, pero se acostumbraría a una vida llena de privilegios, una que de mi mano exprimiría pues no existirían secretos para ella, mi estirpe, mi descendiente.
Embelesada me miraba, como si por primera vez captara una gama nueva de colores, de matices intensos, de sensaciones infinitas.
Su alrededor también era variopinto, cada ruido la hacia ladear ligeramente la cabeza para sentirlo, se sentía segura, al menos en este momento en el que sus dedos acortaron la distancia que nos separaba, su pregunta fue clara “¿quien eres?” no menos clara seria la mía, pues a partir de esta noche no existirían secretos entre nuestras mentes.
-Yared Black -aseguré centrándome en el espejo que podía ver en sus ojos.
Otros pasos se acercaban, acelerados, alguien con prisa sin duda que pasaba de largo, peor su corazón bombeando sangre no paso desapercibido para la neófito, sus ojos enrojecieron presa del hambre, ahora desesperada si saltó de mis brazos posiblemente recordando todo aquello que había pasado.
Se golpeaba la cabeza tratando de olvidar, de recordar, o simplemente de dejar de escuchar todo aquello que no entendía.
Mis pasos retumbaban por la calle, mis manos aferraron con fuerza sus antebrazos sacudiéndola ligeramente para que se centrara en mi, solo en mi.
-Rivka, mírame, solo a mi, aísla todo lo demás que no sea mi voz y vamos, te lo explicaré todo pero no podrá ser aquí -mi voz sonó ronca, tajante y segura, usé la dominación para que obedeciera del modo mas calmado posible, no podíamos montar allí una escena y menos que se descontrolara delante de la gente.
Le tendí la mano con una sonrisa complaciente.
-Por favor -pedí, aunque de forma velada iba una orden clara.
Dominada por mi don, se detuvo, tomo mi mano y me acompañó, lo hubiera hecho hasta el fin del mundo, sin embargo solo fue hasta el Hotel les arenes donde residía junto a una cambiante que me servia de guía.
En el interior de la cámara disipé mi poder, de nuevo la sentía aturdida, negaba asustada por todo aquello que recordaba, imágenes que se repetían en su cabeza como una pesadilla.
-Rivka, toma asiento -le pedí esta vez sin usar la dominación -voy a ser sincero contigo, se que son muchas las preguntas que se agolpan en tu mente ahora mismo.
Con un gesto de cabeza pedí a la cambiante que saliera de allí, el bombeo constante de su corazón desviaba por completo la atención de la neófito, incapaz de centrarse en otra cosa que no fuera la sed de sangre.
-Rivka, por favor -pedí moviendo la silla para que se sentara.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
No, no, no. Mis manos aún golpeaban mis sienes con fuerza. Un golpeteo duro, insistente. Persistía en ello y la sangre fluía de esas zonas, goteaba entre mis dedos. Escuchaba todo, sentía todo. No eran solo las voces de los peatones, aún aquellos en la distancia. Voces que no debería ser capaz de oir, llegaban claras, todas a la vez, unidas a los ruidos de la calle, pasos de zapatos cuyo rechinido de las suelas alcanzaba a distinguir. Todo se unía a la vez, esas voces no querían callarse, golpeé más fuerte, sentía ese líquido rojo en mis manos, pero ahora ansiaba el que distinguía por los bombeos, no entendía de donde venía el hambre. Se metía en mi, insistía, me corroía, no podía pensar en otra cosa.
Rivka… su voz profunda, grave, distinta, se coló entre los ruidos abrumadores, me indicó que aislara todo que me concentrara en su voz. Mis manos dejaron de golpear, él tendió su mano invernal. Observé la mia, mi piel no parecía la misma. Era igual a la de él. ¿Acaso yo era el invierno ahora? Mi mirada se detuvo en sus pozos. Los sentí profundos, taladrantes, como los ojos de un cuervo que insistentes pueden atravesarte el alma pero a la vez, se parecían a los mios. Así miraba yo a mis pacientes, desnudaba sus preocupaciones, sus esperanzas, sus miedos y sus secretos.
No entendí exactamente como o por qué lo tomé de la mano, pero hice lo que me indicaba, como si no hubiera otra posibilidad. Yared Black, dijo que se llamaba Yared Black. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Qué se supone que significaba que compartiéramos el mismo apellido?
Lo seguí como una autómata, como una niña que se dejaba guiar con fe ciega entre las calles oscuras. Iba dejando atrás aquellos sonidos, ya no me molestaban, solo escuchaba su voz. De vez en cuando me daba alguna indicación, adonde doblar, adonde seguir adelante, como si fuera una muñeca y él estuviera tirando de mis cuerdas en medio de una función que apenas empezaba.
Llegamos a un lujoso hotel, que alguna vez vi desde afuera. Me guió a una recamara adonde pidió a una mujer que saliera. Una mujer… estaba rodeada de un halo diferente, y ahora que reparaba, el de él tampoco era igual a los del resto de seres comunes, el resto de huéspedes que vi al subir hasta allí. Ese bombeo incesante de la mujer otra vez no me dejaba pensar.
Él dejó de tirar de mis cuerdas devolviéndome mi voluntad. Lo miré orgullosa, con la mandíbula en alto. ¿Un Black? ¿De verdad se llamaba así? No habían otros Black, no al menos de mi sangre, yo era la última. -¿Cómo sabes mi nombre?- Tomé asiento en esa silla, sin saber por qué estaba allí, o qué me iba a explicar. Y me abracé, rascándome los brazos, provocando que hilillos de sangre fluyeran de las heridas que yo misma me provocaba, pretendiendo no ver sanaban en tan solo segundos.
-No existen otros Black.- sentencié, mirando a mi alrededor antes de verlo a él. Otra vez un bombeo, y esta vez no me pude resistir, salí de la habitación con velocidad inaudita, una que apenas descubría, aunque no le prestaba atención, mis instintos clamaban por algo diferente.
La habitación contigua, entré en ella. Una pareja en la cama. Tiré de la mujer, la aventé lejos. Al hombre lo agarré del cuello, mis ojos cambiaron al rojo, atenta a la vena que no dejaba de pulsar, mis colmillos crecieron y los hinqué en su carne. Fue como tocar el paraíso perdido, su sangre corriendo por mi garganta, inundando mi interior. Me sentí dueña del mundo, bebí sacudida por las sensaciones, oscuras, impensables, primordiales, hasta que algo en mi se rebeló. Me percaté de lo que hacía porque su corazón ahora latía débilmente y sobrecogida por mi estupor lo solté.
Él, Yared Black, entraba en la habitación, la sangre ajena corría por mis labios y mi interior se sacudió herida mortalmente, porque esta no era yo, porque iba en contra de todo lo que creía, salvaba vidas. Sacudí al hombre en la cama, y ahora él parecía de trapo. -¿Qué clase de monstruo soy?- Mi voz sonó rasgada, atormentada, buscando respuestas en los ojos oscuros que me observaban. Mis ojos. Los de un Black. Y entonces comprendí que algo me enlazaba a él… al vampiro. Al comprender que eso éramos, vampiros, no me percaté de que un par de lágrimas de sangre rodaban por mis mejillas.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Orgullosa alzó el mentón dispuesta a combatirme como pudiera, pobre ingenua, aun no se había dado cuenta que en este instante yo era todo lo que le quedaba sobre la faz de esta tierra.
Tomó asiento sin dejar de mirarme, miles eran las preguntas que sobrevolaban su aturdida mente, mis ojos se centraron en ese abrazo que se daba y que no mostraba otra cosa que debilidad y nerviosismo.
Ríos escarlata acariciaron su piel en una heridas que cerraban por si solas, y que reflejaban sin duda alguna su nueva condición.
Si hay mas Black, siete para ser exacto, y ahora ocho contigo -sentencié yo con la misma seguridad que lo hizo ella -procedes de una estirpe...
Me dejó con la palabra en la boca y se puso en pie, no tarde en entender que lo que para mi era algo fácil, aislar el intermitente ruido de los corazones presentes, para ella y su voraz sed era un imposible.
Salió por la puerta con los ojos fuego, la habitación contigua su destino y el matrimonio que reposaba en el lecho las victimas de este renacer a la no vida.
Pude haberle impedido que bebiera de aquel hombre, pero no lo hice, porque ahora mismo eso es lo que era y cuanto antes lo entendiera infinitamente mejor le irían las cosas.
Yo no era precisamente un santo, pero tenia claro lo que implicaba para un ser humano arrancar vida, sabia que ella no estaba preparada aun para ese menester, así que tenia claro como mostrarle que no era tan monstruosa como podía creer a simple vista.
Acorté la distancia sin dejar de mirarla, era preciosa, y ahora con la sangre resbalando por su boca apostaría hasta que lujuriosa.
Me relamí, frente a ella, no me había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta ese instante en el que de ser otras las circunstancias compartiríamos banquete y lecho donde calmar nuestros cuerpos.
Llevé a mi muñeca los colmillos sajando mi piel bajo su perturbada mirada y la sangre que de mi brotaba la llevé hasta la boca de ese hombre que en forma de muñeco de trapo caía sobre la cama.
No necesité demasiada para que este se recuperara y alzándolo por la pechera mis ojos se perdieron en su mirada para dar una orden clara.
-Olvida lo que ha pasado en esta habitación, nunca nos has visto a ninguno de los dos, ahora duerme -le ordené, a lo que este obedeció sin rechistar siquiera.
Caminé hacia la mujer repitiendo la operación y como si nunca hubiéramos estado allí, tomé la mano de mi descendiente para volver a nuestra cámara y poder hablar largo y tendido.
Cerré la puerta quedando de frente a ella, mi dedo se pase por sus labios limpiando la sangre que aun chorreaba de su exquisita boca y así la llevé a mis labios relamiendome.
-Esto es lo que somos, vampiros, seres de la noche, el mayor depredador de todos. Hoy te has convertido en uno de nosotros, pero cierto es que tu estirpe se remonta a mi con el paso de los tiempos.
Yo soy el primero de tu linaje y vengo a reclamar lo que es mio.
Las lagrimas de sangre escurrían por su inmaculada piel, lentas, casi podía entender que odiaba lo que veía, pero también sabia que acabaría acostumbrándose, todos los Black lo habíamos hecho en mayor o menor medida.
-No es necesario que arrebates vida, te lo he mostrado Rivka, te mostraré un nuevo camino, una forma de vida distinta, eres una Black, créeme, estas en la cima -susurré deslizando mis dedos por sus mejillas -el mundo te pertenece Rivka, déjame ponerle un lazo para entregártelo -susurré contra su boca de forma provocativa.
Tomó asiento sin dejar de mirarme, miles eran las preguntas que sobrevolaban su aturdida mente, mis ojos se centraron en ese abrazo que se daba y que no mostraba otra cosa que debilidad y nerviosismo.
Ríos escarlata acariciaron su piel en una heridas que cerraban por si solas, y que reflejaban sin duda alguna su nueva condición.
Si hay mas Black, siete para ser exacto, y ahora ocho contigo -sentencié yo con la misma seguridad que lo hizo ella -procedes de una estirpe...
Me dejó con la palabra en la boca y se puso en pie, no tarde en entender que lo que para mi era algo fácil, aislar el intermitente ruido de los corazones presentes, para ella y su voraz sed era un imposible.
Salió por la puerta con los ojos fuego, la habitación contigua su destino y el matrimonio que reposaba en el lecho las victimas de este renacer a la no vida.
Pude haberle impedido que bebiera de aquel hombre, pero no lo hice, porque ahora mismo eso es lo que era y cuanto antes lo entendiera infinitamente mejor le irían las cosas.
Yo no era precisamente un santo, pero tenia claro lo que implicaba para un ser humano arrancar vida, sabia que ella no estaba preparada aun para ese menester, así que tenia claro como mostrarle que no era tan monstruosa como podía creer a simple vista.
Acorté la distancia sin dejar de mirarla, era preciosa, y ahora con la sangre resbalando por su boca apostaría hasta que lujuriosa.
Me relamí, frente a ella, no me había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta ese instante en el que de ser otras las circunstancias compartiríamos banquete y lecho donde calmar nuestros cuerpos.
Llevé a mi muñeca los colmillos sajando mi piel bajo su perturbada mirada y la sangre que de mi brotaba la llevé hasta la boca de ese hombre que en forma de muñeco de trapo caía sobre la cama.
No necesité demasiada para que este se recuperara y alzándolo por la pechera mis ojos se perdieron en su mirada para dar una orden clara.
-Olvida lo que ha pasado en esta habitación, nunca nos has visto a ninguno de los dos, ahora duerme -le ordené, a lo que este obedeció sin rechistar siquiera.
Caminé hacia la mujer repitiendo la operación y como si nunca hubiéramos estado allí, tomé la mano de mi descendiente para volver a nuestra cámara y poder hablar largo y tendido.
Cerré la puerta quedando de frente a ella, mi dedo se pase por sus labios limpiando la sangre que aun chorreaba de su exquisita boca y así la llevé a mis labios relamiendome.
-Esto es lo que somos, vampiros, seres de la noche, el mayor depredador de todos. Hoy te has convertido en uno de nosotros, pero cierto es que tu estirpe se remonta a mi con el paso de los tiempos.
Yo soy el primero de tu linaje y vengo a reclamar lo que es mio.
Las lagrimas de sangre escurrían por su inmaculada piel, lentas, casi podía entender que odiaba lo que veía, pero también sabia que acabaría acostumbrándose, todos los Black lo habíamos hecho en mayor o menor medida.
-No es necesario que arrebates vida, te lo he mostrado Rivka, te mostraré un nuevo camino, una forma de vida distinta, eres una Black, créeme, estas en la cima -susurré deslizando mis dedos por sus mejillas -el mundo te pertenece Rivka, déjame ponerle un lazo para entregártelo -susurré contra su boca de forma provocativa.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Las gotas de sangre caían por mis labios, las lágrimas rojas brotaban y yo únicamente miraba al hombre sobre la cama. Sabía que su pulso estaba débil, demasiada sangre perdida arrebatada. Me sentí descompuesta, esto era yo, un vampiro. Yo que estaba acostumbrada a actuar en las situaciones más difíciles, ahora estaba petrificada, como si estuviera en un trance del cual no lograba salir, un cuarto oscuro adonde no veía salida, solo encierro, eterno... Él tomó la iniciativa, se mordió la muñeca ante mi mirada atónita y le dio de beber. Y esa fue la más milagrosa de todas las curas, el hombre se recuperó y el le borró el recuerdo de ese momento, pero yo no pensaba en eso, pensaba en lo que acababa de presenciar, en el poder de su sangre, y después de que le borrara lo sucedido a la mujer me dejé llevar de la mano, de vuelta a la otra recámara.
Él se acercó y pasó su dedo por mi labio, otra vez su tacto invernal, cerré los ojos cuando lo hizo, no sé por qué… y luego los abrí y lo observé en silencio. ¿Yared Black dijo que se llamaba? Ahora me contaba una historia inverosímil acerca de ser mi antepasado, el primero de todos. Negué y apoyé mi espalda en la pared, pero el asunto está en que le creía. Lo veía en sus ojos, mis ojos, había algo en él… No sabía ni describirlo, me resultaba familiar, conocido, creo… quizás algo de similitud había entre quienes comparten la misma sangre, o se siente, el llamado de la sangre le dicen algunos, ahora lo sentía tironear de mi, como un lazo invisible que me ataba a él, y sin embargo...
Lo había visto antes… descrito, en documentos antiguos, cuando investigaba sobre los Black, rastreando mi árbol genealógico. La mención de siete seres se repetía, había llamado mi atención, iba a investigar más al respecto. Él era uno de ellos… Dejé escapar el aire, odiaba como me estaba mirando, como si él lo supiera todo y yo nada. A mi, a Rivka Black, nadie me miraba así. Me crucé de brazos y desvié la mirada. Porque en realidad yo ya no era Rivka y su mirada me despojaba de mi identidad… pero yo me iba aferrar a ella, aunque el alma amenazara con escurrírseme, aunque me sintiera caer en un pozo. Porque como lo fueron mi padre, mi abuelo… yo misma, era una Black y creo que tanto él como yo sabíamos lo que eso significaba, aunque ninguno de los dos pudiese comprender al otro.
-¿Qué es lo que vienes a reclamar?- negué, “lo que es mio” una frase absoluta que podía significar tantas cosas. Me crucé de brazos, viendo hacia la ventana, hacia la total oscuridad, esta noche no habían estrellas.
Él se acercó y me habló de un nuevo mundo y lo dejé hablar, al ser de la mirada taladrante, que se acercaba para susurrar contra mi boca. -¿Y qué pasa si no lo quiero Yared?- Arrastré su nombre en medio de nuestros labios, Yared… Mis ojos buscaron ese espejo, clávandose en él, mis sentidos inhalando su esencia, absorbiéndole despacio. -Nunca veré las cosas como tú, aunque tengamos los mismos ojos.- Y no se lo decía con alevosía, más bien resaltaba un hecho, él estaba hecho de la noche, era parte de ella, yo.. yo no sabía que era ahora, ciertamente no esto.
Giré sobre mis pies y me acerqué a la ventana, la abrí y observé la ciudad, la luna, la carencia de estrellas. Me incliné sobre el alfeizar, si me lanzaba, caería y probablemente me rompería todo desde esta altura. ¿La sangre vampírica me curaría o no? –Serás el primero y el último… si ya no hay una última…-
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Rivka clavaba sus pardos en los míos como si esperara respuestas que no llegaban o quizás que en el fondo si lo hacían pero no le gustaban.
Unos luchaban mas que otros, pero al final, la llamada de la sangre a todos nos trastocaba, nuestra esencia era esa, ser seres de la noche, sujetos a la oscuridad, a la clandestinidad de nutras almas y ahora Rivka se veía en la tesitura de acomodar su vida a su nueva esencia, una que inevitablemente la despojaría de gran parte de su humanidad.
Mis ojos danzaban por su cara, era increíble lo mucho que se parecía a la que un día tomé siendo un humano, a la que tuve que abandonar, pues en cierto modo, sabia que si padre descubría su estado de buena esperanza y la destruiría para llevarme a esa carencia de humanidad que necesitaba que todos sus hijos poseyésemos.
Me alejé de ella y de mi hija para protegerlas, fue la decisión mas dura que tuve que tomar en mi eterna vida, pero de igual modo la mas certera.
Gracias a eso, ella estaba aquí, conmigo, frente a mi, puede que algún día me reprochara aquel acto que podría malentender como cobardía, por contra nunca hice nada mas generoso y menos cobarde aunque al hacerlo perdí gran parte de mi esencia. Desde entonces someterme a los designios de mi padre fue mas fácil.
Nada tiene quien ya lo ha perdido todo, yo las había perdido en cierto modo, pero retar a padre podría hacerle buscar motivos para doblegarme y lo conocía lo suficiente como para saber que tarde o temprano descubriría mi engaño, así que resulté obediente y complaciente, una fina mascara oscura que coloqué frente a mis ojos para no tener que dar de que hablar a ese demente y a su vez mantener lejos de su alcance lo que realmente era importante.
Nunca entenderá mi linaje el sacrificio que hice, es mas si creen por un segundo que los olvidé y que me desentendí están equivocados, siempre seguí su estela en la distancia, sin intervenir, pero conocedor de sus andanzas.
Esta era la primera vez que miraba de frente a un Black, que intervenía en su vida, pero ¿Acaso me quedaba alternativa cuando la noche había caído sobre mi estirpe?
-No reclamo nada, eres libre, pero..salir por esa puerta sin conocer los misterios que la inmortalidad te ofrece es la mas grande de las estupideces que podrías cometer..y Rivka no te considero una mujer estúpida, mas bien lo contrario.
Hice una pausa viendo como se acercaba la ventanal, lo abría para tomar un aire que no necesitaba pero que si meció su pelo lentamente logrando que su aroma me alcanzara.
-Ni lo intentes, no morirás, como mucho te quebraras algún hueso que se recompondrá -aseguré sin mas – déjame mostrarte de mi mano un mundo desconocido, infinitamente mejor ¿que puedes perder? Creía que ya lo habías perdido todo en ese callejón donde te despojaron de tu vida tal y como la conocías...
Le tendí la mano lentamente para que la viera mientras mis ojos se alzaban para encontrarse con sus estrellas.
-Ven conmigo, te mostraré que la inmortalidad es un don y no una condena.
Unos luchaban mas que otros, pero al final, la llamada de la sangre a todos nos trastocaba, nuestra esencia era esa, ser seres de la noche, sujetos a la oscuridad, a la clandestinidad de nutras almas y ahora Rivka se veía en la tesitura de acomodar su vida a su nueva esencia, una que inevitablemente la despojaría de gran parte de su humanidad.
Mis ojos danzaban por su cara, era increíble lo mucho que se parecía a la que un día tomé siendo un humano, a la que tuve que abandonar, pues en cierto modo, sabia que si padre descubría su estado de buena esperanza y la destruiría para llevarme a esa carencia de humanidad que necesitaba que todos sus hijos poseyésemos.
Me alejé de ella y de mi hija para protegerlas, fue la decisión mas dura que tuve que tomar en mi eterna vida, pero de igual modo la mas certera.
Gracias a eso, ella estaba aquí, conmigo, frente a mi, puede que algún día me reprochara aquel acto que podría malentender como cobardía, por contra nunca hice nada mas generoso y menos cobarde aunque al hacerlo perdí gran parte de mi esencia. Desde entonces someterme a los designios de mi padre fue mas fácil.
Nada tiene quien ya lo ha perdido todo, yo las había perdido en cierto modo, pero retar a padre podría hacerle buscar motivos para doblegarme y lo conocía lo suficiente como para saber que tarde o temprano descubriría mi engaño, así que resulté obediente y complaciente, una fina mascara oscura que coloqué frente a mis ojos para no tener que dar de que hablar a ese demente y a su vez mantener lejos de su alcance lo que realmente era importante.
Nunca entenderá mi linaje el sacrificio que hice, es mas si creen por un segundo que los olvidé y que me desentendí están equivocados, siempre seguí su estela en la distancia, sin intervenir, pero conocedor de sus andanzas.
Esta era la primera vez que miraba de frente a un Black, que intervenía en su vida, pero ¿Acaso me quedaba alternativa cuando la noche había caído sobre mi estirpe?
-No reclamo nada, eres libre, pero..salir por esa puerta sin conocer los misterios que la inmortalidad te ofrece es la mas grande de las estupideces que podrías cometer..y Rivka no te considero una mujer estúpida, mas bien lo contrario.
Hice una pausa viendo como se acercaba la ventanal, lo abría para tomar un aire que no necesitaba pero que si meció su pelo lentamente logrando que su aroma me alcanzara.
-Ni lo intentes, no morirás, como mucho te quebraras algún hueso que se recompondrá -aseguré sin mas – déjame mostrarte de mi mano un mundo desconocido, infinitamente mejor ¿que puedes perder? Creía que ya lo habías perdido todo en ese callejón donde te despojaron de tu vida tal y como la conocías...
Le tendí la mano lentamente para que la viera mientras mis ojos se alzaban para encontrarse con sus estrellas.
-Ven conmigo, te mostraré que la inmortalidad es un don y no una condena.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Observé el vacío, ese que en la noche oscura se abría bajo mis pies, en una alegoría de lo que sentía en ese momento. La brisa nocturna soplaba y era incapaz de inhalar ese aire fresco. ¿Qué más había perdido además de mi capacidad de respirar? Sabía que mi corazón no latía. Era una aberración, una brecha en la ciencia, mi mera existencia desafiaba las bases de todo aquello en lo que creía. Tenía que tocarme para comprender que seguía viva, y allí estaba, frente a la ventana, llevando los dedos a mis mejillas para limpiar esas lágrimas de sangre que aparentemente aún fluían en silencio.
Limpié las últimas, iba a lanzarme al precipicio, de una manera u otra. No pensaba seguir adelante con el tormento en la piel. ¿Acaso esta era vida? Le escuché, me decía que de tirarme no moriría, eso activaba la maquinaria incesante que siempre había sido mi mente, me ponía a pensar en lo que conocía hasta ahora acerca de mi sangre, en lo que vi en la otra habitación, en su poder de regeneración... y otro pensamiento que de haberme sentido menos confundida en la maraña del presente hubiesen llamado más mi atención, ¿qué más podría combatir lo que ahora fluía por mis venas?
Sea como fuere nada tenía sentido ahora. Desvié la mirada lentamente hacia él, cuando me ofreció su mano. -¿Seré capaz de sentir algo?- Supongo que sabía perfectamente que mucho había de verdad en el hecho de que era él quien podía abrir mis ojos a esta nueva realidad. Incluso en medio de mis ideas oscurecidas, comprendía perfectamente que en esta situación era el primero de los nuestros, el primer Black, el mejor para guiarme. Busqué la respuesta en su rostro. -¿Qué siente un vampiro?-
Pensé en lo que descubría al mirarlo, en la prueba de su presencia. -¿Cómo es que nunca supimos de ti? ¿Nos ignorabas?- Ladeé mi rostro buscando la respuesta. Me refería a mi familia, a los Black, a mi padre, aunque él solía contarme historias que se remontaban a épocas antiguas, antes de dormir me narraba acerca de esos siete seres que eran parte de los misterios de nuestras raíces, pero yo siempre creí que eran historias inventadas, fantasías creadas por las mentes ágiles de nuestros antepasados.
Vi su mano extendida hacia mi, la observé en silencio, y era como si un frio helado me recorriera, aunque supuse que me lo imaginaba, pero lo sentí viajar por mi espina dorsal, me alertaba. Tomé mi decisión a pesar de ello, extendí mi mano y tomé la suya, no porque creyera que lo había perdido ya todo si no porque por unos segundos creí en lo que me decía, en que podía mostrarme todo aquello que aún no conocía, que podría hacer de esta falacia algo tolerable.
-Muéstrame entonces ese mundo del que me hablas.- Lo dije pendiente de sus oscuros ojos, de su voz grave, de las facciones marmóreas de su rostro, de su piel invernal, de la mano que entrelazaba con la mía, abstraída por todo aquello, dejándome seducir, al igual que las más claras estrellas sucumben a la noche más oscura.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Sus ojos pasaron de centrarse en el exterior, en la noche parisina, a volver conmigo a la habitación.
Deslizó su mirada por mi rostro hasta centrarse en esa mano extendida que yo le ofrecía para que tomara.
Estaba dispuesto a mostrarle un mundo nuevo, distinto, a contestar sus preguntas una a una de forma paciente, ella era mi linaje, por sus venas corría mi sangre y se lo debía.
“¿Seré capaz de sentir algo?” ladeé la sonrisa centrandome en sus pardos.
-Todo sera mas intenso Rivka, no solo la intensidad con la que apreciaras cada nota musical, un solo de violín o el cuadro mas bello pintado por la mano de un poeta urbano. Todo es mas intenso, no hay limité en aquello que seras capaz de sentir, desde el sabor intenso de un buen Bourbon, hasta el beso mas insignificante se intensificara.
Dudaba de la veracidad de mis palabras, de como una bestia sanguinaria podría mantener su humanidad, y posiblemente ahí no se equivocaba, la perdería, claro que no iba a decir eso en este instante en el que sus pies estaban balanceándose en el filo de una ventana.
-Tenia mis motivos para abandonar mi linaje, por aquel entonces, mantenerme lejos de vosotros era lo correcto. Cuando pude regresar, ya no tenia sentido, solo era un antepasado lejano y permitiros seguir vuestro camino era lo correcto.
Sus ojos fijos en mi mano, como si una corriente de imanes negativos se atrajeran, acaricié su mano cuando la depositó contra mi piel.
Alcé sus nudillos para depositar en ellos mis labios, despacio, dejé que sintiera mi gelidez, que repasara mentalmente como un beso insignificante, un roce podía producir un escalofrió y ladeé la sonrisa alzando mis ojos hasta los suyos al sentir su piel erizada por completo.
-Elige un lugar, opera, teatro, burdel..llévame a un lugar especial para ti y te mostraré como será tu nueva vida.
Voy a poner el mundo a tus pies, descubrirás que ese apellido que portas tras tu nombre no es uno mas, es antiguo, se remonta al primer vampiro que pobló la tierra, Cain.
Lo que me recordó la misiva que guardaba en mi chaqué, ahora era mejor no aparecer en esa fiesta que padre daba para nosotros, no le costaría descubrir la existencia de Rivka, su primera nieta, pues que yo supiera, excepto Marduk que trasformó al desagradecido de Erlend, no había mas chiquillos en esta familia.
Tiré de su mano apartándola del ventanal, mis dedos se deslizaron por le otro brazo mientras su espalda se apoyaba ligeramente en mi pecho y mi aliento calcinaba su cuello.
-Ya te has alimentado ¿tienes mas hambre? Hay cosas que debes saber sobre la sangre.
Deslizó su mirada por mi rostro hasta centrarse en esa mano extendida que yo le ofrecía para que tomara.
Estaba dispuesto a mostrarle un mundo nuevo, distinto, a contestar sus preguntas una a una de forma paciente, ella era mi linaje, por sus venas corría mi sangre y se lo debía.
“¿Seré capaz de sentir algo?” ladeé la sonrisa centrandome en sus pardos.
-Todo sera mas intenso Rivka, no solo la intensidad con la que apreciaras cada nota musical, un solo de violín o el cuadro mas bello pintado por la mano de un poeta urbano. Todo es mas intenso, no hay limité en aquello que seras capaz de sentir, desde el sabor intenso de un buen Bourbon, hasta el beso mas insignificante se intensificara.
Dudaba de la veracidad de mis palabras, de como una bestia sanguinaria podría mantener su humanidad, y posiblemente ahí no se equivocaba, la perdería, claro que no iba a decir eso en este instante en el que sus pies estaban balanceándose en el filo de una ventana.
-Tenia mis motivos para abandonar mi linaje, por aquel entonces, mantenerme lejos de vosotros era lo correcto. Cuando pude regresar, ya no tenia sentido, solo era un antepasado lejano y permitiros seguir vuestro camino era lo correcto.
Sus ojos fijos en mi mano, como si una corriente de imanes negativos se atrajeran, acaricié su mano cuando la depositó contra mi piel.
Alcé sus nudillos para depositar en ellos mis labios, despacio, dejé que sintiera mi gelidez, que repasara mentalmente como un beso insignificante, un roce podía producir un escalofrió y ladeé la sonrisa alzando mis ojos hasta los suyos al sentir su piel erizada por completo.
-Elige un lugar, opera, teatro, burdel..llévame a un lugar especial para ti y te mostraré como será tu nueva vida.
Voy a poner el mundo a tus pies, descubrirás que ese apellido que portas tras tu nombre no es uno mas, es antiguo, se remonta al primer vampiro que pobló la tierra, Cain.
Lo que me recordó la misiva que guardaba en mi chaqué, ahora era mejor no aparecer en esa fiesta que padre daba para nosotros, no le costaría descubrir la existencia de Rivka, su primera nieta, pues que yo supiera, excepto Marduk que trasformó al desagradecido de Erlend, no había mas chiquillos en esta familia.
Tiré de su mano apartándola del ventanal, mis dedos se deslizaron por le otro brazo mientras su espalda se apoyaba ligeramente en mi pecho y mi aliento calcinaba su cuello.
-Ya te has alimentado ¿tienes mas hambre? Hay cosas que debes saber sobre la sangre.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Escuché sus palabras, la forma en que describió como sentiría de ahora en adelante. Mis pardos se centraron en su rostro. ¿Me decía la verdad? Ladeé mi sonrisa por una milésima de segundo, sonaba a poesía, y quizás fuese cierto. Sin embargo, más que aquello, fue el vampiro lo que capturó mi atención, la posibilidad de descubrirle a él. -¿Es eso lo que sientes tú?- ¿Qué era él más allá de lo que saltaba a simple vista? ¿Sentía así como lo describía?
-También perderé mi capacidad de sentir otras cosas ¿no es cierto?- Sabía lo que todo el mundo sabía acerca de los vampiros, que no podían salir bajo la luz solar, que eran incapaces de percibir el sabor de la comida, que estaban condenados a una vida en las sombras, en resumen, muertos en vida. Nunca me detuve a pensar en ellos dos veces, eran el material de cuentos e historias fantásticas, nada más que eso, y ahora me daba de frente con la realidad de su existencia. "Su", porque aún no me sentía parte de ellos…
-También perderé mi capacidad de sentir otras cosas ¿no es cierto?- Sabía lo que todo el mundo sabía acerca de los vampiros, que no podían salir bajo la luz solar, que eran incapaces de percibir el sabor de la comida, que estaban condenados a una vida en las sombras, en resumen, muertos en vida. Nunca me detuve a pensar en ellos dos veces, eran el material de cuentos e historias fantásticas, nada más que eso, y ahora me daba de frente con la realidad de su existencia. "Su", porque aún no me sentía parte de ellos…
Su mano acarició la mía con lentitud, de esa forma me permitía sentir esas sensaciones de las que me hablaba. Su tacto me abstrajo, me concentré en él, en como las yemas de sus dedos me hacían sentir. ¿Cómo era posible que sintiera como si mis terminales nerviosas estuvieran intactas, magnificadas? Sus labios encontraron mi mano, mi piel se erizó por completo y observé intrigada su sonrisa.
Su mano me apartó del alfeizar y apoyé mi espalda ligeramente contra él, observando aún la noche a través de la ventana. -¿Qué más debo saber sobre la sangre?-
Giré entonces, observándole de frente, mi mirada fija en la suya, pensativa, absorbente. Para ser un extraño no terminaba de comprender por qué parecía que no lo fuera. Negué con la cabeza, no quería alimentarme de nuevo. La sola mención de la sangre devolvía mi interés a mi alrededor, volvía a escuchar el bombeo de los corazones de la habitación contigua, de esos a los que casi exterminé. -¿Por qué me sacaste del callejón Yared?-
Hice un un esfuerzo por alejar de mi ese sonido distractor, aislarle y como contraste dirigir todos mi sentidos hacia él. Mi boca se acercó despacio a la suya, me abstraía su aliento gélido. Mis dedos subieron hacia su rostro, reconociendo sus rasgos, tocando su gelidez invernal. –¿Esta es la primera vez que me veías?- Escuché sus opciones de salida, el mundo que iba a enseñarme. -No estoy vestida para ir a la ópera, me temo.- Miré hacia abajo, señalándole mi bata blanca, mi ropa de médico. Él en cambio iba muy elegante, acorde con él, me parecía. -Nunca me distraía en otras cosas, ni con la ópera, ni con el teatro, ni con los cabarets, mi vida entera era el hospital.- Fui sincera, no es que la posibilidad de distraerme no me atrajera, pero habían ocupaciones más importantes a las cuales ceñirme.
Me separé de él despacio, no soportaba pensar en el hospital, me dolía algo adentro muy profundamente, me dejé caer sentada sobre el lecho y me cubrí el rostro atormentada. Comencé a mecerme una y otra vez, el hambre volvía. Quería hundir los colmillos nuevamente en la vena de alguien, sentir otra vez como la sangre se convertía en el mayor de los placeres, perderme en esa sensación. Cuando alcé la mirada hacia él mis ojos estaban enrojecidos, quería sangre, iba a buscarla si no era capaz de ejercer auto control. Me levanté con velocidad sobrenatural queriendo apaciguar mi tormento y me lancé por la ventana.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Apoyó su espalda contra el alfeizar de la ventana, sus ojos me contemplaban estudiando todos mis movimientos, como si pretendiera encontrar en ellos un punto en el que encontrara una mentira o algo que la contrariara para huir de mi lado.
Sabia lo que era ser un neófito y aunque en mi caso era algo que quedaba ya muy lejos, recuerdo la hambre incontrolable, como todo se siente a flor de piel y es imposible de controlar.
Hasta que aprenda a auto controlar todo, la felicidad sera extrema, pero también lo sera el odio, la rabia y la ira.
El deseo sera abrumador, pero también su hambre. La sangre controlara su vida convirtiéndose casi en la razón de su existencia.
-La sangre te alimentara, sentirás placer cuando la consumas, saciedad, sera un modo de controlar la bestia que emergiera hambrienta de tu interior.
Nos alimentamos de humanos, cada uno lo hace a su modo, unos cazan y matan, otros se alimentan de humanos que están dispuestos a dejarse drenar a cambio de ciertos favores y otros beben lo necesario y luego hacen a sus victimas olvidar..eso es lo que hemos hecho en la habitación continua.
Deslicé mi dedo por su rostro apartando un rebelde mechón de su rostro, no iba a escatimar en respuestas para todas sus preguntas, necesitaba ganarme su confianza y no lo haría con silencios y mentiras.
-Ademas cuando copules con otro inmortal, puedes encontrar un placer abismal cuando muerdas y tomes su sangre...
De igual modo, un humano encontrara ese placer en la tuya, pillará un buen colocon y con el paso del tiempo, se convertirá en su droga, tendrás un siervo fiel, un esclavo de sangre.
Claro que para eso es pronto, ahora eres un neofito que tiene que aprender a controlar su sed y todo lo demás.
Su siguiente pregunta no se hizo de esperar ¿por que la saque del callejón?
-Porque eres mi descendencia, me prometí a mi mismo no interferir en vuestra vida, pero estando en París había sentido la necesidad de verte nuevamente, lo que responde a tu segunda pregunta.
No es la primera vez que te veo, lo había hecho mediante imágenes fotográficas...
Te ayudé porque eres parte de mi, por eso voy a convertirme en tu “sire” algo así como un padre -apunté ladeando la sonrisa sin dejar de mirar esos pardos que tan bien reconocía.
Rivka Alegó no estar lista para ir ni a la opera, ni al teatro, ni a ningún lugar su bata blanca era la escusa, peor yo tenia recursos y de querer ir, me resultaba tan fácil como coger uno de los vestidos de la negra loba que me acompañaba a todas partes.
Lo que no esperé es que la dama se lanzara por la ventana dispuesta a escapar, o mejor dicho a aplacar ese hambre que sentía y que sus ojos rojos como el fuego delataban.
Salté tras ella, había desaparecido, pero no me resultaría difícil seguir su estela, su olor.
Corría hacia una pareja de transeúntes que cogidos de la mano y comiéndose a besos salían del afamado restaurante de la esquina.
Había demasiada gente en ese local, no era le mejor momento para cazar.
Intercepté a la neófita antes de que alcanzara a su primera victima, la cargué de la cintura cubriéndola ligeramente con mi largo abrigo para que su roja mirada no sobresaliera y disculpándome por sus actos con la pareja, alegue que la dama estaba algo ebria y que me la llevaba a casa.
Todo pareció quedar en nada mientras ella rugía tratando de zafarse de mi agarré y yo tiraba de su cuerpo hasta un callejón oculto de miradas extrañas, donde la deje suelta para centrarme en su desafiante mirada.
-No era una buena presa... tienes que buscar humanos solos, en zonas oscuras, poco transitadas... -le advertí alzando un dedo con paciencia -te lo mostraré.
Había tanto que enseñarle y si algo me quedaba claro de ella es que era impulsiva y francamente complicada de controlar.
Sabia lo que era ser un neófito y aunque en mi caso era algo que quedaba ya muy lejos, recuerdo la hambre incontrolable, como todo se siente a flor de piel y es imposible de controlar.
Hasta que aprenda a auto controlar todo, la felicidad sera extrema, pero también lo sera el odio, la rabia y la ira.
El deseo sera abrumador, pero también su hambre. La sangre controlara su vida convirtiéndose casi en la razón de su existencia.
-La sangre te alimentara, sentirás placer cuando la consumas, saciedad, sera un modo de controlar la bestia que emergiera hambrienta de tu interior.
Nos alimentamos de humanos, cada uno lo hace a su modo, unos cazan y matan, otros se alimentan de humanos que están dispuestos a dejarse drenar a cambio de ciertos favores y otros beben lo necesario y luego hacen a sus victimas olvidar..eso es lo que hemos hecho en la habitación continua.
Deslicé mi dedo por su rostro apartando un rebelde mechón de su rostro, no iba a escatimar en respuestas para todas sus preguntas, necesitaba ganarme su confianza y no lo haría con silencios y mentiras.
-Ademas cuando copules con otro inmortal, puedes encontrar un placer abismal cuando muerdas y tomes su sangre...
De igual modo, un humano encontrara ese placer en la tuya, pillará un buen colocon y con el paso del tiempo, se convertirá en su droga, tendrás un siervo fiel, un esclavo de sangre.
Claro que para eso es pronto, ahora eres un neofito que tiene que aprender a controlar su sed y todo lo demás.
Su siguiente pregunta no se hizo de esperar ¿por que la saque del callejón?
-Porque eres mi descendencia, me prometí a mi mismo no interferir en vuestra vida, pero estando en París había sentido la necesidad de verte nuevamente, lo que responde a tu segunda pregunta.
No es la primera vez que te veo, lo había hecho mediante imágenes fotográficas...
Te ayudé porque eres parte de mi, por eso voy a convertirme en tu “sire” algo así como un padre -apunté ladeando la sonrisa sin dejar de mirar esos pardos que tan bien reconocía.
Rivka Alegó no estar lista para ir ni a la opera, ni al teatro, ni a ningún lugar su bata blanca era la escusa, peor yo tenia recursos y de querer ir, me resultaba tan fácil como coger uno de los vestidos de la negra loba que me acompañaba a todas partes.
Lo que no esperé es que la dama se lanzara por la ventana dispuesta a escapar, o mejor dicho a aplacar ese hambre que sentía y que sus ojos rojos como el fuego delataban.
Salté tras ella, había desaparecido, pero no me resultaría difícil seguir su estela, su olor.
Corría hacia una pareja de transeúntes que cogidos de la mano y comiéndose a besos salían del afamado restaurante de la esquina.
Había demasiada gente en ese local, no era le mejor momento para cazar.
Intercepté a la neófita antes de que alcanzara a su primera victima, la cargué de la cintura cubriéndola ligeramente con mi largo abrigo para que su roja mirada no sobresaliera y disculpándome por sus actos con la pareja, alegue que la dama estaba algo ebria y que me la llevaba a casa.
Todo pareció quedar en nada mientras ella rugía tratando de zafarse de mi agarré y yo tiraba de su cuerpo hasta un callejón oculto de miradas extrañas, donde la deje suelta para centrarme en su desafiante mirada.
-No era una buena presa... tienes que buscar humanos solos, en zonas oscuras, poco transitadas... -le advertí alzando un dedo con paciencia -te lo mostraré.
Había tanto que enseñarle y si algo me quedaba claro de ella es que era impulsiva y francamente complicada de controlar.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
El vampiro llegó a tiempo y me arrebató la posibilidad de cometer una locura. Aún así mi sed de sangre era tal que no pude más que debatirme en sus brazos, quería, deseaba, anhelaba la sangre como si tras tan solo una experiencia con ella ya me hubiese vuelto adicta. Reconocía esos síntomas… los había visto en los pacientes que llegaban atravesando síntomas de adicción extrema a los opiáceos antes de pasar por el período de abstinencia.
Finalmente tras retorcerme y pegarle dejé de pelear con él y me fui conteniendo entre sus brazos. Él me depositó en el suelo y más apaciguada me dirigí a la escalerilla lateral del edificio que daba hacia el callejón adonde nos encontrábamos ahora. -Quería romperme los huesos.- le confesé, observando sus pozos pardos. -Al caer por la ventana, pensé que al menos eso me demoraría un poco pero el hambre pudo más.- No esperaba que me comprendiera, para él alimentarse seguramente era una rutina y sus inicios en el vampirismo se habían llevado a cabo demasiado tiempo atrás. Me extrañaba incluso que tuviera la paciencia para lidiar conmigo cuando en realidad no tenía por qué hacerlo.
Moví brazos y piernas, había escuchado los crujidos de varios huesos al romperse pero ya estos se habían regenerado y vuelto a su lugar. No podía dejar de maravillarme en medio de todo, a pesar de no desear ser lo que ahora era.
Moví brazos y piernas, había escuchado los crujidos de varios huesos al romperse pero ya estos se habían regenerado y vuelto a su lugar. No podía dejar de maravillarme en medio de todo, a pesar de no desear ser lo que ahora era.
-Siempre tuve todo muy claro, quien era yo, lo que iba a hacer con mi vida.- Hundí las manos en los bolsillos de mi bata blanca, más por costumbre que por necesidad, no sentía el frio de la noche. -Ahora siento que pierdo el control de todo y… esa no soy yo, no puedo evitar pensar que hubiera sido mejor morir en el callejón. –
Aún no se me escapaba la idea de simplemente entregarme al sol, si las historias sobre vampiros eran ciertas bastaría la luz solar para acabar con mi tormento. Aunque había otra parte de mi que se debatía con esa idea, a pesar de todo, de forma egoísta, deseaba vivir.
-Si quieres ser mi sire, si tu propuesta es sincera, estoy dispuesta a aprender todo lo que quieras enseñarme.- No era fácil para mi aceptar que había dejado de tener todas las respuestas pero mi incesante necesidad de aprender y mi capacidad de adquirir nuevos conocimientos comenzaba a abrirse paso de nuevo, ahora que por un instante la confusión provocada por todas las nuevas sensaciones me permitía pensar.
-Pero no deseo alimentarme de humanos.- Mi mente ahora le daba vueltas al tema, pensando con rapidez. En el hospital, había todo un cuarto repleto de bolsas de sangre… al cual tenía perfecto acceso. Incluso tenía llaves del mismo, teniendo en cuenta mi posición como residente podía entrar y salir en todo momento. Irónicamente el que fuese médico era precisamente la tablilla a la que podía agarrarme si había de encontrar una alternativa a cazar seres humanos. -Creo que le haré una pequeña visita al hospital.-
Me levanté observándolo con detenimiento. -Si de verdad te importo, necesitaré de tu ayuda, me haría bien que me acompañes. Habrá menos gente a esta hora pero no me fio de mi misma.- Mi mano buscó la suya, mi instinto me guiaba hacia él de una forma que no podía explicar, me orillaba a depositar mi confianza en él.
-A cambio de ello te acompañaré adonde quieras, la ópera, un cabaret, un burdel…- Una leve sonrisa se fue expandiendo en mi rostro. -A algún lugar que resulte interesante para Yared Black.-
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Cuando se calmó me confeso muchas cosas, la mayoría las sabia sin tan siquiera escucharlas, saltó de la ventana por hambre, pero una parte de ella quería romperse los huesos, ralentizarse porque no quería sajar vida humana, solo que era incapaz de controlar el hambre.
Sus pardos en los míos esperando la redención, o el consuelo o en parte los dos.
No encontraría en mis ojos nada de eso, pues era ella la que tenia que perdonarse a si misma, ella tenia que decidir como quería llevar su inmortalidad y aunque admito a mi me gustaría fuera una Black, un reflejo de mi persona, nada iba a imponerle, ni reglas, ni normas, así no se lograba nada.
Me pidió que la acompañara al hospital, sabia que allí podía enfrentarse a situaciones complicadas dado que algún herido sangrando despertaría su sed y el control en este momento para ella era inexistente.
Me necesitaba, ella lo sabia y por eso suplicaba mi ayuda, aceptaba que me convirtiera en su “sire” aunque no sabia si acababa de entender bien esa palabra.
-Te acompañaré, eres lista Rivka, ser neófita es difícil, pero cuando aprendas a controlar la sed podrás llevar la vida que desees sin miedo a la enfermedad, a envejecer.
No todos los vampiros han de ser depredadores, aunque yo si soy uno de ellos, admito que no hay nada como paladear la sangre de la vena de un humano, fuerte, caliente, excitante...
Empezaremos con las bolsas de sangre, no saben igual peor podrán servirte para empezar.
Me acerqué mas a ella con una ladeada sonrisa, deslicé mis dedos por sendos mechones de su pelo calzandolos detrás de sus orejas.
-Pinta bien le plan, hospital y burdel -apunte dejando que mi gélido aliento chocara contra sus húmedos labios -vamos querida. Quizás al final de la noche con un par de copas de mas, te deje probar la sangre de un inmortal de hace 6000 años -le dije guiándole un ojo con cierta picarda.
Caminamos por las calles de París, tiré en mas de una ocasión de su cintura cuando el sonido de corazones palpitantes se encontraban con nosotros y así, unas cuantas cuadras mas allá dimos con el hospital donde mi “chiquilla” trabajaba antes de ser convertida.
Con la bata pasaba completamente desapercibida, era una medico mas, ademas de que sus compañeros la saludaban comprometidos con su trabajo como ella.
Yo me limitaba a caminar a su lado, sin interceder en nada, pues de momento estaba controlándose a la hambruna que seguramente ahora mismo sentía.
Cuando estuviéramos en el burdel, una vez estuviera saciada, quería hablar con ella sobre varias cosas, la primera si seguiría viviendo en ese estudio cochambroso que malparaba con su trabajo.
La quería cerca de mi, así que si ella aceptaba, me gustaría se mudara conmigo.
Por otro lado, si había decidido alimentarse de bolsas de sangre daba por echo que iba a seguir con s trabajo, pero quería escucharlo de sus labios y ver como podríamos solucionar los conflictos que pudieran surgir. No podía olvidar que era una neófito.
Seguimos caminando por los pasillos del hospital, mi mano atajó la distancia que me llevaba a la suya.
Acaricié con mis dedos su palma dedicándole una complacida sonrisa, estaba haciéndolo bien.
Acerqué mis labios en su oído, mi aliento azuzó suavemente su pelo, su olor era embriagados y por un momento fui yo el que sintió la necesidad de acariciar su yugular con mis colmillos.
-¿donde están las bolsas de sangre?
Sus pardos en los míos esperando la redención, o el consuelo o en parte los dos.
No encontraría en mis ojos nada de eso, pues era ella la que tenia que perdonarse a si misma, ella tenia que decidir como quería llevar su inmortalidad y aunque admito a mi me gustaría fuera una Black, un reflejo de mi persona, nada iba a imponerle, ni reglas, ni normas, así no se lograba nada.
Me pidió que la acompañara al hospital, sabia que allí podía enfrentarse a situaciones complicadas dado que algún herido sangrando despertaría su sed y el control en este momento para ella era inexistente.
Me necesitaba, ella lo sabia y por eso suplicaba mi ayuda, aceptaba que me convirtiera en su “sire” aunque no sabia si acababa de entender bien esa palabra.
-Te acompañaré, eres lista Rivka, ser neófita es difícil, pero cuando aprendas a controlar la sed podrás llevar la vida que desees sin miedo a la enfermedad, a envejecer.
No todos los vampiros han de ser depredadores, aunque yo si soy uno de ellos, admito que no hay nada como paladear la sangre de la vena de un humano, fuerte, caliente, excitante...
Empezaremos con las bolsas de sangre, no saben igual peor podrán servirte para empezar.
Me acerqué mas a ella con una ladeada sonrisa, deslicé mis dedos por sendos mechones de su pelo calzandolos detrás de sus orejas.
-Pinta bien le plan, hospital y burdel -apunte dejando que mi gélido aliento chocara contra sus húmedos labios -vamos querida. Quizás al final de la noche con un par de copas de mas, te deje probar la sangre de un inmortal de hace 6000 años -le dije guiándole un ojo con cierta picarda.
Caminamos por las calles de París, tiré en mas de una ocasión de su cintura cuando el sonido de corazones palpitantes se encontraban con nosotros y así, unas cuantas cuadras mas allá dimos con el hospital donde mi “chiquilla” trabajaba antes de ser convertida.
Con la bata pasaba completamente desapercibida, era una medico mas, ademas de que sus compañeros la saludaban comprometidos con su trabajo como ella.
Yo me limitaba a caminar a su lado, sin interceder en nada, pues de momento estaba controlándose a la hambruna que seguramente ahora mismo sentía.
Cuando estuviéramos en el burdel, una vez estuviera saciada, quería hablar con ella sobre varias cosas, la primera si seguiría viviendo en ese estudio cochambroso que malparaba con su trabajo.
La quería cerca de mi, así que si ella aceptaba, me gustaría se mudara conmigo.
Por otro lado, si había decidido alimentarse de bolsas de sangre daba por echo que iba a seguir con s trabajo, pero quería escucharlo de sus labios y ver como podríamos solucionar los conflictos que pudieran surgir. No podía olvidar que era una neófito.
Seguimos caminando por los pasillos del hospital, mi mano atajó la distancia que me llevaba a la suya.
Acaricié con mis dedos su palma dedicándole una complacida sonrisa, estaba haciéndolo bien.
Acerqué mis labios en su oído, mi aliento azuzó suavemente su pelo, su olor era embriagados y por un momento fui yo el que sintió la necesidad de acariciar su yugular con mis colmillos.
-¿donde están las bolsas de sangre?
Yared Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Observé los oscuros ojos del vampiro. No solo su piel era como un témpano, él también lo era. Parecía un contraste, le creía capaz de apreciar la belleza de la que hablaba en una pieza musical, en un obra de arte o en un buen vaso de vino, no sé por qué. Pensé que sus ojos capturaban más de lo que dejaban entrever a pesar de ser fríos, fríos como su piel. Al mirarme no buscaron consolarme, no es que fuera una niña tampoco, pero me hubiera gustado creer que aún podría rescatar mi antigua vida.
Lo miré en silencio cuando dijo que él era un depredador, lo dijo de forma tan sencilla. Se había acostumbrado a lo que sentí cuando probé la sangre de la pareja en el hotel.
-Tengo mucha sed Yared.- admití, poniéndome de pie. Sus fríos dedos colocaron los mechones de mi rebelde cabello tras mis orejas. Ese tacto me llenó de un escalofrío que recorrió mi cuerpo. No estaba segura de cual era la fascinación que me provocaba mirarlo. Era un depredador, un vampiro… y sin embargo sus ojos fijos en los míos y su aliento contra mis labios me distraían de mis pensamientos sombríos. Alcé una ceja cuando dijo que al final de la noche podría dejarme probar de su sangre.
¿Cómo lo llamó hace un momento? Placer abismal. Tenía que admitir que despertó un poco mi curiosidad al describirlo de esa forma y eso que nunca me habían importado demasiado tales interacciones, mi vida era el hospital y aunque tenía pretendientes, mi atención no solía mantenerse fija en los hombres.
Estábamos cerca de mi lugar de trabajo, en poco tiempo atravesamos las puertas dobles de la entrada. A estas horas altas de la noche no se daba el ajetreo característico de las horas tempranas, solo unos pocos médicos de guardia y las enfermeras del turno. Aunque si pude ver a diversos pacientes en los pasillos y procuré ignorar el bombeo incesante de los corazones. En determinado momento una de las enfermeras se detuvo frente a mi. -Dra. Black ¿está de guardia esta noche?- Comenzó a comentarme acerca del cuidado de un paciente, observando a Yared con curiosidad y luego mirándome a mi mientras escuchaba mis indicaciones. Ya sabía lo que se estaba imaginando, que volvía de una cita con un pretendiente. Me divertía ver el escepticismo pintado en su rostro. Vale, que tampoco era una monja como muchos en el hospital creían.
El problema surgió cuando mi atención se desvió hacia la vena de su cuello y dejé de escuchar sus palabras para oir únicamente sus pulsaciones. Le devolví con rapidez la hoja clínica y seguí caminando por el pasillo al lado del vampiro que me tomó de la mano, acariciándome los dedos mientras mis ojos enrojecidos por la agitación retomaban su tono pardo. De alguna manera su tacto me ayudaba a serenarme.
-Aquí.- Respondí a su pregunta susurrada en mi oído, giré mi rostro para toparme con sus labios, notando como su aliento me acariciaba el rostro. El vampiro me atrapaba de una manera que no alcanzaba a explicar.
Abrí la puerta detrás nuestro, y me dirigí al alargado contenedor, quité el cerrojo al candado que le mantenía a salvo de cualquiera que no tuviera la autorización para abrirlo. Me dejé caer de rodillas al apoderarme de una de las bolsas y rasgarla ansiosamente con mis colmillos y comencé a beber con desesperación. Sentía la sangre calentar mi garganta, viajar por mi cuerpo, mis ojos se enrojecían de nuevo. La terminé en un santiamén y me limpié la sangre que escurría de mi boca.
Me puse de pie buscando un par de hieleras negras que servían para transportar las bolsas de sangre y comencé a echar múltiples bolsas en su interior. Las cerré, salí con Yared, y al caminar por el pasillo escuché pasos que poniéndome nerviosa me orillaron a tirar de él hacia mi para escondernos en una esquina contra la pared. Su cuerpo quedó pegado al mío y en la penumbra lo observé en silencio, los pasos se alejaron y mi mirada continuó abstraída en él orillándome a levantar despacio mi mano libre y tocar su rostro invernal. -Si eres mi sire y mi antepasado… eres además algo así como mi padre…-
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Caminamos por el pasillo del hospital, la mujer que nos intercepto miraba la escena con cierta suspicacia, como si no acabara de creerse que Rivka estuviera acompañada, tentado me sentí de rodear su cintura con mi brazo, de acariciar su piel en un gesto inconfundible, si alguna vez esa mujer fue invisible hoy resplandecía ante mis ojos casi como una diosa.
Podía escuchar el latir del corazón de la mujer, también como Rivka hablaba oscureciendo su voz por la sed, estaba aguantando ,algo nada común en un neófito y que mostraba sin duda la fuerza de voluntad que tenia esa mujer.
Continuamos caminando por el pasillo, mi mano enlazada a la suya, ambas pieles frías, marmoleas pero que al entrar en contacto parecían arder como las llamas del mismo infierno o quizás como era mas parecido al jardín del Eden.
-Se que tienes sed, pero pasará, te prometo que esa sensación de perder el control a todo momento se diluirá, siempre seras esclava de la sangre, como un humano de la comida, pero lo que ahora sientes que te arranca el lama, pasará.
Nos adentramos en la cámara donde conservaban la sangre, Rivka no lo dudo asió con sus manos una bolsa e hincando sus colmillos la estrangulo con sus huesudos dedos hasta que no quedo ni una gota carmesí en su interior.
Mis ojos también habían enrojecido, no tanto por hambre, pues a mi las bolsas me daban cierta repugnancia, si no por esa imagen de ella, al de la desesperación y la excitación a su vez ella era una criatura fascinante.
Guardó parte de las bolsas en una especie de maleta que al parecer conservaba la temperatura para que no se estropeara y sin mas salimos de esa habitación de forma furtiva, no queríamos tener que dar explicaciones acerca de porque teníamos sangre en nuestro poder, aunque la verdad es que aun pillándonos, podría convencer a esos tipos de cualquier cosa con mi poder.
Algún día ella podría hacer lo mismo, esto de las bolsas era temporal, tenia que aprender a valerse de otro modo para cazar.
El ruido de unos pasos la asusto, tiro de mi y ambos acabamos ocultos en las sombras de uno de los entrantes del pasillo.
Ladeé mi sonrisa dejándola a ella encarcelada a cada lado de mis brazos, nuestras respiraciones de forma lenta chocaron, apenas una gélida caricia invernal se poso en nuestros labios.
Su mano se alzó a mi rostro, incrédula del tacto de mi fría piel mas fue su pregunta lo que me hizo sonreír mas todavía.
-Soy tu sire, tu ascendiente...¿tu padre? Depende de lo que para ti implique esa palabra, pues sinceramente para nosotros los vampiros su significado es algo distinto.
No soy el padre que siempre ve a su hija con los ojos de la castidad, como si fuera su eterna niña, mas bien soy el hombre que te enseñara a levantarte cada vez que caigas pero que ve a una mujer, te ayudaré, te enseñaré pero nunca seras ante mis ojos una niña ¿lo entiendes? -susurré muy cerca de su boca.
Su cuerpo seguía cercado por el mio, durante un instante el silencio creo pura electricidad entre nosotros.
-Deberíamos irnos -aseguré sin moverme un ápice, solo esperaba que comprendiera que mi actitud para con ella nunca seria casta, aunque respetaría sus tiempos, era pronto para explicarle muchas cosas y seguramente su cuerpo ahora mismo era pres de mil sensaciones enfrentadas ,entre ellas la lujuria.
Podía escuchar el latir del corazón de la mujer, también como Rivka hablaba oscureciendo su voz por la sed, estaba aguantando ,algo nada común en un neófito y que mostraba sin duda la fuerza de voluntad que tenia esa mujer.
Continuamos caminando por el pasillo, mi mano enlazada a la suya, ambas pieles frías, marmoleas pero que al entrar en contacto parecían arder como las llamas del mismo infierno o quizás como era mas parecido al jardín del Eden.
-Se que tienes sed, pero pasará, te prometo que esa sensación de perder el control a todo momento se diluirá, siempre seras esclava de la sangre, como un humano de la comida, pero lo que ahora sientes que te arranca el lama, pasará.
Nos adentramos en la cámara donde conservaban la sangre, Rivka no lo dudo asió con sus manos una bolsa e hincando sus colmillos la estrangulo con sus huesudos dedos hasta que no quedo ni una gota carmesí en su interior.
Mis ojos también habían enrojecido, no tanto por hambre, pues a mi las bolsas me daban cierta repugnancia, si no por esa imagen de ella, al de la desesperación y la excitación a su vez ella era una criatura fascinante.
Guardó parte de las bolsas en una especie de maleta que al parecer conservaba la temperatura para que no se estropeara y sin mas salimos de esa habitación de forma furtiva, no queríamos tener que dar explicaciones acerca de porque teníamos sangre en nuestro poder, aunque la verdad es que aun pillándonos, podría convencer a esos tipos de cualquier cosa con mi poder.
Algún día ella podría hacer lo mismo, esto de las bolsas era temporal, tenia que aprender a valerse de otro modo para cazar.
El ruido de unos pasos la asusto, tiro de mi y ambos acabamos ocultos en las sombras de uno de los entrantes del pasillo.
Ladeé mi sonrisa dejándola a ella encarcelada a cada lado de mis brazos, nuestras respiraciones de forma lenta chocaron, apenas una gélida caricia invernal se poso en nuestros labios.
Su mano se alzó a mi rostro, incrédula del tacto de mi fría piel mas fue su pregunta lo que me hizo sonreír mas todavía.
-Soy tu sire, tu ascendiente...¿tu padre? Depende de lo que para ti implique esa palabra, pues sinceramente para nosotros los vampiros su significado es algo distinto.
No soy el padre que siempre ve a su hija con los ojos de la castidad, como si fuera su eterna niña, mas bien soy el hombre que te enseñara a levantarte cada vez que caigas pero que ve a una mujer, te ayudaré, te enseñaré pero nunca seras ante mis ojos una niña ¿lo entiendes? -susurré muy cerca de su boca.
Su cuerpo seguía cercado por el mio, durante un instante el silencio creo pura electricidad entre nosotros.
-Deberíamos irnos -aseguré sin moverme un ápice, solo esperaba que comprendiera que mi actitud para con ella nunca seria casta, aunque respetaría sus tiempos, era pronto para explicarle muchas cosas y seguramente su cuerpo ahora mismo era pres de mil sensaciones enfrentadas ,entre ellas la lujuria.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Otra vez el cuchicheo incesante, murmullos que podía escuchar desde otros pasillos, detrás de las paredes, los había perdido durante nuestra búsqueda pero ahora regresaban. Me removí algo inquieta cuando colocó ambos brazos a ambos lados de mi cabeza. Intenté concentrarme en lo que me decía, casi en un susurro. ¿Enseñarme a levantarme? Alcé una ceja al escuchar aquello, ¿qué se creía? ¿qué era una niña? Ahora el enojo me invadía, me recorría las venas, me exacerbaba mis sentidos de neófita sin que me percatara de que otra vez las emociones podían más que yo por causa de ese vampirismo que no pedí.
-Aprendí a levantarme cuando era una niña. Mis padres fallecieron, tuve que viajar a un país extraño con una tía a la que en ese momento no conocía, salí adelante por mi misma, fui la graduada más joven que la facultad de medicina de Paris había visto. ¿No crees que podrías haberte presentado entonces? Imagino que tus fiestas, tus actividades de sociedad y tus cacerías de sangre te mantenían ocupado.- Había de haber sido muy fácil para él viajar por el mundo divirtiéndose de lo lindo para un día recordar a su estirpe y pretender que le importaba.
Escuché pasos que interrumpieron mis palabras, tenía que irme del hospital lo antes posible o el bombeo de todos los corazones se llevaría mis mejores intenciones. Le indiqué al vampiro que callara con un dedo sobre su boca hasta que el par de internos que pasaban frente a nosotros se marcharon. En cuanto lo hicieron tiré de su brazo para indicarle el camino hacia la salida trasera del edificio.
Definitivamente no me encontraba bien, me percataba de ello al dar un paso hacia el exterior. Tuve que respirar varias veces para liberarme de esa ira que me invadía.
-Lo siento Yared.- dije, tras una prolongada pausa de silencio, una vez me sentí más tranquila y pude comprender el alcance de mis palabras.
La zona en particular en la que nos encontrábamos estaba bastante tranquila a altas horas de la noche, eché a andar sosteniendo en mi mano la maleta con la sangre. Debía aferrarme a esas bolsas, iban a ser mi realidad de ahora en adelante. -Mi humor se encuentra errático, aunque eso ya lo sabrás a pesar de no conocerme. Aprecio que me acompañaras, me percato de que pude haber perdido el control.-
Todo lo que quería era llegar a casa, tomar un baño y pretender que el agua se llevaría consigo todo aquello que sabía que me convertiría en algo que no quería ser. -Se que dije que te acompañaría adonde quisieras pero tengo que confesarte que no soy asidua a los burdeles.- No solo eso, no era asidua a salir con hombres, por supuesto tenía pretendientes pero mi vida no se medía en citas o en flirteos sin sentido, no estaba hecha para eso. Yo prefería las interacciones más profundas… aunque tampoco las prolongaba, la verdad es que era adicta a mi trabajo. -También tengo demasiado en la cabeza esta noche, no creo que sea el tipo de compañía que necesitas si tienes la intención de divertirte.-
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
La miré fijamente mientras me recriminaba mi ausencia, podría defenderme, pero¿ para que? Era absurdo, lo que la empujaba a ese desvarió no era otra cosa que el baile de sentimientos que ahora mismo la azotaba al convertirse en neófita.
No solo el deseo, si no la ira, la alegría..todo se intensificaba y ahora mismo estaba desbordada.
Fui a hablar pero esta me interrumpió así que me limité a ladear la sonrisa contemplándola en silencio.
Poco duró ese instante, pues tiró de mi aferrando la maleta con su brazo para irnos del hospital, el sonido de los corazones la desequilibraba, sus ojos se tornaban rojos como el fuego cuando quedaba demasiado cerca de cualquier humano.
Una vez fuera se detuvo, parecía asustada, mas que eso odiaba su condición, la mía y eso era algo que yo sabia.
Mis pardos se hundieron en su perdida mirada mientras mis dedos apartaban los mechones de pelo que el viento mecía sobre su cara.
-Pasará, te prometo que no hay mal que 1000 años dure ni sed que no pueda ser controlada...date tiempo, dame tiempo.
No quería ir a pasarlo bien, solo recluirse en su hogar, que la dejara sola, peor eso no era una buena idea siendo neófita.
-No -dije sin mas y con tranquilidad -no puedo dejarte sola, te puedes descontrolar y no habrá nadie que te paré. Hay peligros que nos enfrentan, cazadores, inquisición, incluso vampiros que matan vampiros..así que..no, esa no es una opción -iré contigo a tu piso, recogerás todo cuanto creas necesitar y nos iremos a mi hotel.
Su ceño se frunció, se que mis palabras sonaron a orden, supongo que estaba demasiado acostumbrado a darlas, es mas con mi poder mental, nadie se resistía a ejecutarlas.
-He visto tu piso y es bastante...como lo diría... ¿bohemio?
No sabia exactamente si esa era la palabra acertada para un piso pequeño, algo desordenado y sin ningún tipo de lujo.
-Es hora de que tu vida mejore ¿no crees?
Me limité a andar hacia su casa, no esperé respuesta, no la necesitaba mi decisión era inamovible, no se libraría de mi hoy, ni tampoco mañana, no hasta que fuera capaz de controlar su marcada sed.
Podía oírla mascullar palabras a mis espaldas, ladeé la sonrisa, supongo que esto era lo mas parecido a la sensación de ser padre, un lujo que nunca pude permitirme.
Ciertamente no era exactamente fraternidad l oque sentía por ella, en nuestra condición el deseo iba muy implícito en el tema Sire chiquillo, cuando elegíamos a nuestros “hijos” una parte de ellos se convertía en anhelo, deseo, en necesidad, supongo que por eso los Black no solíamos engendrar descendencia, padre nos enseñó desde pequeños a que nada nos atara, nada nos debilitara.
Solo Marduk tenia un hijo, Erlend Cannif.
No solo el deseo, si no la ira, la alegría..todo se intensificaba y ahora mismo estaba desbordada.
Fui a hablar pero esta me interrumpió así que me limité a ladear la sonrisa contemplándola en silencio.
Poco duró ese instante, pues tiró de mi aferrando la maleta con su brazo para irnos del hospital, el sonido de los corazones la desequilibraba, sus ojos se tornaban rojos como el fuego cuando quedaba demasiado cerca de cualquier humano.
Una vez fuera se detuvo, parecía asustada, mas que eso odiaba su condición, la mía y eso era algo que yo sabia.
Mis pardos se hundieron en su perdida mirada mientras mis dedos apartaban los mechones de pelo que el viento mecía sobre su cara.
-Pasará, te prometo que no hay mal que 1000 años dure ni sed que no pueda ser controlada...date tiempo, dame tiempo.
No quería ir a pasarlo bien, solo recluirse en su hogar, que la dejara sola, peor eso no era una buena idea siendo neófita.
-No -dije sin mas y con tranquilidad -no puedo dejarte sola, te puedes descontrolar y no habrá nadie que te paré. Hay peligros que nos enfrentan, cazadores, inquisición, incluso vampiros que matan vampiros..así que..no, esa no es una opción -iré contigo a tu piso, recogerás todo cuanto creas necesitar y nos iremos a mi hotel.
Su ceño se frunció, se que mis palabras sonaron a orden, supongo que estaba demasiado acostumbrado a darlas, es mas con mi poder mental, nadie se resistía a ejecutarlas.
-He visto tu piso y es bastante...como lo diría... ¿bohemio?
No sabia exactamente si esa era la palabra acertada para un piso pequeño, algo desordenado y sin ningún tipo de lujo.
-Es hora de que tu vida mejore ¿no crees?
Me limité a andar hacia su casa, no esperé respuesta, no la necesitaba mi decisión era inamovible, no se libraría de mi hoy, ni tampoco mañana, no hasta que fuera capaz de controlar su marcada sed.
Podía oírla mascullar palabras a mis espaldas, ladeé la sonrisa, supongo que esto era lo mas parecido a la sensación de ser padre, un lujo que nunca pude permitirme.
Ciertamente no era exactamente fraternidad l oque sentía por ella, en nuestra condición el deseo iba muy implícito en el tema Sire chiquillo, cuando elegíamos a nuestros “hijos” una parte de ellos se convertía en anhelo, deseo, en necesidad, supongo que por eso los Black no solíamos engendrar descendencia, padre nos enseñó desde pequeños a que nada nos atara, nada nos debilitara.
Solo Marduk tenia un hijo, Erlend Cannif.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Lo interesante de todo lo que sucedía y puede que mis sentimientos fueran una maraña, al igual que mis sentidos, y todo me abrumara demasiado… lo interesante es que el vampiro no parecía darme opiniones si no más bien mandatos, asunto que a mi no me causaba la menor gracia. Fui independiente toda mi vida, me levanté a base de caídas y quebraduras, de esas que no se ven pero te convierten en lo que eres, tomé el toro por los cuernos y aprendí como se enmiendan y se curan.
Finalmente me detuve en una de las calles cercanas a mi hogar, el viento soplaba con fuerza y yo seguía sin sentir el menor frio cuando hace apenas unas noches el mismo me hubiese orillado a colocarme al menos dos capas de abrigo encima. No me gustaba el cambio, no me gustaba nada.
-Puede que mis emociones estén descontroladas pero pongamos algo en claro, has aparecido de repente en mi vida. Dices que sabías de mi pero nunca me buscaste ni a mi ni a mi familia, esa que tenía tu misma sangre, ahora dices ser un Black y puede que haya aceptado tu ayuda porque siempre he pensado que la mejor manera de aprender es ir directo a la fuente, pero no me malentiendas, no soy tu subordinado, no puedes decirme que hacer. Puedes sugerirme, compartirme tus ideas, pero no voy a aceptar otra cosa.- Me crucé de brazos al decirlo, bien había evadido mis recriminaciones con respecto a que se hubiese mantenido al margen por siglos, o por milenios, si lo que había leído sobre los Black casualmente en mis investigaciones era cierto.
-Puede que mis emociones estén descontroladas pero pongamos algo en claro, has aparecido de repente en mi vida. Dices que sabías de mi pero nunca me buscaste ni a mi ni a mi familia, esa que tenía tu misma sangre, ahora dices ser un Black y puede que haya aceptado tu ayuda porque siempre he pensado que la mejor manera de aprender es ir directo a la fuente, pero no me malentiendas, no soy tu subordinado, no puedes decirme que hacer. Puedes sugerirme, compartirme tus ideas, pero no voy a aceptar otra cosa.- Me crucé de brazos al decirlo, bien había evadido mis recriminaciones con respecto a que se hubiese mantenido al margen por siglos, o por milenios, si lo que había leído sobre los Black casualmente en mis investigaciones era cierto.
-Así que no, no voy a ir al hotel.- Ya lo veía dispuesto a contradecirme, pero vampiro legendario o no, apenas había entrado a mi vida hace unos segundos, ¿que me hacía confiar en él? -Ni siquiera se que lo que dices sobre tu identidad es cierto, podrías ser cualquier vampiro alocado a quien le gusta suplantar identidades, podría ser un juego para ti. ¿Cómo saber quién eres realmente? La confianza se gana, no es algo que se imponga a la primera de cambio.-
Alcé una ceja cuando llamó a mi casa bohemia. Había notado perfectamente la pequeña pausa antes de describirla. –En cuanto a mi casa estoy perfectamente cómoda gracias, que tampoco vivo en la calle.- Me sentía indignada por la displicencia con respecto a lo que yo misma me había ganado con mi trabajo. -Me gano la vida haciendo lo que quiero y toda mi vida me he sentido cómoda con ello. ¿Sabes algo acerca de eso Yared o solo tomas lo que quieres cuando quieres?-
Negué con la cabeza, no me iba a hacer cambiar de opinión. Comenzaba a notar algo, si él tenía habilidades yo también las tenía, podía manejarlas, solo era cuestión de proponerme utilizarlas.
Nos detuvimos frente a mi casa y le extendí la mano. -Ahora voy a entrar y voy a tomar un baño porque es lo que necesito, puedes decir que sabes lo que atravieso pero ¿acaso recuerdas tu propia conversión? ¿Recuerdas lo que era ser humano? ¿Sentir, comer, broncearte bajo el sol? Yo si, porque hasta hace unas horas ese era mi mundo.- Me dolía ahora darme cuenta por primera vez de que ya no sería capaz de hacer todo aquello. Intenté respirar porque el ofuscamiento era demasiado profundo. ¿Cómo renunciar a todo aquello? ¿Deseaba realmente esta nueva realidad?
Nos detuvimos frente a mi casa y le extendí la mano. -Ahora voy a entrar y voy a tomar un baño porque es lo que necesito, puedes decir que sabes lo que atravieso pero ¿acaso recuerdas tu propia conversión? ¿Recuerdas lo que era ser humano? ¿Sentir, comer, broncearte bajo el sol? Yo si, porque hasta hace unas horas ese era mi mundo.- Me dolía ahora darme cuenta por primera vez de que ya no sería capaz de hacer todo aquello. Intenté respirar porque el ofuscamiento era demasiado profundo. ¿Cómo renunciar a todo aquello? ¿Deseaba realmente esta nueva realidad?
-Lo mejor es que nos separemos acá y nos veamos luego.-
Rivka Black- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Enarqué incrédulo una ceja cuando Rivka se encaró a mi para dejarme muy claro que no iba a consentir que le diera ordenes, según ella podía sugerir, podía ofrecerle mi opinión, pero que fuera un vampiro legendario no iba a darme derecho de entrar en su vida y cambiarla.
Chasqueé la lengua negando con la cabeza, la muy terca parecía no percatarse de que su vida ya había cambiado y le gustara o no, nada iba a volver a ser lo mismo, quizás le daba ordenes porque sabia que era lo mejor para ella, algo que ni ella misma parecía percibir en estos instantes.
Guardé silencio sin apartar mis ojos de los suyos cuando me echo en cara no haber aparecido en su vida hasta este preciso instante.
-¿te has planteado que he aparecido cuando he creído que me necesitabas y no antes? Nada bueno puedo aportar a un humano, nada aparte de dinero podía entregarte pero ahora las cosas han cambiado, eres una inmortal y me necesitas.
Mis ojos se tiñeron de carmesí cuando me dijo que no iba a venir conmigo al hotel, incrédulo apreté los dientes ¿acaso creía que sin mi iba a arreglárselas?
-Demasiadas distracciones en tu vida, acabaras cometiendo un error y los errores acaban costando demasiado caros si está cerca la inquisición, tienes demasiado que aprender Rivka, confía en mi, que guie tu vida es lo mejor que puede sucederse.
Admitía que yo estaba acostumbrado a dar ordenes, a tomar lo que quería, cuando quería y arrasar con un imperio solo por contradecirme.
-Estoy siendo paciente contigo, no quieras ver mi peor cara Rivka -le dije con un tono un tanto amenazante -no, no recuerdo lo que es ser humano, hace demasiado que perdí todo resquicio de la humanidad que me pudiera quedar.
¿Por que no se daba cuenta de que solo trataba de protegerla? Era mi maldito linaje, de no ser así la ataría de una cadena y me la llevaría presa.
Sentí como mis colmillos crecían llenando de ponzoña mi lengua, estaba rabioso por como esa mujer me contradecía, a cualquier otra le hubiera girado de un guantazo la cara por impertinente.
Que desagradecidos podían ser los hijos.
-Tu piso es bohemio, pero ese no es el peor de los problemas, el tema es que tienes vecinos, que la gente que te conoce ira a verte, es mas, no se si tienes amigos con los que “te acuestas”, te aseguró que no eres capaz de controlar tu sed, no aun, y podrías matar por error a la vecina que venga a pedirte sal o al novio que quiera algo mas que un par de besos ¿lo entiendes? Soy tu única maldita opción.
Recoloqué mi corbata, sentía que perdía el control y necesitaba esconderme tras ese traje de perfección.
-Toma el baño en mi hotel, busquemos, si tu terquedad llega a puntos injustificados, otro lugar mas acorde con...mi estilo, mas grande, mas alejado, mas privado -añadí. Tengo tanto dinero que podría vivir en la opulencia para siempre..así que no me contradigas mas, solo trato de que comprendas que tu vida ya no puede ser la de una enfermera del tres al cuarto que vive en un antro.
Ladeé la sonrisa ante la cara que me puso.
-Te diré lo que haremos, desistirás de tu actitud beligerante, regresaremos al hotel con la sangre que hemos tomado del hospital y yo haré llegar por medio de mis abogados unos documentos que justifiquen un permiso por una causa justificada durante unos meses.
No te preocupes, tengo las influencias suficientes como para que te lo concedan..mientras aprenderás a controlarte y cuando lo hagas, cuando calmes ese carácter y entiendas que soy todo cuanto necesitas podrás volver si lo deseas a tu trabajo o podrás comprarte una cadena de hospitales..eso me da igual.
Iba a rechistar cuando alcé la mano para que me dejara terminar.
-Puedo pedírtelo así, o pedírtelo de otro modo, uno mas persuasivo y algo me dice que cederás a mi voluntad.
Chasqueé la lengua negando con la cabeza, la muy terca parecía no percatarse de que su vida ya había cambiado y le gustara o no, nada iba a volver a ser lo mismo, quizás le daba ordenes porque sabia que era lo mejor para ella, algo que ni ella misma parecía percibir en estos instantes.
Guardé silencio sin apartar mis ojos de los suyos cuando me echo en cara no haber aparecido en su vida hasta este preciso instante.
-¿te has planteado que he aparecido cuando he creído que me necesitabas y no antes? Nada bueno puedo aportar a un humano, nada aparte de dinero podía entregarte pero ahora las cosas han cambiado, eres una inmortal y me necesitas.
Mis ojos se tiñeron de carmesí cuando me dijo que no iba a venir conmigo al hotel, incrédulo apreté los dientes ¿acaso creía que sin mi iba a arreglárselas?
-Demasiadas distracciones en tu vida, acabaras cometiendo un error y los errores acaban costando demasiado caros si está cerca la inquisición, tienes demasiado que aprender Rivka, confía en mi, que guie tu vida es lo mejor que puede sucederse.
Admitía que yo estaba acostumbrado a dar ordenes, a tomar lo que quería, cuando quería y arrasar con un imperio solo por contradecirme.
-Estoy siendo paciente contigo, no quieras ver mi peor cara Rivka -le dije con un tono un tanto amenazante -no, no recuerdo lo que es ser humano, hace demasiado que perdí todo resquicio de la humanidad que me pudiera quedar.
¿Por que no se daba cuenta de que solo trataba de protegerla? Era mi maldito linaje, de no ser así la ataría de una cadena y me la llevaría presa.
Sentí como mis colmillos crecían llenando de ponzoña mi lengua, estaba rabioso por como esa mujer me contradecía, a cualquier otra le hubiera girado de un guantazo la cara por impertinente.
Que desagradecidos podían ser los hijos.
-Tu piso es bohemio, pero ese no es el peor de los problemas, el tema es que tienes vecinos, que la gente que te conoce ira a verte, es mas, no se si tienes amigos con los que “te acuestas”, te aseguró que no eres capaz de controlar tu sed, no aun, y podrías matar por error a la vecina que venga a pedirte sal o al novio que quiera algo mas que un par de besos ¿lo entiendes? Soy tu única maldita opción.
Recoloqué mi corbata, sentía que perdía el control y necesitaba esconderme tras ese traje de perfección.
-Toma el baño en mi hotel, busquemos, si tu terquedad llega a puntos injustificados, otro lugar mas acorde con...mi estilo, mas grande, mas alejado, mas privado -añadí. Tengo tanto dinero que podría vivir en la opulencia para siempre..así que no me contradigas mas, solo trato de que comprendas que tu vida ya no puede ser la de una enfermera del tres al cuarto que vive en un antro.
Ladeé la sonrisa ante la cara que me puso.
-Te diré lo que haremos, desistirás de tu actitud beligerante, regresaremos al hotel con la sangre que hemos tomado del hospital y yo haré llegar por medio de mis abogados unos documentos que justifiquen un permiso por una causa justificada durante unos meses.
No te preocupes, tengo las influencias suficientes como para que te lo concedan..mientras aprenderás a controlarte y cuando lo hagas, cuando calmes ese carácter y entiendas que soy todo cuanto necesitas podrás volver si lo deseas a tu trabajo o podrás comprarte una cadena de hospitales..eso me da igual.
Iba a rechistar cuando alcé la mano para que me dejara terminar.
-Puedo pedírtelo así, o pedírtelo de otro modo, uno mas persuasivo y algo me dice que cederás a mi voluntad.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
El vampiro me dejó con la mano en alto y luego pasó a dictarme una cátedra acerca de las razones por las que debía confiar en él. Según él, había entrado en mi vida cuando le necesitaba y no antes. ¿Me lo decía en serio? ¿Dónde estaba cuando murieron mis padres?
Bajé la mano despacio apretando los labios. No me autocompadecía, había aprendido a valerme por mi misma. El gran problema al que nos enfrentábamos en este momento era que por momentos sonaba sensato, incluso encontraba algo de razón en su raciocinio, podía comprender que pensara que podía guiarme y su advertencia sobre la inquisición era sensata, pero de repente echaba todo lo que construía con sus palabras por tierra, al hablarme con tono amenazador.
Me estaba coaccionando, arrinconándome contra una pared, y mi carácter era independiente y obstinado. Siempre lo fue. La gente venía a mi para que la ayudara, para que les tendiera la mano. Me dediqué a tratar, a curar, a manejar con habilidad asombrosa mi mano en el quirófano. Era la cirujana más destacada del hospital y él me hablaba como si le hablara a una criatura que no sabía como atarse las cintas de los zapatos.
Mi semblante se iba tornando más y más sombrio. Estuve a punto de soltarle una bofetada cuando me llamo enfermera de tres al cuarto. -¡Maldito arrogante!- Exploté, si se creía con derecho de lanzarme todas sus ideas, bien, yo podía lanzarle las mías. -¿Tienes una idea de quién soy? ¿Has leído sobre mi? ¿Has investigado? Si has hecho bien tu tarea has pasado por alto lo más importante. Trabajo en el hospital en el que trabajo por deseo propio, me gusta trabajar con la gente que más lo necesita sin cobrarles cifras exorbitantes cuando su vida pende de un hilo. ¿Crees que no he tenido múltiples oportunidades de trabajar en un lugar de más prestigio? ¿Qué la gente de cuna de oro no acude a mi para buscar mis servicios? Podría haberme mudado a una práctica privada, atender a clientes con sombreros de copa y el trasero estirado, podría vivir en una mansión en este momento, pero no lo quiero, nunca lo quise.-
¿Cómo podía ser tan soberbio? Los milenios le habían nublado las nociones. Ni me inmuté en responderle cuando dijo que no sabía si me acostaba con más de uno. -Apenas puedo creer que tengas la edad que tienes. Tus palabras reflejan lo que esperaría escuchar de un arrogante aristócrata de cuna de oro. ¿Qué hay del dolor? ¿Del sufrimiento humano?- Negué con la cabeza, era como hablarle a una pared.
-No.- fue mi respuesta tajante. Mis sentidos estaban exacerbados, quería cortarle la cabeza después de sajar su yugular y de beber toda su sangre hasta decir basta. A eso me orillaba cada una de mis fibras nerviosas, y sin embargo me mantuve pegada al suelo. Lo hice sin saber ni como lo lograba, lo hice porque en esta batalla contra el vampirismo pensaba mantener mi alma, no podía perderla. -No quiero ser como tú, no quiero tener el pecho vacío y los ojos vendados.- Exhalé con pesadez. Todo se había salido de los límites con rapidez, y ahora nos habíamos dicho demasiadas cosas en la cara conociéndonos apenas.
-No.- repetí, firme pero con un tono más tranquilo. Una parte de mi aún deseaba reconciliarse con él. -Me subestimas, no has hecho nada más que eso en este momento. Si tu persuasión no funciona recurres a las amenazas, pero ¿no soy una Black? ¿Crees que no me resistiría si me dieras el mandato de seguirte?-
Me debatí entre lo que iba a hacer y lo que no. -No iré contigo al hotel pero puedes venir a mi piso.- Hice una pausa para continuar. -Comprende que quiero pasar la noche en un lugar que me resulte acogedor, no en la frialdad de una habitación de hotel. Este es mi intento de reconciliarme contigo, puedes obligarme pero harás que me odie a mi misma y a ti también, o puedes aprovechar la oportunidad para hacer algo distinto, si es la preocupación por mi lo que te orilla a querer protegerme esta es la forma en que puedes demostrármelo.- Me acerqué y le tendí la mano. Navegaba entre mi yo y las aguas aciagas de un ser que no conocía. Me desconocía de un segundo al otro, pero en este momento imperó Rivka. Ahora dependía de él escoger como podríamos llevarnos si es que la vida en su cruda ironía entrelazaba de esta forma dos caminos que de otra manera nunca se hubieran encontrado.
Bajé la mano despacio apretando los labios. No me autocompadecía, había aprendido a valerme por mi misma. El gran problema al que nos enfrentábamos en este momento era que por momentos sonaba sensato, incluso encontraba algo de razón en su raciocinio, podía comprender que pensara que podía guiarme y su advertencia sobre la inquisición era sensata, pero de repente echaba todo lo que construía con sus palabras por tierra, al hablarme con tono amenazador.
Me estaba coaccionando, arrinconándome contra una pared, y mi carácter era independiente y obstinado. Siempre lo fue. La gente venía a mi para que la ayudara, para que les tendiera la mano. Me dediqué a tratar, a curar, a manejar con habilidad asombrosa mi mano en el quirófano. Era la cirujana más destacada del hospital y él me hablaba como si le hablara a una criatura que no sabía como atarse las cintas de los zapatos.
Mi semblante se iba tornando más y más sombrio. Estuve a punto de soltarle una bofetada cuando me llamo enfermera de tres al cuarto. -¡Maldito arrogante!- Exploté, si se creía con derecho de lanzarme todas sus ideas, bien, yo podía lanzarle las mías. -¿Tienes una idea de quién soy? ¿Has leído sobre mi? ¿Has investigado? Si has hecho bien tu tarea has pasado por alto lo más importante. Trabajo en el hospital en el que trabajo por deseo propio, me gusta trabajar con la gente que más lo necesita sin cobrarles cifras exorbitantes cuando su vida pende de un hilo. ¿Crees que no he tenido múltiples oportunidades de trabajar en un lugar de más prestigio? ¿Qué la gente de cuna de oro no acude a mi para buscar mis servicios? Podría haberme mudado a una práctica privada, atender a clientes con sombreros de copa y el trasero estirado, podría vivir en una mansión en este momento, pero no lo quiero, nunca lo quise.-
¿Cómo podía ser tan soberbio? Los milenios le habían nublado las nociones. Ni me inmuté en responderle cuando dijo que no sabía si me acostaba con más de uno. -Apenas puedo creer que tengas la edad que tienes. Tus palabras reflejan lo que esperaría escuchar de un arrogante aristócrata de cuna de oro. ¿Qué hay del dolor? ¿Del sufrimiento humano?- Negué con la cabeza, era como hablarle a una pared.
-No.- fue mi respuesta tajante. Mis sentidos estaban exacerbados, quería cortarle la cabeza después de sajar su yugular y de beber toda su sangre hasta decir basta. A eso me orillaba cada una de mis fibras nerviosas, y sin embargo me mantuve pegada al suelo. Lo hice sin saber ni como lo lograba, lo hice porque en esta batalla contra el vampirismo pensaba mantener mi alma, no podía perderla. -No quiero ser como tú, no quiero tener el pecho vacío y los ojos vendados.- Exhalé con pesadez. Todo se había salido de los límites con rapidez, y ahora nos habíamos dicho demasiadas cosas en la cara conociéndonos apenas.
-No.- repetí, firme pero con un tono más tranquilo. Una parte de mi aún deseaba reconciliarse con él. -Me subestimas, no has hecho nada más que eso en este momento. Si tu persuasión no funciona recurres a las amenazas, pero ¿no soy una Black? ¿Crees que no me resistiría si me dieras el mandato de seguirte?-
Me debatí entre lo que iba a hacer y lo que no. -No iré contigo al hotel pero puedes venir a mi piso.- Hice una pausa para continuar. -Comprende que quiero pasar la noche en un lugar que me resulte acogedor, no en la frialdad de una habitación de hotel. Este es mi intento de reconciliarme contigo, puedes obligarme pero harás que me odie a mi misma y a ti también, o puedes aprovechar la oportunidad para hacer algo distinto, si es la preocupación por mi lo que te orilla a querer protegerme esta es la forma en que puedes demostrármelo.- Me acerqué y le tendí la mano. Navegaba entre mi yo y las aguas aciagas de un ser que no conocía. Me desconocía de un segundo al otro, pero en este momento imperó Rivka. Ahora dependía de él escoger como podríamos llevarnos si es que la vida en su cruda ironía entrelazaba de esta forma dos caminos que de otra manera nunca se hubieran encontrado.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
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