Una copa y una rosa.

Marie della Padille Du Court,
(conocida como Madame Marie)

Algo arrogante, soberbia para sus enemigos, fina y delicada es Madame Marie a la hora de describirla en pocas palabras. Ella nació en la nobleza española pero el destino la trajo a París, como la dueña de uno de los cabarets más importantes de la ciudad. Como mujer, ella pisa fuerte, no es de las que se quedan esperando que las cosas sucedan. Ella planea qué paso dar, cuándo, dónde. En apariencia no tiene ninguna debilidad aunque en su interior, un corazón bonachón late con fuerza y espera ser escuchado.
Parece una reina, en sus gestos y modales pero es sólo un artilugio para aprovechar su poder de encandilamiento. Madame Marie es un arma de doble filo.
Es enamoradiza pero no se entrega al primero que ve. Suele sentir  fuertes deseos sexuales hacia un hombre y luego cambiar, de la noche a la mañana. Todavía nadie se ha ganado el sentimiento de amor completo de esta bruja de la noche. Como amiga es fiel, comprensiva, siempre dispuesta a tender una mano y como Madame es “La Gran Madre y Maestra” del Oficio.
Siente una profunda repulsión a aquellos hombres que comercializan niñas pequeñas para trabajos sexuales. Tanto que lleva muertes en su haber y una daga ensangrentada que siempre lleva escondida en su pollera dorada.
Como prostituta ha quedado embarazada muchas veces, perdiendo la mayoría de ellos salvo una niña que ha dejado al cuidado de su familia noble en España. La niña ha heredado su linaje de hechicera y, a través de los sueños, la pequeña Aylú della Padille se comunica con su madre pero nunca se han visto personalmente.
Sólo hay un secreto en su vida, ligado a uno de los brujos más antiguos de la ciudad, Amelhíon Du Cruçerois. Algunos dicen que está secretamente enamorada de él, otros mencionan que es su aprendiz. Lo cierto es que se los ha visto juntos en el cementerio, realizando varios rituales a la luz de la luna como nigromantes que son.

HISTORIA
Era  de noche, la luna del verano se extinguía atravesada por nubes de tormenta cuando la amante del rey estaba pariendo, sola y sin recaudos, a su pequeña hija.
A pesar de los rumores esparcidos en la Corte española, María de la Padilla provenía de un linaje de nobles y hechiceras. Así era su nombre: María como la Virgen y su abuela paterna, la reina saliente de España; de la Padilla, el apellido de su madre, la consorte del monarca.
Entre joyas y lujos creció la pequeña María de sangre noble hasta que, por un ardid de su tío, un hombre la secuestró, la vendió a una Madame en el pueblo acabado de Corneau e hizo desaparecer a la pequeña de rizos dorados de la familia real. En aquella aldea, el párroco de la Iglesia le aconsejó que se negara a sus dones y en cada misa la exponía frente a los feligreses mientras cantaban a la Santa Madre de Dios hasta que, una noche de las Almas benditas un brujo de capa azul y sombrero negro la rescató de ser quemada en una hoguera improvisada. Ese hombre era Amelhíon Du Cruçerois, a quién no vería hasta después de sus veintiún años, ya como propietaria de la casa del placer “Dueña de las Rosas”.
Con la ayuda de áquel brujo llegó a París. Su belleza no tardó en ser admirada por uno de los amigos de su héroe, un hijo de la nobleza francesa, alquimista en sus tiempos libres bautizado como Wilhem Du Court. Ambos se casaron pero, en vez de ser felices como anuncian los cuentos de Hadas, la tragedia volvió a la vida de Madame Marie. Wilhem tuvo que marcharse para contraer reales nupcias con una princesa rusa dejándola a Marie embarazada de su hija, Aylú con apenas siete monedas de oro y una copa de cobre con rubíes incrustados.
Marie pidió ayuda a una Madame de un burdel de mala muerte. Esta, ya anciana, le concedió todo lo que le pidió a cambio de que, después de recuperarse del embarazo se deshiciera de la criatura y aprendiera el oficio de prostituta. Marie aceptó y luego de tres meses tuvo a su hija Aylú. Por un romance temporal con un hombre de la corte española radicado en París pudo hacer llegar a sus padres el fruto de un amor corrompido por el sino.        
Madame  Marie no tardó en hacerse conocida entre los clientes del burdel y, al poco tiempo, los hombres ricos que la frecuentaban le compraron una residencia en la zona más noble de la ciudad en dónde ella abrió su Cabaret y convirtió la planta baja en un refugio para las jóvenes brujas marginadas en dónde les enseña a ser ellas dueñas de su poder y no ser las víctimas de sus linajes mágicos.

DATOS EXTRAS
Es amante de su protector, Amelhíon Du Cruçerois.
Fue el mismo Ángelus quien la nombró jefa bruja.
Su copa se ha convertido en una extensión de sí misma . La utiliza en cada conjuro y hechizo.
A pesar de los vaivenes que tuvo en la vida, su familia la sigue considerando una noble más de su legado.
Un gato negro de ojos turquesa es su compañero .