Balbina - Always half empty

Antes de su primera posesión, Balbina era una muchacha de carácter muy similar al de su hermano: una buena chica, la mirases por donde la mirases. Era educada, estudiosa, lista, intuitiva, espabilada, altruista, cariñosa, tierna, cuidadosa, meticulosa, de buen corazón, sin malicia alguna. Y al igual que ella lo era todo para su hermano, él lo era todo para ella.

Sin embargo, el destino le deparaba cambios inesperados, tanto en su vida como en su psique. La primera posesión fue la peor, la que la sometió a mayor estrés y quebró su mente en mil pedazos. Era incapaz de comprender por qué tenía otra persona metida en su cabeza, además, no era alguien de trato fácil ni dócil, sino todo un psicópata que sólo deseaba exterminar a todo el clero por haber sufrido abusos de niño. Aquello hizo que la joven italiana, perdiera toda su inocencia. Y una vez librada del espíritu que la poseía, supo que sólo había sido el primero de una lista interminable y que, por el resto de su existencia, debería compartir cuerpo con otras almas errantes que tuvieran trabajos inconclusos y desearan cruzar al otro lado.

Y no sólo se veía truncada su personalidad por la aparición de otras psiques en su cabeza, sino que, de por sí, ella ya había cambiado. Ya no era la buena chica de siempre y, además, al verse obligada a ejercer la prostitución a manos de la hechicera, también aquello la había hecho virar en su rumbo.

Nacida en Italia, al poco de nacer ella, la familia Woodstock, de padre inglés, madre siciliana y hermano italiano, se mudaron a París, donde criarían a sus hijos rodeados de cariño y un gran afán trabajador.

Los niños fueron educados en un colegio católico y en casa nunca se comía sin antes rezar una oración. Así pues, los bambinos crecieron con una fe acérrima a nuestro señor. Todos los domingos asistían a mis y la mayoría de sábados también. Sin embargo, sus padres fueron siempre muy permisivos con ellos y nunca les cortaron las alas a la hora de soñar con su futuro. Eran de clase media, pero rara vez les faltó algo.

Tras el fallecimiento de su madre por enfermedad y con su padre siempre trabajando y viajando, Simon pasó a hacerse cargo del hogar y de la pequeña de la casa. Tres años después, su progenitor también les abandonó al ser asaltado el carruaje en el que viajaba por unos contrabandistas y asesinar estos a todos los pasajeros, cochero incluido.

Transcurrido año y medio de tan trágico accidente, Balbina es poseída por algún tipo de espíritu y, creyente como es su hermano, lo primero que hizo fue acudir a la iglesia, esperando que la exorcizaran. Sin embargo, el padre de su confianza, en vez de ayudarles, mandó a la inquisición a deshacerse de la muchacha. Por suerte, un viejo conocido suyo avisó a Simon, con lo que éste pudo huir con la chica y ocultarse a las afueras de París.

Tras mucho buscar, el mayor de los Woodstock logró dar con una bruja que le prometió una cura, pero el precio que le pidió era desorbitado, y no sólo para dos jóvenes sin un franco, sino casi hasta para alguien adinerado. Así mismo, esa misma hechicera le propuso un modo rápido de conseguir el importe total para la transacción: Vender su cuerpo y no en un burdel, sino en una subasta privada y exclusiva para gente influyente. Allí se pujaba no sólo por lo atractivo que fuera el sujeto expuesto, sino por características como el color de los ojos, la pureza de su alma y corazón y, por supuesto, si eran vírgenes, el precio subía. El muchacho italiano, había sido criado con la idea de no acostarse con nadie hasta después del matrimonio, por lo que, si lograba captar la atención adecuada, sería capaz de reunir el dinero para pagar el tratamiento de su hermana. Aceptó tras pensárselo muy brevemente, consciente de que, por Balbina, él haría lo que fuera.

Más tras quedar ella al cuidado de la hechicera, y tras haber sido exorcizada por primera vez, ésta le reveló su verdadera naturaleza y que, como humana, su cuerpo era el recipiente perfecto para albergar dos almas, la suya y otra errante. Y que, como tal, nunca dejaría de ser poseída. Con el pretexto de ayudarla siempre que el espíritu que ocupara aquel lugar fuera maligno para Balbina, la obligó a prostituirse para correr con los costes de su tratamiento.