AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
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~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
~ Quiero una pureza clásica, donde la porquería sea porquería y los ángeles sean ángeles ~
8 p.m. Puños, golpes, gritos desgarradores llenos de odio y fervor. Un seco sonido contra el suelo, y el primero de aquella pandilla de ladrones ha caído. Eran unos cuantos hombres enfrentados dando un duelo a muerte tan sólo por unas pocas monedas. ¿Cuál es la necesidad? El dinero va y viene, no da felicidad, dicen, pero qué necesario lo hacen ver. ¿Esta es la enseñanza que darán a sus hijos el día de mañana? Como si el hecho de poseer menos te hiciera ser inferior. Ese es el mal de no tener el discernimiento para poder identificar la verdadera felicidad de una alegría efímera; esa es la poca capacidad de no poder diferenciar el bien del mal, el amor del odio.. ¿Cómo es posible?
Fraiah se encontraba con su espalda pegada a una pared de aquel callejón. Había ido hasta un almacén cercano en busca de pan para la cena, pero no había logrado llegar hasta el lugar. Su caminata hacia su destino había sido interferida por la violencia, y ahora debía debatirse qué hacer. Sus pensamientos divagaban entre las millones de frases acerca de estas situaciones que poseía incluídas en su mente. Tantos razonamientos podría llevar a cabo en cuestión de minutos acerca de este acontecimiento inesperado y desgastante para la humanidad. A este paso no habría ser que aguante. En tiempos difíciles, ¿es tan complicado obtener algo de paz?
Su corazón comenzaba a papitar cada vez mas fuerte al verse rodeada sin pretender haber quedado en el medio. Lo único que la hacía sentir algo mas segura era el hecho de no ser la única. El problema, ahora, residía en que todos tenían miedo, y nadie iría a ayudar a una joven de 16 años que haya quedado en medio de tal batalla campal.
Los golpes seguían siendo emitidos por unos y otros como si de granadas se tratasen. La mirada clara de Fraiah iba y venía en aquel vaivén interminable de fusiles abstractos. En su descuido, uno de ellos es emitido sin querer por un hombre alto y de contextura fuerte. Ella, utilizando la agilidad que el tiempo le brindó para poder evitar aquel daño seguro, logró hacerse a un lado pero cayendo irremediablemente al suelo. Se levantó con velocidad, y comenzó a correr, tras haber visualizado un pequeño hueco entre aquella multitud de matones. El callejón era extenso y sus pasos la guiaban por la oscuridad del caer de la noche de una manera estrepitosa e insegura. Se voltea a mirar hacia atrás al percatarse que algunos se habían decidido por correr en la dirección en que ella iba, y sintió en ese momento que el corazón se le atravesaría, palpitante, en su garganta.
Sus piernas siguieron sosteniendo su cuerpo menudo a lo largo de aquel estrecho pasaje mientras ella continuaba distraída observando lo que acontecía a sus espaldas, por lo que no pudo divisar que frente a ella se dirigía una persona con un andar tranquilo, seguro. ¿Acaso no veía lo que estaba sucediendo? ¿Cómo podía andar de esa manera tan calma?
Fraiah vuelve a mirar al frente, pero sus piernas no se detienen. Su andar se cruza con el de aquella silueta, y la joven sólo atina a frenar de la manera mas sutil que puede antes de chocar contra el cuerpo de aquella persona. Para su desgracia, el suelo resbaladizo por la niebla invernal de ese momento le juega una mala pasada. El rostro de la muchacha se vuelve en expresiones algo desesperadas y frustradas por no caer, pero principalmente, por no provocar daño en el sujeto que estaba a punto de atropellar con su torpeza y descuido inducidos por el temor.
Última edición por Fraiah Eslin el Dom Dic 26, 2010 11:07 pm, editado 2 veces
Fraiah Eslin- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 31
Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
La noche comenzaba a hacerse presente trás un estallido de furia provocado por un error al tratar de adiestras a sus lacayos ¿Aquellos eran los que tendrían la gran capacidad de cuidar nadamás y nada menos que al Príncipe de Italia? Aunque realmente era algo que no le importaba su mayor satisfacción de las peleas entre ellos, era que aprendieran a defenderse, ya que vampiros tanto cazadores estarían pronto trás la cabeza del príncipe y era obvio que tarde o temprano necesitaría ayuda. Sin embargo aquella noche aquellos que se hacían llamar vampiros guardianes, habrían terminado por arruinarle una noche más. Aquellas tan preciadas noches en donde el astro nocturno le regalaba aquella oportunidad de salir, guiando sus pasos por las calles de París.
Pronto a lo lejos comenzó a escuchar como varias rencillas se comenzaban a hacer presentes, los gritos, empujones y una señorita corriendo a toda prisa mientras varios de aquellos malechores rondaban la figura de la adolescente. De momento no se preocupó por lo que pasaba, un pequeño paraguas era lo único que protegía al vampiro del frío y molesto comenzar de una suave brisa. Al parecer sería una noche larga, de aquellas que le gustaba, escuchar el bullicio de las gotas de lluvia chocar con el pavimento. En aquél instante la suave brisa, aúnado con la blanca manta de la delgada nieve hacía que la chica comenzara un andar tedioso, por lo que por caballerosidad simplemente mantuvo una distancia prudente, sin embargo por aquél temor de chocar ella contra él le habría echo perder el equilibrio a tal grado de mantenerse milagrosamente aún de pie.
El vampiro solo tenía unos cuantos segundos para reaccionar. Inevitablemente sentía la necesidad de ir, apartarse del lugar sin embargo una reacción latente le hacía tomar del brazo a la chica. Inevitablemente soltó aquél artefacto que le cubría la brisa fría, mientras dos pasos apresurados alcanzó a dar para tomar del brazo a la jovencita, para inmediatamente voltear a ver sus ojos. Aquellos ojos no eran más que desesperación ante lo que ahora vendría. Aquellos malechores comenzaban a hacerse presentes por lo que solo pudo ponerse enfrente de la mujer.
Mirando fijamente a aquellos hombres posó su mirada en cada uno, aquellos ojos verdes que irradiaban la humanidad que aún conservaba, ó tal vez eso querría creer, cambiaban de un tono rojizo, demoniaco, así como mostraba sus colmillos, hizo así que los rostros de aquellos humanos salieran huyendo, como si su vida pendiera de quedarse el mínimo de tiempo en aquél lugar. Lastimosamente no podría hacer lo que se merecerían, ya que una mujer se encontraba esperando por saber la reacción tan inoportuna y más el motivo inesperado de la desaparición de sus perseguidores.
-- ¿Los conoces? -- Decía el vampiro volviendo en sí mientras con una pequeña sonrisa en sus labios le extendía la mano.
Pronto a lo lejos comenzó a escuchar como varias rencillas se comenzaban a hacer presentes, los gritos, empujones y una señorita corriendo a toda prisa mientras varios de aquellos malechores rondaban la figura de la adolescente. De momento no se preocupó por lo que pasaba, un pequeño paraguas era lo único que protegía al vampiro del frío y molesto comenzar de una suave brisa. Al parecer sería una noche larga, de aquellas que le gustaba, escuchar el bullicio de las gotas de lluvia chocar con el pavimento. En aquél instante la suave brisa, aúnado con la blanca manta de la delgada nieve hacía que la chica comenzara un andar tedioso, por lo que por caballerosidad simplemente mantuvo una distancia prudente, sin embargo por aquél temor de chocar ella contra él le habría echo perder el equilibrio a tal grado de mantenerse milagrosamente aún de pie.
El vampiro solo tenía unos cuantos segundos para reaccionar. Inevitablemente sentía la necesidad de ir, apartarse del lugar sin embargo una reacción latente le hacía tomar del brazo a la chica. Inevitablemente soltó aquél artefacto que le cubría la brisa fría, mientras dos pasos apresurados alcanzó a dar para tomar del brazo a la jovencita, para inmediatamente voltear a ver sus ojos. Aquellos ojos no eran más que desesperación ante lo que ahora vendría. Aquellos malechores comenzaban a hacerse presentes por lo que solo pudo ponerse enfrente de la mujer.
Mirando fijamente a aquellos hombres posó su mirada en cada uno, aquellos ojos verdes que irradiaban la humanidad que aún conservaba, ó tal vez eso querría creer, cambiaban de un tono rojizo, demoniaco, así como mostraba sus colmillos, hizo así que los rostros de aquellos humanos salieran huyendo, como si su vida pendiera de quedarse el mínimo de tiempo en aquél lugar. Lastimosamente no podría hacer lo que se merecerían, ya que una mujer se encontraba esperando por saber la reacción tan inoportuna y más el motivo inesperado de la desaparición de sus perseguidores.
-- ¿Los conoces? -- Decía el vampiro volviendo en sí mientras con una pequeña sonrisa en sus labios le extendía la mano.
Leandro Cacciatore- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
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Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
¡Y ha sido una maniobra perfecta, Fraiah! se dijo a sí misma en el instante en que logró controlar su temor por milésimas de segundo, y al fin pudo encontrar aquel punto de equilibrio que le permitiese no chocar contra aquella figura tan elegante. Si ella caía, no importaba. Volvería a levantarse y además no llevaba consigo nada de valor que pudiera romperse ante el impacto de su cuerpo contra la acera. En cambio aquella persona, si que vestía con peculiaridad sofisticada. No podría haberse permitido que algo de su prójimo se echase a perder por su descuido y torpeza.
El suelo resbaladizo, como siempre traicionero, la engañó. Creyendo que lo había logrado, una zona húmeda hace que ella finalmente pierda la estabilidad, pero aquel hombre la sujeta del brazo en un rápido movimiento.
El paraguas cae al suelo, y sus miradas finalmente se cruzan en un lapso pequeño de tiempo, el cual fue distorcionado por la cercanía de aquellos bandidos de hace unos minutos atrás. ¿Tenían algo contra ella? Claro que no. Simplemente Fraiah contó con la desgracia de ir a comprar pan en medio de un camino violento.
Aquel extraño que impidió su caída segura, se colocó delante de ella como si señal de protección se tratase. Fraiah se mantuvo tensa, sorprendida y aún agitada. ¿Cómo podía alguien como él ayudarla? Todo indicaba que no era un hombre común y corriente, que no pertenecía a su estrato social, pero aún así demostraba.. ¿amabilidad? Tal vez solo se compadecía de la desgracia de la jovencita, pero mas allá del motivo o razón de su accionar, la gratitud de Fraiah por el resultado de los hechos estaría presente.
No entendía cómo lo había hecho ni qué truco habría empleado. ¿Acaso infundir temor por pertenecer a una clase elevada servía para alejar a los matones? Eso era algo habitual pero nuevo para ella. ¿Tanto se tienen en cuenta las diferencias? Al fin y al cabo todos son seres humanos, y lo material no interesa.. ¿cierto?
La muchacha tenía los ojos verdes abiertos de par en par para cuando él volteó a verla y a extender su mano en su dirección. Ella tenía las suyas situadas en ambas mejillas de su propio rostro. Se había quedado totalmente inerte ante la situación, hasta que la voz de aquel hombre formal la hizo caer de su nube.
- Yo.. no.. no lo se pero.. lo siento, lo siento mucho - musitó con voz temblorosa y tartamudeante debido a los nervios, mientras bajaba la mirada acompañada de un movimiento de cabeza, disculpándose con gestos además de palabras.
- Lamento mucho haberlo involucrado en una situación así, por favor sepa disculpar mi torpeza - volvió a balbucear. Simplemente estaba muy avergonzada, y no encontraba otro remedio mas que recurrir al perdón de las palabras, pues ¿de qué otra manera podría agradecerle ella?
El destino otra vez se le había adelantado. Si serás maldito y retorcido le acusó entre sus pensamientos. Ella siempre procuraba estar a la altura del azar, de aquellas casualidades que se convierten en causalidades a medida que pasa el tiempo, pero hoy.. hoy había caído en la trampa. Esta vez podía admitir que ni sus cientos de libros de filosofía la podrían haber salvado de tal aprieto. Esta vez no pudo jugarle mano a mano al destino, y le ganó proporcionándole un encuentro inesperado. ¿Era esto un castigo o un premio? Tal vez los dados dieron números favorables en esta partida infinita de no saber, y aquel encuentro con ese hombre daba buenos frutos de alguna manera.
En una mente idealista como la de Fraiah, cualquier cosa podía suceder. Miles de variantes entre las posibles hipótesis y conclusiones acerca del suceso. Leer mucho tenías sus 'pro' y sus 'contra', pero siempre dejaba al menos una mínima cosa buena.
Mientras sus pensamientos fluían, ella aún no levantaba la vista. Ya había vivido una situación similar con otro hombre de dinero, y realmente no quería volver a pasar por la misma experiencia. Un descuido, al fin y al cabo, lo tiene cualquiera.. ¿no? Esperaba que la silueta que se encontraba erguida frente a ella reaccionara de la mejor manera posible. Hoy, realmente, no andaba de ánimos como para lidiar con discusiones. Situación diferente a aquella noche lluviosa en las calles parisínas, donde un muchacho actuó de manera muy grosera por el simple hecho de haberla chocado y haber caído.
Fraiah sólo veía la sombra del paraguas a un lado de su cuerpo, que yacía en el suelo húmedo de adoquines. No levantaba aún la mirada, pues solo le quedaba esperar manteniendo su respeto firme.
El suelo resbaladizo, como siempre traicionero, la engañó. Creyendo que lo había logrado, una zona húmeda hace que ella finalmente pierda la estabilidad, pero aquel hombre la sujeta del brazo en un rápido movimiento.
El paraguas cae al suelo, y sus miradas finalmente se cruzan en un lapso pequeño de tiempo, el cual fue distorcionado por la cercanía de aquellos bandidos de hace unos minutos atrás. ¿Tenían algo contra ella? Claro que no. Simplemente Fraiah contó con la desgracia de ir a comprar pan en medio de un camino violento.
Aquel extraño que impidió su caída segura, se colocó delante de ella como si señal de protección se tratase. Fraiah se mantuvo tensa, sorprendida y aún agitada. ¿Cómo podía alguien como él ayudarla? Todo indicaba que no era un hombre común y corriente, que no pertenecía a su estrato social, pero aún así demostraba.. ¿amabilidad? Tal vez solo se compadecía de la desgracia de la jovencita, pero mas allá del motivo o razón de su accionar, la gratitud de Fraiah por el resultado de los hechos estaría presente.
No entendía cómo lo había hecho ni qué truco habría empleado. ¿Acaso infundir temor por pertenecer a una clase elevada servía para alejar a los matones? Eso era algo habitual pero nuevo para ella. ¿Tanto se tienen en cuenta las diferencias? Al fin y al cabo todos son seres humanos, y lo material no interesa.. ¿cierto?
La muchacha tenía los ojos verdes abiertos de par en par para cuando él volteó a verla y a extender su mano en su dirección. Ella tenía las suyas situadas en ambas mejillas de su propio rostro. Se había quedado totalmente inerte ante la situación, hasta que la voz de aquel hombre formal la hizo caer de su nube.
- Yo.. no.. no lo se pero.. lo siento, lo siento mucho - musitó con voz temblorosa y tartamudeante debido a los nervios, mientras bajaba la mirada acompañada de un movimiento de cabeza, disculpándose con gestos además de palabras.
- Lamento mucho haberlo involucrado en una situación así, por favor sepa disculpar mi torpeza - volvió a balbucear. Simplemente estaba muy avergonzada, y no encontraba otro remedio mas que recurrir al perdón de las palabras, pues ¿de qué otra manera podría agradecerle ella?
El destino otra vez se le había adelantado. Si serás maldito y retorcido le acusó entre sus pensamientos. Ella siempre procuraba estar a la altura del azar, de aquellas casualidades que se convierten en causalidades a medida que pasa el tiempo, pero hoy.. hoy había caído en la trampa. Esta vez podía admitir que ni sus cientos de libros de filosofía la podrían haber salvado de tal aprieto. Esta vez no pudo jugarle mano a mano al destino, y le ganó proporcionándole un encuentro inesperado. ¿Era esto un castigo o un premio? Tal vez los dados dieron números favorables en esta partida infinita de no saber, y aquel encuentro con ese hombre daba buenos frutos de alguna manera.
En una mente idealista como la de Fraiah, cualquier cosa podía suceder. Miles de variantes entre las posibles hipótesis y conclusiones acerca del suceso. Leer mucho tenías sus 'pro' y sus 'contra', pero siempre dejaba al menos una mínima cosa buena.
Mientras sus pensamientos fluían, ella aún no levantaba la vista. Ya había vivido una situación similar con otro hombre de dinero, y realmente no quería volver a pasar por la misma experiencia. Un descuido, al fin y al cabo, lo tiene cualquiera.. ¿no? Esperaba que la silueta que se encontraba erguida frente a ella reaccionara de la mejor manera posible. Hoy, realmente, no andaba de ánimos como para lidiar con discusiones. Situación diferente a aquella noche lluviosa en las calles parisínas, donde un muchacho actuó de manera muy grosera por el simple hecho de haberla chocado y haber caído.
Fraiah sólo veía la sombra del paraguas a un lado de su cuerpo, que yacía en el suelo húmedo de adoquines. No levantaba aún la mirada, pues solo le quedaba esperar manteniendo su respeto firme.
Fraiah Eslin- Humano Clase Media
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Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
Varias interrogantes surgían conforme la situación se aclaraba, ver los verdes ojos de esa hermosa niña, era realmente reconfortante, aquél rostro sin rastro alguno de maldad, un corazón puro, que solo esperaba ser recompensado en la otra vida. Apenas recordaba hace algunos cientos de años como era el en aquél tiempo, aquél mismo rostro que mostraba a veces inseguridad, sin embargo siempre seguro de sus actos, sin contener absolutamente ni un rastro de arrepentimiento, ni miedo por nada. Aquella era la gran diferencia entre él y ella hace siglos; tal vez la curiosidad era lo que le incitaba a saber más, ó tal vez sea el mismo destino quién hubiese empujado a tal situación. Ella tartamudeaba, sin embargo era como un séquito en blanco, como si aquellas palabras volarán sin poder llegar hasta sus oídos, como si el mundo se hubiera enmudecido por completo, al contemplar la frágil y delgada figura de la jovencita.
Razones habría de sobra, simplemente jamás habría conocido a una niña con tan hermoso rostro, con aquellos labios tan bien formados y aquél aura tan pacifico, en el cuál recaía un incesante pensamiento de miedo y terror, pero al mismo tiempo confuso al ver al vampiro. Sabía que no era del mejor porte posible, lo sabía desde sus vestimentas, que aunque no muy viejas, tampoco feas, pero demostraban un poco de carencia en el lucir de la misma. ¿Como era capaz una mujer de vivir tan feliz sin pedir casi nada a la vida?. Aquella pregunta siempre le habría llegado a la mente desde que murió en aquélla noche de Diciembre. Sus pensamientos quebrantaron al recordar tantas mujeres muertas por tratar de vivir con él por el dinero y las riquezas que gozaba el Dupont. ¿Podría ser capaz alguien de vivir en eterna felicidad sin importarle los bienes materiales?. Eso ya lo habría pensado hace tiempo, sin embargo siempre llegaba a la misma conclusión: Las mujeres son como mercancía, quieren siempre ir al mejor postor. Ese era su pensamiento, sin embargo en la mente de la jovencita rondaban séquitos pensamientos de vivir en armonía, ó ¿tal vez sería ya el resignamiento?
-- ¿Torpeza..? -- alcanzó a percibir una leve disculpa de parte de la jovencita quién al parecer habría pensado que sería motivo de enojo del vampiro el haberla salvado.-- Al contrario señorita, esos... deberían estar encarcelados, preparándolos para la hoguera -- Sentenció resignado, si bien era cierto tal vez ahora no se reprendía como hasta hace algunos siglos, eso era lo que se merecían por tratar de robar e incluso no sabría que harían con tan hermosa niña. -- Y díganme, podría decirme el nombre de quién acabo de salvar... -- Dijo el vampiro dando unos cuantos pasos hacia adelante, tomando así el mango de su paraguas e inmediatamente volver hacia donde la chica.
Razones habría de sobra, simplemente jamás habría conocido a una niña con tan hermoso rostro, con aquellos labios tan bien formados y aquél aura tan pacifico, en el cuál recaía un incesante pensamiento de miedo y terror, pero al mismo tiempo confuso al ver al vampiro. Sabía que no era del mejor porte posible, lo sabía desde sus vestimentas, que aunque no muy viejas, tampoco feas, pero demostraban un poco de carencia en el lucir de la misma. ¿Como era capaz una mujer de vivir tan feliz sin pedir casi nada a la vida?. Aquella pregunta siempre le habría llegado a la mente desde que murió en aquélla noche de Diciembre. Sus pensamientos quebrantaron al recordar tantas mujeres muertas por tratar de vivir con él por el dinero y las riquezas que gozaba el Dupont. ¿Podría ser capaz alguien de vivir en eterna felicidad sin importarle los bienes materiales?. Eso ya lo habría pensado hace tiempo, sin embargo siempre llegaba a la misma conclusión: Las mujeres son como mercancía, quieren siempre ir al mejor postor. Ese era su pensamiento, sin embargo en la mente de la jovencita rondaban séquitos pensamientos de vivir en armonía, ó ¿tal vez sería ya el resignamiento?
-- ¿Torpeza..? -- alcanzó a percibir una leve disculpa de parte de la jovencita quién al parecer habría pensado que sería motivo de enojo del vampiro el haberla salvado.-- Al contrario señorita, esos... deberían estar encarcelados, preparándolos para la hoguera -- Sentenció resignado, si bien era cierto tal vez ahora no se reprendía como hasta hace algunos siglos, eso era lo que se merecían por tratar de robar e incluso no sabría que harían con tan hermosa niña. -- Y díganme, podría decirme el nombre de quién acabo de salvar... -- Dijo el vampiro dando unos cuantos pasos hacia adelante, tomando así el mango de su paraguas e inmediatamente volver hacia donde la chica.
Leandro Cacciatore- Vampiro Clase Alta
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Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
Ahora mismo estaba algo impaciente. ¿Por qué? Simple. Los segundos en los que tardaba el hombre en pronunciar las palabras como respuesta a su disculpa, la ponían nerviosa. Por suerte el sonido de su voz no se hizo esperar demasiado, y es en ese instante cuando Fraiah levanta la vista para verlo directamente a los ojos.
- Si, torpeza. Verá.. me he metido en el lugar equivocado por pretender tomar un atajo..- explicó sintiendose algo avergonzada, tal vez más que antes por su irremediable descuido.
La hoguera. Eso era algo que jamás le había gustado. De pequeña había oído que las brujas eran incineradas en tales sitios, frente a todos, humillándolas por ser simplemente diferentes. Nunca en su vida hubiera imaginado ella ver aquella escena poco agradable a los ojos, pero el día llegó. A los 7 años observó la agonía y la desesperación traducida en gritos desgarradores por parte de dos mujeres que estaban siendo azotadas por el fuego. Esa noche Fraiah no pudo dormir, ni la siguiente, ni la que le continuaba a ésta.
Tras pensar todo esto, se percató de la petición que él le había hecho indirectamente. Quería saber su nombre. Fraiah lo miró siguiendo sus movimientos cuando él obtuvo en su mano nuevamente aquel paraguas. El cabello rubio de la joven estaba algo húmedo por la niebla y la nieve de hace unos momentos atrás, pero por suerte ya había cesado aquel mal tiempo.
Una pequeña sonrisa se situó, finalmente, en los labios de ella mientras admiraba la elegancia del señor que se postraba tan cordialmente frente a sus ojos.
- Fraiah, señor - musitó haciendo una pequeña reverencia - Y si no es demasiado mi atrevimiento, ¿cuál es el nombre de mi salvador? - preguntó con cierta gracia en el rostro por la manera en la cual entonó su pregunta.
Off: Sepa disculpar lo cutre del post, pero es que la inspiración se tomó unas pequeñas vacaciones ._.
- Si, torpeza. Verá.. me he metido en el lugar equivocado por pretender tomar un atajo..- explicó sintiendose algo avergonzada, tal vez más que antes por su irremediable descuido.
La hoguera. Eso era algo que jamás le había gustado. De pequeña había oído que las brujas eran incineradas en tales sitios, frente a todos, humillándolas por ser simplemente diferentes. Nunca en su vida hubiera imaginado ella ver aquella escena poco agradable a los ojos, pero el día llegó. A los 7 años observó la agonía y la desesperación traducida en gritos desgarradores por parte de dos mujeres que estaban siendo azotadas por el fuego. Esa noche Fraiah no pudo dormir, ni la siguiente, ni la que le continuaba a ésta.
Tras pensar todo esto, se percató de la petición que él le había hecho indirectamente. Quería saber su nombre. Fraiah lo miró siguiendo sus movimientos cuando él obtuvo en su mano nuevamente aquel paraguas. El cabello rubio de la joven estaba algo húmedo por la niebla y la nieve de hace unos momentos atrás, pero por suerte ya había cesado aquel mal tiempo.
Una pequeña sonrisa se situó, finalmente, en los labios de ella mientras admiraba la elegancia del señor que se postraba tan cordialmente frente a sus ojos.
- Fraiah, señor - musitó haciendo una pequeña reverencia - Y si no es demasiado mi atrevimiento, ¿cuál es el nombre de mi salvador? - preguntó con cierta gracia en el rostro por la manera en la cual entonó su pregunta.
Off: Sepa disculpar lo cutre del post, pero es que la inspiración se tomó unas pequeñas vacaciones ._.
Fraiah Eslin- Humano Clase Media
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Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
El vampiro habría estado escuchando cada palabra al mismo tiempo que trataba de limpiar aquél artefacto que le cubrría nuevamente. Interesante... era lo que en ese momento pensaba la humana, sin duda su atrevimiento por saber un poco más acerca de ella, le hizo tomar sus pensamientos, escuchar aquellos gritos abrumadores causados por una sola palabra: Hoguera. Sin embargo siguió tratando de ver algunos pensamientos hasta que por fín se borraron por completo, para inmediatamente preguntarle acerca de su nombre. Sería un poco raro que un príncipe le salvase, por lo que se inmuscuyó unas cuantas centésimas de segundo.
-- Su nuevo amigo...-- Hizo una leve pausa, mientras una sonrisa comenzaba a notarse trás sus labios carmesí. -- Dimitri Scapponi -- Rió con un dejo de gracia, era cierto que no era su nombre verdadero, sin embargo, no tenía intenciones de decirle su verdadero nombre. Querría aprender un poco más de la jovencita, aprender como se desenvolvía y sobre todo tener una verdadera amiga, lejos de los placeres de tene run amigo en la Realeza.
-- ¿Ahora, me permite hacerle compañía? -- Sugirió el vampiro tomando su paragüas parra inmediatamente emprender una caminata hasta donde al parecer ella dirigía una tienda de pan. -- ¿Todo esto por unas cuantas piezas de pan? -- Rió el vampiro mientras con su paragüas protegía a la mujer de toda gota se atreviese a mojarla.
-- Su nuevo amigo...-- Hizo una leve pausa, mientras una sonrisa comenzaba a notarse trás sus labios carmesí. -- Dimitri Scapponi -- Rió con un dejo de gracia, era cierto que no era su nombre verdadero, sin embargo, no tenía intenciones de decirle su verdadero nombre. Querría aprender un poco más de la jovencita, aprender como se desenvolvía y sobre todo tener una verdadera amiga, lejos de los placeres de tene run amigo en la Realeza.
-- ¿Ahora, me permite hacerle compañía? -- Sugirió el vampiro tomando su paragüas parra inmediatamente emprender una caminata hasta donde al parecer ella dirigía una tienda de pan. -- ¿Todo esto por unas cuantas piezas de pan? -- Rió el vampiro mientras con su paragüas protegía a la mujer de toda gota se atreviese a mojarla.
Leandro Cacciatore- Vampiro Clase Alta
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Re: ~ Un escape a la violencia ~ {Cristopher Dupont}
Fraiah sintió unas pequeñas molestias en su cabeza, un diminuto dolor que se alejó en un instante. Ella llevó una de sus manos a su frente y miró a su alrededor. Debe ser el cansancio y los nervios, pensó mientras deslizaba su mano nuevamente a su lugar de origen, a un lado de su cuerpo.
Miró al hombre mientras éste parecía examinarla también. ¿Por qué sería? ¿Acaso él no era un tipo confiable? ¿Se habría metido en un problema mayor a que si estuviera en medio de esa violencia otra vez? Si eso resultaba ser, mejor dejarse llevar por el destino y estar lista para su juego siniestro. Al fin y al cabo, buscar el peligro es sinónimo de no encontrarlo.
'Su nuevo amigo'. Esas palabras quedaban en su mente ahora. Era demasiado amable como para ser cierto. Últimamente conocía muy pocas personas con esa cualidad.
- Dimitri Scapponi..- susurró para ella misma. Procuraba no olvidar su nombre, pues era necesario recordarlo si él era una persona bondadosa tal y como se mostraba, tanto como si fuera un feroz asesino. Mejor dejo de pensar estupideses, pensó nuevamente. Estar paranoica tras un suceso tan común como extraño para ella, le provocaba esto. Claro, sin contar que cotidianamente se sentía observada, escuchaba ruidos en su casa e incluso todos los objetos de su habitación amanecían cada mañana en sitios diferentes.
Dimitri le ofreció su compañía, y ella.. ¿para qué iba a mentir? Tras toda su valentía diaria, ahora mismo tenía algo de temor de caminar sola en la fría noche, pese a que quien la acompañara sea un desconocido también.
- Claro, como no señor - mencionó educadamente mirándolo con una risueña sonrisa, y emprendió la caminata por aquella callecita angosta que encerraba el callejón, ya libre de malechores.
Fraiah, entonces, miró a su acompañante mientras éste le cubría con su paraguas y escuchaba su pregunta.
- Gracias - dijo en primer lugar por la molestia que tuvo al pretender compartir su refugio contra la nieve junto a ella - Y sí, como verá, todo lo que uno hace por un poco de pan, pero bueno.. mi padre trabaja todo el día, y no sería justo que él deba salir a hacer las compras también, ¿no cree? - comentó con suma confianza. Tal vez este era otro problema de su inocente personalidad. Demasiado confianzuda como para sobrevivir en un mundo de crueldad. Por suerte aún no le ha tocado caer en manos equivocadas, y espera estar lista para ese momento.
Miró al hombre mientras éste parecía examinarla también. ¿Por qué sería? ¿Acaso él no era un tipo confiable? ¿Se habría metido en un problema mayor a que si estuviera en medio de esa violencia otra vez? Si eso resultaba ser, mejor dejarse llevar por el destino y estar lista para su juego siniestro. Al fin y al cabo, buscar el peligro es sinónimo de no encontrarlo.
'Su nuevo amigo'. Esas palabras quedaban en su mente ahora. Era demasiado amable como para ser cierto. Últimamente conocía muy pocas personas con esa cualidad.
- Dimitri Scapponi..- susurró para ella misma. Procuraba no olvidar su nombre, pues era necesario recordarlo si él era una persona bondadosa tal y como se mostraba, tanto como si fuera un feroz asesino. Mejor dejo de pensar estupideses, pensó nuevamente. Estar paranoica tras un suceso tan común como extraño para ella, le provocaba esto. Claro, sin contar que cotidianamente se sentía observada, escuchaba ruidos en su casa e incluso todos los objetos de su habitación amanecían cada mañana en sitios diferentes.
Dimitri le ofreció su compañía, y ella.. ¿para qué iba a mentir? Tras toda su valentía diaria, ahora mismo tenía algo de temor de caminar sola en la fría noche, pese a que quien la acompañara sea un desconocido también.
- Claro, como no señor - mencionó educadamente mirándolo con una risueña sonrisa, y emprendió la caminata por aquella callecita angosta que encerraba el callejón, ya libre de malechores.
Fraiah, entonces, miró a su acompañante mientras éste le cubría con su paraguas y escuchaba su pregunta.
- Gracias - dijo en primer lugar por la molestia que tuvo al pretender compartir su refugio contra la nieve junto a ella - Y sí, como verá, todo lo que uno hace por un poco de pan, pero bueno.. mi padre trabaja todo el día, y no sería justo que él deba salir a hacer las compras también, ¿no cree? - comentó con suma confianza. Tal vez este era otro problema de su inocente personalidad. Demasiado confianzuda como para sobrevivir en un mundo de crueldad. Por suerte aún no le ha tocado caer en manos equivocadas, y espera estar lista para ese momento.
Fraiah Eslin- Humano Clase Media
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