La Luna me está mirando // Esthia Vikorida

por **Kerberos Lancaster** Sáb Feb 17, 2018 3:06 pm

La luna me miraba como si fuese un ojo celeste, un ojo muerto en medio de la negrura de la noche. En un cielo despejado, sin nubes y sin las estrellas, donde la luz mortecina, de plata y ceniza todo llenaba, el bosque se había sumido en un silencio muerto. Animales nocturnos y pequeños insectos iban muy de vez en cuando. Solo el hulular y el vuelo de pajaros nocturnos irrumpian la noche tenebrosa, que con pies de plomo, caía fría sobre el la foresta. Los helechos estaban muertos por la nieve, que ya casi fundida, se dispersaba aquí y allá. Veía como las sombras escondían todo y una neblina ligera cubría el suelo, dejando tapado algunos oscuros hoyos.

Como si ser hechicero no fuese peligros de por sí, me había metido a cazador en mis horas libres, o algo así. Había dado caza a un vampiro moribundo que había atacado la semana pasada, y que no se había recuperado, sin saber muy bien porqué. Pero claro, en la oscuridad, y siendo un bosque, no había medido la destreza del maldito ser. Un animal arrinconado, un ser que iba a ir al infierno, luchaba con todas sus fuerzas, y así era. La luna se había paseado sobre mi carne. La herida que veía no era profunda, pero tenía que limpiarla. Siempre llevaba alguna venda y medicina, pero no podía seguir allí más tiempo. Necesitaba un médico ahora. Pero me encontraba cansado. Las palabras que había pronunciado y el poder requerido fueron suficientes para dejarme exhausto durante una hora, y ahora mi caminar era lento.

Todavía quedaba algo para luchar, por si un indeseable aparecía, pero esperaba que fuese un ser insignificante. Iba rezando el rosario con inercia, para distraerme. Cuando terminase la noche llegaría a un pueblo y allí me podrían llevar a París. O eso esperaba.

La luna me siguió mirando mientras caminaba, y yo la miraba a ella. Las cosas me miraba y sentía que algo más me miraba. La luna despertaba horrores guardados en la noche y tenía que evitarlos, sobre todo si tenían zarpas y pelo.

por **Esthia Vikorida** Sáb Feb 17, 2018 4:24 pm

El bosque no era más que un montón de árboles que crecían unos junto a otros. Y plantas bajas. Tierra, hojas caídas, piedras, restos de nieve. No había nada en él que pudiera ser peligroso más allá de un tropezón con una raíz, caer por un desnivel o golpearse con una rama. Tan inofensivo de día como bajo la plateada luz de la luna.

O lo sería si no albergara multitud de criaturas salvajes y traicioneras, si los delincuentes no aprovecharan el asilo que les proporcionaban las sombras, si la noche no dejara salir seres que parecieran escapar de las más horrendas pesadillas.

Para muchos eran sólo cuentos de viejas para asustar a los niños, pero los que veían más allá de lo que los ojos humanos podían ver sabían el verdadero peligro que acechaba sin ser visto. En todas partes, en el bosque, en los pueblos, en la propia París.

Un peligro que esa noche vestía de blanco, como la nieve. Un ejemplar raro, de esos que surgían pocas veces y a los que se les atribuían leyendas ancestrales. Mera superchería. El color sólo era un rasgo accidental.

Encogido en su agujero, debilitado por los últimos días alejado de la civilización y sumido en una tristeza y melancolía que no le eran propias, Esthia intentaba dormir para evitar dejar vagar la mente por los recuerdos dolorosos. Un sueño que no llegó a conciliar, pues el inconfundible olor de la sangre le hizo levantar las orejas.

El lobo blanco olisqueó el ambiente. Tenía un rastro que seguir, uno muy intenso, señal de que la sangre brotaba fuera del cuerpo. Olía a humano, podía discernirlo. Y eso despertó un apetito dormido. Demasiadas horas con el estómago vacío, demasiado tiempo dejando que otros cazasen, acomodándose a una vida fingida, donde era el perfecto humano con una existencia mediocre y aburrida, con un perfil bajo que no conseguía ocultar del todo la salvaje libertad que brillaba en sus ojos azules.

Salió a la carrera, impulsado por el influjo de la luna, que potenciaba a la bestia en su interior. Cada metro que recorría se sentía más libre, más depredador, más lobo. Hasta que alcanzó a su presa.

Impulsivo e irreflexivo como era habitualmente, además de la adrenalina que bullía en sus venas, salió de entre las sombras para mostrarse ante el hombre, inclinado hacia adelante sobre las patas delanteras, mostrando los dientes, mirándole con voracidad, como si ya pudiera degustarlo.

La Luna me está mirando // Esthia Vikorida White_wolf_warrior_by_manu34-d6dvn7l

La Luna me está mirando // Esthia Vikorida White_wolf_warrior_by_manu34-d6dvn7l

por **Kerberos Lancaster** Sáb Feb 17, 2018 4:41 pm

¿Todo puede ir a peor? Claro, y si lo piensas mucho más rápido. No le había escuchado venir, estaba distraído rezando, y eso era algo que no se debía hacer. Ahí estaba, un lobo. No era un lobo corriente, lo veía. Su áurea palpitaba, algo débil. Si llevaba sin comer algunos días podría ser normal. Pero claro, la fuerza de un licántropo es superior a la de un lobo normal.

¿Lo bueno? Que venía solo. ¿Lo malo? Que yo estaba solo y herido. Me toqué el costado y me apoyé en un árbol. No podía escalar sin abrirme la herida y ser mortal, ni tampoco salir corriendo, ¿estamos de broma? Claro que no, ahora tendría que apañármelas. Los dos teníamos necesidad, seguro, sino, no se atrevería a atacar a alguien con mi aura. Aunque, claro, si no se había dado cuenta, y solo olía la sangre, entonces sería más fácil sorprenderle.

Chasqué los dedos y pronuncié el nombre verdadero del fuego, invocándolo sobre mi mano. Era un ardid que iba a usar para distraerle y usar una ilusión. Lancé la llama y no le hizo nada, solo le distrajo y espantó un par de metros. Pero fue suficiente. Lancé una ilusión que reflejó la imagen de grandes lobos aparecer. Eran negros, grandes, poderosos, tenían ojos blancos y lenguas de fuego. Gruñían con fuerza e iban cerrando un círculo.

Yo me alejé un poco, subiéndome a una roca y luego a una rama. Aquello me costó mucho, pero me mantuve a varios metros del suelo, viendo como mi magia, escasa en ese momento, provocaba miedo. Pero si era inteligente, entonces podría darse cuenta. Y él estaba mejor que yo. O ella.

por **Esthia Vikorida** Dom Feb 18, 2018 4:24 am

El problema de mantener una ilusión mágica era la gran cantidad de energía que consumía. Sobre todo si era una ilusión que pretendía agotar al contrario, obligándole a luchar. Porque cada pequeño detalle de aquel engaño debía tomar forma en la mente del hechicero.

La debilidad y el influjo de la luna hicieron a Esthia caer de lleno en la trampa. Se vio rodeado de lobos oscuros, de sombras que tenían como único objetivo en la vida acabar con él. Retrocedió unos pasos para evitar quedar encerrado entre ellos, pero no fue suficiente para salir del círculo que formaron a su alrededor.

Echó la cabeza hacia atrás y aulló. Un acto reflejo, porque de todos era sabido que los lobos mostraban así su ubicación al resto de la manada. Un aullido profundo, desgarrador, que salía de los más profundo de sus entrañas y se extendía por el bosque con la misma velocidad que ardía un reguero de pólvora.

Bajo la luz plateada que hacía brillar su blanco pelaje, el lobo, esa forma que podía confundirse con un mero animal, que podía pasearse entre los árboles sin llamar la atención más allá de por su color, dio paso a lo que los humanos llamaban bestia, al crinos, a la combinación perfecta de lobo y humano. Esa otra forma más grande, más fuerte, más letal. Ésa en la que su morfologia era más propia de un hombre, bípedo, con dedos prensiles, con la mayor movilidad que le confería, pero mantenia las garras y fauces, junto con una musculatura y una potencia privilegiadas.

Y que iba a gastar luchando realmente contra la nada, porque cada golpe que lanzaba contra aquellos lobos oscuros no era más que energía contra el aire. La ilusión engañaba a su mente y le hacía creer que golpeaba. Podría hasta jurar que notaba el contacto, el dolor del golpe, pero no era más que la sensación en su cerebro.

Aquella pelea se había convertido en un juego de resistencia; la del humano contra la del lobo. El que primero se agotase, perdería. Porque Esthia no pensaría con claridad hasta que la luna abandonase el cielo. Si el brujo era capaz de aguantar hasta entonces, quizás aquello se quedara en una mera anécdota, pero mientras tanto, el olor de la sangre que manaba de sus heridas acrecentaba el ardor del lobo.

por **Kerberos Lancaster** Dom Feb 18, 2018 3:13 pm

Aquello no funcionaba. Había adquirido una forma más peligrosa si cabe, y ahora podría escalar el árbol. El aire arrastraba sus aullidos y gruñidos. Si había más de esos bichos, entonces iba a durar menos que un caramelo entre niños. Me tocaba mover. No Moverme, sino hacer algo diferente. ¿Cómo lo frenaba? No tenía el poder de hace que fuese de día, ni tampoco podía fulminarlo de un rayo, eso me mataría. Miré al cielo, esperando consuelo divino y vi la luna, solitaria, en un mar tranquilo de sombras y estrellas titilantes. ¡Eso era! La luna le daba su poder. Si la ocultaba no podría hacer nada.

Pero el dilema era el siguiente. ¿Ilusión o tormenta? Si tapaba la luna la ilusión se desvanecería, pero sino, se desvanecería en una hora, y aquel licantropo tenía fuerza suficiente como para atacarme. Aún cansado, podría perseguirme, darme caza y vencerme. ¡Maldita raza, encima los licátropos en su forma humana eran hombres muy guapos!

Me decidí a escalar un poco más y comencé a recitar el conjuro cuando llegué a la rama más alta, a la que aguantaba mi peso, y desde allí, apuntando con una mano hacia el cielo, comencé a pronunciar palabras cargadas de poder.

-¡Oh Señor de las Tormentas!¡Tú que fuiste encerrado en este mundo por el trueno, el aire y el agua!¡Hijo predilecto!¡Rompe los sellos de tu cautiverio, traer tu aliente húmedo y tus cabellos de trueno, inunda la tierra con tus palabras y cierra el cielo para que la Luna se vaya!-Las ilusiones desaparecieron, y volviéndose luz, energía pura, volvieron a mi mano, siendo lanzado hacia el aire con el conjuro.

Las nubes empezaron a formarse, y poco a poco se arremolinaron alrededor de cielo. Al principio era un manto de seda gris que dejaban filtrar todo. Pero más nubes llegaron, con rugidos y luces, trayendo un olor a humedad. Los pájaros cantaron y se refugiaron. Animales salvajes se marcharon a su madriguera y los insectos salían del suelo para no ahogarse. Sonreí viendo que el cielo se volvía como la boca de un lobo, oscura y siniestra. La luz de la luna desapareció y la oscuridad absoluta inundó todo. Era una oscuridad tan negra, que las formas del mundo desaparecieron. Parecía que uno se había quedado ciego al mirar tal oscuridad.

Un golpe, un gruñido, y el árbol empezó a tambalearse. todo fue confuso en medio de aquella tumba. Solo los haces de luces que iban y venían, como si de gusanos se tratasen, huyendo de algún pájaro, dejaba ver como subía por el árbol el licátropo. Su zarpa me golpeó la pierna, pero no me atrapó. Sentí un segundo de ingravidez y luego el golpe seco del suelo. Me quedé sin aliento durante unos segundos y mi mente descarriló, sin saber bien donde estaba o que hacer. Sentí como se acercaba, lo veía con flashes. Mi muerte iban a ser como fotogramas de una película.

por **Esthia Vikorida** Mar Feb 20, 2018 2:33 pm

Uno de los grandes errores que cometían muchos humanos era pensar que si no les tocaba la luz de la luna no se transformarían. Por eso, la gran mayoría de licántropos transformados en sus primeras lunas tendían a encerrarse en sótanos o intentar evitar que el menor rayo de lunas les alcanzase.
Como si eso marcara una diferencia...

La luna estaba en el cielo, se viera o no, y ejercía su influencia sobre ellos aunque se le interpusieran mil y una barreras delante. Así de poderosa era.

Desorientado por la repentina desaparición de los enemigos, cansado por el esfuerzo y cegado momentáneamente por el fogonazo de luz que había supuesto la ruptura del conjuro, Esthia dio unos cuantos pasos aleatorios a los pies del árbol, intentando recuperar la visión, frotándose con fuerza los ojos. Sus gruñidos dejaban claro lo molesta que era esa sensación.

La lluvia torrencial que comenzó a caer no era normal y lo sabía, porque era un animal y tenían instintos para eso. Esa lluvia no debería estar cayendo en condiciones normales. El pejale se le pegaba a la piel y se le apelmazaba, haciendo que pareciera algo más delgado, pero seguía rozando los dos metros.

Levantó los ojos, que destacaban tan azules entre el blanco, hacia el árbol donde estaba el hechicero. Él era el culpable. Se iba a enterar.

Golpeó el tronco a ver si conseguía hacerlo caer, pero no parecía ser suficiente, así que se dispuso a trepar rama a rama hasta alcanzarlo. Ya casi lo tenía, lanzó un zarpazo para agarrarlo, pero se le escapó. ¡¡Ser tan grande a veces era un rollo!!

Tsk. Y ahora que casi lo tenía, iba el muy patoso y se caía. ¡¡Que subir y bajar de los árboles así no era precisamente sencillo!! Comenzó el torpe descenso hasta que estuvo a una altura desde la que podía dejarse caer al suelo sin problemas, agazapándose para amortiguar el golpe, delante del hechicero, mirándole fijamente, levantándose cuan largo era, bajo la lluvia, entre aquella oscuridad donde su cuerpo blanco era fácilmente distinguible. Avanzó hacia él sin romper el contacto visual, hasta agarrar con una mano coronada de fuertes garras una de sus muñecas, contra la tierra. La otra mano buscó apoyo en su cuerpo, igual que una de sus piernas apresó el muslo de aquel desconocido. Quería tenerlo inmovil bajo su cuerpo.

Olisqueó la sangre que aún manaba de la herida, deleitándose con la manera en que se mezclaba con el aroma de la tierra mojada. Y la lamió. El roce caliente y lento de su lengua contra la piel lacerada contrastaba con el frío de la lluvia.

por **Kerberos Lancaster** Mar Feb 20, 2018 3:03 pm

La garra me hacía tanto daño que la otra herida no era ya relevante. Me escocía profundamente pero lo peligroso no era esa herida, que era relativamente pequeña y poco profunda. Había atraído a un ser que me iba a devorar. Al sentir su lengua entré en pánico y comencé a llorar de puro terror. Era un terror visceral que salía de lo más hondo de mi interior.

-¡No, no, no por favor!-Grité con todas mis fuerzas, con la voz rota y temblando de puro miedo.-¡Por favor!-Dije mientras veía aquella figura blanca todavía entre los haces de luz, poco a poco, como relamía mi sangre. Su aliento estaba caliente y su saliva era como agua hirviendo.

Con la última pizca de magia, conjuré una luz en mis manos. Ya no tenía más energía. Aquella luz comenzó a brillar con un gran fulgor, destellando al animal. Era una ligera barrera, tan delgada y débil que ella sola se vino a bajo, pero dejó en el aire pequeñas esferas de luz que bailaban e iluminaban el ambiente. Su agarre desapareció, pero poco tiempo. Me arrastré por el barro. Aún la tormenta me era fiel, y podía ordenarle que me ayudase, pero no sabía si mis palabras tendrían efecto.

Estaba mojado, sucio, dolorido por el golpe y ahora tenía miedo. Iba a morir pasase lo que pasase, lo sabía. Me senté apoyado en un árbol, viendo como la bestía, delgada a la luz de las centellas, se acercaba otra vez. Sentí su aliento y cerré los ojos.-Por favor, no me mates...sé que eres un hombre, y ahí dentro hay alguien bueno...por favor, no lo hagas. Yo no te he hecho nada.-Le miré a los ojos directamente, llorando, con la voz rota y la angustia a flor de piel. Le coloqué una mano en el cuello y lo acaricié despacio.-Al menos deja mi cuerpo en algún lugar donde puedan encontrarlo y enterrarme...-Cerré los ojos y sollocé esperando la muerte.

por **Esthia Vikorida** Miér Feb 21, 2018 12:06 pm

Ah, el dulce sabor de la sangre. Ese deje ferroso que le inundaba la boca y que le hacía desear más. ¿Cómo podía existir alguien en el mundo al que no le gustara ese sabor?

Soltó un gruñido. ¿Por qué le gritaba tanto? Era molesto. No parecía darse cuenta de que tenía un oido varias veces más fino que el humano. ¡Le estaba dejando sordo! Con lo agradable que era el repiqueteo de la lluvia.

Sentía las gotas resbalar entre su apelmazado pelaje, empapado de agua, pero no le importaba, el sol saldría y él podría tirarse a disfrutar de sus dulces rayos mientras se secaba y entraba en calor.

De nuevo se vio apartado del adictivo sabor de la sangre por la magia. Se quejó y se frotó los ojos, dejándose un par de marcas embarradas alrededor. Cuando volvió a cernirse sobre el hechicero para deleitarse un rato mán en el sabroso manjar, notó la temblorosa mano del humano colar los dedos entre su pelaje y acariciarle.

El gruñido que emitió tenia un cariz más placentero, casi como si fuera un ronroneo. Le sostuvo la mirada mientras hablaba y pudo verse un brillo de entendimiento en sus ojos. Incluso esbozó una mueca que, de haber sido sus rasgos humanos, sería una sonrisa de medio lado, pero que con la apariencia de una bestia, podria parecer algo amenazador para los desconocidos.

Se inclinó hacia su oido y le habló con una voz ronca, gutural, que parecía salirle de las entrañas y que arrastraba ligeramente las erres, vibrantes.
-Tal vez los humanos deberíais recordar por qué los lobos nos lamemos las heridas.

Porque sí, la saliva era una forma natural para limpiarlas, además de que ayudaba a sanar. Los licántropos tenían las ventajas de una curación acelerada y esas propiedades también estaban en su saliva, como en cualquier otra parte de su cuerpo, asi que, en cierta forma, le había estado ayudando.

por **Kerberos Lancaster** Miér Feb 21, 2018 12:47 pm

Tuve sentimientos encontrados. Por una parte vi que ronroneaba, o algo parecido, ya que no era un felino, a mis caricias. Como si fuese un perro más, un animal que busca cariño y afecto. Pero su voz, cuando me habló, me estremeció. Era áspera, oscura y profunda. Me hizo temblar.

Pero sus palabras me revelaron algo, algo que no me había dado cuenta o que miraba ahora, pero no sabía si era verdad. Fiarse de un vampiro es de ser gilipollas, pero de un hombre lobo no sabía. Muchos mataban por placer, pero otros eran buenas personas que tenían aquel sino y lo llevaban como bien podían.

Mis manos volvieron a su cuello, acariciándolo, y subieron a su cabeza, rascándole por la parte superior y detrás de las orejas. Sabía que eso a los perros solía gustarle, pero a lo mejor aquello era muy atrevido. Entonces noté los dedos por su pelo mojado. No sentía más que su tacto. Apenas percibía su aura y volvía a tener esa sensación, esa falta de magia. Cuando perdía la capacidad de utilizar mis dotes me invadían sensaciones normales y corrientes, el frío era más frío, el agua más húmeda y el calor más agobiante. Ahora no sentía el cosquilleo que me hacía en las puntas de los dedos al realizar un conjuro. Era frustrante y me dejaba muy vulnerable. Era un humano más.

Miré al hombre lobo y luego empecé a sentir que mi herida dejaba de palpitarme. Me palpé y miré en la penumbra la carne, levantando mi ropa. Había una gran costra en la herida que había dejado de sangrar. Estaba húmeda y tierna, y sentía un poder curativo. Era de él. Su saliva me había transmitido algo de su regeneración natural.

-¿Me estás ayudando?¿entonces no quieres devorarme?-Le acaricié con delicadeza y mi mano se colocó en su nuca. Puede que yo le hubiese confundido. Poco a poco la oscuridad iba reinando y solo las luces intermitentes de la tempestad nos dejaban ver algo.-¿Me enseñas tu forma humana?-Dije mientras quitaba la mano poco a poco. Me tapé la nariz al sentir que me picaba y estornudé con fuerza. La lluvia me había empapado y estaba calado. Necesitaba entrar en calor lo antes posible, o la herida dejaría de ser un problema y sí la hipotermia.

por **Esthia Vikorida** Jue Feb 22, 2018 10:53 am

Se echó a reír.

Sentado en el suelo, con las piernas cruzadas, el pelaje completamente empapado y manchado de barro, la boca con restos de sangre ajena... El pecho subiendo y bajando al ritmo de sus carcajadas.

-Pues claro que no quiero devorarte. Si quisiera cazar, me buscaría una presa suculenta. Los humanos no me gustan para comer... Salvo honrosas excepciones.

Sin variar la postura, dejó que su cuerpo cambiase bajo la lluvia, recuperando su apariencia humana, que era mucho menos intimidante y agresiva. Era un hombre alto, en torno al metro ochenta, de hombros anchos. Tenía el cabello castaño y los ojos claros. Y absolutamente nada que cubriera sus vergüenzas. No que le preocupara el pudor, ni mucho menos. Para él, la desnudez era un estado natural, como lobo no llevaba ropas y estaba cómodo con ello. Como humano, era más por razones sociales y para evitar el frío.

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-¿Mejor? -cuestionó divertido, mientras su mano, ya sin garras, limpiaba los restos de las lágrimas que habían brotado del brujo en su desesperación-. Me llamo Esthia. Esthia Vikórida. Y creo que deberías parar la tormenta o acabaremos los dos con un resfriado considerable.

por **Kerberos Lancaster** Jue Feb 22, 2018 11:08 am

Sus palabras me tranquilizaron. Yo era un paranóico, la verdad. Había pensado que me perseguía para devorarme. Puede que tuviese que rebajar el acelerador con eso de los hombres lobos y su fama. Aquel hombre era bueno. Al menos eso parecía. Cuando comenzó a cambiar de forma me quedé asombrado. Nunca había visto cambiar a nadie. Era asombroso. Y asombroso era también aquel hombre desnudo. Me sonrojé un poco. Era demasiado atractivo.

Su mano se sentía tan cálida y me pareció un gesto bonito que me secase las lágrimas.Gracias...a veces se me olvida que hay buenas personas en este mundo.Lo siento si te prejuzgué, pero ver aparecer un lobo de la nada de esa forma, pues uno se pone en alerta y...disculpa que te haya atacado.-Le sonreí y le tendí la mano, estrechándola con fuerza.-Yo soy Kerberos Lancaster. Un placer.

Cuando mencionó lo de la lluvia me avergoncé. Aún sentía que mi magia no se había restaurado. Simplemente estaba agotado y ahora el frío me estaba suponiendo un problema a la hora de concentrarme.-Ahora mismo no puedo. He gastado toda mi magia...necesito recuperarme un poco antes de poder ordenarlo que parase.-Me levanté agotado, sintiendo el cuerpo demasiado pesado. Le miré y luego miré a la tormenta. Notaba la punta de los dedos frías. No había un cosquilleo que indicase que tenía mis energías ni nada por el estilo. Estornudé con fuerza y me abracé a mí mismo.-Tenemos que cubrirnos. ¿Sabes de algún sitio para poder hacer una hoguera?

por **Esthia Vikorida** Sáb Feb 24, 2018 5:35 pm

-Kerberos... Eso suena a perro de tres cabezas.
Vale, no era exactamente igual, pero era casi igual. Y él tenía la mala costumbre de hacer conexiones mentales hacia su lengua natal. Hablaba bien el francés, pero se notaba que no era nativo, porque algunos sonidos le salían algo forzados.

-Ya veo que estás realmente en las últimas... Te invitaría a mi casa, pero... -su casa, que en realidad no era suya, sino una cabaña en el bosque que habían ocupado otro lobo y él y que ahora habían vuelto a abandonar-. Creo que nos vendría mejor alguna de las cuevas de por aquí cerca.

Se puso en pie, sin vergüenza alguna por estar totalmente desnudo, y le ofreció la mano para ayudarle a levantarse. No sabía si estaría lo bastante estable para caminar solo o si tendría que echarle un cable. Al menos la lluvia se llevaba los restos de barro y sangre.

Avanzó entre los árboles hasta donde el terreno se elevaba y daba paso a pequeñas grutas excavadas en la piedra. No eran muy grandes, pero lo suficiente para guarecerse de la lluvia.

-Me temo que no tengo leña para hacer fuego y todo lo que podamos conseguir estará mojado, así que vamos a tener que conformarnos. Ahí atrás tengo algo de ropa seca, si quieres.

Porque en la gruta donde le había llevado era donde llevaba varios días durmiendo y tenía allí un pequeño hatillo con un par de mudas por si tenía que ir a la ciudad.

por **Kerberos Lancaster** Dom Feb 25, 2018 11:56 am

Al verle levantrse solo rodé los ojos. En otras circustancia no hubiese dudado en proponerle sexo salvaje, pero ahora mismo estaba tiritando. Acepté su mano caliente y fuerte, aspera al tacto, y me ayudé a levantrme de él. Luego le seguí, a duras pensas, porque tenía el cuerpo dolorido de la caía y estaba demasiado cansado.

Al llegar a las cuevas no podía creerme lo que veía. Acostumbrado a la buena vida, uno no podía ni imaginarse que era dormir en un sitio como ese, pero todo era acostumbrarse. Seguro que el estaría más incómodo en mi casa que en aquella cueva. Me encogí de hombros y asentía.

-Bueno, siempre puedes darme tú calor.-Dije riéndome, pero estornudé con fuerza. Al entrar el sitio estaba a mejor temperatura que el exterior, pero no mucho mejor. Sin fuego, sería mejor que me arrimase a él.-Acepto encantado la ropa.-En peores situaciones me había visto cuando viajaba en el ejército.Estar con un uniforme sin lavarlo durante semanas era peor que ponerme la ropa de un extraño. Solo deseaba que no tuviese ni garrapatas ni tampoco pulgas. Ya había sufrido las pulgas y eran insoportables.

Me comencé a desvestir, con cierto pudor, pero me importaba más a él que a mí. Cuando me quité la ropa estaba tiritando, abrazando a mí mismo. Si seguía así me terminaría poniendo enfermo.

por **Esthia Vikorida** Lun Feb 26, 2018 3:56 pm

Esthia esperó un poco a que se le secase la piel y se vistió. Más por el hechicero que por sí mismo, porque él era medio animal, por no decir que se consideraba más lobo que humano, así que usaba ropas por el frío, por el qué diran, y porque le quedaban muy bien aquellos pantalones.

La ropa que tenía era escasa y se notaba que estaba usada, pero todavía podía darle apaño aquella temporada. Quizás para verano necesitara renovarlas, pero a saber si en esas fechas seguiría allí o habría puesto tierra de por medio. La Ciudad del Amor era preciosa, pero no se había enamorado de ella. No del modo que lo había hecho a orillas del Mediterráneo.

Pero esos eran otros tiempos.

-Deberías intentar dormir. Necesitas recuperar fuerzas para poder hacer magia. Mañana, cuando puedas parar la dichosa tormenta, podemos ir a París y conseguir algunos medicamentos. Los hechiceros sabeis más de esas cosas. -Esgrimió una gran sonrisa ante el pensamiento de lo que iba a añadir-. Y ya de paso puedo conseguir pasteles.

por **Kerberos Lancaster** Dom Mar 04, 2018 4:43 pm

Cuando soltó lo de los pasteles no pude contener la risa.-Con que eres un lobo pastelero...nunca había oído que os gustasen, ¿no es malo darle a un animal dulces?-Me reí y negué mientras me abrazaba tiritando.-Mañana no necesitaré medicinas si tengo magia, pero si me pongo enfermo, dudo que pueda parar esa tormenta en varias semanas.-Suspiré pesimista y me recosté un poco, mirándole. Parecía que él no tenía frío. Bueno, con ese pelaje, quién iba a tenerlo. Aunque en su forma humana no parecía un hombre demasiado peludo.

Estaba claro que necesitaba calor, y sin magia, no podía hacer nada. Dormir iba a ser dificil, y eso que intenté acostarme en aquel suelo, pero, desde luego, no podía parar de temblar. Me incorporé un poco y le miré, aunque me avergonzaba pedirle lo que iba a decir.-Necesito calor y sin fuego, tú eres el único que generas calor aquí...sé que no está bien por mi parte, pero...¿te importaría abrazarme?-Me acurruqué un poco más cerca para poder tener más calor, y esperé a que accediese.

Varios truenos parpadearon muy cerca de aquí y el ruido fue atronador, vibrando hasta el suelo. Me tapé los oído y miré hacia afuera.-Ese ha caido muy cerca...maldita sea, si tuviese mi magia podría...-Me sentía tan impotente en ese momento, que no sabía que hacer. Era como si a él le quitasen su forma lobuna, una parte de mí que siempre ha estado conmigo y que, sin ella, no sabía ya hacer nada. Era tan inútil y débil en ese momento.

por **Esthia Vikorida** Dom Mar 11, 2018 11:05 am

-No soy un lobo pastelero -protestó, chasqueando la lengua y mirándole con los ojos entrecerrados, en lo que pretendía ser un gesto amenazante, pero que realmente distaba mucho de serlo con ese brillo divertido en sus orbes azules-. Pero me gustan los dulces.

De hecho, eran una de las cosas que más le gustaban en el mundo. Quizás por eso tenía un caracter un tanto hiperactivo, por la sobredosis de azúcar.

Meneó la cabeza, sin perder el gesto alegre.
-Los humanos sois muy flojos. Os poneis enfermos por una mojadita de nada. Anda que si tuvieras que pasar la noche al raso después de una tormenta... Te mueres.
Pero accedió a darle calor. Ya tenía la piel seca, así que su pelaje en cualquiera de sus otras formas también lo estaría. Y daria mucho más calor que la piel humana. Así que se transformó en la criatura que tantos cuentos de terror protagonizaba, pero en su caso no se mostraba para nada amenzante. Se echó junto al hechicero y dejó que se acurrucara contra su cuerpo para darle calor. No faltaban más que cuatro o cinco horas para el amanecer, así que pronto el sol les ofrecería una fuente de calor adicional, pero mientras tanto, era lo que tenían.

-Relájate -murmuró roncamente en su oído, con esa voz que sonaba mucho más grave y profunda que en su forma humana-. El clima reacciona a tu estado de ánimo.

por **Kerberos Lancaster** Vie Mar 16, 2018 4:15 pm

Le miré juntando las cejas y protesté.- Oye, no fui yo el que apareció de la nada y parecía que me ibas a devorar.-Bufé y negué despacio.-Si hubieses aparecido en tu forma humana no estaríamos en esta siatuación.

Cuando se transformó me dio un vuelco el corazón. Había visto más de uno, y sabía cientos de historias, pero claro, aquel hombre estaba siendo demasiado amable y parecía en realidad bueno. Me arrimé a él algo nervioso, tenso. Su voz me provocó un escalofrío y asentí. Le miré a los ojos y me abracé a aquel gran torso, peludo, fuerte. Su corazón latía con fuerza.-¿Cómo sabes eso?-Le miré extrañado y me separé un poco. Empezaba a notar algo de fiebre, y la camisa que me había prestado me estaba molestando.

Me volví a acurrucar y le abracé, jugueteando con su pelaje. Era extraño. Cualquiera que viese aquello no se lo podría creer. Un hechicero que no destripa o somete y un hombre lobo que no devora y se alimenta. Era de una novela de fantasía onírica. Le acaricié detrás de las orejas y sonreí divertido.- Muchas gracias,
Esthia, creo que eres el lobo con el mejor corazón que he conocido.-Le di un ligero beso sobre donde tendría que estar su mejilla y me volvía abrazar a él.

por **Esthia Vikorida** Jue Mar 22, 2018 4:04 pm

-Porque no eres el primer hechicero con el que retozo sobre la hierba -respondió, a modo de broma, dejando escapar unas roncas carcajadas que sonaban como ladridos ahogados-. La mujer de uno de mis hermanos es bruja, ella me ha explicado algunas cosas.

Esa familia que había dejado atrás, en su Lesbos natal, junto al Mediterráneo. Ah, a veces echaba tanto de menos el mar, correr por la playa, hacer la croqueta en la arena, bañarse desnudo y tumbarse al sol hasta notar que la sal le picaba sobre la piel.

Se dejó acariciar, porque ¿quién podía resistirse a que le rascaran detrás de las orejas? Él no, desde luego.
Le devolvió un lametón en la mejilla como respuesta al beso.
-Debes haber conocido a muy pocos, entonces. Los lobos no somos las bestias que todo el mundo dice. Bueno, sí, lo somos, pero sólo cuando se nos provoca para ello. Siempre hay algunas excepciones, sobre todo en noches de luna llena, cuando el influjo de la Dama de Plata hace perder el control a los convertidos que aún no han conseguido entender su verdadera esencia. Pero los lobos somos, en general, gente maja.

Se acomodó sobre el suelo, usando su propio brazo como almohada para ambos.
-Intenta dormir, te vendrá bien para la fiebre. Mañana te sentirás mejor.

por **Kerberos Lancaster** Mar Abr 03, 2018 7:37 am

Esa risa me parecía casi como ladridos, y me asustaron un poco, pero era normal, con esa forma, era normal que asustara. Al fin y al cabo, en el colectivo estaba esa imagen del hombre lobo come personas que arrasa aldeas.

Le segui acariciando, pero notaba que el calor iba en aumento. Sentía también frío, pero mi cuerpo ardía, debía de ser la maldita fiebre.-Vaya, el mediterráneo, me acuerdo cuando viajaba por allí en barco, era increiblemente bonito, pero creo que me gusta más el norte, el frío, la lluvia, los bosques verdes...-Bostecé. Me quité el pantalón y me arrebujé más a su lado.-Espera, ponte así.-Le moví un poco, para que terminase estando parte de su cuerpo encima de mí. Me tumbé de espaldas a él y apoyé mi cabeza sobre su brazo.-Así mejor, eres el perrito más obediente que he conocido nunca.-Me reí y le besé en el brazo.-Es broma, es broma. -Volví a sonreí, y notaba que estaba sudando, que la fiebre subía con fuerza.

-Dime, ¿por qué te fuiste de tu tierra? no es que este lugar sea ni remotamente parecido. ¿Qué te trajo aquí?Giré un poco la cabeza, encontrándome su cabeza apoyada sobre mí hombro. Su respiración era pesada, aunque no me incomodaba el peso, me gustaba el calor que desprendía.

por **Esthia Vikorida** Mar Abr 10, 2018 3:23 pm

-El destino, supongo. Soy griego, creo en esas cosas. Ya sabes, los dioses antiguos, las musas, los héroes... Es difícil no creer en ellos cuando eres lo que muchos considerarían una criatura mitológica -explicó, sin perder ese tinte de buen humor que le caracterizaba.

No iba a entrar en los detalles escabrosos de por qué abandonó Lesbos, porque aunque era una herida perfectamente cerrada, tampoco le iba a contar su vida a un hombre al que acababa de conocer, con el que había medio peleado y con el que no tenía muy claro cómo, había acabado durmiendo.

-Tampoco te vayas a pensar que es una gran historia. Soy el quinto de seis hermanos, el hijo del alfa, bla bla, riau, riau. Crecimos y digamos que yo ya no sentía que tuviera un lugar en esa manada. Supongo que es ley de vida, todos los cachorros crecen y abandonan la camada para buscar su lugar. Y por eso he acabado aquí, en París. Tal vez algún día vuelva. O no. ¿Quién sabe?

Se acomodó un poco mejor sobre el suelo.

-¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?

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