Dos para el té [Libre]

por **Massima Fioravante** Miér Nov 17, 2010 8:40 am

El día había transcurrido de manera rutinaria. Los clientes más adinerados y entrados en edad visitaron la tienda temprano en la mañana como era de costumbre, pues solían frecuentar la zona comercial a esas horas para no ser interrumpidos ni perder tiempo en esperas.
Más tarde siempre llegaba alguna simpática damisela, de las que desean siempre sobre el florero de la mesa principal de su hogar alguna flor vivaz y colorida que alegre el ambiente familiar. Y nunca faltan los eternos románticos que escogen alguna rosa perfumada para sorprender a su amante de turno. Sí, disfrutaba tratar con todas aquellas personas y conocer su pequeña historia del día mientras alistaba lo que fuesen a llevar.

Las tardes en Pétales eran más tranquilas, generalmente aprovechadas por mí para organizar espacio para los encargos que llegarían al otro día, crear algún tocado floral para exhibir o simplemente para sentarme frente al gran ventanal principal de la tienda, donde el sol vespertino entraba de manera casi perfecta, generando un ambiente exquisito para deleitar una taza de té.

¡Sí! Una de mis acciones más preferidas dentro de la tienda era degustar de una buena taza de té con alguno de los clientes más pacientes, aquellos que no están obsesionados por el pasar del tiempo y recuerdan que pueden disfrutar de una pausa de vez en cuando para deleitarse con algún brebaje fuera de lo cotidiano. Pues sí, me entretenía creando diferentes combinaciones en cuanto a las infusiones. Había tantos gustos y fragancias por conocer. Un mundo nuevo sin duda alguna, y yo, no me perdería de otro de los placeres que nuestra hermosa naturaleza nos brindaba. Y como nunca fui un ser egoísta, ofrecía a todo aquel que llegaba a la tienda en aquellas horas la aventura tanto al paladar como al olfato que algún nuevo té acompañado una buena charla podían generar. En mi tienda, siempre había té para dos.

por **Ashelle L´Aurelianne** Vie Nov 19, 2010 9:28 am

Me dolían los pies de una manera en que nunca antes me había pasado. Mi vestido estaba sucio, ya que al no tener a nadie que cuidara de mi yo tampoco me preocupaba demasiado por mi higiene personal. Por las calles principales de la ciudad me sentía perdida, y esperaba encontrar algun lugar resguardado para poder pasar mi primera noche en esta gran ciudad.

Veía por alli a mucha gente, gente como yo, sin dinero hasta las mas altas capas de la sociedad. Tal vez incluso hubiera algun principe o princesa de los cuentos que me contaba mi mamá. Si, podría ser.

De pronto un colorido escaparate llamó mi atención. Había tantas flores juntas que el aroma incluso me llegaba desde el otro extremo de la calle. Olía como el viento fresco tras una tormenta de verano, como el campo que teníamos tras nuestra hermosa casa... Y sin darme cuenta ya estaba delante de la tienda. Pegué mi naricilla al cristal para ver dentro a una chica muy guapa, y de cara amable. Tal vez ahora saliera con una escoba a echarme de alli, porque le espanto a los clientes, como me pasó ya unas 3 veces el día de hoy, demasiao a menudo para mi gusto.

por **Massima Fioravante** Sáb Nov 20, 2010 12:45 pm

La gente siempre fue curiosa. Creo que por eso cuando remodele la vieja casa que ahora funcionaba como tienda, suplique para tener aquel gran ventanal al frente, pues era esencial para el establecimiento y para mí que la luz del Sol se adentrase lo más posible a lo largo de todo el día. Mas aparte de eso, aquel gran trozo de vidrio dejaba con su especial transparencia observar cualquier novedad den Pétales. Algún nuevo arreglo para las novias o para los diferentes eventos que se realizaban en la ciudad y que a veces me tocaba decorar por previa convocatoria. -Siempre algo nuevo habría para ver- me prometí una vez y sin duda fue algo que daba resultado, pues alguna que otra persona siempre se detenía a observar las plantas y flores, decidiéndose por llevarse algo para alegrar su hogar, o a un ser especial… o simplemente yo imaginaba el destino que tendrían los artículos comprados luego de partir de la tienda que llevaba el apellido de mi familia en honor a todo lo que ellos me habían enseñado pese a no ser la adoración de unos cuantos.

Mientras preparaba el se te me hacia cotidiano el poner atención a las personas que se detenían a observar las flores. Jóvenes, adultos, abuelos. La variedad era extensa. Pero sin duda los niños llamaban mi atención. Una sensación espectacular recorría mi persona cuando notaba a los niños ponerle interés a la flora presente en Pétales. Me hacia recordar mi infancia, o mi deseo de ser madre algún día y poder compartir así todo lo que había aprendido a lo largo de los años.

Seguramente fue por eso que mis ojos se detuvieron instantáneamente al observar a aquella pequeña infante, de aspecto algo desalineado que vislumbraba las plantas de exhibición con su pequeña naricilla contra el ventanal. Por un momento cruce su mirada con la mía. Sus ojos parecían hablar por sí mismos y fue exactamente eso, además de la particularidad de ver a una niña sola en la calle lo que me llevo a hacerle un delicado ademan, invitándola a entrar amenamente.

por **Ashelle L´Aurelianne** Dom Nov 21, 2010 6:50 am

Que flores tan bonitas ¿Cómo se sentirían alli, encerradas, para ir a parar a un florero como decoración de unos ricachones a los que les salía el dinero de las orejas? Sin duda muy tristes, o al menos yo me sentiría triste.

De todos modos eran realmente hermosas, mucho coloridos como si cada una fuera única y especial. Olían a campo, muy dulces. Me hizo recordar de nuevo nuestro pequeño pero bien cuidado jardín, el que tenía mi madre tras nuestra casa, siempre lleno de rosas, zinnias y tulipanes, incluso teniamos alguna orquídea de los viajes que hacía mi padre.

En medio de estas ensoñaciones reparé en que la dependienta y posiblemente dueña de la floristería me había visto. Me alejé con un salto del cristal, no parecía mala, pero la señora de la posada aquella tampoco lo parecía y me tiró un cubo de agua helada. Sin embargo, y para mi grata sorpresa la mujer me invitó a entrar, con un gesto amable a la par que elegante. Con los ojos llenos de miedo entré a la tienda, donde hacía una agradable temperatura.

¿Que le habría llevado a invitar a una niña como yo, completamente perdida a su tienda? Debería preguntarselo mas tarde, pero antes debía hacer todo lo que buena señorita debía hacer:

-Enchantee Mademoiselle. Me llamo Ashelle L´Aurelianne-hice una pequeña reverencia ante la mirada azulada de la mujer, aquellos ojos que me habían mirado y se habían apiadado de mi.

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