Cheap beer → Privado

por **Zavannah Zöllner** Miér Feb 14, 2018 12:14 am

"Emborracharse fue bueno.
Decidí que siempre me gustaría emborracharme.
Aparta lo obvio y tal vez, si lo obvio está suficientemente lejos,
no te volverás obvio para ti mismo"

"Charles Bukowski

La vida no es de color de rosa, aunque creas que tienes todo solucionado, aunque creas que las decisiones que tomas son las mejores, algo tiene que pasar para que todo se desmoroné. Hace un tiempo la menor de los hermanos Zöllner había creído que su vida era la mejor de todas, que había sido bendecida al tener un hermano que le brindaba felicidad, protección y sobre todo, una luz en el camino.

Siendo sinceros, Zavannah empezaba a sentir un poco de miedo al tenerlo cerca, no la dejaba hablar con nadie, incluso no la dejaba ver a nadie y la joven poco a poco se estaba empezando a desesperar.

Aquel día había sido uno de los peores en mucho tiempo, habían peleado como nunca antes, mejor dicho, habían discutido por primera vez, la pelea no fue pequeña, fue tan grande que al final no pudo encontrarse un punto medio o el perdón, no hubo abrazos ni besos, simplemente miradas llena de odio y terror. Tan fuerte estuvo el problema que la joven no pudo controlar a su animal interior. Se había vuelto un hermoso gato y gracias a eso corrieron con suerte; cuando Zigmund quiso tomarla entre sus manos, el gato le rasguño haciendo visible una herida en su mano. Los grandes ojos del gato dejaron de brillar y salió sin mirar atrás el cuartucho en el que vivían.

Había escapado de él por una noche y pasó la mayor parte del tiempo en uno de los arboles que se encontró en el camino. Se había escondido tan bien que su hermano optó por regresar al remolque a esperarla, hasta que se quedó dormido.

Zavannah se mantuvo en su forma gatuna y con sigilo tomó un ligero vestido en medio de un asentamiento gitano, lo jaló con sus pequeños dientes hasta que fue capaz de adueñarse por completo de él. Cuando logró su asalto, se colocó el vestido y decidió que era momento de poder hacer algo sola y sacar la tristeza que llevaba por dentro desde la muerte de su hijo.

La joven vago por primera vez sola en las calles parisinas, sintió el peligro de no tener a alguien que la protegiera, el peligro de no tener una mano cálida sobre sus hombros para hacerle entender que todo estaría bien. Se dio cuenta que ella tenía la culpa de muchas cosas pero también aprendió que no estaba mal hablar con alguien más, la joven estaba tan contrariada que hizo algo inesperado. Se metió a una taberna, observó todo a su alrededor, era todo tan nuevo para ella, que incluso sonrió con nerviosismo; por simple inercia.

¿Qué debía de hacer ahora? Zavannah intentó parecer desapercibida y siguió una figura femenina en silencio. Disimuladamente se sentó en la mesa continúa a la mujer.

— Lo que ella pidió por favor — Musitó por debajo, queriendo disimular su falta de experiencia. Sus dedos comenzaron a tamborilear contra la madera de la barra. Cuando el tabernero colocó el vaso de whisky frente a ella, se lo llevó directamente a los labios dando un largo trago. La sensación le pareció horrible, su garganta ardía, hizo una mueca y gimió, aunque se aguantó un poco para no llamar la atención. — ¡Qué fuerte! — Se dijo a sí misma dejando la copa frente a ella de nueva cuenta. Nunca antes había tomado algo de alcohol, sabía que si llegaba de esa manera a casa, Zigmund se daría cuenta.