¿Quien teme al lobo feroz?

El Pecatto di Nostro, una nota recibida a mi nombre me había llevado a ese lugar a la hora señalada, por un remitente desconocido.
De normal los juegos de azar no eran lo mio, prefería mas bien los de estrategia, pero aquella noche estaba aburrido de mi vida inmortal rodeado de pobres mundanos, así que ..¿por que no jugar?
Frente al espejo acomodé la chaqueta, elevé el cuello de la camisa para colocar la corbata que anudé con calma bajando de inmediato las solapas.

Aquel local era uno muy frecuentado pro vampiros, así que allí podría alimentarme sin problema ninguno.
Un carruaje estuvo preparado en la puerta del Hotel les Arenes. Bastón en mano caminé con paso firme hacia este y sentándome en el sillón golpeé con el pomo del bastón el techo pidiendo al cochero que pusiera en marcha a los caballos.

Alcanzamos la puerta del local tras atravesar parte del centro, todo engalardonado pues esa noche paseaban a un crucificado cristo. Las flores se encontraban por doquier, el cochero se detuvo una cuadra mas allá pues la procesión no le permitía pasar y a pie concluí la distancia hasta encontrarme en las puertas.

Dentro las jovenes camareras con ropas ligeras y con copas que servían sin parar mostraban la mejor de sus sonrisas.
Un tono rojo sangre combinaba la estancia con una barra negra de madera y varios taburetes de cuero blanco frente a esta.
Mesas redondas con sofás semicirculares en tono rojo y en uno de ellos me senté esperando a mi “anfitrion” nocturno.

Pedí una botella de bourbon, un vaso y me dediqué a contemplar el espectáculo de una vampiresa danzante que con los siete velos lucia una piel de terciopelo. Su pelo lacio y negro ondeaba con cada uno de sus cadenciosos movimientos.

La noche se tornaba fria, parecía haber alguna fiesta que paseaban figuras religiosas por las calles, la cambiante estaba algo cansada y necesitaba un poco de ocio, amen de cumplir algunos recados del capataz del circo, sus azules ojos se clavaban en el local con el que se había topado, suspiró con resignación adentrandose en él, adivinando prontamente el aura de algunos de los de allí presentes, vampiros...no le gustaban mucho, pero no por eso iba a perder la oportunidad de disfrutar de lo que ese sitio ofrece, chasqueó la lengua con fastidió adentrandose más aunque agradeció no ser la única con pulso que por allí andaba, juegos de azar, y mujeres guapas sirviendo en las mesas, aunque la artista de turno no hacía falta observar el aura para que se notara que era una vampiresa, la cambiante resopló apartando el mechon de pelo que cubría su rostro en ese momento.
Se sentó en uno de esos comodos sofas pidiendo una copa e incluso tomandose la libertad de dar una suave palmada en el culo de una de las damas, de manera juguetona, aunque solía ser discreta en esas acciones, no quería que otros supieran de los gustos variables de la rubia, mientras dejaba escapar una suave risa por sus labios.


Clavó su mirada en el seductor baile de la vampiresa de pelo negro, mirando sus curvas, mientras se llevaba una mano a su cuello, auto masajeandolo e incluso tronandolo para aliviar tensiones acumuladas, una copa caía tras otras, y la relajación de la joven era notable, observó a los allí presentes, fijandose en el vampiro que tambien se había quedado con la mirada clavada en la seductora vampiresa, los labios de la rubia sueca ciñeron una sonrisilla maliciosa empezando a planear algo que podría solucionarle los vicios de la noche proximamente, parecía esperar a alguien aunque el que se propusiera meterse entre pecho y espalda una botella bourbom, aunque no sabía bien los efectos del alcohol en los chupasangre, jamás se había puesto hablar de esas cosa con uno, bueno, en general jamas había hablado con uno, a su pensar tenía pocas cosas que decirles, y suelen ser...manipuladores diría.


Dió un sorbo más a la copa mientras se decídia, a juzgar por sus ropajes el librarle de su cartera daría para caros caprichos a la muchacha rubia, que llevaba tiempo echandole el ojo a un bonito collar en una joyería y ni con el sueldo de 5 meses podría comprar, pero estaba seguro que con la cartera de ese vampiro, sus ansias materiales serían resueltas, se levantaba fingiendo mas borrachera de la que realmente pudiera llevar, era algo sencillo, un ligero choque, una disculpa y ese vampiro habria perdido el dinero que pudiera llevar, y la sueca tendría caprichos que comprar, el plan era sencillamente perfecto, facil, aunque no pudo evitar fijarse mientras e levantaba en lo atractivo de este, pero bueno, todos los vampiros son atractivos, o la mayoria, iba hacia él dispuesta a ejecutar el robo perfecto.