AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No hay manera இ
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No hay manera இ
Desde que volvieron de París había tenido mucho trabajo, era ausentarse unos días y aumentar la pila de papeles hasta el infinito. Los habitantes de Akershus habían estado centrados en algunas escaramuzas que Randulf había perpetrado contra ellos en varias ocasiones, Ulf había estado muy ocupado defendiendo la bandera del norte libre y ellos al regresar no tuvieron ni un segundo de descanso. Eran las ocho, llevaba en pie más de 15 horas y el cerebro parecía estallarle, así que cerró la carpeta con los balances y trámites comerciales y se dirigió a la habitación, quería tomar un baño, estaba tensa. Seguro que Höor regresaría también molido. El agua estaba caliente y la habitación caldeada, metió un pie primero y después el otro, pero sin saber cómo, resbaló y se dio con la cabeza contra el borde de la tina. Se agarró como pudo, pero notaba como las fuerzas se le iban y su cabeza daba vueltas, fundiéndose a negro… no, no, no…!! Si se desmayaba se ahogaría. La Almirante Morgan muerta por ahogarse en la bañera, que muerte más ridícula por Dios!!!.*
Desde las primeras luces del alba llevaba en pie, tras mi ausencia y pese a que Ulf se había ocupado de mantener Akershus a salvo de las innumerable escaramuzas de Randulf, quedaba mucho trabajo por hacer. Malas cosechas, la gente pedía fiestas donde se sacrificaran corderos para que la diosa Freya volviera a sentirse honrada y nos dotara de grano. Muchos eran los jóvenes que entrenaban a diario para formar parte del ejercito, pero el acero de nuevo empezaba a escasear y las forjas del norte hacían lo que podían pero no daban abasto. Ademas Randulf había destruido algunas aldeas fieles a nosotros, así que Akershus acogía a gente con costumbres distintas que en ocasiones creaban algunos conflictos. Pase todo el día solucionando conflictos y cuando cayó la noche, volví a mi cámara en busca de algo de calor.
Entre aflojando las cinchas fijando mi mirada en la camisola que Dani había dejado caer en el suelo, mi sonrisa se ladeó, hoy la pirata estaba juguetona. Seguí el camino de ropa hasta el baño mas que decidido a cobrarme mi merecido descanso entre sus piernas.
-Ya estoy aquí pira...-dije abriendo la puerta
Di un salto al ver como su cabeza estaba hundida bajo el agua, sus brazos escurrían por la tina y sus ojos estaban completamente cerrados.Me lancé tomándola por debajo de los brazos sacando su cabeza del agua y sin pensarlo metí la zurda cogiéndola en vilo para posarla en el suelo.
-Vamos Dani joder -pedí alzando su rostro y llevando mis labios contra los suyos para meter aire. Mis dos manos fueron debajo de su pecho presionándolo una y otra vez, repetí la maniobra con mi cuerpo tenso, pidiendo a Freya que no me dejara sin ella.*
La inglesa estaba semiinconsciente y cuando Höor la sacó del agua insuflándole aire y haciéndole el masaje cardiaco, volvió en si, tosiendo y boqueando con desesperación, expulsó el agua de los pulmones y se volteó vomitándola y colocando una mano en el suelo, tratando de levantarse, pero cambió de idea y se quedó tumbada con los ojos llorosos, tratando sólo de hacer acopio de oxígeno. La sangre teñía la bañera igual que el suelo, manaba de su sien donde se había abierto la carne en una estúpida caída.
— Höor… no sé qué… Höor…— alargó la mano y se agarró a él, sin ni siquiera saber dónde, estaba asustada porque de haber tardado tres minutos más, ahora mismo podría estar muerta de la forma más imbécil de la historia. Había sobrevivido a Tromsø, a Trondheim, a ocho años de piratería, a dos pestes…y había estado a punto de palmarla en una puta bañera.*
Mi pecho subía y bajaba preso del pánico que acaba de sentir, era algo irónico, era capaz de enfrentar a las bestias de Randulf con valor, pero perderla era algo que podía derrumbarme.
Llevé mi diestra a su nuca, mis dedos se tiñeron de carmesí mientras nuestras frentes se pegaban exhalando e inhalando el aire que expulsaba el otro.
-Ya esta -susurré para calmarla -ya esta.
Permanecimos en silencio, mirándonos como cíclopes una porción de tiempo. Mas tranquilo cogí la toalla y cubrí su cuerpo con ella elevando su cuerpo entre mis brazos. Sin apartar mis tormentas de sus mares caminé hacia el lecho depositando allí el húmedo cuerpo de la pirata.
-¿estas bien? Voy a por un poco de ron.
Tenía que darle algún punto de sutura.*
Asintió aunque “bien” no era la palabra, estaba realmente afectada por lo que acababa de suceder. Todavía no podía creerse que el fin de Danielle Morgan fuera tan vergonzoso. Siempre pensó que o bien caería en alguna batalla en alta mar, en una pelea de puerto, o se haría vieja en una isla del Caribe bajo un cocotero. Desde que llegó a Akershus, su destino era incierto, pero desde luego no se había imaginado acabar así. Se secó y se puso la camisa por encima para no pasar frío, metiendo las piernas bajo las mantas y sujetando la toalla presionada contra la sien. Cuando Höor entró de nuevo en el cuarto lo miró ya más tranquila.
— Me resbalé, no sé cómo…he usado esa bañera cientos de veces…Por un segundo he pensado que sería la vergüenza de Akershus. No es que yo crea en el Valhalla, pero esto hubiera sido la mayor de mis deshonras. Si no llegas a entrar a tiempo… dios. Prefiero no pensarlo.*
Última edición por Danielle Morgan el Lun Abr 30, 2018 12:02 pm, editado 1 vez
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: No hay manera இ
Mordí el corcho de la botella escupiéndolo a un lado para pasársela a la pirata sentándome a su lado al borde de la cama.
-Estamos cansados Dani, llevamos mas de 15 horas en pie, sin parar, lo extraño es que no nos haya pasado antes.- Intenté quitarle importancia, sabía lo que era estar al borde de la muerte, enfrentar a Hela, como se te retorcía el alma, no quería eso para la pirata.
-Puedes decir que has sobrevivido a Randulf, a dos pestes, a no se cuantos años como pirata -bromeé ladeando la sonrisa en tono jocoso -y a la bañera de Hoor Cannif.- Tome la botella y le di un buen trago.
-No deja de sangrar -aseguré apartando la toalla para fijarme bien en la herida -te quedará una cicatriz muy sexy pirata.
Busque sus labios depositando un beso húmedo con sabor a ron antes de ponerme en pie para ir a por la aguja y el hilo.*
— seguro que hay un infierno especial para los idiotas que mueren resbalando en una bañera.— Trató de bromear, pero había estado muy cerca. Levantó la toalla dejando el corte a la vista y le dio un buen tiento a la botella para relajar un poco los nervios.— Ha estado cerca Höor, con la peste… de alguna forma pensaba que podía pasar pero esto fue muy inesperado. En fin, tus dioses han decidido que aún no tienes suficiente castigo en tu vida y te han enviado a salvarme para que siga azotándote con mi terrible carácter inglés.— Se estuvo quieta mientras le daba los puntos, que aunque dolían, no eran ni de lejos un dolor insoportable.*
-Los dioses han decidido torturarme con una mujer sexy -bromeé centrando mi mirada en la herida mientras hundía la punta de la aguja en la carne y dejaba el hilo correr una y otra vez. Una vez terminé lleve mis labios a la pequeña maroma mordiéndola hasta sajarla.
-Hela me tiene el primero de la lista, no te preocupes pirata, no es aun tu hora, ademas estas al lado del heroe.- Recordé la canción que cantamos borrachos en la taberna la noche que me encontré a Hela y me eché a reír canturreándola un poco.
-No es lo mismo sin el coro -bromeé haciéndola reir para quitar hierro a ese incidente que se quedaría en unos días, pasado el susto, en anécdota.*
Dieron buena cuenta de la botella de ron hasta que la rubia consiguió relajarse entre los brazos del noruego.
— … di amén, véanlo otra vez, dulce y victorioso y en todo saca un diez…jajajaja.— acabó haciéndole un coro de la canción, no pudo evitar recordar ese momento de relax que fue un verdadero desacato pero se divirtieron mucho.— Si me hubiera desnucado en esa bañera…no sé qué me esperaría al otro lado. Tú crees en el Valhalla, a mi me educaron en una fe en la que no creo. Realmente no sé si hay algo al otro lado. Quizás tiene que ver con mi forma de vivir como si no hubiera mañana, pero desde hace tiempo que pienso que sí hay un mañana contigo y hoy casi lo pierdo. Lo cierto es que no me ha gustado nada la experiencia.*
Dani apoyada en mi pecho miraba la lumbre que prendida calentaba nuestros cuerpos, con la diestra iba bebiendo de la botella, la zurda la tenia entrelazada a los dedos de la pirata que nerviosos jugaban con la callosa palma de mi mano. Entendía lo que decía, yo vivía el día pensado que bien podía ser el último, lo peor es que hasta conocerla, bueno no exactamente hasta conocerla, si no mas bien hasta hace poco, lo que mas me jodía era pensar que podía dejar a mis hijos solos, pero ahora...era mas egoísta, junto a ella empezaba a vislumbrar un futuro, y pensar que podría quebrarse me hacia sentir extraño.
-Últimamente me cuesta mas enfrentar a Hela -lo dejé ahí porque mi capacidad por abrirme y mostrar mis debilidades era algo para mi complicado -¿entonces que serán nuestros hijos? -pregunté ladeando la sonrisa en tono jocoso, había hablado de que creía en Dios, aunque en parte no del todo pues jamas lo había visto, si tuviéramos hijos ¿querría fueran cristianos?*
Enarcó una ceja porque daba por hecho que iban a tener descendencia.— ¿es que no tienes suficientes hijos? A veces creo que en verdad quieres formar tu ejército personal a base de llenar el mundo de Cannifs.— obviamente bromeaba, todos los niños Cannif tenían su encanto cada cual a su modo.— no lo sé, ni siquiera sé en qué creo yo o si creo en algo. Mi mente es demasiado racional para creer en cosas que no veo, aunque aquí estoy viendo muchas que me han dejado estupefacta. Así que supongo que lo lógico es que un norteño crea en sus dioses norteños y si después decide no creer, siempre puede hacerlo.— la lógica siempre imperaba en la almirante, le costaba apartarse de la senda de lo racional.— No sé si sería una buena madre, ni siquiera sé si sería una buena esposa, para Henry no lo fui, claro que él tampoco fue el mejor marido del mundo, creo que no cuenta como ejemplo.*
-¿me estas poniendo excusas pirata? -pregunté dando un profundo trago. Ese era el motivo por el que no me abría, porque Dani tenía el don de esquivarme aterrada. -No te he pedido nada, se lo que piensas sobre las ataduras, eres una pirata y yo un bárbaro, lo tengo asumido.
Las murallas se alzaban, ladeé la sonrisa pasándole la botella mas que dispuesto a cambiar de tema.-Hay que decir que tu dios es un tanto penas, no hay por donde cogerlo, manda a su hijo para que salve a la humanidad y lo hace dejando que lo crucifiquen en una cruz y lo maten a hostias. no tiene sentido ¿te imaginas a Odin mandando aquí a Thor? nos mataría a todos a martillazos en un arranque -bromeé.*
—Hasta que lo pusiera firmes y lo mandase a fregar la cubierta del Inferno. A ver si atrevía a rechistarme.— Sonrió dándole otro trago. Su reticencia a ser madre no se debía a su estilo de vida únicamente o a que él fuera un bárbaro. Se debía a muchas cosas más, a sus propias inseguridades, a que su futuro había sido incierto y sólo ahora empezaba a valorar lo que era un hogar y no tenía ni idea de cómo construir uno de verdad.— Pero al menos… tenemos la Navidad.— se acurrucó contra él. No podía olvidar que todo empezó en esa señalada fecha, cuando por fin bajaron los escudos y decidieron enfrentar lo que sentían, dejándose llevar.— Si tengo que dar las gracias por algo, es por mi regalo de navidad.— abrazó su cintura y cerró los ojos expulsando el aire despacio. Había estado cerca esta vez. Bueno, lo mejor era no pensarlo y tan sólo aprender de este bache, que debía valorar más lo que tenía hoy por si no había mañana. Elevó la barbilla mirándolo con aquellos inmensos ojos azules como océanos.— ¿me das un beso?*
Llevé mis labios atrapando los ajenos, deslicé mi lengua por la cálida y húmeda cavidad de su boca y entre caricias, miradas cómplices y susurros acabamos bajo las mantas. Aquella noche no pasó nada, nada mas allá de eso, de mostrar que para mi ella era importante, que este instante me bastaba. Había estado cerca de perderla y no quería que eso sucediera pues no imaginaba ya mi vida sin ella. Decían que me caracterizaba por ser capaz de ponerme en pie aunque ningún humano podría hacerlo, creo que en esta ocasión, la caída seria tan dura que no estaba seguro de conseguirlo, por eso tenía miedo, porque Dani sin saberlo podía dañarme mas que Randulf.
Ambos acabamos dormidos, enredados piel con piel, con las piernas y los brazos trepando cual enredaderas por nuestros cuerpos.*
-Estamos cansados Dani, llevamos mas de 15 horas en pie, sin parar, lo extraño es que no nos haya pasado antes.- Intenté quitarle importancia, sabía lo que era estar al borde de la muerte, enfrentar a Hela, como se te retorcía el alma, no quería eso para la pirata.
-Puedes decir que has sobrevivido a Randulf, a dos pestes, a no se cuantos años como pirata -bromeé ladeando la sonrisa en tono jocoso -y a la bañera de Hoor Cannif.- Tome la botella y le di un buen trago.
-No deja de sangrar -aseguré apartando la toalla para fijarme bien en la herida -te quedará una cicatriz muy sexy pirata.
Busque sus labios depositando un beso húmedo con sabor a ron antes de ponerme en pie para ir a por la aguja y el hilo.*
— seguro que hay un infierno especial para los idiotas que mueren resbalando en una bañera.— Trató de bromear, pero había estado muy cerca. Levantó la toalla dejando el corte a la vista y le dio un buen tiento a la botella para relajar un poco los nervios.— Ha estado cerca Höor, con la peste… de alguna forma pensaba que podía pasar pero esto fue muy inesperado. En fin, tus dioses han decidido que aún no tienes suficiente castigo en tu vida y te han enviado a salvarme para que siga azotándote con mi terrible carácter inglés.— Se estuvo quieta mientras le daba los puntos, que aunque dolían, no eran ni de lejos un dolor insoportable.*
-Los dioses han decidido torturarme con una mujer sexy -bromeé centrando mi mirada en la herida mientras hundía la punta de la aguja en la carne y dejaba el hilo correr una y otra vez. Una vez terminé lleve mis labios a la pequeña maroma mordiéndola hasta sajarla.
-Hela me tiene el primero de la lista, no te preocupes pirata, no es aun tu hora, ademas estas al lado del heroe.- Recordé la canción que cantamos borrachos en la taberna la noche que me encontré a Hela y me eché a reír canturreándola un poco.
-No es lo mismo sin el coro -bromeé haciéndola reir para quitar hierro a ese incidente que se quedaría en unos días, pasado el susto, en anécdota.*
Dieron buena cuenta de la botella de ron hasta que la rubia consiguió relajarse entre los brazos del noruego.
— … di amén, véanlo otra vez, dulce y victorioso y en todo saca un diez…jajajaja.— acabó haciéndole un coro de la canción, no pudo evitar recordar ese momento de relax que fue un verdadero desacato pero se divirtieron mucho.— Si me hubiera desnucado en esa bañera…no sé qué me esperaría al otro lado. Tú crees en el Valhalla, a mi me educaron en una fe en la que no creo. Realmente no sé si hay algo al otro lado. Quizás tiene que ver con mi forma de vivir como si no hubiera mañana, pero desde hace tiempo que pienso que sí hay un mañana contigo y hoy casi lo pierdo. Lo cierto es que no me ha gustado nada la experiencia.*
Dani apoyada en mi pecho miraba la lumbre que prendida calentaba nuestros cuerpos, con la diestra iba bebiendo de la botella, la zurda la tenia entrelazada a los dedos de la pirata que nerviosos jugaban con la callosa palma de mi mano. Entendía lo que decía, yo vivía el día pensado que bien podía ser el último, lo peor es que hasta conocerla, bueno no exactamente hasta conocerla, si no mas bien hasta hace poco, lo que mas me jodía era pensar que podía dejar a mis hijos solos, pero ahora...era mas egoísta, junto a ella empezaba a vislumbrar un futuro, y pensar que podría quebrarse me hacia sentir extraño.
-Últimamente me cuesta mas enfrentar a Hela -lo dejé ahí porque mi capacidad por abrirme y mostrar mis debilidades era algo para mi complicado -¿entonces que serán nuestros hijos? -pregunté ladeando la sonrisa en tono jocoso, había hablado de que creía en Dios, aunque en parte no del todo pues jamas lo había visto, si tuviéramos hijos ¿querría fueran cristianos?*
Enarcó una ceja porque daba por hecho que iban a tener descendencia.— ¿es que no tienes suficientes hijos? A veces creo que en verdad quieres formar tu ejército personal a base de llenar el mundo de Cannifs.— obviamente bromeaba, todos los niños Cannif tenían su encanto cada cual a su modo.— no lo sé, ni siquiera sé en qué creo yo o si creo en algo. Mi mente es demasiado racional para creer en cosas que no veo, aunque aquí estoy viendo muchas que me han dejado estupefacta. Así que supongo que lo lógico es que un norteño crea en sus dioses norteños y si después decide no creer, siempre puede hacerlo.— la lógica siempre imperaba en la almirante, le costaba apartarse de la senda de lo racional.— No sé si sería una buena madre, ni siquiera sé si sería una buena esposa, para Henry no lo fui, claro que él tampoco fue el mejor marido del mundo, creo que no cuenta como ejemplo.*
-¿me estas poniendo excusas pirata? -pregunté dando un profundo trago. Ese era el motivo por el que no me abría, porque Dani tenía el don de esquivarme aterrada. -No te he pedido nada, se lo que piensas sobre las ataduras, eres una pirata y yo un bárbaro, lo tengo asumido.
Las murallas se alzaban, ladeé la sonrisa pasándole la botella mas que dispuesto a cambiar de tema.-Hay que decir que tu dios es un tanto penas, no hay por donde cogerlo, manda a su hijo para que salve a la humanidad y lo hace dejando que lo crucifiquen en una cruz y lo maten a hostias. no tiene sentido ¿te imaginas a Odin mandando aquí a Thor? nos mataría a todos a martillazos en un arranque -bromeé.*
—Hasta que lo pusiera firmes y lo mandase a fregar la cubierta del Inferno. A ver si atrevía a rechistarme.— Sonrió dándole otro trago. Su reticencia a ser madre no se debía a su estilo de vida únicamente o a que él fuera un bárbaro. Se debía a muchas cosas más, a sus propias inseguridades, a que su futuro había sido incierto y sólo ahora empezaba a valorar lo que era un hogar y no tenía ni idea de cómo construir uno de verdad.— Pero al menos… tenemos la Navidad.— se acurrucó contra él. No podía olvidar que todo empezó en esa señalada fecha, cuando por fin bajaron los escudos y decidieron enfrentar lo que sentían, dejándose llevar.— Si tengo que dar las gracias por algo, es por mi regalo de navidad.— abrazó su cintura y cerró los ojos expulsando el aire despacio. Había estado cerca esta vez. Bueno, lo mejor era no pensarlo y tan sólo aprender de este bache, que debía valorar más lo que tenía hoy por si no había mañana. Elevó la barbilla mirándolo con aquellos inmensos ojos azules como océanos.— ¿me das un beso?*
Llevé mis labios atrapando los ajenos, deslicé mi lengua por la cálida y húmeda cavidad de su boca y entre caricias, miradas cómplices y susurros acabamos bajo las mantas. Aquella noche no pasó nada, nada mas allá de eso, de mostrar que para mi ella era importante, que este instante me bastaba. Había estado cerca de perderla y no quería que eso sucediera pues no imaginaba ya mi vida sin ella. Decían que me caracterizaba por ser capaz de ponerme en pie aunque ningún humano podría hacerlo, creo que en esta ocasión, la caída seria tan dura que no estaba seguro de conseguirlo, por eso tenía miedo, porque Dani sin saberlo podía dañarme mas que Randulf.
Ambos acabamos dormidos, enredados piel con piel, con las piernas y los brazos trepando cual enredaderas por nuestros cuerpos.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: No hay manera இ
Los primeros rayos del sol entraron por los postigos de la habitación dotando la cámara de luz y golpeando directamente mi cara. Me removí escondiendo mi rostro en el cuello de la pirata y dejé escapar el aire por la nariz quitándome el rebelde pelo corto de esta que parecía dispuesto a complicarme la existencia casi tanto como la pirata. Sin abrir los ojos tiré de su cintura para pegarla mas a mi, esa mañana no me apetecía dejarla ir y aunque tenía por delante un duro día de trabajo, tras casi perderla de la forma mas entupida la noche anterior, me daba cuenta de lo efímera que podía resultar esta relación. Si noche el miedo copaba su mente, esa mañana era a mi a quien golpeaba con la contundencia del mismo martillo de Thor.
Danielle lejos de ser como Giuliana no dejó de ser una pirata, levaba ancla a menudo, con destinos en ocasiones inciertos, y aunque el puerto de Akershus se había convertido en el destino que marcaba su brújula rota, no dejaba de pensar que quizás un día..simplemente algo pasaría y no volvería a ver el Reina Anna surcar las olas entre la bruma rumbo Akershus. El faro siempre la esperaba encendido y creo que en parte también yo, tenía que admitir que odiaba la distancia que se interponía entre ambos cuando de nosotros tiraba la piratería o la guerra. Del mismo modo la guerra corría por mis venas, era el conde, el sobrino de Randulf y las veces que partía con el grueso del ejercito dispuesto a alzar el acero en contra de mi enemigo eran incontables, enfrentaba a Hela ya como si nos conociéramos de antaño y quizás así era.
Sentí sus dedos acariciar mi pelo, enredándose en los mechones como si fueran hebras de hierba fresca. Sus labios me buscaron tibios y mi nariz la acogió en un gesto cálido, cariñoso que distaba mucho de lo que tendía a demostrar.
-Buenos días pirata -musité dejando un mordisco en su inferior antes de atravesar con mi sin hueso la muralla de sus labios como un ariete, dispuesto a emprender un baile de sierpes húmedo y prolongado.
-Tengo que irme -susurró interponiendo su mano entre ella y mi pecho.
-No -pedí atrapando su cintura con mi brazo derecho incapaz esa mañana de dejarla ir.*
Tenía que marcharse porque zarpaban en dos horas hacia Bergen, había varios cargamentos importantes para recoger y llevar a Akershus, pero después de haber estado a punto de perderlo todo tontamente, no quería marcharse de esa cama sin sentir que podía morir tranquila porque estaba satisfecha de todo lo vivido. Se pegó a él acariciando su pelo, besando sus labios y sintiendo el calor ascender por su ombligo. La vida podía ser muy corta, sin eufemismos, lo acababa de comprobar, y desde luego no pensaba salir de esa cuarto sin dejarle claro a Höor que lo quería y lo deseaba, por si no había otro amanecer. Deslizó la mano libre por la espalda surcada de cicatrices del moreno hasta llegar al trasero, duro como roca, que quería apretar con fuerza. Notaba su hombria alzada contra su vientre y separó las piernas para dejarle paso, quería sentirlo tan cerca como fuera posible, perderse entre su piel y gemir su nombre hasta que la razón se desvaneciese junto al miedo a perderlo. Sus cuerpos se fundieron en uno, su sabor invadió cada rincón de la boca de la inglesa y se evaporó con cada gemido que escapó de sus labios. Empezar el día agotada no era buena idea, pero firmaba ya por empezarlos siempre así.
Höor parecía preocupado, lo disimulaba bien, pero ya empezaba a conocer sus gestos, sus reacciones. El susto del dia anterior había sido grande, pero no podían dejar que el miedo dominase su vida. Se tocó brevemente la nuca, donde estaban los puntos.
— seguro que me has cosido como si fuera un colchón…menos mal que no soy una reina y no me miran a ver si estoy perfecta.— Mordisqueó su nariz con un gesto cariñoso y dejó reposar sus ojos color océano en los castaños del conde.— Tendré cuidado. No quiero ir al infierno de la gente que muere de forma ridícula.*
Después de desayunar bajamos juntos por las escaleras que separaban el piso superior, las habitaciones, del resto de la casa y en la puerta nos despedimos con un beso largo y profundo que denotaba las pocas ganas que aquel día tenía de separarme de ella. Entendía mejor que nadie sus ausencias y valoraba que la mayoría de sus viajes no duraban mucho mas de una semana, pero eso no quitaba que durante ese tiempo, simplemente la extrañara ¿podía pedirle mas? La respuesta era clara, no, pues mis ausencias no eran menores cuando el acero me llamaba y por desgracia el peligro nunca dormía y Randulf parecía decidido a tampoco dejarme pegar ojo a mi.
-Ten cuidado -le dije dandole una palmada en sus nalgas y con un guiño de ojo me encaminé hacía el patio de armas, ella perfectamente uniformada hacía el puerto, una misión la esperaba y pronto levaría el ancla del Reina Anna.
Los días fueron pasando, sumido en mis quehaceres no me dio demasiado tiempo a pensar, la menos los días eran así, pero las noches eran frías y no podía evitar rememorar la soledad de otras épocas pasadas que sobre mi planeaban como un fantasma. Supongo que era fácil dar crédito a eso de "me costó olvidarla 19 dias y 500 noches"*
Con las luces del alba y el viento a favor partieron a Bergen pero a mitad trayecto los sorprendió un cambio brusco de viento que trajo lluvia y olas muy altas, que zarandearon a la Reina Ana de mala manera hasta llegar al puerto de destino con 8 horas de retraso sobre lo previsto. Pero el mar era así, se enfadaba cuando quería y nada podían hacer los mortales por aplacarlo, sólo tratar de mantenerse vivos hasta que amainara. En Bergen las cosas no fueron mucho mejor, el negocio de estaño y hierro salió mal, el vendedor se echó atrás y no les devolvió la señal acordada, largándose con la mercancía y el dinero. Desde luego que su nombre estaría en la lista negra de Morgan y se cobraría su venganza, pero por lo pronto no tenían lo que habían ido a buscar. Trató de finalizar otros asuntos y algunos al menos se podían salvar, pero parecía como si las nubes negras la hubieran seguido a puerto. Cabreada y frustrada ordenó regresar a Akershus dos días después y de nuevo atravesaron una tormenta inesperada. ¿Qué cojones le pasaba al dios del trueno? Acaso estaba con gases? El barco amarró en Akershus y Danielle se dirigió al castillo directamente resoplando. Primero aquel resbalón en la bañera, ahora un negocio importante malogrado y dos tormentas duras de sortear. Definitivamente, quería que esa semana se terminase ya.*
Danielle lejos de ser como Giuliana no dejó de ser una pirata, levaba ancla a menudo, con destinos en ocasiones inciertos, y aunque el puerto de Akershus se había convertido en el destino que marcaba su brújula rota, no dejaba de pensar que quizás un día..simplemente algo pasaría y no volvería a ver el Reina Anna surcar las olas entre la bruma rumbo Akershus. El faro siempre la esperaba encendido y creo que en parte también yo, tenía que admitir que odiaba la distancia que se interponía entre ambos cuando de nosotros tiraba la piratería o la guerra. Del mismo modo la guerra corría por mis venas, era el conde, el sobrino de Randulf y las veces que partía con el grueso del ejercito dispuesto a alzar el acero en contra de mi enemigo eran incontables, enfrentaba a Hela ya como si nos conociéramos de antaño y quizás así era.
Sentí sus dedos acariciar mi pelo, enredándose en los mechones como si fueran hebras de hierba fresca. Sus labios me buscaron tibios y mi nariz la acogió en un gesto cálido, cariñoso que distaba mucho de lo que tendía a demostrar.
-Buenos días pirata -musité dejando un mordisco en su inferior antes de atravesar con mi sin hueso la muralla de sus labios como un ariete, dispuesto a emprender un baile de sierpes húmedo y prolongado.
-Tengo que irme -susurró interponiendo su mano entre ella y mi pecho.
-No -pedí atrapando su cintura con mi brazo derecho incapaz esa mañana de dejarla ir.*
Tenía que marcharse porque zarpaban en dos horas hacia Bergen, había varios cargamentos importantes para recoger y llevar a Akershus, pero después de haber estado a punto de perderlo todo tontamente, no quería marcharse de esa cama sin sentir que podía morir tranquila porque estaba satisfecha de todo lo vivido. Se pegó a él acariciando su pelo, besando sus labios y sintiendo el calor ascender por su ombligo. La vida podía ser muy corta, sin eufemismos, lo acababa de comprobar, y desde luego no pensaba salir de esa cuarto sin dejarle claro a Höor que lo quería y lo deseaba, por si no había otro amanecer. Deslizó la mano libre por la espalda surcada de cicatrices del moreno hasta llegar al trasero, duro como roca, que quería apretar con fuerza. Notaba su hombria alzada contra su vientre y separó las piernas para dejarle paso, quería sentirlo tan cerca como fuera posible, perderse entre su piel y gemir su nombre hasta que la razón se desvaneciese junto al miedo a perderlo. Sus cuerpos se fundieron en uno, su sabor invadió cada rincón de la boca de la inglesa y se evaporó con cada gemido que escapó de sus labios. Empezar el día agotada no era buena idea, pero firmaba ya por empezarlos siempre así.
Höor parecía preocupado, lo disimulaba bien, pero ya empezaba a conocer sus gestos, sus reacciones. El susto del dia anterior había sido grande, pero no podían dejar que el miedo dominase su vida. Se tocó brevemente la nuca, donde estaban los puntos.
— seguro que me has cosido como si fuera un colchón…menos mal que no soy una reina y no me miran a ver si estoy perfecta.— Mordisqueó su nariz con un gesto cariñoso y dejó reposar sus ojos color océano en los castaños del conde.— Tendré cuidado. No quiero ir al infierno de la gente que muere de forma ridícula.*
Después de desayunar bajamos juntos por las escaleras que separaban el piso superior, las habitaciones, del resto de la casa y en la puerta nos despedimos con un beso largo y profundo que denotaba las pocas ganas que aquel día tenía de separarme de ella. Entendía mejor que nadie sus ausencias y valoraba que la mayoría de sus viajes no duraban mucho mas de una semana, pero eso no quitaba que durante ese tiempo, simplemente la extrañara ¿podía pedirle mas? La respuesta era clara, no, pues mis ausencias no eran menores cuando el acero me llamaba y por desgracia el peligro nunca dormía y Randulf parecía decidido a tampoco dejarme pegar ojo a mi.
-Ten cuidado -le dije dandole una palmada en sus nalgas y con un guiño de ojo me encaminé hacía el patio de armas, ella perfectamente uniformada hacía el puerto, una misión la esperaba y pronto levaría el ancla del Reina Anna.
Los días fueron pasando, sumido en mis quehaceres no me dio demasiado tiempo a pensar, la menos los días eran así, pero las noches eran frías y no podía evitar rememorar la soledad de otras épocas pasadas que sobre mi planeaban como un fantasma. Supongo que era fácil dar crédito a eso de "me costó olvidarla 19 dias y 500 noches"*
Con las luces del alba y el viento a favor partieron a Bergen pero a mitad trayecto los sorprendió un cambio brusco de viento que trajo lluvia y olas muy altas, que zarandearon a la Reina Ana de mala manera hasta llegar al puerto de destino con 8 horas de retraso sobre lo previsto. Pero el mar era así, se enfadaba cuando quería y nada podían hacer los mortales por aplacarlo, sólo tratar de mantenerse vivos hasta que amainara. En Bergen las cosas no fueron mucho mejor, el negocio de estaño y hierro salió mal, el vendedor se echó atrás y no les devolvió la señal acordada, largándose con la mercancía y el dinero. Desde luego que su nombre estaría en la lista negra de Morgan y se cobraría su venganza, pero por lo pronto no tenían lo que habían ido a buscar. Trató de finalizar otros asuntos y algunos al menos se podían salvar, pero parecía como si las nubes negras la hubieran seguido a puerto. Cabreada y frustrada ordenó regresar a Akershus dos días después y de nuevo atravesaron una tormenta inesperada. ¿Qué cojones le pasaba al dios del trueno? Acaso estaba con gases? El barco amarró en Akershus y Danielle se dirigió al castillo directamente resoplando. Primero aquel resbalón en la bañera, ahora un negocio importante malogrado y dos tormentas duras de sortear. Definitivamente, quería que esa semana se terminase ya.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Re: No hay manera இ
Cuando vi entrar a Dani como un basilisco por los portones de Akershus supe de inmediato que algo había ido mal venía antes de tiempo y si bien era cierto nada mas su barco echo ancla en puerto había sido avisado de su llegada. Al ver la cara que traía supe no apuntaba nada bueno, algo debía haberle salido mal y no llevaba heridas, as que descartaba una batalla. dejé a Ulf encargado de los muchachos y tras ella me adentré en palacio corriendo para darle alcancé antes de que llegara al piso superior.
-¡Hey! -dije deteniéndola al posar mi diestra en su brazo afianzándola -¿que pasa? -pregunté frunciendo sendas cejas allí donde se juntaban -¿y mi beso? -pregunté tratando de relajarla.
Podía haber ido mal, peor estaba, allí, de una pieza y a mi eso me bastaba.
-¿Cogemos una botella, subimos a la habitación y nos tomamos unas horas para los dos?
Tenía trabajo, pero bien sabia que cuando estaba ofuscado relajarme con Dani en la tina me hacía cambiar le humor, así que ella no merecía menos.*
Se detuvo en seco, iba maquinando mil perrerías que iba a hacerle al proveedor que les había levantado el dinero cuando Höor la interceptó.
—¿qué?…ah…— resopló de nuevo y se pasó las manos por la cara acercándose a Höor y dándole un beso cargado de frustración.— Höor… nos han tomado el pelo. No lo vi venir y ahora… bueno, da igual, puedo reponer ese dinero de mi cuenta personal, pero es que nos han robado en las putas narices. Y encima…dos tormentas. ¿Tú no hablas con tus dioses, sobre todo ese del martillo? Pues dile de mi parte que es un cabrón, que se vaya a divertirse a otro lado, que casi no volvemos.— Estaba estresada y malhumorada y ofuscada, así que esa sugerencia le pareció estupenda.— si, por favor, y que sea algo bueno, que para más desgracia el ron que nos pusieron era matarratas, ni si quiera con eso pude tragarme la humillación.*
No pude evitar ladear la sonrisa al escuchar sus palabras, como buen guerrero era consciente de que no siempre se gana y aunque entendía su frustración, agradecía que solo hubiera perdido unas monedas, porque las arcas podían llenarse, la vida era complicada de recuperarse.
En mis manos muchos eran los jóvenes que depositaban sus vidas y por desgracia, no todos volvían a pisar a Akershus, esa era para mi la mayor de las desgracias y aunque todos luchábamos por una justa causa, aunque todos éramos conocedores del riesgo que empuñar el acero entraña, no dejaba de ser frustrante atravesar el porton ,ya fuera con la victoria o con la derrota de nuestro lado pues la carretilla con los difuntos siempre venia a nuestro lado.
-No hay vidas que lamentar Dani, nos has hecho ganar mucho dinero, puedes permitirte hacernos perder un poco.
Besé sus labios antes de encaminarme escaleras abajo ara coger del mueble bar una botella de bourbon y un par de vasos que subí a la habitación.
Al adentrarme por la puerta se le enseñé ladeando la sonrisa.
-Con esto puedes tragar la humillación -bromeé acercándome a ella -¿que es eso de ir por ahí emborrachándote sin mi? -pregunté frunciendo el ceño intentando aguantar la risa.*
—Pfffff…aún no me has visto borracha.— eso era cierto, sólo una noche en la taberna de Akershus en la que les dio por cantar y hacer cantar a todo el mundo, acabó algo contenta pero no solía perder el control. A veces pensaba que eso era un problema, siempre tan racional, tan en su sitio…— ¿Para cuando una buena borrachera? Te juro que la próxima vez que vayas en ese plan, me apunto…aunque acabe hecha una mierda.— Se fue quitando la casaca, que de normal dejaba en un gancho tras la puerta, pero esta vez estaba tan molesta por lo que le había pasado, que la dejó caer de cualquier manera en el suelo, casi con rabia.— Qué ganas tengo de que acabe esta semana…cuidado que las bañeras las carga el diablo.— señaló la tina bromeando porque ya habían tenido un percance. Se metió en ella seguida de Höor y mientras bebían y hablaban, el conde trataba de relajarla con sus labios paseando a lo largo y ancho de su anatomía. Si no fuera por esos momentos, la vida sería una serie de infortunios separados por la nada. Los besos y caricias subieron de intensidad, la bañera apenas acogía a ambos y lograban moverla con su movimiento, hasta el punto de que uno de los candelabros que tenían en la mesita auxiliar, volcó y prendió la casaca de Danielle que estaba en el suelo. Para una vez que no la guardaba en su sitio…*
El olor a quemado me hizo detenerme en seco, con los labios húmedos por recorrer su piel y aun en ellos el sabor de sus besos tomé una bocanada de aire viciada por el humo que empezaba a propagarse ennegrecido por la habitación. Me alcé de un saltó de la tina ayudando a Dani, para que saliera antes de que fuera tarde, teníamos que apagar el fuego o se quemaría toda la cámara.
Al parecer una de las velas del candelabro había caído sobre la casaca que quedaba en el suelo y esta con rapidez había prendido llevando el fuego al mueble de madera maciza que no tardó en prender, así como las mantas y demás útiles cercanos.
Arranqué las cortinas de la ventana para intentar sofocar el fuego, aun no había prendido en exceso y podíamos llegar a tiempo para que no se propagara.
-Dani ponte una toalla en la boca -le ordené levando mi antebrazo a mi nariz para no permitir al humo entrar en ella.
Mojando las cortinas logré apagar lo suficiente como para que Dani pudiera salir de allí, por suerte Ulf desde le patio de armas se había percatado del incendio, así como algunas de las doncellas de palacio y pronto una horda de norteños estaba en la habitación echando agua.*
Empapada y envuelta en una toalla que a todas luces le quedaba pequeña, salió del cuarto tosiendo y boqueando, había tratado de ayudar a Höor a sofocar el incendio, pero aquello había prendido como el fuego que estaban compartiendo antes en esa bañera. Maldijo veinte veces en inglés, porque empezaba a pensar que las casualidades no existían. Cuando todo el revuelo pasó, a Dios gracias que las llamas no se propagaron, tuvieron que quedarse en otra cámara porque esa estaba un poco inservible hasta que cambiaran la madera quemada y restituyeran los cristales rotos. Se sentó en el borde la cama algo abrumada por el alcohol y todo lo ocurrido.
— Höor…creo que me han echado un mal de ojo. Primero lo de la bañera, despues las tormentas, el negocio fallido y ahora el incendio… es como si alguien quisiera matarme o me desease muy mal suerte.*
Tomé asiento a su lado acercándole un vaso con un poco de agua.
-son malas rachas Dani -susurré deslizando mis labios por su cuello para clamarla -solo eso - deposité un beso en sus labios y atrapé su mentón para que me mirara -no permitiré que te pase nada.
Puede que mis palabras restaran importancia a las dichas por ella, mas no me pasaron desapercibida,s el norte estaba lleno de creencias, magia y "el mal de ojo" si no era necesariamente así conocido, existía.
-Iré mañana a hablar con las oráculos, veré el modo de hacer algún sacrificio que otro y si es cierto que los dioses se están cebando contigo por algún infortunio, pediremos perdón a nuestro modo por la ofensa que puedan haber recibido y se acabará ¿de acuerdo?
Yo creía en mis deidades, así que empezaría por lo que creía mas razonable, estos eran seres orgullosos, quizás les había molestado la "navidad" celebrada en sus tierras o cualquier chorrada como que mi "mujer" no creyera en ellos, pero lo solucionaría -y ahora, durmamos un poco.*
-¡Hey! -dije deteniéndola al posar mi diestra en su brazo afianzándola -¿que pasa? -pregunté frunciendo sendas cejas allí donde se juntaban -¿y mi beso? -pregunté tratando de relajarla.
Podía haber ido mal, peor estaba, allí, de una pieza y a mi eso me bastaba.
-¿Cogemos una botella, subimos a la habitación y nos tomamos unas horas para los dos?
Tenía trabajo, pero bien sabia que cuando estaba ofuscado relajarme con Dani en la tina me hacía cambiar le humor, así que ella no merecía menos.*
Se detuvo en seco, iba maquinando mil perrerías que iba a hacerle al proveedor que les había levantado el dinero cuando Höor la interceptó.
—¿qué?…ah…— resopló de nuevo y se pasó las manos por la cara acercándose a Höor y dándole un beso cargado de frustración.— Höor… nos han tomado el pelo. No lo vi venir y ahora… bueno, da igual, puedo reponer ese dinero de mi cuenta personal, pero es que nos han robado en las putas narices. Y encima…dos tormentas. ¿Tú no hablas con tus dioses, sobre todo ese del martillo? Pues dile de mi parte que es un cabrón, que se vaya a divertirse a otro lado, que casi no volvemos.— Estaba estresada y malhumorada y ofuscada, así que esa sugerencia le pareció estupenda.— si, por favor, y que sea algo bueno, que para más desgracia el ron que nos pusieron era matarratas, ni si quiera con eso pude tragarme la humillación.*
No pude evitar ladear la sonrisa al escuchar sus palabras, como buen guerrero era consciente de que no siempre se gana y aunque entendía su frustración, agradecía que solo hubiera perdido unas monedas, porque las arcas podían llenarse, la vida era complicada de recuperarse.
En mis manos muchos eran los jóvenes que depositaban sus vidas y por desgracia, no todos volvían a pisar a Akershus, esa era para mi la mayor de las desgracias y aunque todos luchábamos por una justa causa, aunque todos éramos conocedores del riesgo que empuñar el acero entraña, no dejaba de ser frustrante atravesar el porton ,ya fuera con la victoria o con la derrota de nuestro lado pues la carretilla con los difuntos siempre venia a nuestro lado.
-No hay vidas que lamentar Dani, nos has hecho ganar mucho dinero, puedes permitirte hacernos perder un poco.
Besé sus labios antes de encaminarme escaleras abajo ara coger del mueble bar una botella de bourbon y un par de vasos que subí a la habitación.
Al adentrarme por la puerta se le enseñé ladeando la sonrisa.
-Con esto puedes tragar la humillación -bromeé acercándome a ella -¿que es eso de ir por ahí emborrachándote sin mi? -pregunté frunciendo el ceño intentando aguantar la risa.*
—Pfffff…aún no me has visto borracha.— eso era cierto, sólo una noche en la taberna de Akershus en la que les dio por cantar y hacer cantar a todo el mundo, acabó algo contenta pero no solía perder el control. A veces pensaba que eso era un problema, siempre tan racional, tan en su sitio…— ¿Para cuando una buena borrachera? Te juro que la próxima vez que vayas en ese plan, me apunto…aunque acabe hecha una mierda.— Se fue quitando la casaca, que de normal dejaba en un gancho tras la puerta, pero esta vez estaba tan molesta por lo que le había pasado, que la dejó caer de cualquier manera en el suelo, casi con rabia.— Qué ganas tengo de que acabe esta semana…cuidado que las bañeras las carga el diablo.— señaló la tina bromeando porque ya habían tenido un percance. Se metió en ella seguida de Höor y mientras bebían y hablaban, el conde trataba de relajarla con sus labios paseando a lo largo y ancho de su anatomía. Si no fuera por esos momentos, la vida sería una serie de infortunios separados por la nada. Los besos y caricias subieron de intensidad, la bañera apenas acogía a ambos y lograban moverla con su movimiento, hasta el punto de que uno de los candelabros que tenían en la mesita auxiliar, volcó y prendió la casaca de Danielle que estaba en el suelo. Para una vez que no la guardaba en su sitio…*
El olor a quemado me hizo detenerme en seco, con los labios húmedos por recorrer su piel y aun en ellos el sabor de sus besos tomé una bocanada de aire viciada por el humo que empezaba a propagarse ennegrecido por la habitación. Me alcé de un saltó de la tina ayudando a Dani, para que saliera antes de que fuera tarde, teníamos que apagar el fuego o se quemaría toda la cámara.
Al parecer una de las velas del candelabro había caído sobre la casaca que quedaba en el suelo y esta con rapidez había prendido llevando el fuego al mueble de madera maciza que no tardó en prender, así como las mantas y demás útiles cercanos.
Arranqué las cortinas de la ventana para intentar sofocar el fuego, aun no había prendido en exceso y podíamos llegar a tiempo para que no se propagara.
-Dani ponte una toalla en la boca -le ordené levando mi antebrazo a mi nariz para no permitir al humo entrar en ella.
Mojando las cortinas logré apagar lo suficiente como para que Dani pudiera salir de allí, por suerte Ulf desde le patio de armas se había percatado del incendio, así como algunas de las doncellas de palacio y pronto una horda de norteños estaba en la habitación echando agua.*
Empapada y envuelta en una toalla que a todas luces le quedaba pequeña, salió del cuarto tosiendo y boqueando, había tratado de ayudar a Höor a sofocar el incendio, pero aquello había prendido como el fuego que estaban compartiendo antes en esa bañera. Maldijo veinte veces en inglés, porque empezaba a pensar que las casualidades no existían. Cuando todo el revuelo pasó, a Dios gracias que las llamas no se propagaron, tuvieron que quedarse en otra cámara porque esa estaba un poco inservible hasta que cambiaran la madera quemada y restituyeran los cristales rotos. Se sentó en el borde la cama algo abrumada por el alcohol y todo lo ocurrido.
— Höor…creo que me han echado un mal de ojo. Primero lo de la bañera, despues las tormentas, el negocio fallido y ahora el incendio… es como si alguien quisiera matarme o me desease muy mal suerte.*
Tomé asiento a su lado acercándole un vaso con un poco de agua.
-son malas rachas Dani -susurré deslizando mis labios por su cuello para clamarla -solo eso - deposité un beso en sus labios y atrapé su mentón para que me mirara -no permitiré que te pase nada.
Puede que mis palabras restaran importancia a las dichas por ella, mas no me pasaron desapercibida,s el norte estaba lleno de creencias, magia y "el mal de ojo" si no era necesariamente así conocido, existía.
-Iré mañana a hablar con las oráculos, veré el modo de hacer algún sacrificio que otro y si es cierto que los dioses se están cebando contigo por algún infortunio, pediremos perdón a nuestro modo por la ofensa que puedan haber recibido y se acabará ¿de acuerdo?
Yo creía en mis deidades, así que empezaría por lo que creía mas razonable, estos eran seres orgullosos, quizás les había molestado la "navidad" celebrada en sus tierras o cualquier chorrada como que mi "mujer" no creyera en ellos, pero lo solucionaría -y ahora, durmamos un poco.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: No hay manera இ
Las desgracias se habían sucedido una tras otra llevando a Dani casi a la muerte, no era muy dado a creer en las coincidencias, vivía en un mundo donde la magia, los dioses y nuestro valor se mezclaba como un cóctel. Decidí esa misma mañana dejar a la pirata descansando en la cámara, eso si, vigilada por Atharal que en mi ausencia se encargaría de protegerla y me dirigí directo al templo donde las oráculos de seguro esperaban mi presencia.
En el desfiladero de la montaña, el templo se erguía como una gran edificación tallada en la misma piedra. Una cascada bajaba impetuosa muriendo a los pies del lateral del templo dotando aquel lugar de una belleza inusitada.
Ascendí las escalinatas de piedra dando de frente con unos grandes portones de hierro cincelados con los dioses de nuestro panteón.
A sendos lados unas antorchas lo iluminaban, a estas horas apagadas, golpeé con los puños aquellas puertas que pronto para mi fueron abiertas con un chirrido, al otro lado tres mujeres vestidas de inmaculado blanco, una portaba un cirio entre sus manos.
-Te esperábamos conde -sentenció la dama dándose la vuelta para seguida por su comitiva empezara caminar hacía el interior de la edificación.
Las seguí hasta alcanzar una sala rectangular, la principal del templo, una fuente circular quedaba en el centro llenándose de las aguas puras de la montaña que resbalaban por las paredes de la montaña, allí una dama de negros cabellos, e intensan mirada que emergió completamente desnuda sin apartar de mis ojos su mirada.
Las dos oráculos de cabellos dorados cubrieron de inmediato su desnudez con unas pieles y está, descalza, dejando un reguero de agua con cada pisada se orilló contra mi cuerpo tendiéndome la mano.
Lamí su palma como era habitual antes de comenzar las preguntas mientras la Völva complacida alzaba el mentón esperando.
-Danielle, la pirata Inglesa ha vivido una consecución de desgracias ¿quien conspira contra ella? -inquisitivo esperé respuestas que bien sabía serian cripticas.
-No encontraras conspiración en este mundo -respondió en un murmullo.
-¿entonces? ¿es casualidad?
Negó con la cabeza ladeando la sonrisa.
-Escucha bien Höor Cannif -susurró dibujando con su dedo mi mandíbula, ascendiendo hacia mi oído -No hay conspiración contra Dani en este mundo, mas lo que se avecina caerá sobre Akershus y su salvación pasa por el héroe como de costumbre suele pasar.
-Pero.. -alzó la mano posandola en mis labios -ve, ya he dicho mas de lo que debía.
En el desfiladero de la montaña, el templo se erguía como una gran edificación tallada en la misma piedra. Una cascada bajaba impetuosa muriendo a los pies del lateral del templo dotando aquel lugar de una belleza inusitada.
Ascendí las escalinatas de piedra dando de frente con unos grandes portones de hierro cincelados con los dioses de nuestro panteón.
A sendos lados unas antorchas lo iluminaban, a estas horas apagadas, golpeé con los puños aquellas puertas que pronto para mi fueron abiertas con un chirrido, al otro lado tres mujeres vestidas de inmaculado blanco, una portaba un cirio entre sus manos.
-Te esperábamos conde -sentenció la dama dándose la vuelta para seguida por su comitiva empezara caminar hacía el interior de la edificación.
Las seguí hasta alcanzar una sala rectangular, la principal del templo, una fuente circular quedaba en el centro llenándose de las aguas puras de la montaña que resbalaban por las paredes de la montaña, allí una dama de negros cabellos, e intensan mirada que emergió completamente desnuda sin apartar de mis ojos su mirada.
Las dos oráculos de cabellos dorados cubrieron de inmediato su desnudez con unas pieles y está, descalza, dejando un reguero de agua con cada pisada se orilló contra mi cuerpo tendiéndome la mano.
Lamí su palma como era habitual antes de comenzar las preguntas mientras la Völva complacida alzaba el mentón esperando.
-Danielle, la pirata Inglesa ha vivido una consecución de desgracias ¿quien conspira contra ella? -inquisitivo esperé respuestas que bien sabía serian cripticas.
-No encontraras conspiración en este mundo -respondió en un murmullo.
-¿entonces? ¿es casualidad?
Negó con la cabeza ladeando la sonrisa.
-Escucha bien Höor Cannif -susurró dibujando con su dedo mi mandíbula, ascendiendo hacia mi oído -No hay conspiración contra Dani en este mundo, mas lo que se avecina caerá sobre Akershus y su salvación pasa por el héroe como de costumbre suele pasar.
-Pero.. -alzó la mano posandola en mis labios -ve, ya he dicho mas de lo que debía.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: No hay manera இ
Cuando se despertó la cama estaba vacía y sólo podía abrazar la ausencia de quien había estado a su lado toda la noche, enredados y piel con piel. Estaban siendo unos días extraños, duros, más negativos que de costumbre y se hacía cuesta arriba cualquier dificultad, que de normal no ensombrecía su ánimo. Se vistió con lo primero que halló en el armario, no era su ropa, ya que la que tenía se perdió en el incendio y aún no había podido comprar más casacas que la que llevaba puesta el día anterior y que olía a troll sudado.
Encontró uno de sus viejos vestidos, esos que llevaba cuando naufragó en Akershus y se puso al servicio del conde como institutriz. Era un vestido sencillo y de trabajo, sin encajes ni florituras, pero aún así se sentía extraña, hacía demasiado que no llevaba faldas.
Bajó al comedor y tampoco lo encontró allí, se echó una capa de pieles por encima, ya no se acordaba del frío que se pasaba con faldas, pues las medias de lana sólo llegaban al muslo, y maldiciendo fue en su busca. Le habían indicado que su rumbo se había dirigido hacia el templo de la oráculo, y cuando iba a pedir una montura, algo a lo que le costaría de nuevo acostumbrarse pues con faldas ya no sabía ni andar, Höor traspasó las puertas, regresando de su visita a las mensajeras de los dioses. Su semblante no era muy halagüeño, había aprendido a leer sus pequeños gestos antes de que tratara de compensar con humor las malas noticias. Se quedó en el sitio mirando hacia arriba, con el pelo suelto en las sienes por sendas horquillas.
—¿Qué miras? Ya sé que esto me queda como el culo, pero no es para que pongas esa cara.*
Interpretar los designios de los dioses era algo complicado y como todo mensajero de estos su forma de hablar era críptica, demasiado difícil interpretar aquello que te querían mostrar. En mi cabeza daba vueltas a la frase "no esta en este mundo" pero este solo era uno de los 9 que sujetaba el fresno, quería decir quizás que era asunto de dioses. La pirata no profesaba mi religión, aun así ayudaba a los norteños y respetaba nuestras creencias ¿por que los dioses iba a querer ensañarse con ella? ¿que demonios se me escapaba?.Ladeé la sonrisa situándome frente a ella.
-Estas preciosa, en eso pensaba -mentí atrayendola por la cintura para invadir sus labios con mi lengua tratando de desquitarme de todo lo que durante días había acontecido con ella.
Cuando nos tomamos una pausa, relamí mis labios y pasé mi brazo por su cintura para tirar de ella hacía el interior, prefería hablar con calma lo que había descubierto. Una vez en el gran salón serví sendas copas de whisky acercándole una, mi semblante denotaba que las cosas eran mas complicadas de lo que en principio aparentaban.
-He visitado a las oráculos, no se bien lo que han querido decir, peor si bien es cierto si pareces estar maldita, el responsable de eso no está en este mundo -di un trago ante la cara de estupefacción de la pirata que de seguro pensaba estaba borracho -se que no me crees, peor la tierra solo es uno de los nueve mundos...*
Enarcó una ceja cuando le soltó el bombazo. Maldita por los dioses nórdicos. Afú. ¿Y por qué no por el Grinch? Cierto era que ella no creía en dioses ni en ese tipo de cosas, pero había visto lo suficiente en Akershus para saber que existían muchas cosas incomprensibles a la mente racional.
— Ajá. Maldita por alguien que no está en este mundo. Vaya…podría ser peor. Quien me quiere muerta podrías ser tú en otra realidad como la de Sirius…¿eso es demasiado retorcido? Seguramente sí.— levantó el vaso, con ese humor cínico que la caracterizaba cuando algo realmente la inquietaba. Porque si eso era cierto, estaban jodidos, uno no viajaba al mas allá o a donde quiera que fuese Asgard y demás mundos como el que va y vuelve a Bergen.— ¿no podemos preguntarle a Giuliana? Ella tiene línea directa con los dioses, quizás sepa a quién he molestado tanto. ¿No dice siempre que a los creyentes de otro panteón, no los tocan? pffff… no entiendo nada de todo esto. Lo mío no es la fe, desde luego.*
Tiré de su cintura hasta que quedó entre mis piernas, me había apoyado en la mesa así que podía tratar de infundirle ánimos, luchar contra alguien era mas fácil, estaba acostumbrado pero contra un ente, algo de otra dimensión o mundo era dar palos de ciego.
-Mi madre era oráculo, ella tomaba unos hongos mezclados con una bebida y lograba atravesar el velo, ponerse en contacto con los dioses, quizás si Giuliana me ayuda, pueda descubrir algo mas..la oráculo no ha querido ser mas explicita.
Supongo que todo pasaba por Giuliana ahora mismo, ella ya había ido a Asgar para negociar la fertilidad de Ulf, sabía como hacerlo. Claro que los dioses no te abren el puente si no lo consideran necesitarlo, no sabía lo que podía encontrarme. Besé su frente deslizando pensativo mis dedos pos sus costados.
-Saldremos de esta, te lo prometo.*
En ese momento se sentía vulnerable, porque no sabía quien era su enemigo y tampoco Höor podía atravesarlo con una espada, no había nada peor que la incertidumbre.
—Ahora soy un peligro para todos, puedo provocar incendios, derrumbes o que una horda de castores hambrientos nos devoren cuando dormimos. Creo que lo mejor sería que me quedase encerrada en un lugar donde no alcance a nadie mi maldición.— apoyó la frente contra los labios de Höor y entrelazó alrededor de su cintura donde se juntaban en la espalda, dejando salir el aire despacio. Ni en los barcos, ni en el castillo pues estaban llenos de gente a los que apreciaba y ya tenían suficiente con combatir a Randulf, resistir los envites por mar de los enemigos que ella se había forjado y pelear contra las adversidades normales, como para encima añadir una maldición a su cuenta.— ¿Y si me quedo en la Atalaya? Al menos allí estaré lejos de los niños y de quien pueda salir afectado.*
Encontró uno de sus viejos vestidos, esos que llevaba cuando naufragó en Akershus y se puso al servicio del conde como institutriz. Era un vestido sencillo y de trabajo, sin encajes ni florituras, pero aún así se sentía extraña, hacía demasiado que no llevaba faldas.
Bajó al comedor y tampoco lo encontró allí, se echó una capa de pieles por encima, ya no se acordaba del frío que se pasaba con faldas, pues las medias de lana sólo llegaban al muslo, y maldiciendo fue en su busca. Le habían indicado que su rumbo se había dirigido hacia el templo de la oráculo, y cuando iba a pedir una montura, algo a lo que le costaría de nuevo acostumbrarse pues con faldas ya no sabía ni andar, Höor traspasó las puertas, regresando de su visita a las mensajeras de los dioses. Su semblante no era muy halagüeño, había aprendido a leer sus pequeños gestos antes de que tratara de compensar con humor las malas noticias. Se quedó en el sitio mirando hacia arriba, con el pelo suelto en las sienes por sendas horquillas.
—¿Qué miras? Ya sé que esto me queda como el culo, pero no es para que pongas esa cara.*
Interpretar los designios de los dioses era algo complicado y como todo mensajero de estos su forma de hablar era críptica, demasiado difícil interpretar aquello que te querían mostrar. En mi cabeza daba vueltas a la frase "no esta en este mundo" pero este solo era uno de los 9 que sujetaba el fresno, quería decir quizás que era asunto de dioses. La pirata no profesaba mi religión, aun así ayudaba a los norteños y respetaba nuestras creencias ¿por que los dioses iba a querer ensañarse con ella? ¿que demonios se me escapaba?.Ladeé la sonrisa situándome frente a ella.
-Estas preciosa, en eso pensaba -mentí atrayendola por la cintura para invadir sus labios con mi lengua tratando de desquitarme de todo lo que durante días había acontecido con ella.
Cuando nos tomamos una pausa, relamí mis labios y pasé mi brazo por su cintura para tirar de ella hacía el interior, prefería hablar con calma lo que había descubierto. Una vez en el gran salón serví sendas copas de whisky acercándole una, mi semblante denotaba que las cosas eran mas complicadas de lo que en principio aparentaban.
-He visitado a las oráculos, no se bien lo que han querido decir, peor si bien es cierto si pareces estar maldita, el responsable de eso no está en este mundo -di un trago ante la cara de estupefacción de la pirata que de seguro pensaba estaba borracho -se que no me crees, peor la tierra solo es uno de los nueve mundos...*
Enarcó una ceja cuando le soltó el bombazo. Maldita por los dioses nórdicos. Afú. ¿Y por qué no por el Grinch? Cierto era que ella no creía en dioses ni en ese tipo de cosas, pero había visto lo suficiente en Akershus para saber que existían muchas cosas incomprensibles a la mente racional.
— Ajá. Maldita por alguien que no está en este mundo. Vaya…podría ser peor. Quien me quiere muerta podrías ser tú en otra realidad como la de Sirius…¿eso es demasiado retorcido? Seguramente sí.— levantó el vaso, con ese humor cínico que la caracterizaba cuando algo realmente la inquietaba. Porque si eso era cierto, estaban jodidos, uno no viajaba al mas allá o a donde quiera que fuese Asgard y demás mundos como el que va y vuelve a Bergen.— ¿no podemos preguntarle a Giuliana? Ella tiene línea directa con los dioses, quizás sepa a quién he molestado tanto. ¿No dice siempre que a los creyentes de otro panteón, no los tocan? pffff… no entiendo nada de todo esto. Lo mío no es la fe, desde luego.*
Tiré de su cintura hasta que quedó entre mis piernas, me había apoyado en la mesa así que podía tratar de infundirle ánimos, luchar contra alguien era mas fácil, estaba acostumbrado pero contra un ente, algo de otra dimensión o mundo era dar palos de ciego.
-Mi madre era oráculo, ella tomaba unos hongos mezclados con una bebida y lograba atravesar el velo, ponerse en contacto con los dioses, quizás si Giuliana me ayuda, pueda descubrir algo mas..la oráculo no ha querido ser mas explicita.
Supongo que todo pasaba por Giuliana ahora mismo, ella ya había ido a Asgar para negociar la fertilidad de Ulf, sabía como hacerlo. Claro que los dioses no te abren el puente si no lo consideran necesitarlo, no sabía lo que podía encontrarme. Besé su frente deslizando pensativo mis dedos pos sus costados.
-Saldremos de esta, te lo prometo.*
En ese momento se sentía vulnerable, porque no sabía quien era su enemigo y tampoco Höor podía atravesarlo con una espada, no había nada peor que la incertidumbre.
—Ahora soy un peligro para todos, puedo provocar incendios, derrumbes o que una horda de castores hambrientos nos devoren cuando dormimos. Creo que lo mejor sería que me quedase encerrada en un lugar donde no alcance a nadie mi maldición.— apoyó la frente contra los labios de Höor y entrelazó alrededor de su cintura donde se juntaban en la espalda, dejando salir el aire despacio. Ni en los barcos, ni en el castillo pues estaban llenos de gente a los que apreciaba y ya tenían suficiente con combatir a Randulf, resistir los envites por mar de los enemigos que ella se había forjado y pelear contra las adversidades normales, como para encima añadir una maldición a su cuenta.— ¿Y si me quedo en la Atalaya? Al menos allí estaré lejos de los niños y de quien pueda salir afectado.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Re: No hay manera இ
Deslicé mis dedos por su palma aun con mis labios puestos en su frente mientras trataba de darle vueltas a lo que era lo mejor para Akershus y lo mejor para mi en estos momentos.
-Mandaré preparar para ambos la atalaya -cuando alzó la cabeza para replicar la callé con un beso -no es negociable, no voy a dejarte pasando por esto sola, cuando tuve la peste viniste para cuidarme, somos una pareja y no voy a permitir que te vayas de mi lado ni por una maldición, ni por nada ¿de acuerdo?
Sentadas las bases de ese trato unilateral que no admitía negociación hice llamar a una doncella para que pusiera en conocimiento de los hombres que hacían en la torreta guardia, que Dani y yo nos instalaríamos allí en breve y que debían abandonar su puesto con inmediatez, también pedí que Giuliana y Ulf fueran sin dilación a dicho lugar, teníamos que hablar.*
No podía decir que estuviera de acuerdo, porque no quería que por su culpa Höor sufriese algun episodio absurdo como pisar sus bragas y desnucarse…pero por otro lado se alegraba de que él estuviera allí, la gente de Akershus aún la veían muchas veces como una extranjera que no entendía nada de sus costumbres y que estaba allí distrayendo al conde. A veces sentía que sólo él la entendía o la conocía, Giuliana también era un apoyo, pero estaba dedicada a su familia y no podía reprocharle nada a nadie, era lo que era, una pirata salida del mar que ahora comandaba una flota, pero en general la cabra tira al monte y esperaban que Danielle Morgan acabase por regresar por donde venía.
—Sabes que no estoy de acuerdo, pero yo también sé que no podré alejarte de mi aunque quiera y por otro lado…me alegro de que estés conmigo en este mal trago. Pero mira por donde pisas…no quiero que te mates por tropezarte con mis zapatos o… pffff.*
Nos trasladamos a al Atalaya con lo puesto, unos jóvenes soldados nos trajeron lo necesario para hacer nuestra estancia algo mas cómoda. Alli habían camastros donde algunos soldados pegaban una cabezada tras el cambio de guardia, así como provisiones dispuestas. En principio estaba acondicionada para que pudiéramos hacer vida.
-¿quien iba a decir que íbamos a quedarnos solos en una torre? -bromeé lanzándole un mordisco mientras ponía cara de pervertido -aquí por mucho que grites los niños no nos van a oír -bromeé alzando sendas veces las cejas de forma picara haciéndola reír. Solo quería que aquello no fuera un encarcelamiento y de serlo, pues que la pirata, libre por naturaleza viera si es que lo había un lado bueno.
-¿Crees que se me caerá la verga si te hago el amor esta noche y todas las venideras? -susurre contra sus labios*
—Si se te cae te la tendré que coser… y ya sabes que esta maldición me hace aún peor costurera de lo que soy, así que igual te la coso en la frente.— El humor era lo único que les quedaba en esa situación. Se aseguró de no encender más fuego que el de la chimenea, retiró todos los objetos punzantes, cortantes y contundentes de su alcance y esparció arena donde había algo de humedad, nada de resbalones fortuitos. Si con eso los dejaban tranquilos hasta que encontrasen la forma de afrontar esa pesadilla, lo daba por bueno.— si vas a hacerlo, espero que quien sea que me esté maldiciendo al menos me deje disfrutar de algun orgasmo…que si nos ponemos en el peor de los casos, a ti se te caerá y encima yo no disfrutaré…maldita mala suerte.*
-Probemos suerte -susurré elevándola de las nalgas hasta que su espalda quedó contra la empedrada pared y mi cuerpo se convirtió en cárcel de piel y hueso para ella. Enterré mi lengua con hambre entre sus labios, surcando aquellos mares angostos, serpenteado con su sinhueso como una sierpe en un beso húmedo y apasionado que en mi caso era necesario. Podía no saber a lo que me enfrentaba, pero no solitaria el timón mientras ella no levara ancla.
-Estoy seguro que en estos meses que llevamos juntos no has tenido un día de paz.*
—Algunos hemos tenido.— retiró de la frente de Höor un mechón oscuro recorriendo con las yemas de los dedos su rostro, recordando al menos algunos momentos en los que no había tantas tempestades a las puertas. El primer momento que le venía a la cabeza fue aquella cena en ese restaurante cerca del mar, cuando aún no tenían relación alguna, bailaron, cenaron y vislumbraron un futuro que les dio miedo. Ciertamente la paz no formaba parte de sus vidas a diario, pero cuando conseguían un rato para ellos sin discutir ni lanzarse la vajilla a la cabeza, era como regresar al hogar tras una larga y dura batalla.— si quisiera una vida tranquila ya hace tiempo que me habría mudado a Londres.— repasó el contorno de sus labios con las yemas de los dedos, le gustaba besarlos, le gustaba ver cómo sonreían pero su tacto era lo que más le gustaba, suaves, cálidos y mordisqueables. Recortó la distancia mínima que los separaba de los suyos y lo besó de nuevo, pegándose a su cuerpo, notando su anatomía de forma distinta ya que las telas del vestido no ofrecían la misma cobertura que sus pantalones y casacas.*
Mis tempestades caían furibundas sobre sus dos mares, era cierto habían existido esos momentos, pero eran tan efímeros que era capaz de contarlos con los dedos y quizás por eso les daba mas valor, los recordaba a la perfección ,muchos de ellos de antes de estar juntos, la atalaya donde cuido de mi...el baile en Londres donde casi acabamos besándonos pero que el miedo nos venció de nuevo, la noche de la cosecha en la que la acompañé hasta su barco, el día de la fiesta en la taberna en la que cantamos borrachos y fui incapaz de apartar mi mirada de ella, habían algunos ratos épicos, para recordar y este sería uno mas.
Atajé la distancia para enfrentarme a su boca en un nuevo pulso de lenguas cuando a mi espalda escuché unas palmadas que nos alentaban a continuar.
Dani se deslizó por mi cuerpo la tiempo que yo me giraba buscando al responsable de la irrupción, mi sorpresa llegó cuando por segunda vez en la atalaya veía a la misma mujer de pelo azabache y ojos como pozos que no dudó en clavar en los propios.
-¡Hela!*
-Mandaré preparar para ambos la atalaya -cuando alzó la cabeza para replicar la callé con un beso -no es negociable, no voy a dejarte pasando por esto sola, cuando tuve la peste viniste para cuidarme, somos una pareja y no voy a permitir que te vayas de mi lado ni por una maldición, ni por nada ¿de acuerdo?
Sentadas las bases de ese trato unilateral que no admitía negociación hice llamar a una doncella para que pusiera en conocimiento de los hombres que hacían en la torreta guardia, que Dani y yo nos instalaríamos allí en breve y que debían abandonar su puesto con inmediatez, también pedí que Giuliana y Ulf fueran sin dilación a dicho lugar, teníamos que hablar.*
No podía decir que estuviera de acuerdo, porque no quería que por su culpa Höor sufriese algun episodio absurdo como pisar sus bragas y desnucarse…pero por otro lado se alegraba de que él estuviera allí, la gente de Akershus aún la veían muchas veces como una extranjera que no entendía nada de sus costumbres y que estaba allí distrayendo al conde. A veces sentía que sólo él la entendía o la conocía, Giuliana también era un apoyo, pero estaba dedicada a su familia y no podía reprocharle nada a nadie, era lo que era, una pirata salida del mar que ahora comandaba una flota, pero en general la cabra tira al monte y esperaban que Danielle Morgan acabase por regresar por donde venía.
—Sabes que no estoy de acuerdo, pero yo también sé que no podré alejarte de mi aunque quiera y por otro lado…me alegro de que estés conmigo en este mal trago. Pero mira por donde pisas…no quiero que te mates por tropezarte con mis zapatos o… pffff.*
Nos trasladamos a al Atalaya con lo puesto, unos jóvenes soldados nos trajeron lo necesario para hacer nuestra estancia algo mas cómoda. Alli habían camastros donde algunos soldados pegaban una cabezada tras el cambio de guardia, así como provisiones dispuestas. En principio estaba acondicionada para que pudiéramos hacer vida.
-¿quien iba a decir que íbamos a quedarnos solos en una torre? -bromeé lanzándole un mordisco mientras ponía cara de pervertido -aquí por mucho que grites los niños no nos van a oír -bromeé alzando sendas veces las cejas de forma picara haciéndola reír. Solo quería que aquello no fuera un encarcelamiento y de serlo, pues que la pirata, libre por naturaleza viera si es que lo había un lado bueno.
-¿Crees que se me caerá la verga si te hago el amor esta noche y todas las venideras? -susurre contra sus labios*
—Si se te cae te la tendré que coser… y ya sabes que esta maldición me hace aún peor costurera de lo que soy, así que igual te la coso en la frente.— El humor era lo único que les quedaba en esa situación. Se aseguró de no encender más fuego que el de la chimenea, retiró todos los objetos punzantes, cortantes y contundentes de su alcance y esparció arena donde había algo de humedad, nada de resbalones fortuitos. Si con eso los dejaban tranquilos hasta que encontrasen la forma de afrontar esa pesadilla, lo daba por bueno.— si vas a hacerlo, espero que quien sea que me esté maldiciendo al menos me deje disfrutar de algun orgasmo…que si nos ponemos en el peor de los casos, a ti se te caerá y encima yo no disfrutaré…maldita mala suerte.*
-Probemos suerte -susurré elevándola de las nalgas hasta que su espalda quedó contra la empedrada pared y mi cuerpo se convirtió en cárcel de piel y hueso para ella. Enterré mi lengua con hambre entre sus labios, surcando aquellos mares angostos, serpenteado con su sinhueso como una sierpe en un beso húmedo y apasionado que en mi caso era necesario. Podía no saber a lo que me enfrentaba, pero no solitaria el timón mientras ella no levara ancla.
-Estoy seguro que en estos meses que llevamos juntos no has tenido un día de paz.*
—Algunos hemos tenido.— retiró de la frente de Höor un mechón oscuro recorriendo con las yemas de los dedos su rostro, recordando al menos algunos momentos en los que no había tantas tempestades a las puertas. El primer momento que le venía a la cabeza fue aquella cena en ese restaurante cerca del mar, cuando aún no tenían relación alguna, bailaron, cenaron y vislumbraron un futuro que les dio miedo. Ciertamente la paz no formaba parte de sus vidas a diario, pero cuando conseguían un rato para ellos sin discutir ni lanzarse la vajilla a la cabeza, era como regresar al hogar tras una larga y dura batalla.— si quisiera una vida tranquila ya hace tiempo que me habría mudado a Londres.— repasó el contorno de sus labios con las yemas de los dedos, le gustaba besarlos, le gustaba ver cómo sonreían pero su tacto era lo que más le gustaba, suaves, cálidos y mordisqueables. Recortó la distancia mínima que los separaba de los suyos y lo besó de nuevo, pegándose a su cuerpo, notando su anatomía de forma distinta ya que las telas del vestido no ofrecían la misma cobertura que sus pantalones y casacas.*
Mis tempestades caían furibundas sobre sus dos mares, era cierto habían existido esos momentos, pero eran tan efímeros que era capaz de contarlos con los dedos y quizás por eso les daba mas valor, los recordaba a la perfección ,muchos de ellos de antes de estar juntos, la atalaya donde cuido de mi...el baile en Londres donde casi acabamos besándonos pero que el miedo nos venció de nuevo, la noche de la cosecha en la que la acompañé hasta su barco, el día de la fiesta en la taberna en la que cantamos borrachos y fui incapaz de apartar mi mirada de ella, habían algunos ratos épicos, para recordar y este sería uno mas.
Atajé la distancia para enfrentarme a su boca en un nuevo pulso de lenguas cuando a mi espalda escuché unas palmadas que nos alentaban a continuar.
Dani se deslizó por mi cuerpo la tiempo que yo me giraba buscando al responsable de la irrupción, mi sorpresa llegó cuando por segunda vez en la atalaya veía a la misma mujer de pelo azabache y ojos como pozos que no dudó en clavar en los propios.
-¡Hela!*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: No hay manera இ
Habían forjado una relación sustentada en la admiración por el carácter ajeno, por esa fortaleza y carisma que poca gente se atrevía a ostentar porque el liderazgo y el poder comportaba mucha soledad e incomprensión. Era fácil ser una oveja guiada por un pastor, lo complicado era ser el pastor.
Desde luego las cosas nunca eran sencillas para una pareja tan dispar como ellos; la vida los arrastraba a un sinfín de problemas por solucionar, de responsabilidades que acometer y en definitiva a la vorágine de quien es la figura hacia la que todos vuelven los ojos esperando órdenes, sugerencias o inspiración. A todo eso se le sumaba los propios miedos; Höor temía al abandono y adejar expuesto el corazón que ya habia sido pisoteado una vez. Dani se horrorizaba sólo de pensar que un día su libertad fuera aniquilada, y todo aquello por lo que había luchado se viniera abajo con un simple "esto no es para una mujer, inténtalo en otra vida".
Pero a pesar de todo habían bajado los escudos y se habían adentrado de la mano en una tormenta que sólo dos titanes serían capaces de sortear. Él siempre más arriesgado y ella siempre más cautelosa, se complementaba a la par que chocaban.
Maldita por los dioses, condenada a hacer daño involuntariamente o a hacerse daño a ella misma con el consiguiente dolor para Höor. Era un plan fantástico. No podía evitar ser irónica porque el destino se cebaba con quienes ya soportaban muchas cargas. En otro momento hubiera discutido con el conde los pros y contras de que se quedara allí con ella, pero esta vez no iba a hacerlo, prefirió simplemente aceptar las cosas como venían y dejarse llevar. Total... si los dioses la querían muerta, al menos pasaría al otro lado satisfecha para poder dedicarles con ganas una buena peineta.
Dejó escapar su aliento al paso de los labios del bárbaro, su rebelde interior se puso en pie de guerra, como si de una provocación se tratara, les iba a dedicar a los dioses que la hubieran maldecido unos cuantos gemidos de placer, como si de un grito de guerra se tratase. Que supieran hasta en el Valhalla que si iba a morir, no lo haría asustada y miserable, sino peleando en todos los sentidos de su existencia. Tiró de su cabellera negra hacia atrás mordisqueando el cuello y la nuez de Höor, ascendiendo hacia el lóbulo de la oreja y susurrándole y provocándole.
— Voy a hacer que creas en el paraíso aunque sea sólo por unas horas...
Ambos estaban enardecidos y la temperatura subía como un volcán, cuando resonaron unas palmadas en la cámara de la Atalaya y Höor se giró hacia la interrupción llamándola Hela. ¡No jodas! Danielle recobró el apoyo sobre el suelo exasperada, con el ceño fruncido y un buen cabreo. ¿Por qué siempre tenía que pasar algo?
— ¡¡¿ y ahora qué coño pasa?!!.— observó a la diosa y no le pareció gran cosa, la verdad.— ¿Hela? ¿es que no sabes llamar antes de entrar? me cagüen la puta.— estaba fuera de si, harta de todo aquello sin pies ni cabeza y cuando se rebotaba se le ponía la boca de cloaca dejando a un lado la flema inglesa y los modales. Apartó a Höor de un empujon con su cuerpo y se dirigió hacia donde reposaba su casaca y sus armas. Agarró la pistola y apuntó a la mujer. ¿Que era una diosa? genial, enohorabuena. ¿Y qué? ¿acaso pensaba que se postraría de rodillas frente a ella?— ¿Eres tú la que me ha maldecido? contesta bruja.
Desde luego las cosas nunca eran sencillas para una pareja tan dispar como ellos; la vida los arrastraba a un sinfín de problemas por solucionar, de responsabilidades que acometer y en definitiva a la vorágine de quien es la figura hacia la que todos vuelven los ojos esperando órdenes, sugerencias o inspiración. A todo eso se le sumaba los propios miedos; Höor temía al abandono y adejar expuesto el corazón que ya habia sido pisoteado una vez. Dani se horrorizaba sólo de pensar que un día su libertad fuera aniquilada, y todo aquello por lo que había luchado se viniera abajo con un simple "esto no es para una mujer, inténtalo en otra vida".
Pero a pesar de todo habían bajado los escudos y se habían adentrado de la mano en una tormenta que sólo dos titanes serían capaces de sortear. Él siempre más arriesgado y ella siempre más cautelosa, se complementaba a la par que chocaban.
Maldita por los dioses, condenada a hacer daño involuntariamente o a hacerse daño a ella misma con el consiguiente dolor para Höor. Era un plan fantástico. No podía evitar ser irónica porque el destino se cebaba con quienes ya soportaban muchas cargas. En otro momento hubiera discutido con el conde los pros y contras de que se quedara allí con ella, pero esta vez no iba a hacerlo, prefirió simplemente aceptar las cosas como venían y dejarse llevar. Total... si los dioses la querían muerta, al menos pasaría al otro lado satisfecha para poder dedicarles con ganas una buena peineta.
Dejó escapar su aliento al paso de los labios del bárbaro, su rebelde interior se puso en pie de guerra, como si de una provocación se tratara, les iba a dedicar a los dioses que la hubieran maldecido unos cuantos gemidos de placer, como si de un grito de guerra se tratase. Que supieran hasta en el Valhalla que si iba a morir, no lo haría asustada y miserable, sino peleando en todos los sentidos de su existencia. Tiró de su cabellera negra hacia atrás mordisqueando el cuello y la nuez de Höor, ascendiendo hacia el lóbulo de la oreja y susurrándole y provocándole.
— Voy a hacer que creas en el paraíso aunque sea sólo por unas horas...
Ambos estaban enardecidos y la temperatura subía como un volcán, cuando resonaron unas palmadas en la cámara de la Atalaya y Höor se giró hacia la interrupción llamándola Hela. ¡No jodas! Danielle recobró el apoyo sobre el suelo exasperada, con el ceño fruncido y un buen cabreo. ¿Por qué siempre tenía que pasar algo?
— ¡¡¿ y ahora qué coño pasa?!!.— observó a la diosa y no le pareció gran cosa, la verdad.— ¿Hela? ¿es que no sabes llamar antes de entrar? me cagüen la puta.— estaba fuera de si, harta de todo aquello sin pies ni cabeza y cuando se rebotaba se le ponía la boca de cloaca dejando a un lado la flema inglesa y los modales. Apartó a Höor de un empujon con su cuerpo y se dirigió hacia donde reposaba su casaca y sus armas. Agarró la pistola y apuntó a la mujer. ¿Que era una diosa? genial, enohorabuena. ¿Y qué? ¿acaso pensaba que se postraría de rodillas frente a ella?— ¿Eres tú la que me ha maldecido? contesta bruja.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Re: No hay manera இ
Dani era una mujer mucho mas calma y comedida, su carácter ingles lograba darle ese toque de sensatez del que yo carecía, mas en esta ocasión en la que por sus venas corría una maldición impuesta por la misma mujer que a mis espaldas había aparecido irrumpiendo nuestro apasionado encuentro, no se controló y apeándose de mi cintura se fue directa a por su pistolete para apuntar a la diosa directamente a la cabeza.
Me subí los pantalones con premura y me giré caminando hacia la pirata mientras Hela simplemente se reía con total indiferencia.
Mi diestra atrapó el cañón de la pistola mientras mi siniestra acariciaba la cintura de Dani para calmarla, no conseguiríamos nada de esa manera, necesitábamos saber por que había sido maldita.
-¿que quieres Hela? -pregunté mientras acaba de desarmar a la inglesa.
La diosa empezó a caminar por la estancia con su particular sinuoso movimiento de caderas mientras una pérfida sonrisa que trataba de camuflar con una fingida inocencia se dibujaba en su cara.
-Algo sencillo Höor, en esta ocasión no te pido que cruces el puente Bifrost y busques nada para mi, en esta ocasión, lo que quiero lo tengo frente a mis ojos. Dámelo y tu preciosa pirata será libre de toda maldición, viviréis felices, comeréis perdices y dejaré que vuestros hijos me llamen tita Hela ¿que me dices? -dijo con cierta ironía en su voz.
Enarqué una ceja siguiendo su estela ¿demasiado fácil?
-¿que es eso que tienes frente a ti y quieres?
Sus pasos esta vez se detuvieron y virando sobre sus talones su cuerpo se orilló al mío hasta quedar de frente.
-A ti -susurró contra mis labios mientras lazaba mi mentón con uno de sus dedos.
Dani iba a recuperar su arma, cuando Hela se echó a reír.
-No, no de esa manera -aseguró desviando su mirada hacia los mares tempestuosos de la inglesa -es mono, peor prefiero para esos menesteres ir al mundo de los gigantes, ya me comprendes -aseguró arrastrando las palabras mientras con su diestra comparaba el tamaño de la verga humana con la de los gigantes.
-Explícate Hela, no creo te hayas tomado tantas molestias para hablar de tamaños ¿cierto?
Se dio la vuelta dedicándome una mirada por encima del hombro con picardía.
-Tu guerrero siempre tan perspicaz -ironizó de nuevo -No Höor Cannif, vengo a que me concedas algo sencillo, quiero anclarme a ti. -Soltó como una bomba -no te precipites en negar lo evidente, seras mas poderoso, envejecerás mas despacio, mas fuerza, mas rapidez, curaran mejor tus heridas, todo osn ventajas y tu preciosa mujer será libre.
-¿Donde esta le truco? -pregunté frunciendo el ceño, ella era la hija de Loqui dios del caos y del engaños, desde luego que esto tenía truco.
Bueno, nuestros mundos quedaran anclados con nosotros, algo insignificante comparado a l oque te ofrezco.
-No -rugí -no acepto.
Si lo hacia este mundo quedaría abierto a ella y a sus bestias infames, Hel y Midgard prácticamente serian uno y Heimdall no podría hacer nada pues no necesitarían pasa por el puente arco iris.
Me subí los pantalones con premura y me giré caminando hacia la pirata mientras Hela simplemente se reía con total indiferencia.
Mi diestra atrapó el cañón de la pistola mientras mi siniestra acariciaba la cintura de Dani para calmarla, no conseguiríamos nada de esa manera, necesitábamos saber por que había sido maldita.
-¿que quieres Hela? -pregunté mientras acaba de desarmar a la inglesa.
La diosa empezó a caminar por la estancia con su particular sinuoso movimiento de caderas mientras una pérfida sonrisa que trataba de camuflar con una fingida inocencia se dibujaba en su cara.
-Algo sencillo Höor, en esta ocasión no te pido que cruces el puente Bifrost y busques nada para mi, en esta ocasión, lo que quiero lo tengo frente a mis ojos. Dámelo y tu preciosa pirata será libre de toda maldición, viviréis felices, comeréis perdices y dejaré que vuestros hijos me llamen tita Hela ¿que me dices? -dijo con cierta ironía en su voz.
Enarqué una ceja siguiendo su estela ¿demasiado fácil?
-¿que es eso que tienes frente a ti y quieres?
Sus pasos esta vez se detuvieron y virando sobre sus talones su cuerpo se orilló al mío hasta quedar de frente.
-A ti -susurró contra mis labios mientras lazaba mi mentón con uno de sus dedos.
Dani iba a recuperar su arma, cuando Hela se echó a reír.
-No, no de esa manera -aseguró desviando su mirada hacia los mares tempestuosos de la inglesa -es mono, peor prefiero para esos menesteres ir al mundo de los gigantes, ya me comprendes -aseguró arrastrando las palabras mientras con su diestra comparaba el tamaño de la verga humana con la de los gigantes.
-Explícate Hela, no creo te hayas tomado tantas molestias para hablar de tamaños ¿cierto?
Se dio la vuelta dedicándome una mirada por encima del hombro con picardía.
-Tu guerrero siempre tan perspicaz -ironizó de nuevo -No Höor Cannif, vengo a que me concedas algo sencillo, quiero anclarme a ti. -Soltó como una bomba -no te precipites en negar lo evidente, seras mas poderoso, envejecerás mas despacio, mas fuerza, mas rapidez, curaran mejor tus heridas, todo osn ventajas y tu preciosa mujer será libre.
-¿Donde esta le truco? -pregunté frunciendo el ceño, ella era la hija de Loqui dios del caos y del engaños, desde luego que esto tenía truco.
Bueno, nuestros mundos quedaran anclados con nosotros, algo insignificante comparado a l oque te ofrezco.
-No -rugí -no acepto.
Si lo hacia este mundo quedaría abierto a ella y a sus bestias infames, Hel y Midgard prácticamente serian uno y Heimdall no podría hacer nada pues no necesitarían pasa por el puente arco iris.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: No hay manera இ
Danielle no podía creer lo que sus ojos estaban presenciando. Hela aparecía en la atalaya reclamando a Höor para anclarse a su cuerpo mortal y que éste le hiciera de puente para pasearse por el mundo de los humanos. Si mal no entendía, en resumidas cuentas la diosa del inframundo le ofrecía más fuerza, resistencia y longevidad a cambio, y como pequeño detalle no la mataría a ella. Qué considerada...
Su mente racional le gritaba que todo eso debía ser una especie de sueño o pesadilla o algo así, que no podía estar sucediendo en verdad, pero sí, allí estaban, ligeros de ropa con esa mujer paseándose frente a ellos.
Höor negó a Hela su capricho ¡por supuesto que no aceptaba! ¿Desde cuando se negociaba con terroristas o chantajistas? eso nunca. Sintió una punzada de orgullo y un "Jódete, Hela" asomó a su mente. Pero el brillo peligroso de los ojos oscuros de la diosa la hicieron tambalear, si no conseguía lo que quería, no se iba a conformar tan ricamente.
—Lárgate…— apretó la mandíbula mordiendo su impotencia, ella era una diosa, se saldría con la suya quisiera Höor o no quisiera, era cuestión de tiempo que lo hiciera claudicar, esa mujer no dudaría en usar a sus hijos o lo que fuera necesario para convencer al mortal.— ¿Qué más quieres? Ya me has maldecido a mi, déjalo en paz, arpía.
No debía ser muy sabio ni sensato llamar arpía a una diosa, pero es que en ese momento tanto le daba, sólo sabía que Höor estaba contra las cuerdas y que había elegido la opción correcta aunque eso supusiera para ella más desgracias y pruebas que superar. ¿Cómo se mataba un dios? Su mente analítica no dejaba de maquinar, debía haber alguna forma de sacarla del escenario, no podía ser que no tuvieran más elecciones que acatar las normas que ellos imponían…¡si ni siquiera creía en ellos! No tenían derecho a tocarla!
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Re: No hay manera இ
Hela no era una diosa conformista, su sonrisa delataba que esto mas que una batalla perdida solo era una parlamentacion, digamos que ese honor que se merece todo adversario antes de que la sangre bañe los campos.
Dudaba que esto acabara con la desgracia de Dani como único castigo por mi terquedad y como si eso no fuera ya suficiente castigo para un hombre enamorado, no tardaron en llegar a al atalaya los primeros soldados exaltados por lo que a todas todas, parecía la llegada de una nueva epidemia, una que se presentaba en forma de hemorragias, deshidratación, vómitos y hedor.
Mi mirada buscó la de Dani, en ella podía leer un cansancio que me corroía por dentro como una lacra pesada.
Combatía contra Randulf, contra mis propios demonios, contra la responsabilidad de los jóvenes muriendo por una causa que aun siendo justa había ya arrancado muchas vidas y con una relación que si bien era pasional, en ocasiones también era complicada incluso titanica.
Mi gesto ensombrecido tuvo que cambiar ante los míos, caer no me estaba permitido y por eso las ordenes tuvieron que llegar firmes. Hice preparar la atalaya y de nuevo se aislaron a los enfermos, los licanos y vampiros se ocupaban de su cuidado, Giuliana de los medicamentos y Dani de conseguir el dinero para pagarlos. Pero en esta ocasión nada pudo ser controlado ,esta epidemia no venia del mundo terreno, si no del mismo Asgar y de la pataleta de una diosa acostumbrada a salirse con la suya.
Mi terquedad producía muerte, la de gente que conocía, que respetaba, compañeros de armas, sus hijos, esposas...
Pero si lago fue un golpe fue cuando Orn el primero y Niels después enfermaron, velaba su cama, con sus pequeñas manos entre las mías astilladas.
Agotado los miraba, abrirle la puerta de Midgard a Hela era una temeridad, pero perder a mis hijos era algo que no podía soportar.
La puerta se abrió a mis espaldas, cerré los ojos tratando de apretarlos para que no pudiera nadie vislumbrar en ellos que hacía tiempo me había rendido.
Fuera las piras funerarias ardían con los cuerpos de los que morían, Akershus vestía de negro.
Dudaba que esto acabara con la desgracia de Dani como único castigo por mi terquedad y como si eso no fuera ya suficiente castigo para un hombre enamorado, no tardaron en llegar a al atalaya los primeros soldados exaltados por lo que a todas todas, parecía la llegada de una nueva epidemia, una que se presentaba en forma de hemorragias, deshidratación, vómitos y hedor.
Mi mirada buscó la de Dani, en ella podía leer un cansancio que me corroía por dentro como una lacra pesada.
Combatía contra Randulf, contra mis propios demonios, contra la responsabilidad de los jóvenes muriendo por una causa que aun siendo justa había ya arrancado muchas vidas y con una relación que si bien era pasional, en ocasiones también era complicada incluso titanica.
Mi gesto ensombrecido tuvo que cambiar ante los míos, caer no me estaba permitido y por eso las ordenes tuvieron que llegar firmes. Hice preparar la atalaya y de nuevo se aislaron a los enfermos, los licanos y vampiros se ocupaban de su cuidado, Giuliana de los medicamentos y Dani de conseguir el dinero para pagarlos. Pero en esta ocasión nada pudo ser controlado ,esta epidemia no venia del mundo terreno, si no del mismo Asgar y de la pataleta de una diosa acostumbrada a salirse con la suya.
Mi terquedad producía muerte, la de gente que conocía, que respetaba, compañeros de armas, sus hijos, esposas...
Pero si lago fue un golpe fue cuando Orn el primero y Niels después enfermaron, velaba su cama, con sus pequeñas manos entre las mías astilladas.
Agotado los miraba, abrirle la puerta de Midgard a Hela era una temeridad, pero perder a mis hijos era algo que no podía soportar.
La puerta se abrió a mis espaldas, cerré los ojos tratando de apretarlos para que no pudiera nadie vislumbrar en ellos que hacía tiempo me había rendido.
Fuera las piras funerarias ardían con los cuerpos de los que morían, Akershus vestía de negro.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: No hay manera இ
Las fiebres hemorrágicas habían traído la tragedia y la desolación a las puertas de la ciudad. Por si una guerra cruenta no fuera suficiente, la diosa malvada y cruel castigaba al humano por su insolencia y le daba igual sacrificar a diez que a cien.
Trabajaron incansablemente por contenerlo, pero nada se podía hacer cuando alguien se infectaba, ningún remedio parecía funcionar. ¿Dónde estaban los dioses ahora? ¿es que todos hacían oídos sordos a los rezos, las súplicas y los sacrificios? ¿cómo se podía plantear siquiera que un ser superior no cuidase de su rebaño si así los consideraban?
Danielle no estaba para diatribas teológicas, sólo sabía que se agotaban los recursos y la población mermaba, que el sufrimiento y el dolor campaba a sus anchas. Y el mazazo llegó cuando Niels y Orn enfermaron. Höor se pasaba las noches en vela, pero veía menguar su inquebrantable fortaleza cuando veía a sus hijos apagarse. Aciago destino el de un hombre que lo pierde todo. Se acercó en la penumbra y en la quietud y depositó las manos sobre sus cansados hombros, la tez de Niels era de un pálido espectral.
— ¿Y si aceptas el trato con Hela? No dejará a nadie vivo a menos que lo hagas…nadie puede culparte de anteponer el bien de todos ante un destino incierto…Quién sabe qué pasará en el futuro, lo que está claro es que el presente es muy negro, vamos a morir y Akershus quedará desierta y yerma.
Sabía que el peso de sus hombros era demasiado grande, ella no juzgaba las decisiones desesperadas como la que en ese momento debía tomar. Seguramente en su lugar, habría hecho lo mismo, pero decidiera lo que decidiese, lo apoyaría. Eso sí, si había una antesala del Valhalla para los ateos, pediría ver a Hela y escupiría en su cara por hija de perra.*
Cerré los ojos llevando mi diestra a sus piernas para tirar de ella colocándola de frente a mi, no hablé, creo que hasta para eso me faltaban fuerzas, abrazado a ella escuché sus palabras. Entendía lo que decía, Akershus moría, sus gentes morían, mis hijos morían y si no aceptaba pronto el norte seria solo tierra estéril. Aceptar su propuesta era una locura, claro que tenía una finalidad, nada lo hacía porque si. Hela era hija de Loqui, la diosa de Hel, experta en traer el caos, el engaño y si quería anclarse a mi es porque en su mente perversa ya tenía un fin para el mundo de los hombres.
-No tengo opciones -confesé. Alcé la mirada hasta los ojos de Dani mientras esta deslizaba sus dedos por mi oscuro cabello.
-No tengo opciones, pero las buscaré. Hoy he de anclarme a la diosa de Hel, pero no descansaré hasta que Midgard este a salvo.
Como si mis palabras pudiera darme fuerza, las dije en alto, demasiado acostumbrado a aparentar ser fuerte, ya lo hacía hasta frente a ella.*
Paseó los dedos por los mechones oscuros del conde leyendo en sus ojos la desesperación, el desaliento y ese coraje roto como el de un gato panza arriba que sabe que su herida es mortal pero aún así lucha por no demostrar debilidad.
— Encontraremos la solución juntos. Muerto no puedes seguir plantando batalla, vive un día más y quizás podamos derrotar a esa hija del mal.— Abrazó su cabeza contra su pecho soltando el aire despacio. ¿Quién cuidaría del que cuida de todos? Besó su pelo y dejó los labios allí un largo rato infundiéndole algo de fuerza mediante ese acto sencillo, su simple presencia y su abrazo. No estaba en su ADN quedarse ociosa, pensaría y hallaría alguna forma, por descabellada que fuera, para arreglar aquel entuerto, pero Niels y Orn se quedaban sin tiempo, al igual que muchos otros.
— Vamos, iré contigo, nadie más tiene por qué saberlo.— si el pueblo averiguaba que su conde había servido de recipiente para Hela, quizás no se lo perdonasen, con que lo supieran los justos, ya estaba bien.*
Su beso me infundió un poco de aliento, quizás el justo, el que me faltaba para poder ponerme en pie en ese momento. Ni una lagrima había derramado ante tanto caos, no porque no se agolparan en mis ojos si no porque si las dejaba ir aparentaría debilidad, una que no me podía permitir.
Un plan "b" rondaba mi mente, uno que no dije en voz alta, pero si no encontraba la solución para este entuerto, yo mismo y mi espada daría fin a un mundo de caos traigo por la misma diosa de la muerte. Mi final implicaría la salvación del norte, su renacer y nunca creí causa mas justa por la que sacrificar mi vida que esa. Amaba cada palmo de estas tierras, dejaría a mis hijos unas tierras libres de monstruos y tiranos aunque pereciera intentándolo.
Lo peor es que ahora no solo amaba al norte, si no a la mujer que tenía entre mis brazos, esa que había sacrificado una vida que le gustaba como Capitan Morgan por embarcarse conmigo en una causa que a veces pensaba estaba perdida.
Necesitaba a Dani, solo que no se lo decía, era incapaz de abrirme porque si lo hacía me rompería. Ella tenía el poder de hacerme daño y tendía a protegerme con el escudo cuando los sentimientos lo traspasaban como afiladas espadas de acero valquirio.
-Vamos -sentencié como respuesta, la decisión estaba tomada..*
Sabía que Hela se aparecería ante ellos si la convocaban, pero necesitaban un lugar discreto lejos de las miradas de la gente así que lo acompañó hasta el pantalán del puerto y allí mandó al vigía relevarse de su puesto. Entraron en las bodegas de la Reina Ana, encontrando allí un lugar vacío donde sellar ese pacto que conduciría a Höor a un abismo, pero al menos no sería inmediato y la otra opción era la muerte de todos. Entrelazó sus dedos con los del conde, le abrochó el gorjal y besó sus labios. ¿Estaba preparado? no, nadie podía estarlo para algo así, pero mantendría la compostura como si sólo estuvieran cerrado un trato comercial.*
Trabajaron incansablemente por contenerlo, pero nada se podía hacer cuando alguien se infectaba, ningún remedio parecía funcionar. ¿Dónde estaban los dioses ahora? ¿es que todos hacían oídos sordos a los rezos, las súplicas y los sacrificios? ¿cómo se podía plantear siquiera que un ser superior no cuidase de su rebaño si así los consideraban?
Danielle no estaba para diatribas teológicas, sólo sabía que se agotaban los recursos y la población mermaba, que el sufrimiento y el dolor campaba a sus anchas. Y el mazazo llegó cuando Niels y Orn enfermaron. Höor se pasaba las noches en vela, pero veía menguar su inquebrantable fortaleza cuando veía a sus hijos apagarse. Aciago destino el de un hombre que lo pierde todo. Se acercó en la penumbra y en la quietud y depositó las manos sobre sus cansados hombros, la tez de Niels era de un pálido espectral.
— ¿Y si aceptas el trato con Hela? No dejará a nadie vivo a menos que lo hagas…nadie puede culparte de anteponer el bien de todos ante un destino incierto…Quién sabe qué pasará en el futuro, lo que está claro es que el presente es muy negro, vamos a morir y Akershus quedará desierta y yerma.
Sabía que el peso de sus hombros era demasiado grande, ella no juzgaba las decisiones desesperadas como la que en ese momento debía tomar. Seguramente en su lugar, habría hecho lo mismo, pero decidiera lo que decidiese, lo apoyaría. Eso sí, si había una antesala del Valhalla para los ateos, pediría ver a Hela y escupiría en su cara por hija de perra.*
Cerré los ojos llevando mi diestra a sus piernas para tirar de ella colocándola de frente a mi, no hablé, creo que hasta para eso me faltaban fuerzas, abrazado a ella escuché sus palabras. Entendía lo que decía, Akershus moría, sus gentes morían, mis hijos morían y si no aceptaba pronto el norte seria solo tierra estéril. Aceptar su propuesta era una locura, claro que tenía una finalidad, nada lo hacía porque si. Hela era hija de Loqui, la diosa de Hel, experta en traer el caos, el engaño y si quería anclarse a mi es porque en su mente perversa ya tenía un fin para el mundo de los hombres.
-No tengo opciones -confesé. Alcé la mirada hasta los ojos de Dani mientras esta deslizaba sus dedos por mi oscuro cabello.
-No tengo opciones, pero las buscaré. Hoy he de anclarme a la diosa de Hel, pero no descansaré hasta que Midgard este a salvo.
Como si mis palabras pudiera darme fuerza, las dije en alto, demasiado acostumbrado a aparentar ser fuerte, ya lo hacía hasta frente a ella.*
Paseó los dedos por los mechones oscuros del conde leyendo en sus ojos la desesperación, el desaliento y ese coraje roto como el de un gato panza arriba que sabe que su herida es mortal pero aún así lucha por no demostrar debilidad.
— Encontraremos la solución juntos. Muerto no puedes seguir plantando batalla, vive un día más y quizás podamos derrotar a esa hija del mal.— Abrazó su cabeza contra su pecho soltando el aire despacio. ¿Quién cuidaría del que cuida de todos? Besó su pelo y dejó los labios allí un largo rato infundiéndole algo de fuerza mediante ese acto sencillo, su simple presencia y su abrazo. No estaba en su ADN quedarse ociosa, pensaría y hallaría alguna forma, por descabellada que fuera, para arreglar aquel entuerto, pero Niels y Orn se quedaban sin tiempo, al igual que muchos otros.
— Vamos, iré contigo, nadie más tiene por qué saberlo.— si el pueblo averiguaba que su conde había servido de recipiente para Hela, quizás no se lo perdonasen, con que lo supieran los justos, ya estaba bien.*
Su beso me infundió un poco de aliento, quizás el justo, el que me faltaba para poder ponerme en pie en ese momento. Ni una lagrima había derramado ante tanto caos, no porque no se agolparan en mis ojos si no porque si las dejaba ir aparentaría debilidad, una que no me podía permitir.
Un plan "b" rondaba mi mente, uno que no dije en voz alta, pero si no encontraba la solución para este entuerto, yo mismo y mi espada daría fin a un mundo de caos traigo por la misma diosa de la muerte. Mi final implicaría la salvación del norte, su renacer y nunca creí causa mas justa por la que sacrificar mi vida que esa. Amaba cada palmo de estas tierras, dejaría a mis hijos unas tierras libres de monstruos y tiranos aunque pereciera intentándolo.
Lo peor es que ahora no solo amaba al norte, si no a la mujer que tenía entre mis brazos, esa que había sacrificado una vida que le gustaba como Capitan Morgan por embarcarse conmigo en una causa que a veces pensaba estaba perdida.
Necesitaba a Dani, solo que no se lo decía, era incapaz de abrirme porque si lo hacía me rompería. Ella tenía el poder de hacerme daño y tendía a protegerme con el escudo cuando los sentimientos lo traspasaban como afiladas espadas de acero valquirio.
-Vamos -sentencié como respuesta, la decisión estaba tomada..*
Sabía que Hela se aparecería ante ellos si la convocaban, pero necesitaban un lugar discreto lejos de las miradas de la gente así que lo acompañó hasta el pantalán del puerto y allí mandó al vigía relevarse de su puesto. Entraron en las bodegas de la Reina Ana, encontrando allí un lugar vacío donde sellar ese pacto que conduciría a Höor a un abismo, pero al menos no sería inmediato y la otra opción era la muerte de todos. Entrelazó sus dedos con los del conde, le abrochó el gorjal y besó sus labios. ¿Estaba preparado? no, nadie podía estarlo para algo así, pero mantendría la compostura como si sólo estuvieran cerrado un trato comercial.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: No hay manera இ
Mis ojos se fijaron en sus mares, llegaba la hora de la verdad, en breve el pacto quedaría sellado y yo solo seria un ancla con la que Hel y Midgard serían uno. Dejé escapar el aire de forma pesada ¿estaba preparado? No, no lo estaba ¿tenia opción? No, no la tenia. Sus labios atajaron la distancia y los míos los acogieron entreabiertos en un beso húmedo que no duró demasiado dadas las circunstancias.
-Te quiero Dani, por eso deberías haber levado anclas hace ya demasiado tiempo -susurré antes de apartar de ella la mirada para clavarla en el frente apretando la mandíbula con el gesto altivo -¡Hela! -la reclame con aquel orgullo norteño que nos caracterizaba.*
Enarcó una ceja al escuchar eso, ¿no había mejor momento que ese para decirle algo tan importante? Iba a replicarle pero no le dio tiempo y sólo pudo asestarle un leve empujón con el codo a modo de protesta. Ya ajustarían cuentas después, pero por lo pronto se mantuvo erguida y con el semblante serio esperando la aparición de la zorra de ojos engañosos.
Hela no se hizo de rogar y apareció paseando indolente por la bodega, mirando los barriles y las mercancías y esgrimiendo un gesto de disgusto por el olor y el polvo. Encima era una estirada y una remilgada. Si la diosa se ponía creativa, allí estaría Morgan para contrarrestar con su ingenio, pero en realidad se sentía pequeña, mortal y efímera. No le hacía gracia que Höor adquiriese más fuerza, resistencia y longevidad porque eso la dejaría a ella atrás, no sabía el coste de dichos dones cuánta factura les pasarían, pero no había de momento otra salida.*
Hela esgrimía esa sonrisa pérfida mientras sus dedos manchados de polvo se sacudían ligeramente dejándolo escapar hasta le suelo.
-Veo mortal que has tomado la decisión adecuada -dijo con indiferencia -solo necesitabas una pequeña motivación para comprender que no estaba en tus manos decir que no aceptabas este trato.
Con un ligero movimiento de mano sentimos una fuerza que separó nuestros dedos entrelazados y de inmediato cuando su falange se movió hacía si como llamándome, la misma fuerza ma atrajo hacia ella como si fuera un muñeco de trapo.
-¿me lo dejas? -preguntó a Dani con cortesía y una bonita mezcla de ironía.
Abrió por la mitad mi camisa y por mi pecho deslizó sus dedos fríos como el mismo hielo.
Gruñí furibundo enfrentándola, al parecer mi resistencia le suponía un juego divertido porque su sonrisa se ensanchó amplia como la de alguien que sabe tiene ganada la batalla.
Una cruz marcó la parte alta de mi pecho, una que hizo con la uña bajo mi clavícula.
-Y así sellamos un trato satisfactorio para ambos Höor Cannif.*
¿Y eso era todo? ¿No había letra pequeña? No se lo creía, pero cuando fue a sacarle las manos de encima del moreno la diosa se desvaneció y sólo pudo pellizcar aire.
— ¡Maldita sea! Como nos haya engañado…me vengaré. No sé cómo aun, pero lo haré.— Miró la herida de Höor.— ¿estás bien? ¿notas algo extraño?
Ella sentía un hormigueo raro por la piel, y cada habitante de Akershus más o menos lo mismo, la maldición de Hela se retiraba y con ella cesaban las hemorragias, los vómitos o la fiebre. El precio estaba pagado y no sabían aún en qué modo, pero sabía que lo averiguarían pronto.
— vamos a ver a Niels y a Orn.— apremió al conde, porque si Hela no había cumplido su palabra su voz retumbaría hasta Asgard aunque tuviera que desgañitarse.*
Aparté los mechones rebeldes que caían sobre el enfadado rostro de la pirata mientras esta inspeccionaba mi herida frunciendo el ceño.
-Estoy bien -aseguré alzándole el rostro para que dejara de mirar la marca de Hela en mi piel -estoy bien -repetí contra sus labios depositando en ellos un beso lento que trajo un poco de paz a ese momento.
Regresamos a Akershus, todo parecía haber mejorado ,e eso la diosa había cumplido su palabra y la enfermedad remitía. Mis hijos con mucho mejor aspecto sonrían desde la cama y como si un milagro se hubiera obrado la ponzoña de Hela se desvaneció con ella.
-Parece hemos ganado tiempo -le dije a Dani sabiendo que a partir de ahora no tendríamos descanso. ¿Merecía eso ella? seguramente no…*
—Si, al menos ahora tenemos algo de tiempo para pensar los siguientes pasos.— Los niños estaban mejor y en general la pandemia se había detenido, lo cual eran buena noticias para Akershus. Como comandante en jefe que era, Höor recibió informes de la guardia, del templo, de todas partes, en un momento de actividad frenética pues parecía que todo se había restablecido milagrosamente. Pasadas las horas de estupor, consiguió arrancarlo de la sala de audiencias del castillo y llevarlo a descansar, había perdido la cuenta de cuántas noches hacía que no cerraba los ojos. Esta vez no la contrarió a regañadientes ni le metió mano de forma juguetona porque estaba absolutamente destrozado, física y mentalmente. Lo hizo sentarse en la cama y le retiró la camisa y las botas pasándole un paño por encima para refrescar su piel antes de empujarlo contra el colchón.
— Descansa un poco, sólo faltaba que ahora murieras de agotamiento después de todo esto.— Aprovechó para quitarse la ropa y quedarse sólo con el camisón y se tumbó a su lado paseando las yemas de los dedos por su anatomía.— Pues si Hela te ha parecido poca maldición, ve apretándote el cinto, porque yo también te quiero y no voy a levar anclas. Lo siento, pero ahora no puedes recular.
Sonrió al decirlo, porque era un puto desastre, si él no había elegido el mejor momento de decirlo, ella lo enmascaraba con humor. Pero así eran, como la marea alta y baja que rompía contra las olas.*
-Te quiero Dani, por eso deberías haber levado anclas hace ya demasiado tiempo -susurré antes de apartar de ella la mirada para clavarla en el frente apretando la mandíbula con el gesto altivo -¡Hela! -la reclame con aquel orgullo norteño que nos caracterizaba.*
Enarcó una ceja al escuchar eso, ¿no había mejor momento que ese para decirle algo tan importante? Iba a replicarle pero no le dio tiempo y sólo pudo asestarle un leve empujón con el codo a modo de protesta. Ya ajustarían cuentas después, pero por lo pronto se mantuvo erguida y con el semblante serio esperando la aparición de la zorra de ojos engañosos.
Hela no se hizo de rogar y apareció paseando indolente por la bodega, mirando los barriles y las mercancías y esgrimiendo un gesto de disgusto por el olor y el polvo. Encima era una estirada y una remilgada. Si la diosa se ponía creativa, allí estaría Morgan para contrarrestar con su ingenio, pero en realidad se sentía pequeña, mortal y efímera. No le hacía gracia que Höor adquiriese más fuerza, resistencia y longevidad porque eso la dejaría a ella atrás, no sabía el coste de dichos dones cuánta factura les pasarían, pero no había de momento otra salida.*
Hela esgrimía esa sonrisa pérfida mientras sus dedos manchados de polvo se sacudían ligeramente dejándolo escapar hasta le suelo.
-Veo mortal que has tomado la decisión adecuada -dijo con indiferencia -solo necesitabas una pequeña motivación para comprender que no estaba en tus manos decir que no aceptabas este trato.
Con un ligero movimiento de mano sentimos una fuerza que separó nuestros dedos entrelazados y de inmediato cuando su falange se movió hacía si como llamándome, la misma fuerza ma atrajo hacia ella como si fuera un muñeco de trapo.
-¿me lo dejas? -preguntó a Dani con cortesía y una bonita mezcla de ironía.
Abrió por la mitad mi camisa y por mi pecho deslizó sus dedos fríos como el mismo hielo.
Gruñí furibundo enfrentándola, al parecer mi resistencia le suponía un juego divertido porque su sonrisa se ensanchó amplia como la de alguien que sabe tiene ganada la batalla.
Una cruz marcó la parte alta de mi pecho, una que hizo con la uña bajo mi clavícula.
-Y así sellamos un trato satisfactorio para ambos Höor Cannif.*
¿Y eso era todo? ¿No había letra pequeña? No se lo creía, pero cuando fue a sacarle las manos de encima del moreno la diosa se desvaneció y sólo pudo pellizcar aire.
— ¡Maldita sea! Como nos haya engañado…me vengaré. No sé cómo aun, pero lo haré.— Miró la herida de Höor.— ¿estás bien? ¿notas algo extraño?
Ella sentía un hormigueo raro por la piel, y cada habitante de Akershus más o menos lo mismo, la maldición de Hela se retiraba y con ella cesaban las hemorragias, los vómitos o la fiebre. El precio estaba pagado y no sabían aún en qué modo, pero sabía que lo averiguarían pronto.
— vamos a ver a Niels y a Orn.— apremió al conde, porque si Hela no había cumplido su palabra su voz retumbaría hasta Asgard aunque tuviera que desgañitarse.*
Aparté los mechones rebeldes que caían sobre el enfadado rostro de la pirata mientras esta inspeccionaba mi herida frunciendo el ceño.
-Estoy bien -aseguré alzándole el rostro para que dejara de mirar la marca de Hela en mi piel -estoy bien -repetí contra sus labios depositando en ellos un beso lento que trajo un poco de paz a ese momento.
Regresamos a Akershus, todo parecía haber mejorado ,e eso la diosa había cumplido su palabra y la enfermedad remitía. Mis hijos con mucho mejor aspecto sonrían desde la cama y como si un milagro se hubiera obrado la ponzoña de Hela se desvaneció con ella.
-Parece hemos ganado tiempo -le dije a Dani sabiendo que a partir de ahora no tendríamos descanso. ¿Merecía eso ella? seguramente no…*
—Si, al menos ahora tenemos algo de tiempo para pensar los siguientes pasos.— Los niños estaban mejor y en general la pandemia se había detenido, lo cual eran buena noticias para Akershus. Como comandante en jefe que era, Höor recibió informes de la guardia, del templo, de todas partes, en un momento de actividad frenética pues parecía que todo se había restablecido milagrosamente. Pasadas las horas de estupor, consiguió arrancarlo de la sala de audiencias del castillo y llevarlo a descansar, había perdido la cuenta de cuántas noches hacía que no cerraba los ojos. Esta vez no la contrarió a regañadientes ni le metió mano de forma juguetona porque estaba absolutamente destrozado, física y mentalmente. Lo hizo sentarse en la cama y le retiró la camisa y las botas pasándole un paño por encima para refrescar su piel antes de empujarlo contra el colchón.
— Descansa un poco, sólo faltaba que ahora murieras de agotamiento después de todo esto.— Aprovechó para quitarse la ropa y quedarse sólo con el camisón y se tumbó a su lado paseando las yemas de los dedos por su anatomía.— Pues si Hela te ha parecido poca maldición, ve apretándote el cinto, porque yo también te quiero y no voy a levar anclas. Lo siento, pero ahora no puedes recular.
Sonrió al decirlo, porque era un puto desastre, si él no había elegido el mejor momento de decirlo, ella lo enmascaraba con humor. Pero así eran, como la marea alta y baja que rompía contra las olas.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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