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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lance Galahad Mar Nov 21, 2017 2:51 pm

La vida en la casa tenía que acostumbrarse al nuevo y rápido noviazgo del conde y la “Srta. Wallace” como la llamaban sus anteriores amigos. Muchas de las mujeres la miraban con recelo y el nuevo nombre chirriaba en sus dientes como el siseo de una víbora, en cambio muchos otros se alegraban por ellos. Ronald, el primero que apoyó desde el principio aquel noviazgo, se encargaba alegremente de ellos y el ama de llaves también. Sin embargo, Raven no dejaba todos sus quehaceres y de madrugada seguía yendo a las caballerizas a cuidar a los animales de la finca. Lance ponía los ojos en blanco cuando descubría que, de buena mañana, en la cama, había un vacío con las brasas del calor y el aroma de Raven. Intentó hacer vida por el día para permanecer con ella más tiempo al día, incluso mandó que le hicieran unas gafas con cristales oscuros para que la luz no le hiciera daño al verla en la distancia.

Aquella mañana no fue diferente, cuando el conde recibió la bandeja del correo y el periódico en el comedor, el mayordomo se quedaba detrás del señor para servirle el té en el momento preciso- ¿Dónde está la Srta. Wallace?- preguntó Lance aun conociendo ya la respuesta, mientras descansaba la taza de té cerca de su boca. El mayordomo carraspeó- Le hemos dicho que descanse siguiendo sus órdenes, mi lord. Pero ha insistido en salir, creo que ha cabalgado y después se ha quedado a cuidar las caballerizas- le informó con un cierto tono de orgullo en sus palabras. A lo que Lance sonrió y después de dar un trago ligero dejó la taza en el plato de porcelana a juego. Se pasó la mano por la barbilla mirando el candelabro que había en el centro de la mesa, a pesar de ser medio día- ¿Hemos recibido el paquete que pedí?- preguntó ahora girando la cabeza hacia la derecha, el mayordomo descansaba aún más atrás, pero el conde no se giró para enfrentarle- Si, mi lord. Está en sus aposentos, envuelto como pidió nadie lo ha abierto- le informó antes de retirarse con una ligera reverencia. Lance leyó las noticias por completo, la economía y la información que le llegaba de su tierra. El día se le hacía muy aburrido, así que anotó en sus quehaceres y caprichos, contratar a un pianista o alguna pequeña compañía de música, de desayunar solo lo podría hacer con algo de música.

Dejó todo en la mesa y se dispuso a subir escaleras arriba hasta su habitación, encontró el paquete como le había dicho el mayordomo, envuelto e impecable. Abrió el papel de seda que envolvía la caja y miró en el interior. Lance sonrió satisfecho una máscara de plumas y tejido poroso, como encaje, todo negro con algún detalle de hijo plateado. Una túnica de terciopelo negro largo y sedoso y por último una pequeña caja que albergaba un anillo de platino. Engarzado había un diamante casi negro, pero a la luz dejaba entrever un color rojo, como la sangre. En su interior estaban las iniciales “LG” con un estilo gótico. Cerró el paquete y se dirigió ahora hasta el armario, de un cajón sacó la máscara negra que acostumbraba, esta vez sin mucha filigrana, solo alguna pluma negra a los lados, dándole un aspecto más peligroso. Aquella noche, Raven tendría su puesta de seda, su inicio en el tipo de relación que iban a tener.

Lance mandó llamar a Raven, indicó que se aseara, que dejara el pelo suelto y se presentara desnuda en su habitación. Dejó las cosas sobre la cama, excepto el anillo que lo guardó en su bolsillo- Raven- dijo alargó la mano para guiarla por la habitación, aunque estuviera desnuda, sus ojos no se desviaron de los ajenos- A partir de ahora, cuando te llame a mi habitación, tendrás que esperarme así, desnuda. De rodillas…- dijo guiando el movimiento de la joven hasta que esta quedara sobre sus rodillas completamente descansada. Después colocó las manos con la palma hacia arriba, ahí, justo sobre sus muslos- Así es como te quiero en mi habitación, dispuesta a entregarte a mí- dijo mientras la abandonaba escasos metros, los suficientes para coger el vestuario que debía llevar. Le entregó el antifaz- Ponte esto- dijo marchando detrás de ella y anudando las tiras de lazo sobre su melena suelta. Después le entregó a la túnica- Póntelo por encima. Te cubrirá casi todo el cuerpo menos los pies, cálzate- Esperó a que obedeciera y después la besó en los labios así vestida- Nos iremos unos cuantos días, lejos de París. A un lugar perdido. Iremos juntos- dijo mientras la tomaba de la mano. Él al contrario iba vestido con un pantalón que parecía medieval y una camisa blanca de algodón, también amplia. Parecía más un pirata que un conde- El servicio está al tanto de nuestra ausencia, si en algún momento quieres volver podrás hacerlo- dijo mientras la acompañaba escaleras abajo.

Como en otras ocasiones, Lance habría jugado a las muñecas con ella, había cogido de su vestidor un vestido cómodo y una muda limpia, nada más. No necesitaba nada más.

Subieron al coche juntos y el viaje se hizo esa misma tarde. Pasaron muchas horas juntos así que Lance la preparó- Vamos a aprender los dos, tu a entregarte a mí y yo a entregarme a ti- dijo mientras separaba con la mano las piernas de Raven evitando que las rodillas se juntaran- Está prohibido juntar las piernas - le dijo mientras veía por la ventana del coche de caballos las primeras luces de su residencia “vacacional”. Bajaron los dos enfundados en ese anonimato de plumas y máscaras y el portón de madera se abrió- ¿Quién es este amo y a quién depositas?- preguntó el maestro de ceremonias enfundado en una túnica granate y negra y una enorme máscara junto a un tocado enorme de plumas- Lancelot- dijo el conde mientras sujetaba la mano de Raven en alto-¿a quién depositas, amo Lancelot?- miró a Raven y sonrió- A Ginebra- dijo en voz alta. Los pseudónimos de dos amantes, el mejor amigo del Rey Arturo y la mujer a la que amaba. El maestro asintió conforme y dos mujeres que estaban desnudas a excepción de su rostro, se acercaron hasta Raven y la abrieron la túnica dejando el cuerpo al desnudo. En la lúgubre y negra habitación, en la que no se veía nada más que a ellos , las chicas y al maestro, empezaron a aparecer más figuras humanas en la oscuridad- Es nuestro deseo que se la dome, que no se recurra a las marcas o perforaciones y que sea de mi exclusividad física- dijo Lance adelantándose a los deseos de Raven. Esta respiraba entrecortada y se sentía desnuda- Sea así. Muestra a Ginebra.- las mujeres ataron las manos de Raven detrás de ella y la despojaron de la túnica para que se arrodillara. Lance se quitó su túnica y se quedó delante de ella, mientras cinco hombres y el maestro de ceremonias se acercaban a su alrededor. Tan cerca que su aliento podía tocar la piel ajena, aun manteniendo la distancia pedida por el conde, los hombres empezaron a hablar de ella. Empezaron a decir cosas de su cuerpo, de su tez y sus senos; incluso de su entrepierna.

Lance no apartaba la mirada de ella, cuando se posó detrás la levantó, ya que su movimiento estaba limitado y fue él el que empezó a acariciar su cuerpo, delante de los demás- Abre las piernas- susurró junto a su oído- ¿Desea el amo azotarla? ¿Torturarla o flagelarla? - preguntó uno de los hombres que portaba una fusta de montar. A sus pies apareció la figura de una mujer, que caminaba a cuatro patas. Lance negó con la cabeza- Quiero que la veáis porque es mía- y deslizó sus dedos fríos por el cuerpo desnudo de Raven mientras su piel respondía, sus pezones lo hacían también. Besó sus labios, sabiendo que estaba enfadada por exhibirla de esa forma y después el amo Lancelot bajó los dedos hasta su sexo para penetrarla con ellos. Los hombres se agruparon para verlo, para comentar incluso como olía, diciendo todo lo que se les ocurría.

Cuando terminó, las dos chicas desataron sus manos y ahora la condujeron a la habitación que compartiría para ella sola. La explicaron las dos mujeres que su amo iría por la mañana para hacer lo que quisiera y que tendría que quedarse callada y aseada.

Sabía que se enfadaría por ese rapto, pero Lance tenía que asegurarse de que comprendía la situación. Una vez fue presentada ante aquel séquito de dominantes, los latigazos empezaban a sonar por las habitaciones, los llantos y los gritos de muchas de ellas resonaban en el eco de las paredes. Y Lance se presentó en el cuarto de Raven- Ginebra- la llamó mientras se acercaba- Si quieres acabar con esto solo tienes que pedirlo, pero esto es lo que quiero de ti y contigo. Eres mía, me perteneces y quiero exhibirte, si dejo que los otros sueñen con tu cuerpo es porque quiero que lo hagan, porque poseo algo que ellos se mueren por tener- se acercó con un cepillo y lo pasó por el pelo ajeno esperando una contestación- Llorarás- miró en el reflejo del tocador el rostro de Raven- Te dolerá, pero también encontrarás todo lo que quieres en este mundo. Te daré todo Raven, mi vida te pertenece. Ahora háblame- pidió mirando sus ojos esperando ver qué le parecía todo eso- Podemos cambiar lo que quieras… pero esto, esto es lo que quiero de ti, lo que entiendo porque seas mía.
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Mensaje por Raven G. Wallace Mar Nov 21, 2017 4:09 pm

Muchas de las mañanas intentaba quedarse en la cama vagueando con Lance o viéndole hacer sus tareas, pero esa no era una de ellas. Tenía cosas que hacer, echaba de menos salir a primera hora a cabalgar y ocuparse luego de limpiar y alimentar a los caballos, así que eso fue lo que hizo; estaba ya acabando cuando se la comunicó que el conde la esperaba por lo que fue directa a su habitación para asearse antes de acudir al cuarto del vampiro. Como Dios la trajo al mundo se presentó ante él, cualquier otra mujer estaría temblando tan solo por la mirada de Lance pero a esas alturas –para Raven- estar desnuda ante él resultaba tan natural como acariciarle el pelo por la noche. Como siempre que los roles se intensificaban en el plano sexual, guardó silencio mientras él la indicaba el modus operandi y obedeció ante sus deseos. Acabó de rodillas con un antifaz y tapada con una túnica negra que se cerraba casi por completo alrededor de su cuerpo. Y así abandonaron el que se había convertido en su hogar con un destino confuso para la joven y delicioso para el vampiro.

Lance quería recibir clases para aprender a actuar como pareja, no lograba entenderlo, -¿es que no soy como deseas, amo?-, no siempre se refería así al vampiro pero estaba claro el ambiente en el que la iba a introducir y la actitud dominante que había adoptado respecto a ella. Además de su gesto serio parecía estar nervioso, algo incómodo quizás. En un primer momento dio un paso a tras cuando vio aquellas manos dirigirse a su cuerpo, pero chocó con el pecho inmóvil del vampiro y comprendió que eso era lo que él deseaba; por lo que dejó que la liberaran de la única prenda que llevaba quedando a merced de todas las miradas. La sentencia de Lance sobre los límites acerca de ella la calmaron por completo, si se cumplía su voluntad no tenía problema alguno con estar allí; podía mirarla pero estaba claro que tan solo él podría tenerla y eso era lo único que ella le había pedido desde un inicio. Se quedó en el suelo, con las manos atadas a la espalda, escuchando –como en un murmullo lejano- lo que opinaban sobre ella, sin levantar la mirada de los zapatos de Lance.

Cuando la levantó su campo de visión se amplió y pudo ver la cantidad de amos que se habían congregado para ver a la nueva pareja, muchos estaban solos y otros tantos con sus sumisas, así pudo comprobar que el juego de Lance con las sirvientas parecía ser más común de lo que ella había creído. Sonrió orgullosa sin poder evitarlo cuando la exhibió ante la envidia de los demás, era excitante saber que Lance disfrutaba porque los demás desearan lo que él tenía, lo que tenía por decisión y voluntad de la joven. Él era su amo porque ella se lo permitía, no había relación más simbiótica posible. En el momento en que este comenzó a acariciarla el resto de los presentes se desvanecieron, tan solo notaba las manos y la presencia de Lance llevándola nuevamente hasta un punto de no retorno físico. Con la sensación de debilidad aún  en el cuerpo fue conducida lejos de él, a una habitación vacía, acondicionada con todo lo que podría necesitar. Le echaba de menos pero tendría que esperar, así que aprovechó para darse un baño y descansar lo que pudo después del larguísimo viaje que habían hecho.

Por la mañana, como la habían indicado, Lance apareció en su puerta. Le recibió como había solicitado, con el pelo suelto y desnuda; y se colocó en el suelo cuando entró pues nadie la había anunciado a la hora que iría para estar lista. Aunque no duró mucho pues la instó para que se pusiera a su altura, -soy tuya amo, puedes hacer conmigo lo que quieras-. Lance ya sabía dónde estaba el límite de Raven por lo que no tenía necesidad de hacer hincapié en su necesidad de ser exclusivamente suya. -no tengo miedo a lo que quieras para mi, he llorado antes pero nunca me he sentido plena, ahora lo hago-, no necesitaba las riquezas del conde, hubiera sentido lo mismo por él aun siendo un campesino, se habían atraído como dos polos opuestos desde el primer momento y ambos eran conscientes de que se pertenecían. Deseaba estar a solas con él, tocarle y hacer que se vaciara como la noche del museo pero en aquel lugar los planes parecían estar ya calculados y tocaba ir a los baños. La sala era impresionante, todo tallado en mármol con unas tinas en las que fácilmente entrarían tres personas, las jóvenes debían desnudar y asear a sus señores ante la presión de la mirada de los maestros. Algunos de los amos se dejaban llevar por las caricias de las jóvenes y las ordenaban complacerles de diferentes maneras, algunas eran prácticamente ahogadas mientras las tomaban desde detrás, otras usaban sus bocas… En cambio Lance parecía querer que Raven contemplara todo aquel espectáculo pues a pesar de su erección salió del agua en silencio y abandonó la sala, se verían en el siguiente ejercicio.

Esa falta de contacto e intimidad hacía que echase de menos estar en casa con él, dormir juntos y pasar horas en silencio leyendo sobre él en la biblioteca. Cerca de una hora después, el resto de jóvenes pasaron a buscarla para ir al salón. Los hombres vestían túnicas oscuras, ellas iban desnudas, y una mesa de piedra se situaba en el medio del circulo que estos formaban. -Ginebra será la primera-, ordenó el maestro mientras la indicaba la manera de subir y tumbarse, estaba congelado y era una situación extraña, aun no sabía donde estaba Lance pues no se les veía el rostro bajo las capuchas. Todos al unísono se acercaron al altar, localizó el rostro del vampiro y respiró tranquila, al menos hasta que sintió una mano sobre el pubis. Lance estaba situado justo tras ella, por lo que le veía sobre su cabeza, él no había podido tocarla; automáticamente se encogió y quedó sentada apoyada en el pecho de Lance mirando a los demás, -no se me toca, no soy vuestra-, siseó con mezcla de rabia y asco, a punto de llorar por la sensación de repulsión.  
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Mensaje por Lance Galahad Miér Nov 22, 2017 4:55 am

La escena del baño fue un suplicio para Lance, deseaba con fervor a Raven tomarla ahí mismo pero no le pareció el mejor momento. Se deleitaba mirando a los otros amos poseer a sus sumisas, buscaba la mirada de Raven que también miraba atenta todo ese despliegue de ruidos y jadeos. Habían dejado claro que no eran unos amos cualesquiera, a pesar del anonimato, el porte de Lance no pasaba desapercibido y la personalidad de Raven tampoco, era altiva y solitaria, rasgo que la mitad de las presentes no tenía. Decidió marcharse con su hinchazón y su deseo a otra parte, aunque lo normal hubiera sido que aliviara aquella erección decidió no hacerlo, su alivio vendría más tarde.

Le llamaron para acudir a un ritual nuevo, Lance asintió en silencio y se dirigió junto a los demás, vestido con la túnica que acostumbraba a llevarse allí. Miró a su alrededor, las mujeres yacían arrodilladas, miraban al suelo desnudas y exhaustas. Mientras todos se acercaban a la mesa de piedra en la que ya estaba Ginebra, aspiró profundamente y entre los hombros se colocó en primera fila. Todos miraban a la joven desnuda y pálida sobre la ropa, la tez estaba suave y fría y había respondido al tacto de la roca fría. Sus pezones estaban duros y su piel erizada hacía que jadeara un poco más rápido, además el estar rodeada de hombres le resultaba abrumador como poco. Lance emergió entre los hombres y al ver el atrevimiento de uno alargando la mano al pubis ajeno, al mismo tiempo que Raven protestaba, Lance alargó su mano y tomó la del amo- Lancelot reclama el castigo para el amo- dijo mirando de reojo a Raven buscando el alivio en el rostro. El maestro de ceremonias, siempre con su máscara de plumas asintió pues los términos establecían el respeto de todos los amos entre ellos y sus posesiones- El Buhonero recibirá luego su castigo-dijo mientras le echaba de la sala. Su sumisa permanecía mirando al suelo y no fue con su amo sino que se quedó junto a la roca, a los pies de Lance- La sumisa del Buhonero te pertenece hasta su castigo, amo Lancelot ¿Qué será? - preguntó el maestro mientras ofrecía la fusta. Lance rehusó de ella y se la entregó a los demás amos, que rápidamente se bajaron los pantalones con su empalmada y empezaron a masturbarse cerca del rostro de la chica. Otros sin embargo permanecían junto al altar y Raven. Lance acercó los dedos al rostro de Raven y acarició sus pómulos, su boca e introdujo los dedos en ella. Notó la saliva impregnarlos y el tacto le recordó a la noche que pasaron en el museo de la tortura. El contacto visual le excitaba aún más, así que una vez húmedos sus dedos, buscó el pubis de Raven e introdujo los dedos, primero uno y lo movió, después un segudo y los dos juntos. Dejaba que descansara de sus jadeos cuando acariciaba su clítoris mientras sus mejillas enrojecían de placer. Lance se deshizo de la túnica y subió al altar sin esfuerzo. Ayudó a Raven a ponerse a cuatro patas, y cuando lo hizo los amos ladraron a la perra que estaba en altar- Fóllatela como un animal- dijo uno de ellos. Pero Lance no quería penetrarla, aún no, por mucho que lo deseara. Pasó su miembro entre sus piernas, notó su lubricación y se masturbó entre sus piernas, notando aquel calor que emanaba de ella. Los amos habían empezado a follarse a la sumisa del otro amo, de dos en dos si hacía falta, y cuando Lance vio que Raven bajaba la cabeza, seguramente de placer y de deseo, la cogió del pelo con violencia y la obligó a mirar a aquella chica que estaba siendo ultrajada y humillada, tenía arcadas y su rostro estaba impregnado de sudor y lágrimas- Miralo bien…- susurró cerca de su oído mientras, manteniendo la postura. Lancelot acercó la ereción a la boca de ginebra y esperó a que la besara y la metiera en la boca. Miró a los demás amos que dejaron su placer y ataron los manos a los tobillos de Raven, dejándola inmóvil. Lance la cogió la cabeza y hundió su polla hasta el fondo de su boca, notando como chocaba casi en la garganta, la sacó y dejó que respirara. Volvió a hacerlo y después se folló la boca de la mujer mientras los hombres se corrían sobre la otra sumisa o mientras miraban como Lance se follaba a la hora inmóvil Raven.

Terminó en su boca y cuando lo hizo, Lance se arrodillo para que su cabeza estuviera a la altura de la de Raven- Trágatelo- ordenó mientras apartaba el pelo del rostro sudoroso de Raven y la soltaban de aquella atadura. Después le tocaba el turno a los demás pero ellos tenían otras cosas que hacer. Las sirvientas se ofrecieron a asearles a ambos y Lance se despidió de ella con un beso en el dorso de la mano- Ven cuando termines- le indicó marchándose.

La habitación ahora estaba iluminada, había dos postes de mármol blanco con argollas, un hombre estaba completamente desnudo y tenía un arnés que sujetaba su pene con cuchillas a los lados, si el hombre se exitaba tendría cortes superficiales. Lance se quedó de brazos cruzados observándole y sonriendo complacido por el castigo que iba a recibir- Traer a Ginebra- ordenó y las sirvientas así lo dispusieron. Trajeron a la joven vestida con la túnica y Lance buscó su boca para besarla, acarició su piel con sumo cuidado y besó su cuello, sus hombros y su pechos mientras los apretaba con sus manos- Te echo de menos- dijo el amo a su sumisa mientras besaba sus labios- Tengo un regalo para ti, lo has hecho muy bien- dijo mientras ofrecía una fusta de madera de roble a Raven- Le castigarás tu- señaló con la cabeza al sofá que habían puesto delante del hombre- Pero antes….- dijo Lance mientras colocaba cojines y una manta de piel suave sobre el sofá- Siéntate ahí, abre tus piernas para que lo veamos y tócate- dijo el amo Lance mientras echaba un vaso de agua al amo que ahora estaba inmovilizado- Te has perdido el espectáculo, pero este no vas a perdértelo- dijo Lance divertido. Aunque no quería que lo viera, al hacerlo la excitación daría lugar a esa tortura tan dolorosa que había preparado para él.

Lance se acercó hasta Raven que había empezado a acariciarse, casi con timidez, abordó por detrás el sofá y deslizó las manos por el cuerpo desnudo, acarició sus pezones, besó su cuello y dejó un pequeño mordisco sobre su oreja- No sabes lo que me gustas… espero el momento de hacerte mía- susurró mientras Raven se excitaba- habitar dentro de ti entera, que seas mi mujer- siguió diciendo palabras al oído Raven, que parecía aligerar el movimiento y los jadeos.

En ese momento el hombre por fin gritó de dolor al notar su erección, las cuchillas se habían encontrado con la piel ajena y Lance sonrió- Cuando te corras…. Podrás azotarle- le dijo al oído y entonces el amo gritó de dolor y soltó un sollozo que hizo que Lance se excitara de escucharlo- Ella es mía- le dijo al amo mientras su sumisa se corría de placer- Ahora puedes castigarle…

El espectáculo no le dejó indiferente, estaba tan excitado que pensaba que no aguantaría sin romper el suelo ni a Raven- Cómo te necesito…- dijo el amo después del espectáculo de azotes de Ginebra al amo que parecía haberse desmayado de dolor. Entonces fue retirado por otros amos que aguardaron fuera hasta el final y se quedaron solos- Ven a aquí- dijo palmeando su muslo indicando a Raven que se sentara sobre él. Esta como siempre, obediente se sentó y empezó a acariciarle- En cuanto acabe esto, la doma. Te haré mía- gruño mientras mordía sus pezones buscando el consuelo en su cuerpo.  Introdujo de nuevo sus dedos en el interior de Raven para masturbarla mientras ella hacía lo mismo.
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Mensaje por Raven G. Wallace Miér Nov 22, 2017 12:31 pm

No podia pedir más de él, otro amo en su lugar hubiera –quizás- castigado la protesta de la sumisa en vez de protegerla y eso era lo que hacía que se sintiera segura y protegida con Lance. El hombre que se había tomado la libertad de tocarla ya no se encontraba entre los presentes y todo volvió a una calma momentánea, en la que tan solo se escuchaba a los hombres disfrutar de la sumisa también castigada por la ofensa de su amo. Estaba claro que en ese mundo cada pareja formaba un uno y de ambos dependía el futuro de los dos.

En cuanto Lance reclamó la atención de Raven esta se fijó tan solo en él, como la ocurría siempre, saboreaba los dedos ajenos como si se tratase del mejor manjar del mundo, como haría con su polla y él lo notaba; le había demostrado ya que disfrutaba lamiéndole, sacando cada gota de él y eso era lo que el vampiro tenía en mente. La hubiera gustado “torturarle” un rato más pero la necesidad que tenía el vampiro del cuerpo ajeno le había podido y estaba de nuevo acariciando el interior de la joven que respondía con cada vez más rapidez a él. Ignoraba si esa exhibición era sana o eran todos unos dementes jugando a ponerse cachondos, pero se había convertido en su mundo y la gustaba. El cambio de postura la cogió por sorpresa pero se adaptó con rapidez, era demasiado excitante para ella tener la polla de Lance tan cerca de donde quería que estuviera, la frotaba, la acariciaba pero no acababa de entrar en ella y era desesperante a la vez que placentero. Los gemidos se mezclaban con los jadeos de queja al no recibir todo lo que quería de él, pero no salió palabra de sus labios. Se resignó a que la impidieran usar sus manos y atendió a su amo como ya le había demostrado que sabía, jugaba con toda su longitud, besando, lamiendo y mordiendo con suavidad cada centímetro de su erección; este se atrevió a marcar el ritmo que deseaba en cada momento –cosa que no hizo en el museo-, acabando por correrse en su boca entre convulsiones de placer. No hubiera hecho falta que la ordenase tragar, pues lo hacía de buena gana, pero le enseño la boca vacía aún con su sabor impregnado en cada rincón; antes de irse a la habitación para asearse.

En cuanto llegó a la habitación en la que había sido requerida por Lance, este volvió a reclamar su boca y Raven cedió gustosa a sus besos y sus caricias, podría pasarse la vida así. -Y yo a ti, amo-, quería hablarle, decirle mil y una cosas pero no en ese ambiente y no con gente a su alrededor, ya hablarían de todo aquello una vez salieran de ese lugar. Recogió la fusta y miró al hombre que la había tocado en la anterior práctica, asintió a Lance conforme con ser ella quien le fustigara, cosas peores había hecho ya en presencia del vampiro. Entreabrió los labios sin saber bien si estaba conforme con esa orden o no, dudó más de lo debido y lo notó en el rostro momentáneamente divertido del hombre que pendía de las argollas, pero ese gesto acabó de convencerla, tendría su castigo y si Lance deseaba que fuera así, así lo tendría. Nunca había tenido tanta actividad sexual y empezaba a notar el cansancio, por lo que agradeció la ayuda del conde en su tarea, su roce y sus palabras alentaban a la joven a aumentar el ritmo y conseguían en ella el efecto esperado, que se hizo patente con el primer grito de dolor del otro amo. Aquella demostración de poder de Lance a través de ella misma era maravillosa, era él quien daba las órdenes pero el dolor del otro hombre se generaba por las acciones de Raven, perfecto y sublime. Aun temblando y con el interior alto de los muslos humedecidos, la sumisa recogió la fusta y se entretuvo castigando cada parte del cuerpo del hombre, excepto su polla, pues seguramente hubiera causando algún desgarro al estar en contacto con las cuchillas.

-Ya soy tuya-, era consciente de que no se refería a eso pero ahora que estaban –momentáneamente- solos, podía permitirse ese coqueteo con él. Esa libertad en pareja duró poco, no estaban allí para eso sino para aprender a controlar los impulsos, para definir su relación y gestionar los sentimientos que el DS generaba. -Si en tres minutos no se corre ambos seréis castigados-, la voz del maestro anunció la llegada tanto de él mismo como de otra pareja de dominante y sumisa, esta vez siendo la dominante, también, una mujer. Raven miró alertada a Lance, que tampoco parecía estar muy feliz con aquella situación, ella se había desconcentrado y estaba exhausta después de todo el día, acababa de correrse por segunda vez y el saber que tenía un tiempo límite no la ayudó en absoluto. A pesar de los esfuerzos de Lance, le fue imposible cumplir con su objetivo por lo que se colocó en el suelo con un sentimiento de culpabilidad horrible, por su culpa ahora ambos tendrían que sufrir la sentencia del maestro. -Ambos series entregados a esta pareja hasta que os corráis. Ginebra atenderá las necesidades de Madame la Rouge y Lancelot podrá hacer lo que desee con Soumis. Irá por turnos, empezará Ginebra. Mientras Lancelot debe mirar y viceversa-, Raven miró suplicante a Lance, -amo...-, pero no recibió una sola mirada por su parte, miraba a la pareja recién llegada con un rostro frio que no parecía avecinar nada bueno. No había protestado ante la idea que Raven fuera sumisa de otra persona por lo que él mismo aceptaba tomar a esa mujer que estaba –como ella- de rodillas y debería verlo. Solo de pensarlo las lágrimas escaparon de sus ojos mientras La Rouge la ataba a un potro boca abajo.
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Mensaje por Lance Galahad Jue Nov 23, 2017 4:18 pm

Debía de adaptarse a la situación, y rápido. Cuánto antes terminaran aquel castigo impuesto, antes podrían estar juntos. Vio la culpa en los ojos de Raven y apretó la mandíbula molesto, un ama iba a tomarla y sin compasión, Lance se debatía entre destrozar a la sumisa ajena o tener templanza. En el primero de los casos pasaría rápido, pero en el segundo podrían ganarse un castigo y ahora por su parte. Vio a Raven atada en el potro y al ama sonreír ante la recompensa, la que ningún otro hombre podría tener. Los llantos de Raven y la fusta del ama, resonaron e inundaron sus oídos, lo único que podía hacer por ella era hacerle notar que se encontraba a su lado a pesar de todo.

-Córrete- dijo la dominante, mientras movía la mano con rapidez sobre su sexo. Lance miró el espectáculo a regañadientes. Pensaba “correte ya” , no soportaba la idea de que otra persona poseyera algo que le pertenecía, y menos, si el no había dado el consentimiento. Así que cuando Raven gritó extasiada, le llegaría el turno a él. El ama desató a Raven y las sirvientas la ayudaron a salir del potro, temblándole las piernas y su piel enrojecida- Ahora el amo Lancelot- dijo el maestro de ceremonias.

Lance se levantó del asiento de tortura en el que había visto el espectáculo ajeno. Apretó la mandíbula y los músculos de su cuerpo se tensaron en el altar. Se acercó a los utensilios y cogió una fusta de caballo. Paseó alrededor de la sumisa- No me mires- dijo la voz del amo en la sala, mientras ella estaba de rodillas le puso las manos hacia arriba, como si estuviera haciendo una ofrenda. Lance dio con la fusta en las palmas de las manos y la sumisa gritó de dolor. Paseó por detrás de ella y la cogió del pelo, tirando de ella con violencia la colocarla hacia arriba. Colocó las cuerdas de tal forma que sus manos estaban atadas al muslo y permanecieran abiertas, ofreciendo su sexo a Lance. La vía más rápida era follársela, pero no lo había ni hecho con Raven, así que cogió un par de pinzas de metal para colocarlas en sus pezones y los labios vaginales y estiró de ellos cuando la chica se echó a llorar de dolor e intensidad. Tuvo que lubricarse él mismo y masturbarse para estar preparado, pero ahí estaba un cacho de carne para él, un agujero donde enterrar su polla y desquitar su enfado.

Lance le dio tortazos, con la fusta y tiró de las pinzas muchas veces, la chica lloraba y solo daba las gracias por lo que recibía. Lance pensó en Raven, en su sexo y su calor y cerró los ojos en el momento que la penetró, era algo duro también para él, porque no era lo que quería. Empezó a follársela con fuerza, pero no por su sexo, sino por detrás. La reventó y la chica incluso lloraba de dolor, sin esperárselo. La mano de Lance agarró el cuello de la chica- No respires- dijo mientras seguía penetrándola y dejó de oprimir la garganta, haciendo que respirara de nuevo. No tardó en correrse la chica, cuando eso pasó. Lance salió de ella y terminó sobre su tripa limpiándose en ella y dejándola atada mientras se giraba. Cogió desnudo en brazos a Raven y salió sin mediar palabra con nadie.

En silencio la dejó en la pila de agua y mandó retirarse a todo el mundo. Cogió una esponja natural y hundiéndola en el agua la pasó por el cuerpo desnudo de Raven, las zonas rojas le indicaban las marcas de otra persona y apretó la mandíbula. Ella también estaba enfadada, quizá porque Lance no intervino, pero el aprendizaje se basaba en aprender de los errores. Así que besó la piel desnuda de Raven y con excesivo cuidado, entró en la pila con ella. Estaba agotada, se lo notaba en los ojos, así que la lavó con cariño y después la secó, ella se dejó hacer. En cierta manera era la forma de Lance de pedirle disculpas, así que el supuso que las aceptó- Hoy dormiré aquí- dijo a Raven mientras la ponía la bata sobre los hombros y con el mismo cuidado que la llevó hasta allí la dejó en la cama- Ojalá hubieras sido tú, pero no la he hecho mía- le aclaró a Raven- Te deseo a ti- se tumbó en la cama y colocó las sábanas para que Raven estuviera cómoda junto a él. Lancé deslizó la mano por la espalda de Raven y cruzó por su cintura hasta su pecho, acarició sus pezones con suavidad buscando su calor esa noche- Te quiero- susurró sobre su oído, detrás de su melena, mientras besó su hombro desnudo y la arrimó contra él, quedando pegado a su espalda.
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Mensaje por Raven G. Wallace Vie Nov 24, 2017 11:17 am

No quería. No quería correrse a manos de otra persona y de hecho la costó muchísimo hacerlo, pero era consciente de que si no ocurría la tortura seguiría y el castigo podría ser incluso peor. Lance no se había negado por lo que ella se esforzó en cumplir su objetivo, a pesar de que era obvia la repulsión que la situación la generaba. Se había vuelto a sentir un trozo de carne que otra persona usaba para su propio beneficio personal y Lance tenía que ser consciente de ello. No dejó de llorar durante todo lo que duró su sesión y cuando al fin la desataron, la cosa no mejoró. Tuvo que ser testigo de cómo su amo, su pareja, su todo dominaba a otra mujer; era un dolor que no había experimentado jamás, deseaba pegarles a los dos hasta no tener fuerzas –aunque no fuera un pensamiento racional-. Las formas del vampiro con la sumisa no eran, ni de lejos, las que empleaba con ella. Con Raven, a pesar de ser dominante y estricto, siempre era cuidadoso y se preocupaba de ella, pero por la manera de manejar y hablar a Soumis se notaba que quería acabar con el castigo cuanto antes. Con la escocesa jamás había tenido que masturbarse para poder jugar con ella, siempre que estaban juntos estaba duro y preparado y para el ego de Wallace aquello fue un soplo de aire, algo a lo que aferrarse para no acabar más agotada de lo que ya estaba –tanto física como mentalmente-. Odiaba a esa mujer, más que a la que la había tomado a ella, odiaba su rostro, su dejarse hacer y sus gemidos, disfrutaba de las manos y el cuerpo de Lance, disfrutaba de algo que no la pertenecía.

En cuanto acabó recogió a Raven y ambos salieron de aquel ambiente enrarecido. El silencio reinaba entre los dos, ambos tenían una mezcla de sentimientos que eran difíciles de gestionar. Raven se sentía responsable por lo ocurrido, agotada por tanta práctica, sucia por hacer sido manejada por otra persona que no fuese el conde y enfadada por lo que le había visto hacer; él debía estar parecido… Necesitaba estar sin aquellas personas alrededor por lo que en cuanto Lance les ordenó dejarles solos respiró aliviada, dejándose hacer por él. Nunca jamás nadie entendería hasta qué punto su relación era intensa y profunda, no se parecía en nada a una pareja convencional, las raíces entre ellos se entrelazaban hasta los niveles más profundos de cada uno; estaban fusionados.

Mientras la lavaba se percató de que la molestaba el trasero y al ver la cara de enfado de Lance recordó por qué, la fusta que había usado el ama con ella había conseguido dejar la zona roja y sensible a cualquier roce; ninguno de los dos quería marcas de otra persona en ella. Cuando acabó con ella, Raven se puso manos a la obra para hacer lo mismo, le lavó con cuidado y una vez listos los dos acabaron en la cama. No sabía si era la más cómoda del mundo o que estaba demasiado cansada pero su cuerpo agradeció estar en reposo por fin. -No quería que pasara eso, lo siento-, sabía que no era necesario decirlo pero quería y necesitaba que Lance supiera que era consciente de su responsabilidad. -Se cómo eres conmigo y he visto cómo has sido con ella, lo sé-, acarició el rostro de su hombre con suavidad y toda la ternura del mundo. -También yo quiero entregarme a ti por completo, pero no aquí…-, ese lugar se había contaminado para ella y no quería vivir esa experiencia con Lance allí sino en casa. -Yo a ti también te quiero Lance-, no podía quererle más, no sabía si era el hombre perfecto pero sí que era el hombre perfecto para ella.

Se quería ir de aquel lugar pero la doma no había finalizado todavía, les quedaba una prueba más antes de pasar al nivel que ambos querían llegar. La mañana llegó antes de lo que hubiera deseado, Lance debía irse con el resto de amos y ella se reuniría con él más tarde en el gran salón. Un día más, eso era todo lo que debían aguantar antes de poder irse a casa de nuevo. Como siempre, todos iban ataviados con sus particulares túnicas y las sumisas se las quitaron al estar delante de sus amos. -Esta es la última prueba, pero igualmente importante a las demás. La sumisas deberán aceptar en sus cuerpos el dolor y aprender a gestionarlo bajo el control de sus amos-, el maestro descubrió una mesa llena de utensilios; pinzas, bolas chinas, pesos, dilatadores… Todo a elección de los amos, -las sumisas deberán llevar lo que decidáis, durante todo el día de hoy y podréis estar en pareja, la intimidad que queráis. Si lo superan seréis libres de iros, si no es así permaneceréis aquí hasta que lo consigan-, las normas eran sencillas y estrictas, ahora solo la quedaba ver cuál era el suplicio al que Lance querría someterla, ya le veía empalmado por lo que era obvio que las ideas habían inundado su mente desde hacía rato.
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Mensaje por Lance Galahad Vie Nov 24, 2017 12:45 pm

Cuándo el maestro de la sala le preguntó cómo quería que su sumisa comiera, él dijo que se valía por sí misma. Otros amos habían pedido de forma explícita que la dieran de comer, con la cabeza agachada y sin mirar a nadie. No le desagradaba la idea de que Raven fuera una sumisa completa, incluso en algo tan cotidiano como la comida, pero pensó en mantener esa independencia, era altiva y siempre había sido una persona independiente.

La prueba final se les presentó en un abrir y cerrar de ojos, habían soportado mucha mierda en la doma pero también consiguieron afianzar una relación sólida basada en la entrega y el respeto mutuo. Los amos se agolpaban los unos con los otros por los utensilios, cuando los vieron. Una vez el maestro explicó las pautas y el dolor, Lance sonrió complacido por aquel regalo a la vista y a los sentidos en general. Dispondría del cuerpo de Raven y esta vez sería él quien la castigaría, aunque no de la misma forma que aquella ama. El conde quería mucho a su sumisa, demasiado como para llevar aquello al extremo, no era una mujer más del montón, era la suya, la que había escogido de entre cientos y por la que solo vivía. Al ver que los amos, muchos de ellos celosos por cómo llevaba Lance aquello y a su sumisa, retiraron casi todas las herramientas, el vampiro pasó de largo y buscó el rostro de Raven para besarlo, empalmado como estaba por la visión que había tenido de esa doma- Te dolerá, pero te gustará- dijo el amo sonriendo abiertamente. El maestro esperó a que Lance decidiera que objeto cogería y para sorpresa de todos, no fue ninguno de los que estaban en la mesa. Se acercó y cogió la cinta de la túnica, anudó las muñecas de Raven por encima de su cabeza y la cargó boca arriba en un diván, seguramente de época romana. Se acercó después hasta un candelabro que postaba varias velas y lo agarró. Usaría la vela y el fuego- Esto es igual de peligroso para ti, que para mi- le indicó a Raven con una sonrisa- Vamos a llevarnos al límite ¿Estás lista? - preguntó mientras con la mano libre subía y bajaba por el cuerpo desnudo de Raven, la abrió de piernas y se colocó de rodillas en el hueco que había. Besó sus labios, bajó por su cuello y se recreó en sus senos, con fervor. El tacto de hielo del vampiro hizo que, junto a la excitación se erizara su piel y sus pezones respondieran entre sus dientes. Lance sonrió y volcó el candelabro sobre su vientre para que las gotas de la vela derretida cayeran sobre su piel. El cambio de temperatura, contra algo que estaba ardiendo hicieron que Raven se moviera. Después cogió la vela, que era ancha y la colocó sobre su vientre- ¿Quieres más?- preguntó, y esta vez, la vela se había quedado en el vientre ajeno, mientras vertía la vela a placer sobre ella- En un punto la llama, llegará hasta abajo. Tienes hasta entonces para correrte en mi boca y espero que en mis manos.-Lance se agachó junto a ella y comenzó a dar pequeños cachetes a los muslos ajenos, también palmeó sus tetas desnudas y se refugió finalmente entre sus muslos. Paseó el dedo descubriendo ese tesoro que tanto le gustaba y entre caricia y caricia lenta, dio una palmada sobre su clítoris- No te muevas, o te quemarás- dijo el amo con una sonrisa. Esta vez cambió sus dedos por su lengua y mientras se abría paso con su lengua, el se tocaba. Notó como Raven se contraía por los espasmos y cuando lo hizo la vela se derramó, haciendo que cayera a un lado y todo su vientre se llenó de vela. Lance sonrió y vio que probablemente se había quemado, pero solo superficialmente- Mal- tiró del nudo de su muñeca para levantarla y cambiarla de postura.

Ahora Raven se encontraba sobre sus rodillas, de espaldas a su amo y su pecho apoyado en el diván. Exhibía su culo a Lance, y con la mano le dio un azote sonoro. Su piel respondió al instante, acercó su erección a su entrepierna mojada y lo lubricó para masturbarse con ella de nuevo, desde atrás. Sus manos ahora sujetaban los brazos de Raven como si fueran las bridas de un caballo y con la otra aplastaba su rostro contra el diván. El seguía moviéndose detrás de ella y cuando notó que se iba a correr sobre él, el conde paró. La dio de nuevo un azote sonoro que hizo que a Raven se le escapara un grito y Lance sonrió complacido- De rodillas…- dijo ayudándola a colocarse. Desató sus manos y la besó en los labios con fuerza, casi sin dejar que se preparara para recibirle y cuando se arrodilló, el amo le mandó poner las manos como ofreciendo algo. Lance buscó con su erección la boca ajena y esperó a que le lamiera entero, cuando iba acabar, salió de ella y terminó sobre sus manos mirando los ojos de Raven.

Una vez terminaron, Lance abrazó con fuerza a Raven agradecido por ella. Pero se la arrebataron pronto las doncellas que iban a prepararla. Él se retiró y cogió la ropa que había llevado entonces y dio la de Raven a las otras chicas. La vistieron y asearon para reunirse en el patio principal, un pequeño jardín hecho de piedra blanca y decorado con arbustos y fuentes.

Lance esperó a Raven en la entrada y la tomó entre sus manos-Solo tu y yo- dijo y sacó un anillo de su bolsillo, el anillo que había guardado desde el primer día que llegaron y se lo ofreció a Raven- En este anillo están mis iniciales, esto es un símbolo que significa que me perteneces y siempre estaré presente para ti- le dijo con una sonrisa abierta de oreja a oreja. El sonido del carruaje les interrumpió, esperaba en la puerta y Lance fue hasta él para dejar entrar a Raven- Vamos a casa- dijo mientras subían los pequeños escalones del carruaje, al hacerlo Lance le dio un azote a Raven riendo- ¿Cómo te encuentras? Porque nada más llegar a casa, voy a hacer lo que llevo esperando desde que te vi- buscó la mirada de Raven en el carruaje- Llenarte- y el susurro fue tan seductor que no pudo evitar besar a Raven de nuevo.
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Mensaje por Raven G. Wallace Vie Nov 24, 2017 1:42 pm

A ese hombre le volvía loco atarla, estaba claro… A cada oportunidad que tenía disfrutaba quitándola la libertad de movimiento, como si el hecho de que no pudiera tocarle le excitara más aún. Raven deseaba hacerlo, arañar su espalda, su pecho, apretarle la polla y tirarle del pelo; la hacía rabiar y era frustrante no poder demostrárselo, pero él ya lo sabía y justo por eso la impedía tocarle. -No lo dudo amo-, estaba demasiado feliz por la cercanía de su salida como para ponerse nerviosa, estaba en manos de Lance, no de cualquier otro y sabía qué limites tenía con ella. Las demás jóvenes habían gritado y llorado, las habían perforado, cortado, pellizcado… Ninguna protestó, recibieron lo que sus amos valoraron correcto y esperaban ahora que acabara el turno de Lancelot y Ginebra. Cuando este la tendió sobre el diván se prometió a sí misma que la siguiente vez que estuvieran a solas no estaría de nuevo bajo Lance sino encima, siempre era él quien marcaba el ritmo –obviamente- pero quería que el vampiro también sintiese su peso, que la tocara de otra forma.

La actividad del resto de parejas a ella no le excitaba pero eso no fue impedimento para que el vampiro en medio minuto hubiera conseguido que se humedeciera, con un simple y maldito beso su cuerpo respondía al instante; y al no quedarse en eso –un beso- y seguir acariciando y mordiendo su cuerpo esta estaba ya como gata ronroneando para recibir más atenciones. En vez de eso, la cera derretida cayó sobre su vientre haciendo que pegara un respingo por el contraste de temperatura y la sensación de quemazón, que duró apenas unos segundos. Miró hacia abajo alertada cuando Lance advirtió que se quemaría si no llegaba al orgasmo en cierto tiempo, había dejado patente que bajo presión no era buena con esos juegos…

Toda preocupación se fue a la mierda cuando Lance comenzó a indagar en su interior, cada vez que le sentía por ahí tenía la imperiosa necesidad de que la metiera la polla de una vez, le deseaba desde hacía tiempo pero cada día que pasaba iba a más. Su lengua fría era una tortura, la movía contra su clítoris a una velocidad perfecta para volver loca a cualquier mujer, cuando la hundía en su interior era como un adelanto de lo que estaba por venir, todo la llevó a moverse más de lo debido y la vela se derramó sobre ella. Ese mal, sonaba prometedor en los labios del conde, por primera vez iba a castigarla y la resultaba de todo menos terrorífico. Ahogó un grito tras el azote, notaba la piel palpitar, sensible a cualquier roce por su parte y caliente. -Amo…-, se quejó en el momento en que impidió que consiguiera llegar al orgasmo, eso era cruel y le odio por un instante, pero la actividad seguía en marcha y él más cachondo y duro que nunca no iba a dejar que se fuera de rositas. Su premio de consolación fue poder comérsela todo lo a gusto que quiso, no tenía prisa por que acabara y lamió con ganas, succionando cuando veía que hacia fuerza contra su boca; recibió la lefa del vampiro y esperó a que las doncellas se la llevaran. La debía un orgasmo pero habían acabado. Eran libres.

Nunca había corrido tanto para bañarse y vestirse, estaba feliz como hacía tiempo que no estaba. Deseó saltar sobre él pero, tan sereno como siempre, la frenó. -No me lo quitaré nunca-, era una promesa de por vida, les unía algo más que una relación y ese anillo lo representaba, cuando tuviera dinero le compraría uno con sus iniciales también. -¡que pica!-, protestó al recibir otra cachetada justo antes de sentarse. -Estoy bien, un poco abrumada por todo esto, pero contigo no puedo estar major, espero que tú te sientas igual conmigo-, respondió antes de quedarse momentáneamente callada por lo que dijo. Vale, tenía dos opciones… hacerle caso y esperar a llegar a casa para hacer por fin eso que tanto habían esperado o no obedecer y hacerlo en ese momento. Dos segundos tardó en lanzarse a la boca de Lance, necesitaría poco tiempo jugando con su lengua para notar su erección y cuando lo hiciera ya no habría vuelta atrás. Los besos fueron húmedos y pasionales desde el principio, los gemidos acompañaron mientras la ropa iba desapareciendo. El cuerpo de Raven se adaptaba a la perfección al ajeno y por fin había conseguido estar sentada sobre él en vez de debajo, el pantalón de este estaba ya por sus rodillas y su polla asomaba entre el vientre de ambos, permitiendo que Raven al moverse contra él estuviera masturbando a los dos a la vez, -castígame luego si quieres pero no me voy a dejar atar-, avisó cuando este trató de sujetar sus muñecas, metió los dedos entre su pelo y los enganchó allí aprovechando para besarle todo lo que necesitaba. Sabía que, aunque solo fuera por vicio, aquello tendría represalias pero la daba igual. Antes de que pudiera reaccionar, Raven se estaba sentado sobre él, sobre su erección, que poco a poco fue haciéndose hueco en su interior. La joven tuvo que parar un segundo para admitir su tamaño y adaptarse a él, notaba la palpitación de Lance por la excitación que tenía y cuando le miró vio sus ojos más oscuros que de costumbre. -Me llenas.-
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Mensaje por Lance Galahad Vie Nov 24, 2017 7:18 pm

Las manos de Lance acogieron su espalda con fuerza, la apretó contra él y hundió sus labios en cada centímetro de piel que encontraba. La dejó hacer y no la castigaría por ello. Raven había aguantado un infierno y mil pruebas que hacer y esta vez, Lance supo que se merecía hacer lo que quisiera con él, ahora las tornas se habían cambiado y él le pertenecía a ella. Cuando notó que ella le recibía con el mismo deseo y su cuerpo clamaba más por ella, no la dejó salir ni un ápice. Se quedó dentro de ella un buen rato, empapándose y notando cada centímetro húmedo y cálido del cuerpo de Raven- No quiero salir de ti- susurró apoyando la frente en la de Raven y moviendo la cadera a para acompañar el movimiento de ella. Jadeó mil veces, bebió de sus labios, paseó su nariz y sus labios por su cuerpo.

No fue una doma, ni fue una sesión, Lance se había abandonado al calor humano de Raven, al deseo verdadero por una mujer. La abrazó y cuando el éxtasis llegó, la rodeó con sus brazos por la cintura y dejó su cabeza sobre el pecho. Notó las manos de Raven sobre su pelo y su corazón bombeando sangre que iban desde su entrepierna palpitante, hasta sus mejillas sonrosadas, hizo el amago de separarse y Lance la oprimió para que no lo hiciera, lo que había dicho iba en serio y los caprichos del amo siempre se cumplían. Se pasaron así un largo trecho, el cuerpo de Raven se relajó sobre él, ya que sus brazos podían soportar el peso de la chica. Aún absorbido por ese momento, Lance buscó consuelo en sus labios y entonces decidió que podían separarse. Entrelazó la mano y esperó a que llegaran a casa.

La noche había entrado oscura desde bien pronto, el otoño se revolvía perezoso por dejar paso a un invierno prematuro. La casa les recibió con una sonrisa y una cálida bienvenida, aunque la mitad del servicio se había retirado, Ronald estaba siempre ahí para su señor- Esta chiquilla cada vez está más delgada- dijo el ama de llaves al mayordomo en un cuchicheo, Lance sonrió cuando pasó a su lado y fue con Raven hasta la habitación de él- Están preocupados, dicen que te ven delgada y que no comes mucho. Han sido unos días muy duros, física y mentalmente- se sirvió una copa de Whisky y cogió la pitillera para ofrecérsela a Raven- Tómate unos días de descanso- el conde había hablado y su tono no dio pie a negociaciones- Quiero asegurarme de que comes, me esperarás para desayunar. No quiero estar solo en un enorme salón, leyendo un periódico y descubrir que has ido a montar- dejó la pequeña maleta descansando junto al armario y se dejó caer en la cama con un gran suspiro. La vio ir y venir con su maleta, se volvía a instalar en casa y Lance sonrió al ver las intenciones de ella de acercarse a la cama- A esta cama solo entras desnuda- dijo mientras alargaba la mano hasta su cuerpo- Pero te advierto, que soy insaciable de ti- apuró la copa y la dejó descansar sobre su pecho- Cuando duermas me marcharé- informó ahora con tono más serio- He aguantado lo que ha podido y he bebido en el castillo poco, para no levantar sospechas, utilizando algunas de mis habilidades, pero necesito saciar mi sed- le comentó Lance carraspeando. Cada vez que hablaba de su sed con Raven se le secaba la garganta e incluso le resultaba incómodo- Volveré para cuando amanezcas- prometió sabiendo que no le gustaría separarse de él- Y tu debes descansar- en ese momento alguien llamó a la puerta y Lance, precavido, dijo que podía retirarse. Ronald había subido la cena caliente para que ambos cenaran en su cuarto y Lance no le dejó entrar, por si Raven había decido dormir en su cama esa noche, de hacerlo debía dejar la ropa de lado- Tu cena está servida- dijo levantando las campanas que cubrían los platos. Había una sopa caliente, pollo asado con patatas y tomates asados y olían a algún tipo de especia- Ya puedes cenar, porque no pienso irme de aquí sin que te hayas llevado algo a la boca- dijo el conde sentándose en el borde de la cama, con gesto expectante.
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Mensaje por Raven G. Wallace Sáb Nov 25, 2017 11:16 am

Después del ataque de fogosidad repentino ambos se relajaron y Raven a punto estuvo de dormirse si es que no fue así. Los dos estaban cansados pero obviamente el cuerpo humano de Raven lo notaba más que Lance, saludaron a Ronald nada más llegar a la casa y subieron a la habitación de Lance. Ese viaje les había cambiado en varios aspectos, a ella –por ejemplo- en que no tenía necesidad de esconder su relación, era el momento más feliz de su vida y deseaba poder disfrutarlo sin tener miedo al qué dirán y los cuchicheos, por lo que la normalización comenzó por que el mayordomo les viera juntos al llegar y juntos al ir hacia la habitación. -Pero que sí como…-, no iba a servir de nada replicar pero no entendía a qué venía tanta preocupación por su alimentación, -no estoy más delgada, estoy como siempre. ¿Y cuándo podré ir? No quiero dejar de hacerlo-, se calló ante la mirada amenazante de Lance pero le puso una mueca igualmente. Teniendo en cuenta que habían decidido que dejaría las tareas de la casa, pues era un poco ridículo que siguiera ejerciendo de sirvienta, tendría mucho más tiempo libre por lo que no protestó más. No le dijo nada al ver que se había tumbado ya y deshizo ambas maletas, metió la ropa del viaje en el armario de Lance, incluida la suya pues las veces que durmiera con él debería tener ropa en el cuarto no salir desnuda a por algo. -Ya está todo recogido-, suspiró y cuando fue a subir a la altísima cama el vampiro la frenó, -tienes razón, pero hoy me dejarás dormir, ¿a qué sí? Estoy demasiado delgada y frágil como para soportarte otra vez-, sonrió con fingida dulzura dando la vuelta a las tornas.

Una vez estaba sentada en la cama junto a él acariciando su pelo frunció el ceño ante la idea de que saliera de noche dejándola sola cuando dormía allí para estar juntos. Pensó en preguntarle si podía ir con él pero supuso que se negaría por lo que prefirió no abrir la boca y limitarse a asentir, ya vería más tarde si tenía fuerzas para seguirle o caía dormida profunda. -¿A dónde sueles ir para beber?-, era parte de él y por tanto quería saber tanto como fuera posible; a pesar de que él fuera reticente a mezclar ciertos temas con ella, a veces parecía una muñeca de porcelana en sus manos –con miedo a romperla, como con el tema de comer-, y otras la llevaba hasta límites que desconocía. Era agradable estar en casa, estaba bebiendo de ese momento, los dos solos en la cama, desnudos y charlando mientras se acariciaban, ¿podía haber algo mejor? Lo dudaba.

Ronald había debido levantar a alguna criada para hacer o calentar comida para que cenaran, no se había dado cuenta hasta ese momento pero tenía muchísimo hambre, -me lo voy a acabar para que te quedes tranquilo-, respondió sentándose en la mesa para atacar los platos. Parecía haberse convertido en un pasatiempo placentero para el conde quedarse mirando mientras ella iba engullendo su cena, -¿a ti te gusta que te miren cuando comes?-, protestó tapándose la cara con la melena para hacer de cortina entre ambos. No tardó en acabar y ambos se tumbaron juntos ya sin luz en la habitación.

La despertó el sonido de la puerta cerrándose, medio dormida palpó la cama y la descubrió vacía. Se quedó un rato mirando el techo sin conseguir conciliar el sueño, tenía muchísimas dudas sobre Lance y lo que estaba haciendo, cómo era, qué hacía, cuánto duraba… Así que acabó por levantarse de la cama y vestirse nuevamente, iría tras él. No tardó en ensillar a la yegua y salir de la finca, ya antes la había dicho a donde solía ir cuando tenía sed por lo que se dirigió hacia allí, a la Bastilla. La llevaba bastante ventaja por lo que no estaba segura de si le encontraría o regresaría a casa y descubriría que ella se había ido. Sintió un escalofrió solo de pensar en el castigo que se llevaría si era así. Por suerte, o no, para ella dio con el semental que Lance solía montar cuando salía solo y dejó a la suya al lado. No se escuchaba un solo ruido esa noche, pasó de largo por la entrada y siguió el mismo camino que había recorrido la noche que regresó de Escocia y había ido a buscarle. La sala estaba entreabierta y empujó despacio la puerta para descubrir a un Lance que jamás había visto. Se giró hacia ella con el rostro más feroz que había podido ver o imaginar, la sangre caía por su barbilla y los dientes estaban más afilados de lo que recordaba; por no hablar de sus ojos, completamente rojos… -¿Lance?-, tuvo que tragar saliva para hablar, estaba paralizada.
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Mensaje por Lance Galahad Sáb Nov 25, 2017 3:18 pm

Esperó a que Raven durmiera plácidamente para salir a hurtadillas y pronto, cuándo aún no asomaban los rayos del sol por el este. Lance subió en su caballo dispuesto a ir hasta la Bastilla. Era la gran prisión parisina y, al parecer, era un gran lugar para comer. No se lo pensó dos veces, ya le conocían y ninguno de los hombres iba a parar a un conde que se paseaba sin pudor en aquella prisión. Fue a la zona más peligrosa, dónde estaban los asesinos y otros deshechos de la sociedad, no le fue difícil encontrar el plato más apetecible para él. Utilizó sus poderes, el hecho de alterar la memoria y confundir lo suficiente tanto al hombre de la celda, como al guardia que lo custodiaba. Lance cogió sin miedo el rostro del hombre que gritó al ver los colmillos ajenos y el pánico inundó su rostro. Clavó sus dientes con fuerza en la clavícula, donde la sangre emanaba con más fuerza, uno de los pasos sanguíneos más importantes en el cuerpo humano. Bebió de él y entró en frenesí al hacerlo, apartaba la cabeza del hombre y mordió al menos cinco veces más su cuello, destrozándolo, su rostro se llenó de sangre y fue algo muy placentero poder notar cómo sus colmillos se hundían en la carne ajena.

Lo que el conde no sabía es que Raven se había dispuesto a seguirle, quizá por curiosidad o por compartir ese momento con él, pero desde luego esa era la faceta salvaje e incontrolable de Lance y si podía evitárselo a Raven, lo haría. Cuando escuchó a Raven detrás de él, sus ojos se nublaron por un momento. Notaba la sangre caliente aún por su boca y frunció el ceño con un claro enfado- Maldita sea, Raven ¿Qué haces aquí? - dijo dejando caer el cuerpo muerto del hombre al suelo y girándose, aun manteniendo una distancia prudente con ella- No deberías estar aquí- sentenció y apretó los puños por el enfado. No quería que le viera así, porque si Raven despertaba lo más humano de él, esta situación era la más distante a eso- Espérame fuera- dijo sacando un pañuelo del bolsillo y limpiando se el rostro mientras ella se alejaba.

Cuando salió, no lo hizo avergonzado sino enfadado. Se suponía que ella estaría descansando en casa, ella estaría durmiendo y aguardando por él en su cama- Te lo dije. Y aun así se te ha ocurrido venir a verme… ¿Estás contenta de lo que has visto? - dijo alzando la voz ligeramente- Siempre he sido un monstruo, Raven, y hago esto todos los días y me gusta hacerlo- dijo ahora mirando a sus ojos- Pero no quiero que tu lo veas, no quiero que me veas así. Porque eso es lo peor de mi- Solo podía mirar a Raven y buscar en sus ojos un atisbo de expresión que le dijera qué estaba pasando por su cabeza. Seguro que se había asustado, ver a una persona devorando a otra de forma literal haría que cualquier persona cuerda, muriera entre náuseas y pánico- Me has desobedecido. Si hubiera querido que me acompañaras te lo habría dicho, Raven- dijo pasando ahora la mano por su pelo, con un aire de ansiedad.

¿Qué iba a pasar ahora? Raven podría quedarse horrorizada por cómo se mantenía un día más Lance, de cómo se regodeaba en su sed y terminaba matando por ella. Además de la desagradable escena de ver su rostro con la sangre ajena, como sus ojos se habían vuelto más salvajes y sus colmillos afilados sobresalían de esos labios perfectos. Pero Lance tenía una cosa clara, no iba a perderla. Le pertenecía a él solamente y eso tenía que quedar claro- No puedes dejarme- sentenció ahora con el rostro impasible. El hecho de que Raven pudiera dejarle solo le nublaba el juicio y simplemente buscó el consuelo en los brazos ajenos- Esto es lo que soy. Y no puedo cambiarlo- dijo finalmente cerca de Raven, a escasos metros de ella. Si la chica decidía aún así aceptarlo, tendría que castigar su intromisión y que desobedeciera sus órdenes. Ese espacio le pertenecía a él y hace tiempo, cuando empezaron a verse con asiduidad, Lance dejó claro que ambos necesitaban un espacio personal.
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Mensaje por Raven G. Wallace Dom Nov 26, 2017 10:12 am

Se dio cuenta en el mismo momento en que le vio, se dio cuenta del motive por el que no quería que le viese así. Sabía que había obrado mal y no podía hacer otra cosa que soportar el chaparrón, el conde estaba furioso con ella y sabía que no tenía argumento alguno para defenderse. -Solo quería entenderte más, conocerte del todo…-, ¿cómo se lo explicaba? Si se lo hubiera pedido la respuesta habría sido un no rotundo por lo que por mucho que hablase la situación no cambiaría un ápice. -No pretendía pasar el límite o invadir tu intimidad-, se defendió dolida por el tono del vampiro, jamás osaría arrebatarle su libertad, -no me pareces un monstruo, ¿entiendes al menos que quisiera conocerte del todo?-, el silencio reinó entre ambos mientras cabalgaron juntos de regreso a la casa. Lance se fue directo a su cuarto dejando claro que lo de dormir juntos era algo que Raven no merecía por el momento. Durmió sola esa noche y todas las de esa semana. Nadie salvo Ronald tenía permiso para entrar a la habitación del conde y por mucho que llamó a la puerta no consiguió hablar con él, ni tampoco que el mayordomo la dijese cómo estaba.

No podía hacer nada salvo esperar y continuó con su rutina pero sin él. Salía pronto por la mañana a limpiar y cuidar de los caballos, paseaba con la yegua por la finca y regresaba a casa para asearse e ir a la biblioteca. Raro era el día, ahora, en que regresaba antes de las siete de la tarde, ¿para qué si iba a estar sola en un lugar en que solo deseaba estar con él? Algunas noches bajó a la biblioteca a leer, acabó siempre por quedarse dormida al tratar de esperar hasta que él quizás abriese la puerta. Una noche, de las que ya se había quedado dormida en el sofá, la pareció verle ante la chimenea pero no supo si fue real o parte de un sueño.

Empezaba a sentir que sobraba allí, ya no tenía tareas de servidumbre que realizar ni tampoco una relación que mantener, él continuaba aislado y ella iba y venía con la esperanza de cruzársele por los pasillos. Estaba triste, incómoda y vacía, no podía seguir más tiempo de esa manera por lo que se fue a su cuarto e hizo las maletas. Cuando acabó de recoger su ropa pidió al ama de llaves que se preparara el cochero, si se lo pedía a Ronald este iría directo a Lance y no quería eso, no quería que saliera a verla simplemente para impedir su marcha, sino porque quisiera estar con ella de nuevo. Tardó en escribirle una carta al conde, en ella expresó de nuevo su arrepentimiento por lo que él había entendido como una intromisión, su inocencia y sus ganas de saber todo sobre él, su amor y su entrega en cuerpo y alma. Todo quedó retratado en las tres páginas, finalizando con ”sabes dónde encontrarme si quieres hacerlo”, que con cuidado metió bajo la puerta del dormitorio ajeno antes de salir de allí.

El barco partía esa noche, lo había comprobado antes de regresar a casa de la biblioteca, se iría en él. Se le abrió el pecho en dos cuando vio la orilla hacerse cada vez más pequeña a medida que el barco avanzaba. Ese viaje era agotador y aún la quedaba el camino hasta la casita de campo donde estaba su familia, cuando llegó –con los ojos rojos de llorar y del cansancio- se fue directa a la cama, -vengo a pasar una temporada con vosotras-, fue la única explicación que dio a su madre y su hermana tras abrazarlas con fuerza. Cada vez que oía un carro o un coche de caballos el corazón la daba un vuelco de solo pensar que era él, pero ese momento parecía no llegar nunca…
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Mensaje por Lance Galahad Dom Nov 26, 2017 4:48 pm

Los sentimientos le asaltaron como nunca le había pasado, por un lado, se debatía contra la vergüenza que le había supuesto el encuentro de Raven. Por otro lado, estaba el enfado que le daba, junto la impotencia que le daba el hecho de que fuera hasta allí, por el afán de conocerle. Estaba enfadado y mucho, lo necesario para no querer verla en un tiempo prudente. La echaba de menos, pero también necesitaba templar su ánimo y sus ganas de volver a mirarle a la cara. Sabía que no le horrorizaba, pero no le gustaba que le viera así, como el monstruo que era.

Recibió la carta días después del enfado, no habían coincidido por la casa y así lo había dispuesto Lance, ya que no estaba preparado para ello. Cuando recogió el papel, la sangre que ya era fría de por sí, se le congeló. La situación fue surrealista, cogió la carta y la leyó por encima tardando unos segundos en ser consciente de lo que decía. ¿Raven se iba a Escocía? Aún le quería y sus palabras los dejaban claro, pero lo que no entendía es porque le había dejado solo ¿Acaso se iba a la primera que hubiera un problema? Lance negó y devolvió la carta a su sobre, para después olvidarla en un cajón. Lo meditó durante un día, no quería tomar una decisión así a la ligera, así que después de comprobar lo que iban a ser los días sin Raven se puso en marcha.

Lo primero que hizo fue encargar la pieza a un experto, y mientras trabajaba en ello se dedicó a hacer la maleta y la bolsa de viaje, por supuesto que dirección a Escocia. Sabía que allí ya había un clima duro, entre la humedad y el frío, tenía que llevar la ropa de invierno. Hizo las maletas y también mandó al servicio hacer las de Raven, llevaría todo para ella. Fletó un barco sólo para él. Era pequeño y lo gobernaban una familia del muelle, así que no le costó mucho pasar desapercibido. Una vez que estaba listo, recogió el encargo y lo guardó contra su pecho, en el bolsillo del traje. EL viaje se le hizo eterno, se lo pasó leyendo y manteniendo la mente ocupada para no pensar en Raven. Quizá fuera pronto…pero era lo que le dictaba el honor. Tardaron un par de días en llegar, había una fuerte marea y le fue difícil mantener la sed de sangre, pero en cuanto pisó tierra en el muelle, se labró un refrigerio con el primer indigente que encontraba. No era apetitoso, de hecho, no le sabía bien, pero le saciaba lo suficiente como para mantenerse.

Lo siguiente era coger un coche de caballos e ir a un abogado, no le costó mucho dinero sobornarlo para que le dijera el nombre del hombre que llevaba los asuntos de la familia Wallace y de ponerle en situación. Al parecer por ley, necesitaban un heredero o un consorte varón, para que pudieran disfrutar la herencia, así que Lance sabiendo ya la situación marchó hasta un pequeño castillo de las afueras, se había escrito con la familia Baskerville para que le dejaran hospedarse el tiempo necesario. Como había hecho en casa de los antiguos señores de Raven, y esperó no tener que recurrir a lo sucedido en ella. Fue caminando hasta la casa de los Wallace, campo a dentro, donde según la información del abogado se encontraba la Sra. Wallace y sus hijas. Notó al servicio ir y venir, pero no había rastro del olor o la presencia de Raven que tanto conocía ¿No llegó a tiempo?

Llamó con los nudillos en la puerta y una mujer mayor abrió la puerta, aún tenía los modales de su clase por lo que hizo una ligera reverencia al encontrar a Lance frente a ella- Sra. Wallace, soy Lancelot Galahad, conde de Inglaterra y soy la pareja de su hija allí- se agachó para tomar la mano de la mujer y besar el dorso- Me gustaría tener unas palabras con usted- dijo al entrar dentro. La mujer se disculpó y le dijo que Raven y su hermana se habían marchado al pueblo, suspiró aliviado de saber que se encontraba allí y después sus pensamientos le hicieron pensar que probablemente se habían cruzado- Sé que no le corresponde a usted, pero es usted la cabeza de su familia y me gustaría saber si tengo su consentimiento para pedir la mano de su hija Raven- dijo Lance, convencido y seguro de sí mismo. Estaba sentado frente a la mujer, mirando a sus ojos con atención y sin dudar un segundo de sus palabras- No quiero ser descortés, y ella no habla mucho de eso… pero ¿Estáis bien? - preguntó la madre preocupada. Como cualquier madre, supuso que tenía un sexto sentido para saber si algo iba bien o mal con su hija. En ese momento Lance sonrió por la confianza y el descaro que tenía la mujer para tutearle y precisamente por eso le cayó en simpatía- Estamos bien, ha sido un malentendido y antes de las proposiciones o los matrimonios, conviene conocer cada uno nuestro espacio. Pero teníamos planeado venir a Escocia- dijo sacando de su bolsillo el anillo de compromiso que había pedido hacer para ella. Era caro y en el centro relucía un solitario diamantes blanco y puro, sabiendo cómo era Lance, era el mejor que había en París para Raven- Quiero a su hija y también sé que ustedes son importante para ella. He hablado con su abogado y estoy al corriente de su situación, en cuanto acceda a darme su mano, firmaré los papeles ante él y la herencia pasará a ser vuestra, sin problema- dijo como un hombre de negocios, aunque no era un entendido en la materia quería convencerla de que tenía intereses más allá de los personales y que se preocupaba por la familia de la que considerada su amada. La mujer finalmente aceptó.

Lance esperaba en la habitación de Raven, olía todo a ella y sonrió al ver que allí es donde había crecido, estaba distraído leyendo los títulos de los libros que tenía la chica en la habitación, cuando las risas de dos mujeres resonaban en el camino de la entrada. Lance se puso en pie, movido como un resorte, encendió todas las velas y se acomodó toda la ropa impecable. Cuando entraron las chicas a la casa, la madre mandó a Raven a la habitación, le dijo que había alguien esperándola y allí encontró a Lance con el gesto serio- No vuelvas a irte de mi lado- dijo agachando una rodilla al suelo y sacando el anillo que momentos antes le había enseñado a su madre- Raven Wallace, ¿Quieres ser mía para siempre? - preguntó el vampiro. Aquel juego de palabras se distanciaba del ordinario “quieres casarte conmigo” y pasaba a indicar que quería que fuera de su propiedad, como era ella en la doma. Lancé esperó a que aceptara para poner el anillo en su dedo o por el contrario guardarlo y marcharse de allí.
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Mensaje por Raven G. Wallace Lun Nov 27, 2017 3:34 am

El cartero no llevaba correspondencia para ella y sobra decir que el conde tampoco se había presentado en Escocia para volver a llevarla junto a él a París. La sensación de haberle perdido era como un peso de plomo en el fondo del estómago, trataba de ajustarse a lo que se había convertido en su nueva vida. Al menos nada allí la resultaba extraño pues, a pesar de no estar en el palacio en que nació, el olor a humedad y tierra mojada la hacían remontarse a su infancia. Su ayuda claramente vino bien a su madre y su hermana, que tenían que hacer el trabajo que la única sirvienta que podían permitirse no era capaz de acabar. Se apenaba por ellas, ese estilo de vida era todo lo opuesto a lo que habían experimentado, agradeció que no hubiera sido su hermana a la que se llevaran sus anteriores amos a París, pero aun así sabía que el “pobre” estilo de vida que tenían que llevar las consumía. Era lo que en el pueblo se consideraba una familia venida a menos, a menudo eran el punto de mira y la diana para comentarios malintencionados de aquellos que aprovechaban la desgracia ajena para pasar la propia. Su palacio había pasado a otras manos por no ser ellas dignas herederas de su padre y así sería hasta que una de las dos hijas se casase, la renta estaba congelada y tan solo recibían una pequeña suma al año que apenas les daba para la comida y la leña de la chimenea.

Esa mañana Lucy, la sirvienta, había bajado hasta el pueblo para comprar algo de carne y pescado –era prácticamente lo único que compraban pues trataban de conseguir el resto de una huertita que habían empezado a cultivar en la parte trasera-; pero la pesca por la rebeldía del mar esos días no había llegado aún, así que Meredith –su hermana- y ella se vistieron después de comer para ir a buscarlo. El viento soplaba fortísimo y tuvieron que ir más abrigadas que de costumbre, se sujetaron con fuerza del brazo para hacerle frente mientras caminaban y desaparecieron en el camino. -¡Eh!-, tuvieron que saltar a un lado cuando un coche casi las arrolla sin más miramientos, si ya tenían los bajos de las faltas manchados de barro ahora los salpicones llegaban hasta las rodillas. Una vez recogieron las piezas de pescado que su madre las había pedido, bien envueltas en papel del día anterior, hicieron el camino a la inversa. Parecía que el viento arreciaba e incluso se abrían claros en el cielo, aunque ya el sol se había escondido., quedaban aún algunas flores abiertas en los campos que ambas fueron recogiendo para poner en algún jarrón de la casa. Si no las hubiera tenido como refugio no tenía ni idea de cómo hubiera salido del hoyo en que había caído pero estar con esas dos mujeres la hacía feliz, habían conseguido en dos días que comiera y se riera, que fuera a hacer recados y que las leyera algunos de los libros que tenían allí. Así regresó con su Mer a casa, riendo mientras hacían el bobo juntas, como no pudieron hacer de pequeñas.

Se quedó paralizada en el recibidor cuando su madre anunció que había alguien su cuarto, -¿es él?-, no hacía falta que diera más datos para que supieran de quien hablaba pero no halló respuesta por parte de su madre y subió corriendo los escalones. Nunca había corrido tanto, estaba allí, quería lanzarse contra él pero, como de costumbre se adelantó a ella y cogió el mando de la situación. Allí estaba mirando a Lance de rodillas ante ella, eso sí que era extraño, pero lo más perfecto que podía haber imaginado como final para su momentánea separación, -¡claro que quiero!-, ahora sí recorrió la poca distancia que les separaba y se tiró contra él sin darle pie a protestar cuando se quedaron los dos en el suelo. -Has venido…-, no podía dejar de darle besos mientras se enroscaba a él como una autentica serpiente, esta vez era él quien no tenía manera de zafarse de Raven, creía que iba a explotar de felicidad. -Has conocido a mi madre…-, dijo al fin al darse cuenta de la situación real que tenían allí, tanto su madre como su hermana se estarían poniendo ahora mismo al día de todo y esperarían una noticia por su parte. -¿Qué te dijo? Es muy estricta-, lo sabían bien, aquella mujer siempre quiso para ella un casamiento provechoso y que fuera una joven más de las que se hacían a molde en la clase alta, no quería que le diera el permiso para casarse solo porque Lance fuese conde. -Vamos te presentaré a Meredith-, añadió sonriente como nunca. Ambos bajaron al salón cogidos de la mano y la pequeña de las hermanas se acercó tan dicharachera como siempre, -así que usted es quien impide que mi hermana duerma, ¡veamos ese anillo!-, comentó tras la reverencia de cortesía. Eran clavadas físicamente con la única diferencia de que Mer tenía el pelo rubio. El rato que compartieron en el salón fue como la seda y el hecho de que la madre ofreciese whisky al nuevo integrante de la familia, la guinda del pastel.

-¿Quieres ir a dar un paseo? La finca no es muy grande pero la vista desde la colina es preciosa-, sugirió la joven. Tenían cosas que aclarar aún y si se quedaban en aquel salón no podrían hacerlo; por lo que ambos se despidieron de las mujeres y salieron por la parte trasera de la casa. -¿Has conseguido perdonarme?-
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Mensaje por Lance Galahad Lun Nov 27, 2017 10:04 am

Dijo que sí. Lance recogió los besos y la euforia de Raven con la misma alegría que ella, la había echado tanto de menos que cuando la abrazó no quiso soltarla de nuevo. Cuando bajaron a dar las noticias la madre fue buen anfitriona y obsequió a Lance con una copa de Whisky, también brindaron con ellas y Lance agachó la cabeza con una sonrisa. Estaban de acuerdo y en paz, entre ambos habían conseguido mantener el apellido Wallace en buen lugar.

El paseo le sentó de maravilla y de hecho la chica tenía razón, tenían mucho de lo que hablar. Respondiendo a la pregunta Lance se detuvo un momento- Te he perdonado y por eso estoy aquí, pero no puedo omitir lo sucedido y a partir de ahora tendremos que poner una serie de normas sobre eso- dijo retomando el paseo y ofreciendo el brazo para ella lo cogiera, como las parejas hacían cuando paseaban. No solía salirse a esa hora, los caminos podían ser peligrosos de noche y había muchos asaltantes, pero del brazo de Lance sabía que no habría ningún problema. Una vez llegaron a la colina miró la vista que Raven le había prometido y suspiró- He traído tu equipaje- le miró a los ojos- Sabía que no te habías traído mucho y mandé empaquetar tus cosas, al igual que las mías. Tengo pensado quedarme aquí hasta que solucionemos el problema de los Wallace. Nos llevará un tiempo- comentó con un tono bastante monótono evidenciando el aburrimiento del papeleo- Además prefiero hacerlo yo, que delegarlo en tu madre, parece que necesita un descanso de todo y esto le vendrá bien- sonrió y cogió el rostro de Raven para besarlo. Estaba tranquilo y estaba en paz.

De camino a la casa dejó a Raven a salvo con su familia y se despidió de las mujeres Wallace con una sonrisa amplia y un beso en la mejilla, ahora eran familia y esas cosas eran las que se hacían. Marchó a la casa que le habían pedido y escribió al abogado una nota para que le llegara en el correo de primera mañana, actualmente estaba prometido con la Srta. Raven Wallace y por tanto la herencia podría pasar a ellas con la mayor rapidez posible. Fue por la mañana cuando un joven llamó a la puerta y encontró la estancia del vampiro lúgubre y con las cortinas corridas, el chico preguntó por el Conde. Se acercó hasta él y leyó el contenido, al parecer hasta que fueran un matrimonio consolidado no podían desbloquear la herencia y Lance apretó el papel malhumorado. ¿Tantas trabas por el dinero? Empezaba a enfadarse. Se vistió y aseó lo más rápido posible y se dedicó a escribir cartas de consulta a los mejores abogados de Inglaterra y París esperando una contestación rápida. Mientras solucionara todo, mandó un escrito al banco desbloqueando la cifra de 10.000 libras y que se lo entregaran a la familia Wallace como dote por la mano de Raven. Esa tarde iría con ellas, habían quedado todos juntos para cenar y pasar el tiempo, así que esperó a la cena para sacar el tema.

Todo olía estupendamente, parecía que la alegría reinaba en toda la casa, Lance se sentó con media sonrisa al ver el despropósito de comida que habían preparado y miró a Raven algo avergonzado, no podía comer eso así que disimuló por el plato- Este chico no come nada- dijo la madre de Raven mientras servía las patatas asadas y las setas. Lance se limpió con la servilleta y después la dejó a un lado- Verá he estado con unos caballeros antes de venir aquí y hemos comido algo, no pensé que fuera a saciarme tanto. Aun así está todo exquisito- se excusó y notó la mano de Raven por debajo del mantel dándole ánimo y apoyo- Sra. Wallace, he ido hoy al abogado y al banco. Me han dicho que la herencia, hasta que estemos casados, no podrán hacerla efectiva, pero mientras todo se arregla- dijo calmando a la mujer- Le he otorgado a Raven y a ustedes 10.000 libras como dote por su mano- miró a Raven de reojo, sabía que era muchísimo dinero, pero era una minucia de todo lo que había conseguido durante más de cuatro siglos. Se quedó callado esperando una contestación y escuchó el cubierto de alguien caerse, quizá se había excedido, pero lo había hecho de forma desinteresada y de forma natural. Nunca había necesitado dinero, por tanto, desconocía si era mucho o poco.

La cena acabó y se acercó al pequeño piano que había en una esquina de la habitación, Meredith se había puesto a tejer y Raven estaba, como no, leyendo en el sofá -¿Toca el piano mi lord?- preguntó la hermana de Raven con una sonrisa divertida a lo que Lance se giró después de pasear los dedos por él y se sentó dispuesto a tocar una melodía muy suave, hacía mucho que no tocaba pero cuatro siglos le habían bastado para dominar el oído para la música. Notó la presencia de Raven a su lado y este levantó la cabeza hacia ella- Si, todo el piano pero prefiero el violín- ¿Qué tal el libro?- preguntó devolviendo la mirada a las teclas, estaban manteniendo una conversación íntima, un momento hogareño y familiar, que Lance nunca había tenido.
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Mensaje por Raven G. Wallace Lun Nov 27, 2017 4:31 pm

No pensaba volver a seguirle, ni para verle beber ni para nada por lo que las normas que quisiera poner la parecerían bien, -podríamos llegar a algún tipo de acuerdo-, comenzó con timidez, -los días que tengas que beber porque no lo soportas más y estemos juntos puedo dejarte hacerlo de mí. No sé si te gustará o no, pero, ¿es una opción que veas plausible?-, al ser tan desconocedora de esa parte de la vida de Lance no era consciente hasta qué punto podía estar diciendo una estupidez o había dado en la diana del equilibrio entre ambos.

-¿De verdad vas a quedarte en Escocia para ayudarlas?-, en ninguna otra vida podría haber conocido a un hombre más maravilloso que aquel, -pero espero que la proposición no sea solo una obra de buena caridad-, amenazó sabiendo la respuesta. Lance había dejado siempre claras sus intenciones, desde el momento en que no sabía bien qué relación quería tener con ella, hasta ahora que reclamaba todo lo que Raven era para sí mismo. -Puedes quedarte aqui con nosotras si quieres, no hace falta que te hospedes en otra casa-, le sabía mal no poder darle los lujos a los que estaba acostumbrado pero una cama no le iba a faltar si quería pasar los días allí. -¿Quieres que te lleve mañana al palacio en el que me crie? Ahora lo alquila otra familia por los temas legales, pero si todo va bien volverá a ser nuestro-, dijo con un brillo de ilusión en los ojos. No quería despedirse de él pero a ojos de su madre hubiera estado fuera de lugar que pasaran la noche juntos, ¡ay si ella supiera! Se dieron un escueto beso y esperó a que la figura de Lance desapareciera para cerrar la puerta de la entrada. Los gritos de su hermana llegaron a sus oídos al mismo tiempo que la asaltaba a preguntas, su madre mucho más prudente palmeó el asiento para que fuera a su lado. Poco a poco relató, de manera muy superficial, cómo fue él quien la sacó del servicio de la anterior familia, cómo habían comenzado forjando una amistad que fue rápidamente convirtiéndose en algo más que ahora había tomado forma con el compromiso. Les ahorró los detalles escabrosos tanto del final de sus amos, como de su relación de dominación/sumisión.

Aquella noche su madre le dejó al vampiro el honor de sentarse presidiendo la mesa y, a pesar de estar acostumbrado a la atención de los demás, esa noche parecía un tanto incómodo. La comida, preparada a conciencia para hacerle sentir apreciado en la familia, conseguía lo contrario y Raven no podía más que sonreírle consciente de su dilema. Cuando veía que su madre no miraba le robaba comida del plato para que pareciera que bajaba la cantidad, era cómico. Giró el rostro hacia él de golpe cuando escuchó aquella desorbitada cifra, -Lance…-, susurró como reproche por lo bajo. Esa hubiera sido la suma que su padre habría tenido que pagarle a él de estar vivo y Lance pedir la mano de su hija, pero este lo hacía todo a su manera y además de querer desposarse les cedía en depósito aquella suma. -Quiere decir que lo adelanta él hasta que podamos acceder a la herencia-, se adelantó a la rotunda negativa de su madre, -¿verdad?-, le pellizcó la pierna por debajo de la puerta para que asintiera o no saldría vivo de allí.

Cerró el libro cuando su prometido comenzó a tocar, no le había oído nunca  y la pareció otro de esos detalles que amar de él. Esperó un momento antes de ir a sentarse junto a él, -es más interesante lo que se cuece aquí que el libro-, susurró como un piropo encubierto. -¿Toca a dueto mi lord?-, hacía años que no practicaba pero la pieza que Lance había comenzado era una de las que se sabía de carrerilla cuando era pequeña y recibía clases, se colocó en el lado de los agudos mientras él hacía lo propio en el contrario y ambos empezaron a coordinarse mientras aquella melodía fluía perfecta. Se percató de la mirada de Lance y sonrió al ver que se dirigía a los dos anillos que refulgían en sus dedos, -no sabría decir cuál me gusta más-, no sabía si el vampiro tenía ganas de estar con ella a solas pero desde luego Raven se moría por ello, por volver a estar desnuda junto a él jugando al ratón y al gato. -Vayamos a dar un paseo, ayer no te enseñé la ermita-, no tenía la menor intención de visitarla, pero había una zona de cuevas no muy lejos y quizás allí estarían tranquilos lejos de miradas curiosas. Estaba claro que ni en esa casa ni en la que se hospedaba Lance podrían estar tranquilos por lo que… Se despidió de las mujeres hasta más tarde, -no hace falta que me esperes despierta mamá, él me acompañará-, Lance asintió y se despidió también.

La pareja dejó atrás la casita y las caricias les acompañaron todo el camino, -te echo de menos, no me gusta dormir sola-, confesó mientras buscaba la seguridad de los brazos ajenos.
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Mensaje por Lance Galahad Mar Nov 28, 2017 1:03 pm

En cuanto salieron de casa de Raven cogió su mano con timidez, iban a dar un paseo y le agradó la idea desde el principio, quería ver cuál era la propiedad que había tenido la familia de Raven. No porque quisiera comprarlo, para ellos, no tenía intereses inmobiliarios (de momento), pero sí tenía interés en conocer algo del origen y el pasado de Raven. Cuando llegaron caminando en silencio, cogidos del brazo, la gente pasaba al lado y mutuamente se hacían reverencias con la gente de la misma condición social- A veces todo esto me paree absurdo- le susurró a la chica, para que nadie lo escuchara. No estaba bien visto que la gente criticara los protocolos de la alta sociedad, ya que era entre otras cosas, lo que diferenciaba a una clase de otra. Cuando vio la finca y el pequeño palacete-castillo que antes pertenecía a la familia Wallace posó una mano en la puerta de hierro que cercaba la finca- Es una propiedad muy bonita- comentó buscando una reacción en la persona ajena. Sin embargo, los ojos de Raven brillaban con nostalgia y Lance supuso que de ese hogar solo tenía buenos recuerdos, al contrario que en su actual casa. ¿Quizá una vez se casarán debían mudarse juntos? Los pensamientos se asaltaron y Raven se dio cuenta. Un tic que revelaba que Lance estaba meditando era que fruncía el ceño cuando estaba concentrado- Estaba pensando…. Qué igual deberíamos formar nuestro propio hogar- dijo mirando la casa de los Wallace. Entre la gran explanada se levantaba un pequeño palacete que conservaba una torre seguramente medieval- Algo que llamar nuestro- la cogió la mano y continuaron su camino, pudo ver un pequeño gesto de tristeza en la boca de Raven al distanciarse de aquel lugar.

Sus pasos les llevaron hasta un camino de tierra, tuvo que ofrecer su brazo a Raven al ver que con la humedad se estaba formando barro y el bajo de su vestido estaba lleno de tierra. La cogió en brazos y corrió a ponerse a cubierto en entre las rocas que le dijo antes de ir hacia allí. Se refugiaron y se rieron al unísono al mirarse empapados- Tenía que haber notado que iba a haber tormenta-le dijo mientras se quitaba la ropa húmeda y buscaba una zona seca donde quedarse- No podemos ir hasta allí andando, tendremos que esperar- dijo poniendo las manos en jarras. Dudó en si acercarse, debido a la temperatura que solía tener el vampiro, se mordió el labio y no pudo resistir las ganas que tenía de morder esa boca. Se acercó agradeciendo la intimidad y la oscuridad de la cueva para devorarla entera. La apoyó contra la pierda y buscó su lengua, tiró del vestido y desató los lazos sin problema dejándolo caer. Le había echado tanto de menos que no podía frenar las ganas atroces que tenía de volver a tenerla para él. Ahora era su prometida, y sería suya en todos los aspectos posibles- Estoy muy frío…¿verdad?- notó como la piel de Raven se erizaba por el contacto y se separó para dejarla coger aire- Deberías quitarte el vestido para que no te cale, puede que enfermes por la lluvia…. Y además… yo puedo verte aunque estemos a oscuras- su voz se fue apagando y adquiriendo un tono aterciopelado y dulce, intentando influenciar a Raven para que se desnudara para él.
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Mensaje por Raven G. Wallace Miér Nov 29, 2017 4:10 pm

Ella también había nacido en ese mundo de diferencias entre clases sociales y vivió durante años desde una posición privilegiada tras los muros del palacio de su familia, por lo que entendía a lo que se refería Lance, -muchos matarían por estar en tu posición, acéptalo y trata de no ser prepotente con ellos-, respondió señalando a los campesinos y trabajadores que paseaban por allí. No porque Lance se considerara mejor o actuara de tal manera, sino como un comentario de ánimo hacia él, era mejor que toda esa gentuza soberbia que se creía mejor que los demás por tener un título de sangre. -Sí que lo es, Falkland siempre ha sido precioso y cuando tengamos la herencia volverá a nuestras manos-, era lo único que tenía claro desde que Lance se había ofrecido a ayudarlas. Ese era su hogar, su verdadero hogar, su origen y no permitiría que cayera en más manos; había corrido por esos campos, se había escondido y había sido castigada; todo eso la pertenecía y lo lograría recuperar. -¿Qué ocurre?-, era obvio para ella que el vampiro estaba dándole vueltas a algo pero no tenía idea de que se trataba hasta que sugirió aquel cambio, -me gustaría mucho-. No podía pensar en una mejor manera de empezar su matrimonio una vez se casasen, la casa en la que vivían podrían ponerla en venta –nadie se apenaría por ello dados los recuerdos que guardaba- y buscar algo juntos, algo que crear y arreglar a su antojo. Llevarían con ellos a Ronald y el ama de llaves, eso seguro, y a la gente de servicio que quisiera seguirles, siempre serían bien recibidos.

Cualquiera que les viese juntos podría pensar en Raven como una caza fortunas y en Lance como un pobre iluso; o quizás como una joven ilusa engañada por un hombre influyente… En realidad, pocos serían los crédulos que pensasen en el amor como unión entre ellos, luchaban contra una sociedad clasista y llena de prejuicios pero poco les importaba, habían encontrado la felicidad en una sola persona y había algo –una sensación- que les decía que era real y no algo efímero.

El paseó siguió dejando atrás la finca, no estaba lejos de las cuevas que le había prometido visitar y estaban casi llegando cuando el primer trueno hizo acto de presencia. Ambos corrieron en busca de algo de resguardo pero la lluvia apretaba y con el bajo de la falda calado Raven apenas podía avanzar a paso rápido por lo que Lance se encargó de llevarla hasta un lugar seco. -¡Qué viva Escocia!-, dijo entre risas la joven mirando a un calado Lance que se secaba la cara como podía, aunque ella no estaba mejor precisamente y cualquiera en ese estado hubiera ido a casa rápidamente a cambiarse de ropa y ponerse junto a la chimenea. Pero, ¿acaso ellos eran comunes y corrientes? Raven había tenido la idea de llevarle allí precisamente por eso, por la intimidad que conseguirían, cosa que en ninguna de las dos casas obtendrían. Estaban prometidos y no lo habían podido celebrar a su manera, quizás ese era el momento. Recibió los besos de Lance con tantas ganas como siempre, por mucho frio que tuviera no podía ni quería resistirse a ese poder de atracción que ejercía sobre ella, -me da igual…-, apenas se separó de sus labios para contestar, a pesar del frío que él le transmitía y el que de por sí tenía por la caladura, el estar bajo sus manos y su boca hacía que su cuerpo se fuese templando rápidamente. En vez de seguir sus instrucciones al pie de la letra y deshacerse del vestido se dio la vuelta para que fuese él quien deshiciera las lazadas tanto de este como de la ropa interior. Si llegaba alguien en algún momento él lo detectaría antes de que nadie les viera por lo que no se sentía expuesta aun estando en “la calle”, -creo recordar que me dijiste que una de tus fantasías por cumplir era hacerlo en un lugar público-, ronroneo cuando las manos de este sujetaron su pecho mientras ella pegaba el culo a su paquete. No podía remediarlo, cuanto más probaba de él más quería y le era tan jodidamente fácil encenderla que una vez que lo hacía no podía frenarlo. -Quiero hacer un intercambio-, apenas podía hablar entre los besos y los primeros gemidos que iba a soltar esa noche, pero hizo lo que pudo, -mi sangre por la tuya, quiero beber de ti como quiero que lo hagas tú de mi-.
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Mensaje por Lance Galahad Dom Dic 03, 2017 5:15 pm

Los besos fueron decrecían a medida que Raven hablaba. Lance elevó la cabeza para encontrar en sus ojos si lo que decía iba en serio, a pesar de la oscuridad, el tono y las palabras de Raven sonaron muy decididas. El vampiro se mordió el labio pensando en todo lo que podría pasar, como buen dominante que era, tenía que controlar todas las situaciones. Sabía que la sangre de vampiro era necesaria para transformar a un humano en un vampiro, pero… ¿Y si el mortal no moría? Si se alimentaba de la sangre de vampiro, Lance desconocía que podía pasarle- No sé hasta que punto eso podría hacerse, nuestra sangre es peligrosa- habló el vampiro decidido- Pero me muero por tu sangre, cada vez que beso tu cuello, tu piel…es un esfuerzo sobrehumano el que tengo que hacer para saciarme- dijo paseando las manos por el cuerpo desnudo de Raven. El momento de euforia entre besos pasó a un pequeño debate y divagaciones sobre lo que podría pasar, pero ambos pensaban lo mismo. Ya se poseían de todas las formas posibles, si intercambiaban su sangre…no habría nada más que pudieran entregarse salvo la vida el uno por el otro. La relación era tan estable y tan perfecta porque esa situación de darlo todo el uno por el otro, se daba por sentado. A Lance le valía un día más a su lado o cinco milenios, pero mientras fuera con ella. Así que ambos decidieron hacerlo, intercambiarían su sangre, pero en otro momento propicio. Cuando volvieran a París y a la Residencia Galahad.

Se vistieron aún con la ropa húmeda y salieron de la cueva hasta el camino, la llovizna era muy leve, pero molestaba aún, además el terreno se había embarrado y Lance procuraba evitar que Raven se manchara, además de estar calada, no quería que se ensuciara. Iban caminando, cuando a lo lejos, Lance vislumbró un pequeño grupo de tres hombres, la carreta que llevaban tapada con una manta mojada, dibujaba varios bultos. La rueda de madera se había hundido en el barro del camino y el animal de carga estaba sucio y cansado mientras intentaban tirar de él. Lance elevó una ceja y se detuvo, puso una mano delante de Raven para que parara. Normalmente los caminos eran seguros, de día no había problema, pero de noche los bandidos asaltaban a los pequeños grupos de transportistas, a la gente y a los carruajes, por eso de noche se recomendaba no salir- Debe ser bien entrada la madrugada y ellos siguen aquí-dijo en voz alta y mirando alrededor, por lo menos no había ninguna presencia cerca, aparte de la evidente, que le augurara una emboscada.

Cogió la mano de Raven e intentó zafarse de ellos, dando un pequeño rodeo, pero gracias al pequeño farol, les vieron entre la llovizna y los árboles- ¡eh! - gritó uno de los hombres hacia ellos. Lance en el momento que escuchó la voz del hombre, se tensó y se giró poco a poco hacia ellos. Eran de mediana edad, su ropa no lucía nada bien y olían a ron o Whisky barato- ¡Eh ¡¿Podrías echarnos una mano?- preguntó de nuevo el hombre. Miró a Raven de reojo y siguió su camino, intentando omitirlos. Primero llevaría a Raven a casa y después se acercaría ayudarles, o matarles. Eso dependería de cómo se comportaran.

Cuando parecía que se estaban librando de ellos, Lance escuchó como cargaban un mosquete y disparaban directo hacia ellos- ¡Eh! ¿Qué cojones os pasa a vosotros, tortolitos? Venir aquí- dijo apuntando a Raven. El vampiro se tensó a un más y se giró hacia Raven, comprobó que no le había alcanzado la bala- Perdóname-susurró a Raven mientras avanzó hacia ellos con paso lento y remangándose- No no, trae a la chica, que nos vamos a divertir todos juntos- dijo mientras apuntaba a Lance que caminaba impasible a las órdenes del hombre- En eso tienes razón…- comentó el conde cuando con la mano le apartó el mosquete que salió volando y los otros dos hombres se abalanzaban sobre Lance. Lance impasible se acercó al hombre desarmado y omitiendo a los otros dos le cogió del pelo con una mano, mientras de una sola patada le arrodilló en el suelo frente a los otros. Clavó sus ojos ahora rojos como el mismísimo infierno y hundió los colmillos afilados en el cuello del hombre con una brutalidad horrible. Notó el hueso cerca de sus huesos y le dejó con dos gotas dentro, casi seco. Los otros dos hombres se quedaron petrificados, al ver semejante espectáculo. Temblaban y tartamudeaban mientras Lance se acercaba hasta ellos sin mucho esfuerzo, ahí empezaron a llorar- No, por favor. Por favor. Por favor- repetían mientras Lance les mandaba ponerse de rodillas con las manos detrás de la cabeza. Llamó a Raven y le ofreció el mosquete que le había quitado al primero- Querían divertirse contigo. Si uno se mueve- aún tenía sangre en el rostro- Dispárale- lo hubiera hecho él mismo, pero quería ver que llevaba en la carreta tapado. Cuando descubrió la manta, se quedó mirándolo horrorizado. Era el botín de uno canallas. Había comida robada, algún que otro saquete de monedas e incluso tenían atada de pies y manos a una mujer con el rostro golpeado. Miró a Raven y después desató a la joven, sacándola de la carreta. Se quitó su chaqueta y se la puso sobre el harapo a la chica. Tenía dieciséis años aproximadamente, por sus piernas caía un fino hilo de sangre. No tuvo que decir nada para que Raven fuera hasta ella corriendo, la sujetó y Lance miró a los dos hombres apretando la mandíbula. Dejó a uno de ellos de rodillas y al otro le puso delante. Cogió al hombre con los brazos hacia atrás, estirándolos poco a poco con fuerza y se los arrancó. El grito del hombre anunció su muerte y el otro hombre empezó a llorar de pánico al ver la escena del desmembramiento, incluso Raven miró a otro lado. Lance no bebió de ese hombre, solo quiso destrozarle- Y a ti te queda algo peor- cogió el mosquete, se arrodilló junto a él y le disparó en la entrepierna. La sangre se perdía junto al agua del camino y se giró para mirar a Raven- ¿Estás bien? - sabía que Raven se ocuparía de la chica, pero aún así las montó en la parte de atrás de la carreta y tiró del burro para que caminara. Estaban empapados y no quisieron dar explicaciones- No pararemos en tu casa, Raven. Tenemos que ponerla a salvo- dijo obviando el detalle de que dormían separados.

No tardaron en llegar hasta una posada, Lance pagó la habitación y dejó a Raven y la chica solas, para que se asearan y limpiaran. El pidió una suculenta cena en la habitación, la chica no había abierto la boca y sólo se dejaba hacer. Cuándo salieron Lance esperó a que la chica se tumbara en la cama, temblando por el miedo y miró a Raven- He pensado que dejaremos el dinero para que pueda vivir. Sino los caminos que le quedan son iguales o parecidos a lo que que ha pasado- comentó en voz baja mientras, buscaba la mano ajena y la abrazaba junto a la ventana. Besó la frente de Raven y la apretó junto a su pecho. Era el reflejo de una joven Raven lo que tenían ante ellos, no pudo evitar verse reflejada y todos los demonios de Raven habían acudido esa noche para atormentarla, con la única diferencia de que ahora, el mismísimo demonio estaba abrazándola – Incluso he pensado que podría ayudar a tu madre, cuando todo se solucione- susurró intentando arrojar un poco de luz a la situación.
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Mensaje por Raven G. Wallace Mar Dic 05, 2017 4:13 pm

Si el camino ya se le antojaba largo hasta casa, el hecho de estar su ropa mojada no mejoraba el asunto; lo único bueno era que cuanto más tardase en llegar más tiempo podría pasar con Lance. Hasta que se casaran o regresaran a Paris no podrían hacer la vida a la que se habían acostumbrado y lo echaba demasiado de menos. Disfrutaba al menos de momentos a solas como el que pasaban por las noches cuando salían a pasear después de las reuniones familiares, como ir de la mano en vez de cogida de su brazo… detalles que Raven disfrutaba por encima de todo. Notó que la atención de Lance se había depositado en algo ajeno a ella y tardó algo más que él en ver a los hombres que se encontraban en mitad del camino, ninguno de los dos era ajeno al peligro que representaban y Lance tratando de esquivarlos lo que hizo fue atraer aún más su atención. Si hubiera estado sola no habrían ni intentado hacer el teatro que representaron, simplemente la habrían perseguido cuando echase a correr y lo demás se puede imaginar. No era una zona peligrosa, se conocía todo el mundo en aquella zona por lo que debían ser de otro pueblo o viajeros que se ganaban la vida asaltado caminos. Se detuvo en seco y llevó las manos a la cabeza en cuanto escuchó el disparo a la vez que gritaba mezcla del susto y el miedo, temblaba cuando Lance se alejó de ella, estaba bloqueada por completo, no era capaz de articular palabra o mover un solo musculo; solo miraba la escena.

Eso era lo que el vampiro quería evitar que viera de él, lo entendió en la prisión en París y lo hacía ahora, pero no era capaz de apartar la mirada. Estaba a una distancia suficiente para no ver con detalle pero sí comprender hasta donde llegaba la fuerza del conde; cualquiera que no le conociera estaría aterrorizado y muchos querrían acabar con él por el simple hecho de no ser normal. La manera de suplicar de la pareja que seguía con vida le pareció superior a patético, aunque era comprensible habiendo visto el destino que les esperaba. Finalmente fue una orden de Lance lo que arrancó a Raven de su sitio, sujetó el arma dejando delante del cañón el rostro de la pareja de hombres aun temblando y esperó a que Lance hiciera lo que quisiera que tuviera pensado. Fue un gruñido gutural lo que hizo que Raven desviara la vista de los hombres hacia el carro y notase que le fallaban las piernas. Tenía ganas de llorar, sensación de desfallecer y tantas cosas que no sabía cómo gestionarlo. Se veía a ella en esa maldita carreta, la niña temblaba pero no por Lance, sino por quienes ahora estaban de rodillas. La mirada de Lance le dejó claro que no iban a salir vivos de allí así que dejó el mosquete en la carreta y recibió a la niña una vez Lance la bajó de allí. No es que pudiera darle mucho calor pero la pegó a sí misma y trató de reconfortarla de la única manera que podía, estando en silencio y cerca de ella.

Tapó los ojos a la chiquilla y ambas se colocaron en la parte trasera de la carreta mientras Lance hacía caminar al burrito, que no estaba tampoco en las mejores condiciones. -Mejor será que no, mandaré a alguien para que avise a mi madre-, dijo de acuerdo con él. Una vez a solas se preocupó de ayudar a Maggie a asearse y curarse, en la medida de lo posible, después de lo ocurrido y dejó que se acostara antes de que Lance fuera de nuevo junto a ellas. -Quizá más tarde cene algo pero ahora necesita descansar-, susurró al ver la bandeja en el escritorio. Se situó junto a la ventana para seguir hablando con él de lo ocurrido, -es huérfana, murió su padre la semana pasada, tenía un molino al que mucha gente de la zona compraba la harina, seguramente ellos se enteraron del fallecimiento y por eso fueron a por ella-, tenía que hacer un esfuerzo considerable para permanecer serena y si lo conseguía era por la constante presencia de Lance. -Hablaré con mi madre mañana y vivirá con ellas, una vez que se arregle el tema de la herencia no habrá problema para pagarle un salario y no puede estar en mejores manos-, el hecho de que no tuviese a nadie y además hubiera tenido que pasar por ese momento tan penoso era aterrador. -No me mires así… No soy yo-, por la forma que tenía de mirarla parecía que estaba preocupado por ella, y al menos esa vez no era Raven la víctima, por primera vez era la salvadora. Aprovechó todo el tiempo que Lance pudo quedarse con ella en el hotelito, pero el amanecer se acercaba y tuvo que despedirle a pesar de que ninguno de los dos se quedaba demasiado feliz con ello. Despertó a Maggie para hacer que comiera algo y la dejó dormir después hasta que despertó ya descansada, -iremos a casa de mi madre, no es gran cosa pero no tardará en mejorar su situación y podrás vivir bien-, tan solo asintió y siguió prácticamente pegada a Raven hasta su casa.

Como suponía no hubo problema alguno cuando le contó a su madre lo ocurrido, viviría allí y tanto ella como su hermana serían su familia de ahora en adelante. -Yo tengo que salir en cuanto me dé un baño, Lance tiene citas que atender hoy referentes a la herencia y quiero estar por si necesita algún Wallace-, no quería discutir con su madre si estar o no en sitios privados con su prometido y el qué dirán así que se fue rápidamente a asearse antes de volver a salir, apenas había dormido esa noche y se reflejaba en su rostro pero necesitaba estar con él y no la importaba en qué circunstancia. -Buenos días, soy Raven Wallace, vengo a ver a Lord Galahad-, de nuevo esa mirada crítica y de marcada duda sobre el qué hacía una muchacha como ella buscando a un conde. Fue curioso que no abriera la puerta una mujer o un hombre mayores pues eran quienes solían tener ese tipo de tareas al haberse ganado la confianza de los señores. En cambio fue una chica joven, con aires altivos a pesar de ser una sirvienta quien lo hizo y dudo en si dejar pasar al hall a la Wallace, -el señor Galahad está reunido, no quiere ser interrumpido-, por el tono de su voz intuyó que ese detalle la molestaba, y que probablemente ya habría ido a su habitación con un propósito poco decente, -por ti no, eso tenlo claro-, jamás había sido dura con nadie ni había dado tales contestaciones pero ¡dios! Qué mal le había caído. Vio a Lance a los pies de la escalera de brazos cruzados y pasó de ella para ir a saludarle.
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