Entre dulces (Priv. Esthia)

Recuerdo del primer mensaje :

La noche hacía poco que había caido, prontamente debido al tiempo, lo cual quizás para un vampiro se podría considerar que eso era "madrugar", pero ya no había sol que quemara su piel, pero todavía podía disfrutar de los comercios abiertos, y aun había bastante gente por las calles, la rubia paseaba con aire distraido, mirando y quizás meditando si sentarse en una de las mesas de alguna cafetería, ciertamente no le desagradaba la idea de sentarse y tomarse un chocolate caliente, hacía frio, y aunque un chocolate no le sirviera para mucho si podía recordar el sabor, aunque lo único que la daba vitalidad era el sabor de la sangre, pero lo cierto era que en ese momento no tenía sed, ni muchos menos ganas de cazar, al menos por el momento.

Finalmente se frenó delante de un escaparate, de una cafetería, mientras a sus fosas nasales llegaba un aroma calido, delicioso, un aroma que tiraba a los recuerdos de un pasado, aunque ahora llegaba de manera más refinada se podría decir, la rubia tenía la mirada perdida en sus propios pensamientos, incluso preguntandose si algún ser de la noche había "madrugado" tambien, aunque eso daba igual. Si se cruzaba con otro que compartía la sangre cainita seguramente estaría a la par de borde igual que lo solía ser Arikel, más hoy se había despertado de buen humor por así decirlo, se había propuesto tener una noche ociosa, había que disfrutar de París todo lo que se pudiese, había visitado ya algún que otro lugar de la francesa ciudad, pero aun tenía un montón de sitios que visitar, entre ellos los museos y la biblioteca, pues hasta ahora solo había aprovechado para ver teatro y la opera.

Los celestes ojos de la vampiresa fijaron finalmente en el escaparate de su izquierda, se acercó observando los dulces bollos que la cafetería vendia para acompañar, bollos rellenos de nata, chocolate, crema...etc...tartas de frutas, entre otras cosas, el aroma a pan caliente y azucar hicieron que la vampiresa se quedase ahí quieta, observando la repostería, meditando si entrar y que iba a pedir, incluso se relamío como si de verdad la despertasen hambre, pero solo era una ilusión un recuerdo, pero en ese instante si pareció más humana de lo habitual.

La cainita miraba de reojo al licano, mientras le parecía sumamente curioso que efectivamente hubiera tratado con vampiros también, sobre personalidades no había nada escrito y estaba quedando muy claro que había muchos tipos de personalidad en todos los seres, incluidos vampiros y licántropos, antojandosele este especialemente cariñoso de todos aquellos que había encontrado por asi decirlo, más simplemente otro licántropo al que consideraba amigo se le antojaba violento, pero aun asi agradable, la vampiresa platina sacudió la cabeza sonriendo de medio lado, más el comentario de emborracharse no le paso desapercibido al licántropo que estaba junto a ella, de hecho hizo que la cainita girase la cabeza a observarle cuando respondió a este con ese comentario, Arikel enarcó una ceja manteniendo esa sonrisa ladeaba que ya llevaba trayendo instantes previos.
-¡Oh! ¿crees que me voy a lanzar a tu cuello pidiendo amor? relajate, eres muy guapo no te lo niego, pero estoy satisfecha con el vampiro que de vez en cuando juega conmigo.- Aseguró sin avergonzase lo más minimo, ¿por que iba a hacerlo? una de las mejores cosas de su condición es deleitarse con algunas azañas morbosas de distintos caracteres que daba la propia naturaleza al vampiro y que los mortales verían quizá escandaloso.


Quedando eso atras observó como efectivamente su acompañante iba a entrar en la pelea, cierta envidia recorrió a la vampiresa, le habría gustado pelear y mucho, debido a su origen era algo que le habría entusiasmado, pero una vez más su fisico no era adecuado para según que cosas, asi que dejaría los puños a quien aspecto feroz pudiera tener, aunque ese joven licano de feroz...más bien tenía poco, se le antojaba de los seres más tiernos que en su larga vida inmortal jamás había conocido, sacudió la cabeza nuevamente intentando centrarse, a veces era como una adolescente que se distraia con facilidad, como si a pesar de estar muertas sus hormonas aun se pudieran alterar, y de hecho a veces se comportaba acorde con su apariencia.


Miró a quien Esthia señalaba, desde luego no era tan grande como el mastodonte del fondo, lo que hizo que Arikel dejara escapar una risita divertida. -Oh vamos, demuestra que ademas de ser adorable eres feroz.- Dijo en un reto infantil para intentar provocarlo, guardando la camisa de Esthia cuando este entro a la arena, lo que la Cainita no pudo evitar elevar una ceja viendo el torso desnudo del licano y esa sonrisa al entrar en la arena, de ser un rival que le vinieran sonriendo a Arikel la habría desconcertado de sobre manera, quizá en una circunstancia muy distinta lo habría interpretado de una manera muy distinta, más simplemente se acercó al que manejaba las apuesta para jugar ella también, ademas de llevarse un comentario referente a su apariencia que la vampiresa decidió ignorar para no incordiar al acompañante.


Desde luego Esthia se estaba dejando para aparentar un combate igualado, de otra forma sería sospechoso quizá tanta fuerza, Arikel observó esa acción recordando como ella misma se dejaba herir cuando cazaba simplemente para dar emoción a ello, se mordió el labio inferior mientras observaba el combate, y de vez en cuando daba gritos de animo a Esthia como si este los necesitase, pero simplemente era divertido hacer canticos de animo a este, no sabe si realmente le hacían gracia, le incordiaban en realidad o qué, pero divertirse un poco de manera sencilla a veces daba mucha diversión.
Cuando uno de los golpes hizo sangrar la nariz del lobo Arikel se puso sería unos instantes, la sangre de lobo era toxica, pero la visión ponía a la vampiresa euforica, que provocó que esta empezara a saltar de nerviosa forma. -¡¡¡Vamos Esthiaaaa!! ¡¡tu puedes!!! ¡¡devuelvesela!!.- Gritaba con aguda voz la vampiresa mientras los dos hombres que tenía a sus lados la miraban quizá molesto de la euforia y entusiasmo que la bajita vampiresa mostraba queriendo ver más de la pelea. -Derribalo ¡¡tumbalo!!.- Vociferaba la cainita mientras seguía incordiando con energia infantil tal vez a los de su alrededor que obtaban algunos por dejar más espacio entre ellos y ella.

Por supuesto que no esperaba que se lanzase a su cuello. De hecho, esperaba justo lo contrario; que dejase su cuello tranquilito, que así estaba muy bien, y no tenía ganas de aguantar después la mala cara de Uryan por tener marcas en la piel que no había hecho el lobo rojo.

-¿Feroz? ¿Tengo pinta de feroz? ¡¡Pero si soy una jodida sonrisa con patas!!

Y precisamente por eso, por ser una sonrisa con patas, era por lo que se había ganado más de un rival en la arena. Rivales que se quedaban con las ganas de borrarle el adorable gesto de la cara, ya que apenas se apuntaba a las peleas en los últimos meses. Desde que se enfrentó a The Fear y perdió estrepitosamente, pocas veces había vuelto a meterse en un combate. Misteriosamente, a pesar de la paliza que le había dado Uryan en su primer encuentro, ahora gruñía y se aletaba cuando Esthia peleaba, como si considerara que sólo él tenía derecho a destrozar a golpes aquella carita de niño bueno.

La provocación surtió efecto y el hombre al que se enfrentaba bufó visiblemente contrariado por la actitud despreocupada del lobo blanco. ¡¡Cuánto deseaba romperle la sonrisa a golpes!! ¡Quería arrancarle los dientes a puñetazos! Y le daba igual ese rumor de que había llegado hasta a poner en aprietos al mismísimo The Fear.

Esthia se estaba divirtiendo. Muchísimo. Se notaba en la forma en que se movía, en cómo fintaba y amagaba golpes, para luego asestar y soltar esa risita de triunfo.
Encajó unos cuantos ataques más, para dar emoción al combate, para que las apuestas tuvieran tiempo de concretarse, pero irremediablemente tenía que ponerle un final, porque no podían estar mareando la perdiz eternamente.
Amagó uno, dos y el tercero fue un gancho de izquierda que lanzó a su contrincante a volar por lo menos tres metros. Esthia se miró los nudillos, ensangrentados con rojo ajeno. Y los lamió.

El otro ni siquiera intentó levantarse, se limitó a quedarse tendido, mirando al techo, demasiado dolorido de ese golpe como para siquiera quejarse. Todo había acabado y Esthia era claro vencedor.
Regresó junto a la cainita, son perder esa enorme sonrisa.

-Bien, preciosidad, creo que podemos ir a cobrar algo de las apuestas. ¿Un dulce para celebrarlo?

La vampiresa se rie ante la respuesta ocurrente del licántropo, mientras da pequeños saltos de la emoción viendo el combate desde la barrera, mientras observaba al otro que se enfrentaría al lobo, que se mantenía esa sonrisa de niño dulce, Arikel se acomodaba entre dos enormes hombres que gritaban por el que habían apostado, algunos parecían conocer al licántropo, lo que hizo que la vampiresa girase ligeramente la cabeza buscando escuchar los resumenes gracias a sus sentidos más desarrollados que les brindaba el vampirismo, tambíen escuchó que el otro era bastante bueno y que actualmente llevaba una buena racha, lo cual hizo que la vampiresa sonriese sabiendo que lo más seguro era que el lobo le rompiera esa buena racha que llevaba lo cual hacía que algunas apuestas fueran a su favor, aunque la vampiresa había apostado lo que llevaba encima a favor de Esthia, y veia como se movia, como pez en el agua, luchando muy por debajo de sus verdaderas capacidades, lo que hizo que lal vampiresa sonriese de medio lado pensando una de sus habituales maldades.


Ladea la cabeza mientras disfrutaba viendo como el lobo fintease y amagase, haciendo que el contrario cometiera errores, o se pusiera en alerta antes de tiempo o buscase proteger algo que en ese momento no tocaba. Se deja nuevamente golpear, el otro siente ganas de arrancarle los dientes, puede olerlo, puede ver las pulsaciones, ahí iba amagando de nuevo, la euforia de la vampiresa hizo que lanzara puñetazos al aire como si estuviera imitando lo que hacían los dos luchadores, a uno a su alrededor le hizo gracia los gestos de la vampiresa y se acercó a intentar hablar con ella alegando lo bonita que era para estar con ese tipo de comportamiento y siendo tan joven, Arikel le fulminó con la mirada y se movío unos centimetros más lejos para seguir gritando animando a Esthia en el combate, dando esos saltitos.


Fue entonces cuando vió el tremendo golpe que le propino Esthia al contrario que lo mandó a volar por varios metros, eso hizo que la vampiresa abriera la boca de la impresión pero tremendo gancho que le propino, fue entonces cuando olfateo la sangre, eso hizo que clavara la vista en los nudillos de Esthia, con los ojos muy abiertos, mostrando ligeramente los colmillos por la euforia que eso le provocaba, mordiendose el labio inferior para aplacar la euforia que la sangre la despierta y más si encima ve al licántropo lamer esa sangre, teniendo que reprimir un gruñido.
Sin duda el otro había quedado noqueado, aunque tenía los ojos abiertos se notaba la mirada perdida, sin duda había sido un genial golpe, de eso no cabía duda, la vampiresa en realidad tuvo que aguantar el no mostrar su vampirismo.


-Desde luego me has hecho ganar dinero...a ver cuanto me dan.- Sonrie la rubia platina cuando este vuelve a ella. -Si, creo que te has ganado un dulce.- Se rió la vampiresa mientras contaba lo que había ganado. -Pago yo...- Sonrió divertida, mientras de camino sonrió maliciosa y miró al licántropo. -Anda, por favor, enseñame algún movimiento.- Dice con un tono animoso y despues juntando la manos a modo ruego. -porfa, porfa, porfa.- Empezó a repetir en un tono notoriamente infantil, sería divertido que le enseñara algo de como peleaban en las peleas clandestinas, hacía bastante que no empuñaba un arma como era debido, y en la caza apenas tenía que dar golpes, siempre era todo bastante mecanico. Le mira danzando alrededor del licano. -Por cierto..tu parte..- Dice ofreciendole la mitad de las ganancias.

El licántropo sonrió ampliamente, aceptando su parte de las ganancias. Después de todo, él era el que había recibido los golpes, así que lo justo era que le correspondiera parte del premio.
-Ummm –se relamió ante la idea del dulce, aunque casi sonó con un punto más erótico. Esthia tenía esa facilidad para hacer que todo lo que él hacía con la mayor de las inocencias, adquiriera un toque menos inocente. Como su manía de comer con los dedos, que tan loco volvía al lobo rojo-. No seré yo el que te diga que no a un dulce. Después de todo, creo que después del ejercicio que he hecho, el que me comí antes de venir debo tenerlo ya en los pies.

La dejó un momento a solas para ir a limpiarse el sudor y la sangre y volver a vestirse apropiada mente para perderse por las calles de París sin llamar la atención. Cuando se reunió con ella, una enorme sonrisa adornaba su rostro. Estaba total y absolutamente satisfecho.

De camino a una de las múltiples cafeterías de la ciudad, la mujer le pidió que le mostrara algún movimiento. El lobo blanco se lo pensó un momento.
-No sé si es buena idea. Los licántropos y los vampiros tenemos habilidades completamente diferentes, no podría enseñarte a luchar a mi manera, porque no funcionamos igual. Como mucho, podría enseñarte alguno de los golpes que suelen aprender los humanos. Un gancho, un par de amagos… esas cosas. Porque para otro tipo de cosas… necesitarías una manada.

Al llegar al café, abrió la puerta, como el caballero que era cuando quería.
-Después de la merienda, si quieres, te enseño alguna cosilla. ¿Te parece?

La sonriente vampiresa observaba como ese lobo resultaba siempre con esa dulce sonrisa despues de salir victorioso, realmente ella despues de compartir su premio con él, buscando si sufrió algún daño importante, aunque por su actitud lo descartó rapidamente, ademas recordaba que los licántropos tenían también una curación acelerada, asi que el intercambio de golpes no fue nada para él seguramente. Pero sin duda ya había quemado de sobra el azucar ingerido al princpio de la noche, cosa que le hizo gracia a la vampiresa, no importandole ir a buscar otro dulce a esas horas de la noche. Pero confiaba con encontrar algo, más Arikel se mordió el labio inferior pensando quizá en el palpitante pulso de alguien, ya que al olfatear el aroma de la sangre durante la pelea mentiría si dijera que sus instintos no se encendieron, pues ella no dejaba de ser una vampiresa.


Pasear con él una vez aseado no bajó los instintos de la vampiresa por antojarsele un buen trago de sangre, más ocultó la sed al licano, pues la velada le estaba resultando más agradable de lo que en un principio se hubiera imaginado Arikel. Más cuando esta pidió que la enseñara a pelear este pareció que mal interpretó la pedida de la joven, ella sabía que los vampiros y los lobos tenían poderes muy distintos, por lo que la albina sacudió la cabeza a modo negación, mientras sonrie. -No creo que nunca pueda tener una manada aunque me agraden los licántropos.- Asegura Arikel mientras rie nuevamente. -Pero no me refería eso, por favor tengo mil años, se usar mis poderes vampiricos sin problema, no me refería a eso.- Sonrie la vampiresa de manera dulce y ansiosa.


Arikel daba golpes al aire como tratando de imitarle en la arena. -Me refería a puñetazos y patadas, como haces tú cuando te enfrentas a los humanos en la arena.- Asegura la vampiresa, esperando que este despues de llenarse una vez más de azucar accediera. Al menos eso parecío cuando aseguró que despues de merendar accedería, lo que hizo que la vampiresa se sintiera satisfecha, entrando delante de él cual damisela al ser dejada pasar delante por un caballero.  -Gracias, realmente me gustaría mucho...- Asegura Arikel mientras se sienta en una mesa. -Está bien estar con alguien que no sea como yo de vez en cuando...me gusta la calidez..aunque supongo que a todo los vampiros nos pasa.- Divagó un poco entre sus pensamientos, llevaba con él el suficiente tiempo como para relajarse y contar algo superficial quizá.

-Supongo que sí, que os pasa a todos. Yo he conocido a alguno de los tuyos y le pasaba. O es que yo doy un calorcito muy agradable. Vale, Uryan no puede saber eso. O me hará sangrar en serio. Aunque pensándolo bien... lo mismo sí que se lo digo -comenzó a divagar en voz alta, contándole su vida aleatoriamente mientras disfrutaba de una nueva ración de azúcar.

LE encantaban los dulces, era su mayor vicio, su pecado confesable. Porque luego tenía otros inconfesables en un mundo donde todo estaba encorsetado. Tal vez en otra época, en otro mundo, sin tantas normas ni estrecheces sociales, el pudiera ser verdaderamente libre, pero en ese que le había tocado vivir, tenía que conformarse con su sonrisa y los pequeños placeres ocultos. Y con soñar con que un día todo cambiara.

Fiel a su palabra, cuando acabaron la merienda, guió a la muchacha al bosque, para poder estar a solas. Aunque lejos del centro de la manada, no quería mostrarle los secretos de los Paine, de la que ahora era su familia. Así que eligió un lugar apartado y discreto y se quitó los zapatos y la camisa, como hacía para entrar en la arena. MAyormente porque no iba a controlar su fuerza y no tenía demasiadas prendas como para destrozarlas haciendo el imbecil.

Alzó la guardia, un puño junto a su barbilla, el otro adelantado, listo para golpear. Las piernas separadas y ligeramente flexionadas para mantener mayor equilibrio.

-Vamos, preciosa, intenta golpearme. Con todas tus ganas. No voy a romperme por muy fuerte que seas.

Sonrió. Siempre sonreía cuando se trataba de pelear. Era divertido.

La vampiresa tenía sus ojos muy abiertos mirando al licántropo, mientras afirmaba las palabras que ella dijo previamente, sin poder evitar ampliar una sonrisa en el rostro de la palida vampiresa, la verdad que juraría que las posibilidades de encontrar a un licántropo tan sumamente encantador era como el de encontrar un dulce trebol de cuatro hojas. Más el comentario que hizo llamó una vez más a la curiosidad que podría sentir la vampiresa acerca de su acompañante de la noche, y la joven no peleó por reprimir su curiosidad. -¿Uryan? ¿algun miembro de tu manada?.- Preguntó finalmente al menos eso supuso, más cuando dijo que le haría sangrar eso desconcertó un poco a la vampiresa rubia, pero no sería ella la que dijera nada, cuando se trataba de sangrar ella era esperta en ello, tanto a hacerlo por puro placer como hacerlo por que necesitaba romper la piel de alguien con sus colmillos, la vampiresa ladeó la cabeza ligerament mientras apretaba los labios. -Creo que no quiero saber a que venía lo de sangrar, viniendo de tí me empieza a dar miedo preguntar lobo juguetón.- Comentó la vampiresa mientras dejaba escapar una pequeña risita divertida.


Disfrutó de la merienda de una manera vanal, solo por hacer el paripé, bien hubiera preferido merendarse al encantador camarero que trajo los dulces que tanto enloquecían a ese licántropo que frente a ella se encontraba, lo que hizo que Arikel desde luego confirmase que había lobos para todos los gustos, asi como vampiros, era siempre algo curioso, se deleitó observando al lobo comer. Esprando pacientemente que terminara, deseaba  ver lo que el licántropo pudiera enseñarla, pues ya en la pelea vió lo bien que se manejaba en las peleas clandestinas. Que mostró sin duda que los frecuentaba, cuando terminó le siguió hasta el bosque, aunque se preguntó si era buena idea internarse en un bosque con un licántropo. -Creo que estoy literalmente metiendome en la boca del lobo, adentrandome en un bosque con un hombre lobo.- comentó Arikel dejando escapar una risa.


No lo echo en cuenta, confiaba quizá de mala idea en el licántropo, pero hasta ahora parecía un chico muy sincero, y no había motivo para desconfiar, observó como se quitaba la camisa y los zapatos, y ladeó la cabeza, observando eso y despues sonrió. -Uhmm...te lo tomas enserio...bien.- Comentó mientras imitó su postura, sabía del uso de espadas, y arco, pero en el cuerpo a cuerpo hacía siglos que no lo hacía, lo maximo era lanzarse contra la presa, engancharse como un koala y morder, él la incitó a golpearle. -Uhmm...esta bien...si me paso dimelo lobito..- Pidió la vampiresa, acortando distancia buscando el derechazo, y aunque iba fuerte, realmente no lo lanzó tanto, más para marcar que para buscar rodearlo, para alguien que era amable con ella, no lo iba a estropear con un puñetazo, demasiado fuerte, pero si bastante potente, no dejaba de ser una vampiresa de mil años a pesar de su aspecto de adolescente.

Una vampiresa de mil años enfrentándose a un lobo juguetón. Aquello era surrealista, pero no podía darle más igual. Esthia era un lobo atípico en muchos aspectos. No tenía perfil de alfa, no buscaba una compañera para tener una camada, no quería un territorio propio ni un estatus dominante. Pero tampoco era sumiso. Era un beta, un pretoriano. Uno de esos lobos que pelean junto a un lider al que han decidido seguir. Despreocupado, sin las responsabilidades de llevar una manada, porque no eran suyas, pero fuerte y dispuesto a defenderla con uñas y dientes, literalmente.

-Si he podido sobrevivir a un titán, creo que aguantaré, preciosa. No te cortes, eso le restaría diversión.

Encajó el golpe y se dejó caer hacia atrás, rodando por el suelo para amortiguar el impacto y tomar al tiempo un poco de distancia que le permitiera volver a armar su defensa. Se limpió la barbilla con el dorso de la mano.

-Umm, esto se pone interesante.

Se sirvió del juego de pies al que estaba acostumbrado en la arena para no estar quieto y lanzó un golpe certero hacia el estómago de la joven. No iba a dejarla sin respiración, después de todo. Ella no respiraba.