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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por April Moore Dom Ago 13, 2017 10:11 pm

Sortilegio
Le Havre - Francia


 Tal y como había deseado tuve la cocina para mi solita durante un par de horas. Unas cuantas monedas de mi propio dinero y había podido disfrutar de todas las maravillas de las estufas y utensilios del hotel. Había hecho una cantidad de postres y un buen plato fuerte para Brökk al medio día.

Esperaba le encantará la selección de vinos y el té que había preparado, junto a la cerveza, jamás había​ que olvidar la cerveza que debía ser buena, con cuerpo, aroma, abundante espuma y un hipnotizante color. Mi padre tenía una cervecería donde tenían una negra exquisita y fuerte, quizá en París, en casa o en el restaurante él podría probarla. La de hoy era un placer al paladar. Esta selección de bebidas eran para la cena, el plato fuerte del almuerzo era una sorpresa, junto al regalo prometido el día anterior, el cual había dejado para la noche o podría anticiparse a cuando comenzara a oscurecer.

Frutas y agua, leche fresca, té de diferentes mezclas y virtudes en otras, jugos de manzana, melón, toronjas y naranjas, limonada con hierbabuena, también sola con hielo. Chocolate batido con leche, algunas tabletas del Brasil de semi amargo, ambos los había logrado conseguir en una exótica vitrina del centro de la ciudad.

Los camareros se hallaban arreglando el lugar en la playa que había pedido guardar para nosotros con las bebidas y flores que luego de un rato había elegido como las más hermosas del mercado. Cerezas, arándanos, mermeladas, mantequilla y miel, fresas y crema batida, quesos, jamón y tocino, pan con orégano y croissants de carne y pollo calientes.

Pastelillos dulces de zanahoria y mantequilla, amapola con sus semillas en unos, caramelo y limón en otros. Lo confieso… Esos los compré por falta de tiempo, pero al haberlos probado, quedé enamorada. Un poco de chantillí y así ya estaba lista para darle a mi héroe un buen y nutritivo desayuno al aire libre y en los jardines de hotel que daba a la playa.

Había madrugado, pero era ya un gusto al trabajar en el restaurante, allí lo hacía frecuentemente, también recuerdo que era un hábito tradicional hacerlo en New Orleans. Los mejores productos se conseguían en las primeras horas y el tiempo no me pareció un desperdicio si lo dedicaba en un obsequio. El sol de hoy poco tenía que envidiar al verano en casa...Verano...¿cómo habría terminado la noche de Brökk? me pregunté mientras terminaba de trenzar mis cabellos

En unos minutos había estado vestida, unas gotas de perfume de rosas en mi piel, me sentía ansiosa con su llegada y de estar pudiendo pagarle. Llevaba una fragante y pequeña rosa blanca a un lado de mis cabellos y una sombrilla en mis manos, para esperarlo en el vestíbulo rumbo a la playa rodeada de jardín, algunas cestas con la comida y un mantel blanco de margaritas como compañía.

La puerta principal se abrió, por interés giré hacia allí mis cabeza y mis ojos. Por arte de magia mis labios se curvaron en una radiante sonrisa y mi vientre se volvió a llenar de mariposas inquietas.

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Mensaje por Brökk Tollak Mar Ago 15, 2017 5:21 pm

La noche terminó temprano para el guerrero, desde que dejó a April en el hotel, se dedicó todo el día a terminar encargos necesarios. Era el hijo del general Tollak, debía informar de todo lo acontecido, así que se pasó más de una hora en la posta de correos, ese día habría familias que sabrían por su puño y letra que uno de sus hijos ya caminaba por el Valhalla. Retiró los fondos de emergencia del banco para su contingente, pues las retiradas in extremis, los naufragios o los cambios bruscos de planes necesitaban de alguien que organizase de nuevo a la tropa y se hiciera cargo de los gastos que derivasen de todo aquello. Se aseguró de que nadie quedase sin resguardo ni comida hasta la nueva orden y los emplazó a todos a seguir bajo el mando del sargento Dalfur que ya se encargaría de reenviarlos de nuevo a Bergen, ya que él se marcharía a París.

Con todos los hombres organizados y el trabajo hecho, despidieron a los caidos en una ceremonia muy propia de los noruegos, Colocaron una espada sobre una balsa de maderos, le prendieron fuego y la despidieron mar adentro. Era su tributo a los dioses, a los Æsir que los convocarían a la última cena del Valhalla. Entonaron algunas de sus canciones fúnebres y bebieron licores fuertes para celebrar que sus hermanos caídos estaban en ese momento caminando de la mano de las Valquirias, entrando en el Gran Salón y siendo recibidos con el honor que merecían. La mayoría se quedó honrando a los caidos, pero Brökk tenía que madrugar.

El amanecer le dolió en las retinas, la claridad perforaba su cerebro haciendo que doliese después de haber descansado profundamente, pues su cuerpo ya no podía más tras tanta batalla. Le costó levantarse y reaccionar, soñoliento, se dio una ducha sin darse cuenta que llevaba los vendajes. Cuando se percató maldijo en tres idiomas, noruego, francés y el criollo de Nueva Orleans. Ahora tendría que rehacerlos y tardaría más de la cuenta. Resopló y tras intentarlo, lo dejó estar, no podía anudarselos en condiciones, prefería pedirle ayuda a April más tarde que hacerla esperar. Se colocó una muda que compró a correprisas el día anterior, porque tampoco es que tuviera demasiado tiempo para ir de tiendas; aunque debería haberlo hecho, su uniforme estaba para pegarle fuego tras la batalla y la zambullida. Botas de cuero de caña alta, pantalones de paño oscuro, camisa gris y una casaca marrón completaban el atuendo, sencillo, funcional, nada apropiado para una reunión social, pero es que no pensaba en que el almuerzo sería algo tan sofisticado y francés.

vestimenta:

Apareció en el hotel media hora más tarde notando cómo le picaba las fibras de la camisa nueva y no lavada sobre las heridas aún recientes y su piel, que a pesar de estar curtido en las guerras, seguía teniéndola muy blanca y sensible, como la de su madre. Podría haber heredado la condición de cambiante de su padre, le sería mucho más cómodo vivir así que no con la magia fluyendo por sus venas, pero nadie elige cómo nace y son los dioses quienes reparten sus dones y favores, así que ser el protegido de Loki bien valía un poco de urticaria de vez en cuando.

Le indicaron a dónde estaba la señorita Moore y allí se dirigió. Resplancía, su dorada cabellera casi parecía nieve flotando alrededor de su cabeza a conjunto con el vaporoso vestido que llevaba. Mierda. No acostumbraba a tratar con señoritas elegantes y finas, en el norte las mujeres a veces se confundían con los hombres en sus maneras y atuendos, tenías que mirarles las barbas para diferenciarlas. Carraspeó sintiéndose un poco incómodo, como fuera de lugar. Se dejaba la piel en los barrizales de las campañas, se lanzaba al mar embravecido sin dudar para rescatar a alguien que caía al agua... y empezaba a sudar la gota gorda por llevar un medio traje y acudir a un lugar elegante. "Venga ya, idiota. Solo es gente, sonrie y aparenta que sabes lo que haces". Se animó mentalmente.

Señorita Primavera, buenos días. Espero que hayas...ehm... haya descansado bien.— Miró alrededor un segundo y susurró.— no sé si debo tratarte de usted o... pfff... yo que sé. .— se plantó como un pasmarote frente a ella sin saber que hacer, si reverenciarse, darle un beso en la mejilla, en la mano, o bailar una conga. Estaba muy perdido en esas materias. Tendría que preguntarle a su madre cómo se comportaba la gente en París cuando se trataba de esas cosas. Él siempre estaba rodeado de su familia y cuando no era así, con sus nobles conocidos, los Cannif, que al ser norteños no gustaban de todo ese protocolo.

Paseó los ojos por toda aquella comida y bebida tan primorosamente elaborada y dispuesta. Enarcó una ceja, aquello debía ser el desayuno para una boda o algo similar que seguramente se celebrase en ese hotel.

Lo cierto es que tengo hambre, ¿dónde vamos a desayunar?.— "Si señor, Brökk, todo caballero refinado se olvida de conversar con la dama, de elogiar su vestido o peinado y va directo al llantar". Se reprendió mentalmente por ser tan pazguato y poco sensible y se pasó los dedos por la cara.— disculpa...es que... yo no... sólo quería decir que... estás muy... que me gusta tu... estás muy guapa.— ya está, ya lo había soltado. ¿Se podía decir así? o debería haber dicho que la flor de su pelo resaltaba sus ojos? bah!! qué narices!! ¿quien demonios decía una cursilada así?
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Mensaje por April Moore Miér Ago 16, 2017 11:13 pm

Recompensa
Le Havre- Francia


No era quien esperaba el que cruzó la puerta, pero también era rubio y alto. Un espejismo.
Fue así como la sonrisa se me borró de inmediato. Bajé la mirada y revise lo que me acompañaba, sabía que aún seguían frescos los alimentos y suspiré, pegando la espalda al asiento.

Si se miran las miles de razones que cree el que espera por la tardanza del otro, bien se podría hacer un libro de emociones y se le llamaría Bipolaridad: una guía para el puntual impaciente. Entonces yo ya tenía varias listas y cada una tenía su nombre. La más esencial fue el “No llegó” y a continuación sus respectivas nominadas:

"1. Estaba lloviendo y no tenía paraguas. 2. No supe qué colocarme. 3. No recordé la dirección del hotel." La cual me hizo pensar en salir a buscarlo, pero temía que al hacerlo llegara. "4. Me quedé dormido." Quizás esa era la más graciosa y a la vez la que podría llegar a enojarme un poco si la escuchaba. "5. La herida me dolió toda la noche, tuve que ir a un doctor. "Esta era preocupante y la más comprensible de todas. "6. Mis hombres me dijeron que no fuera o 7...tuve qué partir por la guerra." ¡Por la madre ciervo! Si era así, si por la guerra no podía verlo, tenía otra razón fuerte para odiarla aún más.

Por la sala de espera pasaron caballeros y damas, algunos niños ansiosos por aventuras con olores dulzones. Holandeses, portugueses, españoles y franceses por negocios o de vacaciones, supuse. Había escrito a mi madre una nota para decirle que estaba bien, que en unos días llegaba. Así que entre rostros curiosos, con la puerta abriéndose y cerrándose seguí taladrando mi cabeza con más conjeturas. 

Yo nunca me había sentido muy halagada con la impuntualidad, mis horas estaban cronometradas al igual que mis milésimas. Era escuchar el péndulo de un reloj en mi cabeza, excepto cuando dormía, aunque comenzaba su actividad horas antes del completo amanecer para ir al mercado y los fines de semana me daba más espera y descanso. Pero hoy era un día diferente, me sentía en la libertad de darle lo mejor de mí al guerrero de apellido Tollak y eso incluía mi paciencia. Y teniendo en cuenta que también había tomado, que siendo hija de Tom conocía esa sensación y algunas resacas, era como él en eso, solo bebía en ocasiones especiales.

¿Hoy sería una de esas ocasiones? ¿Si vendría? Eso sería lo peor...que no lo hiciera. - Calma, April. Ya llegara, no todos funcionan a tu cuadriculado ritmo.- ¿Calma? Quizás me estaba pidiendo lo imposible, lo inexistente en mi y aún así la tuve.

Miraba mis manos sin más objetivo que dejar pasar el tiempo, de tener respuesta o tachar alguna razón de las ya nombradas arriba, cuando lo escuché llegar, su voz era ya inconfundible para mi. Levanté mi rostro emocionada, tratando de domar mi interior y controlar lo que en mi exterior podía verse, aunque lo seguro y obvio fue mi gran sonrisa. Verlo allí era mi recompensa por la espera.

Dejaría el asiento de lado dando unos pasos a su encuentro. - Brökk.-  alcancé a decir antes de soltar una vibrante risilla por su comentario inicial, cubriendo mis labios con una de mis manos. El norteño era gracioso, muy divertido, pero guardaba una reserva que me hacía sentir en extremo confiada, equivocada. En Norteamérica me besarían la mano, entre amigas la mejilla con calidez y ternura, de hecho en Francia era igual...algunos guardaban el roce para el dorso de la mano, otros para la cercanía del rostro.

Brökk se quedó frente a mi, no logré entender si era por desconocimiento de protocolo, por ausencia de querer hacerlo o por timidez, esperaba fuera la primera o la tercera. - Puedes tratarme de tú si lo deseas, ya tenemos confianza... o eso creo. - me encogí de hombros con suavidad, bajando la mirada, algo ruborizada. Para mi era así. Él me había salvado y me agradaba recordar el día anterior, a pesar de la noche y aquel sueño que me despertó a mitad de la noche. Un gran vacío oscuro, sin luz al final, la misma sensación de abandono que al cerrar mis ojos bajo el agua.

Los camareros ya habían comenzado a tomar las viandas y cestas, llevando la delantera al exterior.
Así que tenía hambre, eso había que solucionarlo de inmediato ya que no deseaba que mi comensal especial del día de hoy esperara de más, pero tuve que detener cualquier decisión cuando retomó la conversación con una frase que al principio no entendí, lo miré confundida hasta terminar de escuchar.

Estoy segura que mis ojos brillaron, que lo miré fijamente y asentí con un timidez que le decía que me gustaba lo que me decía, que era un hermoso halago.   - ¿Tienes hambre?, sígueme.-  le pedí complice, mientras todos nos miraban en el vestíbulo. Podría también haberle dicho que deseaba estar bella para él, pero...las normas y tradiciones sociales ganaban, y yo aún quería que me besara...o besarlo. ¿Había diferencia alguna? Mi madre tendría una larga respuesta.

- Prometo que tu trabajo más pesado por ahora será llevarlo, quizás al rato me ayudes con un modesto asado.-   dije al tiempo que le extendía el amplio parasol azul celeste.

- ¿Te gustan?...¿los asados?-  ¿Los vikingos sabían de asados? En casa mi padre era el encargado de ellos, disfrutaba pasar una tarde completa entre amigos metódicamente seleccionados, colmándolos de carne exquisitamente adobada y ahumada junto a grandes jarras de cerveza y copas de whisky. Sin esperar más caminé hasta la salida trasera, el pasillo fue una entretención, tan lleno de hermosos cuadros, puertas y muebles, flores de vez en cuando.

- Quizás también tengas que ayudarme con otro rescate -  lo miré de reojo sonriendo burlona, - nunca se sabe si llega un torbellino por mi o si quiera raptarme el mar de nuevo.-  bromeé, pero tal vez debía quitarle la impresión de damisela en peligro que debía haberse hecho de mi. Abrieron la puerta, llegó la cálida luz de un día que en nada se parecía al anterior, unos pasos más y allí estaba la playa.

Pensé que mi idea de comprar flores había estado quizás de más...era un bello jardín de flores violetas, lilas y azul el que acompañaba y rodeaba al sonido del mar mimando el arenal y las gaviotas en un horizonte joven, azul. Así que flores abundaban, a pesar de ello coloqué el bonito ramo azucenas en el centro de la improvisada mesa de tela.

- Tú también estás muy apuesto, Verano.-  le dije con carmesí en las mejillas, mientras descalzaba mis pies. Era una verdad mía, tan fuerte como que el día anterior aún en medio del cansancio, la desazón, la sorpresa, el baño, el hambre y la humedad, mi me había parecido igual de atractivo.
El polvillo dorado me causó cosquillas en las plantas de los pies, era suave, se sentía fresco por la sombra de las altas palmeras a nuestro alrededor.

Allí estaba él con un formal y sobrio atuendo, muy diferente al de su uniforme. Su piel blanca destacaba con el color de sus ropajes tanto como sus cabellos y sus ojos. - Quizás estoy demasiado informal. -  suspiré avergonzada mirando mi vestido, pero se sentía tan bien la caricia del sol sobre mis cabellos como en la piel de mi rostro, mis hombros y mi pecho, que tuve que cerrar los ojos por unos segundos sin poder resistirme para disfrutar de la cómoda culpabilidad que sentí.

- ¿Cómo seguiste de tu herida?-  le pregunté retomando la conversación, contemplándolo al colocar el mantel sobre la suave arena. De la que yo tenía cerca al codo me estaba olvidando, aunque la noche anterior la había revisado y hallado algo profunda, sabiendo que era posible que quedara una cicatriz.

Sin embargo era como siempre, no me dolía, lo que desde pequeña me había hecho ser independiente y valerme por mi misma si me caía o raspaba, incluso en las cacerías. Mis padres no hallaban prioritario atender con premura el llanto de una hija que difícilmente sentía dolor, llamar la atención solían decirle y yo lo odiaba. Miré al mar, por eso también prefería el bajo perfil aunque no lo lograra alcanzar siempre.

- ¿Qué piensas del lugar?-  ya habían terminado de colocar las jarras y frutas sobre el mantel, al igual que los platos, servilletas y cubiertos. Me arrodillé, abriendo una de las cestas para organizar el resto de comida. - Cuando lo vi, la playa, el mar, las flores, quedé enamorada y supe que debía venir aquí contigo.-  sonreí, era una verdad tonta.

- Vamos, está tarde y no quiero que te quejes de mi como anfitriona. Puedes tomar lo que gustes.-  le invité jovial, atenta a saber qué sería lo primero que él tomaría, lo primero que su apetito desearía de todo lo que estaba frente a él.  

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Última edición por April Moore el Sáb Sep 23, 2017 9:11 pm, editado 1 vez
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Las ruedas del ser {Brökk Tollak} Empty Re: Las ruedas del ser {Brökk Tollak}

Mensaje por Brökk Tollak Vie Ago 18, 2017 1:08 pm

No entendía muy bien qué estaba pasando allí. Los camareros empezaron a sacar todo ese despliegue de viandas y bebidas al exterior justo hacia donde April lo guiaba. No podía ser cierto. ¿Todo eso era su almuerzo? Enarcó las cejas sintiéndose algo desubicado. Los vikingos se caracterizaban por ser excesivos en todo, pero aquello era un despropósito. Cuando le habló del asado puso una mueca irónica.

¿Un modesto asado a juego con este modesto almuerzo...?¡Claro! por qué no! lo único que puede suceder es que explote. Dime una cosa April Moore...¿estás segura que no eres la bruja de Hansel y Gretel? tengo la teoría de que quieres engordarme como un pavo y luego asarme.

La siguió a donde ella demandaba, portando la cesta que dejó en sus manos y accediendo al exterior del hotel, a una especie de playa privada cubierta de fina arena tostada y palmeras. La brisa mecía las ramas de los árboles decorativos y las macetas y pensó que todo era muy... irreal. El mundo no era así. El mundo, al menos para él, era nieve, barro, piedra y bosque, era ciudad maloliente y ruido, era fuego en una chimenea como único consuelo lejos de casa. Aquel exceso de todo le incomodaba y podía entender a su padre a la perfección. Ulf le ofreció a Giuliana un hogar en el norte, lejos del lujo y la ostentación, lejos de las flores y las playas. Y ella accedió porque en el fondo no apreciaba tampoco la banalidad de esas cosas. Podrían haberse permitido una mejor casa y más lujos, pero sencillamente no los necesitaban, y menos cuando defendían a un pueblo modesto que sufría carestías.

No podía ser tan cafre, April sólo trataba de agradar, de recompensar su ayuda y lo habia hecho de esa forma, no estaba bien ser desagradecido.

¿Aasado? ¿Estás de broma? claro que sabemos de asado! lo que me inquieta es que tú lo aprecies...es decir... ¿no se supone que si te comes un venado te estás comiendo a alguien de tu especie? es... extraño. No quiero ser maleducado, es que suelo decir las cosas como las pienso y... a veces sería mejor que cerrase la bocaza.

Se sentó en la manta que desplegó la chica, mirando hacia las olas y entornando los ojos, la intensa luz le molestaba un poco. Introdujo un dedo por el cuello de la camisa y se aflojó la prenda, le picaba porque era nueva y hacía calor, así que decidió sacarse la casaca y dejarla a un lado, arremangándose los puños.

Si esta vez viene el mismísimo Poseidón a buscarte tendré que dejarte marchar, contra él no puedo hacer nada, Loki no me permite enfrentarme a cosas que son más poderosas que yo.— Levantó las palmas de las manos a modo de excusa. Bueno, había llegado el momento de decidir...había tantas cosas sobre ese mantel que sus ojos pasaron de un plato a otro, todos ellos tan cuidados, tan escogidos que no sabía por cual decantarse. Finalmente fue hacia lo más inusual en él. Normalmente no solían desayunar delicatessen, no porque faltase el dinero en su casa, que no era así, sino por sus costumbres, más inclinadas a ser espartanas. Sujetó entre los dedos un pastelito de color blanco, con pequeñas frutas rojas decorándolo así como unas flores que seguramente fueran...¿flores? ¿Las flores se comían? enarcó una ceja tratando de adivinar qué habría dentro y sin más se lo metió de un bocado en la boca.

Lo masticó notando la fusión de sabores, frutas, algo cítrico, algo azucarado, masa hojaldrada...No tenía ni idea de cuantos ingredientes podría llevar aquello, pero debía reconocer que estaba bueno.

no está mal... para estar hecho de algodón o lo que sea esto.— la cobertura azucarada y ligera era tan extravagante que el norteño prefirió no saber más. Estaba bueno, y ya está. Sonrió a April y fijó de nuevo los ojos en el mar, del mismo color que los suyos.— ¿Siempre desayunas asi?

Mas bien la pregunta era "¿es este tu mundo?", quería saber si April se desenvolvía en ese mundo de parasoles blancos y flores junto a la playa, de bebidas cuyos colores harían la envidia de un arcoiris y gente que encontrase la felicidad en un pastel.

Mi herida está bien, necesito otro vendaje porque se me mojó el de ayer, pero sobreviviré. El lugar...es bonito.— No dijo nada más. Un lugar que había enamorado a April. No podía rebatir eso, su madre estaba enamorada de los fétidos pantanos de Baton Rouge, se podía entender o no, pero era así. Su padre estaba enamorado de las áridas tierras noruegas, y él...¿estaba él enamorado de algún lugar? la respuesta a esa pregunta sería probablemente no. Él podía acceder a Asgard, ver la ciudadela de las cúpulas plateadas, el puente multicolor y las bellezas de otros mundos. ¿Cómo enamorarse de una playa o de un pantano cuando el mundo era tan grande?. Se dio cuenta de inmediato del tono que estaba tomando esa converasción, no quería ser un aguafiestas y lo estaba pareciendo, así que su herencia Tollak salió a relucir, y al igual que su padre, utilizó el humor socarrón para devolver la vitalidad al momento.

¿Asi que cuando viste el lugar te enamoraste y supiste que debías venir conmigo? ¿Se me ha adelantado una playa y cuatro flores? eso dice muy poco de mis dotes para la conquista!!! ya deberias estar tan enamorada de mi que deberia darte igual si estuvieramos bajo un puente!!!.— rió a carcajadas tomándole el pelo a April.— Recomiéndame algo de todo esto... no tengo ni idea de por donde seguir.
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Mensaje por April Moore Sáb Ago 19, 2017 10:40 pm

Mi perfume, ¿el equivocado?
Le Havre - Francia

Levantando uno de mis indices, cerré los ojos. -Desayuno.- le corregí con ternura y burla. - Es un modesto desayuno.- levanté la mano queriendo alcanzarlo, ya fuera para darle un ligero  empujoncito, halar su cabellos o algo para desquitarme.

- Oh no...¿te parezco una bruja?- a cambio de tocarlo, mi rostro fue inocencia pura, como si jamás hubiera derramado sangre, como si no soñara con muerte o con deseo. - Estoy segura que el único que piensa en pavos y en asarme eres tú.- yo estaba al parecer indignada. - No soy entre ambos la del aura que grita hechicero.- habiéndolo dicho en un tono solo para dos, me mantuve seria mirándolo, hasta guiñarle un ojo.

- No explotaras…- meneé varias veces la cabeza, riendo por tan ocurrente exageración. - Come lo que desees y puedas. No se perderá, yo comeré y si queda -  estaba segura que así sería, - habrá para tus hombres, e incluso para los que trabajan en el hotel.- yo estaba plenamente convencida que la felicidad solo existía si se compartía. Para mi comer era símbolo de felicidad, mis recuerdos felices de familia me llevaban a una cena o un almuerzo, de allí que no viera nada malo en que otros se sintieran igual que yo al probar aquel pastelillo de amapola, suspirando.

- Solo habrá un venado presente en el asado y me temo que no estoy en el menú.- dije divertida, ladeando el rostro. - Pero podría cazar uno si es lo que deseas.-  desparpajo sincero, de eso de la que nos acusaban a los norteamericanos. - Pero la respuesta a tu pregunta es sí. - había servido leche par ambos y di un trago.

- Sí, he comido algunos venados porque los he cazado.- lo observé fijo esperando su reacción. ¿Le incomodaría escucharlo? ¿Sería malo que yo no fuera un ángel? - Soy también humana, tengo apetitos y algunas complejidades...- sonreí de nuevo, más tímida por lo cierto que era. Me gustaba cazar siempre que simbolizara alimento, quizás a veces adrenalina...y esa era una de mis complejidades de humano…

- Me parece bien que sepas de asados, así me enseñaras algunos trucos de vikingo y yo aprenderé.- no me parecía mala la idea ser dócil en mi campo por esta vez y aprender de él. - Prometo ser buena alumna.- posé una de las manos sobre mi pecho. Era mi promesa de scout.

Guardé silencio y pestañeé al mirarlo, su respuesta había sido lo que esperaría de un guerrero. Fría, real, sin tiempo para ensoñaciones, yo hoy me encontraba quizás para un poco de ellas, lejos de casa y del día a día, podía darme ese pequeño y bonito lujo. Su respuesta sería lo que diría mi padre. Asentí con una sonrisa, lo entendía. La magia y sus normas, eso lo estaba comprendiendo con él.

- Entiendo. Creo que podría vencerlo, hoy me siento afortunada y soy muy fuerte. - esperaba no se ofendiera ningún dios en realidad, no era mi intención. Otro sorbo de leche. - Podría incluso ser yo quien te salve. - lo dije convencida.

- ¿Desayunar cómo? ¿Con tanta pompa?-  miré a los siervos alejarse. - No.- dije segura de ello, bueno... quizás no. Tal vez en el Palacio Royal, una vez había estado allí, invitada por mi abuelita y el protocolo era de otro mundo. - En la hacienda es diferente, elegante y silencioso - sombrío omití añadir, mi padre solía ser muy estricto con los esclavos y la servidumbre, y ellos muy callados, excepto conmigo y Elliot, mi hermano menor.

- Pero diferente. Y si hablamos de casa en París, es con el protocolo de siempre, cosa que casi nunca estoy...siempre trabajo… - intenté explicarme, para quedar en silencio y volví a mirar el mar, no debería hablar de mi trabajo. Quizás lo aburriría y no me lo había preguntado. - En lo personal disfruto de algo más privado e intimo. -

- Si te refieres a la comida y a poder comer delicioso algodón, sí.- sonreí levantando una mano, me declaraba culpable de eso. - Soy chef, así que si se me antoja puedo hacerlo. Desde pequeña me hice cargo de la alimentación de los esclavos, los trabajadores y mi familia en nuestra hacienda, para algunas celebraciones también. Ahora trabajo en un restaurante en la ciudad.- no le diría que era uno de los mejores en París, solía desinteresarme eso, mi orgullo era cocinar y hacerlo bien.

- Uhmmmm...- no me gustó escuchar sobre el estado del vendaje, ya no existía. - Puedo ayudarte con el vendaje de nuevo, niño travieso. Me parece una prioridad y cumplo mis promesas.- lo diría seria, no había lugar para bromas con aquel tema.
"El lugar...es bonito"...¿Eso significaba lo que significaba? ¿Solo eso? ¿Algo más? ¿Menos? ¿Era bueno o  una de esas cosas malas que se hacen pasar por buenas?
Levanté una ceja al escucharlo de nuevo, lo miré, sonreí y me sonrojé.

-¿Así que querías enamorarme Brökk Tollak?- fingí sorpresa y desazón. Un sonrisa dulce cortó mi actuación, suave tomé el ramo de flores y lo extendí a él como había visto hacer a algunos, como habían empezado su historia de amor y desamor algunos amigos y amigas en casa.

- Yo viviría contigo donde fuera, incluso en el Valle de la Muerte.- le dije con voz sedosa y romanticona. Aquel desierto era un lugar al que todos temían en mi país, incluso los más osados y los más peligrosos.  ¿Eso sería posible realmente en algún universo o realidad? ¿Que estuviéramos juntos?
Tal vez en alguna realidad Loki lo permitiría, tal vez fuéramos el sueño de un gigante, de algún hijo suyo y así estuviera trazado en el guión de tal película onírica.

Tomando su plato, acepté ayudarle, pensando en las posibilidades... era una gran responsabilidad. -Pero es una pena que mi corazón ya lo hayas ocupado con salitre, flores y arena.- seria lo miré de reojo, tomando una de las frutas más pequeñas. La frambuesa no estaba madura, pero su acidez fue desapercibida por lo que presentí sucedía.

Comencé a tomar algunos cubos de queso gouda y camembert, un croissant de pollo y queso brie, una dulce toronja que corte en varios gajos y fresas, con un chorrito de miel sobre ellas. Creía que era un éxtasis la manera en que un buen cuchillo podría ser tu mejor amigo o tu peor enemigo cuando lo necesitabas y su filo era insuficiente. Cuatro tiras de tocino, porque nunca era suficiente y un vaso de jugo de naranja.

No supe si mirarlo o no al hacer la siguiente pregunta…¿y si su rostro me respondía con una afirmación? ¿Qué haría? ¿Qué debía hacer? Esto era difícil...parecía más sencillo si era en el restaurante y si no me latía el corazón tan rápido. -¿Te sientes incómodo con algo, Brökk?- le entregué el plato de porcelana brillante, su aura había cambiado de color, la mía era verde, amarilla y rosa, algo así como tontamente emocionada y asustada.

- Parece como si no te hubiese gustado lo que te he preparado. - no lo miré. En realidad no sabía qué sucedía, pero...intuía el sutil cambio, de pronto era preocupación mía sin ninguna razón...deseé muy fuerte que así fuera.   - ¿Hice algo malo?- mordí mi labio inferior bajando la mirada.

Quizás no eran de su agrado las flores o no le gustaba la arena o las fresas. Tal vez era mi perfume.

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Mensaje por Brökk Tollak Lun Ago 21, 2017 4:50 pm

Así que era chef, eso era... raro. Es decir, ser cocinero o cocinera en el Norte donde él vivía era un oficio honrado, sin más. Como zapatero o pescador. Pero no excesivamente valorado, no porque no les gustase comer, nada más lejos. Pero el pueblo "bárbaro" no tenía en su cultura el refinamiento necesario para apreciar esas cosas. Era como el vino, sabía por conocidos que el vino era un universo en si mismo, que  había sommelieres que cobraban tanto como los ingenieros que hacían los puentes, pero para él ese mundo se escapaba como la arena entre sus dedos.

Una mujer chef, probablemente se codearía con la alta sociedad parisina y quienes pudieran pagar el dinero que costase una comida en su restaurante. Era chocante, sólo eso.

perdóname April. Ahora mismo me siento como un pazguato ignorante. Como un troglodita corto de entendederas. Para mi la comida siempre ha sido una necesidad básica y no la he apreciado nunca más allá de eso...de la misma forma que un vino o un licor... mis padres nos educaron de una forma distinta a la que que quizás se espera... pero verás...mi mundo es la guerra y el otro...casi prefiero no hablar del otro.

Hacía referencia a su magia, esa que no debía despertar porque sus dioses se lo habían prohibido pero que inevitamblemente corría por sus venas y a veces provocaba algún desacato. A veces ni siquiera él lo entendía, pero lo que estaba claro es que determinaba sus pasos y guiaba sus decisiones.

es demasiado oscuro y no quiero estropear este desayuno. Todo está perfecto... es mucho más de lo que hubiera imaginado, tan sólo estoy decepcionado con mi poca habilidad para apreciarlo. No es incomodidad contigo... no es eso. Es... Bah! no se me puede sacar de casa.

Rió entre dientes y se agenció el plato que le tendió April y empezó a comer lo que había en él.

eh! esto sí se lo que es... es queso y eso bacon. ¿Lo ves? soy un gañán, deberías estar desayunando con un caballero que comprenda los entresijos de esto y pueda darte una conversación más interesante que la mía.— Lo dijo riéndose y haciendo bromas, pero había algo de cierto, y es que ese mundo no era un mundo para él, jamás podría vivir en una ciudad como París, sentarse a ocupar una oficina y engordar hasta que le saliesen tres papadas. No cuando cuando era un elegido de sus dioses, destinado a ser decisivo en algun momento... momento que no sabría cuándo ni dónde, pero sí que sería decisivo. Y que quizás implicase un gran sacrificio personal, eso decía su profecía escrita en piedra.— El Valle de la Muerte se parece a Helheim. He visto dibujos y el desierto de caliza es similar al que hay cerca de la puerta donde reina Hela, la hija de Loki. Es el reino del frio, la soledad y la oscuridad eterna, donde van a parar las almas viles. ¿De verdad crees que te llevaría a vivir a un lugar así? ni hablar!! aunque tuviera que cruzar el Gjöll a nado, te sacaría del infierno. Mi padre ya lo hizo con mi madre pero eso es... una historia muy larga.
Literalmente así fue, cruzaron el infierno vudú para conseguir estar juntos, sus descabelladas peripecias los habían unido con los años y sus hijos tenían en casa el ejemplo del amor más fuerte que la muerte.

¿Te gusta tu trabajo? supongo que debe ser difícil ser una mujer desempeñando un oficio de hombres mayoritariamente.— realmente a él le gustaba el suyo. Aunque implicase matar gente, era un guerrero, estaba hecho para eso. Él era bastante abierto de miras, a pesar de haberse criado muy pegado al folklore nórdico, pues su madre le había enseñado que hay más realidad ocultas a simple vista.— apuesto a que todavía te preguntan cuando te vas a casar o si dejarás tu trabajo para hacerlo. Muchas veces creo que seguimos anclados en los tiempos remotos con esas idioteces.

Elevó la ceja cuando April lo miró fijamente y le preguntó si había hecho algo mal. ¡Por Loki! ¿tan terrible lo estaba haciendo para que ella le preguntase algo asi?

¿qué?...no, no! está todo muy bien... es sólo que soy un idiota...— soltó el plato sobre la arena y le cogio las manos a la muchacha.— lo siento de verdad April, no quise ofenderte con mi ignorancia.

Sus manos eran pequeñas y suaves y sabía cómo se movían inquietas cuando estaban ocupadas. Pensó que habría tardado horas en preparar todo aquello para ofrecérselo como regalo y él no sabía estar a la altura de algo así, las levantó y depositó un beso en sus nudillos. Había gente pululando por aquel hotel y las miradas indiscretas de seguro que se cebarían con ella, a fin de cuentas a él le daba todo igual, no prestaba cuentas al cuchicheo, ni tampoco lo practicaban en su tierra. Pero sabía cómo eran las malas lenguas en lugares como Francia y ahora que sabía que la chica tenía un trabajo complicado, meterla en el medio de los rumores no le traería nada bueno.
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Mensaje por April Moore Sáb Sep 23, 2017 9:03 pm

Desde hace horas que...
Le Havre - Francia


Me quedé mirándolo...estaba tan cerca y se veía tan atractivo con esos ropajes que no creía que soliera vestir y era un gran halago creer que lo había hecho por mi…¿estaría siendo vanidosa?¿ilusa? Todo y tan lejano a la vez, porque percibía un muro entre ambos, yo no sabía cómo romperlo o qué sucedía. -Y tienes razón. La comida es una necesidad. - sonreí asintiendo. Esa era una verdad indudable.

- ¿A qué te sabe la carne, como la que vamos a comer hoy, Brökk Tollak? Es jugosa, blanda y con ese sabor a ahumado que da la leña y su humo. ¿O cómo la recuerdas tú? - yo sabía que podía hacerlo, él no era un ignorante en cuanto a la comida como deseaba mostrarse o como en realidad se creía.

Tomé una fresa y la unté de crema batida, se la acerqué colocándosela en la boca, para que mordiese la mitad y yo la otra. - No hablemos de magia si no quieres. - sonreí con sencillez mientras lamía la crema de mis dedos, mostrándole que no me molestaba que así lo quisiera. Y llamé Magia, lo llamé por lo que ya entendía debía ser el motivo que lo ensombrecía, por lo que era, debía aceptar su naturaleza en algún momento, no en vano tenía aquellos dones, como yo estos.

-Pero creo que si somos Primavera y Verano, no es tan oscuro. - cerré un ojo encogiéndome de hombros, comiendo otra frambuesa, esta vez más dulce.
Entendía su enraizar con sus orígenes.
Pero...-¿Y dónde es casa? Creo que estás lejos gigante, rodeado de muchas construcciones ahora y en un barco en unos días sin saber hasta cuándo. A mí me pasa lo mismo, aunque sé que llegaré a un lugar que seguirá sin ser mi hogar. - le miré y sonreí cómplice y triste, en eso lo entendía en todo, incluso en el sentimiento. Era una realidad que ambos debían vivir y aceptar. No supe cuál de los dos estaba más lejos de ella.

Por poco me atoró con otra de las frambuesas, al escuchar sobre el bacon y el queso, mucho más sobre llamarse un gañan y lo feliz que podría sentirme estando con alguien más en aquel lugar y momento. - Tienes razón en solo dos cosas...esto es bacon - señalé la lonja alargada, - y esto es queso - llevé mi dedo allí sin tocarlo, pero tomé al final un trocito.

- Pero nada menos cierto que lo demás...no creo que seas un gañan...tampoco que pueda haber mejor compañía que la tuya hoy, no desde ayer.- le dije sonrojada, sonriendo al esquivar su mirada para ver el mar y la mañana, aumentaba el oleaje y era fascinante como su sonido. Luego Brökk me habló sobre el parecido del Valle de la Muerte con el Hell, yo solo creí que en el Hell, si en en verdad existía, me sentiría asombrada.

Comí el trozo de queso. De hecho me sucedía igual con todos los lugares que él me describía y que me nombraba, recordaba el llamado Bifrost.  - ¿Y Hela está viva en verdad, Brökk? - le pregunté seria limpiándome con la servilleta y pasando un trago de jugo de naranja, con mis ojos en los de él.  - Imagínate cocinando a tus dioses. - dije entre emocionada y determinada. - ¿Y los demás también? ¿Tu protector Loki?- volví a preguntar, necesitaba saberlo.

-¿Me sacarías del infierno pero no pelearías por mí si llega poseidon en este momento? - hice un puchero de indignación.- ¿Te gusta más el infierno? - le pregunté bromeando con cara de seria . - Por lo que escuché parece peligroso. - disimulé a gusto, sin aún sonreír, - creo que yo misma me salvaría. - lo miré y solte la risa.

-Me gusta mi trabajo. Y si ha sido difícil en un mundo machista, pero me he mantenido con esfuerzo. Aun así sé que en el fondo lo que me encanta es que puedo ser independiente. ¿Me entiendes? -,esperaba que si, él parecía ser un hombre muy independiente y yo hasta mi llegada a París lo era en cuanto a dinero. - ¿Cuántos años tienes? - fue curiosa mi mirada intentando calcular. Era mala para eso.

Mi pregunta no terminó siendo más que un completo y absurdo caos, me sentí tan tonta al verlo disculparse de esa manera, tan avergonzado y de que soltase su plato, que quede seria, mirando las viandas en la arena y parte en el mantel, pero sentí sus manos en las mías y la observé...creo que eso valió sin duda mi estupidez e imprudencia.

- No.- le dije subiendo la mirada de nuevo, con las mejillas encendidas y la respiración entrecortada, sentía el corazón mucho más rápido sin saber por qué...que no, que no...¿serían los primeros síntomas del amor?

¿Y eso era bueno o malo?
Me incline y sin importarme el gentío que mucho o poco me importaba, dejé un beso sobre su mejilla, algo cerca de la comisura de sus labios, luego susurré en su oído sintiendo el roce con su piel en mi rostro. - Soy yo la idiota.- aún puedo recordar la manera en que su barba se sentía, regia y no abrasiva, una caricia.

No supe si alguien observó el acercamiento. Yo solo dejé un beso más en su otra mejilla, en el mismo lugar que el anterior, muy cerca de esos labios que parecían rehuirme y que yo me obligaba no tocar porque no debía ser...tradiciones y enseñanzas de padres...

Volví a acomodarme como antes estaba sentada y no miré alrededor, solo a él. - Perdóname.- no quise que sus manos soltaran las mías, mis dedos seguían enlazados a los de él como al parecer comenzaban a hacerlo mis sentimientos, quizás lo habían hecho desde hace horas.

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Mensaje por Brökk Tollak Dom Oct 01, 2017 4:33 am

Si Poseidón se te acerca le cortaré las manos. No es más que un dios griego! los griegos no le hacen sombra a los Æsir.— lo dijo orgulloso de su cultura y sus dioses. Él veneraba al panteón nórdico, formaban parte de su vida de una forma muy arraigada e importante. Sabía que existían otros, su madre hablaba con frecuencia con los Loa, los dioses vudú, y él mismo había llegado a ver a Legba, el dios del cruce de caminos, pero estaba consagrado a los dioses de Asgard.

Cuando April le preguntó su edad levantó la barbilla con un gesto algo sobrado y frunció los labios.

veinte. Pero siempre dicen que aparento más, eso no sé como tomármelo, debe ser que la guerra envejece o algo así.— Tenía un aspecto más curtido de lo que cabía esperar para esa edad. Lllevaba empuñando el acero desde que aprendió a caminar y su padre al ser el principal general del ejército lo había enseñando sin tregua. Ahora formaba parte de las misiones menores, porque no estaba preparado para grandes gestas todavía y Ulf se preocupaba de mantenerlo alejado de las zonas calientes del conflicto, tenía que atesorar más experiencia antes de comandar hombres o realizar misiones difíciles.

A él le daba igual cuántos años tuviera la rubia, porque la edad estaba sólo en el espíritu. Su padre tenía sesenta años cuando conoció a su madre que tan sólo tenía diecinueve. Pero los cambiantes es lo que tenían, que envejecían mucho más despacio. Su madre había conseguido pactar con los dioses un envejecimiento parejo al de su marido una vez dio a luz a todos sus hijos, y por sus servicios, éstos se lo concedieron, con lo cual ahora estaban igualados. La magia conseguía grandes cosas, de eso no cabía duda, pero siempre tiene un precio, algo que Giuliana siempre advirtió a Brökk.

¿y tú? porque podrías tener cuarenta y aparentar los mismos. A mi padre y a mi hermano Alrek les sucede lo mismo, son cambiantes como tú. Mi padre es un lobo blanco y mi hermano un lobo rojo o un zorro.

Aeptó las frutas que April le llevó a los labios. ¿Eso era un tonteo? Oh, sí! claro que lo era. Pero era muy tierna. En Bergen o en Akershus las vikingas sencillamente te agarraban de la mano y te arrastraban a un rincón oscuro donde levantaban sus faldas. No estaba muy puesto en los cortejos "civilizados", tendría que preguntarle a su madre, aunque poco iba a poder contarle porque su padre era un bruto como él.

Recibió un beso en cada mejilla pero muy cerca de las comisuras de los labios. Ah, no! esto si que no!! las señales eran claras, que luego no se ofendiese, si a un guerrero se le provoca, luego no se le puede culpar por derramar sangre.

Primavera...— El tono era a medio camino entre advertencia y "reto aceptado". Soltó su mano y la sujetó de la nuca, esta vez no dudó y sus labios colisionaron con los de ella, besándolos como si se tratase de degustar esas frambuesas, acariciando los labios ajenos con los suyos sin prisa pero con el ímpetu del fuego guerrero que ardía en su ser. Prolongó el beso hasta que a April le faltó la respiración, entonces se separó y emitió un leve jadeo. Vale, ahora sí que se le habían despertado los demás sentidos y la sangre bombeaba en partes del cuerpo que mejor dejar tranquilas porque estaban en una playa llena de gente. Sonrió con una pícara mueca.
sabes mejor que el bacon.
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Mensaje por April Moore Mar Oct 10, 2017 1:43 am

El primer beso de April Moore
Le Havre - Francia


¿Saben? Yo no podía dar crédito a lo que estábamos conversando. No porque fuera estúpido o porque no lo creyera. Era porque me parecía asombroso, porque me hacía sentirme pequeña en el universo y eso no era malo, no en aquel momento, no con Brökk hablándome con la pasión y el firme convencimiento de quien sabe de qué habla, de quien lo ha visto con ojos propios y no ajenos. - Suenas tan convincente, Brökk Tollak...- le dije contemplándolo, quizás lo haría poner rojo o sentir incómodo por la desfachatez de mis ojos azules en él.

Rompí el silencio de nuevo. - Pero en realidad, no me gustaría verte en peligro. Y tener que luchar contra un dios, sea del lugar del mundo que sea, sería mucho más difícil que sacarme del mar por un día de tormenta o por mi propia torpeza.-volví a sonrojarme. Y es que era cierto, no, no por mi, por nada, no deseaba que le ocurriera nada malo y aún así seguía sabiendo que era inevitable. Ambos nos separaríamos y él se iría a la guerra que le había tocado, con destino incierto para su familia y para mi. Y yo sería solo un recuerdo bonito de su alma, de un lugar de ensueño llamado Le Havre.

Fruncí el ceño afligida, bajando la mirada. Un no te vayas quería salir de mis labios. ¿Pero quién era yo? ¿Quién era yo para impedir su misión, viendo que era un guerrero lo que veían mis ojos, lo que manaba de él, la pasión al nombrar a sus dioses y su destino al parecer inevitable?
Levanté la mirada, dijo aquella palabra después de otras, después también del número que me nombraba la mayor entre ambos...Guerra.

- No dañes el momento, vívelo, April.- me dije, no dejaría que un cruel destino o lo que yo en mi fatalidad creía pasaría, arruinara la última vez que quizás, él y yo, nos veríamos, nos rozaríamos, nos acercaríamos, nos escucharíamos...nos acompañaríamos.- Así que 20...- repetí, entrecerrando los ojos. Me gustaba el tono de su voz, rudo, fuerte, pero amable y gentil a la vez, lo que se esperaría de la voz de la ilustración de un vikingo en uno de esos libros de academia. - Sí, debe ser la experiencia.- sonreí, complice sin tener idea de las suyas, pero éramos jóvenes, efervescencia llevábamos dentro.

Verlo no sería ver lo que mostrarían esos libros en tinta negra y papel amarillento...no vería yo a un nórdico de barba larga y enmarañada, de pelo y aspecto descuidado, tampoco peludo, no vería una nariz, un rostro, un cuerpo desagradable, de hecho Brökk era...era muy apuesto, parecía no solo un humano...parecía un bello dios vikingo.

¿Cuánto habría vivido en sus cortos años? ¿A cuántas mujeres como yo no habría conquistado? ¿Y besado?¿Sería yo una más aquel día?¿Aquella mañana? ¿Ya?¿Me opondría? ¿Dónde terminaría nuestro encuentro? Allí los latidos se aceleraban. Debía parecer una niña enamorada...¿No era muy pronto para hablar de amor? ¿Era amor?¿Él se habría enamorado alguna vez? ¿Habían más preguntas? Un silencio, una pausa necesaria en mi cabeza...Sí, habían más. ¿Querría besarme?¿Le parecería bonita?¿También torpe? ¿Cuál ganaría? ¿Belleza o torpeza?¿Se fijaría solo en mi apariencia?¿Le resultaba interesante?¿Desearía algo más de comer
después de haber dejado caer su plato por mi culpa?

- ¡Detente o te volverás loca, mujer!- darse un stop a la fuerza, funcionaba...¿Qué era amar a un hombre?¿Y si me preguntaba mi edad?¿Debía decirla? Era solo un año mayor y a mi no me avergonzaban los años, ¿pero le molestaría?...allí seguía con el interrogatorio al aire. Como no podía silenciar o aplacar mis erráticas cuestiones existenciales, retome la conversación.

- ¿Cuánto tiempo llevas luchando?-... otra pregunta, pero no me satisfacía hacerla, me parecía triste tal realidad para un niño o un joven, empuñar un arma y morir, imaginar al Brökk niño herido lastimado era igual que imaginarlo siéndolo ahora. Pero era la vida, ¿verdad? No podía ser...¿Cómo de ser realista y de seguir las enseñanzas de Tom Moore sobre la crueldad del mundo, había llegado a preocuparme por el destino de un casi extraño? Más importante...¿por qué?

Bajé la mirada de nuevo, otra razón sería esta vez. - ¿Cuántos crees que tengo?- lo pondría a adivinar, quizás acertaba, a alguna de mis edades, la aparente o la real.
Escuchando con atención lo que me contaba de su familia, agradecí la confianza.
- Así que en tu familia hay hechiceros, lobos y un zorro, deben ser hermosos.- pocos cambiantes había conocido, a parte de los míos, claro.

- Mis ancestros han sido siempre ciervos o similares, nunca ha existido una oveja negra. Aunque nunca faltan las diferencias. - bromeé encogiéndome de hombros. - Creo que debo corregir, no solo tu madre es interesante, toda tu familia y tú.- lo miré con dulzura. - ¿Te hacen feliz?- me fue inevitable preguntar, aunque parecía que sí por la forma en que hablaba de ellos, no habían sombras como cuando yo recordaba a mi padre o mi madre y la reciente discusión que me parecía bendita ahora.

Primavera...
Escuché y sonreí antes de que soltara mi mano, antes que me tomara del cuello de aquella manera tan atrevida que fue el detonante de lo que yo sentía por él. Sabía que ningún caballero de los que conocía en casa haría algo así, o si lo hacía, jamás me harían sentir como me sentía y dudaba que fuera ya solamente por destreza o la falta de ella en un hombre, era que él me gustaba y mucho. 
Mi primer beso...y fue eléctrico, violento no en caricias, violento por lo que consiguió hacerme sentir. Acaricié su barba y lo seguí al besarlo, sintiendo la suavidad de sus labios sobre los míos, el corazón latirme desbocado como cuando corría siendo ciervo y el piso se mecía, vibraba como si todos los cambiantes Moore del pasado, del presente y futuro corrieran junto a mi en cuatro patas.

Cuando él se alejó no quise que lo hiciera, con los labios aún separados en una sonrisa flotante y casi invisible, recuperé poco a poco el aliento, acaricié mis labios con un dedo índice y uno medio... Jamás lo olvidaría mi primer beso y su sabor a fruta, su olor, una memoria fotográfica también tiene favoritos de todos los tiempos y este era uno de los míos.
Suspiré profundo y abrí lento los ojos, mi mirada se cruzó con la de Brökk y no la evito aún con el sonrojo notorio en mi rostro.

- Terminaré pensando que no me ves como una humana...- enarcando una ceja le reproché, - quizás me veas como un buen pedazo de carne y tú seas el lobo en vez de uno de los brujos en la familia Töllak.- le dije la ocurrente idea burlona, esperaba en el fondo que no fuera así. Jamás había visto a un hombre lobo, los había escuchado aullar en New Orleans, recuerdo que con mis hermanos solíamos mirar la oscuridad que los ocultaba, esa oscuridad que se erigía con mucha más fuerza más allá de la extensión de nuestras tierras y pantanos, más allá de los inmensos cultivos de cebada. También había escuchado aullidos en París, la piel se me erizaba y el miedo alcanzaba a tocarme entre la falsa seguridad de la casa de mi abuelita o su restaurante, del lugar donde estuviera.

Pero no pensaría en lobos, ni en miedo de ser devorada por uno, ni por él, la piel erizada sería por el reciente beso y el deseo de otro, de más, de miles, de todos los que eran de esos labios.
Ya no había barrera.
Mi torso se movió hacía adelante como mi mano izquierda, ahora fui yo quien le tomó del cuello, con mucha más suavidad pero con la misma pasión con la que él lo había hecho conmigo, lo miré y acerqué mi rostro, a medio camino pegué mi frente a la suya conteniendo el beso, demasiado tímida, poco experimentada, demasiado dama tonta como para eliminar la distancia entre nuestros labios.

- Verano...creo...creo que me gustas...- le susurré en un impulso, dejando que mis labios rozaran los suyos al hablar. - ¿Eso es bueno o malo?- necesitaba una respuesta...¿la necesitaba?
El corazón me latía rápido, sentía que me quemaba por dentro. - Bésame, bésame otra vez,- acaricie su rostro con el mío, con mis manos, pegando mi nariz a la suya, mis mejillas a las suyas, mi respiración acompasada a la suya. - Por favor, Brökk...- volví a susurrar, abriendo los ojos al alejarme un poco sentí miedo de quizás percibir al mirar su rostro de nuevo, que mi suplica vehemente no sería recibida con compasión.

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Las ruedas del ser {Brökk Tollak} Empty Re: Las ruedas del ser {Brökk Tollak}

Mensaje por Brökk Tollak Dom Oct 15, 2017 7:22 am

La primavera se había colado entre los resquicios de su armadura, esa que como buen guerrero llevaba siempre puesta. Los afectos nos hacían débiles y fuertes a la vez. Débiles porque siempre podían ser usados por el enemigo para causar daños, y porque en ocasiones nos apartaban del camino recto. Pero a la vez llenaban el espíritu de la más fuerte motivación. Sin una causa por la que luchar, no había lucha. El dinero no era premio suficiente, el deber podía quebrarse bajo las malas decisiones de los superiores, pero los ideales, la familia, el amor...eran motivos poderosos para siempre permanecer en pie y plantarle cara a la adversidad.

Sus padres eran su mejor ejemplo y no estaba cerrado a encontrar el amor, pero por otro lado debía ser cauto, porque también tenía el ejemplo de su tio, que se casó con una mujer de alta cuna francesa que jamás aceptó al guerrero ni todo lo que conllevaba, no se adaptó a su cultura y sus diferencias terminaron por separarles. April estaba hecha de muchos retales distintos, era americana, y francesa, cambiante y humana, mujer y chef...una combianción de cosas complejas, y en la complejidad reinaba el caos. Eso él bien lo sabía, Loki se encargaba de ello, de retorcer las cosas hasta hacerlas incomprensibles, imposibles. Él tenía una línea de pensamiento y actuación bastante simple y temía ser demasiado pazguato para una mujer así. Por otro lado, era un guerrero y un brujo, un protegido de los dioses que merecía la gloria, así que no se conformaría con una mujer que sólo tuviera por objetivo en la vida criar hijos rubios. No tenía nada en contra de eso, pero no tenía nada de especial, para ese menester valía cualquier hombre fértil. Él esperaba encontrar algun día una compañera como su padre tenía al lado, y eso que él tardó sesenta años en hallarla. Alguien que realmente lo complementara en las cosas de las que carecía, que lo entendiera y que dejara que él la entendiese, que tuviera la suficiente fuerza para no rendirse ni renunciar a su propia vida o principios, sin tumbar o arrasar los de él. Quizás fuera un imposible, quizás fueran muchas cosas las que pedía, pero no renunciaba a encontrar a alguien así.

April le dijo que le gustaba, esa afirmación sonó como música para sus oídos, aunque ya lo intuía por cómo recibio aquel beso y por cuánto se había esforzado en prepararle aquel almuerzo. Acarició de nuevo el óvalo de su rostro con el pulgar y terminó sonriendo divertido.

pues menos mal que te gusto, porque sino tendríamos un ligero problema ya que voy a besarte de nuevo y no me apetece que un ciervo me embista con furia por descarado.

¿Era bueno o era malo que le gustase? hombre, por cómo se sentía parecía ser algo bueno, ya que por malo él entendía las náuseas, el dolor, la preocupación...etc y nada de todo eso hacía acto de presencia. Se separó un instante de ella y se levantó tirando de su mano hacia arriba, no quería quedarse en esa playa rodeados de gente que miraba de reojo, prefería pasear hasta el espigón donde se asomó la rubia el día que se cayó al mar. Entrelazó los dedos con los de ella y caminaron por la arena hasta alcanzar las escaleras del muelle por el que apenas transitaba nadie, quería llegar a la punta de aquel rompeolas y sentarse en las rocas más inalcanzables, ante ellos sólo el inmenso mar, la brisa y las gaviotas; a su espalda la gente, las miradas, los murmullos y la vida en general, de la que a veces era necesario apearse por un rato.

Vamos, creo que es hora de que Poseidón se entere de que no eres más su trofeo.— lo dijo con cierta sorna pero sin soltarla de la mano y ayudándola a pasar la valla hasta las piedras más cercanas a las olas. Cuando se sentaron sobre la dura superficie tiró de ella para que no lo hiciera sobre las rocas sino sobre sobre él, que estaba más blando y era más cómodo.— a mi también me gustas, aunque a ratos pienso en ti como en el estofado de la cena...— rió a carcajadas, le gustaba tomarle el pelo con eso, pero ella misma lo había insinuado.— Somos muy distintos y no sé si podremos compartir las mismas lunas, eso sólo puede decirlo el tiempo, aunque estoy dispuesto a descubrirlo. No eres una más si eso es lo que te preocupa, lo cierto es que en nuestra cultura las cosas son distintas y las mujeres son tan libres de conquistar y abandonar como los hombres. Sé lo que es compartir un lecho con una mujer, pero no he tenido una relación con ninguna más allá de una noche. Sé que no es eso lo que buscas, ni tampoco lo que obtendrás porque quiero conocerte mejor, primavera. Siento que entre nosotros hay algun tipo de ...hum... cosa especial. Perdona mis torpes palabras, no sé expresar esto.

Exhaló el aire y el brazo que rodeaba su cintura se estrechó pegándola más a él a la par que atrapaba unos mechones rubios que le cruzaban la cara y se los colocaba tras la oreja.

Estoy un poco perdido, no me importa admitirlo. ¿Por qué no nos vamos a París juntos? necesito hablar con mi madre urgenetemente, transmitirle un mensaje de mi padre y el resto del tiempo podemos conocernos.
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Mensaje por April Moore Lun Nov 06, 2017 8:08 am

El ciervo negro pero feliz
Le Havre - Francia

Y mi corazón se agitó aún más salvaje con su respuesta, difícil decirlo y los segundos que antecedieron a sus palabras fueron largos, tortuosos, llenos de miedo por un no, por un horrible y determinante no.
Pero aquel salvajismo no me asustaba en absoluto, imposible asustar a una dama que en su más pura esencia era una bestia, imposible que los latidos ansiosos y violentos me lastimaran, era sentirme descansar después de haber corrido extensos minutos sobre interminables praderas. Imposible siendo pasión y alegría lo que sentía a su lado.

¿Otro beso? Siempre que lo quisiera, con las mejillas sonrojadas y apasionada como ahora, exhausta, feliz, triste, cocinando, pensando, sola, acompañada, temerosa, iracunda...con cuidado...¿sería capaz de hacerle daño? No era un manso ciervo enojada, pero no, si lo que más deseaba era poder alejarlo de ese destino que el veía como el único, lo que más deseaba y me contrariaba...pero como ya se ha dicho...ser libres, ser, lo que deseáramos así nos causara daño, lo que él deseara ser así me rompiera por dentro. - ¿Embestirte, Brökk Tollak?- pregunté entre sonrisas tímidas por el anuncio del futuro beso, negando con la cabeza.

- Yo jamás te lastimaría. ¿Y tú?- borré la sonrisa y lo miré fijamente, para que supiera mi sinceridad y seriedad ante el tema. - ¿Me lastimarías?- mojé mis labios con miedo. - Y debes cuidar bien tus palabras, porque prometerme que no, sería incluir rotundamente que sobrevivirás a cualquier prueba, batalla, guerra, dudas existenciales, a dioses o cataclismos...a todo.- porque yo sentía que mi corazón se partiría para siempre si el simplemente desapareciera...Un ciervo con el corazón roto, ¿había algo más triste?
Que conocido por historias y cacerías legendarias de hombres se me hacía, que irónico me parecía...¿acaso podría ser un augurio?

Mis ojos lo siguieron, tal como mi atención al él levantarse, al tomar mi mano...igual me levanté sin espera, sin importarme el desayuno a medias - algo que en otra ocasión sería un asunto serio-. Sobre los que nos pudieran ver...jamás había hecho algo que colocara en boca de todo el mundo el apellido de mi padre y mi madre - porque siempre había que pensar en el bien colectivo de la manada, pero no por el que dirán,- a mi las multitudes y su opinión me daban igual a no ser que tuvieran que ver con mi trabajo, una mala crítica...eso si era devastador para mi ego.
Y las malas opiniones fuera por errores o por envidia no me habían faltado, días negros y de drama para la joven chef April Moore.

Así que tomé mis zapatos y sin cubrir mis pies, dejé que Brökk dictara nuestro camino, con la calidez de su mano en la mía, podía sentir la aspereza del guerrero en sus palmas y no me interesaba, ya la amaba porque yo me hallaba protegida con él a la vanguardia. Reí, que Poseidon viera que no era ya su trofeo, que jamás lo sería...¿pero era la conquista de alguien? - ¿Me ves como un trofeo, Verano?- le pregunté mirando sus cabellos y su rostro de perfil con una sonrisa, en realidad no me parecía mala idea que me considerara suya, yo podría tomarme la libertad de hacerlo también, ¿verdad?
April Moore de Brökk Tollak y Brökk Tollak mío.
Las mejillas aún más carmesí, la independiente mujer de Lousiana pensando en pertenecer a alguien...

La mujer independiente y segura de sí, que terminó reconociendo el lugar donde por poco se ahoga el día anterior, la mujer que apretó la mano del vikingo con un poco más de fuerza, no parecía algo tan gracioso si se pensaban y admitían bien las consecuencias que hubiesen podido existir, pero mientras intentaba tomar asiento a su lado sobre las rocas y él cambiaba mi destino a su regazo - como parecía estar cambiando todo de lugar en mi cabeza-, como él hacía, sin cansarme de seguirlo en sus acciones y decisiones, dejaron de existir los hubieran y ante nosotros el mar de Le Havre se mostró hermoso, pacífico, complice, parecía ser un lugar completamente diferente luego de la tempestad de la noche anterior.

Roja, tímida, nerviosa, feliz, vibrante, así me sentía tan cerca de él...¿qué pensaría mi madre o mi padre si me vieran así?¿tan cerca a un hombre?¿Tan cerca?...Sentada sobre él...Algo tan prohibido...yo lo sabía, mi padre me encerraría en nuestros sotanos en New Orleans, mi madre lloraría noches desconsolada por el deshonor al apellido y la ruina a nuestro hogar, sería el ciervo negro de la familia. Miré alrededor mientras él me hablaba, queriendo encontrar a algún familiar tras cualquier palmera, arbusto, árbol, ola, casa...nadie e imposible hubiera sido tal misión, ya que sus palabras robaron todo mi interés de nuevo, él sabía como hacerlo, como hacerme olvidar posibles sombras.

Fruncí el ceño. - No me place ser un estofado. Yo soy depredadora no presa, Vikingo...- le respondí con un airecillo de orgullo y confianza. - Ni la cena de nadie, eso significaría que jamás me verías de nuevo, no creo que estés preparado para eso.- le guiñé un ojo por la broma y mi aparente falta de humildad.
Entendí lo que me decía, no dejaban de doler ciertos parágrafos de su verdad, pero soldado advertido no muere en guerra y la sinceridad jamás lastima si es anticipada, ¿verdad?
No sé para qué tantos ¿verdad? me hacen lucir como si no supiera nada, como si no estuviera segura de nada, ¿ver...
Aghhhhhh, pero debía preguntar.

- ¿No podría ir contigo?- la solté sin más rodeos....- ¿A dónde fueras?- lo miraba fijamente y solo en mis ojos se vería mi angustia y deseo, solo el mi voz la suplica. - Yo deseo protegerte...que vuelvas a mi siempre.- y es que yo sentía que daría todo por él, sentía vida cuando estaba cerca de mi, vida en los latidos de mi pecho, en mi piel erizada por su cercanía, en la timidez de mi respiración, en el deseo de no acercarme demasiado por temer no poder tener el control y al mismo tiempo no querer alejarme. ¿Eso era el amor?
- No me interesa si hay o no boda, si no hay anillo o riquezas, si mis padres no te aceptan, yo sería tu guardiana...- qué ridículo...una damita de alta sociedad queriendo llamarse guardiana de un guerrero...

Guardé silencio y dejé que el mar se expresara en su oleaje junto a la brisa y los murmullos. - Debo parecer una tonta.- un largo suspiro, la inexperiencia en estos asuntos abrumaba siendo notoria.
Acaricié su mejilla y bajé la mirada al tiempo que él me pegaba más a su cuerpo, mis primeros mimos no inocentes por parte de un hombre, el primer hombre que no se llamaba padre ni hermanos que dejaba estar cerca de mi. - Y yo igual me siento perdida, pero sé que no me importa si estoy contigo.- le respondí al tiempo que besaba aquel pómulo que acababan de recorrer mis dedos.
- Vamos a París, dicen que es la ciudad del amor.- susurré en su oído. - Para mi lo es Le Havre y lo será siempre.- apoyé mi cabeza sobre su hombro, me gustaba su aroma, demasiado notorio para mi agudo olfato, era muy masculino, como el de un ciervo macho, demasiado atrayente y cerré los ojos, para retenerlo en mi memoria.

- Aunque supongo que cualquier lugar donde esté contigo lo es.- susurré una vez más, segura de ello. Me sentía feliz, lo sabía por la risueña e infantil sonrisa que curvaba mis labios, por la placidez de mi alma, por temer no tenerlo a mi lado al despertar mañana.
¿Esto era el amor?

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Mensaje por Brökk Tollak Mar Nov 21, 2017 2:20 am

¿Lastimarte? Por Odín!! mucho me temo que seguramente sea al revés, el depredador iracundo que me embestirá con sus cuernos cuando diga alguna payasada, y seguramente eso suceda a menudo. Mi madre amenaza con la sartén a mi padre, él ya sabe el camino al sofá de mi tio y casi que no le hace falta que lo manden a dormir allí, él ya sabe cuando mi madre está cabreada. Tengo claro que quien manda en un hogar es la mujer, y en el campo de batalla el hombre, esto es así.

Cierto era que el sofá del castillo de su tio siempre tenía inquilinos, su padre tenía una carácter muy fuerte como el del conde, que no era su hermano de sangre pero se consideraban como tales, y solían dormir allí cuando había alguna crisis conyugal. Los jóvenes siempre hacían mofa de eso, pero sabiendo los aguerridos guerreros que eran y cómo estaban dominados por las mujeres de ese modo, ya se habían hecho a la idea de cómo eran los matrimonios.

¿No te importa que no haya boda? qué quieres que sea ¿tu amante?.— le sacó la lengua con gesto impertinente.— me sorprende usted señorita Moore, no sabía que fuera tan arpía. ¡Ah! entiendo, se casará con un conde y mantendrá al guerrero encadenado a su cama...no está mal,es un buen plan. Pero se equivoca de guerrero. Éste no se conforma con las migajas. Aunque pensándolo bien...al menos no es el sofá.

Tan sólo estaba bromeando, en eso se parecía a su padre, siempre con alguna tontería en los labios que hacía reír a su taciturna madre.

Puedes venir conmigo cuando quieras, pero mi vida es peligrosa, y no hay pastelitos de colores. Mi tio se casó con una mujer de alta cuna francesa, enjauló a un pájaro dorado y las cosas no fueron bien. No me gustaría enjaular al ciervo y que fuera infeliz. ¿Podrías soportar un mundo en guerra constante? no me contestes aún, ven a Noruega y compruébalo con tus propios ojos. Mi hogar no es un lugar para todo el mundo, pero cuando te conquista ya no puedes abandonarlo.

Quizás era muy pronto para hablar de futuro, de cosas como anillos o residencias, pero lo que estaba claro es que pertenecían a dos mundos muy diferentes y que eso lo complicaba todo infinitamente. Pero él estaba hecho para la gloria y ésta nunca nadie dijo que fuera fácil. Conquistar el éxito era un duro trabajo y no era cuestión de suerte, él estaba dispuesto a probar, a esforzarse en comprenderla y encontrar lo que les pudiera unir, ya que lo que les separaba estaba muy claro.

Se levantó de las piedras del muelle y tiró de April de nuevo hacia el hotel, tenía que partir a París y cuanto antes mejor.

Tengo que ir a París ya mismo. ¿Me acompañas? si en el viaje a París puedo robarle besos a la señorita April Moore, entonces desearía que ese trayecto durase días. Pero sólo está a una hora, así que cuanto antes nos pongamos en marcha mejor.— Esbozó una sonrisa ladeada y antes de dejarla ir a por su abrigo tiró de sus manos para pegarla contra su cuerpo y besarla de nuevo. Le corrían mil hormigas por el cuerpo al hacerlo. Estaba realmente contento, excitado, nervioso y expectante. En cuestión de dos días todo había dado un giro de 180 grados, lo que había sido una amarga derrota con numerosas bajas y retirada incluida había traído como final aquel encuentro inesperado con aquello que empezaba a brotar entre ambos y que hacía latir su corazón como si lo recorrieran multitud de pulsos eléctricos.

¿Qué diría su madre? ciertamente no había conocido a una mujer más comprensiva que ella, así que esperaba realmente que le gustase April.
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