AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Allegro [libre]
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Allegro [libre]
La hora marcaba pasado las ocho de la noche, Antoine conto los segundos para salir de la habitación que había rentado para pasar el día, el sol se había escondido en el horizonte y el medico sabía que tenía que hacer una parada antes de ir al Sanatorio Mental, hoy comenzaba su trabajo como médico psiquiátrico, tenía todo en orden tomo un maletín de cuero negro y salió de aquel lugar, camino por el pasillo en completo silencio y bajo por las escaleras, topándose con un par de personas quien ignoro como todo a su alrededor, llego al vestíbulo y le llamo la atención que el sonido de algunas teclas, notas mal elaboradas y aquello lo descoloco, pregunto a una sirviente del lugar de donde provenía aquello y la joven un poco asustada por el vozarrón de Antoine señalo el salón de té, no lo pensó dos veces volvió a mirar el reloj aun había tiempo, el sabía que tenía tiempo.
Tomo aire como si lo necesitara y entro al salón donde sintió las miradas de quienes ahí estaban, como siempre solo los ignoro, solo reparo en la persona que intentaba avivar el lugar, camino con determinación y al llegar al piano, cerro la taba de las teclas – Si vas a tocar un instrumento tienes que saber hacerlo… porque o si no solo es bulla que para los idos de cualquiera es desagradable – no poseía filtro el vampiro no se molestaba en decir cosas bonitas, ni mucho menos en arreglar lo que decía, el joven que sentado estaba lo miro intimidado, por su parte Antoine le hizo una seña para que se corriera y le diera espacio para tocar aquel instrumento que tanto adoraba – Yo te enseñare como se toca una verdadera pieza para armonizar un salón de té – no con el afán de enseñarle había dicho aquello, era demasiado egoísta como para enseñar algo, salvo que fuera un paciente y en este caso aquel desaliñado joven no lo era.
Dejo su maletín a un lado del banquillo, miro de pies a cabeza al indigno que intento tocar y abriendo la tapa de las teclas, comenzó con una sonata alegre, cerró los ojos y dejo que sus dedos acariciaran las teclas, una melodía que de memoria se sabía, toco con energía mientras su pie movía al ritmo de los rapiditos que poseía aquella melodía, meneo su cabeza y sus dedos largos recorrieron las octavas de izquierda a derecha, apretando cada tecla en el momento justo, gozo del momento mientras se dejaba llevar por la jubilosa melodía, al cabo de algunos minutos toco las notas finales, inspiro aire profundamente – Así, se toca – sonrió de medio lado victorioso.
Miro la hora, cuatro minutos con trece segundos habían pasado, aun tenía tiempo para llegar a buena hora – Tienes dos opciones o aprender o no tocar nunca más – se levantó y tomo su maletín, comenzó a caminar con lentitud si oía nuevamente unas notas mal tocadas volvería, no podía soportar errores o imperfecciones a nivel musical, su paso se volvió lento atravesando el lugar con ese aire de arrogancia que siempre lo envolvía.
Tomo aire como si lo necesitara y entro al salón donde sintió las miradas de quienes ahí estaban, como siempre solo los ignoro, solo reparo en la persona que intentaba avivar el lugar, camino con determinación y al llegar al piano, cerro la taba de las teclas – Si vas a tocar un instrumento tienes que saber hacerlo… porque o si no solo es bulla que para los idos de cualquiera es desagradable – no poseía filtro el vampiro no se molestaba en decir cosas bonitas, ni mucho menos en arreglar lo que decía, el joven que sentado estaba lo miro intimidado, por su parte Antoine le hizo una seña para que se corriera y le diera espacio para tocar aquel instrumento que tanto adoraba – Yo te enseñare como se toca una verdadera pieza para armonizar un salón de té – no con el afán de enseñarle había dicho aquello, era demasiado egoísta como para enseñar algo, salvo que fuera un paciente y en este caso aquel desaliñado joven no lo era.
Dejo su maletín a un lado del banquillo, miro de pies a cabeza al indigno que intento tocar y abriendo la tapa de las teclas, comenzó con una sonata alegre, cerró los ojos y dejo que sus dedos acariciaran las teclas, una melodía que de memoria se sabía, toco con energía mientras su pie movía al ritmo de los rapiditos que poseía aquella melodía, meneo su cabeza y sus dedos largos recorrieron las octavas de izquierda a derecha, apretando cada tecla en el momento justo, gozo del momento mientras se dejaba llevar por la jubilosa melodía, al cabo de algunos minutos toco las notas finales, inspiro aire profundamente – Así, se toca – sonrió de medio lado victorioso.
Miro la hora, cuatro minutos con trece segundos habían pasado, aun tenía tiempo para llegar a buena hora – Tienes dos opciones o aprender o no tocar nunca más – se levantó y tomo su maletín, comenzó a caminar con lentitud si oía nuevamente unas notas mal tocadas volvería, no podía soportar errores o imperfecciones a nivel musical, su paso se volvió lento atravesando el lugar con ese aire de arrogancia que siempre lo envolvía.
- Allegro Assai:
Antoine de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Re: Allegro [libre]
Allegro
"Tratado sobre el error:
1. Es terco y carismático."
1. Es terco y carismático."
Cada nota errada era un atentado a sus sensibles y agudos oídos, Vyka se preguntada qué había hecho para tener que soportar algo así. Miraba a las personas que la rodeaban, intentando saber si había alguna entre aquel mar de recién llegados al hotel que escuchara lo que ella, que se sintiera igual, como si dentro de una jaula de buitres se encontrara.
Aquella violencia hacia la música estaba comenzando a ser contagiosa. Pero todos parecían inmersos en sus tareas, no le pareció extraño y no le quedó más opción que ser la única a la que los oídos le dolieran por tanta imprecisión, no le quedaría más remedio que respirar profundo y controlarse. ¿Acaso era una escuela para pseudo músicos?
Sería una mentira si dijera que conocía sobre instrumentos, más allá de disfrutar por completo de los momentos que aislarse del mundo por medio de la música le daban, de los pensamientos y sensaciones. De tener muchos recuerdos que con una banda sonora acompañaría incluso en los olvidos, recuerdos íntimos, tristes, moralistas, felices en la ira y la alegría y también sanguinarios.
Le gustaba la opera o los recitales, las marchas de guerra, amaba las gaitas y los tambores de su isla que le erizaban la piel, alrededor de una gran fogata donde poder bailar con completa libertad y en unión con los espíritus de la tierra y el viento para llegar hasta sus antepasados.
Sus pies se movieron con la coordinación que cualquier humano normal tendría al bajar de escalón en escalón. No había dejado de escuchar aquella agonía, sin embargo, sus sentidos estaban atentos en algo más sublime. Entre el cartero que entregaría la correspondencia se meció con la estela de los velos de su vestido como huella de su presencia, siguió a la camareras que llenas de toallas recién planchadas - lo supo por el aroma que le llegaba- de un impoluto blanco hablaban sus últimas charlas antes de algunas terminar un ajetreado turno diurno, la escocesa evitó al botones o a cualquier mozo y atravesó el vestíbulo al salón del té.
Llegó a tiempo para ver cómo uno de los suyos, de figura alta y elegante, de rostro serio e intelectual, barba tímida y poca paciencia, se encargaba de acallar al músico frustrado. Con curiosidad Vyka se movería a través de los presentes, tomando un lugar privilegiado en visión y anonimato en el saloncillo, con lo que el al parecer maestro tendría para decir al novato. Ladeó la cabeza y siguiendo los movimientos del vampiro y de sus dedos, guardó calma ansiosa y se unió al silencio general, también a la expectativa y a la admiración.
Una exquisite escucharlo, ver como sus dedos se movían a través de las teclas, la velocidad con que producían sin ningún descache cada nota y cómo se sintió feliz de nuevo...tranquila como el Cerbero ante Orfeo, entre ronroneos de fiera adormilada y seducida. La baronesa pensó que el iluso que lo intentó y fracasó tan notoriamente debía sentirse avergonzado, algo humillado. Lo buscó encontrándolo cerca de su maestro, lo miró de arriba a abajo, un imberbe de mejillas sonrojadas, ojos azules y rizos castaños.
Era encantadoramente simple, la Douglas sintió el primer síntoma de hambre en su boca.
Extrañaba el sabor de la sangre, de nuevo.
¿Por qué tuvo que haber terminado? Inevitable fue sentir desazón por la realidad, algunas últimas palabras y una verdad irrefutable. Se hacen las cosas bien o no se hacen.
Vyka dejó de escuchar conversaciones ajenas que no la llenaban como la melodía que acababa de morir. Con un anhelo extraño en ella, observó como se alejaba el vampiro y se perdía por la puerta rumbo al vestíbulo, a la salida y el salón del té volvió a llenarse de un murmullo que fue acallándose hasta ser silencio.
- Soy un idiota. - escuchó y al mirar a su alrededor notó la soledad en aquel amplio cuarto lleno de muebles y cuadros de picnis mañaneros y almuerzos entre nobles colgando de las paredes en sus marcos dorados, supo que eran los pensamientos del joven que había sido reprendido. Su mirada se encontró con la de él y lo dejó sonrojarse mientras tomaba asiento para comenzar de nuevo su tonada imperfecta. -¿Sigue allí? - de nuevo la voz, la miraría de reojo, congelándose y concentrándose con timidez rígida en su tarea al comprobar que sí. Allí estaba.
Desde el primer acorde fue el desacierto de nuevo, una pausa y Vyka frunció el ceño, pero en sus labios había una sonrisa mientras lo observaba a su espalda.
A la mierda la música y sus santos...ahora tenía hambre.
Con pasos silenciosos y sus caderas meciéndose por la intimidad del lugar, Vyka cerró la puerta del salón sin preocuparse por el seguro, tomó rumbo de la misma manera hasta estar al lado de quien se llamaría a si mismo Julien, sin aún tocarlo y dejando que la contemplara ruborizado de arriba a abajo, pero tomando asiento a su lado sobre el largo y rectangular asiento sin preocuparse de intimidarlo si quiera un poco. - Lo haremos juntos.- le sonrió bella y colocó su mano derecha sobre las teclas que había visto iniciaban la melodía.
Vyka Douglas- Condenado/Vampiro/Realeza
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Re: Allegro [libre]
Antoine cruzo el umbral de la puerta y respiro como si en sus pulmones hiciera falta aire para vivir, torció la boca con un gesto de victoria y aguardo unos segundos en completo silencio camino con paso firme hasta llegar al mostrador del hotel, dejo la llave y girando su cabeza noto que la puerta del salón había sido cerrada – Es Julien… un aprendiz que lleva unos días tratando de hacer música – Antoine miro a la dama que le residía el llavero, ella había tenido la libertad de hablar con el vampiro que solo aguardo en silencio – Un aprendiz es solo eso hasta que supere a su maestro… me pregunto ¿Quién será el imbécil que acepto a un alumno con tan pocas virtudes? – abrió los ojos de manera expresiva dirigiéndose a la dama y ella un poco intimidada le paso una tarjeta que decía “Clases de Piano… no se necesitan dedos para aprender… Profesor Luca DiGrassi” soltó una carcajada y dejo la tarjeta ahí – Este solo es un oportunista que quiere ganar dinero – Vocifero y cuando se disponía a salir del hotel escucho el piano, se retorció en el mismo lugar dejando su cuello tenso y se giró en sus talones, miro el reloj que colgaba cerca del vestíbulo y se fue sin pensarlo al salón donde las notas ya habían dejado de sonar.
Poso su mano en la puerta y corrió esta misma, dirigió la vista hacia el piano y la escena que presencio le pareció divertida entro al lugar y cerró la puerta esta vez con seguro y aguardo silencio mientras el piano emitía sonidos poco armoniosos por que el cuerpo del joven que parecía entrar en éxtasis mientras la damisela se daba un pequeño festín, observo en silencio admirando la delicadeza con que la dama manipulaba el cuerpo del joven una verdadera obra de arte, al cabo de unos minutos se puso a aplaudir mientras se acercaba donde se encontraba el piano – Solo falto que la música de fondo siguiera el armonioso de su escena Mi lady – Hizo un ademán inclinándose un poco hacia da vampira y se acercó aún más hasta llegar al piano, poso su mano en el borde, Antoine no era el prototipo de vampiros que rondaba por la ciudad, él era un viejo, canoso, con aires de grandeza que simplemente disfrutaba haciendo las cosas a su manera, aunque de vez en cuando podía ser un educado hombre. – Si lo desea puedo acompañarla con alguna sonata mientras usted termina de alimentarse – levanto una ceja ofreciéndole un pequeño show privado para la dama. A él no le llamaba la atención la sangre de aquel joven, sus gustos eran más rebuscados y por la misma razón ya se había alimentado unas horas atrás. El autocontrol en Antoine era verdaderamente su punto fuerte.
No quito los ojos de la profunda mirada de la dama y tomándose la libertad tomo una silla que había en una esquina y tomo asiento en la esquina del piano donde solo alcanzaba una cuarta de notas, no espero respuesta la mente de Antoine ya le estaba pidiendo colaborar con la dama presente, toco una tecla con un sonido agudo que podría llegar a ser molesto, cerró los ojos y comenzó hacer música para deleitar a la dama – El espectáculo debe continuar – dijo con su voz grave casi en un susurro que se me mezclo con la tonada que comenzaba.
El éxtasis llego al vampiro a medida que se dedicaba a acariciar las teclas del piano, poca atención presto al vampiro que se deleitaba con el joven aprendiz… se dejó llevar por la música una que siempre lo haría volar y era una de las únicas cosas en la que encontraba paz, una paz que con los años era atormentada y perdida… - Siempre hay tiempo para un poco de música – acoto aun con los ojos cerrados, llevando a su cuerpo y su mente a otros planos de la existencia misma, era casi como si el mismo estuviera bebiendo de aquel simple mortal…
Poso su mano en la puerta y corrió esta misma, dirigió la vista hacia el piano y la escena que presencio le pareció divertida entro al lugar y cerró la puerta esta vez con seguro y aguardo silencio mientras el piano emitía sonidos poco armoniosos por que el cuerpo del joven que parecía entrar en éxtasis mientras la damisela se daba un pequeño festín, observo en silencio admirando la delicadeza con que la dama manipulaba el cuerpo del joven una verdadera obra de arte, al cabo de unos minutos se puso a aplaudir mientras se acercaba donde se encontraba el piano – Solo falto que la música de fondo siguiera el armonioso de su escena Mi lady – Hizo un ademán inclinándose un poco hacia da vampira y se acercó aún más hasta llegar al piano, poso su mano en el borde, Antoine no era el prototipo de vampiros que rondaba por la ciudad, él era un viejo, canoso, con aires de grandeza que simplemente disfrutaba haciendo las cosas a su manera, aunque de vez en cuando podía ser un educado hombre. – Si lo desea puedo acompañarla con alguna sonata mientras usted termina de alimentarse – levanto una ceja ofreciéndole un pequeño show privado para la dama. A él no le llamaba la atención la sangre de aquel joven, sus gustos eran más rebuscados y por la misma razón ya se había alimentado unas horas atrás. El autocontrol en Antoine era verdaderamente su punto fuerte.
No quito los ojos de la profunda mirada de la dama y tomándose la libertad tomo una silla que había en una esquina y tomo asiento en la esquina del piano donde solo alcanzaba una cuarta de notas, no espero respuesta la mente de Antoine ya le estaba pidiendo colaborar con la dama presente, toco una tecla con un sonido agudo que podría llegar a ser molesto, cerró los ojos y comenzó hacer música para deleitar a la dama – El espectáculo debe continuar – dijo con su voz grave casi en un susurro que se me mezclo con la tonada que comenzaba.
El éxtasis llego al vampiro a medida que se dedicaba a acariciar las teclas del piano, poca atención presto al vampiro que se deleitaba con el joven aprendiz… se dejó llevar por la música una que siempre lo haría volar y era una de las únicas cosas en la que encontraba paz, una paz que con los años era atormentada y perdida… - Siempre hay tiempo para un poco de música – acoto aun con los ojos cerrados, llevando a su cuerpo y su mente a otros planos de la existencia misma, era casi como si el mismo estuviera bebiendo de aquel simple mortal…
Antoine de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Re: Allegro [libre]
Allegro
"Tratado sobre el error:
2. Siempre, siempre, se castiga."
2. Siempre, siempre, se castiga."
Y así fue, juntos lo hicieron, juntos tocaron con falta de arte y sin lograr terminar, pero lo hicieron.
La mano del condenado 31 se meció de un lado a otro, acertando en la mayoría de notas con sus dedos estilizados y finos, en las que no, fruncía el ceño, aguantando las ganas de hacer de una vez lo que deseaba, alargar el juego siempre le había parecido un plus a su condición, más cuando al lado tenía a su presa sin ninguna precaución o aviso de prevención de vampiresa hambrienta.
Hubo un cambio sutil en las aptitudes del músico novato, Vyka pensó que era una felicidad que algo se le hubiese quedado de su maestro, una felicidad inútil y fugaz, su mano cesó de recorrer la larga hilera de teclas, ella contó algo más de 61 entre negras y blancas. Suspiró, por fin se había cansado de jugar al dueto y acarició los cabellos de Julien segundos, hundiendo sus dedos en ellos con suavidad, oliendo el aroma de los jabones y esencias perfumados que el francés usaba, incluso el natural que se escondía bajo la pomposidad de su clase alta y se acercó, olfatéandolo de cerca, mojando sus labios al hacerlo y mostrando los colmillos que se alargaban más con el tiempo correr tan cerca de su presa.
La boca la tenía hecha agua...
- No pares, no pares, sigue tocando.- susurró dulce y ansiosa con la frente en su mejilla, no deseaba quitarle el último sueño de su vida, ese que jamás cumpliría y pegando sus labios al cuello del jovencito. - Por favor...- susurró y los abrió, hundiendo sus colmillos con facilidad en la tierna carne y comenzó a beber, sin afán, su hambre comenzó a ser saciada lenta y delicadamente, sintiendo como la calidez de su exquisito y juvenil sabor bañaba su boca, su garganta, como las pupilas se le dilataban y el corazón parecía volverle a latir, la baronesa sentía el latir y vibrar en todo su cuerpo, recorrer su venas como caballos en llamas.
Se olvidó del mundo, como casi siempre que se alimentaba.
De valorar era el deseo de vivir de su acompañante, aún seguía con vida incluso con su avidez y balbuceaba palabras sin sentido. En el salón ya no había música coherente, algunas notas inconexas y bruscas, que sin querer los dos creaban al moverse y tocar o rozar las teclas, solo los suspiros de saciedad al ella alimentarse, suspiros que se mezclaban con salvajes pero bajos gruñidos y pausas para llenar sus pulmones de aire nuevamente por su boca y fosas nasales.
La puerta se abrió sin que se diera cuenta, sin que cesara ni lo deseara hacer y al escuchar los aplausos, distanciando con extrema delicadeza sus labios del cuello de Julien, giró para ver de quién se trataba...se sentía tan violenta en su delirio, quizás tendría que asesinar a alguien, a otro...sus ojos enfebrecidos brillaron al ver quién celebraba sus oscuras pero deliciosas y necesarias acciones, ladeó una sonrisa, una bella que contrastó con la escena y lo escuchó.
No pudo responder, una vampiresa como ella, con rasgos de placer aún muy neófitos, cedía y se perdía en el éxtasis una vez unos cuantos buenos litros de sangre habían robado, incluso con gotas. Volvió a sellar su beso en la garganta, abriendo con la misma suavidad de antes una nueva herida que causó un estímulo en Julien, acarició sus mejillas para calmarlo y arrullarlo. - Shhhhhhhh...duerme.- susurró al tiempo en que el maestro tomaba asiento a su lado, quedando el pobre humano entre ambos.
La música comenzó y fue un crescendo, el perfecto acompañamiento para su cena.
Se emocionó con los ascensos, calmó sus violencia con los descensos y se mantuvo constante con la paz que las manos del extraño alcahueta le estaban dado. Al terminar el elegante y refinado piso del salón de té del Hotel des Arenes quedaría por completo manchado de rojo y Vyka dejó caer sobre su regazo el cuerpo sin vida del joven Julien, entrecerró sus ojos con la melodía en sus oídos mirándolo y acariciando sus cabellos castaños.
La música era tan bella, tan suya por el momento íntimo que acaba de tener, que la mujer de la nobleza se sintió exaltada por tal regalo.
Apoyó su cabeza sobre uno de los hombros del maestro, como si fuera buenos amigos de hace años, como si fuese su amante más fiel, no lo conocía y aún así, en el éxtasis de su saciedad, sentía que sin él no podría vivir, que era una pieza indispensable en lo que sentía, en su vida, en sus 104 años una de las valiosas novedades. - Me siento como hace nunca...- dijo uniendo sus párpados pesadamente, suspiró profundo aún jadeante. - Viva.- no fue dramática su expresión ni tono, fue placentera, se sentía por hoy satisfecha, demasiado.
- No pares, extraño...- susurró con las manos y el vestido llenas de sangre y sus labios curvados en una sonrisa y cuello, trazados por hilos también escarlatas.
Vyka Douglas- Condenado/Vampiro/Realeza
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