Will you save me? [Privado]

por **Katya Berdiáyeva** Miér Oct 18, 2017 10:26 am

¿Qué era lo que había pasado? ¿Por qué estaba ahí esa noche? ¿Realmente era tan inútil que no pudo mantener ni siquiera su trabajo como esclava?; la mente de Katya no le daba tregua pues aún no terminada de comprender como es que había acabado siendo vendida por sus dueños después de tanto tiempo a su lado. Aquellos amos suyos, que fueron antes de todo sus salvadores, la habían moldeado a su antojo, vuelto una muñeca perfecta a la cual podían manipular a su antojo y ahora, sin previo aviso, la echaban a la calle.

Los traficantes de esclavos que llegaron por ella tampoco le dijeron que ocurría y ella no fue capaz de preguntarles ni a sus amos, ni a los traficantes, que era lo que pasaría ahora con su persona, quizás porque tenía miedo de escuchar la respuesta que cualquiera de ellos pudiera darle. Así que en completo silencio y sin mirar atrás, Katya abandono la casa que durante tanto tiempo fue su hogar y comenzó entonces la travesía para encontrar un nuevo hogar.

La castaña llevaba cerca de tres semanas en manos de los traficantes, que si bien le ofrecían tanto a ella como al resto de la mercancía alimento suficiente para mantenerlos sanos, no le ofrecían a la esclava aquello que más deseaba… sangre. Esa noche en particular, los traficantes habían decidido que los callejones eran un buen sitió para subastar esclavos y Katya, fue una de las primeras elegidas de la noche para subir al escenario. La muchacha podía distinguir un montón de rostros que la observaban fijamente, escudriñándola; pero pese a la cantidad de ojos que se posaban sobre su figura, la atención de la esclava no estaba para nada puesta en ellos, así como tampoco estaba puesta en la voz vociferante cerca de su oído, voz que se enfocaba en tratar de venderla a un buen precio.

Katya tragó con dificultad y entreabrió los labios. La sed la estaba volviendo loca y se convertía poco a poco en lo único que la muchacha podía pensar. Desesperada, levanto la mirada al cielo y pidió porque ocurriera un milagro, eso pese a saber que para una pecadora como ella, los milagros eran un lujo al que no se podía acceder.

por **Aitor Valerio** Lun Oct 30, 2017 7:58 pm

Esa noche, Aitor estaba paciente. No quería nada más que terminar la ardua misión de escoger esclavas que estuvieran sanas de salud y en buen estado físico para los juegos de la Orden, y después echarse en su soledad de su oscura habitación para descansar de la incesante batalla que ha sufrido anterior a la actual venta de esclavos. De todas maneras, la venta tendría que ser rápida. Le fue ordenado que trajeran cinco por el momento. Cinco para cada miembro de la orden o al menos dos para cada uno mientras compartían, aunque Euphoria no comprendía en realidad lo que significaba aquella palabra. De todas maneras, tenía que concentrarse.

Aquella noche, vestía un traje oscuro y con capa de caballero para aparentar que necesitaba algo de ropa, su bastón con empuñadura de oro y piedras preciosas de oro, se cernía sobre su pálida piel. Se lamia los labios exasperados, esperando a que algo esperaba mientras entre los dedos de su otra mano agarraba una copa con cierto licor especial para los de su especie. Riéndose dentro de sí se quedó observando alrededor. Había demasiado ricachón, demasiado hipócrita aunque Aitor a veces lo era, no los culpaba, los vampiros, al envejecer, sufren la maldición de la eterna soledad, Aitor se convirtió para sobrevivir, sus memorias son tantas que no a veces no consigue recordarlas del todo por ello, a veces desea poder detenerse en la eternidad, pero luego recuerda que tiene una familia aunque no sea relacionado por sangre.

Aitor comenzó a irse a su sitio, hacia el asiento que tenía su nombre, cartones con números que se referían a cantidades de dinero obviamente y una pancarta verde y otra naranja tirando para rojo. La verde tendría que significar que estaba de acuerdo, y el naranja rojo, a lo mejor es que no estaba tan de acuerdo. Bueno, esperaba que la subasta comenzase de un momento a otro debido a que sentado en la silla, esperando le volvía loco si es que ya no lo estaba ni por asomo. Sentía que estaba nervioso. No quería fallar a la Orden, ya que esta, le salvo la vida y se lo debe, por lo que está dispuesto a luchar por su puesto en la Orden, estar con Issandra, que más o menos se llevan bien, lástima que la chica fuera de la otra acera.

por **Katya Berdiáyeva** Vie Nov 17, 2017 12:31 pm

Katya se relamió los labios y de no haber sido porque recibió un codazo del hombre que iniciaba con su venta, se los habría mordido hasta sangrarlos, solo para poder deleitarse unos segundos con el sabor de la sangre, pese a que su sangre no aliviaría la sed tan intensa que experimentaba.

El hombre que le hubiera golpeado ligeramente con antelación, dio una reseña rápida de la vida de Katya, nada impresionante, todo simples detalles respecto a su obediencia y a sus habilidades, detalles que podían acelerar su venta. Sin deseos de prestar demasiada atención a lo que se decía respecto a ella, la esclava dirigió su vista a los asistentes quienes sentados todos, charlaban entre ellos o la observaban fijamente, decidiendo si era o no, una buena adquisición. Después de un par de minutos observando a los asistentes, Katya se percato de algo peculiar. En la parte trasera del lugar, muchos asistentes permanecían de pie y en lugar de mirar en dirección a la venta, se miraban los unos a los otros, como si estuviesen planeando algo. La esclava permaneció con la vista clavada en ellos hasta que uno de los individuos la observo, para dedicarle después una sonrisa socarrona que la llevó a estremecerse. Algo no estaba bien y tenía que advertir a los demás.

Con confusión y algo de nerviosismo, Katya giro el rostro hasta el hombre a su lado que continuaba hablando de ella.
– Creo que hay un problema – susurró por lo bajo – tiene que detener la ven… – su frase se quedo a medias, pues repentinamente el grupo que permanecía de pie, el mismo que le daba mala espina se lanzo a atacar a los asistentes a la venta, así como a los esclavos. En el pánico del momento, el vendedor al lado de Katya la arrojó contra el suelo y antes de que la esclava tuviera la oportunidad de incorporarse, le llegaron más golpes que le impidieron hacerlo, pues todos los asistentes, en su temor, iban de un lado a otro sin prestar atención real a lo que hacían.

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