AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El placer es tuyo (privado)
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El placer es tuyo (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
¡¿Esto era una puta broma?!
Enarqué una ceja cuando Höor aseguró que prepararían en las mazmorras una jaula pertrechada para mi segunda trasformación en licántropo.
¿Que pasa? ¿me veían cara reo? Últimamente pisaba mas las mazmorras que los bosques y eso que me habían trasformado en un infame demonio peludo.
Señalé a la hija del rey de Rumanía abriendo los ojos como platos sorprendido porque nadie hablaba de meterla a ella entre rejas.
-¿que me he perdido? Esa no os huele como yo a perro mojado.
Höor aseguró ante la risa de su ejercito de vástagos bárbaros, que Elaine podía ir al bosque junto a las manadas, que era bien recibida, pero que yo era su responsabilidad, al menos mientras estaba allí, que mi apellido podía desatar una guerra en caso de bla, bla, bla, bla, bla, bla...al final la misma mierda, que me iba a las mazmorras por mi seguridad ¡y una mierda, me llevaban a las mazmorras por su seguridad!
Me resigné a mi suerte, así que por la tarde, antes de que anocheciera, sintiéndome mucho mas exaltado de lo normal y conscientes de que era mi segunda trasformación, me bajaron a las celdas.
Gruñí cuando uno me tocó para indicarme por donde avanzar, la zona era húmeda, piedra gris por todos lados y muchas celdas distintas todas ellas llenas de barrotes.
Mis ojos se centraron en una mujer, como no, morena, con cara de pocos amigos, no la culpaba, es mas, en la celda no le veía ninguno, que me miró de soslayo.
-Lo que yo te haría preciosa, pero me pillas ocupado -le dije guiñándole un ojo.
Y tan ocupado, como que en unas horas estaría aullando a la luna llena como un verraco.
Una vez en la celda, se ocuparon a conciencia de encadenarme pies, manos, el cuello y tras tirar de las cadenas para ver que estaban bien afianzadas a la celda decidieron largarse por la puerta cerrándola a Cal y canto.
-Nada chicos, que paséis una buena noche -les dije a modo de sarcástica despedida moviendo la mano para decirles adiós mientras las cadenas tintineaban.
La dama que estaba en frente parecía entretenida por tan aparatoso encierro.
-Soy un asesino en serie, muy peligroso y con las mujeres soy una bestia, me las monto haciéndolas gritar de placer..es normal que no me dejen en libertad -dije con aire engreído mientras la miraba -¿y tu? ¿que haces aquí ademas de admirarme?
¡¿Esto era una puta broma?!
Enarqué una ceja cuando Höor aseguró que prepararían en las mazmorras una jaula pertrechada para mi segunda trasformación en licántropo.
¿Que pasa? ¿me veían cara reo? Últimamente pisaba mas las mazmorras que los bosques y eso que me habían trasformado en un infame demonio peludo.
Señalé a la hija del rey de Rumanía abriendo los ojos como platos sorprendido porque nadie hablaba de meterla a ella entre rejas.
-¿que me he perdido? Esa no os huele como yo a perro mojado.
Höor aseguró ante la risa de su ejercito de vástagos bárbaros, que Elaine podía ir al bosque junto a las manadas, que era bien recibida, pero que yo era su responsabilidad, al menos mientras estaba allí, que mi apellido podía desatar una guerra en caso de bla, bla, bla, bla, bla, bla...al final la misma mierda, que me iba a las mazmorras por mi seguridad ¡y una mierda, me llevaban a las mazmorras por su seguridad!
Me resigné a mi suerte, así que por la tarde, antes de que anocheciera, sintiéndome mucho mas exaltado de lo normal y conscientes de que era mi segunda trasformación, me bajaron a las celdas.
Gruñí cuando uno me tocó para indicarme por donde avanzar, la zona era húmeda, piedra gris por todos lados y muchas celdas distintas todas ellas llenas de barrotes.
Mis ojos se centraron en una mujer, como no, morena, con cara de pocos amigos, no la culpaba, es mas, en la celda no le veía ninguno, que me miró de soslayo.
-Lo que yo te haría preciosa, pero me pillas ocupado -le dije guiñándole un ojo.
Y tan ocupado, como que en unas horas estaría aullando a la luna llena como un verraco.
Una vez en la celda, se ocuparon a conciencia de encadenarme pies, manos, el cuello y tras tirar de las cadenas para ver que estaban bien afianzadas a la celda decidieron largarse por la puerta cerrándola a Cal y canto.
-Nada chicos, que paséis una buena noche -les dije a modo de sarcástica despedida moviendo la mano para decirles adiós mientras las cadenas tintineaban.
La dama que estaba en frente parecía entretenida por tan aparatoso encierro.
-Soy un asesino en serie, muy peligroso y con las mujeres soy una bestia, me las monto haciéndolas gritar de placer..es normal que no me dejen en libertad -dije con aire engreído mientras la miraba -¿y tu? ¿que haces aquí ademas de admirarme?
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Mi plan pareció gustarle, así que asentí cuando me dijo que permaneciera vivo y despierto, que solo así podría conocer su nombre.
Mis labios entreabiertos quedaban sujetos por sus dedos por la barbilla obligándome a mirarla aunque por Odin que me costaba, pues mis ojos se entrecerraban.
-Si -dije de forma costosa enredando las palabras.
La joven salió corriendo por el hueco de la diminuta gruta donde estábamos dispuesta a impedir que nos alcanzaran ,esa era nuestra única opción, hacer caer las piedras y cerrar así la entrada.
Lo intenté, intenté mantenerme despierto, pero mi cabeza trastabillaba por encima de mi pecho.
Mi cuerpo iba cediendo contra la pared rocosa, resbalando hacia uno de los lados.
Me costaba respirar, abrí mas los labios intentando que el aire alcanzara mis pulmones hasta que finalmente mi cuerpo cedió por completo y caí al suelo.
Tumbado mis ojos se cerraron, ya no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor, solo tenia mucho frio y después dejé de sentir nada aunque creo que mi cuerpo temblaba.
Una sacudida me hizo abrir los ojos de nuevo, tomé aire, era como si la montaña se viniera a bajo, lo había logrado, había sellado la gruta y ahora no podrían alcanzarnos.
Las piedras se me caían encima, no eran grandes solo arenilla.
Los ojos volvieron a cerrarse tras unos instantes y de nuevo su voz me sacudió obligándome a permanecer allí, con ella.
La miré, por su frente se escurría un rio de sangre, llevé allí mi dedo para limpiarla ligeramente.
-Hay que buscar la salida -dije enredando las palabras.
Ella parecía agotada, como si todo el cuerpo le doliera, buscaba sustento en la pared.
-¿que ha pasado? -pregunté fijándome en lo manchada que estaba -tu nombre -pedí mientras mis dedos buscaban hematomas en su piel.
Toqué las costillas fracturadas le presionaban el pulmón debilitandola.
-¡Aguanta! Pensaré en algo
No se el tiempo que pasó, los dos estábamos heridos peor no podíamos quedarnos allí, moriríamos.
Las voces de fuera captaron mi atención, al parecer una cruenta batalla se estaba desarrollando en el exterior.
Identifiqué la voz de mi hermano, era Sirius.
-¡Sirius! -grité con la poca fuerza que me quedaba
Me acerqué arrastrándome hacia ella.
-¡Mírame! - le pedí -¡van a sacarnos de aquí!
La cueva debía estar completamente sellada pues nos quedábamos sin aire, cada vez el ambiente estaba mas cargado.
Mis labios entreabiertos quedaban sujetos por sus dedos por la barbilla obligándome a mirarla aunque por Odin que me costaba, pues mis ojos se entrecerraban.
-Si -dije de forma costosa enredando las palabras.
La joven salió corriendo por el hueco de la diminuta gruta donde estábamos dispuesta a impedir que nos alcanzaran ,esa era nuestra única opción, hacer caer las piedras y cerrar así la entrada.
Lo intenté, intenté mantenerme despierto, pero mi cabeza trastabillaba por encima de mi pecho.
Mi cuerpo iba cediendo contra la pared rocosa, resbalando hacia uno de los lados.
Me costaba respirar, abrí mas los labios intentando que el aire alcanzara mis pulmones hasta que finalmente mi cuerpo cedió por completo y caí al suelo.
Tumbado mis ojos se cerraron, ya no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor, solo tenia mucho frio y después dejé de sentir nada aunque creo que mi cuerpo temblaba.
Una sacudida me hizo abrir los ojos de nuevo, tomé aire, era como si la montaña se viniera a bajo, lo había logrado, había sellado la gruta y ahora no podrían alcanzarnos.
Las piedras se me caían encima, no eran grandes solo arenilla.
Los ojos volvieron a cerrarse tras unos instantes y de nuevo su voz me sacudió obligándome a permanecer allí, con ella.
La miré, por su frente se escurría un rio de sangre, llevé allí mi dedo para limpiarla ligeramente.
-Hay que buscar la salida -dije enredando las palabras.
Ella parecía agotada, como si todo el cuerpo le doliera, buscaba sustento en la pared.
-¿que ha pasado? -pregunté fijándome en lo manchada que estaba -tu nombre -pedí mientras mis dedos buscaban hematomas en su piel.
Toqué las costillas fracturadas le presionaban el pulmón debilitandola.
-¡Aguanta! Pensaré en algo
No se el tiempo que pasó, los dos estábamos heridos peor no podíamos quedarnos allí, moriríamos.
Las voces de fuera captaron mi atención, al parecer una cruenta batalla se estaba desarrollando en el exterior.
Identifiqué la voz de mi hermano, era Sirius.
-¡Sirius! -grité con la poca fuerza que me quedaba
Me acerqué arrastrándome hacia ella.
-¡Mírame! - le pedí -¡van a sacarnos de aquí!
La cueva debía estar completamente sellada pues nos quedábamos sin aire, cada vez el ambiente estaba mas cargado.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
-Un ogro ha caído junto con el derrumbe.- respondí intentando esbozar una sonrisa mientras dejaba que mi espalda se deslizara contra la pared rocosa. Permaneciendo tumbada sobre el suelo no me había percatado del todo del alcance de mis heridas, pero ahora después de moverme, me percataba de que realmente mi atolondramiento era lo único que me había mantenido lejos del Valhalla.
-No sé que sucede, que últimamente mis citas se llevan a cabo con prospectos nada tradicionales.- Le guiñé el ojo procurando restarle gravedad a la situación aunque ambos sabíamos exactamente en que estábamos metidos. -A Hauk le encantará oir la historia de como conocí a un ogro.- murmuré cuando me examinó las heridas. ¿Era preocupación por mi estado lo que veía en su rostro?
-No es tan grave.- Negué creo que para convencerme a mi misma más que a él. -He salido de peores... tantas veces... Quizás los dioses se han cansado de verme burlar sus planes para llevarme a la gran cena una y otra vez.-
Lo miré algo mareada, la herida de mi cabeza probablemente me causaba ese efecto y no tenía que ser demasiado intuitiva para percatarme de que me había roto al menos una costilla. Mi pecho silbaba y me costaba respirar.
-Dah...lia...- Mi mano buscó la de él, con el consuelo de ese contacto fui entrando en un pesado sopor en el cual me costaba mantener los párpados abiertos. El tiempo desaparecía, dejándonos a merced de la imposibilidad de respirar, hasta que ruidos provenientes del exterior llamaron nuestra atención. Al parecer mi acompañante creía conocer a alguien o no sé si deliraba, su frente estaba cundida en sudor y los temblores se adueñaban de él con frecuencia.
Comencé a gritar tanto como pude, fuera quien fuera el tal Sirius llegaba en el momento más oportuno. Se escucharon más ruidos provenientes del exterior, la caverna se sacudía una y otra vez, hasta que finalmente quedó en silencio. -Demasiado silencio...- murmuré, antes de comenzar a entrar en pánico.
-Por Odín, me engaño a mi misma pensando que volveré a ver a Hauk, a Audolf o a alguno…- Miré esos ojos oscuros, eran los últimos que iba a ver, quería moverle un poco para que no se durmiera pero ni siquiera podía hacerlo, se nos acababa el aire. Mis pulmones luchaban por llenarse mientras me abrumaba esa sensación como si los hubieran rociado con alquitrán para prenderlos en flamas ardientes.
Mi cabeza cayó sobre su hombro, lentamente fui cerrando los ojos contra su pecho. Odín, más le valía premiarme en el banquete de esta noche por haberme enfrentado a un ogro… Tenía que valer para algo.
Escuché un estruendo, como si numerosos rayos se agolparan en un solo lugar de golpe. La caverna rugió y las rocas se desmoronaron, permitiéndome ver una luz resplandeciente. El camino a Valhalla pensé… aunque no fue una valquiria a quien vi si no a un joven de cabello oscuro que se apresuró a gritar un nombre antes de precipitarse hacia nosotros. Orión, repetía.
Inspiré desesperadamente, cogiendo aire abruptamente para hinchar mis pulmones y así volver a la vida.
Dahlia- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Abrí los ojos al escuchar la desatada tormenta, era incapaz de mantenerlos abiertos, pero las rocas que sellaban la entrada habían salido disparadas.
Centré los ojos, o lo intenté tomando una bocanada de aire que llenó mis pulmones la imagen de Sirius, ojos color tierra mojada, la misma que le rendía pleitesia envolviéndolo en un halo de peligro.
-Es mi hermano -dije enredando las palabras apenas con voz.
Mi cabeza cedió sobre su cuerpo, los dedos de la morena acariciaban mi pelo, enredándolos en cada mechón.
Mi hermano llegó hasta nosotros, oía de fondo como le preguntaba por su estado centrándose en el mio que claramente era el que estaba en peores condiciones.
-Orion, escúchame, no te duermas joder -rugía golpeando mi rostro sin conseguir nada, me era imposible abrir los ojos, mi latido cardíaco caía hasta reducirse a la nada.
Tormenta, podía oír la lluvia car impetuosa fuera, los truenos agolpándose en la parte alta de la gruta.
-Aparta -le pidió mi hermano con la voz oscurecida.
Ella me sujetaba, creo que temerosa de ver como los ojos de mi hermano se tornaban tan naranjas como el mismo rayo.
Su mano extendida hacia arriba abrió un boquete en la gruta, parecía el mismo Thor, dios del trueno, el modo en el que había aprendido a controlar los elementos era digno de admiración.
-Aparta – repitió pero al parecer ella estaba tan aturdida que no lo hizo y fue el mismo el que de un empujón la hizo a un lado de la gruta.
Su mano cargada de electricidad se descargó sobre mi pecho, oí el grito de la morena abalanzándose contra mi hermano. Mi cuerpo convulsionó violento, abrí los ojos gritando de puro dolor, el torrente de adrenalina recorría mi cuerpo y mi corazón latía vigoroso.
-Estoy bien -dije estirando mi mano hacia Dahlia -ven, estoy bien.
Sirius ladeó la sonrisa apoyándose en la pared, el derroche de energía lo había dejado extenuado, respiraba despacio con su pecho subiendo y bajando violento.
-Necesito un momento -dijo con la respiración entrecortada -vienen a ayudarnos, tranquilos. Por cierto, soy Sirius, el hermano mellizo de Orion, encantado señorita -Dijo con esa sonrisa de autosuficiencia sabiendo que de no ser por él no estaríamos ahora mismo vivos ninguno de lso dos.
-Ese alcornoque es mi hermano, se casa en breve con una loba, es una historia larga, tanto como mi verga -apunté lanzandole un bocado a la morena que se reía por como Sirius y yo nos desafiábamos.
-Orion no se casa porque no hay quien lo aguante -replicó mi hermano.
-¿ya puedes follar Sirius o aun tienes a tu mujer a dos velas?
Me tiró una piedra riéndose mientras negaba con la cabeza.
-¿Ya ha caído en tus redes la morena o estabas demasiado ocupado en sobrevivir hermano? -preguntó mirando a la chica.
Centré los ojos, o lo intenté tomando una bocanada de aire que llenó mis pulmones la imagen de Sirius, ojos color tierra mojada, la misma que le rendía pleitesia envolviéndolo en un halo de peligro.
-Es mi hermano -dije enredando las palabras apenas con voz.
Mi cabeza cedió sobre su cuerpo, los dedos de la morena acariciaban mi pelo, enredándolos en cada mechón.
Mi hermano llegó hasta nosotros, oía de fondo como le preguntaba por su estado centrándose en el mio que claramente era el que estaba en peores condiciones.
-Orion, escúchame, no te duermas joder -rugía golpeando mi rostro sin conseguir nada, me era imposible abrir los ojos, mi latido cardíaco caía hasta reducirse a la nada.
Tormenta, podía oír la lluvia car impetuosa fuera, los truenos agolpándose en la parte alta de la gruta.
-Aparta -le pidió mi hermano con la voz oscurecida.
Ella me sujetaba, creo que temerosa de ver como los ojos de mi hermano se tornaban tan naranjas como el mismo rayo.
Su mano extendida hacia arriba abrió un boquete en la gruta, parecía el mismo Thor, dios del trueno, el modo en el que había aprendido a controlar los elementos era digno de admiración.
-Aparta – repitió pero al parecer ella estaba tan aturdida que no lo hizo y fue el mismo el que de un empujón la hizo a un lado de la gruta.
Su mano cargada de electricidad se descargó sobre mi pecho, oí el grito de la morena abalanzándose contra mi hermano. Mi cuerpo convulsionó violento, abrí los ojos gritando de puro dolor, el torrente de adrenalina recorría mi cuerpo y mi corazón latía vigoroso.
-Estoy bien -dije estirando mi mano hacia Dahlia -ven, estoy bien.
Sirius ladeó la sonrisa apoyándose en la pared, el derroche de energía lo había dejado extenuado, respiraba despacio con su pecho subiendo y bajando violento.
-Necesito un momento -dijo con la respiración entrecortada -vienen a ayudarnos, tranquilos. Por cierto, soy Sirius, el hermano mellizo de Orion, encantado señorita -Dijo con esa sonrisa de autosuficiencia sabiendo que de no ser por él no estaríamos ahora mismo vivos ninguno de lso dos.
-Ese alcornoque es mi hermano, se casa en breve con una loba, es una historia larga, tanto como mi verga -apunté lanzandole un bocado a la morena que se reía por como Sirius y yo nos desafiábamos.
-Orion no se casa porque no hay quien lo aguante -replicó mi hermano.
-¿ya puedes follar Sirius o aun tienes a tu mujer a dos velas?
Me tiró una piedra riéndose mientras negaba con la cabeza.
-¿Ya ha caído en tus redes la morena o estabas demasiado ocupado en sobrevivir hermano? -preguntó mirando a la chica.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Si de apariciones dramáticas hablamos, la del recién llegado se llevaba el premio, pero dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta que finalmente entraba aire en mis pulmones, lo último que iba a hacer era expresar consternación alguna. Aunque cabe admitir que el tacto no era lo suyo, me había llevado un susto de muerte al verle dirigir su mano hacia Orión para propinarle una descarga de rayos.
Mi mirada se detuvo en este último, volvía a respirar, y no solo por el aire. La descarga, al parecer, había hecho su efecto. -Sea como sea la manera en la que diste con tu hermano no has podido ser más oportuno. ¿Te han dicho más de una vez que no tienes mano de seda?- Expresé mi queja con mi franqueza habitual, dirigiéndome al moreno. Respiraba aún con dificultad, ya no por la falta de oxígeno si no porque el problema de mi costilla persistía.
-Asumo que no tienes algún truco que pueda ayudarme con mi situación, me temo que un rayo o dos no me servirían más que para darme más cuerda de la que habitualmente tengo pero quiero creer que aún queda algo de Dahlia para rato.-
Me había acercado a Orión… ahora ya conocía su nombre y toda la sobrecarga de preocupación por su estado finalmente fue menguando. Instintivamente presioné su mano con la mía, creo que para expresar muchas cosas que dos personas que comparten la misma experiencia al sentir la vida escapando lentamente pueden comprender.
Ambos vikingos comenzaron a fastidiarse el uno al otro, lo cual era bastante divertido, no pude evitar comenzar a reír pero me detuve de inmediato ante el dolor que me causaba.
Me llamó la atención la pregunta de que si el otro ya podía follar por lo cual alcé una ceja, no era una pregunta que escuchara con frecuencia. El hechicero se veía entero, no estaba segura de por qué no podría, a menos que la causa no saltara a simple vista. Lo miré con curiosidad.
-Noto que sois opuestos ¿no es así?- Según me había percatado desde el inicio, con Orión ocurría exactamente lo contrario… si habría de creerme los comentarios fluidos que hacía seguido acerca de sus dotes.
Abrí la boca y de la forma más inverosímil, me quedé sin palabras al escuchar la última pregunta del moreno. -La morena es muy escurridiza y no suele caer en redes… Me las ingenio para escaparme de ellas una y otra vez, por algo soy la mejor escapista de la región.- Bromeaba ahora, aunque mi mano dejó ir lentamente la de Orión. Volvía a la realidad, estaba tratando con los dos hijos de un conde y no era más que una ladrona que por una razón u otra había terminado con ellos en estas circunstancias.
-Tu hermano es un terco cabezota, tiene la obstinación tan grande como su… ego.- Sonreí de lado con humor antes de comenzar a moverme de forma muy lenta, intentando ponerme de pie. -Él buscaba ogros a pesar de que le dije un par de veces que era una terrible idea y yo… pensaba evitar el águila de sangre.- añadí lo último con rapidez.
Me sostuve de la pared rocosa, apoyando mi espalda en la misma. Volviendo a la realidad me preocupaba sobremanera lo que ahora estaba por suceder. La ayuda que venía consistía en gente de Akershus, de cuya cárcel me había escapado. A los fugados no se les trataba bien, me exponía a sufrir el castigo que se le imponía a los ladrones, de acuerdo con las leyes que regían el país, si su conde llegaba a mostrar clemencia como mínimo me cortaría una mano.
Mi inquietud creció cuando comencé a escuchar ruidos provenientes del exterior. -Ya que nos llevamos tan bien supongo que no les importara que pida prestada una carreta o un caballo…- Fue lo último que dije, me sentía mareada por el dolor por lo que aunque apenas unos pasos me separaban de la salida, me parecían metros interminables.
Última edición por Dahlia el Sáb Mar 03, 2018 11:57 pm, editado 1 vez
Dahlia- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Los dos nos echamos unas risas a costa de la morenita, al parecer ahora mismo su afán mayor era no volver a prisión y esquivar dicho sea de paso el águila de sangre a la que bien podían condenarla por intentar matar a uno de los Cannif.
-Yo creo que de esta no te libras, has intentado secuestrar a mi hermano -apuntó Sirius intentando mantener la risa mientras la morena lo miraba enarcando una ceja creo que a punto de decirle que ella solo robó un carro y que el premio iba incluido sin saberlo como un pesado regalo.
Sirius ayudó a Dahlia a ponerse en pie, le costaba respirar y aun quedaba un buen trecho para llegar a Akershus, lo bueno es que los refuerzos estaban fuera, así que no tendríamos que soportar mas ataques de orcos, la guardia del conde nos escoltaría.
-Tenemos que llevarla a la enfermería, tiene la costilla quebrada y le presiona el pulmón, si lo perfora no saldrá de esta.
Sirius asintió rodenado con fuerza la cintura de la bandolera y tiró de esta con cuidado para sacarla fuera de la gruta.
-Giuliana te ayudará, aguanta un poco -le dijo a la joven -también ha de mirar esa herida que llevas hermano, tiene mal aspecto y aunque tu condición de licantropo ayuda a que las heridas se curen, tampoco obra milagros.
Salimos fuera, un grupo de los montaraces de mi padre nos esperaban, a sus pies una pequeña horda de orcos muertos y los que no, terminaban de ser rematado en el suelo por un par de hombres que acero en mano los ensartaban como conejos antes de ser asados.
-Darle un caballo a mi hermano – ordenó Sirius a uno de los hombres - ¿podrás montar -preguntó a la joven que me acercó con cuidado una vez yo estaba sobre el negro corcel.
Tiré mi mano hacia la ajena para ayudarla a subir y Sirius la empujó para que sin esfuerzo quedara entre el cuello del caballo y mi cuerpo.
-no puedes negar que ahora, entre mis brazos te sientes mucho mejor -bromeé mientras esta rodaba los ojos y Sirius se reía.
-Sigue intentándolo hermano, me sorprende que no seas virgen todavía -apuntó con saña mientras yo maldecía por lo bajo.
-Mis técnicas de seducción son infinitamente mejores que las tuyas señor don perfecto.
Sirius se reía mientras de un saltó se encaramó sobre la silla de su corcel blanco.
-¡En marcha! -apuntó con ese deje de “yomandosoypoderosoyestoyporencimadetodo” que se gastaba.
Tras unas horas de intensa marcha alcanzamos las puertas de Akershus, Dahlia respiraba con dificultad, mi mano se había introducido por debajo de su camisola manteniendo la costilla prieta en el sitio
-ya hemos llegado -susurré en su oído, la morena iba medio adormilada entre mis brazos.
La llevamos a la enfermería casi sin conocimiento y allí Giuliana se encargó de ella, sanaría, la habían pillado a tiempo y por suerte el pulmón seguía intacto.
Cuando despertó yo estaba tumbado en la camilla contigua, mi herida tampoco tenia buen aspecto y me estaban administrando un ungüento para que no se infectara y un antídoto para ese tipo de veneno que me ayudaría a mejorar. Al parecer al ser licantropo el acólito era para mi mortal, de ahí que no curaba mi herida si no que empeoraba.
-Hola morenita ¿mejor? -pregunté ladeando la sonrisa
-Yo creo que de esta no te libras, has intentado secuestrar a mi hermano -apuntó Sirius intentando mantener la risa mientras la morena lo miraba enarcando una ceja creo que a punto de decirle que ella solo robó un carro y que el premio iba incluido sin saberlo como un pesado regalo.
Sirius ayudó a Dahlia a ponerse en pie, le costaba respirar y aun quedaba un buen trecho para llegar a Akershus, lo bueno es que los refuerzos estaban fuera, así que no tendríamos que soportar mas ataques de orcos, la guardia del conde nos escoltaría.
-Tenemos que llevarla a la enfermería, tiene la costilla quebrada y le presiona el pulmón, si lo perfora no saldrá de esta.
Sirius asintió rodenado con fuerza la cintura de la bandolera y tiró de esta con cuidado para sacarla fuera de la gruta.
-Giuliana te ayudará, aguanta un poco -le dijo a la joven -también ha de mirar esa herida que llevas hermano, tiene mal aspecto y aunque tu condición de licantropo ayuda a que las heridas se curen, tampoco obra milagros.
Salimos fuera, un grupo de los montaraces de mi padre nos esperaban, a sus pies una pequeña horda de orcos muertos y los que no, terminaban de ser rematado en el suelo por un par de hombres que acero en mano los ensartaban como conejos antes de ser asados.
-Darle un caballo a mi hermano – ordenó Sirius a uno de los hombres - ¿podrás montar -preguntó a la joven que me acercó con cuidado una vez yo estaba sobre el negro corcel.
Tiré mi mano hacia la ajena para ayudarla a subir y Sirius la empujó para que sin esfuerzo quedara entre el cuello del caballo y mi cuerpo.
-no puedes negar que ahora, entre mis brazos te sientes mucho mejor -bromeé mientras esta rodaba los ojos y Sirius se reía.
-Sigue intentándolo hermano, me sorprende que no seas virgen todavía -apuntó con saña mientras yo maldecía por lo bajo.
-Mis técnicas de seducción son infinitamente mejores que las tuyas señor don perfecto.
Sirius se reía mientras de un saltó se encaramó sobre la silla de su corcel blanco.
-¡En marcha! -apuntó con ese deje de “yomandosoypoderosoyestoyporencimadetodo” que se gastaba.
Tras unas horas de intensa marcha alcanzamos las puertas de Akershus, Dahlia respiraba con dificultad, mi mano se había introducido por debajo de su camisola manteniendo la costilla prieta en el sitio
-ya hemos llegado -susurré en su oído, la morena iba medio adormilada entre mis brazos.
La llevamos a la enfermería casi sin conocimiento y allí Giuliana se encargó de ella, sanaría, la habían pillado a tiempo y por suerte el pulmón seguía intacto.
Cuando despertó yo estaba tumbado en la camilla contigua, mi herida tampoco tenia buen aspecto y me estaban administrando un ungüento para que no se infectara y un antídoto para ese tipo de veneno que me ayudaría a mejorar. Al parecer al ser licantropo el acólito era para mi mortal, de ahí que no curaba mi herida si no que empeoraba.
-Hola morenita ¿mejor? -pregunté ladeando la sonrisa
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Ignoro cuanto tiempo transcurrió tras mi involuntario regreso a la fortaleza de la que había escapado con mi usual ingenio. Al parecer los hermanos no se fiaban de “prestarme” algún medio de transporte, y quien podía culparlos si pensaban que no iba a regresárselos porque la realidad era que no se los hubiera regresado.
De todas maneras y bien mirado, Orión me debía una, pero ni siquiera pensaba en ello a lo largo del camino, mi condición me mantenía en una duermevela en la que no estaba del todo consciente de lo que sucedía, debo haber perdido el conocimiento antes de que atravesáramos el puente levadizo.
Cuando desperté me encontraba tendida en una camilla, recordaba haberme despertado en diversas ocasiones en la enfermería pero ahora parecía que me habían trasladado a un área más privada, algo alejada del resto de pacientes.
Un movimiento sirvió para recordarme exactamente adonde me encontraba, sentía dolor pero este se había reducido en intensidad y mi respiración se había normalizado. Pensé que quizás bastaría con no realizar movimientos bruscos para poder tolerar la molestia.
De inmediato a mi mente llegó la realidad de mi situación, estaba de vuelta en la fortaleza del tacaño conde que aparentemente ni siquiera llegaba a ser padre completo. Mientras más escuchaba de él menor era mi deseo de llegar a conocerlo y definitivamente no iba a esperar a que se acordara de que tenía una ladrona en sus dominios y decidiera que ya era hora de aplicarme sentencia.
En nuestras tierras el robo no era un juego, a los criminales se nos condenaba sin rechistar, mucho de los míos habían sufrido torturas y de sobra sabíamos que no se ejercía la justicia.
Miré hacia un lado cuando escuché esa voz, el hijo del conde… -¿Sabes que tengo nombre? No soy partidaria de los apodos aunque en este caso lo paso por alto porque comienzo a comprender que es tu manera de expresarme afecto.- dije en tono de broma. Al parecer él había ido recuperando color, había abandonado la palidez que se había apoderado de su rostro en la cueva.
Me senté con un impulso, ajustándome al dolor que sentía. -Pareciera cosa de magia, debería de estar mucho peor.- No era la primera vez que me rompía algo aunque la suerte solía acompañarme, a menudo lograba escapar ilesa en situaciones bastante peliagudas.
-Al parecer te han curado bien, a la mejor empiezas a escuchar más los consejos que te dan los demás cuando te sugieren no irte a meter en medio de una horda enemiga.- Sonreí acercándome a su camilla y dejándome caer a un lado de esta. -Pero ahora me debes una, porque afrontémoslo, si estoy en la enfermería ha sido por causa tuya.-
Lo observé con una sonrisa, la realidad era esa, nos había conseguido tiempo en la cueva. -¿Cómo planeas pagar tu deuda? No le haría remilgos a un saco repleto de monedas por asistir al hijo del conde como mínimo.-
Cuando se percató de lo que acababa de hacer ya era tarde, había aprovechado para atar sus muñecas a la camilla. -La realidad es que no me fío de nada.- Me levanté retrocediendo hacia la puerta. -Tampoco confíes en una ladrona nunca.-
Le enseñé las llaves que tenía en mi mano, meciéndolas en el aire antes de cerrar la puerta de esa habitación con ellas y sin esperar miré a mi alrededor. Me dirigí a una ventana a la cual trepé enseguida y me escabullí hacia afuera.
Movilizarme a lo largo de la pared de piedra no fue difícil y al cabo de unos minutos sonreía saltando al siguiente balcón. La noche ya había caído, la luna estaba semicubierta y solo unos guardas pasaban de un lado a otro cada cierto tiempo.
Una fortaleza como esta debía estar plagada de riquezas por lo que no me caería mal hacerme de alguna antes de marcharme y así fue como mis pies me llevaron al interior del castillo.
Dahlia- Humano Clase Baja
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Re: El placer es tuyo (privado)
La morenita había decidido recordarme que estaba allí por mi culpa y ya de paso, dejarme claro que una buena bolsa de monedas de oro pagarían su buen hacer.
Enarqué una ceja mirándola con cierta diversión.
-Después de todo lo que hemos vivido juntos -dije haciéndome el hombre enamorado -me has roto el corazón -dije con sarcasmo mientras esta sonreía y se acercaba apretando los dientes por el dolor a mi camilla.
-Vienes a darme un besito para que me cure mejor -apunté guiñándole el ojo con picardía.
No se bien como, sus manos acariciaban mis brazos cuando de repente tenia las muñecas anudadas al cabecero de la cama.
-¿te va el juego duro preciosa? -pregunté ladeando la sonrisa -no se si estoy ahora mismo para un polvo salvaje, peor si bailas sobre mi verga lo comprobamos preciosa.
Ella negó sacudiendo ante mi las llaves que había robado y sin mas preámbulos, salio de la cámara como una fantasma dejándome peleándome con las maromas que sujetaban mis muñecas.
De estar mas fuerte hubiera podido seguirla, peor en mi estado, me costó un buen rato liberarme de las cuerdas.
Su olor fue captado con facilidad por mis fosas nasales y tras ella emprendí el mismo camino para darle caza, si creía que ella y yo habíamos terminado se equivocaba por completo.
Para mi sorpresa lejos de haberse largado de nuevo había entrado en el castillo, de un salto me introduje por el ventanal dejando atrás la balconada.
La ladrona metía a toda prisa algunas joyas heredadas por Höor de su madre cuando irrumpí en la estancia.
-¿estas cobrándote la bolsa de monedas por tu cuenta? -pregunté apoyando mi espalda contra la puerta al tiempo que me cruzaba de brazos y la miraba -eso que llevas en la mano es un collar de la difunta madre de mi “padre” pocas cosas le quedan de esa mujer que no solo le dio la vida si no que ayudó a que la mantuviera ¿de verdad quieres llevarte eso?
La morena desvió sus ojos hasta el colgante de diamantes, tenia un valor incalculable y sabia que para Höor era un valor sentimental superior al del dinero que pudiera costar.
-El conde, ese al que tu odias se esta dejando la vida pro el norte, quizás deberías apuntar a otra fortaleza que saquear, pues Randulf es quien diezma a los tuyos y no mi “padre”.
Caminé hacia ella, le tendí la mano para que dejara el collar y todo lo demás, no le permitiría salir de Akershus con nada que no le perteneciera.
-Eres libre de irte o de quedarte, de usar tu “habilidad” para el bien común o simplemente para seguir sobreviviendo un día mas
Enarqué una ceja mirándola con cierta diversión.
-Después de todo lo que hemos vivido juntos -dije haciéndome el hombre enamorado -me has roto el corazón -dije con sarcasmo mientras esta sonreía y se acercaba apretando los dientes por el dolor a mi camilla.
-Vienes a darme un besito para que me cure mejor -apunté guiñándole el ojo con picardía.
No se bien como, sus manos acariciaban mis brazos cuando de repente tenia las muñecas anudadas al cabecero de la cama.
-¿te va el juego duro preciosa? -pregunté ladeando la sonrisa -no se si estoy ahora mismo para un polvo salvaje, peor si bailas sobre mi verga lo comprobamos preciosa.
Ella negó sacudiendo ante mi las llaves que había robado y sin mas preámbulos, salio de la cámara como una fantasma dejándome peleándome con las maromas que sujetaban mis muñecas.
De estar mas fuerte hubiera podido seguirla, peor en mi estado, me costó un buen rato liberarme de las cuerdas.
Su olor fue captado con facilidad por mis fosas nasales y tras ella emprendí el mismo camino para darle caza, si creía que ella y yo habíamos terminado se equivocaba por completo.
Para mi sorpresa lejos de haberse largado de nuevo había entrado en el castillo, de un salto me introduje por el ventanal dejando atrás la balconada.
La ladrona metía a toda prisa algunas joyas heredadas por Höor de su madre cuando irrumpí en la estancia.
-¿estas cobrándote la bolsa de monedas por tu cuenta? -pregunté apoyando mi espalda contra la puerta al tiempo que me cruzaba de brazos y la miraba -eso que llevas en la mano es un collar de la difunta madre de mi “padre” pocas cosas le quedan de esa mujer que no solo le dio la vida si no que ayudó a que la mantuviera ¿de verdad quieres llevarte eso?
La morena desvió sus ojos hasta el colgante de diamantes, tenia un valor incalculable y sabia que para Höor era un valor sentimental superior al del dinero que pudiera costar.
-El conde, ese al que tu odias se esta dejando la vida pro el norte, quizás deberías apuntar a otra fortaleza que saquear, pues Randulf es quien diezma a los tuyos y no mi “padre”.
Caminé hacia ella, le tendí la mano para que dejara el collar y todo lo demás, no le permitiría salir de Akershus con nada que no le perteneciera.
-Eres libre de irte o de quedarte, de usar tu “habilidad” para el bien común o simplemente para seguir sobreviviendo un día mas
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Recorriendo el castillo no tardé en llegar frente a una hilera de puertas que daban a diversas habitaciones. Abriendo la primera entré con sigilo, moviéndola silenciosamente y echando una mirada rápida al interior para asegurarme de que no había nadie antes de entrar.
Resultó ser una recámara muy bonita que me puse a admirar, pasando mis dedos por la textura de diversas pinturas en las paredes y observando los adornos en ellas, incluida la cabeza disecada de un oso que asumí el dueño de la habitación debía mantener como trofeo de alguna cacería exitosa.
Caminé despacio con una sonrisa en los labios, quien fuera el dueño de un castillo como este…
Inspeccionando fui a dar con una serie de joyas que de inmediato llamaron mi atención, joyas de dama que contrastaban con la decoración masculina de la misma. Me encogí de hombros pensando que a lo mejor quien habitaba en ella tenía algún fetiche, y me coloqué frente al espejo observando el brillo de un colgante de diamantes y como este se veía contra mi piel morena.
Ladeé el rostro, la verdad era que ni de lejos hubiera podido nunca usar algo como aquello y me imaginaba el tipo de celebraciones que se llevarían a cabo en un castillo como este y como luciría exactamente este colgante en mi cuello si llevara además mejores ropajes puestos…
Estaba tan ensimismada que no me percaté de la llegada del hijo del conde hasta que este ya mantenía la espalda contra la puerta, lo miré de reojo antes de enarcar un poco las cejas. -Qué manía de seguirme los pasos, pensé que eso quedaba a gusto nada más de tu versión más apuesta.- Le guiñé el ojo, refiriéndome por supuesto al licántropo y retrocedí unos pasos con expresión ceñuda.
Algo me dijo sobre la joya y como esta pertenecía a la madre de su padre y tuvo la audacia de acercarse con la mano extendida por lo que mi primer instinto fue esconderla. Me la metí por debajo del escote de mi camisola haciéndola desaparecer de su vista.
A continuación me crucé de brazos escuchándolo. -¿Tienes idea del hambre que impera en fortalezas ajenas a Akershus y como las joyas que tanto proteges podrían alimentar a muchos?-
Me dejé caer en la cama, cruzando los brazos detrás de mi cabeza con expresión tranquila. -Así que esta es la habitación del conde, ¿y aquí es donde hace el hanky panky?-
Pasé mi mano por el cubrecamas con una sonrisa divertida y luego más bien curiosa. -¿Cómo es el conde? ¿Es apuesto? Por allí oí que es alto como un gigante, arrebatadoramente moreno, y capaz de hechizar a una fémina con tan solo una mirada suya. ¿Es verdad?- Habían muchísimos rumores sobre su padre que a menudo corrían por todos lados.
Lo observé unos segundos preguntándome si en algo se parecería a él, ya que a su hermano no se parecía mucho. -Suena muy bien que hables de el bienestar común, muy loable, muy locuaz. Pero ¿y qué hay de ti? ¿Se te olvida lo que hiciste en luna llena? ¿Te has preocupado de averiguar si la mujer de la celda contigua tenía familia? ¿Te importa? Suena bonito lo que dices pero al final del día has intentado matarme y casi lo logras.-
No se daba cuenta de su posición privilegiada, de como el ser hijo del conde le mantenía en una posición muy cómoda tratándose como se trataba de un licántropo. ¿Se había detenido a ver la realidad? Lo miré unos segundos en silencio antes de añadir lo siguiente. -Podrías unirte a nosotros Orión, no somos un puñado de ladrones de pacotilla como piensas. Nos organizamos en contra de las caravanas de Randulf… puedes hacer una diferencia con tus “habilidades”, ayudar a alimentar a muchos en el norte… nos caería bien alguien como tú.-
Última edición por Dahlia el Miér Abr 25, 2018 12:48 am, editado 1 vez
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Mi acero seguía prendido de su cuello, explicarle a la morena que se equivocaba con mi padre era tan difícil como que los peces nadaran por el desierto o que por el mar corrieran las liebres, simplemente imposible.
La osadía de la morena no conoció parangón, metiendo la joya entre sus pechos, me desafió alegando que eso daría de comer a mucha gente y que si me unía a ella podría hacer grandes cosas como si estar en el ejercito rebelde no fuera suficiente.
Menospreciaba lo que hacíamos en el norte y yo no es que pudiera colgarme muchos méritos pues la verdad es que acababa de llegar de otra época para conocer a mi hermano Sirius, la guerra en el norte hasta hace mas bien poco me traía sin cuidado.
-Mi padre es... -iba a responder cuando apoyado en el marco de la puerta escuché un carraspeo, estaba tan atento a la doncella que me había pasado desapercibida la presencia por completo.
-Soy alto, un gigante de pelo negro y ojos de fuego -bromeó caminado hacía nosotros con esa media sonrisa que lo caracterizaba -me desayuno un par de hombres de Randulf cada mañana y no siento el dolor ni el miedo, algunos me creen un semidiós, otros solo del que habla la profecía otros un charlatan, peor la verdad es que solo soy un hombre que lucha contra su tío en un duelo marcado con un inicio y que por desgracia sigue sin final.
Se acercó a ella extendiendo la mano con su impertérrito semblante, algo tenía que reconocerle a Höor Cannif, imponía y eso que estaba muy acostumbrado a verlo, al menos al de mi época que era distinto a este, deduzco que sus decisiones lo llevaron a una senda distinta aunque no por ella pacifica.
-Puedes devolver la joya de mi madre a su lugar, tengo poco de ella y creo que para alimentar a la gente ya doy de mi bastante ¿no crees? -atajó hundiendo sus pardos en los de la doncella.
Ella no pensaba de él bien, peor lo cierto es que sin esa resistencia Hel se habría desatado sobre el norte hace tiempo.
Höor había ofrecido su vida a esta causa.
-No pretendo gustarte, ni siquiera que las leyendas que sobre mi se oyen sean silenciadas por los juglares, pero si de verdad quieres ayudar al norte, te equivocas de cuarto donde robar, aquí ademas de esa joya poco mas vas a encontrar -aseguró mi padre antes de desviar su mirada hasta mi -ve con la muchacha, escucha a los asaltantes de caminos y vuelve para explicarme porque no siempre roban al único culpable de que el norte pase hambre.
La osadía de la morena no conoció parangón, metiendo la joya entre sus pechos, me desafió alegando que eso daría de comer a mucha gente y que si me unía a ella podría hacer grandes cosas como si estar en el ejercito rebelde no fuera suficiente.
Menospreciaba lo que hacíamos en el norte y yo no es que pudiera colgarme muchos méritos pues la verdad es que acababa de llegar de otra época para conocer a mi hermano Sirius, la guerra en el norte hasta hace mas bien poco me traía sin cuidado.
-Mi padre es... -iba a responder cuando apoyado en el marco de la puerta escuché un carraspeo, estaba tan atento a la doncella que me había pasado desapercibida la presencia por completo.
-Soy alto, un gigante de pelo negro y ojos de fuego -bromeó caminado hacía nosotros con esa media sonrisa que lo caracterizaba -me desayuno un par de hombres de Randulf cada mañana y no siento el dolor ni el miedo, algunos me creen un semidiós, otros solo del que habla la profecía otros un charlatan, peor la verdad es que solo soy un hombre que lucha contra su tío en un duelo marcado con un inicio y que por desgracia sigue sin final.
Se acercó a ella extendiendo la mano con su impertérrito semblante, algo tenía que reconocerle a Höor Cannif, imponía y eso que estaba muy acostumbrado a verlo, al menos al de mi época que era distinto a este, deduzco que sus decisiones lo llevaron a una senda distinta aunque no por ella pacifica.
-Puedes devolver la joya de mi madre a su lugar, tengo poco de ella y creo que para alimentar a la gente ya doy de mi bastante ¿no crees? -atajó hundiendo sus pardos en los de la doncella.
Ella no pensaba de él bien, peor lo cierto es que sin esa resistencia Hel se habría desatado sobre el norte hace tiempo.
Höor había ofrecido su vida a esta causa.
-No pretendo gustarte, ni siquiera que las leyendas que sobre mi se oyen sean silenciadas por los juglares, pero si de verdad quieres ayudar al norte, te equivocas de cuarto donde robar, aquí ademas de esa joya poco mas vas a encontrar -aseguró mi padre antes de desviar su mirada hasta mi -ve con la muchacha, escucha a los asaltantes de caminos y vuelve para explicarme porque no siempre roban al único culpable de que el norte pase hambre.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Arqueé una ceja, aguardando a que el rubio dijese algo, ahora estaba en modo celoso vigilante celador de celda. Me incorporé en la cama en cuanto escuché la voz en la habitación, al parecer no era el único a quien se le facilitaba andar sorprendiendo a los demás con sus entradas subrepticias.
-Salvado por la campana.- La llegada de su padre le rescató de tener que decir algo con respecto a mis observaciones.
-Salvado por la campana.- La llegada de su padre le rescató de tener que decir algo con respecto a mis observaciones.
Carraspeé para que dejara de apuntarme con el acero en la garganta, resultaba bastante incómodo. -¿Te importa?- Le sostuve la mirada un instante antes de pasar los dedos ligeramente por el acero para poner espacio entre la espada y yo. -Le tengo aprecio a mi garganta y me gustaría conservarla tal y como está.-
Me puse de pie observando al dueño de la fortaleza mientras le sopesaba con suspicacia. Así que este era el maravilloso no padre del cual hablaba tanto el rubio.
Me apoyé en uno de los pilares de la cama, con los brazos cruzados. De acuerdo, si daba la impresión de lucir como debería hacerlo un conde… si me ponía a fijarme en esos detalles.
Me apoyé en uno de los pilares de la cama, con los brazos cruzados. De acuerdo, si daba la impresión de lucir como debería hacerlo un conde… si me ponía a fijarme en esos detalles.
-¿Qué se siente ser una leyenda viviente? ¿No le resulta demasiado fatigoso preguntarse si está a la par de las expectativas que tiene la gente sobre como es usted?- Sonreí con lentitud y bastante descaro. Podría haberme amilanado pero la verdad es que después de ser perseguida por un hombre lobo que deseaba asesinarme y de escapar de un ogro con las mismas intenciones mi espíritu se rebelaba, que parecía que los dioses me tenían ojeriza.
Por un momento sopesé mis alternativas al ver la mano extendida en mi dirección que me pedía la devolución de la joya. -Oh, bien.- Metí la mano en mi escote y saqué el collar para pasárselo.
-No puede culparme por intentarlo, por otro lado nunca se da bastante de uno cuando se trata de alimentar a la gente.- Lo miré desafiante cuando hundió en mi su mirada, un héroe del norte sabría perfectamente bien que lo que le decía era cierto. Al cabo de un momento me fui relajando y volví a apoyarme en el pilar con actitud casual.
-No puede culparme por intentarlo, por otro lado nunca se da bastante de uno cuando se trata de alimentar a la gente.- Lo miré desafiante cuando hundió en mi su mirada, un héroe del norte sabría perfectamente bien que lo que le decía era cierto. Al cabo de un momento me fui relajando y volví a apoyarme en el pilar con actitud casual.
-Tratándose de una persona honorable estará de acuerdo en que me debe una compensación por arriesgarme para traer de vuelta a Orión, eso sin mencionar el hecho de que estuvo a punto de matarme en luna llena, a mi y a alguien más que me resulta invaluable…-
Miré hacia el exterior a través de la ventana, ya había anochecido y aparte de nuestras voces el silencio imperaba por completo. Desplacé mi mirada hacia Orión en quien concentré mi atención un momento, que su padre le ordenara acompañarme no era lo mismo que aceptara mi propuesta de unirse a nosotros.
Dejé de mirarlo para volver a dirigirme al conde. -Me atrevería a asumir que alguien que se gasta la vida por el norte no tendrá problema en permitir que pase la noche bajo su hospitalidad e invitarme a la cena. Además me debe una comida, puesto que sus celadores se hicieron la vista gorda con respecto a darnos de comer en las celdas la otra noche.-
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
La morenita reposando su espalda contra la pared y sintiéndose seguramente intimidada por mi padre acabó dejando caer la joya sobre su diestra. El conde Cannif regresó la pieza a su lugar sin darle mas seguridad que la que ya tenia, ninguna. Él confiaba en que nadie de los suyos le robara nada, con razón lo hacía, Höor daba la vida por el norte, era imposible esperar que alguien de Akershus quisiera despejarlo de los pocos recuerdos que le quedaban de su madre.
-Iré Höor -respondí como respuesta ladeando la sonrisa al desviar mis pardos hasta los de la dama -al final vas a pasar mas tiempo conmigo de lo que te gustaría.
Si bien era cierto me había pedido me uniera a su causa no estaba muy convencido de que estuviera bien encauzada, eran como ratas, se esforzaban por vivir un día mas, pero como padre había dicho se equivocaban de fortaleza a la que robar.
-Estas invitada a comer con nosotros, estoy seguro vas a disfrutar mucho de la comida, allí el saqueo es una norma y algo me dice que eso no se te da mal del todo.
No pude evitar ladear la sonrisa ante la respuesta de mi padre, porque yo mismo me sorprendí al descubrir como todos los presentes comían sentados a la mesa, era todo un reto, con la zurda había que asegurar la comida de tu plato que bien podía ser robada y con la diestra enfrentarte al enemigo para dar caza a lo dispuesto como picoteo para el resto.
Höor abandonó la cámara dejándonos solos, su media sonrisa delataba saber que la joven me gustaba mas de lo que pretendía mostrarle, era bonita y me había salvado la vida dos veces, las mismas que casi acaban con ella.
-¿entonces quieres una recompensa por salvarme? -dije con picardía acercándome a ella.
Mi diestra se apoyó en la pared, hubiera sido una cárcel de no ser porque no despegué la zurda de mi cuerpo, la miré fijamente acercando mi rostro hacía el suyo con ese descaro que siempre acompañaba a los Cannif.
Mi nariz rozó la ajena con tibieza y mi aliento bañó sus labios mojados.
-¿y como pago solo quieres oro o ..quizás un beso sea suficiente?
Deslicé mis dedos por su mejilla, apartando el pelo tras su oreja con suma delicadeza.
-Entiendo que ves el norte morirse de hambre y culpas a todos de forma indiscriminada, acepto ver tu mundo si a cambio tu aceptas ver el mio.
Bueno, realmente no es el mio, vengo de otro lugar..es una historia larga pero en el tiempo que llevo en Akershus me he dado cuenta de que mi hermano lucha por una gran causa, déjame ayudarte como pago por haber intentado matarte.
-Iré Höor -respondí como respuesta ladeando la sonrisa al desviar mis pardos hasta los de la dama -al final vas a pasar mas tiempo conmigo de lo que te gustaría.
Si bien era cierto me había pedido me uniera a su causa no estaba muy convencido de que estuviera bien encauzada, eran como ratas, se esforzaban por vivir un día mas, pero como padre había dicho se equivocaban de fortaleza a la que robar.
-Estas invitada a comer con nosotros, estoy seguro vas a disfrutar mucho de la comida, allí el saqueo es una norma y algo me dice que eso no se te da mal del todo.
No pude evitar ladear la sonrisa ante la respuesta de mi padre, porque yo mismo me sorprendí al descubrir como todos los presentes comían sentados a la mesa, era todo un reto, con la zurda había que asegurar la comida de tu plato que bien podía ser robada y con la diestra enfrentarte al enemigo para dar caza a lo dispuesto como picoteo para el resto.
Höor abandonó la cámara dejándonos solos, su media sonrisa delataba saber que la joven me gustaba mas de lo que pretendía mostrarle, era bonita y me había salvado la vida dos veces, las mismas que casi acaban con ella.
-¿entonces quieres una recompensa por salvarme? -dije con picardía acercándome a ella.
Mi diestra se apoyó en la pared, hubiera sido una cárcel de no ser porque no despegué la zurda de mi cuerpo, la miré fijamente acercando mi rostro hacía el suyo con ese descaro que siempre acompañaba a los Cannif.
Mi nariz rozó la ajena con tibieza y mi aliento bañó sus labios mojados.
-¿y como pago solo quieres oro o ..quizás un beso sea suficiente?
Deslicé mis dedos por su mejilla, apartando el pelo tras su oreja con suma delicadeza.
-Entiendo que ves el norte morirse de hambre y culpas a todos de forma indiscriminada, acepto ver tu mundo si a cambio tu aceptas ver el mio.
Bueno, realmente no es el mio, vengo de otro lugar..es una historia larga pero en el tiempo que llevo en Akershus me he dado cuenta de que mi hermano lucha por una gran causa, déjame ayudarte como pago por haber intentado matarte.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Para ser el protagonista de innumerables historias narradas de boca en boca me pareció decepcionante que el amo de la fortaleza, el Höor Cannif del que se rumoreaba tanto decidiera apenas decir unas cuantas palabras. Esperaba como mínimo una tormenta plagada de rayos y truenos saliendo de su boca. -Algunos le comparan con un dragón viviente.-
Una sonrisa cargada de humor negro ladeó mis labios al contemplarle justo antes de verle salir por la puerta.
Iba a moverme para añadir más cuando su hijo me cerró el paso contra una pared por lo que dejé escapar un gruñido de insatisfacción. -Mi conversación con tu padre aún no acaba.-
La actitud del licántropo demostraba lo poco que se tomaba en serio mis palabras. Su rostro estaba muy cerca del mío por lo que me pegué más a la pared y hundí mis ojos en él. -Un momento quieres matarme y al siguiente me hablas de un beso, eres una contradicción.-
La realidad es que era atractivo y él lo sabía. En la posición en la que nos encontrábamos la luz de la luna que entraba por la ventana enmarcaba los ángulos de su rostro facilitándome reparar en ello.
Alzó la mano y la pasó suavemente por mi mejilla pero atrapé su muñeca y la encerré con mis dedos.
-Te contaré algo… Morir de hambre es una de las muertes más dolorosas que existen… pocas pueden compararse. El cuerpo se come tu grasa y tus lípidos y luego se devora a si mismo, te carcome los músculos y luego el resto de los órganos. Para ese momento ya has perdido el pelo, tu piel se ha pelado en cientos de escamas y luego te hinchas sin remedio. Si tienes suerte morirás en algún momento durante el proceso y no al final de este.-
Continué hablando sin despegar los ojos de él. -Todo esto lo he visto y lo he vivido en carne propia… Hauk vio a sus padres morir así… muchos más cayeron. Nos cerraron el paso, nos encerraron al crear una barricada para aislarnos en el invierno luego de haberse llevado todas nuestras provisiones y nos dejaron en el olvido para que muriésemos de hambre.-
Hábilmente mi mano libre había extraído uno de los cuchillos de su cinto y presionaba el filo contra su garganta mientras los dos respirábamos cerca del otro abrasándonos los labios. -Sabes que creo, creo que te escondes bajo la fachada de don juan para que nadie vea como eres realmente. Porque no quieres que nadie lo descubra, probablemente ni siquiera quieres verte tú mismo.-
Salvé los pocos centímetros que nos separaban, con la excitación en las venas rocé su mejilla con mis labios y me mantuve en esa posición. Él no se había movido, un brazo suyo se mantenía pegado a su costado. -¿Siempre dejas todo a medias?-
Una sonrisa cargada de humor negro ladeó mis labios al contemplarle justo antes de verle salir por la puerta.
Iba a moverme para añadir más cuando su hijo me cerró el paso contra una pared por lo que dejé escapar un gruñido de insatisfacción. -Mi conversación con tu padre aún no acaba.-
La actitud del licántropo demostraba lo poco que se tomaba en serio mis palabras. Su rostro estaba muy cerca del mío por lo que me pegué más a la pared y hundí mis ojos en él. -Un momento quieres matarme y al siguiente me hablas de un beso, eres una contradicción.-
La realidad es que era atractivo y él lo sabía. En la posición en la que nos encontrábamos la luz de la luna que entraba por la ventana enmarcaba los ángulos de su rostro facilitándome reparar en ello.
Alzó la mano y la pasó suavemente por mi mejilla pero atrapé su muñeca y la encerré con mis dedos.
-Te contaré algo… Morir de hambre es una de las muertes más dolorosas que existen… pocas pueden compararse. El cuerpo se come tu grasa y tus lípidos y luego se devora a si mismo, te carcome los músculos y luego el resto de los órganos. Para ese momento ya has perdido el pelo, tu piel se ha pelado en cientos de escamas y luego te hinchas sin remedio. Si tienes suerte morirás en algún momento durante el proceso y no al final de este.-
Continué hablando sin despegar los ojos de él. -Todo esto lo he visto y lo he vivido en carne propia… Hauk vio a sus padres morir así… muchos más cayeron. Nos cerraron el paso, nos encerraron al crear una barricada para aislarnos en el invierno luego de haberse llevado todas nuestras provisiones y nos dejaron en el olvido para que muriésemos de hambre.-
Hábilmente mi mano libre había extraído uno de los cuchillos de su cinto y presionaba el filo contra su garganta mientras los dos respirábamos cerca del otro abrasándonos los labios. -Sabes que creo, creo que te escondes bajo la fachada de don juan para que nadie vea como eres realmente. Porque no quieres que nadie lo descubra, probablemente ni siquiera quieres verte tú mismo.-
Salvé los pocos centímetros que nos separaban, con la excitación en las venas rocé su mejilla con mis labios y me mantuve en esa posición. Él no se había movido, un brazo suyo se mantenía pegado a su costado. -¿Siempre dejas todo a medias?-
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Acorralada por el depredador lejos de amilanarse alzó el mentón enfrentando su rostro contra el mio que me mantenía bajo. Nuestros alientos se acariciaban pausados hasta que sus palabras, esas que seguían echando en cara a los míos la crueldad de las muertes que les atenazaba a los suyos se adentraron en mi boca escupidas con rabia.
-¿acaso Höor es responsable de todos los sinos? Si no evitó esas muertes te aseguro que es porque no pudo, no es un dios, aunque parece hacer mas por el norte que los mismos -dije con el orgullo de la sangre Cannif corriendo por mis venas.
La morena no dudo en sacar una daga con un movimiento magistral anclando el filo de mi propio cuchillo sobre mi pescuezo, mi sonrisa se ladeo desafiante.
-¿vas a usarlo? -pregunté cuando su boca se orillo a la mía incinerandonos los labios con la calidez de nuestros agitados alientos -¿eh? - la desafié muy consciente de que no lo haría, no me quería muerto, de quererlo hubiera tenido otras oportunidades mucho mas certeras que esta.
La ladrona no dudó en susurrar como creía que yo era, como si me conociera, como si me entendiera, mis labios entreabiertos acariciaron cada palabra.
-¿si? ¿así crees que soy? -pregunté exhalando aire contra sus labios -¿o así quieres que sea? -pregunté enarcando una ceja con cierta picaresca.
Sus labios se posaron en mi mejilla, creo que dando ese beso que había pedido, pero claro después vinieron sus siguientes palabras, esas que me incitaban a no dejar nada a medias.
Mi brazo que pendía a uno de los costados de mi cuerpo ascendió por sus curvas hasta anclarse al cabello de su nuca, de un tirón brusco mi boca salió a su encentro y la tomé saqueando el interior con mi lengua sin aflojar el agarre que la mantenía inmóvil contra mis labios.
-Yo nunca me quedo a medias -sentencié alzándola por las nalgas, empujando con mi cuerpo el suyo hasta enterrar mi verga abultada contra su centro.
-La pregunta es...¿te quedaras a medias tu?
-¿acaso Höor es responsable de todos los sinos? Si no evitó esas muertes te aseguro que es porque no pudo, no es un dios, aunque parece hacer mas por el norte que los mismos -dije con el orgullo de la sangre Cannif corriendo por mis venas.
La morena no dudo en sacar una daga con un movimiento magistral anclando el filo de mi propio cuchillo sobre mi pescuezo, mi sonrisa se ladeo desafiante.
-¿vas a usarlo? -pregunté cuando su boca se orillo a la mía incinerandonos los labios con la calidez de nuestros agitados alientos -¿eh? - la desafié muy consciente de que no lo haría, no me quería muerto, de quererlo hubiera tenido otras oportunidades mucho mas certeras que esta.
La ladrona no dudó en susurrar como creía que yo era, como si me conociera, como si me entendiera, mis labios entreabiertos acariciaron cada palabra.
-¿si? ¿así crees que soy? -pregunté exhalando aire contra sus labios -¿o así quieres que sea? -pregunté enarcando una ceja con cierta picaresca.
Sus labios se posaron en mi mejilla, creo que dando ese beso que había pedido, pero claro después vinieron sus siguientes palabras, esas que me incitaban a no dejar nada a medias.
Mi brazo que pendía a uno de los costados de mi cuerpo ascendió por sus curvas hasta anclarse al cabello de su nuca, de un tirón brusco mi boca salió a su encentro y la tomé saqueando el interior con mi lengua sin aflojar el agarre que la mantenía inmóvil contra mis labios.
-Yo nunca me quedo a medias -sentencié alzándola por las nalgas, empujando con mi cuerpo el suyo hasta enterrar mi verga abultada contra su centro.
-La pregunta es...¿te quedaras a medias tu?
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
No terminaba de hacerme una idea precisa sobre el joven licántropo, probablemente porque no lo estaba analizando. Yo no solía analizar, siempre me guiaba por el instinto.
-No hablo acerca de tu padre, hay gente más allá de Akershus ¿sabes? No todo gira en torno a los Cannif.- Le había contado lo que me había sucedido porque quería que comprendiera que había visto morir a muchos de hambre, que yo misma lo padecí. No porque culpara a su padre, de quien realmente no sabía nada más allá de lo que podía rumorearse, pero mi vida era demasiado inconsistente como para detenerme a escuchar rumores, si me pusiera a hacerlo me pondría a escuchar las historias fantásticas que contaban sobre nuestra banda de asaltantes, las cuales no escaseaban también.
-Hay muchas maneras de usar un cuchillo que no involucran matar.- Me tenía acorralada contra la pared en media prisión, yo le había dado un beso en la mejilla y aún mantenía mis labios allí pero eso no quería decir que el filo del cuchillo no siguiera contra su garganta.
Pasé el arma blanca despacio por su cuello y continuando de forma descendente alcancé su corazón, le sonreí entre picaresca y burlona antes de mover la muñeca rápidamente y usar su filo para cortarle un par de botones de la camisa.
Se ha de haber sentido retado porque me tomó del cabello acercando mi rostro al de él, a punto de saquearme la boca. -¿No me reprochabas que saqueara?-
Me inmovilizó y buscó mis labios con rudeza e impaciencia para abrir la mía como lo que era, un lobo, ante su invasión mi lengua se encontró con la exigencia de la suya. Aproveché que aflojaba para subirme ahuecando mis nalgas en sus manos y eché la cabeza hacia atrás huyendo de sus labios.
-No tomes tanto de una vez lobito.- Si bien era cierto que compartimos un beso en la caverna, fue en circunstancias diferentes, por lo general yo no besaba… Y si bien lo estaba retando por comportarse como un depredador también era cierto que mi excitación corría por mi cuerpo al sentir su dureza apretada contra mí, lo cual era una locura… teniendo en cuenta que hasta hace poco intentaba matarme.
Un par de golpes en la puerta resonó en mis oídos antes de escuchar un -¡Orión ya esta servida la cena, trae a tu invitada!- La puerta se abrió así que ambos nos separamos.
Guardé con rapidez la navaja antes de ver a una chica de cabello oscuro y ojos pardos que miraba de mi hacia él antes de colocarse las manos en la cintura. -El conde me ha enviado a buscaros, así que vamos, de lo contrario empezaran a comer sin nosotros y…- Sus ojos se agrandaron brillando de sentimiento. -¡No puedo perderme la comida!- Parece que el pensamiento le hizo hinchar los mofletes por el desagrado y la consternación.
Dada la premura del caso lancé una mirada rápida a Orión antes de escuchar un nuevo -¡Vamos!- que me instaba a apresurarme, más pareciera un asunto de vida o muerte que una cena.
-No hablo acerca de tu padre, hay gente más allá de Akershus ¿sabes? No todo gira en torno a los Cannif.- Le había contado lo que me había sucedido porque quería que comprendiera que había visto morir a muchos de hambre, que yo misma lo padecí. No porque culpara a su padre, de quien realmente no sabía nada más allá de lo que podía rumorearse, pero mi vida era demasiado inconsistente como para detenerme a escuchar rumores, si me pusiera a hacerlo me pondría a escuchar las historias fantásticas que contaban sobre nuestra banda de asaltantes, las cuales no escaseaban también.
-Hay muchas maneras de usar un cuchillo que no involucran matar.- Me tenía acorralada contra la pared en media prisión, yo le había dado un beso en la mejilla y aún mantenía mis labios allí pero eso no quería decir que el filo del cuchillo no siguiera contra su garganta.
Pasé el arma blanca despacio por su cuello y continuando de forma descendente alcancé su corazón, le sonreí entre picaresca y burlona antes de mover la muñeca rápidamente y usar su filo para cortarle un par de botones de la camisa.
Se ha de haber sentido retado porque me tomó del cabello acercando mi rostro al de él, a punto de saquearme la boca. -¿No me reprochabas que saqueara?-
Me inmovilizó y buscó mis labios con rudeza e impaciencia para abrir la mía como lo que era, un lobo, ante su invasión mi lengua se encontró con la exigencia de la suya. Aproveché que aflojaba para subirme ahuecando mis nalgas en sus manos y eché la cabeza hacia atrás huyendo de sus labios.
-No tomes tanto de una vez lobito.- Si bien era cierto que compartimos un beso en la caverna, fue en circunstancias diferentes, por lo general yo no besaba… Y si bien lo estaba retando por comportarse como un depredador también era cierto que mi excitación corría por mi cuerpo al sentir su dureza apretada contra mí, lo cual era una locura… teniendo en cuenta que hasta hace poco intentaba matarme.
Un par de golpes en la puerta resonó en mis oídos antes de escuchar un -¡Orión ya esta servida la cena, trae a tu invitada!- La puerta se abrió así que ambos nos separamos.
Guardé con rapidez la navaja antes de ver a una chica de cabello oscuro y ojos pardos que miraba de mi hacia él antes de colocarse las manos en la cintura. -El conde me ha enviado a buscaros, así que vamos, de lo contrario empezaran a comer sin nosotros y…- Sus ojos se agrandaron brillando de sentimiento. -¡No puedo perderme la comida!- Parece que el pensamiento le hizo hinchar los mofletes por el desagrado y la consternación.
Dada la premura del caso lancé una mirada rápida a Orión antes de escuchar un nuevo -¡Vamos!- que me instaba a apresurarme, más pareciera un asunto de vida o muerte que una cena.
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Su rostro se alejó del mio pese a que acorralada contra la pared no tenía escapatoria alguna. Mi pelvis imprimía la fuerza necesaria para que mi abultado miembro se hundiera en su centro pidiendo algo mas que besos.
Mi aliento golpeaba su boca ansioso por fundirse en ella, mas la joven no parecía estar dispuesta a darme tan rápido lo que mi impulsivo lobo interior reclamaba.
-para ser una saqueadora no te gusta que te roben los besos -aseguré mordiendo su belfo inferior incitándola a seguir enredada en mi piel.
La puerta fue golpeada con insistencia y de repente fue abierta de golpe. Torvi al otro lado hundió sus ojos en los míos y luego en los de mi acompañante forzándonos a ambos a separarnos.
Enarqué una ceja observando a la gata y su impaciencia, con los brazos en jara nos instaba a darnos prisa, esa mujer tenía un apetito voraz y al parecer la idea de perder un bocado le causaba un dolor aterrador.
-¿No te han enseñado que lo de llamar a la puerta tiene como motivo esperar a que te digan “pasa”?
La gata me dio la espalda ignorándome mas empecinada en ir a por la comida que en mantener conmigo una charla.
-No hemos terminado tu y yo -le repliqué a la saqueadora mas como una promesa que como una amenaza -espero se te de bien eso de robar -dije ladeando la sonrisa.
Quizás ella no entendiera esa última frase, mas sin duda pronto descubriría a que me refería exactamente.
Mis hermanos y primos saqueaban la mesa con codicia, los cuchillos sobrevolaban toda la mesa con intención de hacerse con la mejor pieza.
Tomamos asiento, todos con los cuchillos en las manos, ladeé la sonrisa mirando de reojo a mi acompañante que sonreía al ver la tensión que en ese instante había.
La gata ya estaba a medio levantar de su silla y en cuanto los alimentos fueron servidos, con un brazo protegíamos nuestro plato y con la otra mano tratábamos de pinchar lo del centro para engullirlo.
La gata era rápida, Arturo miraba la escena acobardado tirando la espalda contra su propio respaldo.
Ubbe lanzó su cuchillo clavandolo en un muslo de pollo, pero Niesl mas rápido tiro de él.
Los dos se peleaban por el pedazo mientras Hakon cogía los panecillos y los repartía con Synnove que soreia de medio lado.
-Que aproveche -apunté con una risa lanzando el tenedor hacia las patatas asadas del centro de la mesa.
Mi aliento golpeaba su boca ansioso por fundirse en ella, mas la joven no parecía estar dispuesta a darme tan rápido lo que mi impulsivo lobo interior reclamaba.
-para ser una saqueadora no te gusta que te roben los besos -aseguré mordiendo su belfo inferior incitándola a seguir enredada en mi piel.
La puerta fue golpeada con insistencia y de repente fue abierta de golpe. Torvi al otro lado hundió sus ojos en los míos y luego en los de mi acompañante forzándonos a ambos a separarnos.
Enarqué una ceja observando a la gata y su impaciencia, con los brazos en jara nos instaba a darnos prisa, esa mujer tenía un apetito voraz y al parecer la idea de perder un bocado le causaba un dolor aterrador.
-¿No te han enseñado que lo de llamar a la puerta tiene como motivo esperar a que te digan “pasa”?
La gata me dio la espalda ignorándome mas empecinada en ir a por la comida que en mantener conmigo una charla.
-No hemos terminado tu y yo -le repliqué a la saqueadora mas como una promesa que como una amenaza -espero se te de bien eso de robar -dije ladeando la sonrisa.
Quizás ella no entendiera esa última frase, mas sin duda pronto descubriría a que me refería exactamente.
Mis hermanos y primos saqueaban la mesa con codicia, los cuchillos sobrevolaban toda la mesa con intención de hacerse con la mejor pieza.
Tomamos asiento, todos con los cuchillos en las manos, ladeé la sonrisa mirando de reojo a mi acompañante que sonreía al ver la tensión que en ese instante había.
La gata ya estaba a medio levantar de su silla y en cuanto los alimentos fueron servidos, con un brazo protegíamos nuestro plato y con la otra mano tratábamos de pinchar lo del centro para engullirlo.
La gata era rápida, Arturo miraba la escena acobardado tirando la espalda contra su propio respaldo.
Ubbe lanzó su cuchillo clavandolo en un muslo de pollo, pero Niesl mas rápido tiro de él.
Los dos se peleaban por el pedazo mientras Hakon cogía los panecillos y los repartía con Synnove que soreia de medio lado.
-Que aproveche -apunté con una risa lanzando el tenedor hacia las patatas asadas del centro de la mesa.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
La joven recién aparecida nos guió con impaciencia hacia el comedor y tan pronto entramos en la estancia se apresuró a tomar un lugar en la mesa. Al parecer habíamos llegado justo a tiempo para su alivio porque aún nadie comenzaba el festín.
Digo festín porque había de todo adornando la mesa, verduras de distintos tipos sobre diversas charolas, panecillos, mantequilla, queso, fiambres y para rematar un enorme pollo en el centro. Sonreí de medio lado al divisar aquello y no me pareció exagerada la cantidad de comida teniendo en cuenta el número de personajes presentes.
Lo que si me sorprendió fue el tamaño de la familia. ¿Cuántos hijos había tenido el amo de la fortaleza? -Tu padre es un hombre muy prolífico.- dije con toda intención tras tomar asiento. Tras haberle echado un vistazo imaginaba que debía haber tenido muchas mujeres a lo largo de su vida y aún otras más bien dispuestas a calentarle el lecho aunque fuera tan solo una noche.
-No me extraña, es como lo definen en los rumores del pueblo. Alto, oscuro y apuesto, es como un dragón lanza fuego.- Tomé los cubiertos en mis manos. -Por cierto, ¿no nos va a acompañar a la mesa?- Había mirado a mi alrededor y no le había visto. Si no hubiese sido por su breve presencia en la habitación hubiera pensado que se trataba más de un fantasma que de un ser de carne y hueso, aparentemente era un hombre difícil de rastrear. -Aún me debe una plática.-
Si bien era cierto que era el amo y señor del castillo y como tal podía hacer lo que le viniera en gana, cualquier hombre que ostentase un título en el norte habría apreciado el gesto de la persona que había traído de vuelta a su hijo en una pieza y al menos le hubiese remunerado de alguna forma. Si el conde se preciaba de ser justo y honorable, aún me debía un saco de monedas como mínimo.
Me divirtió ver la escena en la mesa, algunos de los presentes ya transpiraban, especialmente la joven que había ido a buscarnos. Antes de que las primeras manos comenzaran a moverse las mías ya lo habían hecho con presteza atrapando una pieza de pollo al escurrir mis dedos entre numerosos cuchillos que habían pretendido ganarme la partida.
Continué de igual forma con un par de salchichas que ensarté haciendo gala de la inusitada agilidad de mi muñeca e incluso atrapé un tenedor que alguien había dejado caer incautamente sobre las patatas dejando el suficiente espacio de tiempo abierto (llámese segundos) para que mi mano lo tomase del mango y las patatas volaran a mi plato.
-Esto está muy bueno.- Comenté, dándole una buena mordida a la pierna de pollo que tenía entre los dedos mientras resguardaba mi plato de cualquier intento de saqueo.
No vivías años entre ladrones sin aprender a burlar lo ajeno y a salvaguardar lo tuyo, especialmente cuando estaba en juego alimentarte.
Una mordida a las patatas me puso de buen humor. -¡Skol!- Alcé la copa de madera en mi mano para llevarla hacia el centro y chocarla con los numerosos vasos que se unieron a mi exclamación tras tan solo unos segundos de haberme mirado con sorpresa.
La hidromiel corría complementando perfectamente la cena, por lo que notando enseguida quien era el más hábil bebedor me dirigí a él. -¡Ey tú!- El ojiazul no se dió por aludido hasta que insistí un par de veces. -Si, tú, ¡el de la trenza! ¿Cuánto estás dispuesto a apostar a que termino ganándote en número de tragos antes de que demos por finalizada la comida?-
Digo festín porque había de todo adornando la mesa, verduras de distintos tipos sobre diversas charolas, panecillos, mantequilla, queso, fiambres y para rematar un enorme pollo en el centro. Sonreí de medio lado al divisar aquello y no me pareció exagerada la cantidad de comida teniendo en cuenta el número de personajes presentes.
Lo que si me sorprendió fue el tamaño de la familia. ¿Cuántos hijos había tenido el amo de la fortaleza? -Tu padre es un hombre muy prolífico.- dije con toda intención tras tomar asiento. Tras haberle echado un vistazo imaginaba que debía haber tenido muchas mujeres a lo largo de su vida y aún otras más bien dispuestas a calentarle el lecho aunque fuera tan solo una noche.
-No me extraña, es como lo definen en los rumores del pueblo. Alto, oscuro y apuesto, es como un dragón lanza fuego.- Tomé los cubiertos en mis manos. -Por cierto, ¿no nos va a acompañar a la mesa?- Había mirado a mi alrededor y no le había visto. Si no hubiese sido por su breve presencia en la habitación hubiera pensado que se trataba más de un fantasma que de un ser de carne y hueso, aparentemente era un hombre difícil de rastrear. -Aún me debe una plática.-
Si bien era cierto que era el amo y señor del castillo y como tal podía hacer lo que le viniera en gana, cualquier hombre que ostentase un título en el norte habría apreciado el gesto de la persona que había traído de vuelta a su hijo en una pieza y al menos le hubiese remunerado de alguna forma. Si el conde se preciaba de ser justo y honorable, aún me debía un saco de monedas como mínimo.
Me divirtió ver la escena en la mesa, algunos de los presentes ya transpiraban, especialmente la joven que había ido a buscarnos. Antes de que las primeras manos comenzaran a moverse las mías ya lo habían hecho con presteza atrapando una pieza de pollo al escurrir mis dedos entre numerosos cuchillos que habían pretendido ganarme la partida.
Continué de igual forma con un par de salchichas que ensarté haciendo gala de la inusitada agilidad de mi muñeca e incluso atrapé un tenedor que alguien había dejado caer incautamente sobre las patatas dejando el suficiente espacio de tiempo abierto (llámese segundos) para que mi mano lo tomase del mango y las patatas volaran a mi plato.
-Esto está muy bueno.- Comenté, dándole una buena mordida a la pierna de pollo que tenía entre los dedos mientras resguardaba mi plato de cualquier intento de saqueo.
No vivías años entre ladrones sin aprender a burlar lo ajeno y a salvaguardar lo tuyo, especialmente cuando estaba en juego alimentarte.
Una mordida a las patatas me puso de buen humor. -¡Skol!- Alcé la copa de madera en mi mano para llevarla hacia el centro y chocarla con los numerosos vasos que se unieron a mi exclamación tras tan solo unos segundos de haberme mirado con sorpresa.
La hidromiel corría complementando perfectamente la cena, por lo que notando enseguida quien era el más hábil bebedor me dirigí a él. -¡Ey tú!- El ojiazul no se dió por aludido hasta que insistí un par de veces. -Si, tú, ¡el de la trenza! ¿Cuánto estás dispuesto a apostar a que termino ganándote en número de tragos antes de que demos por finalizada la comida?-
Dahlia- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Dahlia parecía perfectamente adaptada a aquella comida Cannif, la mayoría de los presentes apenas se percataba de que la ladrona con pericia se apropiaba de la carnaza devorándola mientras con el antebrazo guardaba lo que había en su propio plato. Reí divertido alzando la jarra con un Skoll que retumbo en aquel salón al tiempo que se abrió el portón y padre junto a Ulf se adentraban entre risas para compartir mesa.
Venían de las murallas, nunca descansaban, pero aun así no olvidaban que eran mortales y no eso de lo que los tildaban.
-¡Skol! -rugió padre elevando la jarra antes de golpearla contra la del general que llevó el vidrio a sus labios dando un trago sediento.
Tomaron asiento entre nosotros, Ubbe sintiéndose desafiado alzó la jarra en dirección a la ladrona aceptando la apuesta mientras le indicaba con los dedos cuantas llevaban, yo me reía con la joven doncella que hacía poco había llegado a Akershus como esclava y que ahora libre nos servía llenando nuestras jarras.
Aquel lugar destilaba esperanza, los rebeldes podían ser muchas cosas pero la injusticia no abanderaba sus días y eso era lo que quería que ella viera.
-Ahí tienes a mi padre -dije tras dar un profundo trago -puedes pedirle ese saco de monedas que ansias -bromeé guiñándole un ojo- hazlo antes de que se convierta en un dragón rojo -susurré divertido.
Seguimos comiendo, bebiendo, divirtiéndonos y bromeando unos con otros, el concepto de familia de aquel lugar era distinto. Padre y madre en mi tiempo habían estado tan ocupados en protegernos que a veces se olvidaban de que eso les impedía simplemente seguir viviendo.
Allí todos se jugaban la vida con cada suspiro y sin embargo alrededor de aquella mesa reían sin parar como una familia mas, como si cada segundo fuera el ultimo y eso bastara para sobrellevar un día mas.
Tiré de la cintura de la ladrona subiéndola sobre mi.
-¿cuantas jarras llevas? -pregunté recorriendo su cuello con mis labios..¿por que no aprovechar este instante ahora?
Sus ojos se hundieron en los míos al tiempo que su brazo rodeaba mi cuello, su risa ebria golpeó mis labios.
Venían de las murallas, nunca descansaban, pero aun así no olvidaban que eran mortales y no eso de lo que los tildaban.
-¡Skol! -rugió padre elevando la jarra antes de golpearla contra la del general que llevó el vidrio a sus labios dando un trago sediento.
Tomaron asiento entre nosotros, Ubbe sintiéndose desafiado alzó la jarra en dirección a la ladrona aceptando la apuesta mientras le indicaba con los dedos cuantas llevaban, yo me reía con la joven doncella que hacía poco había llegado a Akershus como esclava y que ahora libre nos servía llenando nuestras jarras.
Aquel lugar destilaba esperanza, los rebeldes podían ser muchas cosas pero la injusticia no abanderaba sus días y eso era lo que quería que ella viera.
-Ahí tienes a mi padre -dije tras dar un profundo trago -puedes pedirle ese saco de monedas que ansias -bromeé guiñándole un ojo- hazlo antes de que se convierta en un dragón rojo -susurré divertido.
Seguimos comiendo, bebiendo, divirtiéndonos y bromeando unos con otros, el concepto de familia de aquel lugar era distinto. Padre y madre en mi tiempo habían estado tan ocupados en protegernos que a veces se olvidaban de que eso les impedía simplemente seguir viviendo.
Allí todos se jugaban la vida con cada suspiro y sin embargo alrededor de aquella mesa reían sin parar como una familia mas, como si cada segundo fuera el ultimo y eso bastara para sobrellevar un día mas.
Tiré de la cintura de la ladrona subiéndola sobre mi.
-¿cuantas jarras llevas? -pregunté recorriendo su cuello con mis labios..¿por que no aprovechar este instante ahora?
Sus ojos se hundieron en los míos al tiempo que su brazo rodeaba mi cuello, su risa ebria golpeó mis labios.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
-Cuatro y apenas empiezo.- respondí, tras escuchar a Orión preguntar cuántas jarras llevaba consumidas. Tomé el último trago que contenía la jarra que tenía entre mis dedos y con mi mano libre mostré cuatro dedos en alto en dirección a mi competidor. Llevar cuatro hasta el momento no era nada para mi, era muy buena bebedora y solía mantenerme aún en pie en las competencias que se llevaban a cabo en las ferias cuando hombres del doble de mi tamaño terminaban desmayados sobre el suelo debido a la cantidad de alcohol consumido.
-Tiendo a creer que son mis genes. De haber tenido un hermano o hermana hubiese resultado fácil comprobar si mi resistencia al alcohol es un don de familia o no.- Sonreí de medio lado, volviendo a morder el pollo.
El conde Cannif había entrado en el comedor con uno de sus generales y rápidamente se había unido a la comida y a los brindis. -Tu padre y su acompañante lucen exhaustos.- Observé los rostros del par de hombres que mencionaba mientras les veía tomar asiento en el otro extremo de la mesa. -Supongo que aquí al igual que en cualquier otro lado las faenas nunca terminan…-
Pensé en lo que mi gente estaría haciendo ahora y mi mirada se desvió hacia una de las ventanas. A estas horas de la noche, probablemente estarían sentados alrededor del fuego, consumiendo parte de los víveres que Hauk y yo habíamos llevado en la carreta que tomamos de Akershus hace unos días.
-Hauk ha de estar preguntándose donde estoy…- Jugué con la comida usando el tenedor que sostenía entre mis dedos al pensar que no era mi intención preocupar al pequeño, ya bastante se había arriesgado por mí el otro día y casi lo había pagado con creces, pudimos no haberla contado a la mañana siguiente.
Pensar en ello me hizo recordar la transformación del vikingo que se encontraba a un lado mío en la noche de luna llena. Retazos de cómo había acabado con la vida de una de las prisioneras antes de girar hacia mi y el otro reo regresaron a mi memoria. Recordé perfectamente el aspecto del licántropo, sus fauces goteando con las comisuras teñidas de sangre, con pedazos de la carne de la mujer aún entre sus garras y como volteó hacia nosotros antes de saltar para intentar despedazarnos.
Regresé a mi asiento y coloqué mi plato sobre la mesa. -Yo diría… que pasas el tiempo muy bien.- Ni una sola vez le había oído hablar de su víctima de esa noche ni mostrar el menor interés hacia lo sucedido.
Dejé el plato y decidí continuar únicamente con las jarras, llenando una hasta arriba. -Hablaré con tu padre una vez finalice la cena.-
-Tiendo a creer que son mis genes. De haber tenido un hermano o hermana hubiese resultado fácil comprobar si mi resistencia al alcohol es un don de familia o no.- Sonreí de medio lado, volviendo a morder el pollo.
El conde Cannif había entrado en el comedor con uno de sus generales y rápidamente se había unido a la comida y a los brindis. -Tu padre y su acompañante lucen exhaustos.- Observé los rostros del par de hombres que mencionaba mientras les veía tomar asiento en el otro extremo de la mesa. -Supongo que aquí al igual que en cualquier otro lado las faenas nunca terminan…-
Pensé en lo que mi gente estaría haciendo ahora y mi mirada se desvió hacia una de las ventanas. A estas horas de la noche, probablemente estarían sentados alrededor del fuego, consumiendo parte de los víveres que Hauk y yo habíamos llevado en la carreta que tomamos de Akershus hace unos días.
-Hauk ha de estar preguntándose donde estoy…- Jugué con la comida usando el tenedor que sostenía entre mis dedos al pensar que no era mi intención preocupar al pequeño, ya bastante se había arriesgado por mí el otro día y casi lo había pagado con creces, pudimos no haberla contado a la mañana siguiente.
Pensar en ello me hizo recordar la transformación del vikingo que se encontraba a un lado mío en la noche de luna llena. Retazos de cómo había acabado con la vida de una de las prisioneras antes de girar hacia mi y el otro reo regresaron a mi memoria. Recordé perfectamente el aspecto del licántropo, sus fauces goteando con las comisuras teñidas de sangre, con pedazos de la carne de la mujer aún entre sus garras y como volteó hacia nosotros antes de saltar para intentar despedazarnos.
Regresé a mi asiento y coloqué mi plato sobre la mesa. -Yo diría… que pasas el tiempo muy bien.- Ni una sola vez le había oído hablar de su víctima de esa noche ni mostrar el menor interés hacia lo sucedido.
Dejé el plato y decidí continuar únicamente con las jarras, llenando una hasta arriba. -Hablaré con tu padre una vez finalice la cena.-
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Dahila se divertía como un Cannif mas en aquella comida familiar, integrada por completo bromeaba con Ubbe sobre quien aguantaría mas bebiendo y por Odin que no se le daba mal, aunque Ubbe no era de los que soportara mal el alcohol y no se le quedaba atrás.
Hablamos un rato, peor no se que demonios le paso que su gesto cambio, enarqué una ceja al verla tomar asiento y decirme que iba después de la comida a hablar con mi padre.-¿y ahora que cojones te pasa? -pregunté airado.
La ladrona hundió en mi sus dos pardos como si me atravesara con una espada, hacia apenas unos minutos habíamos estado cerca de besarnos ¿ ya ahora?
-No entiendo a las mujeres -respondí llevando la jarra a mis labios.
Bebí lo suficiente con mis hermanos para pintar una risa tonta en mis labios, después querían ir al lago a divertirse un rato, en esta época del año ya no estaba helado y lanzarse del acantilado y caer sobre sus gélidas aguas envalentonados por el alcohol era la nueva diversión que habían encontrado.
Siempre un reto tras otro, a cual mas peligroso peor supongo que así eran los Cannif, si no arriesgaban su vida en el campo de batalla tenían que encontrar a Hela en otro lado y hacerle una peineta.
Padre y Ulf tenían que volver al trabajo, las fronteras andaban algo revueltas y ese día partirían por una semana para contener a las abominaciones de Randulf y echar una mano a los licanos que custodiaban los bosques fronterizos.
Al ponerse en pie mi padre vi como Dahila hacía lo mismo, supongo que quería llegar a acuerdos antes de regresar con los suyos y arrastrar a alguien como yo junto a su panda de mangantes quizás no era lo que quería sabiendo que era una bestia incapaz de controlarse.
-¿Vienes Orion? -me preguntó Sirius.
Asentí con la cabeza apurando la jarra entre mis labios dispuesto a ir con todos al lago.
-Si después quieres algo de mi, ya sabes donde estaré. En ese momento entro Freya, la hija de Ulf, venia del templo, saludo cariñosa a su padre antes de acabar sobre el hombro de Ubbe que la tomó como un saco de patatas alegando que ya llevaba su trofeo.
Ella reía mientras Niels le daba un manotazo en las nalgas y Einar la invitaba a saltar desde el acantilado.
Hablamos un rato, peor no se que demonios le paso que su gesto cambio, enarqué una ceja al verla tomar asiento y decirme que iba después de la comida a hablar con mi padre.-¿y ahora que cojones te pasa? -pregunté airado.
La ladrona hundió en mi sus dos pardos como si me atravesara con una espada, hacia apenas unos minutos habíamos estado cerca de besarnos ¿ ya ahora?
-No entiendo a las mujeres -respondí llevando la jarra a mis labios.
Bebí lo suficiente con mis hermanos para pintar una risa tonta en mis labios, después querían ir al lago a divertirse un rato, en esta época del año ya no estaba helado y lanzarse del acantilado y caer sobre sus gélidas aguas envalentonados por el alcohol era la nueva diversión que habían encontrado.
Siempre un reto tras otro, a cual mas peligroso peor supongo que así eran los Cannif, si no arriesgaban su vida en el campo de batalla tenían que encontrar a Hela en otro lado y hacerle una peineta.
Padre y Ulf tenían que volver al trabajo, las fronteras andaban algo revueltas y ese día partirían por una semana para contener a las abominaciones de Randulf y echar una mano a los licanos que custodiaban los bosques fronterizos.
Al ponerse en pie mi padre vi como Dahila hacía lo mismo, supongo que quería llegar a acuerdos antes de regresar con los suyos y arrastrar a alguien como yo junto a su panda de mangantes quizás no era lo que quería sabiendo que era una bestia incapaz de controlarse.
-¿Vienes Orion? -me preguntó Sirius.
Asentí con la cabeza apurando la jarra entre mis labios dispuesto a ir con todos al lago.
-Si después quieres algo de mi, ya sabes donde estaré. En ese momento entro Freya, la hija de Ulf, venia del templo, saludo cariñosa a su padre antes de acabar sobre el hombro de Ubbe que la tomó como un saco de patatas alegando que ya llevaba su trofeo.
Ella reía mientras Niels le daba un manotazo en las nalgas y Einar la invitaba a saltar desde el acantilado.
Orión Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 29/09/2017
Re: El placer es tuyo (privado)
Aún pensaba en la mujer que había estado al lado de mi celda mientras revolvía la comida con un tenedor, toda esa escena en mi mente se llevaba mi apetito, especialmente la imagen de sus intestinos en las fauces del licántropo que se relamía después de tragárselos como si estuviera degustando salchichas.
Al hijo del conde le dio por hacerme un comentario airado que provocó que le atravesara con la mirada. ¿Qué mosca me picaba a mí? Mas bien que mosca le picaba a él para que de repente me hablara como si me conociera lo suficiente y tuviera potestad sobre mi para hacerme algún tipo de recriminaciones.
Aceleré el contenido de una jarra tras otra hasta que con el rabillo del ojo vi como el padre de Orión se levantaba de la mesa. En cuanto comprendí que se marchaba me levanté como un resorte para acercarme a él.
-¡Höor Cannif!-
Una chica de cabello corto entró en ese momento llamando la atención del general que le acompañaba y que se acercó a ella para recibir un abrazo de su parte frente a nosotros. Por su edad me imaginé que sería su hija, aunque tampoco me extrañaría que el rubio se echara una canita al aire con una joven a quien le doblaba la edad.
No le presté demasiada atención al hecho teniendo en cuenta lo importante que para mi era el saco de dinero.
-Dicen que es un hombre honorable, puede que sea cierto o puede que la historia esté llena de agujeros por donde se escapan todas las proezas que se supone que ha hecho a lo largo de su vida.- Me paré frente a él esperando finalmente me mirara. -Es mi creencia que la mayoría de esas historias de héroes no son más que un puñado de cuentos que la gente se inventa para mantener la fe en algo y de esa manera no perder las esperanzas.-
Por unos segundos continué sosteniendo la mirada del hombre que ahora me parecía extrañamente familiar y no podía decir exactamente por qué. La sensación me dejó algo desconcertada, pero me repuse rápidamente. -He traído de regreso a su…- Iba a decir hijo, pero recordé que Orión posiblemente fuera un bastardo. -a Orión, sano y salvo. Cualquiera que ostente un título vería a bien remunerar a quien hubiese velado por el bienestar de alguien cercano que le resultase invaluable, asumo que él lo es para usted.-
Mientras exponía lo que para mi era evidente frente al conde, los jóvenes se iban marchando para ir a no sé dónde.
Mantuve el ojo en el grupo por encima del hombro masculino, tampoco era cuestión de dejar ir al de la trenza, Ubbe creo que le llamaban, sin terminar con la apuesta. Ah, no, yo jamás dejaba escapar la posibilidad de obtener ganancias.
Ni corta ni perezosa agarré un tarro grande de cerveza que descansaba en la mesa para continuar con los tragos adonde sea que se dirigían.
-¡Ey! ¿Podríais esperarme?- El altote ya cargaba a la morena sobre su hombro, la joven había pegado un pequeño grito al quedar en volandas y ahora le daba un manotazo en las nalgas indicándole que le estaban hablando antes de soltar la risa. Al parecer la chica no retozaba con el general después de todo.
Al hijo del conde le dio por hacerme un comentario airado que provocó que le atravesara con la mirada. ¿Qué mosca me picaba a mí? Mas bien que mosca le picaba a él para que de repente me hablara como si me conociera lo suficiente y tuviera potestad sobre mi para hacerme algún tipo de recriminaciones.
Aceleré el contenido de una jarra tras otra hasta que con el rabillo del ojo vi como el padre de Orión se levantaba de la mesa. En cuanto comprendí que se marchaba me levanté como un resorte para acercarme a él.
-¡Höor Cannif!-
Una chica de cabello corto entró en ese momento llamando la atención del general que le acompañaba y que se acercó a ella para recibir un abrazo de su parte frente a nosotros. Por su edad me imaginé que sería su hija, aunque tampoco me extrañaría que el rubio se echara una canita al aire con una joven a quien le doblaba la edad.
No le presté demasiada atención al hecho teniendo en cuenta lo importante que para mi era el saco de dinero.
-Dicen que es un hombre honorable, puede que sea cierto o puede que la historia esté llena de agujeros por donde se escapan todas las proezas que se supone que ha hecho a lo largo de su vida.- Me paré frente a él esperando finalmente me mirara. -Es mi creencia que la mayoría de esas historias de héroes no son más que un puñado de cuentos que la gente se inventa para mantener la fe en algo y de esa manera no perder las esperanzas.-
Por unos segundos continué sosteniendo la mirada del hombre que ahora me parecía extrañamente familiar y no podía decir exactamente por qué. La sensación me dejó algo desconcertada, pero me repuse rápidamente. -He traído de regreso a su…- Iba a decir hijo, pero recordé que Orión posiblemente fuera un bastardo. -a Orión, sano y salvo. Cualquiera que ostente un título vería a bien remunerar a quien hubiese velado por el bienestar de alguien cercano que le resultase invaluable, asumo que él lo es para usted.-
Mientras exponía lo que para mi era evidente frente al conde, los jóvenes se iban marchando para ir a no sé dónde.
Mantuve el ojo en el grupo por encima del hombro masculino, tampoco era cuestión de dejar ir al de la trenza, Ubbe creo que le llamaban, sin terminar con la apuesta. Ah, no, yo jamás dejaba escapar la posibilidad de obtener ganancias.
Ni corta ni perezosa agarré un tarro grande de cerveza que descansaba en la mesa para continuar con los tragos adonde sea que se dirigían.
-¡Ey! ¿Podríais esperarme?- El altote ya cargaba a la morena sobre su hombro, la joven había pegado un pequeño grito al quedar en volandas y ahora le daba un manotazo en las nalgas indicándole que le estaban hablando antes de soltar la risa. Al parecer la chica no retozaba con el general después de todo.
Dahlia- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/07/2017
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