My Dearest world worst kiss ever (Libre)

por **Arquímedes Dashwood** Vie Nov 17, 2017 8:45 pm

No encontrando su nuevo objetivo en la vida, su primo, Arthur le había notificado que se iba a un lugar en específico del que no le diría nada en la carta. Era una carta en la que intuía del lugar en el que decía que se escondería pero no decía demasiado en la misma carta que había leído y dejado sobre la mesa de su escritorio. Esa noche era lluviosa y llovía demasiado fuerte como para poder abrir las ventanas. Podía ver los carruajes ir a prisa por no querer mojarse demasiado, los cocheros tendrían que estar teniendo la peor noche de sus vidas, pensando en que posiblemente todo terminaría de manera extraña. Sin embargo, en el interior de su residencia estaba todo tranquilo, demasiado para que se adecuara a su nivel de confort.

Se echó unas partidas con su más allegado mayordomo, unas partidas de cartas que podrían resultar aburridas ya que en algunas las ganaba él mismo y otras su mayordomo. Era divertido al fin y al cabo, pero luego se quedó dormido sobre el sofá de la sala de estar que tenía inmensidad de libros para poder entretenerse.

El sonar de la chimenea le dio inspiración para hacer un par de estrofas, a veces componía canciones a piano y se las guardaba en su libreta dorada pues eran estrofas que consideraba especiales o curiosas:

¿Qué me importa, en sueños o en la languidez de la primavera,
que mis canciones no reflejen mi yo entero?
Si apenas son una fragancia, y yo un pedernal y un fuego,
yo soy una respuesta, y ellas una llamada.

Pero qué me importa, si el amor pronto terminará,
deja que mi corazón hable y mi mente se quede ociosa,
pues ella es lo suficientemente fuerte y orgullosa como para callar,
es mi corazón el que hace mis canciones, no yo.

Pero fue interrumpido cuando una de sus doncellas le aviso que la servidumbre se disponía para irse a dormir. Arquímedes asintió, se quedó solo con su piano y dejo de tocarlo para volver al piano, seguir escuchando la chimenea chispar frente a sus ojos. El aburrimiento le estaba cerrando los ojos y estaba haciendo que se cansara demasiado rápido. Suspiró y para cuando pensaba irse a la cama, un cuervo picaba el cristal de su ventana. Pudo observar que este traía un mensaje, rápidamente abrió la ventana y al coger al ave, tomo el mensaje enrollado en la una de las patas del cuervo – a ver – Dejo libre al ave y comenzó a leer las pocas palabras del mensaje que decían: “Estamos bien” y con las iniciales de A.D. por lo que de inmediato tiró el papel a la chimenea y el papel comenzó a quemarse entre las llamas.