El juego que tu quieras //Privado

El día había sido monotono, y era curiosa esa definición debido al trabajo de la cambiante, evaluar de aburrido un espectaculo, donde dejo a todos sorprendidos con sus acrobacias, girando y descolgandose manteniendo la sujección solo con el empeine de su pie mientras colgaba boca abajo de un trapecio a 15 metros de altura era sorprendente, y aunque cayese era improbable que se matase, seguía siendo espectacular para todos aquellos aficionados que pagaban su entrada para ver a los payasos, trapecitas, malabaristas y domadores, aunque a Yendra esto le resultaba muy facil por su capacidad de comunicarse con ellos. Miraba colgada boca abajo mientras estendía los brazos a modo saludo para que el publico aplaudiese mientras aun la observaban con la boca abierta.

Pero todo eso había quedado atras, y ya había terminado la jornada laboral, vistiendose con ropas algo más discretas y no tan coloridas para atraer la atención de todos, como si su pelo rubio platino no hiciese ya suficiente, se puso las botas y un abrigo largo, pues la noche se estaba empezando a presentar fria, y se guardó las monedas ganadas, aun demasiado escasas para prometer una buena noche, asi que cuando abandonó la carpa circense y se encamino por el ajetreado barrio rico, donde la gente aun disfrutaba de los ultimos rayos de sol que jugueteaban entre los edificios. La ladina sonrisa en los sonrosados labios de la cambiante se dibujaron a la perfección mientras esos cristalinos azules desviaban de un lugar a otro buscando "victimas" con las que chocarse de manera "accidental".

Desde luego cuanto más se pasean por lugares pomposos menos se daban cuenta de que una pequeña mano había penetrado y violado la seguridad de sus bolsillos ofreciendole grandes recompesas a la rubia, que contaba el dinero ganado, sin duda esto ya empezaba a dibujar una noche divertida, que prometiera, más elegir el siguiente destino era algo más facil para la cambiante, que se debatía por beber todo el ron miel de las tabernas hasta caer en los brazos de un caballero o de un rufian atractivo que apestase a testosterona, pasar una noche desenfrenada y que luego pasase al olvido y a lo mejor si se despertaba antes que él, robarle tambien, se sentía especialmente maliciosa en esa ocasión.

La busqueda de diversiones hicieron que viviese una noche repetida, llevando sus pasos directamente al burdel, el cual observó desde fuera mientras negaba con la cabeza para sí misma, no tenía remedio, era una maldita cambiante lasciva. Más no se avergonzaba de ello, de hecho se sentía lo suficientemente satisfecha para a sus amistades confesarle este particular vicio, aunque eso en el circo no lo sabían, pues no quería que esos capataces se pensaran lo que no era, que la muchacha fuera algo lujuriosa no quería decir que se conformase con cualquiera.

Entrando en el sitio donde sus sentidos recibieron un golpe aturdidor, pues el ambiente cargado, el olor a hormonas que impregnaba el sitio, hizo que Yendra dirigiese los pasos directamente a la barra. - Ron miel.- Dijo con aire seguro, soltando las monedas suficientes. Mientras paseaba la vista viendo que le pudiera apetecer hoy, normalmente la cambiante le costaba decantarse por una mujer o un hombre, pero la preferencía de la noche de hoy era clara. Mas no le costó elegir al presa de la noche, ladeó la cabeza fijandose en esos profundos ojos verdes, esos rasgos atractivos, y que lo que más le sorprendia es que ninguna dama de alta cuna estuviera pegandose por robarle el aliento con pasionales besos.

Se movió con decisión con felinos movimientos hasta colocarse justo a su lado. -Buenas noches.- Saludó respetuosamente la cambiante, revisandole de arriba abajo, olfateandole de manera disimulada para terminar de convencerse. realmente esas vestimentas exquisitas dejaban entrever que era de los caros, pero creía haber robado las suficientes carteras como para poder pagarlo. -Muy bien...tengo la noche aburrida, y quiero divertirme de la manera mas pronta posible, mi día de hoy es monotono, seguro que tú puedes solucionarlo. - Le guiñó un ojo mientras charlaba con él, aunque la cambiante se le pensaba a llenar la cabeza de maliciosas ideas, cosa que no se molestó en ocultar una maliciosa sonrisilla de medio lado. -Asi que por que no muestra ya sus requisitos mi señor...- Dijo con una voz muy dulce, intentando ser todo lo encantadora posible.

No solía quedarse en el burdel en sus noches libres pero con el temporal que hacía, prefería su cómoda y lujosa habitación del lugar que helarse de frío sin tener que ser necesario. Cerró los ojos un instante, intentando ordenar sus pensamientos, últimamente se encontraba más perdido que nunca. Se acabó sumergiendo tanto en el trabajo que al final, se olvidó de sí mismo... comenzando a echar de menos a personas y no tan personas. Echaba en falta a Rufus, no podía quedarse en el burdel y al menos, sabía que se encontraba bien atendido...resguardado del frío, echándole igual de en falta que él mismo.

Necesitaba un trago, olvidar por unas horas la conversación pasada. Ella... casada. La imagen de Asura sentada en la cama, un espejismo ante sus ojos tan real como el respirar pero que sin embargo, en un pestañeo...desaparecida como una nube de humo. La soledad, un sentimiento jamás conocido para el italiano, invadió sus noches en las que su cama se llenaba de clientes, mujeres que lo deseaban y él, como un títere se dejaba hacer.

Ni sentía ni padecía, lo que tanto disfrutaba en el pasado...hacerlo por obligación logró eliminar cualquier ápice de placer que pudiese llegar a sentir. Nada. Ni atracción, deseo y lujuria. Un patrón a seguir con cada una y todas ellas, los mismos besos sin sabor, las caricias efímeras y el acto en sí. Distintos rostros, cuerpos y voces...susurrando su nombre y él, gritando de pura impotencia. Como no, su sonrisa impecable disfrazaba lo que realmente sentía... un hombre atractivo, seguro de sí mismo, condenado a una vida que no tuvo otra que elegir.

La voz dulce, le sacó de sus pensamientos, lo reclamaban. Antes de entablar conversación, volvió a rellenarse la copa de whisky, ya llevaba al menos un par. Alzó la copa en cuestión en dirección hacia la joven y dio un trago, observándola con detenimiento, no le resultaba familiar. Lo quería para esa noche, lástima que estuviese de descanso.

La sonrisa del italiano iluminó la estancia, un largo trago que dio por terminada la copa y una reverencia a modo de disculpa, esa noche iba a tomársela libre, no hacer excepciones, por mucho que le pagasen.

-Buenas noches, signorina. Lamento decirle que... esta noche no estoy disponible, mis compañeros gustosos, la recibirán como es debido. -tomó la mano para dejar un beso en el dorso, fugaz, apenas fue un roce. Tan elegante como un minino -Lo siento, signorina -una sonrisa, la mirada esmeralda se paseó por su cuerpo. Muy bonita, hermosa como una estrella.

La cambiante clavó su felina mirada en el hombre de rasgos tan atractivos que tenía aquel hombre, más la sorpresa se dibujo en el rostro de la cambiante, que no pudo evitar gesticular la sorpresa echando ligeramente la cabeza hacia atras abriendo mucho sus azules ojos, pues ese rechazo la dejo realmente descolocada, aunque el hombre hizo gala de buenos modales besando el dorso de la mano de la cambiante que se quedo contrariada, pues no esperaba que lo hiciera nada de eso, más lejos de enfadarse la hizo dibujar una sonrisilla de malicia en sus sonrosados labios. Mientras tambolireaba con los dedos dando una clara señal de poca paciencia, dió un pequeño trago a su vaso de ron miel, mietras tenía sus claros ojos clavados en la felina mirada del hombre que estaba frente a ella.

-Vaya, ¿no esta de servicio? que pena, creo que tu y yo lo pasaríamos realmente bien, eso te lo aseguro.- dijo guiñandole un ojo, mientras empezaba a adoptar una actitud más coqueta, más ladeo la cabeza. -Sin duda tus compañeros seran encantadores y sabran hacer muchas cosas en el dormitorio, más no es ese mi deseo.- Comentó con dejadez, mientras ladeaba la cabeza observando a su alrededor, observando a los otros gigolos que había por allí, sin duda se notaba los que tenían un presupuesto alto. Más volvió a buscar con la mirada los felinos y penetrantes ojos del hombre que había elegido para la velada. Ladeó la cabeza y se permitió el lujo de sentarse junto a él aunque a una distancía prudencial para no generar rechazo en ese caballero.

Jugó con los mechones rubios de su cabello mientras maquinaba, no iba a dejar a la presa escaparse, ella no dejaba de ser un tigre, y su lado animal a veces estaba más presente, asi que chasqueo la lengua. -Vamos, tengo una idea poco convencional de como pasar la noche, y en esa idea influye lo siguiente, ni vas a tener que desprenderte de vuestra vestimenta ni yo de la mia.- Sonreía mientras le observaba ladeando la cabeza mientras seguía jugando con los mechones de su pelo, le olfateaba con discrepción para poder tener un buen rastro de él en caso de ser necesario, sobre todo para las alocadas ideas que la cambiante estaba teniendo en ese momento, sin duda tenía ganas de divertirse.
-Le propongo una noche algo más interesante, y si no le convence le pagaré lo que usted quiera.- Sonrió la cambiante, pues le estaba despertando notables ideas la apuesta y elegante apariencia del hombre, y podría hacer una noche más provechosa de lo que parecía. -Te prometo que no es algo que se le pida a uno de tu profesión en un burdel...- Le guiña un ojo y espera impaciente viendo la reacción que pudiera tener el joven, quizá asi le llamaría la atención.

Además esa exquisita apariencia de él podría abrirla muchas puertas y lo que se escuchaba en las calles si se prestaba la suficiente atención. Dió un trago a su vaso bebiendose todo el contenido de este y sacudiendo la cabeza por el sabor del alcohol, despues fijó la vista en el joven. -Bueno...¿que me dices encanto italiano?.- Dijo con una ladina sonrisilla, esperaba haber despertado la curiosidad del caballero, la verdad es que le agradaba, quizá por el misterio que desprendía todo él.

Esa frase le recordó a sí mismo, “lo pasaríamos bien” y lo cumplía, terminaba siempre la noche con una gran sonrisa en los labios, muy diferente a cómo era ahora el italiano. Los ojos felinos, buscaron la mirada de la joven que lo reclamaba, empeño absoluto en pasar la noche juntos. Si supiese, si se hiciese una idea de cuánto deseaba ese momento de paz. Sonrió cortés, no esperó la insistencia, le aseguraba una noche diferente pero...¿eso era posible? Nadie lo había conseguido hasta ahora, ¿por qué ella?.

-Aseguras que no me arrepentiría y te pregunto ¿por qué tú  y no otra va a brindarme esa noche? No es de caballero decir y asegurar con cuántas mujeres he yacido pero no hace falta decirlo a un igual -una forma muy sutil de decir las cosas, no insinuaba que fuese una cualquiera pero sí una digna contrincante, una mujer que sabía utilizar bien las armas y seducir. -No es tu deseo ¿entonces cuál es? Podría servirte cualquiera de mis compañeros, insisto -su sonrisa no abandonaba su rostro, conocía ese juego, tentar para caer en la trampa, sucumbir al deseo.

La observó detenidamente, con las manos en los bolsillos. Sonaba interesante , más su deseo de estar en soledad le llamaba a gritos, una noche en la que meditar y pensar, ajustar cuentas consigo mismo. Negó con la cabeza entre risas, esa piccola no se rendía. Sonrió dirigiéndose hacia ella, apenas un par de pasos, frente a frente en donde un duelo de miradas acababa de dar comienzo, acababa de aceptar.

-Bien, una buena copa no daña a nadie ¿en qué se diferencia de sólo beber? ¿apostar? ¿o alguna clase de juego? Conozco muchos...-paseó la lengua por la comisura de sus labios, sonriendo ampliamente al ver que no daba pequeños sorbos a la copa, apostaba fuerte y eso le animó a tomar asiento a su lado. Le hizo un gesto a su compañera para que llenase de nuevo las copas pero... algo más, en una copa más pequeña, dos clases de bebidas y un chorreón de una botella más pequeña, al principio el líquido era blanco pero... comenzó a tintarse de azulado -Por esta inusual noche, según usted-alzó la pequeña copa y bebió de su contenido, echando hacia atrás la cabeza...eso sí que era un buen entrante, quemaba la garganta... nublaba el juicio.

-Tú decides. Pero antes, mi nombre es Éferon. -se giró en el taburete, centrando sus ojos verdes en ella, esperando realmente que esa noche no fuese como las demás.

La rubia mantenía su celeste mirada clavada en el contrario, mientras tambolireaban sus dedos en una señal de impaciencia, o más bien de que esta empezaba a mermar por las palabras del caballero que frente a ella estaba, pero el depredador no mostraba las intenciones a la presa, simplemente la rubia mantenía una sonrisa, que de conocerla bien podría resultar algo inquietante, dando una posible señal de alarma a que un golpe vendría si seguían colmando la paciencia de la tigresa con piel de jovencita, más tras calmar sus propios demonios simplemente ladeo la cabeza. -¿porqué yo? muy sencillo, no creo que ninguna de las damas a las que usted esté acostumbrado le propusieran lo mismo que yo, o al menos no con las mismas intenciones que tengo yo, quizá algo mas mundano, pasearle para que toooodo París la tenga envidia y lucirle como si fuera una joya más, besarle para que otras damas vieran lo deseada que es y luego...bueno, lo que suela hacer con esas mujeres en el dormitorio a lo que no tengo que soltar mucha imaginación para saberlo. - Se rió y guiño un ojo al hombre, mientras le observaba con atención, estudiandole de arriaba a abajo, quizás eso incomodaría al hombre.
La cambiante negó con la cabeza ante la insistencia ajena de que otro era valido para cubrir sus deseos, pero Yendra no iba a darse por vencida ni de lejos.

Aun con el ardor en la garganta del licor tomo asiento junto al caballero que pareció empezar a ceder o al menos a mostrar interes por lo que la rubia pudiera decir, observó como le pidió dos tragos a una de las damas a la que Yendra no dudo en soplar un beso antes de reir de esa forma juguetona caracteristica en ella. Brindó con él dejando claro que las intenciones de aceptar eran las que iban ahora a favor, bebió un trago con él notando nuevamente la quemazón del licor. -He de deducir que ha aceptado, eso es bueno para mi.- Comentó mientras le observaba, mientras dejaba escapar una sonrisa lisonjera. -Procure no ir muy borracho, esta claro que usted luce mejores modales que yo y nos valdremos de ellos.- Comentó, ciertamente a pesar de su profesión todo indicaba que había llevado una vida muy superior socialmente a la que hubiera podido llevar la cambiante, y sin contad que él no parecía exclavo de los impulsos animales que la dama rubia solía dejarse llevar, y no se arrepentía de ello, y esa era la verdad que pocos comprendían tal vez, la cambiante se tomo la libertad de acercarse lo suficiente para olfatearle discretamente, incluso esperaba que el hombre no supiera de la naturaleza de la acción real.

-Un placer señor, yo soy Yendra....pero puedes llamarme Yen...lo hacen mis amigos.- Guiñó un ojo con picarda mientras jugaba con el vaso entre sus dedos. -Este es el plan inicial, igual se ha fijado pero mis modales distan mucho de los suyos que son más...exquisitos diría yo.- Dejó escapar una risa divertida volviendole a repasar con la mirada. -Mirate, recto, elegante, educado, una buena posición eres mi tapadera perfecta, él plan inicial es el siguiente querido...Me vas a acompañar a una fiesta que se da en la zona residencíal esos condes y duques pomposos, eres el galan perfecto todos se fijaran en usted y yo seré invisible, aunque vendría bien que me dieras unas directrices para manejarme con la alta sociedad, asi usted disfrutara de una velada agradable, beberá todo lo que quiera y recibira una ayuda economica sin necesidad de usar su anatomia masculina y sin tener que pegar sus labios a los mios.- Sonrió, a primera vista parecía una simple invitación a una fiesta, lo que la cambiante no contaba era el motivo ni sus planes, solo le parecía un excitante juego donde iba a tener un secuaz, guapo y de pago, pero siempre le gustaba la compañía de ese tipo, por qué no solían juzgar y se mostraban con un punto de vista que agradaba a Yendra. -¿le parece correcto mi señor? si quiere puedo pagarle algo por adelantado. -Dijo sacando una cartera que claramente no le pertenecía, pero dudaba que alguien se pusiera a debatir por ello.

Una frase que no era la primera vez que oía. “No te ofrezco lo que otras mujeres” y todas, terminaban sucumbiendo al pecado, pidiéndole unas horas de placer, un momento en el que disfrutar de su compañía. No le disgustaba lo más mínimo el perderse entre las piernas de cualquier fémina que lo aclamase, le encantaba ofrecer y hacerlas perder el norte, ser cuidadoso y buen amante con ellas, esos delicados seres a los que venerar y cuidar, proteger pese a todo.

Las mujeres eran su predilección, no podía negarlo pero ninguna lo había cautivado tanto como para  adentrarse en su corazón, amar. El sentimiento del amor lo desconocía, sentía cariño por contadas personas pero no iba más allá, tampoco podía permitírselo. Ahora, el tiempo de ocio se le había agotado, sólo vivía para trabajar y en su noche libre, deseaba justo eso...descanso y no pensar, ya lo hacía en su tiempo libre.

-Una fiesta. Hace semanas no voy a una, acompañé a la señora Montieur, una velada pesada pero al menos mi estómago lo agradeció. ¿Para qué querrías ir a una fiesta de etiqueta? Tus intenciones... creo que dictan mucho más de un simple baile. Anhela algo más ¿cierto? Vaya -sonrió, llevando la copa a sus labios y dejar escapar un largo y sonoro suspiro, prefería una noche tranquila...allí en el burdel , salir...ya era algo que se replanteaba, no muy convencido, la miró de reojo.

-Pagarme...ya le dije que estaba de noche libre ¿por qué yo? Gustoso otro le llevaría del brazo y haría lo que le pidieses, signorina. Ser caprichoso, hace mucho que no me encapricho de nada, claro que tampoco tengo tiempo -rió por lo bajo, la rubia insistía y él...esa noche precisamente no es que estuviese muy dispuesto a aventura, al menos que fuese para olvidar sus pesares, sus obligaciones... -Le puedo enseñar esos modales a los que se refiere...no hace falta que me pague, por el momento, póngase derecha...las signorinas no se apoyan en las barras como simples borrachos, y coge la copa con dos de tus dedos -él lo hizo para mostrárselo, con una breve sonrisa, dejando que el líquido desapareciese en su garganta, quemándole - Si quiere le acompaño a la fiesta, dónde están mis modales pero ya le aseguro que no es el mejor momento, iba a retirarme y...-no supo qué decir, seguía mirando al frente, pensando en nada y en todo al mismo tiempo.

La rubia clavaba su azul mirada en la de él, mientras esperaba pacientemente para que este finalmente se decididiera, pero pareció dar la cosa pasos hacía atras, pues cuando él aseguró haber ido a fiestas con lo que sería seguramente algun tipo de condesa o similar, donde la comida era muy abundante y seguramente también el licor, pero le sorprendió la última afirmación de este, parecía que se olía algo de lo que la muchacha pudiera estar tramando, eso le hizo ampliar una sonrisa algo maliciosa por ello, juega con un mechon de su pelo de manera divertida. -Puede...pero es una sorpresa.- Dijo con animo de dar algo de misterio al asunto, no quería dar opción a que se retirara por acobardarse a los planes que tenía la cambiante para esa noche, pero parecía que aquel hombre no parecía que se iba a dejar convencer tan a la ligera y eso empezaba a exasperar a la cambiante, que se mantenía serena para no dar señal de impaciente.


Nuevamente tuvo la alarma de que aquel hombre se iba a echar para atras de nuevo, lo que hizo que la cambiante se permitiera una señal de alarma por ello, ella lo quería a él, ¿por qué se resistia tanto? ella le ofrecia algo diferente, quizá piense que el resultado va a ser el mismo, el final de la noche entre las piernas de la cambiante, pero no iba a ser asi, no tenía tal plan, y se veía que él tampoco tenía esos animos, y le parecía absolutamente correcto, pero frunció el ceño cuando volvió a insistir que se llevara a otro, asi que simplemente negó con la cabeza.- Te prefiero a ti, lo pasaremos bien.- Insistió la cambiante sin cejar en su empeño de que aquel caballero de enigmatica mirada fuera quien la acompañara a la fiesta, era de lo más elegante, y sin duda tenía pinta de llevar la clase social bastante más alta que la circense y eso decia mucho teniendo en cuenta cual era su profesión, ladeo una sonrisa. -Todos queremos algo mi querido señor Éferon..- Comentó con posibles segundas intenciones marcadas.


Atendió a los consejos que le dió sobre a la postura e incluso imitandole para parecer más de alta clase tal vez, poniendose mas rigida y cogiendo la copa con dedos.- ¿Asi? bueno de camino me dices la posturas correctas...- Se miró los ropajes, se agenciaría un mejor vestido por el camino, eso no le era problema, miró como el hombre seguía asegurando que aunque la iba a acompañar finalmente, eso hizo que la cambiante sonriera y le agarrara por el brazo tirando de él para ponerse en marcha. -Deja de quejarte y vamos, tenemos que pasar a por un vestido para mi o no me dejaran entrar, de todas formas....se nota que tu clase social es más alta que la mia...- Le mira pensativa mientras le observa.- Bien...necesito un vestido, podeis aguardar un momento...le prometo que no tardo.- Dijo perdiendose de la vista, sin duda conseguir un vestido no le fue dificil colandose en el sitio indicado, un vestido bastante bonito, que se provó le estaba algo grande por su baja estatura, pero nada que un corsé bien ceñido no arregló, mientras volvía junto a Éferon. -Perfecto, ahora podemos irnos y me vas explicando los modales, y demas...aunque siempre podemos jugar al cambio de papeles y ser tú el que paga.- Rie y niega con la cabeza.-Me refiero de cara a ellos y de acompañante..ya te he dicho que la cosa va a ser diferente.

La insistencia de la rubia, le hacía desconfiar, con todos los compañeros que se encontraban disponibles ¿por qué él? Le aseguraba una noche divertida, no se arrepentiría. Desde hacía mucho no oía esas palabras hacia su persona, era al contrario, los ojos verdes del italiano se perdieron en los ajenos por un segundo, volviendo a replantearse si acompañarle o no. Desde el fallecimiento de su padre, se volvió desconfiado, contaba con muy pocas personas de confianza, sólo una.

-Todos queremos algo, yo dormir esta noche hasta que amanezca y me pierda entre las calles de París a por un buen café que me despeje pero...creo que eso tendrá que ser en otra ocasión ¿me equivoco? -sonrió de ese modo despreocupado tan suyo, observando cada uno de sus movimientos, la estudiaba y es que ¿quién no iba a dudar cuando estaba tan interesada en alguien en concreto? Para ella sería un cebo, un excelente caballero a las que las féminas pagaban para su propio placer.

Asintió, tomando un sorbo, no aprendía nada mal, aún le quedaba mucho para saber cómo comportarse como una señorita. Rió por lo bajo, conseguir un vestido elegante no sería complicado, las prostitutas de clase alta tendrían para ella, pidió expresamente a una en particular que se lo prestase y ya ambos rendirían cuentas. Esperó pacientemente a que la cambiante apareciera, cuando así fue, se levantó tomándola de la mano para que diese una vuelta sobre sí misma y así dar su aprobación.

-Perfecto. Vamos pues -una fina capa de lluvia, cubría el cielo parisino, lo suficiente para calarte hasta los huesos. Cerró los ojos un instante, deleitándose en el olor a tierra mojada, le relajaba -Me temo que va a ser una noche... diferente, sí. ¿Qué dirección? No tengo carruaje, menos caballo.... mi brazo será el único medio de trasnporte -comenzaron a caminar a la fiesta en particular, supuso que su clase era muy diferente pero eso nunca fue un problema para él, la clase no hacía a la persona, sólo eran títulos -Más recta, andar encorvada... así -deslizó la palma por la espalda de la hermosa joven y la obligó enderezarse, arrancándole una sonrisa de lo más divertida por su gesto,

-¿Y ese afán por ir a la fiesta? Nada bueno trae entre manos... -seguía sin fiarse pero... ya estaban en camino, a saber qué pasaría esa noche, que les depararía la diosa fortuna. La música se oía cada vez más a cada paso, hacía demasiado tiempo que no iba por ser invitado, siempre de acompañante. -Puede decir que soy cualquier cosa menos su prometido... no se me da bien fingir de enamorado -inquieto, se mordió el labio inferior, su cabeza demasiadas cosas tenía en la cabeza en ese momento.

Caminaban por las frias y humedas calles de París, la cambiante guiaba lo pasos para dirigirle a ese barrio de altas clases, donde las casas eran majestuosas, blancas y adornadas, buscando la del Lord que celebraba la fiesta, miró de reojo a Éferon cuando la indicó que andaba demasiado encorvada, y se estiró a a orden de este sacando pecho y sonriendole de medio lado cuando notó su mano en la espalda. -Parece que mi profesor me va a estar susurrando continuamete para corregir mís bastos modales.- Rió la cambiante, pues su falta de costumbre con todo el mundillo de la alta cuna, hasta sus reverencias eran algo exageradas, pero eso se debía a que en el circo las inclinaciones eran muy pronunciadas despues de cada numero, aun asi todo lo glacil y delicada que era haciendo acrobacias en un trapecio o bailando con contorsiones con un aro, fuera de eso no era tan diestra al moestrar delicadeza, y el hombre parecía buen maestro.
Escuchaba como seguía curioso por el afan de la fiesta, desde luego la cambiante se traía algo entre manos pero revelar su plan demasiado pronto podría hacer que el apuesto caballero se soltara de ella y huyera por la locura posible que le podía parecer su plan.


-Solo pasar un buen rato en una compañia notable, tu comes, bebes y charlas con distinguida gente y las damas que seguro se acercaran a ti suspirando por tu atención.- Bromeó previendo con lo que ocurría, y segun más rato le miraba, más convencida estaba de su elección, se llevará todas las atenciones y ella se podrá perder entre los invitados sin ser echada en falta en esceso, con dejarse ver rapido para que nade entre en sospecha de nada, más solo le dibujaba una amplia sonrisa a su acompañante masculino. - Tú solo procura de pasartelo bien, no te pido otra cosa realmente, pasalo bien y habla con quien te plazca....es tu noche de ocio a fin de cuentas, comporta como tal.- Alegó la rubia mientras daba unas palmaditas en el brazo, mientras dejaba escapar una delicada risita, mientras negaba con la cabeza.


Negó con la cabeza mientras se iban acercando al lugar, miró cuando este afirmó que no hacia bien de enamorado. -¿Quien lo diria? cuando vuestro papel suele ser de amante.- Comentó no por maldad, si no en eso con una sincera inocencia de la bestia que dice lo que piensa sin esperar que nadie se ofenda, pero cuando observó al joven negó rapidamente con la cabeza sonriendo. -No te preocupes, a mi tampoco se me da bien el papel de enamorada.- Afirmó mientras miraba la entrada al otro lado donde varios nobles iban entrando en una gran casa blanca y dorada. -Bien es aqui...- Dijo sonriendo ampliamente parandose un segundo. Se quedo mirandole de arriba a bajo y despues miró un mechon de su propio pelo rubio.- Bien, seras mi pariente...quizás mi primo, eres...bueno...te lo dejo al libre de imaginación, algun cargo importante...tu eres más experto en la clase alta que yo, soy tu adorable prima, y me estas enseñando París, hemos llegado hace tres lunas y queriamos presentarnos en sociedad....¿bien? despliega tus encantos y tu carisma y lo dicho, pasalo bien...yo coqueteare un poco con esos ricachones, si me pierdes de vista no te alteres.- Le guiña un ojo y alisa su vestido para estar más presentable.

-¡No os quejéis! Las signorinas no andan de morro caído a no ser que tengan razones de peso, le regaño por su bien, ni siquiera es un regaño.-sonrió divertido, un buen plan el que describía pero ¿para qué lo quería realmente? Nadie te daba algo por nada, eso es ley de vida. La verdad no pensó en que esa noche terminaría camino a una fiesta y dando clases de protocolo, si se dedicase a esto último no iba a ser ninguna mala idea. -”Bastos modales”, con que no gruña y se comporte como una maleducada...es suficiente, tiene remedio lo suyo, señorita. -le dedicó una sonrisa, esa joven le hacía especialmente gracia, tan segura de sí misma, con su sonrisa resplandeciente, ganas de comerse el mundo...le recordó a él mismo en un pasado.

-Ya no recuerdo como era pasarlo bien...o sí pero lo hago tan a menudo que el sexo no es que sea lo que busque en estos momentos ¿quiere dejar de decirme que lo pase bien? Ya lo hago, sólo por el hecho de acompañarla , al final no va a ser tan mala idea venir... y hacer de instructor, me ganaría la vida mejor. -arrugó la nariz en respuesta a una de esas sonrisas burlonas. -Me lo pasaré bien si me promete que no se meterá en líos...¿por qué tengo la sensación de que no será así? Signorina, per favore... ¿por qué no me acompaña al cocktail? Sea lo que sea en lo que esté pensando, olvídelo, disfrute del vestido, bebamos y comamos...¿bailemos? -dio una vuelta en sí mismo, aún caminando, tan elegante y distinguido que un simple paso le quedó perfecto.

-Necesito un cigarrillo, no tengo un buen presentimiento -se echó a reír, perdiéndose en la calada de su cigarrillo, ahora su mejor amigo en sus noches solitarias... en las que lo hacía olvidar todo. Parpadeó con la absurda y loca idea de fingir quiénes eran...lo conocían, demasiado bien -Maldición. ¿Per que? -tarde, en cuanto atravesaron las puertas del gran salón, su sonrisa se ensanchó, la tomó del brazo con esa elegancia que le caracterizaba y observó a los presentes, se hizo el silencio...Éferon Gianetti volvía a acudir a eventos y siempre acompañado cuando antes, lo hacía solo. Murmullos, chismorreos y una risa de diversión al oír un halago entre tanta pájara.

-Baile,  en la pista puedes codearte con quien desee. Recuerda, los hombres somos mu fáciles de manejar, una sonrisa, un rubor fingido... y nos tenéis locos. Lo sé porque lo he visto un sin fin de veces, si la presa de esta noche es encontrar al hombre más importante de la fiesta, es quién tenéis detrás ¡no miréis! -siseó, acercándola hacia sí por la cintura para susurrarle en el oído, su mirada de gato se perdió en la espalda del uniforme de aquel hombre -Rojo granate, tiene insignias, es el general Copperpot y ...dad la vuelta -alzó la mano entrelazada con la de la joven y la hizo girar, un momento menos tenso...-Actuad, os está esperando, no nos quita ojo y recuerda, sonríe coqueta y guarda las distancias, eso nos vuelve completa y absolutamente locos

-Yo no gruño.- Replicó la rubia de manera divertida, cosa que pareció tambien hacer gracia a su acompañante, que daba sus consejitos para tratar de convertir a Yendra en algo más parecido a alguien de alta cuna, solo por dar la apariencia, incluso no pudo evitar dirigirle una amplia sonrisa, mientras escuchaba decir como se podría ganar la vida, la verdad es que sería una buena idea para él ganarse la vida como instructor para que las damas sepan comportarse en sociedad, y parecer más educadas, al menos a Yendra le estaba hiendo bien la clase que el acompañante le ofrecía, ladeo la cabeza mirando los felinos ojos de Éferon, enarcando una ceja. -Serias buen profesor...más de una querría clases particulares contigo.- Le guiñó el ojo, sin duda el estaría ya cansado de esas insinuaciones de doble filo, pero a la cambiante le eran tan naturales y despreocupadas que lo unico que le provocaban era dejar salir una sonrisa de entre sus labios.
Desvió la mirada hacia el lateral sonriendo cuando el caballero le pedía que no se metiera en lios, lo iba hacer, pero se iba a ocupar de que él no lo supiera, al igual que el resto de los invitados de los que en la fiesta estaban, así que simplemente dejo escapar una risilla coqueta ante la petición, sin prometer nada, fingiendo no haber roto un plato nunca en su vida.


La cambiante reía con él, parecía que al final si estaba contento, mientras iba practicando elegantes movimientos, aunque felinos por su naturaleza para parecer toda una dama de alta cuna. Agarrandose al brazo del hombre con todo planeado, familiares hiendo juntos a una fiesta, al entrar la rubia observó como su acompañante sin duda era el foco de las miradas, eso podía jugar en su favor, pronto la fiesta iba a empezar en otro sentido. Se olvidó de quienes cuchicheaban y asi fue empujada por Éferon a bailar, al principio algo torpe, pero no tardó en dejarse llevar por el hombre. -Espero que no te incomode mi estatura, los acrobatas solemos ser bajitas.- Dijo en un tono notablemente jocoso, se reía por su propio comentario  y negó con la cabeza, empezando a centrarse en las intruciones que le daba su acompañante, le dió cierta risa que le diera consejitos de como coquetear, ella usaba otra tactica, pues su olfato era lo suficientemente fino para percatarse cuando los hombres estaban empezando a derrochar testosterona, o cualquier tipo de excitación, aun asi ladeó la cabeza. -Uh...me ayudara.- Dijo fingiendo suma inocencia.


Miraba al mencionado pero sus intenciones eran otras muy distintas. Más asintió a los consejos que le daba, y siguiendo ese juego se acercó al general, fingiendo ser una inocente dama que acaba de llegar a parís, coqueteaba de manera ledicada, rubor en las mejillas, girando la mirada como si no se sintiera digna de tan importante presencia, incluso se salto un poco la norma y se atrevio a pasear la mano por el pecho, en un movimiento imperceptible se hizo con la llave que necesitaba, su siguiente movimiento tenía que ser con cuidado, ella fingió estar escandalizada por su propia acción y se alejó riendo nerviosamente para volver junto a Éferon. -Teneis razón, el coqueteo a saco funciona de peor forma...aunque yo me guio por otros metodos, no te quiero aburrir con eso.- Se rió mientras observaba la instancia. -Bien...voy a ausentarme  a empolvarme la nariz...¿es asi como se dice cuando se va al baño?- Preguntó a su acompañante, realmente igual habría funcionado con "me disculpais un momento" pero ahí se veía su falta de educación de alta cuna, sonrió inocentemente mirando a Éferon.

Juntó los labios en un gesto infantil pero divertido, un puchero seguido de una risa sincera que abandonó sus labios. La verdad es que la noche dio un vuelco inesperado, se la imaginó bebiendo hasta perder el sentido en la barra del mismo burdel o en su cama, así era y sería su vida de ahora, sin una pizca de sal...sin tener tiempo para esas fiestas sin fin. Las echaba en falta, su vida acomodada en dónde no le faltaba invitación para toda clase de eventos, cada noche se codeaba con las personas más influyentes y el sello final, lo hacía en el lecho en dónde saciaba su sed.

Nadie le calmó del todo esa sed en otro aspecto, el amor. Ahora sí que estaba completamente seguro que jamás conseguiría tal cosa, enamorar a las mujeres no es que fuese fácil pero él poseía ese don innato en su persona ¿qué iba a ser? Aprovecharse de el y disfrutar de la compañía femenina, en todos los aspectos. No le iba mal en el burdel, en absoluto pero seguía faltándole esa chispa de vida que antaño le hacía sentir vivo, ahora...era un simple juguete en manos de las mujeres, él las complacía y ellas les pagaba. Fin.

-La estatura no es conveniente, los frascos pequeños son los que contienen las mejores fragancias ¿lo sabía? Eso decía mi madre -miró hacia el techo, ahora estaría cuidando de su padre, aguantando a su nana y velando por él mismo. La observaba en silencio, sin comprender el afán de la señorita por permanecer en la fiesta, parecía buscar a alguien, a un objetivo a quién batir. Le siguió con la mirada, esperando cualquier movimiento, aún no le había desvelado el verdadero motivo, porque por las clases de protocolo dudaba que fuese.

Enarcó una ceja al verla marchar, aprovechó para tomar una buena copa de champagne y de paso, comer algo...¡estaba hambriento! Esos pequeños bollitos sin embargo, estaban deliciosos, llevaban su nombre. Y de reojo, la vio coquetear con uno de los generales más aclamados de la fiesta, a su alrededor podía decirse que se encontraban pendientes medio salón de los asistentes. Negó con la cabeza de lo más divertido, sus razones tendría.

-El coqueteo como lo llames es la llave que abre caminos...y sí, es una frase perfecta para ir al lavabo. Ahora bien, me gustaría no exponerme tanto tiempo en público...te sorprendería la de clientas que vienen a empolvarse la nariz -rió travieso, sonriendo como ese atractivo hombre de mirada esmeralda, se fijaba en todas pero en ninguna en concreto -Ve tranquila pero no tardes... ¿no querrás que tenga que dar explicaciones? Porque se van a acercar, para tenerme esta noche...y esta noche de momento soy ...tuyo -


Las miradas furtivas, las sonrisas fingidas...poco a poco, parecía volver a aquel no abandonado pero olvidado, ansiando y echando en falta quién fue y no volverá a ser.

Ella sonreía a su acompañante, la verdad que era bastante enigmatico, para dedicarse a lo que se dedicaba, pero Yendra no juzgaba, simplemente, se adaptaba como venían las cosas, aunque sintió cierto alago por sus palabras, en lo referencia a las esencias, le guiñó un ojo, mientras se rió cuando mencionó de que se diera prisa cuando se ausentaba al lavababo, aunque era un farol claramente, así cuando se metió en el baño, abrió la ventana aprovechando que estaba sola, se deshizo de los ropajes que guardó con cuidado de nos ser descubierto, cambió su forma a ocelote y saltó por la ventana, usó uno de los arboles del jardin para trepar y colarse a una habitación de la planta superior, la habitación del anfintrión sin duda alguna, el felino empezó a olfatear buscamdo donde estaba la caja fuerte que no tardó en encontrar, volviendo a su forma humana con una maliciosa sonrisa, era hora de desplumar a aquel caballero de alto standing.


Nunca le habían agradado los pomposos, pegó su oreja a la caja fuerte mientras giraba la ruedecita con precisión hasta escuchar los "click", la maliciosa sonrisa se dibujaba en sus labios cuando abrió la caja fuerte, y metió la mano sacando la cosas, un par de cajas que pesaban, las abrió para descubrir un collar con un elegante diamante, pesaba, eso debía cosatar una fortuna, Yendra se tomó la libertad de ponerselo y mirarse al espejo, era precioso, sin duda una reliquia egipcia por los motivos, y seguro que había pertenecido a alguien de la realeza, sonrió y abrió la siguiente caja, otro collar, esta vez una gargantilla, preciosa, sin duda, ese hombre tenía autentica reliquias y hermosas joyas, en esa caja fuerte, se mordió el labio, sacando un reloj de bolsillo, de oro con bonitos grabados, sin duda un trabajo minucioso, sin contar con un brazalete, de plata, era precioso pero le molestaba, lo guardó en su funda para que no le molestase, ahora cerró la caja fuerte y miró la ventana, para no perder las cosas debía volver en forma humana.


sonríó le tocaba volver desnuda saltando, pero con la suficiente agilidad, eso no fue problema, comprobando que nadie la veía bajo trepando y se coló de nuevo en el baño, escuchó la puerta y esta se encerró justo a tiempo para no se vista, se visitió de nuevo y guardó los tesoros robados, para salir despues acicalandose del baño, volviendo rapidamente con Éferon. -Ya estoy, ¿te diviertes? podemos ir a otra fiesta más normal, aunque se me antoja un poquito de chocolate caliente....o a un sitio donde podamos relajarnos ¿te parece bien?- Le sonrió ampliamente, mientras le daba unas suaves palmadas en el pecho. - Se me ocurren sitios más divertidos ciertamente...o tienes alguna idea querido...- Sonrió ampliamente jugando con un mechón de su pelo.

La pomposa fiesta seguía su curso, disfrutaba de una buena compa de champagne, no se cansaría jamás de beber aquel elixir dorado y burbujeante, le hacía sentir bien y recordar aquellos buenos tiempos en donde ir impoluto era su máxima preocupación. Su vida había dado un giro considerable, ahora su máxima prioridad era saldar esa deuda, no veía el instante en el que por fin pudiese dar fin,  tendría que estar toda su vida pagando por ello, una buena vida a la que acostumbró y que sin embargo...ya iba olvidando.

Su acompañante le dejó solo, en medio del salón, las miradas indiscretas lo observaban con recelo, podía oír cuchicheos y murmullos, en dónde seguro era el tema estrella del que hablar. Él no perdía la sonrisa, su mirada gatuna se paseaba por el lugar, saludando a viejos conocidos, algunos giraban el rostro para hacerse los disimulados, qué mundo aquel el que le acogía por ser un Gianetti. Los Gianetti se consideraban una leyenda, los mejores barcos de toda Italia ¡qué decir de los materiales! Vendían en todo el mundo, así amasaron su fortuna...y su padre, la derrochó sin pensar en las consecuencias.

Se encontraba cansado, esperaba no tardase mucho, necesitaba dormir. Todo el día había estado solicitado y sólo pensar en el mañana... se cansaba el doble, tendría que acompañar a la señora Gilles en sus recados, eso era mucho más cansado que perderse en el placer y con suerte le regalaba un par de trajes nuevos, esa mujer se había convertido en su hada madrina.

Se sobresaltó, la joven apareció de la nada, tal como había aparecido. Esa mirada...conocía a las mujeres lo suficiente para saber que algo había hecho o estaba a punto de hacer. Lo cierto es que divertirse, no se divertía...

-Una fiesta más normal ¿Qué es para vos? Me da miedo preguntarlo pero tengo total curiosidad -rió por lo bajo, observándola en silencio, en su sitio y buscando...una pista de lo que habría estado haciendo esa mujer -Sólo de pensar en una fiesta más normal, se me eriza el vello...de todas partes -rió , encaminándose hacia la salida, comenzaba a llegar más gente y el agobio, le comenzó a faltar el aire. Con caballerosidad, la acompañó fuera, hacía aire y el golpe de la brisa nocturna le arrancó un suspiro.

-Mi sitio era este pero ya no lo siento como en casa. Le agradezco me haya dado la oportunidad de asistir al evento pero... creo que mi cuerpo ya se ha acostumbrado a otra clase de lugares, placeres... ¿me lleva al lugar diferente? Esa fiesta que le hace sonreír tanto, aunque... ¿no cree que vamos muy bien vestidos? Hace mucho, no asisto a una de disfraces... suelo disfrazarme de gato -bromeaba, los pasos se perdieron por las calles de París, destino...el que dictase ella -¿Su visita al baño bien? Porque vino más contenta de lo que es fue, espero no me esté ocultando algo...tendré que buscar en cada parte de su cuerpo para asegurarme...y no es una petición

Hablaba en serio, lo que menos necesitaba era meterse en líos, accedió a ir porque le había prometido aventura, pasarlo bien y aunque la fiesta no estuvo mal... sintió como si fuese un títere entre sus manos, haciendo y deshaciendo al antojo de la joven.

-Me encanta el tequila, así que llévame a un lugar donde lo sirvan bien frío y termine encima de la barra cantando en italiano -[/color]

La cambiante sonreia de manera amplia despues del reencuentro con su encantador acompañante, sin duda la cambiante tenía esa mirada pilla propia de alguien que recíen acaba de hacer las suficiente travesuras para alarmar a cualquiera, más el comentario que hizo su acompañante hizo que la cambiante le mirara enarcando una ceja y sonriendo de medio lado. -Asi que el vello de todos sitios eh...interesante..-Dice de manera como insinuante, mientras sonreia de medio lado, mientras se enganchaba a su brazo para tirar de él y empezar a caminar para abandonar aquella pomposa fiesta, mientras miraba de reojo para observar a su encantador acompañante, mientras le escuchaba, no se imaginaba que tipo de vida había llevado para considerar este sitio su hogar, eso la hizo pensar que de seguir en este nivel de vida, posiblemente Yendra en lo unico que se hubiera fijado es en el tamaño de la cartera y habría asistido a sus fiestas con otras intenciones.
Claramente la situación no habría sido con él al lado, y en cierto modo asi lo agradecia, la rubia bajó la cabeza y acarició ligeramente la mano de Éferon para consolarlo un poco, o al menos sintió que necesitaba algo de consuelo por un pasado que se le escapo de entre los dedos y acabo con prostituto de lujo, aunque Yendra no iba a juzgarle ni mucho menos.


Realmente le había dado una idea y abrió mucho sus azules ojos girandose a mirarle. -¡Podemos ir a una fiesta de disfraces! conozco al que vigila una tienda, puede colarnos y alquilarnos el disfraz mientras dura la fiesta, y suelo ir con mi ropa de trabajo.- Dijo ella con entusiasmo, aunque claramente el hombre no sabía a que se dedicaba su bajita compañera, eso hizo que Yendra dejara escapar una risita, aunque le resultó extraña la pregunta de como fue su viaje al baño, pues se le antojo algo extraña la pregunta a no ser que él supiera o sospechara algo. -Simplemente hice una visita al lavababo.- Dijo como quieriendo salir del paso y no darle más importancia. Aunque cuando dijo lo de revisarla entera hizo que Yendra abriera los ojos como platos y le miraran riendose. -¿Registrarme todo el cuerpo? vaya vaya, cualquiera diria que está deseando explorar mis curvas, pero eso no va a ser posible querido, vos no mostrastes esa clase de interes y yo te aseguré que no le habría, ¿acaso cambio de idea?- Sus palabras fueron con más intención de que reculara su idea de registrarla que otra cosa.


-Seguro que en la fiesta de disfraces hay tequila frio, no te esperes un sitio abarrotado, ni lujoso, pero tienen una buena musica, es espacioso y podrás sentarte tranquilamente, beber disfrazado de gato, e incluso podremos conversar.- Comentó mientras se dirigía a los barrios menos ricos, sabía donde estaba la tienda de disfraces, el guardia la conocia, ella le daba entradas del circo y el la colaba y le alquilaba los disfraces a cualquier hora. La cambiante se quedó pensando sin saber bien de que disfrazarse tal vez, quizá si él iria de gato negor ella iria de gato blanco, se reía divertida, en la fiesta le regalaría el reloj que robó a modo compartir el botin que había sacado de la incursión a la alta sociedad.

-No me miréis así, signorina. Sí, dije de todas partes ¿os lo habéis imaginado? Será mejor no me respondáis, no hace falta pero...¿dónde están mis modales? Vamos entonces -lo cierto es que se lo había pasado bien en ese rato en el que el simple hecho de tomar una copa y dedicar alguna sonrisa, sin olvidar... los momentos cómicos que vivió con la señora Court y su pronunciado escote, su busto iba por delante de sí misma, terminaba por chocarse con toda persona que se le cruzaba, algún que otro traspiés, caída de bandeja y copas derramadas en los caros vestidos y trajes de la fiesta.

Fue entretenido pero lo sería más... ¿acababa de nombrar una fiesta de disfraces? Hacía tanto no asistía a una que su atención se centró en cada palabra que pronunciaba los traviesos labios de su acompañante. No, lo de ir al lavabo podía colar con otra persona pero él conocía muy bien el tono con el que la mentira se disfrazaba, en el caso de la cambiante...acababa de disfrazarla con una frase tan inocente que no pudieron callar sus ojos azules.

-¿Cambiar de idea? Estáis muy interesada en que termine haciendo cualquier cosa. Tenéis curiosidad, seguramente os habréis preguntado cómo será perderse en mi cuerpo, entre mis sabanas y yo me pregunto...de qué voy a disfrazarme... ¿qué? El trabajo pesado lo he dejado en el burdel, quiero divertirme y aunque... en otro tiempo conseguir que perdais el norte... sería mi único objetivo. El de esta noche...es que yo mismo lo pierda, aún nadie lo ha conseguido ¿vamos? Ardo en deseos de ver cuál será mi disfraz de esta noche...dejemos al cliente y al acompañante en el burdel, seamos simplemente dos personas que van a asistir a una buena fiesta...ah signorina, espero que sirvan buen vino italiano, rosado si puede ser...el tequila me hace hacer...demasiadas tonterías

El lugar dónde se encontraban los disfraces estaba relativamente cerca de la mansión anterior. Esperó a que ella entrase para seguirla, ya habían cerrado pero algo le decía que eso de “amigo de tienda de disfraces” no existía, alguien capaz de tomar lo que desease con un simple chasquido de dedos, así era esa enigmática jovencita.

-Ya voy vestido de gato, sólo me falta subirme a los tejados. Aunque...- apenas podía verse, era de noche, a tientas buscó al menos apartar la cortina y dejar entrar la claridad de una luna resplandeciente -Me quedo con esta máscara-como ella describió, un minino, la máscara contenía dos pequeñas orejas en la cabeza , los ojos de Éferon al apreciarse bajo la máscara, se veían aún más rasgados y brillantes, su sonrisa no ayudaba demasiado -Creo que con una máscara estará bien o... me llevo esto.-de uno de los percheros, una capa negra con capucha, al tacto de terciopelo.


La fiesta los esperaba a ambos, él...esperó en la puerta para que saliese a su encuentro.

La cambiante enarcó una ceja mientras observaba con una sonrisilla malevola, mientras escuchaba el comentarío del acompañante que tenía a su lado, mientras Yendra ladeaba la cabeza. -Tengo una imaginación muy completa querido, pero eso no significa que vaya a ocurrir.- Aseguró la cambiante con un tremendo ego, ademas iba a cumplir lo prometido y ella aseguró que no habría nada de indole sexual como a veces parecía que tener la connotaciones de los comentaríos que tenía Éferon, más de momento la felina no tenía intención alguna. Avanzaban por las Parisisnas calles en dirección donde ella conocía que se encontraba la tienda de disfraces, si bien la chica no había mentido del todo si un poco el vigilante pediria pago y ella tenía para darselo entre otras cosas, mientras seguía mirando de reojo al italiano de facciones atractivas que resultaba ser su acompañante, pero esa actitud tampoco servía para ahogar las ciertas necesidades de atenciones que la cambiante poseía.
Quien es circense, lo es por algo, aplausos, abucheos, pero la atención sigue sendo la atencíón y ese prostituto ciertamente se le antojaba algo egolatra, pero aun asi le caia en grancia ese joven, estaba resultando ser un acompañante de lo más excelente, sin duda su insistencia había ido a buen puerto, y eso hacía que Yendra no se arrepintiese de la elección hecha.


Más la palabras del italiano hacía que la cambiante enarcara una ceja y lentamente se girara a mirarle con una maliciosa sonrisa de medio lado, mientra este parecía que se estaba haciendo desear a ojos de la rubia, que puso los brazos en jarras mientras deslizaba su mirada de arriba a abajo mientras le escuchaba. Más no pudo evitar dejar escapar una respuesta acorde de sus palabras. -¡Oh querido! no estoy preguntandome nada de eso, ni quiero colarme entre tus sabanas, ni quiero perderme en tu cuerpo, si lo que necesitara fuera un juego entre las sabanas vos lo dijisteis al principio de la noche, había muchos compañeros donde elegir, y yo no buscaba eso, buscaba alguien que tuviera mejores modales para colarme en fiestas de ese nivel, y fue muy fructifero por cierto.- Asegura la rubia mientras sigue para retonar el camino. -No se si tendrá tanta categoría el sitio, pero el dinero siempre consigue casi todo, asi que usted lo ha dicho, dejemos al cliente y al acompañante en el burdel.- Comentó con algo de mordacidad, no conseguía comprender al italiano lo mismo se mostraba jugueton que rechazaba insistentemente, pero no importaba.


Más no se equivocaba mucho el italiano, el amigo no existia un soborno y el guardia de la tienda despistado los dejó entrar y ella empezó a corretear por el local como una niña en una tienda de caramelos, sin decidirse, hasta que encontró las mascaras que venían de venecía, le encantaba, una de tigre brillante de colores dorados y rubí, se la probó y miró al italiano sonriendo. -Si, espera...-Corrió y le colocó la capa negra. -Asi te queda muy bien.- Sonrió felizmente mientras ella cogiá la macara y una tiara que le había gustado. Se miró al espejo colocandose un escote algo más generoso y ciñendose bien el vestido, le gustaba sentirse deseado. -Vamos.- Apresuró para llegar al lugar indicado.


El locar era un local no muy grande, había gente disfrazada ocultando su rostro tras sus mascaras, una orquesta, y unos camareros, no era muy lujoso, pero había un ambiente agradable, la cambiante pidió una mesa donde se veía como en el centro la gente bailaba, la cambiante se sentó y pagó al camarero una buena cantidad por conseguirle la botella de vino, pero mientras tanto ella se pidió ron miel, y tequila y limón. -Bueno, te dije que este sitio era agradable, cuando quieras bailar avisa, o si ve alguna dama que le guste mas adelante.- Sonrie ampliamente mientras saca la caja, uno de los trofeos que sonsacó en la mansión cuando se excusó. -Toma, esto es para ti, un regalo por llevarme a la fiesta de ricachones.- Dentro de la caja estaba el reloj de bolsillo de oro, quizá al hombre le gustaría, ella dió un trago cuando les sirvieron las bebidas y le observo. -Una muestra de agradecimiento, me estoy divirtiendo.- Le sonrió con sinceridad.

“Il nostro pecatto”




La cambiante, se había propuesto hacerle pasar unas horas de diversión en las que el placer carnal quedase en el último plano. Lo agradecía, nadie le pagó por ello...excepto la señora Gilbert quién recurría a él cuando necesitaba de acompañante para sus eventos o simplemente, le ayudase a cargar con pesadas cajas de sus habituales compras. Éferon no podía quejarse, la vida que llevaba dictaba mucho de la que imaginó sería pero podía haber sido peor.

Los disfraces ocultaron la verdadera identidad de ambos, las sonrisas cómplices de dos personas que quieren pasarlo bien se sucedieron durante toda la noche. No podía estar más agradecido, no las tenía a todas consigo, llegó a imaginar que era alguna especie de estrategia para llevarlo justo donde ella quería. Hacía tanto tiempo que no iba a una fiesta de disfraces que las olvidó, recordó fugazmente a todas las que asistió intentando tomar el pelo a Asura, siempre lo descubría antes y terminaban bailando en el jardín, conversando con una botella entre ambos hasta ver amanecer.

-Grazzie, es muy considerada, signorina. He admitir estoy gratamente sorprendido, suelen acorralarme o pedirme durante noches enteras...y lo habéis hecho pero con un fin totalmente distinto. Una fiesta... inusual -paseó sus orbes felinas por la fiesta en cuestión, los enmascarados hablaban entre sí, al menos los que sabían quién era el otro interlocutor.

¿Y qué decir? Sabía que aún disfrazado, las miradas se centrarían en ambos. Aprovechó a tomar una copa pero no bebió, observó a su joven acompañante detenidamente, colocándole bien el cabello, al colocarse la máscara algunos mechones escaparon de su lugar. Sonrió y parpadeó al mismo tiempo, ¿una dama que le gustase más? No iba con esa intención, aunque ella si lo deseaba podría hacerlo.

-Mi acompañante es la curiosa y proyecto de signorina, así que haga el favor de no decir atrocidades, además... ¿quién va a llevarme a la cama si bebo? No os aprovechariais de mí...en un pasado, seguro en mi caso lo hubiese hecho...no parar hasta obtener lo que desease para esa noche...no me culpe, todos lo hicimos alguna vez

No esperó un regalo, menos algo como aquello. Al admirar el reloj, tapó la caja de golpe, él no tenía nada...y ofuscado por ello, resopló. No podía reaccionar, guardándose el reloj en uno de los bolsillos...intentó recomponerse, carraspeando por lo bajo y acerarse un tanto más a ella para que la joven lo escuchase, solía recibir muchos tipos de regalo pero como ese...¡valia una fortuna!

-¿Llevas relojes de oro encima? ¿qué ha pasado en la otra fiesta, signorina? Me pedís os enseñe protocolo ¿quién me enseña a ser tan hábil con las manos? Podemos llegar a un acuerdo, un qui pro quo...le enseño a bailar, a comportarse de forma elegante si...me cuenta su secreto. ¡Oh vamos! Sabemos que tengo razón...-

Rió por lo bajo de lo más divertido, al final la noche sí que estaba resultando de lo más interesante...

La joven paseaba sus muy claros ojos azules por el lugar dilatando la pupila para adaptar a la poca luz que había, aunque era acogedora, gente bailando, gente charlando, bebiendo, algunos desatando su amor en una esquina besandose entre si de enamoradiza forma, el sitió era agradable y sin tener que ser todo mascara y apariencia, no el ambiente era relajado, Yendra dió un sorbo a su copa volvendo a fijar su mirada en el acompañante mientras sonreía ampliamente divertida. -Habría sido algo muy corriente si te hubiera pedido lo que te piden habitualente, yo siempre destaco Éferon, te lo aseguro, ademas estoy intentando mejorar como persona.- Dijo con tono divertido guiñandole un ojo mientras se relajaba echando hacia atras la silla haciendo equilibrió sobre sus patas traseras, mientras escuchaba la melodía que tocaban en el sitió incluso en algunas partes tarareandola un poco.
Más pudo notar que el joven no iba a abandonar su puesto por ir a bailar con alguna damisela que estuviera por la fiesta, eso en parte la agradó de sobre manera dejando escapar una ligera risilla en lo que rebuscaba el regalo entre sus cosas mientras le escuchaba, si poder evitar enarcar las cejas tras la mascara por la sorpresa que le produjeron las palabras del italiano. -¿Asi que proyecto de signorina? ¿ah? - Imitó su acentó italiano antes de reir neganco con la cabeza. -¿Asi que me dejas el encargo de que si bebes tengo que llevarle yo hasta la cama y acostarlo, eh? no prometo llegar en mucho mejor estado que usted.- Se rió divertida imaginandose la escena donde ninguno de los dos tuviera un excelente equilibrio para continuar.


-Eres más pillín de lo que aparentas, a mi no me engañas con tu cara angelical.- Aseguró la cambiante por el comentarío que hizo él de aprobecharse de la circunstancia, más la rubia no mostró en ningún momento sintoma alguno de que estuviera molesta o disgustada por lo que decía el italiano, al contrarío se lo estaba pasando realmente bien. Miró ansiosa la cara que ponía cuando descubriese su regalo, al menos lo que la mascara pudiera oberquiar con la visión restante del rostro. Sin duda pareció algo sorprendido por el regaló que le dió la cambiante más se sonrió con cierta malicia cuando el joven se acercó aireando que sospechaba de las dudosas acciones de la joven en la otra fiesta, pero cuando en lugar de regañarla lo que le ofreció fue un trato a yendra le entuiasmó la idea y ladeó la cabeza mirando a Éferon con esa sonrisilla ladeada caracteristica de ella.


-Veras, voy a dar algo de luz, en realidad soy circense, y me valgo de las habilidades que aprendó para hacer sonreir y aplaudir al publico, y transportar dichas habilidades a juegos más peligrosos y excitantes como ha sido una pequeña trabesura.- Dijo con fingido tono inocentón mientras miraba al italiano, dió un sorbo a su copa. -Pero su trato me es sumamente util, asi que me parece bien, usted me enseña a aparentar ser toda una noble dama, y yo le enseño a ser sigiloso como un gato cogiendo cosas...soy una profesora exigente querido amigo.- Sacó la lengua a modo juguentón como desafiando que si acepta, iba a ser severa en enseñarle a ser más que habil con las manos. -Aunque parte con cierta ventaja por lo que se dedica, asi que le será facil aprender...no me mal entiendas, me refiero que si tiene habilidad para desatar esos endiablados corsé que llevan las damas, coger algo sin ser visto no es muy distinto.- En realidad no sabía si se lo dijo en broma o enserio, pero la respuesta de Yendra si que era real, si él de verdad, quería hacerlo. Dió un sorbo más al licor mientras observó a su acompañante.

Sin duda había sido una noche diferente fuera del burdel, se lo pasaron bien de distintas formas. Todas y cada una de ellas tuvieron su toque de gracia, a esas horas ya se encontraba bastante cansado, el día le agotó a sobremanera. Mostró su eterna sonrisa en todo momento, la joven le hacía gracia, ese carácter despreocupado y como si nada le importase, él fue así en el pasado, alguien que sólo se preocupaba en su propio bienestar y si encima, hacía sonreír a los demás, doble acierto.

-Mi cara angelical es lo que ha llevado a perder a más de una persona... ¿no crees que me porte bien? No, en eso llevas razón, portarse bien es aburrido pero supongo que a algunos les funciona -atentamente, oyó cada una de sus palabras, el trato le hizo pensarlo pero ¿realmente quería convertirse en un ladrón de guante blanco? Lo respetaba, por ella pero no, no era su estilo en absoluto.

Los ojos de gato del italiano, se pasearon por cada milímetro de su rostro, analizando sus expresiones, la intención era buena pero él se veía retraído y muy pensativo, a esas horas sólo quería volver a su cama y descansar por esa noche, a saber qué noche tendría libre a partir de ésta. Sonrió ampliamente, indicándole que le acompañase hacia el centro, debía volver antes de que el sol se pusiese en el horizonte.

-Tu trato es muy tentador pero como me dedique a robar...será cuando no sólo tenga que devolver lo que ya de por sí debo, si me pillan...me tacharán de lo que no soy y huyo, sé que lo entenderás. No te niego ser tu mentor, signorina... -tomó una de sus manos, dejando un beso en el dorso y suspiró, tenía que volver sí o sí, Rufus le estaría esperando a los pies de la cama...después de tanto insistir, el can se ganó su hueco en el burdel, siendo la mascota oficial del lugar.

Comenzó a caminar hacia el burdel, más silencioso de lo que estuvo durante toda la noche, fue su respiro de aire fresco, la joven seguía sus pasos pero por esa noche debía acabar por ese momento. Antes de llegar al centro de la plaza, se detuvo, sus pasos se separaban de momento por esa noche, fue muy intensa sin duda.

-Ya sabe dónde encontrarme, signorina pero debo volver. Alguien me espera, le prometí dormir a su lado y no, no es una mujer. Tal vez en otra vida lo fuera -tomó ambas manos dejando un par de besos  y soltarla despacio, con total delicadeza -Buona notte, espero nos volvamos a ver pronto