AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bajo la lluvia
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Bajo la lluvia
Sonaron tres campanadas y entonces supe que ya eran las seis de la tarde. Las carrozas pasaban por la calle empedrada, sonando con el choque constante de las patas de los caballos y las voces de las mujeres que rozaban el aire. Un hombre que caminaba frente a mi cortejaba a una joven debutante, quien se sonrojaba cada vez que éste le decía un cumplido. Podía ver también una perfumería abierta. Una mujer con guantes de satén dejaba al perfumero probarle una de sus creaciones y, por su expresión, pude deducir que le encantaba su fragancia.
Las calles parisinas siempre estaban atestadas de gente que caminaba hacia rumbos que yo desconocía. Las mujeres, por lo regular, se paseaban con sus vestidos nuevos y entraban en perfumerías o boutiques. Los hombres, por otro lado, se dirigían a sus empleos. Niños y niñas jugaban y algunos viejos descansaban.
Yo nadamás caminaba sin un punto fijo. Nadie se me acercaba y era de esperarse. ¿Quién querría hablar con una gitana?
El cielo que, desde la mañana había estado despejado y muy soleado, se veía cubierto de una nubes grisáceas que presagiaban la lluvia que azotaría el lugar en unos cuantos minutos. Pensé tener tiempo para seguir caminando pero de repente las gotas de agua cayeron sobre la gente en cuestión de nada. La gente que se encontraba cerca de algún establecimiento entró en él para resguardarse. Los hombres corrían agarrando sus sombreros para que estos no volaran con el aire.
La lluvia primero fue ligera, luego comenzó a hacerse más fuerte. Me quité un pedazo de tela que tenía en mi cintura y con ella me cubrí la cabeza. Pero no era suficiente.
Me acerqué a lo que parecía ser una boticaria, no había mucha gente dentro y pensé que sería un buen lugar para entrar. Corrí con mis pies descalzos hacia la entrada, pero entonces el dependiente se puso frente a ella.
- No puedes pasar
- ¿Por qué no?
- Porque esta es mi tienda y yo digo que no entras
- ¡Pero la lluvia me va a mojar toda! Nadamás será un rato y yo…
- No
Y cerró la puerta en mis narices. El cabello ya empapado se me comenzaba a pegar en la cara al igual que la ropa. Corrí hacia la otra calle donde estaba un restaurante. Quise entrar pero fue la misma historia e incluso esta vez me agarraron de un brazo y me sacaron. Comencé a sentir frío. Entonces pude ver un puente de piedra que cruzaba el río. La lluvia estaba recia y apenas me dejaba correr debido a que las rocas se volvían resbalosas con el agua. Llegué al puente y me senté debajo. Estaba seco pero lo mojadas que estaban mis prendas hacían que sintiera como si me hubieran metido en un balde de agua helada. Me exprimí el cabello y la falda que escurría. Luego contraje mis piernas, las envolví con mis brazos y recargué mi barbilla en mis rodillas, todo para mantener el calor.
Maldita gente rica, por su culpa se me estaban helando los huesos.
Las calles parisinas siempre estaban atestadas de gente que caminaba hacia rumbos que yo desconocía. Las mujeres, por lo regular, se paseaban con sus vestidos nuevos y entraban en perfumerías o boutiques. Los hombres, por otro lado, se dirigían a sus empleos. Niños y niñas jugaban y algunos viejos descansaban.
Yo nadamás caminaba sin un punto fijo. Nadie se me acercaba y era de esperarse. ¿Quién querría hablar con una gitana?
El cielo que, desde la mañana había estado despejado y muy soleado, se veía cubierto de una nubes grisáceas que presagiaban la lluvia que azotaría el lugar en unos cuantos minutos. Pensé tener tiempo para seguir caminando pero de repente las gotas de agua cayeron sobre la gente en cuestión de nada. La gente que se encontraba cerca de algún establecimiento entró en él para resguardarse. Los hombres corrían agarrando sus sombreros para que estos no volaran con el aire.
La lluvia primero fue ligera, luego comenzó a hacerse más fuerte. Me quité un pedazo de tela que tenía en mi cintura y con ella me cubrí la cabeza. Pero no era suficiente.
Me acerqué a lo que parecía ser una boticaria, no había mucha gente dentro y pensé que sería un buen lugar para entrar. Corrí con mis pies descalzos hacia la entrada, pero entonces el dependiente se puso frente a ella.
- No puedes pasar
- ¿Por qué no?
- Porque esta es mi tienda y yo digo que no entras
- ¡Pero la lluvia me va a mojar toda! Nadamás será un rato y yo…
- No
Y cerró la puerta en mis narices. El cabello ya empapado se me comenzaba a pegar en la cara al igual que la ropa. Corrí hacia la otra calle donde estaba un restaurante. Quise entrar pero fue la misma historia e incluso esta vez me agarraron de un brazo y me sacaron. Comencé a sentir frío. Entonces pude ver un puente de piedra que cruzaba el río. La lluvia estaba recia y apenas me dejaba correr debido a que las rocas se volvían resbalosas con el agua. Llegué al puente y me senté debajo. Estaba seco pero lo mojadas que estaban mis prendas hacían que sintiera como si me hubieran metido en un balde de agua helada. Me exprimí el cabello y la falda que escurría. Luego contraje mis piernas, las envolví con mis brazos y recargué mi barbilla en mis rodillas, todo para mantener el calor.
Maldita gente rica, por su culpa se me estaban helando los huesos.
Mikalya Tanvir- Gitano
- Mensajes : 160
Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: Bajo la lluvia
Podía dibujar a la perfección dentro de la carroza, mis piernas estaba cruzadas varonilmente, mi diario estaba sobre mi pierna, mi mano derecha sostenía un grueso lápiz de madera, donde entro de ella había carbón, si… era uno de los últimos inventos de Tom.
Dibujo
No era un experto en el dibujo, nunca lo fui, pero un viaje de dos horas, si que dejaba algo que hacer, había avanzado mucho en mi diario, había escrito más de 10 hojas de mi manuscrita, se veía todo perfecto, estaba orgulloso.
La flor no significaba nada, tan solo logre imaginarla en mi mente, espero algún día pueda verla en la vida real.
Estaba solo dentro de la carroza, como siempre, mire al exterior, no había ni un rayo de luz, solo nubes amenazadoras de lluvia, se veían demasiado negras, de seguro en algunas horas más Paris se verá húmedo y lleno de charcos de agua.
Busque mi reloj de bolsillo, me indicaban las 6 de la tarde en punto, como había pasado el tiempo… fue una agradable estadía en la mansión del Duque de Sherman junto a su esposa, siendo viejos amigos, siempre teníamos de que hablar… Lástima que, esta sería la última visita que le haría mientras el estuviese vivo, había notado que mi apariencia no había cambiado en nada estos últimos años, aun seguía como lo había conocido, que lastima…
Una enorme gota llamo mi atención, había chocado con el vidrio, golpeo con fuerza, ahora sí que la lluvia se avecinaba con gran furia. Deje el libro abierto a un lado y mire al exterior. La gente corría hacia las tiendas que habían al otro lado del angosto rio, hasta que llego un momento en que todo el mundo desapareció, solo los animales estaba fuera.
Escuche el paraguas abrirse, era el de mi chofer. Estaba a punto de cerrar la cortina de la ventana, hasta que vi un bulto negro, algo muy extraño bajo un puente, mi ceño se frunció, ¿Quién era? ¿Qué hacía allí?
Tome mi bastón y golpee arriba en el techo para que se detuviera la carroza, y así fue.
El chofer abrió la puerta y me hizo entrega de un paraguas - ¿Quién puede estar allí?
Mi mirada fue la que apunto al lugar donde le indicaba al chofer.
- No lo sé mi señor, tal vez algún mendigo, algún indigente o un gitano…
- ¿un gitano?
- Si mi señor
Desconocía a ese tipo de gente, nunca había oído hablar de ellos.
- Ire a ver… - algo me tiene incomodo, pensé.
Troté por las rocas mojadas, y pise algunos charcos con mis grandes botas negras, quería darme prisa. No había ninguna pasarela por donde pasar fácilmente hacia abajo del puente, debía saltar la baranda de mármol.
Salte, y caí de la forma más ágil que puede hacerlo un vampiro. Mis ojos divisaron el cuerpo de una mujer, una joven más bien, su cabello rubio muy rubio, largo y delgado, sus manos, veía su piel, blanca como la nieve.
Pero había algo demasiado extraño y no quería exagerar… pero sentía atracción por aquella persona, algo me decía que debía acercarme a ella.
- … señorita, ¿está usted bien? - estaba a algunos metros de ella, yo estaba bajo la lluvia, con mi paraguas negro arriba de mi cabeza.
Dibujo
No era un experto en el dibujo, nunca lo fui, pero un viaje de dos horas, si que dejaba algo que hacer, había avanzado mucho en mi diario, había escrito más de 10 hojas de mi manuscrita, se veía todo perfecto, estaba orgulloso.
La flor no significaba nada, tan solo logre imaginarla en mi mente, espero algún día pueda verla en la vida real.
Estaba solo dentro de la carroza, como siempre, mire al exterior, no había ni un rayo de luz, solo nubes amenazadoras de lluvia, se veían demasiado negras, de seguro en algunas horas más Paris se verá húmedo y lleno de charcos de agua.
Busque mi reloj de bolsillo, me indicaban las 6 de la tarde en punto, como había pasado el tiempo… fue una agradable estadía en la mansión del Duque de Sherman junto a su esposa, siendo viejos amigos, siempre teníamos de que hablar… Lástima que, esta sería la última visita que le haría mientras el estuviese vivo, había notado que mi apariencia no había cambiado en nada estos últimos años, aun seguía como lo había conocido, que lastima…
Una enorme gota llamo mi atención, había chocado con el vidrio, golpeo con fuerza, ahora sí que la lluvia se avecinaba con gran furia. Deje el libro abierto a un lado y mire al exterior. La gente corría hacia las tiendas que habían al otro lado del angosto rio, hasta que llego un momento en que todo el mundo desapareció, solo los animales estaba fuera.
Escuche el paraguas abrirse, era el de mi chofer. Estaba a punto de cerrar la cortina de la ventana, hasta que vi un bulto negro, algo muy extraño bajo un puente, mi ceño se frunció, ¿Quién era? ¿Qué hacía allí?
Tome mi bastón y golpee arriba en el techo para que se detuviera la carroza, y así fue.
El chofer abrió la puerta y me hizo entrega de un paraguas - ¿Quién puede estar allí?
Mi mirada fue la que apunto al lugar donde le indicaba al chofer.
- No lo sé mi señor, tal vez algún mendigo, algún indigente o un gitano…
- ¿un gitano?
- Si mi señor
Desconocía a ese tipo de gente, nunca había oído hablar de ellos.
- Ire a ver… - algo me tiene incomodo, pensé.
Troté por las rocas mojadas, y pise algunos charcos con mis grandes botas negras, quería darme prisa. No había ninguna pasarela por donde pasar fácilmente hacia abajo del puente, debía saltar la baranda de mármol.
Salte, y caí de la forma más ágil que puede hacerlo un vampiro. Mis ojos divisaron el cuerpo de una mujer, una joven más bien, su cabello rubio muy rubio, largo y delgado, sus manos, veía su piel, blanca como la nieve.
Pero había algo demasiado extraño y no quería exagerar… pero sentía atracción por aquella persona, algo me decía que debía acercarme a ella.
- … señorita, ¿está usted bien? - estaba a algunos metros de ella, yo estaba bajo la lluvia, con mi paraguas negro arriba de mi cabeza.
Invitado- Invitado
Re: Bajo la lluvia
Poco a poco mi cuerpo comenzó a temblar sin que yo se lo pidiera. Era una reacción natural al frío pero parecía que en realidad me moría. Y esque la tela mojada se helaba con el viento que cada vez bajaba más de temperatura con la lluvia. Junté mis manos e hice con ellas una especie de cuenco, soplé dentro aire caliente y luego las froté.
No era justo que me trataran de esa manera. ¿Qué les podría costar dejarme entrar en una tienda en lo que la lluvia cesaba? Pero claro, era una mujer sucia, una gitana que no merecía más que estar debajo de un puente. Miré mis pies, estaban más blancos. Solté un bufido y el aire salió blanco, vapor.
A veces deseaba ser como cualquier otra persona para tener derecho a ciertos privilegios. Viviar en una caravana no era una de las mejores cosas de mi vida, pero tenía un techo. Los pocos o muchos amigos que había hecho con el tiempo me regalaban algunas alegrías que me hacían olvidarme por un momento las miserias que pasaba con mi matrona. Incluso salir a caminar por las calles de París me hacía sentir mejor. Pero tarde o temprano tenía que regresar con ella.
Después de todo estar debajo del puente era mejor idea de un hogar.
Las gotas caían fuertes sobre el puente de piedra y luego se deslizaban hacia el río y su sonido me arrullaba poco a poco, me relajaba. Escuchaba todo debido a la tranquilidad. Ya no sonaban las carretas o los tacones de las personas pasar, ahora eso era sustituído por el golpetear constante del agua contra el piso, los rayos cruzaban el firmamento gris y luego estallaban en un sonoro estruendo. No sabía cuanto se tardaría la lluvia en parar pero esperaba que fuera pronto.
Entonces, extrañada, escuché unos zapatos que se acercaban poco a poco. Me quité el cabello de la cara y pude ver una figura masculina caminar hacia mi. Tal vez un noble que venía a burlarse de mi condición, un policía que me correría por estar ensuciando el puente, o mejor aún, un hombre que, debido a mi urgencia por un lugar caliente, venía a ofrecer llevarme a su casa y,. bueno, lo siguiente podría imaginarse.
Seguí al hombre con la mirada sin denotar molestia, simplemente me mantuve tranquila. Su voz, cálida y muy noble, preguntó si estaba bien. Entonces fruncí el ceño. Estaba equivocada en mis pensamientos.
Parpadeé varias veces gracias al agua que se me escurría de la cabeza. Me limpié.
- Yo... si, estoy bien.- contesté tratando de levantarme pero el tiritar y el viento que empujó contra mi cuerpo me impidieron pararme. Más bien, me cubrí con los brazos nuevamente. Miré al hombre. - Vie.. uff... ¿viene a decirme que me vaya?- pregunté contriolando el castañeo de mis dientes. Me di cuenta que llevaba un paraguas. Cómo hubiera deseado tener uno de esos momentos atrás.
No era justo que me trataran de esa manera. ¿Qué les podría costar dejarme entrar en una tienda en lo que la lluvia cesaba? Pero claro, era una mujer sucia, una gitana que no merecía más que estar debajo de un puente. Miré mis pies, estaban más blancos. Solté un bufido y el aire salió blanco, vapor.
A veces deseaba ser como cualquier otra persona para tener derecho a ciertos privilegios. Viviar en una caravana no era una de las mejores cosas de mi vida, pero tenía un techo. Los pocos o muchos amigos que había hecho con el tiempo me regalaban algunas alegrías que me hacían olvidarme por un momento las miserias que pasaba con mi matrona. Incluso salir a caminar por las calles de París me hacía sentir mejor. Pero tarde o temprano tenía que regresar con ella.
Después de todo estar debajo del puente era mejor idea de un hogar.
Las gotas caían fuertes sobre el puente de piedra y luego se deslizaban hacia el río y su sonido me arrullaba poco a poco, me relajaba. Escuchaba todo debido a la tranquilidad. Ya no sonaban las carretas o los tacones de las personas pasar, ahora eso era sustituído por el golpetear constante del agua contra el piso, los rayos cruzaban el firmamento gris y luego estallaban en un sonoro estruendo. No sabía cuanto se tardaría la lluvia en parar pero esperaba que fuera pronto.
Entonces, extrañada, escuché unos zapatos que se acercaban poco a poco. Me quité el cabello de la cara y pude ver una figura masculina caminar hacia mi. Tal vez un noble que venía a burlarse de mi condición, un policía que me correría por estar ensuciando el puente, o mejor aún, un hombre que, debido a mi urgencia por un lugar caliente, venía a ofrecer llevarme a su casa y,. bueno, lo siguiente podría imaginarse.
Seguí al hombre con la mirada sin denotar molestia, simplemente me mantuve tranquila. Su voz, cálida y muy noble, preguntó si estaba bien. Entonces fruncí el ceño. Estaba equivocada en mis pensamientos.
Parpadeé varias veces gracias al agua que se me escurría de la cabeza. Me limpié.
- Yo... si, estoy bien.- contesté tratando de levantarme pero el tiritar y el viento que empujó contra mi cuerpo me impidieron pararme. Más bien, me cubrí con los brazos nuevamente. Miré al hombre. - Vie.. uff... ¿viene a decirme que me vaya?- pregunté contriolando el castañeo de mis dientes. Me di cuenta que llevaba un paraguas. Cómo hubiera deseado tener uno de esos momentos atrás.
Mikalya Tanvir- Gitano
- Mensajes : 160
Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: Bajo la lluvia
La joven no estaba en condiciones de pasar este imaginable frio, era humana, tenía la capacidad de enfermarse, de contraer algún virus a causa del cambio de temperatura. Pero que envidia… si, siento envidia por ellos. Aunque me sacara toda la ropa que llevaba puesta en ese momento, no habría caso en conocer nuevamente lo que era el frio, y por cierto, llevaba bastante ropa, debía fingir que estaba muy bien abrigado de acuerdo al tiempo.
Me delante un paso en forma de preocupación por la joven, sentía frio, lo podía ver. Luego, escuche nuevamente la voz dulce de la joven y fruncí el ceño a entender a pregunta – Discúlpeme, pero no soy nadie para venir a sacarla de donde está sentada ahora. – me quede en silencio un momento, me sentí algo incomodo, no sabía qué hacer. Teniendo un corazón noble, lo haría todo, pero ¿Qué pensaría ella?
- Quiero ofrecerle mi ayuda, joven dama… - me acerque dos pasos más, ahora si podía extender mi mano y ayudarla a levantarse.
-
De pronto mi corazón dio un vuelvo tremendo, mi pupila se había dilatado, pero como todo vampiro de muchos años encima pude controlarme… la joven tenía una característica especial, su sangre, su esencia era una de mis favoritas, allí estaba la razón del por qué quise venir a ver qué era lo que sucedía, su olor me había dejado ciego…
- Yo… puedo ofrecerle un lugar seco, por lo menos hasta que pase la lluvia – estreche mi brazo y me incline un poco - … si lo desea, puede acompañarme – de pronto quise agregar algo más – mi esposa y yo no tendremos problemas en recibirla.
Me delante un paso en forma de preocupación por la joven, sentía frio, lo podía ver. Luego, escuche nuevamente la voz dulce de la joven y fruncí el ceño a entender a pregunta – Discúlpeme, pero no soy nadie para venir a sacarla de donde está sentada ahora. – me quede en silencio un momento, me sentí algo incomodo, no sabía qué hacer. Teniendo un corazón noble, lo haría todo, pero ¿Qué pensaría ella?
- Quiero ofrecerle mi ayuda, joven dama… - me acerque dos pasos más, ahora si podía extender mi mano y ayudarla a levantarse.
-
De pronto mi corazón dio un vuelvo tremendo, mi pupila se había dilatado, pero como todo vampiro de muchos años encima pude controlarme… la joven tenía una característica especial, su sangre, su esencia era una de mis favoritas, allí estaba la razón del por qué quise venir a ver qué era lo que sucedía, su olor me había dejado ciego…
- Yo… puedo ofrecerle un lugar seco, por lo menos hasta que pase la lluvia – estreche mi brazo y me incline un poco - … si lo desea, puede acompañarme – de pronto quise agregar algo más – mi esposa y yo no tendremos problemas en recibirla.
Invitado- Invitado
Re: Bajo la lluvia
Hacía tanto tiempo que no pasaba un frío tan inmenso. Recordaba que, cuando niña, en Budapest había caído una nevada muy pesada durante el Invierno y nuestra ropa, casi siempre ligera, no nos tapaba el cuerpo lo suficiente así que teníamos que pasar la noche cubiertas de cobijas y con una fogata encendida para poder vivir hasta el otro día. Sin embargo, por lo menos en esos momentos tenía algo con que cubrirme, ahora estaba sólo con mi ropa. Fruncí el ceño al escuchar que no me echaría del puente puesto que no era quién para hacerlo. Sonreí un momento.
- Lo... lo siento, estoy acostumbrada a que me echen de... de la mayor parte de los lugares a los que voy.- dije en un tono un poco más amigable. Si hubiera sido un policía seguramente habrían salido de mi boca muchas ofenzas tan pesadas que no me habrían entendido. Al escuchar la proposición del hombre no pude más que echarme a reír, cosa que salió extraña tomando en cuenta que seguía tiritando. - ¿Ayudar a... a una gitana un hombre como usted?- dije sin dejar de reír. Luego me di cuenta que estaba hablando en serio y ne serené.- Oh... habla en... en serio.- mi voz bajó de tono.
Muy pocas personas habían demostrado preocupación por mi. La primera había sido mi madre, quien en sus últimos momentos dejó como última voluntad que la matrona cuidara de mi, no me quería dejar sola en el mundo o moriría y todo su sufrimiento habría sido en vano. La otra era Dévora, la joven gitana morena que habíamos conocido en Alemania, pues todo el tiempo que estuvo con nosotras me defendió de los abusos de la matrona Y por último, la gente del circo, pues me trataban como familia. Ahora encontraba a alguien más que no estaba ahí para llevarme consigo y tomarme, así como así. Al mirar al hombre a los ojos me pude dar cuenta que no pretendía nada más que ayudar, así de simple. Además, había algo en él diferente. Algo que me hacía confiar. Además, había dicho que tenía esposa, seguramente ésta debía ser una joven hogareña y por ello tenía un esposo tan noble.
Lo miré con timidéz. En mi cabeza se dibujó una casa caliente donde podría estar hasta que se pasara el tiempo para volver a... mi hogar. Titubeé un momento antes de tomar la fuerza necesaria para pararme.
- Yo agradezco su preocupación... pero no... no quiero causar problemas y si alguien lo viera conmigo... no sé, mancharía su reputación.- dije mirando hacia la calle. Sabía lo que la gente pensaba de nosotros y el gesto del hombre podría ser tomado de muchas maneras.
- Lo... lo siento, estoy acostumbrada a que me echen de... de la mayor parte de los lugares a los que voy.- dije en un tono un poco más amigable. Si hubiera sido un policía seguramente habrían salido de mi boca muchas ofenzas tan pesadas que no me habrían entendido. Al escuchar la proposición del hombre no pude más que echarme a reír, cosa que salió extraña tomando en cuenta que seguía tiritando. - ¿Ayudar a... a una gitana un hombre como usted?- dije sin dejar de reír. Luego me di cuenta que estaba hablando en serio y ne serené.- Oh... habla en... en serio.- mi voz bajó de tono.
Muy pocas personas habían demostrado preocupación por mi. La primera había sido mi madre, quien en sus últimos momentos dejó como última voluntad que la matrona cuidara de mi, no me quería dejar sola en el mundo o moriría y todo su sufrimiento habría sido en vano. La otra era Dévora, la joven gitana morena que habíamos conocido en Alemania, pues todo el tiempo que estuvo con nosotras me defendió de los abusos de la matrona Y por último, la gente del circo, pues me trataban como familia. Ahora encontraba a alguien más que no estaba ahí para llevarme consigo y tomarme, así como así. Al mirar al hombre a los ojos me pude dar cuenta que no pretendía nada más que ayudar, así de simple. Además, había algo en él diferente. Algo que me hacía confiar. Además, había dicho que tenía esposa, seguramente ésta debía ser una joven hogareña y por ello tenía un esposo tan noble.
Lo miré con timidéz. En mi cabeza se dibujó una casa caliente donde podría estar hasta que se pasara el tiempo para volver a... mi hogar. Titubeé un momento antes de tomar la fuerza necesaria para pararme.
- Yo agradezco su preocupación... pero no... no quiero causar problemas y si alguien lo viera conmigo... no sé, mancharía su reputación.- dije mirando hacia la calle. Sabía lo que la gente pensaba de nosotros y el gesto del hombre podría ser tomado de muchas maneras.
Mikalya Tanvir- Gitano
- Mensajes : 160
Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: Bajo la lluvia
No había entendido por que la chica se lo había tomado como una broma, eso me hacía pensar que no era normal que le ofrecieran ayuda, pero me sereno.
La lluvia no podía ser peor, acababa de aumentar su frecuencia y fuerza, el agua se venía con todo al parecer, como si no hubiese llovido en años... y esos rayos, sonaban demasiado fuerte.
- ¿Quién nos puede ver? Nadie… mire como están la lluvia, están todos encerrados, si eso es lo que le preocupa… - di varios pasos hacia atrás, para tener una mejor vista de la calle principal, no había absolutamente nadie. Me acerque nuevamente a la joven y estire mi brazo.
- Vamos… antes de que empeore aun más… la… - me mantuve callado algo caía en forma bruta del cielo… De pronto, callo un pedazo de hielo, era muy pequeño, pero luego el vinieron los demás… - lluvia…
Si, eran granizos cayendo del cielo, eran una tormenta eléctrica.
Tomé la mano de a joven, ayudándola a ponerse de pie, su mano estaba completamente helada. La estar de pie, me tome la molestia de pasar mi brazo por sus hombros, y así mantenerla a mi lado para que ambos estuviésemos debajo del paraguas negro.
Subimos y llegamos rápidamente a la carrosa, donde mi sirviente estaba esperando con la puerta abierta, la joven subió primero, seguir por mí. Le hice entrega del paraguas a mi sirviente y cerró la puerta.
De todas formas me había mojado, pero no tanto como mi nueva invitada. Mire a la joven y le sonreí de lado. – pero que lluvia… - comenté para que el amenazador silencio se fuera.
La carrosa comenzó a moverse y a seguir con su rumbo.
La lluvia no podía ser peor, acababa de aumentar su frecuencia y fuerza, el agua se venía con todo al parecer, como si no hubiese llovido en años... y esos rayos, sonaban demasiado fuerte.
- ¿Quién nos puede ver? Nadie… mire como están la lluvia, están todos encerrados, si eso es lo que le preocupa… - di varios pasos hacia atrás, para tener una mejor vista de la calle principal, no había absolutamente nadie. Me acerque nuevamente a la joven y estire mi brazo.
- Vamos… antes de que empeore aun más… la… - me mantuve callado algo caía en forma bruta del cielo… De pronto, callo un pedazo de hielo, era muy pequeño, pero luego el vinieron los demás… - lluvia…
Si, eran granizos cayendo del cielo, eran una tormenta eléctrica.
Tomé la mano de a joven, ayudándola a ponerse de pie, su mano estaba completamente helada. La estar de pie, me tome la molestia de pasar mi brazo por sus hombros, y así mantenerla a mi lado para que ambos estuviésemos debajo del paraguas negro.
Subimos y llegamos rápidamente a la carrosa, donde mi sirviente estaba esperando con la puerta abierta, la joven subió primero, seguir por mí. Le hice entrega del paraguas a mi sirviente y cerró la puerta.
De todas formas me había mojado, pero no tanto como mi nueva invitada. Mire a la joven y le sonreí de lado. – pero que lluvia… - comenté para que el amenazador silencio se fuera.
La carrosa comenzó a moverse y a seguir con su rumbo.
- Spoiler:
- No quiero que te ofendas, pero quise adelantarlo como ves, creo que aceptarías mi invitación, no lo sé… si no, pues me avisas por MP y cambio el texto.
Invitado- Invitado
Re: Bajo la lluvia
Era obvio, por el ruido que provocaba la lluvia al caer, que no cedería antes de caer la noche; había pasado aproximadamente una hora y el ritmo era exactamente el mismo. Por un momento pensé en correr hacia el circo gitano pero seguramente me empaparía y helaría antes de pisar mi caravana. Sería una locura intentar recorrer una distancia tan grande a pie. Así que la única opción que me quedaba era la de aceptar la oferta que el hombre me estaba ofreciendo. Era un desconocido, eso lo sabía, pero en esos momentos lo que menos importaba era salir de ahi y encontrar un lugar caliente. Y eso mejor si no era exactamente con mi matrona.
Miré al hombre, dubditativa. Cuando estiró su mano hacia mi, la tomé y me puse de pie. Pronto pasó su brazo encima de mos hombros y me mantuvo cerca de su cuerpo. Me sonrojé, debo de admitir porque me sentí protegida. Caminé junto a él hacia su carroza donde estaba esperando su cochero. Lo miré fugazmente y mantuve mi mirada en el suelo.
Al subir al coche sentí un ligero aire de calor en la cara y en el cuerpo. Estaba mojada y fría, así que cualquier tipo de aire diferente lo sentía caliente. Me senté y, después de que el hombre tomara asiento, el coche comenzó a andar.
Un silencio incómodo permaneció entre nosotros por unos momentos hasta que él decidió hablar. Sonreí a su comentario y miré por la ventana.
- Sí, vaya lluvia.- finalizé.
Miré al hombre, dubditativa. Cuando estiró su mano hacia mi, la tomé y me puse de pie. Pronto pasó su brazo encima de mos hombros y me mantuvo cerca de su cuerpo. Me sonrojé, debo de admitir porque me sentí protegida. Caminé junto a él hacia su carroza donde estaba esperando su cochero. Lo miré fugazmente y mantuve mi mirada en el suelo.
Al subir al coche sentí un ligero aire de calor en la cara y en el cuerpo. Estaba mojada y fría, así que cualquier tipo de aire diferente lo sentía caliente. Me senté y, después de que el hombre tomara asiento, el coche comenzó a andar.
Un silencio incómodo permaneció entre nosotros por unos momentos hasta que él decidió hablar. Sonreí a su comentario y miré por la ventana.
- Sí, vaya lluvia.- finalizé.
- Spoiler:
- No te apures ^^ no me ofendo ni nada. Si quieres seguirlo en tu casa, finca, mansión o lo que tengas, por mi no hay problema, nadamás pásame el link por MP y todo bien. Sino no importa =)
Mikalya Tanvir- Gitano
- Mensajes : 160
Fecha de inscripción : 03/05/2011
Re: Bajo la lluvia
Mire mi ropa de reojo, estaba mojada, era obvio, lluvia y viento combinado eran posible de esquivar.
Mire por última vez por la ventana, no había presencia de algún ser moviéndose para protegerse de la lluvia, nuestro instinto nos dice “protégete,” nos ayuda a estar a salvo, sabemos las consecuencias por experiencia, y eso es bueno…
Cerré la cortina de mi lado, el silencio, que no era completo gracias a la fuerte lluvia y el sonido de las ruedas chocando con cada piedra suelta en el suelo, aun no se retiraba.
Mi diario estaba frente de mi, abierto, esperando a que lo tomara nuevamente, y así fue. Deje el lápiz de carbón en el asiento, mire por última vez el dibujo y cerré el libro negro, dejándolo donde estaba antes.
- ¿Por qué escogió un puente para escapar de la lluvia madame? – no sé si mi pregunta era algo atrevida, pero estaba curioso y deseoso de saber quién era ella.
Gire mi rostro y observe el perfecto perfil de la joven, era atractiva, su cabello fue lo que más me llamo la atención, aun que estuviese estilando de agua. Me pregunto a que se dedicara, de donde vendrá… y porque tenía ese olor que tan poca gente logra robar mi atención.
Gracias a mis años de “vida” si se puede llamar de esa manera, he logrado contener y disminuir mis impulsos agresivos a tal característica escasa, pero había algo que no podía cambiar, mi persona, cambiaba drásticamente. Esa sangre tan deliciosa… se convertía en una droga que debía marcar mi piel sea como sea… me volvía paranoico con su compañía. ¿Cómo quitarle un juguete nuevo a un niño de 4 años que se ha encariñado tanto?
Mire por última vez por la ventana, no había presencia de algún ser moviéndose para protegerse de la lluvia, nuestro instinto nos dice “protégete,” nos ayuda a estar a salvo, sabemos las consecuencias por experiencia, y eso es bueno…
Cerré la cortina de mi lado, el silencio, que no era completo gracias a la fuerte lluvia y el sonido de las ruedas chocando con cada piedra suelta en el suelo, aun no se retiraba.
Mi diario estaba frente de mi, abierto, esperando a que lo tomara nuevamente, y así fue. Deje el lápiz de carbón en el asiento, mire por última vez el dibujo y cerré el libro negro, dejándolo donde estaba antes.
- ¿Por qué escogió un puente para escapar de la lluvia madame? – no sé si mi pregunta era algo atrevida, pero estaba curioso y deseoso de saber quién era ella.
Gire mi rostro y observe el perfecto perfil de la joven, era atractiva, su cabello fue lo que más me llamo la atención, aun que estuviese estilando de agua. Me pregunto a que se dedicara, de donde vendrá… y porque tenía ese olor que tan poca gente logra robar mi atención.
Gracias a mis años de “vida” si se puede llamar de esa manera, he logrado contener y disminuir mis impulsos agresivos a tal característica escasa, pero había algo que no podía cambiar, mi persona, cambiaba drásticamente. Esa sangre tan deliciosa… se convertía en una droga que debía marcar mi piel sea como sea… me volvía paranoico con su compañía. ¿Cómo quitarle un juguete nuevo a un niño de 4 años que se ha encariñado tanto?
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