AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
2 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Recuerdo del primer mensaje :
La sociedad parisina es una calca de la ateniense. Los caballeros sonríen a todos los que a su alrededor se encuentran esperando a tener la complacencia adecuada para entablar negocios competitivos. Por supuesto, asuntos que les den los mejores dividendos a ellos, no a los demás. Las mujeres, en cambio, con el apodo de "damas de sociedad", buscan brillar entre todas las presentes. Las solteras, con la finalidad de encontrar un buen partido que les siga dando el estatus de comodidad al que están acostumbradas. Las casadas, para ver si entre algunos "caballeros" pueden tener algo más divertido que las sesiones carnales que en casa padecen de luz. ¿Es Aglaia una cínica? No. Es realista. Ha visto tanto durante su existencia que estos juegos le suponen un mortal aburrimiento.
Caminando entre las personas, es su indumentaria la que causa furor. No se ha adoptado a los cánones requeridos por la época. Su piel expuesta es demasiado para los estándares de la doble moral parisina. Unas damas la tachan de prostituta, en el mejor de los términos. Otras, de osada y una descocada. - ¡Aparecerse así en un lugar de alta alcurnia! Abrase visto tales desfiguros -. Y los cotilleos a su paso son para Aglaia susurros que la divierten. Al menos en ese aspecto, está atenta a lo que genera. Está segura que tarde que temprano, alguna de esas damas irá a su modisto para hacer algo parecido. En ocasiones, los inmortales causan esos efectos en la moda. Aventajan siglos e imponen nuevas marcas. Lo que le importa a la espartana son las miradas masculinas. Alguien de ellos es su presa, ha estado inmiscuyéndose en sus asuntos y tiene que parar.
Sus pies avanzan con tranquilidad, su cuerpo educado a las formas de la etiqueta son un regalo de un otrora Ateniense que pulió el carbón hasta transformarlo en el diamante que ahora brilla. Debiera agradecerle, más ha vuelto a desaparecer en el mundo y Aglaia no tiene intenciones, por lo menos acuciantes, para regresar al viejo cuento de la persecución del gato y el ratón. Algo que sin duda, al Puppet Master le agrada. Tirar de los hilos hasta que la situación sea perfecta y él aparezca como el más dadivoso protector o benefactor. Está cansada de los ires y venires del otrora Titán. Está agotada de su ego que estos trescientos años lejos de su mirada han sido una bendición para el carácter belicoso de la dama.
Y como si Afrodita escuchara sus plegarias, tiene ahí a su presa. El hombre que le está pisando los talones haciéndole más difícil la convivencia y su estabilidad en París. Una copa en la mano sumada con una sonrisa cautivadora son sus armas para empezar la diversión. Ya con antelación le había enviado una botella del más fino vino tinto y vertido en ella unas gotas de su sangre. El embriagante sabor del contenido sería potenciado por la vitae vampírica haciendo del hombre, quizá ya para estos momentos, un adicto a ésta. Sólo falta un empujón y tendrá otro esclavo a su conveniencia. Al llegar a su altura, lo observa dejar de platicar con otro caballero, la proporción de sus senos y caderas son suficientes para que se le antoje mantener una conversación con la dama. Aglaia sabe bien lo que causa vestida de la forma apropiada y la virilidad en los pantalones poco se oculta cuando avanza la velada y ella hace gala de algunas caricias propicias en las solapas del saco o bien, quitar una mancha en la mejilla del caballero.
El tacto helado está cubierto por guantes carmesí, así que en ese aspecto, el hombre no sabe con qué clase de especimen ponzoñoso está platicando y, tras unos nuevos minutos, él mismo inicia el camino al Tártato - ¿Le parecería ir a un lugar más discreto? Mucho me temo que tanta algarabía me impide escucharla, madame - su sonrisa es dulce, si hubiera observado sus ojos, quizá habría temido tras hacer la propuesta. Ciegos mortales, que ceden al peor de los pecados. Conducida por el brazo del humano, vagan por las habitaciones hasta entrar en una donde la decadencia transfigura las facciones masculinas al buscar los labios de la espartana que se entregan al tiempo que, astuta como zorro, uno de sus colmillos rasga la piel de su propia lengua dejando las gotas caer en la boca del humano.
Vitae, adictiva y peligrosa, vaga por las papilas gustativas del hombre que se engolosina buscando cada vez más. La droga en sus venas y su ansiedad por ella lo enloquece. Pierde los estribos intentando subir las faldas de la fémina que le mantiene las manos sujetas en la tela. - ¿Es mi imaginación o vas demasiado rápido, mon cherié? - susurra contra su oído en tanto su propia saliva cierra la herida. El mortal, hostigado por sus propios instintos, se subleva. Intenta alejarla con violencia, empujándola de los brazos para sorprenderse del hecho de que no la mueve ni un ápice. Sus ojos se abren como perlas, en toda su totalidad su cuerpo está sumido en el azoro. - Si quieres más, tendrás que acatar mis condiciones, Hugh - pronuncia su nombre con fuerza en tanto el rictus femenino se torna de complaciente a dominante.
Las manos que toman las masculinas, aprietan hasta hacerlo hincarse frente a ella presa del dolor - te has equivocado de presa. Es suficiente con tu búsqueda y tu fútil intento de obtener lo que no es tuyo. Las propiedades de los Miracle me pertenecen. Y debes dejarlas en paz, a cambio puede que te proporcione más de lo que anhelas. De esa droga que te pierde - y para reafirmar la veracidad de sus palabras, suelta el agarre de la derecha llevando su muñeca hasta la boca para rasgar la piel. Las finas perlas carmesíes resbalan y son dirigidas a la boca abierta del sorprendido mortal, que al simple contacto de la primera, se engancha a la fuente de perdición con la locura brillando en las pupilas. - Éste es tu pacto sellado con sangre, sea tu propia actuación la que lo mantenga o te haga perecer aquí ¿Entendiste? - la mente del hombre está enloquecida. Juraría sobre la figura del mismo Lucifer si con ello obtiene lo que busca. Esas gotas que lo pierden succión a succión.
"I would kneel, but you know,
being all the morning killing your men
has caused a cramp in my leg.".
being all the morning killing your men
has caused a cramp in my leg.".
La sociedad parisina es una calca de la ateniense. Los caballeros sonríen a todos los que a su alrededor se encuentran esperando a tener la complacencia adecuada para entablar negocios competitivos. Por supuesto, asuntos que les den los mejores dividendos a ellos, no a los demás. Las mujeres, en cambio, con el apodo de "damas de sociedad", buscan brillar entre todas las presentes. Las solteras, con la finalidad de encontrar un buen partido que les siga dando el estatus de comodidad al que están acostumbradas. Las casadas, para ver si entre algunos "caballeros" pueden tener algo más divertido que las sesiones carnales que en casa padecen de luz. ¿Es Aglaia una cínica? No. Es realista. Ha visto tanto durante su existencia que estos juegos le suponen un mortal aburrimiento.
Caminando entre las personas, es su indumentaria la que causa furor. No se ha adoptado a los cánones requeridos por la época. Su piel expuesta es demasiado para los estándares de la doble moral parisina. Unas damas la tachan de prostituta, en el mejor de los términos. Otras, de osada y una descocada. - ¡Aparecerse así en un lugar de alta alcurnia! Abrase visto tales desfiguros -. Y los cotilleos a su paso son para Aglaia susurros que la divierten. Al menos en ese aspecto, está atenta a lo que genera. Está segura que tarde que temprano, alguna de esas damas irá a su modisto para hacer algo parecido. En ocasiones, los inmortales causan esos efectos en la moda. Aventajan siglos e imponen nuevas marcas. Lo que le importa a la espartana son las miradas masculinas. Alguien de ellos es su presa, ha estado inmiscuyéndose en sus asuntos y tiene que parar.
Sus pies avanzan con tranquilidad, su cuerpo educado a las formas de la etiqueta son un regalo de un otrora Ateniense que pulió el carbón hasta transformarlo en el diamante que ahora brilla. Debiera agradecerle, más ha vuelto a desaparecer en el mundo y Aglaia no tiene intenciones, por lo menos acuciantes, para regresar al viejo cuento de la persecución del gato y el ratón. Algo que sin duda, al Puppet Master le agrada. Tirar de los hilos hasta que la situación sea perfecta y él aparezca como el más dadivoso protector o benefactor. Está cansada de los ires y venires del otrora Titán. Está agotada de su ego que estos trescientos años lejos de su mirada han sido una bendición para el carácter belicoso de la dama.
Y como si Afrodita escuchara sus plegarias, tiene ahí a su presa. El hombre que le está pisando los talones haciéndole más difícil la convivencia y su estabilidad en París. Una copa en la mano sumada con una sonrisa cautivadora son sus armas para empezar la diversión. Ya con antelación le había enviado una botella del más fino vino tinto y vertido en ella unas gotas de su sangre. El embriagante sabor del contenido sería potenciado por la vitae vampírica haciendo del hombre, quizá ya para estos momentos, un adicto a ésta. Sólo falta un empujón y tendrá otro esclavo a su conveniencia. Al llegar a su altura, lo observa dejar de platicar con otro caballero, la proporción de sus senos y caderas son suficientes para que se le antoje mantener una conversación con la dama. Aglaia sabe bien lo que causa vestida de la forma apropiada y la virilidad en los pantalones poco se oculta cuando avanza la velada y ella hace gala de algunas caricias propicias en las solapas del saco o bien, quitar una mancha en la mejilla del caballero.
El tacto helado está cubierto por guantes carmesí, así que en ese aspecto, el hombre no sabe con qué clase de especimen ponzoñoso está platicando y, tras unos nuevos minutos, él mismo inicia el camino al Tártato - ¿Le parecería ir a un lugar más discreto? Mucho me temo que tanta algarabía me impide escucharla, madame - su sonrisa es dulce, si hubiera observado sus ojos, quizá habría temido tras hacer la propuesta. Ciegos mortales, que ceden al peor de los pecados. Conducida por el brazo del humano, vagan por las habitaciones hasta entrar en una donde la decadencia transfigura las facciones masculinas al buscar los labios de la espartana que se entregan al tiempo que, astuta como zorro, uno de sus colmillos rasga la piel de su propia lengua dejando las gotas caer en la boca del humano.
Vitae, adictiva y peligrosa, vaga por las papilas gustativas del hombre que se engolosina buscando cada vez más. La droga en sus venas y su ansiedad por ella lo enloquece. Pierde los estribos intentando subir las faldas de la fémina que le mantiene las manos sujetas en la tela. - ¿Es mi imaginación o vas demasiado rápido, mon cherié? - susurra contra su oído en tanto su propia saliva cierra la herida. El mortal, hostigado por sus propios instintos, se subleva. Intenta alejarla con violencia, empujándola de los brazos para sorprenderse del hecho de que no la mueve ni un ápice. Sus ojos se abren como perlas, en toda su totalidad su cuerpo está sumido en el azoro. - Si quieres más, tendrás que acatar mis condiciones, Hugh - pronuncia su nombre con fuerza en tanto el rictus femenino se torna de complaciente a dominante.
Las manos que toman las masculinas, aprietan hasta hacerlo hincarse frente a ella presa del dolor - te has equivocado de presa. Es suficiente con tu búsqueda y tu fútil intento de obtener lo que no es tuyo. Las propiedades de los Miracle me pertenecen. Y debes dejarlas en paz, a cambio puede que te proporcione más de lo que anhelas. De esa droga que te pierde - y para reafirmar la veracidad de sus palabras, suelta el agarre de la derecha llevando su muñeca hasta la boca para rasgar la piel. Las finas perlas carmesíes resbalan y son dirigidas a la boca abierta del sorprendido mortal, que al simple contacto de la primera, se engancha a la fuente de perdición con la locura brillando en las pupilas. - Éste es tu pacto sellado con sangre, sea tu propia actuación la que lo mantenga o te haga perecer aquí ¿Entendiste? - la mente del hombre está enloquecida. Juraría sobre la figura del mismo Lucifer si con ello obtiene lo que busca. Esas gotas que lo pierden succión a succión.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Algo que no se le puede reprochar a Héctor es que las reuniones con él sean aburridas. Ya sea intentando ver la manera en que Annabeth acuda a él y asegurarse de que salga con vida, haciendo un recuento de divertidos pareceres sobre la Iliada, hasta inclusive, un grupo de personas que vienen a reclamar exigiendo una, espera ¿Dijo compensación? La sonrisa que brota de labios de la espartana es hilarante, sus ojos brillan divertidos en tanto mira cómo es que el vampiro va a hacerse cargo de todo ésto. Si es que va a meter las manos, que en ocasiones se olvida que él es el mayor de los dos y deja que ella lo solucione. Parte de lo conversado atrapa su atención. ¿Heredera legítima? Eso sí que tiene interés para la espartana. Porque "legítimo" sería una palabra que no utilizaría demasiado a menos que tenga una prueba de su estirpe y todavía eso no existe.
¿O sí?
En tanto ella divaga en esa parte, de reojo observa que uno de los hombres se acerca a ella, el reflejo del metal es captado por su atención. Va directo a su costado. Por inercia, siente la necesidad de moverse para darle una lección, la mitiga haciendo algo que será mucho peor. Permite que el frío metal se clave en su piel, desgarrando el músculo. Si pensaban que se encogería por la herida o bien, emitiría un sonido propio del dolor que le provocaría, se equivocaron. No hay mayor miedo que estar frente a una persona que no actúa como un individuo normal, común y corriente. Mucho más cuando se desprende por su propia mano de la daga para juguetear con ella sin importar que esté cubierta de vitae. - Tienes treinta segundos para dar media vuelta para regresar de donde vienes antes de que utilice esa daga de mi costado para quitarte un ojo y dártelo de comer - se cruza de brazos esperando el actuar del hombre en tanto los otros miran a Aglaia y a Héctor sin comprender.
El desconcierto reina en el sitio, - ¡Vamos, ha de estar llena de opio! - dice el aparente jefe quien no parece amedrentarse en sus ánimos de hacer trizas a Héctor. Aglaia se encoge de hombros mirando a cada uno de los presentes antes de que recite en voz alta - doce, trece, catorce - su conteo es pausado, no se apresura en tanto sus manos siguen ocupadas con el jugueteo - ¿Por qué siempre tienes personas idiotas a tu lado? ¿Pensaste que era más fácil atacar a una mujer que a Héctor? - se acerca al hombre con la daga aún en la mano con un gesto de molestia y cierta beligerancia - ¿Sabes cuánto me costó convencer al sastre para que me hiciera este vestido sin escandalizarse? - finge un suspiro porque desde hace siglos que sus pulmones ya no necesitan aire.
Se planta frente a él - Opio o no, veintiocho, veintinueve y treinta - su mano es más rápida que su reacción, entierra los dedos dentro del globo ocular con la maestría de años a sus espaldas para sacar el ojo y cortar con la daga el extremo que lo une, en cuanto el hombre lanza el grito, le tapa la boca con el órgano visual para cerrar la quijada con la mano sujetándola para que se quede callado mirando hacia atrás - ¿Todavía siguen aquí? ¿Quieren otros treinta segundos? - su voz es más calma que podría causar escalofríos. Siente cómo las manos del hombre intentan rasguñar su brazo hasta encontrar su rostro con un puñetazo aún intentando defenderse. La fuerza del impacto provoca que suelte a su presa dando un par de pasos atrás antes de extender su mano encajando la daga en la manzana de Adán. - Ilotas, ¿Cuándo aprenderán su lugar? - dice con desprecio antes de tomar los cabellos del hombre para jalar su cuerpo hacia ella, sacando la daga para ocupar ese espacio con su boca alimentándose del caído.
¿O sí?
En tanto ella divaga en esa parte, de reojo observa que uno de los hombres se acerca a ella, el reflejo del metal es captado por su atención. Va directo a su costado. Por inercia, siente la necesidad de moverse para darle una lección, la mitiga haciendo algo que será mucho peor. Permite que el frío metal se clave en su piel, desgarrando el músculo. Si pensaban que se encogería por la herida o bien, emitiría un sonido propio del dolor que le provocaría, se equivocaron. No hay mayor miedo que estar frente a una persona que no actúa como un individuo normal, común y corriente. Mucho más cuando se desprende por su propia mano de la daga para juguetear con ella sin importar que esté cubierta de vitae. - Tienes treinta segundos para dar media vuelta para regresar de donde vienes antes de que utilice esa daga de mi costado para quitarte un ojo y dártelo de comer - se cruza de brazos esperando el actuar del hombre en tanto los otros miran a Aglaia y a Héctor sin comprender.
El desconcierto reina en el sitio, - ¡Vamos, ha de estar llena de opio! - dice el aparente jefe quien no parece amedrentarse en sus ánimos de hacer trizas a Héctor. Aglaia se encoge de hombros mirando a cada uno de los presentes antes de que recite en voz alta - doce, trece, catorce - su conteo es pausado, no se apresura en tanto sus manos siguen ocupadas con el jugueteo - ¿Por qué siempre tienes personas idiotas a tu lado? ¿Pensaste que era más fácil atacar a una mujer que a Héctor? - se acerca al hombre con la daga aún en la mano con un gesto de molestia y cierta beligerancia - ¿Sabes cuánto me costó convencer al sastre para que me hiciera este vestido sin escandalizarse? - finge un suspiro porque desde hace siglos que sus pulmones ya no necesitan aire.
Se planta frente a él - Opio o no, veintiocho, veintinueve y treinta - su mano es más rápida que su reacción, entierra los dedos dentro del globo ocular con la maestría de años a sus espaldas para sacar el ojo y cortar con la daga el extremo que lo une, en cuanto el hombre lanza el grito, le tapa la boca con el órgano visual para cerrar la quijada con la mano sujetándola para que se quede callado mirando hacia atrás - ¿Todavía siguen aquí? ¿Quieren otros treinta segundos? - su voz es más calma que podría causar escalofríos. Siente cómo las manos del hombre intentan rasguñar su brazo hasta encontrar su rostro con un puñetazo aún intentando defenderse. La fuerza del impacto provoca que suelte a su presa dando un par de pasos atrás antes de extender su mano encajando la daga en la manzana de Adán. - Ilotas, ¿Cuándo aprenderán su lugar? - dice con desprecio antes de tomar los cabellos del hombre para jalar su cuerpo hacia ella, sacando la daga para ocupar ese espacio con su boca alimentándose del caído.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Héctor jamás usaba un vocablo a la ligera. Tenía la lengua rápida y afilada cuando le convenía y no dudaba en hacer gala de su oratoria para conseguir sus fines, pero jamás usaba palabras aleatorias que no tuvieran exactamente el significado –real o figurado- que él quería imponerles.
Así que sí, legítimo significaba exactamente eso. Legítimo, reconocido, que figuraba en el Registro y que tomaría posesión de todo si a él le ocurría algo. No era algo demasiado probable, pues siempre había sabido mantenerse a salvo, pero, teniendo en cuenta los hilos que se movían en la sombra y cómo el Consejo de los Vampiros estaba en el punto de vista de los Black, Héctor se había tomado la molestia de asegurar todo su patrimonio a una carta. Una carta con una carita preciosa y que sabía que no se vería salpicada por las locuras de los hijos de Caín. O Kane, como se hacía llamar en ese tiempo.
No era demasiado extraño, dada la promiscuidad de los dioses del panteón clásico, que Héctor pudiera tener un heredero en aquellos tiempos. Los titanes engendraban dioses, los dioses, semidioses, los semidioses, héroes, los héroes, humanos mortales, y a partir de ahí, la estirpe se diluía con el correr de los tiempos, pero siempre estaba ahí, latente, el origen olímpico. Un retazo olvidado que podía volver a brillar y resurgir si el destino era propicio.
Aunque en los tiempos que corrían era todo mucho más sencillo y la legitimidad se limitaba a buscar un abogado y un notario y redactar un documento donde otorgaba a su pequeño rayo de luna todos los derechos. Fácil, sencillo, cómodo de probar.
El vampiro chasqueó la lengua.
-Aglaia, querida, ¿no puedes sacarle, no sé, el bazo? Los ojos hacen ese sonido de chup-chup que me da repelús.
Como quien decía que esa tarde iba a llover y con la misma expresión que pondría un crío al comer brócoli. Los otros le miraron con cierto temor reflejado en sus ojos. ¿Qué clase de hombre hablaba con esa frialdad y ese desprecio de sacar ojos, como si fuera algo cotidiano?
-Por el vestido no te preocupes, corre de mi cuenta. Agg. ¿En serio tenías que hacerlo?
Uno de sus acólitos asomó por el lateral de la casa y se detuvo a contemplar la escena. Héctor le miró sonriendo, como si allí no estuviera pasando nada.
-Oh, Johari. Busca a alguien que limpie esto. Y dile a Tyler… no, mejor a Martha, que me busque en la biblioteca.
Tyler y Martha eran dos de los humanos que vivían en la mansión Fortier. Era una simbiosis curiosa. Héctor odiaba tener que cazar cada noche la comida, prefería negociarla. Y en eso era todo un experto. En su casa había unas normas muy estrictas respecto a los humanos que allí vivían. Ningunos de los vampiros comía sin que él lo supiera. Jamás de un humano del que otro ya se hubiera alimentado esa misma semana. Todos eran tratados con respeto, cuidados y alimentados en abundancia, para que estuvieran sanos. Héctor ofrecía una nueva oportunidad a vagabundos y desahuciados de la sociedad, les daba una casa y un empleo digno, bajo sus órdenes. A cambio, ellos mantenían su mascarada y le proporcionaban el alimento que necesitaba. Todos ganaban, era un buen negocio.
-Bien, ya que hemos solucionado ese pequeño incidente… Cuéntame más acerca de esa humana que dices que quieres traerme.
Así que sí, legítimo significaba exactamente eso. Legítimo, reconocido, que figuraba en el Registro y que tomaría posesión de todo si a él le ocurría algo. No era algo demasiado probable, pues siempre había sabido mantenerse a salvo, pero, teniendo en cuenta los hilos que se movían en la sombra y cómo el Consejo de los Vampiros estaba en el punto de vista de los Black, Héctor se había tomado la molestia de asegurar todo su patrimonio a una carta. Una carta con una carita preciosa y que sabía que no se vería salpicada por las locuras de los hijos de Caín. O Kane, como se hacía llamar en ese tiempo.
No era demasiado extraño, dada la promiscuidad de los dioses del panteón clásico, que Héctor pudiera tener un heredero en aquellos tiempos. Los titanes engendraban dioses, los dioses, semidioses, los semidioses, héroes, los héroes, humanos mortales, y a partir de ahí, la estirpe se diluía con el correr de los tiempos, pero siempre estaba ahí, latente, el origen olímpico. Un retazo olvidado que podía volver a brillar y resurgir si el destino era propicio.
Aunque en los tiempos que corrían era todo mucho más sencillo y la legitimidad se limitaba a buscar un abogado y un notario y redactar un documento donde otorgaba a su pequeño rayo de luna todos los derechos. Fácil, sencillo, cómodo de probar.
El vampiro chasqueó la lengua.
-Aglaia, querida, ¿no puedes sacarle, no sé, el bazo? Los ojos hacen ese sonido de chup-chup que me da repelús.
Como quien decía que esa tarde iba a llover y con la misma expresión que pondría un crío al comer brócoli. Los otros le miraron con cierto temor reflejado en sus ojos. ¿Qué clase de hombre hablaba con esa frialdad y ese desprecio de sacar ojos, como si fuera algo cotidiano?
-Por el vestido no te preocupes, corre de mi cuenta. Agg. ¿En serio tenías que hacerlo?
Uno de sus acólitos asomó por el lateral de la casa y se detuvo a contemplar la escena. Héctor le miró sonriendo, como si allí no estuviera pasando nada.
-Oh, Johari. Busca a alguien que limpie esto. Y dile a Tyler… no, mejor a Martha, que me busque en la biblioteca.
Tyler y Martha eran dos de los humanos que vivían en la mansión Fortier. Era una simbiosis curiosa. Héctor odiaba tener que cazar cada noche la comida, prefería negociarla. Y en eso era todo un experto. En su casa había unas normas muy estrictas respecto a los humanos que allí vivían. Ningunos de los vampiros comía sin que él lo supiera. Jamás de un humano del que otro ya se hubiera alimentado esa misma semana. Todos eran tratados con respeto, cuidados y alimentados en abundancia, para que estuvieran sanos. Héctor ofrecía una nueva oportunidad a vagabundos y desahuciados de la sociedad, les daba una casa y un empleo digno, bajo sus órdenes. A cambio, ellos mantenían su mascarada y le proporcionaban el alimento que necesitaba. Todos ganaban, era un buen negocio.
-Bien, ya que hemos solucionado ese pequeño incidente… Cuéntame más acerca de esa humana que dices que quieres traerme.
Ceo Lebeau-Fortier- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 176
Fecha de inscripción : 12/04/2017
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Vitae, podría parecer la ambrosía de los dioses en los labios de todo vampiro, aumentando las capacidades físicas y los poderes que con esta maldición vienen trenzados. Tomando al hombre de los cabellos de la nuca con la diestra y afianzando el agarre del tronco con la siniestra, la espartana se da un festín con la presa que tan voluntariamente llegó a la casa de Héctor. Hambrienta tras el episodio del humano que intentara chantajearla, se alimenta sin pudores del caído. Para ella, un hombre derrotado, es igual a cualquiera de sus presas por excelencia: aquéllos discapacitados que debieran tener un destino en el monte Taigeto. Termina de succionar dejando caer el cuerpo en el piso, ese sonido es suficiente para que los otros dos se muevan intentando escapar. Toma la daga del occiso para lanzar una de ellas hacia el líder, el esbirro no le interesa. Le da en la pierna avanzando con paso lento sabiendo que Héctor no moverá ni un músculo, tal cual su naturaleza de ateniense.
Tal cual lo esperó, sólo se dedicó a dar órdenes de limpieza. Arranca la daga de la herida, tomando las telas del pantalón, desgarrando las fibras para hacer un buen torniquete - no aún, estoy segura que alguno de los aquí presentes necesitará de tu sangre, has venido para no salir - observa al otro que sigue una loca carrera hacia la salida. Rueda los ojos con aburrimiento, la vitae ingerida potencia las piernas de la espartana para lanzarse en una carrera mortal al último que sigue intentando salir de ahí a toda velocidad, sin comparación con su depredador que le toma de las prendas haciendo que caiga de culo para tomar su brazo, colocar un pie en sus costillas y tirar hasta dislocar la unión extremidad, hombro provocando un alarido que le provoca malestar. - Chillas como cerdo en matadero - le suelta mirando cómo se revuelca del dolor antes de pisar con fuerza su rodilla rompiendo las conexiones óseas y ligamentarias - ya está, tienes alimento para los tuyos al menos por una noche más, éste no se moverá demasiado. El otro, tiene un buen torniquete para que no se desangre - avanza hasta el líder buscando entre sus bolsillos hasta encontrar un pañuelo, con él en mano, se acerca a Héctor limpiando su rostro y parte del cuello de la sangre que le mancha.
Como si todo ésto fuera parte de una absurda parodia de teatro, ambos vampiros parecen no preocuparse por el destino de los intrusos. - ¿Hemos solucionado? Me suena a manada, Héctor - reclamar algo así, es tan fútil como esperar que los cerdos vuelen. Ignora pues la sensación de molestia que hay en su pecho para observar los ojos del Titán - ya te dije, se llama Annabeth De Louise, es la líder de Phoenix, posee entre sus paredes un conocimiento que Alejandría anhelaría. Es bastante interesante para mi gusto, puedo concertar una cita con ambos, dime cuándo puedes atenderla - por supuesto, ella irá a con la mujer para que Héctor no se pase de listo. Justo están por atravesar una puerta cuando el tal LeFou grita a todo pulmón - él va a venir a por ti, Héctor. ¡Tienes un enemigo más grande y ni siquiera tu perra podrá evitar que puedas escapar de tu destino! Quiere venganza y si no vuelvo, sabrá que es el momento de atacar - Aglaia voltea hacia el hombre con curiosidad - ¿De quién habla? ¿Acaso está desvariando por el dolor? - el humano sonríe sabiendo que tiene la atención - ¡Perseo viene a por ti! ¡Y como a la Medusa, te arrancará la cabeza! - sentencia.
La espartana se queda de pie, con un rictus de intriga - ¿Algún amigo tuyo o es en realidad el semidios hijo de Zeus? ¿Estamos hablando realmente del héroe o sólo es un advenedizo? - cada vez que se encuentra con Héctor, algo nuevo hay en su camino. ¿Ahora qué puede ser?
Tal cual lo esperó, sólo se dedicó a dar órdenes de limpieza. Arranca la daga de la herida, tomando las telas del pantalón, desgarrando las fibras para hacer un buen torniquete - no aún, estoy segura que alguno de los aquí presentes necesitará de tu sangre, has venido para no salir - observa al otro que sigue una loca carrera hacia la salida. Rueda los ojos con aburrimiento, la vitae ingerida potencia las piernas de la espartana para lanzarse en una carrera mortal al último que sigue intentando salir de ahí a toda velocidad, sin comparación con su depredador que le toma de las prendas haciendo que caiga de culo para tomar su brazo, colocar un pie en sus costillas y tirar hasta dislocar la unión extremidad, hombro provocando un alarido que le provoca malestar. - Chillas como cerdo en matadero - le suelta mirando cómo se revuelca del dolor antes de pisar con fuerza su rodilla rompiendo las conexiones óseas y ligamentarias - ya está, tienes alimento para los tuyos al menos por una noche más, éste no se moverá demasiado. El otro, tiene un buen torniquete para que no se desangre - avanza hasta el líder buscando entre sus bolsillos hasta encontrar un pañuelo, con él en mano, se acerca a Héctor limpiando su rostro y parte del cuello de la sangre que le mancha.
Como si todo ésto fuera parte de una absurda parodia de teatro, ambos vampiros parecen no preocuparse por el destino de los intrusos. - ¿Hemos solucionado? Me suena a manada, Héctor - reclamar algo así, es tan fútil como esperar que los cerdos vuelen. Ignora pues la sensación de molestia que hay en su pecho para observar los ojos del Titán - ya te dije, se llama Annabeth De Louise, es la líder de Phoenix, posee entre sus paredes un conocimiento que Alejandría anhelaría. Es bastante interesante para mi gusto, puedo concertar una cita con ambos, dime cuándo puedes atenderla - por supuesto, ella irá a con la mujer para que Héctor no se pase de listo. Justo están por atravesar una puerta cuando el tal LeFou grita a todo pulmón - él va a venir a por ti, Héctor. ¡Tienes un enemigo más grande y ni siquiera tu perra podrá evitar que puedas escapar de tu destino! Quiere venganza y si no vuelvo, sabrá que es el momento de atacar - Aglaia voltea hacia el hombre con curiosidad - ¿De quién habla? ¿Acaso está desvariando por el dolor? - el humano sonríe sabiendo que tiene la atención - ¡Perseo viene a por ti! ¡Y como a la Medusa, te arrancará la cabeza! - sentencia.
La espartana se queda de pie, con un rictus de intriga - ¿Algún amigo tuyo o es en realidad el semidios hijo de Zeus? ¿Estamos hablando realmente del héroe o sólo es un advenedizo? - cada vez que se encuentra con Héctor, algo nuevo hay en su camino. ¿Ahora qué puede ser?
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Héctor puso los ojos en blanco. No tenía nada en contra de la violencia gratuita, desde luego. Pero era un espectáculo que prefería ver desde el palco, sin mancharse las manos. Porque si llegaba a mancharse las manos, si llegaba a pasar esa barrera que separaba su comportamiento aristocrático de la bestia en la que podía llegar a convertirse, no había piedad. Era capaz de destrozar mentes y cuerpos sin el menor remordimiento, porque aún consideraba que ése era su privilegio.
-Annabeth, bien. ¿Qué tal el viernes por la noche? Queda casi una semana, tiene tiempo para decidir si quiere acudir o no, yo tengo tiempo para organizar una recepción adecuada –como si realmente fuera a organizar algo especial- y no compromete ninguno de mis compromisos ya establecidos.
Los gritos de LeFou atrajeron la atención de ambos. Una amenaza en toda regla, una que no entendía demasiado bien, pues no sabía a quién se refería. Había cosechado muchos enemigos en los días antiguos, pero ninguno quedaba ya con vida o con ganas de remover ancestrales rencillas
-Imagino que se refiere al hijo de Zeus. Pero hace eones que le perdí la pista. No puedes culparme, había muchos lugares interesantes que visitar en el mundo, sobre todo desde que los españoles descubrieron una parte nueva. Ja, como si no hubiera estado siempre ahí, desde que fue creado el universo. Pero es divertido ver cómo se jactan de desentrañar los misterios del mundo, de su incipiente ciencia, de cómo intentan dar explicación a todo. Me hace sentir orgulloso esa curiosidad y esa necesidad de conocimiento. Oh, sí, discúlpame, que divago un poco. Perseo y yo tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero tienes que entender que la eternidad es demasiado inmensa para llenarla y a veces un poco de belicosidad aporta una chispa. Todos hemos tenido peleas con todos –se refería a los que habitaban el olimpo y sus vástagos- o casi. El más molesto debería ser yo, que se juntaron todos para desterrarnos al Tártaro y mira cómo he acabado.
-Annabeth, bien. ¿Qué tal el viernes por la noche? Queda casi una semana, tiene tiempo para decidir si quiere acudir o no, yo tengo tiempo para organizar una recepción adecuada –como si realmente fuera a organizar algo especial- y no compromete ninguno de mis compromisos ya establecidos.
Los gritos de LeFou atrajeron la atención de ambos. Una amenaza en toda regla, una que no entendía demasiado bien, pues no sabía a quién se refería. Había cosechado muchos enemigos en los días antiguos, pero ninguno quedaba ya con vida o con ganas de remover ancestrales rencillas
-Imagino que se refiere al hijo de Zeus. Pero hace eones que le perdí la pista. No puedes culparme, había muchos lugares interesantes que visitar en el mundo, sobre todo desde que los españoles descubrieron una parte nueva. Ja, como si no hubiera estado siempre ahí, desde que fue creado el universo. Pero es divertido ver cómo se jactan de desentrañar los misterios del mundo, de su incipiente ciencia, de cómo intentan dar explicación a todo. Me hace sentir orgulloso esa curiosidad y esa necesidad de conocimiento. Oh, sí, discúlpame, que divago un poco. Perseo y yo tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero tienes que entender que la eternidad es demasiado inmensa para llenarla y a veces un poco de belicosidad aporta una chispa. Todos hemos tenido peleas con todos –se refería a los que habitaban el olimpo y sus vástagos- o casi. El más molesto debería ser yo, que se juntaron todos para desterrarnos al Tártaro y mira cómo he acabado.
Ceo Lebeau-Fortier- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 176
Fecha de inscripción : 12/04/2017
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Para la espartana, el tema de los humanos ya estaba superado y era parte de la historia. Unos rostros que se perderían con el tiempo y de los cuales no recordaría más. Eso sucede con los seres que no se dejan una huella en la memoria de la griega. Avanza tras Héctor cambiando de tema o más bien, volviendo al que tenían antes de ser interrumpidos. Si estuvieran juntos en una guerra, serían imbatibles. Su mente y la espada de Aglaia harían una mancuerna de temer. No se desmerita la otra parte de los vampiros, sólo se sabe cuál es el fuerte de cada uno. Y si bien para la vampiresa, Héctor es a veces una molestia, que se haya tomado el tiempo para adiestrarla en este mundo, le genera un sentimiento de gratitud impagable. Su Sire la transformó y la dejó a la deriva. A que aprendiera sola. Es Héctor quien se dedicó a enseñarle los entresijos de la inmortalidad.
Por él, tiene tanto. A él, le debe tanto. Por eso sigue al pie del desfiladero, mirando hacia abajo por si algún envalentonado se atreve a atravesar la distancia entre él y Héctor, ser la primera barrera que enfrente. Y sí, reniega por ello, más el vampiro sabe mejor que nadie que si tiene problemas, sólo es necesario un mensaje para que Aglaia se apersone y se haga cargo del asunto. En esa parte, la espartana es fiel al griego porque en su concepción, él es como su Sire. El único que plantó cara, que le ofreció el mundo, que le mostró qué hacer y cómo para perdurar. Si existe, es por él. Para él. Con él. Y no es que esté enamorada del ex-Titán. Es simple y llanamente el aprecio a alguien que se tomó el tiempo para educar a una neonata perdida.
Y tal cual lo conoce, es que le pone en el camino a Annabeth sabiendo que su mente podría ser agradable para su Sire adoptivo. - ¡Oh, por favor! No vas a preparar una mierda. Le recibirás con el mismo desorden que a mí y fingirás que todo está arreglado - se mofa divertida pensando en cómo organizar todo para que la joven asista. - De acuerdo, la tendrás el jueves por la noche, ¿A las diez está bien? - el resto de la conversación se interrumpe con la intervención del humano. Sin tener que preguntar demasiado, Héctor empieza a dar datos interesantes. Perseo existió, por supuesto. - ¡Qué interesante! Seguro que sería curioso saber cuál era la verdadera apariencia de Medusa después de tantos y tantos que se dignaron a dibujarla. ¿Ves cómo la historia te persigue por más que la eludes? Si llega a ti, sólo llama, sabes dónde encontrarme, con gusto vendría a medir mis espadas con él - eso la atrapa.
De sólo pensar en que Perseo, el hijo de Zeus acudiera y presentara pelea, se le hacía agua la boca, por decirlo de alguna manera. - ¿Qué tan diferente sabe la vitae de los hijos de los dioses comparada a la tuya o a la de un vampiro común y corriente? - la curiosidad mató al gato. En este caso, era la espartana la que caía interesada en ese pequeño detalle.
Por él, tiene tanto. A él, le debe tanto. Por eso sigue al pie del desfiladero, mirando hacia abajo por si algún envalentonado se atreve a atravesar la distancia entre él y Héctor, ser la primera barrera que enfrente. Y sí, reniega por ello, más el vampiro sabe mejor que nadie que si tiene problemas, sólo es necesario un mensaje para que Aglaia se apersone y se haga cargo del asunto. En esa parte, la espartana es fiel al griego porque en su concepción, él es como su Sire. El único que plantó cara, que le ofreció el mundo, que le mostró qué hacer y cómo para perdurar. Si existe, es por él. Para él. Con él. Y no es que esté enamorada del ex-Titán. Es simple y llanamente el aprecio a alguien que se tomó el tiempo para educar a una neonata perdida.
Y tal cual lo conoce, es que le pone en el camino a Annabeth sabiendo que su mente podría ser agradable para su Sire adoptivo. - ¡Oh, por favor! No vas a preparar una mierda. Le recibirás con el mismo desorden que a mí y fingirás que todo está arreglado - se mofa divertida pensando en cómo organizar todo para que la joven asista. - De acuerdo, la tendrás el jueves por la noche, ¿A las diez está bien? - el resto de la conversación se interrumpe con la intervención del humano. Sin tener que preguntar demasiado, Héctor empieza a dar datos interesantes. Perseo existió, por supuesto. - ¡Qué interesante! Seguro que sería curioso saber cuál era la verdadera apariencia de Medusa después de tantos y tantos que se dignaron a dibujarla. ¿Ves cómo la historia te persigue por más que la eludes? Si llega a ti, sólo llama, sabes dónde encontrarme, con gusto vendría a medir mis espadas con él - eso la atrapa.
De sólo pensar en que Perseo, el hijo de Zeus acudiera y presentara pelea, se le hacía agua la boca, por decirlo de alguna manera. - ¿Qué tan diferente sabe la vitae de los hijos de los dioses comparada a la tuya o a la de un vampiro común y corriente? - la curiosidad mató al gato. En este caso, era la espartana la que caía interesada en ese pequeño detalle.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Sonrió con superioridad. Tenía razón, no iba a preparar nada especial. Pero porque en su casa todo estaba siempre listo para cualquier eventualidad. Siempre había comida dispuesta para una visita inesperada, siempre estaba todo limpio y en orden. No mantenía a vampiros y humanos a la par para preocuparse de esas estupideces. Él sólo tenía que chasquear los dedos y ver cumplido el más absurdo de sus caprichos.
-El jueves a las diez será perfecto. Te aseguro que tu chiquilla no tendrá queja alguna de mi recibimiento.
Porque realmente podía entrar en su mente y hacerla percibir lo que a él le diera la gana. Podía llevarla a un pantano y que ella creyera estar en un palacio. Su mente recordaría sólo lo que él quisiera escribir en ella.
-No me mires así. Te prometo que no manipularé su mente. Demasiado.
Una promesa vacía, por supuesto, porque Héctor era caprichoso y voluble y su palabra sólo tenía el valor que él deseaba darle. Uno de los privilegios de su condición de deidad que había arrastrado a aquella existencia sombría que llevaba ahora.
-¿Medusa? Era bonita. Una mujer preciosa, sin duda. Pero con un ego desmedido –como si el suyo fuera finito-. En mi opinión, el castigo de Atenea fue divertido. Un tanto exagerado, pero divertido. Claro, que teniendo en cuenta que hacíamos cosas como condenar a gente a que le comieran el hígado todas las noches, o a vivir en un laberinto, o cositas así… que la hicieran tan víbora por fuera como lo era por dentro fue algo casi de andar por casa.
Desestimó la importancia del asunto con un gesto de la mano, pero la espartana tenía razón, la historia le perseguía, hiciese lo que hiciese. Y suponía que sería así por los siglos de los siglos. Como siempre había sido, como siempre sería. Los inmortales no pueden escapar del tiempo. Es irónico, pero el hecho de ser inmortal hace que siempre tengan tiempo de dar contigo para una venganza.
-Beber la sangre de alguien te abre las puertas a toda su vida. Puedes sentir en el lapso de un trago todos los momentos que la componen y que están grabados en sus venas. Cuantos más años tiene una persona, más fuerte es la sensación, cuantas más vivencias, más intenso es el sabor. Si un humano puede hacerte sentir viva de nuevo por unos segundos, imagina alguien con una vida inmortal, pero no como somos nosotros ahora, con vidas robadas, sino con un pulso, un corazón latiendo, la sangre caliente fluyendo y palpitando bajo piel viva… Te diría que es como un orgasmo, pero puede que sea incluso mejor.
-El jueves a las diez será perfecto. Te aseguro que tu chiquilla no tendrá queja alguna de mi recibimiento.
Porque realmente podía entrar en su mente y hacerla percibir lo que a él le diera la gana. Podía llevarla a un pantano y que ella creyera estar en un palacio. Su mente recordaría sólo lo que él quisiera escribir en ella.
-No me mires así. Te prometo que no manipularé su mente. Demasiado.
Una promesa vacía, por supuesto, porque Héctor era caprichoso y voluble y su palabra sólo tenía el valor que él deseaba darle. Uno de los privilegios de su condición de deidad que había arrastrado a aquella existencia sombría que llevaba ahora.
-¿Medusa? Era bonita. Una mujer preciosa, sin duda. Pero con un ego desmedido –como si el suyo fuera finito-. En mi opinión, el castigo de Atenea fue divertido. Un tanto exagerado, pero divertido. Claro, que teniendo en cuenta que hacíamos cosas como condenar a gente a que le comieran el hígado todas las noches, o a vivir en un laberinto, o cositas así… que la hicieran tan víbora por fuera como lo era por dentro fue algo casi de andar por casa.
Desestimó la importancia del asunto con un gesto de la mano, pero la espartana tenía razón, la historia le perseguía, hiciese lo que hiciese. Y suponía que sería así por los siglos de los siglos. Como siempre había sido, como siempre sería. Los inmortales no pueden escapar del tiempo. Es irónico, pero el hecho de ser inmortal hace que siempre tengan tiempo de dar contigo para una venganza.
-Beber la sangre de alguien te abre las puertas a toda su vida. Puedes sentir en el lapso de un trago todos los momentos que la componen y que están grabados en sus venas. Cuantos más años tiene una persona, más fuerte es la sensación, cuantas más vivencias, más intenso es el sabor. Si un humano puede hacerte sentir viva de nuevo por unos segundos, imagina alguien con una vida inmortal, pero no como somos nosotros ahora, con vidas robadas, sino con un pulso, un corazón latiendo, la sangre caliente fluyendo y palpitando bajo piel viva… Te diría que es como un orgasmo, pero puede que sea incluso mejor.
Ceo Lebeau-Fortier- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 176
Fecha de inscripción : 12/04/2017
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Su sonrisa es parte mofa, parte diversión - no es mi chiquilla, ni descendiente, ni ghoul, ni nada mío más que una pequeña que me parece interesante y me llamará la atención ver qué te parece a ti - podría pensar que le gustaría conversar con Annabeth, sin embargo Héctor es mucho más enigmático que una quimera y más caprichoso que la propia diosa Afrodita o peor aún, que Hera. Se cruza de brazos a la defensiva - no la manipules y listo. Sirve bastante a mis propósitos, tómalo en cuenta - como si eso pudiera hacer cambiar de parecer al vampiro. Se pregunta si al menos escucha una frase de lo que dice. De reojo, mira el reloj, ya es tarde y si quiere volver a su heaven sana y salva, sería prudente empezar a salir de ahí.
- El hígado era comido durante las horas diurnas, se regeneraba en las nocturnas - por inercia le corrige como si escuchara a alguno de sus chiquillos mencionar tal dato, tampoco le pone demasiado énfasis. Es un comentario al aire para continuar la conversación y que él sepa que sigue atenta a ésta. - A veces los dioses me sorprenden con la imaginación desmedida que poseían, poseen, bah, como sea - nunca antes vio a uno de ellos pisar la tierra, quizá lo tuvieran vedado a estas alturas del tiempo. Saber que todavía algunos héroes siguen caminando le da curiosidad. El escuchar a Héctor hablar de probar su sangre, la aumenta. - ¿A quién te comiste ya? Por cierto, me encanta platicar contigo, pero ya es tarde y necesito volver a mi heaven. Te veo el próximo jueves ¿Te parece bien? - le gustaría quedarse más tiempo, de verdad que sí, pero su heaven está al otro lado de la ciudad y tiene que irse lo más pronto posible para evitar que el sol la alcance antes de llegar.
Se acerca para depositar un beso en su mejilla, acariciando la piel del vampiro con suavidad sonriendo con benevolencia, - a pesar de todo lo que puedas pensar, me alegra volverte a encontrar, ya no te desaparezcas. Y ten cuidado odiaría que salgas corriendo porque alguien te puso una trampa, Héctor. Por más titán del conocimiento que seas, sabes que confabulados, los hombres son capaces de proezas - frunce los labios antes de acomodar un mechón del cabello masculino - odiaría que tu cabeza corriera ningún riesgo. Y si necesitas algo - toma un papel y le anota una dirección - búscame, no importa lo que sea, sabes que acudiré a tu llamado - más no puede hacer, así pues, toma el abrigo para irse de ahí y regresar a su casa con la promesa de volver el jueves con Annabeth.
- El hígado era comido durante las horas diurnas, se regeneraba en las nocturnas - por inercia le corrige como si escuchara a alguno de sus chiquillos mencionar tal dato, tampoco le pone demasiado énfasis. Es un comentario al aire para continuar la conversación y que él sepa que sigue atenta a ésta. - A veces los dioses me sorprenden con la imaginación desmedida que poseían, poseen, bah, como sea - nunca antes vio a uno de ellos pisar la tierra, quizá lo tuvieran vedado a estas alturas del tiempo. Saber que todavía algunos héroes siguen caminando le da curiosidad. El escuchar a Héctor hablar de probar su sangre, la aumenta. - ¿A quién te comiste ya? Por cierto, me encanta platicar contigo, pero ya es tarde y necesito volver a mi heaven. Te veo el próximo jueves ¿Te parece bien? - le gustaría quedarse más tiempo, de verdad que sí, pero su heaven está al otro lado de la ciudad y tiene que irse lo más pronto posible para evitar que el sol la alcance antes de llegar.
Se acerca para depositar un beso en su mejilla, acariciando la piel del vampiro con suavidad sonriendo con benevolencia, - a pesar de todo lo que puedas pensar, me alegra volverte a encontrar, ya no te desaparezcas. Y ten cuidado odiaría que salgas corriendo porque alguien te puso una trampa, Héctor. Por más titán del conocimiento que seas, sabes que confabulados, los hombres son capaces de proezas - frunce los labios antes de acomodar un mechón del cabello masculino - odiaría que tu cabeza corriera ningún riesgo. Y si necesitas algo - toma un papel y le anota una dirección - búscame, no importa lo que sea, sabes que acudiré a tu llamado - más no puede hacer, así pues, toma el abrigo para irse de ahí y regresar a su casa con la promesa de volver el jueves con Annabeth.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Puso los ojos en blanco ante las correcciones. ¿Realmente importaba? Eran cosas que habían pasado hacía tanto tiempo que podrías discutir con cualquiera sobre su veracidad y no llegarías a una conclusión lógica.
-Ya te he dicho que no la manipularé, ¿necesitas un contrato escrito y firmado con sangre? Porque tenemos miles de ejemplos en los que esas cosas no salen como se espera.
Su intención no era moldear la mente de la muchacha, pero lo haría si lo veía necesario para mantener su seguridad. Dependería total y absolutamente de ella, de su comportamiento, de sus palabras o de los pensamientos que él pudiera cazar al vuelo a su alrededor. Confiaba ciegamente en la espartana, más de lo que le reconocería en voz alta, pero eso quedaba más que claro por la forma en que la trataba, así que si ella le recomendaba conocer a alguien, porque creía que le resultaría interesante, él se molestaba en darle, al menos, una oportunidad. Luego ya se vería.
-Me he comido a mucha gente. De muchas formas –fue su enigmática respuesta-. Hasta el jueves, pues. Estaré esperando con ansias. Y por lo de Perseo no te preocupes, que si le da por asomar la nariz antes de que nos veamos, me encargaré de concertaros una cita. –Sonrió con cierta melancolía-. No voy a huir de París, ahora hay alguien que me ata y, si ella no viene conmigo, seguiré morando en la Ciudad del Amor.
Una muestra más de lo mucho que confiaba en aquella mujer, a pesar del largo tiempo que habían estado separados. Le estaba revelando la verdad, su punto débil, que había una persona que le ataba a aquella tierra, que era importante para él, que no iba a dejar atrás. Sangre de su sangre.
-Yo también me alegro de volver a verte, encanto. Mi cabeza está a salvo –afirmó, mostrándole la nota que ella misma le había dado, dando a entender que se consideraba a salvo precisamente gracias a ella-. Nos veremos el jueves, pero estoy seguro de que no será la última vez.
-Ya te he dicho que no la manipularé, ¿necesitas un contrato escrito y firmado con sangre? Porque tenemos miles de ejemplos en los que esas cosas no salen como se espera.
Su intención no era moldear la mente de la muchacha, pero lo haría si lo veía necesario para mantener su seguridad. Dependería total y absolutamente de ella, de su comportamiento, de sus palabras o de los pensamientos que él pudiera cazar al vuelo a su alrededor. Confiaba ciegamente en la espartana, más de lo que le reconocería en voz alta, pero eso quedaba más que claro por la forma en que la trataba, así que si ella le recomendaba conocer a alguien, porque creía que le resultaría interesante, él se molestaba en darle, al menos, una oportunidad. Luego ya se vería.
-Me he comido a mucha gente. De muchas formas –fue su enigmática respuesta-. Hasta el jueves, pues. Estaré esperando con ansias. Y por lo de Perseo no te preocupes, que si le da por asomar la nariz antes de que nos veamos, me encargaré de concertaros una cita. –Sonrió con cierta melancolía-. No voy a huir de París, ahora hay alguien que me ata y, si ella no viene conmigo, seguiré morando en la Ciudad del Amor.
Una muestra más de lo mucho que confiaba en aquella mujer, a pesar del largo tiempo que habían estado separados. Le estaba revelando la verdad, su punto débil, que había una persona que le ataba a aquella tierra, que era importante para él, que no iba a dejar atrás. Sangre de su sangre.
-Yo también me alegro de volver a verte, encanto. Mi cabeza está a salvo –afirmó, mostrándole la nota que ella misma le había dado, dando a entender que se consideraba a salvo precisamente gracias a ella-. Nos veremos el jueves, pero estoy seguro de que no será la última vez.
Ceo Lebeau-Fortier- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 176
Fecha de inscripción : 12/04/2017
Re: Puppet Master - [Héctor Lebeau-Fortier]
Si le dieran un penique por cada vez que Héctor dice una cosa y hace otra, tendría tanto o más dinero que los reyes o incluso, que el rey Midas. A pesar de lo que pueda pensarse, el vampiro es capaz de contradecirse si al momento en que se entreviste con Annabeth descubre algo que no le agrade. Le preocupa y sabiendo cómo la conoce, él también lo sabe. Quizá por eso intenta relajar los ánimos. - Aún con el contrato firmado, eres capaz de hacer lo que te venga en gana, Héctor - reniega cruzando los brazos. Seguir insistiendo es igual que llevar comida a un muerto. Debería confiar en la joven, en que las enseñanzas de años por tantos sobrenaturales dieron su fruto.
Y que la mente de la humana es igual de perspicaz que cualquier héroe que se jacte de tener dos dedos de frente. Que será prudente en sus palabras y procederes. Por si las dudas, le dará algunos tips. Si tuviera todavía esas sensaciones humanas, sentiría que el estómago se le contrae cuando Héctor asevera que se ha comido de muchas formas a las personas. Si lo sabrá Aglaia que lleva con él desde su temprana transformación. Apurarse por ello no tiene sentido. Hará lo que tenga que hacer y por si las dudas, vendrá a con la humana. Solucionado la mayor parte de esta entrevista, se despide esperando volver a tener el tiempo y la vida para encontrarlo. La cita del jueves queda firme. - Perseo... ten cuidado con ese tipo, si dices que está tan viejo, seguro que tendrá algo que hacer y sobre todo, si tienes a alguien a quien cuidar, no te expongas a su lado - son sus recomendaciones.
Sabe que Héctor hará todo lo que se le venga en gana, que para eso es quien es. - Lo que necesites, así sea custodiar a quien te mantiene en París, avísame. No dudes en hacerlo - parece una madre cuidando de su hijo. Nada qué ver, si de algo puede estar segura Aglaia, es que Héctor sería todo, menos un hijo. Quizá un hermano mayor, un padre, más allá, está fuera de toda discusión. Poniéndose su abrigo, le da un beso en la mejilla en forma de despedida, se sonríe saliendo por la puerta, avanzando hasta la salida descubriendo que los sirvientes arreglaron el mal encuentro de hace unos instantes. El griego tiene demasiada gente que le custodia. Ruega porque siga siendo así. Odiaría tener que vengar cualquier rasguño de su rostro o su cuerpo. Se considera una de sus guardianas, a finales de cuentas, el vampiro se lo ganó a pulso.
Y que la mente de la humana es igual de perspicaz que cualquier héroe que se jacte de tener dos dedos de frente. Que será prudente en sus palabras y procederes. Por si las dudas, le dará algunos tips. Si tuviera todavía esas sensaciones humanas, sentiría que el estómago se le contrae cuando Héctor asevera que se ha comido de muchas formas a las personas. Si lo sabrá Aglaia que lleva con él desde su temprana transformación. Apurarse por ello no tiene sentido. Hará lo que tenga que hacer y por si las dudas, vendrá a con la humana. Solucionado la mayor parte de esta entrevista, se despide esperando volver a tener el tiempo y la vida para encontrarlo. La cita del jueves queda firme. - Perseo... ten cuidado con ese tipo, si dices que está tan viejo, seguro que tendrá algo que hacer y sobre todo, si tienes a alguien a quien cuidar, no te expongas a su lado - son sus recomendaciones.
Sabe que Héctor hará todo lo que se le venga en gana, que para eso es quien es. - Lo que necesites, así sea custodiar a quien te mantiene en París, avísame. No dudes en hacerlo - parece una madre cuidando de su hijo. Nada qué ver, si de algo puede estar segura Aglaia, es que Héctor sería todo, menos un hijo. Quizá un hermano mayor, un padre, más allá, está fuera de toda discusión. Poniéndose su abrigo, le da un beso en la mejilla en forma de despedida, se sonríe saliendo por la puerta, avanzando hasta la salida descubriendo que los sirvientes arreglaron el mal encuentro de hace unos instantes. El griego tiene demasiada gente que le custodia. Ruega porque siga siendo así. Odiaría tener que vengar cualquier rasguño de su rostro o su cuerpo. Se considera una de sus guardianas, a finales de cuentas, el vampiro se lo ganó a pulso.
TEMA FINALIZADO
Aglaia- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 10/04/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Hector Lebeau-Fortier.
» Expectations [Héctor Lebeau-Fortier]
» Puppet of desire, wish of death.[Privado]
» Seasons in the abyss (+18)
» You are my master? ( Soren Kaarkarogf )
» Expectations [Héctor Lebeau-Fortier]
» Puppet of desire, wish of death.[Privado]
» Seasons in the abyss (+18)
» You are my master? ( Soren Kaarkarogf )
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour