Changement de plans || Fleur, Alain

por **Howl** Vie Mar 30, 2018 12:57 am

Recuerdo del primer mensaje :

El acuerdo funcionaba. Howl andaba carta va, carta viene con Mademoiselle Fleur du Bouëxic de Guich día por medio como habían quedado. Y, tal como le había mencionado en una de las misivas, le entusiasmaba —si era la palabra— la situación. Le gustaba recibir cartas de ella, hablar con ella aunque fuera a distancia era mejor que no hablar nada en absoluto. Además, habían podido concertar una cita para verse en persona en la cabaña del bosque.

Pero cuando aquel día en el que tocaba carta, ésta faltó de parte de Fleur, Howl se preocupó. no sólo porque la respuesta no llegó, sino también —o especialmente— porque tuvo un mal presentimiento acerca de ello. Con la idea de que Fleur podría estar en problemas o directamente en riesgo, decidió cerrar la tienda e ir a la mansión para ver qué había ocurrido. Se apresuró cuanto pudo, así que arribó bastante rápido, a caballo. Aunque no fue hasta la entrada, frenó antes cuando, a cierta distancia, detectó un carruaje allí detenido, así como también una cabellera colorada que identificó como la de Marion, la hermana de Fleur. Ésta subió al carruaje.

Sabía que adonde iba Marion iba Fleur, al menos la mayoría de las veces, las mellizas estaban siempre juntas así que esperó ver a Fleur después de ella y, aunque todavía no lo había hecho, inevitablemente empezó a preguntarse adónde iba su querida flor, que no le había escrito de vuelta. Sobre todo cuando vio a un sirviente subir unas maletas. Aquello indicaba que no estaban camino al centro de París precisamente. La intriga creció, todavía no era el día en que Fleur viajaría hacia el campo.

Más grande aún fue la extrañeza cuando, en lugar de a Fleur, fue a otro pelirrojo a quien vio detrás de Marion caminando en dirección al coche.

—¿Y ese quién es? —murmuró para sí mismo mientras jalaba un poco las riendas del caballo, que estaba inquieto.

por **Howl** Sáb Mar 31, 2018 11:49 pm

Howl no se quedó tranquilo. Había dejado a Fleur a varios minutos del château por cuestiones de seguridad, pero no olvidaba que ella estaba afiebrada y que había sufrido recientemente un desmayo (otro). Con el tiempo, la pregunta de si habría llegado a la casa comenzó a molestar más y más dentro de su cabeza, pero ¿cómo podía responderla, si no tenía permitido siquiera asomar las narices por el château? Incluso enviarle una misiva era peligroso porque no era el día en que tocaba, además si estaba enferma la recibiría cualquier otra persona menos ella. ¿Y adónde contestaría ella, de todos modos? La cabaña no tenía una dirección, tampoco él quería que supieran que estaba ahí. Lo mejor era ir él mismo en persona, aunque fuera riesgoso.

Lo hizo por la noche, pues la luna todavía no estaba llena. Tomó el caballo y cabalgó hasta las inmediaciones del château con intenciones de ver algo, y así fue. Había un carruaje en la puerta en el que subió Gertrude a toda prisa. ¿Quizá ella tenía noticias? ¿Adónde iba tan apremiada, de todas formas? Howl le pegó suavemente al caballo para que arrancara la marcha. Siguió entonces al carruaje hasta que, en una parte absolutamente solitaria del camino, cruzó el caballo por delante de los del coche para frenarlo. Los animales se sobresaltaron, clavándose en el suelo de pronto.

—¡¿Pero qué hace?! —gritó Gertrude, asustada pues debió confundirlo con un malhechor—. ¿Usted?... —dijo cuando lo reconoció—. ¿Qué hace aquí? Muévase, por favor, llevo prisa. Mademoiselle Fleur no se encuentra bien.

—¿Cómo que no? —preguntó Howl de inmediato, preocupado. ¿Habría empeorado la fiebre?—. ¿Qué sucedió?

—Hubo una discusión en la casa, dado que mademoiselle Fleur salió demasiado temprano, su hermano la golp… Oh, bueno, no es de su incumbencia —dijo Gertrude cuando se dio cuenta de que estaba hablando de más—. Mueva el caballo, por favor, voy en busca del médico.

—¡¿Que su hermano qué?! Hijo de... —dijo Howl, asombrado e inmediatamente iracundo ante lo que acababa de oír. Aunque Gertrude no hubiera concluido la oración, estaba claro lo que había ocurrido. No pudo evitar sentir cierta culpa, pues si Fleur había salido “demasiado temprano”, fue para verlo a él—. ¿El médico? ¿Tan mal está? —añadió, desesperado. Por mucha bronca que tuviera con el hermano de Fleur en ese momento, la prioridad era el bienestar de ella.

—Él la evaluará. Ahora lo siento, debo partir, cada minuto que pasa es un minuto más de sufrimiento para mademoiselle Fleur —dijo la criada, consternada.

Howl apartó el caballo, dejando pasar el carruaje.

—Manténgame informado —fue todo lo que pudo decir, impotente.

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