Nuit de orageuse [Privado]

Los meses siguientes, los viví intensamente con mis hijos, mi familia. Poco a poco, empezaba a aceptar lo evidente. Mis sentimientos no habían cambiado un ápice, pero no podías obligar a nadie a amar del mismo modo. Cuando alguien te importa , prefieres su felicidad aunque con tu decisión caigas en desdicha. Desde aquella noche de tormenta, no volví a sacar el tema en cuestión, simplemente...acepté que el demonio esta vez había perdido la batalla.

Apenas nos cruzábamos, él estaba muy ocupado con la guerra en el Norte y yo...pasando el peor embarazo de todos los demás, apenas podía moverme y los bebés, se dejaban notar, dejando claro la fuerza con la que se presentarían ante el mundo. Mis hijas me cuidaban a su modo, eran pequeñas pero sabían lo que necesitaba, mientras Valeska me cepillaba el pelo, Fio me contaba las historias de batalla de su padre y los suyos. Me hacía gracia la manera en la que imitaba las voces de los generales y guerreros, la de su propio padre...me hacía reír y más, las peleas entre hermanas. Valeska siempre decía a Fio que parecía un chico y ésta la llamaba presumida entre otras cosas.


La puerta se abrió de golpe, uno de los generales de mi marido venía a custodiarnos, Randulf andaba muy cerca. A duras penas pude levantarme y aprisa, junto con los niños... pusimos marcha a un lugar seguro. Los pequeños di la orden expresa de que aceleraran el paso, si me esperaban...terminarían atrapándonos a todos. Respiraba de forma entrecortada, el cuerpo me dolía horrores y no dejaba de preguntar dónde estaba Höor.

-¡Puedo andar, maldición! Estoy embarazada no impedida -logramos pasar Akershus, dejando el hogar atrás. Una noche de nubes grises, más que iba a imaginar lo que estaba a punto de ocurrir. Dejamos atrás el peligro pero en vilo, nos reguardábamos las espaldas, mi única preocupación era si todos los niños estaban bien.

-¿Llegaron? En unas horas estaré alli con ellos …-sentí un fuerte dolor en el vientre, el esfuerzo me estaba dejando sin fuerzas. Busqué a Höor con la mirada, le necesitaba...era un hecho -¿Dónde está el señor? ¡me da igual que no lo sepas! Búscalo, o lo haré yo aunque tenga que ir hasta los confines del mismo cielo -mis orbes esmeraldas llamearon impacientes, los pasos pesaban... el dolor cada vez era más intenso y simplemente quise que él, permaneciese a mi lado, solo me dijese que estaba bien aunque fuese mentira... -Höor, maldita sea ¡¿dónde diablos estás?! -mi voz se quebró cuando oí que estaban rodeándonos, ahora más que nunca, no debía caer y estar en pie, luchar aunque no supiese... no iba a morir en medio de la nada, ellos me darían esa fuerza de la que carecía.

Dos guerreros estaban a punto de nacer y no iba a permitir que nada malo les pasase, eran mis hijos... los protegería a capa y espada como mejor sabía . Me abracé al vientre abultado, pedí una espada que sostuve entre mis dedos, mis clases de esgrima era lo que sabía de lucha, lucharía...hasta mi último aliento, el demonio jamás se rendía.

Randulf había rodeado Akershus con su ejercito, no entiendo como demonios no los vimos venir, según Giuliana, era magia, habían avanzado bajo el halo mágico de la oscuridad mas absoluta. Cuando quisimos darnos cuenta era tarde, sus tropas estaban sobre nosotros, claro que no eramos de los que nos rendíamos y mientras los arqueros mantenían a ralla a los enemigos, una horda de hombres que golpeaban acero contra sus escudos salimos por el portón decididos a dar muerte a Randulf.
Yo no era un cobarde, no iba a permitir que Akershus cayera, porque si lo hacia con ella moriría la esperanza

Lund fue a por mi esposa, ponerla a salvo a ella y a mi linaje era su misión, una que de seguro cumpliría, le estaba confiando algo mas importante que mi propia vida.

Lund:

Tomé del brazo a la condesa para que se diera prisa, con los vástagos de mi amigo en su vientre la animé a acelerar el paso, si Randulf lograba tomar nuestras fronteras ella y los niños estaban perdidos.
Orn, ayudaba como podía a sus dos hermanas pequeñas, Sirius caminaba algo taciturno tras nosotros mientra una nodriza portaba a Sol y Dritt en brazos. Brökk iba en los míos, Ulf me había pedido que sacara de allí a Giuliana y a su hijo, peor por supuesto la hechicero no me permitió hacerlo, ella se quedaría a ayudar a su marido.
El resto de niños habían salido junto a unas cuantas escuderas rumbo a las montañas para ponerse a salvo de igual manera.

Valeria tenia un carácter endiablado, lo que me hizo bufar en mas de una ocasión, agradecí ser yo y no otro el que hubiera venido pues darle un puñetazo y callarla era algo muy tentador.
-Señora, el conde trata de mantener Akershus en pie, proteger a su gente y a vos, seguid caminando, hay cerca una gruta que nos dará refugio y donde podréis encontrar algo de descanso.
Dos hombres nos salieron al paso, Valeria brava me pidió una espada mas negué, solo me faltaba que se cortara la barriga en el intento de manejar el acero.
Embestí al primero con un rugido, la bastarda bailó rauda entre mis dedos, dos golpes bastaron para que la cabeza del bastardo rodara por los suelos, el segundo nunca llegó a mi, ardió en fuego, los ojos de Sirius habían cambado a un rojo intenso.
-¡Mierda! -gruñí al ver como frente a él se alzaba un enorme muro de fuego que se expandía entre las zarzas.
-Sirius, cuenta conmigo -le había visto hacerlo a su padre, controlarlo -respira pequeño -le pedí aun con Brökk entre mis brazos.

Ulf, Khayla, Giuliana y Höor aparecieron de inmediato. Höor cazó a Sirius en brazos acariciando su pelo despacio.
-Cuenta enano, cuenta conmigo -le pidió mientras el crio rodeaba su cuello calmándose de inmediato -¡corred! Rugió.
Tomé nuevamente el brazo de la condesa tirando de ella hacia el interior de la gruta.
-Era un señuelo -gritó Ulf -en el castillo todo esta controlado, vienen a por los niños con magia.

Lo único que importaba, eran los niños y ponerlos a salvo. Sirius se descontroló al ponerse nervioso e intenté llegar hasta él pero me fue imposible, como si le atravesase un rayo... un dolor punzante en el vientre...no era el momento, aún faltaban semanas pero los guerreros deseaban llegar a este mundo en el peor momentos de todos, ser partícipes de esta gesta.

Apretó con fuerza los dientes, los labios para no gritar y buscar con la mirada al pequeño que había puesto a salvo a sus demás hermanos. Me acerqué como pude, apenas podía caminar por mucha prisa que aquel hombre me pidiese, comenzaba a ponerme de parto y ese dolor era el primero de muchos, esa noche íbamos a luchar una buena batalla, daría a mi marido un suspiro después de tanta locura.

Corrió lo más deprisa que pudo junto a los demás pero la Condesa poco a poco comenzaba a perder la conciencia, el dolor era más constante e insoportable. Los ojos se cerraron de golpe, tuve que detenerme al sentir que mis piernas comenzaban a manchar...sentir esmeralda como se escurría entre ellas algo que no era normal pero aún así siguió caminando al lado del guerrero. Lo importante era llegar a ponerse a salvo, confirmar que de verdad era un simple señuelo.

Valeria se detuvo de golpe, llevándose las manos a las rodillas, tuvo que inclinarse hacia adelante al notar los dolores más seguidos. Deslizó las manos por la cara interna de sus muslos... no había roto aguas, estaba sangrando y en abundancia, alarmada...clavó sus orbes en el hombre, los bebés corrían peligro... ella quedaba en un segundo plano.

-General Lund...por favor, le pido una sola cosa -negó, tomándole de ambos brazos para que la mirase, le prestase toda la atención que necesitaba en ese instante -Salva a los bebés , ellos son la prioridad... yo... -apretó las yemas en la ropa del hombre, el dolor se extendía por cada rincón de su cuerpo... ya venían y con complicaciones, la sangre no dejaba de salir y Valeria solo sabía preguntar dónde estaba Höor -Sálvalos...no lo olvides... ayúdame a tumbarme.. -controlaba la respiración, intentando no perder los nervios, era lo peor que podía hacer —Ya viene... ya viene, maldición...y...-sentía como su cuerpo cedía, los dolores ya eran constantes, tumbada abrió las piernas, la sangre no dejaba de salir...y con ella, la preocupación de la condensa.

Lund logró llevarla hasta el interior de la gruta mientras yo corría con Sirius entre mis brazos, Orn hacia lo propio con sus hermanas y Bröok quedaba ahora al cuidado de su madre y todos juntos nso adentramos en la gruta tras Lund y Valeria.
Dejé a Sirius en el suelo que corrió a los brazos de Giuliana mientras yo buscaba acomodar a Valeria entre mis brazos.

Ulf me miró mientras yo asentía con la cabeza, estaba perdiendo mucha sangre y la cosa no pintaba bien ni para ella ni para mis hijos.
-Estoy aquí -susurré acariciando su rostro mientras le apartaba los mechones de pelo -escúchame, tienes que empujar, tenemos que traerlos a este mundo sanos y hay que cortar la hemorragia.

Puede que aparentara seguro y tranquilo, nada mas lejos de esa realidad, mis manso temblaban, solo que estaba acostumbrado a permanecer en pie aun cuando la presión y la batalla podían conmigo.
Ulf, Land  salieron fuera para combatir al enemigo mientras yo buscaba el modo de traer a este mundo a mis hijos sin perder a mi mujer en el intento.

Apoyé su espalda en el suelo y me coloqué frente a ella mientras abría las piernas y empujaba entre rugidos.
Metí la mano para ayudarla, no tenia ni puta idea de que cojones estaba haciendo pero tal y como empujaba yo tiraba de la cabeza del primero de ellos.
-Lo estas haciendo muy bien Valeria.

Valeska se acercó preocupada a su madre, vi como ponía la mano en su vientre tratando de curarla, conseguir que dejara de sangrar, pero era muy pequeña y sus fuerzas fallaban.
Lloraba de la impotencia mientras yo le pedía que me mirara.
-Princesa, todo va a salir bien, mírame, deja de llorar, a mama no le va a pasar nada.
Ella asintió como si mi palabra fuera la única verdad.

Giuliana consiguió acabar ese muro de protección donde metió a los niños, una especie de marca pintada en el suelo con un tono anaranjado, una barrera y cogiendo a Valeska en brazos la llevó hasta allí regresando a mi lado para ayudar a mi mujer en este parto.

Acababa de confesar al general Lund el deseo que esperaba que llevase a cabo, el salvar a sus hijos primero pues esa sería la victoria en esta gesta. Luchaba con todas sus fuerzas, susurraba un nombre por lo bajo, el de él, el que aún era su marido. Su voz la calmó de golpe, comenzó a respirar, intentando no perder el norte... caer desmayada y dejarlos a su suerte, no...era su lucha y hasta que no lograse traerlos al mundo no iba a descansar.

Verle ante ella, de rodillas, ayudarle a traer a sus hijos al mundo...sería una imagen que no olvidaría en toda su vida. Con la respiración controlada, empujaba cuando una contracción le atravesaba como un rayo...logrando que el primer bebé siguiese su camino. Querían luchar con su padre, llegar al mundo cuando más lo necesitaba, dos guerreros...estaba segura que serían los guerreros con los que siempre había soñado criar.

La pequeña Valeska, lloraba desconsolada...impotente de no poder hacer más por su madre. Una de las manos de la Condesa, se enredó en la de su hija, atrayéndola hacia sí, era tan parecida a ella que sin poder evitarlo sonrió entre lagrimas, dolía pero más iba a romperle el alma dejarla, a Fiolett, a los otros pequeños, a los bebés. Mi pequeña princesa , se calmaba con las palabras de su padre. Él siempre tuvo ese don, con ella funcionaba del mismo modo como con ella.

-Haz caso a tu padre, mi niña. Todo estará...-una nueva contracción, empujé con tanta fuerza que sentí como me arrancaban al pequeño de mis entrañas, como salía por fin , con las manos ensangrentadas vio como él, el amor de su vida tomaba al pequeño que se movía inquieto, aferrándose a la vida...luchando en esta batalla y ganarla. Lloraba con fuerza, con brío y por lo que pude ver de manera borrosa... era perfecto. Un niño sano.

Sonrió entre lagrimas, aún quedaba el segundo, ese pequeño que estaba tardando en salir, no supo cómo pero tenía que hacerlo salir lo antes posible. Haberle dado tal regalo, la llenaba de completa felicidad y si los dos bebes estaban sanos... ¿qué más podía pedir? Buscó con su turbia mirada la ajena, quería mirarle a los ojos, ver que en aquello le hacía feliz. Pero algo no iba bien, perdía mucha sangre y el pequeño no salía, ahora no podía rendirse... tenía que sacar al bebé.

-Sácalo, no importa nada más ¿me oyes? ¡SÁCALO! -empujó con fuerza, esperando que fuese lo mismo por parte del pequeño y sintió como una parte de ella, se iba con ese pequeño trozo de vida. Exhausta, sonrió a su pequeña, intentó decirle que estaba bien pero fue imposible, la respiración entrecortada le impedía tal cosa -¿Está bien?-se incorporó, arrebatándole al pequeño de las manos, su pequeño cuerpo inmóvil... no reaccionaba, intentó insuflarle aire pero fue imposible pues su pequeña cabecita hacia atrás, la boca entreabierta y su cabello rubio resplandecía como el mismo sol..pero no se movía -No, no , no no no no -lo abrazó contra su pecho, acariciando su espalda, mecerlo entre palabras tranquilizadoras pero no ...el pequeño acababa de abandonar este mundo, se había rendido.

-No...-no pudo decir más, la pequeña estaba mirándola como si nada más existiese, con incertidumbre. No podía verla derrotada, hacerla tan fuerte como ella no lo fue. Los ojos verdes de Valeria se centraron en el pequeño. Era perfecto, precioso y fuerte pero no lo suficiente -Ha luchado, es un guerrero. Tu guerrero, Höor. Dale sepultura, que conste su valentía y entereza -buscó la mirada de él, no tuvo que decirle más... no solo sentía que había perdido al pequeño, también había decepcionado a su marido por no haberlo parido sano -Es lo más perfecto que hemos hecho...por eso se ha roto -intentó levantarse, pero fue en vano, no quería llorar...solo que pasase.