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Hay pesadillas que se hacen realidad [Logan Tisdale] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Inadu Vie Nov 24, 2017 4:23 pm

-¿Eso es todo lo que tienes para mi? Esperaba más de un ridículo chupasangre que presume de volver locas a las mujeres en la cama... no me das ni para empezar, apártate si no quieres que lo haga yo-. El hombre, enfadado, agarró con fuerza a la bruja obligándola a girar sobre sí misma quedando boca abajo en aquella gran cama del hotel en el que trabajaba como gerente. Una de las manos del vampiro sujetó con fuerza las muñecas de la mujer a su espalda y con la otra le presionó la cabeza contra el colchón volviendo a introducir bruscamente su miembro en el interior de esta. Aquello la volvió loca, no obstante no podía permitir aquel acto por parte del hombre, nadie que ella no quisiera la iba a tratar como un juguete, como una sumisa, no lo era, ella llevaba las riendas. Intentó liberarse del amarre de aquel idiota pero lo único que consiguió fue que este cogiese su larga melena con la mano y tirase de ella con fuerza obligándola a soltar un gemido de dolor y placer, fue entonces cuando consiguió girar la cabeza viendo nuevamente la cara de aquel que tenía los minutos contados, sin embargo aquella era una persona completamente diferente, alguien familiar, un amargo recuerdo del pasado. En ese momento todo comenzó a desvanecerse, primero lo hizo la habitación, después la cama y finalmente el hombre, Logan, el sueño o más bien la pesadilla había terminado.

Los ojos de Inadu se abrieron de repente como platos en mitad de la noche por la pesadilla de la que acababa de despertar. Estaba empapada y no solo de sudor, su zona íntima también estaba húmeda por la excitación del acto lascivo que había protagonizado antes de ver que ese que la había sumido en el placer más absoluto era esa insignificante basura, Logan. Intentó solucionar ese problema, la calentura de sus partes íntimas, no obstante la cara de ese personaje aparecía en la oscuridad cada vez que cerraba los ojos. Vuelta tras vuelta intentó conciliar de nuevo el sueño, sin embargo, tras más de una hora sin éxito decidió levantarse para servirse una copa de licor con la esperanza de que eso le ayudase a reunirse con Morfeo. Vaso en mano se acercó a la ventana de su dormitorio, corrió las cortinas y dejó entrar la tenue luz de aquella luna que se encontraba casi llena. Sus ojos se clavaron en esta, ya quedaba poco para que desapareciera en el horizonte dejando paso a su némesis, el sol.

Tras saborear la ultima gota del alcohol de aquella copa lanzó esta a la cama, cogió su bata de seda roja y sin ponerse nada bajo esta bajó las escaleras hasta la planta más baja y siguió bajando por otras diferentes hasta una siniestra y oscura habitación iluminada apenas por una vela que amenazaba con consumirse cada segundo que pasaba. -Sigues aquí-. No dijo nada más, cerró la puerta tras de sí y regresó a la planta baja de la casa, más exactamente hasta la puerta principal. Ya había dormido demasiado, era hora de dar un paseo, un paseo nada más y nada menos que hasta el pantano.

Cuando llegó allí ni si quiera se molestó en asegurarse de que nadie rondaba la zona, le daba igual ser descubierta o incluso asaltada, nunca se preocupaba por eso, sabía que si lo hacían ellos serían los que saldrían mal parados. Dejando caer su bata de seda al suelo se introdujo desnuda en aquel pantano en el que no todo el mundo se atrevía a adentrarse, sin embargo era uno de los sitios favoritos de Inadu. Tras nadar un rato permaneció flotando con los ojos nuevamente puestos en la luna hasta que algo llamó su atención, un ruido, ruido de ramas rotas, había alguien cerca de ella. -Sal, es de mala educación observar a las chicas cuando están desnudas-. Observó la zona intentando divisar a aquel que se ocultaba.
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Mensaje por Logan Tisdale Lun Nov 27, 2017 10:55 am

Mi búsqueda del Necronomicón continuaba y jamás pararía hasta encontrarlo, necesitaba seguir la pista que había encontrado, jamás había estado tan cerca de obtener ese libro como lo estaba en ese momento. Gracias a la ayuda de los espíritus y de en concreto de Nastiara había logrado dar con alguien que me había acercado a la búsqueda del necronomicón y había dado con la persona que, en principio, lo tenía. Llevaba años tras la pista de aquel maldito libro, uno con el cual podría desvelar quien asesinó a mi padre y quizás incluso encontrar un “por qué” que siempre resonaba en mi cabeza y que me había preguntarme el motivo de asesinarlo. Resultó que, tras la búsqueda, el libro que el vampiro Soren tenía guardado por años en su colección de la tienda de antigüedades que regentaba era falso, una trampa para quien quisiera obtener el libro y volver a dejarlo sin pista alguna de conseguirlo. No era de extrañar que fuera un libro falso bajo un poderoso hechizo, ese libro era buscado por mucha gente y la persona que lo había dejado en la tienda se había encargado de hacer un buen señuelo en su trabajo de ocultarlo... pero había cometido un pequeño fallo: había dejado entre una de las páginas del libro un trozo de una página del libro original, algo que sin duda me ayudaría a localizar dicho libro de nuevo con un hechizo para que me revelara su localización. Pero necesitaba de un ingrediente en concreto que no tenía en esa noche, así que debía de adentrarme de nuevo en el pantano ya que florecía de noche para poder coger lo que necesitaba, una vez tuviera todo solo me bastaba mezclar los ingredientes, un poco de sangre, las palabras del hechizo y el trozo de hoja me serviría como brújula para guiarme hacia el libro completo. Ansiaba poseerlo, necesitaba tenerlo después de años de búsqueda que me habían hecho permanecer en París y alejarme de Escocia, donde allí tenía a mi madre, el castillo y el título de Conde que había heredado de mi padre tras su muerte. Quizás volviera a casa en cuanto tuviera las respuestas necesarias, o quizás me quedara en París, ¿Quién sabía? El tiempo lo decidiría conforme los acontecimientos se dieran.

Alcé mi vista hacia el cielo observando la luna en todo su esplendor, aquella luna llena que iluminaba el cielo con sus haces de plata y me preparé para salir. Le pedí a Fritz, mi mayordomo, que preparara lo necesario para partir pues iría al bosque y quizás me pasara por el pantano para dar una pequeña vuelta. A los pocos minutos, servicial como siempre, me trajo una capa negra con la que cubrirme y una pequeña cesta donde dejar los ingredientes que encontrara y partí hacia aquel lugar. Lo bueno de vivir en la periferia de la ciudad, porque no me gustaba para nada vivir en el centro de esta, es que tenía el bosque lo bastante cerca como para dar un pequeño paseo andando. No me gustaba el ruido ajetreado de la ciudad y por eso cuando me mudé a París preferí más una mansión a las afueras, menos ruido y mucha menos gente que me molestara constantemente. Llevaba una pequeña hoz en la cesta y me interné en el pantano primero buscando lo que necesitaba, como hechicero sabía dónde debía de buscar y me conocía la zona a la perfección. Además de eso, gracias a mi memoria eidética en la que recordaba todo cuanto veía, leía o escuchaba podía acordarme exactamente de en qué lugar se encontraba cierta planta y mis pasos se dirigieron hacia esa pequeña región del pantano en la que crecía la flor. Sus pétalos de color púrpura brillaban resplandeciendo por la luz de la luna, saqué la pequeña hoz que llevaba y corté el tallo dejando la flor en la pequeña cesta cogiendo lo que necesitaba para el hechizo de localización. Una vez todo terminado volví a colocarme la capucha de la negra capa que llevaba y seguí andando por el lugar, sabía que cerca había un pequeño claro donde podría coger algo de agua así que dirigí mis pasos hacia el lugar... claro que, lo que no esperaba, es que conforme me acercara notara un aura que hacía tiempo que no me cruzaba estuviera en aquel lugar. Conocía esa aura porque conocía perfectamente a la dueña de la misma; Inadu.  Hacía unos años que nos conocíamos y lo cierto es que no habíamos acabado de la mejor manera, había que reconocerlo. Habíamos tenido encuentros sexuales marcados por la pasión y la lujuria, pero todo se había torcido adquiriendo un matiz oscuro y extraño que nos había llevado casi a una enemistad. Sonreí de lado acercándome sin poder evitar el hacerlo, incluso me di a conocer pisando una de las ramas para que ella notara que había alguien más en el lugar, aunque siendo hechicera no tardaría en percibir mi aura. Sonreí de lado por sus palabras y me fui acercando más hacia el borde del lugar donde ella nada y se bañaba desnuda.



-¿Incluso aunque no fuera la primera vez que la veo desnuda? –Mis ojos bajo la capucha la observaron, alcé mi mano para tirar hacia atrás la capucha dejando mi rostro al descubierto y sonreí de forma ladina observándola- vaya Inadu, quién nos iba a decir que nos encontraríamos de nuevo en un lugar así y.... desnuda –la repasé con la mirada trazando cada parte de su piel que se veía expuesta. No es que fuera la primera vez que la veía así, habíamos compartido lecho en varios encuentros y debía de decir que esa mujer representaba fielmente lo que se trataba la lujuria; su pelo pegado a su rostro y a su pecho por lo mojado que estaba, sus ojos azules que brillaban iluminados por la luz de la luna puestos en mis pardos, su tez pálida que resaltaba aún más bajo las estrellas y lo poco que podía ver de ese cuerpo hecho del pecado más puro- ¿qué tal estás, querida? Aparte de que sigues estando igual de... –la recorrí con mis ojos y dejé que una pequeña risa corta saliera de mis labios, me apoyé contra el tronco de uno de los árboles que había en el lugar sin apartar mi mirada de la suya- ¿me echabas de menos Inadu? ¿Has vuelto a pensar en mí otra vez? Espero que si lo has hecho fuera de forma placentera –sonreí de lado esperando a que saliera del agua, esa mujer no se consideraba demasiado recatada y además ya nos habíamos visto desnudos, no había nada que ya no hubiera visto, acariciado, lamido, succionado o mordido con anterioridad.
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Mensaje por Inadu Mar Nov 28, 2017 8:44 am

No se molestó siquiera en intentar percibir el aura de aquel personaje que la acechaba desde las sombras, según supuso no sería más que un simple y vulgar ladrón en busca de algo que saquear a los que se atrevían a adentrarse en el pantano o simplemente un humano de paso a la aldea más cercana, nada que le supusiera un esfuerzo sobrehumano matar. También podría tratarse de otra de las criaturas de la noche que merodeaban por París, un lobo, un vampiro o incluso otro mago pero tampoco le preocupaba, podía lidiar con todos ellos, con todos menos con un mago en concreto...

Cuando la voz de aquel tío llegó a los oídos de la brujo sus ojos se abrieron como platos y buscaron a toda prisa al sujeto para verificar que efectivamente se trataba de él, de Logan. -De todas las alimañas que corretean por el pantano tenía que encontrarme con la más desagradable de todas, tú-. No le importaba un carajo que la viera desnuda y no por que fuera él, que ya la tenía muy vista, sino por que la vergüenza era algo que Inadu no conocía desde hacía ya mucho tiempo, el pudor no era una de sus facetas más desarrolladas por lo que aún habiéndose tratado de otra persona igualmente hubiera mantenido su cuerpo tal cual, al descubierto. -¿Que te pasa Logan? Si no te conociera bien pensaría que intentas comerme con los ojos... ¿no tienes suficiente con las otras zorritas?- Odiaba aquella mirada con la que recorría las zonas visibles de su cuerpo, esa que tantas veces la había excitado haciéndola sucumbir a la lujuria más deliciosa con aquella alimaña que tanto placer sabía darle con sus delicados dedos de Conde, su ágil y afilada lengua y su delicioso miembro que le hacía no desear nada más en todo el mundo.  

Su cuerpo comenzó a elevar su temperatura, sobretodo su zona íntima que volvía a estar igual de caliente y húmeda, y no solo por el agua, como lo estaba por la mañana temprano a consecuencia de ese sueño con el mismo personaje que ahora se encontraba de pie frente ella. Muy despacio comenzó a caminar hacia el otro brujo mostrando a cada paso un centímetro más de su esculpido cuerpo hasta quedar completamente visible ante los preciosos ojos ajenos. -A decir verdad si, he pensado en ti, de echo... ¿crees en el destino, Logan? Esta noche te has aparecido en mis sueños, unos sueños muy muy húmedos. En ellos me follabas duro, como te gustaba hacérmelo y al igual que hacías entonces me pedías que gimiera para ti. ''Más Inadu, gime más... Di... Di mi nombre'' me suplicabas a gritos mientras me embestías sin miramientos-. No era verdad, no había soñado con tanto detalle, no obstante le divertía jugar con los hombres y aún más tratándose de él. Mientras las palabras salían de su boca la bruja caminaba desnuda en círculos alrededor del otro brujo, observándole de arriba abajo y deslizando sus dedos por los estrechos hombros. -¿Y tu Logan, has pensado en mi?- Cuando formuló aquella pregunta fue cuando se puso frente al hombre y se inclinó hacia delante para coger su bata de seda que yacía en el suelo regalándose al Conde unas mejores vistas de su culo y su sexo. -¿Que te trae por aquí? Espero que no me estés siguiendo, perdiste tu oportunidad conmigo, aunque por la cesta diría que estás aquí por otros asuntos un poco más... ''mágicos''-. Preguntó aún de espaldas a él.
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Mensaje por Logan Tisdale Mar Nov 28, 2017 11:14 am

Si había algo que Inadu era sin duda alguna es que era una provocadora nata, sabía muy bien cómo manejar a un hombre y llevarlo hacia los lugares que ella quería sin demasiado esfuerzo. La palabra “recato” no era una que ella conociera pues se atrevía incluso a nadar desnuda en aquel lugar cuando podría haber sido cualquiera el que la encontrara, vampiro, licántropo, cazador... nada tendrían que hacer frente a ella si decidía que eran una pesada carga y que le podría traer un problema hacia su persona, no le costaría deshacerse de ellos y seguir tranquilamente con su baño. Inadu era muy atrevida y descarada, eso era algo que me había gustado de ella en el tiempo que la conocía y que siempre había apreciado de su persona, no era como las demás damas de la capital que eran mucho más recatadas, escandalizadas en mostrar algo más que lo permitido en ellas, Inadu por el contrario exhibía su cuerpo siendo conocedora del poder que ejercía en los hombres y sabía jugar sus cartas, era experta en ese arte porque lo había vivido en mis propias carnes. Me tuve que reír apoyado contra el árbol cuando sus ojos azules chocaron con mis pardos y me habló de esa forma, “alimaña” me llamaba y a mí me hizo especial gracia que lo hiciera porque sabía de su odio, o rencor, hacia mí después de cómo habían terminado las cosas entre los dos. Apenas nos habíamos vuelto a ver y por casualidades y azares del destino me la encontraba en el pantano y desnuda, ni se esmeró en cubrirse a esas alturas porque ¿de qué serviría cuando la había visto desnuda tantas veces? Me sabía de memoria dónde tenía cada lunar en su cuerpo, cada mancha de piel y el camino exacto que iba desde su cuello bajando por su garganta, pasando entre sus deliciosos pechos en un camino pecaminoso y glorioso hasta el centro de su cuerpo, siempre caliente y húmedo ávida de más cuando habíamos estado juntos. No era para nada extraño que me hiciera gracia la forma en la que tenía de tratarme, en realidad no me importaba, había reconocido su aura y podría haberme alejado sin embargo pensé que era mucho más divertido acercarme a ella y ver qué pasaba y en qué acababa la noche, con ella jamás se sabía y conmigo tampoco es que se supiera demasiado.

Ya que ella no era demasiado recatada y mucho menos pudorosa me di el lujo de recorrer ese cuerpo hecho pecado que tenía de forma despacio y lenta viendo las gotas que caían por su piel y resbalaban juguetonas por esta. Siempre me había parecido una mujer de lo más atractiva y a la vista estaba el porqué de ello, esa piel nívea que brillaba con la luz de la luna, su pelo mojado pegado a su cuerpo y que enmarcaba ese bello rostro con esos ojos azules que poseía, sus pechos con sus pezones tiesos por la leve brisa que corría en el lugar y que los hacía estar duros por la combinación con su cuerpo mojado. Avanzaba despacio como si fuera una diosa abriéndose paso hasta la orilla exhibiendo cada parte de su cuerpo de forma lenta y provocativa, no perdí detalle de su vientre plano y de esas caderas que se movían de manera provocadora en cada paso que daba. Desnuda, frente a mí, siguió acercándose y yo me aparté del árbol para poder contemplarla detenidamente ante el espectáculo que gratuitamente me ofrecía, enarqué una ceja sonriendo de lado cuando dijo que sí que había pensado en mí y, es más, me relató que esa misma noche había aparecido en sus sueños húmedos, muy húmedos según ella, en donde la follaba duro y le pedía que gimiera para mí. Mis ojos la recorrieron mientras ella, como si de una depredadora se tratara andaba en círculos hablando y recreando las palabras que solía decirle en mis encuentros, ¿había algún pecado en que quisiera que gimiera más fuerte y que gimiera mi nombre? No era ningún delito y me gustaba oírla aunque no hiciera falta que se lo pidiera para que lo hiciera. Su dedo recorrió de punta a punta mis dos hombros y acabó plantándose delante de mí y yo tenía mi sonrisa ladeada puesta en mis labios.


-¿Acaso te molesta que tenga otras zorritas, Inadu? No es como si tú ahora te hubieras convertido en una mujer puritana de la noche a la mañana ¿verdad? –eso me hizo reír con cierta sorna porque conforme era ella eso era algo más que imposible- el destino... tan misterioso y enigmático –dije ladeando un poco mi rostro- siempre pensé que el destino nos conducía por caminos que nosotros mismos nos labramos, ¿crees que esto tiene que ver con el destino, que ha decidido volver a juntarnos? –No hice mención alguna sobre ello pero sí di un paso en su dirección acortando distancias, yo era un poco más alto que ella y tenía que inclinar ligeramente mi rostro para dejarlo a la altura de sus labios- no escuché que te quejaras cuando te follaba duro, me pedías por más cuando lo hacía. A ti siempre te gustó jugar fuerte Inadu, en eso siempre hemos compartido el mismo gusto. Pero sí, me gustaba coger tú pelo en un puño y dejar tu rostro inclinado ligeramente hacia atrás para que tu cuello se tensara bajo mi cuerpo, tus piernas rodeaban mi cintura y tus pies me empujaban de las nalgas mientras gemías extasiada, tus uñas se clavaban en mi espalda mientras me pedías por más; más duro, más fuerte, más rápido y más hondo –para hacerle ver lo cierto que eran mis palabras mi mano fue a su pelo y lo cogí en un puño mojando así mi mano, tiré un poco hacía atrás y dejé su rostro alzado para que yo llegara mejor con el mío- me gustaba oírte gemir en cada embestida, a ti nunca te gustaron las cosas sencillas y fáciles en la cama –sonreí con cierta sorna- aunque creo que más bien eres tú la que no tiene suficiente, ¿nadie sabe follarte como yo que recurres a sueños tan húmedos Inadu? Seguro que te has despertado completamente empapada.... como si ya pudiera sentirlo –dije para luego soltarla y dejar que se agachara de esa forma totalmente a posta en la que me exhibía su sexo por completo y sonreí de lado- lo cierto es que sí, me he acordado muchas veces de ti pero en especial de lo bien que se te da utilizar esa boca –comenté volviendo a cruzarme de brazos con cierta diversión ante su pregunta de la cesta, ¿no era obvio? Claro que no la estaba siguiendo- los pantanos tiene ingredientes muy útiles si sabes dónde y en qué momento buscar... encontrarte a ti era algo que no esperaba pero había sentido tu presencia y me acerqué por mera curiosidad –dije mientras ella se ponía la bata con la que había venido, una bata que se pegaba a su cuerpo por estar este mojado- ya sabes como son los negocios, tengo algo importante entre manos y quiero asegurarme que todo sale bien –dije sin más, ella sabía que me dedicaba a “ayudar” a personas a cambio de objetos valiosos para sus dueños, objetos únicos... no iba a decirle que estaba allí porque estaba a punto de encontrar el Necronomicón- ¿y tú, por qué estás aquí? ¿Sólo para darte un baño que también puedes darte en tú cómoda bañera? –Enarqué una ceja ante eso esperando su respuesta.
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Mensaje por Inadu Miér Nov 29, 2017 5:33 pm

Ahí estaba ese tono arrogante que caracterizaba al atractivo brujo, un tono que sacaba de sus casillas a Inadu pero que a la vez la excitaba lo suficiente como para sucumbir ante aquel hombre sin ponerse límite alguno o barreras. Si, era arrogante y a veces un poco prepotente, la gente poderosa lo era, ella misma solía serlo sobretodo con los chicos, no obstante a pesar de de todo eso le gustaban los chicos así, arrogantes, con iniciativa y de eso el brujo tenía de sobra. -¿Molestarme? No digas tonterías Logan, por mi como si te follas a todas las fulanas parisinas, los dos sabemos que no vas a encontrar a ninguna que gima tu nombre como yo lo hacía-. Sonrió de medio lado dándole la espalda al brujo, no mirarle le ayudaba a mantener la compostura, era más fácil no dejarse llevar por impulsos incontrolados de los que se arrepentiría después. -Si esto es cosa del destino tengo que caerle muy pero que muy mal, quizás este sera mi castigo por todas las cosas malas que he hecho hasta ahora, quien sabe, aunque es demasiado duro-. Soltó una pequeña risotada que se cortó de inmediato al escuchar como el brujo se acerba a ella.

Girándose rápidamente sobre sí misma se topó de frente, muy cerca de ella, con los preciosos ojos de Logan. Su primer pensamiento fue retroceder, mantener las distancias, no obstante su cuerpo no reaccionó, no quería hacerlo y de hacerlo no sería para alejarse, sino para hacer justo lo contrario, acortar esa escasa distancia que separaba ambos cuerpos deseosos de fundirse el uno con el otro como en los viejos tiempos. Entonces el Conde comenzó a relatar los secretos que las cuatros paredes del dormitorio guardaban, la forma en la que ambos se entregaban en ese acto lleno de lujuria. Inadu cerró los ojos tratando de imaginar las palabras del hombre, tratando de retroceder en el tiempo a esos momentos de placer indescriptible. Casi podía sentir aquella misma sensación, su boca se llenaba de saliva cual hambriento ante un suculento solomillo de cerdo y su sexo se empapaba tan exageradamente como pocas veces solía hacer. Ya era suficiente, debía terminar con aquello cuanto antes, no obstante él brujo no estaba dispuesto a dejar las cosas así, aún no había acabado su excitante provocación. Llevando una de sus manos hasta la nuca de Inadu agarró con fuerza su pelo obligándole a inclinar la cabeza hacia atrás del mismo modo que solía hacer mientras se la follaba.

Cuando la soltó el cuerpo de la bruja se tambaleó un poco, no obstante no tardó en recuperar la estabilidad. Si quería jugar fuerte eso era exactamente lo que le daría, ella siempre quedaba por encima de los demás, odiaba perder. -Puedes sentirlo Logan...- Muy despacio cogió una de las manos del Conde llevándola hacia su sexo obligándole a acariciarlo, a notar la elevada temperatura y el exceso de humedad. Los ojos de esta se clavaron en los de él y no pudo evitar lanzar un gemido, Logan, el nombre de aquel idiota. Regalándole media sonrisa retiró la mano de este de su entrepierna y la acercó a su boca lamiendo los dedos de este. -Ahora entiendo por que te gustaba tanto-. Fue entonces cuando se separó para coger la bata de seda y ponérsela ocultando por fin su cuerpo desnudo.

-¿Que estás buscando Logan? No soy una novata, pocos ingredientes crecen de noche en los pantanos y uno de ellos es para hacer un hechizo de seguimiento, uno poderoso. ¿En que mierda estás metido ahora?- Sus pies comenzaron a moverse hasta llegar a la orilla del pantano del que hacía apenas unos minutos había salido. -Simplemente no podía dormir, hay pesadillas que le quitan el sueño hasta a la persona más fría del mundo y tu, querido, eres mi peor pesadilla, créeme. Por cierto, no vuelvas a cogerme así, ambos perdimos el derecho de tener al otro y no me gustaría hacer algo de lo que después me arrepentiría-. Lo miró de reojo desde la orilla alumbrada por la pálida luz de la luna.
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Mensaje por Logan Tisdale Dom Dic 03, 2017 5:13 pm

Atrevida y desafiante, así era como debía de definir a Inadu sin lugar a dudas, una mujer que tomaba lo que quería cuando quería y que sabía muy bien cómo manejar y llevar a los hombres, ponerlos bajo su influjo y hacer lo que quisiera con ellos con una facilidad pasmosa que muchas mujeres envidiarían sin lugar a dudas. Una de las cosas que más me gustaba de ella era la forma que tenía de jugar, le encantaba hacerlo y yo no era un hombre que no disfrutara de esos juegos, me gustaban las cosas rudas como a ella y los dos nos entendíamos en ese aspecto. Yo era un hombre dominante en todos los sentidos de mi vida y la cama no era una excepción a ellos, ella se dejaba dominar porque le gustaba que fuera de esa forma y yo disfrutaba haciéndolo, por eso no dudé en volver a enredar mis manos en su pelo y cogerlo con fuerza igual que lo haría si estuviéramos desnudos en una cama, su cabeza hacia atrás, su cuello estirado y a la vista para que mis labios lo recorrieran y mis dientes lo mordieran. Cerró sus ojos como si mis palabras pudieran transportarla a momentos pasados que habíamos tenido, a esos encuentros sexuales cargados de pasión y de lujuria salvaje donde las sábanas habían sido testigo de ese derroche de deseo desmedido que nos llevaba a la cima más placentera. Yo podía recordarlo a la perfección, sus labios entreabiertos jadeando, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor, su cuerpo arqueándose y los gemidos que de sus labios escapaban justo como el que había soltado ahora llamándome, un recordatorio muy vívido que me hizo mirarla de forma fija aun con mi mano sujetando su pelo. De hecho, fue ella misma la que tomando mi mano descarada como ella sola sabía ser, acercó mi mano a su centro donde podía notar lo caliente y lo húmeda que estaba. Mis dedos recorrieron su sexo empapándose de su humedad mientras ella movía ligeramente las caderas por lo que sentía, sus ojos se abrieron para fijarse en los míos y con una sonrisa ladeada sacó mis dedos de su sexo para alzar mi mano y llevarla a sus labios, donde lamió mis dedos mojados con su humedad asegurando y entendiendo por qué me gustaba tanto.

Lancé una risa por aquello observando como la hechicera se ponía la bata cubriendo su hermoso y curvilíneo cuerpo, haciéndome saber que no era una novata y que sabía que habían pocas plantas que crecían en el pantano de noche, había visto lo que llevaba en la cesta y no le había costado demasiado averiguar que lo que llevaba era en parte los ingredientes de un hechizo de localización, una manía que tenía esa mujer de saber todas y cada una de las cosas y al haberse fijado ahora me preguntaba en qué andaba metido. ¿De verdad? Enarqué una ceja por su pregunta porque a ella realmente no le concernía lo que estuviera preparando o no, como bien había dicho, nuestros caminos se habían separado hacía tiempo y no tenía por qué explicarle el motivo de los ingredientes ni lo que andaba buscando tampoco. Nunca había tenido que dar explicaciones, o al menos no lo hacía desde que había asumido el papel de conde tras la muerte de mi padre, y no iba a empezar en estos momentos a darle explicaciones a ella. Mis ojos la observaron dirigirse hacia la orilla del lugar donde había salido hacía apenas unos minutos desnudas y escuché con una sonrisa ladeada sus palabras sobre ciertas “pesadillas”. De alguna forma me hacía mucha gracia que yo fuera su pesadilla como ella afirmaba y me mordí el labio sin apartar la sonrisa divertida de estos, sobre todo me hacía gracia cuando decía que había soñado conmigo y con un sueño bastante húmedo. Conocía a esa mujer y sabía que no mentía, lo que me hacía sospechar que su escapada al pantano medio desnuda se debía como consecuencia al sueño erótico que había tenido conmigo.


-Así que ¿soy tú peor pesadilla? –Pregunté mientras acortaba la distancia que nos separaba, sus ojos puestos en mi persona mirándome de reojo y ladeé ligeramente el rostro por ello- no entiendo muy bien lo de que soy tú pesadilla, y después del sueño erótico que me has dicho que has tenido conmigo más bien comienzo a pensar que me echas de menos... al menos, en tú cama –apunté riéndome entre dientes- ¿nadie te da lo que yo te daba Inadu? ¿Por eso has venido semi desnuda al pantano, para sofocar tú calor? –Me quedé tras su espalda dejando apenas un ligero espacio entre mi pecho y su espalda, su pelo era levemente mecido por el viento dándole un aspecto más fiero y salvaje del que ya de por sí poseía esa mujer- es cierto, hace tiempo que perdimos ese derecho pero algo me dice que me deseas, y que deseas que te tome de nuevo... has soñado conmigo y seguro que no sería la primera vez que te pasa –sonreí de lado y acerqué mi rostro un poco al suyo dejando mis labios sobre su oreja- ¿sabías que los sueños son una proyección de nuestros pensamientos y nuestros anhelos, deseos y carencias? Es la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos y pedirnos aquello que nos falta... ¿no será que me quieres dentro de ti? –Reí ligeramente dejando mi aliento cálido sobre su oreja- ¿algo de lo que después te arrepentirías? Oh vamos querida, sabes que eres incapaz de atacarme... no si sabes lo que te espera luego –sonreí de lado y luego dejé escapar el aire de mis labios moviendo ligeramente su pelo- no necesitas saber en qué ando metido Inadu, lo único que tienes que saber es que estoy logrando dar con algo que llevo buscando durante mucho tiempo y que por fin me siento más cerca de conseguirlo. Este hechizo me ayudará a encontrar lo que más he ansiado en los últimos años –decían que la venganza era un plato que se servía frío... pero yo llevaba mucho esperando y la paciencia no es que fuera una de mis virtudes- pronto tendré en mis manos la forma de lograr mi venganza, estoy más cerca que nunca y solo me separa un hechizo de localización –no le decía nada pero al mismo tiempo se lo decía todo- me pregunto si el destino nos ha juntado aquí por alguna razón en concreto o solamente porque hay algunas pesadillas que se vuelven realidad y tú necesitabas a la tuya cerca, más de lo que quisieras admitir en voz alta.
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Hay pesadillas que se hacen realidad [Logan Tisdale] Empty Re: Hay pesadillas que se hacen realidad [Logan Tisdale]

Mensaje por Inadu Mar Dic 12, 2017 8:41 am

Aquel tipo estaba empeñado en no dejarla escapar aunque ciertamente ella misma se lo había buscado con esos actos lujuriosos y esas palabras cargadas de medias verdades con las que había engatusado al otro brujo momentos antes. Cuando el otro comenzó a recortar distancias Inadu se giró clavando la mirada en el reflejo de la luna que danzaba al son de las ondas del agua del pantano. No esperaba un acercamiento tan descarado por su parte, sin embargo no se quejó a excepción de su cuerpo que si lo hacía, lo quería más cerca, todo lo cerca posible y si podía ser dentro de él mejor. -¿Como puedes ser tan arrogante, Logan? Me irritas-. Sentía el impulso de retroceder y unir su cuerpo al de aquel idiota no obstante no lo hizo, eso sería darle la razón, aumentar su ego y no podía permitirlo bajo ningún concepto por lo que se mantuvo firme en el sitio cruzando sus brazos bajo sus pechos. -Claro que me dan lo que tu me dabas, incluso más, mucho mucho más, te has anticuado cariño. Y si, eres mi mayor pesadilla, mi grano en el culo. El sueño de hoy no ha sido expresamente contigo, estaba teniendo sexo alucinante con un hombre de los que quitan el sueño y de repente tu cara ocupó el lugar de la suya... gracias a Dios que me desperté al instante, aunque eso significó perder totalmente el sueño ¿a si es que que otra cosa podía hacer que salir a caminar por el pantano? Ya sabes lo que me gusta este lugar a pesar de haberte conocido aquí-. En el momento en el que sus labios se sellaron su cuerpo se balanceó hacia atrás chocando con el del hombre, justo lo que no tenia que hacer. No tardaría mucho en arrepentirse de ello, cuando Logan abriera la boca de nuevo para preguntarle si le quería tener dentro.

Al escuchar aquello su pierna derecha flojeó levemente a la vez que el resto de su cuerpo, sobretodo su sexo, comenzaba a gritar un ''Si'' tan eufórico que incluso casi sale de su boca. Ciertamente toda ella quería tenerlo dentro, era cierto que había tenido encuentros con hombres que la había echo volar sin apenas salir de la cama, no obstante pocos eran como Logan, pocos lo hacían como él y por supuesto ninguno era él, sin embargo no podía permitirse el lujo de volver a recaer en esa droga tan insana en la que este se convirtió para Inadu. ¿Podría probarla sin volver a engancharse? Podía correr el riesgo... -¿Y tu? ¿No estás deseando volver a sentir el cosquilleo y el calor que sentías cuando me follabas? Llegó un momento en el que te aburriste de eso, quizás ahora después de tanto tiempo lo eches de menos-. Como solían decir, de perdidos al río, aunque en ese caso era un pantano.

Hizo oídos sordos a todas las sandeces que este escupió por la boca y se dejó llevar, eliminó de un plumado todas las dudas y los prejuicios, solo quería una cosa, despedirse de una vez para siempre de aquel idiota y quería hacerlo bien, por todo lo alto. Muy suavemente comenzó a mover la cadera rozando sus nalgas, apenas cubiertas con la bata de seda, con la entrepierna del hombre que aún permanecía tras ella. -Vamos a zanjar este asunto de una vez por todas-. Y tras eso se giró lanzándose como una fiera hambrienta sobre Logan saltando sobre él para rodearle la cintura con las piernas besándole intensamente mientras acariciaba el pelo de su nuca.
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Mensaje por Logan Tisdale Dom Dic 17, 2017 11:24 am

Me gustaba jugar con Inadu porque en cierto sentido era igual que yo, éramos muy parecidos y eso hacía que el juego fuera mucho más divertido que con cualquier otra, mucho más placentero en todos los sentidos. Siempre nuestros encuentros habían tenido algo salvaje y exótico, pasional y desenfrenado que nos había marcado de alguna forma aunque hiciera tiempo que ya no nos hubiéramos visto dado que las cosas no acabaron bien entre nosotros. Precisamente había sido en ese mismo pantano donde la había conocido por primera vez, nuestro encuentro había sido inesperado donde nuestros caracteres habían chocado desde el principio, quizás el que el ambiente se fuera caldeando con nuestras formas de ser y con las palabras frías y arrogantes que soltábamos cada vez que hablábamos habían propiciado que acabáramos en un encuentro sexual donde los dos seguíamos luchando incapaces de dejarnos vencer o de dominar por la otra persona, algo que a mí me costaba bastante por mi carácter siempre había sido fuerte y dominante, incluso en la cama, siempre jugaba duro y esa noche me di cuenta de que Inadu era como yo en ese sentido, le gustaban los juegos y las emociones fuertes. Después de ese encuentro hubo varios más marcados de igual forma, pasión desenfrenada, sexo salvaje en encuentros rudos y juegos duros que nos llevaban a rozar la más placentera de las cúspides, el paraíso entre sus piernas donde acababa llenándola en cada encuentro. Conocíamos nuestros cuerpos, conocíamos las debilidades y quizás por eso atacábamos en esos momentos de esa forma, porque sabíamos dónde teníamos que dar y qué teníamos que hacer. No recordaba con exactitud el motivo por el que todo cambió pero así fue y desde entonces no habíamos vuelto a saber del otro hasta esa noche, ¿casualidad, destino? No lo podríamos saber porque sabíamos que en nuestro mundo las casualidades no existían bajo ningún concepto, y de nuevo allí estábamos mientras nos atacábamos de esa forma tan propia de ambos, me había acercado a ella siguiéndole en ese juego que ella misma había empezado porque yo jamás me echaba atrás.

Mi espalda se había pegado a su pecho, mis labios rozaban su oreja y mi aliento movía su pelo mientras le hablaba en tono bajo buscando provocarla en todo momento, hacerle ver que aún me deseaba pese a que decía que era su pesadilla, que el sueño que había tenido era fruto de sus deseos más profundos y que en realidad deseaba volver a sentirme en su interior como hacía tiempo que no lo hacía. Conocía a esa mujer y sabía que era el pecado personificado, la lujuria en estado puro, ningún hombre era capaz de resistirse demasiado a sus encantos y por supuesto que sabía que habría tenido más hombres en su cama calentándola, pero nadie como yo. Los dos nos compenetrábamos demasiado bien en la cama y sabíamos jugar al mismo son y al mismo nivel, claro que habría disfrutado de más hombres como yo había disfrutado con más mujeres, pero no de la misma manera que entre ambos. Reí por sus palabras cuando intentó hacerme ver que no me había echado de menos y que la pesadilla había sido que yo apareciera en ese sueño húmedo que había tenido, intentaba hacerme ver que estaba equivocado pero sabía bien qué puntos tocar en ella para que cediera. Ya notaba como comenzaba a ceder y lo haría poco a poco, haría que así fuera porque me apetecía, porque verla siempre era placentero y porque me había provocado con ese juego que se había traído entre manos.



-No voy a negarte, Inadu, que siempre me gustó sentir el calor de tu interior cerniéndose sobre mi miembro –aseguré dejando que mi lengua repasara el contorno de su oreja- cómo tus paredes palpitaban antes de llegar al orgasmo y tu vientre se contraía –mis dedos recorrieron su vientre dándome ese lujo en esos momentos- pero te equivocas Inadu, yo no me cansé de eso –aseguré mordiendo el lóbulo de su oreja, se movió contra mí cediendo a lo que sentía, sus nalgas comenzaron a restregarse contra mi miembro que comenzaba a endurecerse, un jadeo escapó de mis labios y finalmente se giró para saltar sobre mi cuerpo, sus piernas rodearon mi cintura y su cuerpo se pegó al mío, sus labios buscaron los míos y nos besamos de forma algo ruda pero intensa, mi brazo la sujetó por sus nalgas y me giré para dejar su espalda contra el tronco de uno de los árboles que había cerca de allí teniendo algo como base. Mi mano libre subió por su costado hasta llegar al cinturón de su bata y de un movimiento de dedos lo desaté dejando que se abriera, apartándolo un poco para dejar sus pechos al descubierto que acaricié con mis manos mientras nos besábamos. Sus dedos se enredaban en mi pelo y mi cadera se movía contra su centro en el que ambos sexos se rozaban sobre la tela, mi mano aprisionó uno de sus pezones y lo pellizqué mientras mis labios ahora bajaban por su cuello mordiendo y lamiendo, bajando por ese sendero hasta apresar otro de sus pechos en mi boca, lamí el contorno de su pezón y succioné este, notaba su cuerpo caliente tal y como estaba también el mío. Mi mano bajó hasta su sexo y sobre la tela de la bata que llevaba toqué su sexo, mojado, húmedo que me hizo gruñir de forma ronca al notar lo mojada y húmeda que estaba sobre la tela mientras mi dedo se disponía a jugar con su sexo para escucharla gemir por lo que le hacía.
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