AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡El cabaret del infierno! (privado)
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¡El cabaret del infierno! (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Habíamos llegado a París hacia aproximadamente cuatro meses, como de costumbre Samael busco el lugar mas recóndito. Una cabaña en medio del bosque parisino, lejos incluso de las zonas donde se congregaban las grandes mansiones de los nobles.
Nuestra cabaña estaba sumergida en el espesor del bosque, cercana a un rio de aguas bravas con una cascada que caía desde el pico de una escarpada montaña.
Samael y yo no siempre estábamos de acuerdo en todo, es mas, eramos el día y la noche en todos los aspectos que en cuanto a nuestro carácter y físico se referían. Si bien era cierto que nuestra vida errante estaba atada a huir de la inquisición, yo no entendía porque eso tenia que sumirnos en una no vida similar a la de estar muertos.
Samael y yo eramos unos experimento que bajo el Vaticano la santa sede llevó a cabo en busca de los soldados perfectos, los cazadores que pudieran dar muerte de forma eficiente y sin vacilación a los seres de la noche.
Eramos vasijas preparadas para que los enviados de Dios, unos ángeles según los locos fanáticos que nos habían creado, pudieran habitar en la tierra.
Lo cierto es que el experimento no pareció salir como querían, así que decidieron borrar todo rastro de este, pues muchos de los niños se habían revelado ante sus creadores.
Una monja logró sacarnos a mi hermano y a mi de aquella masacre, desde entonces, habíamos vivido en una eterna huida de la que a decir verdad yo estaba ya cansado.
No podíamos atarnos a nada, ni a nadie, ademas de que al ser unos experimentos, nuestro nacimiento no tenia registro ninguno, eramos unos indocumentados, no podíamos conseguir ningún tipo de trabajo legal, lo que nos había convertido en unos delincuentes y en unos mercenarios.
Cada uno lo llevábamos como podíamos.
Samael parecía vivir de forma cuadriculada, planeaba la siguiente ciudad a ocupar, tramaba un golpe que dar y tras darlo, desaparecíamos de la ciudad manteniéndonos con el dinero conseguido hasta la próxima oportunidad que se nos pudiera presentar.
Yo por el contrario no me resignaba a encerrarme en las casas apartadas y trataba de vivir la vida de la mejor forma que podía.
Esa noche había llegado el momento de cometer el robo, lo habíamos preparado durante meses, así que nada podía fallar.
El cabaret Lenfer esa noche como todas las demás estaba muy concurrido, observamos preparados las entradas y salidas de la mayoría de los inmortales y mortales que entraban y salían del local.
Una vez cerró el cabaret vimos nuestra oportunidad y no lo pensamos mas.
Nos adentramos armados por la boca del demonio, los seguridades disfrazados de demonios estaban algo distraídos por el cierre, así que reducirlos y darles muerte fue algo relativamente sencillo.
Atravesamos el corredor lleno de cuerpos mutilados mezclados entre las grietas que imitaban lo que debía ser las paredes del infierno y por ellas emergía una lava rojiza que daba veracidad a la decoración del cabaret.
No tardamos en llegar frente a las camareras, hacían caja y recogían lo que la gente había dejado sucio para poder abrir a la noche siguiente.
Las arrinconamos a todas juntas asegurandoles que de obedecer nada les pasaría, claro que lo malo de atracar a sobrenaturales es que alguna que otra se hizo la heroína.
El arco de Samael puso final a unos demonios que se convirtieron en polvo y yo les pasé un saco a una de las que aun conservaba la cabeza sobe sus hombros para que metiera mas que las almas, los francos que necesitamos.
-¡Rápido! -rugió mi hermano arco en mano.
Habíamos llegado a París hacia aproximadamente cuatro meses, como de costumbre Samael busco el lugar mas recóndito. Una cabaña en medio del bosque parisino, lejos incluso de las zonas donde se congregaban las grandes mansiones de los nobles.
Nuestra cabaña estaba sumergida en el espesor del bosque, cercana a un rio de aguas bravas con una cascada que caía desde el pico de una escarpada montaña.
Samael y yo no siempre estábamos de acuerdo en todo, es mas, eramos el día y la noche en todos los aspectos que en cuanto a nuestro carácter y físico se referían. Si bien era cierto que nuestra vida errante estaba atada a huir de la inquisición, yo no entendía porque eso tenia que sumirnos en una no vida similar a la de estar muertos.
Samael y yo eramos unos experimento que bajo el Vaticano la santa sede llevó a cabo en busca de los soldados perfectos, los cazadores que pudieran dar muerte de forma eficiente y sin vacilación a los seres de la noche.
Eramos vasijas preparadas para que los enviados de Dios, unos ángeles según los locos fanáticos que nos habían creado, pudieran habitar en la tierra.
Lo cierto es que el experimento no pareció salir como querían, así que decidieron borrar todo rastro de este, pues muchos de los niños se habían revelado ante sus creadores.
Una monja logró sacarnos a mi hermano y a mi de aquella masacre, desde entonces, habíamos vivido en una eterna huida de la que a decir verdad yo estaba ya cansado.
No podíamos atarnos a nada, ni a nadie, ademas de que al ser unos experimentos, nuestro nacimiento no tenia registro ninguno, eramos unos indocumentados, no podíamos conseguir ningún tipo de trabajo legal, lo que nos había convertido en unos delincuentes y en unos mercenarios.
Cada uno lo llevábamos como podíamos.
Samael parecía vivir de forma cuadriculada, planeaba la siguiente ciudad a ocupar, tramaba un golpe que dar y tras darlo, desaparecíamos de la ciudad manteniéndonos con el dinero conseguido hasta la próxima oportunidad que se nos pudiera presentar.
Yo por el contrario no me resignaba a encerrarme en las casas apartadas y trataba de vivir la vida de la mejor forma que podía.
Esa noche había llegado el momento de cometer el robo, lo habíamos preparado durante meses, así que nada podía fallar.
El cabaret Lenfer esa noche como todas las demás estaba muy concurrido, observamos preparados las entradas y salidas de la mayoría de los inmortales y mortales que entraban y salían del local.
Una vez cerró el cabaret vimos nuestra oportunidad y no lo pensamos mas.
Nos adentramos armados por la boca del demonio, los seguridades disfrazados de demonios estaban algo distraídos por el cierre, así que reducirlos y darles muerte fue algo relativamente sencillo.
Atravesamos el corredor lleno de cuerpos mutilados mezclados entre las grietas que imitaban lo que debía ser las paredes del infierno y por ellas emergía una lava rojiza que daba veracidad a la decoración del cabaret.
No tardamos en llegar frente a las camareras, hacían caja y recogían lo que la gente había dejado sucio para poder abrir a la noche siguiente.
Las arrinconamos a todas juntas asegurandoles que de obedecer nada les pasaría, claro que lo malo de atracar a sobrenaturales es que alguna que otra se hizo la heroína.
El arco de Samael puso final a unos demonios que se convirtieron en polvo y yo les pasé un saco a una de las que aun conservaba la cabeza sobe sus hombros para que metiera mas que las almas, los francos que necesitamos.
-¡Rápido! -rugió mi hermano arco en mano.
Raziel- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: ¡El cabaret del infierno! (privado)
Kane se había convertido en un padre o al menos ese era el sentimiento que me devoraba las entrañas y que me despertaba ese hombre al que por otra parte odiaba profundamente por haberme arrebatado la humanidad.
Yo era un experimento, no nací de un modo normal y vaco era capaz de albergar un ángel en mi interior, me preguntaba el conflicto que ahora se creaba pues acababa de convertirme en un inmortal, según padre en un dios, según mi hermano en un monstruo.
Con una velocidad demoníaca terminé en una mansión algo tétrica donde al parecer aquel hombre de arrogante sonrisa vivía ¿solo? Pronto descubriría si tenia hermanos o por contra era su único vástago.
También sus fines ¿por que haberme convertido?
Mil preguntas sobrevolaban mi cabeza mientras escuchaba su ronca voz retumbar asegurándome, adoctrinandome mas bien, que le sol mata y que era hora de descansar para emerger cuando regresara la oscuridad.
Una cámara sombría, una tina en la que sumergirme, un enorme lecho y dos mujeres dispuestas a complacerme en todo fue mi regalo de bautizo.
Lo que pasó en esa habitación, apenas lo se, todo sucedió demasiado rápido, tanto que apenas la sed es un efímero recuerdo de mi propio ser.
Cuando desperté no existía rayo de luz que atravesara los gruesos postigos de la habitación, mas a mi alrededor el caos reinaba por doquier.
Las dos mujeres desnudas y desangradas estaban enredadas en mi piel, las sabanas eran un océano de sangre y la tina de claras aguas se había desbordado por el suelo ahora como estimulantes ríos carmesí.
Llevé mis manos a la cabeza intentando apartar de mi el recuerdo de la masacre, mis ojos rojos lo revivían y un sentimiento de culpa me carcomía por dentro justo en el instante en el que la puerta se abría y padre miraba de frente su obra con una maliciosa sonrisa.
-Un monstruo -dije señalando a mi alrededor -esto no es lo que hace un dios -rugí encarandolo.
Yo era un experimento, no nací de un modo normal y vaco era capaz de albergar un ángel en mi interior, me preguntaba el conflicto que ahora se creaba pues acababa de convertirme en un inmortal, según padre en un dios, según mi hermano en un monstruo.
Con una velocidad demoníaca terminé en una mansión algo tétrica donde al parecer aquel hombre de arrogante sonrisa vivía ¿solo? Pronto descubriría si tenia hermanos o por contra era su único vástago.
También sus fines ¿por que haberme convertido?
Mil preguntas sobrevolaban mi cabeza mientras escuchaba su ronca voz retumbar asegurándome, adoctrinandome mas bien, que le sol mata y que era hora de descansar para emerger cuando regresara la oscuridad.
Una cámara sombría, una tina en la que sumergirme, un enorme lecho y dos mujeres dispuestas a complacerme en todo fue mi regalo de bautizo.
Lo que pasó en esa habitación, apenas lo se, todo sucedió demasiado rápido, tanto que apenas la sed es un efímero recuerdo de mi propio ser.
Cuando desperté no existía rayo de luz que atravesara los gruesos postigos de la habitación, mas a mi alrededor el caos reinaba por doquier.
Las dos mujeres desnudas y desangradas estaban enredadas en mi piel, las sabanas eran un océano de sangre y la tina de claras aguas se había desbordado por el suelo ahora como estimulantes ríos carmesí.
Llevé mis manos a la cabeza intentando apartar de mi el recuerdo de la masacre, mis ojos rojos lo revivían y un sentimiento de culpa me carcomía por dentro justo en el instante en el que la puerta se abría y padre miraba de frente su obra con una maliciosa sonrisa.
-Un monstruo -dije señalando a mi alrededor -esto no es lo que hace un dios -rugí encarandolo.
Raziel- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: ¡El cabaret del infierno! (privado)
Kane sonrió y dejó que Raziel descargase su ira contra él, lo golpeó, le gritó y arañó arrancando trozos de piel que de manera inmediata volvían a cerrarse y regenerarse. Cuando el neonato se cansó y paró para tomar aliento, el demonio desplegó su mano y lo empotró contra una pared con la fuerza de un huracán.
— Eso es!! déjala salir! esa es la rabia de un ser divino, llámalo como quieras, dios, demonio o deidad, es lo que eres. Calma...con el tiempo lo controlarás y tú decidirás qué hacer con el poder que te ha sido otorgado, nadie nace sabiendo las cosas y tú acabas de renacer.
Cuando Raziel se calmó hizo venir al servicio que le trajeron ropa limpia y le tomaron medidas para sus trajes nuevos. Recibió las atenciones necesarias por parte de los esclavos de sangre y Kane se lo llevó del cabaret a la calle.
— Vamos a divertirnos un poco, te enseñaré algunas cosas.— Por las callejuelas le hizo caer en la cuenta de lo desarrollados que estaban ahora sus sentidos, practicando con él a escuchar incluso una rata moviéndose bajo las alcantarillas. Subieron a un edificio y de éste Kane salto a otro que estaba bastante lejos, sin despeinarse siquiera. Instó a Raziel a hacer lo mismo probando sus nuevos poderes y habilidades. Probaron después con el sigilo y también su nuevo vástago despuntó como si fuera el alumno más aplicado de la clase.
— Raziel, estoy gratamente sorprendido, aprendes muy rápido, jamás había visto nada así. Pero no te confíes, apenas eres un recién nacido. Aprende y practica con tus nuevas habilidades y pronto descubrirás nuevas, van llegando poco a poco. Por el hambre no te preocupes, es normal, trata sólo de morder a quienes nos ofrecen su sangre voluntariamente, y si no, a quien merezca la muerte. No es que a mi me importe nada de eso, pero tenemos un acuerdo para continuar con la Mascarada y trato de mantenerlo al menos hasta que decida que es el momento de romperlo y traer el reino de la Oscuridad a este mundo.
— Eso es!! déjala salir! esa es la rabia de un ser divino, llámalo como quieras, dios, demonio o deidad, es lo que eres. Calma...con el tiempo lo controlarás y tú decidirás qué hacer con el poder que te ha sido otorgado, nadie nace sabiendo las cosas y tú acabas de renacer.
Cuando Raziel se calmó hizo venir al servicio que le trajeron ropa limpia y le tomaron medidas para sus trajes nuevos. Recibió las atenciones necesarias por parte de los esclavos de sangre y Kane se lo llevó del cabaret a la calle.
— Vamos a divertirnos un poco, te enseñaré algunas cosas.— Por las callejuelas le hizo caer en la cuenta de lo desarrollados que estaban ahora sus sentidos, practicando con él a escuchar incluso una rata moviéndose bajo las alcantarillas. Subieron a un edificio y de éste Kane salto a otro que estaba bastante lejos, sin despeinarse siquiera. Instó a Raziel a hacer lo mismo probando sus nuevos poderes y habilidades. Probaron después con el sigilo y también su nuevo vástago despuntó como si fuera el alumno más aplicado de la clase.
— Raziel, estoy gratamente sorprendido, aprendes muy rápido, jamás había visto nada así. Pero no te confíes, apenas eres un recién nacido. Aprende y practica con tus nuevas habilidades y pronto descubrirás nuevas, van llegando poco a poco. Por el hambre no te preocupes, es normal, trata sólo de morder a quienes nos ofrecen su sangre voluntariamente, y si no, a quien merezca la muerte. No es que a mi me importe nada de eso, pero tenemos un acuerdo para continuar con la Mascarada y trato de mantenerlo al menos hasta que decida que es el momento de romperlo y traer el reino de la Oscuridad a este mundo.
Kane Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Localización : normalmente el infierno, ahora he vuelto
Re: ¡El cabaret del infierno! (privado)
Rabie, rasgué, golpeé su pecho entre gruñidos mientras mis ojos rojos como el fuego marcaban su pecho.
No fue hasta tiempo después, cuando me tranquilicé cuando mi “padre” me alzó por el cuello y golpeando mi espalda contra una de las paredes me habló con calma, no por ello sin acierto.
A partir de entonces como si acabara de nacer se encargó de guiar mis pasos, no solo vistiéndome con trajes que me dotaban como a él de un aspecto mas sobrio, elegante, si no mostrándome como alimentarme con cierta calma de lo que él llamaba esclavas de sangre.
Nunca entendí bien porque esas mujeres consentían a ser mordidas, pero enredadas en mi piel disfrutaban de ese instante en el que les mordía, en el que a tirones su sangre abandonaba sus cuerpos y era Kane el que me indicaba cuando debía parar para no dejarlas secas con cierta paciencia, aunque según él, aprendía a un ritmo ilógico para ser un neófito.
Podía ver la sorpresa en su rostro cuando le demostré que la velocidad sobrenatural, el sigilo y cada uno de mis nuevos atributos vampiricos fueron dominados con acierto en cada momento.
Yo había sido creado para ser el recipiente perfecto de un ángel, sin duda eso me ayudaba en esto, pues mi cuerpo no era el de un humano, algo de lo que Kane se percató pronto.
Mas no fue hasta que llegamos al cabaret, cuando sentado junto a padre pedimos unas copas y un par de humanas se nos acercaron.
Padre como de costumbre, seductor nato donde los haya las embelesó con rapidez, pero..yo no era mal perdedor, así que decidido a competir, empecé conversar con ambas.
No se como lo hice pero ambas acabaron entre mis brazos mientras Kane disfrutaba del espectáculo, fue ahí cuando me aseguró que uno de mis poderes era el control de los demás.
Ladeé la sonrisa con aire engreído.
-Yo creo que simplemente es que soy mas guapo -bromeé guiñándole un ojo con cierta picarda -y mas joven -añadí divertido mientras las dos mujeres me regalaban besos por el cuello -pero tengo hambre -aseguré conteniendome pese ese incesante latir de corazones de las dos mujeres que tenia a cada lado rodeadas por mis brazos.
No fue hasta tiempo después, cuando me tranquilicé cuando mi “padre” me alzó por el cuello y golpeando mi espalda contra una de las paredes me habló con calma, no por ello sin acierto.
A partir de entonces como si acabara de nacer se encargó de guiar mis pasos, no solo vistiéndome con trajes que me dotaban como a él de un aspecto mas sobrio, elegante, si no mostrándome como alimentarme con cierta calma de lo que él llamaba esclavas de sangre.
Nunca entendí bien porque esas mujeres consentían a ser mordidas, pero enredadas en mi piel disfrutaban de ese instante en el que les mordía, en el que a tirones su sangre abandonaba sus cuerpos y era Kane el que me indicaba cuando debía parar para no dejarlas secas con cierta paciencia, aunque según él, aprendía a un ritmo ilógico para ser un neófito.
Podía ver la sorpresa en su rostro cuando le demostré que la velocidad sobrenatural, el sigilo y cada uno de mis nuevos atributos vampiricos fueron dominados con acierto en cada momento.
Yo había sido creado para ser el recipiente perfecto de un ángel, sin duda eso me ayudaba en esto, pues mi cuerpo no era el de un humano, algo de lo que Kane se percató pronto.
Mas no fue hasta que llegamos al cabaret, cuando sentado junto a padre pedimos unas copas y un par de humanas se nos acercaron.
Padre como de costumbre, seductor nato donde los haya las embelesó con rapidez, pero..yo no era mal perdedor, así que decidido a competir, empecé conversar con ambas.
No se como lo hice pero ambas acabaron entre mis brazos mientras Kane disfrutaba del espectáculo, fue ahí cuando me aseguró que uno de mis poderes era el control de los demás.
Ladeé la sonrisa con aire engreído.
-Yo creo que simplemente es que soy mas guapo -bromeé guiñándole un ojo con cierta picarda -y mas joven -añadí divertido mientras las dos mujeres me regalaban besos por el cuello -pero tengo hambre -aseguré conteniendome pese ese incesante latir de corazones de las dos mujeres que tenia a cada lado rodeadas por mis brazos.
Raziel- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: ¡El cabaret del infierno! (privado)
Observó a su creación, al ángel caído que ahora disfrutaba de su poder oscuro, de sus dotes sobrenaturales que lo hacían más fuerte, más rápido, más letal y que lo hacían sentir más vivo de lo que nunca había estado.
A Kane le gustaba ver la evolución de aquellos humanos que se negaban ferozmente a ser convertidos por motivos que ni ellos mismos sabían bien por qué. Casi siempre acababan abrazando la oscuridad con más hambre que aquellos que lo pedían y lo perseguían, razón por la cual no solía convertir nunca a un ghoul. Raziel había meldecido y resistido hasta el límite pero ahora se fundía con su nuevo ser como un guante hecho a medida.
— Pues si tienes hambre, sáciala, pero no como una bestia sin control, recuerda que tienes todo el poder en tus manos. Que puedes hacer y deshacer a tu voluntad, jugar con cada humano que se te cruce por delante...tan sólo elige bien tus juguetes, para que no te canses. Tienen toda la eternidad para disfrutar de los placeres, así que cógelo con calma.
Las chicas del cabaret se pusieron cariñosas con el joven y Kane las mandó arriba con él, mientras el vampiro ancestral se tomaba una copa en la barra expandiendo su mente y rastreando a Samael. Llegaría el día que ambos hermanos tendrían que enfrentarse, que el segundo querría ajustar cuentas con Black, y posiblemente querría matar a su propio hermano, pero de la misma forma pensaba que no sería capaz. Humanos...tan débiles, tan apegados a sus afectos, a sus deberes... A él no le temblaría el pulso si tuviera que matar a uno de sus hijos, sobre todo si fuera por su propio bien. Pero no tenía necesidad de hacerlo, afortunadamente...o al menos por el momento.
Eso era otro asunto pendiente, los Black. Ya iba siendo hora de hacerle una visita a sus hijos más díscolos, sobre todo a Assur y a Joe, que habían entrado en una espiral autodestructiva bastante llamativa, y todo por mujeres. Sonrió para si...desde luego la lujuria era el origen de todos los males.
A Kane le gustaba ver la evolución de aquellos humanos que se negaban ferozmente a ser convertidos por motivos que ni ellos mismos sabían bien por qué. Casi siempre acababan abrazando la oscuridad con más hambre que aquellos que lo pedían y lo perseguían, razón por la cual no solía convertir nunca a un ghoul. Raziel había meldecido y resistido hasta el límite pero ahora se fundía con su nuevo ser como un guante hecho a medida.
— Pues si tienes hambre, sáciala, pero no como una bestia sin control, recuerda que tienes todo el poder en tus manos. Que puedes hacer y deshacer a tu voluntad, jugar con cada humano que se te cruce por delante...tan sólo elige bien tus juguetes, para que no te canses. Tienen toda la eternidad para disfrutar de los placeres, así que cógelo con calma.
Las chicas del cabaret se pusieron cariñosas con el joven y Kane las mandó arriba con él, mientras el vampiro ancestral se tomaba una copa en la barra expandiendo su mente y rastreando a Samael. Llegaría el día que ambos hermanos tendrían que enfrentarse, que el segundo querría ajustar cuentas con Black, y posiblemente querría matar a su propio hermano, pero de la misma forma pensaba que no sería capaz. Humanos...tan débiles, tan apegados a sus afectos, a sus deberes... A él no le temblaría el pulso si tuviera que matar a uno de sus hijos, sobre todo si fuera por su propio bien. Pero no tenía necesidad de hacerlo, afortunadamente...o al menos por el momento.
Eso era otro asunto pendiente, los Black. Ya iba siendo hora de hacerle una visita a sus hijos más díscolos, sobre todo a Assur y a Joe, que habían entrado en una espiral autodestructiva bastante llamativa, y todo por mujeres. Sonrió para si...desde luego la lujuria era el origen de todos los males.
Kane Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 15/06/2017
Localización : normalmente el infierno, ahora he vuelto
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