AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
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I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
I can feel the animal within
I chain the beast crawling inside myself
I hear the call of violence
─ Breaking Benjamin
I chain the beast crawling inside myself
I hear the call of violence
─ Breaking Benjamin
La vida podía llegar a ser peor que una pesadilla y eso Ilona Székely lo tenía más claro que el agua del río Olt en pleno invierno. No quedaba nada en el mundo para un alma disecada como la suya. Nada con que llenar su frío corazón salvo, tal vez, el odio y las ganas de vengarse. Había vertido la sangre de una de las culpables de la muerte de su hermano pero quedaba otra, quedaba la más maldita de todas que merecía arder en las llamas eternas del infierno… o tal vez, teniendo en cuenta su pecado, la tortura continua podía ser más efectiva que cualquier otro castigo. Llevar a la bruja a la locura arrancándole la piel a tiras cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, con sus gritos ensordeciendo a los vecinos; eso, sin duda, era algo que ella podía llegar a disfrutar. ¿Y quién no? Cualquier lobo enfurecido habría querido eso y más. Ilona sabía que su loba la había hecho insensible, pero la muerte de su hermano había propiciado la perdida de sentimientos convirtiéndola en una mujer despiadada, sin pizca de consciencia a la cual apelar; aunque ello había supuesto, por otro lado, la pérdida de la poca vida que había logrado sembrar. Con ello, se había tragado los sentimientos, los había descuartizado y los había tirado en el mismo hoyo en el cual había acabado el cadáver pútrido de su amado hermano. Eso la hacía peligrosa, incluso para los de su especie, y sabía que probablemente Răzvan se iba a negar a recibirla de vuelta por abandonarlos. Cuando averiguó que es lo que Flavia y Ragna le habían hecho a Mihail, corrió tras ellas sin pensarlo, sin avisar a nadie, ni siquiera a su alfa que se preocupaba por ella más que por nadie. Ilona lo hizo todo sola y sabía, por mucho que eso podía llegar a pesar en algunos momentos de lucidez, que sola iba a acabar su vida.
Una copa de whisky escoces, de cuarenta años de antigüedad, cayó ruidosamente sobre la mesa ante su mirada recordándole, de manera casi vaga, donde se encontraba su cuerpo. Había vuelto a Paris, estaba en Paris, en una taberna de mala muerte, sentada en una silla podrida y con las manos apoyadas en una mesa endeble. Estaba bebiendo, como si de una pobre borracha se tratara mientras los recuerdos hacían mella en su ánimo ya maltrecho por el tiempo. Las prostitutas frecuentaban las mesas de los clientes más adinerados pero nadie acudía a ella porque estaba vestida como una zarrapastrosa y la marca de su rostro, con su ojo perjudicado, no ayudaba en nada a su atractivo. Ya no era una mujer hermosa. Había pasado de una belleza sin igual a un monstruo y lo corroboraba cada día que se levantaba de la cama para mirar su semblante demacrado en el espejo de sus aposentos. ¿Habría visto su hermano el mismo monstruo que ella veía cada día? Probablemente. Probablemente la habría despreciado tanto como se despreciaba ella misma porque Mihail había sido de todo en su vida menos buena persona. La había querido, como ella lo quería a él, pero el amor podía cambiar y verse condicionado por innumerables factores y la belleza, desde luego, era uno de los factores a tener en cuenta. Mihail había sido tonto, se había enamorado de las más guapas y precisamente ellas habían acabado con su vida sin ningún remordimiento, borrándolo del mapa como si nunca hubiese existido.
En un final, la rubia metió la mano en el bolsillo de su vestido de colores desgastados y saco varias monedas de franco, con algunos reales mezclados entre ellas. Había ahí suficiente dinero como para alimentar un mes a toda esa pobre chusma de la taberna, pero poco le importaba eso a Ilona. Arrojo el dinero sobre la mesa propiciando así la caída de varias de las monedas sobre el desgastado suelo de la estancia. Un par de prostitutas y algunos varones con pinta adinerada se lanzaron sobre el dinero haciendo que un bufido de superioridad saliese de los labios de la loba. Los miró con desprecio desde su silla mientras jugaba con su copa de cristal llena del mejor elixir capaz de hacerla olvidar hasta su fecha de nacimiento –Sois patéticos… ¡TODOS VOSOTROS! Pobres y patéticos humanos. Venderíais vuestra alma al mismo diablo si con ello pudierais conseguir unos francos más para luego gastarlo en… ¿Qué? ¿Bebidas? ¿Putas? ¿Opiáceos? Sí, definitivamente el vicio os puede a todos. Sois tan fáciles de cazar por vuestras debilidades que hasta da pena intentarlo.– la voz de la loba sonaba rota, descompuesta, mientras recitaba aquellas palabras como un poema pero no por ello carecían de razón y dejaban de ser hirientes. Fueron, así, capaces de atraer la mirada de todos los seres humanos de la taberna, todos y cada uno de ellos la miraron pero ella los ignoro; no así al camarero, puesto que llamo su atención con un movimiento ligero de mano –Quiero que mi copa siempre esté llena. ¿Has entendido?– ladró aquella pregunta como si tuviese todo el derecho del mundo de humillar al muchacho y luego, tras su asentimiento temeroso, siguió bebiendo como si no hubiese revolucionado más de la mitad de aquel lugar de mala muerte.
Última edición por Ilona Szèkely el Jue Mar 29, 2018 1:05 am, editado 3 veces
Ilona Szèkely- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
"Aullidos
que sentencian tu naturaleza.."
que sentencian tu naturaleza.."
Las calles parisinas realmente tenñian muchisimo que ofrecer, la licántropo aun estaba descubriendo la ciudad, pero ya había encontrado sus territorios favoritos, y uno de ellos era la taberna, una en especial la receta que tenían de jabali asado, o de faisan... Se le hacía la boca agua de solo pensar la cena en ese lugar, mientras tanto de vuelta a ese lugar la loba atravesaba la ciudad a paso rapido, danzando ligeramente cuando estaba de buen humor, acababa de volver del bosque, donde había disfrutado ganandose un buen sueldo cuando por un contrato llegado había pillado a un bandido que era buscado, a veces la mercenaria podía disfrutar con el dinero ganado haciendo las veces de caza recompensas, ahora con el bolsillo lleno y el estomago vacio llegaba a uno de sus momentos el de ocio, justo despues de cazar a un humano y antes de tocarle la moral a un lobo macho territorial, pero el ocio era algo que la joven licana disfrutaba muchisimo.
Podía oler el ambiente cargado desde fuera, cosa que dibujó una sonrisa en sus labios, con un movimiento muy caracteristico en ella dió una palmada a su melena negra que hondeó al frio aire de París, mientras empujaba las puertas, para entrar en la taberna y paseó la vista de los allí presentes ampliando su sonrisa. -Hola señora Oullette, como siempre cerveza...y que hay mas rico...jabalí...o faisán...- dijo dirigiendose saltarinamente hasta la barra en la cual apoyó los brazos y la barbilla sobre ellos, recordando su comportamiento al de un cachorro jugueton.
-El faisan querida...me ha salido delicioso...¿en la mesa de siempre?- Pregunto una de las taberneras, Cinder asinitió con la cabeza efusivamente mientras se apartaba de la barra y se iba a su rincón favorito, no muy lejos del lugar donde una dama de dorados cabellos y una cicatriz en su bonito rostro bebía, la loba pudo oler su naturaleza licana, dibujando una sonrisa maliciosa, pero se sentó en su mesa de siempre a cenar, no tardaron en servirla y Cinder pagó la cena que devoró con ansia casi olvidandose por completo de los modales que tenía que tener, apuró toda la carne y mordisqueaba los huesos y se bebía a grandes tragos su cerveza, más sin apartar la vista de aquella mujer que parecía que su aura emitía destellos oscuros, que indicaba el mal humor latente o quizás de lo atormentada que aparentemente estaba esa mujer a los ojos de Cinder, apuró toda su camida y la miraba mientras se relamía los dedos, observó como desparramó las monedas y como algunos aceleraban para hacerse con ellas, cosa que encontró sumamente divertida.
Más la reacción de la joven hizo que Cinder no pudiese evitar centellear los ojos en un amarillo brillante, por suerte, nadie se percató de ello, la voz de la muchacha sonaba rota, desquiciada se podía decir, asi que ahí la morena loba se puso en pie y decidió acercarse a la susodicha dama.
-Ahogaros en ese delicioso wiskhy no calmara todos vuestros dolores princesa.- Con total descaro movió una silla con el pie enganchandola para acercarsela y dejarse caer sobre ella sonriendo de esa manera ladeada, mientras ladeaba la cabeza mirando a esa dama que no se esperaba que tras eso alguien se la acercaba. -Puedo oler tu furia, ¿que te atormenta? - Preguntó directamente, naturalmente en un tono discreto, se imaginó que no querría que los demás supieran de su convesación, aunque para ser sinceros tampoco esperaba que la mujer respondiera sus preguntas, pero eso provocó que la muchacha morena sonriera de forma lisonjera, inclinandose hacia la rubia. - Marcame quien enturbia tu humor....¿alguien que te humilló, un apuesto joven que rompió tu corazón, alguien que os arruinó la vida?...marcame la caza querida, y veremos si puedo pintar una sonrisa en tu dulce y salvaje rostro.- Se paseó la lengua por los labios con cierta lascivia, mientras dejó escapar una pequeña risilla picara, esperando que la dama reaccionara a la entrada tan descarada con la que Cinder se había presentado.
Cinder Grimm- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
I feel the pulse, vibrating just out of reach
─Ayreon, Phase I
─Ayreon, Phase I
Un escalofrío recorrió su medula espinal y lo supo sin necesidad de ningún otro tipo de señal. El olor era suficientemente intenso como para matar a un caballo de miedo y eso la hizo rodar los ojos. ¿Es que el maldito licántropo que había entrado era tan torpe que no sabía ocultar, aunque fuese un poco, su naturaleza? Aunque claro, teniendo en cuenta que ella no lo hacía, era bueno preguntarse porque lo iba a hacer otro. A Ilona le gustaba lo que era, lo disfrutaba, su loba la llenaba hasta lo más profundo de su alma y por lo tanto no sentía la imperiosa necesidad de ocultarla como otros muchos lobos, aunque métodos había. Eso atraía la mirada de muchos cazadores y más de una vez tuvo que enfrentarse a ellos pero siempre, en cualquier circunstancia, gano aquellas peleas. Los inquisidores, ciertamente, no le hacían mucho caso puesto que al venir de un país profundamente ortodoxo todo lo que fuera católico no era bienvenido, por muy bueno que fuese. Gran parte de las criaturas del este se libraban de tales males, aunque su iglesia también tenía lo suyo en esa parte del mundo. Faltaban inquisidores pero en cambio los cazadores eran tan abundantes como las setas venenosas y persistentes, como los estragos después de un huracán. Nada les detenía y todos cazaban vampiros o licántropos, a veces metiéndolos en el mismo saco de los strigoi, ¡Como si ella tuviese mucho que ver con aquellos malditos chupasangres! Había conocido pocos en su vida, demasiado pocos para ser lo que era, y aunque algunos eran más sexy como el demonio, su naturaleza le impedía acercarse demasiado a ellos.
Sus pensamientos se fueron disipando en cuando sintió aquella presencia apestosa un poco más cerca de ella, centrando así todos sus sentidos en ella. ¿Es que aquel “compañero” la estaba siguiendo? Si era así entonces tenía que presentar una férrea lucha porque nadie, ni siquiera Mihail, llego a seguirla nunca y no lo iba a empezar a hacer otro desecho de su misma raza. La loba se llevó por enésima vez la copa con el líquido de color ámbar a los labios y bebió otro sorbo, atreviéndose a mirar disimuladamente a la mesa de al lado donde se encontraba el lobo, para después quedarse totalmente petrificada. ¿Dónde demonios estaban los modales de aquella mujer? Porque desde luego dama no se le podía llamar por el modo en el cual devoraba la comida. Era como si no hubiese visto carne en un siglo y eso era imposible, teniendo en cuenta que la luna llena había sido hacía solo un par de días. Sintió vergüenza ajena de su género y se asqueo ante cada mirada que echaba a la mesa. Ilona esperaba tener la suerte de librarse del interés de aquella mujer pero, por desgracia, no fue así ya que al poco tiempo de su show se levantó de su mesa y se acercó a la suya entablando una conversación que no quería, ni buscaba. ¿Acaso su ánimo no había dejado claro que su tolerancia, en aquel momento, con personas imbéciles era mínima? Bufó ante su modo de entrarle y tras rodar los ojos decidió seguirle el juego. Aunque su ojo herido parecía inútil, en verdad no lo era tanto y podía ver muy bien a través de las personas, sobre todo de aquellas que buscaban algo más que un simple conversación, como era el caso.
–¿Ha probado usted alguna vez este tipo de bebida querida? Me extraña tenido en cuenta que solo la copa costaría el doble de su sueldo– la mirada de Ilona paso desde su rostro hasta su cuerpo con una evidente mueca de desagrado. Si sus palabras no eran lo suficientemente explicitas entonces su rostro lo era, aunque la loba no había acabado ni de lejos con ella. Aquella mujer había venido buscando Dios sabe qué cosa y ahora tenía que aguantarla con todas las de la ley, a menos que quisiera marcharse con la cola entre las piernas. Ciertamente, la loba lo prefería ya que así no tenía que gastar palabras en vano pero, al mismo tiempo, tenía la sensación de que no iba a ser tan fácil. –¿Puede oler mi furia? ¿Y la peste que viene de sus manos no puede olerla? Porque yo, desde luego, puedo y me resulta enormemente desagradable. Debería ir a lavar esas zarpas antes de que la carne que ha devorado como un pequeño cerdo haga moho bajo las uñas de sus dedos…– miró sus uñas con arrogancia y desprecio antes de alzar una ceja y continuar –Y teniendo en cuenta que no se las corta hace más de medio siglo, no me extrañaría que ya lo tuviese– Ilona no se sentía mal por sus palabras. Antes, cuando su hermano aún vivía, tal vez si se habría sentido mal pero ahora no tenía ningún sentido y además aquella mujer no era de su manada. Răzvan tenía mucha más clase para elegir a sus lobos o eso recordaba de él, ya que hacía mucho tiempo que no le veía.
–¿Acaso cree que mi malestar se debe a un corazón roto; a un simple y desgraciado muchacho? ¿Qué estúpida razón en el mundo le hace pensar que soy tan poco profunda querida? ¿No ha quedado claro por mis anteriores palabras que los placeres mundanos me traen sin cuidado? Bueno, por lo visto me he topado con la única loba sorda en este mundo.– la copa se terminó y el tabernero se acercó a llenarla, no sin cierto nerviosismo al ver la tensión de la mesa. En todo caso, ese ambiente se debía a la maldita mujer que Ilona tenía delante. Nadie la había llamado, nadie esperaba su ayuda y, desde luego, era estúpida si pensaba que Iloba se iba a lanzar a sus brazos a que la protegiera. No lo había hecho siquiera con Mihail y eso que él había sido su mellizo y el amor de su existencia. –Si busca un coño para follar por favor, por el bien de todos, vaya a los establos a buscarlo. No creo que alguna mujer en su sano juicio vaya a ir con usted, ¿Aunque eso ya lo sabe, verdad?– escupía veneno a doquier, sin medir, pero la vida le importaba tan poco ya que se lo podía permitir. Se permitía el lujo de ser lo más desagradable posible porque sí, porque era duquesa, porque tenía todo el dinero del mundo, el derecho, las ganas y más aún, porque esa no era su súbdita ni dependía de sus decisiones. Además, nadie la había mandado meterse en asuntos que no eran de su incumbencia. –No se lama los labios querida o si lo hace que sea para quitarse los restos de comida que tiene entre los dientes, si bien creo que sería un poco difícil en su caso. En fin, a lo último que voy, si vuelve a llamarme princesa la perseguiré en la próxima luna llena y le arrancaré la garganta de cuajo. Soy duquesa, soy la duquesa, y pronto, con un poco de suerte, seré reina y haré picadillo con todos los bichos como usted. Los usaré como reses para fabricar moneda con mis molinos de sangre– los títulos la importaban a Ilona, tan poco que casi daba risa su afirmación de ser reina. La moneda era lo que primaba, por encima de los títulos, por encima de todo y de eso Ilona tenía más que suficiente. –Por favor, levante su maldito trasero de la silla o llévesela colgando si le parece pero desaparezca de una vez de mi vista. ¡Ahora!– los ojos de la loba centellaron de un azul pálido a un amarillento intenso. Antes de la muerte de su hermano sus ojos habían sido de un azul intenso, uno que hechizaba, hipnotizaba y por el cual muchos habían estado dispuestos a matar pero, con la desaparición de Mihail de su vida, habían perdido el brillo que los caracterizaba. Únicamente en los momentos de furia sus ojos parecían diferentes, hasta bonitos, como en aquel momento.
Ilona Szèkely- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
"Cuando miras hacia el abismo,
el abismo también mira hacia tí."
el abismo también mira hacia tí."
La morena tenía la mirada en ella, más solo enarcó ligeramente la ceja cuando la mujer que tenía delante empezó a reaccionar de manera negativa ante sus palabras, en un principio la loba enarcaba su ceja al escuchar como la licántropa responde con semejante ferocidad, alegando que esa copa dobla su sueldo, por un segundo Cinder se queda seria observando a esa mujer con la ceja alzada, pero despues vuelve a dibujar una ladina sonrisa dispuesta a replicar las palabras de la dama loba que frente a ella gruñía. -Bueno con dos trabajos entonces podría catar tan "exquisito" licor, aunque....me hago una idea por el aroma que emites.- Respondió alegando que el alcohol empezaba a superar el aroma que ella emitía, sabía que esas palabras probablemente hicieran hacer más sangre sobre el estado de enfado que tenía aquella mujer, sin embargo al ver que parecía que aun no había acabado con ella sencillamente decidió dejarla echar toda su bilis fuera.
Cinder enreda un mechon de su pelo entre sus dedos y juega con él distraidamente mientras escucha las crueles palabras de la otra loba, de vez en cuando alzaba la vista mirandola, cuando comentó lo de sus manos ella se las miró, y en un gesto sumamente lascivo, empezó a lamer la palma de su mano, y separó los dedos cuando llegó a estos con la lengua, para despues estallar en carcajadas ante la notable de desagrado de la otra loba.
Y ciertamente tuvo la sensación de haber tocado un tema clave cuando ella se mostró tan airada por la sugerencia de que andase mal de aores, que a pesar de lo que ella dijera ese tema siempre era algo demasiado inusual, aunque Cinder tenía sus propias ideas sobre el romanticismo, entre otro que era un sentimiento para niños, y no para alguien adulto, al menos el estilo de vida que llevaba la loba la empujaba a creer algo asi, más siguió mirando a la loba ladrar con ferocidad, ella simplamente sonreía sin entrar en su juego, no lo iba a hacer, al menos de momento, sinceramente le estaba empezando a hacer demasiado ruido con algunos temas, Cinder se distrajo unos segundos desviando su atención un segundo a un hombre que abandonaba apresuradamente la taberna, eso hizo que Cinder arrugara el morro antes de volver a mirar a la muchacha.
Explotó en risa sin poder evitarlo, más que nada por el tremendo vocabularios soez que tenía aquella muchacha de alta cuna. -Vaya querida, menuda lengua tienes, querida, tranquila....me gusta coquetear, deberias probarlo alguna vez igual te sorprenderias, aunque con tanta bilis que escupes....uh te costaría.- Sonrió con malicia encarandola durante unos segundos.
Hizo sencillamente caso omiso a sus bravuconerias, mientras se cruzaba de piernas siguiendo jugando aun con su mechon de pelo, mientras arqueaba las cejas, y asentía con la cabeza con desden mientras clavaba su mirada y sonrió una vez más. -¿Ya te has desahogado querida? no os mordais la lengua u os envenenareis.- Dijo maliciosa sin temor al reproche. -Yo también cazo muy bien, y viendo que meais dinero tenía la intención de haceros clienta para mi tipo de servicios, pero no te emociones, no estoy sugiriendo mis atributos femeninos para diversión...busco una buena caza, pero sería un buen consejo que por muy duquesa que seas no hay que airear ciertos secretos, pues hay gente influente en varios bandos...- Destelleó los ojos en amarillo, mientras ladeaba la cabeza nuevamente esperando la quizá previsible rechazo de la duquesa a tener una mercenaria a su servició, aunque empezaba a mirar con cierto enfado a la puerta de la taberna, sin quitar ojo a quien tenía a su lado pues su comportamiento no descartaba que se abalanzase sobre ella enrabietada, aunque intercambiar golpes nunca había sido algo que la incomodase al contrario, adoraba el sabor ferroso de la sangre, pero una dama de alta cuna no solía ser amiga de un comportamiento tan....barriobajero.
Cinder Grimm- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
The dripping blood our only drink,
The bloody flesh our only food
─T. S. Eliot, Four Quartets
The bloody flesh our only food
─T. S. Eliot, Four Quartets
La loba tomo una profunda bocanada de aire llenando sus pulmones para intentar resistir las ansias de lanzarse sobre el cuerpo de la asquerosa compañera, la cual no había buscado. Le quedaba poca paciencia en el cuerpo y se notaba por el modo en el cual apretaba el cristal del vaso entre sus dedos, hasta que este se quebró y el camarero temeroso se acercó otra vez para servirle otra copa de ambarino color. Ilona sabía que tenía que sacar más francos, simplemente por el hecho de tenerlo contento, pues la discusión entre las dos había generado un ambiente muy cargado a su alrededor y muchos de los clientes se iban ante una inminente pelea que, teniendo en cuanta las palabras de aquella loba descarada, no iba a tardar mucho más en llegar. –Dígame algo querida ¿Quién de las dos se ha acercado a la mesa de la otra? ¿Tú, verdad? Pues entonces mantén tu boca cerrada respecto a mi peste a alcohol ya que no soy yo la que ha entrado en conversación con usted sin ser invitada– se mordió la piel interna de la mejilla al observar la falta de respeto. Nadie le había dado derecho a tutearla y la maldita cucaracha lo estaba haciendo con toda la tranquilidad del mundo. Se obligó a si misma a no reaccionar, al menos aquella vez, ya que quería perderla de vista lo antes posible. Si algo detestaba Ilona eran las personas desagradables y aquella lo era, sin lugar a duda.
Desgraciadamente aquel ser inferior seguía y seguía a pesar de la insistencia de Ilona de que se marchara haciendo que un aura de violencia creciese a su alrededor. Se sentía con ganas de sangre y eso cualquiera en su sano juicio lo notaba. Otros tres muchachos se levantaron y salieron corriendo de la taberna conforme la morena parlanchina seguía regalándole frases incoherentes, con palabras repetidas y, por encima de todo, tuteándola. Intentó aguantar, intento mantener su mente ocupada pero es que ni siquiera las humanas que había tenido que matar eran tan malditamente ignorantes como aquella loba. Ilona se preguntaba tontamente quien había sido el imbécil que la había convertido, porque ella misma tenía ganas de matarlo por ello. Una mujer así no merecía el regalo del lobo, aunque también comprendía que habían licántropos a los cuales les costaba controlar a su lobo o si lo hacían era en el momento menos adecuado. Bufó, bufó tan sonoramente que se escuchó otro silencio ensordecedor alrededor de ellas y luego se levantó de la silla no sin tambalearse un poco al principio. Había bebido sí, pero no estaba ni de lejos borracha aunque en ese momento lo habría deseado para perder de vista a aquel ser degradante. Empujo la mesa lo justo como para tener espacio y empezó a dar vueltas a su alrededor.
–¿Sabe que hacen mis congéneres, de esa parte del mundo de dónde vengo, con los depravados como usted? La tortura irlandesa, donde la piel del enemigo llena de sal cuelga durante días sin estar él realmente muerto, es poco decir. Si le gusta comer coños no lo airee tan a la ligera. Puede que vuestra inquisición sea una paria ahora, que por motivos desconocidos ya no se ocupen de lo realmente importante, pero los que somos como yo no lo dejamos pasar con facilidad. Es tan patética como los humanos, tan básica, que se dejan llevar por sus deseos sin ton ni son– escupió las palabras mientras daba vueltas a su alrededor como un lobo hambriento y resultaba que en ese momento Ilona estaba más que hambrienta de sangre. Se paró un segundo para coger la copa de la mesa y tras un generoso trago la volvió a dejar en el mismo sitio. El tabernero se acero en ese momento y se la volvió a llenar pero sin alejarse luego. Se quedó cerca de las dos retorciendo la botella en su mano y en su rostro se podía vislumbrar una especie de súplica silenciosa a la cual Ilona apenas presto atención. –¿Ah, que usted tiene atributos femeninos? Quién lo diría, entre tantos músculos su pecho se ve perdido. Apuesto a que más de un hombre se ha quejado por la falta de montículos a los cuales tocar y tal vez por eso se haya vuelto lesbiana, quien sabe. Lo cierto es que tiene el mismo atractivo de un mosquito en las noches de verano– le susurró aquellas palabras cerca de su oído, desde atrás. Ilona sabía que ella tampoco tenía atractivo alguno con la cara marcada por su propia mano pero eso le importaba bien poco. Como había dicho antes, los placeres mundanos le satisfacían bien poco. Tanto detestaba aquellas sensaciones, que aún seguía siendo virgen pero eso le servía para conocerse a sí misma y sobre todo los deseos más oscuros de los demás, puesto que no se dejaba llevar por los impulsos del placer así como así, tal y como lo hacían la mayor parte de las personas.
El tabernero se estaba poniendo tenso por segundos pero Ilona pronto se enderezó ya que el asqueroso olor a comida aún permanecía en su cuerpo. –Dígame otra vez ¿Come usted con el cabello también? Menuda peste a bicho muerto. Tiene que haber tenido mucha hambre para intentar arrancárselo de cuajo y comer; si bien, con lo grasiento que esta, le habría servido el solo de sustento– se fue hacía el muchacho que aun sujetaba la botella de whisky en la mano como si fuera su salvación y se la arrancó de un solo movimiento. Tras eso, Ilona le quito el tapón y vertió todo el contenido que quedaba encima de la mujer morena, sin ningún tipo de remordimiento, de hecho, hasta se llegó a percibir una sonrisa en su tan macado rostro. –Esto se merece por el poco respeto hacia las personas. ¿Le he dado yo permiso para tutearme? ¿No, verdad? Y sin embargo lo ha estado haciendo desde el primer momento. Aprenda a hablar con las personas antes de dirigirse a mi querida. Refine sus modales, ¡Todos ellos!, porque lo necesita, de verdad si no quiere que algún día alguien le parta las piernas por impertinente– tras eso tiró la botella al suelo haciéndose esta añicos entre las dos mujeres y le lanzo unos francos más al tabernero. –Ahora bien, espero que mi peste a alcohol la intoxique durante días ya que esta bañada en ella, pero teniendo en cuenta lo poco que se lava tengo la sensación de que será más tiempo. Un verdadero desagrado conocerla– harta de todo, Ilona no iba a aguantar más. Había aguantado lo suficiente hasta ese momento y no tenía por qué hacerlo. Solo quería llegar a casa y seguir lamiendo sus heridas hasta quedar solo una sombra pálida de su persona. Mihail la habría juzgado por no acabar el trabajo con aquella mujer, pero lo cierto es que él no había sido Duque y era su imagen la que iba a quedar perjudicada de estampar la repugnante cara de la mujer contra alguna de las paredes. De hecho, lo había deseado intensamente, aunque de solo pensar en tocarla le daban arcadas. Odiaba a las personas con el pelo y la piel grasienta y esa mujer, desde lejos, parecía tener todas las papeletas de poseer tales atributos desagradables a los ojos de cualquier persona.
Ilona Szèkely- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
“Maldecirás al sol que alumbra
tu desgracia.”
tu desgracia.”
Cinder observaba a aquella mujer de naturaleza similar, estaba claro que la amargura de esa mujer rebosaba por todos lados y no parecía una buena clienta a la que sacar su basura, y por segundos estaba teníando ganas de lanzarse sobre ella y empezar a destriparla y posiblemente comersela, más mantenía el semblante de sonrisa maliciosa que segun iba escupiendo veneno esa mujer Cinder cambiaba su semblante a uno mas neutral, pero sus ojos se abrían y su nariz se arrugaba, mientras hacia lo posible por mantener la boca cerrada y que no se le notasen sus colmillos crecer dejando ver ligeramente su parte licana que la deboraba a medida que el enfado de Cinder empezaba a notarsele, prefirió no dignificar la amenaza de la otra con una respuesta acorde, no aireaba sus maneras de matar, simplemente, le estaba fastidiando de sobre manera, era muy dificil fingir simpatia cuando se estaba poniendo totalmente furiosa, la primeramente relajada pose de la morena desaparecía y empezó a ponerse más tensa a la vez que se cruzaba de brazos con sus ojos amarillos clavados en los de aquella mujer.
Más cuando arremetió contra su fisico hizo que la licántropo mirase su escote, y despues mirase a la mujer, ladeando la cabeza torciendo el gesto con enfado. -Pues mira no, ninguno se ha quejado ni de mi pecho y menos de mi culo, y no se confunda señora, no soy lesbiana y tambien se me ocurren formas de tortura muy originales, pero...¿tan insegura de ti misma estas que has necesitado recurrir a ese tipo de cosas y meterte con mi fisico? mi trabajo requiere fuerza, y para eso necesito algunos atributos...aunque tú que has salido de entre algodones no tienes ni puta idea de lo que es el esfuerzo.- Bramó Cinder perdiendo finalmente los estribos con aquella mujer a la que sentía enormes ganas de embestirla y terminar de desfigurar su rostro.
Emitió un bufido de disgusto que poco faltó para convertirse en un gruñido gutural que revelaría su naturaleza, empezando a respirar aceleradamente, memorizando el aroma de esa mujer por si debía darle caza, como ahora se metía con su cabellera negra, a la que ella simplemente no respondió aunque si que le pilló por sorpresa la acción de la duquesa, cuando arrebató la botella al hombre y virtió el liquido sobre ella, tuvo que abrir la boca por la impresión y aunque otros no se fijaran Ilona pudo observar que los colmillos de la loba estaban crecidos delatando sus ganas de despedazarla como si se tratara de un cervatillo, más partirla la cara no era una opción esos jodidos niños ricos eran intocables siempre y cuando hubiera presencia. -¿¡Quiere respeto!? empiece por comportarse como una dama y no como una niña caprichosa llorona lamentandose de lo "mala" que es su maldita suerte, ¿se ha tenido que ganar usted algo? ah si...nada, todo se le ha dado hecho, y no se preocupe pensaba bañarme, no sea me contagie con su bilis, a mi me da asco usted, pero a veces hay que aguantar las gilipolleces de los clientes, sigue mirando a todos desde su altar, pero ese escudo no siempre está alzado.- Dijo en una amenaza velada y algo encubierta. No la iba a atacar, no en publico, ni en una taberna donde la pudieran socorrer, eso le frustraba a Cinder mucho, pero sin duda había sido escarmentada a no volver a acercarse a ella.
-Que asco...dioses.- Gruñó, como alguien como ella había podido ser convertida en loba, era la reina del drama, se tuvo que retirar a limpiarse, no sin antes escupir en el suelo junto a los pies de ella, en un manifiesto de su desagrado por ella, mientras necesitaba quitarse ese olor a wiskhy, tendría que buscar ser la espada de otro ricachón que andase de mejor humor, realmente no había motivo a pesar del mal rato para seguir buscando vender su capacidad de matar por unas monedas que conseguían mantener su tripa llena y un lugar calido donde alojarse, el cual deseaba llegar para bañarse y quitarse el pestazo a licor y al de la loba que tanto había memorizado para esquivar en un futuro, no tenía animo para aguantar a una loba llorona que necesitaba meterse con el fisico de ella para desahogar la frustración interna que la ahogaba, aunque Cinder no era del tipo de mujer que le preocupaba ser la mujer más hermosa, y aunque estaba en forma había descubierto como parecer adorable si lo deseaba, aunque como estaba comprovado no funcionaba con todos, y con esa mujer fue imposible mantener la fachada de chica simpatica.
Cinder Grimm- Licántropo/Realeza
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Re: I feed the wolf, inside my skin ─ Privado
La vida es ciervo herido,
que las flechas le dan alas.
─Luis de Góngora
que las flechas le dan alas.
─Luis de Góngora
¿Por qué el destino siempre tenía que ser tan gracioso? Ilona solo quería una noche de beber hasta perder el sentido y en cambio se encontró con una loba que no dejaba de buscarle las cosquillas, y desde luego ella tenía muchas. Estaba harta por lo que cuando la morena escupió a sus pies la miró con cierta indiferencia por encima del hombro –Recurro a lo que me da la gana querida, que para eso eres tú la que ha perturbado mi momento a solas y no al revés. La próxima vez ten maldito cuidado a quien le hablas por qué has metido, de verdad, la pata conmigo.– Ilona estaba harta de que la tuteara por lo que ella también empezó a hacerlo. Era un modo despreciable de dirigirse a alguien que no era familia u conocido por lo que, en ese caso, se acercaba más a un insulto silencioso. –Y sí, soy una niña caprichosa que se lamenta de su mala suerte. ¿Algún problema? Puedo permitirme hacerlo, no como tú, que tienes que lamer el culo de las personas para para poder vivir, aunque, con lo depravada que eres, seguro que lo disfrutas.–algunos de los clientes aguantaron el aire alrededor puesto que las palabras de Ilona, aunque ciertas, también habían sido un poco duras y despectivas con los de las clases inferiores a ella. De haber sido de otro modo ella nunca las habría pronunciado, pero aquella loba la había llevado hasta el extremo.
Se encamino hacía la puerta con aire despreocupado y antes de abrirla se volvió por última vez para mirar a aquel desecho humano –Que tu Dios te libre de volverte a cruzar conmigo porque la próxima vez que te vea te daré caza y acabaré esparciendo tus tripas por todas las calles de Paris. Puede que tu parezcas más fuerte…– la miro con desagrado otra vez de los pies a la cabeza y luego volvió a hablar –Pero yo tengo algo que tú solo podrías soñar, una manada que me respalda– en realidad Ilona ya no sabía si tenía una manada, pero podía soñar con ello y sino pues iba a crear su propia manada porque, a pesar de todo, su loba no estaba hecha para ser solitaria. Necesitaba de otros para mantenerse cuerda y no dejarse llevar por el anhelo hacía su hermano. Al final, con una inclinación de cabeza hacía el tabernero, salió de aquel lugar hacía la fría noche Parisina. Estaban en primavera casi, pero por las noches el viento fresco podía penetrar incluso en los huesos de un hombre lobo. A Ilona no le importaba sentir el frescor pero le recordaba mucho a su hogar, lo que aumentaba el agujero doliente de su pecho. Nunca, jamás, iba a volver a ser completa sin Mihail.
TEMA FINALIZADO
Ilona Szèkely- Licántropo/Realeza
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