AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Luz del Norte (privado)
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Luz del Norte (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
En la mansión D’Amencourt había tantas habitaciones que tuvo que poner un hechizo de marcación para no equivocarse con la suya. La primera vez que pisó París era pequeña, después pasó unos meses en la mansión de los Sacro, y así poco a poco fue pasando cada vez más tiempo con ellos hasta que con 17 la mandaron el año entero a estudiar allí. Desde niña había manifestado un don para la magia casi tan potente como el de Sirius, pero con otras disciplinas, y al igual que él, fue adquiriendo destreza gracias a la instrucción de Giuliana. Sin embrago llegó el momento en que la bruja no podía ayudar más a la joven Cannif, sus poderes escapaban a sus conocimientos y les aconsejó a Höor y Danielle que la enviasen a París con el amigo del conde, allí podrían ayudarla mejor. Por primera vez en su vida, a la intrépida almirante Morgan le jodió levar el ancla rumbo a una aventura, porque en este caso se separaría de su hija, pero era consciente de que era bueno para ella. Ellos no sabían cómo lidiar con el poder que tenía y qla única que podía, les recomendaba hacerlo porque tampoco se veía capaz. Bueno, París no estaba lejos y además se quedaría con la familia Sacro, que eran de la total confianza de Höor, así que el golpe era menos duro.
Por primera vez en su vida iba a estar separada de su gemelo, que se había metido con ella de todas las formas posibles cuando le dijeron que iría a París a estudiar, pero la joven hechicera notaba crecer el don dentro de ella y quería ser tan buena como sus hermanos, pero en su rama. Sólo conseguiría eso entrenándose con quienes fueran los mejores, en este caso la Logia de brujos y el aquelarre de los Sacro. Arturo Sacro había viajado a Akershus y ella a París, eso parecía como un intercambio en toda regla.
Llegó a la mansión de la Araña una mañana de primavera y se quedó anonadada con los jardines, el invernadero y aquella lujosa villa de interminables pasillos y salones. Marzia Sacro, la madre de Lucio, de inmediato se hizo cargo de la niña Cannif, enseñándole todo y preparándole una agenda de actividades para que pudiera saber qué iba a hacer y dónde. Erline, la señora de la casa, le pareció una mujer muy bella pero muy fría y distante, y Flamma era bastante similar. Por lo visto, no iba a encontrar allí más calor humano que el de Marzia, pero a fin de cuentas, no venía a hacer amigos sino a entender sus dones.
Durante semanas se dedicó a estudiar y leer todo lo que Marzia le llevaba y a practicar en la Logia las cosas que se consideraban “básicas”, pero pronto descubrieron que Shelby dominaba muchas disciplinas de forma natural, intuitiva. Sabía que podía generar campos de fuerza y barreras con las que empujar a un enemigo o detener una lluvia de flechas, y en la Logia se encargaban de hacerla practicar cada tarde para aumentar la precisión y la potencia. Sabía también que podía insuflar energía a animales y al parecer también a personas, pero lo más sorprendente es que podía imbuir de magia también a los objetos. Podía crear ilusiones muy potentes que engañaban a todos los sentidos a la vez, pero se agotaba rápido, y la enseñarían a dominarlos sin problema. Pero su verdadera pasión fue descubierta cuando Marzia la animó a intentar la transmutación de la materia, una disciplina muy compleja y que pocos dominaban. Crear materia de la nada, absorber la energía circulante y remodelarla a placer para usarla como barrera, como ilusión o para fabricar un objeto mágico.
Los dones mentales no le interesaban demasiado y tampoco parecía haberlos despertado, así que se dedicó en cuerpo y alma a practicar sin descanso todo lo que podía hacerla ser útil en Akershus. Su objetivo era la gloria, no había más opciones, la otra la consideraba mediocre y no caería en eso. Akershus necesitaba hechicero poderosos que no sólo la defendieran de los ataques de Randulf o curasen a los heridos, necesitaban un mago de batalla que plantase cara a toda esa muerte y desolación, y sólo podría ser ella si conseguía dominar la inigualable fuente de poder que palpitaba en su interior.
En la mansión D’Amencourt había tantas habitaciones que tuvo que poner un hechizo de marcación para no equivocarse con la suya. La primera vez que pisó París era pequeña, después pasó unos meses en la mansión de los Sacro, y así poco a poco fue pasando cada vez más tiempo con ellos hasta que con 17 la mandaron el año entero a estudiar allí. Desde niña había manifestado un don para la magia casi tan potente como el de Sirius, pero con otras disciplinas, y al igual que él, fue adquiriendo destreza gracias a la instrucción de Giuliana. Sin embrago llegó el momento en que la bruja no podía ayudar más a la joven Cannif, sus poderes escapaban a sus conocimientos y les aconsejó a Höor y Danielle que la enviasen a París con el amigo del conde, allí podrían ayudarla mejor. Por primera vez en su vida, a la intrépida almirante Morgan le jodió levar el ancla rumbo a una aventura, porque en este caso se separaría de su hija, pero era consciente de que era bueno para ella. Ellos no sabían cómo lidiar con el poder que tenía y qla única que podía, les recomendaba hacerlo porque tampoco se veía capaz. Bueno, París no estaba lejos y además se quedaría con la familia Sacro, que eran de la total confianza de Höor, así que el golpe era menos duro.
Por primera vez en su vida iba a estar separada de su gemelo, que se había metido con ella de todas las formas posibles cuando le dijeron que iría a París a estudiar, pero la joven hechicera notaba crecer el don dentro de ella y quería ser tan buena como sus hermanos, pero en su rama. Sólo conseguiría eso entrenándose con quienes fueran los mejores, en este caso la Logia de brujos y el aquelarre de los Sacro. Arturo Sacro había viajado a Akershus y ella a París, eso parecía como un intercambio en toda regla.
Llegó a la mansión de la Araña una mañana de primavera y se quedó anonadada con los jardines, el invernadero y aquella lujosa villa de interminables pasillos y salones. Marzia Sacro, la madre de Lucio, de inmediato se hizo cargo de la niña Cannif, enseñándole todo y preparándole una agenda de actividades para que pudiera saber qué iba a hacer y dónde. Erline, la señora de la casa, le pareció una mujer muy bella pero muy fría y distante, y Flamma era bastante similar. Por lo visto, no iba a encontrar allí más calor humano que el de Marzia, pero a fin de cuentas, no venía a hacer amigos sino a entender sus dones.
Durante semanas se dedicó a estudiar y leer todo lo que Marzia le llevaba y a practicar en la Logia las cosas que se consideraban “básicas”, pero pronto descubrieron que Shelby dominaba muchas disciplinas de forma natural, intuitiva. Sabía que podía generar campos de fuerza y barreras con las que empujar a un enemigo o detener una lluvia de flechas, y en la Logia se encargaban de hacerla practicar cada tarde para aumentar la precisión y la potencia. Sabía también que podía insuflar energía a animales y al parecer también a personas, pero lo más sorprendente es que podía imbuir de magia también a los objetos. Podía crear ilusiones muy potentes que engañaban a todos los sentidos a la vez, pero se agotaba rápido, y la enseñarían a dominarlos sin problema. Pero su verdadera pasión fue descubierta cuando Marzia la animó a intentar la transmutación de la materia, una disciplina muy compleja y que pocos dominaban. Crear materia de la nada, absorber la energía circulante y remodelarla a placer para usarla como barrera, como ilusión o para fabricar un objeto mágico.
Los dones mentales no le interesaban demasiado y tampoco parecía haberlos despertado, así que se dedicó en cuerpo y alma a practicar sin descanso todo lo que podía hacerla ser útil en Akershus. Su objetivo era la gloria, no había más opciones, la otra la consideraba mediocre y no caería en eso. Akershus necesitaba hechicero poderosos que no sólo la defendieran de los ataques de Randulf o curasen a los heridos, necesitaban un mago de batalla que plantase cara a toda esa muerte y desolación, y sólo podría ser ella si conseguía dominar la inigualable fuente de poder que palpitaba en su interior.
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Alcé con impaciencia su fada dejando la tela arrugada en su cintura, mis labios seguían presos de los ajenos, mas ahora mi diestra buscaba tomar mi verga para estimular su centro, de un tirón la deje sin bragas, pude notar el respingo de la hechicera y como mordió mi inferior, seguramente acostumbrada a tener hombres entre sus piernas, no podía olvidar que era norteña y no una simple dama francesa.
Recorrí con mi glande sus labios separándolos con cada pasada, estimulando su pliegue que se enrojecía y abultaba forzándola a mover sus caderas buscándome, pidiendo que me adentrara en sus confines y la tomara.
Me gustaba verla en aquel estado, ver su cuerpo suplicar lo que no decían sus labios, abierta de piernas, acogiendo mi cuerpo tenso y musculado, recorriendo con la yema de sus dedos mis venas, algunas todavía negras por el veneno que corría por ellas.
De una estocada entré en ella, no se si iba a decir algo pero en ese momento solo grito mi nombre elevándolo al Olimpo o quizás al Tártaro, no sabia bien cual era mi lugar, aunque ahora sin dudarlo eran esas sabanas donde quedaba con su cuerpo enredado.*
Se relajó tras sentirlo entrar, estaba hecho, ya no había vuelta atrás ni la quería, movió sus caderas acomodándose a su anatomía y después a su movimiento, al principio brusco, después rítmico y por último desesperado. Jadeó su nombre mientras oleadas de placer la recorrían haciéndola disfrutar.
— no lo necesitabas…— consiguió murmurar entre gemidos, era un hombre guapo y poderoso, no necesitaba tanta mierda para nada, pero al parecer él no lo veía así.— no quiero ni imaginar cómo será si vas drogado…— porque seguramente le haría daño y ahora sólo le producía placer.*
Recorrí con mi glande sus labios separándolos con cada pasada, estimulando su pliegue que se enrojecía y abultaba forzándola a mover sus caderas buscándome, pidiendo que me adentrara en sus confines y la tomara.
Me gustaba verla en aquel estado, ver su cuerpo suplicar lo que no decían sus labios, abierta de piernas, acogiendo mi cuerpo tenso y musculado, recorriendo con la yema de sus dedos mis venas, algunas todavía negras por el veneno que corría por ellas.
De una estocada entré en ella, no se si iba a decir algo pero en ese momento solo grito mi nombre elevándolo al Olimpo o quizás al Tártaro, no sabia bien cual era mi lugar, aunque ahora sin dudarlo eran esas sabanas donde quedaba con su cuerpo enredado.*
Se relajó tras sentirlo entrar, estaba hecho, ya no había vuelta atrás ni la quería, movió sus caderas acomodándose a su anatomía y después a su movimiento, al principio brusco, después rítmico y por último desesperado. Jadeó su nombre mientras oleadas de placer la recorrían haciéndola disfrutar.
— no lo necesitabas…— consiguió murmurar entre gemidos, era un hombre guapo y poderoso, no necesitaba tanta mierda para nada, pero al parecer él no lo veía así.— no quiero ni imaginar cómo será si vas drogado…— porque seguramente le haría daño y ahora sólo le producía placer.*
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
-¿Siempre tienes que tener la ultima palabra? -pregunté contra sus labios con la voz ronca y sin dejar de moverme sobre su cuerpo.
Ambos perlados en sudor nos buscábamos, rotos de placer, entre gemidos y jadeos que denotaban lo cerca que estábamos de caer por ese abismo que nos llevaría al infierno. Condenados por un acto que no debía haberse producido, yo debía matarla y allí estaba perdido en su cuerpo rogando por mas en cada momento.
Lamí su boca, enredado de nuevo nuestras lenguas en un baile demencial dentro y fuera de estas. Nuestras manos se enlazaron a cada lado de su cabeza al tiempo que mis caderas empujaban con rudeza hacia ella y su pelvis salía ansiosa a mi encuentro produciendo el delicioso choque incesante de nuestros sexos.
No tardamos en corrernos, gruñimos al unísono estrangulando nuestros dedos, un par mas de estocadas mientras mi verga palpitaba enérgica entre sus húmedas paredes dilatadas.
Caí extenuado sobre ella, mi respiración se perdió en su pelo meciéndolo. No habíamos prendido lumbre alguna pero la habitación ardía como nosotros mismos, las gotas resbalaban por la vidriera plagada de vaho.
-Drogado...sería mejor -reconocí -pero no ha estado mal -puntualicé cerrando los ojos con una sonrisa algo engreída.*
Tras el orgasmo su cuerpo pesaba y estaba laxo, pero elevó una mano para seguir recorriendo su cuerpo despacio en una larga caricia, al menos mientras estuvieran unidos por sus sexos.
— no necesito comprobarlo, ha estado muy bien.— no era un halago banal, ciertamente había disfrutado, lo deseaba y se había saciado, así que no necesitaba tampoco más por el momento. Rodó sobre él invirtiendo los papeles entre sonrisas cómplices y ahora fue ella la que elevó los brazos de talos sobre su cabeza, bajó hasta sus labios para susurrarle.— yo también guardo ases en la manga por mi poder pero… tendrás que permanecer vivo y limpio para comprobarlo.*
Ambos perlados en sudor nos buscábamos, rotos de placer, entre gemidos y jadeos que denotaban lo cerca que estábamos de caer por ese abismo que nos llevaría al infierno. Condenados por un acto que no debía haberse producido, yo debía matarla y allí estaba perdido en su cuerpo rogando por mas en cada momento.
Lamí su boca, enredado de nuevo nuestras lenguas en un baile demencial dentro y fuera de estas. Nuestras manos se enlazaron a cada lado de su cabeza al tiempo que mis caderas empujaban con rudeza hacia ella y su pelvis salía ansiosa a mi encuentro produciendo el delicioso choque incesante de nuestros sexos.
No tardamos en corrernos, gruñimos al unísono estrangulando nuestros dedos, un par mas de estocadas mientras mi verga palpitaba enérgica entre sus húmedas paredes dilatadas.
Caí extenuado sobre ella, mi respiración se perdió en su pelo meciéndolo. No habíamos prendido lumbre alguna pero la habitación ardía como nosotros mismos, las gotas resbalaban por la vidriera plagada de vaho.
-Drogado...sería mejor -reconocí -pero no ha estado mal -puntualicé cerrando los ojos con una sonrisa algo engreída.*
Tras el orgasmo su cuerpo pesaba y estaba laxo, pero elevó una mano para seguir recorriendo su cuerpo despacio en una larga caricia, al menos mientras estuvieran unidos por sus sexos.
— no necesito comprobarlo, ha estado muy bien.— no era un halago banal, ciertamente había disfrutado, lo deseaba y se había saciado, así que no necesitaba tampoco más por el momento. Rodó sobre él invirtiendo los papeles entre sonrisas cómplices y ahora fue ella la que elevó los brazos de talos sobre su cabeza, bajó hasta sus labios para susurrarle.— yo también guardo ases en la manga por mi poder pero… tendrás que permanecer vivo y limpio para comprobarlo.*
Talos- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 21/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
-¿Limpio? -negué con la cabeza sin poder borrar la sonrisa -eso no será posible Shelby.
No quería discutir con ella pero tampoco iba a mentirle, al menos no aun sintiéndome dentro de ella. Mis ojos se me entrecerraban, estaba cansado, de llevar la droga corriendo por mi organismo podría incluso repetir, pero ahora estaba de bajón, es lo malo de los drogadictos, que cuando no te metes no te encuentras bien, es un circulo vicioso.
-No te vayas -pedí cerrando los ojos mientras rodeaba su cintura con mi diestra. No temía que algo me pasara a mi, había protegido las entradas de la habitación con magia, de intentar Spyros asaltarme me daría tiempo a inyectarme para hacerle frente, era mas bien el miedo a que de irse la atraparan.*
Cuando el brujo le dijo que se quedara cuando cerrase los ojos, ella le dijo que sí, acababan de revolcarse por la cama y se habían quedado saciados. De alguna forma, ésa era una intención que sí quería cumplir, su cuerpo pedía pegarse al de Talos, descansar un poco relajados sin pensar en que ella era su presa y que él le debía la vida, sin pensar que en Grecia la buscaban y el París era donde ella quería estar. Sólo dos jóvenes en una habitación, habiendo compartido el calor de sus pieles y su deseo. Se echaron la manta por encima y Talos prácticamente se durmió al cerrar los ojos mientras que Shelby contemplaba su silueta. Era un hombre muy guapo, bien hecho, de espalda ancha y músculos marcados, le recordaba a sus hermanos y pensó de inmediato que se podría llevar bien con ellos. ¿Y cómo le caería a su padre? Seguramente a su padre le pareciera un buen soldado que servía a su causa sin escatimar sangre, pero en este caso estaba en el bando contrario. ¿Y su madre? Su madre le diría que fuera con cuidado, que tenía un futuro brillante y no sería conveniente perder la cabeza por un pazguato.
Sonrió al acordarse de su familia, lo cierto es que los echaba de menos, los Sacro la trataban bien pero no emanaban esa familiaridad que ella necesitaba. Se levantó de la cama a colocarse la ropa interior, se sentía más cómoda así por si… No le dio tiempo de terminar de pensar las cosas que podrían pasar porque la puerta se vino abajo, les atacaban.*
Los ojos me pesaban, me sentía cómodo con Shelby contra mi cuerpo, su piel era cálida, cerré los ojos no se si me habló porque me quedé traspuesto en ese momento.
El ruido de la puerta abriéndose de golpe me sobresaltó, di un salto sobre el lecho buscando desnudo algo con lo que enfrentar a lo que nos atacaba, no sabía como había sucedido, mis defensas habían caído seguramente porque esa noche no me había inyectado el vial, Shelby me lo había pedido y complacerla nos había puesto en peligro.
Spyros se interpuso entre mi cuerpo y el sinfonier donde estaba la droga, así. que tendría que apañármelas con la magia que tenía sin mas ayuda que yo mismo.
Junté las palmas, de ellas emergió una espada roja como las mismas llamas que atrás crepitaban, la suya azul derrochaba energía una infinitamente mayor que la mía. El choque fue brutal, sobre todo para mi pues incapaz de aguantar el torrente me hizo recular una y otra vez, mi espada no aguantaría él estaba ciclado y de seguir así no solo me mataría, si no que se la llevaría.
Llevé mi mano hacia la derecha, allí donde la Cannif estaba y creé a su alrededor una cúpula, le costaría romperla, era todo cuanto podía hacer.
-¡Corre! -gruñí apretando los dientes.*
Talos se incorporó de inmediato y reaccionó rápido pero se notaba que su fuerza estaba menguada, en ese instante se arrepintió de haberle pedido que no tomase las drogas, porque ahora corría el peligro de morir. Ya habría tiempo para desintoxicarse y ser igual de poderoso que Spyros pero sin las drogas.
No quería discutir con ella pero tampoco iba a mentirle, al menos no aun sintiéndome dentro de ella. Mis ojos se me entrecerraban, estaba cansado, de llevar la droga corriendo por mi organismo podría incluso repetir, pero ahora estaba de bajón, es lo malo de los drogadictos, que cuando no te metes no te encuentras bien, es un circulo vicioso.
-No te vayas -pedí cerrando los ojos mientras rodeaba su cintura con mi diestra. No temía que algo me pasara a mi, había protegido las entradas de la habitación con magia, de intentar Spyros asaltarme me daría tiempo a inyectarme para hacerle frente, era mas bien el miedo a que de irse la atraparan.*
Cuando el brujo le dijo que se quedara cuando cerrase los ojos, ella le dijo que sí, acababan de revolcarse por la cama y se habían quedado saciados. De alguna forma, ésa era una intención que sí quería cumplir, su cuerpo pedía pegarse al de Talos, descansar un poco relajados sin pensar en que ella era su presa y que él le debía la vida, sin pensar que en Grecia la buscaban y el París era donde ella quería estar. Sólo dos jóvenes en una habitación, habiendo compartido el calor de sus pieles y su deseo. Se echaron la manta por encima y Talos prácticamente se durmió al cerrar los ojos mientras que Shelby contemplaba su silueta. Era un hombre muy guapo, bien hecho, de espalda ancha y músculos marcados, le recordaba a sus hermanos y pensó de inmediato que se podría llevar bien con ellos. ¿Y cómo le caería a su padre? Seguramente a su padre le pareciera un buen soldado que servía a su causa sin escatimar sangre, pero en este caso estaba en el bando contrario. ¿Y su madre? Su madre le diría que fuera con cuidado, que tenía un futuro brillante y no sería conveniente perder la cabeza por un pazguato.
Sonrió al acordarse de su familia, lo cierto es que los echaba de menos, los Sacro la trataban bien pero no emanaban esa familiaridad que ella necesitaba. Se levantó de la cama a colocarse la ropa interior, se sentía más cómoda así por si… No le dio tiempo de terminar de pensar las cosas que podrían pasar porque la puerta se vino abajo, les atacaban.*
Los ojos me pesaban, me sentía cómodo con Shelby contra mi cuerpo, su piel era cálida, cerré los ojos no se si me habló porque me quedé traspuesto en ese momento.
El ruido de la puerta abriéndose de golpe me sobresaltó, di un salto sobre el lecho buscando desnudo algo con lo que enfrentar a lo que nos atacaba, no sabía como había sucedido, mis defensas habían caído seguramente porque esa noche no me había inyectado el vial, Shelby me lo había pedido y complacerla nos había puesto en peligro.
Spyros se interpuso entre mi cuerpo y el sinfonier donde estaba la droga, así. que tendría que apañármelas con la magia que tenía sin mas ayuda que yo mismo.
Junté las palmas, de ellas emergió una espada roja como las mismas llamas que atrás crepitaban, la suya azul derrochaba energía una infinitamente mayor que la mía. El choque fue brutal, sobre todo para mi pues incapaz de aguantar el torrente me hizo recular una y otra vez, mi espada no aguantaría él estaba ciclado y de seguir así no solo me mataría, si no que se la llevaría.
Llevé mi mano hacia la derecha, allí donde la Cannif estaba y creé a su alrededor una cúpula, le costaría romperla, era todo cuanto podía hacer.
-¡Corre! -gruñí apretando los dientes.*
Talos se incorporó de inmediato y reaccionó rápido pero se notaba que su fuerza estaba menguada, en ese instante se arrepintió de haberle pedido que no tomase las drogas, porque ahora corría el peligro de morir. Ya habría tiempo para desintoxicarse y ser igual de poderoso que Spyros pero sin las drogas.
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
La encerró en una barrera protectora y así Shelby no correría tanto peligro, pero ella sabía que Spyros no la quería dañar, tenía que llevarla viva, el que estaba jodido era el brujo. Alargó la mano y uno de sus calcetines que estaba aún en el suelo lo convirtió en una especie de látigo con un extremo pegajoso, lo lanzó hacia delante y la cajita de metal que estaba en el sinfonier voló en dirección a Talos, allí estaba la jeringa cargada que había conseguido que no se inyectara pero Spyros lanzó otro ataque y la magia de ambos brujos chocó, haciendo que la caja volase, Shelby saltó para cogerla y lo consiguió, pero tropezó al caer con una bacineta y rodó por el suelo. Cuando se incorporó la jeringuilla estaba clavada en su abdomen y el liquido había entrado en su organismo. Miró a Talos asustada, notaba como algo corroía sus venas y éstas se iban tornando negras, el calor ascendía hacia su cabeza y sentía la magia burbujear, revolverse furiosa en su organismo, necesitaba sacarla fuera. Cuando las droga se esparció del todo por su cuerpo el dolor fue insoportable y la noruega apretó los dientes con fuerza, sus manos brillaban irradiando un calor tremendo. Se giró hacia Spyros y tocó la pared con una de ellas, convirtiéndola de inmediato en lava candente, en menos de cinco minuto el hotel estaría en llamas, por donde ella paseaba las manos todo se fundía y se convertía en brasas líquidas. Los brujos recularon cuando la vieron desplegar su poder potenciado.*
Ambos nos quedamos paralizados, olvidando nuestro combate para mirar a Shelby con los ojos saliéndose de nuestras órbitas, no era la primera vez que ambos presenciábamos ese poder, Nessanie, ella era así de poderosa y por eso, justo por eso casi llevó a Grecia a la destrucción y a los cazadores a la muerte.
Su perdición fue tener debilidad or le príncipe Agarwaen, mi padre, eso la llevó al Tártaro y con ella al cazador que se sacrificó por mi hermano y todo Mykonos.
-¡Shelby!
Spyros y yo nos miramos, aquello se estaba descontrolado el hotel no tardaría en arder entre las llamas del infierno, por la ventana escuché un graznido, Spyros desvió hacía allí la cabeza y con una furibunda mirada llena de advertencia abrió un portal para salir de aquella cámara, coger a Shelby se había convertido en algo imposible para los dos, ella era ahora mismo demasiado peligrosa para poder enfrentarla.
-¡Shelby mírame! -pedí hundiendo en ella mis pardos mientras hacia desaparecer la espada de entre mis manos -No quiero hacerte daño, has de parar o esto será una masacre.
La hechicera no entraba en razón, corrompida seguía caminando hacía mi posición convirtiendo en lava todo cuanto tocaba, yo fui reculando hasta que mi espalda impactó contra una de las paredes, allí hacía demasiado calor, no podía dejarla, pero quedarme era un suicidio -¡Shelby, soy yo!
La bruja se quedó quieta un instante, su cabeza se ladeó en una mueca algo sádica, a mi mente la imagen infantil de un niño asustado escondido tras los muebles mientras Nessanie daba muerte a mi madre y prendía en llamas mi casa. Salí de allí de su mano, ese día todo cambió para mi.
Shelby cayó al suelo de repente, empezó a convulsionar violentamente, soltaba saliva por la boca. Corrí hacia ella, ladeé su cuerpo para que no se ahogara e introduje mis dedos en su boca para que no se mordiera la lengua en aquel ataque parecido a la epilepsia, era el efecto de la droga, demasiado fuerte para alguien como ella.
-¡Tranquila, voy a sacarte de aquí!.
Cerré los ojos y me concentré en otro lugar, su habitación, allí donde pasé una noche, era arriesgado pero la necesitaba a salvo y no se me ocurrió lugar mas seguro que junto a Lucio.
Una aura azul nos envolvió, cerré los ojos apretando los dientes, mi poder estaba muy debilitado, aun así, aguanté la embestida hasta alcanzar el destino propuesto.*
Ambos nos quedamos paralizados, olvidando nuestro combate para mirar a Shelby con los ojos saliéndose de nuestras órbitas, no era la primera vez que ambos presenciábamos ese poder, Nessanie, ella era así de poderosa y por eso, justo por eso casi llevó a Grecia a la destrucción y a los cazadores a la muerte.
Su perdición fue tener debilidad or le príncipe Agarwaen, mi padre, eso la llevó al Tártaro y con ella al cazador que se sacrificó por mi hermano y todo Mykonos.
-¡Shelby!
Spyros y yo nos miramos, aquello se estaba descontrolado el hotel no tardaría en arder entre las llamas del infierno, por la ventana escuché un graznido, Spyros desvió hacía allí la cabeza y con una furibunda mirada llena de advertencia abrió un portal para salir de aquella cámara, coger a Shelby se había convertido en algo imposible para los dos, ella era ahora mismo demasiado peligrosa para poder enfrentarla.
-¡Shelby mírame! -pedí hundiendo en ella mis pardos mientras hacia desaparecer la espada de entre mis manos -No quiero hacerte daño, has de parar o esto será una masacre.
La hechicera no entraba en razón, corrompida seguía caminando hacía mi posición convirtiendo en lava todo cuanto tocaba, yo fui reculando hasta que mi espalda impactó contra una de las paredes, allí hacía demasiado calor, no podía dejarla, pero quedarme era un suicidio -¡Shelby, soy yo!
La bruja se quedó quieta un instante, su cabeza se ladeó en una mueca algo sádica, a mi mente la imagen infantil de un niño asustado escondido tras los muebles mientras Nessanie daba muerte a mi madre y prendía en llamas mi casa. Salí de allí de su mano, ese día todo cambió para mi.
Shelby cayó al suelo de repente, empezó a convulsionar violentamente, soltaba saliva por la boca. Corrí hacia ella, ladeé su cuerpo para que no se ahogara e introduje mis dedos en su boca para que no se mordiera la lengua en aquel ataque parecido a la epilepsia, era el efecto de la droga, demasiado fuerte para alguien como ella.
-¡Tranquila, voy a sacarte de aquí!.
Cerré los ojos y me concentré en otro lugar, su habitación, allí donde pasé una noche, era arriesgado pero la necesitaba a salvo y no se me ocurrió lugar mas seguro que junto a Lucio.
Una aura azul nos envolvió, cerré los ojos apretando los dientes, mi poder estaba muy debilitado, aun así, aguanté la embestida hasta alcanzar el destino propuesto.*
Talos- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 21/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Desmayada debido a la enorme potencia de las drogas, viajó por el portal con Talos hasta aparecer en su propia habitación en la mansión Sacro, tardó en recuperar el conocimiento al menos dos horas, tiempo durante el cual Talos la introdujo en su propia cama y fue regulando su temperatura, tenía subidas y bajadas; tan pronto sudaba abrasada como tiritaba de frío. Había faltado poco para que su poder, que aparentemente era una disciplina menor, acabase con todo a su paso. Había convertido piedra en lava, madera en brasa y aire en fuego. La mansión estaba vacía, los Sacro esta vez habían ido a pasar dos días en un evento social muy pomposo, toda la familia había sido invitada, sólo quedaba algo del servicio y los guardaespaldas de Shelby que poco trabajo habían hecho.*
Como si fuera Tarzan me había atado una camisa de Shelby a modo de taparrabos no era cuestión de que entrara algún sirviente y me viera de esta guisa, aunque pensándolo bien, de entrar, estaba muerto, Lucio me arrancaría el corazón con taparrabos o no.
Pasé dos horas tratando de regular su temperatura, no pude evitar pensar que lo que estaba haciendo salvando su vida, era el acto mas entupido para mi y los míos, condenaba Grecia, acaba de descubrir su poder, uno tan fuerte como el de la misma Nessanie, los aquelarres no se habían equivocado con ella y ahora Spyros lo sabía ¿cuanto tardarían en desplegar su poder y llevarla con ellos?
Si lograban convertirla en su adepta, convencerla de una u otra manera de que podía controlar Grecia, el mundo si se lo propusiera, los cazadores acabarían muertos, los humanos esclavizados y mi hermano conocería un doloroso fin.*
Despertó como de un mal sueño, con la cabeza dolorida, los ojos hinchados y la boca seca, esa droga era veneno, la podría haber matado, se sentía como si la hubieran arrastrado por toda la ciudad atada a un carro. Le costó enfocar la visión y lo primero que consiguió ver más o menos fue a Talos inclinado sobre ella. ¿Estaba vivo? El alivio recorrió su maltrecho cuerpo.
– ¿qué…? ¿qué he hecho..?.— sabía que nada bueno, estaban en la mansión Sacro que esos días era como un gran caserón inerte y empezaba a estar harta de tanto peso sobre sus hombros.— quiero… quiero irme a casa.— hundió la cabeza en la almohada apretando los ojos con fuerza, no quería que Talos la viera así.*
Como si fuera Tarzan me había atado una camisa de Shelby a modo de taparrabos no era cuestión de que entrara algún sirviente y me viera de esta guisa, aunque pensándolo bien, de entrar, estaba muerto, Lucio me arrancaría el corazón con taparrabos o no.
Pasé dos horas tratando de regular su temperatura, no pude evitar pensar que lo que estaba haciendo salvando su vida, era el acto mas entupido para mi y los míos, condenaba Grecia, acaba de descubrir su poder, uno tan fuerte como el de la misma Nessanie, los aquelarres no se habían equivocado con ella y ahora Spyros lo sabía ¿cuanto tardarían en desplegar su poder y llevarla con ellos?
Si lograban convertirla en su adepta, convencerla de una u otra manera de que podía controlar Grecia, el mundo si se lo propusiera, los cazadores acabarían muertos, los humanos esclavizados y mi hermano conocería un doloroso fin.*
Despertó como de un mal sueño, con la cabeza dolorida, los ojos hinchados y la boca seca, esa droga era veneno, la podría haber matado, se sentía como si la hubieran arrastrado por toda la ciudad atada a un carro. Le costó enfocar la visión y lo primero que consiguió ver más o menos fue a Talos inclinado sobre ella. ¿Estaba vivo? El alivio recorrió su maltrecho cuerpo.
– ¿qué…? ¿qué he hecho..?.— sabía que nada bueno, estaban en la mansión Sacro que esos días era como un gran caserón inerte y empezaba a estar harta de tanto peso sobre sus hombros.— quiero… quiero irme a casa.— hundió la cabeza en la almohada apretando los ojos con fuerza, no quería que Talos la viera así.*
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Shelby dormía profundamente sobre su lecho, le había costado bastante caer en el profundo sueño, el efecto de las drogas, demasiado fuerte para inyectarse tal dosis de golpe y como no el saberse causante de un poder tal que podía haber arrancado demasiadas vidas si no hubiera intervenido la había desvelado, enloquecido mas bien.
Velé su sueño sentado a su lado, deslicé mis dedos por su antebrazo hasta que el sopor me hizo caer sobre las pieles apoyando mi cabeza en su bajo vientre.
Shelby era poderosa, sabia que no matándola estaba sellando una sentencia de muerte para Mykonos, para Grecia y quizás para el mundo, pero no podía, era débil, débil como Spyros por esa chica pájaro que lo acompañaba...esa era mi baza, quizás si la capturaba podría convencer al hechicero de que desistiera en su empezó, mandarían mas..pero ganaría tiempo, tiempo para conseguir poner a salvo a la joven Cannif en tierras del norte, aquí acabaría sucumbiendo a la oscuridad de Nessanie, hoy lo había visto claro, hay cosas contra las que no se puede luchar.*
Las drogas la habían corrompido de tal forma que su poder se volvió furioso e incontrolable, tanto que su propio cuerpo no podía contener tanta magia y acabó desmayándose, apagando el interruptor de la consciencia para caer en el sueño del mago, ese que reponía y equilibraba la energía.
Talos la veló toda la noche y cuando rompió el alba entreabrió los ojos. Le dolía la cabeza terriblemente y era como si le hubieran clavado agujas tras las retinas. El cuarto estaba en semipenumbra y poco a poco fue consciente de sus manos, sus pies y el peso de una cabeza sobre su vientre, el brujo estaba con ella. Posiblemente aquella pensión había sido reducida a cenizas porque transformaba en lava todo cuanto tocaba. Inspiró aire profundamente. Ahora entendía que si se inyectaban eso con cierta frecuencia y hasta que el cuerpo lo tolerase, el poder tan inmenso que liberaban era brutal. Podía entender mejor la razón de esas drogas, pero por otro lado se sentía tan mal, tan destrozada, que podía entender también los daños que le hacían al organismo. No dejaría que Talos volviera a esas mierdas, era un gran error.
Velé su sueño sentado a su lado, deslicé mis dedos por su antebrazo hasta que el sopor me hizo caer sobre las pieles apoyando mi cabeza en su bajo vientre.
Shelby era poderosa, sabia que no matándola estaba sellando una sentencia de muerte para Mykonos, para Grecia y quizás para el mundo, pero no podía, era débil, débil como Spyros por esa chica pájaro que lo acompañaba...esa era mi baza, quizás si la capturaba podría convencer al hechicero de que desistiera en su empezó, mandarían mas..pero ganaría tiempo, tiempo para conseguir poner a salvo a la joven Cannif en tierras del norte, aquí acabaría sucumbiendo a la oscuridad de Nessanie, hoy lo había visto claro, hay cosas contra las que no se puede luchar.*
Las drogas la habían corrompido de tal forma que su poder se volvió furioso e incontrolable, tanto que su propio cuerpo no podía contener tanta magia y acabó desmayándose, apagando el interruptor de la consciencia para caer en el sueño del mago, ese que reponía y equilibraba la energía.
Talos la veló toda la noche y cuando rompió el alba entreabrió los ojos. Le dolía la cabeza terriblemente y era como si le hubieran clavado agujas tras las retinas. El cuarto estaba en semipenumbra y poco a poco fue consciente de sus manos, sus pies y el peso de una cabeza sobre su vientre, el brujo estaba con ella. Posiblemente aquella pensión había sido reducida a cenizas porque transformaba en lava todo cuanto tocaba. Inspiró aire profundamente. Ahora entendía que si se inyectaban eso con cierta frecuencia y hasta que el cuerpo lo tolerase, el poder tan inmenso que liberaban era brutal. Podía entender mejor la razón de esas drogas, pero por otro lado se sentía tan mal, tan destrozada, que podía entender también los daños que le hacían al organismo. No dejaría que Talos volviera a esas mierdas, era un gran error.
Talos- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Se movió levemente, arrastrando la mano por la sábana hasta dar con su cabeza, el brujo despertó al sentir los dedos serpenteando por su cabello.*
-No era como imaginaba despertar -bromeé estirando los músculos de mi cuerpo sobre el ajeno mientras una ladeada sonrisa se pintaba en mis labios -Buenos días ¿como estas?
Elevé la mirada para enterrarla en sus ojos, en ellos podía leer la desesperación, el miedo y seguramente demasiadas preguntas, mas de las que podía o debía responder ahora mismo.
Me incorporé para liberar su cuerpo mientras bostezaba.
-Estoy hambriento ¿crees que Lucio nos habrá preparado unas tortitas? -traté de amenizar con bromas una situación que era muy sería. -Has de viajar al norte, aquí no estas a salvo, si Spyros consigue llevarte a Grecia el aquelarre sacara esa oscuridad de ti, la usara contra los cazadores y te exprimirá convirtiéndote en su reina ¿lo entiendes?*
Entendía perfectamente lo que quería decir y no tenía ninguna intención de regresar a Gracia con el tal Spyros, como tampoco le seducía la idea de que Talos la matase, pero eso era algo que ahora le parecía improbable después de haber compartido una noche de pasión. Se incorporó a duras penas frotándose los ojos y notando un agujero en el estómago, también estaba hambrienta.
— Yo también tengo hambre pero me duele todo el cuerpo… deberías irte. Yo no puedo salir de aquí al menos hoy, me encuentro débil y cansada. De todas formas…no puedo ir al norte. Escribí a mis padres cuando… cuando intentaste matarme y no podrán venir a por mi, a estas horas están viajando a España, mi hermano será coronado rey dentro de dos semanas. Íbamos a ir, los Sacro y yo, pero ahora tendré que adelantarlo. Ven conmigo. Mañana en la estación de Saint Lazare, vayamos hasta la frontera, luego allí se acaban las vías y hay que cruzar los Pirineos a caballo.*
-No era como imaginaba despertar -bromeé estirando los músculos de mi cuerpo sobre el ajeno mientras una ladeada sonrisa se pintaba en mis labios -Buenos días ¿como estas?
Elevé la mirada para enterrarla en sus ojos, en ellos podía leer la desesperación, el miedo y seguramente demasiadas preguntas, mas de las que podía o debía responder ahora mismo.
Me incorporé para liberar su cuerpo mientras bostezaba.
-Estoy hambriento ¿crees que Lucio nos habrá preparado unas tortitas? -traté de amenizar con bromas una situación que era muy sería. -Has de viajar al norte, aquí no estas a salvo, si Spyros consigue llevarte a Grecia el aquelarre sacara esa oscuridad de ti, la usara contra los cazadores y te exprimirá convirtiéndote en su reina ¿lo entiendes?*
Entendía perfectamente lo que quería decir y no tenía ninguna intención de regresar a Gracia con el tal Spyros, como tampoco le seducía la idea de que Talos la matase, pero eso era algo que ahora le parecía improbable después de haber compartido una noche de pasión. Se incorporó a duras penas frotándose los ojos y notando un agujero en el estómago, también estaba hambrienta.
— Yo también tengo hambre pero me duele todo el cuerpo… deberías irte. Yo no puedo salir de aquí al menos hoy, me encuentro débil y cansada. De todas formas…no puedo ir al norte. Escribí a mis padres cuando… cuando intentaste matarme y no podrán venir a por mi, a estas horas están viajando a España, mi hermano será coronado rey dentro de dos semanas. Íbamos a ir, los Sacro y yo, pero ahora tendré que adelantarlo. Ven conmigo. Mañana en la estación de Saint Lazare, vayamos hasta la frontera, luego allí se acaban las vías y hay que cruzar los Pirineos a caballo.*
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Guardé silencio durante unos minutos, no tenía otra forma de sacarla de París, así que aun sabiendo que no sería bien recibido por su padre, un hombre del que había escuchado hablar mucho y no precisamente por su don de palabra, debía ponerla a salvo, entre los barbaros estaría segura, al menos mas que en Paris donde Spyros tarde o temprano la encontraría y hallaría la manera de llevarla consigo.
-Esta bien -concluí -acercando mis labios a los suyos, mañana, no faltes -pedí.
Me puse en pie buscando una pequeña bolsa en el bolsillo derecho del pantalón, unos polvos negruzcos mancharon mis dedos mientras emitía unas palabras.
Lancé el polvo hacia el frente, lo invisible se hizo visible, un portal mas rudimentario que los que conseguía a base del poder de las drogas, pero sin ellas mi poder había mermado y las cosas debía hacerlas al modo tradicional.
-No faltes -le dije guiñándole un ojo antes de atravesar la puerta que a mi paso se convirtió en azufre.*
Al día siguiente el coche de caballos la llevó hasta la estación de ferrocarril, allí olía a humo de carbón, gente, orines y cuero viejo. Tenía los pasajes en la mano enguantada, dos tickets con destino a la frontera con el país vecino. Vestía como una dama, con vestido de viaje, sombrero y capa aterciopelada, guantes a juego y el pelo recogido en un moño. En su otra mano una maleta con alguna muda y pantalones, nunca se sabía si habría que correr y tenían una cordillera que cruzar a caballo.
¿Einar rey? Menudo disparate, esperaba que les sirviese mucho rezar, porque a menos que su hermano se lo cogiera en serio, podría ser el reinado más corto del siglo. Lo quería mucho, los gemelos siempre tenían ese extraño vínculo que los mantenía conectados, pero no por eso no veía las carencias de Einar, y es que en general era un cabeza hueca, no atendía, no escuchaba y no se tomaba nada en serio el tiempo suficiente como para destacar y ser el primero. Nunca entendió del todo que liderar era servir, que para ser el primero tenías que empezar siendo el último, y tampoco es que su esposa ayudase mucho a centrarlo, era otra cría caprichosa que había acabado en un trono de carambola.
-Esta bien -concluí -acercando mis labios a los suyos, mañana, no faltes -pedí.
Me puse en pie buscando una pequeña bolsa en el bolsillo derecho del pantalón, unos polvos negruzcos mancharon mis dedos mientras emitía unas palabras.
Lancé el polvo hacia el frente, lo invisible se hizo visible, un portal mas rudimentario que los que conseguía a base del poder de las drogas, pero sin ellas mi poder había mermado y las cosas debía hacerlas al modo tradicional.
-No faltes -le dije guiñándole un ojo antes de atravesar la puerta que a mi paso se convirtió en azufre.*
Al día siguiente el coche de caballos la llevó hasta la estación de ferrocarril, allí olía a humo de carbón, gente, orines y cuero viejo. Tenía los pasajes en la mano enguantada, dos tickets con destino a la frontera con el país vecino. Vestía como una dama, con vestido de viaje, sombrero y capa aterciopelada, guantes a juego y el pelo recogido en un moño. En su otra mano una maleta con alguna muda y pantalones, nunca se sabía si habría que correr y tenían una cordillera que cruzar a caballo.
¿Einar rey? Menudo disparate, esperaba que les sirviese mucho rezar, porque a menos que su hermano se lo cogiera en serio, podría ser el reinado más corto del siglo. Lo quería mucho, los gemelos siempre tenían ese extraño vínculo que los mantenía conectados, pero no por eso no veía las carencias de Einar, y es que en general era un cabeza hueca, no atendía, no escuchaba y no se tomaba nada en serio el tiempo suficiente como para destacar y ser el primero. Nunca entendió del todo que liderar era servir, que para ser el primero tenías que empezar siendo el último, y tampoco es que su esposa ayudase mucho a centrarlo, era otra cría caprichosa que había acabado en un trono de carambola.
Talos- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Shelby me había pedido que la acompañara a la colación de su hermano, sinceramente era arriesgado aquel viaje, a fin de cuentas Lucio sabía de mi presencia, que quería acabar con la hechicera y era posible que hubiera puesto en sobre alerta al conde para que vigilara especialmente a su hija en estos días por si sufría algún tipo de atentado.
Por otro lado Spyros iba tras ella, lo conocía desde niño, ambos educados por le mismo maestro, ambos capaces de todo por conseguir nuestra meta. Spyros trabajaba para los aquelarres, era un hechicero potente y como yo ayudado de las drogas que los aquelarres nos proporcionaban letal. Mi antiguo amigo no se rendiría, era capaz de seguir a Shelby hasta España y aprovechar así que Lucio había apartado de ella su protección para capturarla.
Nos encontramos en la estación de ferrocarril, ladeé la sonrisa al verla empernado nerviosa mirando hacia todos lados con una pequeña maleta prendida de sus manos.
-¿Esperas a alguien preciosa? -pregunté con un deje de diversión en mi voz -es peligroso estar sola, hay mucho demente suelto que podría intentar matarte-añadí mordaz teniendo en cuenta que así era como nos habíamos conocido.
Mi idea era que Shelby no volviera a Paris, si no al norte, suponía que en esa fortaleza de la que hablaba estaría mas protegida que en las tierras de Francia.*
—Espero a un tardón. ¡Vamos! Que el tren sale ya.— subieron al vagón asignado y buscaron el compartimento que tenía impreso el billete. El transporte era similar al Orient Express, tenía acabados de lujo y el billete no era nada barato, pero era la hermana del rey de España, qué menos que costearse un compartimento digno. Lo pidió individual para ellos, no quería que nadie más se sentara allí, con lo que al menos descansarían un poco, aunque fuera por turnos. No se le escapaba de que su cabeza tenía precio y que de seguro que intentarían atentar contra ellos en algún momento del recorrido, pero por lo pronto iban a estar cómodos. Talos le subió la maleta al estante y se acomodaron en los asientos largos de terciopelo rojo.— Tenemos dos días y medio para llegar a la frontera de los Pirineos. Creo que deberías recorrer el tren a ver si captas alguna cosa extraña y de paso para conocer los vagones, por si necesitamos usar el portal, no quiero que me arrastres de nuevo a la mansión Sacro.
Por otro lado Spyros iba tras ella, lo conocía desde niño, ambos educados por le mismo maestro, ambos capaces de todo por conseguir nuestra meta. Spyros trabajaba para los aquelarres, era un hechicero potente y como yo ayudado de las drogas que los aquelarres nos proporcionaban letal. Mi antiguo amigo no se rendiría, era capaz de seguir a Shelby hasta España y aprovechar así que Lucio había apartado de ella su protección para capturarla.
Nos encontramos en la estación de ferrocarril, ladeé la sonrisa al verla empernado nerviosa mirando hacia todos lados con una pequeña maleta prendida de sus manos.
-¿Esperas a alguien preciosa? -pregunté con un deje de diversión en mi voz -es peligroso estar sola, hay mucho demente suelto que podría intentar matarte-añadí mordaz teniendo en cuenta que así era como nos habíamos conocido.
Mi idea era que Shelby no volviera a Paris, si no al norte, suponía que en esa fortaleza de la que hablaba estaría mas protegida que en las tierras de Francia.*
—Espero a un tardón. ¡Vamos! Que el tren sale ya.— subieron al vagón asignado y buscaron el compartimento que tenía impreso el billete. El transporte era similar al Orient Express, tenía acabados de lujo y el billete no era nada barato, pero era la hermana del rey de España, qué menos que costearse un compartimento digno. Lo pidió individual para ellos, no quería que nadie más se sentara allí, con lo que al menos descansarían un poco, aunque fuera por turnos. No se le escapaba de que su cabeza tenía precio y que de seguro que intentarían atentar contra ellos en algún momento del recorrido, pero por lo pronto iban a estar cómodos. Talos le subió la maleta al estante y se acomodaron en los asientos largos de terciopelo rojo.— Tenemos dos días y medio para llegar a la frontera de los Pirineos. Creo que deberías recorrer el tren a ver si captas alguna cosa extraña y de paso para conocer los vagones, por si necesitamos usar el portal, no quiero que me arrastres de nuevo a la mansión Sacro.
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Porque la teletransportación era todo un arte que sólo te podía llevar a un lugar conocido, de lo contrario podías correr el riesgo de aparecer en mitad de un muro o bajo tierra y morir allí.*
-¿Ya me estas tirando? -pregunté enarcando una ceja pues prácticamente nada mas aposentar el culo ya me estaba forzando a levantarlo.
Negué con la cabeza con cierto aire de frustración.
-Dos días en el tren, en un vagón para nosotros solos y lo único que se te ocurre es que haga guardia por los vagones -me rasqué la nuca mirándola con picardía -debo estar haciéndolo muy mal ¡o es que pretender ponerte un picarías y no quieres joderme la sorpresa? -pregunté echándome a reír por la cara que puso la bruja -entendido -gruñí malhumorado cuando me señaló la puerta para que me pusiera en marcha.
Me largué del vagón para echar un ojo al resto, quería asegurarme de que no hubiera pasajeros con auras mágicas, algo que pudiera implicar a Shelby algún tipo de peligro.
Me di una vuelta por todo el tren, haciendo una parada en el vagón del bar para comprar una botella de vino, seguro que ayudaría a la hechicera a calmarse un poco.*
En el compartimento de al lado se escuchaban ruidos de niños jugando y gritando y al otro nada de nada. Le ponía más nerviosa la ausencia de sonido que el exceso de éste. No sabía muy bien cuándo se había convertido en un objetivo importante, pero ahora entendía a su padre, que siempre andaba metido en líos incluso cuando no los buscaba. Lo echaba de menos, porque aunque ella siempre había sido más buena y aplicada que Einar, era a éste a quien prestaban más atención, por razones obvias, porque de no hacerlo aún sería todo más caótico de lo que ya era. Imaginaba que sus padres debían estar sorprendidos y alarmados por igual. Su madre era hija de un rey y no lo había sabido hasta entonces, eso la debía quemar por dentro como cien mil brasas, pero como siempre, no lo manifestaría. Sí, definitivamente necesitaban un tiempo en familia para poner en orden las cosas. Cuando Talos regresó al vagón estaba pensativa mirando por la ventana.
— Espero que al menos tu hermano no sea un caos como el mío. Todo este lío va a traer cola, ya verás.*
Shelby parecía pensativa, miraba por la ventana seguramente añorando su mundo, algo que a mi me favorecía porque mi plan era que no volviera a tierras parisinas.
-Mi hermano -dije sonriendo mientras me sentaba a su lado y descorchaba la botella de vino para servir sendos vasos -mi hermano es un buen chico, se ha criado con los cazadores, como el príncipe heredero. Mi hermano es el líder de la facción, está aprendiendo, formándose, para algún día ser el sucesor de padre. Su madre es licana, lo que implica que si la guerra no vuelve a recrudecerse, él podría alzarse como soberano supremo, ganarse la confianza de muchos sobrenaturales que empiezan a pensar que una vida en paz es posible. Por supuesto los aquelarres han intentado atentar contra él muchas veces, pero no es malo luchando, se rodea de buenos amigos, fieles guerreros y bueno, digamos que tu eres el mayor peligro de Grecia, de mi familia, de mi hermano y de la posibilidad de vivir en paz por y para siempre. Sin ti, los aquelarres sucumbirán, es cuestión de tiempo.*
-¿Ya me estas tirando? -pregunté enarcando una ceja pues prácticamente nada mas aposentar el culo ya me estaba forzando a levantarlo.
Negué con la cabeza con cierto aire de frustración.
-Dos días en el tren, en un vagón para nosotros solos y lo único que se te ocurre es que haga guardia por los vagones -me rasqué la nuca mirándola con picardía -debo estar haciéndolo muy mal ¡o es que pretender ponerte un picarías y no quieres joderme la sorpresa? -pregunté echándome a reír por la cara que puso la bruja -entendido -gruñí malhumorado cuando me señaló la puerta para que me pusiera en marcha.
Me largué del vagón para echar un ojo al resto, quería asegurarme de que no hubiera pasajeros con auras mágicas, algo que pudiera implicar a Shelby algún tipo de peligro.
Me di una vuelta por todo el tren, haciendo una parada en el vagón del bar para comprar una botella de vino, seguro que ayudaría a la hechicera a calmarse un poco.*
En el compartimento de al lado se escuchaban ruidos de niños jugando y gritando y al otro nada de nada. Le ponía más nerviosa la ausencia de sonido que el exceso de éste. No sabía muy bien cuándo se había convertido en un objetivo importante, pero ahora entendía a su padre, que siempre andaba metido en líos incluso cuando no los buscaba. Lo echaba de menos, porque aunque ella siempre había sido más buena y aplicada que Einar, era a éste a quien prestaban más atención, por razones obvias, porque de no hacerlo aún sería todo más caótico de lo que ya era. Imaginaba que sus padres debían estar sorprendidos y alarmados por igual. Su madre era hija de un rey y no lo había sabido hasta entonces, eso la debía quemar por dentro como cien mil brasas, pero como siempre, no lo manifestaría. Sí, definitivamente necesitaban un tiempo en familia para poner en orden las cosas. Cuando Talos regresó al vagón estaba pensativa mirando por la ventana.
— Espero que al menos tu hermano no sea un caos como el mío. Todo este lío va a traer cola, ya verás.*
Shelby parecía pensativa, miraba por la ventana seguramente añorando su mundo, algo que a mi me favorecía porque mi plan era que no volviera a tierras parisinas.
-Mi hermano -dije sonriendo mientras me sentaba a su lado y descorchaba la botella de vino para servir sendos vasos -mi hermano es un buen chico, se ha criado con los cazadores, como el príncipe heredero. Mi hermano es el líder de la facción, está aprendiendo, formándose, para algún día ser el sucesor de padre. Su madre es licana, lo que implica que si la guerra no vuelve a recrudecerse, él podría alzarse como soberano supremo, ganarse la confianza de muchos sobrenaturales que empiezan a pensar que una vida en paz es posible. Por supuesto los aquelarres han intentado atentar contra él muchas veces, pero no es malo luchando, se rodea de buenos amigos, fieles guerreros y bueno, digamos que tu eres el mayor peligro de Grecia, de mi familia, de mi hermano y de la posibilidad de vivir en paz por y para siempre. Sin ti, los aquelarres sucumbirán, es cuestión de tiempo.*
Talos- Hechicero Clase Baja
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Re: Luz del Norte (privado)
—Lo que en verdad es un peligro es esas drogas malignas que os vuelven locos, no las quiero cerca de mi. Yo no quiero ir a Grecia, me dan igual sus aquelarres y creo que seguramente me quedaré en España con mi hermano o me iré al norte con mis padres, pero no volveré a París sola, todo esto no… no ha hecho más que empezar, tengo la sensación de que da igual lo que haga.— se encogió de hombros y tomó el vaso dándole un trago. Hablaré con mi padre, esto tiene que acabar. Yo no pisaré Grecia y vosotros no me buscaréis más. Eso es lo que trato de repetirme, pero creo que sólo soy un peón en esta partida oculta.— Suspiró y se frotó las sienes, estaba tensa por todo lo ocurrido y no sabía cómo salir de aquello, su vida era mucho más fácil cuando sólo se tenía que preocupar de recoger a Einar de algún sitio donde se hubiera dormido borracho.*
Ojalá hubiera podido decirle que todo iba a terminar, que si se quedaba en España o en el norte, la olvidarían y la dejarían de buscar, peor eso seria mentirle. Los aquelarres la necesitaban y si Spyros no lograba su objetivo por las buenas, enviarían a otros, mas poderosos por las malas. Por eso mi misión era matarla, porque el único modo de asegurar la paz a Grecia era si Shelby dejaba de existir.
Deje escapar el aire contra el vidrio, mi decisión había puesto en peligro a mi familia, mantenerla viva significaba poner en jaque a os míos, peor ahora..era incapaz de atentar contra su vida y ambos estábamos en una complicada encrucijada.
-No van a dejar de buscarte Shelby, da igual donde te escondas, los aquelarres no van a detenerse.
Lo mas sensato era que volviera al norte, supongo que es donde mejor podrían plantar cara a los aquelarres, yo debería volver a Grecía, avisar a mi padre y atacar a los aquelarres, era mi única opción.*
—¿Y si finjo mi muerte?.— se le iluminaron los ojos por un momento.— ¿Y si Shelby Cannif muriese a manos de Talos? Se acabaría todo? Podría esconderme un tiempo, que lo creyeran y luego vivir con otro nombre, con otro aspecto… no sé. El aquelarre de Lucio tiene sede en Roma ¿y si me mudase allí? No me buscarían cerca del Vaticano, donde toda la Inquisición tiene su aparato de poder.— Eso significaría estar lejos de su familia, pero por el bien de ellos, incluso de Sirius, a quien siempre amenazaba la sombra del secuestro por sus grandes poderes, estaba dispuesta a cambiar su vida.*
Ojalá hubiera podido decirle que todo iba a terminar, que si se quedaba en España o en el norte, la olvidarían y la dejarían de buscar, peor eso seria mentirle. Los aquelarres la necesitaban y si Spyros no lograba su objetivo por las buenas, enviarían a otros, mas poderosos por las malas. Por eso mi misión era matarla, porque el único modo de asegurar la paz a Grecia era si Shelby dejaba de existir.
Deje escapar el aire contra el vidrio, mi decisión había puesto en peligro a mi familia, mantenerla viva significaba poner en jaque a os míos, peor ahora..era incapaz de atentar contra su vida y ambos estábamos en una complicada encrucijada.
-No van a dejar de buscarte Shelby, da igual donde te escondas, los aquelarres no van a detenerse.
Lo mas sensato era que volviera al norte, supongo que es donde mejor podrían plantar cara a los aquelarres, yo debería volver a Grecía, avisar a mi padre y atacar a los aquelarres, era mi única opción.*
—¿Y si finjo mi muerte?.— se le iluminaron los ojos por un momento.— ¿Y si Shelby Cannif muriese a manos de Talos? Se acabaría todo? Podría esconderme un tiempo, que lo creyeran y luego vivir con otro nombre, con otro aspecto… no sé. El aquelarre de Lucio tiene sede en Roma ¿y si me mudase allí? No me buscarían cerca del Vaticano, donde toda la Inquisición tiene su aparato de poder.— Eso significaría estar lejos de su familia, pero por el bien de ellos, incluso de Sirius, a quien siempre amenazaba la sombra del secuestro por sus grandes poderes, estaba dispuesta a cambiar su vida.*
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
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Re: Luz del Norte (privado)
Negué con la cabeza, no era mala su opción, pero si había un problema, no nos enfrentábamos a meros aprendices de magia y el poder de Nessanie era inmenso, tanto como el de Shelby, seria cuestión de tiempo que la rastrearan, que se dieran cuenta del engaño.
-No funcionará, para eso deberías perder tus poderes, no se si hay algún modo de arrebatártelos, pero mientras en tu interior esté el poder de Nessanie, mientras sigas siendo su descendiente y mientras por tus venas corra su sangre, nunca estarás a salvo.*
Shelby escuchó atentamente las palabras de Talos, según el griego nunca estaría a salvo y en cierto modo sentía ese peligro tan cerca como a él. Elevó sus intensos ojos azules, heredados de su madre que surcaba los océanos del mismo color, y sacó el coraje que su padre ostentaba a todas horas.
— ¿Y si estoy condenada, por qué me ayudas? Viniste para matarme, pero no lo has hecho. Lo que pasó en aquella habitación te ha marcado, más de lo que quieres reconocer.— le puso la mano encima de la suya, que descansaba en la rodilla y se acercó aún más, desplazando el trasero hasta pegarlo al muslo del griego.— No voy a convertirme en Nessanie, y si no me crees es que eres un insensato, no tienes ni idea de lo tercos que somos los Cannif.— Levantó el dedo y lo paseó por el óvalo de la cara de Talos repasando su contorno.— A mi también me gustas, no lo negaré, por eso me he jugado el pellejo frente a Lucio por sacarte de su sótano. Sé que eres peligroso, sé que no me convienes en absoluto, sé que si tuvieras que elegir entre tu hermano y yo lo escogerías a él… pero dije que éramos tercos, no sensatos.
Estiró la espalda para enderezarse y cazar sus labios con los propios, tenían un compartimento para ellos dos, habían reconocido el perímetro y parecía seguro, asi que podían “descansar” un rato y la bruja sabía que si la buscaban para convertirla en el recipiente de ese poder oscuro, no podía tener mejor aliado que Talos en ese instante, al menos hasta que consiguiera llegar a donde estuvieran sus padres, que para ella eran invencibles.
— Tengo ganas de ver cómo te queda el traje…mi madre es la hija del rey de España, yo soy su nieta y mi hermano va a ser rey, no puedes ir así a su coronación…— sonrió mientras deslizaba las manos por la camisa tirando de los cordones para aflojar el cuello de la misma. Esa era otra de las historias que quedarían para siempre en el libro de las leyendas de los Cannif: Einar rey de España. El destino a veces era un chiste.
-No funcionará, para eso deberías perder tus poderes, no se si hay algún modo de arrebatártelos, pero mientras en tu interior esté el poder de Nessanie, mientras sigas siendo su descendiente y mientras por tus venas corra su sangre, nunca estarás a salvo.*
Shelby escuchó atentamente las palabras de Talos, según el griego nunca estaría a salvo y en cierto modo sentía ese peligro tan cerca como a él. Elevó sus intensos ojos azules, heredados de su madre que surcaba los océanos del mismo color, y sacó el coraje que su padre ostentaba a todas horas.
— ¿Y si estoy condenada, por qué me ayudas? Viniste para matarme, pero no lo has hecho. Lo que pasó en aquella habitación te ha marcado, más de lo que quieres reconocer.— le puso la mano encima de la suya, que descansaba en la rodilla y se acercó aún más, desplazando el trasero hasta pegarlo al muslo del griego.— No voy a convertirme en Nessanie, y si no me crees es que eres un insensato, no tienes ni idea de lo tercos que somos los Cannif.— Levantó el dedo y lo paseó por el óvalo de la cara de Talos repasando su contorno.— A mi también me gustas, no lo negaré, por eso me he jugado el pellejo frente a Lucio por sacarte de su sótano. Sé que eres peligroso, sé que no me convienes en absoluto, sé que si tuvieras que elegir entre tu hermano y yo lo escogerías a él… pero dije que éramos tercos, no sensatos.
Estiró la espalda para enderezarse y cazar sus labios con los propios, tenían un compartimento para ellos dos, habían reconocido el perímetro y parecía seguro, asi que podían “descansar” un rato y la bruja sabía que si la buscaban para convertirla en el recipiente de ese poder oscuro, no podía tener mejor aliado que Talos en ese instante, al menos hasta que consiguiera llegar a donde estuvieran sus padres, que para ella eran invencibles.
— Tengo ganas de ver cómo te queda el traje…mi madre es la hija del rey de España, yo soy su nieta y mi hermano va a ser rey, no puedes ir así a su coronación…— sonrió mientras deslizaba las manos por la camisa tirando de los cordones para aflojar el cuello de la misma. Esa era otra de las historias que quedarían para siempre en el libro de las leyendas de los Cannif: Einar rey de España. El destino a veces era un chiste.
Talos- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 21/03/2018
Re: Luz del Norte (privado)
Humedecí mis labios relamiéndome tras su beso húmedo, sus palabras acariciaban mi boca incapaces de borrar aquella sonrisa socarrona que me gastaba.
-Así que lo que me estas diciendo es que eres una princesa -musité volviendo a adueñarme de sus belfos.
Sus dedos se enredaron en el pelo de mi nuca tirando de mi hacía ella mientras se esforzaba por batallar con los botones de mi camisa para quitármela, yo no perdí el tiempo, la princesita iba demasiado vestida para mi gusto.
-Ummm -deslicé mis labios por su cuello dejando un reguero de besos y mordiscos que la hicieron reír -Yo también soy un "Principe" -le recordé, claro que nunca me había criado como tal, ni heredaría nada mas allá de muchas batallas que librar -¿eso me da mas estatus delante de tu padre? -pregunté dejando un mordisco en su hombro -¿o que haya tratado de matarte me deja sin posibilidades para poder cortejarte princesita?
Algo me decía que su padre no iba a ponérmelo fácil y menos si Lucio le hablaba de mis logros en Paris.
-Al menos tiendo a ser encantador con las madres -tiró de mi pelo para que la mirara.
-Mi madre es pirata.
Le di un azote en el trasero tirando de ella para subirla sobre mi.
-Niña mala ¿no has dicho que era una reina? ¿me mientes princesita? eso no es propio de tu clase -bromeé riéndonos ambos, tomándonos así un pequeño descanso en ese estado paranoico que arrastrábamos desde que empezamos este viaje.
Los cristales del camarote se llenaron de vaho, la temperatura del vagón ascendía con el roce de nuestros cuerpos, las paredes se empaparon de nuestros gruñidos, de nuestros jadeos silenciados contra los labios del otro mientras nos devorábamos con los ojos.*
-Así que lo que me estas diciendo es que eres una princesa -musité volviendo a adueñarme de sus belfos.
Sus dedos se enredaron en el pelo de mi nuca tirando de mi hacía ella mientras se esforzaba por batallar con los botones de mi camisa para quitármela, yo no perdí el tiempo, la princesita iba demasiado vestida para mi gusto.
-Ummm -deslicé mis labios por su cuello dejando un reguero de besos y mordiscos que la hicieron reír -Yo también soy un "Principe" -le recordé, claro que nunca me había criado como tal, ni heredaría nada mas allá de muchas batallas que librar -¿eso me da mas estatus delante de tu padre? -pregunté dejando un mordisco en su hombro -¿o que haya tratado de matarte me deja sin posibilidades para poder cortejarte princesita?
Algo me decía que su padre no iba a ponérmelo fácil y menos si Lucio le hablaba de mis logros en Paris.
-Al menos tiendo a ser encantador con las madres -tiró de mi pelo para que la mirara.
-Mi madre es pirata.
Le di un azote en el trasero tirando de ella para subirla sobre mi.
-Niña mala ¿no has dicho que era una reina? ¿me mientes princesita? eso no es propio de tu clase -bromeé riéndonos ambos, tomándonos así un pequeño descanso en ese estado paranoico que arrastrábamos desde que empezamos este viaje.
Los cristales del camarote se llenaron de vaho, la temperatura del vagón ascendía con el roce de nuestros cuerpos, las paredes se empaparon de nuestros gruñidos, de nuestros jadeos silenciados contra los labios del otro mientras nos devorábamos con los ojos.*
Shelby Morgan- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 13/03/2018
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