AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fantasma del pasado [Privado]
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Fantasma del pasado [Privado]
«Es un sueño, ¿verdad? Quiero decir que... es un sueño, ¿no?».
Stephen King
Odiaba la luz del sol, casi tanto como odiaba tener que andar por las calles de París en su apariencia humana, esa que Zuria siempre estaba dispuesta a abandonar para convertirse en un hermoso cuervo, forma en la que la Dalca pasaba desapercibida por casi toda la población de la ciudad, incluido los sobrenaturales, quienes la juzgaban como una cambiante enloquecida que había olvidado la manera de cambiar y quizás los sobrenaturales que pensaban eso de ella no se encontraban tan errados, después de todo, los pensamientos de la Dalca se parecían mucho a los de los cuervos, llenos de oscuridad y terribles pesadillas, esas que compartía solamente con él único ser que la entendía y por el que la cuervo estaba dispuesta a dar todo lo que poseía Nicolás.
El inmortal aquel llegó a la existencia de la cambiante cuando se hallaba ella más cansada, cuando ya no tenía fuerza para continuar luchando con las terribles pesadillas que asechaban sus sueños. Las pesadillas, esas que trato de acallar durante años, buscando paz en brazos de diferentes personas y sobrenaturales; pero no importaba con quien estuviese, la paz no era duradera, obligándola a alzar el vuelo y buscar consuelo en otros brazos. ¿Sospecho alguna vez que su paz estaría al lado de un inmortal que tenía todo menos paz? No, la verdad es que no lo espero y mucho menos considerando que la mente del vampiro, a la que ahora ella se encontraba tan unida era un caos mayor a la suya. El querido violinista era asechado por demonios más grandes que los de Zuria, demonios que deseaban consumirlo y contra los que él y la cuerva se enfrentaban noche tras noche. Un suspiro salió de los labios de la cambiante, quien se detuvo a mitad del puente que se encontraba en la ciudad. De verdad que se encontraba cansada de andar en su forma humana, sin embargo, tenía que resistir, pues aquel día se encontraba completando una misión para Nicolás.
– Solo un poco más – se dijo a si misma antes de abrir los ojos y ver como el cielo comenzaba lentamente a teñirse de naranja. Era cuestión de tiempo para que la oscuridad engullera la ciudad y ella alzara el vuelo en dirección a la mansión del violinista. Pensar en que pronto estaría al lado de Nicolás la llevó a sonreír y a bajar la mirada para centrarla una vez más en el camino que seguía.
Cuando su mirada se fijo en un hombre que se hallaba de pie al final del puente, la sonrisa de Zuria se desvaneció. Inmóvil, con la vista clavada en ella se encontraba parte de su pasado. Por breves segundos la Dalca sintió la imperiosa necesidad de cambiar de forma y escapar volando pero no podía hacer aquello, era demasiado peligroso exponerse de una manera tan descarada, así que sin estar segura de que lo que hacía era lo correcto, permaneció en su sitio, contemplando la figura de Mstislav. Una vez había escapado de aquel hombre sin darle explicación alguna y por algún motivo, creía que una ocasión era suficiente. Él se merecía respuestas, si es que eso quería.
Stephen King
Odiaba la luz del sol, casi tanto como odiaba tener que andar por las calles de París en su apariencia humana, esa que Zuria siempre estaba dispuesta a abandonar para convertirse en un hermoso cuervo, forma en la que la Dalca pasaba desapercibida por casi toda la población de la ciudad, incluido los sobrenaturales, quienes la juzgaban como una cambiante enloquecida que había olvidado la manera de cambiar y quizás los sobrenaturales que pensaban eso de ella no se encontraban tan errados, después de todo, los pensamientos de la Dalca se parecían mucho a los de los cuervos, llenos de oscuridad y terribles pesadillas, esas que compartía solamente con él único ser que la entendía y por el que la cuervo estaba dispuesta a dar todo lo que poseía Nicolás.
El inmortal aquel llegó a la existencia de la cambiante cuando se hallaba ella más cansada, cuando ya no tenía fuerza para continuar luchando con las terribles pesadillas que asechaban sus sueños. Las pesadillas, esas que trato de acallar durante años, buscando paz en brazos de diferentes personas y sobrenaturales; pero no importaba con quien estuviese, la paz no era duradera, obligándola a alzar el vuelo y buscar consuelo en otros brazos. ¿Sospecho alguna vez que su paz estaría al lado de un inmortal que tenía todo menos paz? No, la verdad es que no lo espero y mucho menos considerando que la mente del vampiro, a la que ahora ella se encontraba tan unida era un caos mayor a la suya. El querido violinista era asechado por demonios más grandes que los de Zuria, demonios que deseaban consumirlo y contra los que él y la cuerva se enfrentaban noche tras noche. Un suspiro salió de los labios de la cambiante, quien se detuvo a mitad del puente que se encontraba en la ciudad. De verdad que se encontraba cansada de andar en su forma humana, sin embargo, tenía que resistir, pues aquel día se encontraba completando una misión para Nicolás.
– Solo un poco más – se dijo a si misma antes de abrir los ojos y ver como el cielo comenzaba lentamente a teñirse de naranja. Era cuestión de tiempo para que la oscuridad engullera la ciudad y ella alzara el vuelo en dirección a la mansión del violinista. Pensar en que pronto estaría al lado de Nicolás la llevó a sonreír y a bajar la mirada para centrarla una vez más en el camino que seguía.
Cuando su mirada se fijo en un hombre que se hallaba de pie al final del puente, la sonrisa de Zuria se desvaneció. Inmóvil, con la vista clavada en ella se encontraba parte de su pasado. Por breves segundos la Dalca sintió la imperiosa necesidad de cambiar de forma y escapar volando pero no podía hacer aquello, era demasiado peligroso exponerse de una manera tan descarada, así que sin estar segura de que lo que hacía era lo correcto, permaneció en su sitio, contemplando la figura de Mstislav. Una vez había escapado de aquel hombre sin darle explicación alguna y por algún motivo, creía que una ocasión era suficiente. Él se merecía respuestas, si es que eso quería.
Zuria Dalca- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/09/2016
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Re: Fantasma del pasado [Privado]
Desde que arribaron a Paris, las cosas dieron un giro de 180 grados. Los días en los que el cambiante solía sonreír y divertirse, habían sido reemplazados por la insistencia en que querer hallar respuestas. Pues eran tantos los enigmas que asolaban su mente, tantas las heridas que aun sangraban en su alma que apenas podía concentrarse en ser la mano derecha de su amigo quien comandaba ahora la caravana. Cuando era presa del mal humor, tendía a ser más severo con los jóvenes cambiantes, les regañaba al verles tan despreocupados, pero no era un trato por capricho, sino porque muy en el fondo, el ucraniano no quería verles en una situación similar a la suya. Sobrenatural o no, la vida era muy injusta en ciertos casos, él incluso había sido abandonado pero fue gracias a Rahmar que sobrevivió ¿Qué pasaría si algún día se repitiera la historia? ¿Estaba realmente Mstislav preparado?
Cuando eran demasiado los fantasmas danzando a su alrededor, prefería alejarse por completo, una semana o dos. Y eso era justamente lo que había hecho después de dejar indicaciones claras sobre lo que debía realizarse en el campamento. Era cauteloso y siempre que se ausentaba tomaba prevenciones extra para no poner el riesgo la seguridad del resto. Había caminado por días sobre los alrededores de los bosques, en su forma de irbis era una especie que no se veía normalmente por esos lugares, pero necesitaba liberar la tensión que estaba viviendo las noches anteriores. La tarde que decidió volver al campamento se permitió caminar por el puente era un lugar normalmente calmado aunque de vez en cuando se veían a niños de la calle o músicos vagar por esos lugares. Después de mucho tiempo estaba un poco más tranquilo, siempre se perdía para volver a reencontrarse.
Los pasos del joven le condujeron casi a la parte final de la construcción. Parpadeo un par de veces y pensó que la demencia estaba jugando con la poca cordura que a veces tenía. La mirada de alguien más se había posado sobre él y aunque evito voltear de manera inmediata estaba casi seguro de saber quién era. Aquella aura era única, la distinguiría a kilómetros de distancia. Era fría, distante, con tonos únicos. Esas características eran las que habían llamado su atención desde el inicio, desde el primer día que sus miradas se cruzaron. De manera sorprendente el rubio estaba tranquilo ¿Porque? No estaba seguro ya que resultaba contradictorio aquel encuentro, durante mucho tiempo el deseó realmente saber sobre su paradero, conocer las razones por las cuales lo había abandonado y ahora que el destino los colocaba nuevamente frente a frente no estaba seguro de lo que sentía aun por ella.
Se giró lentamente y poso de inmediato sus ojos cerúleos en la figura de la fémina.
Ahí estaba, tan bella y sombría como siempre.
–Zuria– susurró.
Dejó que la brisa salina que yacía debajo del puente acarreara su nombre hasta ella. Una sonrisa nostálgica se delineó en los labios de Mstislav.
–Parece que por más que intentes escapar, no será posible, al menos no en esta vida–
Se quedó inmóvil, aguardando respuesta, si ella intentaba escapar nuevamente estaba seguro de que esta vez, no se lo permitiría, no cuando la desesperación estaba jugando con su mente y era nuevamente un hombre frágil y solitario.
Cuando eran demasiado los fantasmas danzando a su alrededor, prefería alejarse por completo, una semana o dos. Y eso era justamente lo que había hecho después de dejar indicaciones claras sobre lo que debía realizarse en el campamento. Era cauteloso y siempre que se ausentaba tomaba prevenciones extra para no poner el riesgo la seguridad del resto. Había caminado por días sobre los alrededores de los bosques, en su forma de irbis era una especie que no se veía normalmente por esos lugares, pero necesitaba liberar la tensión que estaba viviendo las noches anteriores. La tarde que decidió volver al campamento se permitió caminar por el puente era un lugar normalmente calmado aunque de vez en cuando se veían a niños de la calle o músicos vagar por esos lugares. Después de mucho tiempo estaba un poco más tranquilo, siempre se perdía para volver a reencontrarse.
Los pasos del joven le condujeron casi a la parte final de la construcción. Parpadeo un par de veces y pensó que la demencia estaba jugando con la poca cordura que a veces tenía. La mirada de alguien más se había posado sobre él y aunque evito voltear de manera inmediata estaba casi seguro de saber quién era. Aquella aura era única, la distinguiría a kilómetros de distancia. Era fría, distante, con tonos únicos. Esas características eran las que habían llamado su atención desde el inicio, desde el primer día que sus miradas se cruzaron. De manera sorprendente el rubio estaba tranquilo ¿Porque? No estaba seguro ya que resultaba contradictorio aquel encuentro, durante mucho tiempo el deseó realmente saber sobre su paradero, conocer las razones por las cuales lo había abandonado y ahora que el destino los colocaba nuevamente frente a frente no estaba seguro de lo que sentía aun por ella.
Se giró lentamente y poso de inmediato sus ojos cerúleos en la figura de la fémina.
Ahí estaba, tan bella y sombría como siempre.
–Zuria– susurró.
Dejó que la brisa salina que yacía debajo del puente acarreara su nombre hasta ella. Una sonrisa nostálgica se delineó en los labios de Mstislav.
–Parece que por más que intentes escapar, no será posible, al menos no en esta vida–
Se quedó inmóvil, aguardando respuesta, si ella intentaba escapar nuevamente estaba seguro de que esta vez, no se lo permitiría, no cuando la desesperación estaba jugando con su mente y era nuevamente un hombre frágil y solitario.
Shoshanna Lindner- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/01/2015
Re: Fantasma del pasado [Privado]
Para Zuria pasar de estar viviendo un sueño a una completa pesadilla era cuestión de tiempo. Segundos eran los que transcurrieron desde el momento en que pensaba en que la oscuridad invadiría todo y sus ojos pronto serían capaces de ver a Nicolás hasta el preciso momento en que su mirada daba con Mstislav. Que sus ojos se enfocaran de una manera tan fija en el cuerpo del cambiante aquel provocó que de manera inevitable las memorias le atacaran. Recuerdos de la manera en que aquel hombre le había acogido y brindado un lugar entre los suyos. Como se esforzó por ser un apoyo para la cuervo y como usando todo su cariño trató de alejar los demonios personales de la cambiante, quien acabó pagándole volando lejos, no solo de él sino de todos los otros cambiantes que al igual que Mstislav le abrieron su corazón.
Viendo al pasado, trayendo a su presente a todos los que había conocido antes que Nicolás, la Dalca podía darse cuenta de que era una mal agradecida. La cuervo siempre había ido de un lado a otro, buscando quien pudiera alejar a las pesadillas de sus noches y en su afán de encontrar la cura a su mal, dejo varios heridos; entre ellos el ucraniano que ahora observaba y que pronunciaba su nombre en un susurro, como si ella fuera una creación de niebla que se desvanecería con la mínima briza, pero no, ella no era una alucinación de la mente del cambiante y ahora que se encontraban una vez más, Zuria sabía que no podría escapar más, algo que le resultó aun más evidente cuando hasta sus sensibles oídos llegaron las palabras que Mstislav pronunciaba para que ella escuchase claramente. Él no le permitiría irse sin darle explicaciones, pero, ¿Existía realmente una explicación que ella pudiera darle?.
– Lo siento mi violinista, creo que esta noche llegaré tarde a nuestra cita – pronuncio aquellas palabras para si misma. Tomando aire, mirando a un costado solamente para después volver la vista hasta el ucraniano y cerciorarse de que no era un delirio de su mente, Zuria comenzó a andar en dirección a él.
La distancia que la separaba de Mstislav le pareció demasiado larga y cada paso demasiado corto, aún así, fue capaz de llegar hasta donde él se hallaba para con voz vacilante saludarle.
– No esperaba encontrarte aquí – sentenció al tiempo que cruzaba los brazos y desviaba la mirada, pues ver aquel par de intensos orbes sobre los suyos le resultaba sencillamente insoportable.
Viendo al pasado, trayendo a su presente a todos los que había conocido antes que Nicolás, la Dalca podía darse cuenta de que era una mal agradecida. La cuervo siempre había ido de un lado a otro, buscando quien pudiera alejar a las pesadillas de sus noches y en su afán de encontrar la cura a su mal, dejo varios heridos; entre ellos el ucraniano que ahora observaba y que pronunciaba su nombre en un susurro, como si ella fuera una creación de niebla que se desvanecería con la mínima briza, pero no, ella no era una alucinación de la mente del cambiante y ahora que se encontraban una vez más, Zuria sabía que no podría escapar más, algo que le resultó aun más evidente cuando hasta sus sensibles oídos llegaron las palabras que Mstislav pronunciaba para que ella escuchase claramente. Él no le permitiría irse sin darle explicaciones, pero, ¿Existía realmente una explicación que ella pudiera darle?.
– Lo siento mi violinista, creo que esta noche llegaré tarde a nuestra cita – pronuncio aquellas palabras para si misma. Tomando aire, mirando a un costado solamente para después volver la vista hasta el ucraniano y cerciorarse de que no era un delirio de su mente, Zuria comenzó a andar en dirección a él.
La distancia que la separaba de Mstislav le pareció demasiado larga y cada paso demasiado corto, aún así, fue capaz de llegar hasta donde él se hallaba para con voz vacilante saludarle.
– No esperaba encontrarte aquí – sentenció al tiempo que cruzaba los brazos y desviaba la mirada, pues ver aquel par de intensos orbes sobre los suyos le resultaba sencillamente insoportable.
Zuria Dalca- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/09/2016
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Re: Fantasma del pasado [Privado]
No había sido consciente de las sensaciones que ella causaba en él cuando estaba cerca hasta ese entonces. Cuando por primera vez sus destinos se cruzaron Mstislav se encontraba en un estado anímico diametralmente opuesto a como se hallaba hoy en día, apenas podía reconocerse. Y es que las vicisitudes le golpearon fuerte, así que no, no estaba en definitiva tampoco listo para ver a Zuria nuevamente. No obstante agradeció en demasía que ella no rehuyera de su presencia, porque si algo le molestaba de sobremanera al ucraniano era sentirse despreciado o que le miraran con ojos de condescendencia. Una brisa suave llegó hasta ellos y entonces pudo aspirar con mayor profundidad el aroma sutil de la mujer, nada había cambiado desde la última vez que se vieron. La finalidad del cambiante era llevar a buen puerto el destino de los otros chicos que le seguían, tenía una responsabilidad enorme en sus hombros y la muerte de su mentor y amigo aún clavada en el corazón. Todo ese pesar era difícil de descifrar cuando el mostraba una fachada áspera y fría, pero no con Zuria, con ella era diferente, a ella no podría mentirle ni hoy ni nunca.
–Para ser honesto tampoco pensé hallarte en este lugar y aunque luces igual de hermosa desde la última vez que nos vimos muchas cosas han cambiado entre nosotros–
Tuvo un deseo de abrazarle, de besar sus labios para saber si de ese modo hallaba las respuestas a las preguntas que le atormentaban por las noches, sin embargo supo mantener la distancia entre los dos, ya que era lo que ella quizás necesitaba en ese momento. No sin despegar sus ojos cristalinos de ella.
–Algunos chicos de la caravana aún siguen preguntando por ti–
Soltó mientras le daba la espalda y recargaba sus brazos sobre el borde del puente. Si continuaba viéndola no iba a ser responsable de sus actos. Como seres sobrenaturales era una ventaja saber cómo reaccionaría el otro por la tonalidad de su aura. Pero Mstislav quería que fuese ella quien le confesara toda la verdad no quería usar sus dones.
–La situación ha sido complicada para todos desde ese entonces, supongo que así mismo lo ha sido para ti. Por alguna razón llegaste a la caravana en ese entonces, sanaste tus heridas y hallaste un hogar para descansar y entonces cuando no necesitabas más de ellos volaste hacia un destino incierto–
Clavó su mirada en la espesura del agua que danzaba a un vaivén calmo, había pocas personas alrededor de ambos y eso era algo que el joven agradecía pues era en momentos de soledad donde podía pensar mucho mejor.
–¿Dime te costó mucho trabajo irte? ¿Te fue fácil sobrevivir sin la protección de la caravana?–
–Para ser honesto tampoco pensé hallarte en este lugar y aunque luces igual de hermosa desde la última vez que nos vimos muchas cosas han cambiado entre nosotros–
Tuvo un deseo de abrazarle, de besar sus labios para saber si de ese modo hallaba las respuestas a las preguntas que le atormentaban por las noches, sin embargo supo mantener la distancia entre los dos, ya que era lo que ella quizás necesitaba en ese momento. No sin despegar sus ojos cristalinos de ella.
–Algunos chicos de la caravana aún siguen preguntando por ti–
Soltó mientras le daba la espalda y recargaba sus brazos sobre el borde del puente. Si continuaba viéndola no iba a ser responsable de sus actos. Como seres sobrenaturales era una ventaja saber cómo reaccionaría el otro por la tonalidad de su aura. Pero Mstislav quería que fuese ella quien le confesara toda la verdad no quería usar sus dones.
–La situación ha sido complicada para todos desde ese entonces, supongo que así mismo lo ha sido para ti. Por alguna razón llegaste a la caravana en ese entonces, sanaste tus heridas y hallaste un hogar para descansar y entonces cuando no necesitabas más de ellos volaste hacia un destino incierto–
Clavó su mirada en la espesura del agua que danzaba a un vaivén calmo, había pocas personas alrededor de ambos y eso era algo que el joven agradecía pues era en momentos de soledad donde podía pensar mucho mejor.
–¿Dime te costó mucho trabajo irte? ¿Te fue fácil sobrevivir sin la protección de la caravana?–
Shoshanna Lindner- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 04/01/2015
Re: Fantasma del pasado [Privado]
Solo la oscuridad dentro de su alma sabía de donde es que sacó el valor necesario para en lugar de huir, caminar en dirección a Mstislav. Ella caminaba lo más rápido que podía pues deseaba acabar con aquel encuentro lo más pronto posible, después de todo aún tenía que volar al lado del violinista, pero al parecer, no importaba lo rápido que anduviera en dirección a él, el camino seguía siendo largo y la distancia, aunque se encontrará al final a un escaso paso de él, parecía ser más inmensa que el mismo mar. Cualquier otra persona en su situación habría mirado el rostro de la persona a la que se encontraba, en especial su la persona en cuestión hubiera vivido todo lo que Zuria al lado de Mstislav, sin embargo ella no lo miraba. La cambiante mantenía su mirada alejada de la ajena, en un intento inútil de no encontrarse con el reproche y la decepción de quien se sabe abandonado sin motivos, pero si ella creyó que ver los ojos de ucraniano sería lo que más podría lastimarla, estaba terriblemente equivocada.
No tenía la menor idea de cómo era posible que aquel hombre a quien abandonara tan vilmente, poseía aún la capacidad de llamarla hermosa. Fue hecho aquella palabra la que hizo que ella levantará la mirada para encontrarse no con el resentimiento que esperaba sino con el deseo de respuestas, pero más que eso, con la esperanza de permanencia.
– Bueno, no podía seguir todo igual. El tiempo ha transcurrido y ese siempre hace que tanto las personas como las circunstancias cambien – respondía tratando de mantenerse lo más distante posible, de impedir que a presencia del cambiante y la culpa la hicieran ceder de alguna manera. Quizás estaba siendo fría pero esa era la única manera que ella poseía de defenderse a sí misma de Mstislav, aunque vaya que agradeció que él dejara de mirarla y de cierta manera, le diera la espalda pues aquel acto la llevó a relajarse un poco.
– Si continúan preguntando por mi significa que no les han dicho de la manera apropiada que me fui y que siguen teniendo la esperanza de que vuelva – él la conocía, ella le contó su historia después de que la confianza en ellos se instalo, así que era imposible que no supiera que ella los había abandonado más al parecer, él no había hecho énfasis en el abandono si es que continuaban esperando verla. Las palabras de la Dalca pudieron herir a Mstislav, pero las que él tuvo para continuar fueron una completa puñalada. Zuria los dejó, sí, pero no lo hizo porque no los necesitará más sino porque sabía que inestabilidad le impediría en algún momento ser de ayuda a los demás miembros de la caravana. ¿Qué ya había olvidado él la manera en que actuaba en los últimos tiempos que paso junto a la caravana? Sus pensamientos eran erráticos, la falta de sueño la hacía cometer errores terribles y de continuar al lado de ellos lo más seguro es que los pusiera en peligro. Cierto era que los dejó por sus necesidades pero también era cierto que ella sufrió al dejarlos y que en parte lo hizo por su bien.
– ¿Por qué haces esto?, ¿Qué ganas con saber si me costo trabajo dejarlos o si me fue fácil sobrevivir? ¿Por qué no solo me dices que me odias y que quieres saber por qué me fui? ¿No sería más sencillo? – No quería responder, no quería decirle que si le fue difícil dejarlos, que sobrevivir no le resulto complicado pero que los extrañaba, así como tampoco deseaba que las preguntas guiaran al tema de Nicolás y a la manera en que él había logrado hacer aquello que Mstislav no pudo, otorgarle sentido.
No tenía la menor idea de cómo era posible que aquel hombre a quien abandonara tan vilmente, poseía aún la capacidad de llamarla hermosa. Fue hecho aquella palabra la que hizo que ella levantará la mirada para encontrarse no con el resentimiento que esperaba sino con el deseo de respuestas, pero más que eso, con la esperanza de permanencia.
– Bueno, no podía seguir todo igual. El tiempo ha transcurrido y ese siempre hace que tanto las personas como las circunstancias cambien – respondía tratando de mantenerse lo más distante posible, de impedir que a presencia del cambiante y la culpa la hicieran ceder de alguna manera. Quizás estaba siendo fría pero esa era la única manera que ella poseía de defenderse a sí misma de Mstislav, aunque vaya que agradeció que él dejara de mirarla y de cierta manera, le diera la espalda pues aquel acto la llevó a relajarse un poco.
– Si continúan preguntando por mi significa que no les han dicho de la manera apropiada que me fui y que siguen teniendo la esperanza de que vuelva – él la conocía, ella le contó su historia después de que la confianza en ellos se instalo, así que era imposible que no supiera que ella los había abandonado más al parecer, él no había hecho énfasis en el abandono si es que continuaban esperando verla. Las palabras de la Dalca pudieron herir a Mstislav, pero las que él tuvo para continuar fueron una completa puñalada. Zuria los dejó, sí, pero no lo hizo porque no los necesitará más sino porque sabía que inestabilidad le impediría en algún momento ser de ayuda a los demás miembros de la caravana. ¿Qué ya había olvidado él la manera en que actuaba en los últimos tiempos que paso junto a la caravana? Sus pensamientos eran erráticos, la falta de sueño la hacía cometer errores terribles y de continuar al lado de ellos lo más seguro es que los pusiera en peligro. Cierto era que los dejó por sus necesidades pero también era cierto que ella sufrió al dejarlos y que en parte lo hizo por su bien.
– ¿Por qué haces esto?, ¿Qué ganas con saber si me costo trabajo dejarlos o si me fue fácil sobrevivir? ¿Por qué no solo me dices que me odias y que quieres saber por qué me fui? ¿No sería más sencillo? – No quería responder, no quería decirle que si le fue difícil dejarlos, que sobrevivir no le resulto complicado pero que los extrañaba, así como tampoco deseaba que las preguntas guiaran al tema de Nicolás y a la manera en que él había logrado hacer aquello que Mstislav no pudo, otorgarle sentido.
Zuria Dalca- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/09/2016
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Re: Fantasma del pasado [Privado]
Enfrentar a Zuria de aquel modo no era precisamente algo cortés no estaba siendo justo al reprocharle de aquel modo su partida, porque en cada pregunta estaba implícito no solo el hecho de que se sentía dolido y traicionado, sino un sentimiento que llegó repentinamente a él desestabilizando todo aquello que construyó a lo largo del tiempo. La vida no había sido menos benevolente con ella y Mstislav lo sabía de antemano, por eso realmente quería saber que escondía detrás de esa fachada de frialdad e indiferencia. La mente del cambiante era un torbellino donde muchos sentimientos, palabras y acciones se mezclaban unos con otros, ahogaban su razón le impedían pensar con claridad. Era cierto que ceder en una discusión o conversación no era lo suyo, los golpes y las palabras fuertes serían lo ideal para el para hacer escupir al otro la verdad, pero con ella se mostraba inseguro, dudaba e incluso cedía de vez en cuando, era por esas razones que insistía en descifrar aquel misterio fastuoso llamado Zuria.
Mantuvo su postura sin mirarle, escuchando atento a cada una de sus respuestas, no necesitaba confrontar los ojos ajenos, la cadencia de su voz sería suficiente por ahora.
–En eso debo darte la razón, cambiamos con el tiempo, las circunstancia nos hacen cambiar ¿Dime tu que tanto has cambiado de aquel entonces?–
Fue todo lo que dijo por ahora.
Odiaba aceptar el hecho de que realmente las cosas habían cambiado y que esa sería la primera y última vez en la cual coincidieran en la gran urbe, pero sobre todo aquel tormento se odiaba a si mismo por no ser capaz de decirle lo que realmente sentía, su coraza, esa barrera que siempre anteponía sobre sus verdaderos sentimientos siempre terminaba por apartarle de lo que más quería. La caravana funcionaba a la perfección si, edificada bajo aquellos preceptos y normativas que él forjó, pero aún existía esa flaqueza de un animal herido en él.
–¡Basta Zuria! Si preguntan por ti es por el hecho de que aún te echan de menos, no quieras cubrir ese lado de la historia arrojando la culpa hacia los demás–
Estalló después de que ella volviera a decirle de manera escueta que había la posibilidad de que nada de lo vivido existía más en su corazón. Que no había ápice de un sentimiento era lo que estaba escuchando o ¿Era quizás solo el hecho de que su resentimiento le estuviera cegando de una confesión autentica?
Se giró para verle frente a frente, después de mucho tiempo sus ojos azules se toparon contra los ajenos.
–Quieres saber porque hago esto realmente ¿Qué te hace pensar que es justo que solo yo tenga que cargar con la culpabilidad y las interrogantes? Tú te fuiste, tu nos abandonaste Zuria esa es la verdad, la única que existe aunque intentes cambiarla–
Apretó los nudillos conteniendo esa ira que le consumía lacerante.
–Claro que resultaría mucho más fácil solo odiarte, si haciendo eso yo pudiera seguir créeme que lo haría, en este mismo instante te apartaría de mí y te diría que no soporto verte una vez más, te pediría que volaras hacia otro rumbo como lo hiciste en su momento pero no Zuria, no lo hago porque…–
Se detuvo, sin dejar de mirarle. Era cierto, los años habían transcurrido y Mstislav seguía anclado en ese sentimiento que no lo dejaba dormir. Ella era la verdadera razón por la cual en ocasiones se alejaba de la caravana, porque se sentía incapaz de comandar sin ella, porque su más grande debilidad radicaba en el hecho de ser un hombre inseguro pese a todo el arsenal de habilidades que poseía, sus palabras pudieron haber sido hirientes y aun así sus ojos solo reflejaban el amor que aún sentía por ella.
Mantuvo su postura sin mirarle, escuchando atento a cada una de sus respuestas, no necesitaba confrontar los ojos ajenos, la cadencia de su voz sería suficiente por ahora.
–En eso debo darte la razón, cambiamos con el tiempo, las circunstancia nos hacen cambiar ¿Dime tu que tanto has cambiado de aquel entonces?–
Fue todo lo que dijo por ahora.
Odiaba aceptar el hecho de que realmente las cosas habían cambiado y que esa sería la primera y última vez en la cual coincidieran en la gran urbe, pero sobre todo aquel tormento se odiaba a si mismo por no ser capaz de decirle lo que realmente sentía, su coraza, esa barrera que siempre anteponía sobre sus verdaderos sentimientos siempre terminaba por apartarle de lo que más quería. La caravana funcionaba a la perfección si, edificada bajo aquellos preceptos y normativas que él forjó, pero aún existía esa flaqueza de un animal herido en él.
–¡Basta Zuria! Si preguntan por ti es por el hecho de que aún te echan de menos, no quieras cubrir ese lado de la historia arrojando la culpa hacia los demás–
Estalló después de que ella volviera a decirle de manera escueta que había la posibilidad de que nada de lo vivido existía más en su corazón. Que no había ápice de un sentimiento era lo que estaba escuchando o ¿Era quizás solo el hecho de que su resentimiento le estuviera cegando de una confesión autentica?
Se giró para verle frente a frente, después de mucho tiempo sus ojos azules se toparon contra los ajenos.
–Quieres saber porque hago esto realmente ¿Qué te hace pensar que es justo que solo yo tenga que cargar con la culpabilidad y las interrogantes? Tú te fuiste, tu nos abandonaste Zuria esa es la verdad, la única que existe aunque intentes cambiarla–
Apretó los nudillos conteniendo esa ira que le consumía lacerante.
–Claro que resultaría mucho más fácil solo odiarte, si haciendo eso yo pudiera seguir créeme que lo haría, en este mismo instante te apartaría de mí y te diría que no soporto verte una vez más, te pediría que volaras hacia otro rumbo como lo hiciste en su momento pero no Zuria, no lo hago porque…–
Se detuvo, sin dejar de mirarle. Era cierto, los años habían transcurrido y Mstislav seguía anclado en ese sentimiento que no lo dejaba dormir. Ella era la verdadera razón por la cual en ocasiones se alejaba de la caravana, porque se sentía incapaz de comandar sin ella, porque su más grande debilidad radicaba en el hecho de ser un hombre inseguro pese a todo el arsenal de habilidades que poseía, sus palabras pudieron haber sido hirientes y aun así sus ojos solo reflejaban el amor que aún sentía por ella.
Shoshanna Lindner- Prostituta Clase Baja
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