AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De ni verneder -Privado
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De ni verneder -Privado
Slutten er ikke overgi
La bastarda, silbó en el viento al impactar con la de Orn, hace unos años no hubiese aguantado tal impacto pero ya no era una niña. La revoltosa morena de ojos grandes se había convertido en una colosa guerrera digna de su apellido, no hubo una gesta en la que no saliese vencedora, alzando la bandera de la victoria y terminar por ser condecorada como una de las mejores guerreras de las filas. Todo se lo debía a su padre, por él sentía una admiración absoluta, una familia unida en donde el honor y la lucha incesante por una tierra libre, cincelaba el lema Cannif.
-¿Eso que oigo...es? -ambas risas al unísono, calculados movimientos en un reñido combate espada contra espada. El tiempo que transcurrió era difícil saberlo, jadeante, apretó con fuerza el puño del mango de su adorada bastarda, el toque final. Engaño, cuando él creyó iba a atacar directamente por arriba, se agachó de un golpe seco en el estomago le hizo retroceder, perdiendo el equilibrio sin llegar a caer al suelo. La risa de Fio, resonó con jubilo en el patio de armas, no faltó tiempo en el que Orn mascullase por lo bajo en su idioma natal.
-¡Lo era! Lo que oía era victoria -le ofreció su palma para ayudarle a incorporarse, un choque de hombro concluía ese encuentro tan de ambos. El cabello enmarañado, el rostro tiznado de polvo y barro, una imagen tan típica en la joven norteña que pasaba totalmente desapercibida para los suyos. Y como de costumbre, tenía tanta hambre que devoraría todo lo expuesto en la mesa. Deseaba más que nada sumergirse en su plato de carne a la brasa y una buena jarra.
Antes de que entrase en el interior del castillo, el portón principal comenzó a abrirse. No había oído nada con respecto a que tuviesen visita, así que no dudó en empuñar de nuevo su arma y dirigirse aprisa a las puertas, esperando lo que fuese que estuviese tras éstas. El murmullo pronto se hizo presente, el olor a humo inundó sus sentidos, las personas que traspasaban las puertas de su hogar acababan de salir huyendo del suyo. Lo supo en cuanto apreció el gesto en sus rostros, contrariados, perdidos...le recordó demasiado a un tiempo en el que se sintió del mismo modo, apenas un recuerdo fugaz en su mente.
-¿Qué ha ocurrido y quiénes son? -fue franca, la información que deseaba saber y poco más, no iba a entrar cualquiera en Akershus -Una nueva devastación, apenas quedan supervivientes...el poblado ha sido arrasado, Randulf ha vuelto a hacer de las suyas -ese malnacido, no se rendía en sembrar en caos, sin ser consciente de que alimentaba aún más las ganas de acabar con él con sus propias manos y siempre, debía recordar lo que le dijo en más de una ocasión su padre “Todo a su tiempo”.
No dijo nada, en silencio se acercó al grupo de personas, asegurándose que nadie se encontrase herida. La barbarie volvía hacerse presentes y una vez más, acogida entre los suyos. Un suspiro pesado, estaba tan cansada de día que su humor no ayudaba demasiado.
-Proporcionarle agua y comida, preparad alojamiento ¡vamos! -paseó su oscura mirada entre los supervivientes, centrándose en alguien en especial...alguien que seguro le contaría lo que había ocurrido con detalle, el cambiante supremo, o al menos uno de ellos... uno de aquellos que acababan de ofrecer su propia vida por salvar a su gente -¿Cómo fue? Espero que en sus pesadillas, jamás recuerde este día -perfectamente sabía que se refería a los cambiantes más jóvenes, el terror se reflejaba en cada mirada y la seguridad, en la guerrera.
La bastarda, silbó en el viento al impactar con la de Orn, hace unos años no hubiese aguantado tal impacto pero ya no era una niña. La revoltosa morena de ojos grandes se había convertido en una colosa guerrera digna de su apellido, no hubo una gesta en la que no saliese vencedora, alzando la bandera de la victoria y terminar por ser condecorada como una de las mejores guerreras de las filas. Todo se lo debía a su padre, por él sentía una admiración absoluta, una familia unida en donde el honor y la lucha incesante por una tierra libre, cincelaba el lema Cannif.
-¿Eso que oigo...es? -ambas risas al unísono, calculados movimientos en un reñido combate espada contra espada. El tiempo que transcurrió era difícil saberlo, jadeante, apretó con fuerza el puño del mango de su adorada bastarda, el toque final. Engaño, cuando él creyó iba a atacar directamente por arriba, se agachó de un golpe seco en el estomago le hizo retroceder, perdiendo el equilibrio sin llegar a caer al suelo. La risa de Fio, resonó con jubilo en el patio de armas, no faltó tiempo en el que Orn mascullase por lo bajo en su idioma natal.
-¡Lo era! Lo que oía era victoria -le ofreció su palma para ayudarle a incorporarse, un choque de hombro concluía ese encuentro tan de ambos. El cabello enmarañado, el rostro tiznado de polvo y barro, una imagen tan típica en la joven norteña que pasaba totalmente desapercibida para los suyos. Y como de costumbre, tenía tanta hambre que devoraría todo lo expuesto en la mesa. Deseaba más que nada sumergirse en su plato de carne a la brasa y una buena jarra.
Antes de que entrase en el interior del castillo, el portón principal comenzó a abrirse. No había oído nada con respecto a que tuviesen visita, así que no dudó en empuñar de nuevo su arma y dirigirse aprisa a las puertas, esperando lo que fuese que estuviese tras éstas. El murmullo pronto se hizo presente, el olor a humo inundó sus sentidos, las personas que traspasaban las puertas de su hogar acababan de salir huyendo del suyo. Lo supo en cuanto apreció el gesto en sus rostros, contrariados, perdidos...le recordó demasiado a un tiempo en el que se sintió del mismo modo, apenas un recuerdo fugaz en su mente.
-¿Qué ha ocurrido y quiénes son? -fue franca, la información que deseaba saber y poco más, no iba a entrar cualquiera en Akershus -Una nueva devastación, apenas quedan supervivientes...el poblado ha sido arrasado, Randulf ha vuelto a hacer de las suyas -ese malnacido, no se rendía en sembrar en caos, sin ser consciente de que alimentaba aún más las ganas de acabar con él con sus propias manos y siempre, debía recordar lo que le dijo en más de una ocasión su padre “Todo a su tiempo”.
No dijo nada, en silencio se acercó al grupo de personas, asegurándose que nadie se encontrase herida. La barbarie volvía hacerse presentes y una vez más, acogida entre los suyos. Un suspiro pesado, estaba tan cansada de día que su humor no ayudaba demasiado.
-Proporcionarle agua y comida, preparad alojamiento ¡vamos! -paseó su oscura mirada entre los supervivientes, centrándose en alguien en especial...alguien que seguro le contaría lo que había ocurrido con detalle, el cambiante supremo, o al menos uno de ellos... uno de aquellos que acababan de ofrecer su propia vida por salvar a su gente -¿Cómo fue? Espero que en sus pesadillas, jamás recuerde este día -perfectamente sabía que se refería a los cambiantes más jóvenes, el terror se reflejaba en cada mirada y la seguridad, en la guerrera.
Fiolett- Humano Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 14/06/2017
Localización : Akershus
Re: De ni verneder -Privado
Hel se había desatado sobre mi fronterizos bosques, Randulf era un gran estratega y sabia sobradamente que ir descabezando a las serpientes que protegíamos Akershus era la solución para debilitarlos, si antes lo hizo con los condados rebeldes que asediados sobrevivían a duras penas y otros humillados habían caído bajo el acero del ejercito tirano.
Ahora hacia lo propio con las manadas de licanso y cambiantes, aquello era una masacre y nosotros nos revolvíamos inquietos pues necesitamos ayuda y los guerreros de Akershus eran incapaces de llegar a todas partes.
Eso empezaba a desatar una revolucion, se cuestionaba que esta guerra eterna tuviera sentido y muchos empezaban a ver como solución claudicar para dejar de enterrar hijos.
En mi caso, mis guerreros seguían firmes, eramos oponentes difíciles y las fronteras seguían siendo nuestras, no sin perder demasiado en al afrenta.
Rodeado de mujeres cansadas, de ancianos y de un puñado de niños, nuestro futuro, incluida mi primogénita que llevaba frente a mi en el caballo, pedíamos a los soldados que abrieran lso portones y que Höor Cannif o Ulf Tollak fueran de inmediato puestos al corriente.
No tardó en aparecer una morena, por lo que sabia la hija de Höor, la ultima vez que la vi era na mocosa que aseguraba odiar a los hombres, por contra su hermana de dorados cabellos mucho mas dispuesta a convertirse en la princesa prometida, derrochaba viveza y simpatía.
-Cannif -dije cuando esta se dirigió a mi -mis guerreros siguen luchando y yo volveré con ellos, solo pido asilo para los niños, los ancianos y algunas mujeres enfermas o embarazadas, no puedo perder mas inocentes en una guerra que no nos da tregua.
Fue su padre le que llegó con el semblante serio, su frente chocó con la mía mientras ambos mostrábamos el facto que nos teníamos.
Ulf está organizando unas casas para acoger a las personas que últimamente llegan a Akershus a cuenta gotas, peor le he hecho llamar y no tardará.
Revolvió el pelo de mi hija de forma afectuosa.
-Cada vez estas mas grande y mas guapa -le dijo tratado de pintar en su manchado rostro cansado una sonrisa.
-No tengo que decirte que el animo de la gente empieza a flaquear, se que todos pasamos dificultades, se sobradamente que tu el que mas, pues todos buscamos en ti respuestas difíciles de dar, pero Höor si no atajamos este problema, una rebelión se alzará y no podrás frenarla.
No me gustaba augurar malas noticias, pero ambos sabíamos como funcionaba la guerra y mas cuando el hambre lanzaba a los hombres como cuervos a despedazar carne.
-Ulf -grité cuando esté se acercó chocando su hombro con el mio y su frente después dándonos unas palmadas -no corren buenos tiempos viejo amigo, ojala fueran otras las circunstancias.
-Vamos a mi casa, mi esposa y Dani han preparado algo para que podamos comer y hablar con mas tranquilidad.
Ahora hacia lo propio con las manadas de licanso y cambiantes, aquello era una masacre y nosotros nos revolvíamos inquietos pues necesitamos ayuda y los guerreros de Akershus eran incapaces de llegar a todas partes.
Eso empezaba a desatar una revolucion, se cuestionaba que esta guerra eterna tuviera sentido y muchos empezaban a ver como solución claudicar para dejar de enterrar hijos.
En mi caso, mis guerreros seguían firmes, eramos oponentes difíciles y las fronteras seguían siendo nuestras, no sin perder demasiado en al afrenta.
Rodeado de mujeres cansadas, de ancianos y de un puñado de niños, nuestro futuro, incluida mi primogénita que llevaba frente a mi en el caballo, pedíamos a los soldados que abrieran lso portones y que Höor Cannif o Ulf Tollak fueran de inmediato puestos al corriente.
No tardó en aparecer una morena, por lo que sabia la hija de Höor, la ultima vez que la vi era na mocosa que aseguraba odiar a los hombres, por contra su hermana de dorados cabellos mucho mas dispuesta a convertirse en la princesa prometida, derrochaba viveza y simpatía.
-Cannif -dije cuando esta se dirigió a mi -mis guerreros siguen luchando y yo volveré con ellos, solo pido asilo para los niños, los ancianos y algunas mujeres enfermas o embarazadas, no puedo perder mas inocentes en una guerra que no nos da tregua.
Fue su padre le que llegó con el semblante serio, su frente chocó con la mía mientras ambos mostrábamos el facto que nos teníamos.
Ulf está organizando unas casas para acoger a las personas que últimamente llegan a Akershus a cuenta gotas, peor le he hecho llamar y no tardará.
Revolvió el pelo de mi hija de forma afectuosa.
-Cada vez estas mas grande y mas guapa -le dijo tratado de pintar en su manchado rostro cansado una sonrisa.
-No tengo que decirte que el animo de la gente empieza a flaquear, se que todos pasamos dificultades, se sobradamente que tu el que mas, pues todos buscamos en ti respuestas difíciles de dar, pero Höor si no atajamos este problema, una rebelión se alzará y no podrás frenarla.
No me gustaba augurar malas noticias, pero ambos sabíamos como funcionaba la guerra y mas cuando el hambre lanzaba a los hombres como cuervos a despedazar carne.
-Ulf -grité cuando esté se acercó chocando su hombro con el mio y su frente después dándonos unas palmadas -no corren buenos tiempos viejo amigo, ojala fueran otras las circunstancias.
-Vamos a mi casa, mi esposa y Dani han preparado algo para que podamos comer y hablar con mas tranquilidad.
Viggo Ludvig- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Re: De ni verneder -Privado
Apenas contaba con nueve años cuando todo mi mundo comenzaba a desmoronarse a mí alrededor, la pérdida que había sufrido de mi madre por una enfermedad me había marcado de una forma que no entendería hasta mucho más tarde, siempre había estado muy unida a mi madre y su pérdida tan temprana fue algo que no era fácil de aceptar para mí, pero mi padre siempre estaba ahí para ayudarme a seguir adelante y a continuar. Mi padre era el jefe de la manada que vivía en el bosque de Lorenskog, al suroeste de las fronteras con Akershus y como él siempre me había dicho algún día sería yo quien continuara al frente de la manada, como su líder y alfa. Algo que de pequeña no comprendía demasiado bien porque para mí era complicado, apenas había empezado a entrenarme con mi padre para hacer la guerrera que debía de ser cuando fuera mayor y me había centrado más en las enseñanzas con mi madre, aprendiendo las leyendas, los cuentos, los mitos y los Dioses a los que rezábamos y hacíamos sacrificios. Para una niña pequeña de tan sólo nueve años, vivir en el mundo que le había tocado no era fácil, la inocencia de esa temprana y tierna edad no daba para comprender los horrores que nos deparaban en los años venideros, horrores para los que ninguno habíamos estado preparados del todo y que nos golpearon con fuerza. Aun sin ser consciente del mundo que me rodeaba, de las obligaciones que tendría cuando fuera mayor nuestra aldea fue atacada por el enemigo, alguien a quien llamaban “rey loco” y que mandó a sus guerreros para acabar con la aldea y destruirlas. No diré que no pasé miedo porque la reciente pérdida de mi madre hacía que el miedo de perder también a mi padre fuera mayor, resguardada y escondida junto con algunas de las mujeres de la aldea permanecimos durante horas hasta que por fin vinieron a rescatarnos, el primero rostro que vi en esos momentos fue el de mi padre y deshaciéndome del agarre que me había hecho una de las mujeres del lugar fui corriendo en su dirección para abrazarlo, se había arrodillado frente a mí y yo me colgué a su cuello apretándolo con fuerza. Venía manchado de sangre y no habíamos podido evitar escuchar los gritos de la guerra y de la batalla, pasé mucho miedo pero entre los brazos de mi padre todo desaparecía.
-No vuelvas a irte papi –dije contra su cuello sin soltarlo, sabía que era su obligación y que era su deber proteger a la manada y ponerla a salvo, una lección que me había repetido durante toda mi vida para que un día cuando yo fuera su líder lo tuviera en cuenta. Sabía que mi deseo era infantil y que nadie me lo podría conceder pero ¿cómo privarle a una niña de nueve años el deseo de que su padre no la dejara sola en aquel mundo? Esa noche fue cuando todo cambió para mí, cuando hubo un punto de inflexión y me di cuenta de lo que a mi padre se había referido siempre, a ser ese alfa y ese líder. Yo sola, mientras veía el caos y la devastación que había quedado en la aldea supe que no podía seguir escondiéndome, que como él hacía debía de luchar por aquello que quería y que amaba para no perder a nadie más... aunque solo fuera una niña de nueve años. Recogimos todo lo que pudimos y partimos hacia el único lugar que podía darnos cobijo, o eso decía mi padre en el camino hacia Akershus. Él me había hablado de la ciudad, de su fortaleza, de los soldados que luchaban contra el malo, de la esperanza que había en el lugar... pero nunca la había visitado. A lomos de su caballo montada delante de él mi espalda recostada contra su pecho, casi dormida, cuando llegamos frente a las puertas del que sería nuestro nuevo hogar ya que no podíamos volver al bosque. Abrí los ojos parpadeando cuando una mujer de caballos oscuros se acercó para hablar con mi padre, yo solo miraba el lugar mientras nos daban paso y nos adentrábamos. Desmontamos del caballo y mi padre tomó mi mano para que no me alejara de su lado, mis ojos observaban con curiosidad el lugar hasta que un hombre se acercó, habló con mi padre y me revolvió el pelo a lo que yo sonreí pegándome a mi padre, el nombre de Ulf me sonaba porque padre lo había pronunciado con madre muchas veces, apenas lo había visto un par de veces en toda mi vida, yo permanecía callada todo el rato mientras ellos hablaban sin entenderlos del todo. Mi padre tiró de mi mano para que saliera casi de detrás de su espalda y me presentara como era debido, una tímida sonrisa asomó en mis labios mientras arrugaba la tela de su ropa entre mis dedos al sentir las miradas puestas en mí- hola... soy Odalyn –dije con una leve sonrisa, nos ofrecieron ir a quedarnos a la casa del amigo de mi padre, el hombre me miró y me dijo que podría jugar con los niños si así lo quería. Yo lo que no quería era quedarme sola en aquel lugar que no era mi hogar, pero que lo sería durante mucho tiempo.
-No vuelvas a irte papi –dije contra su cuello sin soltarlo, sabía que era su obligación y que era su deber proteger a la manada y ponerla a salvo, una lección que me había repetido durante toda mi vida para que un día cuando yo fuera su líder lo tuviera en cuenta. Sabía que mi deseo era infantil y que nadie me lo podría conceder pero ¿cómo privarle a una niña de nueve años el deseo de que su padre no la dejara sola en aquel mundo? Esa noche fue cuando todo cambió para mí, cuando hubo un punto de inflexión y me di cuenta de lo que a mi padre se había referido siempre, a ser ese alfa y ese líder. Yo sola, mientras veía el caos y la devastación que había quedado en la aldea supe que no podía seguir escondiéndome, que como él hacía debía de luchar por aquello que quería y que amaba para no perder a nadie más... aunque solo fuera una niña de nueve años. Recogimos todo lo que pudimos y partimos hacia el único lugar que podía darnos cobijo, o eso decía mi padre en el camino hacia Akershus. Él me había hablado de la ciudad, de su fortaleza, de los soldados que luchaban contra el malo, de la esperanza que había en el lugar... pero nunca la había visitado. A lomos de su caballo montada delante de él mi espalda recostada contra su pecho, casi dormida, cuando llegamos frente a las puertas del que sería nuestro nuevo hogar ya que no podíamos volver al bosque. Abrí los ojos parpadeando cuando una mujer de caballos oscuros se acercó para hablar con mi padre, yo solo miraba el lugar mientras nos daban paso y nos adentrábamos. Desmontamos del caballo y mi padre tomó mi mano para que no me alejara de su lado, mis ojos observaban con curiosidad el lugar hasta que un hombre se acercó, habló con mi padre y me revolvió el pelo a lo que yo sonreí pegándome a mi padre, el nombre de Ulf me sonaba porque padre lo había pronunciado con madre muchas veces, apenas lo había visto un par de veces en toda mi vida, yo permanecía callada todo el rato mientras ellos hablaban sin entenderlos del todo. Mi padre tiró de mi mano para que saliera casi de detrás de su espalda y me presentara como era debido, una tímida sonrisa asomó en mis labios mientras arrugaba la tela de su ropa entre mis dedos al sentir las miradas puestas en mí- hola... soy Odalyn –dije con una leve sonrisa, nos ofrecieron ir a quedarnos a la casa del amigo de mi padre, el hombre me miró y me dijo que podría jugar con los niños si así lo quería. Yo lo que no quería era quedarme sola en aquel lugar que no era mi hogar, pero que lo sería durante mucho tiempo.
Odalyn Ludvig- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 10/12/2017
Re: De ni verneder -Privado
El horror, se veía reflejado en las miradas de los supervivientes. Sangre seca que marcaba la masacre, tuvieron suerte pues el rey loco no se andaba dejando supervivientes, lo devastaba todo a su antojo. Akershus se había convertido en asilo político para todos aquellos que huían del horror de ese ser despreciable, el Conde luchaba a capa y espada reforzado por los suyos, con el fin de conseguir un norte libre y seguro. Cierto que muchos dudaban que tal cosa pudiese ser posible pues ¿desde cuándo esta guerra comenzó? ¿cuándo dará su fin?.
El fin era impredecible, ni las oráculos, ni las gestas ganadas. Muchos cayeron en batalla, dando su vida por un cambio que jamás parecería ocurriría. Fiolett estaba segura que un día todo acabaría, dormirían en paz y el norte sería un lugar libre en el que el temor formaría parte del pasado, olvidaban el caos y la desolación frente a una lumbre, comiendo y bebiendo sin medida, siendo felices y todos juntos, sin distinciones de raza o clase social. Todos iguales frente a los dioses y juntos, invencibles.
Los alfas de las manadas se convirtieron en intocables para los saqueadores del rey. Los Ludvig, se unieron a los suyos, brindándoles un nuevo comienzo, una nueva vida. Desde su posición, mientras hablaba con Orn de lo sucedido, los ojos oscuros de la guerrera se fijaron en la pequeña Ludvig. En sus ojos claros, se reflejaba la confusión pero la tranquilidad de saber que estaba a salvo, con los suyos. No importaba si no compartían sangre, el lazo que los unía a todos y cada uno de ellos, iba mucho más allá de la confianza o el simple hecho de que fuesen familia o aliados. El lazo que los unía era el de la lealtad más absoluta, la confianza y el honor de luchar codo con codo.
Tras despedirse de Orn y los amigos de éste, desapareció para coger algún que otro vestido de Valeska y ropa de alguno de sus hermanos o de padre. Lo primero de todo, lavarse el rostro y mirar hacia adelante, el pasado se quedaba en la aldea. Se acercó a la pequeña con una breve sonrisa, no acortando las distancias y dejarle espacio, lo último que deseaba era le tuviese miedo. Perfectamente envuelto, dejó en sus manos el vestido y la ropa para su padre, iban a necesitarlo. Sobraron las palabras, le tendió su mano dispuesta a dar su vida por ella.
-Si no te gusta, no te preocupes, ya me encargo de ello pero... querrás estar aún más hermosa para la fiesta ¿cierto? Seguro que a tu padre le gustará -alzó las manos, arrodillándose ante ella, riendo por lo bajo , un juego entre ambas -Tengo algo más en el bolsillo, es para ti -un cepillo para el pelo plateado la esperaba -Y ahora, corre antes de que alguna de esas niñas te lo robe. Soy Fio. -se echó a reír, buscando con la mirada a su padre, esa noche harían una buena fiesta en honor a los recién llegados.
Pronto la bebida corrió entre los presentes, jarra en ambas manos se dirigió hacia el alfa cambiante, esperó que lo tomase para brindar en un choque de jarras, se derramó parte del alcohol y entre risas dio un largo sorbo dejó a medias la jarra.
-Sköl -sin apartar la mirada de la ajena, fiera y determinante, se dirigió a todos y cada uno de los norteños que festejaban los nuevos inquilinos -Mientras esteis aquí, no correreis peligro... ni ella. Es una promesa -Randulf jamás le daría daño a esa niña, ella misma se encargaría de ello -Sí, soy la misma enana que te intentaba vencer con una espada de madera sólo que... ahora ha cambiado un poco. Y no lo intentaría, lo haría... -enarcó una ceja, sonriendo con suficiencia, esa sonrisa tan característica de los que lleban su apellido.
El fin era impredecible, ni las oráculos, ni las gestas ganadas. Muchos cayeron en batalla, dando su vida por un cambio que jamás parecería ocurriría. Fiolett estaba segura que un día todo acabaría, dormirían en paz y el norte sería un lugar libre en el que el temor formaría parte del pasado, olvidaban el caos y la desolación frente a una lumbre, comiendo y bebiendo sin medida, siendo felices y todos juntos, sin distinciones de raza o clase social. Todos iguales frente a los dioses y juntos, invencibles.
Los alfas de las manadas se convirtieron en intocables para los saqueadores del rey. Los Ludvig, se unieron a los suyos, brindándoles un nuevo comienzo, una nueva vida. Desde su posición, mientras hablaba con Orn de lo sucedido, los ojos oscuros de la guerrera se fijaron en la pequeña Ludvig. En sus ojos claros, se reflejaba la confusión pero la tranquilidad de saber que estaba a salvo, con los suyos. No importaba si no compartían sangre, el lazo que los unía a todos y cada uno de ellos, iba mucho más allá de la confianza o el simple hecho de que fuesen familia o aliados. El lazo que los unía era el de la lealtad más absoluta, la confianza y el honor de luchar codo con codo.
Tras despedirse de Orn y los amigos de éste, desapareció para coger algún que otro vestido de Valeska y ropa de alguno de sus hermanos o de padre. Lo primero de todo, lavarse el rostro y mirar hacia adelante, el pasado se quedaba en la aldea. Se acercó a la pequeña con una breve sonrisa, no acortando las distancias y dejarle espacio, lo último que deseaba era le tuviese miedo. Perfectamente envuelto, dejó en sus manos el vestido y la ropa para su padre, iban a necesitarlo. Sobraron las palabras, le tendió su mano dispuesta a dar su vida por ella.
-Si no te gusta, no te preocupes, ya me encargo de ello pero... querrás estar aún más hermosa para la fiesta ¿cierto? Seguro que a tu padre le gustará -alzó las manos, arrodillándose ante ella, riendo por lo bajo , un juego entre ambas -Tengo algo más en el bolsillo, es para ti -un cepillo para el pelo plateado la esperaba -Y ahora, corre antes de que alguna de esas niñas te lo robe. Soy Fio. -se echó a reír, buscando con la mirada a su padre, esa noche harían una buena fiesta en honor a los recién llegados.
Pronto la bebida corrió entre los presentes, jarra en ambas manos se dirigió hacia el alfa cambiante, esperó que lo tomase para brindar en un choque de jarras, se derramó parte del alcohol y entre risas dio un largo sorbo dejó a medias la jarra.
-Sköl -sin apartar la mirada de la ajena, fiera y determinante, se dirigió a todos y cada uno de los norteños que festejaban los nuevos inquilinos -Mientras esteis aquí, no correreis peligro... ni ella. Es una promesa -Randulf jamás le daría daño a esa niña, ella misma se encargaría de ello -Sí, soy la misma enana que te intentaba vencer con una espada de madera sólo que... ahora ha cambiado un poco. Y no lo intentaría, lo haría... -enarcó una ceja, sonriendo con suficiencia, esa sonrisa tan característica de los que lleban su apellido.
Fiolett- Humano Clase Alta
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 14/06/2017
Localización : Akershus
Re: De ni verneder -Privado
Mi hija reflejaba la preocupación y el cansancio que sufríamos todos, incluido Ulf, el general de Höor que bien sabia estos ataques nada tenían de aislados.
En su gesto se marcaba la preocupación mas absoluta, no solo porque Akershus estaba abarrotada y eso bien podía significar que no llegaran a alimentar a todos en este duro invierno que se avecinaba cayendo cual losa sobre nosotros.
La hija de Höor se ofreció con amabilidad a darle un vestido nuevo para asistir a la despedida de muchos de los valientes que hoy partían hacia el Valhalla. Ya en piras funerarias sus cuerpos se preparaban para ese viaje mientras sus familias los lloraban y la hidromiel corría para acallar el dolor de los que nos quedábamos en Midgard, el reino de los hombres.
Höor,que estaba dando el pésame a las familias de los difuntos se acercó, nuestras frentes chocaron, hacia tiempo que no nos veíamos, demasiado.
-Ojala no me trajera a Akershus las noticias desalentadoras de los ultimos tiempos, mas como se que sabes, Randulf asola nuestras fronteras, su plan es claro, matar a nuestra descendencia y obligarnos a doblegar nuestra lealtad para con él y no así para contigo.
Muchos son los licantropos que empiezan a plantearse esto como posibilidad, nadie quiere llorar la muerte de un hijo.
Höor asintió apoyando su mano en mi hombro.
-Lo se amigo, lucharemos, Randulf tiene un ejercito, magia y la suficiente maldad como para llevarnos a Hel, pero nosotros seguimos en pie, y mientras tenga fuerzas para mantener alzado el acero, te aseguro que no permitiré ver un norte arrodillado.
-Hemos organizado una asamblea con los jefes de las manadas, podremos hablar esto con calma -añadió Ulf, tenemos que permanecer unidos, no hay otra manera de enfrentar a Randulf, todos hemos perdido mucho en esta guerra para ahora simplemente arrodillarnos. No quiero que mis hijos sena llamados a la gran cena, peor prefiero verlos partir en la barcaza que verlos encadenados ante la crueldad de Randulf. Yo no dejaré jamas de luchar, no hasta que la ultima gota de mi sangre sea entregada por estas tierras, por mis dioses y por las gentes que no se rinden y que como yo no aceptan la esclavitud como modo de vida.
Asentí alzando la jarra de hidromiel que la morena hija de Höor me había tendido, sus palabras no eran bien entendidas por un hombre como yo, aunque intuí se las debía decir mas a mi hija para tranquilizarla que a un aguerrido guerrero que no huía de la guerra si no que protegía a su pueblo.
-No necesito sentirme a salvo, la voluntad de los dioses reside en mi acero y si Odin me llama a la gran cena acudiré para enfrentar a mi linaje. No necesito tu protección, no soy una dama desvalida. -mis aceros se hundieron en sus pardos.
-Seguro que mi hija no quería decir eso -advirtió Höor quitando hierro al asunto -Viggo volverá a enfrentar a Randulf, su viaje, peligroso sin duda hasta nuestros muros solo es debido a poner a salvo a su estirpe y a los niños ue en esos bosques corren peligro. Todos nosotros somos guerreros aguerridos capaces de lazar el acero y con ese gesto hacerse tambalear le mundo, somos humanos, amados y odiados por nuestros dioses a partes iguales, tenemos libre albedrío y lo usaremos para ganar esta batalla porque no vamos a perder la guerra, te lo aseguro.
Las jarras chocaron, los vikingos vociferaron y al esperanza crecía en le corazón de nuestros pequeños hijos.
Mi mirada se perdía en mi preciosa niña de pelo castaño, quería un mundo mejor para ella. También Hoor lo buscaba para los suyos.
.
En su gesto se marcaba la preocupación mas absoluta, no solo porque Akershus estaba abarrotada y eso bien podía significar que no llegaran a alimentar a todos en este duro invierno que se avecinaba cayendo cual losa sobre nosotros.
La hija de Höor se ofreció con amabilidad a darle un vestido nuevo para asistir a la despedida de muchos de los valientes que hoy partían hacia el Valhalla. Ya en piras funerarias sus cuerpos se preparaban para ese viaje mientras sus familias los lloraban y la hidromiel corría para acallar el dolor de los que nos quedábamos en Midgard, el reino de los hombres.
Höor,que estaba dando el pésame a las familias de los difuntos se acercó, nuestras frentes chocaron, hacia tiempo que no nos veíamos, demasiado.
-Ojala no me trajera a Akershus las noticias desalentadoras de los ultimos tiempos, mas como se que sabes, Randulf asola nuestras fronteras, su plan es claro, matar a nuestra descendencia y obligarnos a doblegar nuestra lealtad para con él y no así para contigo.
Muchos son los licantropos que empiezan a plantearse esto como posibilidad, nadie quiere llorar la muerte de un hijo.
Höor asintió apoyando su mano en mi hombro.
-Lo se amigo, lucharemos, Randulf tiene un ejercito, magia y la suficiente maldad como para llevarnos a Hel, pero nosotros seguimos en pie, y mientras tenga fuerzas para mantener alzado el acero, te aseguro que no permitiré ver un norte arrodillado.
-Hemos organizado una asamblea con los jefes de las manadas, podremos hablar esto con calma -añadió Ulf, tenemos que permanecer unidos, no hay otra manera de enfrentar a Randulf, todos hemos perdido mucho en esta guerra para ahora simplemente arrodillarnos. No quiero que mis hijos sena llamados a la gran cena, peor prefiero verlos partir en la barcaza que verlos encadenados ante la crueldad de Randulf. Yo no dejaré jamas de luchar, no hasta que la ultima gota de mi sangre sea entregada por estas tierras, por mis dioses y por las gentes que no se rinden y que como yo no aceptan la esclavitud como modo de vida.
Asentí alzando la jarra de hidromiel que la morena hija de Höor me había tendido, sus palabras no eran bien entendidas por un hombre como yo, aunque intuí se las debía decir mas a mi hija para tranquilizarla que a un aguerrido guerrero que no huía de la guerra si no que protegía a su pueblo.
-No necesito sentirme a salvo, la voluntad de los dioses reside en mi acero y si Odin me llama a la gran cena acudiré para enfrentar a mi linaje. No necesito tu protección, no soy una dama desvalida. -mis aceros se hundieron en sus pardos.
-Seguro que mi hija no quería decir eso -advirtió Höor quitando hierro al asunto -Viggo volverá a enfrentar a Randulf, su viaje, peligroso sin duda hasta nuestros muros solo es debido a poner a salvo a su estirpe y a los niños ue en esos bosques corren peligro. Todos nosotros somos guerreros aguerridos capaces de lazar el acero y con ese gesto hacerse tambalear le mundo, somos humanos, amados y odiados por nuestros dioses a partes iguales, tenemos libre albedrío y lo usaremos para ganar esta batalla porque no vamos a perder la guerra, te lo aseguro.
Las jarras chocaron, los vikingos vociferaron y al esperanza crecía en le corazón de nuestros pequeños hijos.
Mi mirada se perdía en mi preciosa niña de pelo castaño, quería un mundo mejor para ella. También Hoor lo buscaba para los suyos.
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Viggo Ludvig- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/02/2017
Re: De ni verneder -Privado
“Hvor det gode er, er det håp.
Inevitable el poder haber evitado la desolación y desgracia de esas aldeas arrasadas. Un terrible presentimiento sin visión, Randulf se guardaba bien sus espaldas para no poder penetrar en sus pensamientos, su plan de arrasarlo todo, poco a poco... sin previo aviso, adueñarse de lo que grano a grano los supervivientes habían logrado, por un tiempo limitado. Muchos ya no tenían nada, sólo la esperanza de que algún día no muy lejano, la guerra acabase y poder por fin, luz en sus oscuras vidas... no vivir con miedo constante. Y aún así, tras las murallas de su hogar, Akershus... se respiraba tranquilidad, confianza entre los suyos y los recién llegados, felicidad en estos momentos de caos.
Tras su padre, observó el ritual de despedir a los que aquellos ya no vivirían para ver los logros que aún quedaban por cumplir, desearles un buen viaje al Valhalla y cenasen con los dioses, brindasen por la victoria. Nadie conocía las decisiones de los dioses, menos el futuro que les deparaba. Las oráculos sólo eran guías en el camino de los viajeros, ayudar a dar los pasos correctos, las premoniciones ya escritas y claras.
Desde su posición, pudo escuchar la conversación que mantenía su padre y el cambiante, Fiolett tan impulsiva como de costumbre, no pensó antes de hablar y creó cierta confusión en los presentes. Valeska, chasqueó la lengua, acercándose a ellos como si sus pasos fueran inexistentes y pareciese que flotase, sigilosa...su hermana no cambiaría, tan terca y cabezota siempre ansiaba ser la voz cantante sin importarle más que sí misma.
-No hay damas desválidas en Akershus, señor Ludvig. A lo que mi hermana se refiere... no es a otra cosa que mientras esteis aquí, no os faltará de nada. Y lucharemos, todos juntos aceptando la decisión de los dioses y nuestro sino. -los labios carmesí mostraron una sonrisa, destensando el ambiente tras las palabras inequivocas de su hermana -Soy Valeska Cannif, un placer. -sintió la mirada de su hermana como si acabase de soltar fuego, si hubiese sido así, la habría fulminado por completo. - Un sino aún incierto y borroso, es imposible ver nada próximo...sólo oigo gritos y llanto...cada vez somos más, estoy segura de que evitaremos que las circunstancias cambien -tiró del brazo de Fiolett, la cual se revolvió como una niña enfadada, miraba a ese hombre como si nada más existiese... el modo con el que se habían vuelto a encontrar no fue el más acertado.
-Por supuesto será un honor luchar a tu lado, cambiante -Valeska tosió por lo bajo, su insensatez les llevaría finalmente a acabar mal con ese hombre que venía del mismo caos y destrucción del rey loco -Ludvig. -las orbes de Fio se clavaron en ella, Valeska sonreía divertida al ver a su hermana inquieta, sin saber por primera vez cómo dirigirse a un hombre ¿por qué? Estaba acostumbrada a relacionarse con varones...
-Bienvenidos -los dedos finos de Valeska se enredaron en el cabello castaño de la niña a la que sonrió amistosa, Fio era su escudo y ella, en determinadas ocasiones, su espada.
Inevitable el poder haber evitado la desolación y desgracia de esas aldeas arrasadas. Un terrible presentimiento sin visión, Randulf se guardaba bien sus espaldas para no poder penetrar en sus pensamientos, su plan de arrasarlo todo, poco a poco... sin previo aviso, adueñarse de lo que grano a grano los supervivientes habían logrado, por un tiempo limitado. Muchos ya no tenían nada, sólo la esperanza de que algún día no muy lejano, la guerra acabase y poder por fin, luz en sus oscuras vidas... no vivir con miedo constante. Y aún así, tras las murallas de su hogar, Akershus... se respiraba tranquilidad, confianza entre los suyos y los recién llegados, felicidad en estos momentos de caos.
Tras su padre, observó el ritual de despedir a los que aquellos ya no vivirían para ver los logros que aún quedaban por cumplir, desearles un buen viaje al Valhalla y cenasen con los dioses, brindasen por la victoria. Nadie conocía las decisiones de los dioses, menos el futuro que les deparaba. Las oráculos sólo eran guías en el camino de los viajeros, ayudar a dar los pasos correctos, las premoniciones ya escritas y claras.
Desde su posición, pudo escuchar la conversación que mantenía su padre y el cambiante, Fiolett tan impulsiva como de costumbre, no pensó antes de hablar y creó cierta confusión en los presentes. Valeska, chasqueó la lengua, acercándose a ellos como si sus pasos fueran inexistentes y pareciese que flotase, sigilosa...su hermana no cambiaría, tan terca y cabezota siempre ansiaba ser la voz cantante sin importarle más que sí misma.
-No hay damas desválidas en Akershus, señor Ludvig. A lo que mi hermana se refiere... no es a otra cosa que mientras esteis aquí, no os faltará de nada. Y lucharemos, todos juntos aceptando la decisión de los dioses y nuestro sino. -los labios carmesí mostraron una sonrisa, destensando el ambiente tras las palabras inequivocas de su hermana -Soy Valeska Cannif, un placer. -sintió la mirada de su hermana como si acabase de soltar fuego, si hubiese sido así, la habría fulminado por completo. - Un sino aún incierto y borroso, es imposible ver nada próximo...sólo oigo gritos y llanto...cada vez somos más, estoy segura de que evitaremos que las circunstancias cambien -tiró del brazo de Fiolett, la cual se revolvió como una niña enfadada, miraba a ese hombre como si nada más existiese... el modo con el que se habían vuelto a encontrar no fue el más acertado.
-Por supuesto será un honor luchar a tu lado, cambiante -Valeska tosió por lo bajo, su insensatez les llevaría finalmente a acabar mal con ese hombre que venía del mismo caos y destrucción del rey loco -Ludvig. -las orbes de Fio se clavaron en ella, Valeska sonreía divertida al ver a su hermana inquieta, sin saber por primera vez cómo dirigirse a un hombre ¿por qué? Estaba acostumbrada a relacionarse con varones...
-Bienvenidos -los dedos finos de Valeska se enredaron en el cabello castaño de la niña a la que sonrió amistosa, Fio era su escudo y ella, en determinadas ocasiones, su espada.
Valeska- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/03/2017
Re: De ni verneder -Privado
Poco podía comprender de lo que estaba pasando en esos momentos, sabía dónde nos encontrábamos porque papá me había hablado de ese lugar muchas veces, decía que era la esperanza que todos necesitaban y que algún día lo comprendería. En esos momentos quise comprender lo que me decía, intentar saber por qué era aquel lugar tan lleno de gente la esperanza pero no podía comprenderlo, era demasiado pequeña y se me escapaban muchos detalles que no entendería hasta años más tarde. Para mí era un lugar nuevo que no había visto nunca, la gente iba y venía a nuestro alrededor mientras yo permanecía medio escondida pegada al costado de papá aferrando con mis manos su ropa para que no se separara. Los sitios nuevos no me gustaban, y más cuando había tanta gente nueva porque no solo había llegado nuestra manada. Mis ojos se fijaron mientras ellos hablaban en lo que nos rodeaba, gente herida que era atendida, guerreros que ayudaban a la gente a moverse, niños que en un rincón aparte jugaban entre ellos corriendo. Apenas me pude enterar de lo que estaban hablando pero sí me di cuenta aunque no mirara de las personas que fueron llegando frente a nosotros, alcé mis ojos castaños hacia arriba para contemplar a dichas personas mientras los dedos de papá se envolvían en mi pelo para tranquilizarme. Dos hombres se acercaron a nosotros y que al parecer ya se conocían por el saludo que se dieron, uno de ellos llevó su mano a mi pelo para revolverlo mientras me sonreía, contemplé a la “hija” que nombraba y que era la que nos había recibido al llegar, su pelo moreno y largo caía en ondas por su espalda y parte de su pecho, llevaba un cinto donde tenía varias dagas y una espada y me pregunté si sería una escudera, yo también quería ser fuerte y poder luchar un día como lo hacía papá, ayudar a nuestra manada como lo hacía él y si no sabías luchar poco podías hacer por protegerla, era una lección que siempre me decía para el futuro. Mordí ligeramente mi labio contemplando a la morena que me miraba mientras yo apoyaba parte de mi rostro en el cuerpo de mi padre, sin quitar la vista de ella. Tendió su mano mostrando algo que tenía para mí, así que dejé de medio esconderme y me acerqué ahora que se había arrodillado para ver un vestido envuelto y doblado, de color azul claro que llevaba un lazo como cinturón. Mis ojos subieron a los suyos después de mirar aquel vestido.
-¿Hay una fiesta? –Pregunté con toda la inocencia del mundo, sonreí asintiendo con la cabeza mientras veía con curiosidad lo que se sacaba del bolsillo y que quería darme. Un peine, un peine de plata que me entregó para que me pusiera guapa para la fiesta, sonreí por aquello y dejé un beso en su mejilla en agradecimiento como me habían enseñado, con el vestido en la mano y el peine sobre la tela corrí de vuelta hacia donde estaba mi padre con una sonrisa- ¡mira papá! Fio me ha dado este vestido para que me lo ponga... ¿a que es bonito? –Pregunté enseñándoselo ajena, en esa inocencia, a todo lo que pasaba a mi alrededor y de la que no era del todo consciente. Un rato más tarde ya estaba cambiada con el vestido que me había dado Fio, había peinado mi larga y castaña melena con aquel peine dejando el pelo suelto, los adultos bebían de jarras mientras yo estaba con otros niños jugando ajenos a todo lo que pasaba, a nosotros no nos contaban todo y nos mantenían a un margen de la realidad. Habían llegado más niños de otras manadas y de otros lugares y era una buena forma de pasar el rato, aunque no perdía nunca de vista a mi padre para no alejarme demasiado. Al rato acabé volviendo de nuevo donde estaban, tenía las mejillas sonrojadas por las carreras que habíamos hecho, me senté sobre sus rodillas apoyando mi espalda contra su pecho, de nuevo Fio estaba hablando con mi padre aunque se unió una segunda mujer, más pálida que Fio, de cabellos dorados y ojos azules que me saludó con una sonrisa revolviendo mi largo pelo, sonreí apoyada todavía contra su pecho sintiendo que los ojos me pesaban, la gente parecía ir animándose pero yo sentía que me dormía por momentos después del largo día que habíamos tenido- tengo sueño papi –me giré para recostarme en su pecho, apoyé mi cabeza y aferré con mis dedos su ropa sintiendo que los ojos me pesaban cada vez más y más hasta que finalmente acabé por quedarme dormida.
-¿Hay una fiesta? –Pregunté con toda la inocencia del mundo, sonreí asintiendo con la cabeza mientras veía con curiosidad lo que se sacaba del bolsillo y que quería darme. Un peine, un peine de plata que me entregó para que me pusiera guapa para la fiesta, sonreí por aquello y dejé un beso en su mejilla en agradecimiento como me habían enseñado, con el vestido en la mano y el peine sobre la tela corrí de vuelta hacia donde estaba mi padre con una sonrisa- ¡mira papá! Fio me ha dado este vestido para que me lo ponga... ¿a que es bonito? –Pregunté enseñándoselo ajena, en esa inocencia, a todo lo que pasaba a mi alrededor y de la que no era del todo consciente. Un rato más tarde ya estaba cambiada con el vestido que me había dado Fio, había peinado mi larga y castaña melena con aquel peine dejando el pelo suelto, los adultos bebían de jarras mientras yo estaba con otros niños jugando ajenos a todo lo que pasaba, a nosotros no nos contaban todo y nos mantenían a un margen de la realidad. Habían llegado más niños de otras manadas y de otros lugares y era una buena forma de pasar el rato, aunque no perdía nunca de vista a mi padre para no alejarme demasiado. Al rato acabé volviendo de nuevo donde estaban, tenía las mejillas sonrojadas por las carreras que habíamos hecho, me senté sobre sus rodillas apoyando mi espalda contra su pecho, de nuevo Fio estaba hablando con mi padre aunque se unió una segunda mujer, más pálida que Fio, de cabellos dorados y ojos azules que me saludó con una sonrisa revolviendo mi largo pelo, sonreí apoyada todavía contra su pecho sintiendo que los ojos me pesaban, la gente parecía ir animándose pero yo sentía que me dormía por momentos después del largo día que habíamos tenido- tengo sueño papi –me giré para recostarme en su pecho, apoyé mi cabeza y aferré con mis dedos su ropa sintiendo que los ojos me pesaban cada vez más y más hasta que finalmente acabé por quedarme dormida.
Odalyn Ludvig- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/12/2017
Re: De ni verneder -Privado
El Conde y su hija oráculo, amainaron aquel momento de tensión entre el cambiante y la guerra, ésta seguía en sus trece, mirándole fijamente a los ojos y preguntarse mentalmente demasiadas cosas, preguntas que seguro no obtendrían respuesta. Una sonrisa ladina como respuesta, dando punto y final a una conversación que no era necesaria alargar, ni era el momento menos el lugar para crear mal ambiente, una dispuesta entre ellos completamente innecesaria.
Tras darle un largo trago a su copa, la tierna imagen de la pequeña Odalyn buscar a su padre, le arrancó una sonrisa, recordándole a Valeska cuando cansada, llegaba con Sirius tras sus clases de magia. Su padre y el cambiante tendrían algunas cosas que tratar, así que, seguramente la pequeña estaría mejor en un sitio más cómodo. Carraspeó, no quería importunar, no empezaron con mal pie y no deseaba ninguna disputa, menos cuando corrían estos tiempos en donde ante todo, debían estar unidos. La primera en desear tal cosa, por ese motivo, dejó su orgullo y su mal genio a un lado.
-Toma -tuteo, no se andaba con rodeos, la familiaridad de todos los que vivían en la fortaleza de Akershus era más que conocida, le tendió una nueva jarra, con la pequeña en los brazos apenas podría hacer más. Su padre se había perdido entre la multitud para tratar unos asuntos y Valeska, los observaba desde su posición, no mucho más lejos de donde se encontraban -Desde pequeña, he admirado a grandes guerreros. -distraída, mientras hablaba, buscó a su padre, dando a entender a quién se refería, a su padre como el principal ejemplo a seguir -El general Lund, mis hermanos … y en los viajes a tu aldea, siempre acompañaba a mi padre, era un honor y lo sigue siendo -hizo una pausa, mostrando una breve sonrisa, lo sentía de verdad... y el modo de decir las cosas lo había suavizado, sería el alcohol... lo es.
- Se me malinterpretó, ya lo dijo mi hermana y......creo que bebí bastante -vació la copa de golpe, Valeska entornó los ojos al ver como Fio movía la cabeza de un modo particular -Siento lo de tu poblado, no quedará impune y....ya no sé ni lo que digo... es la cuarta o la quinta, ya no me acuerdo. Deberías llevarla a dormir...¡y yo debería también! ¿me llevas? -bromeó, negando con la cabeza, su hermana sólo esperaba que no fastidiase la unión que tenía con su padre. -En el viaje... prometo portarme bien
Apenas fue un susurro, como si le contase un secreto, desde que se habían vuelto a encontrar...la guerrera no había estado acertada en nada.
-Tenemos que estar preparados, para lo que sea. Valeska está preocupada, no ve... no logra ver nada y eso no es bueno, dice que tiene un mal presentimiento. Randulf. -apretó con tanta fuerza la jarra que la rompió , empapándose de alcohol y clavándose el cristal en la palma, ni se inmutó, no dolía, dolían más las vidas arrebatadas a las que daría venganza.-Venceremos. Sköll -no tenía jarra, se la arrebató a uno de los presentes que se encontraba borracho y la alzó, en dirección a la del cambiante, una disculpa sin decir “lo siento” -Un honor luchar a tu lado, Ludvig
Apenas esos eran el menor de sus problemas, acababan de comenzar.
Tras darle un largo trago a su copa, la tierna imagen de la pequeña Odalyn buscar a su padre, le arrancó una sonrisa, recordándole a Valeska cuando cansada, llegaba con Sirius tras sus clases de magia. Su padre y el cambiante tendrían algunas cosas que tratar, así que, seguramente la pequeña estaría mejor en un sitio más cómodo. Carraspeó, no quería importunar, no empezaron con mal pie y no deseaba ninguna disputa, menos cuando corrían estos tiempos en donde ante todo, debían estar unidos. La primera en desear tal cosa, por ese motivo, dejó su orgullo y su mal genio a un lado.
-Toma -tuteo, no se andaba con rodeos, la familiaridad de todos los que vivían en la fortaleza de Akershus era más que conocida, le tendió una nueva jarra, con la pequeña en los brazos apenas podría hacer más. Su padre se había perdido entre la multitud para tratar unos asuntos y Valeska, los observaba desde su posición, no mucho más lejos de donde se encontraban -Desde pequeña, he admirado a grandes guerreros. -distraída, mientras hablaba, buscó a su padre, dando a entender a quién se refería, a su padre como el principal ejemplo a seguir -El general Lund, mis hermanos … y en los viajes a tu aldea, siempre acompañaba a mi padre, era un honor y lo sigue siendo -hizo una pausa, mostrando una breve sonrisa, lo sentía de verdad... y el modo de decir las cosas lo había suavizado, sería el alcohol... lo es.
- Se me malinterpretó, ya lo dijo mi hermana y......creo que bebí bastante -vació la copa de golpe, Valeska entornó los ojos al ver como Fio movía la cabeza de un modo particular -Siento lo de tu poblado, no quedará impune y....ya no sé ni lo que digo... es la cuarta o la quinta, ya no me acuerdo. Deberías llevarla a dormir...¡y yo debería también! ¿me llevas? -bromeó, negando con la cabeza, su hermana sólo esperaba que no fastidiase la unión que tenía con su padre. -En el viaje... prometo portarme bien
Apenas fue un susurro, como si le contase un secreto, desde que se habían vuelto a encontrar...la guerrera no había estado acertada en nada.
-Tenemos que estar preparados, para lo que sea. Valeska está preocupada, no ve... no logra ver nada y eso no es bueno, dice que tiene un mal presentimiento. Randulf. -apretó con tanta fuerza la jarra que la rompió , empapándose de alcohol y clavándose el cristal en la palma, ni se inmutó, no dolía, dolían más las vidas arrebatadas a las que daría venganza.-Venceremos. Sköll -no tenía jarra, se la arrebató a uno de los presentes que se encontraba borracho y la alzó, en dirección a la del cambiante, una disculpa sin decir “lo siento” -Un honor luchar a tu lado, Ludvig
Apenas esos eran el menor de sus problemas, acababan de comenzar.
Fiolett- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/06/2017
Localización : Akershus
Re: De ni verneder -Privado
La morena llevaba varias copas de mas, quizás de ahí su imprudencia al hablar. La justificación de la rubia, la oráculo hija de Höor, no tardo en llegar dedicando una mirada condescendiente a su hermana.
Al parecer por lo que la morena decía Valeska no lograba ver nada y eso solo implicaban malos presagios.
Mi hija agotada pero feliz por ese vestido que le habían prestado se había subido a mis brazos, sus pequeñas ventanas se cerraban suplicando un lecho. Lo mejor de los niños era su capacidad de rehacerse de las adversidades.
Fue Hoor el que se acercó de nuevo, acaricio el pelo de mi hija con una ladeada sonrisa.
-Nuestros hijos son fuertes Viggo, por sus venas corre norte, da igual lo que haya visto, sera fuerte, dura, un alfa.
Asentí chocando mi frente con la suya, corrían tiempos difíciles para el norte, pero unidos seriamos fuertes. Randulf buscaba quebrar nuestra alianza, doblegarnos, separarnos iba a por los débiles, nuestro futuro, peor allí atrincherados en Akershus íbamos a proteger el futuro del norte.
-Volveré a mis bosques, no permitiré que el ejercito de Randulf cruce mi frontera.
Höor asintió.
-mandaré algunos de mis hombres para que puedas disponer de ellos.
-Voy a llevarla a dormir, estamos cansados, espero me disculpéis. Le dediqué una suave reverencia a la joven Cannif de rubios cabellos, las oráculos eran mujeres bendecidas por los dioses, veneradas por todos nosotros.
-Encantado de conocerte Valeska.
Ladeé la sonrisa mirando a la morena borracha.
-Si, creo que necesitas irte a dormir o a donde quieras.
Höor y yo nos perdimos a través del portón de su castillo escaleras arriba, allí se encontró con el pequeño Niels que adormilado bajaba arrastrando su espada de madera.
-Este va a ser bueno -le dije riéndome
-No lo sabes tu bien -contestó Höor ensanchando la sonrisa cargándolo sobre su hombro como si fuera un saco mientras el niño con cara de trasto se reía.
-Esa niña es muy guapa -dijo el crio con picarda
-Empieza pronto tu hijo bromeé muerto de la risa.
Höor el dio un par de azotes suaves y el muerto de la risa le pegaba en el culo a su padre con la espada.
Höor me indico cual sería nuestra habitación, así que me adentré en ella para poder descansar. Mi hija y yo acabamos sobre el lecho completamente dormidos, estábamos muy cansados los dos.
Al parecer por lo que la morena decía Valeska no lograba ver nada y eso solo implicaban malos presagios.
Mi hija agotada pero feliz por ese vestido que le habían prestado se había subido a mis brazos, sus pequeñas ventanas se cerraban suplicando un lecho. Lo mejor de los niños era su capacidad de rehacerse de las adversidades.
Fue Hoor el que se acercó de nuevo, acaricio el pelo de mi hija con una ladeada sonrisa.
-Nuestros hijos son fuertes Viggo, por sus venas corre norte, da igual lo que haya visto, sera fuerte, dura, un alfa.
Asentí chocando mi frente con la suya, corrían tiempos difíciles para el norte, pero unidos seriamos fuertes. Randulf buscaba quebrar nuestra alianza, doblegarnos, separarnos iba a por los débiles, nuestro futuro, peor allí atrincherados en Akershus íbamos a proteger el futuro del norte.
-Volveré a mis bosques, no permitiré que el ejercito de Randulf cruce mi frontera.
Höor asintió.
-mandaré algunos de mis hombres para que puedas disponer de ellos.
-Voy a llevarla a dormir, estamos cansados, espero me disculpéis. Le dediqué una suave reverencia a la joven Cannif de rubios cabellos, las oráculos eran mujeres bendecidas por los dioses, veneradas por todos nosotros.
-Encantado de conocerte Valeska.
Ladeé la sonrisa mirando a la morena borracha.
-Si, creo que necesitas irte a dormir o a donde quieras.
Höor y yo nos perdimos a través del portón de su castillo escaleras arriba, allí se encontró con el pequeño Niels que adormilado bajaba arrastrando su espada de madera.
-Este va a ser bueno -le dije riéndome
-No lo sabes tu bien -contestó Höor ensanchando la sonrisa cargándolo sobre su hombro como si fuera un saco mientras el niño con cara de trasto se reía.
-Esa niña es muy guapa -dijo el crio con picarda
-Empieza pronto tu hijo bromeé muerto de la risa.
Höor el dio un par de azotes suaves y el muerto de la risa le pegaba en el culo a su padre con la espada.
Höor me indico cual sería nuestra habitación, así que me adentré en ella para poder descansar. Mi hija y yo acabamos sobre el lecho completamente dormidos, estábamos muy cansados los dos.
Viggo Ludvig- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/02/2017
Re: De ni verneder -Privado
Desde la posición de la oráculo, observaba en silencio a los presentes. La que más le preocupaba era su hermana, ya llevaba cinco jarras y a la sexta, solía desaparecer con algún norteño que le gustase para pasar el rato. Fiolett se parecía demasiado a su padre, tan impulsiva y sabía lo que quería, siempre. En este caso, la jugada no le salió como esperaba, ¿a quién se le ocurría decir que protegería a un guerrero? Entendía la molestia del cambiante pero ella no, se dedicaba a meter aún más y más la pata. ¿Es que no había aprendido todavía?.
La oyó gruñir, frustrada y muy enfadada al ver que su acercamiento fue en vano y emendar el error le costaría más que unas frases de admiración. Conocía la historia de Fio con los Ludvig, desde muy pequeña seguía los pasos de grandes guerreros y éste era uno de ellos, su admiración siempre silenciosa, como no ¡cualquiera le oiría admitir tal cosa!, padre les contaba historias vividas, batallas ganadas, anécdotas y Fio siempre terminaba dándole la tabarra con “el guerrero Luvig esto y lo otro”. Hablaba sin parar, ese fue su error para confirmar que su hermana había sido eclipsada por ese hombre entre los demás guerreros.
Valeska, rió por lo bajo al ver a su hermana dar el último trago a la jarra. Sus orbes esmeraldas , se entrecerraron esperando captar la atención de la morena quien tras lamerse el labio inferior y recoger la espuma, dejó la jarra en una de las mesas dónde se encontraba dispuesta la comida. Suspiró largamente, ahora venía el cabreo monumental, sin embargo Fiolet... sólo desvió la mirada hasta que los pasos del cambiante y la pequeña se perdieron dentro de la casa.
-¿Qué? -Valeska se encogió de hombros, atrayéndole hacia sí la muñeca y dejar que los finos dedos de la rubia se deslizasen por la cabellera de su hermana -No esperabas algo así ¿cierto? No es que el señor Ludvig te haya mirado tan siquiera pero Tranquila... todo a su tiempo, aunque ¿qué esperabas? Tiene cosas que hablar con padre. Sigues siendo una niña a su lado, Fio. Sólo debes demostrar que no lo eres.-susurró en su oído, dejando un beso en la mejilla de la guerrera para calmarla -Deberías ir a dormir, Fio. Mañana será otro día y... -Antes de que acabase la frase, una visión pasó ante sus ojos, paralizándola por completo. Algo ocurría en las fronteras, no les bastó arrasar con todas las aldeas y dejar a unos pocos para contarlo.
Fiolett, se giró de golpe, tomándola de los brazos y tomase asiento, esperando a que la visión terminase. Ojos abiertos, blancos, labios que se movían sin cesar sin emitir ni una palabra. Algo ocurría más allá de las fronteras de Akershus, las fronteras dentro de ésta custodiadas por magia, un escudo protector. Valeska volvió en sí, buscando la mirada de su hermana, preocupada esperó a que hablase.
-Debéis partir, mañana. Algo ocurre pero no pude ver lo que es... debéis ir, sentí desolación, pérdida...pero no vi los ríos teñidos de rojo, sí vacíos -Fiolett no entendía nada, padre sería informado, ir a ver lo que ocurría antes de que fuese demasiado tarde.
La oyó gruñir, frustrada y muy enfadada al ver que su acercamiento fue en vano y emendar el error le costaría más que unas frases de admiración. Conocía la historia de Fio con los Ludvig, desde muy pequeña seguía los pasos de grandes guerreros y éste era uno de ellos, su admiración siempre silenciosa, como no ¡cualquiera le oiría admitir tal cosa!, padre les contaba historias vividas, batallas ganadas, anécdotas y Fio siempre terminaba dándole la tabarra con “el guerrero Luvig esto y lo otro”. Hablaba sin parar, ese fue su error para confirmar que su hermana había sido eclipsada por ese hombre entre los demás guerreros.
Valeska, rió por lo bajo al ver a su hermana dar el último trago a la jarra. Sus orbes esmeraldas , se entrecerraron esperando captar la atención de la morena quien tras lamerse el labio inferior y recoger la espuma, dejó la jarra en una de las mesas dónde se encontraba dispuesta la comida. Suspiró largamente, ahora venía el cabreo monumental, sin embargo Fiolet... sólo desvió la mirada hasta que los pasos del cambiante y la pequeña se perdieron dentro de la casa.
-¿Qué? -Valeska se encogió de hombros, atrayéndole hacia sí la muñeca y dejar que los finos dedos de la rubia se deslizasen por la cabellera de su hermana -No esperabas algo así ¿cierto? No es que el señor Ludvig te haya mirado tan siquiera pero Tranquila... todo a su tiempo, aunque ¿qué esperabas? Tiene cosas que hablar con padre. Sigues siendo una niña a su lado, Fio. Sólo debes demostrar que no lo eres.-susurró en su oído, dejando un beso en la mejilla de la guerrera para calmarla -Deberías ir a dormir, Fio. Mañana será otro día y... -Antes de que acabase la frase, una visión pasó ante sus ojos, paralizándola por completo. Algo ocurría en las fronteras, no les bastó arrasar con todas las aldeas y dejar a unos pocos para contarlo.
Fiolett, se giró de golpe, tomándola de los brazos y tomase asiento, esperando a que la visión terminase. Ojos abiertos, blancos, labios que se movían sin cesar sin emitir ni una palabra. Algo ocurría más allá de las fronteras de Akershus, las fronteras dentro de ésta custodiadas por magia, un escudo protector. Valeska volvió en sí, buscando la mirada de su hermana, preocupada esperó a que hablase.
-Debéis partir, mañana. Algo ocurre pero no pude ver lo que es... debéis ir, sentí desolación, pérdida...pero no vi los ríos teñidos de rojo, sí vacíos -Fiolett no entendía nada, padre sería informado, ir a ver lo que ocurría antes de que fuese demasiado tarde.
Valeska- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/03/2017
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