AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La estirpe (privado)
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La estirpe (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
La presencia de mis hermanos en París, el avispero removido en la estirpe Black y aquella tétrica invitación que llego a mis manos dictada posiblemente por el demonio de mi padre no era ni de lejos el único motivo que me trajo aquí.
Había escuchado rumores que hablaban de un superviviente de mi estirpe, una que mantuve alejada del mundo sobrenatural y sobre todo de padre.
Conocía a Kane, quebraría a todo aquel que portara la sangre de nuestro linaje, lo haría sucumbir a un mundo de perdición y caos en el que sinceramente yo me encontraba cómodo, pero que no era vida para un mortal.
Había recibido expedientes de esa niña que creció siempre bajo mi supervisión, sus logros eran los míos y pronto se convirtió en una especie de obsesión.
Salir de mi retiro voluntario no era una opción, visitarla la peor de las ideas, así que permanecí ausente en su vida, limitándome a ser un mero espectador en la lejanía.
Hacia un par de años que perdí todo tipo de conocimiento de ella, solo conocía que habitaba en París, esperé que la vida le fuera bien y traté de centrarme en las cosas necesarias para mi supervivencia y placer.
Ahora que estaba en París no podía evitar desear verla aunque solo fuera una vez así que aquella noche, como un espectro y con mi mejor traje y gabardina perdí el paso de mis brillantes zapatos por las calles parisinas.
En un papel la dirección que se me entrego hace tiempo, desconocía si seguiría siendo o no su hogar, pero pensaba comprobar por mi mismo si era cierto todo aquello que había leído sobre ella.
El olor a sangre detuvo mis pasos, incrédulo por el hedor familiar que desprendía, atajé la distancia que me llevaba directo a un callejón apenas iluminado por una parpadeante farola.
Con estupor vi a esa niña, echa mujer, de las fotos tendida en el suelo bañada en sangre, su corazón inerte no latía, había llegado tarde y lo peor es que le habían arrebatado la vida apenas una hora antes.
Me dejé caer a su lado, mi mano en su nuca alzó ligeramente ese rostro que tan bien conocía, aparté el cabello pardo de su inmaculada piel ahora manchada de carmesí, sus labios impregnados de vitae, la sangre de otro inmortal corroía ahora mismo sus venas como la mayor de las ponzoñas, estaba en transito, había muerto para abrazar la inmortalidad.
La alcé entre mis brazos, no podía dejarla allí y aunque entre mis planes no entraba hacerme responsable de un neófito que ademas no había sido convertido por mi ¿acaso podía abandonar mi estirpe en un callejón lleno de podredumbre?
Sabia lo que pasaba con los neófitos abandonados, la mayoría no llegaba a cumplir el año.
Desconocían como sobrevivir,sin un maestro que guiara sus pasos estaba perdida y al menos eso, se lo debía.
Ahora su no vida me pertenecía a mi y desdichado de ese vampiro que la había trasformado, pues de venir en su busca, solo encontraría muerte de mis propias manos.
Nadie toca el linaje de los Black y vive para contarlo.
La presencia de mis hermanos en París, el avispero removido en la estirpe Black y aquella tétrica invitación que llego a mis manos dictada posiblemente por el demonio de mi padre no era ni de lejos el único motivo que me trajo aquí.
Había escuchado rumores que hablaban de un superviviente de mi estirpe, una que mantuve alejada del mundo sobrenatural y sobre todo de padre.
Conocía a Kane, quebraría a todo aquel que portara la sangre de nuestro linaje, lo haría sucumbir a un mundo de perdición y caos en el que sinceramente yo me encontraba cómodo, pero que no era vida para un mortal.
Había recibido expedientes de esa niña que creció siempre bajo mi supervisión, sus logros eran los míos y pronto se convirtió en una especie de obsesión.
Salir de mi retiro voluntario no era una opción, visitarla la peor de las ideas, así que permanecí ausente en su vida, limitándome a ser un mero espectador en la lejanía.
Hacia un par de años que perdí todo tipo de conocimiento de ella, solo conocía que habitaba en París, esperé que la vida le fuera bien y traté de centrarme en las cosas necesarias para mi supervivencia y placer.
Ahora que estaba en París no podía evitar desear verla aunque solo fuera una vez así que aquella noche, como un espectro y con mi mejor traje y gabardina perdí el paso de mis brillantes zapatos por las calles parisinas.
En un papel la dirección que se me entrego hace tiempo, desconocía si seguiría siendo o no su hogar, pero pensaba comprobar por mi mismo si era cierto todo aquello que había leído sobre ella.
El olor a sangre detuvo mis pasos, incrédulo por el hedor familiar que desprendía, atajé la distancia que me llevaba directo a un callejón apenas iluminado por una parpadeante farola.
Con estupor vi a esa niña, echa mujer, de las fotos tendida en el suelo bañada en sangre, su corazón inerte no latía, había llegado tarde y lo peor es que le habían arrebatado la vida apenas una hora antes.
Me dejé caer a su lado, mi mano en su nuca alzó ligeramente ese rostro que tan bien conocía, aparté el cabello pardo de su inmaculada piel ahora manchada de carmesí, sus labios impregnados de vitae, la sangre de otro inmortal corroía ahora mismo sus venas como la mayor de las ponzoñas, estaba en transito, había muerto para abrazar la inmortalidad.
La alcé entre mis brazos, no podía dejarla allí y aunque entre mis planes no entraba hacerme responsable de un neófito que ademas no había sido convertido por mi ¿acaso podía abandonar mi estirpe en un callejón lleno de podredumbre?
Sabia lo que pasaba con los neófitos abandonados, la mayoría no llegaba a cumplir el año.
Desconocían como sobrevivir,sin un maestro que guiara sus pasos estaba perdida y al menos eso, se lo debía.
Ahora su no vida me pertenecía a mi y desdichado de ese vampiro que la había trasformado, pues de venir en su busca, solo encontraría muerte de mis propias manos.
Nadie toca el linaje de los Black y vive para contarlo.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Allí estaba en esencia un Black, solo que sin quebrar, allí estaba ese espíritu insolente y guerrero, ese que con los ojos inyectados en sangre me plantaba cara aun sabiendo que ni de lejos era lo adecuado en estos momentos.
Yo era su única maldita oportunidad, pero ella estaba tan ciega con ese torrente de sensaciones que imperan en todo vástago recién creado que era incapaz de asimilar el gran futuro que estaba poniendo ante sus ojos.
¿El mundo a sus pies no era suficiente?
Ladeé la sonrisa con aire altivo al escucharla decir que ella podría estar en hospitales privados, que muchas eran las ofertas que le habían llegado y que lo hacia por caridad.
-¿Caridad? ¿Eres una bohemia acaso? No entiendo bien eso que dices, mas si tu finalidad es sentirte una buena persona, no hay problema, podrás financiar orfanatos, pasarte pro ellos de desearlo, puedes hacer lo que quieras.
Negó hastiada, asegurando que mi corazón estaba extinto, que odiaba lo que yo era y que no quería convertirse en lo mismo.
-Ya lo eres -aseguré sin mas.
El paso del tiempo te endurece, aparcar la humanidad es algo que simplemente sucede, yo no albergaba ese espíritu de compasión, mas no por ello iba decapitando al ganado a mi paso.
Era algo distinto.
Recoloqué ante sus ojos la solapa de mi chaqueta, no pensaba discutir en al calle con ella, no cuando podría conseguir todo aquello que me propusiera con algo tan sencillo como pedirlo.
Me eché a reír al decirme que aguantaría si intentaba persuadirla, lo dudaba, tenia muy desarrollados mis poderes, por algo era un Black, mas supongo que cuando extendió su mano en señal de paz con aquellas palabras que hablaban de tregua, me limité a ceder sin mas.
Mi mano aferró la ajena y dejando escapar de forma lenta el aire fui con ella. Podía sentir el placer que sentía ante mi concesión, como su mano aferraba la mia en una tregua concedida, no seria hoy cuando le haría ver la nueva vida que tenia que tener, peor eso no quitaba ni en un ápice lo que pensaba sobre la vida “bohemia” que llevaba.
Llegamos a un piso, pequeño, una guardilla mas bien. Deslicé dos de mis dedos por uno de los muebles de madera noble arrastrando con ellos el polvo.
-Vaya, tampoco debes de tener servició -apunté encontrándome con su mirada furibunda, lo que me llevó a alzar los brazos en un claro gesto de que no iba a decir nada mas al respecto, del minúsculo y desordenado pisillo donde esa mujer vivía.
-¿y bien? aquí me tienes ¿y ahora? ¿una copa tal vez para pasar el trago?
Yo era su única maldita oportunidad, pero ella estaba tan ciega con ese torrente de sensaciones que imperan en todo vástago recién creado que era incapaz de asimilar el gran futuro que estaba poniendo ante sus ojos.
¿El mundo a sus pies no era suficiente?
Ladeé la sonrisa con aire altivo al escucharla decir que ella podría estar en hospitales privados, que muchas eran las ofertas que le habían llegado y que lo hacia por caridad.
-¿Caridad? ¿Eres una bohemia acaso? No entiendo bien eso que dices, mas si tu finalidad es sentirte una buena persona, no hay problema, podrás financiar orfanatos, pasarte pro ellos de desearlo, puedes hacer lo que quieras.
Negó hastiada, asegurando que mi corazón estaba extinto, que odiaba lo que yo era y que no quería convertirse en lo mismo.
-Ya lo eres -aseguré sin mas.
El paso del tiempo te endurece, aparcar la humanidad es algo que simplemente sucede, yo no albergaba ese espíritu de compasión, mas no por ello iba decapitando al ganado a mi paso.
Era algo distinto.
Recoloqué ante sus ojos la solapa de mi chaqueta, no pensaba discutir en al calle con ella, no cuando podría conseguir todo aquello que me propusiera con algo tan sencillo como pedirlo.
Me eché a reír al decirme que aguantaría si intentaba persuadirla, lo dudaba, tenia muy desarrollados mis poderes, por algo era un Black, mas supongo que cuando extendió su mano en señal de paz con aquellas palabras que hablaban de tregua, me limité a ceder sin mas.
Mi mano aferró la ajena y dejando escapar de forma lenta el aire fui con ella. Podía sentir el placer que sentía ante mi concesión, como su mano aferraba la mia en una tregua concedida, no seria hoy cuando le haría ver la nueva vida que tenia que tener, peor eso no quitaba ni en un ápice lo que pensaba sobre la vida “bohemia” que llevaba.
Llegamos a un piso, pequeño, una guardilla mas bien. Deslicé dos de mis dedos por uno de los muebles de madera noble arrastrando con ellos el polvo.
-Vaya, tampoco debes de tener servició -apunté encontrándome con su mirada furibunda, lo que me llevó a alzar los brazos en un claro gesto de que no iba a decir nada mas al respecto, del minúsculo y desordenado pisillo donde esa mujer vivía.
-¿y bien? aquí me tienes ¿y ahora? ¿una copa tal vez para pasar el trago?
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Tan pronto como entramos en mi apartamento sus palabras hicieron que me cruzara de brazos y que alzara la ceja. Mi apartamento estaba ubicado en una zona de clase media, era amplio para un solo inquilino. Tenía una habitación, sala-comedor, cocina, estaba bien equipado. Pulcro y limpio porque era muy quisquillosa con el orden y que cualquier cosa estuviera fuera de lugar me ponía de nervios.
El espacio estaba decorado con buen gusto, me había empeñado en ello. Algunos de los cuadros adornando las paredes por si solos tenían el valor de todo el edificio. Lo que más me gustaba era la vista hacia la ciudad y en el balcón tenía un pequeño invernadero que cuidaba en mi escaso rato libre. Que ahora llegara él a tildarlo de sucio, roñoso y descuidado me hacía hervir la sangre de forma descomunal, otra vez mis emociones de neófito me superaban. Si tan solo pudiera… estrángularlo y borrarle la sonrisa de autosuficiencia.
El espacio estaba decorado con buen gusto, me había empeñado en ello. Algunos de los cuadros adornando las paredes por si solos tenían el valor de todo el edificio. Lo que más me gustaba era la vista hacia la ciudad y en el balcón tenía un pequeño invernadero que cuidaba en mi escaso rato libre. Que ahora llegara él a tildarlo de sucio, roñoso y descuidado me hacía hervir la sangre de forma descomunal, otra vez mis emociones de neófito me superaban. Si tan solo pudiera… estrángularlo y borrarle la sonrisa de autosuficiencia.
¿Una copa? ¿Una copa? ¿Qué tal tu sangre en la copa después de habértela drenado toda?
Lo ignoré y caminé hacia la cocina para sacar las bolsas de sangre. Entrar en la cocina fue como recibir una cachetada. Observar los alimentos y darme cuenta de que ya nunca iba a probar nada, de que no volvería paladear un buen bistec con patatas. Dios, ahora mi ira se transformaba en desazón, me sentía bajoneada de forma absoluta.
Tiré todo lo que vi a la basura, antes de colocar las bolsas en refrigeración y atravesé el salón notando la mirada del vampiro clavada en mi. -Allí hay un mueble bar, sírvete lo que quieras.-
Entré en mi habitación y salí de ella para lanzarle un par de sábanas que atrapó mirándome confundido. -El sofá está allí, como puedes ver, siéntete cómodo, si es que puedes, a menos que mi sofá bohemio le cause urticaria a tu piel de gran señor.-
Dicho eso cerré la puerta de mi habitación detrás de mi. Me dejé caer en la cama, esta noche era una pesadilla, una pesadilla que nunca terminaba, y encima tenía que lidiar con un vampiro excéntrico que se negaba a dejarme sola, convirtiéndome en prisionera en mi propia casa.
Me dirigí al baño anexo a mi habitación y allí dejé que el agua de la ducha corriera por mi cuerpo, frotándome la piel insistentemente hasta que sangró, charcos de sangre se formaron en el suelo, yéndose por el drenaje, tal y como lo había hecho mi vida. Dejé que mi espalda se deslizara con lentitud contra la pared y me dejé caer, permitiendo que el agua lavara aquello que nunca se iría.
Golpeé las paredes del baño antes de gritar, grité desde lo más profundo de mis entrañas, lo dejé salir todo y poco a poco me fui calmando.
No sé cuanto tiempo estuve debajo del agua, perdía la noción del tiempo. Salí, me coloqué mi ropa de dormir y me dejé caer sobre un sillón lateral a mi ventanal, observando el exterior, escuchando el murmullo de voces provenientes de las habitaciones del edificio, hasta que con el transcurrir del tiempo se fueron aquietando, la gente dormía. Yo, por el contrario, no podía pegar el ojo. Era peor que ser una maldita lechuza.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Enarqué una ceja incrédulo cuando la inmortal me tiró dos sabanas para que plantara mi culo en ese diminuto sofá que según ella daba urticaria y que yo casi que sin tumbarme hubiera afirmado como verdad.
Ella era una neófito, estaba fuera de si mima y su mal carácter afloraba de un modo sarcástico e irónico. La paciencia no era mi mejor virtud, pero padre siempre dijo que los hijos no siempre son agradecidos y ahora lo vivía en mis propias carnes con la joven Black.
La había ofrecido un mundo nuevo, distinto y ella seguía aferrándose a esa humanidad mundana que parecía no dejarla ver la parte buena de l oque ahora era.
Todos en mayor o menor medida habíamos negado nuestra inmortalidad, añorar ser human era una realidad que durante un tiempo se producía, luego todo se veía con mas perspectiva, cedías y comprendías que ahora eras un ser superior.
Espetó malhumorada que frente a mi tenia un mueble bar y hacia allí fui para servirme una copa de whisky, la iba a necesitar.
Ella se fue a darse una ducha, buscaba estar sola y no me pasaron desapercibidos sus gritos de furia y ese olor a sangre que casi me hace entrar en el baño.
Apuré la copa esperándola en la puerta y en cuanto salio se encontró con la intensidad de mis pardos.
-Pasara -aseguré con firmeza tendiéndole la mano para que la cogiera -ven, bebamos un poco, te darás cuenta de que eres capaz de saborear la vida con mas intensidad.
Mi mano se paseó por su hombro desnudo erizando su piel.
-¿Lo sientes? el mas leve roce es fuego -mi aliento impactó en su pelo cuando me acerqué para besar su mejilla con dulzura -no tengas miedo, tu desazón pasara y un día abrirás los ojos y te darás cuneta de que no eres un monstruo si no un dios.
Hoy se aferraba a ese piso, a su trabajo, en definitiva a su humanidad pero eso pasaría a un segundo plano cuando explorara sus nuevas posibilidades.
Le llené una copa de whisky y rellené la mía.
No es que fuera una buen marca, ciertamente mas bien mediocre tirando a mala, peor no iba a decírselo que la veía muy cabreada como para dar mas motivos.
-Creo que el sofá no es un lugar adecuado para alguien como yo, mejor me acostaré en tu cama -asegure con firmeza, no era una opción, si no exactamente aquello que haría.
Me quité la chaqueta del traje dejándola reposar perfectamente colocada en el respaldo de la silla.
-¿como te sientes ahora? -pregunté esperando que el alcohol la tranquilizara un poco.
Ella era una neófito, estaba fuera de si mima y su mal carácter afloraba de un modo sarcástico e irónico. La paciencia no era mi mejor virtud, pero padre siempre dijo que los hijos no siempre son agradecidos y ahora lo vivía en mis propias carnes con la joven Black.
La había ofrecido un mundo nuevo, distinto y ella seguía aferrándose a esa humanidad mundana que parecía no dejarla ver la parte buena de l oque ahora era.
Todos en mayor o menor medida habíamos negado nuestra inmortalidad, añorar ser human era una realidad que durante un tiempo se producía, luego todo se veía con mas perspectiva, cedías y comprendías que ahora eras un ser superior.
Espetó malhumorada que frente a mi tenia un mueble bar y hacia allí fui para servirme una copa de whisky, la iba a necesitar.
Ella se fue a darse una ducha, buscaba estar sola y no me pasaron desapercibidos sus gritos de furia y ese olor a sangre que casi me hace entrar en el baño.
Apuré la copa esperándola en la puerta y en cuanto salio se encontró con la intensidad de mis pardos.
-Pasara -aseguré con firmeza tendiéndole la mano para que la cogiera -ven, bebamos un poco, te darás cuenta de que eres capaz de saborear la vida con mas intensidad.
Mi mano se paseó por su hombro desnudo erizando su piel.
-¿Lo sientes? el mas leve roce es fuego -mi aliento impactó en su pelo cuando me acerqué para besar su mejilla con dulzura -no tengas miedo, tu desazón pasara y un día abrirás los ojos y te darás cuneta de que no eres un monstruo si no un dios.
Hoy se aferraba a ese piso, a su trabajo, en definitiva a su humanidad pero eso pasaría a un segundo plano cuando explorara sus nuevas posibilidades.
Le llené una copa de whisky y rellené la mía.
No es que fuera una buen marca, ciertamente mas bien mediocre tirando a mala, peor no iba a decírselo que la veía muy cabreada como para dar mas motivos.
-Creo que el sofá no es un lugar adecuado para alguien como yo, mejor me acostaré en tu cama -asegure con firmeza, no era una opción, si no exactamente aquello que haría.
Me quité la chaqueta del traje dejándola reposar perfectamente colocada en el respaldo de la silla.
-¿como te sientes ahora? -pregunté esperando que el alcohol la tranquilizara un poco.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Lechuza, a eso es a lo que había quedado reducida, a ser una maldita lechuza. Me mordí el labio con fuerza haciéndolo sangrar antes de pasar la lengua por este y probar mi propia sangre. A quien engañaba, las lechuzas eran animales nocturnos de cierta belleza, en mi no había nada de eso, todo se había perdido.
Me dejé caer en mi cama y me enrollé en posición fetal, las lágrimas volvían a surgir. No sé cuanto tiempo estuve así, me había quedado inmóvil, sintiéndome seca por dentro.
Escuchaba el maldito bombeo del corazón del vecino, mis ojos se tornaron rojos y mis colmillos salieron a relucir en mi boca. Apreté entre mis dedos las sábanas con violencia antes de ponerme de pie y salir de mi habitación.
Necesitaba algo… un placebo. Me negaba a tomar más sangre por el resto de esta noche, ojalá pudiera dejar de tomarla por el resto de mi vida. O no vida, no sabía ni qué diablos era esto.
Caminé hacia el mueble bar dispuesta tomar algo de whisky, saqué una botella para servir el contenido en un vaso, observando al vampiro brevemente cuando se empeñó en decir que esto pasaría. -Pasará cuando el sol haga festejo sobre mis cenizas.- Me dirigí a un sillón y me dejé caer sobre él, escuchando sus palabras.
Di un respingo cuando su gélida mano se paseó por mi hombro por encima de la tela de mi bata, permaneciéndo inmóvil unos segundos cuando besó mi mejilla. -Preferiría que no hagas eso.- Apuré todo el contenido de mi vaso de un largo trago.
-¿Para alguien como tú?- Alcé la mirada regresándola a él. ¿El sofá no era adecuado para alguien como él? -¿Qué significa eso exactamente? -
Me ponía de pésimo humor que llegara con actitud displicente a mi propia casa, así que hice un esfuerzo sobrehumano y conté hasta diez antes de volver a servirme un trago.
-Vamos a poner un par de cosas en claro Yared. Da igual si tienes dos mil, cuatro mil, o un millón de años. Estás en mi casa, una de la cual me siento orgullosa porque mis gustos distan de ser mediocres, puede que no viva en un palacio pero no por ello dejo de tener un gusto exquisito. Soy la mejor cirujana que ha visto París en demasiado tiempo, apuesto a que mi coeficiente contiene tanto conocimiento como el tuyo, pero independientemente de todo ello, eres mi invitado. No puedes venir a mi casa y ponerme mala cara, quejarte de mi espacio, de mis bebidas, de mis muebles. Sobretodo no puedes exigirme un lugar adonde dormir. Eres un invitado, esta es mi casa. Compórtate como invitado o rescindiré mi invitación.- Volví a tomar todo el contenido de mi vaso y me levanté para ir a mi habitación.
Tras unos minutos regresé con una almohada que me apresuré a entregarle de sopetón. -Siéntete cómodo, algo me dice que dormir en un sofá es precisamente lo que te hace falta.- Giré sobre mis pies para regresar a mi habitación y cerrar la puerta de la misma detrás de mi.
Me dejé caer en mi cama y me enrollé en posición fetal, las lágrimas volvían a surgir. No sé cuanto tiempo estuve así, me había quedado inmóvil, sintiéndome seca por dentro.
Escuchaba el maldito bombeo del corazón del vecino, mis ojos se tornaron rojos y mis colmillos salieron a relucir en mi boca. Apreté entre mis dedos las sábanas con violencia antes de ponerme de pie y salir de mi habitación.
Necesitaba algo… un placebo. Me negaba a tomar más sangre por el resto de esta noche, ojalá pudiera dejar de tomarla por el resto de mi vida. O no vida, no sabía ni qué diablos era esto.
Caminé hacia el mueble bar dispuesta tomar algo de whisky, saqué una botella para servir el contenido en un vaso, observando al vampiro brevemente cuando se empeñó en decir que esto pasaría. -Pasará cuando el sol haga festejo sobre mis cenizas.- Me dirigí a un sillón y me dejé caer sobre él, escuchando sus palabras.
Di un respingo cuando su gélida mano se paseó por mi hombro por encima de la tela de mi bata, permaneciéndo inmóvil unos segundos cuando besó mi mejilla. -Preferiría que no hagas eso.- Apuré todo el contenido de mi vaso de un largo trago.
-¿Para alguien como tú?- Alcé la mirada regresándola a él. ¿El sofá no era adecuado para alguien como él? -¿Qué significa eso exactamente? -
Me ponía de pésimo humor que llegara con actitud displicente a mi propia casa, así que hice un esfuerzo sobrehumano y conté hasta diez antes de volver a servirme un trago.
-Vamos a poner un par de cosas en claro Yared. Da igual si tienes dos mil, cuatro mil, o un millón de años. Estás en mi casa, una de la cual me siento orgullosa porque mis gustos distan de ser mediocres, puede que no viva en un palacio pero no por ello dejo de tener un gusto exquisito. Soy la mejor cirujana que ha visto París en demasiado tiempo, apuesto a que mi coeficiente contiene tanto conocimiento como el tuyo, pero independientemente de todo ello, eres mi invitado. No puedes venir a mi casa y ponerme mala cara, quejarte de mi espacio, de mis bebidas, de mis muebles. Sobretodo no puedes exigirme un lugar adonde dormir. Eres un invitado, esta es mi casa. Compórtate como invitado o rescindiré mi invitación.- Volví a tomar todo el contenido de mi vaso y me levanté para ir a mi habitación.
Tras unos minutos regresé con una almohada que me apresuré a entregarle de sopetón. -Siéntete cómodo, algo me dice que dormir en un sofá es precisamente lo que te hace falta.- Giré sobre mis pies para regresar a mi habitación y cerrar la puerta de la misma detrás de mi.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
-¿Que deje de hacer que? -pregunté aun con mi dedo sobre la tela de su camisa, mis ojos centellearon en un bonito tono burdeos - ¿te pongo nerviosa?
Mi sonrisa se ladeó apartando la mano de inmediato ante la tensión de su cuerpo. Era solo una neófita, tenia todos los sentidos a flor de piel y también el carácter bastante furibundo.
Lo que menos quería era un encontronazo con ella así que escuché con cierta cara de fastidio sus palabras.
-Entiendo -atajé tras su explicación.
Puede que fuera así, que viera aquella chozo como algo maravilloso, quizás era porque apenas llevaba unas horas siendo inmortal, aun no tenia perspectiva. Ahora podía tener el mundo a sus pies, eso era lo que yo le ofrecía, peor ella se empecinaba a anclarse a aquel mundano piso y a su vida como enfermera.
Dejé escapar el aire resignado ,ahora mismo discutírselo no me iba a llevar a nada en absoluto, así que me concentré en acabarme aquella copa de whisky malo.
-Me complace saber que eres una gran cirujana -dije con carencia de entusiasmo en mi voz pese a que pretendía hacerle francamente un cumplido.
Yo podía sanar a un humano con un gesto tan simple como morder mi muñeca y ofrecer mi poderosa vitae, pero decir eso hubiera despertado suspicacias y preferí limitarme a sonreír mirándola.
Ahora cuando me trajo el almohadón y me señaló el sofá como si ese se tuviera que convertir en mi único lecho enarqué una ceja.
-¿como que necesito una dosis de sofá? -pregunté incrédulo -se me arrugará la camisa y el pantalón, ademas es estrecho, no pienso descansar en un sofá.
No terminé la frase cuando un portazo me encontré como única respuesta a mis anhelos.
Gruñí furibundo y tras ella me adentré en su habitación.
-Creo que tu cama es suficientemente grande para los dos y dado que somos familia dudo te moleste compartirla.
Dejé mi chaqueta en una silla y procedí a desabotonar con cuidado los botones de mi camisa.
-Seguro tendrás algún pantalón de esos roídos por el paso del tiempo de algún viejo novio por ese armario ¿y si me buscas uno? -pregunté sin dejar de desnudarme.
-no saldría de esa casita bohemia arrugado como si no gozara de gusto o estilo.
-Soy tu invitado,justo por eso merezco el respeto de recibir las atenciones necesarias para que pueda sentirme cómodo.
Mi sonrisa se ladeó apartando la mano de inmediato ante la tensión de su cuerpo. Era solo una neófita, tenia todos los sentidos a flor de piel y también el carácter bastante furibundo.
Lo que menos quería era un encontronazo con ella así que escuché con cierta cara de fastidio sus palabras.
-Entiendo -atajé tras su explicación.
Puede que fuera así, que viera aquella chozo como algo maravilloso, quizás era porque apenas llevaba unas horas siendo inmortal, aun no tenia perspectiva. Ahora podía tener el mundo a sus pies, eso era lo que yo le ofrecía, peor ella se empecinaba a anclarse a aquel mundano piso y a su vida como enfermera.
Dejé escapar el aire resignado ,ahora mismo discutírselo no me iba a llevar a nada en absoluto, así que me concentré en acabarme aquella copa de whisky malo.
-Me complace saber que eres una gran cirujana -dije con carencia de entusiasmo en mi voz pese a que pretendía hacerle francamente un cumplido.
Yo podía sanar a un humano con un gesto tan simple como morder mi muñeca y ofrecer mi poderosa vitae, pero decir eso hubiera despertado suspicacias y preferí limitarme a sonreír mirándola.
Ahora cuando me trajo el almohadón y me señaló el sofá como si ese se tuviera que convertir en mi único lecho enarqué una ceja.
-¿como que necesito una dosis de sofá? -pregunté incrédulo -se me arrugará la camisa y el pantalón, ademas es estrecho, no pienso descansar en un sofá.
No terminé la frase cuando un portazo me encontré como única respuesta a mis anhelos.
Gruñí furibundo y tras ella me adentré en su habitación.
-Creo que tu cama es suficientemente grande para los dos y dado que somos familia dudo te moleste compartirla.
Dejé mi chaqueta en una silla y procedí a desabotonar con cuidado los botones de mi camisa.
-Seguro tendrás algún pantalón de esos roídos por el paso del tiempo de algún viejo novio por ese armario ¿y si me buscas uno? -pregunté sin dejar de desnudarme.
-no saldría de esa casita bohemia arrugado como si no gozara de gusto o estilo.
-Soy tu invitado,justo por eso merezco el respeto de recibir las atenciones necesarias para que pueda sentirme cómodo.
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
Re: La estirpe (privado)
Me crucé de brazos cuando las palabras salieron de su boca, que le complacía que fuera una gran cirujana. Parte de mi día a día consistía en leer a la gente, algo para lo cual era buena. Años de tratar con pacientes me había permitido conocer bastante bien sus estados de ánimo, verles resplandecer de alegría o llorar de desconsuelo, intuir cuando callaban algo o incluso adivinar cuando decían algo que no sentían, cosa que me resultaba muy evidente proviniendo de Yared, fuera vampiro o no.
Hice un gesto con los labios mientras le miraba. -Preferiría que te guardes tus cumplidos si no los sientes. No soy de las que se impresiona con palabras vacías aún si están enmascaradas en forma de halago.- Lo hubiera tomado de otra forma si hubiera percibido un ápice de sinceridad en lo que me decía, si hubiera tan solo una pizca de genuina admiración, pero sabía perfectamente que lo miraba como si mis logros fueran nada para alguien como él.
Enarqué una ceja al escuchar que se le arrugaría la ropa si dormía en el sofá. -Lo siento si su ilustrísima se siente incordiado por las disposiciones de esta plebeya pero francamente las arrugas a tu traje inmaculado no le vendrían mal. ¿Alguna vez te arremangas la camisa? ¿Te sueltas un botón de más? Pruébalo, podrías llevarte una sorpresa grata que sorprenda a tus milenios.-
No esperé a que me respondiera, me marché del salón dando un portazo al entrar en mi habitación, respirando con profundidad y comenzando a contar hasta diez. Iba por cinco cuando el vampiro tuvo la audacia de abrir la puerta auto invitándose y dejándome boquiabierta un momento. Con este hombre no valía contar hasta diez debía contar hasta cien por lo menos.
Sus palabras acerca de meterse en la cama porque éramos familia me hicieron arquear la ceja. -No sé como se trataban las familias en tu tiempo, y se que estamos hablando de demasiado como para incluso recordarlo…- Me llevé el índice a la barbilla. -Dime una cosa ¿te es posible recordar tus tiempos?- Negué con la cabeza. -Pero ni a mi padre lo hubiera dejado meterse a mi cama a mi edad, ni a mi abuelo y mucho menos a ti que eres algo así como mi tatarabuelo.-
Miré la cama inquieta antes de percatarme de que colocaba su chaqueta en mi silla. Suspiré, al parecer a Yared había que tratarlo con mano de seda porque de ninguna manera lograba comprenderme. -¿De verdad tenemos la misma sangre?- Me resultaba inverosímil.
Ignoré sus palabras acerca de tener los pantalones de un viejo novio. Me trataba como si fuera una cabecilla loca por no decir algo peor.
-Como dije, hay algunas cosas que te caerían bien.- Lo tomé de los hombros y lo empujé hacia la salida de la habitación. En dos segundos éstabamos de pie en el marco de la puerta. -Las arrugas por ejemplo, tienes el traje demasiado almidonado, hasta te ves tieso al caminar.- Sonreí mirándolo. -Buenas noches Yared.- Le hice una señal de adiós con mi mano antes de volver a cerrar la puerta, solo que esta vez eché el cerrojo.
Rivka Black- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/06/2017
Re: La estirpe (privado)
Incrédulo fui empujado por una cría a la que le llevaba milenios de edad hasta fuera de su cámara
-¿Arrugar mi traje? -repetí dejandole claro el poco sentido que tenían sus palabras para alguien de mi envergadura -deberías aprender señorita Black que las formas siempre han de ser las adecuadas y aunque estés acostumbrada a trasnochar con perros flauta, con ese deje hyppie y taciturno que pretendes tener, no es lo adecuado para alguien de tu estirpe.
El tiempo te hará entender que solo los hombres impecables acaban siendo lideres del mundo, res joven, no puedo culparte por abanderar tus creencias con tanta vehemencia pero el tiempo te pondrá en tu sitio y a partir de ahora tiempo es lo único que te va a sobrar.
Me cabreé gruñendo cuando pegó un portazo y ofuscado me fui hacia el sofá.
¿A saber cuantos perros habían dormido sobre ese tapizado?
-Podrías sacarme unas sabanas que poner debajo al menos? no quiero coger ningún tipo de parásito.
La escuché bufar desde su cama, intuí que eso era un no, así que tomé asiento en un sofá de una plaza y coloqué mis brazos en las orejas de este, al menos en ese lugar no habrían fluidos de coitos interruptos.
Lo que había que hacer por una joven testaruda recién mordida, la hubiera sacado a la fuerza, pero eso me hubiera situado en una posición nefasta, no quería ser su enemigo, si no su sire pero tenia que ver como hacer para que entrara en razón y bien sabia que no seria hoy que tenia sus sentidos a flor de piel.
Diría que dormí durante las horas del día, pero la verdad es que apenas pegué ojo en ese lugar en el que las paredes parecían ser de papel. Oía hasta el agitado corazón de la vecina del cuarto.
Al anochecer aquella mujer que compartía no solo mi apellido, si no mi sangre, salió de su cuarto con cara de haber triunfado.
-Bien, después de un día en el que he conseguido mantener impoluto mi traje ¿podemos por favor empezar con tu aprendizaje o tienes alguna cosa mas que hacer en tu bohemio piso? ¿quizás ir a llevar alimento a los pobres? -dije en tono burlón.
No me importaba que tuviera la necesidad de hacer buenas obras, ir por la vida de samaritana, tampoco que el hospital le sirviera como tapadera.
Peor todo tenia un tiempo, un lugar y ahora no era ni tiempo ni lugar de arriesgar, tenia que aprender a controlar su nueva naturaleza y si no entraba en razón tendría que enseñarla a la fuerza.
-Te he sacado de ese apestoso callejón, te he ofrecido mi mano para que la tomaras, no me hagas arrepentirme de querer ayudarte, eres una hija díscola y tendré que imponerme si sigues por esos derroteros ¿entiendes?
-¿Arrugar mi traje? -repetí dejandole claro el poco sentido que tenían sus palabras para alguien de mi envergadura -deberías aprender señorita Black que las formas siempre han de ser las adecuadas y aunque estés acostumbrada a trasnochar con perros flauta, con ese deje hyppie y taciturno que pretendes tener, no es lo adecuado para alguien de tu estirpe.
El tiempo te hará entender que solo los hombres impecables acaban siendo lideres del mundo, res joven, no puedo culparte por abanderar tus creencias con tanta vehemencia pero el tiempo te pondrá en tu sitio y a partir de ahora tiempo es lo único que te va a sobrar.
Me cabreé gruñendo cuando pegó un portazo y ofuscado me fui hacia el sofá.
¿A saber cuantos perros habían dormido sobre ese tapizado?
-Podrías sacarme unas sabanas que poner debajo al menos? no quiero coger ningún tipo de parásito.
La escuché bufar desde su cama, intuí que eso era un no, así que tomé asiento en un sofá de una plaza y coloqué mis brazos en las orejas de este, al menos en ese lugar no habrían fluidos de coitos interruptos.
Lo que había que hacer por una joven testaruda recién mordida, la hubiera sacado a la fuerza, pero eso me hubiera situado en una posición nefasta, no quería ser su enemigo, si no su sire pero tenia que ver como hacer para que entrara en razón y bien sabia que no seria hoy que tenia sus sentidos a flor de piel.
Diría que dormí durante las horas del día, pero la verdad es que apenas pegué ojo en ese lugar en el que las paredes parecían ser de papel. Oía hasta el agitado corazón de la vecina del cuarto.
Al anochecer aquella mujer que compartía no solo mi apellido, si no mi sangre, salió de su cuarto con cara de haber triunfado.
-Bien, después de un día en el que he conseguido mantener impoluto mi traje ¿podemos por favor empezar con tu aprendizaje o tienes alguna cosa mas que hacer en tu bohemio piso? ¿quizás ir a llevar alimento a los pobres? -dije en tono burlón.
No me importaba que tuviera la necesidad de hacer buenas obras, ir por la vida de samaritana, tampoco que el hospital le sirviera como tapadera.
Peor todo tenia un tiempo, un lugar y ahora no era ni tiempo ni lugar de arriesgar, tenia que aprender a controlar su nueva naturaleza y si no entraba en razón tendría que enseñarla a la fuerza.
-Te he sacado de ese apestoso callejón, te he ofrecido mi mano para que la tomaras, no me hagas arrepentirme de querer ayudarte, eres una hija díscola y tendré que imponerme si sigues por esos derroteros ¿entiendes?
Yared Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 21/05/2017
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