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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por William B. Midgard Jue Oct 26, 2017 2:00 pm

En mitad de la tormenta. 1:30 am.


El cielo rugía, se partía en dos, casi de forma tan literal como el mar, tan helado como embravecido escupía olas como un maldito condenado escupe maldiciones desde su celda en el Infierno mas profundo. Los truenos y la lluvia no eran las únicas voces que arrastraba el viento, también arrastraba un conjunto de voces masculinas del mismo modo que el de unos tambores de guerra. Tras la enorme ola que guardaba una gran sombra bajo ella salía un pequeño barco, pequeño.. en comparación, pues era de los Drakkars mas grandes que había por estas aguas en esta época del año. Sus velas eran rojas y llevaban tejido en ellas un Jolly Roger en forma de calavera de Carnero con una Trenza hecha a un lado. Por cada costado del Drakkar había una ristra de remos que se movían con la fuerza de los mismísimos dioses a la vez que los tambores y las voces eran hechas melodía.

Un rayo cayó cerca. -¡Capitaaaaaan! -¿¡Si, Marinero Mislav? -¡El mar vuelve por babor! -En aquellos momentos el Capitan sonrió como si con ello desafiara al propio destino. -Que venga. Le desafió. ¡Todos nosotros desafiamos a nuestra madre la Mar! ¡Por eso nuestra madre no nos querrá de vuelta en su vientre! ¡Gritad marineros de agua dulce! ¡GRITAD! ¡No os OIGO! -Todos los hombres remaban al ritmo del “Oah, oah, ¡Oah!” El hombre que capitaneaba el Barco se llamaba William “Bones” Midgard, un Pirata que se había ido labrando un nombre por estas tierras, incluso para uno de los Reyes de Noruega. -¡Que no paren los tambores, Hijos de Odin! ¡Nuestro destino es Jonkvirr! ¡Una tierra llena de riquezas bajo esos pantanos! -¡Bones! ¡Bones! ¡Bones! ¡Bones! ¡Bones! -Gritaban en coro hacia su capitán quien les conducía a una riqueza sin par, cerca de la Loma de los Susurros, en lo que llaman la Montaña del Dragón.

William se paseó por la cubierta del Drakkar y Mislav se acercó de nuevo. -Capitán Bones, imagino que estará.. -Al tanto de la situación, si, lo estoy, Marinero Mislav. Se hacia donde vamos, hacia mi tierra natal. Y se las habladurías sobre la tierra maldita y desolada que es Jonkvirr. -En los ojos del Pirata se dibujaron titileos de misterio. -Se dice que en esa tierra.. es la Tierra de Brujas, faunos, demonibestias, Lessens… y todo tipo de Draugr’s. -Fue pronunciar la palabra Draugr y todos se encogieron como si fueran nenazas. Pero era la intención, por supuesto. -Marinero Mislav, ¿Sabria decirme que es un Draugr? -Por supuesto, Capitan. Un Draugr es el espiritu de un antiguo Nórdico que no ha conseguido descansar en paz bien por su destino, bien por su pira funeraria o bien por magia abyecta que lo haya levantado. En otras palabras, es un No-Muerto con las capacidades de lucha que tuviera el hombre en concreto. Incluida la magia, si era hechicero.

William asintió orgulloso de su contramaestre cuando la vela mayor fue rajada sin parangón, lo que hizo que el barco virase y el timón casi se partiese por la fuerza del viento. Los ojos de Bones se inyectaron en puro ambar, brillaban en la oscuridad mas ténue y sus colmillos se agrandaron por la excitación del momento. -¡Nogvir! ¿Que ves? -¡Son sirenas, Capitan! ¡Sirenas dragón! -Las sirenas dragón no eran unas sirenas corrientes, no perdían el tiempo embelesando a estúpidos hombres, puesto que de eso no abundaba en estos mares, si no que desarrollaron escamas y protuberancias hasta formar unas extrañas alas con las que pueden planear una vez cogido el impulso suficiente ayudándose del nado tan rápido que podían tener. Lo que si tenían eran unos chirridos que podían reventar el oido de un hombre medio. -¡Taparos los oidos, malnacidos insensatos!
William no conocía el miedo, era lo suficientemente estúpido y temerario como para ir hacia su muerte con los brazos abiertos y de frente. Una de esas arpías chilladoras pasó por el lado de Mislav derribándole pero William saltó hacia la espalda de la criatura con el cuchillo en mano. La criatura seguía volando y chillando. -Egggh… como te huele el aliento, tía. -Puso una mueca extraña y recordó que estaba haciendo allí. Sin dudarlo más clavó el cuchillo en el ala derecha de la Sirena y la rajó, causando que ambos cayeran al mar.

¡Demonios! El mar.. estaba gélido como el aliento de Bor pero William era un gran nadador, no en vano uno de sus sobrenombres de aquellas tierras era Braggi. La criatura, que seguía viva, forcejeaba contra el cuerpo de Will pero los ojos de este eran dos llamas en estos momentos. Pronto, la excitación ganó a la razón y el cuerpo del Pirata comenzó a mutar en mitad de la propia pelea. La Sirena no sabía que estaba pasando pero clavó su boca llena de fauces afiladas como el abismo en el cuello de William Bones. Un gran error por parte del Monstruo, aquello no hizo más que acelerar la adrenalina y la forma de un enorme Crinos apareció dando una dentellada a la espalda del Monstruo y literalmente, despellejándole viva. El agua se tiñó de sangre en abundancia pero no fue eso lo que llamó la atención del perro, si no una cadena de explosiones en su Drakkar. Salió a la superficie, aún bajo la forma de Crinos. Sus ojos contemplaron como algo atacaba a su barco, con magia, con hechicería. El Drakkar de William Bones.. Estaba en llamas y se iba a pique. Solo alcanzó a ver una forma lumínica, cilíndrica o esférica mas bien.. ¿Un Djinn? Pensó. Pero no tuvo tiempo, el viento arrastró parte de la madera astillada de su barco y le dio directamente en el rostro dejándolo inconsciente.




Spoiler:
En algún lugar del naufragio. Playa de Jonkvirr-Vadr. 7:00 am.



William habia sobrevivido una vez mas. Desnudo, mojado y aún inconsciente, los Sumergidos, Criaturas del Tipo Necrófagos, se acercaban al cuerpo para ver que era aquello. Criaturas viscosas con escamas aceitosas y casi ciclópeas, con un sonido que parecían estar regurgitando constantemente. Se agachaban y formaban un círculo, inspeccionando la piel del Perro, con algún moratón por la odisea que acababa de vivir.
Una flecha incandescente atravesó la cavidad de la boca de uno de los Sumergidos. Tras esa flecha le siguieron otra, y otra mas, hasta acabar con el grupo de 6 Necrófagos. Quien fue el causante de ello.. No se sabe.





En alguna celda maloliente de algún lugar de Jonkvirr. 23:05 de la noche.



William abría los ojos. -Q-que ha pasado.. ¿Por que la cabeza me da vueltas? -No se veía un pijo. Estaba todo a oscuras. Una pequeña ventana en la esquina que actuaba como respiradero por la cual, parecía entrar un poco de luz de la luna, tampoco mucha. Volvió a desmayarse, sin saber donde estaba, quien le había llevado allí o siquiera el por qué. Tampoco sabía que había pasado con su tripulación, por ahora no recordaba a su Drakkar dirigiéndose al Helheim, pero escuchaba ruidos, algo o alguien se acercaba a su celda, ¿Quizá alguien que han capturado y le vaya a hacer compañía?





Criaturas:

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Última edición por William B. Midgard el Sáb Dic 02, 2017 6:16 am, editado 1 vez


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Mensaje por Ingrid Östberg Jue Nov 23, 2017 4:02 pm

Lo que arrastraban hacia el interior de la celda de William no era más que un bulto de carne envuelto apenas en harapos., lo soltaron como si se tratase de un saco de patatas y el amasijo de carne abierta se quejó por el impacto, pero ni fuerzas tenía para quejarse en voz alta.- A ver si tienes suerte y te comen los lobos.- Desde luego es mucho mejor que la pira. - Los guardias negaron con la cabeza, no parecían alegrarse del estado de la chica pero tampoco se apiadaron lo suficiente como para darle una celda separada.

La piel de su espalda se había separado por los repetidos latigazos que habían mordido su carne, apenas tenía fuerzas para moverse, pero hizo el esfuerzo. Apoyó las palmas de las manos en el suelo, varios dedos de su mano derecha señalaban direcciones completamente imposibles. Estaba tan débil y dolida como para que le diera exactamente igual si un lobo o una jauría se la comía, cualquier cosa sería mejor que volver a la sala de tortura. Se estremeció sólo de pensarlo pero ni fuerzas para sollozar tenía ya. Aunque intentaba arrastrarse hacia la esquina más alejada de la celda, no pudo hacerlo. Dejó caer la cabeza en el suelo y se cubrió la mano rota lo mejor que pudo, guareciéndola contra su pecho. Aun tenía las marcas de las lágrimas que habían surcado sus mejillas, pero ni eso ya le quedaba.

No estaba sola, pero tampoco tenía ánimos para averiguar si en verdad era una amenaza o no, a saber qué locuras se le ocurrían a un hombre arrestado como era aquel. Su mente navegaba entre la consciencia y el sueño, pero tenía tanto miedo que aquello le permitía permanecer despierta.


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Mensaje por William B. Midgard Jue Nov 23, 2017 4:32 pm

En la celda. 00:00 de la noche.





D
aba golpes contra la pared en repetidas ocasiones, algo comenzó a inquietarle de manera tan sobrecogedora que se le erizaron todos los pelos del cuerpo. Su cuerpo mutó sin quererlo y a media metamorfosis se formó la forma de un Glabro casi a medio hacer. William comenzó a sentir el frío aliento de la muerte pero no por estar allí dentro, no por que le capturasen. Ni siquiera por no saber donde estaba o como iba a lograr salir, no. Comenzó a sentir aquello por una razon y otra agravante de ésta. La razón era a quien arrastraban hacia su celda, que mas que una celda parecía una Pocilga. Lo mas probable es que llevaran años sin limpiar los restos de quienes van padeciendo en aquél lugar.

Observó a quien tiraron casi a sus pies, solo que Will estaba protegido por la oscuridad. Escuchó hablar a los guardias o cazadores o raptores, lo que coño fuesen y luego una voz femenina, quebrada del todo menos de orgullo y dignidad. Dio una ligera mirada en cuanto cerraron la puerta, pudo ver como tenía desgarros de latigazos, quien quiera que los diese era diestro en aquél arte y sadismo. No obstante el Perro seguía nervioso su corazón iba a mil. Salió de entre las sombras, transformado en Aquello aún podía hablar, articular palabras en idioma común. Mostró sus garras. -¿Quien eres? -Preguntó la bestia desde la oscuridad. -¿Por que te han traido a MI celda? ¿Donde estamos? ¿Por que nos retienen aqui? ¿Quienes nos han capturado? -Las preguntas, palabras, frases, habladurías salían de la boca del Glabro atropelladamente. Su pecho articulaba cada vez mas rápido, su instinto animal estaba por las nubes. Aquella mujer era de todo, menos humana.

-¿Qué eres? Hueles extraño. -Se acercó para olerla mas despacio, todo lo despacio que le dejaba su nerviosismo. Le daban descargas de adrenalina, Will no sabía que le ocurría pero su lobo interior parecía que si. Agarró a la muchacha, por el cuello aunque sin apretar ni hacerle daño. La puso contra la pared, aprisionada en el barrote de su brazo sin que sus pies tocasen suelo. El Perro mostró sus ambarinos orbes que traslucían en titilos por la poca luz que entraba de la ventana. -Hueles a magia.. poderosa. A pantano. A sangre y lujuria. A perspicacia... -Su voz era la de una bestia. -Dime, mujer, ¿Donde estoy? -Le costaba pensar, miró hacia el suelo, tenia mucho que preguntar pero sobretodo.. quería hacerle una pregunta en concreto. Hizo un esfuerzo titánico para poder dar con ello. -¡La luna llena! Si.. eso. ¡Ayúdame con eso! ¡Mañana, será luna llena y estoy aqui encerrado! ¡Hueles a bruja! ¡Tienes que ayudarme! -Por supuesto, él le devolvería el favor. ¿Cómo? Bueno, ya improvisará. Ahora estaba demasiado nervioso como para pensar inteligentemente. Y eso que ya le costaba estando normal.


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Mensaje por Ingrid Östberg Jue Nov 30, 2017 4:21 pm

Ingrid no estaba para responder preguntar, pero ni a una ni a ninguna. Quería arrastrarse al rincón más oscuro de aquella cochina celda, morir en paz, dejando que el cansancio y el dolor la consumiera, pero el griterío y la histeria de aquel hombre hacían que su cabeza también entrase en combustión espontánea, no quería escucharle, le dolía tanto, sus palabras taladraban tanto sus oídos que estuvo a punto de suplicarle que se callara, pero no le dio tiempo. Lo primero que notó fueron los fríos dedos cerniéndose en su cuello y poco después una explosión de dolor tan voraz que le hizo recuperar completamente la conciencia, aunque fuera solo por un segundo, en el que abrió mucho los ojos y gritó con toda la fuerza que le quedaban en los pulmones. La roca viva contra su carne rota fue lo que le hizo estallar en lágrimas. La primera rodó por su mejilla con timidez, pero la sucesivas fueron como ríos de lava recorriendo su mugriento y pálido rostro.

Hacía rato que no era capaz de seguir el hilo de sus palabras y ni siquiera estaba haciendo un esfuerzo por entenderle, pero las palabras del inquisidor justo antes de lanzarla a los guardias habían sido muy claras. Con los ojos de nuevo más cerrados que abiertos, miró al licántropo, era bastante evidente para ella, aunque toda su fuerza y su poder se marchitase rápidamente, ya no podía resistirse más y si ya había sido permanecer despierta después de la tortura, ahora sencillamente era imposible. Miró a los ojos al lobo y sus labios se entreabrieron, temblaron y apenas susurró.- Mátame ya.- Suplicó, mientras las lágrimas salían de sus ojos, no quería más dolor, ya había tenido suficiente.- Que sea...Rápido. Por fav…-La bruja se desvaneció.


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Mensaje por William B. Midgard Vie Dic 01, 2017 5:48 am

En la celda. 00:08 de la noche.







Varios de aquellos detalles sirvieron para contribuir al despertar de aquella estúpida sensación de la que era presa en estos momentos el Perro, únicamente para obtener otras sensaciones nuevas que ni él mismo se percataba en estos momentos. Su respiración comenzaba a bajar el ritmo frenético del que estaba provisto hace unos minutos. Sus orbes ya no titilaban como el fuego del caldero y su musculatura se encontraba bajando también. Se dio cuenta de las lagrimas que caían por la tez de la chica, bueno, Chiquilla.. Por que era bastante joven. A Will se le cayó el alma a los pies. La soltó enseguida, ahora su shock era por algo muy distinto a la preocupación de pasar una Luna Llena allí encerrado. La observó.

El Pirata buscaba porqué lloraba aquella niña por que estaba claro que aún no era consciente de que él mismo, bajo su estado, la empotró teniendo heridas en la espalda, heridas que él ha visto antes pero que no pudo razonar. Movía la nariz puesto que esa sangre desprendía ese hedor tan particular junto a la suciedad, mugre y tortura. El grito que había pegado le había roto en dos. Mas fueron las siguientes palabras lo que del todo destrozaron al Licántropo, que si bien podía ser el mas fiero y agresivo de los animales, tambien era un tierno y un bobalicón. Dio dos pasos atrás. -¿Co-como voy a matarte? Yo.. No se ni donde estoy. -Y era cierto, esa sensación de incertidumbre. De no saber que le ha pasado a tu tripulación. De no entender nada. De no recordar nada. Y ahora, para colmo, se sentía cruel, culpable y tirano por a aquella niña hacer daño. -¿..Niña? -Susurró, pero fue en vano, la bruja ya se había desvanecido hará unos segundos. Estaba tumbada, en el suelo, mientras los regueros de sangre conformaban pequeños riachuelos.

William no soportaba aquello, era su culpa, toda suya, o eso asumió él. Se transformó en su forma de Lupus, un enorme Lobo de color caoba y de ambarinos ojos. Olisqueó con la trufa y con las orejas gachas se acercó al cuerpo mutilado de la muchacha. Buscó a tientas sus feas heridas, su carne masacrada, la mugre podía infectar aquello y no iba a dejar que ocurriera. Se sentó. Se tumbó a su lado, dándole calor al cuerpo con su pelaje y agachó el morro hasta tocar con los labios la carne viva. Lamió con extrema suavidad, mimo y amor, como si en cada lametazo le fuera la vida, emitiendo esos pequeños sonidos lastimeros. En aquél momento tomó una decisión que marcaría uno de los rumbos de su vida: No se volvería a dejar llevar jamás por la incertidumbre, nunca más. Se quedó cuidándola y lamiéndola para tratar de sanarla durante toda la noche.

Spoiler:


En la celda. 06:00 de la mañana siguiente.







-La comida. Chucho de mierda y puta de los demonios. -Un plato con pan mugriento y probablemente, salivajos y sabe Odín que más fue traspasado por los barrotes de la celda. William abrió uno de sus ojos, lo había escuchado y aún estaba transformado en Lobo, con la lengua casi dormida y cansada de tantos lametones que aún seguían siendo ejecutados. Se quedó con la cara del tipo y con su voz. Pero ahora, esperaría a que la chica despertase, le daría a ella la comida entera pues él no tenía hambre. -Supongo que tendrás preguntas.. igual que las tengo yo. -Pues ambos estaban en la misma celda.. mejor estar bien, y todo lo cómodo que se pueda estar. No obstante, Will seguía sintiendo el aura de la hechicera.. Guardaba algo en su interior, pero eso ya le daba igual. Ahora mismo: Sería su guardián.


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Mensaje por Ingrid Östberg Miér Dic 27, 2017 3:55 pm

Ingrid no se percató del cambio que sufrió el hombre al ver que se desvanecía, pero se sorprendió cuando pudo abrir los ojos una vez más. Suponía que ya estaría muerta, pero el dolor le dijo que no era así, además no sentía frío, su vida con los dioses estaba llena de ventiscas, hielo y frío, a pesar de estar tirada en una celda y sentir las piedras del suelo clavándose en su piel sentía hasta calidez. Miró al lobo, parpadeando, aun con la cabeza embotada y terriblemente agotada. No se molestó en incorporarse porque de todas maneras le dolía todo hasta la saciedad y cuanto más salía del sopor, más doloroso era estar despierta. Se contuvo para no sollozar, porque las heridas abiertas escocían como nunca. y la quemadura ardía como si apenas se la hubieran hecho hacía unos minutos.

A pesar de todo, sentía la lengua del animal calmando ese dolor cada vez que pasaba por sus heridas, al menos había evitado que se desangrara aunque ella mejor que nadie sabía que lo mejor para una herida era que se secase pronto, el licántropo estaba contribuyendo a mantenerlas limpias. Necesitó unos cuantos minutos más, antes de empezar a incorporarse, colocando las manos lentamente en el empedrado para ir alzando la espalda que no hacía más que tirarle de todos los puntos donde la carne estaba expuesta. Se cogió el vestido rasgado con una de las manos mientras seguía ayudándose a levantarse, hasta quedarse sentada, con las piernas encogidas hacia un lado. Miró al lobo, debía habérsela zampado, pero no veía la locura del hambre en sus ojos, ni el brillo de la inestabilidad, además sabía quién era, recordaba al hombre que había visto cuando la soltaron allí y sabía lo que era.

Miró el pan mohoso y mugriento e hizo una mueca de asco, no quería ni pensar qué le habían echado encima, no tenía tanta hambre como para arriesgarse a comer esa porquería, pero si mataría por un poco de agua. Se frotó los ojos, quitándose las legañas pero no conisguió deshacerse de la suciedad.-..No lograré entenderte si no cambias de forma, Hijo de Hati.


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Mensaje por William B. Midgard Vie Dic 29, 2017 12:01 pm

En la celda. 06:00 de la mañana






Las perlas doradas del lobo seguían incandescentes como dos soles incrustados en cada cuenca de aquél rostro joven y temerario que ahora lleno de pelo pardo quedaba. Giraban, vibraban durante segundos y estudiaban con conciencia cada rincón de aquél mohoso lugar pues quizá el acero de los barrotes o la pared le contase la historia que necesitaba saber para ubicarse, pero no lo conseguía, tan solo podía apreciar los titileos de las lumbres en pequeñas velas que usaban los Guardias para hacer la ronda por aquél hediondo pasillo que de aquí a nada comenzaría a salpicarse de gritos y almas agonizantes que ni siquiera Davy Jones quiere en su regazo.

Volviendo en sí tras la frase débilmente hilada de aquella ajena boca se dio cuenta de que la razón a aquella chica no le faltaba, convertido en lobo tan solo podía hablar en el idioma de Hati y Fenrir, el idioma Lupus. Cerró los ojos y volvió a convertirse en aquél rudo hombre con miles de cicatrices repartidas por el paisaje de su musculatura, cada una contaba una historia diferente de las millares que tenía el Perro para contar, algunas en tierra, la mayoría en alta mar y en islas desiertas. Estaba completamente desnudo debido a la transformación pero Bones no sentía pudor ninguno, ni ahora ni nunca.

Iba a contestar a la frase anunciada por la chica cuando sintió los pasos cerca, dos guardias, uno de ellos borracho como una cuba. William arrinconó indoloramente a la extraña contra la pared poniendo sus labios a milímetros de los suyos pero sin tocarlos, pues no era su intención por mucho que quisiera. El era un caballero con las chicas. Se escuchó el sonido de una llave pero Will emitió un gruñido. -Parece que la puta ya tiene perro que la monte. -¿Si? ¿Y eso quien lo dice? Es la única furcia que hay estos días aquí y yo necesito descargar los putos huevos. Ya podría mi mujer estar la mitad de caliente que esas brujas del Pantano. -Los ojos de Midgard brillaron en la oscuridad se contrajeron hasta el límite quedando un rostro de furia absoluta. Mostró sus colmillos a mitad de la transformación, pero antes susurró. -Cierra los ojos y pon cara de mal estar, chica. -Se giró bruscamente, abriendo las fauces cuyos incisivos quedaban unidos únicamente por dos hilos de saliva, gruñendo fuertemente hasta acabar en un rugido atroz. -Esta perra es mía y tiene dueño. Vosotros no traéis plata para negar mi furia, de modo que si no os largáis, no solo me la follaré a ella mientras miráis, si no que después iré con vosotros y os mataré mientras meo en vuestros cadáveres violados y vejados, adornados por un bonito mensaje de que William Bones Midgard os folló el culo mientras gritabais como nenas.

Aquellos dos guardias no eran lo suficientemente fuertes como para enfrentarse a un Licántropo en plena furia de Hati y mucho menos si no llevaban plata con la que cegarlo, de modo que no tuvieron opción más que la de creer las obscenas palabras del Capitán Pirata que ya no capitaneaba a nadie mas que a sí mismo. -Por hoy.. te la dejamos a ti para que no te la tengas que pelar solito, perro. Tarde o temprano, esa zorra sabrá como es la textura de una buena polla de verdad.  -William no se lo pensó dos veces, saltó hacia ellos pero justo cerraron la puerta con llave de nuevo. Los ojos del pirata estaban sitiados por una ira inconmensurable.









En el Sleipnir. 05:00 de la mañana. Alta mar.




William despertaba con el sonido de la lluvia caer sobre las olas y parte de los ronquidos de la Tripulación que capitaneaba. El sudor frío le recorría parte de la frente y su pectoral derecho, ahora adornado por un tatuaje de un Lobo con una Trenza a la derecha. Observó las dos camas que permitía en su Camarote de Capitán, una era de Faye, y la otra era la de Corbin. Se levantó con dificultad y miró por la ventana aún sudando en buena cantidad. -De nuevo ese sueño.. -Miró hacia el cielo, aún quedaban estrellas aunque el azul ya se estaba comiendo el oscuro color de la noche para dar paso al día semi-nublado. -¿Por que sueño siempre.. justo ese fragmento.. Ingrid? -Susurró musitando para él mismo. Suspiró.

Se acercó a la pequeña tuna que había en su Camarote, seguramente la había usado antes Faye para asearse y es posible que Corbin también, pero no le importaba, necesitaba lavarse la tez y mojarse la nuca para tranquilizarse. Se miró su reflejo en el agua, aquellos ojos que eran el terror de sus enemigos y el cobijo de sus amigos. Tras mojarse bien alcanzó a mirar el enorme cuerpo de Lockwood de forma dubitativa, ya le había contado en algunas ocasiones a Corbin lo ocurrido en sus sueños ya que él tenia reminiscencias de hechicería y podría ayudarle, pero hasta ahora solo le ha servido para desahogarse. Sonrió no obstante, mientras se acercaba de nuevo a su cama. Una vez tumbado, cerró los ojos, suspirando… También se lo acabaría contando a Faye, pues junto a Corbin, eran sus mas afianzados amigos, a ellos dos le podía contar todo, y eso en un Capitán era muy necesario por el peso del Sombrero.









En la celda. 06:10 de la mañana    



Volvía al lugar de aquella chica, parecía menos asustada que horas atrás, eso no le disgustaba al Lican. Acarició sus hombros con suavidad y decisión mirándola directamente a los ojos. -Me disculpo si algo de mi vocabulario te ha molestado, pequeña, pero saben quién soy, me temo, y tengo que comportarme como tal, o ese adefesio te habría violado. -Se quedó pensando. -Bueno, en realidad no, pero le habría tenido que matar y habríamos tenido mas problemas de los que ya tenemos. -Finalmente sonrió, tratando de descargar un poco la tensión que reinaba en el lugar, la escena, el momento. Miró hacia la pequeña ventana allá arriba casi en el techo. -Es de día ya.. Esta noche es luna llena. -No se preocuparía ahora por eso, ya hizo el numerito ayer, cuando estaba mas confuso que nunca en su vida. Primero quería saber quien era ella y por que estaban los dos ahí, ya habría tiempo para pedirle algún tipo de cura para la Noche de luna llena a esa hechicera. Y escapar. Escapar era prioritario.

Volvió a fijar los ocelos en la hechicera. -Como dije.. Imagino que tendrás preguntas así como yo las tengo. Hueles.. a magia, ¿Quien o qué eres, jovencita? ¿Por que te han atrapado? Tengo la sensación de que podrías matarlos a todos en apenas un pestañeo de esos hermosos ojos que posees. Me gustaría saber como conoces a Hati..  Dime, ¿Cómo te llamas? Mi nombre es William Bones Midgard.


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Mensaje por Ingrid Östberg Mar Ene 30, 2018 6:51 am

En esos momentos la bruja no tenía fuerzas para rechazar a nadie y mucho menos a un hombre como aquel, en una situación normal no sería rival para su fuerza, estando como estaba mucho menos; pero aun así le miró desafiante, si pensaba que iba a suplicar nuevamente por su vida o porque no le hiciera nada estaba muy equivocado, su vida hasta entonces no había sido un lecho de rosas y había soportado cosas que alguien acomodado no hubiera podido aceptar, sin embargo, en esa situación a lo único que podía aspirar era a un intento desesperado de conservar al menos la dignidad. Se puso tensa cuando pensó que iba a besarla y hasta se resistió, empujándole con el resto de la fuerza que le quedaba, al escucharle apretó los dientes y miró de reojo hacia la entrada de la celda, miró a los ojos al marinero mientras respiraba con agitación. No hizo falta fingir ningún tipo de cara, porque realmente la mujer la tenía sin planearlo.

No se movió de la pared aunque los guardias ya se hubieran marchado, observó al licántropo mientras se acercaba a ella y se encogió cuando le tocó los hombros, se puso las manos sobre los antebrazos en un intento de protegerse ante la cercanía del desconocido, porque al final eso era lo que el lobo era para ella. Le había ayudado, si, había lamido sus heridas, pero cuanto más consciente era más cosas recordaba, entre ellas, que le había empotrado contra la pared importándole muy poco sus heridas y no iba a fiarse de nadie porque si, le habían traído hasta esa celda esperando la luna llena, algunos temían las habladurías, las maldiciones que caerían sobre aquellos mortales que osaran matar a una moira, siempre era más sabio dejar que otro hiciera el trabajo sucio y si lo hacía un pirata, tanto mejor.

Ingrid no era aun desconfiada por naturaleza, pero en esos días empezaba a serlo, había servido a la pequeña población donde se había asentado después de abandonar a sus hermanas y a su maestro, la gente había ido en busca de ayuda, los doctores eran poco recurrentes y bastante caros, mientras que ella hacía lo que podía con los conocimientos que tenía,  había asistido a partos, tanto de personas como de animales, creado talismanes protectores, consultas a los Dioses y tantas cosas como habían requerido y a cambio solo había pedido lo que la buena voluntad de esas gentes pudieran ofrecerle, tanto le bastaban monedas, enseres o un gracias, Ingrid no necesitaba nada más, con vivir en paz y tranquila le había bastado...Pero esas mismas personas habían traicionado su confianza, su ayuda y por ese motivo estaba hoy allí, en una celda, condenada a la hoguera o a la muerte a manos de un licántropo que ni siquiera sabía lo que hacía. Por eso mismo no estaba por la labor de ser servicial y confiar ciegamente en alguien como él.

- ¿Quieres decir que si me violas tú por no ser un adefesio debería estar agradecida?- Frunció el ceño, porque lo anterior ocurrido le había parecido muy real y no sabía a qué atenerse con el lobo, no sentía al abrazado por Hati como alguien peligroso para ella, pero su instinto no siempre acertaba y ya estaba harta de dejarse llevar.- ..no se cómo he llegado a este lugar, supongo que alguien me ha acusado de bruja y la inquisición vino a por mi..Supongo que hizo lo mismo contigo.- Bajó un momento los ojos, cuando vio a..William, pensó en Hati, al instante.-..Tienes los ojos de Hati..Y conozco bien a los Dioses y a lo que no son Dioses.- Se movió por la celda, procurando no darle la espalda, alejándose de él para estar más cómoda, estaba igualmente cansada, hambrienta y sobre todo sedienta, de modo que se sentó cerca del montón de paja que se suponía era para dormir, no era lo más cómodo ni agradable, pero al menos conservaba el calor. Bajó la vista y cerró los ojos.- Mi nombre es Ingrid Östberg.


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Mensaje por William B. Midgard Jue Feb 01, 2018 5:13 am



La pesadilla.


En la celda. 06:58 de la mañana






Tras la respuesta de la hechicera algo carraspeó dentro de la testa del Lobo, aquella frase le había sonado entre un vacile y una recriminación, no obstante, no se enfadó, pues pensó que era normal aquella reacción si se ponía a analizar la situación friamente. Pasaron varios minutos antes de que alguno de los dos hablase, el mal rato de antes ya había pasado, los guardias se habían marchado humillados por el Pirata y la Moira ya no estaba en peligro aparente, de modo que, para romper el hielo, William hizo lo que mejor se le daba: Hablar. -De modo que Ingrid. -Dijo, sonriendo de la forma mas suave que sabía. Por alguna extraña razón que escapaba a todo tipo de comprensión aquél nombre le resultaba agradable e incluso… ¿Conocido? Pudo observar como la chica, lejos de confiar en él, se mantuvo alejada en un rincón. -Oye.. Respecto a lo de antes, comprendo que hayas respondido eso. No obstante no iban por ahi los tiros, pequeña, te lo puedo asegurar, era puro teatro para que te dejasen en paz. Mientras esté contigo, nadie te pondrá una mano encima, sea un adefesio o el propio Heimdall en miniatura. Te doy mi palabra. -Y si algo se le daba bien al Perro a parte de ser un auténtico bocazas era cumplir con su palabra pues ésta era muy importante para él y para todo pirata que se preciara. -Por supuesto yo jamás te violaría. No es mi estilo de vida. Por esa parte no debes de… Preocuparte.

-¿Alguien te acusó de bruja? -Dijo tras unos segundos para dejar el tema de la violación de lado. Él no era así, por muy bonita que la viese. Por muy hermosa que le pareciese aquella voz que emanaba del interior de la bruja. Él no era así. Jamás lo sería. -A mi nadie me ha acusado. Naufragué con mi tripulación y desperté en la orilla rodeado de Necrófagos. Es lo último que recuerdo antes de despertar en este lugar.  -Una vez más sonrió. -¿Entonces te gustan mis ojos? -Bromeó, necesitaba que la situación dejase de ser tan violenta. No le había gustado hacer lo de antes, pero era necesario. Quería preguntarle acerca de más cosas, que le contara más sobre ella, pues tenía la sensación de que aquella chica era muchísimo más de lo que parecía, y eso le gustaba. Quería, pero no pudo. El corazón casi se le paró cuando una inmensa sensación le inundó el pecho. Una sensación parecida a una ola de tristeza, como si el color del mundo fuese arrancado con saña.

Escuchó unos pasos en la lejanía y pronto comenzó a sentir mucho mas frío del que realmente hacía. Conforme aquellos pasos iban golpeando mas fuerte los tímpanos del lobo éste se sentía mas cohibido. Una sensación pesada, cargante, que también se apoderaría de Ingrid, como si no tuviera ya bastante. El silenció se adueñó de todo a excepción del sonido de aquello que se acercaba.

La celda se abrió y una nueva luz iluminaba. Lo que parecía ser uno de los sumos inquisidores estaba allí delante. Su cabello era largo y rubio con una perilla trenzada a la vez que elegante. Sus ojos azules. William jamás olvidaría aquella mirada y aunque en aquél momento no lo supo por qué aquél hombre enorme estaba de incógnito infiltrado en aquella Inquisición, aquella sería la primera vez que el Pirata estuviese delante de Maxwell Blackbird. Aquella mirada era la mirada de la oscuridad. Venía acompañado de los dos guardias de antes. -¿Y por este miserable os habeis dejado humillar? Vuestra vida es más patética de lo que jamás pude llegar a imaginar. -Su voz era recia, retumbaba por toda la estancia. Miró primero al Perro y luego a la bruja, que seguía alejada. -Os voy a enseñar como se ha de hacer el trabajo. -Si, señor Blackwell. -Dijeron al unísono con voz temblorosa y el pulso acelerado.

Con firme paso se acercó a Ingrid. Agarrándola del cuello sin preguntar y alzándola del suelo. William no dudó en levantarse. -¡Déjala! ¡Fui yo quien los humilló! -La zurda de “Blackwell” se levantó haciendo que el Capitán Pirata se sentase de nuevo. -Hablarás solo cuando yo te lo permita. Y eso será cuando pidas ser castigado tanto por tus ofensas a mis hombres, como por las ofensas de la chica. -Volvió los ojos hacia la Hechicera nuevamente mientras que dos dedos de su mano penetraron la piel sin hacer daño, como si ésta no existiese o como si fuese liquido. William se dio cuenta de que eso era.. Nigromancia. Probablemente los pocos que viesen el verdadero poder de Blackbird se callasen por miedo, de ese modo aquél hombre tenía la pantomima perfecta para estar alli metido. ¿El Porqué? Era desconocido. -En este instante, señorita, su vida esta atada a la de ese Pirata al que usted no le importa nada. Quiero mostrarle por que las de su clase son repudiadas y poco importan a los demás. Usted misma verá como ese Perro no mueve ni una sola pata. -Aquellos dos dedos penetraban cada vez mas hondo por el cuello de Ingrid como si estuviese inspeccionando un cuerpo disecado. Con la mano libre hizo lo mismo pero en la frente de la muchacha. -De modo que veamos que esconde esa cabeza. -En aquél instante, “Blackwell” indagó en la mente de la Moira buscando imágenes a la misma vez que ponía en práctica la tortura. Pues Ingrid sentiría aquella invasión bajo su piel como si fuesen cuchillos pero con algo peor: No podía morir por ello. Ni desangrarse. El dolor iba en aumento conforme aquél ser profundizaba más en su acción buscando recuerdos, preguntándose que imágenes vería.


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Mensaje por Ingrid Östberg Mar Feb 06, 2018 4:09 am

Puso los ojos en blanco un instante, una vez pasado el peligro de los guardias, con las manos sobre sus brazos en gesto autoprotector, notó con más fiereza el mordisco de la quemadura en su pierna.- Si Heimdall viene a por mi, entonces deja que me lleve, no me importaría..Los hay peores.- Y al menos él podía ver lo que se movía por las ramas de Ygdrassil, un don que solo tenía él y que compartía con muy pocos. No comentó nada sobre la violación, solo le miró de reojo porque poco más podía hacer. Suponía que si hubiera querido, ya lo habría hecho, al final estaban allí solos y encerrados, nadie le interrumpiría. Prefirió alejar esos pensamientos y volver al dolor que empezaba a ser realmente espantoso, la espalda la tenía tan adormecida que apenas la sentía, pero cualquier roce por mínimo que fuese con esta le hacía ver las estrellas, además temía que sus ropas se estuvieran pegando a la sangre reseca, quitársela después iba a ser un horror.

Le miró apretando los labios, no estaba para bromas y de todas maneras la mayoría de las veces ni las entendía.- Son los ojos de un cazador, ni feos ni bellos.- Contestó, con toda la objetividad que pudo. Empezó a cuestionarse si debía mirarse la quemadura de la pierna o no, cuando la sensación de una ola de oscuridad le arrasó por completo. Si ya tenía pocas ganas de reír o de juegos, en esos momentos quiso hundirse entre la paja y morir allí. Miró hacia el suelo y no alzó la vista en ningún momento. La invasión que produjo el avance del desconocido en el interior de la celda le puso la piel de gallina. Era como si algo le empujara contra las paredes, como si desplazara el oxígeno y le impidiera respirar. Había sufrido eso antes, con su maestro..Pero este..Este no lo era. Se encogió sobre sí misma negándose a mirarle, pero cuando le cogió del cuello no tuvo más remedio.

Le miró a los ojos, evidentemente asustada y hasta pataleó al principio hasta que sus dedos penetraron su carne como si fueran cuchillos en mantequilla. Abrió mucho los ojos, aterrada, invadida, aquello era mucho peor que una violación. Se puso tensa y tuvo ganas de gritar, pero la confusión era tan grande que no fue capaz. Miró los ojos del vampiro, con pavor, en cuanto descubrió qué era lo que buscaba, cerró los ojos con fuerza y se negó a abrir su mente, se resistió aunque la diferencia de poderes era abismal, con todo y con ello Ingrid opuso resistencia...Durante unos segundos.

Finalmente, el hombre fue capaz de penetrar en su mente, en su memoria, en su poder...Pero así como él tuvo que fundir sus dedos con su cabeza, ella lo hizo con su mente a través de la conexión que él mismo había creado. A la Moira se le abrieron los ojos, totalmente blanquecinos, mirando fijamente al rubio, pero sin mirarle, veía mucho más allá, cosas que ni siquiera él quería enseñar y mucho menos Ingrid ver.- Maxwell Blackbird.- Su voz no era corriente, como si mil voces a la vez salieran de su boca, que articulaba las palabras. La bruja temblaba cuando las corrientes de la magia surcaban su cuerpo y el del vástago unido a ella, él veía lo que ella podía ver, espíritus atados a esas paredes de piedra, los ojos de los Dioses, ella en una pira, el olor de la carne quemada, una alcantarilla y un..Acantilado, con ríos de lava fluyendo lentamente en el fondo.


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Mensaje por William B. Midgard Jue Feb 08, 2018 2:50 pm



El enlace.


En la celda. 07:05 de la mañana



Maxwell Blackbird”
Así comenzó el principio del fin. Aquellas palabras marcaron un antes y un después en la vida de William. Le sonaba el apellido pero no el enorme hombre que allí estaba, atando su propio espiritu al de la Moira. Cuando Ingrid habló de aquella forma, la ola de oscuridad se sumó a una sensación de completo vacío en el corazón palpitante del hijo de Hati. Algo le hacía temblar de miedo, aquellas dos fuerzas opuestas y a su misma vez… Tan parecidas. Tan oscuras. Tan… Enormes. Mil voces llenaron la sala, mientras un enorme Cuervo de seis ojos raudo llegó para sacar los ojos a aquellos dos guardias, petrificados por los poderes que se estaban presenciando. Tras despegar los ojos de sus cuencas, los cuerpos se calcinaron por sí solos, lo que daba a entender que aquella rapaz era más de lo que aparentaba. -¡Déjala! ¡Bestia! -Mas la voz del noruego criado en cautividad no se oyó en la cabeza de Maxwell.

En aquella unión espiritual, Blackbird pudo presenciar cosas que nadie debería presenciar jamás, del mismo modo que la Hechicera pudo ver lo más profundo de su alma, si es que alguna vez la tuvo. Pudo ver el pasado del Padre cuervo. Lo que le ocurrió. Lo que perdió. Su ansia de poder, su ceguera para con la familia, familia que siendo tan solo un niño: Le traicionó. Ingrid pudo ver el mayor miedo del Inmortal, quien con ojos temblorosos observó el vacío que llegaba por el Acantilado donde olas de lava rompían sin parar contra las puntiagudas rocas provistas de ojos y pústulas sangrientas.  Aquél enlace fue cortado de raiz por un Lord Blackbird mas nervioso que nunca. Sus ojos casi se salían de su órbita. Jadeaba. Por vez primera en su vida, Maxwell experimentó el verdadero miedo. El verdadero terror. Miró a Ingrid y con violencia explícita la golpeó en la cara. Una vez. Otra vez, tras otra. No paró hasta que el rostro de la bruja presentaba un sangrante corte provocado por la fuerza de los numerosos golpes. -Contrólate, Maxwell Blackbird. Hasta tu, tienes que respetar el destino. Si la chica ha de morir, que sea en la pira, como está escrito. No olvides el propósito de esta visita a este lugar de mala muerte, Maxwell. -Cierto, Beatrice.

¿Aquél cuervo monstruo había hablado? William pasó a pensar que esto era una pesadilla de la que jamás podría llegar a despertar. Su cuerpo seguía paralizado, quería gritar, quería ocupar el lugar de Ingrid Östberg. Quería ayudarla. Ansiaba ayudarla. - Por… favor. Déjala… déjala ya.. Monstruo. -El padre cuervo enarcó una de sus cejas, mirando al moribundo perro. -¿Un monstruo solamente? No. Yo soy un demonio.  -Esta vez el golpe fue para William, para recordarle las primeras palabras de aquél inquisidor impostor. Volvió su atención una vez mas a Ingrid. De nuevo, su garra penetró el cuello de la chica, como si pudiese tocar sus entrañas. Las fauces de su propio alma. Un nuevo vínculo espiritual fue enlazado entre ambos cuerpos ahora etéreos.






En el enlace de espiritu. Hora inexistente.


M
axwell Blackbird se hallaba en lo alto de una enorme torre en ruinas de una antigua civilización de hombres precursores en Noruega. El Yggdrasil ardía cada una de sus ramas y el cielo no tenía nubes si no trozos de carne punzante y sangrante. A través de aquella torre estaba el acantilado a los ríos de lava y varias brujas empaladas. -El destino es caprichoso incluso para alguien como tu. Ni siquiera tu poder latente, capaz de conocer el futuro, puede determinar cual de los futuros es el que te corresponde. -Miró las piras funerarias. Luego el Yggdrasil ardiendo, a la alcantarilla. Incluso a una taverna y un... ¿Portal de los antiguos? También había un barco y una cabaña con tres siluetas ennegrecidas y pequeñas que parecían jugar las tres juntas con una caja de juguetes. Todo era confuso. -Eres una puta, y no dejas de ser una Moira joven. Si no llega a ser por Beatrice te habría matado ahí mismo sin que ese chucho lleno de sarna pudiese hacer nada para evitarlo. -Tras eso, sonrió. -No. No te mataré. Me divierte más ver.. como evolucionarán las cosas. Como se mueven las aspas del Molino.

Tras eso la escena cambió, estaban en el interior de un gran arbol cuyo hedor era tan familiar a la bruja como si hubiese nacido de ello. Era el olor del Cenagal, pues estaban en las profundidades de éste. Un matojo de ramas vivas protegían a lo que parecía ser un enorme Corazón de piedra que latía sin parar. -Ahora ya sabes.. lo que necesito de una Moira. Ahora, veamos cual es el mayor de tus terrores, ya que tu sabes el mío. Quid procuo, señorita. -Lo que necesitaba el Inmortal, o mas bien, lo que buscaba, era el Corazón del Pantano, una de las semillas del propio Yggdrasil, cuya sabiduria solo puede ser arrancada de una criatura tan poderosa como sabia. Las Moiras de Noruega. Las siguientes imágenes se tornaban en una pesadilla viviente de la cual, Ingrid sería la protagonista absoluta.






En la celda. 07:25 de la mañana


C
ada minuto que pasaban unidos. Cada minuto que Maxwell permanecía en aquella invasión, era mas doloroso que el anterior. -¡¡Pido ser castigado por mis ofensas!! ...¡¡Pido ser castigado por mis ofensas!!….  ¡¡Pido ser CASTIGADO POR MIS OFENSAS!! -Vociferó finalmente el Lobo pirata dejándose consigo la voz a tiras, tal y como Maxwell pidió.


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Mensaje por Ingrid Östberg Lun Abr 30, 2018 10:35 am

Ingrid no quería esa conexión más que el lord cainita, vio en sus ojos pavor, el mismo que ella misma sentía pero al menos ella temía lo desconocido, a una fuerza que la superaba, pero esos ojos no eran de miedo racional, atisbó el brillo de la locura, del pánico. No le dio tiempo a indagar demasiado, la conexión era horrorosa para su cuerpo, como si alguien hubiera metido una pajita en la carne y hubiera empezado a succionar por el otro extremo, vaciándote. El primer golpe le hizo gemir de dolor, pero a los siguientes no hubo respuesta salvo los ojos nublados y la conciencia pendiente de un fino hilo, no tardó en desmoronarse, ya estaba mal, el hijo de Hati le había vapuleado y ahora un demonio enfurecido le estaba pegando, su cuerpo frágil no aguantaba ya más. Escuchó las palabras del cuervo como en un segundo plano, pero no era la única voz que escuchaba, un Dios rugía, el viento aullaba y el frío se hizo extremo por unos instantes cuando una brisa extraña hizo mover sus cabellos, voces de mujeres, de hombres, de niños, espíritus que corrían huyendo del poder del vampiro.

El ser de nuevo invadiendo su cabeza, se resistió de nuevo pese a que lord Blackbird tuvo que mantenerla alzada si no quería que se cayese redonda, su fuerza le había abandonado tras los golpes, pero no era el poder de su cuerpo lo que palpitaba en la mujer. No hizo ni un solo gesto, ni un guiño,, absolutamente nada, sus ojos abiertos, brillantes y oscuros, tan oscuros como un espejo, un espejo en el cual Maxwell podía verse reflejado y si se fijaba con atención, vería motas plateadas moverse en todas direcciones, como estrellas, como galaxias pero no eran estrellas, eran ojos.

Ingrid empezó a ver partes de su infancia, su madre muerta por crímenes que realmente había cometido, su sangre alimentando el corazón que había bajo el pantano, alimentándolo y engordándolo mientras palpitaba tranquilo como el sol despuntando en un amanecer, esperando. Sus hermanas corrompidas, su padre muerto, Pandemonium, su señor, la vida de Ingrid pasó como a cámara rápida, encontrando además detalles que ni ella misma conocía, que solo con su poder no podía ver, Pandemonium le había delatado, con ayuda de sus hermanas que habían hecho las cosas por las cuales le acusaban a ella, sus hermanas le habían traicionado, lo que se temía, su peor pesadilla. ¿Hasta dónde ellas habían caído? ¿Hasta dónde había caído ella? ¿En qué se había convertido? Una lágrima resbaló por su mejilla arrastrando la mugre de su piel a su paso.

- Quieres ver, Maxwell Blackbird.- Esta vez sus labios se movieron, era su voz, aunque los ojos seguían sin parpadear clavados en los orbes azules del demonio.- Te haré ver.

Estaba de acuerdo, ella había indagado en sus recuerdos sin permiso pero ni siquiera alguien como Blackbird conocía el alcance del poder que tenía entre sus manos. Ingrid exhaló suavemente dejando salir el aire de sus pulmones como si así hubiera podido mantener una resistencia contra él. Se abandonó. Le dejó entrar. El torrente de poder no era oscuro, ni pesado como la presencia del cainita, era corriente bruta, tan rápidas iban las aguas que chocaban unas contra otras, no era pesado, fluía, arrastraba todo a su paso, lo arrancaba.- Solo temes a tus Dioses. Ahora tendrás más dioses de los que preocuparte.- Murmuró cuando las aguas arrastraron la oscuridad de Blackbird y lo llevaron consigo, le mostraron épocas pasadas, su niñez, sus padres, su hermana muerta, su mujer también muerta.- Todo lo que tocas lo destruyes. Maxwell Blackbird. - Le mostró una mujer, joven en apariencia, empalada en una vara de hierro que atravesaba su pecho y la anclaba al suelo sobre el que estaba tendida, pero seguía viva, murmurando su nombre.

El poder era arrollador, las imágenes nítidas, no solo de aquella cambiante si no de retazos del futuro, entremezclados con el presente, los tentáculos en las sombras dibujadas entre las nubes. La corriente eran caminos, puertas hacia diferentes lugares, épocas y personas, una ventana completamente abierta, sin ataduras y él podía ver, consultar, pero cuanto más se internaba en las aguas, más difícil era salir de ellas.- La vida no te ha dado nada, ahora en la muerte aun tienes una oportunidad.- Le mostró los vivos ojos de un muchacho de cabello rizado y oscuro, abriendo la puerta de su laboratorio y sonriéndole como si las aberraciones que colgaban alrededor de la habitación fueran picassos, ajeno e inocente.- Aun tienes tiempo. Su-él-ta-la.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Miér Mayo 09, 2018 8:51 am



La verdad.










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Blackbird miró en el interior del espejo que conformaban los ojos de la Moira. Motas negras, pozos oscuros. -Dicen que si miras al abismo fijamente… éste, te devuelve la mirada. -Dijo, totalmente en trance por la batalla espiritual que estaban llevando a cabo. Maxwell estaba totalmente ido y en su mente, la visión del acto era tan brutal como visceral. Su cuerpo era absorbido enteramente por los ojos de la bruja, caía sin parar en un pozo de oscuridad. En el final inexistente, hallaba un monumento tan conocido por él como por sus dioses. Maxwell estaba en pie, caminando por un camino invisible, observando el monumento en forma de una serpiente con rostro humano. -¿Esto es? -Su voz sonaba con eco, murmurando a cada recoveco de su ennegrecido cuerpo y vacua alma. -¿El monumento a la No Existencia? -Un terrible dolor de cabeza con la forma de mil punzadas atravesó como una bala la sien del Cainita, éste se arrodilló y pudo ver la vorágine de imagenes procedentes de Ingrid.

Como si el universo virgen se expandiera, así es como veía todo. Le iba a estallar la cabeza con aquél torrente de energía. -..Basta. -Apreció la infancia moribunda de la chica. Los crímenes de su madre y la muerte de la misma. Pero entonces lo vio. Aquello que ansiaban él y su señor del Vacío. Lo que ansiaba el abismo para no ser devorado por sí mismo. Los ojos de Max se abrieron más que nunca, en su interior una luz que palpitaba. Aquello era la esperanza. Alargó el brazo en aras de tratar de agarrar aquello enorme que palpitaba y era alimentado con sangre de inocentes y culpables, con el azar de las eras. Con la justicia verdadera. Aquello era el Corazón del Pantano. El corazón del Mundo. El sumidero del Ygdrasill. -El tiempo.. y la realidad sobre la palma de mi mano. -Pero aquello no duró, una nueva explosión de poder hizo que Blackbird se estremeciera y saliese disparado hacia atrás, chocando con una pared que no existía, sintiendo lo que nadie debería sentir jamás. Vio a Pandemonium, un ser que él conocía bien. Fueron amigos, socios temporales por un mal menor y un bien común, en el que Pandemonium se entregó al poder mas absoluto y puro, a la corrupción innombrable. Sus crimenes y pecados llegarán a pagarse, pues fue aquél ser quien provocó que Maxwell Blackbird caminase con su esposa por las Montañas de la Locura hasta perderla. Los ojos de un hombre que un día fue feliz se llenaron de lagrimas, lagrimas de sangre que goteaban en un oceano de lágrimas unidas a las de la propia Moira.

Escuchó lo último dicho por la bruja. Su mirada se congeló y conoció de nuevo el miedo. -Ya basta. -Dijo una vez mas sin que nadie le escuchara, pues fuera de aquél enlace, todo transcurría normal, con la excepción de que William el Perro, vería a ambos taumaturgos sangrar y a Ingrid totalmente inconsciente, pero consciente de cuanto le rodeaba a la misma vez.

Finalmente aquél río de poder arrancó a Maxwell de la tierra llevándolo por un rápido hacia la catástrofe. El Cainita sabía que si esto no paraba, es probable que muriera allí. Llegó a la desembocadura del río que daba con su cuarto. Un cuarto negro con apenas una rendija por la que pasaba la luz. Su padre, un Blackbird, violando día y noche a su madre, delante de él. Su padre hacía eso a apenas 3 centímetros, pues le gustaba que su hijo pudiese escuchar los gemidos de una madre desesperada por salvar a un hijo. Los primeros años, el pequeño Maxwell lloraba, despues, no había lagrimas que derramar. Miraba la escena, sin parpadear. Alimentándose de aquello que su padre le quería dar. Odio. Odio. Odio. Y más odio. Todo aquello se mezclaba con imagenes donde su padre le llevaba al acantilado de Casa donde enormes olas rompían contra éste. Aquél era su castigo por el problema que el niño sufría, cuando se ponía nervioso a causa de las reuniones espirituales que llevaba a cabo su padre con él como Medium protagonista, Maxwell gritaba e incluso decía palabras obscenas que ni él mismo conocía. El castigo fue mucho más allá, pronto el acantilado fue el segundo testigo de los violentos encuentros sexuales entre Padre y Madre, en uno de ellos, Lord Blackbird desolló viva a la Madre de Maxwell sin dejar de violarla. Aquellos gritos se fundieron en una forja negra hallada en el corazón de Max, una herida que jamás se cerrará.

Lo siguiente que vio, no lo entendió, del mismo modo que no entendía por que sus ojos derramaban lagrimas al ver a aquella desconocida empalada con la placenta fuera de su lugar haciendo compañía a las visceras y tripas que colgaban. -Maxwell.. al final.. ni conmigo pudiste hacer vida. -No entendía las palabras pero se agarró de ambas siens, gritando sin parar. -¡BASTA YA! -Entonces lo vio. Si aun quedaba algo de luz en el Padre Cuervo, era aquello. Su hijo.

Mientras tanto, Ingrid por su parte, veía todo aquello fraccionado y de pronto, todo se esfumó quedando en un lugar.. que era nada y todo a la vez. Era un vacío, con ciertas porciones de ¿Tierra? no.. No era tierra, parecía marmol, frío y negro, suspendido en el aire. A su derecha apareció un ser que levitaba y tenía forma humana aparentemente, pero sus ojos eran negros al completo. Sonrió al verla. -Hola, Ingrid Ostberg. ¿Te parece divertido arrancarle a un hombre lo poco que le queda? ¿O es a tus Dioses Nórdicos a los que les parece divertido a la vez que lo llaman, defender a su oráculo? -El hombre desapareció como si fuera polvo. Volvió a aparecer a la izquierda de Ingrid, sentado, tomando una taza de te, mirando a Maxwell sufrir en una esquina en forma de visión. -Sabías que a Maxwell Blackbird la vida no le ha dado nada, pero lo que no sabías es que.. Aún con eso, Maxwell sigue queriendo dárselo todo a la vida. ¿Sabías que lo único que quiere es descansar en paz? Para eso, necesita reencontrarse a si mismo, cosa dificil en esta etapa de su vida. No podrá hallar el descanso eterno mientras el futuro que le hemos mostrado.. siga siendo posible. oh.. ¿Eso no lo saben tus dioses? ¿O lo saben y hacen caso omiso? Todos los dioses de este mundo son del mismo modo. Odin. Ra. Kuon. Buda. No les importa lo que le pase a este mundo, a este planeta, tan solo les importa lo que sea de su sangre o su propiedad. -Desaparecía de nuevo y volvía a aparecer detras de ella. -Esto.. es lo que os espera.

Entonces la visión del Vacío cambió. Ingrid parecía estar pendida en el espacio, sus ojos podían ver el Planeta Tierra pero ya no había océanos azules ni tierra verde. Sus polos no eran blancos, y las nubes no eran grises. Aquél planeta.. no era la tierra, si no una masa de carne llena de pústulas que se abrían y cerraban actuando de nido de enjambres de unas criaturas cuya forma es imposible de describir. Un millar de bocas, un ojo, y sus brazos en forma de tentáculos. -Yog-Sothoth. Que en vuestro idioma significa.. El Caos que engulle. Y hay muchos. Muchos más. -No solo el planeta tierra había cambiado, los planetas cercanos también parecían ser extrañas y colosales criaturas. -Aunque no os lo parezca.. El ser humano no es más que un accidente en los engranajes de la creación del motor del Universo. Ni siquiera es una diminuta tuerca que componga a mas tuercas, no. Maxwell ha sido bendecido con La Verdad. ¿Pero a qué precio?

Desapareció de nuevo, y todo volvió a ser el Vacío de antes. Su voz seguía escuchándose, pero ya no se le veía. -Mi nombre es Dagon, y soy el Heraldo del Durmiente. He visto imperios nacer de las cenizas de los anteriores e Imperios caer por una simple mujer. He visto madres arrancar los hígados de sus atacantes, muertos y vejados por ellas mismas, para dárselos de comer a sus bebes hambrientos. A lo largo de la historia humana y de los Eones a través del cosmos he aprendido que toda historia se escribe con Sangre, pero la tuya.. La tuya es confusa. Yo también he visto ese futuro donde Maxwell tiene a sus tres hijos, incluso a su hija a la que él querrá llamar como su difunta santa madre, Daffney. No eres la única con el poder de ver distintos futuros o navegar en la corriente del tiempo, yo también puedo.

Te debatirás entre lo que es moral y lo que no, lo que es correcto para ti y lo que no. Risas, llantos, todo normal.. Hasta llegar a la bifurcación. ¿Servirás a un Tirano establecido? ¿O Por el contrario te aliarás con el Tirano que viste de héroe? Incluso el manto negro de aquella diosa que una vez intentó tocar el Vacío y a día de hoy tan solo se conforma con dar vida a los Muertos y roer las raíces de un Fresno que hace ya mucho que yace muerto. -
En aquél instante volvió a aparecer. Se dio la vuelta y caminó hacia la nada, la no existencia que aguardaba. Se paró en seco, como si de pronto, una visión nueva se le hubiese revelado. -¿Acaso elegirás la elocuente Libertad? El bien mas ansiado por la humanidad. -La borrosa imagen de algo que parecía ser una enorme bandera de color negro fondeando aparecía y desaparecía.  -Lo que cuentan los huesos.





En la celda. 08:25 de la mañana




Maxwell parecía despertar, mirando fijamente a Ingrid. -¿Que me has hecho… maldita..?


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Mensaje por Ingrid Östberg Miér Mayo 09, 2018 10:49 am

Hacía tiempo que la moira deseaba deshacerse de la conexión, mientras el cainita siguiera navegando entre las ramas del Ygdrassil ella no podría descansar, la corriente acabaría por arrastrarles a los dos, había muchas batallas diferentes pero las más intensas no eran las físicas, ni siquiera la que más desgastaba el cuerpo. Quería decirle que se alejase mientras pudiera, que había cosas que los mortales no deberían vislumbrar, ni intuir, que había cosas que era mejor dejar escondidas y olvidadas, que el conocimiento era lo contrario a la felicidad. Sin embargo, no era capaz de decir nada, solo veía las imágenes del tiempo y del espacio pasar ante sus ojos, a Maxwell Blackbird anhelando un futuro del que ella no tenía ni siquiera constancia. Maxwell se perdería para siempre, había un punto de no retorno entre esas aguas pero no podía advertirle del peligro. Quería detenerse, pero no era ella quien controlaba la mente del  vampiro, ella no tenía semejante poder.

Quería dejar de ver, pero como puente hacia la probabilidad Ingrid no tenía permitido cerrar los ojos, temblaba con las terribles imágenes ocultas bajo miles de capas de memoria del cainita y aun en la inconsciencia Ingrid sollozaba. No era capaz de sentir lástima por alguien que  había invadido su cuerpo como su padre lo hacía con su madre, pero tampoco le deseaba ningún mal, ella solo quería vivir en paz, alejada del mundo, lejos de los ojos de todos, incluso de los dioses y del abismo, quería separarse de todo y dejar que el tiempo fluyera a su antojo, pero hubiera dado sus ojos con tal de no ver aquellas horripilantes escenas, ¿Cómo un niño podía haber sobrevivido a eso? ¿Cómo podía ser el destino tan cruel como para arrebatarle lo único que le había hecho sentir como un hombre y no como un monstruo? Pero ambos sabían que la vida no era justa.

Su cuerpo empezó a temblar, tanto física como oníricamente, estas eran las cosas que ella no deseaba saber, era la verdad que no había querido surfear, la presencia de aquel heraldo le aterraba más incluso que sus propios Dioses, no sabía qué ocurriría después pero no quería saberlo, no había forma humana de tapar los oídos a palabras que no querían ser escuchadas. Quería desvanecerse. Quería morir. Sus lágrimas brotaban sin descanso y el cuerpo frente a Dagon se negaba a mirarle ni siquiera de reojo, permanecía con la mirada fija en un punto indefinido, negándose a ser testigo. Apretó los labios con ansiedad, porque en algo tenía razón, a sus dioses le daba exactamente igual Blackbird, incluso ignoraban a Ingrid o a cualquier mortal que estuviera por debajo de su existencia, como cualquier ser supremo, lo que ocurriera en el mundo de los mortales les daba exactamente igual, jugaban e ignoraban a su antojo, si tenían que proteger uno de sus vienes, lo hacían por puro egoísmo, por egocentrismo porque ser tocado por los dioses no era algo que ocurriera a menudo y al final, los oráculos eran raros de encontrar, una fuente de poder, un canalizador de sus propios caprichos.

Entre las dos opciones tenía claro cuál iba a escoger, aquella que le diera la libertad, nunca había sido libre para decidir, nunca y la única vez que lo hizo acabó en esa celda, pero aun así lo escogió ella, por primera vez en sus diecisiete años había tomado un camino y afrontaría todas las consecuencias, para ser libre haría lo que fuera, seguiría a partir de ahora su propio camino y el tiempo le mostraría a dónde le llevaba la elección. No el mundo, no los dioses ni el orden ni el caos, ella sola.- Lo que cuentan los huesos..-Repitió en un hilo de voz.

La conexión se acabó y del mismo modo se apagaron las sombras detrás de los ojos de la moira que en cuanto cerró los ojos quedó laxa en los brazos de Maxwell.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Jue Mayo 24, 2018 6:48 am



La eterna marca.










En la celda. 08:29 de la mañana.










Maxwell Blackbird agarró violentamente el cuello de la Moira dejando marcados cada uno de sus dedos en la suave piel de la joven del pantano, estrangulándola. -¡Maxwell Blackbird! -Vociferó aquél cuervo de tres ojos, pero el Inmortal no parecía reaccionar. Tenía los ojos totalmente en blanco y fuera, parecía haberse desatado una enorme tormenta. Lo demás estaba muy tranquilo, demasiado.. Pues incluso la voz de William, aquél pirata que compartía celda con la nórdica, se había apagado. Todo parecía un agujero negro, envuelto por el abismo mas oscuro en el que combatían, esta vez sin nada espiritual; Maxwell e Ingrid. -¿que es.. lo que me has enseñado, pequeña zorra?

El silencio se cortó de forma repentina con el audaz aullido de un enorme can de ojos sangrantes, abalanzado con premura y violencia y desatando su ira contra el cuerpo del cainita. Le agarró de los pies y sin pensar mas de una vez lo lanzó contra la pared golpeándole la espalda en el acto. Maxwell cayó al suelo y el lobo se puso encima con las garras en ristre. Comenzando a desgarrar el pecho y los ropajes del Padre Cuervo, una y otra vez. -...Te dije que me castigaras, te pedí exactamente lo que tu querías que te pidiera, miserable. ¿Que le has hecho a la chica? -Su voz sonaba excesivamente grave y con cierto tono de… Juego. Como si estuviese jugando con su presa. Una presa muy poderosa, un enorme cuervo de negras alas. Bones había entrado en frenesí al ver como la chica sangraba sin razón aparente, no sabía que le había hecho aquél monstruo y quería respuestas.

La sangres salpicaba en toda la celda, salía a raudales hasta que el vampiro abrió los ojos. Conforme hacía esa acción, el enorme crinos de William salía disparado al techo, al chocar con éste su transformación quedó totalmente anulada volviendo a ser un humano. En mitad de la caída, Maxwell se había puesto en pie y sin dejar que éste tocara el suelo le agarró por el cuello en mitad del aire. Sus ojos estaban llenos de ira y su pecho sangraba con la elocuente forma de varias garras, unas garras monstruosas que no se borrarán. Lo acercó a la pared sin soltarlo del cuello, sin dejar de mirarlo. -Ya me había olvidado de ti, insecto. Eres tan molesto como una maldita mosca. -Golpeó varias veces la espalda del pirata contra la pared. Le dio la vuelta, poniéndole esta vez el pecho contra la fría roca. Del cuello de William parecían salir alguna especie de injertos de carne, de la propia carne del chico. Dicha carne se adhería a la roca quedando pegada, de aquél modo, William quedó preso a la pared. Lo mismo pasó con sus muñecas.

Blackbird recuperó la compostura, tapó sus heridas que no iban a curar, puesto que eran las heridas de un Licántropo, aparentemente alfa. Estaba enfadado. Miró a Ingrid, acariciándole el mentón con suavidad y lamiendo con extrema lasvicia los labios de la moira. Saboreando la esencia que emanaba de éstos y aprovechando, obvio, que la chica estaba destrozada. Él sabía que seguía consciente y sonrió. -No estas nada mal, incluso sabes bien. Si vuelves a hacer lo que quiera que hayas hecho antes.. Te pasará lo que a continuación le va a pasar al idiota este. Así que, no pierdas detalle. -Mordió fugazmente el labio inferior de la bruja antes de apartarse.

Levantó un poco su brazo derecho, dejando al aire su muñeca. Ésta empezó a abrirse ligeramente en canal y la sangre a emanar de ésta. Señaló el suelo con la muñeca para que la sangre cayese hacia el suelo. Una vez hubo suficiente sangre, ésta se coaguló formando un horripilante látigo lleno de púas. Miró con inquina la musculada espalda del Capitán sin Tripulación y antes de empezar, sonrió haciendo de algún extraño modo, que los labios de Bones quedasen sellados uno contra el otro, como si le hubiese quitado la boca. -El mundo me lo agradecerá, eres demasiado charlatán. -Tras eso empezó a dar violentos latigazos, fustigando la espalda de castigado.

Durante mas de una hora estuvo castigando la espalda del pirata, sin descanso, sin reparo. Aquella espalda estaba totalmente abierta, desde el hombro derecho hasta la parte izquierda de la cadera. La sangre, los músculos, todo se veía a la perfección. -No. No morirás. Y no. No te sanará. Tu me has marcado a mi, y tu, quedarás bajo mi firma hasta que decidas morir. ¿No es lo que hacen los piratas, Bones? ¿Dejar claro un mensaje? Este es mi mensaje para ti. No se ataca a un Blackbird, ni se le humilla. Cada vez que recuerdes mi apellido, cada vez que se te venga a la mente mi mirada, mi rostro, cualquier cosa relacionada conmigo y mi noble familia, la herida te quemará tanto que caerás de rodillas ante el verdadero poder. -Aquella herida jamás cerraría. Will dejó de estar preso contra la pared y el padre cuervo lo lanzó con sumo desprecio a los pies de la Moira. El pirata estaba desnudo, sangrante, semi-inconsciente, temblando. Maxwell lo miraba con un desprecio infinito por encima de su propio hombro. Estaba claro que si fuera otro, incluso le escupiría. -Nos veremos en la ejecución, pequeña Moira. El corazón del pantano será mío. -Volvió a ponerse el atuendo de los inquisidores del lugar, para volver a tener la tapadera y tras varios minutos, sus pasos de perdieron en la oscuridad del pasillo.






Volvían a estar solos en la celda.


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Mensaje por Ingrid Östberg Lun Jul 09, 2018 2:14 pm

Ingrid era ajena a todo cuanto ocurría en la celda, apenas sentía su propio cuerpo y un par de golpes más no hicieron diferencia. Se sentía como una muñeca de trapo, tirada en el empedrado cubierto apenas de paja, escuchaba los golpes del licántropo contra las paredes de a modo de eco, como si lo que ocurriese en el mundo exterior no lograse penetrar del todo en el que tenía dentro de su cabeza. Respiraba a duras penas y sus ojos se mantenían fijos en algún lugar sin ver nada, a mitad de camino entre este mundo y el otro.

Apenas sintió nada cuando el vampiro le lamió los labios, sus palabras también le parecían lejanas y extrañas, como si todo eso fuera banal y sin importancia después de lo que había visto y oído, no tenía fuerzas para estar plenamente consciente, como si la voluntad misma del cainita fuera quien le obligase a mantener los ojos abiertos. Sintió el soez tirón que le dio a su labio, por un momento temió que quisiera extraer más de ella que sus poderes, podría matarla y punto, aunque no tenía miedo a la muerte, para ella era una parada más en la travesía, pero le hubiera gustado decirle que había visto solo lo que él andaba buscando, ella no decidía qué veían o no los mortales, ella solo era un canal..Una conexión, pero los receptores eran ellos..Tal vez Maxwell tenía preguntas enterradas en su pútrida alma.

Ingrid hubiera preferido no ser testigo, su cuerpo se contraía con cada latigazo como si su propia carne lo recibiera, no le dolía físicamente, pero el sonido y el olor de la carne al separarse dolía mucho más mentalmente. Se encogía y sollozaba por William, ya que él no podía hacerlo.- Para..Para.-Susurraba, casi en un hilo de voz.

Jadeaba todavía cuando el Blackbird se marchó, nunca había sentido odio por nadie, pero se aseguró de guardar todo aquello en la memoria. Maxwell Blackbird, si él quería que recordase su nombre, lo haría para siempre y no para bien. Por supuesto, no era tan imbécil para creerse con posibilidades de enfrentarse a él.- De lo único que me arrepiento es de no ver cómo caes, Maxwell Blackbird.- Murmuró, con cierta rabia.

Necesitó varios minutos, porque no estaba en disposición de incorporarse, pero en cuanto recuperó algo de su fuerza, con sus Dioses notaron que el cuervo se había alejado, entonces también desaparecieron ellos y el peso del más allá se desvaneció, quitando así algo del cansancio y del sentimiento de insignificancia que traía sobre los hombros. Se acercó al licántropo, que estaba destrozado y miró las herida separando con suavidad la carne ya abierta por el látigo. Cómo iba a conseguir sobrevivir, cómo iba a conseguir que ninguno de los dos murieran de sus heridas. Decidió empezar con rasgarse las mangas del vestido y usar la ración de agua que tenían para todo el día para lavar la espalda con delicadeza.- William...William no te preocupes. El destino le va a poner en su sitio, ya lo verás.- Murmuraba, mientras limpiaba, hasta que al final empezó a tararear una nana, se sabía muy pocas, pero era lo único que se le ocurría para aplacar los ánimos y relajar al pobre desgraciado y a sí misma. Se le escapaban algunas lágrimas mientras le curaba lo mejor que podía. ¿Por qué habían acabado así?


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Mensaje por William B. Midgard Dom Sep 16, 2018 7:16 am



Tatuajes..


En la celda. 08:45 de la mañana








La oscuridad se desvanecía a la misma vez que la herida supuraba sin parar, William no gritaba, ya no. Sus ojos se mantuvieron despiertos, llenos de dolor y de agonía, de desesperación y aflicción, pero no gritaba, ya no. No le daría ese placer a Maxwell Blackbird, pese a que este se hubiese ido, estaba seguro de que seguía escuchándole. Tenía los ojos abiertos, pero perdidos. Estaba semi-inconsciente, y dando gracias a la Ira del mar a que seguía respirando. Escuchó a la chica decir su nombre, aquella voz.. de algún modo aplacaba su tormenta, ¿Por qué? Durante generaciones había escuchado a chicas decir su nombre, pero solo dos habían aplacado su ira y desesperación, y una de ellas era su madre.

Notó como cuidaba de sus heridas y se movió lo poco que pudo, pero solo movió la boca, para reirse un poco. -¿El destino…? El destino no ha hecho más que ensañarse conmigo una y otra vez.. Me pregunto que demonios le habré hecho yo a ese cabrón al que todos rinden cuentas… -Dijo refiriéndose al Destino, pero no estaba enfadado, si no todo lo contrario. Estaba.. sonriendo, estaba.. ¿Feliz? ¿Feliz por que había dejado de torturar a la Moira? Escupió sangre y tosió con dificultad, escuchando su nana. -Te prefiero cantando.. antes que asustada, ¿Lo sabes Ingrid? -Le gustaba su nombre. -Es una de las cosas que siempre he amado.. Cantar y que la gente cante. Es una de las formas en las que el alma es totalmente sincera. -Que tierno, el lobo de mar a los pies del arma de la deidad. -Retumbó en la cabeza de Ingrid la voz ecosa de Dagon, pero no estaba allí.. tan solo en su cabeza.

William se dio la vuelta, no del todo, pues adoraba ser atendido por las suaves manos de la pelirroja. Lo que si alcanzó fue a acariciar de forma muy suave las mejillas de ésta, quitándole las lagrimas y rozando con la yema de los dedos aquellas finas lineas blancas que parecían estar tatuadas en la piel. -¿Qué son? ¿Que significan? ...Gracias por atender mis heridas. -Míralo, está mas feliz ahora que cuando le dieron su primer juguete. -Volvió a decir aquella voz únicamente en la mente de la poderosa Moira. Lo cierto es que William estaba contento, aliviado, quería verla a salvo y.. Bueno, seguían dentro, pero el Cuervo ya no estaba y ella ya no era torturada. Era todo lo “A salvo” que podía estar ahora mismo.


Estaba ansioso por saber la historia de aquellas marcas, la historia de aquella chica.
Aquella niña.


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Mensaje por Ingrid Östberg Vie Nov 09, 2018 5:25 pm

El destino no había sido bueno con ninguno de los dos, a la vista estaba, ambos encerrados en la misma celda esperando la horca, en su caso una bonita pira. Cerró los ojos un instante, lo que era aun más patético era haber sido delatada por las mismas personas que acudieron a ella cuando nadie más estaba interesado en ayudarles. Aquel día le habían dado una buena lección, una grande, tal vez el licántropo estaba recibiendo las últimas gotas de buena fe que le quedaban a la bruja, lo último de su altruismo y bondad, porque no se dejaría otra vez engañar de nuevo de aquella manera..Si es que había una próxima vez.

Apartó suavemente las manos del lobo de su rostro para dejarlas de nuevo contra el suelo.- Debes estar quieto.- Murmuró con suavidad, al escuchar la voz clara de Dagon en su cabeza se crispó, pero disimuló lo mejor que pudo y secó las heridas del lobo, sintiendo cómo la fuerza se le iba rápidamente. No quiso contestar al ente, porque no quería que el lobo supiera que no había terminado, sin embargo, estaba tan acostumbrada a ignorar las voces que llegaban a su cabeza que apenas le costó ignorar al heraldo.- Son las marcas de los espíritus..Las Moiras. Tres hermanas, tres lados de un triángulo. Los Dioses hablan a través de mi, el blanco representa esas voces..Puras y legítimas..pero los Dioses son unos cabrones en su mayoría, no les importamos nada más allá de sus juegos y de sus riñas particulares. Los mortales nunca les han concernido..Salvo por sus propios caprichos. No hay que fiarse de los Dioses..Y dicen que hay que confiar aun menos en los que dicen que hablar por ellos.

Se estaba acordando del católico que la había condenado, repitiendo que era palabra de Dios que ella fuese purificada con fuego..Y lo que vio de él al escucharse tenía más motivos para acabar lapidado que ella misma..- Pero los mortales son unos ignorantes, no ven nada. No escuchan nada.- Acarició el cabello del lobo y poco a poco se tumbó a su lado, dejando sus propias heridas al azar, porque qué más daba ya, si iba a acabar muerta.- Los dioses solo hablan cuando quieren, pero tendrán que hablarme mañana..- Murmuró, quedándose apoyada en él, con la mano sobre su cabello y fue perdiendo la conciencia paulatinamente, entre sueños horrorosos.


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