AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
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Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Recuerdo del primer mensaje :
A la inestimable luz de la luna llena, surgieron los cambios.
Era la noche elegida desde hacía tiempo, y todo estaba saliendo (hasta ahora) según lo planeado. Intentaba controlarme, pero desde luego, sabía que era en vano.
Dejé la ropa situada junto al único árbol que se veía en la gran llanura en la que se encontraba el viejo sanatorio, o lo que quedaba de él. Había llegado con tiempo, aún completamente humana, y había ojeado un poco el lugar. Esperaba, sin embargo, no encontrarme a Emhyr husmeando por ahí, puesto que si lo reconocía estando en mis completos cabales, tendría consecuencias nefastas para él cuando fuera toda una mujer lobo.
El aire olía a humedad y quizá se podían leer en él los malos presagios de la noche. Tenía la débil esperanza de que todo saliera bien, pero no conocía del todo mis límites lobunos. No sabía si tendría la suficiente entereza como para limitarme a morder la piel de aquel turco, y por otro lado, tampoco sabía si él sería suficientemente listo como para escapar teniendo la herida de mis colmillos y esquivando aún así mi rapidez y agilidad sobrehumanas.
¿Qué sería de mí y de él aquella noche? Era la única vez que iba a convertir a alguien siendo consciente de ello. Y no me sentía preparada para ello. Sin embargo, la única manera de hacerlo era intentarlo, aunque una vida estuviese en juego.
Ahora que la luna había caído y mi cuerpo había dado lugar a la forma del lobo, buscaba con ansiedad a una figura que desmembrar.
Cuando entré en las ruinas del sanatorio fue consciente de que mi colgante permanecía aún en mi cuello de lobo. Bendita bruja que me lo vendió.
Era la noche elegida desde hacía tiempo, y todo estaba saliendo (hasta ahora) según lo planeado. Intentaba controlarme, pero desde luego, sabía que era en vano.
Dejé la ropa situada junto al único árbol que se veía en la gran llanura en la que se encontraba el viejo sanatorio, o lo que quedaba de él. Había llegado con tiempo, aún completamente humana, y había ojeado un poco el lugar. Esperaba, sin embargo, no encontrarme a Emhyr husmeando por ahí, puesto que si lo reconocía estando en mis completos cabales, tendría consecuencias nefastas para él cuando fuera toda una mujer lobo.
El aire olía a humedad y quizá se podían leer en él los malos presagios de la noche. Tenía la débil esperanza de que todo saliera bien, pero no conocía del todo mis límites lobunos. No sabía si tendría la suficiente entereza como para limitarme a morder la piel de aquel turco, y por otro lado, tampoco sabía si él sería suficientemente listo como para escapar teniendo la herida de mis colmillos y esquivando aún así mi rapidez y agilidad sobrehumanas.
¿Qué sería de mí y de él aquella noche? Era la única vez que iba a convertir a alguien siendo consciente de ello. Y no me sentía preparada para ello. Sin embargo, la única manera de hacerlo era intentarlo, aunque una vida estuviese en juego.
Ahora que la luna había caído y mi cuerpo había dado lugar a la forma del lobo, buscaba con ansiedad a una figura que desmembrar.
Cuando entré en las ruinas del sanatorio fue consciente de que mi colgante permanecía aún en mi cuello de lobo. Bendita bruja que me lo vendió.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Lo cierto era que no entendía de la misa, la mitad. Pero aquello era completa y absolutamente culpa mía, y así pues, yo cargaría con las responsabilidades. Lo último que Emhyr dijo antes de caer en la inconsciencia fue que no tenía ningún lugar al que acudir. Eso, y después nada.
Preocupada por todo aquella, comencé a pensar en mis posibilidades. Nada podía hacer para curarlo, y si él estaba desplomado, entonces no sabía si podría ser lo suficientemente fuerte para cargar con él hasta mi casa. No podía pedir ayuda, estábamos en las afueras, en un lugar abandonado que nadie solía transitar. Lo único que había a mi favor era que ya había amanecido y no podía haber ningún vampiro cerca. Al menos, no despierto.
Me agaché junto a él y observé una vez más su herida. Por lo menos, había dejado de sangran gracias a mi torniquete. Esperaba que las hierbas que había tomado hiciesen que el dolor bajara, o de lo contrario estaría sufriendo muchísimo. Pero él estaba inconsciente, y pese a lo mucho que intentaba hablarle, no contestaba. Sin embargo, enseguida mi susto disminuyó al escucharlo decir unas palabras, que, aunque inteligibles para mí, demostraban que su estado era de semiinconsciencia.
Con todas las fuerzas que pude, lo cargué a mis espaldas y, a cuatro patas, comencé a andar. No era un licántropo viejo, así que no tenía la suficiente fuerza para cargar con él, aunque sí podría aguantar así hasta llegar a la ciudad.
Tardé prácticamente una hora en llegar a la rue Dondenière, la calle de los burdeles y los bares de mala muerte, más pegada al extrarradio de donde Emhyr y yo procedíamos. En cuanto pisé los adoquines de la acera, dejé a Emhyr en el suelo con suavidad y me acosté a su lado, incapaz de moverme. Estaba muy cansada, pero seguía asustada y temía por su salud. Lo bueno era que él había estado hablando prácticamente todo el camino. Decía cosas sin mucho significado, nombres, lugares, y a veces también gritaba. No sabía si era un sueño o una alucinación, o quizás, un recuerdo molesto.
Me levanté del suelo enseguida y golpeé la puerta del burdel L'Epoche. Toc toc. Nada. Toc toc toc. Nada. Y otra vez nada. Nada, claro, excepto las palabras de Emhyr. Intenté escucharlo. "Pérdidas de títulos... Traición... Condena... Pena de muerte... Juicio... Ejecución... Exilio..." Eso, y el nombre de Azad. ¡Hermano! , gritaba.
Toc toc. Y ahora, al fin, un grito. Un ojo curioso abrió la mirilla de la gran puerta de madera. Pregunto quién había. Contesté que necesitaba ayuda.
La siguiente hora fue algo demasiado extraño y fatigoso. Pude dejar a Emhyr en el burdel con la amable madame Terrouge mientras corría a la Perfumería Trevillette a pedir ayuda a mi tío. Ni siquiera recuerdo cómo se lo expliqué. Recuerdo sus gritos de sorpresa y alivio al verme aparecer, y sus incesantes preguntas sobre mi aspecto. No pude contestar ninguna, ni siquiera una sola, y sabía que eso después traería consecuencias. Bernard me ayudó a traer a Emhyr a mi casa, en la segunda planta de la Perfumería, y a dejarlo sobre mi cama, aún diciendo cosas sin mucho sentido, al menos, no para mí.
Bernard volvió al trabajo y me pidió que me bañase, que me pusiese ropa limpia, y que bajase a hablar con él, pero yo no quería ni podía dejar a Emhyr solo. Efectivamente, me bañé y me coloqué una falda larga de algodón oscuro y una camisa beige bajo un corsé claro. Recogí mi cabello en un moño bajo y volví con rapidez a mi cama. Me senté en un lado y toqué la frente de Emhyr. Tenía fiebre.
Más gritos. "No quiero morir. Vete, idiota. Hermano, ¡vete!"
Al menos, parecía estable. Me levanté para bajar a la primera planta y hablar con mi tío. Estaba preparada para inventarme cualquier excusa, cuando... Emhyr me llamó. Preguntó por mí. No sabía si era un sueño o si ya estaba consciente, pero volví a sentarme en la cama y a poner la mano sobre su frente, y por supuesto, la besé.
-¿Estás bien? -pregunté ansiosa- Dime que sí, por favor. ¿Cómo te encuentras?
La persiana estaba medio bajada, y las cortinas de tul azul echadas. Las paredes pastel de mi habitación le daban un toque de niñes a toda aquella locura. Estaba tapado hasta la cintura con mis sábanas de seda blancas, y una manta celeste. Su cabeza descansaba sobre los cojines en los que yo reposaba cada noche. Y allí, me pareció que había hecho lo mejor que podía hacer trayéndolo hasta allí.
Preocupada por todo aquella, comencé a pensar en mis posibilidades. Nada podía hacer para curarlo, y si él estaba desplomado, entonces no sabía si podría ser lo suficientemente fuerte para cargar con él hasta mi casa. No podía pedir ayuda, estábamos en las afueras, en un lugar abandonado que nadie solía transitar. Lo único que había a mi favor era que ya había amanecido y no podía haber ningún vampiro cerca. Al menos, no despierto.
Me agaché junto a él y observé una vez más su herida. Por lo menos, había dejado de sangran gracias a mi torniquete. Esperaba que las hierbas que había tomado hiciesen que el dolor bajara, o de lo contrario estaría sufriendo muchísimo. Pero él estaba inconsciente, y pese a lo mucho que intentaba hablarle, no contestaba. Sin embargo, enseguida mi susto disminuyó al escucharlo decir unas palabras, que, aunque inteligibles para mí, demostraban que su estado era de semiinconsciencia.
Con todas las fuerzas que pude, lo cargué a mis espaldas y, a cuatro patas, comencé a andar. No era un licántropo viejo, así que no tenía la suficiente fuerza para cargar con él, aunque sí podría aguantar así hasta llegar a la ciudad.
Tardé prácticamente una hora en llegar a la rue Dondenière, la calle de los burdeles y los bares de mala muerte, más pegada al extrarradio de donde Emhyr y yo procedíamos. En cuanto pisé los adoquines de la acera, dejé a Emhyr en el suelo con suavidad y me acosté a su lado, incapaz de moverme. Estaba muy cansada, pero seguía asustada y temía por su salud. Lo bueno era que él había estado hablando prácticamente todo el camino. Decía cosas sin mucho significado, nombres, lugares, y a veces también gritaba. No sabía si era un sueño o una alucinación, o quizás, un recuerdo molesto.
Me levanté del suelo enseguida y golpeé la puerta del burdel L'Epoche. Toc toc. Nada. Toc toc toc. Nada. Y otra vez nada. Nada, claro, excepto las palabras de Emhyr. Intenté escucharlo. "Pérdidas de títulos... Traición... Condena... Pena de muerte... Juicio... Ejecución... Exilio..." Eso, y el nombre de Azad. ¡Hermano! , gritaba.
Toc toc. Y ahora, al fin, un grito. Un ojo curioso abrió la mirilla de la gran puerta de madera. Pregunto quién había. Contesté que necesitaba ayuda.
La siguiente hora fue algo demasiado extraño y fatigoso. Pude dejar a Emhyr en el burdel con la amable madame Terrouge mientras corría a la Perfumería Trevillette a pedir ayuda a mi tío. Ni siquiera recuerdo cómo se lo expliqué. Recuerdo sus gritos de sorpresa y alivio al verme aparecer, y sus incesantes preguntas sobre mi aspecto. No pude contestar ninguna, ni siquiera una sola, y sabía que eso después traería consecuencias. Bernard me ayudó a traer a Emhyr a mi casa, en la segunda planta de la Perfumería, y a dejarlo sobre mi cama, aún diciendo cosas sin mucho sentido, al menos, no para mí.
Bernard volvió al trabajo y me pidió que me bañase, que me pusiese ropa limpia, y que bajase a hablar con él, pero yo no quería ni podía dejar a Emhyr solo. Efectivamente, me bañé y me coloqué una falda larga de algodón oscuro y una camisa beige bajo un corsé claro. Recogí mi cabello en un moño bajo y volví con rapidez a mi cama. Me senté en un lado y toqué la frente de Emhyr. Tenía fiebre.
Más gritos. "No quiero morir. Vete, idiota. Hermano, ¡vete!"
Al menos, parecía estable. Me levanté para bajar a la primera planta y hablar con mi tío. Estaba preparada para inventarme cualquier excusa, cuando... Emhyr me llamó. Preguntó por mí. No sabía si era un sueño o si ya estaba consciente, pero volví a sentarme en la cama y a poner la mano sobre su frente, y por supuesto, la besé.
-¿Estás bien? -pregunté ansiosa- Dime que sí, por favor. ¿Cómo te encuentras?
La persiana estaba medio bajada, y las cortinas de tul azul echadas. Las paredes pastel de mi habitación le daban un toque de niñes a toda aquella locura. Estaba tapado hasta la cintura con mis sábanas de seda blancas, y una manta celeste. Su cabeza descansaba sobre los cojines en los que yo reposaba cada noche. Y allí, me pareció que había hecho lo mejor que podía hacer trayéndolo hasta allí.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Unos labios, cálidos y suaves, demasiados agradables, en su frente le había echo despertar de sus pesadillas ya calmadas, había dejado delirar hacía al menos unos pocas horas.
La luz parecía estar turbada por las persianas medio echadas, las cuales sumaban aquel habitáculo en la penumbra, pero esta luz no se rendía, ya que de un modo escaso penetraba por las rendijas. Sus ojos castaños captaron esa luz, que al principio de un cierto modo le molestaba.
Emhyr aun no sabía si aquello era real u otro delirio, ya que en las últimas horas lo único que recordaba era el moverse entre los atormentados recuerdos y la dolorosa realidad, la cual no llegaba a alcanzar en la penumbra de la inconsciencia. ¿Aquello era real? ¿Ya había despertado de su inconsciencia? Si, debía de haber despertado, ya que lo único que conseguía diferenciar los delirios inconscientes del mundo de la conciencia, era, que los primeros se había basado en solo imágenes y recuerdos de hace muchos años, de los años en lo que todo empezó.
Era tan extraño estar en aquella cama, tan blanda. Hacía tanto tiempo que no había podido estar en un lugar como ese, yacer de aquel modo en calma... En paz... Si sentir preocupación alguna. ¿Dónde estaba?
De repente pudo recordar, su estado. Emhyr intento alzarse para poder ver su herida, llevaba el torso desnudo pero unas vendas fuertemente estaban atadas a su cintura. Aquellas debían de haber parado a la sangre, que incesante fluyeron, robándole las fuerzas de la vida. Un quejido al sentir la molestia, y la voz de Adrianne a su lado confirmándole su presencia, sus ojos la buscaron, encontrándola a su lado. Parecía preocupada y cansada, como si ni hubiese dormido en toda la noche... ¡lógico! A saber como se las había apañado para traerle a aquel lugar.
-Ben iyiyim... -Murmuro en su idioma, respondiendo a Adrianne, mientras volvía a tumbarse tras sentir la incomodidad de la herida. -Perdona, no recordaba donde estaba... -Continúo en aquel perfecto francés que no dejaba atrás su acento, mientras sonreía suavemente. -Si, estoy bien. ¿Cómo lo has hecho? Te ha debido de costar traerme a... donde me hayas traído. Soy pesado, debo de admitirlo.
La luz parecía estar turbada por las persianas medio echadas, las cuales sumaban aquel habitáculo en la penumbra, pero esta luz no se rendía, ya que de un modo escaso penetraba por las rendijas. Sus ojos castaños captaron esa luz, que al principio de un cierto modo le molestaba.
Emhyr aun no sabía si aquello era real u otro delirio, ya que en las últimas horas lo único que recordaba era el moverse entre los atormentados recuerdos y la dolorosa realidad, la cual no llegaba a alcanzar en la penumbra de la inconsciencia. ¿Aquello era real? ¿Ya había despertado de su inconsciencia? Si, debía de haber despertado, ya que lo único que conseguía diferenciar los delirios inconscientes del mundo de la conciencia, era, que los primeros se había basado en solo imágenes y recuerdos de hace muchos años, de los años en lo que todo empezó.
Era tan extraño estar en aquella cama, tan blanda. Hacía tanto tiempo que no había podido estar en un lugar como ese, yacer de aquel modo en calma... En paz... Si sentir preocupación alguna. ¿Dónde estaba?
De repente pudo recordar, su estado. Emhyr intento alzarse para poder ver su herida, llevaba el torso desnudo pero unas vendas fuertemente estaban atadas a su cintura. Aquellas debían de haber parado a la sangre, que incesante fluyeron, robándole las fuerzas de la vida. Un quejido al sentir la molestia, y la voz de Adrianne a su lado confirmándole su presencia, sus ojos la buscaron, encontrándola a su lado. Parecía preocupada y cansada, como si ni hubiese dormido en toda la noche... ¡lógico! A saber como se las había apañado para traerle a aquel lugar.
-Ben iyiyim... -Murmuro en su idioma, respondiendo a Adrianne, mientras volvía a tumbarse tras sentir la incomodidad de la herida. -Perdona, no recordaba donde estaba... -Continúo en aquel perfecto francés que no dejaba atrás su acento, mientras sonreía suavemente. -Si, estoy bien. ¿Cómo lo has hecho? Te ha debido de costar traerme a... donde me hayas traído. Soy pesado, debo de admitirlo.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 678
Fecha de inscripción : 31/07/2010
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
La mejor forma de calmarme para mí fue, sin duda, la voz de Emhyr. Aquellas palabras que, aunque temerosas, confirmaban que su estado había mejorado. Su rostro comenzó a tomar algo de color, dejando atrás la blancura enfermiza que lo había acompañado desde la noche anterior. Lo miré con cariño cuando me preguntó qué había hecho para traerlo hasta aquí.
-Bueno... -comencé.- Digamos que estoy muy cansada. Pero, ¿sabes? A pesar de ser mujer tengo mis propios modos de hacer las cosas -dije con una sonrisa.-Pero eso ahora no importa. Sólo importa que tú descanses y te encuentres bien.
Había decidido, mientras me bañaba en el cuarto de al lado de mi dormitorio, que dejaría los pensamientos de culpabilidad para la próxima luna llena, cuando viera a Emhyr transformado. Al fin y al cabo, había cumplido con su voluntad, y pese a todo lo que había sucedido, las cosas habían salido más o menos bien. Un final feliz, supuse.
-Ahora eres un lobo, Emhyr -le dije, aún a su lado- Comenzarás a sentir las pasiones humanas con más fuerza, casi tanta como si fueras un animal. -suspiré y lo miré con brillo en los ojos- Todas las pasiones. No te asustes por ello.
Me levanté y abrí las cortinas de tul azul dejando que entrase la luz, a pesar de que noté que a Emhyr le molestaba ciertamente tanta luz de golpe.
-¿Tienes hambre? -le pregunté- Puedo traerte algo de comer.
Si contestó o no, no lo puedo decir. De repente, me invadió una sensación de temor al recordar todo lo que él había estado diciendo durante su estado semiinconsciente. ¿Debía decirle lo que había dicho? Quizá para él tuviese algún significado, o quizás no. Pero, aun teniendo significado... ¿Querría él compartir conmigo todo lo que había estado diciendo? En cualquier caso... siempre me quedaba el chantaje emocional... Él estaba en mi casa...
Sacudí la cabeza ante tal idea y le comuniqué que iba a traerle ago de fruta. Después le comentaría eso... Empezaba a sentir curiosidad por él. Aunque él sabía muchas cosas de mí, yo no sabía prácticamente nada de él. Era injusto.
-Bueno... -comencé.- Digamos que estoy muy cansada. Pero, ¿sabes? A pesar de ser mujer tengo mis propios modos de hacer las cosas -dije con una sonrisa.-Pero eso ahora no importa. Sólo importa que tú descanses y te encuentres bien.
Había decidido, mientras me bañaba en el cuarto de al lado de mi dormitorio, que dejaría los pensamientos de culpabilidad para la próxima luna llena, cuando viera a Emhyr transformado. Al fin y al cabo, había cumplido con su voluntad, y pese a todo lo que había sucedido, las cosas habían salido más o menos bien. Un final feliz, supuse.
-Ahora eres un lobo, Emhyr -le dije, aún a su lado- Comenzarás a sentir las pasiones humanas con más fuerza, casi tanta como si fueras un animal. -suspiré y lo miré con brillo en los ojos- Todas las pasiones. No te asustes por ello.
Me levanté y abrí las cortinas de tul azul dejando que entrase la luz, a pesar de que noté que a Emhyr le molestaba ciertamente tanta luz de golpe.
-¿Tienes hambre? -le pregunté- Puedo traerte algo de comer.
Si contestó o no, no lo puedo decir. De repente, me invadió una sensación de temor al recordar todo lo que él había estado diciendo durante su estado semiinconsciente. ¿Debía decirle lo que había dicho? Quizá para él tuviese algún significado, o quizás no. Pero, aun teniendo significado... ¿Querría él compartir conmigo todo lo que había estado diciendo? En cualquier caso... siempre me quedaba el chantaje emocional... Él estaba en mi casa...
Sacudí la cabeza ante tal idea y le comuniqué que iba a traerle ago de fruta. Después le comentaría eso... Empezaba a sentir curiosidad por él. Aunque él sabía muchas cosas de mí, yo no sabía prácticamente nada de él. Era injusto.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
-No, si ya veo.
Emhyr le sonrió agradecido, no se esperaba que ella fuese a hacer todo aquello por él, y que lo hubiese hecho tan bien, se la veía una chica de recursos.
Ella continuaba hablandole informándole de cosas que ya le había advertido aquella noche en la que se conocienron en el cementerio, el turco no contestaba, simplemente miraba la pared, sintiendo como sus sentido confusos iban y venía, se intensificaba y anulaban, era extraño, pero desde que ella le había mordido había conocido aquel estado que le confundía. Ahora mismo sentía como sus sentidos parecían adaptarse a un nuevo estado, de algún modo graduarse poco a poco para encontrar el equilibrio.
-Si, lo voy notando, al menos en mi modo de percibir lo que me rodea. Es extraño, pero no te preocupes... No me asusta, me resulta curioso.
De nuevo este se quiso incorporar para quedar sentado, el estar tan quieto, le ponía de algún modo nervioso, al menos el estar en aquella postura. Una y otra vez, y hasta que no lo consiguió no se quedo tranquilo, a pesar de que podía sentir las vendas apretadas y la herida tirante. Ella le ofrecía comer algo, él afirmo como si nada, la verdad era que no tenía hambre, más bien su estómago estaba revuelto, pero más le valía alimentarse para recuperar fuerzas.
Antes de marcharse ella, a él le pareció notar algo. Adrianne estaba meditabunda, como si dudará. Sus delirios habrían llegado a sus labios... “Muy típico de ti, Emhyr, seguro que tu bocaza no se ha cerrado...” Pensó, mientras sus ojos se situaban como rendijas, molestos por la luz intensa que entraba en aquella habitación, poco a poco se adaptaron, al igual que sus confusos sentidos.
Emhyr le sonrió agradecido, no se esperaba que ella fuese a hacer todo aquello por él, y que lo hubiese hecho tan bien, se la veía una chica de recursos.
Ella continuaba hablandole informándole de cosas que ya le había advertido aquella noche en la que se conocienron en el cementerio, el turco no contestaba, simplemente miraba la pared, sintiendo como sus sentido confusos iban y venía, se intensificaba y anulaban, era extraño, pero desde que ella le había mordido había conocido aquel estado que le confundía. Ahora mismo sentía como sus sentidos parecían adaptarse a un nuevo estado, de algún modo graduarse poco a poco para encontrar el equilibrio.
-Si, lo voy notando, al menos en mi modo de percibir lo que me rodea. Es extraño, pero no te preocupes... No me asusta, me resulta curioso.
De nuevo este se quiso incorporar para quedar sentado, el estar tan quieto, le ponía de algún modo nervioso, al menos el estar en aquella postura. Una y otra vez, y hasta que no lo consiguió no se quedo tranquilo, a pesar de que podía sentir las vendas apretadas y la herida tirante. Ella le ofrecía comer algo, él afirmo como si nada, la verdad era que no tenía hambre, más bien su estómago estaba revuelto, pero más le valía alimentarse para recuperar fuerzas.
Antes de marcharse ella, a él le pareció notar algo. Adrianne estaba meditabunda, como si dudará. Sus delirios habrían llegado a sus labios... “Muy típico de ti, Emhyr, seguro que tu bocaza no se ha cerrado...” Pensó, mientras sus ojos se situaban como rendijas, molestos por la luz intensa que entraba en aquella habitación, poco a poco se adaptaron, al igual que sus confusos sentidos.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 678
Fecha de inscripción : 31/07/2010
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Bajé las escaleras de madera notando los crujidos bajo mis zapatos bien apretados. Cuando llegué abajo, ví a mi tío charlando con un par de clientas. Enseguida, él se volvió para saludarme y ellas me miraron con una forzada sonrisa.
-Bonjour, madame Detrois -saludé.- Madame Longtemps . - me acerqué y besé en la mejilla a mi tío. Le susurré al oído que el hombre ya estaba mejor y que iba a darle algo de comer. Y entonces, sentí esa mirada de fingida tranquilidad. Tendría que darle explicaciones, y algunas respuestas. Pero realmente, él nunca se había inmiscuido en mis asuntos. Contarle la verdad a medias sería suficiente para guardar el tema en el ceniciento baúl de los recuerdos. Escuché cómo las señoras murmuraban algo sobre mí y entré en la cocina a por algo de comer. Cogí un par de manzanas y las envolví en un trapo blanco. Llené una jarra de vino y subí de nuevo a ver a Emhyr, a pesar de que las mujeres estuviesen más interesadas en mí que en el perfume que mi tío les mostraba.
Me senté junto a él después de haber dejado la comida sobre su regazo y la jarra sobre la mesita. Cerré la puerta antes de hacerlo y lo insté a que comiera. Durante unos segundos, no pude dejar de mirar sus ojos oscuros. Iba a hablar.
-Emhyr -dije. Lo observé sin mirarlo realmente, pensando en qué palabras debía escoger para hablar con corrección y no molestarlo.- ¿De dónde vienes? -le pregunté. Bien. Lo estaba haciendo muy bien. Su mueca de confusión me dijo que debía ser clara y precisa, y no abrumarlo con mis palabras. -Quiero decir... -continué. No, no había palabras para contarle lo que había escuchado.- ¿Te exiliaron? -solté sin más. En aquel momento no fui del todo consciente sobre lo bruto y descortés de mi pregunta, sino más bien de lo que había dicho. Había sacado una conclusión subconscientemente a todas las palabras que él había dicho, una tras otra, sin ningún tipo de relación. Mi propia mente las había hilado y ahora, yo misma acababa de conocer el resultado.
-Bonjour, madame Detrois -saludé.- Madame Longtemps . - me acerqué y besé en la mejilla a mi tío. Le susurré al oído que el hombre ya estaba mejor y que iba a darle algo de comer. Y entonces, sentí esa mirada de fingida tranquilidad. Tendría que darle explicaciones, y algunas respuestas. Pero realmente, él nunca se había inmiscuido en mis asuntos. Contarle la verdad a medias sería suficiente para guardar el tema en el ceniciento baúl de los recuerdos. Escuché cómo las señoras murmuraban algo sobre mí y entré en la cocina a por algo de comer. Cogí un par de manzanas y las envolví en un trapo blanco. Llené una jarra de vino y subí de nuevo a ver a Emhyr, a pesar de que las mujeres estuviesen más interesadas en mí que en el perfume que mi tío les mostraba.
Me senté junto a él después de haber dejado la comida sobre su regazo y la jarra sobre la mesita. Cerré la puerta antes de hacerlo y lo insté a que comiera. Durante unos segundos, no pude dejar de mirar sus ojos oscuros. Iba a hablar.
-Emhyr -dije. Lo observé sin mirarlo realmente, pensando en qué palabras debía escoger para hablar con corrección y no molestarlo.- ¿De dónde vienes? -le pregunté. Bien. Lo estaba haciendo muy bien. Su mueca de confusión me dijo que debía ser clara y precisa, y no abrumarlo con mis palabras. -Quiero decir... -continué. No, no había palabras para contarle lo que había escuchado.- ¿Te exiliaron? -solté sin más. En aquel momento no fui del todo consciente sobre lo bruto y descortés de mi pregunta, sino más bien de lo que había dicho. Había sacado una conclusión subconscientemente a todas las palabras que él había dicho, una tras otra, sin ningún tipo de relación. Mi propia mente las había hilado y ahora, yo misma acababa de conocer el resultado.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Emhyr continuaba observando aquella habitación, la cual le pareció, "muy femenina", por ello le hizo pensar que debía de pertenecer a su ahora "Hacedora". Poco tardo Adrianne en llegar a la habitación y dejarle unas jugosas manzanas para que el turco tomase bocado.
-Gracias.
Tan solo dijo, sonriendo con cortesía, incorporado sobre la cama y dando un mordisco a una de éstas. Su estómago que estaba algo revuelto, al parecer lo agradeció dejando su malestar atrás.
Ella de nuevo lo observaba en silencio, se la veía inquieta y no paraba de buscar los ojos de Emhyr, y éste con toda la calma mundana, esperaba a que ella le dijeses algo, era evidente de que algo quería preguntarle por su actitud y dudaba en ello, hasta que se lanzo.
Otro mordisco y su paladar pudo sentir el frescor de la fruta, él le escuchaba con atención, seguía notando cierta inseguridad en sus palabras, un temor a no acertar con sus palabras o al menos eso le pareció a él notar.
En cuanto nombro la palabra "exilio", Emhyr dejo caer aquella mano que sujetaba la manzana sobre su regazo, así dejando de comer.
Sus ojos castaños de repente evitaron los de Adrianne situándose en lo lejano de aquella ventana, abierta de par en par.
Sus preguntas confirmaron sus, antes, cavilaciones sobre sus delirios... Había hablado de más y más le valía tener cuidado con sus respuestas.
Los minutos de silencio continuaron largo en aquella habitación, de vez en cuando en algún que otro lugar de la casa se oía algo de ruido, pero el silencio continuaba transformándose poco a poco en incomodidad, ¿tanto tenía que pensarse sus respuestas Emhy? La verdad... No.
-Al parecer, he dicho algo de más... Cuando estaba inconsciente... era de esperar. -Suspiró, con fuerza, mientras echaba su espalda hacia atrás acomodándose en las almohadas. Su sonrisa había desaparecido, demasiado serio, pero calmado, y sus ojos ahora seguía el movimiento de la mordida manzana, con la que jugaba entre sus manos. -Soy de Turquía... Y no me exiliaron, o al menos no llegue a escuchar esa opción, aunque supuestamente era la que me iban a ofrecer... Simplemente me condenaron a muerte...
De nuevo se silencio, y sus manos se detuvieron en aquel juego con la fruta, sus ojos se alzaron, yendo directamente a los de su compañera.
Penso detenidamente, si era acertado continuar con aquello. Si de algún modo involucrarla en su historia, pero ciertamente, era lo justo. Ella le había dado su don, le había salvado la vida, había confiado en él, siendo un desconocido para ella, ¿por qué, no confiar en ella?
-Adrianne... Sé directa con tus preguntas, ya que en tu cabeza parece cavilar alguna que otra suposición sobre mí ¿o me equivoco? -Emhyr era directo, iba al grano, incluso ahora había dejado de hablar de "usted", para tomarse la libertad de tutearle, así olvidando aquella regla de cortesía. -Es evidente que estas confiando en mí de un modo ciego... Sin saber nada de mí, ni de donde vengo. Lo justo es que preguntes. Así que, tienes esa libertad y mi permiso, pero puede que no ten gusten algunas de mis respuestas, te sobreaviso.
-Gracias.
Tan solo dijo, sonriendo con cortesía, incorporado sobre la cama y dando un mordisco a una de éstas. Su estómago que estaba algo revuelto, al parecer lo agradeció dejando su malestar atrás.
Ella de nuevo lo observaba en silencio, se la veía inquieta y no paraba de buscar los ojos de Emhyr, y éste con toda la calma mundana, esperaba a que ella le dijeses algo, era evidente de que algo quería preguntarle por su actitud y dudaba en ello, hasta que se lanzo.
Otro mordisco y su paladar pudo sentir el frescor de la fruta, él le escuchaba con atención, seguía notando cierta inseguridad en sus palabras, un temor a no acertar con sus palabras o al menos eso le pareció a él notar.
En cuanto nombro la palabra "exilio", Emhyr dejo caer aquella mano que sujetaba la manzana sobre su regazo, así dejando de comer.
Sus ojos castaños de repente evitaron los de Adrianne situándose en lo lejano de aquella ventana, abierta de par en par.
Sus preguntas confirmaron sus, antes, cavilaciones sobre sus delirios... Había hablado de más y más le valía tener cuidado con sus respuestas.
Los minutos de silencio continuaron largo en aquella habitación, de vez en cuando en algún que otro lugar de la casa se oía algo de ruido, pero el silencio continuaba transformándose poco a poco en incomodidad, ¿tanto tenía que pensarse sus respuestas Emhy? La verdad... No.
-Al parecer, he dicho algo de más... Cuando estaba inconsciente... era de esperar. -Suspiró, con fuerza, mientras echaba su espalda hacia atrás acomodándose en las almohadas. Su sonrisa había desaparecido, demasiado serio, pero calmado, y sus ojos ahora seguía el movimiento de la mordida manzana, con la que jugaba entre sus manos. -Soy de Turquía... Y no me exiliaron, o al menos no llegue a escuchar esa opción, aunque supuestamente era la que me iban a ofrecer... Simplemente me condenaron a muerte...
De nuevo se silencio, y sus manos se detuvieron en aquel juego con la fruta, sus ojos se alzaron, yendo directamente a los de su compañera.
Penso detenidamente, si era acertado continuar con aquello. Si de algún modo involucrarla en su historia, pero ciertamente, era lo justo. Ella le había dado su don, le había salvado la vida, había confiado en él, siendo un desconocido para ella, ¿por qué, no confiar en ella?
-Adrianne... Sé directa con tus preguntas, ya que en tu cabeza parece cavilar alguna que otra suposición sobre mí ¿o me equivoco? -Emhyr era directo, iba al grano, incluso ahora había dejado de hablar de "usted", para tomarse la libertad de tutearle, así olvidando aquella regla de cortesía. -Es evidente que estas confiando en mí de un modo ciego... Sin saber nada de mí, ni de donde vengo. Lo justo es que preguntes. Así que, tienes esa libertad y mi permiso, pero puede que no ten gusten algunas de mis respuestas, te sobreaviso.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Evidentemente, sí que tenía derecho a conocer algo más acerca de Emhyr y de su vida. Al fin y al cabo, le había regalado un pedazo de mi vida, y su propia esencia a partir de ahora. Él aún no lo sabía, pero a partir de ahora me sentiría más cerca de lo que él creía, y tendríamos un vínculo que difícilmente se desharía algún día. Al contrario que yo con mi creador, yo podría saber cuándo Emhyr estaba en peligro y viceversa.
Escuché sus palabras y me pasé la mano por el cabello, palpando el recogido.
-¿Te condenaron a muerte? -pregunté sin más. Desvié la mirada preguntándome si realmente quería saber más acerca de ese hombre.- Emhyr, yo sólo... Bueno, me gustaría escuchar la historia de tu vida -dije con voz tierna- En fin, no hay mucho más que tú puedas saber de mí, pero te contaré cuanto desees. Tengo una confianza plena en tí, y me gustaría que tú también la tuvieras conmigo.
En realidad, sí podía contar más cosas sobre mí a él, pero ahora mismo quería que fuese él quien hablase. Quería saber sobre su vida, y sobre todo, tenía curiosidad después de lo que había dicho estando inconsciente. Se escuchó una fuerte risa en la planta de abajo que desvió mi atención unos segundos. Las cosas habían salido bien, y en mi interior una vocecilla me decía que todo había pasado ya. Sonreí a Emhyr y esperé a que comenzara a hablar.
Escuché sus palabras y me pasé la mano por el cabello, palpando el recogido.
-¿Te condenaron a muerte? -pregunté sin más. Desvié la mirada preguntándome si realmente quería saber más acerca de ese hombre.- Emhyr, yo sólo... Bueno, me gustaría escuchar la historia de tu vida -dije con voz tierna- En fin, no hay mucho más que tú puedas saber de mí, pero te contaré cuanto desees. Tengo una confianza plena en tí, y me gustaría que tú también la tuvieras conmigo.
En realidad, sí podía contar más cosas sobre mí a él, pero ahora mismo quería que fuese él quien hablase. Quería saber sobre su vida, y sobre todo, tenía curiosidad después de lo que había dicho estando inconsciente. Se escuchó una fuerte risa en la planta de abajo que desvió mi atención unos segundos. Las cosas habían salido bien, y en mi interior una vocecilla me decía que todo había pasado ya. Sonreí a Emhyr y esperé a que comenzara a hablar.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Sus dedos continuaban moviendo aquella fruta de un lado a otro, y sus ojos se paseaban siguiendo el recorrido, mientras ella le hablaba. Estaba claro que ella deseaba escuchar su verdadera historia, y que a cambio ofrecería contar lo que fuese de la suya, de ella misma, pero... Emhyr no era así, no iba a entrometerse ni cotillear dentro de los detalles escabrosos que pudiese encontrarse en la vida de ella, si los había. Si tenía ella que contarle algo, debía de surgir de un modo espontáneo, cada uno era consciente de su pasado y presente.
-¿Recuerdas lo que te conté en el cementerio? ¿Que había venido aquí huyendo de Turquía por motivos “políticos”? -Sus ojos dejaron de pasearse por aquella manzana, la cual se había detenido. -Es cierto todo aquello, pero me deje detalles a propósito de esa historia. -Sus ojos ahora estaba mirando los de ella directamente. -Dejame que empiece por el principio...
A pesar de nacer en España, se ha considerado que realmente he nacido en Constantinopla, mi hogar... Ya que mi familia es de allí, y no recuerdo como era España ni me críe en ella, a pesar de que mi madre me había contado como era. No nací en una familia normal, precisamente, ni humilde, todo lo contrario. Pertenezco a la nobleza otomana, Adrianne, el hecho de nacer en un mundo como el de los más altos en mi país, después de nuestro sultán, fue lo que provoco nuestra destrucción.
No creas que la vida de la nobleza, es cómoda y libre, desde siempre te exigen demasiado, y nunca controlas tu destino. Mi padre en cuanto nacimos mis hermanas y yo ya tenía pensados nuestros destinos. Si, tuve hermanas, pero pocos lo saben. A mi hermana mayor la casaron pronto, todo por juego de poder entre las casas más altas, a la pequeña la prometieron, y yo a los siete años fui mandado a la escuela Acemi Oğlanı, para ser convertido en jenízaro. Los jenízaros en mi país son una clase de soldados, pero con más alta estima. Los nobles hacen de función de soldados, pero a pesar de que aquello iba a tenerlo por nacimiento, mi padre deseaba que fuese un autentico soldado y que estuviese a la altura de los que no eran de mi rango, ya que aquellos que se preparan como jenízaros no son personas de clase alta, sino chicos robados de sus casas, prisioneros de guerra... Pero todos aceptan y son fieles al dogma en el que se les criá, de tal modo, que moríamos por él.
Aprendí todo tipo de ciencias y matemáticas, literatura, todos los idiomas útiles, equitación, el uso de todo tipo de armas y artes de combate... Todo era muy duro, vivíamos como auténticos monjes, enclaustrados, disciplinados, siguiendo los votos, donde se incluía la castidad hasta que fuésemos convertido en jenízaros, y a pesar de que estaba lejos de las comodidades, me conseguí hacer un hueco en aquel mundo, conseguí otro tipo de familia, hasta que llego esa dichosa carta, cuando tenía solo quince años...
Emhyr pauso, bajo su mirada a la manzana, en silencio y meditativo, con un gesto de lamentarlo, los minutos pasaron hasta que de nuevo continúo con su historia.
-Una carta que condenaba a mi familia, estaba firmada por el mismísimo Sultán, en ella nos condena a mí y a toda la familia a muerte por traidores... Pero, ¿qué habíamos hecho para ser considerados traidores? En cuanto conseguí escapar gracias a unos amigos, intente averiguar que había ocurrido... Pasaron unos tres años de incertidumbre, donde creí que era cierto que mis padres había conspirado para matar a Sultán, pero al regresar a la capital y enterarme que mi hermana pequeña era la “única” superviviente, y que había sido casada, no con su prometido, sino con una cierta familia contraria a nosotros, y que había obtenido nuestras propiedades y títulos, me hizo sospechar. -Pauso. -Y mi sospecha no fue de menos, porque aquellos que me había ayudado, averiguaron al conspiración contra mi familia, y como realmente no eran unos traidores. -De nuevo otra pausa se hizo, Emhyr permaneció pensativo. Su tono de voz se apago. -Los meses que permanecí oculto en mi tierra, tuve la esperanza de que aquello que estaban ayudándome consiguieran de algún modo desenmascarar a los verdaderos traidores, que me devolvieran mis derechos y limpiaran la imagen de mi familia, pero... Algo salió mal, y mi último enlace, mi última esperanza “casualmente” murió de unas fiebres.
>>He estado todos estos años huyendo de un lado a otro. Nunca he podido apegarme a nadie, hacerme conocer del todo, ni tomar un lugar fijo donde hacer una vida normal... No he podido enamorarme, ni hacer amigos ni una familia. Porque aquellos que nos traicionaron realmente, saben que aun sigo vivo, y el que siga vivo es un peligro para ellos... Por eso te pedí la longevidad... Para poder tener la oportunidad de crear una vida, y que ésta al menos sea segura y tenga el tiempo suficiente para que mi pasado se quede atrás y mi futuro siga hacia delante...
-¿Recuerdas lo que te conté en el cementerio? ¿Que había venido aquí huyendo de Turquía por motivos “políticos”? -Sus ojos dejaron de pasearse por aquella manzana, la cual se había detenido. -Es cierto todo aquello, pero me deje detalles a propósito de esa historia. -Sus ojos ahora estaba mirando los de ella directamente. -Dejame que empiece por el principio...
A pesar de nacer en España, se ha considerado que realmente he nacido en Constantinopla, mi hogar... Ya que mi familia es de allí, y no recuerdo como era España ni me críe en ella, a pesar de que mi madre me había contado como era. No nací en una familia normal, precisamente, ni humilde, todo lo contrario. Pertenezco a la nobleza otomana, Adrianne, el hecho de nacer en un mundo como el de los más altos en mi país, después de nuestro sultán, fue lo que provoco nuestra destrucción.
No creas que la vida de la nobleza, es cómoda y libre, desde siempre te exigen demasiado, y nunca controlas tu destino. Mi padre en cuanto nacimos mis hermanas y yo ya tenía pensados nuestros destinos. Si, tuve hermanas, pero pocos lo saben. A mi hermana mayor la casaron pronto, todo por juego de poder entre las casas más altas, a la pequeña la prometieron, y yo a los siete años fui mandado a la escuela Acemi Oğlanı, para ser convertido en jenízaro. Los jenízaros en mi país son una clase de soldados, pero con más alta estima. Los nobles hacen de función de soldados, pero a pesar de que aquello iba a tenerlo por nacimiento, mi padre deseaba que fuese un autentico soldado y que estuviese a la altura de los que no eran de mi rango, ya que aquellos que se preparan como jenízaros no son personas de clase alta, sino chicos robados de sus casas, prisioneros de guerra... Pero todos aceptan y son fieles al dogma en el que se les criá, de tal modo, que moríamos por él.
Aprendí todo tipo de ciencias y matemáticas, literatura, todos los idiomas útiles, equitación, el uso de todo tipo de armas y artes de combate... Todo era muy duro, vivíamos como auténticos monjes, enclaustrados, disciplinados, siguiendo los votos, donde se incluía la castidad hasta que fuésemos convertido en jenízaros, y a pesar de que estaba lejos de las comodidades, me conseguí hacer un hueco en aquel mundo, conseguí otro tipo de familia, hasta que llego esa dichosa carta, cuando tenía solo quince años...
Emhyr pauso, bajo su mirada a la manzana, en silencio y meditativo, con un gesto de lamentarlo, los minutos pasaron hasta que de nuevo continúo con su historia.
-Una carta que condenaba a mi familia, estaba firmada por el mismísimo Sultán, en ella nos condena a mí y a toda la familia a muerte por traidores... Pero, ¿qué habíamos hecho para ser considerados traidores? En cuanto conseguí escapar gracias a unos amigos, intente averiguar que había ocurrido... Pasaron unos tres años de incertidumbre, donde creí que era cierto que mis padres había conspirado para matar a Sultán, pero al regresar a la capital y enterarme que mi hermana pequeña era la “única” superviviente, y que había sido casada, no con su prometido, sino con una cierta familia contraria a nosotros, y que había obtenido nuestras propiedades y títulos, me hizo sospechar. -Pauso. -Y mi sospecha no fue de menos, porque aquellos que me había ayudado, averiguaron al conspiración contra mi familia, y como realmente no eran unos traidores. -De nuevo otra pausa se hizo, Emhyr permaneció pensativo. Su tono de voz se apago. -Los meses que permanecí oculto en mi tierra, tuve la esperanza de que aquello que estaban ayudándome consiguieran de algún modo desenmascarar a los verdaderos traidores, que me devolvieran mis derechos y limpiaran la imagen de mi familia, pero... Algo salió mal, y mi último enlace, mi última esperanza “casualmente” murió de unas fiebres.
>>He estado todos estos años huyendo de un lado a otro. Nunca he podido apegarme a nadie, hacerme conocer del todo, ni tomar un lugar fijo donde hacer una vida normal... No he podido enamorarme, ni hacer amigos ni una familia. Porque aquellos que nos traicionaron realmente, saben que aun sigo vivo, y el que siga vivo es un peligro para ellos... Por eso te pedí la longevidad... Para poder tener la oportunidad de crear una vida, y que ésta al menos sea segura y tenga el tiempo suficiente para que mi pasado se quede atrás y mi futuro siga hacia delante...
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Escuché toda su historia del principio, siendo una completa víctima de la sorpresa. ¿Emhyr, parte de la nobleza? Resultaba muy paradójico viéndolo ahí, herido y postrado en mi cama, recuperándose de una herida en una casa que no era la suya porque no tenía hogar. ¿Qué habría pasado? Dejé las preguntas para el final y me mantuve atenta a todo lo que él decía. Su voz era suave y hablaba tranquilamente, como si hubiese contando antes la historia y supiera perfectamente lo que podía decir y lo que no, para que yo no me asustase y no lo rechazara.
Le estaba tomando cariño, y más ahora que comenzaba a saber cuál era su historia, cuál era su verdadera vida y cómo había llegado hasta aquí. Por fin, había comprendido quién era Emhyr.
Dirigí la mirada hacia él y en cierto modo, no puedo negar que sentí pena por él, por su historia y por la vida de huidas que llevaba.
-Entiendo, no te preocupes. Ya eres uno de los míos, de eso puedes estar seguro -dije mirando la herida - Ahora, al menos ya comprendo por qué insistías tanto en que querías convertirte en licántropo. -dije con suavidad.
Pensé un rato en silencio asimilando todo lo que había dicho. Ahora, al lado de la suya, mi historia era la de una niñata que se creía rebelde y huía de una vida fácil. Por primera vez, sentí un leve atisbo de arrepentimiento.
-Emhyr, ¿tienes miedo?
Le estaba tomando cariño, y más ahora que comenzaba a saber cuál era su historia, cuál era su verdadera vida y cómo había llegado hasta aquí. Por fin, había comprendido quién era Emhyr.
Dirigí la mirada hacia él y en cierto modo, no puedo negar que sentí pena por él, por su historia y por la vida de huidas que llevaba.
-Entiendo, no te preocupes. Ya eres uno de los míos, de eso puedes estar seguro -dije mirando la herida - Ahora, al menos ya comprendo por qué insistías tanto en que querías convertirte en licántropo. -dije con suavidad.
Pensé un rato en silencio asimilando todo lo que había dicho. Ahora, al lado de la suya, mi historia era la de una niñata que se creía rebelde y huía de una vida fácil. Por primera vez, sentí un leve atisbo de arrepentimiento.
-Emhyr, ¿tienes miedo?
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
En cuantos las palabras de Emhyr quedaron atrás finalizando su relato, el silencio invadió la habitación de un modo largo, de vez en cuando y como en anterior momento se escuchaba el murmullo de la planta de abajo, el turco entendía que había alguien más en esa casa. Pensó en el tío de Adrianne, el cual había sido nombrado por cierto vampiro, en cierta ocasión que quedaba atrás.
Ella decidió romper el silencio con sus palabras, Emhyr decidió continuar comiendo la fruta con tranquilidad.
¿Uno de los suyos? Emhyr miró a Adrianne con un gesto extrañado, la verdad la noción de formar parte de algo, de un grupo de personas, no solo por compromiso social o algo similar, sino porque algo más que todo eso, le parecía demasiado extraño para asimilarlo, él que nunca había atado lazos a nada, prefería no pensar en ello, y ahora se encontraba con aquello.
-¿Miedo? Al principio, si, siempre se tiene miedo cuando las cosas cambias sin poder predecir lo que va a ocurrir, lo desconocido causa temor, y más cuando todo tu mundo se ve de repente desmoronándose. -La manzana estaba completamente devorada, Emhyr sostenía lo poco que quedaba de ella por el rabillo y la hacía girar, la miraba distraído. -Pero han pasado ya casi doce años desde todo, y la verdad, terminas cansadote. Sigues en una huída sin sentido, ya poco te importa la vida, solo buscas los medios para continuar, ya poco importa el miedo, pierde su valor. Solo piensas en sobrevivir, y el camino para ello no importa.
Ella decidió romper el silencio con sus palabras, Emhyr decidió continuar comiendo la fruta con tranquilidad.
¿Uno de los suyos? Emhyr miró a Adrianne con un gesto extrañado, la verdad la noción de formar parte de algo, de un grupo de personas, no solo por compromiso social o algo similar, sino porque algo más que todo eso, le parecía demasiado extraño para asimilarlo, él que nunca había atado lazos a nada, prefería no pensar en ello, y ahora se encontraba con aquello.
-¿Miedo? Al principio, si, siempre se tiene miedo cuando las cosas cambias sin poder predecir lo que va a ocurrir, lo desconocido causa temor, y más cuando todo tu mundo se ve de repente desmoronándose. -La manzana estaba completamente devorada, Emhyr sostenía lo poco que quedaba de ella por el rabillo y la hacía girar, la miraba distraído. -Pero han pasado ya casi doce años desde todo, y la verdad, terminas cansadote. Sigues en una huída sin sentido, ya poco te importa la vida, solo buscas los medios para continuar, ya poco importa el miedo, pierde su valor. Solo piensas en sobrevivir, y el camino para ello no importa.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Cada palabra que Emhyr pronunciaba, la escuchaba con atención.
-Me pareces muy valiente por afrontar las cosas de esa manera, cielo. Pero déjame que te diga algo: si has llegado hasta aquí, es porque puedes ir aún más lejos. Deberías tomar la vida de una manera optimista. Te he dado una nueva oportunidad para que crees una vida nueva, y sin duda, deberías aprovecharla. -No pude evitar decírselo- Espero que me dejes formar parte de ella -le dije con una sonrisa.
Observé el hueso de manzana que sostenía entre las manos y me dí cuenta de que era incapaz de decir el tiempo que habíamos pasado hablando, el uno con el otro. Miré también su herida, y pensé en la facilidad con la que había sucedido todo. A pesar de que en el abandonado sanatorio mental había estado bastante asustada, sobre todo después de la transformación, ahora comprendía que no habíamos tenido demasiados obstáculos.
-¿Qué pasará ahora contigo? -le pregunté. - Por lo que me has contado, no tienes adonde ir, y bueno... después de esto no puedo dejar que sigas vagabundeando por ahí. Si lo deseas, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras -dije con una sonrisa.
-Me pareces muy valiente por afrontar las cosas de esa manera, cielo. Pero déjame que te diga algo: si has llegado hasta aquí, es porque puedes ir aún más lejos. Deberías tomar la vida de una manera optimista. Te he dado una nueva oportunidad para que crees una vida nueva, y sin duda, deberías aprovecharla. -No pude evitar decírselo- Espero que me dejes formar parte de ella -le dije con una sonrisa.
Observé el hueso de manzana que sostenía entre las manos y me dí cuenta de que era incapaz de decir el tiempo que habíamos pasado hablando, el uno con el otro. Miré también su herida, y pensé en la facilidad con la que había sucedido todo. A pesar de que en el abandonado sanatorio mental había estado bastante asustada, sobre todo después de la transformación, ahora comprendía que no habíamos tenido demasiados obstáculos.
-¿Qué pasará ahora contigo? -le pregunté. - Por lo que me has contado, no tienes adonde ir, y bueno... después de esto no puedo dejar que sigas vagabundeando por ahí. Si lo deseas, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras -dije con una sonrisa.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
De nuevo su nuevo oído , el cual, captaba sonidos muy ajenos a aquella habitación, se centraba en la planta de abajo. Por un instante el gesto de Emhyr se vio distraído, la verdad no podía evitarlo, todo era tan nuevo las sensaciones que iban y venían. Que no podía evitar en algún instante de la conversación detenerse.
Emhyr volvió a mirar a Adrianne con gesto de disculpa, por aquella pausa, que le pareció descortes por su parte.
-La aprovecharé, te lo aseguro.
Y seguro que iba a ser así, ahora Emhyr veía el camino mucho mas iluminado que antes, tantas posibilidad en al vida, tanto por hacer, ya que se había perdido muchos puntos de ella en aquel vagaje solitario y egoísta. Si, había tenido que ser muy egoísta, y a veces sin escrúpulos, si no lo hubiese sido, no hubiese sobrevivido en aquellos años.
Ahora tal vez podría establecerse, tener un hogar, conocer a una mujer para toda la vida, aunque lo veía complejo a causa de su actitud casanova ante las mujeres y los compromisos, y a lo mejor incluso crear una familia. Pero todo ello estaba destinado para el futuro, ahora ella le preguntaba por el presente.
-¿Recuerdas el cementerio? Realmente es lo único que tengo, pero siempre sé buscarme acogida en cualquier cosa, no te preocupes por ese detalle. Tampoco quiero importunar su hogar, puede que a tu tío no le agrade mi presencia.
Emhyr por un instante pensó en que ella tal vez se extrañase, por tener algo de conocimiento sobre su tío, ella no se lo había nombrado, o al menos no recordaba ese detalle ¿en el cementerio lo hizo? Aish, los recuerdos estaban ahora tan lejanos y borrosos, debía de ser el cansancio. Por un momento recordó las palabras del vampiro Dimitri, si, él le había dado señal y conocimiento de que conocía a los Trevillette.
-Solo te pediré permanecer aquí, pero como un favor que te pagaré de algún modo, hasta que me recupere del todo. -Pausó levantando su mirada, y dedicándole una cálida sonrisa agradecida. -Y no te preocupes, eres mi Hacedora, no podría desplazarte de mi vida. Ahora eres parte de ella, porque tu la has creado.
Emhyr suspiró borrando su sonrisa, sintiendo la tirantez de la herida y sus músculos agotados, realmente estaba cansado.
Sino se equivocaba, ahora ella se retiraría dejándole en la soledad de aquella iluminada habitación. Por un instante en el interior de nuevo surgió un sentimiento que había experimentado en la noche anterior, y todo a causa de su inmensa debilidad, y era aquel miedo que había tenido a la muerte, si, a morir en la soledad. Él que tenía muy asumido ese aspecto, que creía no temerla, sintió en el momento de soledad en aquel sanatorio, como todos sus esquemas se rompían creando el temor.
-Adrianne, debería descansar. -Emhyr dejo el trozo de manzana sobre la mesilla de noche, y lentamente comenzó a acomodarse de nuevo en la cama. -Solo te pediré un pequeño favor, porque sé que ahora te marcharás. Tendrás cosas que hacer, pero solo un último.
Emhyr bajó su mirada a sus manos, las cuales inquietas se entrelazaban, por un instante pareció avergonzado por lo que iba a decir.
-¿Te acostarías conmigo? -Ahora si que sentía vergüenza, con la cosa de quitarse aquellas palabras de encima, había equivocado las palabras a la hora de preguntar, el hablar un idioma que no es el tuyo crea situaciones de éste estilo. A saber lo que ella pensaría, seguro que la confundiría. Emhyr intento arreglar el error. -Me refiero, que si te acostarías a mi lado... En la cama... Hasta que me duerma... Aun no me creo que éste vivo y...
“¿Y qué vas a decir más Emhyr? Te estas dejando en ridículo”
Emhyr volvió a mirar a Adrianne con gesto de disculpa, por aquella pausa, que le pareció descortes por su parte.
-La aprovecharé, te lo aseguro.
Y seguro que iba a ser así, ahora Emhyr veía el camino mucho mas iluminado que antes, tantas posibilidad en al vida, tanto por hacer, ya que se había perdido muchos puntos de ella en aquel vagaje solitario y egoísta. Si, había tenido que ser muy egoísta, y a veces sin escrúpulos, si no lo hubiese sido, no hubiese sobrevivido en aquellos años.
Ahora tal vez podría establecerse, tener un hogar, conocer a una mujer para toda la vida, aunque lo veía complejo a causa de su actitud casanova ante las mujeres y los compromisos, y a lo mejor incluso crear una familia. Pero todo ello estaba destinado para el futuro, ahora ella le preguntaba por el presente.
-¿Recuerdas el cementerio? Realmente es lo único que tengo, pero siempre sé buscarme acogida en cualquier cosa, no te preocupes por ese detalle. Tampoco quiero importunar su hogar, puede que a tu tío no le agrade mi presencia.
Emhyr por un instante pensó en que ella tal vez se extrañase, por tener algo de conocimiento sobre su tío, ella no se lo había nombrado, o al menos no recordaba ese detalle ¿en el cementerio lo hizo? Aish, los recuerdos estaban ahora tan lejanos y borrosos, debía de ser el cansancio. Por un momento recordó las palabras del vampiro Dimitri, si, él le había dado señal y conocimiento de que conocía a los Trevillette.
-Solo te pediré permanecer aquí, pero como un favor que te pagaré de algún modo, hasta que me recupere del todo. -Pausó levantando su mirada, y dedicándole una cálida sonrisa agradecida. -Y no te preocupes, eres mi Hacedora, no podría desplazarte de mi vida. Ahora eres parte de ella, porque tu la has creado.
Emhyr suspiró borrando su sonrisa, sintiendo la tirantez de la herida y sus músculos agotados, realmente estaba cansado.
Sino se equivocaba, ahora ella se retiraría dejándole en la soledad de aquella iluminada habitación. Por un instante en el interior de nuevo surgió un sentimiento que había experimentado en la noche anterior, y todo a causa de su inmensa debilidad, y era aquel miedo que había tenido a la muerte, si, a morir en la soledad. Él que tenía muy asumido ese aspecto, que creía no temerla, sintió en el momento de soledad en aquel sanatorio, como todos sus esquemas se rompían creando el temor.
-Adrianne, debería descansar. -Emhyr dejo el trozo de manzana sobre la mesilla de noche, y lentamente comenzó a acomodarse de nuevo en la cama. -Solo te pediré un pequeño favor, porque sé que ahora te marcharás. Tendrás cosas que hacer, pero solo un último.
Emhyr bajó su mirada a sus manos, las cuales inquietas se entrelazaban, por un instante pareció avergonzado por lo que iba a decir.
-¿Te acostarías conmigo? -Ahora si que sentía vergüenza, con la cosa de quitarse aquellas palabras de encima, había equivocado las palabras a la hora de preguntar, el hablar un idioma que no es el tuyo crea situaciones de éste estilo. A saber lo que ella pensaría, seguro que la confundiría. Emhyr intento arreglar el error. -Me refiero, que si te acostarías a mi lado... En la cama... Hasta que me duerma... Aun no me creo que éste vivo y...
“¿Y qué vas a decir más Emhyr? Te estas dejando en ridículo”
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Con atención, esperé a que Emhyr declinara mi propuesta. No sabía si lo había hecho por cortesía o más bien por pudor, pero en cualquier caso en el fonde de mí misma sabía que lo mejor era que cada uno siguiera por su lado. Juntos, eso sí, pero en la distancia. El cementerio, había dicho. ¿Sería eso un lugar seguro para él? Sonreí. Ahora me sentía como una madre, con ese halo protector que no podía evitar preguntarse a cada momento y en cada minuto si él estaría bien, si se encontraba en una situación buena. Pero al fin y al cabo, él era un adulto, ya no era ningún niño. Y no sólo eso, sino que a partir de ahora no era un simple humano, sino un licántropo que sabía defenderse a sí mismo. No obstante, sentí la necesidad de aclararle algo más.
-De acuerdo. Comprendo que quieras ir por tu lado. Pero prométeme que si alguna vez me necesitas, acudirás a mí -le dije con una sonrisa- No hablo sólo de un hogar o un sitio en el que dormir, que por supuesto siempre tendrás aquí -quise decirle que mi tío no era problema, pero me parecieron demasiadas palabras para expresar lo que quería decirle de verdad. A veces, con pocas palabras se da a entender mucho más que con más palabras de la cuenta.-. También me refiero a cualquier tipo de dudas o preguntas que te surjan sobre tu condición licana. Quiero que sepas que no vas a recorrer a solas este camino, al menos tendrás la posibilidad de preguntarme y pedirme consejo siempre que lo necesites, que ya es mucho más de lo que tuve yo. No sé mucho sobre lo que somos, Emhyr, pero lo poco que sé siempre estaré dispuesta a compartirlo contigo.
Dicho esto, lo observé durante unos segundos más -siempre un poco más- y me dispuse a marcharme abajo, a continuar con mi trabajo, y a dejarlo descansar un poco más. Aunque sabía que aún no se marcharía -al menos no hasta que estuviera bien-, me costaba dejarlo solo en mi habitación. Finalmente, me anunció que quería pedirme algo más antes de dormir.
-Claro, cielo. -le dije- Dime.
La sorpresa fue bastante grande, y sobre todo, incómoda. ¿Acostarme con él? Nuestra relación casi se podía asimilar a la de madre e hijo, no podía estar hablando en serio. Mil ideas bullieron en mi cabeza durante aquellos segundos, que casi se me hicieron interminables. Sin embargo, él aclaro la situación diciendo que sólo me pedía que me quedase a su lado, en la cama, mientras no entraba en sueños.
Suavicé los rasgos de la cara y me sentí más aliviada, aunque ahora me sentía mal por haber sido yo la que pensase aquello de Emhyr. Le sonreí y me senté a su lado, pasando una mano por su rostro.
-Shh. No hables. No expliques nada, no es necesario. Me quedaré aquí mientras tú quieras.
Besé su frente y no pude evitar recordar a Frank. En el fondo de mí misma seguía amándolo, aunque a escondidas, y aunque jamás lo llegara a reconocer en voz alta, ni siquiera en voz baja. Pero aquello que había entre Emhyr y yo distaba tanto de esos sentimientos. Lo quería, sí, pero de otra manera. Me recosté en la cama y coloqué la cabeza de Emhyr en mi regazo con suavidad, y comencé a acariciarle el cabello.
-Duerme, lobito -le susurré.
-De acuerdo. Comprendo que quieras ir por tu lado. Pero prométeme que si alguna vez me necesitas, acudirás a mí -le dije con una sonrisa- No hablo sólo de un hogar o un sitio en el que dormir, que por supuesto siempre tendrás aquí -quise decirle que mi tío no era problema, pero me parecieron demasiadas palabras para expresar lo que quería decirle de verdad. A veces, con pocas palabras se da a entender mucho más que con más palabras de la cuenta.-. También me refiero a cualquier tipo de dudas o preguntas que te surjan sobre tu condición licana. Quiero que sepas que no vas a recorrer a solas este camino, al menos tendrás la posibilidad de preguntarme y pedirme consejo siempre que lo necesites, que ya es mucho más de lo que tuve yo. No sé mucho sobre lo que somos, Emhyr, pero lo poco que sé siempre estaré dispuesta a compartirlo contigo.
Dicho esto, lo observé durante unos segundos más -siempre un poco más- y me dispuse a marcharme abajo, a continuar con mi trabajo, y a dejarlo descansar un poco más. Aunque sabía que aún no se marcharía -al menos no hasta que estuviera bien-, me costaba dejarlo solo en mi habitación. Finalmente, me anunció que quería pedirme algo más antes de dormir.
-Claro, cielo. -le dije- Dime.
La sorpresa fue bastante grande, y sobre todo, incómoda. ¿Acostarme con él? Nuestra relación casi se podía asimilar a la de madre e hijo, no podía estar hablando en serio. Mil ideas bullieron en mi cabeza durante aquellos segundos, que casi se me hicieron interminables. Sin embargo, él aclaro la situación diciendo que sólo me pedía que me quedase a su lado, en la cama, mientras no entraba en sueños.
Suavicé los rasgos de la cara y me sentí más aliviada, aunque ahora me sentía mal por haber sido yo la que pensase aquello de Emhyr. Le sonreí y me senté a su lado, pasando una mano por su rostro.
-Shh. No hables. No expliques nada, no es necesario. Me quedaré aquí mientras tú quieras.
Besé su frente y no pude evitar recordar a Frank. En el fondo de mí misma seguía amándolo, aunque a escondidas, y aunque jamás lo llegara a reconocer en voz alta, ni siquiera en voz baja. Pero aquello que había entre Emhyr y yo distaba tanto de esos sentimientos. Lo quería, sí, pero de otra manera. Me recosté en la cama y coloqué la cabeza de Emhyr en mi regazo con suavidad, y comencé a acariciarle el cabello.
-Duerme, lobito -le susurré.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Miedo a la luna llena (Emhyr) ACTIVO
Ella continuaba con aquella faceta protectora, que sin duda Emhyr había captado a causa de la insistencia de sus palabras y sus ofrecimientos, y con ello a Emhyr le vino la simple idea que tal vez la transformación de aquella chica había sufrido para llegar a aquella condición no había sido del mismo modo que él había experimentado. Ella parecía querer ofrecerle algo que no obtuvo con su cambio, y Emhyr verdaderamente lo agradecía, además se sentía bastante halagado por el hecho de que ella tampoco parecía estar dispuesta en romper ningún lazo con él, todo lo contrario parecía querer reforzarlo para no dejarle de nuevo escapar a su condición solitaria.
Después de lanzar sus palabras, la mirada del turco se desvió, esperaba que la confusión creada por sus palabras mal usadas en aquel idioma, que a pesar de dominar, a veces le costaba encontrar, no ofendiera ni creada conflicto en Adrianne.
De soslayo pudo notar al principio la sorpresa dibujada en el rostro de la joven, pero su rapidez para arreglarlo hizo que ella volviese a adoptar su gesto amable.
Emhyr se deslizo bajo las mantas, yaciendo por completo sobre aquella blanda cama. Hacía tanto tiempo que no dormía en algo tan cómodo como aquello... Que el recuerdo de haberlo echo parecía haber sido borrado incluso de su memoria.
De repente un peso ligero se hizo que el colchón se hundiera un poco, Adrianne se había sentado junto a él en la cama. Aquella era su respuesta ante sus palabras.
Un cosquilleo ligero de sus dedos recorriendo su rostro, hizo que una sensación demasiado cálida y agradable estallará en el interior de Emhyr. Si hubiese podido el turco ronronearía como respuesta a aquellas electrizantes y efímeras caricias sobre su piel.
De nuevo otro gesto cariñoso... Era tan extraño el sentirse se aquel modo, protegido... Tal vez incluso querido. Aquellos pensamientos pasaban por lamente del turco, no era que no hubiese recibido nunca cariño de otras mujeres, pero... Era tan distinto, ya que el cariño recibido por otras se traducía mas tarde en la lujuria y ardor, el cual no negaba en consumirse.
Ella termino por recostarse, él olvido de repente el dolor de las heridas, incluso la compostura, ya que sin limitarse se dio la libertad de rodear la cintura de ella con su brazo y arrimar su cuerpo para apretarlo contra el de ella. Su corazón dio un respingo, tornándose acelerado.
Las caricias continuaron, él se las devolvió dibujando con sus dedos cada rasgo de su rostro, incluso su cuello. Un beso efímero tras otro, sobre la frente de ella, su nariz y sus labios, tan suaves como el terciopelo del melocotón...
“Solo tú podrías ser tan necio... Las costumbres ya ni las controlas”
La mente de Emhyr blasfemó una y otro vez, ciertamente era un canalla con las mujeres, un casanova que a la mínima buscaba aprovechar alguna que otra situación o sino crearla él mismo... Pero la verdad, no quería hacerle aquello a Adrianne, no podría... Aunque al parecía cada paso que daba hacia delante en aquel nuevo día, iba siendo erróneo y ofensivo para ella. Aquel pensamiento hizo que enseguida cerrase los ojos como un simple infante avergonzado por sus actos.
No es que no la viese de aquel modo que a veces veía a las mujeres, no es que pudiese crear deseo en él ella, pero.... No estaba en situación y podía hacerle daño a ella.
Después de lanzar sus palabras, la mirada del turco se desvió, esperaba que la confusión creada por sus palabras mal usadas en aquel idioma, que a pesar de dominar, a veces le costaba encontrar, no ofendiera ni creada conflicto en Adrianne.
De soslayo pudo notar al principio la sorpresa dibujada en el rostro de la joven, pero su rapidez para arreglarlo hizo que ella volviese a adoptar su gesto amable.
Emhyr se deslizo bajo las mantas, yaciendo por completo sobre aquella blanda cama. Hacía tanto tiempo que no dormía en algo tan cómodo como aquello... Que el recuerdo de haberlo echo parecía haber sido borrado incluso de su memoria.
De repente un peso ligero se hizo que el colchón se hundiera un poco, Adrianne se había sentado junto a él en la cama. Aquella era su respuesta ante sus palabras.
Un cosquilleo ligero de sus dedos recorriendo su rostro, hizo que una sensación demasiado cálida y agradable estallará en el interior de Emhyr. Si hubiese podido el turco ronronearía como respuesta a aquellas electrizantes y efímeras caricias sobre su piel.
De nuevo otro gesto cariñoso... Era tan extraño el sentirse se aquel modo, protegido... Tal vez incluso querido. Aquellos pensamientos pasaban por lamente del turco, no era que no hubiese recibido nunca cariño de otras mujeres, pero... Era tan distinto, ya que el cariño recibido por otras se traducía mas tarde en la lujuria y ardor, el cual no negaba en consumirse.
Ella termino por recostarse, él olvido de repente el dolor de las heridas, incluso la compostura, ya que sin limitarse se dio la libertad de rodear la cintura de ella con su brazo y arrimar su cuerpo para apretarlo contra el de ella. Su corazón dio un respingo, tornándose acelerado.
Las caricias continuaron, él se las devolvió dibujando con sus dedos cada rasgo de su rostro, incluso su cuello. Un beso efímero tras otro, sobre la frente de ella, su nariz y sus labios, tan suaves como el terciopelo del melocotón...
“Solo tú podrías ser tan necio... Las costumbres ya ni las controlas”
La mente de Emhyr blasfemó una y otro vez, ciertamente era un canalla con las mujeres, un casanova que a la mínima buscaba aprovechar alguna que otra situación o sino crearla él mismo... Pero la verdad, no quería hacerle aquello a Adrianne, no podría... Aunque al parecía cada paso que daba hacia delante en aquel nuevo día, iba siendo erróneo y ofensivo para ella. Aquel pensamiento hizo que enseguida cerrase los ojos como un simple infante avergonzado por sus actos.
No es que no la viese de aquel modo que a veces veía a las mujeres, no es que pudiese crear deseo en él ella, pero.... No estaba en situación y podía hacerle daño a ella.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 678
Fecha de inscripción : 31/07/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
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