Entre dulces (Priv. Esthia)

La noche hacía poco que había caido, prontamente debido al tiempo, lo cual quizás para un vampiro se podría considerar que eso era "madrugar", pero ya no había sol que quemara su piel, pero todavía podía disfrutar de los comercios abiertos, y aun había bastante gente por las calles, la rubia paseaba con aire distraido, mirando y quizás meditando si sentarse en una de las mesas de alguna cafetería, ciertamente no le desagradaba la idea de sentarse y tomarse un chocolate caliente, hacía frio, y aunque un chocolate no le sirviera para mucho si podía recordar el sabor, aunque lo único que la daba vitalidad era el sabor de la sangre, pero lo cierto era que en ese momento no tenía sed, ni muchos menos ganas de cazar, al menos por el momento.

Finalmente se frenó delante de un escaparate, de una cafetería, mientras a sus fosas nasales llegaba un aroma calido, delicioso, un aroma que tiraba a los recuerdos de un pasado, aunque ahora llegaba de manera más refinada se podría decir, la rubia tenía la mirada perdida en sus propios pensamientos, incluso preguntandose si algún ser de la noche había "madrugado" tambien, aunque eso daba igual. Si se cruzaba con otro que compartía la sangre cainita seguramente estaría a la par de borde igual que lo solía ser Arikel, más hoy se había despertado de buen humor por así decirlo, se había propuesto tener una noche ociosa, había que disfrutar de París todo lo que se pudiese, había visitado ya algún que otro lugar de la francesa ciudad, pero aun tenía un montón de sitios que visitar, entre ellos los museos y la biblioteca, pues hasta ahora solo había aprovechado para ver teatro y la opera.

Los celestes ojos de la vampiresa fijaron finalmente en el escaparate de su izquierda, se acercó observando los dulces bollos que la cafetería vendia para acompañar, bollos rellenos de nata, chocolate, crema...etc...tartas de frutas, entre otras cosas, el aroma a pan caliente y azucar hicieron que la vampiresa se quedase ahí quieta, observando la repostería, meditando si entrar y que iba a pedir, incluso se relamío como si de verdad la despertasen hambre, pero solo era una ilusión un recuerdo, pero en ese instante si pareció más humana de lo habitual.

El aroma que destilaba aquella cafetería empezaba a vencer sobre la voluntad de la vampiresa, que finalmente tras dar unas pequeñas pataditas al suelo a modo fastidio por entrar cuando nada de lo que había allí la podría saciar igualmente, pero siempre podía degustar ella el sabor nada saciante de lo que allí vendian, entró y miro alrededor, buscando algun hueco donde sentarse. No estaba muy llena así que había donde elegir, mientras paseaba la vista por el local no pudo evitar detener la mirada en un joven que parecía degustar como si fuese el mayor de los placeres de un café y un bollito de azucar, de aspecto bastante apetitoso.

La rubía empezó a pasear la mirada lentamente por el joven, si tuviese pulso y respirase ambos se habrían acelerado notablemente, no por haber captado a un licántropo, ni siquiera Arikel se percató de su aura, no. Si no por que la vampiresa empezó a observar a aquel hombre que consideraba que era uno de los más guapos que había visto en su vida y no-vida. Se llevo las manos a la boca algo nerviosa, mientras observaba como degustaba aquel dulce. Incluso ella se relamió de forma algo incosciente, observaba cada movimiento de este con detenimiento.

Le costo mucho decidirse que hacer, miraba los sitios vacios y nuevamente a él, observaba sus bonitos ojos azules, tardo en decidirse el tiempo suficiente en el que aquel joven terminó su bollito de azucar para empezar a acercarse a él, con paso lento, jugando nerviosamente con un mechon de su platino cabello. Se plantó al lado de aquel atractivo hombre, algo nerviosa, cosa que no le solía ocurrir, pero ciertamente no había podido evitarlo, adquiriendo un comportamiento muy similar al que tendría una adolescente viendo a su artista favorito. -Hola, soy Arikel, ¿Y tú?- Le sonrió en la medida de lo posible para no mostrar los colmillos, lo último que quería ahora era espantarlo. Siguió sin percatarse de la naturaleza del joven, solo le apetecía poder entablar alguna conversación y que le resultase interesante a aquel individuo que algo nerviosa la ponía. De tener pulso estaría notablemente ruborizada. -¿Estás solo? ¿le importa si le acompaño?.- Preguntó con un hilo de voz debido a la timidez y la euforia que a la vez sentía.

La vampiresa observaba al joven licano, miró sus ojos y después fue deslizando la mirada de arriba a bajo, realmente mirandole como si viera una obra de arte, más cuando este se comportó como lo haría un caballero, trato a la que la vampiresa no estaba para nada acostumbrada, asi que deslizó los movimientos de manera titubeante, mientras escuchaba el nombre del misterioso galán que tenía delante, sorprendida de lo bien que iba todo, con una aceptación de su compañía y que la retirada del asiento para que ella lo tomara, si tuviera pulso el corazón le iría a mil por hora, acorde con las dichas maripositas del estomago.

Le miró intentando no sonreír tanto que se vieran los afilados colmillos, aunque era una opción ponerse ligeramente la mano delante de la boca para reirse sin enseñar nada indebido. -Oh, no gracias...he..comido hace poco.- Dijo de manera inocente, pues aun no había entrado en el detalle de la naturaleza de su acompañante, desvelo que no se hizo mucho de rogar, pues cuando quiso olisquear el aroma de la sangre que se ocultaba bajo la piel, entonces durante unos segundo la expresión de sorpresa se hizo presente en el semblante de la rubia, más sin duda él también había captado el pálido aura de la vampiresa y aun asi se mostraba afable.

-Ahm...vaya, disculpe...- Dijo bajando la luz. -¿Es usted hijo de la luna? ¿sabe lo que soy yo?- Preguntó de forma soberanamente torpe, nerviosa, incluso sentía el enorme temor de estar siendo ridícula frente a él, cosa que no quería por nada del mundo, se relamió intentando ocultar la tensión que en un segundo se había creado ella sola, suspiró para recuperar la compostura y mantenerse tranquila. -Como...¿como se puede ser tan dulce con una naturaleza tan sumamente salvaje?.- Preguntó a riesgo de ser atrevida, deslizaba la mirada por su cuello, notando el pulso, notando el calo que transmitía a pesar de la distancia dada entre ello, con la mesita de por medio, le dedicó la más dulce sonrisa que podía proporcionar la vampiresa, aun comida por los estúpidos nervios.

La vampiresa enarcó una ceja por la respuesta del licántropo, no es que tuviera mucha experiencia hablando con estos, pues este era el segundo en toda su vida, París le estaba dando muchas nuevas perspectivas en cuanto a la visión que tenía frente a otras criaturas, lo que le sorprendía ciertamente, aquel ser que en otra ocasión no habría dudado ni lo más minimo en atacar para asegurar su propia seguridad, ahí estaba, frente a ella, sentado y relajado, algo insolitó para ella si miraba hacía atrás en el tiempo y pensara en esta misma situación, más solo le observaba con atención, como estudiandolo, más sus intenciones no se mantenían nada en lo hostil, al contrarió, por segundo estaba encontrandole mucho más encantador de a lo que primera vista ya le había parecido .- Bueno, siempre he pensado que el odio ancestral viene de algo más fisico que psiquico, pues los licanos no soleis encontrarnos agradables por diversas cosas.- Comentó pensativas.

Más cuando observó la deslumbrante sonrisa del licano no pudo evitar una pequeña reacción ante eso, sin duda una ligera señal que podría dar a entender que encontraba a ese joven licano enormemente atractivo, pero se conformó solo con un nervioso movimiento de mano acariciandose la mejilla para recuperar la compostura. Más le hizo gracia sus siguientes palabras, provocando que la joven rubia se llevara la mano a la boca para evitar mostrar sus colmillos cuando se reía por la actitud encantadora que mostraba el joven que había frente a ella. - Quizás...me encantaría poder probar cuan dulce eres, pero no me sentaría nada bien, que lastima.- Bromeó, aun arriesgandose a que el licántropo le tomara ese comentarío como una amenaza, aunque no era para nada la intención de Arikel, solo a veces era demasiado brusca a la hora de decir algo.

La vampiresa dibujó levemente una sonrisa de medio lado por las palabras del licano encantador. -Bueno...tambien tengo siglos en la espalda, pero me tomo mi tiempo en aprender, quizá sea una desventaja para mí, pero lo salvo con otras cosas, más usted...¿cuanto lleva siendo hijo de la luna si no es indiscrepción?- Pregunta curiosamente, mientras se apoya la mejilla en la mano observandole, realmente lo veía encantador, y estaba dando muchos indicios de ello, aunque sabía quien se pondría a gritarla por horas si se enterase de este hecho. -Vaya...es usted encantador, sin duda debe dejar a todas las damiselas sin aliento con esa deslumbrante sonrisa, no me imagino cuantos corazones habra dejado por el camino.- Le guiña un ojo con ligero coqueteo, aunque sin atreverse tampoco a mucho más, pues no considerase que procediera, a pesar de su aspecto no podía permitirse comportarse como una alocada adolescente conociendo a su artista favorito.

Los labios de la vampiresa se entreabrieron ligeramente mientras se deleitaba con la visión que aquel hombre propinaba, había leido cosas de su enemigo natural, algo que era natural, pues había que conocer a todas las criaturas que habitaban la noche, conocía algo de los licántropos y si bien es verdad que algunas personas eran convertidas de manera accidental cuando uno de los lobos campaba descontrolado o la propia persona se metía donde no le llamaba, también había leido que las manadas de licántropos tenían sus propios rituales, aunque tampoco era una experta, pues pocos lobos se había cruzado en su larga vida, o más bien se había cuidado de no hacerlo, pues estos normalmente la inquietaban, aunque claramente como quien estaba frente a ella podía comprobar, no era el caso en ese momento.

Sonrió de manera amplia por las palabras del joven, que parecía humilde en su totalidad, eso hizo que Arikel ladeara la cabeza, mientras jugaba nerviosamente con el mechon de pelo. -No creo sea un concepto, eres realmente encantador....y con esa sonrisa más todavia.- De haber podido se habría ruborizado por el comentario que ella misma había dicho, ladeo la cabeza. -No parece de los que vaya conquistando, eso es verdad, pero dejara reguero de damas suspirando por tí solo con ver esa sonrisa, poco más te hace falta.- Se lanzó a decir, de perdidos al rio continuando con su nervioso coqueteo, ya que el lobo se mostraba permisivo con él. Ciertamente la vampiresa se hizo una idea cuando dijo que tenía otras aspiraciones.
-Me las imagino, vosotros soleis ser muy familiares, o eso he leido ¿es asi?- Dijo de manera general, mientras suspiraba observandole, quizás con ganas de robarle algun beso, pero la atracción que ese lobo le despertaba hacía que la cara de Arikel se mostrase timida, y sobretodo no quería tentar a la suerte, lo último que deseaba era que el licántropo se enfadase. -Pero no pareces como los demas, no me has gruñido....ni me has despreciado, eso hace que mi concepto de tí sea mas ferreo aun.

La vampiresa se dejaba llevar y se mordía el labio, más le hizo gracia la última cuestion, rió bajando la vista nerviosamente a su regazo antes de seguir coqueteando de esa forma con el lobo. -Quizá tenga pretendientes, pero igual estoy algo ciega para verlos, asi que me temo que en eso anda equivocado, aunque espero que si aparecen sean tan encantadores como tú señor Vikórida.- Sonrió ampliamente, aunque pronto cubrió su boca de miradas indiscretas que pudiera ver sus colmillos, mientras susperaba observandole. -¿Que planes tendría para la noche? - Arrancó en un ataque de descaro nervioso, sin medir que podía meterse en lios, pero repentinamente abrio los ojos sorprendida por sus palabras y negó con la cabeza. -¡¡Demonios!! no piense mal, no era ninguna proposición indecente, ni nada de eso, es que de día no puedo quedar, era por saber si puedo acompañarlo un rato más, no que...pues eso....en fin.....lo siento...es solo charlar un rato, un poco de compañia...-se acaricia la melena algo nerviosa con cara de circunstancia.

La vampiresa miraba con cierta ternura al licántropo, como con paciencia hablaba con ella, y le daba un poco de luz sobre los temas con los licántropos que se le antojaban algo...dispares, también por una notable falta de costumbre en el trato con ellos, solo con uno y este a veces parecía un barbaro que salía de las cavernas, asi que no era un buen ejemplo, ya que este era completamente distinto, era excesivamente amabl, con una sonrisa encantadora, realmente la mas encantadora que había visto en mil años, más ladeo la cabeza, dejando escapar una breve risa cuando dijo que los detalles harían tanto tiempo que el sol saliera antes de terminar, la rubia negó con la cabeza en indicación de que eso no era lo que ella deseaba. Más solo deslizó su mano por la mejilla propia apoyandose observandole, como haría una jovencita mirando a alguien que ciertamente despertaba su interes, aunque buscaría ser más discreta en ese sentido.

Desde luego el lobo todo un caballero pasaba por alto los pequeños coqueteos de la joven, cosa que causó que la vampiresa dibujara una sonrisa sincera, aunque no escesivamente amplia, olfateaba el aroma que desprendian tan dulces alimentos, y suspiró, más cuando el joven dió una respuesta a lo citado de pasar un ratito más en compañía mutua, miró el pastelito del lobo que también insistió en que ella también cogiera uno que la vampiresa terminó por acceder, pidiendose uno de crema y con chocolate caliente, no es que fuera a saciarla, pero los sabores podía degustarlos, pero ni la saciaban, ni de lejos le despertaban lo que le despertaba el sabor de la sangre, pero dado que estaban rodeados de mortales, había que dar una imangen para hacer el paripé, más volvió a clavar sus claros ojos en los ajenos, mirando al lobo.

-¿Sangrar? eso me ha sonado alarmante...bastante a decir verdad y más aun vos que sois....-Bajó notablemente el volumen de su voz.- Eres un licántropo, no un vampiro...¿por qué vas a sangrar? - Preguntó con curiosidad, no pudiendose imaginar por que iba a sangrar, por un segundo pensó que podría haber cazadores alrededor acechandole, lo que hizo que la muchacha se girase buscando de manera fulminante, pero no pareció ser así, volvió a mirar al licántropo. -Me temo que no os entiendo.- dijo con un deje de confusión.

-¿Y por qué no? -respondió, encogiéndose de hombros, como si el hecho de hablar de sangrar fuera similar a hablar del tiempo-. ¿Qué tiene de malo la sangre? Creía que a vosotros os gustaba.

A él, desde luego, lo hacía. Demasiado tal vez. Propia o ajena. Mezcladas. Esthia era el tipo de hombre que disfrutaba el olor y el sabor de aquel líquido rojo y caliente. Le encantaba sentir los restos de aquel deje ferroso en la boca, o sentir cómo escurría por su piel en una excitante caricia demasiado lenta, que le ponía los pelos de punta y le hacían querer frotarse y quitarse esa sensación hormigueante de la gota lamiendo lentamente su piel, dejando una línea carmesí a su paso. En su cabeza se formó una imagen que le resultaba muy divertida, porque, aunque no había podido ver su cara en ese momento, conocía demasiado bien las expresiones de Slang y podía imaginar su gesto cuando lo enfrentó en la arena y le dijo que le hiciera sangrar.

-¿Qué le voy a hacer? -sonrió-. Soy un lobo y me gusta la carne.

Fruncia el ceño clavando sus orbes celestes en el licantropo, sin duda se le antojaba bastante peculiar todo sea dicho, pero aun asi a la vampiresa le caía bastante en gracia, era alguien adorable, sin contar el pequeño fetiche que la vampiresa tenía con los licántropos, esbozó una sonrisilla de medio lado mientras hacía equilibrios sobre las patas traseras de la silla, mirandole con notable entretenimiento. -No, en realidad soy una glotona en cuanto a sangre se refiere, de hecho lamento que tu sangre sea toxica, me pareces alguien hasta delicioso.- Dijo con bastante descaro, librando las tensiones de timidez, que la verdad de poco servía y ese lobo parecia demasiado dejado como para prestar atención a ese tipo de miniedades, los labios de la rubia se curvaron en una sinuosa sonrisa, realmente le agradó las palabras del licano

-Muy bien "Venn", y que tenias pensando para sangrar, puede ser divertido, no voy a mentir...adoro la sangre...pero no por que sea mi alimento, si no por qué me recuerda a cuando tenía pulso...momentos hostiles que a veces una añora disfrutar asi que...¿quieres que sangremos juntos?- La sonrisa de la vampiresa se ampliaba, dejando que asomara ligeramente los colmillos, por suerte nadie miraba, el destello rojizo en los azules rojos se hacía destacable, estaba claro que los lobos podían ofrecer cosas distintas a las que ofrecía normalemente los que reunian su misma condicion, cosa que le divertía de sobre manera, observaba con espectación al licantropo.


-Tambien puedes motrarme tu forma de lobo...sería interesante.- comentó con cierto entusiasmo, la verdad es que pocas veces se tenía esa oportunidad, y mil años eran mucho tiempo, pero sus tratos con los lobos habían sido realmente efimeros, ahora se le abría la puerta a oportunidades, y la rubia ciertamente empezaba a tener ganas notables de divertirse y dejar atras las formalidades atadas a la sociedad. -Hacer un poco el barbaro no es malo, siempre se lo hecha de menos cuando has vivido en esa clase de ambiante que ahora tan lejanos queda.- Rie y niega con la cabeza. -Lo siento, esas cosas me ponen nostalgica.

La joven sonreía mientras le miraba, mientras se imaginaba como podía ser transformado, más tenía razón, convertire podía meterlos en lios, asi que quizá pudiera responder sus preguntas, asintió con la cabeza comprendiendo las palabras del joven, y de lo poco útil que sería. -Está bien, lo siento...- Se disculpa dejando escapar una risita mientras entrelaza los dedos en su regazo. - Bueno, pues cuentame que conversiones tienes...me da curiosidad ¿te puedes convertir en lobo por completo? ¿o solo en el cruce de hombre y bestia?.- Sonrió ampliamente con emoción, a veces se notaba una aptitud adolescente latente, se mordió el labio inferior con esa ansiosa curiosidad, ya que no parecía cumplir las ganas de verlo convertido en un lobo, queria saber como era el tacto del pelaje de un lobo, sueños tan secillos como peligrosos.


Despertó de los pensamientos y observó a quien tenía delante cuando este le volvió hablar, las peleas clandestinas, ella enarcó una ceja dejando claro que no había ido, su aspecto si podía ser notablemente llamativo para estar por ahí rondando sola, sería como ponerse una lampara sobre la cabeza con un letrero que dijera "cuidado, sobrenatural" asi que simplemente negó con la cabeza mientras observaba con avidez al licano. Le advertía de lo que debía hacer si entraba en la arena lo que hizo que la rubia ladeara la cabeza. -¿No crees que llamaría en demasia la atención si me presento a pelear? sigo teniendo una apariencia bastante delicadilla..- Comentó con desdén, mientras se revisaba ella misma la apariencia. -No creo que me dejaran...una pena...hace tiempo que no veo buenas peleas enserio.- Suspiró.


Le mira cuando comenta lo de su manada, realmente no quiere traerle problemas por un poco de diversión y si la cosa se pone fea no sabe como se le puede dar si tuviera que combatir contra una manada, asi que niega rapidamente. -No tranquilo, no tengo gana que los tuyos me mordisqueen, no he combatido contra lobos por suerte, pero sé bien que vuestros bocados...bueno, son bastante dolorosos, ademas mi objetivo no es ser tu enemiga, me pareces encantador...- Le guiña un ojo mientras sonrie. -Pero si sería divertido verte pelear, seguro que con tu condición siempre ganas.

Sin duda aquello que contaba el licántropo era sumamente interesante para la vampiresa, pues estaba echando luz sobre cosas que a la vampiresa se le escapaban sobre los licántropos, siempre sería más comodo charlar con uno de ellos que intentantondo investigar durante un encuentro más forzado, más como ya pensó previamente el licántropo que tenía frente a ella extrañamente amable, más no sería ella quien se quejara que ese galan en particular fuera tan amable, más sus palabras se le antojaron sumamente amables y encantadoras, sobre todo la vampiresa alzó una ceja cuando el acompañante aseguró que era muy mona, lo que hizó que la joven dejase escapar una ligera risilla. -Gracias, es agradable que alguien como usted afirme que una cainita es mona.- La vampiresa tenía algo de malicia en sus palabras ciertamente, pero en realidad se estaba sintiendo muy alagada por las palabras que el licántropo afirmaba sobre ella, pero hacía rato que había descartado la intención de seducir al atractivo licántropo, más por que este no parecía tampoco interesado por ello.


Enarcó una ceja observandole cuando afirmó que él era absolutamente adorable, lo que hizo que la vampiresa ladeara la cabeza observandole con avidez.- Si, eres absolutamente adorable, llevo rato con ganas de abrazarte de lo adorable que eres, pero no procede hacer eso con alguien a que acabas de conocer, y menos si es de nuestras condiciones.- Le guiñó el ojo divertida mientras se echaba recostandose en su asiento, mirandole. -Bueno no me importa sangrar, seguramente que habrá algún sitio donde pueda sangrar sin importarle mucho mi cara, siempre podemos morder, y si va bien la cosa...podrías enseñarme tu forma animal, podría estar divertido.- Comentó mientras jugaba con un mechón de su platino cabello.


-Supongo que habra un sitio donde dejen a mujeres pelearse, aunque he oido de sitiós donde van sobrenaturales, mientras no me encuentre un vampiro mucho mayor puedo salir bien, aunque siempre podrías jugar a salvarme y asi sangrar los dos.- Se rió divertida mientras se puso en pie observando al atractivo licano. -¿Vamos?- Dijo en un tono notablemente divertido, disfrutando de lo que podría ser la noche con algo de diversión, al final la presentación al licano estaba siendo más provechosa de lo que en un principio se había imaginado.

Esthia se levantó y fue a pagar lo que había consumido. Dejó propina, con una gran sonrisa. Después de todo, solía pasar por allí de vez en cuando y pensaba seguir haciéndolo. Tenían unos pasteles deliciosos y él sentía verdadera debilidad por el dulce.
Se tiró de los extremos de la chaqueta para colocársela y caminó hacia la puerta, esquivando las mesas con gracia, en lugar de salir hasta el pasillo hecho junto a la barra. Era asi de atravesado a veces.
Abrió la puerta y la sostuvo para que pasara Arikel. Era un caballero, eso no se lo podían negar. Le encantaba tener esas atenciones con las señoritas con las que trataba. Era de los que daban importancia a ese tipo de detalles, no para él, sino para tenerlos con otros. Sobre todo con las damas. A su entender, las mujeres eran los seres más maravillosos de la creación, capaces de dar vida y de convertir cualquier cosa en algo mejor.
Si les dabas ingredientes, hacían deliciosas comidas. Si les dabas una casa, la convertían en hogar. Si les dabas amor, ellas creaban vida. ¿Había entonces seres más maravillosos?
Aunque la que tenía delante era un poco más letal y peligrosa, pero no importaba, le gustaba el riesgo. Así pues, una vez fuera, se atrevió hasta a ofrecerle el brazo, para caminar por las adoquinadas calles de la ciudad como si fueran una pareja de conocidos normal y corriente en lugar de una vampiresa y un licántropo. A ojos de cualquiera ajeno a sus naturalezas, sólo eran un hombre y una mujer paseando.
Guió sus pasos hacia los bajos fondos, hasta uno de los sótanos donde se llevaban a cabo las peleas clandestinas. Los conocía bien, porque había empezado en ellos su andadura en París, en las apuestas, dejándose la piel y la sangre a cambio de un puñado de francos con los que pagar una habitación en una pensión y algo de comida y ropa. Los comienzos nunca eran sencillos.
Pero también había encontrado algo gratificante en las peleas, le habían abierto la puerta a su situación actual, en el bosque, con su propia cabaña en la espesura, junto a las demás de la manada, bajo el liderato de un alfa que podía llegar a ser muy grande, en el que había aprendido a confiar y cuya confianza se había ganado. Estaba en casa.
-Bienvenida a la Arena.
El ambiente estaba aún tranquilo, porque era temprano. El grueso de apostadores llegaría más tarde, pero era el momento ideal de tantear quienes pelearían esa noche y a cuánto se pagaba cada combate. Pensó en apostar, pero al final le pudo el gusanillo y se acercó a la persona que se encargaba de las apuestas.
-Ey, Pierre, ¿cómo se presenta la noche? ¿Crees que puedas hacerme un hueco?

La vampiresa se levantó acompañandole, miraba al licántropo y se sorprendió de que la abriera la puerta permitiendola pasar primero, sin duda era de lo más caballeroso que en sus largos años había conocido, lo que hizo que se hundiera más en su asombro fue cuando este le ofreció el brazo, la vampiresa tardó como unos 10 segundos en reaccionar y deslizar su fina, fria y palida mano para sujetar el brazo del licántropo antes de empezar a caminar, desde luego para Arikel se le antojaba totalmente atipico el licano, lo cual hizo que empezara a sentir por él una curiosidad distinta, a querer mirar ás alla del envoltorio que este presentaba, uno atractivo todo sea dicho, pero un licántropo tratando a una vampiresa como si fuera una delicada damisela no le terminaba de cuadrar, más no iba a ser ella quien se quejara de tan galan trato.

Se dejó guiar por él por las calles de París mientras le observaba de reojo pensativa, finalmente ladeó la cabeza para dibujar una ligera sonrisa que no mostraba los colmillos. -Desde luego sabes como dejar fascinado a un cainita.- Dijo en un murmullo bajo, no había por que informar a otros de cualquier cosa que hablasen y menos de ese tema, más enarcó la ceja observandole pensativa. - ¿Has tratado antes con vampiros? has estado relajado todo el rato.- Sentía curiosdiad por ello.


Los pasos que guiaban por los bajos fondos hacía que la joven deslizara la vista viendo la gente que ahí moraba, algunos a pesar de ser mortales se les veía una pinta realmente oscura, más que la de los propios vampiros, sonrió de medio lado para observar de reojo al muy intrigante licántropo. -Siempre puedo alimentarme de unos cuantos mortales ebrios, y conoceras lo que es estar con una cainita borracha, alguna vez lo he hecho...aunque puede ser algo extremo.- Comentó divertida, no recordaba la última vez que se emborrachó por beber sangre de dos enormes hombres demasiado borrachos que no se enteraron ni de la presencia de ella cuando esta decidió humedecer su garganta con sangre, aunque no los mató, no había necesidad, y despues tuvo problemas para llegar a la guarida evitando hacer "S" por el camino. No mucha gente podía decir que hubiera visto a un vampiro borracho aunque para ella cuando tenía ganas de juerga no es que le supusiera mucho problema.


Entrarón en el local donde se celebraba, mientras rió cuando Esthia le dió la bienvenida al lugar, ella negó con la cabeza divertida mientras observaba lo que había a su alrededor. Sin duda había gente de toda indole ahí, y sin duda las apuestas movian mucha gente, y algunos de bastante dinero, miró como el licántropo parecía pedir un hueco para luchar. - Vaya, ¿ya vas hacer que algunas suspiren por ti cuando te vea sangrar en la arena atizando a alguien? quizá debiera apostar por tí, no me hagas perder ¿eh?- Dijo divertida la vampiresa mientras buscaba en su monedero si había una cantidad de dinero suficiente como para hacer una apuesta.


Se mordió el labio de manera involuntaria mientras fijó su mirada en uno de los hombres que ahí había, no veía un hombre tan grande literalmente desde que tenía pulso, ese hombre llegaba tranquilamente a los dos metros, tiró un poco de los ropajes de Esthia para llamar su atención. -¡Ahm! ¿no te preocupa que si te hacen hueco ese sea tu rival? a ver si te va hacer algo grave.- Mostró una preocupación sincera sobre lo que podría pasarle a lo que ella pensaba que podría ser su nuevo amigo, sería el segundo amigo licántropo que hubiera tenido en su larga vida. Miró a Esthia con un poco de preocupación y a la vez por que su lado barbaro hacía que ella tambien quisiera jugar al juego de intercambiar golpes, pero quizá por su aspecto sería estraño que la joven pudiera romper una mandibula a un mortal, eso sin contar que por su altura para llegar a alguien de metro noventa practicamente tendría que pedir un taburete para subirse y llegar a su rostro.
La joven miró a Esthia apretando los labios, con cierta preocupación ahora que lo pensaba bien, no conocía mucho de como se regeneraban los lobos, pero no tendría problema de ayudarle si la ocasión asi lo requería, sonrió algo nerviosa mirando alrededor.