AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El cónclave (privado)(+18)
Pasos huecos por los oscuros y húmedos pasillos del submundo de la catedral, bajo la amplia capilla donde acudían los fieles a rezar se abría paso una desconocida realidad para el resto de fieles cristianos adeptos a la cristiandad.
La inquisición y su larga mano tenia bajo Notre Damm una gran cantidad de pasadizos, mazmorras, tumbas y como no, salones de gran prestigio donde celebrar las mayores reuniones clandestinas en nombre de Dios.
Aquel día abandoné mi retiro espiritual de la lúgubre y sobria habitación del convento de las Carmelitas, voto de silencio había echo desde la ultima misión hacia apenas un mes.
Había sido nuevamente llamado ante el soberano de los condenados, posiblemente una nueva misión me seria encomendada y dado el éxito de todas las que hasta hoy había realizado, era uno de los soldados de Dios con los que mas contaba el cónclave cuando se trataba de misiones especialmente complicadas.
Dos de los eruditos bibliotecarios, con voto de pobreza y silencio me guiaron hacia la sala de reuniones, fui el primero en llegar, baje la capucha de mi espesa capa observando los distintos cuadros y motivos religiosos que decoraban la estancia mientras esperaba que mi señor viniera a darme los nuevos pasos a seguir.
Solía trabajar solo, quizás por eso me sorprendió que la puerta no tardara en ser nuevamente abierta, para mi completo desagrado por la implicación que ello conllevaría en mi doble juego. Vi adentrarse a una mujer de largos cabellos castaños, aspecto salvaje y que como yo, era licantropo, otra condenada.
Alcé la capucha incomodo por su presencia, ese fue mi único gesto para con ella antes de que nuevamente se cerrara la puerta.
Mi mente funcionaba rauda, era una obviedad que si aquel trabajo iba a ser con un acompañante no podría funcionar con la libertad con la que normalmente lo hacia, esperaba que mis replicas bastasen para hacer al jefe desistir de tan absurda idea. Yo trabajaba solos y esa mujer solo me complicaría las cosas.
La observé de reojo, parecía que de cierta manera también ella inspeccionaba a su acompañante de habitación ,desconfiados los dos, un reto suponía aquel entramado ¿que misión necesitaría a dos de sus mejores condenados?
Ahora había logrado identificarla, era una mujer implacable, había escuchado hablar de ella, casi una leyenda de la que poco o nada se conocía, pero a mi eso no me importaba, tenia claro mi objetivo y si esa loba se interponía en mi camino probaría lo que era ser un orgulloso licantropo.
La inquisición y su larga mano tenia bajo Notre Damm una gran cantidad de pasadizos, mazmorras, tumbas y como no, salones de gran prestigio donde celebrar las mayores reuniones clandestinas en nombre de Dios.
Aquel día abandoné mi retiro espiritual de la lúgubre y sobria habitación del convento de las Carmelitas, voto de silencio había echo desde la ultima misión hacia apenas un mes.
Había sido nuevamente llamado ante el soberano de los condenados, posiblemente una nueva misión me seria encomendada y dado el éxito de todas las que hasta hoy había realizado, era uno de los soldados de Dios con los que mas contaba el cónclave cuando se trataba de misiones especialmente complicadas.
Dos de los eruditos bibliotecarios, con voto de pobreza y silencio me guiaron hacia la sala de reuniones, fui el primero en llegar, baje la capucha de mi espesa capa observando los distintos cuadros y motivos religiosos que decoraban la estancia mientras esperaba que mi señor viniera a darme los nuevos pasos a seguir.
Solía trabajar solo, quizás por eso me sorprendió que la puerta no tardara en ser nuevamente abierta, para mi completo desagrado por la implicación que ello conllevaría en mi doble juego. Vi adentrarse a una mujer de largos cabellos castaños, aspecto salvaje y que como yo, era licantropo, otra condenada.
Alcé la capucha incomodo por su presencia, ese fue mi único gesto para con ella antes de que nuevamente se cerrara la puerta.
Mi mente funcionaba rauda, era una obviedad que si aquel trabajo iba a ser con un acompañante no podría funcionar con la libertad con la que normalmente lo hacia, esperaba que mis replicas bastasen para hacer al jefe desistir de tan absurda idea. Yo trabajaba solos y esa mujer solo me complicaría las cosas.
La observé de reojo, parecía que de cierta manera también ella inspeccionaba a su acompañante de habitación ,desconfiados los dos, un reto suponía aquel entramado ¿que misión necesitaría a dos de sus mejores condenados?
Ahora había logrado identificarla, era una mujer implacable, había escuchado hablar de ella, casi una leyenda de la que poco o nada se conocía, pero a mi eso no me importaba, tenia claro mi objetivo y si esa loba se interponía en mi camino probaría lo que era ser un orgulloso licantropo.
Última edición por Jano el Mar Feb 20, 2018 11:05 am, editado 1 vez
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
El subsuelo de la catedral de Notre Dame, allí es adonde había sido convocada para recibir instrucciones. Apenas había terminado con otra misión y mi presencia era requerida de nuevo de forma inmediata. Sabían que me reponía con mayor rapidez que la del promedio, tomaban ventaja de ello, y para mí no constituía mayor problema porque en realidad, no conocía otra cosa. Para ellos yo era un número, el resultado más beneficioso de sus experimentos, y para el mundo externo, no existía. No tenía una identidad real, era muchas personas y ninguna a la vez, ningún alma llegaba a conocerme y si lo hacían era por un período de tiempo muy breve. Nadie recordaba una misma apariencia o un mismo nombre y así era como hasta ahora se habían mantenido las cosas, por lo que la Inquisición se mostraba bastante complacida, creyendo que tiraban a la perfección de los hilos, al menos, en el presente.
Los secretos de Notre Dame quedaban guardados en la serie de túneles que guiaban a distintas mazmorras y salones secretos. Dirigí mis pasos hacia uno de ellos y al entrar me topé, no con quien había de darnos las instrucciones sobre la siguiente misión, si no con un sujeto alto, cuyo rostro quedaba cubierto por una capucha. En cuanto lo vi y aunque en mi rostro no se evidenciara nada, no pude más que sentirme más que reacia a esa presencia. Tomé asiento en uno de los sillones sin decir una palabra, el único sonido que interrumpía el silencio en la estancia era el de las manecillas del reloj de pared, que indicaba a las claras que aunque me había presentado de forma puntual, me hacían esperar. Tiempo que aproveché para subir los zapatos a la mesa que se encontraba frente a mi hasta el momento en que volvió a escucharse el nada sutil rechinido de la puerta.
Me puse de pie de inmediato. En el salón hicieron acto de presencia dos hombres, a los dos los conocía bien, uno, el mandatario a cargo de los espías, el otro, no lo había visto desde hace años, se encargaba de enviar a las misiones a los soldados. Un gesto imperceptible de desagrado se dibujó en mi boca. Ambos se colocaron detrás del largo escritorio, mi superior traía consigo unos cuantos documentos que fue enseñándonos con prontitud.
-El blanco asignado no es uno fácil, sus métodos de seguridad son insalvables.- Sobre el escritorio se deslizó la fotografía del sujeto. -No solo es el cabecilla de una mafia organizada, ha estado iniciando levantamientos en contra de la Santa Iglesia…- Observé el retrato del hombre unos segundos que fueron suficientes para memorizar cada detalle de él. -Necesitamos que roben la información que guarda sobre sus distintos socios, sus bases a lo largo del país y fuera de este... la única manera en que podéis infiltraros es haceros pasar por un matrimonio y asistir a una fiesta que conducirá Petrov… No ha visto a su prima desde…- Allí fue cuando alcé la mano para solicitar la palabra, o más bien la tomé sin que me la concedieran.
-No es necesario que seamos dos.- Blanco difícil, guarida inexpugnable, misión imposible, no era una descripción que me hiciera retroceder, ni me costaría hacerme pasar por alguien más ni robar información escondida perfectamente. Si las defensas eran tan seguras como se afirmaba de todas maneras yo sola podía vulnerarlas. -Puedo hacerme cargo de la misión sola, tener a alguien más conmigo únicamente ralentizará mis pasos, tendré que estar vigilando que haga las cosas bien, hacerme cargo de él cuando caiga herido, asegurarme de que no ponga en riesgo la misión al cometer un error.- Todo esto lo dije sin mirar a ninguno de los otros dos en el salón, tan solo veía a mi superior. -Me manejo perfectamente a mi manera, se darán cuenta de que no estamos casados además, seguramente él ni siquiera sabe hablar ruso. Los soldados no están adiestrados en espionaje.– Expuse mis razones segura de que me escucharía y saldría del salón sin necesidad de trabajar con alguien más, fuera quien fuera el licántropo de pie a mi lado, solo iba a ser un lastre.
Los secretos de Notre Dame quedaban guardados en la serie de túneles que guiaban a distintas mazmorras y salones secretos. Dirigí mis pasos hacia uno de ellos y al entrar me topé, no con quien había de darnos las instrucciones sobre la siguiente misión, si no con un sujeto alto, cuyo rostro quedaba cubierto por una capucha. En cuanto lo vi y aunque en mi rostro no se evidenciara nada, no pude más que sentirme más que reacia a esa presencia. Tomé asiento en uno de los sillones sin decir una palabra, el único sonido que interrumpía el silencio en la estancia era el de las manecillas del reloj de pared, que indicaba a las claras que aunque me había presentado de forma puntual, me hacían esperar. Tiempo que aproveché para subir los zapatos a la mesa que se encontraba frente a mi hasta el momento en que volvió a escucharse el nada sutil rechinido de la puerta.
Me puse de pie de inmediato. En el salón hicieron acto de presencia dos hombres, a los dos los conocía bien, uno, el mandatario a cargo de los espías, el otro, no lo había visto desde hace años, se encargaba de enviar a las misiones a los soldados. Un gesto imperceptible de desagrado se dibujó en mi boca. Ambos se colocaron detrás del largo escritorio, mi superior traía consigo unos cuantos documentos que fue enseñándonos con prontitud.
-El blanco asignado no es uno fácil, sus métodos de seguridad son insalvables.- Sobre el escritorio se deslizó la fotografía del sujeto. -No solo es el cabecilla de una mafia organizada, ha estado iniciando levantamientos en contra de la Santa Iglesia…- Observé el retrato del hombre unos segundos que fueron suficientes para memorizar cada detalle de él. -Necesitamos que roben la información que guarda sobre sus distintos socios, sus bases a lo largo del país y fuera de este... la única manera en que podéis infiltraros es haceros pasar por un matrimonio y asistir a una fiesta que conducirá Petrov… No ha visto a su prima desde…- Allí fue cuando alcé la mano para solicitar la palabra, o más bien la tomé sin que me la concedieran.
-No es necesario que seamos dos.- Blanco difícil, guarida inexpugnable, misión imposible, no era una descripción que me hiciera retroceder, ni me costaría hacerme pasar por alguien más ni robar información escondida perfectamente. Si las defensas eran tan seguras como se afirmaba de todas maneras yo sola podía vulnerarlas. -Puedo hacerme cargo de la misión sola, tener a alguien más conmigo únicamente ralentizará mis pasos, tendré que estar vigilando que haga las cosas bien, hacerme cargo de él cuando caiga herido, asegurarme de que no ponga en riesgo la misión al cometer un error.- Todo esto lo dije sin mirar a ninguno de los otros dos en el salón, tan solo veía a mi superior. -Me manejo perfectamente a mi manera, se darán cuenta de que no estamos casados además, seguramente él ni siquiera sabe hablar ruso. Los soldados no están adiestrados en espionaje.– Expuse mis razones segura de que me escucharía y saldría del salón sin necesidad de trabajar con alguien más, fuera quien fuera el licántropo de pie a mi lado, solo iba a ser un lastre.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
El rechinar de la puerta acaparó nuestra atención, ella poniéndose en pie de inmediato, yo simplemente girando mi cuerpo hacia la nueva posición que adquirían los dos hombres que se adentraban en la sala.
Los conocía a ambos de haberme encomendado distintos trabajos, aunque mi gesto inexpresivo no vario un ápice pese a ese echo.
Escuché con atención lo que decían, la misión encomendada.
Al parecer esta tenia un poco de la especialidad de cada uno, había que infiltrarse fingiendo ser un matrimonio y a su vez estar preparados para entrar en combate si la cosa se descontrolaba demasiado.
No terminaron de hablar, cuando la señorita loba “yomebastoymesobroparairsolaporquevalgomasquenadie” interrumpió a los lideres, algo que les hizo fruncir ligeramente el entrecejo.
Orgullosos como eran esos tipos, hijos de la santa inquisición, no consentirían que dos licantropos les dijéramos como hacer su trabajo.
Hubiera ladeado la sonrisa de no ser que eso hubiera descubierto mis pensamientos, sinceramente, no se en que momento la damita pensó que para ellos eramos algo mas que meras maquinas para su aprovechamiento personal.
Impasible ante las quejas de la damisela y con ganas reciprocas de trabajar juntos continué centrado en sendos hombres esperando a que terminaran de dejar claras su ordenes, así como el punto de partida, los contactos que podríamos tener a lo largo del trabajo y la documentación de nuestras tapaderas.
Uno de los hombres dejo caer sobre la mesa, haciendo caso omiso a la lobita, un par de documentos que nos identificaban como matrimonio, así como sendas alianzas en una caja.
Tomé el pasaporte propio y de la caja mi alianza que deslicé con sencillez por mi anular sin darle mas vueltas al asunto.
La misión me interesaba, decían que eran unos mafiosos que atentaban en contra de la santa madre iglesia, peor yo ya me conocía esos cuentos..todos eran malos menos ellos y quizás esa mafia, no era tal, si no rebeldes que no se dejaban masacrar por unos fanáticos que se creían en el derecho de hablar por un dios inexistente.
Del mismo modo nos aseguraron que nos habían reservado un suit para esa noche en el hotel “les arenes” allí con clandestinidad y calma podríamos planear la jugada, a la mañana siguiente tendríamos que tomar el primer barco que zarpara sin descubrir ni por un instante nuestra tapadera rumbo a la fiesta que en una semana se celebraba en Rumanía.
Nos avisaron que en el barco podrían viajar invitados, de ahí que teníamos que actuar durante todo el trayecto...
Asentí con la cabeza elevando la mirada hacia la licantropo que parecía molesta porque no le habían hecho ni caso, pero..¿acaso tenia mas remedio que coger ese pasaporte que la convertía en mi mujer y deslizar el maldito anillo por su dedo?
-Vamos querida – la invité tendiéndole la mano como primeras dos palabras emitidas en todo ese tiempo.
Los conocía a ambos de haberme encomendado distintos trabajos, aunque mi gesto inexpresivo no vario un ápice pese a ese echo.
Escuché con atención lo que decían, la misión encomendada.
Al parecer esta tenia un poco de la especialidad de cada uno, había que infiltrarse fingiendo ser un matrimonio y a su vez estar preparados para entrar en combate si la cosa se descontrolaba demasiado.
No terminaron de hablar, cuando la señorita loba “yomebastoymesobroparairsolaporquevalgomasquenadie” interrumpió a los lideres, algo que les hizo fruncir ligeramente el entrecejo.
Orgullosos como eran esos tipos, hijos de la santa inquisición, no consentirían que dos licantropos les dijéramos como hacer su trabajo.
Hubiera ladeado la sonrisa de no ser que eso hubiera descubierto mis pensamientos, sinceramente, no se en que momento la damita pensó que para ellos eramos algo mas que meras maquinas para su aprovechamiento personal.
Impasible ante las quejas de la damisela y con ganas reciprocas de trabajar juntos continué centrado en sendos hombres esperando a que terminaran de dejar claras su ordenes, así como el punto de partida, los contactos que podríamos tener a lo largo del trabajo y la documentación de nuestras tapaderas.
Uno de los hombres dejo caer sobre la mesa, haciendo caso omiso a la lobita, un par de documentos que nos identificaban como matrimonio, así como sendas alianzas en una caja.
Tomé el pasaporte propio y de la caja mi alianza que deslicé con sencillez por mi anular sin darle mas vueltas al asunto.
La misión me interesaba, decían que eran unos mafiosos que atentaban en contra de la santa madre iglesia, peor yo ya me conocía esos cuentos..todos eran malos menos ellos y quizás esa mafia, no era tal, si no rebeldes que no se dejaban masacrar por unos fanáticos que se creían en el derecho de hablar por un dios inexistente.
Del mismo modo nos aseguraron que nos habían reservado un suit para esa noche en el hotel “les arenes” allí con clandestinidad y calma podríamos planear la jugada, a la mañana siguiente tendríamos que tomar el primer barco que zarpara sin descubrir ni por un instante nuestra tapadera rumbo a la fiesta que en una semana se celebraba en Rumanía.
Nos avisaron que en el barco podrían viajar invitados, de ahí que teníamos que actuar durante todo el trayecto...
Asentí con la cabeza elevando la mirada hacia la licantropo que parecía molesta porque no le habían hecho ni caso, pero..¿acaso tenia mas remedio que coger ese pasaporte que la convertía en mi mujer y deslizar el maldito anillo por su dedo?
-Vamos querida – la invité tendiéndole la mano como primeras dos palabras emitidas en todo ese tiempo.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Mi mirada se desplazó entre los dos hombres que nos daban instrucciones hasta permanecer clavada sobre mi jefe inmediato. Él me miró de vuelta unos segundos, y mis ojos adquirieron un tono verde más profundo. -De acuerdo señor.- Me mordí el labio observándolo únicamente a él. Observé el pasaporte, memorizando mi nuevo nombre y me puse la argolla en el dedo. De nuevo mis ojos viajaron hacia mi jefe, lo miré interrogante. Él me desvió la mirada.
Las instrucciones habían quedado claras pero mi sonrisa se ladeó más mientras movía la argolla alrededor de mi anular. Permanecí así unos segundos sin escuchar las últimas palabras del jefe de los soldados. Sus instrucciones no eran relevantes, la misión ya estaba clara. Blanco, disfraz, tapadera, fortaleza… El encapuchado finalmente habló y me tendió la mano. Sabía hablar, por un instante pensé que era uno de esos enlistados fanáticos que hacían voto de silencio. Le tomé de la mano y así abandonamos el salón.
Una vez afuera de este solté su mano y con el brazo lo estampé contra la pared con un golpe seco. -Escúchame lobo, no sé quien eres, no me interesa saber quien eres. Solo quiero que sepas una cosa, no te metas en mi camino durante esta misión, ni me estorbes, ni me causes demoras o desviamientos innecesarios.- Mis palabras no podían ser más claras, era una advertencia con todas las letras.
Aflojé el agarre y le di un par de palmadas conciliadoras antes de que mi rostro se tornara inexpresivo, no era dada a demasiadas demostraciones, había sido entrenada para ser lo que era y se me había privado de las interacciones sociales. Mi mente había sido optimizada para trabajar más como la de una máquina que como la de un ser viviente, todo logrado a base de tratamientos extremos y medicinas experimentales pero habían ciertas cosas con respecto a mi que iban más allá de lo que la Santa Iglesia esperaba, aunque las misiones las tenía claras, para eso fui el mejor resultado de sus experimentos.
Mis pasos se aceleraron tras guardar los documentos en los bolsillos de mi abrigo. Subí los escalones con la mente puesta en el exterior y cuando salí del laberinto de pasadizos y mazmorras me encontré mirando la luna y los techos de las casas que se desplegaban hacia el interior de la ciudad. -Nos vemos mañana en el barco. Si llegas tarde no te esperaré.-
Sonreí sin esperar su respuesta, y me balanceé saltando para alcanzar la escalerilla de un edificio contiguo a la catedral que se alzaba a cierta distancia del suelo. Mis botas cayeron ágilmente sobre esta y tras unos cuantos saltos más me encontraba en el techo del edificio. Desde allí vi la extensión de la ciudad frente a mis ojos, oscura e hipnotizante con su infinidad de luces. Definitivamente esta era una manera más rápida para movilizarme. Tomé impulso y salté desde el techo en que me encontraba hacia el siguiente.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Salimos del salón, su mano en ese instante se apartó de la mía como si quemara, mas su atrevimiento no quedó ahí, si no que osó a estamparme contra la pared sujetándome por el pecho y mis ámbar rugieron dejandole claro que conmigo esos modos no los iba a utilizar.
Sus palabras querían dejar claras las reglas del juego entre nosotros, por mi parte se podía ir al infierno de la mano de su ego, yo tampoco tenia ningún afán de trabajar con ella pero esa misión me insertaba y no la iba a tirar por el suelo porque esa pequeña niña malcriada con sueños de grandeza me la jodiera.
Dos palmadas en mi pecho como despedida, sus palabras retumbaron entre los túneles de la parte baja de la catedral, lo que forzó una sonrisa ladeada en mis labios que no pudo presenciar.
No me importaba en absoluto compartir habitación o no. Por mi como si se iba a dormir debajo de un puente, a un suburbio o a un burdel, yo pensaba descansar a cuerpo de rey en el hotel, tenia claro que a partir de mañana poco íbamos a poder descansar.
La habitación del hotel les arenes era cómoda, sobria, pero con todas las comodidades necesarias. Cené en la habitación mientras analizaba los papeles que me había guardado.
La misión tenia muchos pormenores y algo me decía que hacerme pasar por el marido esa bestia mimada por la inquisición no iba a resultar ni placentero, ni fácil.
Esperaba poder librarme de ella el tiempo suficiente como para desintoxicarme del veneno de esa víbora.
Con los primeros rayos del alba me puse en pie, me arreglé, me vestí del modo adecuado para la misión, con traje, corbata y dejando atrás esa cómoda ropa que tendía a utilizar de normal.
Así me planté frente al barco, la dama no tardó en hacer acto de presencia, algo que admito me incomodó ligeramente, la idea de que se rajara en le ultimo momento era una pequeña esperanza que mantenía viva.
Me acerqué a ella depositando un dulce beso en sus labios, tenia claro que en ese barco podía haber infiltrados que nos observaran con atención.
-Querida, siento la espera, los negocios han consumido casi mi noche al completo -alegué como escusa de no haber llegado con ella al puerto para embarcar.
Tomé su mano enredando los dedos de ambos y tomando su maleta con la otra mano.
-Luces preciosa -susurré cómplice en su oído mientras miraba por encima del hombro de forma disimulada todos aquellos que parecían estar pendientes de nuestros actos.
Embarcamos por la pasarela, la gente buscaba su camarote, todos eramos turistas rumbo a Rumanía, sin duda el viaje seria largo, una prueba de fuego para nosotros.
Tiré sonriendo de su mano para llevarla conmigo hacia la zona de los camarotes, mi mano acariciaba su cintura mientras mis labios surcaban su cuello susurrando palabras dulces en su cuello.
-Me he fijado, hay un matrimonio de tercera edad, el hombre de nariz aguileña no nos ha quitado la vista de encima, claro que puede que sea por le culo que te hace ese vestido -apunté con una picara sonrisa riéndome contra su piel como si fuéramos dos recién casados.
Sus palabras querían dejar claras las reglas del juego entre nosotros, por mi parte se podía ir al infierno de la mano de su ego, yo tampoco tenia ningún afán de trabajar con ella pero esa misión me insertaba y no la iba a tirar por el suelo porque esa pequeña niña malcriada con sueños de grandeza me la jodiera.
Dos palmadas en mi pecho como despedida, sus palabras retumbaron entre los túneles de la parte baja de la catedral, lo que forzó una sonrisa ladeada en mis labios que no pudo presenciar.
No me importaba en absoluto compartir habitación o no. Por mi como si se iba a dormir debajo de un puente, a un suburbio o a un burdel, yo pensaba descansar a cuerpo de rey en el hotel, tenia claro que a partir de mañana poco íbamos a poder descansar.
La habitación del hotel les arenes era cómoda, sobria, pero con todas las comodidades necesarias. Cené en la habitación mientras analizaba los papeles que me había guardado.
La misión tenia muchos pormenores y algo me decía que hacerme pasar por el marido esa bestia mimada por la inquisición no iba a resultar ni placentero, ni fácil.
Esperaba poder librarme de ella el tiempo suficiente como para desintoxicarme del veneno de esa víbora.
Con los primeros rayos del alba me puse en pie, me arreglé, me vestí del modo adecuado para la misión, con traje, corbata y dejando atrás esa cómoda ropa que tendía a utilizar de normal.
Así me planté frente al barco, la dama no tardó en hacer acto de presencia, algo que admito me incomodó ligeramente, la idea de que se rajara en le ultimo momento era una pequeña esperanza que mantenía viva.
Me acerqué a ella depositando un dulce beso en sus labios, tenia claro que en ese barco podía haber infiltrados que nos observaran con atención.
-Querida, siento la espera, los negocios han consumido casi mi noche al completo -alegué como escusa de no haber llegado con ella al puerto para embarcar.
Tomé su mano enredando los dedos de ambos y tomando su maleta con la otra mano.
-Luces preciosa -susurré cómplice en su oído mientras miraba por encima del hombro de forma disimulada todos aquellos que parecían estar pendientes de nuestros actos.
Embarcamos por la pasarela, la gente buscaba su camarote, todos eramos turistas rumbo a Rumanía, sin duda el viaje seria largo, una prueba de fuego para nosotros.
Tiré sonriendo de su mano para llevarla conmigo hacia la zona de los camarotes, mi mano acariciaba su cintura mientras mis labios surcaban su cuello susurrando palabras dulces en su cuello.
-Me he fijado, hay un matrimonio de tercera edad, el hombre de nariz aguileña no nos ha quitado la vista de encima, claro que puede que sea por le culo que te hace ese vestido -apunté con una picara sonrisa riéndome contra su piel como si fuéramos dos recién casados.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Llegué al puerto poco después de la llegada del alba. La libertad que me había traído la noche anterior fue algo que disfruté de la forma más sencilla, respirando el aire fresco que se me escapaba siempre que regresaba a la Santa Sede. Era algo que ni yo misma comprendía del todo, recordaba las lecciones impartidas, era difícil no hacerlo, me las habían implantado en el cerebro con sus métodos, y se me detenía un segundo a mi mente volvía el acondicionamiento impuesto en la silla de aquel laboratorio. No era algo que pudiera controlar, pero cuando se me presentaba una noche de libertad como la anterior la tomaba sin tapujos, por lo que no extrañé de ninguna manera la suite que nos habían preparado.
Por supuesto llegué puntualmente frente a aquel barco. El soldado ya se encontraba allí, presto a iniciar la misión. Yo, por mi parte, metiéndome en el papel me había vestido como lo haría cualquiera que viajara en primera clase, con ese maldito corsé que se me clavaba en las costillas. La doncella que me había ayudado a colocármelo me había apretado bien las cintas, alabando la manera en que se amoldaba a mi figura el vestido de color azul y que ahora me robaba el aire.
El lobo se acercó enseguida para tomar mi maleta e iniciar la charada de esposo solicito. -Odio tu trabajo, siempre te mantiene separado de mi.- Hice una pequeña mueca de disgusto antes de darle un golpe en el pecho con la palma que de haber provenido de una humana hubiese sido similar a una caricia, en mi caso no escatimé mi fuerza.
-Dime al menos que me extrañaste ¿no?- dije en voz bien alta, echándole los brazos al cuello y mirando por encima de su hombro mientras dejaba que me prodigara besos que aparentemente eran dulces. Ahora que buscábamos el área de los camarotes noté también al matrimonio de la tercera edad y mis verdes ojos se desviaron hacia el caballero de cabello entretejido de gris antes de devolverlos a él para actuar como si me desviviera por mirarlos. -Me gusta esa pequeña franja que se te forma aquí cuando me miras concentrado.- Alcé mi dedo índice por su frente mientras le sonreía, moviendo mi rostro de forma coqueta, de manera que un mechón de cabello castaño cayó sobre su rostro antes de que me acercara a este para darle un bocado juguetón en la nariz.
-Vasile Dinescu y su esposa Ioana, de acuerdo con la lista de pasajeros de este barco, deben ser ellos de acuerdo con la edad. Te has memorizado la lista asumo, e imagino que habrás leído la información que te dieron sobre tu esposa.- dije tras acercarme a su lóbulo y morderlo suavemente. Toda la información sobre "su esposa" era falsa por supuesto, pero debíamos saber los detalles de uno y el otro como anillo al dedo. Como se suponía que nos conocimos, cuando nos casamos, donde pasamos la luna de miel, etcétera. Afortunadamente se suponía que llevábamos poco tiempo de casados por lo que aún se suponía que nos íbamos descubriendo.
-¿Estás mirando a otra? Si estás mirando a otra ¿no es cierto?- Le di un par de guantazos mientras la pareja de ancianos pasaba a nuestro lado y seguía el camino para ir a su camarote, sorprendida al mirarme de reojo y mirando con desaprobacion al lobo cuando le eché en cara que sus ojos deambularan deteniéndose en una rubia alta y espigada que ahora caminaba por el pasillo.
Mis manos quitaron el cerrojo y entramos en el que iba a ser nuestro "refugio" durante el resto del viaje. Dejé caer el equipaje a un lado de la cama matrimonial y me dejé caer sentada sobre ella. -Creo que se lo han tragado.- Recorrí con la mirada el interior del camarote y me incliné hacia mi maleta para sacar de un forro escondido unos papeles y repasarlos, subiendo mis piernas en el colchón. Analizaba un plano de la mansión adonde iríamos y los puntos marcados adonde se sabía de antemano que habría seguridad. Deseaba ya estar en Rumania, el viaje iba a ser largo, lo mejor sería fingirme enferma o dormir durante todo el trayecto.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Negué entre fingidas risas alegando que yo solo tenia ojos para mi preciosa esposa, es mas, ante la mirada de reproche de los viejos, no dudé en profundizar un pasional beso contra los labios de la loba, lasciva mi lengua bailo dentro de su boca. ¿no quería realismo? Ahí lo tenia.
Los ancianos pasaron de largo mientras ambos caminábamos hacia los camarotes entre risas como una feliz pareja de recién casados.
La cosa cambió cuando nos adentramos en el camarote, dejó caer la mochila sobre la cama y se dejó caer tras ella sacando unos documentos que repasar, tenia que admitir que la lobita era tenaz.
-El viaje va a ser largo querida, deberías relajarte un poco -aseguré acercándome al lecho para bajar la mochila de allí y tumbarme junto a ella.
Le señalé la pared del lateral, estábamos pared con pared con otros camarotes, no era seguro hablar con tanta libertad.
No eramos los únicos lobos del barco, de seguro habrían mas sobrenaturales con la capacidad de escuchar.
Empujé la cama hasta que el cabecero golpeó contra la pared.
-estas preciosa -susurré jadeando mientras seguía empujando el cabecero como si lo que estuviera pasando en la habitación fuera lo normal para una pareja que se había echado de menos.
La animé con la mano para que empezara a emitir gemidos mientras tomaba de su carpeta lápiz y papel para escribir.
“El matrimonio no creo que sea, su ritmo cardíaco era muy tranquilo para estar alerta”
Sus ojos siguieron mis trazos mientras ambos emitíamos jadeos fingidos.
“lo mejor será que bajemos al comedor, después a cubierta, si alguien nos esta vigilando acabaremos dándonos cuenta”
Ladeé mi sonrisa ante su parda mirada.
“y si, he leído lo que he de conocer de mi apasionada mujer”
Gruñí empujando la cama con rudeza, hasta que me dejé ir en un fingido gruñido gutural.
-¡joder nena! -dije con voz ronca - ¡necesito una ducha! -aseguré
Le guiñé el ojo y me fui al baño, me duche y me aseé para bajar al comedor, si alguien nos espiaba dudaba mucho que no lo hiciera cuando estuviéramos en el camarote, era de manual.
Salí con el pelo mojado, clave mis lobunos ojos en los de la loba ladeando la sonrisa hacia ella.
-Estas preciosa -susurré fingiendo un beso en su mejilla -¿vamos a tomar una copa y a ver las vistas?
Los ancianos pasaron de largo mientras ambos caminábamos hacia los camarotes entre risas como una feliz pareja de recién casados.
La cosa cambió cuando nos adentramos en el camarote, dejó caer la mochila sobre la cama y se dejó caer tras ella sacando unos documentos que repasar, tenia que admitir que la lobita era tenaz.
-El viaje va a ser largo querida, deberías relajarte un poco -aseguré acercándome al lecho para bajar la mochila de allí y tumbarme junto a ella.
Le señalé la pared del lateral, estábamos pared con pared con otros camarotes, no era seguro hablar con tanta libertad.
No eramos los únicos lobos del barco, de seguro habrían mas sobrenaturales con la capacidad de escuchar.
Empujé la cama hasta que el cabecero golpeó contra la pared.
-estas preciosa -susurré jadeando mientras seguía empujando el cabecero como si lo que estuviera pasando en la habitación fuera lo normal para una pareja que se había echado de menos.
La animé con la mano para que empezara a emitir gemidos mientras tomaba de su carpeta lápiz y papel para escribir.
“El matrimonio no creo que sea, su ritmo cardíaco era muy tranquilo para estar alerta”
Sus ojos siguieron mis trazos mientras ambos emitíamos jadeos fingidos.
“lo mejor será que bajemos al comedor, después a cubierta, si alguien nos esta vigilando acabaremos dándonos cuenta”
Ladeé mi sonrisa ante su parda mirada.
“y si, he leído lo que he de conocer de mi apasionada mujer”
Gruñí empujando la cama con rudeza, hasta que me dejé ir en un fingido gruñido gutural.
-¡joder nena! -dije con voz ronca - ¡necesito una ducha! -aseguré
Le guiñé el ojo y me fui al baño, me duche y me aseé para bajar al comedor, si alguien nos espiaba dudaba mucho que no lo hiciera cuando estuviéramos en el camarote, era de manual.
Salí con el pelo mojado, clave mis lobunos ojos en los de la loba ladeando la sonrisa hacia ella.
-Estas preciosa -susurré fingiendo un beso en su mejilla -¿vamos a tomar una copa y a ver las vistas?
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
El lobo tuvo la audacia de hacer de nuestra fachada de matrimonio algo demasiado realista, casi me asfixia con su lengua en mi garganta. En cuanto el matrimonio hubo pasado de largo me desprendí de él algo atontada y sin estar muy segura de que acababa de suceder.
Una vez en el camarote y repasando el plano le indiqué sin alzar la mirada del papel. -No vuelvas a hacer eso.- Mi mente ahora memorizaba cada detalle, adonde se encontraba cada salida, cada puerta de las rejas, por donde solían realizar los guardias sus rondas… -Te veo demasiado tranquilo, deberías ponerte a estudiar lo que tengas que estudiar.- Seguí mirando los papeles cuando se acostó a mi lado y dijo algo sobre que podían oírnos.
-Lo dudo, las paredes están bien revestidas.- Encerré en un círculo rojo las zonas que parecían más accesibles en caso de tener que salir apresuradamente de la fiesta. - Si mantenemos el tono de voz lo suficientemente bajo…- No había terminado de decirlo cuando se levantó de un salto y pegó la cama a la pared. Alcé la mirada finalmente para hacerle un gesto interrogatorio con mi cabeza. ¿Qué estaba haciendo?
Alcé una ceja cuando comenzó a hacer rebotar la cama contra la pared y sus jadeos se oyeron por todo el camarote. Leí las notas que me pasaba y negué antes de pasarle un par de notas de regreso. -El ritmo cardíaco es fácil aprender a controlarlo y además no debes descartar a alguien por parecer inofensivo, esa es la mejor fachada. De todas maneras, son invitados a la fiesta. ¿Ya memorizaste todas las listas?-
Estaba demasiado tranquilo y despreocupado, algo me decía que al final sería yo quien terminaría sacándolo de apuros.
Terminó con su representación y esbozó un grito diciendo que había estado genial. -No sabes mucho acerca de las mujeres casadas.- Me crucé de brazos, había estudiado todo sobre conductas sociales, matrimonios y demás comportamientos de parejas. Si realmente estuviésemos casados no me acostaría con él después de haberlo visto fisgoneando a otra. -¡Cariño te has corrido demasiado rápido! ¡Me quedaré con las ganas y tendré que aliviarme yo misma!- Me encogí de hombros al mirarlo y le pasé otra nota. -Es para darle más realismo al asunto.- Al cabo de un rato guardé los papeles en el forro falso y él salió del baño. Lo observé pensativa al contemplarlo semi descubierto con la toalla alrededor de la cintura y su pelo rubio mojado. -De hecho tomaré una ducha también. ¿Qué tal si buscas en el armario y me escoges el vestido que más te guste?-
Me dirigí al baño para dejar que el agua me refrescara en la ducha. Allí dejé el agua correr y me di gusto, viajábamos en primera clase y todas las acomodaciones eran de las mejores que se podían tener en un viaje de este tipo. Quizás podría probar a salir del camarote, después de todo no solo era cuestión de aparentar si no de echarle el ojo encima y descubrir a cualquiera que pudiera causarnos complicaciones después.
-Pásame el vestido por favor.- Abrí la puerta del baño asomando tan solo mi cabeza para aguardar a que lo hiciera. Me pasó uno de color púrpura oscuro, quizás más ajustado de lo que hubiera querido pero al parecer quien fuera el que seleccionó mi equipaje pensó que tenía una talla menos.
Cuando salí del baño el lobo ya estaba vestido. Asentí cuando preguntó si podíamos salir ahora y subí con él los escalones para subir a no sé bien qué. -¿Qué se hace en un barco?- pregunté más para mi que para él.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Enarqué una ceja cuando dijo que me había corrido antes de tiempo, negué con la cabeza antes de ladear la sonrisa.
Cogí el papel echándole un vistazo y rápido escribí en ella.
-Si me conocieran sabrían que dejar insatisfecha a una mujer a mi no me pasa.
Su indiferencia en mis palabras era abrumadora y decidida se fue a la ducha pidiendome que le eligiera el vestido.
-Si querida -apunté ladeando de nuevo la sonrisa.
Sin duda esa era la frase preferida de todos los maridos hastiados de sus mujeres..claro que yo creía que eramos unos recién casados y algo me decía que el sexo era algo muy usado cuando apenas has empezado pero..como era una frígida...
Abrí el armario y tomé el vestido mas ajustado que vi, a mi con chorradas las justas.
Se lo pasó cuando sacó la cabeza con un “estas preciosa” que la hizo rodar los ojos y a mi mostrar mi mejor sonrisa.
Negué acabando de vestirme y me dejé caer en el echo echando una ojeada a los papeles, a las distintas entradas y salidas, las barcazas con las que huir de haber problemas.
No pasó demasiado tiempo cuando mi querida esposa estaba lista.
Me alcé posando mi mano en su cintura para acompañarla hacia el exterior del camarote.
Con una fingida mirada de enamorado ascendimos por las escalinatas hasta alcanzar cubierta, el firmamento brillaba con fuera lo que me llevo a señalar una de las constelaciones para que sus ojos se centraran en ella.
Fingí explicar cada estrella mientras observaba de reojo a una pareja de mas o menos nuestra edad que con una botella de champan y con actitud de profunda felicidad de acercaba hacia nosotros besándose y devorándose con los ojos.
-Si eso es una pareja de recién casados o ellos actúan de mas o nosotros somos muy malos actores.
El hombre nos saludó a ambos mientras yo posaba mis manos a cada lado de la barandilla encarcelando a mi mujer entre mis brazos mientras devolvía el saludo a la feliz pareja.
La dama explico que acababan de casarse, que fue un flechazo en cuanto se vieron y no dudo en preguntarnos a nosotros cuanto llevábamos como marido y mujer señalando las alianzas de nuestros dedos.
-También llevamos apenas unos meses juntos, claro que mi querida esposa hoy esta enfadada porque cree que he mirado a otra mujer, como si teniendo tal monumento entre mis manos tuviera necesidad de algo de eso.
La otra joven puso ojos de enamorada por mis palabras haciendo una seña a mi esposa para que se le pasara le enfado y el hombre nos invitó a compartir mesa con ellos para la cena.
Cogí el papel echándole un vistazo y rápido escribí en ella.
-Si me conocieran sabrían que dejar insatisfecha a una mujer a mi no me pasa.
Su indiferencia en mis palabras era abrumadora y decidida se fue a la ducha pidiendome que le eligiera el vestido.
-Si querida -apunté ladeando de nuevo la sonrisa.
Sin duda esa era la frase preferida de todos los maridos hastiados de sus mujeres..claro que yo creía que eramos unos recién casados y algo me decía que el sexo era algo muy usado cuando apenas has empezado pero..como era una frígida...
Abrí el armario y tomé el vestido mas ajustado que vi, a mi con chorradas las justas.
Se lo pasó cuando sacó la cabeza con un “estas preciosa” que la hizo rodar los ojos y a mi mostrar mi mejor sonrisa.
Negué acabando de vestirme y me dejé caer en el echo echando una ojeada a los papeles, a las distintas entradas y salidas, las barcazas con las que huir de haber problemas.
No pasó demasiado tiempo cuando mi querida esposa estaba lista.
Me alcé posando mi mano en su cintura para acompañarla hacia el exterior del camarote.
Con una fingida mirada de enamorado ascendimos por las escalinatas hasta alcanzar cubierta, el firmamento brillaba con fuera lo que me llevo a señalar una de las constelaciones para que sus ojos se centraran en ella.
Fingí explicar cada estrella mientras observaba de reojo a una pareja de mas o menos nuestra edad que con una botella de champan y con actitud de profunda felicidad de acercaba hacia nosotros besándose y devorándose con los ojos.
-Si eso es una pareja de recién casados o ellos actúan de mas o nosotros somos muy malos actores.
El hombre nos saludó a ambos mientras yo posaba mis manos a cada lado de la barandilla encarcelando a mi mujer entre mis brazos mientras devolvía el saludo a la feliz pareja.
La dama explico que acababan de casarse, que fue un flechazo en cuanto se vieron y no dudo en preguntarnos a nosotros cuanto llevábamos como marido y mujer señalando las alianzas de nuestros dedos.
-También llevamos apenas unos meses juntos, claro que mi querida esposa hoy esta enfadada porque cree que he mirado a otra mujer, como si teniendo tal monumento entre mis manos tuviera necesidad de algo de eso.
La otra joven puso ojos de enamorada por mis palabras haciendo una seña a mi esposa para que se le pasara le enfado y el hombre nos invitó a compartir mesa con ellos para la cena.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
La pregunta seguía en el aire. ¿Qué hacía una en un barco? Tan pronto estuvimos afuera inclinados sobre el riel me arrepentí de haber salido del camarote. -Te equivocas, esa no es acuario, es géminis.- Lo corregí cuando me señaló un grupo de estrellas con el dedo. La realidad era que me sabía todas las constelaciones de memoria, mi memoria fotográfica me permitía no realizar esfuerzo cuando se trataba de observar y de recordar cosas y teniendo en cuenta que estábamos en un barco y que los mismos no estaban exentos de percances constituía obligatorio que supiera que nos dirigía en el cielo en caso de que cambiáramos de dirección o algo por el estilo.
Negué con la cabeza cuando habló de los recién casados y de que éramos malos actores. Apenas le eché el ojo a la pareja cliché que se paseaba frente a nosotros y que no dejaba de besuquearse. -Es una falacia ¿sabes? Eso de que todos los recién casados hacen… eso.- Señalé con un dedo hacia los susodichos. -Yo podría ser tímida y que no me gustasen los despliegues de afecto en público. O tú podrías ser demasiado serio y estirado y preferir una conducta formal.- Me encogí de hombros. Estar encerrada en un cuarto blanco el ochenta por ciento de mi vida me daba la oportunidad de estudiar cosas… Y también me abotargaba, creo, quien sabe. Anoche… me pareció que era así, cuando salté sobre los rascacielos. Era inquietante estudiar esa reacción mía.
Observé mi mano discretamente. Estática, sin temblores…
Alcé la mirada observando de reojo. -En fin que aquí vienen.- Era curioso como las parejas de recién casados se sentían atraídas por otras y por la idea de que por compartir un número de meses en común era obligatorio intercambiar anécdotas. -Si, bien, créame que tampoco le gustaría advertir como su esposo miraba distraído sobre su hombro hace unos minutos, en dirección a la azafata morena que se movilizaba sobre cubierta.- Lo dije de forma automática sin ni siquiera pensarlo y en cuanto vi su contrariada expresión me percaté de mi error.
-Pero en su defensa, se la ha pasado el resto del tiempo regalándote besos y bajando sus manos por tu espalda más allá de lo que suele ser aceptable según las normas que se esperan seguir en público, creo que le gusta esa área, ya sabes.- La mujer me miró boquiabierta. El lobo me dio un manotazo en la mano llamándome la atención. ¿Qué? Lo miré interrogativa. Había arreglado la situación con suficiente rapidez, a ella le descolocó momentáneamente el comentario pero luego soltó la risa y asintió afirmando que efectivamente, así era.
Pasadas las presentaciones nos dirigimos al comedor adonde aparentemente íbamos a compartir la cena. -¿No se puede decir que no?- Le susurré al lobo antes de seguir a los recién casados e intentar obviar el hecho de que me incomodaba tanto despliegue de afecto. Otra vez le lancé una mirada para indicarle que al menos observara al resto de las mesas y no perdiera detalle de cualquier cosa que pudiera sernos útil, si es que realmente en este barco viajaba algún espía. Ya en mi mente había echo los cálculos matemáticos acerca de las probabilidades y si había una suficiente cantidad que ameritase mostrarnos en público.
Después de ordenar la comida la pareja comenzó a contar experiencias, la mujer hablaba mucho, comentaba que este era su verdadero viaje de luna de miel ya que anteriormente no habían podido viajar. Al principio tamborileaba con mis dedos sobre mi muslo, algo ansiosa, pero a medida que fuimos tomando vino y que la conversación siguió comencé a percatarme de que eran bastante fáciles de escuchar.
-¿Y ustedes cómo se conocieron? ¡No! Mejor díganme cómo fue la propuesta de matrimonio? ¿Fue romántico? Apuesto a que si, anda, dénnos detalles.- preguntó.
Sonreí llevándome la copa a los labios. -Ah si, claro ¿por qué no? Dejaré que sea mi marido quien lo narre. Siempre lo hace mejor que yo, fue tan original su manera de hacer la propuesta.- Lo miré con una sonrisa animosa hundiendo mi mirada en él para que contara la historia.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Estábamos sentados con la pareja, desde luego que mi prometida falsa no era precisamente el alma de la fiesta, ademas de insinuar que su marido había mirado a otra, no se que otra mierda le soltó como insinuando que era un pesado con ella.
Yo me limité a sonreír abrazando a mi esposa dejando caer el humor negro que se gastaba y que sin duda fue lo que me enamoró de ella.
-Bueno, eso y que en la cama es una fiera -apunté ladeando la sonrisa mientras le vino iba haciendo de las suyas.
Con esa mujer disimular era un imposible, mira que a mi me gustaba poco socializar pero cuando me tenia que poner en el papel pues lo hacia sin mas, pero con ella era misión imposible
Fue entonces cuando llegó la pregunta del millón ¿como me declaré?
La loba paso con inteligencia hacia mi la respuesta, lo que me hizo sonreír tirando de su cintura para sentarla sobre mi, ella me jodía, iba yo ha hacer lo mismo con ella.
Mis labios recorrieron su cuello despacio mientras meditaba la respuesta.
-Como podéis ver mi esposa es un tanto rehacía al contacto físico, es muy vergonzosa y con un humor tan negro que a veces es difícil pillarle las bromas -dije con una ladeada sonrisa -así que imagino que sobrio nunca le hubiera pedido matrimonio -alcé la copa de vino dando un trago -esto hace magia, así que tras unas cuantas copas y una noche de pasión desmesurada en un hotel en el que rompimos la cama vino la policía por los ruidos de desenfreno. La cosa es que mientras me llevaban al calabozo yo intentaba zafarme pidiéndole a gritos matrimonio, imagínate como iba esa noche -bromeé dando un nuevo sorbo de la copa mientras la otra pareja se reía.
Rocé con mis labios los de mi fingida esposa
-Ella no lo reconocerá, pero me gritó medio desnuda que si desde la balconada, así que como soy hombre de palabra pues..aquí ando recién casado.
-Cuéntales amor como me conociste -susurré contra su cuello mientras la otra pareja nos miraba.
Mis manos sobrevolaban sus nalgas mientras ella me las iba retirando como podía sin llamar la atención en exceso.
-Quizás deberías beber mas amor, eres demasiado vergonzosa -dije sin mas con una sonrisa en lso labios.
Fue entonces cuando sonó una canción, la mur de la otra recién casada pareja se levantó dando saltitos para que su esposo la sacara a bailar, este no lo pensó y se levantó decidido a complacerla.
Iba a hacer lo mismo cuando una rubia despampanante se acercó a mi, me pidió fuego para encender su cigarro, así que saqué mi yesca y prendí su cigarro mientras ella daba un par de caladas alzando entre el humo sus verdes para hundirlos en los míos.
-Estoy segura que no le molestará a su esposa que lo saque a bailar, a fin de cuentas lleva toda la noche esquivando su contacto.
Ladeó su sonrisa sin dejar de mirarme.
-Es un baile, no lo matara señor...
Yo me limité a sonreír abrazando a mi esposa dejando caer el humor negro que se gastaba y que sin duda fue lo que me enamoró de ella.
-Bueno, eso y que en la cama es una fiera -apunté ladeando la sonrisa mientras le vino iba haciendo de las suyas.
Con esa mujer disimular era un imposible, mira que a mi me gustaba poco socializar pero cuando me tenia que poner en el papel pues lo hacia sin mas, pero con ella era misión imposible
Fue entonces cuando llegó la pregunta del millón ¿como me declaré?
La loba paso con inteligencia hacia mi la respuesta, lo que me hizo sonreír tirando de su cintura para sentarla sobre mi, ella me jodía, iba yo ha hacer lo mismo con ella.
Mis labios recorrieron su cuello despacio mientras meditaba la respuesta.
-Como podéis ver mi esposa es un tanto rehacía al contacto físico, es muy vergonzosa y con un humor tan negro que a veces es difícil pillarle las bromas -dije con una ladeada sonrisa -así que imagino que sobrio nunca le hubiera pedido matrimonio -alcé la copa de vino dando un trago -esto hace magia, así que tras unas cuantas copas y una noche de pasión desmesurada en un hotel en el que rompimos la cama vino la policía por los ruidos de desenfreno. La cosa es que mientras me llevaban al calabozo yo intentaba zafarme pidiéndole a gritos matrimonio, imagínate como iba esa noche -bromeé dando un nuevo sorbo de la copa mientras la otra pareja se reía.
Rocé con mis labios los de mi fingida esposa
-Ella no lo reconocerá, pero me gritó medio desnuda que si desde la balconada, así que como soy hombre de palabra pues..aquí ando recién casado.
-Cuéntales amor como me conociste -susurré contra su cuello mientras la otra pareja nos miraba.
Mis manos sobrevolaban sus nalgas mientras ella me las iba retirando como podía sin llamar la atención en exceso.
-Quizás deberías beber mas amor, eres demasiado vergonzosa -dije sin mas con una sonrisa en lso labios.
Fue entonces cuando sonó una canción, la mur de la otra recién casada pareja se levantó dando saltitos para que su esposo la sacara a bailar, este no lo pensó y se levantó decidido a complacerla.
Iba a hacer lo mismo cuando una rubia despampanante se acercó a mi, me pidió fuego para encender su cigarro, así que saqué mi yesca y prendí su cigarro mientras ella daba un par de caladas alzando entre el humo sus verdes para hundirlos en los míos.
-Estoy segura que no le molestará a su esposa que lo saque a bailar, a fin de cuentas lleva toda la noche esquivando su contacto.
Ladeó su sonrisa sin dejar de mirarme.
-Es un baile, no lo matara señor...
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Re: El cónclave (privado)(+18)
Escuché con tranquilidad el cuento que el lobo se inventaba, había que admitir que pensaba rápido y que era bueno para improvisar. Al menos ambas cosas le servirían en esta misión, que a mi parecer ya se estaba alargando demasiado en este viaje en barco. -Cariño, te excusas en el alcohol, cuando todos sabemos que estar altamente alcoholizado solo sirve para sacar a flote las verdades más profundas.- Tomé la copa de vino en mi mano. -Mi marido no se animaba a pedirme matrimonio y el vino le dio coraje.- Giré mi rostro hacia él observándolo antes de llevarme la copa a los labios. -¿Por qué iba a decirle que no a tan buen partido?-
El matrimonio se echaba a reir con nuestra conversación. No sé por qué él me acusaba de tener un humor negro, a mi me parecía que lo estaba haciendo bien.
No sé de donde sacó que sentarme sobre su regazo era buena idea, por lo que primero sufrí un pequeño sobresalto y una vez allí no tuve más alternativa que permanecer en esa posición. Me pregunté si sabía realmente de conductas sociales, parecía que era más bien un tanto desenfadado con todo y se saltaba muchas normas relacionadas con lo que estaba bien visto.
Pensé en ello mientras el vino descendía por mi garganta. -Lo conocí en una terraza, tenemos un par de amigos en común que ofrecían una fiesta. Algo reacia a la muchedumbre salí por la ventana del apartamento y subí por la escalerilla para observar las luces de la ciudad. Me ensimismé en ellas pensando en la maravillosa que era esa vista, en lo libre que podía sentirse una desde allí, antes de percibir un movimiento. Desplacé mi mirada hacia mi diestra y allí estaba él, toda una aparición. De esas que no te esperas, rubio, alto, iluminado solo por la tenue luz nocturna, era como si se hubiera materializado de la nada para encontrarse en ese preciso lugar.-
Dejé la copa de vino sobre la mesa, nuestros acompañantes me miraban con atención. La mujer se había quedado ligeramente boquiabierta. -En fin, así lo recuerdo.- Me removí sobre el regazo masculino para que dejara de intentar manosearme de más.
La orquesta comenzó a tocar en ese momento y la mujer pareció emocionada, poniéndose de pie y saltando de forma curiosa. Ladeé el rostro al mirarla, no comprendía muy bien ese tipo de manifestaciones… excitación creo, combinado con ilusión. Algo que personalmente no experimentaba. Se alejaron con rapidez para ir a bailar.
Aproveché para bajarme del regazo del soldado y volver a mi silla. Justo lo hacía cuando una rubia se puso de pie frente a nosotros, o frente a él más bien. Escuché sus palabras impertérrita. -¿Sabe que de aquí a unos cinco años fumar la hará lucir el doble de su edad? Eso sin mencionar, los estragos que causará en sus pulmones, las probabilidades de que adquiera cáncer se cuadruplican cuando se es adicta al cigarro.- Me puse de pie, interponiéndome entre ella y “mi marido”.
-Tampoco está bien visto que saque a bailar a hombres casados, pone su reputación en entredicho y la hace ver como lo que probablemente es.- Tomé al lobo de la mano para que me acompañara a la pista, dejando a la rubia estupefacta detrás nuestro y lanzando chispas por los ojos.
-¿Podrías al menos seguir la charada de que es cierto que solo tienes ojos para tu esposa?- Llegamos a la pista y hundí mi mirada en él antes de tomar una de sus manos y colocar la otra sobre su hombro. -Por lo demás, creo que no lo hemos hecho tan mal.-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando mi “mujer” se puso así, como una loba cuando marca a su macho, era lo mas realista que había hecho en todo este tiempo.
La rubia se quedo allí plantada recorriendo a la inquisidora de arriaba a bajo mientras esta tiraba de mi mano para que bailáramos.
Admito mi sorpresa y si no la vio reflejada en mi rostro es porque era mejor actor que espía..algo que no discutiría, pues ni la propia inquisición sabia de mi doble juego.
Mi mano se posó en su cintura, mis ojos recorrieron la figura de mi esposa con deseo mientras ella posaba suavemente su mano en mi hombro.
El deseo oscureció mis ojos, pequeñas trazas ámbar emergieron que controlé para que nadie se percatara de lo que era, un lobo.
Tenia que reconocer que nosotros eramos territoriales y esa muestra ficticia de posesividad me excitaba de sobremanera.
Nuestros cuerpos giraban graciables por la pista, como si no fuera la primera vez que se encontraban en una danza que iba tomando fuerza, vivos, salvajes, como si ambos pretendiéramos controlar al ajeno y dejarle claro de la pasta que estábamos hechos.
Mis labios se apoyaron un instante en su cuello, cerré los ojos buscando controlarme, de no ser así le mordería en cualquier momento.
Las ultimas notas de la orquesta hizo que le publico saltara en aplausos, respiraciones erráticas contra nuestros labios mientras nos observábamos rodeando.
La otra pareja nos miraba ilusionada, al pasar por u lado aseguré la hombre que ahora podía entender porque le dije que si, era una mujer pasional en todo lo que hacia.
En eso creo que no me equivocaba y eso que era una desconocida.
Serví sendas copas de champan para aplacar nuestra sed, la necesitábamos sin duda.
Tras un par de horas, bebiendo y riendo en un ambiente discernido nos despedimos rumbo a nuestro camarote, mis ojos la devoraban.
Cerré la puerta a mis espaldas, ladeé la sonrisa contemplándola bajarse de los zapatos.
-No ha ido tan mal -aseguré quitándome la chaqueta y dejándola caer sobre la silla -¿te ayudo cariño con la cremallera? -pregunté con picardia.
La rubia se quedo allí plantada recorriendo a la inquisidora de arriaba a bajo mientras esta tiraba de mi mano para que bailáramos.
Admito mi sorpresa y si no la vio reflejada en mi rostro es porque era mejor actor que espía..algo que no discutiría, pues ni la propia inquisición sabia de mi doble juego.
Mi mano se posó en su cintura, mis ojos recorrieron la figura de mi esposa con deseo mientras ella posaba suavemente su mano en mi hombro.
El deseo oscureció mis ojos, pequeñas trazas ámbar emergieron que controlé para que nadie se percatara de lo que era, un lobo.
Tenia que reconocer que nosotros eramos territoriales y esa muestra ficticia de posesividad me excitaba de sobremanera.
Nuestros cuerpos giraban graciables por la pista, como si no fuera la primera vez que se encontraban en una danza que iba tomando fuerza, vivos, salvajes, como si ambos pretendiéramos controlar al ajeno y dejarle claro de la pasta que estábamos hechos.
Mis labios se apoyaron un instante en su cuello, cerré los ojos buscando controlarme, de no ser así le mordería en cualquier momento.
Las ultimas notas de la orquesta hizo que le publico saltara en aplausos, respiraciones erráticas contra nuestros labios mientras nos observábamos rodeando.
La otra pareja nos miraba ilusionada, al pasar por u lado aseguré la hombre que ahora podía entender porque le dije que si, era una mujer pasional en todo lo que hacia.
En eso creo que no me equivocaba y eso que era una desconocida.
Serví sendas copas de champan para aplacar nuestra sed, la necesitábamos sin duda.
Tras un par de horas, bebiendo y riendo en un ambiente discernido nos despedimos rumbo a nuestro camarote, mis ojos la devoraban.
Cerré la puerta a mis espaldas, ladeé la sonrisa contemplándola bajarse de los zapatos.
-No ha ido tan mal -aseguré quitándome la chaqueta y dejándola caer sobre la silla -¿te ayudo cariño con la cremallera? -pregunté con picardia.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Alcé una ceja con mi mano sobre su hombro, había un brillo diferente en la mirada del lobo, algo que no había visto hasta ahora y que no dejó de llamarme la atención al comenzar a bailar en la pista. Por supuesto sabía bailar, era una de las primeras cosas que me habían enseñado para cuando acudiera a mis misiones, muchas de las cuales involucraban llamar la atención de algún blanco determinado y seducirlo con mis “encantos”.
Comencé a moverme con la mirada fija en él, notando como se le oscurecía y pequeñas vetas color ámbar se abrían paso en ella, algo que me causó una reacción inesperada. Si me detenía a analizarlo debió tratarse de un subidón de adrenalina, un correr más rápido de la sangre en mis venas, una excitación provocada por el despliegue de una mirada que me recordaba mi propia naturaleza, la del licántropo, la que a menudo la inquisición utilizaba para su conveniencia, adiestrándome y explotando mis habilidades.
Se les había olvidado, sin embargo, el lado más primitivo del lobo, ese que dormitaba debajo de mi piel, uno al cual ellos podían tener en una absurda “domesticación”, ilusión que alimentaba el éxito de mis misiones, pero se les olvidaba que a las bestias no se les domestica, pues ellas no ceden, solo dormitan. La mía aún lo hacía oculta debajo de mi piel, quizás, incluso de mi misma. Desde mi despertar en aquel cuarto blanco, daba pequeños indicios, pero aún no se descubría del todo.
Otro indicio más se manifestó al contemplar al lobo que bailaba conmigo, impulsándome a desear que al respirar contra mi cuello sus dientes se hundieran en mi piel, marcándola como solo lo haría un lobo que llamase mi atención, que despertara esa naturaleza adormecida.
Regresamos a la mesa, a compartir de nuevo con el matrimonio, escuchar esta vez como nos narraban anécdotas de sus encuentros tras conocerse, de sus primeros días de recién casados. Mis dedos tomaban la copa de champan, acompañados de mi expresión pensativa, de mis ojos que surcaban de vez en cuando al soldado antes de regresar a nuestros acompañantes y fingir como me acostumbraba a hacerlo en alguna misión a la que estuviera acostumbrada.
La cena concluyó y nos marchamos del comedor, rumbo al camarote, al entrar me saqué los zapatos, era todo un engorro mantenerme sobre esos tacos altos, y el vestido seguía apretándome, ciñéndome el pecho como una cárcel tortuosa a la que no le presté atención en aras de llevar hasta el final nuestra presentación de la noche.
Otra vez el lobo exudando… no estaba segura de como catalogarlo, pero lo noté en cuanto cerró la puerta tras de él. Me llamaba la atención ese olor, nada característico en un ser humano, ni siquiera lo había percibido en otro licántropo, parecía algo exclusivo de él. Me acerqué, alcanzando su cuello, rozando apenas con mi nariz, percibiéndole con esos sentidos que comenzaban a despertar.
Interpuse algo de espacio, hice mi cabello a un lado antes de darme la media vuelta para que me bajara la cremallera del vestido, otra vez mi expresión se tornaba pensativa. -¿Quieres follar?- Mirando hacia arriba, había un amplio espejo colocado diagonalmente sobre nuestras cabezas, el cristal me permitía tener una amplia perspectiva de él y de mi misma.
Nuestras miradas chocaron, la suya tenía un color ambarino mientras le tomaba de la mano para llevarla por debajo de mi vestido, descubriendo el tacto de sus manos al bajar por mis piernas y luego ascender por mis muslos. Ladeé el cuello, oliendo su loción mezclada con ese olor único de lobo. Giré apenas, acariciando su cuello con mi boca, pasándola por su manzana de Adán, adonde deslicé mi lengua apreciando el sabor de su piel. -Fóllame lobo, muérdeme.-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Su nariz se paseó por mi cuello, enarqué una ceja ante aquel acto tan lobuno, uno que no le pegaba en absoluto.
En el tiempo que llevaba con ella no había detectado comportamientos típicos de mi especie, de la suya, era como si la hubiera enterrado en lo mas profundo de sus entrañas y se escorzara por recluirla para que no emergiera.
Por contra mis ojos se teñían de ámbar ahora mismo ante ella, fue cuando se giró fascinada por el lobo que había ante ella.
Mis dedos se pasearon lentos por su cremallera acariciando su espada, perdiéndose en cada curva de su fibroso cuerpo.
Mi aliento caliente impactó en su cuello furibundo delatando mis ganas de beber de ella.
“¿Quieres follar? Su mirada se alzó hacia el techo, allí un espejo de grandes dimensiones nos devolvía el reflejó y allí terminaron mis mostaza delatando mis ganas.
No necesitó respuesta cuando mis labios se hundieron en su cuello, rozándolo con mis dientes, su cuello se ladeó dándome acceso, piel erizada al sentir mi lengua húmeda devorarla cada vez con mas ganas.
El vestido cayó despacio hasta el suelo empujado por mis dedos y fueron sus manso guiando las propias las que acariciaron sus muslos.
Jadeé contra su piel, ambos habíamos bebido bastante durante la cena, supongo que era eso lo que la desinhibía por completo.
Se giró nuestras bocas se encontraron, aunque no se tomaron, mas bien se retaban dejando que el aliento del otro marcara esa escasa distancia que nos calcinaba.
Olía a loba, a celo, a necesidad y al alcohol que embriagaba su cuerpo.
Sus labios recorrieron mi mandíbula, mi cuello y yo desesperado la alcé por las nalgas gruñendo hasta que esta impactó con la pared que nos sirvió de improvisado lecho.
Mi dureza asomaba por mi pantalón, empujando su centro preparado, húmedo y hambriento.
-Estas borracha -aseguré entre roncos jadeos antes de que nuestras bocas ahora si se encontraran lujuriosas, lengua que pasaba de cueva a cueva calentándonos por completo.
Mi diestra desabrochó el pantalón liberando el kraken, con el glande busqué su apertura mientras su cuello se alzaba dándole pasó a mi boca que mordía con ahincó, succionando su piel ente aullidos.
Sus dedos en mi pelo, atrayéndome para que la marcara, la mordiera hasta hacerla sangrar y al paladear el férreo sabor empuje empalandola.
Sus ámbar por primera vez centellearon.
Gruñí con mas fuerza.
-Así, deja que la loba emerja, muérdeme, marcarme – pedí contra su boca.
Sabor férreo que paladeó de mis labios mientras sentía como se la metía hasta el fondo saliendo casi al completo y dejándome de nuevo caer atravesandola, haciéndola tambalear sus cimientos.
-Estas en celo, me vuelve loco ese olor.
En el tiempo que llevaba con ella no había detectado comportamientos típicos de mi especie, de la suya, era como si la hubiera enterrado en lo mas profundo de sus entrañas y se escorzara por recluirla para que no emergiera.
Por contra mis ojos se teñían de ámbar ahora mismo ante ella, fue cuando se giró fascinada por el lobo que había ante ella.
Mis dedos se pasearon lentos por su cremallera acariciando su espada, perdiéndose en cada curva de su fibroso cuerpo.
Mi aliento caliente impactó en su cuello furibundo delatando mis ganas de beber de ella.
“¿Quieres follar? Su mirada se alzó hacia el techo, allí un espejo de grandes dimensiones nos devolvía el reflejó y allí terminaron mis mostaza delatando mis ganas.
No necesitó respuesta cuando mis labios se hundieron en su cuello, rozándolo con mis dientes, su cuello se ladeó dándome acceso, piel erizada al sentir mi lengua húmeda devorarla cada vez con mas ganas.
El vestido cayó despacio hasta el suelo empujado por mis dedos y fueron sus manso guiando las propias las que acariciaron sus muslos.
Jadeé contra su piel, ambos habíamos bebido bastante durante la cena, supongo que era eso lo que la desinhibía por completo.
Se giró nuestras bocas se encontraron, aunque no se tomaron, mas bien se retaban dejando que el aliento del otro marcara esa escasa distancia que nos calcinaba.
Olía a loba, a celo, a necesidad y al alcohol que embriagaba su cuerpo.
Sus labios recorrieron mi mandíbula, mi cuello y yo desesperado la alcé por las nalgas gruñendo hasta que esta impactó con la pared que nos sirvió de improvisado lecho.
Mi dureza asomaba por mi pantalón, empujando su centro preparado, húmedo y hambriento.
-Estas borracha -aseguré entre roncos jadeos antes de que nuestras bocas ahora si se encontraran lujuriosas, lengua que pasaba de cueva a cueva calentándonos por completo.
Mi diestra desabrochó el pantalón liberando el kraken, con el glande busqué su apertura mientras su cuello se alzaba dándole pasó a mi boca que mordía con ahincó, succionando su piel ente aullidos.
Sus dedos en mi pelo, atrayéndome para que la marcara, la mordiera hasta hacerla sangrar y al paladear el férreo sabor empuje empalandola.
Sus ámbar por primera vez centellearon.
Gruñí con mas fuerza.
-Así, deja que la loba emerja, muérdeme, marcarme – pedí contra su boca.
Sabor férreo que paladeó de mis labios mientras sentía como se la metía hasta el fondo saliendo casi al completo y dejándome de nuevo caer atravesandola, haciéndola tambalear sus cimientos.
-Estas en celo, me vuelve loco ese olor.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Re: El cónclave (privado)(+18)
Dejarse llevar por un impulso es algo que va implícito en la naturaleza de los seres vivientes. A menudo lo había visto en otros, algunos se exponían demasiado, terminaban siendo aniquilados debido a su imprudencia. En mi caso, se me había entrenado para reducir los impulsos al mínimo, utilizar mucho más la cabeza y el análisis, era algo a lo que estaba acostumbrada. Así que dejar que la loba saliera a relucir contradecía las reglas de la inquisición, y en ese momento me gustaba bastante hacerlo así, observar el brillo ambarino de la mirada del lobo.
Tampoco es que él estuviera muy lejos de la verdad, había bebido bastante, ambos teníamos los niveles de alcohol intoxicándonos las venas. El aroma del alcohol se mezclaba con su aliento al chocar contra mi piel, mi mano se deslizó por detrás de su cuello, sintiendo su piel, trazando con mis labios un camino hasta su mandíbula, sintiendo como tomaba aire abruptamente tras pedirle que me follara.
Puede que estuviera jugando con fuego, prendiendo la mecha, algo similar a lo que hice una noche atrás, cuando me rebelé contra mi encierro, dejando que la loba me llevase entre saltos por los techos de la ciudad. Puede que mi rebeldía dependiera de este momento, de saborear su piel, de perderme en el sabor de la misma al recorrerla con mi lengua, deseando probar la suya en la mia.
Un empujón suyo que me llevó contra la pared, soltó un gruñido, que era precisamente lo que quería escuchar, la expresión del licántropo. Lo abracé con mis piernas sintiendo su hombría crecer adentro de sus pantalones, un calor intenso se adueñó de mi intimidad al encontrarla.
Me apreté contra su sexo aún con la tela entre ambos buscando su boca. -¿Acaso no estás borracho también?- Finalmente la encontré y nuestras lenguas se mezclaron con fogosidad, me ahogué en su sabor a alcohol, crispando mis dedos en su espalda, sabía bien, mejor que bien.
Empujé mis caderas contra las de él, me estorbaba su ropa, me separé de su boca con los labios hinchados, devorados por él, observando ese ámbar que aún no desaparecía.
Eché mi cuello hacia atrás, dándole acceso, dejando que me mordiera, el dolor de sus dientes en mi piel logró que mis muslos se humedecieran por completo, rompí mis bragas y el me acarició con su glande, antes de atravesarme por completo. Mi espalda chocó contra la pared con sus embestidas, mis ojos se encendieron. Me gustó sentir su miembro adentro, muy adentro, el descontrol total adueñándose de los dos.
Alcanzaba su labio inferior, atrapaba su lengua y le veía en el espejo empalándome con fuerza. El tacto de su piel ardiente bajo mis manos, la imagen reflejada de los dos al vernos arquearnos para que él entrara y saliera me excitaba más.
Un gruñido salió de mi garganta, le tomé del pelo, tirando de el, mordiéndole el cuello, sintiendo su sangre, paladeándola en mi boca. -Habla menos y empálame más fuerte.- Enterré las manos en su pelo haciéndolo callar, llevándolo hasta mis senos para que atrapara mis pezones en su boca y succionara con fuerza.
Lo empujé llevándolo hasta una silla cercana, adonde le hice caer, sacándolo de mi interior. Me coloqué de espaldas a él antes de dejar que su mástil alzado volviera a entrar, mis húmedas paredes se ciñeron completamente alrededor de su falo, comenzaron a deslizarse de forma constante sobre el, gemidos de placer escapando de mi boca.
Me movía por instinto sucumbiendo al deleite de sus caderas, moviendo las mías de diferente forma para aprender de que manera llegaba más profundo, de cual forma le arrancaba más gruñidos. Sus manos viajaban por mi vientre, mi cintura, el interior de mis muslos… podía verlo en el espejo sobre nosotros moviéndose más rápido, entre jadeos, con los ojos entrecerrados. Quería sus gruñidos, quería sus mordidas, quería al lobo completo para mi.
Me movía por instinto sucumbiendo al deleite de sus caderas, moviendo las mías de diferente forma para aprender de que manera llegaba más profundo, de cual forma le arrancaba más gruñidos. Sus manos viajaban por mi vientre, mi cintura, el interior de mis muslos… podía verlo en el espejo sobre nosotros moviéndose más rápido, entre jadeos, con los ojos entrecerrados. Quería sus gruñidos, quería sus mordidas, quería al lobo completo para mi.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
“Habla menos y empálame más fuerte”
Gruñí con los ojos ámbar radiactivo al escuchar como urgía por sentirme mas adentro, ella tomaba el control, su loba emergía aullando sin tregua.
Sus labios contra mi cuello marcándolo voraz con sus dientes hasta hacerlo sangrar eran la muestra de ello.
Mis manos atraparon sus nalgas con mas rudeza, metiendola tan honda que sentía como la estrangulaba con su sexo por completo ,apretando mi vega en aquel infierno caliente y húmedo en el que se había convertido su sexo.
Su caderas bailaban saliendo a mi encuentro mientras yo gruñía desesperado contra sus dos senos alzados, ofrecidos , coronando sus pezones a mordiscos.
De un empujo me lanzó contra la silla, gruñí desde esta mostrandole los colmillos, los lobos habían tomado parte en este juego y eso era exactamente lo que eramos, dos bestias que se anhelaban de un modo único.
Estábamos borrachos, ambos gruñíamos, la atraje cuando de espaldas besó con sus labios bajos mi glande abriéndose despacio hasta envolver por completo el tronco.
Mis manso en sus tetas, tocaba la cara interna de sus muslos, mojados por el deseo.
Tenia acceso a todo el cuerpo de la mujer mientras mordía su cuello, sujetándola contra mi sintiendo aquel sabor férreo.
Ella se movía violenta, sacándosela casi entera para volverse a dejar caer sitiándose llena.
Yo la buscaba con rudeza, con los ojos entrecerrados y jadeando contra su cuello mojado por mi saliva.
Nuestras bocas se encontraron por encima del hombro, nos devoramos los labios engrosados por el modo de besarnos, de degustar aquel sabor animal que ambos desprendíamos en ese momento.
La empujé contra la pared, un quejido gutural escapó de su boca mostrándome los colmillos.
Con mi velocidad sobrenatural la arrinconé contra la pared, sus pechos rozaban esta presionados cuando mi cuerpo se convirtió en cárcel de piel y hueso y agachándome ligeramente mi verga se volvió a colar entre su trinchera. La embestí con fuerza, inmovilizándola con un mordisco en el cuello mientras esta abría mas las piernas dándome acceso a su centro.
Con las manos enredadas sobre la pared y con la otra en su sexo empujándola para entrar mas dentro sentí como iba explotar, a llenarla por completo de mi simiente.
Mi respiración ,pesada ronca moría en su cuello.
Corriente eléctrica que se espació por todo mi torrente sanguíneo, me corrí al unisono con la loba aun embistiéndola tan fuerte como podía mientras mi verga se sacudía.
Laxo caí sobre su cuerpo, con los ojos cerrados, solo la pared nos sujetaba a ambos.
Me relamí los labios resecos por el aliento que escapaba por ellos y ladeé la sonrisa cuando sus ámbar me buscaron.
-Tenemos que beber mas a menudo querida esposa -apunte enredando las palabras.
No era necesario en esta ocasión fingir, creo que el barco entero habría podido escuchar aquel polvo desesperado.
Gruñí con los ojos ámbar radiactivo al escuchar como urgía por sentirme mas adentro, ella tomaba el control, su loba emergía aullando sin tregua.
Sus labios contra mi cuello marcándolo voraz con sus dientes hasta hacerlo sangrar eran la muestra de ello.
Mis manos atraparon sus nalgas con mas rudeza, metiendola tan honda que sentía como la estrangulaba con su sexo por completo ,apretando mi vega en aquel infierno caliente y húmedo en el que se había convertido su sexo.
Su caderas bailaban saliendo a mi encuentro mientras yo gruñía desesperado contra sus dos senos alzados, ofrecidos , coronando sus pezones a mordiscos.
De un empujo me lanzó contra la silla, gruñí desde esta mostrandole los colmillos, los lobos habían tomado parte en este juego y eso era exactamente lo que eramos, dos bestias que se anhelaban de un modo único.
Estábamos borrachos, ambos gruñíamos, la atraje cuando de espaldas besó con sus labios bajos mi glande abriéndose despacio hasta envolver por completo el tronco.
Mis manso en sus tetas, tocaba la cara interna de sus muslos, mojados por el deseo.
Tenia acceso a todo el cuerpo de la mujer mientras mordía su cuello, sujetándola contra mi sintiendo aquel sabor férreo.
Ella se movía violenta, sacándosela casi entera para volverse a dejar caer sitiándose llena.
Yo la buscaba con rudeza, con los ojos entrecerrados y jadeando contra su cuello mojado por mi saliva.
Nuestras bocas se encontraron por encima del hombro, nos devoramos los labios engrosados por el modo de besarnos, de degustar aquel sabor animal que ambos desprendíamos en ese momento.
La empujé contra la pared, un quejido gutural escapó de su boca mostrándome los colmillos.
Con mi velocidad sobrenatural la arrinconé contra la pared, sus pechos rozaban esta presionados cuando mi cuerpo se convirtió en cárcel de piel y hueso y agachándome ligeramente mi verga se volvió a colar entre su trinchera. La embestí con fuerza, inmovilizándola con un mordisco en el cuello mientras esta abría mas las piernas dándome acceso a su centro.
Con las manos enredadas sobre la pared y con la otra en su sexo empujándola para entrar mas dentro sentí como iba explotar, a llenarla por completo de mi simiente.
Mi respiración ,pesada ronca moría en su cuello.
Corriente eléctrica que se espació por todo mi torrente sanguíneo, me corrí al unisono con la loba aun embistiéndola tan fuerte como podía mientras mi verga se sacudía.
Laxo caí sobre su cuerpo, con los ojos cerrados, solo la pared nos sujetaba a ambos.
Me relamí los labios resecos por el aliento que escapaba por ellos y ladeé la sonrisa cuando sus ámbar me buscaron.
-Tenemos que beber mas a menudo querida esposa -apunte enredando las palabras.
No era necesario en esta ocasión fingir, creo que el barco entero habría podido escuchar aquel polvo desesperado.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Para ese entonces ya me había olvidado por completo de la inquisidora, la que lo tenía todo infinitamente supervisado, cada movimiento mío controlado, y en su lugar tomó posesión la loba, ofrecida completamente al vaivén de sus caderas. Lo estaba disfrutando, dejarme llevar por mis instintos, dejar que estos se apropiaran de la situación.
Mi cuerpo ardía, presa de las ganas, gemidos entrecortados saliendo de mi garganta, las sensaciones placenteras, salvajes, logrando tornar mis ojos de color ambarino, sus manos deambulando por todo mi cuerpo, deteniéndose en mis pechos para coparlos, jugar con mis pezones que se endurecieron cada vez más bajo ese estímulo. Me dediqué a llevar el control de la situación, sintiéndolo clavarse dentro de mi una y otra vez, disfrutando de su dureza, de que me llenara por completo hasta que de un empujón cambió las ruedas de la situación sacándome de mi éxtasis para apretarme contra la pared.
Gruñí y le mostré los dientes, no estaba nada acostumbrada a que quisieran dominarme, emití otro gruñido al sentir que me mordía aprisionándome contra la pared, mi sexo palpitando enloquecido, resentido porque le hubiese dejado vacío de sus atenciones, podía sentir su glande grande y caliente en medio de mis piernas, rozando los pliegues húmedos de mi sexo. Me contoneé abriéndome más para él. -Entra de una vez…-
Mi voz sonó ronca, arqueé mi espalda y él volvió a enterrarse dentro con un solo embate que me atravesó hasta lo más profundo arrancándome un gemido gutural. Me mordí el labio haciéndolo sangrar, meciendo mis caderas, arriba, abajo, adelante, detrás. Maldije al sentir mis manos enredadas en la pared con las suyas, entregada a sus estocadas, abandonada al sonido de mi cuerpo contra el suyo, piel contra piel, sexo contra sexo, pieles brillando por el sudor, incapaces de contener a dos lobos que habían perdido cualquier ápice de razón.
Una última embestida hizo que todo mi cuerpo se sacudiera, permanecí apoyada en la pared, recuperando el ritmo normal de mi respiración. Y ahora él hablaba de no se qué tonterías llamándome esposa.
Giré para quedar cara a cara frente a él, lo tomé de los antebrazos y lo llevé con velocidad lupina hasta la cama, dejándome caer sobre él. -Te agradecería que no me llamaras esposa. Llámame querida, cielo, o como se te ocurra pero esposa no.- Lo miré mordiéndome el labio agachándome para pasar mi nariz por su cuello, concentrada en ese desconcertante y embriagador olor a lobo. Despegué mi rostro de su piel lentamente para mirarlo. -¿Qué eres? ¿Qué eres…?- murmuré apremiante irracionalmente. Quería saber, comprender, porque me sentía así, distinta, tan diferente mi usual yo.
Abandoné su cuerpo y me dejé caer a un lado sobre la cama. Poco a poco fui volviendo en mi, me incorporé, abrí una gaveta en una mesa lateral, saqué un poco de papeles y comencé a leerlos. Saqué aquella pluma roja, estudié, hice círculos y así transcurrió un rato en el que de vez en cuando le vi moverse a un lado mío.
Dejé los papeles sobre la mesa y me levanté, me dirigí al baño, abrí la llave de la ducha y esperé a que empezara a correr el agua antes de volver hacia la puerta. -¿Y qué si en realidad estoy en celo?- Me crucé de brazos observándolo, apoyada en el marco. -¿En que medida te altera eso?- Alcé una ceja antes de moverme un poco, buscando esa respuesta. -El agua se desperdicia cada minuto que te quedas allí quieto, ¿vienes?-
Mi cuerpo ardía, presa de las ganas, gemidos entrecortados saliendo de mi garganta, las sensaciones placenteras, salvajes, logrando tornar mis ojos de color ambarino, sus manos deambulando por todo mi cuerpo, deteniéndose en mis pechos para coparlos, jugar con mis pezones que se endurecieron cada vez más bajo ese estímulo. Me dediqué a llevar el control de la situación, sintiéndolo clavarse dentro de mi una y otra vez, disfrutando de su dureza, de que me llenara por completo hasta que de un empujón cambió las ruedas de la situación sacándome de mi éxtasis para apretarme contra la pared.
Gruñí y le mostré los dientes, no estaba nada acostumbrada a que quisieran dominarme, emití otro gruñido al sentir que me mordía aprisionándome contra la pared, mi sexo palpitando enloquecido, resentido porque le hubiese dejado vacío de sus atenciones, podía sentir su glande grande y caliente en medio de mis piernas, rozando los pliegues húmedos de mi sexo. Me contoneé abriéndome más para él. -Entra de una vez…-
Mi voz sonó ronca, arqueé mi espalda y él volvió a enterrarse dentro con un solo embate que me atravesó hasta lo más profundo arrancándome un gemido gutural. Me mordí el labio haciéndolo sangrar, meciendo mis caderas, arriba, abajo, adelante, detrás. Maldije al sentir mis manos enredadas en la pared con las suyas, entregada a sus estocadas, abandonada al sonido de mi cuerpo contra el suyo, piel contra piel, sexo contra sexo, pieles brillando por el sudor, incapaces de contener a dos lobos que habían perdido cualquier ápice de razón.
Una última embestida hizo que todo mi cuerpo se sacudiera, permanecí apoyada en la pared, recuperando el ritmo normal de mi respiración. Y ahora él hablaba de no se qué tonterías llamándome esposa.
Giré para quedar cara a cara frente a él, lo tomé de los antebrazos y lo llevé con velocidad lupina hasta la cama, dejándome caer sobre él. -Te agradecería que no me llamaras esposa. Llámame querida, cielo, o como se te ocurra pero esposa no.- Lo miré mordiéndome el labio agachándome para pasar mi nariz por su cuello, concentrada en ese desconcertante y embriagador olor a lobo. Despegué mi rostro de su piel lentamente para mirarlo. -¿Qué eres? ¿Qué eres…?- murmuré apremiante irracionalmente. Quería saber, comprender, porque me sentía así, distinta, tan diferente mi usual yo.
Abandoné su cuerpo y me dejé caer a un lado sobre la cama. Poco a poco fui volviendo en mi, me incorporé, abrí una gaveta en una mesa lateral, saqué un poco de papeles y comencé a leerlos. Saqué aquella pluma roja, estudié, hice círculos y así transcurrió un rato en el que de vez en cuando le vi moverse a un lado mío.
Dejé los papeles sobre la mesa y me levanté, me dirigí al baño, abrí la llave de la ducha y esperé a que empezara a correr el agua antes de volver hacia la puerta. -¿Y qué si en realidad estoy en celo?- Me crucé de brazos observándolo, apoyada en el marco. -¿En que medida te altera eso?- Alcé una ceja antes de moverme un poco, buscando esa respuesta. -El agua se desperdicia cada minuto que te quedas allí quieto, ¿vienes?-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Re: El cónclave (privado)(+18)
Fuera de si, me advirtió que no la llamara esposa mientras haciendo gala de esa velocidad lupina me arrastraba hasta el lecho donde me dejé caer arrastrándola conmigo sin poder dejar de deslizar mis manso por su ardiente cuerpo.
Mi aliento se perdía entre sus labios, aun presos de ese encuentro agresivo, mas lupino de lo que ella posiblemente jamas había experimentado por como reaccionaba analizando la fragancia que desprendía mi cuerpo.
-¿es tu primera vez con un lobo? -pregunté acariciando con mis palabras su boca -soy un alfa, eso que hueles es un macho de lobo.
Ladeé la sonrisa al ver sus ojos bailar sobre mis labios intentando aceptar la esencia de mis palabras.
-Somos animales salvajes, depredadores, puedo oler tu olor a millas, es difícil explicártelo.
La volteé dejándola bajo la cárcel de mi cuerpo.
-Tu quieres imponerte, pero yo soy un macho, mas fuerte, mas rápido, crees que puedes ocultarte, pero somos animales, con un instinto fuerte.
Me deseas, me necesitas dentro porque estas en celo y yo lo percibo, solo pienso en cazarte, montarte...
Me empujó haciéndome a un lado mientras yo me reía con una sonrisa engreída en mis labios.
Se puso a pensar no se bien en que, distrayéndose con un papel y una pluma como si ahora escribir fuera lo unico que la abstrajera de lo vivido.
Se que una parte de ella rechazaba su naturaleza, todos los inquisidores lo hacían, menos yo, que comulgaba con ese lobo que era, a fin de cuentas solo era un maldito infiltrado, nuca creí en como los que cruz en mano interpretaban la palabra de dios para darnos muerte y caza.
La ví ponerse en pie iba a ducharse, seguí su estela hasta el baño, cuando escuché su oferta, no me lo pensé desnudo me introduje bajo las cálidas aguas de la tina acogiendo su cuerpo entre mis piernas.
Su espalda contra mi pecho, mis labios surcaron la tersa piel de su cuello dejando un reguero de mordiscos y besos húmedos.
-El celo es un olor que desprendéis las hembras cuando estáis en un momento fértil, es abrumador, tengo ganas y acabo de montarte, mi parte animal implora por cubrirte, mi razón humana me obliga a controlarme ¿lo entiendes?
Tu necesitas un macho que te monte porque todo animal ha llegado a este mundo para cumplir un ciclo, nacer, crecer, reproducirse y morir, digamos que tu estas ahora en el de reproducirse.
¿Nunca has sido libre verdad? Me refiero a que naciste en cautividad ¿cierto? No sabes lo que es aullar a la luna llena transformada, en correr por el bosque con un macho..no sabe nada de eso que anida dentro de ti ¿verdad? -pregunté deslizando mis dedos por su piel que se erizaba a mi paso.
Mi aliento se perdía entre sus labios, aun presos de ese encuentro agresivo, mas lupino de lo que ella posiblemente jamas había experimentado por como reaccionaba analizando la fragancia que desprendía mi cuerpo.
-¿es tu primera vez con un lobo? -pregunté acariciando con mis palabras su boca -soy un alfa, eso que hueles es un macho de lobo.
Ladeé la sonrisa al ver sus ojos bailar sobre mis labios intentando aceptar la esencia de mis palabras.
-Somos animales salvajes, depredadores, puedo oler tu olor a millas, es difícil explicártelo.
La volteé dejándola bajo la cárcel de mi cuerpo.
-Tu quieres imponerte, pero yo soy un macho, mas fuerte, mas rápido, crees que puedes ocultarte, pero somos animales, con un instinto fuerte.
Me deseas, me necesitas dentro porque estas en celo y yo lo percibo, solo pienso en cazarte, montarte...
Me empujó haciéndome a un lado mientras yo me reía con una sonrisa engreída en mis labios.
Se puso a pensar no se bien en que, distrayéndose con un papel y una pluma como si ahora escribir fuera lo unico que la abstrajera de lo vivido.
Se que una parte de ella rechazaba su naturaleza, todos los inquisidores lo hacían, menos yo, que comulgaba con ese lobo que era, a fin de cuentas solo era un maldito infiltrado, nuca creí en como los que cruz en mano interpretaban la palabra de dios para darnos muerte y caza.
La ví ponerse en pie iba a ducharse, seguí su estela hasta el baño, cuando escuché su oferta, no me lo pensé desnudo me introduje bajo las cálidas aguas de la tina acogiendo su cuerpo entre mis piernas.
Su espalda contra mi pecho, mis labios surcaron la tersa piel de su cuello dejando un reguero de mordiscos y besos húmedos.
-El celo es un olor que desprendéis las hembras cuando estáis en un momento fértil, es abrumador, tengo ganas y acabo de montarte, mi parte animal implora por cubrirte, mi razón humana me obliga a controlarme ¿lo entiendes?
Tu necesitas un macho que te monte porque todo animal ha llegado a este mundo para cumplir un ciclo, nacer, crecer, reproducirse y morir, digamos que tu estas ahora en el de reproducirse.
¿Nunca has sido libre verdad? Me refiero a que naciste en cautividad ¿cierto? No sabes lo que es aullar a la luna llena transformada, en correr por el bosque con un macho..no sabe nada de eso que anida dentro de ti ¿verdad? -pregunté deslizando mis dedos por su piel que se erizaba a mi paso.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Re: El cónclave (privado)(+18)
Lo observé con expresión impávida desde el marco de la puerta del baño. ¿Venía o no venía? Me retiré de la puerta escuchándolo hablar aún, dándome su explicación sobre lo acontecido.
El agua estaba exactamente en su punto así que me interné en la tina, dejándome envolver por la temperatura tibia antes de sentir como él no había tardado mucho en entrar y ahora se acomodaba detrás de mí.
Ladeé el cuello al sentir sus besos, no era una sensación desagradable por lo que cerré los ojos relajándome e incluso creo, he de haberle permitido más acceso a mi piel, ladeando el cuello, mientras arrastraba sus labios en esa misma área que había mordido.
Al día siguiente tendría que cubrir la zona de alguna manera… mi organismo de licántropo la haría sanar con rapidez, pero aún quedaría una marca… y tampoco era yo de las que hacía ver a los demás que mi fingido marido me había dejado un chupete.
Al día siguiente tendría que cubrir la zona de alguna manera… mi organismo de licántropo la haría sanar con rapidez, pero aún quedaría una marca… y tampoco era yo de las que hacía ver a los demás que mi fingido marido me había dejado un chupete.
-Me decepciona un poco tu explicación.- respondí, sin darle vueltas al asunto. Hormonas exacerbadas por la licantropía, todo según sus palabras se reducía a eso… -No es muy distinto a lo que podría dictarme uno de mis superiores. La bestialidad del lobo…- Lecciones basadas en la "razón"... inyecciones a borbollones, ser un conejillo de indias... ¿De dónde me venía esa expresión? Conejillo de indias... Rechacé ese pensamiento de inmediato.
Tomé el jabón pensativa y al mismo tiempo una de sus manos para recorrer de esa manera mi cuerpo, tensándose mis pezones al llegar a mis pechos, por lo que me removí hacía atrás buscando su miembro para frotarlo lentamente contra mis pliegues vaginales, masturbándome agradablemente de esa manera.
-No eres el primer lobo que conozco… ni el último según venga cada nueva misión.- El debería saberlo perfectamente, lo que las espías teníamos que hacer en muchas ocasiones, para lo que fuimos entrenadas, como debíamos acercarnos a nuestros blancos de la forma más efectiva. No era para escandalizar a nadie que supiera como se manejaban las cosas en los claustros más secretos de la santa sede, a qué éramos impulsados los condenados por los hombres de sotanas inmaculadas.
-¿Te permiten hablar así tus superiores?- Se había definido como un macho alfa… no era algo que se suponía que uno de nosotros debiera decir. En la inquisición los rangos estaban muy definidos, existían los reyes, los alfiles y los peones, las jugadas bien definidas. -Podrían cortarte la lengua por decir que eres un alfa.-
Comencé a moverme contra su glande, sintiendo mis pliegues abrirse con cada nuevo frote. A estas alturas había soltado el jabón para sentir mi piel arder al deslizarse sus dedos sobre mi pelvis, por lo que los guié hacia mi monte de venus mientras tensaba los músculos de mis glúteos para aumentar el placer. -Olvídate de la razón humana… olvídate de preguntarme sobre mis orígenes, mañana habremos olvidado todo esto.-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
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