AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Construyendo lluvia | LIBRE
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Construyendo lluvia | LIBRE
Soy el que lleva el timón
El dueño de mi mar.
El dueño de mi mar.
Simplemente era un joven talento con pésimo, pero pésimo genio. A tan solo minutos de haber discutido con parte de sus familiares, decidió cortar todo tipo de conversación con un gran estruendo que dejó tras su espalda. La puerta se cerró con tanta fuerza que el resonar de aquel golpe alertó hasta los propios sentidos del brujo. ¿Que haría ahora? Caminaba sin rumbo y sin ideas en la cabeza. Simplemente dejó que sus pies buscasen sosiego en un limpio andar.
Estaba tenso, tan solo deseaba relajarse para así, regresar al hogar y solucionar el mal entendido que había provocado el mismo.
Tenía la extraña manía que controlar el clima, dónde se encontrara siempre jugaba con este acontecimiento para llevarlo a su favor. Ocasionalmente se le iba de las manos y terminaba armando un lío devastando caminos o provocando accidentes. Ni uno de ellos de forma intencional, pero dejar un juego que había manejado hace años se le hacía cada vez mas difícil.
Uno de estos accidentes se había producido durante aquella tarde, mismo que llegó a oídos de su tío quien no dudó en regañar al castaño como si de un infante que comente travesuras se tratase.
Pero para su mala suerte, se comporto como exactamente su cuidador deseaba, haciendo un berrinche y saliendo del lugar para esclarecer las ideas que debía dejar sobre la mesa, mas que nada, explicaciones.
Soñaba con grandes oportunidades mientras caminaba sin sentido, no tenía una real necesidad de vivir con parte de su "familia" pero permanecía allí por melancolía. Pateó un par de piedras cuando sintió como inconscientemente sus manos se abrían para provocar una ligera llovizna que acompañaba a su anatomía a lo que ya conocía perfectamente. El faro.
Cerca de éste lugar, y hace mucho años atrás había armado su propio hogar, una pequeña cabaña que tenía lo justo y necesario para un personaje, simplemente él. Pero cuando su mente estaba clara en que se perdería allí un par de días, el ruido de las olas llamó su atención he instintivamente dejó hilar su camino por el sendero que dejaba hacía el quebradero que rodeaba el magnifico faro.
Extendió tan solo una de sus manos, la meneó formando pequeños círculos con ésta observando encantado como el mar comenzaba a romper en fuertes oleadas contra las rocas. Se maravillaba por la fiereza de las olas, mientras la llovizna poco a poco comenzaba a tomar mucho más cuerpo, sintiendo como sus prendas se empapaban y múltiples gotas de lluvia bañaban su rostro.
- ¿Quien te crees que eres para armar este lío? - Recordó y repitió las palabras de su superior, sabía que debía controlar sus impulsos, pero no era muy fácil. Cerró sus manos en puños, dejando que la fuerte lluvia se detuviera y el mar encontrase nuevamente calma. Pero aún así, manteniendo una ligera briza nocturna que acompañaría su noche y la de quien fuese que estuviese observándolo ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Todo el camino?
- ¿Quien eres? - Inquirió sin desviar la vista del mar.
Lars Edermann- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 02/12/2017
Re: Construyendo lluvia | LIBRE
Los paseos a la luz de la luna siempre podía resultar gratificantes, el sonido del mar siempre era algo que podía relajar o encender las tormentas personales de quien fuera, la noche se había iniciado apacible, con el frio correspondiente y más al lado del mar, sintiendo como las olas al romper algunas gotitas conseguían llegar lo suficientemente lejos para notar la fria agua de manera leve, resultaba que el faro parecía un sitio bastante apacible, al menos por el momento. La rubia miraba hacía el mar mientras caminaba con cierta pesadez y pereza se podría decir, había sido una jornada dura y necesitaba tambien despejarse, por mucho que se divirtiera con sus que haceres del trabajo.
Olfateo repentinamente el aire, mientras inusualmente las fosas nasales le llegaba el olor del agua, y no provenía del mar, alzó sus claros ojos hacía el cielo, no se había dado cuenta antes de eso, pero todo indicaba que la lluvia se iba a hacer presente. Involuntariamente sacudió levemente la cabeza mientras alzaba la diestra comprovando la intensidad de la lluvia ahora bastante leve por el momento. Arrugó la nariz, ciertamente la lluvia no la gustaba mucho aunque en su lugar natal estas eran bastante frecuentes, dejó escapar un suspiro mientras observaba los alrededores del faro y el mar.
Giró sobre sus pasos mientras alzaba la cabeza, alguíen caminaba tambien por las proximidades, la percepción del aura le indicaba que no era una simple persona por allí paseando, olisqueo el aire captando el aroma de aquel hombre, miró de reojo hacía el cielo, preguntandose si ambas cosas estaban conectadas entre ellos. Simplemente fuera quizás por aburrimiento o por que la joven a veces resultaba excesivamente curiosa, empezó a seguir a aquella figura que dislumbraba disupesta a revelar el misterio que ahora se le había presentado si el hombre y la tormenta pudieran estar relacionados, ya que olía a esas habilidades que destilaban los brujos. Pero tambien sabía que había que tratar con cautela con ellos.
El mar empezaba a mostrarse mucho más bravo por segundos, con olas que rompían de manera violenta contra las rocas, sonando casí como truenos, la inglesa cambiante miró hacía el enfurecido mar que tanto poder de ira había desatado en cuestion de segundos. Yendra quedaba un poco incredula por la repentina ira del mar, y siguió su camino con curiosidad por aquella persona que cada vez tenía más claro que parecía el foco de todo eso, ya había visto algun que otro brujo, pero nunca los había visto en acción ciertamente, así que aunque conocía la habilidad de estos le era algo inquietante presenciarla.
Apretó los labios mientras le seguía, quizás en una meditación de como sería la forma más correcta de presentarse ante el intimidante poder que este estaba desatando, la lluvía empezó a cobrar mucha más fuerza y poder en ese instante, en cuestión de apenas unos segundos la cambiante estaba totalmente calada hasta los huesos, empezando a sentir el frio de estar absolutamente empapada, se cruzó de brazos para mantener con exito el calor corporal mientras se quedaba a pocos metros por detrás de aquel hombre al que solo veía la espalda, y poco más, se acercaba con cautela y lo más sigilosamente que pudo, aunque la tremenda lluvia hacía sus movimientos ligeramente más torpes.
Los azules ojos de Yendra se abrieron con sorpresa cuando aquel joven le habló, le resultó ligeramente perturbador pues el rato que le había estado siguiendo no había dado señal alguna de haberse girado a mirarla o que siquiera se hubiera estado perceptible para él. Yendra frunció levemente el ceño apretando los labios. Le había pillado absolutamente de sorpresa que la hubiera hablado de repente. -Hola, solo alguien que disfruta de...la ahora tormentosa noche.- Comentó la mujer, chasqueo la lengua mirando aun la espalda del susodicho. -Soy Yendra..- Se terminó de presentar finalmente, esperando que con un poco más de amabilidad el joven optase por lo mismo y se presentase, la rubia apretó un poco más su cruce de brazos para conservar el calor ya que estaba absolutamente empapada hasta los huesos por la lluvía. -¿Tratando de poner en orden tus pensamientos?- Inquirió de manera cordial no obstante, buscando ser lo más agradable posible, pues olía debido a su condición el turbio humor que ahora envolvia a aquel hombre.
Olfateo repentinamente el aire, mientras inusualmente las fosas nasales le llegaba el olor del agua, y no provenía del mar, alzó sus claros ojos hacía el cielo, no se había dado cuenta antes de eso, pero todo indicaba que la lluvia se iba a hacer presente. Involuntariamente sacudió levemente la cabeza mientras alzaba la diestra comprovando la intensidad de la lluvia ahora bastante leve por el momento. Arrugó la nariz, ciertamente la lluvia no la gustaba mucho aunque en su lugar natal estas eran bastante frecuentes, dejó escapar un suspiro mientras observaba los alrededores del faro y el mar.
Giró sobre sus pasos mientras alzaba la cabeza, alguíen caminaba tambien por las proximidades, la percepción del aura le indicaba que no era una simple persona por allí paseando, olisqueo el aire captando el aroma de aquel hombre, miró de reojo hacía el cielo, preguntandose si ambas cosas estaban conectadas entre ellos. Simplemente fuera quizás por aburrimiento o por que la joven a veces resultaba excesivamente curiosa, empezó a seguir a aquella figura que dislumbraba disupesta a revelar el misterio que ahora se le había presentado si el hombre y la tormenta pudieran estar relacionados, ya que olía a esas habilidades que destilaban los brujos. Pero tambien sabía que había que tratar con cautela con ellos.
El mar empezaba a mostrarse mucho más bravo por segundos, con olas que rompían de manera violenta contra las rocas, sonando casí como truenos, la inglesa cambiante miró hacía el enfurecido mar que tanto poder de ira había desatado en cuestion de segundos. Yendra quedaba un poco incredula por la repentina ira del mar, y siguió su camino con curiosidad por aquella persona que cada vez tenía más claro que parecía el foco de todo eso, ya había visto algun que otro brujo, pero nunca los había visto en acción ciertamente, así que aunque conocía la habilidad de estos le era algo inquietante presenciarla.
Apretó los labios mientras le seguía, quizás en una meditación de como sería la forma más correcta de presentarse ante el intimidante poder que este estaba desatando, la lluvía empezó a cobrar mucha más fuerza y poder en ese instante, en cuestión de apenas unos segundos la cambiante estaba totalmente calada hasta los huesos, empezando a sentir el frio de estar absolutamente empapada, se cruzó de brazos para mantener con exito el calor corporal mientras se quedaba a pocos metros por detrás de aquel hombre al que solo veía la espalda, y poco más, se acercaba con cautela y lo más sigilosamente que pudo, aunque la tremenda lluvia hacía sus movimientos ligeramente más torpes.
Los azules ojos de Yendra se abrieron con sorpresa cuando aquel joven le habló, le resultó ligeramente perturbador pues el rato que le había estado siguiendo no había dado señal alguna de haberse girado a mirarla o que siquiera se hubiera estado perceptible para él. Yendra frunció levemente el ceño apretando los labios. Le había pillado absolutamente de sorpresa que la hubiera hablado de repente. -Hola, solo alguien que disfruta de...la ahora tormentosa noche.- Comentó la mujer, chasqueo la lengua mirando aun la espalda del susodicho. -Soy Yendra..- Se terminó de presentar finalmente, esperando que con un poco más de amabilidad el joven optase por lo mismo y se presentase, la rubia apretó un poco más su cruce de brazos para conservar el calor ya que estaba absolutamente empapada hasta los huesos por la lluvía. -¿Tratando de poner en orden tus pensamientos?- Inquirió de manera cordial no obstante, buscando ser lo más agradable posible, pues olía debido a su condición el turbio humor que ahora envolvia a aquel hombre.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
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Re: Construyendo lluvia | LIBRE
Había detenido sus impulsos, el mar se encontraba en calma y la lluvia ya era parte de un recuerdo de aquella pelea minutos atrás. Sus labios serenos y la mirada perdida, así se mantenía bajo la expectante atención que dejaba en el personaje que seguía sigilosamente sus pasos. No tenía miedo, tan solo curiosidad, a la perfección podría manejar todo tipo de problema o peligro que lo rodease. Suspiró mientras la brisa dejaba que su cabello repartiera gotas por doquier y ante la suavidad de una voz femenina, no pudo hacer más que dar vuelta dentro de su propio metro cuadrado un tanto sorprendido de encontrarse con una mujer a altas horas de la noche y en especial en ese lugar.
Sin deseos de parecer engreído tuvo la necesidad de observar a la rubia de pies a cabezas, dejando en claro que la humedad de sus prendas se debía justamente a lo que el mismo había provocado — Señorita, las tormentas no se disfrutan, se esquivan… hay que alejarse de ellas — Murmuró, manteniendo aún la lejanía correspondiendo que merecía la fémina frente a sus ojos.
No evito fruncir el puente de su nariz tras un extraño sentimiento de culpabilidad. Podría pescar un resfrío, tal vez de esas epidemias o quizás que cosa más por consecuencia de la humedad de su ropa. Unió sus propias manos y tronando sus dedos asintió ante la presentación de la mujer.
—Mi nombre es Marco, no sé si corresponde decir que es un gusto conocerla, en estas condiciones no creo que sea un gusto para usted toparse conmigo… o para cualquiera — Sinceró, pues aún mantenía en su cabeza la cólera, sus dientes se presionaban entre sí tensando mucho más su mandíbula y dejando que sus facciones se vieran duras y poco amigables. Presionó sus manos en puños, sintiendo como un par de truenos se replegaban en los cielos alertando a sus instintos. A eso se refería su tío cuando mencionaba que pronto todo se le iría de las manos.
Observó a la rubia, sabía que ni uno de los dos estaban en peligro, pero aún así caminando en su dirección, se tomó el atrevimiento de sujetar su antebrazo he intentar dejar atrás su mal estado para inspirar al menos un poco de confianza — Sonará extraño… pero aquello no lo puedo controlar y lo siento, ¿Le parece si le presto un par de prendas secas? Tengo una caballa a un par de pasos de éste lugar… si mi presencia le incomoda, podría dejarla entrar y que se cambie mientras la espero afuera —
Si algo había rescatado de su crianza, era el respeto único por las mujeres.
Sin deseos de parecer engreído tuvo la necesidad de observar a la rubia de pies a cabezas, dejando en claro que la humedad de sus prendas se debía justamente a lo que el mismo había provocado — Señorita, las tormentas no se disfrutan, se esquivan… hay que alejarse de ellas — Murmuró, manteniendo aún la lejanía correspondiendo que merecía la fémina frente a sus ojos.
No evito fruncir el puente de su nariz tras un extraño sentimiento de culpabilidad. Podría pescar un resfrío, tal vez de esas epidemias o quizás que cosa más por consecuencia de la humedad de su ropa. Unió sus propias manos y tronando sus dedos asintió ante la presentación de la mujer.
—Mi nombre es Marco, no sé si corresponde decir que es un gusto conocerla, en estas condiciones no creo que sea un gusto para usted toparse conmigo… o para cualquiera — Sinceró, pues aún mantenía en su cabeza la cólera, sus dientes se presionaban entre sí tensando mucho más su mandíbula y dejando que sus facciones se vieran duras y poco amigables. Presionó sus manos en puños, sintiendo como un par de truenos se replegaban en los cielos alertando a sus instintos. A eso se refería su tío cuando mencionaba que pronto todo se le iría de las manos.
Observó a la rubia, sabía que ni uno de los dos estaban en peligro, pero aún así caminando en su dirección, se tomó el atrevimiento de sujetar su antebrazo he intentar dejar atrás su mal estado para inspirar al menos un poco de confianza — Sonará extraño… pero aquello no lo puedo controlar y lo siento, ¿Le parece si le presto un par de prendas secas? Tengo una caballa a un par de pasos de éste lugar… si mi presencia le incomoda, podría dejarla entrar y que se cambie mientras la espero afuera —
Si algo había rescatado de su crianza, era el respeto único por las mujeres.
Lars Edermann- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/12/2017
Re: Construyendo lluvia | LIBRE
La cambiante le observaba con avidez, inspecionandolo, ciertamente le daba la sensación de que ahora mismo tenía el humor notablemente turbiado por algo que posiblemente le tenía enojado, no iba a preguntar por ello de momento, solo se dedicaba a observar al hechicero olfateandole en la medida de lo posible, los hechiceros tenían gran poder y lo estaba comprobando con sus propios ojos, le observó y elevó la vista durante unos instantes al enfurecido cielo. -Bueno...eso se debe a que cuando paseaba en la noche aun no llovía, y no olí lluvia previamente, igual fue demasiado despiste por mi parte.- Comentó de manera desenfadada, no le iba a culpar de la tormenta claro estaba, pero lo mismo que ella notaba la naturaleza y el aura de él, se imaginó o al menos intuyó que él tambien lo sabia. Era tambien sabido que los cambiantes solían conectar algo mejor con los hechiceros que con otras criaturas como vampiros o licántropos.
Por un segundo le pareció creer que aquel hombre se sentía culpable de lo ocurrido, cosa que extraño de sobre manera a la cambiante, que seguía mirandole ligeramente encogida mientras notaba las gotas de lluvía mojar su rostro, a los felinos no les solía gustar el agua, aunque los jaguares eran buenos pescadores y esa parte era una pieza de su propia naturaleza, aun así no le era del todo agradable, y menos si sentía el frio irrumpir en ella. Más no pudo evitar dibujar una sonrisa sincera cuando el joven hechicero finalmente se presentó, de una forma bastante encantadora. -El tiempo no influye en encontrarte con aire agradable o no...de momento creo que usted es bastante agradable.- Dijo con un tono afable, invitando a la cordialidad, quizás buscando arrancar una sonrisa en el semblante de aquel hechicero que parecía su turbio humor y el tiempo iban correspondientemente de la mano.
Dió un pequeño sobresalto cuando el sonido de los truenos retumbaron, no pudo evitar soltar un felino bufido y retroceder unos pasos inquietamente, respiró hondo buscando la calma, le inquietaban los truenos, un comportamiento demasiado animal por su lado, a veces su naturaleza salvaje estaba demasiado presente, y no podía remediarlo, apretó algo los brazos en el cruce de este y trato de mantener la compostura, pero entre el estar empapada por la lluvia y el frio la rubia muchacha no pudo evitar temblar de manera descontrolada debido al frio que sentía, le miró tratando de que no se preocupara por ello, pero fue en vano. El tiritar de la muchacha era evidente, y tambien a que era debido.
Dió un resoplido sonoro cuando el joven se atrevió a acercarse y tomarle del brazo, normalmente la cambiante no era nada asustadiza, pero no podía evitar mostrar ese lado cuando estaba con otro sobrenatural. Más Yendra esbozó una sonrisa ligeramente nerviosa, pero buscó la calma, miró la caseta mencionada por el hechicero y despues a él. -No se preocupe.- Dijo refiriendose a los truenos, mientras se encogía intentando controlar el temblor de frio, más la invitación del joven le sorprendió. -Oh, no te puedes quedar fuera con esta lluvia, supongo que los dos cabremos hay dentro, como puede ver soy bajita y no ocupo mucho espacio.- Dijo añadiendo algo de humor a la situación, mientras miraba su calada ropa. -Creo que con un abrigo algo seco recuperaré el calor...generalmente no me cuesta volver a entrar en calor.- Aseguró mientras dejaba poner rumbo a dicho lugar, refugiarse un poco de la lluvia y alejar la mojada y ahora pesada prenda que le daba frio. -¿Que es lo que turbia tu humor?-Se atrevió finalmente a preguntar, aunque entendería que el hechicero se volviera algo mordaz.
Por un segundo le pareció creer que aquel hombre se sentía culpable de lo ocurrido, cosa que extraño de sobre manera a la cambiante, que seguía mirandole ligeramente encogida mientras notaba las gotas de lluvía mojar su rostro, a los felinos no les solía gustar el agua, aunque los jaguares eran buenos pescadores y esa parte era una pieza de su propia naturaleza, aun así no le era del todo agradable, y menos si sentía el frio irrumpir en ella. Más no pudo evitar dibujar una sonrisa sincera cuando el joven hechicero finalmente se presentó, de una forma bastante encantadora. -El tiempo no influye en encontrarte con aire agradable o no...de momento creo que usted es bastante agradable.- Dijo con un tono afable, invitando a la cordialidad, quizás buscando arrancar una sonrisa en el semblante de aquel hechicero que parecía su turbio humor y el tiempo iban correspondientemente de la mano.
Dió un pequeño sobresalto cuando el sonido de los truenos retumbaron, no pudo evitar soltar un felino bufido y retroceder unos pasos inquietamente, respiró hondo buscando la calma, le inquietaban los truenos, un comportamiento demasiado animal por su lado, a veces su naturaleza salvaje estaba demasiado presente, y no podía remediarlo, apretó algo los brazos en el cruce de este y trato de mantener la compostura, pero entre el estar empapada por la lluvia y el frio la rubia muchacha no pudo evitar temblar de manera descontrolada debido al frio que sentía, le miró tratando de que no se preocupara por ello, pero fue en vano. El tiritar de la muchacha era evidente, y tambien a que era debido.
Dió un resoplido sonoro cuando el joven se atrevió a acercarse y tomarle del brazo, normalmente la cambiante no era nada asustadiza, pero no podía evitar mostrar ese lado cuando estaba con otro sobrenatural. Más Yendra esbozó una sonrisa ligeramente nerviosa, pero buscó la calma, miró la caseta mencionada por el hechicero y despues a él. -No se preocupe.- Dijo refiriendose a los truenos, mientras se encogía intentando controlar el temblor de frio, más la invitación del joven le sorprendió. -Oh, no te puedes quedar fuera con esta lluvia, supongo que los dos cabremos hay dentro, como puede ver soy bajita y no ocupo mucho espacio.- Dijo añadiendo algo de humor a la situación, mientras miraba su calada ropa. -Creo que con un abrigo algo seco recuperaré el calor...generalmente no me cuesta volver a entrar en calor.- Aseguró mientras dejaba poner rumbo a dicho lugar, refugiarse un poco de la lluvia y alejar la mojada y ahora pesada prenda que le daba frio. -¿Que es lo que turbia tu humor?-Se atrevió finalmente a preguntar, aunque entendería que el hechicero se volviera algo mordaz.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: Construyendo lluvia | LIBRE
Aún tenía en su mente los líos que se había ganado por seguir ideas de su cabeza que a veces eran completamente ilógicas. Detestaba el hecho de tener que dejar caer la razón en manos de su tío que no perdía oportunidad en recalcar lo infante que solía ser en cierta oportunidades donde su magia era la más valiosa para salvar los momentos. Caía en errores simples, pero la gran parte del tiempo controlaba bastante bien sus movimientos y sorprendía hasta a los más avezados conocedores de la hechicería. Pero asumía que era familia, y que por más triunfos que tuviese, éstos se inclinarían por los desastres, simplemente para hacer de éste personaje uno ejemplar.
De momento se vio dejando de lado lo que formaba enredos en su pensar, tenía la vista fija en aquella rubia, aquella visita que no esperaba que aunque no fuese su intención, logró desviar sus prioridades en lo que lamentaba había sido una noche muy agradable para ella.
Se dio la oportunidad de reír en algún instante ¿Estaba acaso siendo demasiado exagerado? ¿Sobrepasaba su cuidado por unas gotas de más? Se negó ante aquello, pues el menudo cuerpo de la mujer se movía en tiritones. Quizás si lograba exagerar en ofrecer cuidados, pero asumía tan bien como lo haría cualquiera, que no era agradable andar por las calles de parís, por los bosques, por senderos o cerca del faro con las prendas mojadas. De nueva cuenta sonrió, recordando ésta vez la comodidad que le generaba la lluvia, podría ser desde la protección de un hogar, bajo la copa de los árboles o humedeciendo sus ropas. El clima y él solían ser compañeros que marcaban noches peculiares.
— Si, por supuesto que ambos cabemos en la cabaña, pero solo le daba opciones para asegurar que me acompañaría, pues no se me haría fácil y dejarla aquí en medio de la noche — Murmuró, interrumpiendo sus siguientes comentarios con un aullido que floreció de los labios de su compañera como respuesta a los truenos que azotaban aún los cielos. Enarcó una de sus cejas y poniendo mucha más atención a la mujer, sospechó de algo extraño. Algo que probablemente haya sido el botón principal que lo había empujado a brindarle ayuda. El hechicero no delataría su estado, suponía o por ahora, quería suponer que era una chica normal, situada en el momento equivocado.
Liberó su antebrazo de aquel suave agarre que solo se había dado para llamar su atención. Comenzó a caminar a su lado mientras pensaba dos o tres veces la respuesta más sincera — Lo cierto es qué… tengo cierto imán para hacer idioteces en los momentos menos esperados, podría causarle daño a alguien, lo sé… ¿Pero has sentido que algo dentro de ti ruge por la necesidad de llevar a cabo ideas alocadas? — Murmuró, intento expresar como la magia buscaba salir por cada rincón de su anatomía — Que me repriman esas necesidades me llenan asquean, y me dejan acá, observando como el mar se revela de forma tormentosa e impresionante— Sinceró, llegando a la puerta de aquella cabaña, dejando que la mujer entrase antes de él.
Cerró la puerta a sus espaldas y quitándose rápidamente la chaqueta completamente empapada, caminó hasta la habitación que estaba a menos de un metro de la estancia para sacar camisas secas para la mujer — ¿A usted que la trae paseando tan tarde y por estos lugares tan desiertos? — Preguntaba interesado en saber, pues la sospecha de saber que ocultaba la mujer, crecía a cada segundo.
De momento se vio dejando de lado lo que formaba enredos en su pensar, tenía la vista fija en aquella rubia, aquella visita que no esperaba que aunque no fuese su intención, logró desviar sus prioridades en lo que lamentaba había sido una noche muy agradable para ella.
Se dio la oportunidad de reír en algún instante ¿Estaba acaso siendo demasiado exagerado? ¿Sobrepasaba su cuidado por unas gotas de más? Se negó ante aquello, pues el menudo cuerpo de la mujer se movía en tiritones. Quizás si lograba exagerar en ofrecer cuidados, pero asumía tan bien como lo haría cualquiera, que no era agradable andar por las calles de parís, por los bosques, por senderos o cerca del faro con las prendas mojadas. De nueva cuenta sonrió, recordando ésta vez la comodidad que le generaba la lluvia, podría ser desde la protección de un hogar, bajo la copa de los árboles o humedeciendo sus ropas. El clima y él solían ser compañeros que marcaban noches peculiares.
— Si, por supuesto que ambos cabemos en la cabaña, pero solo le daba opciones para asegurar que me acompañaría, pues no se me haría fácil y dejarla aquí en medio de la noche — Murmuró, interrumpiendo sus siguientes comentarios con un aullido que floreció de los labios de su compañera como respuesta a los truenos que azotaban aún los cielos. Enarcó una de sus cejas y poniendo mucha más atención a la mujer, sospechó de algo extraño. Algo que probablemente haya sido el botón principal que lo había empujado a brindarle ayuda. El hechicero no delataría su estado, suponía o por ahora, quería suponer que era una chica normal, situada en el momento equivocado.
Liberó su antebrazo de aquel suave agarre que solo se había dado para llamar su atención. Comenzó a caminar a su lado mientras pensaba dos o tres veces la respuesta más sincera — Lo cierto es qué… tengo cierto imán para hacer idioteces en los momentos menos esperados, podría causarle daño a alguien, lo sé… ¿Pero has sentido que algo dentro de ti ruge por la necesidad de llevar a cabo ideas alocadas? — Murmuró, intento expresar como la magia buscaba salir por cada rincón de su anatomía — Que me repriman esas necesidades me llenan asquean, y me dejan acá, observando como el mar se revela de forma tormentosa e impresionante— Sinceró, llegando a la puerta de aquella cabaña, dejando que la mujer entrase antes de él.
Cerró la puerta a sus espaldas y quitándose rápidamente la chaqueta completamente empapada, caminó hasta la habitación que estaba a menos de un metro de la estancia para sacar camisas secas para la mujer — ¿A usted que la trae paseando tan tarde y por estos lugares tan desiertos? — Preguntaba interesado en saber, pues la sospecha de saber que ocultaba la mujer, crecía a cada segundo.
Lars Edermann- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/12/2017
Re: Construyendo lluvia | LIBRE
La cambiante caminaba al lado del joven mientras avanzaban de camino a la caseta donde podría encontrar algo más seca y resguardarse del frio que ahora se apoderaba de ellos, sobre todo por la humedad que ahora les corroía por las prendas mojadas, ladeó la cabeza mientras le escuchaba hablar, de hecho en un momento de la conversación una leve sonrisa, esa pregunta de dejarse llevar por ideas alocadas, desde luego el chico no sabía con quien estaba tratando. -Si, conozco esa sensación muy bien, a veces me siento como la reina de los problemas. - Confesó de manera divertida, no había motivo de primeras para desconfiar en el hechicero que ante ella se encontraba, hasta ahora estaba siendo muy amable.
Sin duda esas palabras del chico rezumbaron en los oidos de la cambiante, que si por si el aura no le había revelado ya lo que era, esas palabras desde luego si que lo hacían. Yendra ladeó la cabeza mirandole de cierta dulce forma, mientras fue ahora ella quien decidió dar un movimiento confiado dando unas palmadas en el brazo del joven para consolarlo, aunque ella no entendía de magia, si bien era una verdad veridica que los cambiantes se solían sentir más comodos con brujos que con otros sobrenaturales con los que rara vez conseguía congeniar, y solía provocarse una tensión bastante forzada, los vampiros los odiaba realmente, hombres lobo no eran de su agrado, pero simplemente Yendra tercía a ser más piadosa con las bestias. -Quizás desahogarte es lo mejor, sinceramente...aunque eso incluya estar empapados.- Bromeó para quitar cierto hierro al asunto, suspiró y entró primera en la cabaña como permitió el hechicero.
Yendra se quitó el abrigo chorreando y el gorro, dejando que la platina cabellera se mostrase alborotada por la hunedad, la cambiante se hizo una rapida trenza para escurrir el agua que le mojaba mientras miraba al hechicero sonriendole, este parecía sentir curiosidad, si bien aun era experto parecía no ver el aura de la rubia felina, que buscaba ahora calor. -Me gusta pasear por las noches, es cuando más tiempo libre tengo, solo poner en orden los pensamientos y buscar tranquilidad con el sonido del mar.- Comentó con calma, mientras observaba al chico, su primer instinto era olfatearle, pero lo hacía con el suficiente disimulo, para no levantar sospechas y sobre todo incomodidad en quien delante tenía.
Se sentó para observar a Marco mientras ladeaba la cabeza - Soy circense, y a veces necesito alejarme un poco de los ruidos, y del capataz antes de cometer homicidio.- Dijo a modo broma, aunque quizas no tan broma como podía parecer en un principio. Aunqe mentiría si dijera que a veces tenía ganas de convertirse en tigre y devorar literalmente a su capataz, pero no podía, o mejor dicho no debería, asi que sí, se podia decir que comprendía bastante bien el caso que el joven le exponía, sonrió observandole esperando que él hablase tambien un poco de sí mismo para conocerse un poco más.
Sin duda esas palabras del chico rezumbaron en los oidos de la cambiante, que si por si el aura no le había revelado ya lo que era, esas palabras desde luego si que lo hacían. Yendra ladeó la cabeza mirandole de cierta dulce forma, mientras fue ahora ella quien decidió dar un movimiento confiado dando unas palmadas en el brazo del joven para consolarlo, aunque ella no entendía de magia, si bien era una verdad veridica que los cambiantes se solían sentir más comodos con brujos que con otros sobrenaturales con los que rara vez conseguía congeniar, y solía provocarse una tensión bastante forzada, los vampiros los odiaba realmente, hombres lobo no eran de su agrado, pero simplemente Yendra tercía a ser más piadosa con las bestias. -Quizás desahogarte es lo mejor, sinceramente...aunque eso incluya estar empapados.- Bromeó para quitar cierto hierro al asunto, suspiró y entró primera en la cabaña como permitió el hechicero.
Yendra se quitó el abrigo chorreando y el gorro, dejando que la platina cabellera se mostrase alborotada por la hunedad, la cambiante se hizo una rapida trenza para escurrir el agua que le mojaba mientras miraba al hechicero sonriendole, este parecía sentir curiosidad, si bien aun era experto parecía no ver el aura de la rubia felina, que buscaba ahora calor. -Me gusta pasear por las noches, es cuando más tiempo libre tengo, solo poner en orden los pensamientos y buscar tranquilidad con el sonido del mar.- Comentó con calma, mientras observaba al chico, su primer instinto era olfatearle, pero lo hacía con el suficiente disimulo, para no levantar sospechas y sobre todo incomodidad en quien delante tenía.
Se sentó para observar a Marco mientras ladeaba la cabeza - Soy circense, y a veces necesito alejarme un poco de los ruidos, y del capataz antes de cometer homicidio.- Dijo a modo broma, aunque quizas no tan broma como podía parecer en un principio. Aunqe mentiría si dijera que a veces tenía ganas de convertirse en tigre y devorar literalmente a su capataz, pero no podía, o mejor dicho no debería, asi que sí, se podia decir que comprendía bastante bien el caso que el joven le exponía, sonrió observandole esperando que él hablase tambien un poco de sí mismo para conocerse un poco más.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
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