Bajo la lluvia [Libre]

por **Branco Cafiero** Miér Ene 17, 2018 12:16 pm

Decidí que hacía una tarde perfecta para ir a entrenar al bosque después de largos días en los que la búsqueda de mi alfa por las callejuela de París no había dado el resultado que esperaba. El cielo estaba totalmente encapotado y lo más probable era que terminase lloviendo en cuestión de horas, lo que me otorgaría de la intimidad que necesitaba para llevar a cabo mi entrenamiento.

Abandoné la habitación del hotel donde me alojaba por el momento, hasta que encontrase una vivienda adecuada a mis necesidades, tomando mi montura para dirigirme hasta ese lugar que me liberaría de las tensiones acumuladas durante el resto de la semana. Una fructífera semana en la que había encontrado alguna pista que podría llevarme a terminar en breve mi misión, y algún que otro encargo extra que todavía tenía que ultimar. Era por ello que me pareció apropiado buscar un lugar donde retomar el contacto con mis armas.

No tardé en encontrar un sendero levemente marcado que me introducía hasta las profundidades del bosque, y más animado por poder aspirar aire limpio continué por él. Envuelto por la tranquilidad que aquel lugar me otorgaba, llegué hasta un pequeño claro que me pareció idóneo para empezar. Tras desmontar dejé a mi corcel a un lado, quitándome la camisola que dejé en una de las alforjas y tomando mi espada bastarda comencé a blandirla con lentos movimientos, que cortaban el aire a su paso, moviendo los pies despacio mientras trazada círculos a mí alrededor.

Estuve largo tiempo con esta tarea, convirtiendo los movimientos cada vez más rápidos, más certeros, hasta que quedé satisfecho con la velocidad adquirida. La humedad provocada por la proximidad de la noche comenzaba a hacerse latente, hecho que agradecía sobre mi piel que permanecía a una temperatura superior a lo normal por la proximidad de la luna llena.

Busqué con la mirada un árbol que me sirviese para mi propósito antes de continuar con mi entrenamiento, y una vez localizado clavé en el tronco de este una manzana que llevaba en la alforja. Alejándome la distancia suficiente para que acertar en el blanco supusiese un reto, me giré para continuar con la prueba cuando escuché un extraño sonido detrás de la maleza que se encontraba a mis espaldas.

-¿Quién anda ahí?- pregunté de forma tosca, preparado para defenderme ante un posible ataque de algún cazador. Lo extraño es que no conseguía distinguir bien el aura del ser que me observaba desde la distancia.

por **Catalina Visconti** Miér Ene 17, 2018 1:35 pm

La joven duquesa estaba montando a caballo, una afición secreta que tenía que desde muy pequeña hacía a espaldas de su padre pues este no quería que ella se distrajera, aunque eso daba igual ahora que su padre estaba muerto. Lady Catalina siguió galopando y galopando mientras las lágrimas caían por sus mejillas con el recuerdo de su padre, y un zorro asustó al caballo haciendo caer a la Duquesa al suelo haciéndose daño en la espalda. -¡Mierda!- Pensó la chica poniéndose de pie, su caballo se había ido.

La castaña se movió y comenzó a caminar. Al menos no se había hecho daño, lo malo es que estaba bastante perdida, pero parecía una zona que era bastante transitada y todo el mundo ayudaría a una chica con tan buenas ropas de montar.
La mirada perdida de la duquesa fue a parar hasta un joven. -Hora de usar lo que te enseñaron para seducir a un hombre, tal vez así te ayude.- Pensaba la joven duquesa, normalmente si se ponía en plan encantador todos le ayudaban en Italia, no sabía si en París eso cambiaría, pero lo intentaría igualmente.

—Hola, amable señor.— Dijo la joven que instintivamente se llevo la mano al cuello tocando su colgante Ruso. Esperaba que no fuera un ladrón pues llevaba un arma.—No... no quiero problemas, simplemente... caí del caballo y necesito ayuda...
por favor.— La joven dio un traspié y cayó haciéndose daño en la pierna. -¡Maldita sea... siempre me hago daño en el pie!- Pensó triste pues era la segunda vez en un año.

por **Branco Cafiero** Mar Ene 23, 2018 12:55 pm

Mi ceja enarcada y una jovial sonrisa dibujada en mi desconcertado rostro, fueron las señales inequívocas de que lo que menos esperaba encontrarme en aquella zona del bosque y más estando a punto de anochecer, era a una joven humana vestida de una forma tan curiosa. Hubiese jurado que su atuendo era el adecuado para montar a caballo, pero entonces ¿por qué iba paseando en lugar de ir galopando sobre un noble corcel? Negué con la cabeza admitiendo que jamás entendería a las mujeres, y que lo mejor siempre sería darles la razón para que no me declarasen una guerra apocalíptica por no comprenderlas.

Asentí con la cabeza cuando la muchacha comenzó a relatarme su historia, con lo cual todo empezaba a tener. Claro que el hecho de que hubiese salido a montar y se hubiese quedado sin montura no dejaba de resultar ciertamente gracioso. Me sentí un tanto culpable cuando suplicó que no quería tener problemas; tal vez había sido un poco tosco a la hora de preguntar quién se hallaba observándome, pero tenía que apuntar en mi defensa que jamás pensé que sería una hermosa joven.- Buenas noches….No se preocupe, bambina. Le ayudaré a volver al camino.- afirmé acercándome despacio hacia ella, esperando que no se asustase por mi acercamiento.

Más cuando vi como tropezaba y caía al suelo de una forma un tanto estrambótica, lancé sin mirar la daga que portaba todavía en la mano hacia la manzana del árbol, acertando de pleno en el blanco.- ¿Estáis bien?- pregunté preocupado al arrodillarme a su lado y observar que sus manos se dirigían a la pierna, probablemente siendo la zona que se había lastimado con el golpe.

- Si me lo permitís, os puedo coger en brazos para acercaos a mi montura que la tengo allí sujeta.- confirmé señalando con la cabeza el lugar donde descansaba mi caballo, y que se encontraba a unos 50 metros de distancia. Podía entender que la joven se mostrase reticente a que la tocara, puesto además de que llevaba el torso descubierto era un total desconocido, más si ella se había lastimado el pie, no podría caminar hasta allí sola.- En las alforjas tengo útiles para inmovilizarle el tobillo y que la lesión no vaya a más, ¿Qué me dice?

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