AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El cónclave (privado)(+18)
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El cónclave (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Pasos huecos por los oscuros y húmedos pasillos del submundo de la catedral, bajo la amplia capilla donde acudían los fieles a rezar se abría paso una desconocida realidad para el resto de fieles cristianos adeptos a la cristiandad.
La inquisición y su larga mano tenia bajo Notre Damm una gran cantidad de pasadizos, mazmorras, tumbas y como no, salones de gran prestigio donde celebrar las mayores reuniones clandestinas en nombre de Dios.
Aquel día abandoné mi retiro espiritual de la lúgubre y sobria habitación del convento de las Carmelitas, voto de silencio había echo desde la ultima misión hacia apenas un mes.
Había sido nuevamente llamado ante el soberano de los condenados, posiblemente una nueva misión me seria encomendada y dado el éxito de todas las que hasta hoy había realizado, era uno de los soldados de Dios con los que mas contaba el cónclave cuando se trataba de misiones especialmente complicadas.
Dos de los eruditos bibliotecarios, con voto de pobreza y silencio me guiaron hacia la sala de reuniones, fui el primero en llegar, baje la capucha de mi espesa capa observando los distintos cuadros y motivos religiosos que decoraban la estancia mientras esperaba que mi señor viniera a darme los nuevos pasos a seguir.
Solía trabajar solo, quizás por eso me sorprendió que la puerta no tardara en ser nuevamente abierta, para mi completo desagrado por la implicación que ello conllevaría en mi doble juego. Vi adentrarse a una mujer de largos cabellos castaños, aspecto salvaje y que como yo, era licantropo, otra condenada.
Alcé la capucha incomodo por su presencia, ese fue mi único gesto para con ella antes de que nuevamente se cerrara la puerta.
Mi mente funcionaba rauda, era una obviedad que si aquel trabajo iba a ser con un acompañante no podría funcionar con la libertad con la que normalmente lo hacia, esperaba que mis replicas bastasen para hacer al jefe desistir de tan absurda idea. Yo trabajaba solos y esa mujer solo me complicaría las cosas.
La observé de reojo, parecía que de cierta manera también ella inspeccionaba a su acompañante de habitación ,desconfiados los dos, un reto suponía aquel entramado ¿que misión necesitaría a dos de sus mejores condenados?
Ahora había logrado identificarla, era una mujer implacable, había escuchado hablar de ella, casi una leyenda de la que poco o nada se conocía, pero a mi eso no me importaba, tenia claro mi objetivo y si esa loba se interponía en mi camino probaría lo que era ser un orgulloso licantropo.
Pasos huecos por los oscuros y húmedos pasillos del submundo de la catedral, bajo la amplia capilla donde acudían los fieles a rezar se abría paso una desconocida realidad para el resto de fieles cristianos adeptos a la cristiandad.
La inquisición y su larga mano tenia bajo Notre Damm una gran cantidad de pasadizos, mazmorras, tumbas y como no, salones de gran prestigio donde celebrar las mayores reuniones clandestinas en nombre de Dios.
Aquel día abandoné mi retiro espiritual de la lúgubre y sobria habitación del convento de las Carmelitas, voto de silencio había echo desde la ultima misión hacia apenas un mes.
Había sido nuevamente llamado ante el soberano de los condenados, posiblemente una nueva misión me seria encomendada y dado el éxito de todas las que hasta hoy había realizado, era uno de los soldados de Dios con los que mas contaba el cónclave cuando se trataba de misiones especialmente complicadas.
Dos de los eruditos bibliotecarios, con voto de pobreza y silencio me guiaron hacia la sala de reuniones, fui el primero en llegar, baje la capucha de mi espesa capa observando los distintos cuadros y motivos religiosos que decoraban la estancia mientras esperaba que mi señor viniera a darme los nuevos pasos a seguir.
Solía trabajar solo, quizás por eso me sorprendió que la puerta no tardara en ser nuevamente abierta, para mi completo desagrado por la implicación que ello conllevaría en mi doble juego. Vi adentrarse a una mujer de largos cabellos castaños, aspecto salvaje y que como yo, era licantropo, otra condenada.
Alcé la capucha incomodo por su presencia, ese fue mi único gesto para con ella antes de que nuevamente se cerrara la puerta.
Mi mente funcionaba rauda, era una obviedad que si aquel trabajo iba a ser con un acompañante no podría funcionar con la libertad con la que normalmente lo hacia, esperaba que mis replicas bastasen para hacer al jefe desistir de tan absurda idea. Yo trabajaba solos y esa mujer solo me complicaría las cosas.
La observé de reojo, parecía que de cierta manera también ella inspeccionaba a su acompañante de habitación ,desconfiados los dos, un reto suponía aquel entramado ¿que misión necesitaría a dos de sus mejores condenados?
Ahora había logrado identificarla, era una mujer implacable, había escuchado hablar de ella, casi una leyenda de la que poco o nada se conocía, pero a mi eso no me importaba, tenia claro mi objetivo y si esa loba se interponía en mi camino probaría lo que era ser un orgulloso licantropo.
Última edición por Jano el Mar Feb 20, 2018 11:05 am, editado 1 vez
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Mis ojos se pierden en sus miel, algo ambarinos todavía por el subidon de adrenalina y por como sigue masturbándose pese a que sus palabras dicen lo contrario ¿decepción? No capto precisamente eso en sus pupilas dilatadas. Puede que se haya encontrado de frente con otros lobos, incluso que haya permitido que la montaran, peor esto solo me confirmaba lo que sospechaba.
-Te abre de piernas con un lobo porque tu también sientes la llamada de la bestia, irracional, hambrienta..
De un empujón, con mi diestra sobre su pecho la tumbé sobre el colchón, tenia que entender algo, una lección.
Mi verga dura por sus atenciones palpitó contra su centro y sin dudarlo corneé su vagina adentrándome hasta los confines de lo permitido, allí donde ningún humano llegaría.
Su cuerpo se arqueó y un gemido, ronco casi un aullido escapó de sus labios al sentir como embestía todo su cuerpo de nuevo, como la cama temblaba bajo nuestros cuerpos.
-Soy un alfa -repetí agachando ligeramente mi torso hasta que rozó con sus afiladas montañas.
Toque etéreo de mis labios sobre los ajenos, mi aliento impulsaba la seguridad y veracidad que desprendían mis palabras.
-¿Cortarme la lengua? Es posible, pero..¿vas tu a decírselo? -pregunté de forma tentadora alzando mis ámbar hasta sus radioactivos amarillos -No, no quieres que me corten la lengua...-susurré perfilando sus labios con esta -quieres que la use para hacerte tocar el bosque, que te arrastre hasta la noche en la que la dama blanca corona el cielo..solo entonces realmente te sientes tu misma ¿cierto?
Con mi mano aun sobre ella la saqué, pude escucharla gruñir, quejarse de ese vació que dejé, mas cuando sitio que descendía, que mis labios y lengua marcaba un sendero peligroso hasta los muslos de sus piernas, al dibujar la media luna de su ombligo y coronar con un mordisco el monte de venus enloqueció.
Dedos que ávidos de mas se enredaron entre mi pelo, empujando mi boca contra sus labios mojados. Sabia a sexo, a orgasmo.
-Estas deliciosa -susurré hundiendo mi lengua en su trinchera deslizándose por esta alcanzando el botón que la haría tocar el cielo.
Sus piernas se abrieran, sus nalgas se alzaron, quería mas, todo a decir verdad y entre gemidos me lo pidió..estaba al borde del peligroso abismo y sus piernas temblaban porque mis dientes tiraban de su clítoris enloqueciendola.
Mas cuando sentía que alcanzaba el clímax, separé mi boca relamiendome, ladeé la sonrisa y le dije que me iba a la ducha dejandola a medias..
-¿quizás otro humano quera terminar lo que un lobo a empezado, ya que según tu...no hay diferencia...
-Te abre de piernas con un lobo porque tu también sientes la llamada de la bestia, irracional, hambrienta..
De un empujón, con mi diestra sobre su pecho la tumbé sobre el colchón, tenia que entender algo, una lección.
Mi verga dura por sus atenciones palpitó contra su centro y sin dudarlo corneé su vagina adentrándome hasta los confines de lo permitido, allí donde ningún humano llegaría.
Su cuerpo se arqueó y un gemido, ronco casi un aullido escapó de sus labios al sentir como embestía todo su cuerpo de nuevo, como la cama temblaba bajo nuestros cuerpos.
-Soy un alfa -repetí agachando ligeramente mi torso hasta que rozó con sus afiladas montañas.
Toque etéreo de mis labios sobre los ajenos, mi aliento impulsaba la seguridad y veracidad que desprendían mis palabras.
-¿Cortarme la lengua? Es posible, pero..¿vas tu a decírselo? -pregunté de forma tentadora alzando mis ámbar hasta sus radioactivos amarillos -No, no quieres que me corten la lengua...-susurré perfilando sus labios con esta -quieres que la use para hacerte tocar el bosque, que te arrastre hasta la noche en la que la dama blanca corona el cielo..solo entonces realmente te sientes tu misma ¿cierto?
Con mi mano aun sobre ella la saqué, pude escucharla gruñir, quejarse de ese vació que dejé, mas cuando sitio que descendía, que mis labios y lengua marcaba un sendero peligroso hasta los muslos de sus piernas, al dibujar la media luna de su ombligo y coronar con un mordisco el monte de venus enloqueció.
Dedos que ávidos de mas se enredaron entre mi pelo, empujando mi boca contra sus labios mojados. Sabia a sexo, a orgasmo.
-Estas deliciosa -susurré hundiendo mi lengua en su trinchera deslizándose por esta alcanzando el botón que la haría tocar el cielo.
Sus piernas se abrieran, sus nalgas se alzaron, quería mas, todo a decir verdad y entre gemidos me lo pidió..estaba al borde del peligroso abismo y sus piernas temblaban porque mis dientes tiraban de su clítoris enloqueciendola.
Mas cuando sentía que alcanzaba el clímax, separé mi boca relamiendome, ladeé la sonrisa y le dije que me iba a la ducha dejandola a medias..
-¿quizás otro humano quera terminar lo que un lobo a empezado, ya que según tu...no hay diferencia...
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
-Te abre de piernas con un lobo porque tu también sientes la llamada de la bestia, irracional, hambrienta…- Aparentemente el soldado se empeñaba en persuadirme de esa condición que él adjudicaba a la licantropía. Ladeé la sonrisa despacio, concentrada como estaba en mover mis glúteos, apoyé mi mano en el borde de la bañera para retorcerme justo adonde quería frotarme contra su glande. -Para que tu teoría sea cierta tendrías que contar con una loba….-
Teniendo en cuenta todo lo que yo era, lo que dejaba de ser y lo que los hombres de las sotanas se empeñaban en hacerme creer que era… distaba mucho de pensar en mi misma como una más de su especie. Yo no era exactamente un licántropo… como bien me lo recordaban las memorias de esas cuatro paredes blancas en torno a una mesa de metal adonde me encontraba acostada…
De todas maneras él me sacó de las cavilaciones de mi cuerpo y de las racionales propinándome un repentino empujón que me sacó de mi abstracción de forma violenta para hacer caer nuestros cuerpos mojados sobre la cama y arrancarme un gruñido al ver como se mantenía encima de mi. ¿Y ahora que demonios hacía?
Antes de que mis manos colocadas contra su pecho llegasen a propinarle un empellón sentí como me metía su miembro hasta el fondo. Mi vientre se transformó en lava fundida y mi sangre entró en punto de ebullición al dar inicio sus embestidas. Mis piernas se anclaron a su cintura y mis senos se frotaron contra el vello de su pecho con cada nuevo trajeteo de la cama.
La cabeza me daba vueltas, mis pezones cada vez más endurecidos, jadeos escapando de mi boca al crecer el remolino para agolpar la sangre en mis oídos. Mis uñas descendieron sobre su espalda, marcándolo con ellas, creando rasguños sobre su piel hasta sus glúteos que formaron hilillos de sangre, antes de apretarlos entre mis dedos y sentirle moverse adentro con mayor fuerza.
Gruñí cuando me la sacó de adentro de forma tan prematura, mis ojos le miraron con chispas ambarinas. -No tengo idea de que diablos dices.-
Miré hacia el techo negándome a aceptar nada de lo que decía pero para mi desgracia este me devolvió la imagen de su cuerpo sobre el mio en el enorme espejo que se encontraba sobre nuestras cabezas. Podía ver exactamente lo que hacía, como su cuerpo fibroso se movía sobre mi para descender con su lengua aumentando mi excitación.
Me arqueé cuando su rostro se hundió entre mis muslos, el torrente de placer me dejó a la deriva, su lengua entró en las paredes aún húmedas y lubricadas gracias a sus previas embestidas. Mi interior contra sus labios le buscó elevándose contra ella para sentirla junto al roce de sus dientes y su boca me regaló una tormenta plagada de relámpagos del más básico placer.
Y luego se le ocurrió hacer lo mismo otra vez, levantarse y mirarme con una sonrisa de autosuficiencia que me hizo girar el rostro y mirar para otro lado conteniendo el resoplido que incitaban mis paredes aún estremecidas.
-Como quieras.-
Rodé sobre la cama para alcanzar justo el borde y extender mi brazo para agarrarle una pierna y de esa manera tumbarle violentamente en el suelo, situación que aproveché para colocarme de inmediato sobre su cuerpo que con un sonoro golpe había caído tumbado boca arriba.
Me coloqué a horcajadas sobre él, mis manos descendieron sobre su vientre, bajando para encontrar sus músculos tensos arriba de su miembro. Haciéndolo encajar perfectamente entre mis dedos le acaricié desde el glande hasta su base y le vi erigirse por completo. -Dime que eso es lo que quieres, que salga por la puerta y busque a otro.-
Me incliné hacia la curva de su cuello, frotando mi piel desnuda contra él, mordiendo esa zona con fuerza y lamiendo su vena pulsátil mientras conducía su verga caliente hasta mi entrada. Me deslicé sobre esta sin dejar que entrara del todo y comencé a apretarla con mis músculos internos, apretando y liberando varias veces con mi cálido y muy mojado interior. Presión, ardor, el mismo cielo, una y otra vez se repitieron en un delirante ciclo antes de escucharlo gemir.
Ladeé la sonrisa al escuchar aquello. -¿Me marcho entonces Jano?-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Noté su diestra en mi tobillo, de un tirón me hizo caer al suelo de espaldas, gruñí con los ojos ámbar, desafiante por su desfachatez. Pronto su cuerpo cubrió el mio con aquel instinto animal que ella parecía no percibir tenia y que yo por contra percibía. A horcajadas desafió mi razón, sus dedos gráciles se pasearon por los músculos de mi abdomen dibujándolos con la yema de sus dedos mientras estos se tensaban y contraían a su paso. Acarició el glande y deslizo su mano por el tronco que creció enardecido entre sus falanges.
Volcó su cuerpo sobre el mio, su boca se paseo por la curvatura de mi cuello, ladee la cabeza dándole acceso dejando que ascendiera hasta mi oído donde introdujo su lengua haciéndome rugir, perdido en las palabras que golpearon la humedad de mi pabellón mis manos afianzaron su cintura como respuesta, mi deseo crecía, el suyo ardía.
Mis labios se entreabrieron y su mirada turbia como una tormenta se clavo en mis estrellas doradas que le hablaban.
Su sexo caliente y húmedo danzo sobre el mio atrapando mi glande entre sus músculos, presionándolo con firmeza pero sin meterlo en la profundidad de su caverna, pues quería una respuesta.
-¿Quieres irte a buscar a un humano? -pregunté irguiendo mi torso para encontrarme con su boca.
Mordí sus labios entre gruñidos que delataban mi condición, mis rudas manos se pasearon por su desnudez cubriendo cada borde, curva y redondez.
Tiré de sus caderas hacia abajo impulsando mi pelvis a su encuentro, con mi verga completamente dentro deje que la sintiera, grande, dura, palpitante.
Nuestros alientos chocaban desafiantes dejando claro que queríamos sentirnos, gozarnos, agarrarnos con fiereza, el alcohol en sangre empezaba a disiparse y ahora solo quedábamos nosotros, dos bestias salvajes.
La hice girar por el suelo quedando sobre ella, mi cuerpo se convirtió en prisión de piel y hueso ¿irse?¿ Donde exactamente?
Me moví despacio, dejando sintiera como mi hombría se deslizaba entre sus paredes saliendo casi entera para cornearla de nuevo con fiereza arrancándole un gemido cutral cuando la sentía completamente dentro de ella.
Los movimientos eran rudos, pero no por eso cargados de sensualidad. Deslicé mis labios por su mandíbula dejando un reguero de mordiscos suaves pero que denotaban la ponzoña de mis colmillos y entre gruñidos llegué al cuello apresándolo con un mordisco posesivo, marcándola como mi hembra ahora si, incrementando el ritmo de las embestidas en un frenesí sin fin.
Sus astas se hundían en mis pectorales friccionando como si nuestra piel pudiera prender en cualquier momento, ninguno exento de cicatrices, los dos eramos figurantes en nuestro propio destino, uno que la inquisición había marcado a fuego en nuestra piel.
Volcó su cuerpo sobre el mio, su boca se paseo por la curvatura de mi cuello, ladee la cabeza dándole acceso dejando que ascendiera hasta mi oído donde introdujo su lengua haciéndome rugir, perdido en las palabras que golpearon la humedad de mi pabellón mis manos afianzaron su cintura como respuesta, mi deseo crecía, el suyo ardía.
Mis labios se entreabrieron y su mirada turbia como una tormenta se clavo en mis estrellas doradas que le hablaban.
Su sexo caliente y húmedo danzo sobre el mio atrapando mi glande entre sus músculos, presionándolo con firmeza pero sin meterlo en la profundidad de su caverna, pues quería una respuesta.
-¿Quieres irte a buscar a un humano? -pregunté irguiendo mi torso para encontrarme con su boca.
Mordí sus labios entre gruñidos que delataban mi condición, mis rudas manos se pasearon por su desnudez cubriendo cada borde, curva y redondez.
Tiré de sus caderas hacia abajo impulsando mi pelvis a su encuentro, con mi verga completamente dentro deje que la sintiera, grande, dura, palpitante.
Nuestros alientos chocaban desafiantes dejando claro que queríamos sentirnos, gozarnos, agarrarnos con fiereza, el alcohol en sangre empezaba a disiparse y ahora solo quedábamos nosotros, dos bestias salvajes.
La hice girar por el suelo quedando sobre ella, mi cuerpo se convirtió en prisión de piel y hueso ¿irse?¿ Donde exactamente?
Me moví despacio, dejando sintiera como mi hombría se deslizaba entre sus paredes saliendo casi entera para cornearla de nuevo con fiereza arrancándole un gemido cutral cuando la sentía completamente dentro de ella.
Los movimientos eran rudos, pero no por eso cargados de sensualidad. Deslicé mis labios por su mandíbula dejando un reguero de mordiscos suaves pero que denotaban la ponzoña de mis colmillos y entre gruñidos llegué al cuello apresándolo con un mordisco posesivo, marcándola como mi hembra ahora si, incrementando el ritmo de las embestidas en un frenesí sin fin.
Sus astas se hundían en mis pectorales friccionando como si nuestra piel pudiera prender en cualquier momento, ninguno exento de cicatrices, los dos eramos figurantes en nuestro propio destino, uno que la inquisición había marcado a fuego en nuestra piel.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
El lobo bajo mi cuerpo, mis ojos brillaban por la excitación al retarlo a que me dijera que quería que saliera por la puerta mientras continuaba contrayéndome alrededor de su glande, y aún él jugaba a llevarme la delantera, preguntándome si quería marcharme a buscar un humano. -La pregunta fue, ¿quieres tú que busque un humano?- Sonreí lentamente, él debía poder ver la misma imagen en el espejo, la plenitud de mi trasero con el sensual reflejo de sus curvas en el cristal moviéndose sobre su miembro empapado de humedad que escurría lentamente trayéndonos a ambos una respuesta muy clara y a mi una excitación que podría haberme tomado por sorpresa si me hubiera detenido a analizarla pero siendo como estaban las cosas me interesaba más concentrarme en la calidez de su erección y en sus manos que de un tirón empujaron mis caderas hacia abajo para que mis cálidos y húmedos fluidos lo engulleran hasta la base.
Emití un ronco sonido gutural, viendo sus ojos tornarse ambarinos, flamas intensas en las que se transformaban al mirarme mientras me hundía hasta el fondo, disfrutando de sentirle dilatar mis paredes. Me incliné para volver a pasar mi lengua por su cuello, lamiéndole la piel, disfrutando de su sabor mientras nuestros cuerpos encajaban como si hubiéramos nacido para hacerlo así.
Otra vez gruñí cuando pretendió hacerse el lobo alfa, girándome para que mi cuerpo quedara prisionero debajo del suyo. Me penetró profundamente y los dos soltamos un gemido, el mío bastante sentido y anhelante de más. Mi mirada se encendió, él entraba y salía, milímetro a milímetro, permitiéndome sentir la delicia que consistía en que me llenara con el enorme tamaño de su verga, por lo que comencé a gruñir, bastante ida, fijando mi mirada en la unión de nuestros cuerpos, en el lugar exacto adonde su vello oscuro se unía a mi monte de venus, de vello más fino y sinuoso abriendo paso a mi feminidad, distraída con la fascinación que me provocaba notar como nos fundíamos en uno, empapándome más.
Moví mis caderas en un vaivén frenético, excitada por la visión erótica de nuestras intimidades pegadas la una a la otra, en como con cada movimiento alcanzaba a ver la base de su miembro antes de que volviera a desaparecer en mi interior. Lo estaba disfrutando tanto que ya ni me fijé en que yo misma ladeaba el cuello, dándole acceso a este al sentir sus húmedos labios besándome la piel y mordisqueando hasta dejarme el área roja, antes de que de manera posesiva cerrara sus dientes alrededor de el con una mordida que no solo lanzó punzadas eléctricas directamente a mi clítoris si no que me iba a dejar más marcada que anteriormente y no podía importarme menos.
Jadeaba a medida que el placer se irradiaba por todo mi cuerpo, mis pezones se convertían en duros cristales frotándose una y otra vez contra su pecho, sin dejar de mover mis caderas ni un instante llamando a su cuerpo a que no dejara de embestirme vigorosamente, tan hondo como le fuera posible. Llevé sus manos hasta mis pechos para que los cubriera, para que hiciera fluir la sangre hasta mis pezones, retorciéndolos suavemente antes de soltarlos y volver a reparar en ellos, para que los mamara y los mordisqueara tirando de ellos con los dientes. Quería que se detuviera en ellos, que los follara con la boca y me arqueaba para que pudiera metérselos mejor, gimiendo desvergonzadamente.
-Jano…- Mis dedos tiraron de su oscuro pelo y llevé su rostro hasta el mío, cerrando los ojos, afirmando una de mis piernas alrededor de su cadera mientras me movía con más fuerza contra él, mi intimidad siendo embestida completamente empapada. Gruñí en su boca, invadiéndola con mi lengua hasta el último recodo, todo él sabía mejor de lo que me hubiera imaginado, y me concentré en succionarle la lengua, en probarlo todo.
Subí mi otra pierna para abrazarle la cintura, su virilidad era larga y en esta posición llegaba más dentro, dándome la impresión de que no tardaría en descomponerme en partículas mientras mi cuerpo se retorcía de placer. -Jano…-
Giré nuestros cuerpos para prolongar lo que sucedía, para no acabar aún con el ardiente placer, sometiéndolo al volver a tomar las riendas. Lo escuché gruñir al penetrarme con contundencia, nuestros cuerpos chocando, esparciendo el sonido de la fricción de nuestros sexos, mientras me movía disfrutando de como su miembro se hinchaba adentro, y me sentía perdida aullándole al lobo, al estremecerme de placer una y otra vez.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Sus dedos enredados en la hierba fresca de mi pelo le sirvieron de atajo para que nuestras bocas hambrientas se acariciaran, se dibujaran y se probaran en un duelo de lenguas ardientes que como brasas bailaban frente a la dama blanca que nos observamos.
Eramos sus hijos, dos lobos que por razones distintas parecían traicionar a los suyos, mis manos guiadas por las de la loba desafiaban sus pechos, astas alzadas que como colmillos mordían mi piel provocando que mi enardecida verga cada vez se hinchara mas.
Los fluidos de ambos chapoteaban en aquel demencial baile de lobos voraces y fieros que enloquecidos pues eramos animales casi en celo, nos convertimos en demonios de la noche y entre profundas embestidas acabamos sucumbiendo a un orgasmo salvaje.
Aullé, sus dientes mordieron mis labios acallandome, un par de bocados al aire para marcar a mi hembra que me dejara hacer y de nuevo mi boca marcó su cuello entre gruñidos.
Arañó mi espalda sintiendo mi verga explotar en ella, sus paredes palpitaban engullendo mi miembro alzado, devastando todo a su paso.
Ojos ámbar que se miraron, que se provocaron y analizaron mientras frente contra frente chocaban nuestras agitadas respiraciones.
-No quieres un humano entre tus piernas, porque solo con un lobo te sientes plena.
Sabia lo que era el instinto y aunque mintiera, aunque ahora me hiciera a un lado con indiferencia ambos sabíamos la verdad, lo que había ocurrido entre esas cuatro paredes.
-¿cual es tu historia? -pregunté siguiendo con mis ojos la estela de su desnudez.
Todos teníamos una, claro que la mía solo era una falacia, yo era el contra espía, pero no podía decírselo, no podía confiar en ella.
A la mayoría de los lobos les limpiaban el cerebro, usaban sus debilidades y les hacían odia lo que eran haciéndoles creer están malditos, peor yo había visto su loba reflejada en mis ojos y me pedía que la dejara salir, ella solo ponía murallas para esconderla en sus entrañas, peor necesitaba ganármela antes de que destripara a la manada a la que íbamos a investigar.
-Necesito una ducha querida -dije ladeando la sonrisa y volviendo a meterme en el papel -¿ por que no entras y me lavas la espalda?
La llevaba marcada, ríos carmesí corrían por ella aunque pronto cerrarían, quería que lo viera, que se diera cuenta de como su lo había disfrutado de aquel encuentro salvaje.
Fue en ese instante cuando escuché pasos, la pareja con la que habíamos compartid cena, borrachera y baile venían y no tardaron en golpear nuestra puerta.
-Tápate -pedí mientras me calzaba un pantalón con rapidez y con una sonrisa no fingida y claros signos de acabar de pasarlo los dos muy bien abrí la puerta.
-Hola -dije -nos pilláis... -dejé la frase en el aire porque era evidente por mi pelo revuelto, mis labios engrosados, el cuello marcado..como nos habían pillado.
Vamos un poco contentos – me escudé por si habíamos hecho mucho ruido.
Esperé que la pareja nos dijera que quería de nosotros.
Eramos sus hijos, dos lobos que por razones distintas parecían traicionar a los suyos, mis manos guiadas por las de la loba desafiaban sus pechos, astas alzadas que como colmillos mordían mi piel provocando que mi enardecida verga cada vez se hinchara mas.
Los fluidos de ambos chapoteaban en aquel demencial baile de lobos voraces y fieros que enloquecidos pues eramos animales casi en celo, nos convertimos en demonios de la noche y entre profundas embestidas acabamos sucumbiendo a un orgasmo salvaje.
Aullé, sus dientes mordieron mis labios acallandome, un par de bocados al aire para marcar a mi hembra que me dejara hacer y de nuevo mi boca marcó su cuello entre gruñidos.
Arañó mi espalda sintiendo mi verga explotar en ella, sus paredes palpitaban engullendo mi miembro alzado, devastando todo a su paso.
Ojos ámbar que se miraron, que se provocaron y analizaron mientras frente contra frente chocaban nuestras agitadas respiraciones.
-No quieres un humano entre tus piernas, porque solo con un lobo te sientes plena.
Sabia lo que era el instinto y aunque mintiera, aunque ahora me hiciera a un lado con indiferencia ambos sabíamos la verdad, lo que había ocurrido entre esas cuatro paredes.
-¿cual es tu historia? -pregunté siguiendo con mis ojos la estela de su desnudez.
Todos teníamos una, claro que la mía solo era una falacia, yo era el contra espía, pero no podía decírselo, no podía confiar en ella.
A la mayoría de los lobos les limpiaban el cerebro, usaban sus debilidades y les hacían odia lo que eran haciéndoles creer están malditos, peor yo había visto su loba reflejada en mis ojos y me pedía que la dejara salir, ella solo ponía murallas para esconderla en sus entrañas, peor necesitaba ganármela antes de que destripara a la manada a la que íbamos a investigar.
-Necesito una ducha querida -dije ladeando la sonrisa y volviendo a meterme en el papel -¿ por que no entras y me lavas la espalda?
La llevaba marcada, ríos carmesí corrían por ella aunque pronto cerrarían, quería que lo viera, que se diera cuenta de como su lo había disfrutado de aquel encuentro salvaje.
Fue en ese instante cuando escuché pasos, la pareja con la que habíamos compartid cena, borrachera y baile venían y no tardaron en golpear nuestra puerta.
-Tápate -pedí mientras me calzaba un pantalón con rapidez y con una sonrisa no fingida y claros signos de acabar de pasarlo los dos muy bien abrí la puerta.
-Hola -dije -nos pilláis... -dejé la frase en el aire porque era evidente por mi pelo revuelto, mis labios engrosados, el cuello marcado..como nos habían pillado.
Vamos un poco contentos – me escudé por si habíamos hecho mucho ruido.
Esperé que la pareja nos dijera que quería de nosotros.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Si había algo que me gustaba en este momento era que el soldado me embistiera sin piedad, que me hiciera sentir sus acometidas hasta la altura de mi ombligo, y, cosa inusual, que aún me mantuviera mojada. Hasta mis fosas nasales llegaba el olor de mi sexo al igual que el suyo manteniéndome excitada por lo que seguía moviéndome para que penetrara más hondo, hasta que mi espalda se arqueó y estallé. El lobo lanzó un par de mordidas al aire, empujó un par de veces más, y aún se atrevió a morderme en el cuello, duro.
Solté un gruñido cuando quiso imponerse de esa manera. -Basta.- Lo giré para quedar encima de él, olfateándole el cuello. Relamí mis labios y pasé la punta de mi lengua por mis caninos, pasándole los dedos por el área que hace un rato le había mordido. Mis marcas también iban a permanecer en su cuello un buen rato.
Ambos nos separamos para ponernos de pie y el soltó algo acerca de que solo con un lobo me sentía plena. -Eso es una tontería.- Puede que él se lo creyera, que los lobos únicamente se sentían plenos con otros lobos. -¿De dónde sacas eso?- Me dejé caer sentada sobre la cama, el soldado tenía algunas conductas muy marcadas, algo que no podía dejar de observar, saltaban a la vista.
Dejé caer mi espalda sobre la cama y observé mi propia imagen en el espejo sobre mi cabeza. Me dolía un poco la entrepierna después de sus embestidas pero me sentía saciada. Me estiré en el colchón y noté que las sábanas quedaban algo humedecidas en el área entre mis piernas.
-¿Cúal es tu historia?- Respondí su pregunta con la misma pregunta. Sabía que no me iba a dar detalles de su vida, como él debía saber que no le daría detalles sobre la mía. Ni siquiera deberíamos de haber tenido relaciones, se suponía que deberíamos mantenernos enfocados en la misión y a la Inquisición no le agradaba que sus subordinados tuvieran ningún tiempo de lazos entre sí. Pero al diablo los hombres de las sótanas, podían meterse sus reglas por el culo.
Claro que tampoco tenían por qué enterarse.
Por el espejo veía al lobo caminar y alcé una ceja en cuanto le escuché preguntar si quería tomar la ducha con él y enjuagarle la espalda.
Dejé salir un resoplido que meció un mechón de cabello que caía sobre mi frente. No me gustaba nada que me llamara querida y se estaba metiendo demasiado en nuestro papel.
De un solo impulso volví a sentarme para mirarlo directamente. -Si… ¿Y también he de traerte la cena?-
Antes de que me respondiera se escucharon un par de golpes en la puerta. Me puse de pie y busqué una bata de baño que rápidamente me puse encima y que anudé en mi cintura justo cuando el lobo abría la puerta.
Rodé los ojos cuando vi de quien se trataba, era la pareja que se había enganchado a nosotros como una lapa. Me detuve unos pasos detrás de Jano y me crucé de brazos.
La rubia tenía cara de pocos amigos, estaba discutiendo con su marido. Después de mi comentario sobre la manera en que los ojos de su esposo tenían facilidad para deambular sobre otras féminas ella aseguraba haberlo visto clavándole la mirada al trasero a una morena voluptuosa, acusación que él negaba.
-Me gustaría pasar con ustedes la noche.- La rubia dirigió su mirada hacia nosotros con una sonrisa. -No les incomodaré.-
Lo primero que hice al escucharla fue dirigirme a la puerta y responder con un rotundo -No.- antes de cerrarla de golpe frente a sus narices.
Inmediatamente se escucharon más golpes en la puerta, Jano la abrió y se disculpó de mi parte. -A mi querida esposa le gusta bromear.- Lo fulminé con la mirada, no quería que esa mujer durmiera en nuestro camarote.
-Basta con que le des un buen derechazo cuando lo veas deambular con la mirada. Así.- Alcé mi mano para enseñarle exactamente como debía mover el brazo con el puño cerrado. Salí por la puerta dirigiéndome hacia el hombre, lo tomé de las solapas y lo estampé contra la pared. Su esposa pegó un chillido. Iba a darle el puñetazo cuando decidí abrir la mano y en su lugar le di un par de palmadas en la mejilla. -Como verás, no es difícil.-
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Mi “mujer” salió furibunda envuelta en un batin y sin mas dio un portazo con un claro “No” que retumbó en la estancia y que me hizo abrir los ojos ocmo platos, si el plan era pasar desapercibidos y ser agradables desde luego ella no era ni de lejos la esposa solicita y perfecta.
Volví a abrir la puerta fingiendo que mi esposa era una bromista y escuché a la mujer que pedirnos quedarse ocn ambos esta noche pues andaba enfadada con su esposo que aun con cara de circunstancias me miraba furibundo pues mi mujer era la que había delatado sus miradas indiscretas.
Iba a responder cuando de nuevo esta se me adelantó explicando a la rubia como debía tratar a su hombre si eso volvía a suceder y no contenta con eso lo mostró acercándose a él y estampandolo contra la pared.
Rugí pero yo mismo apagué mi ira y caminé hacia esta enganchándola por la cintura, con una facilidad sorprendente la lacé del suelo llevándola contra mi pecho.
-Mi esposa en ocasiones es muy..salvaje -ladeé la sonrisa mirando al asustado caballero -espero entiendas ahora porque mi mirada nunca se desvía hacia otras hem..mujeres -aseguré bajando los pies de mi hembra al suelo.
La otra mujer parecía excitada ante mi varonil actuación, pues desde mi posición olía los fluidos que soltaba, sus hormonas revolucionadas y como su corazón latía enérgico, poderoso en esos momentos.
Le hubiera rebatido que necesitara culpar a su marido por tener ojos en la cara cuando ante ella la única diferencia es que se le notara, pero por supuesto guardé silencio aun sujetando a mi ficticia esposa con mi diestra.
-Seguro que su intención paran nada era mirar a una mujer ¿como hacerlo cuando luce una tan bella? -dije en un afán de mediar entre ambos dos y que se largaran.
El hombre sintiéndose respaldado no tardó en tirar de mi idea para justificar su acto.
-Claro que no miraba a otra, no por motivos sexuales al menos, simplemente me debo haber fijado en algo particular de su atuendo, nada mas, mi esposa es demasiado bella como para temer que otras mujeres llamen mi atención.
-Claro que si -dije contundente -tomaros algo juntos en la habitación y resolverlo -dije guiñándoles un ojo -nosotros íbamos a darnos un baño juntos antes de dormir.
Deposité mis labios en el cuello de la loba, en parte para marcar mi dominancia sobe ella, era algo lobuno, instintivo y porque esperaba que ese gesto bastara para que guardara silencio.
-¿verdad cariño? Pero mañana podemos quedar para comer tomar una copa juntos.
-Si tenemos que bajar a la playa y tomar unos mojitos -dijo la chica -emborracharnos.
Volví a abrir la puerta fingiendo que mi esposa era una bromista y escuché a la mujer que pedirnos quedarse ocn ambos esta noche pues andaba enfadada con su esposo que aun con cara de circunstancias me miraba furibundo pues mi mujer era la que había delatado sus miradas indiscretas.
Iba a responder cuando de nuevo esta se me adelantó explicando a la rubia como debía tratar a su hombre si eso volvía a suceder y no contenta con eso lo mostró acercándose a él y estampandolo contra la pared.
Rugí pero yo mismo apagué mi ira y caminé hacia esta enganchándola por la cintura, con una facilidad sorprendente la lacé del suelo llevándola contra mi pecho.
-Mi esposa en ocasiones es muy..salvaje -ladeé la sonrisa mirando al asustado caballero -espero entiendas ahora porque mi mirada nunca se desvía hacia otras hem..mujeres -aseguré bajando los pies de mi hembra al suelo.
La otra mujer parecía excitada ante mi varonil actuación, pues desde mi posición olía los fluidos que soltaba, sus hormonas revolucionadas y como su corazón latía enérgico, poderoso en esos momentos.
Le hubiera rebatido que necesitara culpar a su marido por tener ojos en la cara cuando ante ella la única diferencia es que se le notara, pero por supuesto guardé silencio aun sujetando a mi ficticia esposa con mi diestra.
-Seguro que su intención paran nada era mirar a una mujer ¿como hacerlo cuando luce una tan bella? -dije en un afán de mediar entre ambos dos y que se largaran.
El hombre sintiéndose respaldado no tardó en tirar de mi idea para justificar su acto.
-Claro que no miraba a otra, no por motivos sexuales al menos, simplemente me debo haber fijado en algo particular de su atuendo, nada mas, mi esposa es demasiado bella como para temer que otras mujeres llamen mi atención.
-Claro que si -dije contundente -tomaros algo juntos en la habitación y resolverlo -dije guiñándoles un ojo -nosotros íbamos a darnos un baño juntos antes de dormir.
Deposité mis labios en el cuello de la loba, en parte para marcar mi dominancia sobe ella, era algo lobuno, instintivo y porque esperaba que ese gesto bastara para que guardara silencio.
-¿verdad cariño? Pero mañana podemos quedar para comer tomar una copa juntos.
-Si tenemos que bajar a la playa y tomar unos mojitos -dijo la chica -emborracharnos.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Mi método era muy efectivo, si su marido tenía los ojos demasiado errantes, debía actuar. Apenas le había dado dos golpecitos en la cara al tipo y este ya lucía descompuesto, había perdido color en el rostro y le temblaban las rodillas.
-¿Quieres que te enseñe exactamente como dar el golpe?- Cerré la mano en un puño y lo alcé, demostrándole la técnica a la rubia sin soltar aún a su marido. Otro chillido más escapó de su garganta, esta vez lancé el puño contra el rostro, pero el soldado me agarró de la cintura separándome del hombre y dejando mis pies a unos cuantos centímetros del suelo, con lo cual logró que mi mano no alcanzara a dar en el blanco.
Gruñí mientras me mantenía agarrada de la cintura y me revolví un poco para volver a pegar los pies al suelo. -Has echado a perder la demostración.-
Resoplé, apartando unos mechones de cabello de mi rostro mientras la alimaña escurridiza aprovechaba para separarse de la pared y recuperar el aliento. Más allá de sus problemas maritales, ese hombre no me daba buena espina. Seguí sus movimientos con el rabillo del ojo y luego volví a poner atención en el brazo del lobo, aparentemente se empeñaba en mantenerme atada a su pecho con la diestra.
-Me estrujas querido, vas a atorarme el diafragma, tengo que respirar.- El lobo no soltó el agarre, en su lugar comenzó un argumento a favor del marido al cual este no tardó en aferrarse, aduciendo una sarta de tonterías acerca de estar admirando algo del atuendo de otra mujer.
Rodé los ojos al escucharlo y le propiné un fuerte codazo en las costillas al inquisidor cuando soltó que íbamos a tomar un baño. -Es inapropiado que hables de eso cariño. ¿Qué impresión van a llevarse de nosotros?-
Me limité a escuchar el insólito argumento, al soldado se le ocurrió posar sus labios en mi cuello, lo cual me provocó un respingo completamente inusitado. Mis orbes se dirigieron hacia él y le observaron fijamente mientras continuaba hablando con la pareja. ¿Por qué había hecho eso? ¿Y por qué me afectaba de esa manera?
Ya que estábamos inmersos en la charada del dulce matrimonio para deshacernos de la presencia de la pareja, alcé mi diestra para apoyarla en su hombro y deslizarla por el cuello de su camisa. De hecho, dejé de prestarle atención a los otros dos y rocé la sensible piel con la punta de mis dedos.
Descendí despacio, prestando atención a la zona que tenía marcada y que ya comenzaba a ponérsele morada debido a mi mordida. Mis orbes permanecieron fijas en su perfil, al frotar noté una tenue alteración de su respiración que para los demás podía pasar inadvertida pero no para alguien con los sentidos bien desarrollados como era mi caso.
Acerqué mi rostro a su cuello mientras continuaba hablando y llevé mis labios hasta allí, justo allí, en la curvatura entre cuello y hombro, y estoy bastante segura de que me apretó más la cintura y de que su diafragma sufrió una evidente alteración.
La mujer no se decidía a marcharse, aparentemente estaba más interesada en la plática con mi supuesto marido que con el suyo, lo cual me hizo alzar una ceja. No se movió un ápice y no ayudó en nada a la situación que un grupo de personas pasara cerca y que una espigada mujer les saludara con la mano. La rubia dirigió la mirada a su esposo, frunció el ceño alejándose de él y se colgó del antebrazo de Jano, preguntando si podíamos empezar en este instante con los mojitos.
-¿Quieres que te enseñe exactamente como dar el golpe?- Cerré la mano en un puño y lo alcé, demostrándole la técnica a la rubia sin soltar aún a su marido. Otro chillido más escapó de su garganta, esta vez lancé el puño contra el rostro, pero el soldado me agarró de la cintura separándome del hombre y dejando mis pies a unos cuantos centímetros del suelo, con lo cual logró que mi mano no alcanzara a dar en el blanco.
Gruñí mientras me mantenía agarrada de la cintura y me revolví un poco para volver a pegar los pies al suelo. -Has echado a perder la demostración.-
Resoplé, apartando unos mechones de cabello de mi rostro mientras la alimaña escurridiza aprovechaba para separarse de la pared y recuperar el aliento. Más allá de sus problemas maritales, ese hombre no me daba buena espina. Seguí sus movimientos con el rabillo del ojo y luego volví a poner atención en el brazo del lobo, aparentemente se empeñaba en mantenerme atada a su pecho con la diestra.
-Me estrujas querido, vas a atorarme el diafragma, tengo que respirar.- El lobo no soltó el agarre, en su lugar comenzó un argumento a favor del marido al cual este no tardó en aferrarse, aduciendo una sarta de tonterías acerca de estar admirando algo del atuendo de otra mujer.
Rodé los ojos al escucharlo y le propiné un fuerte codazo en las costillas al inquisidor cuando soltó que íbamos a tomar un baño. -Es inapropiado que hables de eso cariño. ¿Qué impresión van a llevarse de nosotros?-
Me limité a escuchar el insólito argumento, al soldado se le ocurrió posar sus labios en mi cuello, lo cual me provocó un respingo completamente inusitado. Mis orbes se dirigieron hacia él y le observaron fijamente mientras continuaba hablando con la pareja. ¿Por qué había hecho eso? ¿Y por qué me afectaba de esa manera?
Ya que estábamos inmersos en la charada del dulce matrimonio para deshacernos de la presencia de la pareja, alcé mi diestra para apoyarla en su hombro y deslizarla por el cuello de su camisa. De hecho, dejé de prestarle atención a los otros dos y rocé la sensible piel con la punta de mis dedos.
Descendí despacio, prestando atención a la zona que tenía marcada y que ya comenzaba a ponérsele morada debido a mi mordida. Mis orbes permanecieron fijas en su perfil, al frotar noté una tenue alteración de su respiración que para los demás podía pasar inadvertida pero no para alguien con los sentidos bien desarrollados como era mi caso.
Acerqué mi rostro a su cuello mientras continuaba hablando y llevé mis labios hasta allí, justo allí, en la curvatura entre cuello y hombro, y estoy bastante segura de que me apretó más la cintura y de que su diafragma sufrió una evidente alteración.
La mujer no se decidía a marcharse, aparentemente estaba más interesada en la plática con mi supuesto marido que con el suyo, lo cual me hizo alzar una ceja. No se movió un ápice y no ayudó en nada a la situación que un grupo de personas pasara cerca y que una espigada mujer les saludara con la mano. La rubia dirigió la mirada a su esposo, frunció el ceño alejándose de él y se colgó del antebrazo de Jano, preguntando si podíamos empezar en este instante con los mojitos.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Mi “fingida” esposa paseó su nariz por mi cuello, parecía divertirle ver mis reacciones, mi aliento emergió pesado por mis labios, los presentes simples humanos no serian conscientes de los evidentes cambios que por contra Iddun podía ver claros.
El pelo de mi nuca se erizaba como si fuera un lobo arrastrado por sus propios instintos.
Mi pecho se alzó contra los dedos de su mano y mi verga creció en el interior de mis pantalones golpendo la parte alta de sus caderas.
-Pero … -iba a justificarme de nuevo deseando volver dentro de la habitación de la que habíamos salido ambos cuando la mujer se enganchó de mi brazo dispuesta a empezar los mojitos en la playa -Mi esposa ya ha bebido bastante -aseguré buscando apoyo en la loba que ahora parecía divertida por el rumbo que iba tomando la noche -cariño...
El hombre que no es que estuviera muy conforme con juntarse con la mujer que a nada estuvo de darle un puñetazo y que no lo hizo gracias a mi intervención divina, intento sin éxito, como yo, cambiar los planes, pero finalmente las dos mujeres nos arrastraron a la playa, a un pequeño bar de playa con música y donde servían mojitos con barra libre par los que íbamos en el barco con todos los gastos pagados.
-No bebas mucho querida -susurré en le oído de mi esposa tan bajito que apenas fue audible, aunque sin duda ella lo había oído perfectamente.
Dejé un beso en su mejilla disimulando mientras sonreía contra su cuello erizando su piel bajo el contacto cálido de mi aliento.
La amiga nueva llegó con unas copas enormes de distintos colores, pajitas y con unas ridículas sombrillitas, mi esposa tomó la suya llevándola a los labios mientras yo con la mía en la mano la miraba fijamente.
Algo me decía que estaba dispuesta a desafiarme ¿había olvidado acaso nuestra misión?
Unas chicas varias mesas mas allá nos miraban a mi y al marido de la otra bastante animadas por el alcohol, otros hombres las miraban a ellas. Podiamos tener enemigos por cualquier parte y ahí andábamos bebiendo mojitos.
-¡vamos Jano, baila conmigo! -dijo la mujer tirando de mi mano mientras se reía.
El pelo de mi nuca se erizaba como si fuera un lobo arrastrado por sus propios instintos.
Mi pecho se alzó contra los dedos de su mano y mi verga creció en el interior de mis pantalones golpendo la parte alta de sus caderas.
-Pero … -iba a justificarme de nuevo deseando volver dentro de la habitación de la que habíamos salido ambos cuando la mujer se enganchó de mi brazo dispuesta a empezar los mojitos en la playa -Mi esposa ya ha bebido bastante -aseguré buscando apoyo en la loba que ahora parecía divertida por el rumbo que iba tomando la noche -cariño...
El hombre que no es que estuviera muy conforme con juntarse con la mujer que a nada estuvo de darle un puñetazo y que no lo hizo gracias a mi intervención divina, intento sin éxito, como yo, cambiar los planes, pero finalmente las dos mujeres nos arrastraron a la playa, a un pequeño bar de playa con música y donde servían mojitos con barra libre par los que íbamos en el barco con todos los gastos pagados.
-No bebas mucho querida -susurré en le oído de mi esposa tan bajito que apenas fue audible, aunque sin duda ella lo había oído perfectamente.
Dejé un beso en su mejilla disimulando mientras sonreía contra su cuello erizando su piel bajo el contacto cálido de mi aliento.
La amiga nueva llegó con unas copas enormes de distintos colores, pajitas y con unas ridículas sombrillitas, mi esposa tomó la suya llevándola a los labios mientras yo con la mía en la mano la miraba fijamente.
Algo me decía que estaba dispuesta a desafiarme ¿había olvidado acaso nuestra misión?
Unas chicas varias mesas mas allá nos miraban a mi y al marido de la otra bastante animadas por el alcohol, otros hombres las miraban a ellas. Podiamos tener enemigos por cualquier parte y ahí andábamos bebiendo mojitos.
-¡vamos Jano, baila conmigo! -dijo la mujer tirando de mi mano mientras se reía.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Estiré el brazo y le di la vuelta a la copa, derramando el contenido de la misma sobre la arena. Que la pusiesen en mi mano solo me había hecho fruncir el ceño.
El lugar era absurdamente alegre, a tono con la estridente música. Alcé el brazo y chasqueé los dedos para atraer la atención de uno de los camareros. Una vez regresó con un vaso de whisky lo tomé agitándolo con lentitud.
Si esa rubia no se callaba terminaría la noche sin lengua por causa mía, su cotilleo incesante parecía imparable por lo que estaba sumamente tentada de ponerme de pie y acabar con el mismo.
El soldado parecía perturbado pero a él le debíamos encontrarnos aquí. Si no hubiera influido en que esa pareja se nos acercara en la comida ahora no tendría que encontrarme asintiendo y pretendiendo prestar atención a lo que decía la mujer.
Mientras ella hablaba concentrando su atención en un verde Jano que repentinamente había pasado de ser todo un camarada amistoso a responder en monosílabos, mi mirada deambuló por el lugar observando. Una buena parte de pasajeros se encontraba en el establecimiento, ansiosos por desembarcar se encontraban deseosos de pasar todo el tiempo que se les permitiera en tierra firme.
Tomé un trago cuando la rubia se puso de pie. La rubia… ¿cuál era su nombre? Irina… Inés… Se acercó al soldado con una sonrisa de oreja a oreja invitándolo a bailar. Karina, ese era el nombre, mi memoria fotográfica nunca fallaba, había repasado y memorizado los nombres de cada uno de los que aparecían en la lista de pasajeros además de la tripulación.
Mientras la mujer y un Jano acorralado se dirigían a la pista de baile mi vaso comenzó a temblar. Lo deposité sobre la mesa, notando el ligero temblor de mi diestra. Estiré los dedos observando cuidadosamente esa alteración fuera de lo común hasta que finalmente cesó.
Alcé de nuevo la mirada, el soldado bailaba con la mujer permitiéndome así darle un descanso a mis oídos. El esposo había desaparecido de mi vista, me puse de pie alejándome de las sillas para darle la vuelta al establecimiento, alejándome del sonido de voces y tornándose la música más distante al caminar a lo largo de la playa.
El ataque llegó repentino. El alambre atrapó mi cuello, ciñéndose alrededor y enredándose en mi carne antes de dar un salvaje tirón para asfixiarme y robar el aire de mis pulmones.
Escuché una voz siseante que me resultó familiar asegurando que yo no era quien decía ser.
Sin embargo no en balde la Inquisición había gastado sus recursos en entrenarme. Me había encontrado en demasiadas situaciones de vida o muerte como para dejar que cualquiera pretendiera sacarme ventaja.
Me retorcí y tiré hacia adelante con fuerza a la vez que con una enérgica barrida golpeaba sus pies con los míos. El alambre aflojó y giré para hacerle caer al tomarle del brazo manteniéndolo doblado detrás de su espalda y lanzándolo contra la arena. No esperé para agarrarle la cabeza con una de mis manos y golpearla con fuerza contra una roca.
El hombre lanzó un quejido y tiré de él aprovechándome de su aturdimiento para llevarlo a rastras conmigo.
-Así que después de todo no eres tan cobarde como parecías.- Se resistió pero lo forcé a moverse hasta alcanzar una fuente ornamental adonde le zambullí la cabeza hasta que vi formarse pequeñas burbujas. A continuación di un tirón a su pelo para alzarle la cabeza. -Vas a decirme quien más es tu socio. ¿Quién más lo sabe?-
El hombre tosió intentando zafarse y me lanzó una serie de improperios llamándome puta impostora. -¿Tu esposa? ¿Trabaja contigo? ¡Habla!- Rugí exigiendo una respuesta antes de volver a meterle la cabeza en el agua dejándola adentro y presionando con saña, logrando que se convulsionara al ahogarse y agitase los pies sobre la arena.
El lugar era absurdamente alegre, a tono con la estridente música. Alcé el brazo y chasqueé los dedos para atraer la atención de uno de los camareros. Una vez regresó con un vaso de whisky lo tomé agitándolo con lentitud.
Si esa rubia no se callaba terminaría la noche sin lengua por causa mía, su cotilleo incesante parecía imparable por lo que estaba sumamente tentada de ponerme de pie y acabar con el mismo.
El soldado parecía perturbado pero a él le debíamos encontrarnos aquí. Si no hubiera influido en que esa pareja se nos acercara en la comida ahora no tendría que encontrarme asintiendo y pretendiendo prestar atención a lo que decía la mujer.
Mientras ella hablaba concentrando su atención en un verde Jano que repentinamente había pasado de ser todo un camarada amistoso a responder en monosílabos, mi mirada deambuló por el lugar observando. Una buena parte de pasajeros se encontraba en el establecimiento, ansiosos por desembarcar se encontraban deseosos de pasar todo el tiempo que se les permitiera en tierra firme.
Tomé un trago cuando la rubia se puso de pie. La rubia… ¿cuál era su nombre? Irina… Inés… Se acercó al soldado con una sonrisa de oreja a oreja invitándolo a bailar. Karina, ese era el nombre, mi memoria fotográfica nunca fallaba, había repasado y memorizado los nombres de cada uno de los que aparecían en la lista de pasajeros además de la tripulación.
Mientras la mujer y un Jano acorralado se dirigían a la pista de baile mi vaso comenzó a temblar. Lo deposité sobre la mesa, notando el ligero temblor de mi diestra. Estiré los dedos observando cuidadosamente esa alteración fuera de lo común hasta que finalmente cesó.
Alcé de nuevo la mirada, el soldado bailaba con la mujer permitiéndome así darle un descanso a mis oídos. El esposo había desaparecido de mi vista, me puse de pie alejándome de las sillas para darle la vuelta al establecimiento, alejándome del sonido de voces y tornándose la música más distante al caminar a lo largo de la playa.
El ataque llegó repentino. El alambre atrapó mi cuello, ciñéndose alrededor y enredándose en mi carne antes de dar un salvaje tirón para asfixiarme y robar el aire de mis pulmones.
Escuché una voz siseante que me resultó familiar asegurando que yo no era quien decía ser.
Sin embargo no en balde la Inquisición había gastado sus recursos en entrenarme. Me había encontrado en demasiadas situaciones de vida o muerte como para dejar que cualquiera pretendiera sacarme ventaja.
Me retorcí y tiré hacia adelante con fuerza a la vez que con una enérgica barrida golpeaba sus pies con los míos. El alambre aflojó y giré para hacerle caer al tomarle del brazo manteniéndolo doblado detrás de su espalda y lanzándolo contra la arena. No esperé para agarrarle la cabeza con una de mis manos y golpearla con fuerza contra una roca.
El hombre lanzó un quejido y tiré de él aprovechándome de su aturdimiento para llevarlo a rastras conmigo.
-Así que después de todo no eres tan cobarde como parecías.- Se resistió pero lo forcé a moverse hasta alcanzar una fuente ornamental adonde le zambullí la cabeza hasta que vi formarse pequeñas burbujas. A continuación di un tirón a su pelo para alzarle la cabeza. -Vas a decirme quien más es tu socio. ¿Quién más lo sabe?-
El hombre tosió intentando zafarse y me lanzó una serie de improperios llamándome puta impostora. -¿Tu esposa? ¿Trabaja contigo? ¡Habla!- Rugí exigiendo una respuesta antes de volver a meterle la cabeza en el agua dejándola adentro y presionando con saña, logrando que se convulsionara al ahogarse y agitase los pies sobre la arena.
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
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Re: El cónclave (privado)(+18)
Si bien bailaba con la pesada mujer que entre mis brazos danzaba eso si, sin parar de hablar de tonterías, mis sentidos lobunos me advertían del peligro, atento a las pisadas de mi compañera de misión la sentí alejarse, una mirada efímera bastó para comprender su dirección, la playa, no era sensato alejarse, no porque no la viera capaz de vencer cualquier peligro, si no porque sabíamos nos acechaban y en cualquier momento podrían aprovechar para darnos caza.
Dejé escapar el aire con una sonrisa al escuchar la ultima nota.
-Estoy algo mareado -me excusé -ya sabes, las copas -apunté a la mujer que s limitó a acariciar mi brazo notando la musculatura.
Mi esposa, no la veo, debería buscarla, iba algo tomada y no quiero le ocurra nada -puntualicé como el marido preocupado que no era.
-Quizás se ha ido con mi marido a dar una vuelta.
-Con mas motivo -dije en tono jocoso -no se llevan bien precisamente.
Ella se echo a reír colgándose de mi brazo, por los dioses que mira era pesada aquella mujer.
Seguimos la dirección que mi esposa ficticia había tomado, para mi era fácil seguir su olor, las marcas d sus huellas en la arena, al llegar a la zona la vi reduciendo al esposo de la mujer que me acompañaba.
El corazón de esta se aceleró.
¡Tu mujer esta loca! -gritó aterrada, mas las gotas de sudor que resbalaban por su sien delató el engaño, sabían lo que eramos y ahora nosotros también lo que eran ellos, con un rápido movimiento la recudí contra al arena y alcé mis lobunos ojos en busca de ella.
-¿Estas bien? -pregunté la ver el tajo que el hilo había producido en su cuello atravesando la marca de la pasión de una noche entre los dos.
Idunn asintió con la cabeza levantando al tipo de muy malas maneras y haciéndonos con un par de maromas los amordazamos llevándolos a una zona menos frecuentada por turistas.
-Hay que matarlos, nos han descubierto, la tapadera no estará segura con ello sueltos -advertí a la loba que miraba a la luna tratando de buscar una salida.
-Eh..! -dije llamando su atención, acercándome a ella. Mis dedos acariciaron su rostro despacio para que centrara en mi sus ojos -lo haré yo, ve, diviértete en la fiesta, que no noten que no estamos o acabaran relacionándonos con la desaparición de dos turistas ¿de acuerdo?
Me relamí los labios mirando los suyos.
-¿un beso para tu marido solicito? -bromeé con cierta picardía llevándome un empujón en el pecho y una sonrisa de medio lado.
-No bebas mucho amor, no sabemos si hay mas de ellos.
Slo cuando se alejó, cuando no sentí su aura por ningún lado corté las maromas de esos dos.
-Largaos, decirle a Mani que se están acercando -le pasé unos documentos al hombre con premura que este se esmeró en guardar en su chaqué.
Necesito oler a sangre, ella es una loba notara si no es así que no os he matado.
Dos cuchillos les hicieron sangrar en las palmas y yo me unté con su sangre los lugares donde por obligación debía haberme manchado pese a que la muerte fuera limpia.
Me lavé después en el mar, sabiendo que el rastro lo podría olfatear y dejé trazas de sangre en la escena del crimen antes de regresar con mi preciosa loba.
Dejé escapar el aire con una sonrisa al escuchar la ultima nota.
-Estoy algo mareado -me excusé -ya sabes, las copas -apunté a la mujer que s limitó a acariciar mi brazo notando la musculatura.
Mi esposa, no la veo, debería buscarla, iba algo tomada y no quiero le ocurra nada -puntualicé como el marido preocupado que no era.
-Quizás se ha ido con mi marido a dar una vuelta.
-Con mas motivo -dije en tono jocoso -no se llevan bien precisamente.
Ella se echo a reír colgándose de mi brazo, por los dioses que mira era pesada aquella mujer.
Seguimos la dirección que mi esposa ficticia había tomado, para mi era fácil seguir su olor, las marcas d sus huellas en la arena, al llegar a la zona la vi reduciendo al esposo de la mujer que me acompañaba.
El corazón de esta se aceleró.
¡Tu mujer esta loca! -gritó aterrada, mas las gotas de sudor que resbalaban por su sien delató el engaño, sabían lo que eramos y ahora nosotros también lo que eran ellos, con un rápido movimiento la recudí contra al arena y alcé mis lobunos ojos en busca de ella.
-¿Estas bien? -pregunté la ver el tajo que el hilo había producido en su cuello atravesando la marca de la pasión de una noche entre los dos.
Idunn asintió con la cabeza levantando al tipo de muy malas maneras y haciéndonos con un par de maromas los amordazamos llevándolos a una zona menos frecuentada por turistas.
-Hay que matarlos, nos han descubierto, la tapadera no estará segura con ello sueltos -advertí a la loba que miraba a la luna tratando de buscar una salida.
-Eh..! -dije llamando su atención, acercándome a ella. Mis dedos acariciaron su rostro despacio para que centrara en mi sus ojos -lo haré yo, ve, diviértete en la fiesta, que no noten que no estamos o acabaran relacionándonos con la desaparición de dos turistas ¿de acuerdo?
Me relamí los labios mirando los suyos.
-¿un beso para tu marido solicito? -bromeé con cierta picardía llevándome un empujón en el pecho y una sonrisa de medio lado.
-No bebas mucho amor, no sabemos si hay mas de ellos.
Slo cuando se alejó, cuando no sentí su aura por ningún lado corté las maromas de esos dos.
-Largaos, decirle a Mani que se están acercando -le pasé unos documentos al hombre con premura que este se esmeró en guardar en su chaqué.
Necesito oler a sangre, ella es una loba notara si no es así que no os he matado.
Dos cuchillos les hicieron sangrar en las palmas y yo me unté con su sangre los lugares donde por obligación debía haberme manchado pese a que la muerte fuera limpia.
Me lavé después en el mar, sabiendo que el rastro lo podría olfatear y dejé trazas de sangre en la escena del crimen antes de regresar con mi preciosa loba.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 23/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
De vuelta en el camarote del barco pensé en lo engorroso que podía ser a menudo tener sangre en las raíces del cabello y por debajo de las uñas. Observé la imagen que me devolvía el espejo del baño examinando las raíces con hilos rojos pegados a mi cuero cabelludo y pensé con frialdad que todo asesinato tenía que tener su parte incómoda, entiéndase, deshacerse de los vestigios de sangre que quedaban presentes, así que con calma me saqué la ropa y tomé una ducha.
Una vez lo hube hecho y aún envuelta en la toalla, volví a mirarme en el espejo. La imagen no significaba nada para mí, como me había indicado la Inquisición, mi cuerpo no era más que un envoltorio hecho con un propósito. Lo que realmente examinaba era ese temblor de mi diestra que había regresado, tornándose bastante evidente, en directa correlación con el anterior que había experimentado en la playa.
Uno, dos pasos… me moví en el baño y busqué el estuche que había dejado bien resguardado de cualquier ojo ajeno al mío, lanzando una maldición al tener dificultades para abrirlo debido al incesante temblor, por lo que me tomó más tiempo de lo normal lograrlo. Saqué el frasco y lo abrí rápidamente antes de tomar mi medicamento.
Eché la cabeza hacia atrás inspirando profundamente mientras le sentía bajar por mi organismo deteniendo los espasmos. -Bien.- Me sentía otra vez yo misma. No haberlo tomado en su horario acostumbrado había causado alteraciones. Nada demasiado graves, el coito con un macho fue una directa consecuencia de saltarme una dosis, los efectos en mi organismo podían ser impredecibles.
Me dirigí de vuelta al interior del camarote después de volver a ocultarlo y cambié el vestido por un par de pantalones negros de montar.
Tomé el encendedor que había dejado en la mesita diagonal a la cama y tomando asiento en la penumbra comencé a moverlo entre mis dedos índice y pulgar. -¿Sabías que la pareja de espías tenía tres cómplices más? Fueron muy interesantes las confesiones del marido al encontrarse a punto de morir ahogado, me reveló las identidades y sus posiciones.- Hablé de forma calmada al ver al soldado regresando después un largo período de ausencia.
Provoqué con calma más chasquidos del encendedor mientras hablaba, no me había preocupado de encender los candelabros por lo que escuché perfectamente cuando el recién llegado se daba un tropezón al escuchar mi voz. -Utilizas las técnicas apropiadas al matar a alguien y obtienes la información… nada novedoso.-
Produje una sonrisa despectiva y observé la flama, siendo esta lo único que a intervalos iluminaba la penumbra, antes de redirigir mi mirada hacia él. -Al quebrarse tenían información interesante para compartir, como has de saber ya.-
Una vez lo hube hecho y aún envuelta en la toalla, volví a mirarme en el espejo. La imagen no significaba nada para mí, como me había indicado la Inquisición, mi cuerpo no era más que un envoltorio hecho con un propósito. Lo que realmente examinaba era ese temblor de mi diestra que había regresado, tornándose bastante evidente, en directa correlación con el anterior que había experimentado en la playa.
Uno, dos pasos… me moví en el baño y busqué el estuche que había dejado bien resguardado de cualquier ojo ajeno al mío, lanzando una maldición al tener dificultades para abrirlo debido al incesante temblor, por lo que me tomó más tiempo de lo normal lograrlo. Saqué el frasco y lo abrí rápidamente antes de tomar mi medicamento.
Eché la cabeza hacia atrás inspirando profundamente mientras le sentía bajar por mi organismo deteniendo los espasmos. -Bien.- Me sentía otra vez yo misma. No haberlo tomado en su horario acostumbrado había causado alteraciones. Nada demasiado graves, el coito con un macho fue una directa consecuencia de saltarme una dosis, los efectos en mi organismo podían ser impredecibles.
Me dirigí de vuelta al interior del camarote después de volver a ocultarlo y cambié el vestido por un par de pantalones negros de montar.
Tomé el encendedor que había dejado en la mesita diagonal a la cama y tomando asiento en la penumbra comencé a moverlo entre mis dedos índice y pulgar. -¿Sabías que la pareja de espías tenía tres cómplices más? Fueron muy interesantes las confesiones del marido al encontrarse a punto de morir ahogado, me reveló las identidades y sus posiciones.- Hablé de forma calmada al ver al soldado regresando después un largo período de ausencia.
Provoqué con calma más chasquidos del encendedor mientras hablaba, no me había preocupado de encender los candelabros por lo que escuché perfectamente cuando el recién llegado se daba un tropezón al escuchar mi voz. -Utilizas las técnicas apropiadas al matar a alguien y obtienes la información… nada novedoso.-
Produje una sonrisa despectiva y observé la flama, siendo esta lo único que a intervalos iluminaba la penumbra, antes de redirigir mi mirada hacia él. -Al quebrarse tenían información interesante para compartir, como has de saber ya.-
Última edición por Idunn el Dom Jul 22, 2018 3:28 am, editado 2 veces
Violet Corvinus- Condenado/Licántropo/Clase Media
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 17/06/2017
Re: El cónclave (privado)(+18)
Al entrar por la puerta la loba me esperaba sentada, la llama del encendedor que se prendía y apagaba en su diestra le daba un toque fantasmagórico y admito que me pilló por sorpresa el modo en el que me miraba silente, como si desconfiara de mi y sus preguntas, todo había que decirlo, completamente adecuadas, pretendieran sembrar la duda entre ambos.
Cerré la puerta con total calma, tomándome mi tiempo para responder mientras me quitaba la camisa con calma controlando que los latidos de mi corazón y una respiración errática no me delataran.
-Hueles bien ¿te has duchado sin mi? -pregunté con una ladeada sonrisa en mis labios mientras hacía lo propio con los pantalones y me deslizaba nada mas descalzarme por las sabanas.
-No ha dicho una palabra, pero ha gritado lo suficiente como para darme dolor de cabeza, por lo demás, conmigo no ha delatado ni a uno solo de los que lo acompañan, celebro que contigo haya sido mas cooperativo, al parecer el dolor no le permitía pensar con fluidez.
La mirada de Idunn repasó mi cuerpo solo cubierto por unos calzoncillos, no se que pretendía encontrar ciertamente, pero no iba a ponérselo fácil y menos a dar mi brazo a torcer, así que me limité a tumbado boca arriba ir cerrando los ojos, eso no me costó fingirlo pues francamente si estaba cansado.
Mis labios se entreabrieron fruto del sueño que empezaba a llegar y mi respiración se fue volviendo mas pesada pese a que estaba bañado en agua del mar.
Una parte de mi, la mas instintiva seguí pendiente de los movimientos bruscos que la loba pudiera hacer, si dudaba de mi bien podía tratar de matarme, pero teniendo una reacción exagerada o dándole demasiadas explicaciones solo lograría levantar mas sospechas.
Pasé mi brazo por su cintura en un gesto involuntario pero premeditado mientras escuchaba de fondo el encendedor prenderse y apagarse.
-Deja de jugar ya -pedí con la voz adormecida -tengo sueño esposa mía, mañana podremos empezar con esa larga lista de secuaces, pero hasta nosotros lso inquisidores condenados necesitamos unas horas de descansó.
Cerré la puerta con total calma, tomándome mi tiempo para responder mientras me quitaba la camisa con calma controlando que los latidos de mi corazón y una respiración errática no me delataran.
-Hueles bien ¿te has duchado sin mi? -pregunté con una ladeada sonrisa en mis labios mientras hacía lo propio con los pantalones y me deslizaba nada mas descalzarme por las sabanas.
-No ha dicho una palabra, pero ha gritado lo suficiente como para darme dolor de cabeza, por lo demás, conmigo no ha delatado ni a uno solo de los que lo acompañan, celebro que contigo haya sido mas cooperativo, al parecer el dolor no le permitía pensar con fluidez.
La mirada de Idunn repasó mi cuerpo solo cubierto por unos calzoncillos, no se que pretendía encontrar ciertamente, pero no iba a ponérselo fácil y menos a dar mi brazo a torcer, así que me limité a tumbado boca arriba ir cerrando los ojos, eso no me costó fingirlo pues francamente si estaba cansado.
Mis labios se entreabrieron fruto del sueño que empezaba a llegar y mi respiración se fue volviendo mas pesada pese a que estaba bañado en agua del mar.
Una parte de mi, la mas instintiva seguí pendiente de los movimientos bruscos que la loba pudiera hacer, si dudaba de mi bien podía tratar de matarme, pero teniendo una reacción exagerada o dándole demasiadas explicaciones solo lograría levantar mas sospechas.
Pasé mi brazo por su cintura en un gesto involuntario pero premeditado mientras escuchaba de fondo el encendedor prenderse y apagarse.
-Deja de jugar ya -pedí con la voz adormecida -tengo sueño esposa mía, mañana podremos empezar con esa larga lista de secuaces, pero hasta nosotros lso inquisidores condenados necesitamos unas horas de descansó.
Jano- Condenado/Licántropo/Clase Media
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