AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuit Sauvage || Privado
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Nuit Sauvage || Privado
Nuit Sauvage
-Llevo una hora esperando- dijo el hombre corpulento sentado en un cómodo sillón orejero. Sus manos se movían inquieras sobre el sobrero que tenía en su regazo. La mujer pelirroja evitaba mediar palabra con el hombre, se dignó a entrar en el despacho de Jäger y dejarle unas hojas escritas con una excelente caligrafía. En ese momento el cazador llegó con paso veloz, se acomodó el traje- Ya iba siendo hora, Sr. Hetfield. Un buen caballero de negocios nunca hace esperar a su cliente- dijo el hombretón poniéndose en pie para seguir a Jäger dentro del despacho- No estoy de acuerdo porque ni yo soy un caballero, ni usted es un hombre de negocios. Ha llegado a donde adueñándose de las ideas de sus empleados y cuándo ha visto que otros habían igualado su producto ha venido aquí para que eche a la competencia- dijo Jäger mientras se servía un Whisky en un vaso ancho- Y por eso le pago una desorbitada suma de dinero- redondeó el hombretón frustrado por los aires del abogado- Y por eso he comprado en su nombre la empresa de ese hombre- dijo dándole los papeles- Pero… si ha pagado usted una miseria por esa empresa- miró los documentos que el abogado le había extendido- Ahora es dueño de la única fábrica de este producto en París, ha ampliado su plantilla y verá doblados sus beneficios. Y ahora dele a Bianca el recibo para cobrarle el dinero y váyase de mi bufete. ¡Bianca!¿Dónde tengo los guantes?- gritó agitado y sin prestar mucha atención al hombre, que a pesar del trato recibido se iba contento con el resultado. - ¿Bianca?- volvió a preguntar Jäger antes de salir por la puerta y encontrase a la mujer sosteniéndolos en la mano frente a sus narices- ¿Resolviste el otro problema?- dijo la joven mientras caminaba con él hacia la salida con un caminar vertiginoso, muy femenino y poco apropiado. Catherine Mountbatten & Jäger Hetfield
-Si por eso he llegado tarde- dijo con una sonrisa amplia que desapareció en el momento que Bianca le ofreció una carta con el sello en lacre de los Hetfields- Tengo prisa- guardó la carta en el bolsillo de su chaqueta y se montó en el coche de caballos directo a la ópera. Allí le esperaba una mujer de punta en blanco, enjoyada y con unos ojos que quitaban el hipo a cualquiera, así que debía adecentarse.
Logró cambiarse y llegar a tiempo, se bajó mientras retocaba su pelo con los guantes blancos y entró buscando con la mirada a su acompañante, sin éxito. Subió las escaleras hasta su palco, esperando encontrarla allí y cogió la copa de champagne que el camarero le sirvió antes de desparecer por la cortina que daba a los asientos. Allí tampoco estaba en ese momento sonó la campana que indicaba el comienzo de la ópera- No puedo creerlo- y mientras tomaba asiento pensando en la ironía de tener que esperar ahora él. Dejó la copa vacía a un lado y cuando se incorporó para buscar al camarero con la mirada para indicarle que le sirviera más, los violines empezaron a sonar, esto hizo que se girara para mirar al escenario mientras sus pasos, iban en dirección a la puerta y se chocó con una joven que también corría mirando atrás distraída. La copa resbaló entre sus dedos sin romperse sobre el suelo de la moqueta y ambos se miraron a los ojos- Discúlpeme, no la he visto- el abogado se arrodilló a por la copa que había tirado.
Ella era más joven que él, de eso no cabía duda. Tenía un brillo en los ojos de pillería y respiraba agitada, como si hubiera llegado corriendo. Salvaje- Parece que estás escondiéndote- dijo Jäger cómplice de la mujer a la que ofreció tomar asiento junto a él.
El camarero volvió dispuesto a llenar la copa de Jäger y se le encontró con una joven- Mis disculpas- susurró mientras llenaba dos copas largas de champagne y se las dejaba a ambos antes de marcharse- ¿De quién huyes?- preguntó, había perdido todo el hilo de la ópera y tan solo servía como música de fondo ante tal furtivo encuentro.
Jäger Hetfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/11/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Esa noche tocaba actuación y por duplicado. Esa misma mañana había llegado a la ciudad el hijo de uno de los aliados de la corona y su hermana se había ofrecido a hospedarle en el palacio en el que residían en París. Cat ya le conocía, le había visto en varias recepciones y fiestas, no había hombre –o mejor dicho, niño- más arrogante, simple y prepotente; se creía que el mundo estaba a sus pies por el hecho de ser un principito y trataba a quien era más humilde que él con desprecio absoluto. Para la desgracia de la princesa, parecía que tanto él como su familia estaban interesados en formar una alianza con ella o, claro está, con Lena. Esta, muy habilidosamente, se había excusado para no pasar demasiado tiempo con él pero Catherine tuvo que cubrirla por lo que esa noche debería llevarle a la ópera; al menos así evitaría tener que hablar con él en exceso. Lo cierto es que físicamente el príncipe, llamémosle Roger, era casi perfecto. Demasiado como para que llamase la atención de la Mountbatten, ojos azules, pelo rubio, cara dulce pero cuerpo musculoso; las féminas se giraban al verle pasar y ella –sin embargo- deseaba escapar siempre de su compañía.
Dado que se trataba de una reunión formal, Catherine escogió uno de sus vestidos de noche en tono verde botella, pidió que la recogieran el pelo y lo decoró con una fina tiara de diamantes y esmeraldas. Hizo esperar a Roger un buen rato hasta que bajó las escaleras para reunirse con él en la entrada e ir juntos en el coche de caballos. El camino hacia la ópera estuvo repleto de fanfarroneo y conversaciones vacías, ¡dios! Acababan de salir y ya estaba muerta de aburrimiento, ojalá estuviera en la taberna a la que solía ir cuando escapaba del palacio. Escoltados por la seguridad que Lena les había asignado subieron hasta el palco central donde les entregaron unas copas de champagne, fue justo cuando se estaba sentando cuando vio su paciencia agotada.
¡¿En serio se había puesto a fumar?! -Se acabó-, se levantó y salió del reservado con él príncipe detrás tratando de retenerla por lo que echó a correr para despistarle… aunque no llegó muy lejos. -¡Ay, por Dios! ¡Lo siento, lo siento!-, tenía demasiada prisa como para contestar a sus preguntas en mitad del pasillo por lo que tiró de él hacia el palco que ocupaba y le tapó la boca con la mano, señalando la cortina que les separaba del pasillo cuando el pomposo Roger maldecía y cargaba contra los acomodadores y sus guardias. -Era mi cita-, susurró para que entendiera por qué huia de él y guardase silencio, retiró la mano y se mordió el labio al ver la extrañeza en el rostro del hombre. -Hola desconocido-, el peligro parecía haber desaparecido, ya no se oian gritos en el pasillo así que se sentó en la segunda butaca y señaló la libre, -¿me acompañas?-, realmente debería haber sido al revés dicha situación, pero así era Cat.
-Siento todo este atropello, espero que no esté ocupado el asiento, sería muy embarazoso-, mentira, -me llamo Catherine-, se presentó finalmente antes de dar un trago a la nueva copa de champagne. Si bien estuvo un rato atendiendo a la ópera se sentía inquieta, agobiada por continuar allí, -bueno… te agradezco mucho la ayuda pero creo que me voy a seguir la noche a otra parte, puedes venir si quieres, te debo una copa, aunque la ópera parece interesarte mucho y no quiero interferir más en ello-, acto seguido se levantó y recogió su abrigo lista para salir de allí.
Dado que se trataba de una reunión formal, Catherine escogió uno de sus vestidos de noche en tono verde botella, pidió que la recogieran el pelo y lo decoró con una fina tiara de diamantes y esmeraldas. Hizo esperar a Roger un buen rato hasta que bajó las escaleras para reunirse con él en la entrada e ir juntos en el coche de caballos. El camino hacia la ópera estuvo repleto de fanfarroneo y conversaciones vacías, ¡dios! Acababan de salir y ya estaba muerta de aburrimiento, ojalá estuviera en la taberna a la que solía ir cuando escapaba del palacio. Escoltados por la seguridad que Lena les había asignado subieron hasta el palco central donde les entregaron unas copas de champagne, fue justo cuando se estaba sentando cuando vio su paciencia agotada.
¡¿En serio se había puesto a fumar?! -Se acabó-, se levantó y salió del reservado con él príncipe detrás tratando de retenerla por lo que echó a correr para despistarle… aunque no llegó muy lejos. -¡Ay, por Dios! ¡Lo siento, lo siento!-, tenía demasiada prisa como para contestar a sus preguntas en mitad del pasillo por lo que tiró de él hacia el palco que ocupaba y le tapó la boca con la mano, señalando la cortina que les separaba del pasillo cuando el pomposo Roger maldecía y cargaba contra los acomodadores y sus guardias. -Era mi cita-, susurró para que entendiera por qué huia de él y guardase silencio, retiró la mano y se mordió el labio al ver la extrañeza en el rostro del hombre. -Hola desconocido-, el peligro parecía haber desaparecido, ya no se oian gritos en el pasillo así que se sentó en la segunda butaca y señaló la libre, -¿me acompañas?-, realmente debería haber sido al revés dicha situación, pero así era Cat.
-Siento todo este atropello, espero que no esté ocupado el asiento, sería muy embarazoso-, mentira, -me llamo Catherine-, se presentó finalmente antes de dar un trago a la nueva copa de champagne. Si bien estuvo un rato atendiendo a la ópera se sentía inquieta, agobiada por continuar allí, -bueno… te agradezco mucho la ayuda pero creo que me voy a seguir la noche a otra parte, puedes venir si quieres, te debo una copa, aunque la ópera parece interesarte mucho y no quiero interferir más en ello-, acto seguido se levantó y recogió su abrigo lista para salir de allí.
Catherine Mountbatten- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 20/10/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Jäger se mordió la lengua, no quería decirle a nadie que su cita le había dejado colgado. Así que encogió de hombros y vio como la joven descarada se presentaba y tomaba asiento en su palco- Me alegro haberte servido de ayuda- dijo mientras la joven, parecía no tener ni el mínimo interés en la obra- Y es la segunda vez que veo esta opereta- dijo el abogado restándole importante. El palco le costaba un ojo de la cara, pero él podía permitírselo, tenía un modo de vida algo vertiginoso y lleno de adrenalina; quizá fuera esa la razón por la que optó por acompañarla fuera- Parece que ninguno de los dos quiere estar aquí, Catherine. Así que por qué no damos esquinazo a ese chiquillo y nos vamos por ahí los dos solos. Tengo intención de cobrarme esa copa- dijo dispuesto a seguirla escaleras abajo.
Cogió también su abrigo y llegaron al vestíbulo, que siempre estaba abarrotado y lleno de voces comentando lo que irían a ver o lo que habían visto. Al contrario, a esa imagen, el vestíbulo estaba vacío, desértico. Las puertas se cerraban e impedían que nadie entrara una vez la función comenzaba, pero los palcos tenían un acceso privado y mucho más fácil. Escuchó los pasos de alguien corriendo por el piso de arriba, casi no le da tiempo a reaccionar cuando tiró de la chica hacia fuera de la Ópera y salió corriendo dos manzanas más allá.
-Soy Jäger Hetfield, por cierto- se presentó una vez fuera del peligro de su acompañante- Pensé que las jóvenes de buena familia tenían veladas de Ópera y recitales de música. No de huir de citas y marcharse con desconocidos- dijo mientras pasaban varios locales abiertos, parecía que ninguno del gusto de la chica. Se encogió de hombros, pues a Jäger le daba igual, cualquier lugar tendría un lugar oscuro donde disfrutar de una bebida fuerte ya que era lo que le apetecía- ¿No te meterás en líos por dejarle plantado? ¿verdad?- su pregunta iba enfocada al mal temperamento que parecía tener aquel joven. Se le veía algo irascible y no era la primera vez que Jäger tenía que mediar entre una pareja en el que el canalla del hombre se había excedido con la mujer. Así que tampoco deseaba eso para ella. Tenía una mente mucho más abierta que la mayoría de la gente que lo rodeaba, ya que se había pasado casi toda su vida viajando por el mundo. Había conocido muchísimas culturas diferentes y con ellas diferentes formas de vida y se había podido formar su propia mentalidad, era bastante independiente. Jäger veía a las mujeres como sus iguales, a pesar de que la sociedad se empeñara en cortarles las alas, el abogado se divertía más hablando con una mujer que tuviera personalidad y la desfachatez de desafiar a todos por una bocanada de aire de libertad. Ese salvajismo, era lo que veía en Catherine.
Estaba ensimismado, dando vuelta a sus pensamientos cuando descubrió que habían llegado a una calle lateral, no tenía salida y estaba lleno de gente. Jäger conocía muy bien esa zona, ahí se encontraban los cabarets, las casas de citas y visitas y donde las mujeres de vida alegre se ganaban la vida. Ni borracho como una cuba hubiera imaginado que esa noche se adentraría en esa calle y menos con una mujer tan joven como Catherine- ¿Estás segura de que quieres entrar a este barrio? - dijo el cazador buscando la mirada de la chica. Aunque fue en vano, esa calle estaba hecha para eclipsar el juicio de la gente.
La música se escuchaba alta, olía a perfumes, especias y opio. Había ruido por la gente, borrachos cantando a coro y arrastrando las palabras que concluían en una melodía casi irreconocible- Si vamos a entrar en uno de estos, mejor será que entremos al local de Madame Favre- le indicó el camino hasta un local que al contrario que los demás estaba cerrado. Jäger dio con los nudillos dos veces y una pequeña escotilla en la puerta iluminada por el farol dio paso a la voz de un hombre- Contraseña- dijo el interlocutor- Sauvage- dijo Jäger en un perfecto francés y la puerta se abrió delante de ellos.
El interior estaba iluminado por velas en zonas estratégicas. Olía genial, y no era lo que todos se pensaban. El local era un pequeño palacete, bien decorado con madera de roble y cortinas de terciopelo. Las chicas eran todas finas y de una belleza terrible, iban vestidas para provocar una sensación de desnudez, pero no enseñaban nada. Y lo mismo los hombres, que iban vestidos, los efebos o asmodeos se hacían llamar en ese local. Las mujeres por el contrario eran todas Musas o muchas decidían utilizar el nombre de alguna diosa- Aquí todo el mundo utiliza un pseudónimo. Es el mejor sitio para pasar desapercibido- dijo Jäger cerca del oído- Puedes cubrir tu rostro si lo deseas, muchos hombres lo hacen y ellos también- dijo refiriéndose a los acompañantes.
En las esquinas podías ver a grupos de personas hablando, círculos más íntimos que terminaban susurrándose al oído y parejas, tríos o grupos que subían escaleras arriba. Directos a las habitaciones para una noche de placer- Bienvenue- dijo Madame Favre acercándose hasta Jäger y su acompañante- Te veo bien acompañado esta noche, Monsieur Jäger ¿Cenará aquí? Una copa de Champagne imagino….- la madame daba por sentado que todos querían champagne y se aseguraba de servirlo y cobrarlo al final de la instancia. Jäger le dio dos besos y se fue a una zona reservada con Catherine para tomar tranquilamente la copa- ¿Es demasiado atrevido? Te aseguro que aquí nadie te buscará- le tranquilizó- Oh… ahí viene el Champagne. Lo quieras o no, Madame Favre siempre… te dará la botella de champagne- le dijo con media sonrisa de resignación ante esa bebida-
Cogió también su abrigo y llegaron al vestíbulo, que siempre estaba abarrotado y lleno de voces comentando lo que irían a ver o lo que habían visto. Al contrario, a esa imagen, el vestíbulo estaba vacío, desértico. Las puertas se cerraban e impedían que nadie entrara una vez la función comenzaba, pero los palcos tenían un acceso privado y mucho más fácil. Escuchó los pasos de alguien corriendo por el piso de arriba, casi no le da tiempo a reaccionar cuando tiró de la chica hacia fuera de la Ópera y salió corriendo dos manzanas más allá.
-Soy Jäger Hetfield, por cierto- se presentó una vez fuera del peligro de su acompañante- Pensé que las jóvenes de buena familia tenían veladas de Ópera y recitales de música. No de huir de citas y marcharse con desconocidos- dijo mientras pasaban varios locales abiertos, parecía que ninguno del gusto de la chica. Se encogió de hombros, pues a Jäger le daba igual, cualquier lugar tendría un lugar oscuro donde disfrutar de una bebida fuerte ya que era lo que le apetecía- ¿No te meterás en líos por dejarle plantado? ¿verdad?- su pregunta iba enfocada al mal temperamento que parecía tener aquel joven. Se le veía algo irascible y no era la primera vez que Jäger tenía que mediar entre una pareja en el que el canalla del hombre se había excedido con la mujer. Así que tampoco deseaba eso para ella. Tenía una mente mucho más abierta que la mayoría de la gente que lo rodeaba, ya que se había pasado casi toda su vida viajando por el mundo. Había conocido muchísimas culturas diferentes y con ellas diferentes formas de vida y se había podido formar su propia mentalidad, era bastante independiente. Jäger veía a las mujeres como sus iguales, a pesar de que la sociedad se empeñara en cortarles las alas, el abogado se divertía más hablando con una mujer que tuviera personalidad y la desfachatez de desafiar a todos por una bocanada de aire de libertad. Ese salvajismo, era lo que veía en Catherine.
Estaba ensimismado, dando vuelta a sus pensamientos cuando descubrió que habían llegado a una calle lateral, no tenía salida y estaba lleno de gente. Jäger conocía muy bien esa zona, ahí se encontraban los cabarets, las casas de citas y visitas y donde las mujeres de vida alegre se ganaban la vida. Ni borracho como una cuba hubiera imaginado que esa noche se adentraría en esa calle y menos con una mujer tan joven como Catherine- ¿Estás segura de que quieres entrar a este barrio? - dijo el cazador buscando la mirada de la chica. Aunque fue en vano, esa calle estaba hecha para eclipsar el juicio de la gente.
La música se escuchaba alta, olía a perfumes, especias y opio. Había ruido por la gente, borrachos cantando a coro y arrastrando las palabras que concluían en una melodía casi irreconocible- Si vamos a entrar en uno de estos, mejor será que entremos al local de Madame Favre- le indicó el camino hasta un local que al contrario que los demás estaba cerrado. Jäger dio con los nudillos dos veces y una pequeña escotilla en la puerta iluminada por el farol dio paso a la voz de un hombre- Contraseña- dijo el interlocutor- Sauvage- dijo Jäger en un perfecto francés y la puerta se abrió delante de ellos.
El interior estaba iluminado por velas en zonas estratégicas. Olía genial, y no era lo que todos se pensaban. El local era un pequeño palacete, bien decorado con madera de roble y cortinas de terciopelo. Las chicas eran todas finas y de una belleza terrible, iban vestidas para provocar una sensación de desnudez, pero no enseñaban nada. Y lo mismo los hombres, que iban vestidos, los efebos o asmodeos se hacían llamar en ese local. Las mujeres por el contrario eran todas Musas o muchas decidían utilizar el nombre de alguna diosa- Aquí todo el mundo utiliza un pseudónimo. Es el mejor sitio para pasar desapercibido- dijo Jäger cerca del oído- Puedes cubrir tu rostro si lo deseas, muchos hombres lo hacen y ellos también- dijo refiriéndose a los acompañantes.
En las esquinas podías ver a grupos de personas hablando, círculos más íntimos que terminaban susurrándose al oído y parejas, tríos o grupos que subían escaleras arriba. Directos a las habitaciones para una noche de placer- Bienvenue- dijo Madame Favre acercándose hasta Jäger y su acompañante- Te veo bien acompañado esta noche, Monsieur Jäger ¿Cenará aquí? Una copa de Champagne imagino….- la madame daba por sentado que todos querían champagne y se aseguraba de servirlo y cobrarlo al final de la instancia. Jäger le dio dos besos y se fue a una zona reservada con Catherine para tomar tranquilamente la copa- ¿Es demasiado atrevido? Te aseguro que aquí nadie te buscará- le tranquilizó- Oh… ahí viene el Champagne. Lo quieras o no, Madame Favre siempre… te dará la botella de champagne- le dijo con media sonrisa de resignación ante esa bebida-
Jäger Hetfield- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Ese sí era el comienzo de una buena noche. Tras la carrera ambos tuvieron que detenerse un momento a coger aire y recuperar el ritmo cardiaco correcto debido al chute de adrenalina, empezaba a divertirse con el desconocido y era la mejor sensación del mundo. -Y es lo que hacen, digamos que yo soy la oveja negra de la familia-, encogió los hombros como resignada al sino de su vida, -lo cierto es que sí, seguramente me caiga una reprimenda por parte de mi hermana pero como en realidad debería haber sido ella quien estuviera en esa cita…-, dejo la frase sin acabar pues era obvio que el favor la había salido por la culata. -¿Y tú qué hacías solo en la ópera si ya la habías visto antes?-, no parecía entusiasmarle esa representación por lo que o no tenía nada mejor que hacer, lo cual era triste, o le había dado plantón alguna señorita.
Sonrió ante la pregunta de extrañeza del cazador, -no olvides que no sabes nada de mi Jäger-, ¿qué mujer en el mundo no preferiría ese juego a la aburrida velada en la ópera? Avanzó por la calle con él, mirando los locales que se encontraban en ambos lados, ya había estado en esa zona antes –varias veces- pero quería saber a dónde se le ocurría ir a él, conocerle. ¡Bingo! Tenía buen gusto el caballero. No dijo en ningún momento que ya había estado allí, que conocía a la dueña y que la dejaba subir a jugar al escenario de vez en cuando. Sería divertido. -Claro-, escogió un antifaz en tonos dorados que cubría tan solo la zona de los ojos, -seré Perséfone-, ese era el apodo que siempre usaba en el local y por el que todos la conocían; pero guardaban el secreto por esa noche –iba acompañada y eso era insólito por lo que nadie hablaba de más-, conocían su verdadera identidad y era demasiado delicado dar un paso en falso en cuanto a la princesa se trataba. Sonrió por el doble sentido de las palabras de la madame y tomó asiento en su mesa, -no, no lo es. Lo cierto es que me gusta mucho este lugar-, siempre que iba se sentía fascinada, era elegante pero de una manera sensual y atractiva; no tenía un ápice de frialdad. Las parejas y los grupos se movían con libertad por todos los rincones, nadie se fijaba en lo que hacía el resto, cada cual estaba allí para su propia felicidad y placer no para estropear la de los demás y era por eso que había tan pocos altercados al contrario que en los demás locales del estilo.
-Muchas gracias Madame, ¿a qué hora empezará la actuación?-, notó la mirada inquisitiva de Jäger ante tal pregunta y señaló el escenario, -lo están preparando si no me equivoco…-, disimuló con una sonrisa que no parecía dar pie a duda alguna. La madame sabía perfectamente por qué preguntaba y le dio las explicaciones que esta deseaba escuchar, la hora a la que daría comienzo y la representación que sería; se sabía la coreografía por lo que en media hora estaría allí arriba en vez de charlando con el cazador. -¿A qué te dedicas? Está claro que no vives en la calle por lo que o eres de buena familia o te has labrado un futuro en algún trabajo respetable, o quizás ambas… ¿alguna empresa familiar?-, era mayor que ella, se le veía serio y con un porte de hombre de negocios que la resultaba atractivo, ¿estaría casado? No había anillo a la vista pero eso muchas veces no significaba que fuera soltero. Tomaron champagne, charlaron… pero la hora se le venía encima por lo que se excusó diciendo que iba al tocador y desapareció.
Corrió por los pasillos hasta llegar al backstage, ya tenía el vestido preparado, saludó a las chicas y las indicó la mesa a la que debería ir al final de la actuación. Estaba ansiosa por ver la cara que ponía aquel pobre diablo cuando la reconociera en el escenario, el streeptease era una modalidad muy aplaudida, con un ritmo sugerente que siempre arrancaba a los hombres de sus asientos. Y así, con los antifaces, los guantes largos y cada una de un color salieron las tres jóvenes al escenario. Hera, una mulata recién llegada de América; Afrodita, una pelirroja de piel pálida y Perséfone, cuya melena rubia caía en cascada por su espalda. Los movimientos eran lentos y suaves, pero más sugerentes de lo que se podía imaginar, jugaban tanto por separado como entre ella, acariciándose mientras se iban quitando las capas de ropa; nunca se quedaban desnudas por completo, para eso –y solo con algunas, había que pagar-. Las prendas fueron cayendo al suelo una tras otra hasta quedar solo los antifaces, la ropa interior y los tacones en cada una de ellas, momento en que bajaron del escenario para acercarse a la mesa que ocupaba el cazador. Lo siguiente siempre lo hacía una de las chicas pero esa noche sería ella. De la copa que estaba tomando Jäger se sirvió ella misma y volcó el líquido de su boca a la de él antes de besarle y sentarse sobre sus piernas, -hola desconocido-.
Sonrió ante la pregunta de extrañeza del cazador, -no olvides que no sabes nada de mi Jäger-, ¿qué mujer en el mundo no preferiría ese juego a la aburrida velada en la ópera? Avanzó por la calle con él, mirando los locales que se encontraban en ambos lados, ya había estado en esa zona antes –varias veces- pero quería saber a dónde se le ocurría ir a él, conocerle. ¡Bingo! Tenía buen gusto el caballero. No dijo en ningún momento que ya había estado allí, que conocía a la dueña y que la dejaba subir a jugar al escenario de vez en cuando. Sería divertido. -Claro-, escogió un antifaz en tonos dorados que cubría tan solo la zona de los ojos, -seré Perséfone-, ese era el apodo que siempre usaba en el local y por el que todos la conocían; pero guardaban el secreto por esa noche –iba acompañada y eso era insólito por lo que nadie hablaba de más-, conocían su verdadera identidad y era demasiado delicado dar un paso en falso en cuanto a la princesa se trataba. Sonrió por el doble sentido de las palabras de la madame y tomó asiento en su mesa, -no, no lo es. Lo cierto es que me gusta mucho este lugar-, siempre que iba se sentía fascinada, era elegante pero de una manera sensual y atractiva; no tenía un ápice de frialdad. Las parejas y los grupos se movían con libertad por todos los rincones, nadie se fijaba en lo que hacía el resto, cada cual estaba allí para su propia felicidad y placer no para estropear la de los demás y era por eso que había tan pocos altercados al contrario que en los demás locales del estilo.
-Muchas gracias Madame, ¿a qué hora empezará la actuación?-, notó la mirada inquisitiva de Jäger ante tal pregunta y señaló el escenario, -lo están preparando si no me equivoco…-, disimuló con una sonrisa que no parecía dar pie a duda alguna. La madame sabía perfectamente por qué preguntaba y le dio las explicaciones que esta deseaba escuchar, la hora a la que daría comienzo y la representación que sería; se sabía la coreografía por lo que en media hora estaría allí arriba en vez de charlando con el cazador. -¿A qué te dedicas? Está claro que no vives en la calle por lo que o eres de buena familia o te has labrado un futuro en algún trabajo respetable, o quizás ambas… ¿alguna empresa familiar?-, era mayor que ella, se le veía serio y con un porte de hombre de negocios que la resultaba atractivo, ¿estaría casado? No había anillo a la vista pero eso muchas veces no significaba que fuera soltero. Tomaron champagne, charlaron… pero la hora se le venía encima por lo que se excusó diciendo que iba al tocador y desapareció.
Corrió por los pasillos hasta llegar al backstage, ya tenía el vestido preparado, saludó a las chicas y las indicó la mesa a la que debería ir al final de la actuación. Estaba ansiosa por ver la cara que ponía aquel pobre diablo cuando la reconociera en el escenario, el streeptease era una modalidad muy aplaudida, con un ritmo sugerente que siempre arrancaba a los hombres de sus asientos. Y así, con los antifaces, los guantes largos y cada una de un color salieron las tres jóvenes al escenario. Hera, una mulata recién llegada de América; Afrodita, una pelirroja de piel pálida y Perséfone, cuya melena rubia caía en cascada por su espalda. Los movimientos eran lentos y suaves, pero más sugerentes de lo que se podía imaginar, jugaban tanto por separado como entre ella, acariciándose mientras se iban quitando las capas de ropa; nunca se quedaban desnudas por completo, para eso –y solo con algunas, había que pagar-. Las prendas fueron cayendo al suelo una tras otra hasta quedar solo los antifaces, la ropa interior y los tacones en cada una de ellas, momento en que bajaron del escenario para acercarse a la mesa que ocupaba el cazador. Lo siguiente siempre lo hacía una de las chicas pero esa noche sería ella. De la copa que estaba tomando Jäger se sirvió ella misma y volcó el líquido de su boca a la de él antes de besarle y sentarse sobre sus piernas, -hola desconocido-.
- para que te inspires:
Catherine Mountbatten- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 20/10/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
-Estoy impresionado- acertó a decir entre todas las palabras que asaltaban su mente. Habría reconocido esa voz, aunque fuera el quien tuviera los ojos cubiertos. No esperaba que se atreviera a subir a un espectáculo, y menos a uno de esos. Estaba claro que esa chica no era la primera vez que se divertía, y por supuesto traería de cabeza a cualquiera que fuera su tutor. ¿Qué haría Jäger si tuviera una hija como ella? Era un espíritu libre y libertino, ambas cosas no estaban bien vistas en la sociedad.
Aún tenía el sabor ajeno en los labios cuando, aprovechando el acercamiento dejó una mano sobre su muslo, palmeándolo con suavidad- Eres una caja de sorpresas- miró a sus ojos y sonrió contento por la situación, estaba divirtiéndose como había tiempo que no se divertía. En ese momento la madame se acercó a sonreír y felicitar a la chica y depositó otra carísima botella de champan en la mesa. Odiaba esa estúpida manía que tenía la mujer de sacarles los cuartos a la gente con dinero, si al menos fuera algo que le gustara… Cuando la euforia se difuminó en el ambiente y la música volvió a reducir el lugar a un pequeño burdel clandestino, Catherine se vistió de nuevo y retomaron la conversación que les habían interrumpido- Soy Alemán, provengo de la familia Hetfield- dijo consciente de que su acento francés no era tan bueno como se pensaba. Además, los alemanes poseían un tono bastante fuerte y marcado que, al querer abandonarlo en otros acentos, sabía volver a su cauce- Soy el mejor abogado de París- dijo apurando todo el champan que le permitía tragar las burbujas- Y también el más humilde como has podido comprobar- dijo riéndose sólo para ella en tono alegre- Mi padre es uno de los mejores abogados en Alemania, decidió abrir una oficina aquí en París y yo represento su apellido- dijo como si estuviera orgulloso. Lo único que le gustaba era el éxito del trabajo bien hecho y el dinero que ganaba ejerciendo como abogado. Era de los mejores y su lengua era afilada como la de nadie- Y dime tu…. Al igual que has sabido reconocer que mi acento no es francés, yo he notado el tuyo. Por cómo vas vestida perteneces a una clase alta de Europa, pero lo que me ha llamado la atención es esa tiara- comentó apartando la vista por primera vez de los ojos ajenos- Es una joya extremadamente cara y valiosa. Y el hecho de que te hayan buscado una cita y debas mantenerla por compromiso familiar… me indica algo que espero que no sea verdad- razonó con lógica y se apartó ligeramente de ella cuando su mente empezó a encajar las piezas- Eres noble- dijo mirando a su alrededor. Dio gracias de estar en un pequeño reservado y que ambos estuvieran amparados por el anonimato. ¿Qué demonios hacía una chica así sola por París?¿qué hacía una chica así con él?
-No me esperaba que la velada fuera a acabar así- dijo ladeando la cabeza- Pero está resultando de lo más divertido… Catherine, aún tengo tu sabor en la boca y el champagne lo mantiene- dijo en voz alta sirviendo un poco más de Champagne- Lo aborrecía, a ver si ahora…me va a gustar más que nunca por tu culpa. Desconocida- la llamó así con una sonrisa ladina de canalla. Se estaban desenmascarando ambos. La verdad era que la identidad de Jäger era una farsa. Fue lo el sacrificio que tuvo que hacer para dedicarse a la caza de sobrenaturales, para mantener la promesa que le había hecho a su mentor y la que se había hecho así mismo.
En ese momento un hombre ebrio se acercó hasta ellos, no estaba tan borracho como aparentaba, pero Jäger ya le tenía calado. No había apartado la vista de la chica desde que entraron. Así que terminaron las copas y el cazador pidió a Catherine dar un paseo, al menos se aseguraría que estuviera a salvo.
Cuándo salieron del club, el hombre salió minutos después, guardaba una distancia prudente y amplia, se movía con sigilo entre la gente y se amparaba en las sombras de la calle, ese hombre parecía un profesional, cuando Jäger acercaba a mirar a Catherine , aprovechaba para mirar la figura de reojo, en vano. Se difuminaba como el humo. Fue cuando abandonaban el centro de la ciudad para ir a la zona residencial de clase alta, cuando la chica se dio cuenta de la poca atención que el abogado le estaba ofreciendo- shhh- cuando giraron la esquina, Jäger puso la mano en su boca y la llevó contra la pared. Se asomó levemente para mirar por la esquina y el camino por el que estaban viniendo, estaba vacío- Alguien nos está siguiendo desde que hemos salido del club…- susurró sin dejar de mirar entre la oscuridad. Sacó de la parte de atrás de su traje la daga plegable que solía utilizar y se llevó el dedo a la boca, para señalar a Catherine que mantuviera el silencio. Le indicó que siguiera caminando, y Jäger aprovechó para ocultarse junto a la verja de una finca la que estaba comiendo la maleza.
Ahora el cazador era él, el hombre al ver que la chica caminaba sola, apretó el paso para alcanzarla. A lo que Jäger salió de entre las sombras y caminó detrás de él. Si hubiera sido un sobrenatural como un licántropo o un vampiro, le habrían olido en cuanto saliera de su escondrijo, así que se trataba de un humano. Se aproximó por detrás y justo en el momento en el que el hombre alargaba la mano hacia la chica, Jäger le cogió del pelo, le oglibó a echar la cabeza hacia atrás y dejó la hoja afilada sobre su cuello- ¿Quién eres? - preguntó en el momento que la chica se giró para ver el rostro del hombre- No debiste dejar a mi hijo solo puta. Nadie debería rechazarnos- dijo con un tono de voz reprochable y escupiendo al suelo en señal de repudio por Catherine. Estaba claro, que el comportamiento de la chica no estaba bien considerado. Guardó la daga y le dobló el brazo detrás de la espalda, obligándole a inclinarse hacia delante, mientras gritaba- Empezaba a pensar que no tenías modales- dijo Jäger sonriendo y ofreciéndoselo a Catherine- ¿Quién es? - preguntó. No mataba a humanos, pero si hacía falta le daría una paliza para que aprendiera lo que era asaltar a una joven en las calles, desarmada.
Aún tenía el sabor ajeno en los labios cuando, aprovechando el acercamiento dejó una mano sobre su muslo, palmeándolo con suavidad- Eres una caja de sorpresas- miró a sus ojos y sonrió contento por la situación, estaba divirtiéndose como había tiempo que no se divertía. En ese momento la madame se acercó a sonreír y felicitar a la chica y depositó otra carísima botella de champan en la mesa. Odiaba esa estúpida manía que tenía la mujer de sacarles los cuartos a la gente con dinero, si al menos fuera algo que le gustara… Cuando la euforia se difuminó en el ambiente y la música volvió a reducir el lugar a un pequeño burdel clandestino, Catherine se vistió de nuevo y retomaron la conversación que les habían interrumpido- Soy Alemán, provengo de la familia Hetfield- dijo consciente de que su acento francés no era tan bueno como se pensaba. Además, los alemanes poseían un tono bastante fuerte y marcado que, al querer abandonarlo en otros acentos, sabía volver a su cauce- Soy el mejor abogado de París- dijo apurando todo el champan que le permitía tragar las burbujas- Y también el más humilde como has podido comprobar- dijo riéndose sólo para ella en tono alegre- Mi padre es uno de los mejores abogados en Alemania, decidió abrir una oficina aquí en París y yo represento su apellido- dijo como si estuviera orgulloso. Lo único que le gustaba era el éxito del trabajo bien hecho y el dinero que ganaba ejerciendo como abogado. Era de los mejores y su lengua era afilada como la de nadie- Y dime tu…. Al igual que has sabido reconocer que mi acento no es francés, yo he notado el tuyo. Por cómo vas vestida perteneces a una clase alta de Europa, pero lo que me ha llamado la atención es esa tiara- comentó apartando la vista por primera vez de los ojos ajenos- Es una joya extremadamente cara y valiosa. Y el hecho de que te hayan buscado una cita y debas mantenerla por compromiso familiar… me indica algo que espero que no sea verdad- razonó con lógica y se apartó ligeramente de ella cuando su mente empezó a encajar las piezas- Eres noble- dijo mirando a su alrededor. Dio gracias de estar en un pequeño reservado y que ambos estuvieran amparados por el anonimato. ¿Qué demonios hacía una chica así sola por París?¿qué hacía una chica así con él?
-No me esperaba que la velada fuera a acabar así- dijo ladeando la cabeza- Pero está resultando de lo más divertido… Catherine, aún tengo tu sabor en la boca y el champagne lo mantiene- dijo en voz alta sirviendo un poco más de Champagne- Lo aborrecía, a ver si ahora…me va a gustar más que nunca por tu culpa. Desconocida- la llamó así con una sonrisa ladina de canalla. Se estaban desenmascarando ambos. La verdad era que la identidad de Jäger era una farsa. Fue lo el sacrificio que tuvo que hacer para dedicarse a la caza de sobrenaturales, para mantener la promesa que le había hecho a su mentor y la que se había hecho así mismo.
En ese momento un hombre ebrio se acercó hasta ellos, no estaba tan borracho como aparentaba, pero Jäger ya le tenía calado. No había apartado la vista de la chica desde que entraron. Así que terminaron las copas y el cazador pidió a Catherine dar un paseo, al menos se aseguraría que estuviera a salvo.
Cuándo salieron del club, el hombre salió minutos después, guardaba una distancia prudente y amplia, se movía con sigilo entre la gente y se amparaba en las sombras de la calle, ese hombre parecía un profesional, cuando Jäger acercaba a mirar a Catherine , aprovechaba para mirar la figura de reojo, en vano. Se difuminaba como el humo. Fue cuando abandonaban el centro de la ciudad para ir a la zona residencial de clase alta, cuando la chica se dio cuenta de la poca atención que el abogado le estaba ofreciendo- shhh- cuando giraron la esquina, Jäger puso la mano en su boca y la llevó contra la pared. Se asomó levemente para mirar por la esquina y el camino por el que estaban viniendo, estaba vacío- Alguien nos está siguiendo desde que hemos salido del club…- susurró sin dejar de mirar entre la oscuridad. Sacó de la parte de atrás de su traje la daga plegable que solía utilizar y se llevó el dedo a la boca, para señalar a Catherine que mantuviera el silencio. Le indicó que siguiera caminando, y Jäger aprovechó para ocultarse junto a la verja de una finca la que estaba comiendo la maleza.
Ahora el cazador era él, el hombre al ver que la chica caminaba sola, apretó el paso para alcanzarla. A lo que Jäger salió de entre las sombras y caminó detrás de él. Si hubiera sido un sobrenatural como un licántropo o un vampiro, le habrían olido en cuanto saliera de su escondrijo, así que se trataba de un humano. Se aproximó por detrás y justo en el momento en el que el hombre alargaba la mano hacia la chica, Jäger le cogió del pelo, le oglibó a echar la cabeza hacia atrás y dejó la hoja afilada sobre su cuello- ¿Quién eres? - preguntó en el momento que la chica se giró para ver el rostro del hombre- No debiste dejar a mi hijo solo puta. Nadie debería rechazarnos- dijo con un tono de voz reprochable y escupiendo al suelo en señal de repudio por Catherine. Estaba claro, que el comportamiento de la chica no estaba bien considerado. Guardó la daga y le dobló el brazo detrás de la espalda, obligándole a inclinarse hacia delante, mientras gritaba- Empezaba a pensar que no tenías modales- dijo Jäger sonriendo y ofreciéndoselo a Catherine- ¿Quién es? - preguntó. No mataba a humanos, pero si hacía falta le daría una paliza para que aprendiera lo que era asaltar a una joven en las calles, desarmada.
Jäger Hetfield- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Le gustaba ese hombre y siempre conseguía lo que quería, aun no sabía si para pasar esa noche juntos, alguna más o quizás para verse con asiduidad pero era atractivo, serio, mayor que ella y estaba claro que sabía divertirse. Al volver junto a él, ya vestida correctamente, retomaron la conversación y le escuchó mientras -ella sí- tomaba una copa de champagne. -Así que sigues el legado familar y con éxito por lo que parece. Brindo por eso-, elevó la copa hacia él antes de tomar otro sorbo. Se podía decir que ella tambien seguía el legado familar con éxito pero era tan diferente la vida de todos en comparación a la de Cat que nunca hablaba de sí misma cuando salia de palacio. -¿Eres abogado o detective?-, escondió la sonrisa tras la copa y encogió los hombros, -digamos que no te has equivocado y dejémoslo ahí, seguro que acabas descubriéndolo-. No tenía ninguna gana de hablar de ella, de su hermana y su reinado, de su deber como princesa... Era aburrido y justo de lo que huía esa y muchas otras noches. Se echó a reír, -¡oh, venga! Nunca debes imaginar cómo acabará algo, dejarse llevar es mucho más divertido-, esa era la única manera de vivir que, según ella, merecía la pena; ir abriéndose camino a medida que los momentos llegaban. Las personas precavidas siempre están preocupadas por si pasa esto o aquello, calculando qué hacer en cada paso que dan...
La pareja dejó las copas junto a más francos de los necesarios y salió de allí. La ciudad dormía ya, salvando a algunos salvajes como ellos para quienes la noche no había hecho más que comenzar. Sin embargo, pareciera que el hecho de haber salido del club hubiera afectado a la atención de Jägger para con la joven pues iba mirando más la calle en sí misma que a ella cuando le hablaba, -¿oye, te ocurre algo?-. Ahogó un sonido de queja cuando este la tapó la boca y alzó las manos dejando claro que no hablaría cuando la dijo lo que pasaba. Estaba claro para Cat que Jägger era más de lo que aparentaba, su aura había cambiado y debería haberse dado cuenta antes pero estaba más centrada en su ego femenino que en la realidad de lo que ocurría a su alrededor. Había pasado de un estado relajado e incluso confiado a estar oscuro y demasiado centrado para cualquier humano al uso. Aún así era él quien la estaba intentado proteger de quien la seguía por lo que siguió sus instrucciones y prosiguió el mismo camino, esta vez sola. Si algo se torcía era más que capaz de defenderse pero ese detalle Jägger lo desconocía.
Se giró tan pronto como pudo cuando escuchó el forcejeo tras ella, el cazador ya tenía al no tan desconocido bien sujeto imposibilitando que la pudiera tocar, -¡Frederick!-, casi le dio la risa al verle, -a mi hermana no le va a gustar nada esto cuando se lo cuente...-, comentó dando un paso a un lado para evitar el escupitajo. -Puedes soltarle, es el padre de mi cita de esta noche, del amable joven que pudiste ver en la ópera-, explicó a Jägger que seguramente estaba alucinando con la familiaridad de aquel encuentro, -bien, dejemos algo claro, no me voy a casar con él así que, ¿por qué insistir en juntarnos?-, preguntó aumentando la rabia del hombre. Si habí allegado hasta allí era porque pretendía hacerla algo, así que con la ayuda de Jägger revisó sus bolsillos sacando tanto un arma blanca como una pequeña botellita cerrada con un corcho y un pañuelo, -¿qué es esto?-, la pregunta obviamente no era para el cazador cazado sino para su acompañante.
Tras descubrir por confesión de Frederick que se trataba de un líquido para adormecerla y simplemente darla una lección, ambos estaban de acuerdo con no dejarle ir sin más. -Vas a pasar verguenza Frederick, mucha-, avisó antes de poner la maquinaria en marcha, Jägger no entendería de qué hablaba por lo que amplió su efecto para que él pudiera verlo también; entró en la mente de ambos e hizo que Fred estuviera desnudo por completo -en sus tres mentes obviamente-. -Vamos a dar un paseo los tres hasta que supliques por mi perdón Frederick, si no lo haces se te juzgará en la corte por atentado contra la corona inglesa-. Ya estaba en un instante se había descubierto completamente ante el cazador, ya era consciente de que se trataba de una hechicera y no una simple humana; y que formaba parte de la familia real inglesa.
La pareja dejó las copas junto a más francos de los necesarios y salió de allí. La ciudad dormía ya, salvando a algunos salvajes como ellos para quienes la noche no había hecho más que comenzar. Sin embargo, pareciera que el hecho de haber salido del club hubiera afectado a la atención de Jägger para con la joven pues iba mirando más la calle en sí misma que a ella cuando le hablaba, -¿oye, te ocurre algo?-. Ahogó un sonido de queja cuando este la tapó la boca y alzó las manos dejando claro que no hablaría cuando la dijo lo que pasaba. Estaba claro para Cat que Jägger era más de lo que aparentaba, su aura había cambiado y debería haberse dado cuenta antes pero estaba más centrada en su ego femenino que en la realidad de lo que ocurría a su alrededor. Había pasado de un estado relajado e incluso confiado a estar oscuro y demasiado centrado para cualquier humano al uso. Aún así era él quien la estaba intentado proteger de quien la seguía por lo que siguió sus instrucciones y prosiguió el mismo camino, esta vez sola. Si algo se torcía era más que capaz de defenderse pero ese detalle Jägger lo desconocía.
Se giró tan pronto como pudo cuando escuchó el forcejeo tras ella, el cazador ya tenía al no tan desconocido bien sujeto imposibilitando que la pudiera tocar, -¡Frederick!-, casi le dio la risa al verle, -a mi hermana no le va a gustar nada esto cuando se lo cuente...-, comentó dando un paso a un lado para evitar el escupitajo. -Puedes soltarle, es el padre de mi cita de esta noche, del amable joven que pudiste ver en la ópera-, explicó a Jägger que seguramente estaba alucinando con la familiaridad de aquel encuentro, -bien, dejemos algo claro, no me voy a casar con él así que, ¿por qué insistir en juntarnos?-, preguntó aumentando la rabia del hombre. Si habí allegado hasta allí era porque pretendía hacerla algo, así que con la ayuda de Jägger revisó sus bolsillos sacando tanto un arma blanca como una pequeña botellita cerrada con un corcho y un pañuelo, -¿qué es esto?-, la pregunta obviamente no era para el cazador cazado sino para su acompañante.
Tras descubrir por confesión de Frederick que se trataba de un líquido para adormecerla y simplemente darla una lección, ambos estaban de acuerdo con no dejarle ir sin más. -Vas a pasar verguenza Frederick, mucha-, avisó antes de poner la maquinaria en marcha, Jägger no entendería de qué hablaba por lo que amplió su efecto para que él pudiera verlo también; entró en la mente de ambos e hizo que Fred estuviera desnudo por completo -en sus tres mentes obviamente-. -Vamos a dar un paseo los tres hasta que supliques por mi perdón Frederick, si no lo haces se te juzgará en la corte por atentado contra la corona inglesa-. Ya estaba en un instante se había descubierto completamente ante el cazador, ya era consciente de que se trataba de una hechicera y no una simple humana; y que formaba parte de la familia real inglesa.
Catherine Mountbatten- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 20/10/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Jäger elevó una ceja al ver cómo el hombre se quedaba sin ropa, en cueros. Su cuerpo antaño fornido ahora estaba compuesto por pliegues y una barriga que asomaba de forma prominente. Compadecí a los hombres que se dejaban de esa manera, si tenías cosas que hacer lo normal era mantener la talla, no dejarse y ser un hombre fofo y bobo- ¿Cómo …?- pudo susurrar el cazador y al ver la predisposición de Catherine fue consciente de que no era humana al uso, sino una hechicera por lo menos. ¿Qué tenía que hacer con ella? No había escuchado atentados de hechiceros contra humanos como los sobrenaturales o los aulladores, pero aquello le parecía una ofrenda y más aún cuando la muchacha admitió que pertenecía a la corona inglesa- ¿Eres la princesa de Inglaterra?- preguntó el cazador dando una patada al hombre desnudo para que caminara y siguiera los pasos de Catherine. No andaba desencaminado cuando dedujo que pertenecía a la clase alta, pero nunca imaginó que se podía tratar de una princesa y menos sin la protección que debería tener.
Cuando caminaron, en silencio, Jäger mantenía la mano sobre su arma plegada, miraba como sus pasos les dirigían otra vez al núcleo urbano y los curiosos se iban asomando y corriendo la voz de que un hombre estaba siendo arrastrado desnudo por la calle, en señal de vergüenza y de frustración. Cuando la ciudad empezó a amanecer y a seguir con la mirada a los tres- ¿Ellos pueden verlo también?- preguntó ya que muchos se quedaban sin entender que pasaba, de ahí el cazador dedujo que no todo el mundo lo veía como ellos. Para entonces Jäger asintió a Catherine y fue este quien le despojó de la ropa, mientras sentía el frío y el aire invernal en la piel mustia y el cazador sonreía- Descansa, pequeña, ahora le toca sufrir a él- entre sollozos, el hombre empezó a pedir disculpas y tirarse de rodillas para sujetar la mano de la princesa, llorando. Miró la escena y no pudo evitar que en su boca apareciera una sonrisa ladina y de triunfo- Continúa- le dio otra patada y le arrastró cuesta arriba a la corte francesa, allí tendrían que estar los embajadores ingleses y las autoridades competentes para hacer justicia.
No tardaron en llegar al palacio, los embajadores les recibirían enseguida y Jäger se sentía completamente fuera de lugar. Aquello era presuntuoso, la nobleza francesa siempre había pecado de rococó y hortera, pero no esperaba ver todo ese pan de oro, los dorados y aquella pomposidad- Espero que tu casa sea más bonita que esto… es imposible que la realeza sea así de hortera- comentó en un susurro a su acompañante o más bien protegida. El hombre se arrodilló en el suelo y corrió a taparse cuando el cazador le tiró la ropa en las narices. Para entonces el embajador británico se personó en la estancia que ocupaban y miró la escena sin entender que estaba pasando, cuando este se arrodilló delante de Catherine, Jäger elevó una ceja y sintió que debía hacer lo mismo, así que agachó la cabeza lentamente en señal de reverencia y miró a la chica- ¿Y tu quién eres?- preguntó el embajador mirando a Jäger de arriba abajo, esta vez soltó el arma cubierta que llevaba y sonrió abiertamente- Soy Jäger Hetfield un conocido de la princesa y quien la ayudado a salir ilesa de este despojo humano- dijo con la mayor prepotencia que había encontrado. Aquel lugar sacaba lo peor de él y se notaba, además de dejar en evidencia la cadente falta de seguridad hacia la princesa-¿y deseas una recompensa, mercenario?- dijo con la cabeza estirada , con gesto altivo el embajador. Mientras Jäger miraba de reojo y con el ceño fruncido a la princesa- No necesito más dinero que el que tengo. No tengo precio, pero si integridad y por eso he ayudado a la princesa a llegar sana y salva- dijo posicionándose junto a Catherine y acercándose peligrosamente hacia el embajador. No iba a permitir que nadie le pasara por encima y menos alguien que no pertenecía a la nobleza, un político era una víbora y él lo sabía, así que ya podía esmerarse en hablar con la princesa y prestar atención a la demanda real, en vez de centrarse en Jäger, porque a este no le gustaban las medias tintas y era letal.
Cuando caminaron, en silencio, Jäger mantenía la mano sobre su arma plegada, miraba como sus pasos les dirigían otra vez al núcleo urbano y los curiosos se iban asomando y corriendo la voz de que un hombre estaba siendo arrastrado desnudo por la calle, en señal de vergüenza y de frustración. Cuando la ciudad empezó a amanecer y a seguir con la mirada a los tres- ¿Ellos pueden verlo también?- preguntó ya que muchos se quedaban sin entender que pasaba, de ahí el cazador dedujo que no todo el mundo lo veía como ellos. Para entonces Jäger asintió a Catherine y fue este quien le despojó de la ropa, mientras sentía el frío y el aire invernal en la piel mustia y el cazador sonreía- Descansa, pequeña, ahora le toca sufrir a él- entre sollozos, el hombre empezó a pedir disculpas y tirarse de rodillas para sujetar la mano de la princesa, llorando. Miró la escena y no pudo evitar que en su boca apareciera una sonrisa ladina y de triunfo- Continúa- le dio otra patada y le arrastró cuesta arriba a la corte francesa, allí tendrían que estar los embajadores ingleses y las autoridades competentes para hacer justicia.
No tardaron en llegar al palacio, los embajadores les recibirían enseguida y Jäger se sentía completamente fuera de lugar. Aquello era presuntuoso, la nobleza francesa siempre había pecado de rococó y hortera, pero no esperaba ver todo ese pan de oro, los dorados y aquella pomposidad- Espero que tu casa sea más bonita que esto… es imposible que la realeza sea así de hortera- comentó en un susurro a su acompañante o más bien protegida. El hombre se arrodilló en el suelo y corrió a taparse cuando el cazador le tiró la ropa en las narices. Para entonces el embajador británico se personó en la estancia que ocupaban y miró la escena sin entender que estaba pasando, cuando este se arrodilló delante de Catherine, Jäger elevó una ceja y sintió que debía hacer lo mismo, así que agachó la cabeza lentamente en señal de reverencia y miró a la chica- ¿Y tu quién eres?- preguntó el embajador mirando a Jäger de arriba abajo, esta vez soltó el arma cubierta que llevaba y sonrió abiertamente- Soy Jäger Hetfield un conocido de la princesa y quien la ayudado a salir ilesa de este despojo humano- dijo con la mayor prepotencia que había encontrado. Aquel lugar sacaba lo peor de él y se notaba, además de dejar en evidencia la cadente falta de seguridad hacia la princesa-¿y deseas una recompensa, mercenario?- dijo con la cabeza estirada , con gesto altivo el embajador. Mientras Jäger miraba de reojo y con el ceño fruncido a la princesa- No necesito más dinero que el que tengo. No tengo precio, pero si integridad y por eso he ayudado a la princesa a llegar sana y salva- dijo posicionándose junto a Catherine y acercándose peligrosamente hacia el embajador. No iba a permitir que nadie le pasara por encima y menos alguien que no pertenecía a la nobleza, un político era una víbora y él lo sabía, así que ya podía esmerarse en hablar con la princesa y prestar atención a la demanda real, en vez de centrarse en Jäger, porque a este no le gustaban las medias tintas y era letal.
Jäger Hetfield- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
No la importaba usar sus poderes, incluso disfrutaba con ello pero de ahí a usarlos delante de alguien que acababa de conocer había una gran diferencia. Había disfrutado de la compañía de Jäger porque le había tomado como un compañero de juerga, un posible hombre para deleitarse quizás, pero no confiaba en él, no se conocían y por tanto se había expuesto por partida doble al desvelar sus dos mayores secretos esa noche. Asintió a su pregunta pues ya no había vuelta atrás y la suerte estaba echada, si la intención del cazador variaba y pasaba a tratar de raptarla por ejemplo debería usar todo su poder para enfrentarle. Sin embargo, lo que ocurrió fue todo lo opuesto, vigiló al que se había convertido en su rehén hasta llegar a su destino y no se separó de su lado ni un instante. -No, no tengo tanto poder como para manipular la mente de todos, sólo de los más cercanos a mi-, Jäger tenía pinta de conocer de sobra la existencia de seres sobrenaturales pero quizás ella era la primera bruja que se había cruzado en su vida, que él supiera. Su gestó la conmovió del alguna forma, pareció entender que su poder mental era también un esfuerzo al que se sometía a sí misma y el hecho de que le quitara la ropa realmente la liberó de ese cansancio, solo pudo sonreír y agradecerle con una breve inclinación de cabeza.
-Que no te oigan hablar así no mandaran que tu cabeza ruede por la plaza-, comentó medio en serio medio en broma cuando le escuchó criticar el palacio. Sintió ganas de reír tras la respuesta de Jäger al embajador, nadie osaba hablarle así y aquello se había convertido en una guerra de gallos ante ella. -Embajador el tema aquí no es quién es él-, zanjó con la mayor frialdad posible, -este es el primer y único aviso que le voy a hacer, cuando yo requiera su presencia tendré su entera atención, ¿está claro?-, realmente había disfrutado viendo al cazador en acción pero no iba a tolerar que nadie la pasase por encima. -Ese hombre ha intentado raptarme hoy, solicito para él la pena de muerte pública pero dejo en manos del juicio que se celebre si se le rebaja la pena-, esperó impaciente a que tomara nota de sus palabras y a que se llevaran a Frederick detenido.
-En cuanto al señor Hetfield, se quedará a dormir hoy en palacio-, alzó una ceja en cuanto vio que el embajador tomaba aire para replicar, -no olvides cuál es tu sitio aquí, o dejará de haberlo-. Fueron las últimas palabras que dedicaría a aquel hombrecillo que de bien poco la había servido esa noche, tomó de la mano al cazador y le hizo avanzar con ella por los pasillos y salones hasta llegar a la parte más alejada y tranquila. -Si quieres irte puedes hacerlo obviamente, simplemente quería dejarle claro que no está aquí para opinar sobre la corona sino para servirla-, si bien Cat no era la típica princesa con aspiraciones al trono o a un matrimonio que la llevase a uno, llevaba muy mal que cuando daba una orden no se cumpliera. -Ahora bien, si quieres quedarte mi habitación estará abierta-, abrió la que sería para Jäger oficialmente y después las escaleras que llevaban a la suya, -por el pasillo de la derecha, la tercera puerta-, no hacían falta más datos para saber qué era lo que estaba ofreciendo. En otras ocasiones había usado su poder de encandilamiento para conseguir lo que deseaba de un hombre, pero esa vez no, veía algo en Jäger, algo diferente y no quería jugar con él sino dejarle hacer.
-Que no te oigan hablar así no mandaran que tu cabeza ruede por la plaza-, comentó medio en serio medio en broma cuando le escuchó criticar el palacio. Sintió ganas de reír tras la respuesta de Jäger al embajador, nadie osaba hablarle así y aquello se había convertido en una guerra de gallos ante ella. -Embajador el tema aquí no es quién es él-, zanjó con la mayor frialdad posible, -este es el primer y único aviso que le voy a hacer, cuando yo requiera su presencia tendré su entera atención, ¿está claro?-, realmente había disfrutado viendo al cazador en acción pero no iba a tolerar que nadie la pasase por encima. -Ese hombre ha intentado raptarme hoy, solicito para él la pena de muerte pública pero dejo en manos del juicio que se celebre si se le rebaja la pena-, esperó impaciente a que tomara nota de sus palabras y a que se llevaran a Frederick detenido.
-En cuanto al señor Hetfield, se quedará a dormir hoy en palacio-, alzó una ceja en cuanto vio que el embajador tomaba aire para replicar, -no olvides cuál es tu sitio aquí, o dejará de haberlo-. Fueron las últimas palabras que dedicaría a aquel hombrecillo que de bien poco la había servido esa noche, tomó de la mano al cazador y le hizo avanzar con ella por los pasillos y salones hasta llegar a la parte más alejada y tranquila. -Si quieres irte puedes hacerlo obviamente, simplemente quería dejarle claro que no está aquí para opinar sobre la corona sino para servirla-, si bien Cat no era la típica princesa con aspiraciones al trono o a un matrimonio que la llevase a uno, llevaba muy mal que cuando daba una orden no se cumpliera. -Ahora bien, si quieres quedarte mi habitación estará abierta-, abrió la que sería para Jäger oficialmente y después las escaleras que llevaban a la suya, -por el pasillo de la derecha, la tercera puerta-, no hacían falta más datos para saber qué era lo que estaba ofreciendo. En otras ocasiones había usado su poder de encandilamiento para conseguir lo que deseaba de un hombre, pero esa vez no, veía algo en Jäger, algo diferente y no quería jugar con él sino dejarle hacer.
Catherine Mountbatten- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 20/10/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
¿Había pedido la pena de muerte para ese hombre? La princesa era de armas tomar, no sólo tenía poder e influencia, sino que también era juez y verdugo. Sin entender de jurisdicciones y protocolo la princesa no sólo habái dejado en su sitio al embajador y posible “niñero” de la joven, sino que también se había ofrecido a él. El cazador tenía un ego grande, como cualquier hombre seguro de si mismo. Notó la mano de la princesa guiándole sin pudor hasta su habitación y después a la de ella, y precipitándose al vacío, aprovechó la ocasión. Entró con ella, sin mediar palabra se quitó la ropa, dejó a un lado las armas que llevaba y se sirvió un Whisky. Su cuerpo estaba mancillado por alguna cicatriz y dio un largo trago mientras se encontraba con la vista de Chaterine- No sólo soy abogado, también me ocupo de dar caza a lo que no debería existir en esta tierra- dio un trago largo y le ofreció el mismo vaso a su acompañante- No por hechiceros, de hecho tus habilidades pueden ser muy útiles en el futuro, cuando me encuentra en una encrucijada- le alivió, había aventurado sus pensamientos por muy rápidos que fueran. La chica le parecía maja, como esas chicas jóvenes que están aburridas de toda la riqueza y ostentación y necesitan la adrenalina que solo la rebeldía podía darlas. Sonrió ante ese pensamiento pues se reconocía en él- Yo era igual que tu de joven- le confesó- ¿No te aburre estar con un carcamal como yo? ¿Cuántos años te saco?- dijo algo consternado, quizá eso se viera fatal, pero ninguno de los dos era convencional. Aún así él tenía un identidad pública que mantener, por su negocio y el apellido de su familia. Y ella vivía en un mundo de lujo y hecho en cristal para que nadie que no fuera digno o de la realeza se acercara a ella.
Jäger Hetfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/11/2017
Re: Nuit Sauvage || Privado
Se entretuvo pasando las manos por las diferentes armas que el cazador había dejado sobre la mesa, había una gran variedad a pesar de –en apariencia- no llevar nada bajo sus ropajes. -Así que eres cazador-, comentó girando al fin para mirarle. Se le encontró desnudo y con una copa en la mano, ante tal imagen solo pudo sonreír. -Podemos entrenar juntos si quieres. No tendré tu fuerza pero estoy segura de que mi mente puede jugarte una mala pasada, así nos fortaleceríamos ambos-, ofreció al tiempo que se servía ella misma una copa para acompañarle. -Deduzco que vas a quedarte a dormir conmigo así que me pondré cómoda yo también si no te importa-, desapareció por detrás el biombo que separaba la zona de la cama de la de los armarios y reapareció una vez tenía ya la bata sobre sus hombros. -¿Cuándo eras joven?-, tuvo que echarse a reír, tenía claro que era mayor que ella pero seguía siendo atractivo y fuerte, no como los miembros de la corte que no hacían más que comer y tenían que pagar por tener sexo. Jäger tendría lo que todos ellos deseaban y por placer, no por dinero. -Tengo veintidós años, ¿cuánto me sacas? Dímelo tú-, le quitó el vaso de la mano y lo dejó en la mesa antes de tirar del cuello ajeno para besarle, -si crees que debes irte eres libre de hacerlo, no soy tu carcelera-, vaciló retirándose. No iban a acabar casados, o al menos no era la idea -ni de lejos- de Catherine, pero podían pasarlo muy bien. Allí no era o todo o nada, era cuestión de buscar el equilibrio entre los dos.
Catherine Mountbatten- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 20/10/2017
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