AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
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El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Salió de la mansión con una sonrisa tan amplia que sus colmillos se mostraron a público abierto; su rostro tenía el brillo de la diversión y sus dedos fueron saboreados por aquella lengua que aparecía entre los dientes probando su pulgar de la diestra. Su cochero al ver aparecer la silueta de su ama sin mirarle a los ojos abre la puerta, baja la vista cuando la mujer susurra al pasar por su lado la nueva dirección.
El carruaje anduvo con toda la prisa que caracteriza a la mujer que en medio de su oscuridad solo puede sonreír. Al llegar baja tan elegante como siempre, al verla en la entrada las puertas se abren de par en par y una orden ha dejado ella tales como la silueta de la mujer que llegará en breves; con un chasquido de dedos uno de los guardias se acerca a ella escuchando su petición, sin más abandona el lugar con prisas a acudir a donde su señora le ha enviado.
Ríe, completamente satisfecha al llegar a su oficina en aquel lugar, el College de France, tras de ella las luces y apenas iluminan su rostro que observa impaciente por que asome la figura de aquella jovencita.
Se levantó de su asiento mirando por el ventanal que daba al patio de la insitución, la puerta sonó y el aroma de un permue conocido llegó al sensible sentido de la mujer que sonrió dándose vuelta para ver a la dueña de esa fragancia, que al parecer no le hacía gracia el llamado de su “jefa”. Había sido la asistente de la mujer, ella se dirigió a la joven tomándole del mentón para ambas mirarse a lo ojos, de la nada un beso comenzó entre ellas, las manos de la humana se posaron sobre el pecho de la vampira para alejarla pero era inútil, solo intensificaba el beso lo suficiente como para quitarle la respiración a la humana.
El sonido seco de un cuerpo chocando contra algo se escucahó así como el rodar de varios objetos, la humana yacía sobre el escritorio revuelto de la mujer jadeando sin alejarse de los labios de la vampira, un poco se retiró sonriéndola lamiendo el mentón desabrochándole el vestido para mostrar algo de piel, subió con sus manos la falda del vestido dejando la pierna descubierta así como parte de sus medias
—Abre más tu boca—
Susurró acentuando el beso, en el momento que a quien esperaba llegó, la pudo oir desde la entrada principal, y ahora que era dirigida a su oficina levantó a la mujer que tenía en su escritorio poniéndola de espaldas hacia la puerta mientras ella se recargaba sobre el escritorio para así mirar cuando la mujer llegase. Tenía para ella preparado algo más que una función de ese ámbito.
El carruaje anduvo con toda la prisa que caracteriza a la mujer que en medio de su oscuridad solo puede sonreír. Al llegar baja tan elegante como siempre, al verla en la entrada las puertas se abren de par en par y una orden ha dejado ella tales como la silueta de la mujer que llegará en breves; con un chasquido de dedos uno de los guardias se acerca a ella escuchando su petición, sin más abandona el lugar con prisas a acudir a donde su señora le ha enviado.
Ríe, completamente satisfecha al llegar a su oficina en aquel lugar, el College de France, tras de ella las luces y apenas iluminan su rostro que observa impaciente por que asome la figura de aquella jovencita.
Se levantó de su asiento mirando por el ventanal que daba al patio de la insitución, la puerta sonó y el aroma de un permue conocido llegó al sensible sentido de la mujer que sonrió dándose vuelta para ver a la dueña de esa fragancia, que al parecer no le hacía gracia el llamado de su “jefa”. Había sido la asistente de la mujer, ella se dirigió a la joven tomándole del mentón para ambas mirarse a lo ojos, de la nada un beso comenzó entre ellas, las manos de la humana se posaron sobre el pecho de la vampira para alejarla pero era inútil, solo intensificaba el beso lo suficiente como para quitarle la respiración a la humana.
El sonido seco de un cuerpo chocando contra algo se escucahó así como el rodar de varios objetos, la humana yacía sobre el escritorio revuelto de la mujer jadeando sin alejarse de los labios de la vampira, un poco se retiró sonriéndola lamiendo el mentón desabrochándole el vestido para mostrar algo de piel, subió con sus manos la falda del vestido dejando la pierna descubierta así como parte de sus medias
—Abre más tu boca—
Susurró acentuando el beso, en el momento que a quien esperaba llegó, la pudo oir desde la entrada principal, y ahora que era dirigida a su oficina levantó a la mujer que tenía en su escritorio poniéndola de espaldas hacia la puerta mientras ella se recargaba sobre el escritorio para así mirar cuando la mujer llegase. Tenía para ella preparado algo más que una función de ese ámbito.
Fiorella Gøσdẅiŋ- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2015
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Georgette llegaba interesada por lo que le tenía que ofrecer la mujer del vestido rojo si es que aun lo tenía puesto sobre aquel estilizado cuerpo. Para poder hacer un poco de tiempo, Georgette se replanteaba su vida. Dar un vuelco, hacer cosas alocadas y que no estuvieran permitidas por la sociedad, pero no quería ir tampoco a defraudar dicho apellido del cual hasta ahora no se creía mancillado. Georgette miraba con interés los cuadros que había por la casa.
Había de todo tipo.
Su maleta había sido apartada cuando esta había bajado del carruaje y cuando entro enseguida, dos doncellas le quitaron el abrigo, el recogido que tenia hecho en su cabello y Georgette estaba bien extrañada. Cuando un hombre de estatura metro ochenta, podría sacarle una cabeza, le dijo que le acompañase hacia el estudio donde estaba esperándole la mujer de aquel interesante vestido rojo.
Cuando comenzó a subir las escaleras, las doncellas, le quitaron los zapatos y le dieron unas zapatillas de estar por casa, le iban desabrochando la parte frontal de su escote, pero enseguida Georgette, que se extrañaba de lo que hacían las doncellas, dio un manotazo a cada una para que la dejaran en paz – Dejadme, no voy a quitarme la ropa ahora – Extrañada siguió hacia delante, aunque sinceramente estaba por darse la vuelta, volver hacia el carruaje. Pero no lo hizo. Ella mismamente siguió hacia delante para que una de las doncellas entre otras dos la apresaran contra la pared, una doncella sujetándole cada brazo, y la restante le fue levantando el bajo de la falda para así coger de su ropa interior y quitársela por las piernas, se las quito como pudo ya que Georgette estaba poniendo resistencia a lo que estaban haciendo las doncellas.
- ¡No! ¡Dejadme! – Georgette intentaba decirles que la dejaran en paz, logro zafarse de las doncellas, fue corriendo con las bragas en la mano tras habérselas quitado a la doncella, fue corriendo hacia la salida pero las puertas fueron abruptamente cerradas de par en par. Aquel mayordomo que le dijo que la acompañara la sujeto de los hombros, se quedo su ropa interior y como pudo fue llevando a la fuerza a Georgette hasta el escritorio en donde se encontraría aquella mujer con la que había quedado en entrevistarse.
Fue ya cuando el mayordomo entro con Georgette en el interior del estudio. En el interior se veía a la doncella medio excitada al lado de la mujer elegante, la misma mujer la observaba con la misma intensidad que antes y tras ser atada de manos con un pañuelo con un poco de consistencia, el mayordomo abrió el escote que antes las doncellas no pudieron abrir. Abrió el escote y el corsé interior lo aflojo un poco, mostrando parte de la delantera de la invitada de honor, pero no acabo ahí la cosa. El mayordomo tomo iniciativa sobre el cuerpo de Georgette, comenzó a prepararlo para su ama y dueña, el mayordomo abrió de par en par las piernas de Georgette para ir haciendo que su cavidad vaginal estuviera bien húmeda, el mayordomo pudo escuchar algún que otro gemido retenido de Georgette, pero cuando vio que ya estaba bastante húmeda, se limpio las manos con un pañuelo y sonriendo dijo:
- La invitada está preparada, madame – Para después irse con una sonrisa ladina sobre su rostro.
Había de todo tipo.
Su maleta había sido apartada cuando esta había bajado del carruaje y cuando entro enseguida, dos doncellas le quitaron el abrigo, el recogido que tenia hecho en su cabello y Georgette estaba bien extrañada. Cuando un hombre de estatura metro ochenta, podría sacarle una cabeza, le dijo que le acompañase hacia el estudio donde estaba esperándole la mujer de aquel interesante vestido rojo.
Cuando comenzó a subir las escaleras, las doncellas, le quitaron los zapatos y le dieron unas zapatillas de estar por casa, le iban desabrochando la parte frontal de su escote, pero enseguida Georgette, que se extrañaba de lo que hacían las doncellas, dio un manotazo a cada una para que la dejaran en paz – Dejadme, no voy a quitarme la ropa ahora – Extrañada siguió hacia delante, aunque sinceramente estaba por darse la vuelta, volver hacia el carruaje. Pero no lo hizo. Ella mismamente siguió hacia delante para que una de las doncellas entre otras dos la apresaran contra la pared, una doncella sujetándole cada brazo, y la restante le fue levantando el bajo de la falda para así coger de su ropa interior y quitársela por las piernas, se las quito como pudo ya que Georgette estaba poniendo resistencia a lo que estaban haciendo las doncellas.
- ¡No! ¡Dejadme! – Georgette intentaba decirles que la dejaran en paz, logro zafarse de las doncellas, fue corriendo con las bragas en la mano tras habérselas quitado a la doncella, fue corriendo hacia la salida pero las puertas fueron abruptamente cerradas de par en par. Aquel mayordomo que le dijo que la acompañara la sujeto de los hombros, se quedo su ropa interior y como pudo fue llevando a la fuerza a Georgette hasta el escritorio en donde se encontraría aquella mujer con la que había quedado en entrevistarse.
Fue ya cuando el mayordomo entro con Georgette en el interior del estudio. En el interior se veía a la doncella medio excitada al lado de la mujer elegante, la misma mujer la observaba con la misma intensidad que antes y tras ser atada de manos con un pañuelo con un poco de consistencia, el mayordomo abrió el escote que antes las doncellas no pudieron abrir. Abrió el escote y el corsé interior lo aflojo un poco, mostrando parte de la delantera de la invitada de honor, pero no acabo ahí la cosa. El mayordomo tomo iniciativa sobre el cuerpo de Georgette, comenzó a prepararlo para su ama y dueña, el mayordomo abrió de par en par las piernas de Georgette para ir haciendo que su cavidad vaginal estuviera bien húmeda, el mayordomo pudo escuchar algún que otro gemido retenido de Georgette, pero cuando vio que ya estaba bastante húmeda, se limpio las manos con un pañuelo y sonriendo dijo:
- La invitada está preparada, madame – Para después irse con una sonrisa ladina sobre su rostro.
Georgette J. Dallarth- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/08/2016
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
La jovencita abrió sus piernas dejando aquella elegante dama entre sus piernas, sus manos recorrían el cuerpo joven asi como sus besos mientras esos ojos devoraban como su mayordomo atendía el cuerpo de la que fue invitada al colegio, mientras ella sonreía al ver el estímulo que recibía por parte de su empleado de confianza que al momento de dar su informe se retiró en silencio, pero antes de salir por la puerta, tomó de la mano de la jovencita que no llevaba ropa alguna ya sobre su cuerpo entregándola al mayordomo.
—vístanla y llévenmela a casa, luego de que termine con la señorita Dallarth, vendrán por nosotras—
La doncella se arrodillo ante la mujer con lágrimas pidiendo que no la alejara pero con una caricia calmó a la jovencita que sonrojada y con vergüenza seguía al mayordomo por fuera de la habitación. Caminó hasta la puerta cerrando con llave la cual dejó en la estantería, se acercó al sillón donde dejaron el cuerpo de la joven, admiró su cuerpo acariciando con la uña parte de su escote excitándose por el aroma que desprendía la humana. La recostó sobre el sillón sonriéndole acariciándole los cabellos castaños
—Voy a enseñarte en este colegio y en mi casa lo que tus padres quieren que te enseñe, vas a ser muy educada conmigo y cuando me contradigas te castigaré cruelmente, hare que me desees tanto que tu cuerpo no responderá a ningún otro amante, no podrás ser de ningún hombre porque siempre estaré en tu mente—
Susurró contra los labios de la mortal hasta levantarse del sillón, la levantó de los brazos cuando ella chilló por la brusquedad, con sus manos le rasgo todo el vestido dejándola en ropa interior, rasgó el corsé y sus bragas dejándola desnuda frente a sus ojos, con las manos hacia atrás atadas.
—Muy bonita, el color de tus pezones son muy lindos, así como el aroma que desprende tu sexo ya puedo imaginar el color rosado y su humedad—
Se alejó hasta estar sentada en su sillón frente al escritorio de donde llamó a la humana.
—Ven siéntate aquí en mi escritorio, tu viniste porque querías aprender, entonces ahora no puedes retroceder, si huyes haré que te duela, tu eliges si quieres que sea un paraíso para ti o un infierno por mi lado te diré que te haré sentir lo que nadie logró hacerlo—
Viendo el shock en el que estaba se acercó a ella soltándole las manos dejando caer aquello, sus manos agarran sus caderas frágiles pegándola a su cuerpo, la trepó a su cintura llevándola al escritorio recostándola, sus dedos acariciaban sus pezones, frotándolos, su lengua se acercó y los probó en una lamida. Le abrió las piernas metiéndose entre ellas al chupar uno de sus pezones, su mano bajo hasta tocar el sexo húmedo tocando su clítoris hasta que metió en ella dos de sus dedos sintiendo su virginidad, tomándola para si al besarle los labios para acallar el grito que soltó cuando entraron sus dedos por completo.
Comenzó a mover aquellos dedos con suavidad escuchando los gemidos de la humana, justo cuando le muerde el pezón tomando de entre su seno parte de su sangre sin despegarse de ese seno moviendo más rápido sus dedos en el interior de ella.
—vístanla y llévenmela a casa, luego de que termine con la señorita Dallarth, vendrán por nosotras—
La doncella se arrodillo ante la mujer con lágrimas pidiendo que no la alejara pero con una caricia calmó a la jovencita que sonrojada y con vergüenza seguía al mayordomo por fuera de la habitación. Caminó hasta la puerta cerrando con llave la cual dejó en la estantería, se acercó al sillón donde dejaron el cuerpo de la joven, admiró su cuerpo acariciando con la uña parte de su escote excitándose por el aroma que desprendía la humana. La recostó sobre el sillón sonriéndole acariciándole los cabellos castaños
—Voy a enseñarte en este colegio y en mi casa lo que tus padres quieren que te enseñe, vas a ser muy educada conmigo y cuando me contradigas te castigaré cruelmente, hare que me desees tanto que tu cuerpo no responderá a ningún otro amante, no podrás ser de ningún hombre porque siempre estaré en tu mente—
Susurró contra los labios de la mortal hasta levantarse del sillón, la levantó de los brazos cuando ella chilló por la brusquedad, con sus manos le rasgo todo el vestido dejándola en ropa interior, rasgó el corsé y sus bragas dejándola desnuda frente a sus ojos, con las manos hacia atrás atadas.
—Muy bonita, el color de tus pezones son muy lindos, así como el aroma que desprende tu sexo ya puedo imaginar el color rosado y su humedad—
Se alejó hasta estar sentada en su sillón frente al escritorio de donde llamó a la humana.
—Ven siéntate aquí en mi escritorio, tu viniste porque querías aprender, entonces ahora no puedes retroceder, si huyes haré que te duela, tu eliges si quieres que sea un paraíso para ti o un infierno por mi lado te diré que te haré sentir lo que nadie logró hacerlo—
Viendo el shock en el que estaba se acercó a ella soltándole las manos dejando caer aquello, sus manos agarran sus caderas frágiles pegándola a su cuerpo, la trepó a su cintura llevándola al escritorio recostándola, sus dedos acariciaban sus pezones, frotándolos, su lengua se acercó y los probó en una lamida. Le abrió las piernas metiéndose entre ellas al chupar uno de sus pezones, su mano bajo hasta tocar el sexo húmedo tocando su clítoris hasta que metió en ella dos de sus dedos sintiendo su virginidad, tomándola para si al besarle los labios para acallar el grito que soltó cuando entraron sus dedos por completo.
Comenzó a mover aquellos dedos con suavidad escuchando los gemidos de la humana, justo cuando le muerde el pezón tomando de entre su seno parte de su sangre sin despegarse de ese seno moviendo más rápido sus dedos en el interior de ella.
Fiorella Gøσdẅiŋ- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2015
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Las sensaciones nerviosas de Georgette estaban siendo desbordadas por el inmenso placer que estaba reteniendo en aquel momento mientras la mujer elegante del vestido rojo estaba penetrando su vagina con dos dedos frios y erectos que le proporcionaban un contraste placentero en contra de su elevada temperatura corporal - ¡aaggh!! –No supo si ese gemido fue placentero o doloroso, sus sentidos en aquel momento estaban desbordándose hasta estar dejándola completamente confusa, no sabía que más hacer, ¿rendirse o dejarse llevar a aquellos encantos?
- aah….aun…no sé vuestro nombre de pila…-dijo mientras su cuerpo se curvaba en aquel escritorio, sus manos a ambos lado de su cuerpo intentando sujetarse a algo pero el dolor que sentía desde su pezón no era del todo agradable - ¡Ay! ¡El pezón no madame! – Pidió que le tocara cualquier parte de su anatomía pero que no le tocara ninguna vez parte de sus senos, o al menos de sus sensibles pezones, no quería preocuparse de manchar por heridas en sus pezones – Aaaah…..aaaagg…..nooo….aaahhh…...- su cuerpo cada vez iba adoptándose más y más al estado de sumisa, poco a poco iría cediendo al placer que esta le estaba produciendo en el interior de su vagina con aquel par de dedos, pero estando ahí, sobre la mesa se sentía algo inútil… ¿no debería de estar compartiendo el mismo deseo carnal entre ambas?
Unos segundos después de que Georgette gritara del dolor en sus senos - ¡Ya!.... mis senos no…por favor…. –Las lágrimas salían de su rostro pálido de porcelana, en aquel momento la puerta se abría dejando paso al mayordomo que antes la había forzado a entrar en el estudio, el que le había abierto de par en par su escote y había osado de tocarle en sus partes inferiores. El mayordomo, el cual tenía otra llave del estudio, volvió a cerrar la puerta tras de sí y con una sonrisa comenzaba a hablar.
- La muchacha doncella ya fue mandada en un carruaje a su residencia, pero espero que no le importe madame que le ofrezca ayuda ya que nuestra invitada ha resultado ser algo…gritona a mí entender. Las demás doncellas han tenido que ser calladas y reprimidas ya que envidian la suerte de nuestra invitada….en manos de nuestra anfitriona. – Con aquello dicho, el mayordomo de confianza de la mujer elegante del vestido rojo, había tomado las manos de Georgette y las había colocado por encima de su cabeza, este se había colocado a la cabeza de Georgette, le sujetaba ambas manos para que no le diera a su ama, pero se las sujeto entonces con una sola mano y con la que tenía libre, se fue bajando la cremallera de los pantalones, libero una mano de Georgette y la obligó a que la metiera en el interior de las ropas ajenas para así este gozar de las suaves y cándidas manos de Georgette – Tenía usted razón, estimada ama. Es única en su especie…
- ¡Dejenme…! – Con puro asco en sus manos, esta no quería tocar aquel pene erecto del mayordomo, pero pronto se vio su voz obstaculizada por la polla erecta que se introdujo en su boca, el mayordomo a su vez le sujeto ambas manos para que no pudiera moverlas y siendo penetrada por vagina y boca, Georgette estaba siendo follada a base de bien.
- aah….aun…no sé vuestro nombre de pila…-dijo mientras su cuerpo se curvaba en aquel escritorio, sus manos a ambos lado de su cuerpo intentando sujetarse a algo pero el dolor que sentía desde su pezón no era del todo agradable - ¡Ay! ¡El pezón no madame! – Pidió que le tocara cualquier parte de su anatomía pero que no le tocara ninguna vez parte de sus senos, o al menos de sus sensibles pezones, no quería preocuparse de manchar por heridas en sus pezones – Aaaah…..aaaagg…..nooo….aaahhh…...- su cuerpo cada vez iba adoptándose más y más al estado de sumisa, poco a poco iría cediendo al placer que esta le estaba produciendo en el interior de su vagina con aquel par de dedos, pero estando ahí, sobre la mesa se sentía algo inútil… ¿no debería de estar compartiendo el mismo deseo carnal entre ambas?
Unos segundos después de que Georgette gritara del dolor en sus senos - ¡Ya!.... mis senos no…por favor…. –Las lágrimas salían de su rostro pálido de porcelana, en aquel momento la puerta se abría dejando paso al mayordomo que antes la había forzado a entrar en el estudio, el que le había abierto de par en par su escote y había osado de tocarle en sus partes inferiores. El mayordomo, el cual tenía otra llave del estudio, volvió a cerrar la puerta tras de sí y con una sonrisa comenzaba a hablar.
- La muchacha doncella ya fue mandada en un carruaje a su residencia, pero espero que no le importe madame que le ofrezca ayuda ya que nuestra invitada ha resultado ser algo…gritona a mí entender. Las demás doncellas han tenido que ser calladas y reprimidas ya que envidian la suerte de nuestra invitada….en manos de nuestra anfitriona. – Con aquello dicho, el mayordomo de confianza de la mujer elegante del vestido rojo, había tomado las manos de Georgette y las había colocado por encima de su cabeza, este se había colocado a la cabeza de Georgette, le sujetaba ambas manos para que no le diera a su ama, pero se las sujeto entonces con una sola mano y con la que tenía libre, se fue bajando la cremallera de los pantalones, libero una mano de Georgette y la obligó a que la metiera en el interior de las ropas ajenas para así este gozar de las suaves y cándidas manos de Georgette – Tenía usted razón, estimada ama. Es única en su especie…
- ¡Dejenme…! – Con puro asco en sus manos, esta no quería tocar aquel pene erecto del mayordomo, pero pronto se vio su voz obstaculizada por la polla erecta que se introdujo en su boca, el mayordomo a su vez le sujeto ambas manos para que no pudiera moverlas y siendo penetrada por vagina y boca, Georgette estaba siendo follada a base de bien.
Georgette J. Dallarth- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/08/2016
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Sus dedos chapoteaban en el lago de su sexo, con aquellos sonidos tan eróticos y pervertidos que sonrió con placer. Sus dedos se fundían hundiéndose con fuerza en aquel lugar tocando con sus yemas la carne suave y pegajosa, buscaba tocar ese punto y su palma se empujaba contra el hinchado botón de la muchacha que lloraba de placer. Su otra mano tomaba sus pezones tirándolos en el momento que sentía como sus dedos eran devorados por su sexo.
Podía oír los gemidos pequeños de dolor y placer, sonriéndole.
—Oh pequeña, pronto comenzarás a solo gemir de puro placer—
Saco sus dos dedos viendo lo perlado que estaban ambos falanges, sonrió abriéndole las piernas admirando su obra de arte, tocando sus paredes y labios íntimos. Sus ojos fueron a su mayordomo y entonces la idea del castigo se sobrevino; dio una fuerte palmada sobre el sexo de la muchacha casi empujando con su índice el clítoris de ella, con una ira fuerte.
—A que estás negándote, acaso te he dicho que puedes hablar, te he dado permiso para que abras tu boca a decirme algo, cuando yo te diga tu hablarás mientras tanto solo gime de placer—
Alejó su mano mirando a su mayordomo que enseguida entendió el mensaje. Este comenzó a desnudarse por completo mientras ella se sentaba de nuevo en su sillón frente a aquella escrito con las piernas cruzas y las manos sobre sus rodillas mirando el rostro de la chica que colgaba de cabeza hacia ella. El hombre estaba entre sus piernas frotando su miembro en su entrada, mirando a su señora a que le diera la orden
—Como es única, entonces veamos que tanto ruega por ser tomada por mí, puedes follartela hasta que te corras dentro de ella, déjame ver su expresión de horror y sus gritos—
Acarició la cabeza de la doncella sonriendole
—Pequeña si gritas y hablas algo más, voy hacer que te duela más tu primera vez, ahora gime—
Chasqueo los dedos y su empleado se empaló contra ella con fuerza quitándole la doncellez de golpe. El aroma de la sangre que corría se mezclaba con las lágrimas y el tormento del rostro de aquella chica. Ella se mantuvo sentada observando como saltaba el cuerpo de la chica frente a sus ojos acariciándole los cabellos los cuales enredada entre sus dedos
—Di que me obedecerás por siempre, que me vendes tu alma y cuerpo y haré que pare esta tortura, te dije que tu decidías si querías el cielo o el infierno y decidiste el infierno, así que ahora decide te vendes a mi o dejaré que te siga violando toda la noche, mientras voy a casa a disfrutar de mi otra doncella que me espera dispuesta a obedecerme —
Susurró contra los labios de la humana lamiéndolos con sensualidad.
Podía oír los gemidos pequeños de dolor y placer, sonriéndole.
—Oh pequeña, pronto comenzarás a solo gemir de puro placer—
Saco sus dos dedos viendo lo perlado que estaban ambos falanges, sonrió abriéndole las piernas admirando su obra de arte, tocando sus paredes y labios íntimos. Sus ojos fueron a su mayordomo y entonces la idea del castigo se sobrevino; dio una fuerte palmada sobre el sexo de la muchacha casi empujando con su índice el clítoris de ella, con una ira fuerte.
—A que estás negándote, acaso te he dicho que puedes hablar, te he dado permiso para que abras tu boca a decirme algo, cuando yo te diga tu hablarás mientras tanto solo gime de placer—
Alejó su mano mirando a su mayordomo que enseguida entendió el mensaje. Este comenzó a desnudarse por completo mientras ella se sentaba de nuevo en su sillón frente a aquella escrito con las piernas cruzas y las manos sobre sus rodillas mirando el rostro de la chica que colgaba de cabeza hacia ella. El hombre estaba entre sus piernas frotando su miembro en su entrada, mirando a su señora a que le diera la orden
—Como es única, entonces veamos que tanto ruega por ser tomada por mí, puedes follartela hasta que te corras dentro de ella, déjame ver su expresión de horror y sus gritos—
Acarició la cabeza de la doncella sonriendole
—Pequeña si gritas y hablas algo más, voy hacer que te duela más tu primera vez, ahora gime—
Chasqueo los dedos y su empleado se empaló contra ella con fuerza quitándole la doncellez de golpe. El aroma de la sangre que corría se mezclaba con las lágrimas y el tormento del rostro de aquella chica. Ella se mantuvo sentada observando como saltaba el cuerpo de la chica frente a sus ojos acariciándole los cabellos los cuales enredada entre sus dedos
—Di que me obedecerás por siempre, que me vendes tu alma y cuerpo y haré que pare esta tortura, te dije que tu decidías si querías el cielo o el infierno y decidiste el infierno, así que ahora decide te vendes a mi o dejaré que te siga violando toda la noche, mientras voy a casa a disfrutar de mi otra doncella que me espera dispuesta a obedecerme —
Susurró contra los labios de la humana lamiéndolos con sensualidad.
Fiorella Gøσdẅiŋ- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2015
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Aquellos minutos estaban siendo un puto infierno para Georgette.
Su vida entera había sido un maldito engaño, su familia la preparaba para un futuro que ya no existía ya que dicho mayordomo de dicha mujer le había arrebatado su única y más pura virtud, ahora estaba mancillada entre el olor de su sangre virginal junto con el de sus lágrimas, el libido subía a su cuerpo de manera obligada, sintiéndose que quería desaparecer de aquel momento, de aquella sala, no quería seguir estando en aquel lugar.
Quería morir en aquel instante.
Cuando escucho la palabra de que si le obedecería estuvo tentada de decir que no lo haría nunca tal y como la estaban tratando, pudo notar las manos de la mujer enredadas en su dorada cabellera, al mayordomo cada vez yendo mucho más deprisa en su interior, podía sentir el momento en el que el mayordomo se correría dentro de ella arriesgándola a un embarazo seguro hasta que dijo este que le era imposible concebir hijos, pero lo dijo de tal manera que pareciera una queja, algo de lo que odiaba en ese momento pues habría sido mucho más cruel para la doncella de cabellos dorados causarle un problema más, un hijo del cual después tenerla extorsionada, una pena, pero con permiso de su ama, salió de la vagina de Georgette para darle la vuelta en el escritorio, dejando a esta boca abajo sobre el escritorio, le saco las piernas apoyando los pies de Georgette en el suelo, el mayordomo le abrió las piernas y de nuevo la penetro en toda su cavidad vaginal.
De nuevo, otro grito desgarrador proveniente de Georgette, quien seguía pidiendo clemencia, sus lágrimas ya salían por si solas, Georgette observaba a la mujer del vestido rojo, bajo la mirada a las rodillas perfectas y pálidas de esta, después y finalmente la bajo hasta el suelo de aquella sala, no quería sufrir más por lo que no tuvo otra opción para que el mayordomo parase ya de una vez. Dijo “Acepto”, podría decirse que pidió clemencia con palabras y disculpas por su insubordinación, que merecía ser castigada y que acataría las órdenes de la mujer del vestido de rojo.
¿Sería suficiente con aquello?
No lo sabía, pero era su única esperanza de poder sobrevivir ante la mujer de rojo que parecía querer hacer de su vida un viviente infierno.
Su vida entera había sido un maldito engaño, su familia la preparaba para un futuro que ya no existía ya que dicho mayordomo de dicha mujer le había arrebatado su única y más pura virtud, ahora estaba mancillada entre el olor de su sangre virginal junto con el de sus lágrimas, el libido subía a su cuerpo de manera obligada, sintiéndose que quería desaparecer de aquel momento, de aquella sala, no quería seguir estando en aquel lugar.
Quería morir en aquel instante.
Cuando escucho la palabra de que si le obedecería estuvo tentada de decir que no lo haría nunca tal y como la estaban tratando, pudo notar las manos de la mujer enredadas en su dorada cabellera, al mayordomo cada vez yendo mucho más deprisa en su interior, podía sentir el momento en el que el mayordomo se correría dentro de ella arriesgándola a un embarazo seguro hasta que dijo este que le era imposible concebir hijos, pero lo dijo de tal manera que pareciera una queja, algo de lo que odiaba en ese momento pues habría sido mucho más cruel para la doncella de cabellos dorados causarle un problema más, un hijo del cual después tenerla extorsionada, una pena, pero con permiso de su ama, salió de la vagina de Georgette para darle la vuelta en el escritorio, dejando a esta boca abajo sobre el escritorio, le saco las piernas apoyando los pies de Georgette en el suelo, el mayordomo le abrió las piernas y de nuevo la penetro en toda su cavidad vaginal.
De nuevo, otro grito desgarrador proveniente de Georgette, quien seguía pidiendo clemencia, sus lágrimas ya salían por si solas, Georgette observaba a la mujer del vestido rojo, bajo la mirada a las rodillas perfectas y pálidas de esta, después y finalmente la bajo hasta el suelo de aquella sala, no quería sufrir más por lo que no tuvo otra opción para que el mayordomo parase ya de una vez. Dijo “Acepto”, podría decirse que pidió clemencia con palabras y disculpas por su insubordinación, que merecía ser castigada y que acataría las órdenes de la mujer del vestido de rojo.
¿Sería suficiente con aquello?
No lo sabía, pero era su única esperanza de poder sobrevivir ante la mujer de rojo que parecía querer hacer de su vida un viviente infierno.
Georgette J. Dallarth- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/08/2016
Re: El libro de Alicia ¿Dónde estará? +18 ||Privado
Canto que se muestra entre las notas delos instrumentos que acompañan al fría noche de los muertos que caminan con la vida arrancada de otros; sus sonrisas y gestos no son más que la falsa ilusión de quienes han tenido que terminar varios metros bajo tierra solo para complacer los designios de los hilos del destino, hilos que son tirados por aquellos que llaman “seres supremos” si supieran que solo hay maldad la que camina entre ellos sin un dios que los proteja, y que a quienes entregan su fe solo son los portadores de las llaves del infierno.
Estaba por momentos esperanzada en poder encontrar el momento perfecto Los pasos que resuenan entre la solitaria ciudad abandonada a la suerte de las ánimas y almas miserables que aun ronda, con o sin vida, por esos tugurios, la niebla cubre el cuerpo sin vida que es arrastrado con la indecencia y poco decoro hasta ser abandonado tras aquellos muros que van cayéndose en un fingido intento por recrear un falso accidente. La sonrisa que se muestra sobre aquel rostro cubierto por la tela de un sombrero es la única evidencia de quien en vida fue aquella maldita alma que ahora yace condenada en las cadenas del inframundo.
Llamas que danzan con el calor de las brisas parisinas, el crepitar cual melodía a la invitada de aquella noche quien atenta escucha la presentación de la víctima de la noche. Silencio sepulcral el que se instaura en aquel lugar abandonado y marchito, el aroma de la extinta vida es lo que prima en cada sendero, así como el secreto de lo que ahí ha ocurrido, los únicos vestigios son los ojos de la bestia así como el mentón manchado y las gotas que en el suelo han quedado.
Estaba por momentos esperanzada en poder encontrar el momento perfecto Los pasos que resuenan entre la solitaria ciudad abandonada a la suerte de las ánimas y almas miserables que aun ronda, con o sin vida, por esos tugurios, la niebla cubre el cuerpo sin vida que es arrastrado con la indecencia y poco decoro hasta ser abandonado tras aquellos muros que van cayéndose en un fingido intento por recrear un falso accidente. La sonrisa que se muestra sobre aquel rostro cubierto por la tela de un sombrero es la única evidencia de quien en vida fue aquella maldita alma que ahora yace condenada en las cadenas del inframundo.
Llamas que danzan con el calor de las brisas parisinas, el crepitar cual melodía a la invitada de aquella noche quien atenta escucha la presentación de la víctima de la noche. Silencio sepulcral el que se instaura en aquel lugar abandonado y marchito, el aroma de la extinta vida es lo que prima en cada sendero, así como el secreto de lo que ahí ha ocurrido, los únicos vestigios son los ojos de la bestia así como el mentón manchado y las gotas que en el suelo han quedado.
Fiorella Gøσdẅiŋ- Vampiro Clase Alta
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