¿Cuantas cabezas tiene una hidra?

Me senté en una piedra, y la verdad es que aunque su tacto era frio y duro, mi cuerpo cansado agradeció su sustento. Aproveché el respiro para abstraerme de lo que me rodeaba y poner un poco de orden en mis pensamientos. No recuerdo muy bien el tiempo que pasé absorto hasta que de pronto, algo raro llamó mi atención, los cantos de los jilgueros, los repiques de los pájaros carpinteros o las llamadas de los gallitos de las rocas, dieron paso a un ruido lejano pero que se acercaba con rapidez, daba la sensación de que unas toneladas de rocas se habían desprendido de una colina y bajaban por el bosque a gran velocidad, tumbando arboles a su paso, pero el caso es que, según mis conocimientos, no había ninguna colina.


Me puse en pie de inmediato cogiendo el arco, situándose en guardia en dirección al extraño ruido. Enseguida me puse el carcaj a la espalda y poniéndome el arco al hombro, me apresuré a subir por el árbol que tenía más cerca con el fin de anticiparme a lo que se nos venía encima y conseguir una estratégica ventaja de tiro. No me fue muy difícil encaramarme a una de las ramas altas de aquel viejo árbol.
-¿Qué demonios es eso? –Me pregunté sorprendido por su titanico tamaño.
De pronto, salió de entre la arboleda un enorme monstruo, de aspecto reptiliano, andaba a cuatro patas y medía de alto como dos hombres, tenía un cuerpo alargado que acababa en una larga cola, era de color marrón oscuro excepto el pecho, que tenía un color marrón más claro. Pero lo más llamativo y a la vez espantoso eran sus seis cabezas que asomaban por unos cuellos largos y delgados, tenían unos dientes afilados blancos amarillentos y unos penetrantes ojos ámbar.
-¡Es una Hidra! –Dije mientras empezaba a descargar contra su cuerpo una retahíla de flechas lo más rápido que pude, pues si quería acabar con ella, no tenía mucho tiempo.
Las cabezas de la hidra enseguida empezaron a buscar victimas, se movían vigorosamente dispuestas a lanzar su ataque.
-Por Zeus, ¡menudo bicho! –exclamé estupefacto. En ese momento, una de las cabezas de la Hidra, se lanzó hacia mi con la boca abierta mostrando sus dientes puntiagudos. Sin tiempo para reaccionar, interpuse el arco en medio del ataque, empotrándose la hidra en él y tirándome hacia atrás caí al suelo sin soltar el arco. La cabeza de la Hidra, se quedó por un momento noqueada, recuperándose del golpe, lo que me permitió levantarme y lanzar una lluvia de flechas a su cabeza mientras volvía a interponer distancia.

Abrí los ojos de golpe cuando sentí que algo se movía, en un principio pensé que era la hidra que volvía al ataqué, mas pronto me di cuneta que no había ni hidra, ni bosque, estaba en la taberna, con muchas jarras de mas y lo que se movía, no podría decir exactamente si era yo, el suelo o todo a mi alrededor.
Me eche a reír de forma ebria, como aventura no había estado mal.
Dejé caer unos francos sobre la barra dispuesto a volver a casa, si es que encontraba la puerta de salida de aquel puto antro que se movía como un barco.