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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Valenka N. Dragomir Mar Abr 24, 2018 9:47 am

La noche ya se alzaba sobre el firmamento y la luna daba por la ventana con su nacarada luz iluminando todo a su paso, podía ver a mi perra tumbada en el suelo justo por donde el halo de luz entraba bañando su pelaje, que de normalidad era negro, ahora de color plata mientras me miraba cambiarme con esos ojos que tenía y que me produjo una risa al sentirme observada por ella. La tenía desde hacía unos años y me encantaba estar con ella, al menos el tiempo que podía estar en casa y no estaba “trabajando”. A veces pensaba que debía de dedicarle más tiempo, y por eso pasaba todo el tiempo libre que tenía con ella. Adoraba a los animales y eso debía de agradecérselo a Nai, en realidad, tenía mucho más que agradecerle pues había sido ella quien durante tantos años me había acogido en su casa aun cuando no tenía que hacerlo cuando yo era algo más pequeña. Me cuidó y trató como si fuera mi propia hermana quizás porque hasta en cierto sentido se sentía identificada conmigo y era algo que me había dicho muchas veces... ella había llegado a París con tan solo ocho años, sola sin sus padres, vendida al mejor postor en una vida dura y fría que tuvo que soportar esperando que alguien la salvara. Por eso mismo ella me salvó a mí en su momento, y yo la quería como si fuera mi verdadera hermana aun cuando no teníamos la misma sangre, hacía ya un par de años que había decidido vivir por mi cuenta ya que ella había hecho su propio camino y era feliz en su vida de casada, siempre la envidié aunque de forma sana porque ojalá pudiera yo encontrar lo mismo que había encontrado ella, pero para eso debían de pasar muchas cosas. La primera mascota que tuve fue viviendo con ella y su pasión por los animales la traspasó a mí, por eso tenía a Sora viviendo conmigo y porque además daba muchísima compañía. Adoraba a ese animal y no lo cambiaría por nada del mundo, alegraba mis noches cuando peor estaba y siempre venía a reconfortarme. Como si supiera que mis pensamientos estaban dirigidos hacia ella se acercó moviendo el rabo de un lado a otro hasta que su cabeza, que llegaba un poco por debajo de mí cadera, se rozó contra mí buscando un cariño y que le hiciera caso.


-¿Qué pasa, bonita? –Pregunté mientras miraba ahora qué vestido debía de ponerme, iba a dar una vuelta y a despejarme porque notaba que lo necesitaba, además aprovecharía para visitar a Nai que hacía tiempo que no lo hacía, a ver si tenía un poco de suerte y la encontraba en casa, desde que era directora del departamento de antigüedades egipcias en el museo tenía mucho trabajo que hacer al llegarle hacia unos días un cargamento con cosas que catalogar para el museo. Decidí ponerme un vestido sencillo de color azul que hacía juego con el color de mis ojos, acaricié a mí perra cuando ya estaba vestida del todo y salí por la puerta con la mirada de ella puesta en mí. Mañana iba a tener el día libre así que lo pasaría con ella y la llevaría al parque como sabía que le gustaba con su juguete favorito, quizás si Nai tuviera el día libre en el museo, o incluso si no, podría pasar por su perra Isis y que fueran las dos juntas, se habían hecho amigas y así podían pasar el tiempo juntas de vez en cuando.

El buen tiempo ya se iba notando por las calles de París y eso hacía que la gente saliera más por la noche, la ciudad comenzaba a cobrar más vida durante esta y los jóvenes salían a dar una vuelta, también podía ver a parejas cogidas de la mano y del brazo paseando por las calles… amor, algo a lo que yo no tendría nunca, o eso era lo que creía debido a mí trabajo. Fui caminando sin poner ningún rumbo fijo, dejé que mis pies por ese momento fueran los que decidieran a dónde ir. Las tabernas estaban llenas de gente porque incluso desde fuera se podía oír el jaleo que había dentro y negué con la cabeza, en su mayoría hombres que se juntaban para beber y contar sus “batallitas”, como las chicas del burdel las llamábamos.
No me di cuenta que al pasar por una de ellas hubo un hombre, de mediana edad, que salía y que había fijado sus ojos en mí. Seguí caminando sin pensar que podría ir tras mis pasos, incluso desde esa distancia podía oler el fuerte alcohol que desprendía. No miré hacia atrás en ningún momento aunque me dieron ganas de hacerlo, la sensación de sentirme observada era intensa aunque no pasados unos segundos me giré para darme cuenta de que no había nadie tras de mí, pero la sensación seguía ahí por mucho que intentara quitarla. Lancé un suspiro cerrando los ojos para seguir con mi camino, un escalofrío recorrió mi espalda y volví a girarme pero no vi absolutamente nada que me hiciera pensar que aquel hombre que había visto en el callejón me estaba siguiendo, o eso es lo que quería pensar en todo momento. No fue hasta varios minutos más tarde que sentí una respiración en mi nuca como si tuviera alguien pegado a mi espalda, ni siquiera me dio tiempo a girarme para comprobarlo cuando de un tirón brusco y fuerte me metieron en otro de los callejones que había chocando mi espalda contra la pared con fuerza. Un jadeo salió de mis labios para sentir una respiración fría, extremadamente fría, rozar mi rostro. Al abrir mis ojos me di cuenta de que el mismo hombre que había visto en el callejón al pasar lo tenía frente a mí ahora, una sonrisa ladina en sus labios adornándola, los ojos brillaban de un tinte rojizo en mitad de la oscuridad del callejón y supe que me había topado con un vampiro.

Mi primer instinto fue alejarme para mantenerme lejos de su alcance aunque lo tenía frente a mí, lo aparté o intenté hacerlo pero mi fuerza no era suficiente para la suya así que simplemente se limitó a reírse, dejó que me alejara solamente porque disfrutaría dándome caza y no pude correr apenas unos segundos cuando ya me tenía de nuevo presa, empujándome contra la pared aprisionándome con su cuerpo y con su fuerza. Se relamía observándome como si disfrutara de mis latidos acelerados, observaba mi cuello como si quisiera hincarme el diente y es que ni siquiera lo dudaba por un solo segundo. Quise moverme y alejarlo pero me agarró una de las muñecas y comenzó a decirme de todo mientras se reía por mis inútiles y patéticos intentos por soltarme. Parecía empeñado en que quería, claramente, beber de mi sangre y follarme como él había dicho. Intenté alejarlo de un empujón pero no pude hacer nada, solo hice que se riera más de mí y que me cogiera del brazo con fuerza, tiró hacia él y me dio una bofetada para girarme y poner mi cara contra la pared. No paraba de pasar su nariz por mi cuello apartando mi pelo sintiendo su tacto gélido contra mi tez más caliente, cogió ambas muñecas con una de sus fuertes manos y las dejó sobre mí cabeza, podía oír como se desabrochaba el pantalón en una clara intención de lo que pretendía hacer mientras por otro lado su lengua recorría mi cuello y manteniéndome presa contra la pared, disfrutando de aquel momento mientras me decía todo lo que me haría, que cuando me mordiera le pediría yo que me tomara presa del subidón, que no era distinta de cualquier otra mujer y que todas al final acababan cediendo... pero yo no quería ceder y lucharía por soltarme aunque en fuerza me ganase. Por más que grité, chillé para que alguien me oyera y me ayudara… parecía que nadie fuera hacerlo. Lamenté ser tan débil en ese momento, incapaz de defenderme ante agresores como aquel cuando lo único que quería era darle una paliza por lo que iba a hacerme.  
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Mensaje por Bernard Favre Miér Abr 25, 2018 6:53 am

Posiblemente era el peor de los días para el último de los Favre, los tres días donde la luna alcanza su cénit habían pasado y ahora su influencia decrecía con rapidez sobre la oscura bestia que habitaba en su interior, haciéndola languidecer por instantes, dejándola débil y cansada tras campar tres noches completas a sus anchas. Sin embargo para la parte humana de Bernard no era más fácil aquella situación, agotado y cansado psicológicamente hasta extremos impensables que eran fácilmente visibles en sus ojos hundidos y en sus anchos hombros ahora quebrados por un peso inexistente, mientras que su barba lucía aún más larga que de costumbre y visiblemente descuidada.

Su ropas no daba una mejor imagen en aquel momento, sus ropas de cuero de cazador estaban sucias debido al barro de los bosques, siendo prácticamente irreconocible la separación la suela con el resto de la bota tras una capa tan considerable de mugre. La camisa amplia y cómoda había pasado a ser algunos tonos más oscura.

Pese a todo, tras despertar de nuevo como humano aquella mañana, había decidido permanecer en el bosque el resto del día. El negocio se lo podía permitir bien atendido por sus mozos del almacén y a él no le apetecía nada en absoluto volver a la civilización en aquellos momentos. El bosque era como un bálsamo para su alma partida, una de los pocos gustos que podían compartir ambas mitades de su ser sin entablar una cansada disputa y tras tres días agotadores no encontraba las fuerzas para discutir, por lo que se decidió por ajustarse su viejo rifle de caza al hombro y buscar algo que justificara su ausencia de tres días en el bosque.

Cuando llegó a la capital era ya bien entrada la noche, pese a los días cada vez más largos se había demorado demasiado y las luces del crepúsculo habían acabado por extinguirse antes de poder regresar a su hogar. Las calles de la capital pese a mantener aún cierta actividad estaban ya bastante desérticas bajo la luz de las farolas, concentrándose las pocas siluetas de personas que quedaban en las inmediaciones de las tascas y tabernas. Fue en al pasar al lado de una de esas tabernas cuando entre la amalgama de olores característicos de París, perfumes mezclados, leña, alcantarillas y agua estancada, uno verdaderamente desagradable se impuso por encima de los demás, tan sumamente nauseabundo para un licántropo como un cadáver hinchado y putrefacto, o precisamente, un olor demasiado parecido a un cadáver como para poder resultar agradable. La parte lupina de su ser se puso alerta, haciendo que la mirada de Bernard se colorease de amarillo por unos instantes mientras sus ojos buscaban al ser capaz de desprender semejante olor. Sus ojos no tardaron en localizar una figura masculina que parecía seguir a una joven de manera poco casual. El vampiro no había hecho ningún movimiento extraño que le hiciera sospechar que había descubierto su naturaleza, lo que le hizo plantearse que o bien aquel vampiro iba demasiado ensimismado en su presa o que iba más sucio de lo que pensaba para mantenerse oculto de un vampiro.

Cuando el vampiro escaló el edificio para adelantar a la dama, estaban claras sus intenciones. No conocía de nada a aquella mujer, ni tenía porque ayudarla y mucho menos si aquello significaba encontrarse cara a cara con uno de aquellos seres sobrenaturales, pero el odio ancestral de su sangre bestial y su cruzada personal contra aquellas criaturas formaban un cóctel difícil de mantener bajo control. Pese a todo, en aquel pequeño momento de cavilación la criatura debía de haber asaltado ya a la joven, pues se escuchaban algunos gritos provenientes de un callejón cercano.

Siguiendo el origen del sonido, llegó a un callejón donde se encontró con la dantesca imagen de aquel pútrido cadáver hurgando en su entrepierna mientras retenía a la joven con una mano. Con el gesto serio, se descolgó en silencio su rifle de caza, apuntando sin respirar a aquel lugar donde debería de estar abrochado el cinturón de aquel monstruo cuando casi sin pensarlo su dedo índice accionó el gatillo, provocando un repentino estruendo en el callejón y que el espíritu de la bestia que dormitaba en su interior aullara de júbilo. -Garçon creo que la señorita ha dejado claro que no está interesada-
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Mensaje por Valenka N. Dragomir Sáb Abr 28, 2018 12:40 pm

No podía dejar de pensar si ese sería acaso el final que me tocaba vivir en mi vida, si en esos momentos todo por lo que había pensado hacer en un futuro se esfumarían como una hoja movida por el tiempo quedando solamente una ilusión de lo que podría haber sido y no será nunca, pues lo cierto es que jamás habría pensado que a mí corta edad y con tantísimas cosas por hacer acabaría terminando mi vida de una forma tan horrible, una muerte a manos de aquel vampiro que parecía pretender no solo alimentarse de mi sangre, sino además saciarse de mi cuerpo como si tuviera todo el derecho y la potestad para hacerlo. Conocía el mundo sobrenatural porque algunos miembros de la familia de Nai eran vampiros, pero ellos distaban mucho de ser malas personas que parecían aprovecharse de los humanos para satisfacer sus más bajas necesidades como lo iban a hacer ellos en esos momentos. Lo cierto es que no pensaba que todo acabaría así porque, sin duda alguna, el vampiro ya me estaba advirtiendo que aquel sería mi fin pero que antes de matarme se entretendría con mi cuerpo y disfrutaría antes de hincarme el colmillo, ¿podría haber una muerte peor que aquella? Seguramente sí, pero era toda una ironía que acabara muerta a manos de un vampiro y que encima quisiera tomar mi cuerpo como otros habían hecho sin que yo tuviera elección... pero sin embargo, aun a sabiendas de que mi vida corría peligro y que estaba a punto de apagarse como una vela lucharía por intentar escaparme. No dejaría de intentarlo hasta sentir que agotaba mis últimas energías y que perdía mi último aliento en el intento de liberarme del agarre del vampiro aunque sabía que era complicado porque su fuerza era muy superior a la mía. Sin embargo eso no hizo que dejara de luchar en ningún momento, incluso que intentara zafarme aun sin éxito alguno y que además gritara pidiendo ayuda mientras me pegaba contra la pared presionando mi cuerpo haciendo que me costara hasta respirar por la opresión. Supe que se estaba preparando para tomarme en contra de mi voluntad, apenas una mano presionando mi cabeza contra la pared le valía para mantenerme quieta mientras yo forcejeaba, intentaba liberarme, arañaba su cuerpo pero era imposible ya que mis intentos eran vanos. Nadie acudiría en mi ayuda, nadie oiría mis gritos pidiendo que me salvaran de aquella situación mientras notaba que mis ojos se enturbiaban y un par de lágrimas escapaban de ellos mientras él, tras de mí, se reía de mi situación y se burlaba.

Sentí su otra mano deslizándose por mi vestido por mi pierna mientras lo subía acomodándose tras mi espalda, fue entonces cuando el ruido de un disparo sonó en el callejón convirtiéndose en un estruendo grande con un poco de eco que hizo que saltara por la sorpresa y cerrara los ojos de forma inmediata en lo que el vampiro gritaba de dolor y ya dejaba de ejercer una presión sobre mi persona, viéndome libre de su agarre mientras en el suelo se retorcía y maldecía al hombre que, parado a unos pasos de donde nos encontrábamos, lo apuntaba con el rifle del cual salía apenas un visible humo como signo de haber disparado al vampiro. Mis ojos contemplaron al vampiro en el suelo viendo la mancha de sangre en su... oh dios, mordí mi labio cuando supe dónde le había disparado e internamente por unos breves y oscuros segundos me alegré de ello. Enseguida mis ojos azules fueron hacia el hombre que había hablado y disparado y lo recorrí rápido con la mirada, no lo había visto nunca, no lo había reconocido pero había sido el único que había acudido en mi ayuda y eso era mucho más de lo que jamás podría agradecerle en mi vida. Limpiándome las lágrimas de mis ojos me acerqué hasta donde él se encontraba observándolo con mis orbes azules mientras el vampiro, tras mi espalda, seguía retorciéndose del dolor y maldiciéndole, asegurándole que lo destrozaría en cuanto le pusiera la mano encima y que sufriría una muerte lenta y dolorosa bajo su mano ya que él se encargaría. Parecía que le costaba recuperarse y de mientras yo miraba al hombre sabiendo que no era demasiado lógico quedarme parada frente a él, pero me había salvado y se merecía la gratitud que iba a profesarle.



-Muchas gracias por salvarme... yo.... –mordí mi labio apartando ligeramente la mirada sintiendo que mis mejillas se sonrojaban, la timidez a veces me jugaba una mala pasada y sin duda aquel era uno de esos momentos- yo... no sabría cómo agradecerle... –iba a decirle algo más cuando escuché que el vampiro se levantaba, así que por instinto me coloqué rauda tras la espalda del hombre que era el único que portaba un arma y que podía defenderse. Mis dedos tomaron la manga de su abrigo que llevaba puesto y no dudé en tirar de él durante unos segundos sabiendo que si salíamos del callejón y nos mezclábamos con la multitud que había en la calle no iría tras nosotros porque no actuaría delante de tanta gente- deberíamos de irnos.... fuera no podrá hacernos nada.... –tiré de nuevo un par de veces de la manga para que me hiciera caso porque, aunque fuera armado y yo no pudiera hacer absolutamente nada por ayudarlo contra el vampiro, no iba a dejarlo solo cuando me había salvado- por favor señor, no ponga su vida en riesgo por esto... no merece la pena –deseé en ese momento, mil veces, poder saber defenderme para que nadie se hubiera tenido que meter en aquella situación por mi culpa- vayámonos y déjeme que le recompense por ayudarme.... señor –volví a llamarlo pero, como si fuera incapaz de escucharme, parecía más centrado en contemplar al vampiro que en escuchar lo que yo tenía que decirle. El vampiro, algo recuperado del disparo que le habían dado nos miraba a ambos con sus ojos de un tono rojizo que parecían brillar en la oscuridad de aquel callejón, mostraba sus colmillos y se puso en una actitud bastante ofensiva como si pretendiera atacarnos a los dos maldiciendo al hombre por haberle disparo de esa forma salvándome de sus garras.
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Mensaje por Bernard Favre Mar Mayo 01, 2018 2:11 pm

Bernard atrapa de manera un tanto brusca a la dama por sus hombros cuando esta corre hacia él, la mantiene inmóvil delante de él, con una vista severa y algo desagradable por el olor que se ha impregnado en la muchacha. Con una mano mantiene el rifle mientras con la otra aparta los sedosos cabellos de la joven de su cuello, y al no ver ninguna marca ni herida, solo entonces la estrecha levemente entre sus brazos zarandeándola levemente mientras le habla por primera vez. -¿Estás bien? Ya ha pasado- Ve a una chica bastante joven, de suave facciones, pulcra y de aspecto desvalido y hasta cierto punto inocente. Empieza a entender la fijación del monstruo por semejante presa, la corrupción es uno de sus mayores placeres y la joven no tendría muchas oportunidades de defenderse de semejante inmundicia.

La mirada del último de los Favre se relaja por un segundo a pesar de las circunstancias ante las azoradas gracias de la desconocida –No hay de que mademoiselle- ¿Qué podía decirle? ¿Qué no era inusual que acabara enfrentándose a algún vampiro?¿Qué lo que lo había llevado a disparar era más el ansia de cazar a uno de aquellos sobrenaturales que a salvar a una joven en apuros?¿O qué en su interior se hallaba oculto un ser tan oscuro y peligroso como del que la acababa de salvar?

Vuelve a blandir su rifle cuando la maldita de regeneración del vampiro lo hace ponerse en pie con dificultad después de una herida que debería de ser mortal o incapacitante para la mayoría de seres, aunque no para engendros como ellos. Sus cada vez más agudos sentidos captan cada una de las barbaridades que el gélido aliento de la criatura puede articular, aún con cierto esfuerzo por la herida. El lobo que habita en su interior empieza a despertar de su letargo ante el olor a vampiro y a sangre que inunda el callejón, espoleado por el propio odio personal de Bernard. Uno a uno cada uno de los músculos del licántropo se van tensando bajo la holgada ropa, a la vez que sus manos se crispan sobre la empuñadura del arma y sus ojos azules se van tiñendo de un cada vez más profundo color verde ante las amenazas de aquella escoria no muerta.

Escucha de manera lejana a la chica que intenta persuadirlo de salir de aquel callejón. Pero para el lobo alfa de su interior, retirarse ante semejante ataque a su liderazgo de parte de una criatura tan detestable es simplemente inconcebible, por lo que casi agradece cuando el vampiro se lanza hacia ellos con un último grito de ira. Su primera intención es volver a disparar, pero los brazos de la dama en su hombro dificultan demasiado sus movimientos para que no tenga consecuencias contra un rival tan rápido, por lo que se lleva un buen puñetazo en la barriga que le saca todo el aire de los pulmones y lo hace doblarse por el momentanio dolor. Para sorpresa del licántropo que esperaba mayor castigo, el vampiro se gira hasta el lugar donde ha quedado la joven, avanzando hacia ella con actitud amenazante.

Sin tan siquiera darse el gusto de volver a respirar, corre agachado hasta agarrar de la cintura al desprevenido vampiro, empotrándolo en una de las paredes del callejón mientras golpea su barriga con los puños, con una rabia animal que hace que su cara se deforme en un rictus que lo hace enseñar sus colmillos, tal vez demasiado afilados. El vampiro castigo con igual saña la espalda del hombre que lo mantiene preso, golpeando con el dorso de ambos manos juntas hasta que lo suelta, de nuevo visiblemente dolorido tras un golpe del vampiro en su nuca que lo deja levemente aturdido.

Zafado de la presa, con cierto aire divertido, el vampiro avanza de nuevo hacia la desprotegida chica, con una torva sonrisa de la que ahora escapa un hilo de su propia sangre debido al golpe. –Vete niña consigue toser aunque de un salto, el vampiro tapa con su cuerpo la entrada a la calle, dejando a ambos dentro del callejón.
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Mensaje por Valenka N. Dragomir Vie Mayo 04, 2018 9:37 am

No podía creerme la suerte que había tenido ante la aparición de aquel hombre que me habría salvado de una muerte segura, estaba convencida de que de no haber aparecido mi suerte en esos momentos sería una muy diferente y que mi vida se estaría apagando lentamente en lo que él bebía de mi sangre porque sus intenciones estaban más que claras y me lo había dicho con certeza, no solamente pretendía beber de mi sangre sino también tomar mi cuerpo como si fuera alguien de su propiedad que pudiera hacer conmigo lo que le diera la gana abusando de su poder y de su fuerza, esas que las de ser vampiro le conferían. Estaba más que asustada y hasta en cierto sentido me reprochaba a mí misma no saber defenderme ante los peligros que habían por la noche, Naitiri me lo había dicho muchas veces y me había repetido hasta la saciedad que llevara cuidado por las noches, que ella no estaba tranquila sabiendo que me iba yo sola pero como nunca me había pasado nada estaba tranquila y confiaba en que siempre llegara a casa sin ningún incidente. No pensaba contarle a Naitiri lo que me había pasado esa noche porque sería preocuparla de más, pero si salíamos vivos de aquel encuentro debía de empezar a saber protegerme contra sucesos como aquel. Sabía que nada podría hacer contra un vampiro pero al menos, si me topaba con algún hombre, que pudiera defenderme del ataque y poder salir hasta pedir por ayuda... sabía que mi aspecto era algo que podría llamar la atención porque se me veía tal cual era; inocente y buena, en mí no encontrarían peligro… pero eso debía de cambiar pronto, debía de buscar la forma de al menos defenderme aunque fuera de humanos que borrachos por las noches pudieran hacerme algo en el camino de vuelta a casa. Al menos aquel hombre había acudido en mi ayuda y me había salvado de mi muerte, pero aun con el vampiro tumbado en el suelo y tras aquel hombre que no parecía querer moverse sabía que las cosas podían complicarse, los vampiros sabía que se regeneraban y aunque el disparo a un humano lo habría matado él en cambio se recuperaría e iría a por nosotros, de ahí mi insistencia al hombre tirando levemente de la manga de su chaqueta para que nos moviéramos y nos alejáramos de allí.

Sin conocerme de nada, sin siquiera preguntar cuando me había puesto a su lado había pasado un brazo por mi hombro en un afán por tranquilizarme preguntándome si estaba bien, hombres buenos como él quedaban pocos y había tenido la fortuna de encontrármelo por esa noche, ¿cómo podría agradecerle que me salvara? En cuanto el vampiro se movió un poco me puso de nuevo a su espalda, sabía que no había terminado todavía y yo le rogaba por irnos pero él, imperturbable, parecía no querer moverse mientras le plantaba clara al vampiro. ¿Estaba loco? Podría matarnos a ambos si no salíamos y nos mezclábamos con la multitud que había en las calles principales, dudaba que el vampiro se arriesgara a un enfrentamiento tan abierto si conseguíamos salir del callejón. Casi de improvisto y sin verlo, mientras lo alentaba a que nos fuéramos, el vampiro restó la distancia con celeridad y asestó un puñetazo en el estómago del hombre mientras yo ahogaba un pequeño grito de sorpresa porque no lo había visto llegar, se volteó en mi dirección ya que había retrocedido unos pasos por la cercanía y sus ojos de un color rojizo brillante, unos colmillos afilados que parecían dispuestos a clavarse en mi piel para beber de mi sangre... pero el hombre, que se había repuesto del golpe cargó contra él haciendo que se estrellara contra la pared mientras le daba puñetazos en el estómago y el vampiro se quejaba, ¿cómo era posible que...? Mordí mi labio ante la pregunta que dejaría para más adelante aunque pude apreciar que de sus labios asomaban ¿colmillos? Por instinto retrocedí hacia atrás pero, me había salvado, ¿por qué huir entonces? En mi mente las preguntas se sucedían hasta que me di cuenta de que el vampiro había escapado de nuevo dándole un golpe al hombre dejándolo medio aturdido, sus ojos rojizos fijos en mi persona, parecía que nada iba a prohibirle que fuera su presa, un “corre niña” sale de los labios del hombre que intentó ayudarme y ni siquiera lo pensé porque si él no había podido detenerle, ¿qué podría hacer yo? Nada. Y por eso mismo me giré con la intención de irme pero el vampiro apareció a unos metres cortando la salida del callejón dejándonos a los dos encerrados en el lugar, lamió sus labios de donde parecía había algo de sangre en lo que yo retrocedía. Estábamos atrapados y nuestra única salía residía en el vampiro que nos miraba a ambos como si analizara a sus presas. Me acerqué al hombre para ver cómo se encontraba ayudándolo a levantarlo, el vampiro parecía divertido con la situación porque se reía y su risa resonaba en el callejón como un eco.


-¿Estáis bien? Tendríamos que habernos ido cuando se lo dije
–tenía algunos golpes aunque no parecía demasiado afectado por ellos y supe que no se trataba de un humano normal y corriente, sin embargo no le tenía miedo porque me había intentado salvar del vampiro- no dejará que nos vayamos, si intenta volver a protegerme lo matará –mis azules subieron a sus castaños observándolo- no dejará que me vaya y a usted lo matará si me protege... –mordí mi labio pensativa, ¿todo se resumía en que quería mi sangre? ¿Eso era todo?- Quizás.... –lo miré un segundo antes de alejarme ante la negativa de que no me acercara, a mediante camino entre ambos me paré y dándome cuenta de que habían cristales rotos en el suelo del callejón me agaché para coger un trozo grande entre mis dedos mientras observaba al vampiro- sé lo que quieres –dije mientras el cristal dañaba mi piel y hacía un corte en mi brazo de donde la sangre comenzó a manar, las gotas resbalaron por mi piel hasta comenzar a gotear al suelo. Escuché el grito del hombre pero me mantuve en mi sitio- entonces ven y bebe de una maldita vez, esto es lo que quieres ¿no? Entonces vamos, ¡ven! –Le dije sin saber de dónde me venía esa seguridad, el vampiro fijó sus ojos en mi sangre que manaba de la herida hasta caer al suelo, se lamió los labios y tan rápido como estaba en el principio del callejón lo tuve delante, sus manos frías tomaron mi brazo y lo lamió con su lengua, apenas un par de segundos bastaron para que clavara sus colmillos en mi brazo perdiendo totalmente el control y yo jadeara de dolor por ello. Con mi mano libre le hice una seña al hombre para que supiera que podía atacarlo ahora que, cegado por la sangre, no se percataba de lo demás.
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Mensaje por Bernard Favre Sáb Mayo 05, 2018 7:49 pm

-Monstruo- ladra secamente el licántropo con una rodilla en el suelo mientras su boca enseña los colmillos amenazadoramente. Parece que los tres días sin descansar le pasan factura, factura que un enemigo tan mortal como una de aquellas alimañas no había desaprovechado. Se aprieta el pecho allí donde el golpe del vampiro todavía le dificulta respirar. El espíritu del lobo es inmisericorde con el cuerpo del humano, tira de él, le exige volver a ponerse de pie, luchar por su orgullo herido, por su odio hacia aberrante ser que se alza sobre él y en última instancia por su vida. Como única ayuda, la poderosa esencia de la bestia empieza a sanar la zona dañada por instantes, mientras que la furia ciega que lo invade, hace que el dolor se haga insignificante en pocos segundos. –He estado mejor- gruñe con una voz ronca y poco articulada a la contestación de la mujer.

Le molesta, la sangre le hierve cuando aquella niña le dice lo que debe o no debe hacer, cuando afirma que un cadáver putrefacto y decrépito puede matarlo. A él, a un lobo. Él ordena que hacer, donde y cuando. Es su territorio y ninguna sucia alimaña como esa va a osar acabar con su reinado. La sola mención de tal posibilidad por culpa de aquella niña por la que encima había recibido un golpe, aumentaba su ya de por si primitiva furia. –No te metas niña- pudo contestar cortante mientras se enderezaba al fin del golpe –No va a matar a nadie- gruñe enseñando los dientes al vampiro.

Con auténtica molestia, ve como aquella humana hace de cebo, ayudándolo. Su tierna apariencia unida al rojizo y férreo olor de la argéntea sustancia, resultan en algo absolutamente irresistible para el vampiro, que no puede resistirse, asaltando con rapidez a la joven. Aunque la parte alfa y aún juvenil del lobo está molesta por recibir ayuda en una lid tan esperada como esa, el cazador social y astuto reconoce el señuelo irresistible que ha preparado la dama, a la que los ojos verdes del licántropo observa con ojos curiosos.

Con un movimiento lento, sin quitar los ojos ni de la horrible experiencia que debe de estar pasando la humana ni de los movimientos del vampiro, el licántropo se agacha levemente, recuperando la escopeta del suelo del callejón, intentando no hacer ruido al mover los cristales rotos. Cuando la tiene en sus manos, agarra firmemente el arma con ambas manos por la parte del cañón, girando su cuerpo, flexionando y tensando sus brazos –¡Escoria!- ladra con fuerza mientras toda la fuerza acumulada sale disparada en un solo movimiento, haciendo que el vampiro reciba un horrible mazazo en la sien con la culata de la escopeta.

El golpe resuena con un sonido sordo y húmedo en el callejón, arrancando al vampiro del brazo de su acompañante, enviándolo un metro hacia atrás. Sin perder tiempo, vuelve a tirar el arma y agarra uno de los cristales del suelo, saltando encima del vampiro con furia y ansiedad. Intenta usar la improvisada estaca para acabar de una vez con el corazón del engendro. El vampiro, forcejea desesperado, haciendo que los bordes del cristal empiecen a clavarse profundamente en la carne del licántropo, que parece que ignora semejante corte, mientras su sangre empieza a gotear de la fea herida de las palmas de sus manos. Centímetro a centímetro, el serrado borde se acerca más y más a la liviana ropa del vampiro. Con un grito de triunfo final, Bernard consigue que la afilada punta penetre profundamente en el pecho del vampiro, que tras un grito final queda inerte. Su blanca camisa se va manchando de granate a una velocidad endiablada. Solo entonces, el licántropo vuelve sus profundos ojos verdes hacia la valiente humana, con una siniestra sonrisa triunfal en el rostro.
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Mensaje por Valenka N. Dragomir Vie Mayo 11, 2018 9:36 am

Ni siquiera sabía de dónde había sacado tanta fuerza en esos precisos momentos, lo que sí sabía es que o hacíamos algo para que el vampiro estuviera distraído o de lo contrario ninguno de los dos saldríamos de aquel callejón jamás. Sabía y conocía el mundo sobrenatural que nos rodeaba, era consciente de que habían criaturas y seres que merodeaban por la oscuridad y salían en las noches, y aquel hombre no temía al vampiro que estaba más que decidido a quitarme la vida, a beber de mi sangre y a utilizar mi cuerpo como si fuera el dueño indiscutible de mi vida. En un primer momento había pensado que aquel hombre, el cual estaba arriesgando también su vida para salvarme, podría ser un cazador ya que sabía de la existencia de estos, Naitiri me había puesto al corriente de todo lo que acontecía desde que descubrí ese mundo en un intento por protegerme... y sin embargo había caído presa de las garras de un vampiro, pero por suerte aquel hombre intentaba ayudarme a que mi vida no acabara esa noche, era demasiado joven y quería hacer muchas cosas en la vida... ahora sentía que el tiempo lo había perdido por completo. Ni siquiera pensé bien lo que estaba haciendo pero si era la única forma de ganar tiempo y de que el hombre se recuperara haría lo posible por aportar lo poco que pudiera, si la sangre era el precio a pagar para seguir con vida lo pagaría, de hecho, estaba incitando al vampiro para que se acercara a mí y se olvidara del hombre que se recuperaba tendido en el suelo a mis espaldas. Con un cristal había hecho un corte en mi brazo de donde manaba la sangre y esta, caliente, resbalaba por mi brazo hasta gotear en el suelo manchándolo de color carmesí. El vampiro ni se lo pensó cuando olió mi sangre, sus ojos brillaron de un tono rojizo en cuestión de un parpadeo lo tuve frente a mí, sus manos gélidas tomaron mi brazo, sus colmillos se podían ver a la perfección sobresaliendo de su labio y lo siguiente que sentí fue dolor. Un dolor extremo y agudo cuando sus colmillos atravesaron la piel de mi brazo, no demoró en comenzar a succionar mi sangre sintiendo cada tirón que daba al beber de este, su otra mano aferraba ahora mi cintura para mantenerme en el lugar mientras yo lo único que podía hacer era emitir un leve jadeo, cerré mis ojos y eché mi cabeza hacía atrás sintiendo una euforia que no había experimentado nunca, como si fuera un chute de adrenalina que calentaba todo mi cuerpo y el dolor del principio quedó relegado a un placer que comenzó a extenderse por mi cuerpo... y no fui consciente de nada más, perdida en esa nube de sensaciones que el mordisco me producía olvidándome de dónde estaba, de que un vampiro estaba bebiendo de mi brazo y de que mi vida pendía de un hilo.

Por suerte para mí el hombre no se había olvidado de nada y aunque no supe cuánto tiempo había pasado, porque todo estaba un poco distorsionado en mi cabeza, pero sentí que el vampiro dejaba de beber de mi brazo y que se alejaba de forma que pude volver a la “realidad” como si la bruma de mi cabeza se hubiera despejado haciéndome ver con claridad lo que pasaba. El vampiro había sido lanzado a cierta distancia, llevé mi mano a la herida observando como el hombre sacaba algo del arma aunque no pude verlo demasiado bien con claridad, pero sí vi cómo se abalanzó sobre el vampiro tumbado en el suelo y empezaban de nuevo una lucha que esa vez parecía estar ganando él sobre el vampiro. Llevaba lo que parecía un trozo de cristal en su mano, atravesó la mano del vampiro quien gruñó por el dolor mientras yo quedaba apoyada contra la pared del callejón apretándome la herida del brazo para intentar taponarla y que no saliera más sangre, pero sí que pude ver algo horrorizada como aquel hombre clavaba finalmente con un grito como si tomara fuerza del mismo acababa incrustando el trozo en el pecho del vampiro hasta que, con un grito de dolor, acabó quedándose quieto comenzando a mancharse la camisa que llevaba de sangre... era la primera vez que veía cómo alguien mataba a otra persona, aunque fuera a un vampiro, y el verlo fue... espeluznante, me puso la piel de gallina y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de la impresión. Solo hacía falta ver mi rostro para darse cuenta de que había quedado algo traumatizada por todo, mi piel algo más pálida de lo normal delataba no solo la falta de sangre sino también el estado de “shock” en el que había entrado al ver semejante espectáculo. El hombre que me había salvado alzó sus ojos hacia los míos y comenzó a caminar en mi dirección, ni siquiera me salieron las palabras mientras asimilaba lo que había visto y que sabía que no sería nada fácil de olvidar. Además de todo ello me encontraba algo mareada por la pérdida de sangre, una sonrisa algo siniestra pintada en los labios de mi salvador en lo que yo intentaba pronunciar algo, aunque fuera un simple “gracias”, pero lo cierto es que no era capaz de decir nada al respecto.


-Yo.... –dije cuando lo tuve frente a mí, quise darle las gracias por haberme salvado pero las palabras simplemente no salían de mis labios, sentí que mis piernas temblaban ligeramente y de no haber sido porque sus manos cálidas pararon la caída de mi cuerpo me hubiera dado contra el mismo suelo. Teníamos que curar mi herida de la cual había perdido sangre y sentarme, necesitaba sentarme y analizar lo que había pasado en un sitio más tranquilo que no fuera aquel callejón donde simplemente me bastaba un vistazo para ver el cuerpo del vampiro todavía tumbado en el suelo, inerte, como habría estado yo de no aparecer él- vámonos... –dije moviéndome para salir del callejón, necesitaba aire y sentía que en ese callejón me faltaba, me acompañó hasta salir del callejón donde al pasar unas cuantas calles me paré apoyándome en una de las paredes- yo... gracias por salvarme –dije ahora que parecía había recuperado algo más de color, o al menos, ya no estaba tan en shock como al principio- de no haber aparecido... –mordí mi labio y desvié mi vista al cielo observando las estrellas que brillaban con fuerza- me llamo Alessia –dije porque nunca, nunca, me presentaba por mi verdadero nombre y desde hacía muchos años había utilizado ese- siento que hayas tenido que verte involucrado en esto... ojalá hubiera podido defenderme yo sola –aunque sabía que contra un vampiro no podría hacer nada, pero ya no hablaba solamente de vampiros, sino de cualquier hombre que quisiera aprovecharse de su fuerza, ¿qué podría hacer yo frente a eso? Absolutamente nada, estaba demasiado desprotegida y cualquiera podría haber intentado lo mismo que aquel maldito vampiro.
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Mensaje por Bernard Favre Miér Mayo 16, 2018 10:11 am

Apenas pudo contener un aullido triunfal cuando con el peculiar sonido de los músculos desgarrándose, el vampiro gime, provocando un ruido húmedo y ahogado, su último aliento que se vuelve sanguinolento en segundos, cuando las vías superiores son invadidas por un torrente carmesí que se suma a las comisuras ya manchadas de sangre del vampiro. Por su comportamiento y actitud parecía un vampiro bastante joven, posiblemente no llevara mucho tiempo convertido, demasiado impulsivo para una de las criaturas más frías, calculadoras y metódicas de la noche. Con algo de esfuerzo y un rictus de dolor en la cara, el licántropo saca el trozo de vidrio del pecho del vampiro, para a continuación retirar sus manos de los bordes del cristal, que también ha seccionado ambas palmas del licántropo, haciendo que su sangre se escape por los feos cortes, a simple vista, parece que la única razón por la que no ha profundizado más el cristal es por haberse topado con los huesos de la mano. La herida era bastante fea y sangraba en abundancia, haciendo que la postura de sus dígitos quedara forzada, en la posición que menos abierta dejaba la palma.

Desgarrando la manga izquierda de su camisa con la boca con el característico sonido de las costura deshaciéndose, creó de manera improvisada un par de bastas vendas,  con las que hizo unos sencillos nudos con la boca y la limitada movilidad de sus manos antes de dignase a levantarse de aquel nauseabundo cadáver que ahora si no se movería nunca más. Rápidamente, el tono blanco de la camisa se torna rojo por la sangre derramada. Se encamina entonces a donde se encuentra la dama, con cierta rapidez, pues está muy pálida y con la cara desencajada por el miedo. -¿Está bien señorita?- pregunta aunque por toda respuesta aquella joven se deshace por unos segundos, teniendo que sujetarla con una mano en su cuello y otra sujetando su cintura, con un leve gesto de dolor. El licántropo vuelve a ponerla en posición vertical, aún sosteniéndola, lleva sus manos lesionadas a la cara de la joven, obligándola a mirarle a él en vez de a la dantesca escena que se desarrolla a su espalda –Míreme a mi mademoiselle todo está bien, ya ha pasado- intenta calmarla mientras su propio diafragma desbocado vuelve poco a poco a recuperar su ritmo normal.

-Mi casa no está lejos, allí podrá recuperarse y despistará si hay algún ser que aún pretenda hacerle algo- Responde mientras ayuda a la dama a mantener el paso a pesar de su debilidad, pasando uno de los brazos de ella por encima de su hombro. Se mantiene aún alerta, con sus sentidos desarrollados pendientes de cualquier movimiento inusual que le indicara un nuevo ataque. Por suerte, ya quedaba poca gente por las calles, ya que su aspecto hubiera llamado demasiado la atención.

Cuando la dama se apoya pesadamente en una pared, entiende que su estado es más precario de lo que había intuido en el callejón, por lo que la ayuda a encontrar una postura cómoda, mientras le da un pañuelo a la joven –Aprieta fuerte la herida, no debes perder más sangre- le dice en el tono más dulce que su tono ronco y aún nervioso le permite, apretando el mismo el pañuelo contra la herida para indicarle.

-No tiene de agradecerme nada mademoiselle, no podía dejarla ante semejante monstruo- responde esbozando por primera vez la sonrisa más cálida y amable de su repertorio. –No piense esas cosas, está bien que es lo único importante. Bernard Favre para servirla mademoiselle Alessia.- intenta consolarla con algo de torpeza. –No había mucho que usted pudiera hacer mademoiselle contra semejante adversario . Ahora vamos, mi casa no está lejos y debe descansar y tratar esa herida.-
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Mensaje por Valenka N. Dragomir Lun Jun 04, 2018 11:02 am

Todo mi cuerpo era un amasijo de nervios en esos momentos después de lo que había presenciado en el callejón, después de ver que aquel hombre había podido matar al vampiro que quiso matarme y tomarme contra mi voluntad formando una escena dantesca de la que mi memoria parecía retener en esos momentos como si quisiera que se quedara grabada para recordarme lo que podría pasarme cualquier otra noche cualquiera de vuelta a casa, como si quisiera hacerme saber que mi sino podía acabar sellado por alguna de las bestias que poblaban tierra por la noche emergiendo de sus oscuras guaridas y sus oscuros rincones para acechar a sus víctimas y a sus presas, inocentes que no sabían lo que la oscuridad albergaba cayendo en las trampas de aquellos que querían arrebatarles la vida o la sangre. Estaba algo mareada por la pérdida de sangre tras dejar que el vampiro me mordiera el cuello para que se despistara y no viera que él iba de nuevo a por él para acabar con su vida porque el vampiro no parecía dejar que nos fuéramos así como así. Pude salir del callejón apoyándome en la pared para recobrar el aliento en lo que me alejaba del lugar para no ver ni contemplar la escena que se había quedado, intentando calmar mi respiración y mareada por la pérdida de sangre, débil por el mordisco que me había dado. Era la primera vez que un vampiro me mordía y lo cierto es que había sido bastante extraño, porque por una parte era como si el mordisco me hubiera gustado y por otra había sentido que todo mi control se desvanecía por momentos y ya no era dueña de nada sobre mi persona, nada como si el vampiro controlara mi voluntad. Mi mente se despejó cuando me vi libre de su agarre y el aire de la noche me vino bastante bien, no miré hacia el interior y solo alcé mis ojos cuando el hombre de nuevo estuvo frente a mí sosteniéndome para que no me cayera, sintiéndome débil por momentos en los que parecía que mis piernas fallaban. Mordí mi labio y cuando tomó mi rostro con sus manos mis ojos subieron a los suyos para que me fijara en él, asentí con la cabeza por sus palabras y cuando me dio un pañuelo que presioné contra mi cuello haciéndole caso para taponar la herida, fue él quien sugirió ir a su casa y asentí sin poder decir mucho más, no quería ir a casa sola y explicarle me era algo difícil para que me acompañara así que lo mejor sería quedarme allí al menos hasta que recuperara las fuerzas.

Me ayudó a caminar y pasó su brazo por mis hombros y por mi cintura así me fuera más fácil el alejarnos de allí porque quizás si alguien pasara y se percatara de lo que había pasado podíamos tener problemas, y él bastante había hecho ayudándome con el vampiro sin conocerme de nada como para meterse en más líos por mi culpa. Andamos un buen trecho hasta que de nuevo necesité apoyarme mareada un poco por la pérdida de sangre, necesitaba llegar a su casa y como él había dicho curar mi herida, tumbarme y comer algo para reponerme por completo. En esos momentos eché en falta a Naitiri a mi lado para que me curara ella, se había convertido en casi toda una experta por ello pero sin embargo apenas me salía la voz para decirle por dónde quedaba su casa, así que simplemente me dejaría llevar y una vez me encontrara mejor le daría las gracias en condiciones. Parados mientras me reponía un poco para seguir avanzando escuché sus palabras clavando mis orbes azules en sus castaños, decía que no tenía nada que agradecerle aunque yo pensaba de una manera bastante diferente a la suya porque sí que tenía que hacerlo, de no haber aparecido yo hubiera sido el cadáver de aquel callejón sin duda alguna. Era evidente que no podía hacer mucho contra aquel vampiro pero eso me hace pensar en el hecho de que, vampiro o no, cualquiera que hubiese querido aprovecharse de mí lo habría conseguido sin demasiado esfuerzo, ¿qué podía hacer yo para defenderme? Absolutamente nada, porque hiciera lo que hiciera estaba condenada a caer  frente a aquel que quisiera hacerme cualquier cosa, porque no sabía nada para defenderme y mucho menos llevaba algo encima con lo que intimidar. Mi aspecto además era el de una joven que era muy evidente que no sabía defenderme, quizás la suerte era que había pasado aquel hombre para salvarme pero no siempre estaría ahí para hacerlo.



-Sí que tengo por qué darlas –dije para luego cerrar los ojos tomando aire sin dejar de apretar el pañuelo contra mi cuello- de no haber pasado ese vampiro me habría matado, así que por ello gracias –los abrí y sonreí de forma débil cuando me dijo cómo se llamaba- encantada Bernard, gracias por pasar por ahí y acudir en mi ayuda –hice una leve pausa- sin embargo esto solo me hace ver que vampiro o no, si alguna vez me encuentro en igual tesitura, no voy a ser capaz de defenderme... apenas sé cómo soltarme de un hombre –no dije nada porque me empezaba a encontrar mejor pero la conversación podíamos dejarla para mucho más adelante- sí, vayamos a tu casa si está cerca y así pueda curarme la herida... te prometo que una vez curada no te molestaré mucho más –aseguré clavando mis azules en sus castaños, me incorporé de nuevo y su brazo pasó por mis hombros para ayudarme a caminar de nuevo por las calles mientras él intentaba hacer el camino algo más ameno, algo que agradecí infinitamente porque para cuando me quise dar cuenta ya habíamos llegado frente a su casa y nos habíamos parado frente a su puerta, abrió esta y dejó que pasara en el interior para pedirme que lo acompañara acercándonos al salón donde me senté en el sofá, lo perdí de vista y supuse que fue a por lo necesario para curar mi herida en lo que yo recostaba mi espalda contra el sofá y cerraba los ojos momentáneamente, abriéndolos para ver que volvía de nuevo y que traía varias cosas consigo, miré lo que dejaba sobre la mesa y cogí lo necesario- esto será suficiente –dije quitando el pañuelo manchado de carmesí por mi sangre para limpiar la herida con una gasa y algo de alcohol para desinfectarla- creo que con unas vendas será suficiente, ¿puedes decirme donde hay un espejo para mirarme? –Pregunté levantándome tomando dirección hacia donde me había dicho, cuando estuve frente al espejo del baño me fijé en las marcas de los orificios, mi piel algo más pálida de lo normal, luego me centré en la herida principal que esa sí necesitaría algo de sutura por la abertura que me había hecho en la palma, la limpié con alcohol y una vez limpia del todo salí presionándola con una gasa para mirarlo- ¿alguna vez has cosido? Creo que vas a tener que ayudarme porque yo no puedo coserme la herida yo sola –miré la botella del alcohol y la cogí para darle un buen trago, bastante largo para luego dejarla sobre la mesa- espero que esto haga efecto y que me ayude –dije para que el dolor lo sintiera menos, una vez preparado todo me senté y puse la mano sobre una toalla para no manchar la mesa, mis azules lo miraron- sé que puedes hacerlo Bernard, es lo último que vas a hacer para ayudarme... después prometo que te dejo en paz –sonreí para restar hierro al asunto y me mordí el labio- estoy lista.
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Mensaje por Bernard Favre Dom Jul 01, 2018 7:35 pm

Bernard avanzaba por el nocturno paisaje de la capital francesa intentando acomodar su paso y la postura a la debilidad de la mujer que mantenía agarrada de la mejor manera posible. Desde luego aquella situación superaba con creces a las dotes sociales del licántropo. ¿Cómo podía explicarle a la humana que aquel ansia de intervenir había sido más animal que premeditada?¿Cómo admitir que en una primera instancia lo que había impulsado a su salvador no era la vida de la humana si no negar al mundo que una de aquellas criaturas siguiera contaminando las aceras de París con su cadavérico olor? Era difícil de admitir incluso para el pobre Bernard que solo después de que el peligro hubiera pasado, de que el monstruo no respiraba y que la muchacha estaba relativamente a salvo había comprendido que acababa de salvar su vida, que la humana estaba en peligro mortal y él había intercedido. Al menos se consolaba al pensar en cómo la defendió con su propio cuerpo, en cómo había recibido un fuerte golpe evitando con ello que fuera dañada. Sin embargo tras tantos años seguía sin acostumbrarse a que tan oscuros sentimientos nacieran de su parte bestial sin que pudiera hacerles frente en ocasiones como aquella.

-Alessia no se merecen, de verdad- responde utilizando su nombre tras un pequeño gruñido. La debilidad que mostraba la mujer era evidente, su incomodidad por aquel contacto físico tan continuo también y aún quedaban unas cuantas calles hasta llegar a la suya. Aún no acababa de creerse que estuviera haciendo todo aquello con su timidez y tras venir de tres noches en los que él podía haber sido una pesadilla aún mayor que aquel chupasangres. –Es una ciudad complicada para una señorita como usted y más por las noches, todos los monstruos salen al abrigo de la noche- responde con cierta pena por la situación de la mujer, aquella indefensión debía de ser una sensación devastadora, poco podría haber hecho tal vez contra un vampiro pero tenía razón al puntualizar que había el mismo número de monstruos entre los humanos que podían hacerle tal vez el mismo o más daño. –Centrémonos en intentar llegar a casa, podremos tratar esa herida y usted podrá descansar lo que necesita- intenta sonreír cargando todo lo posible el cuerpo de ella, intentando no llamar más la atención de lo que ya lo deberían de estar haciendo.

Poco a poco, paso a paso van acercándose a la zona residencial donde se encuentra la casa del mercader. Casi con ansiedad abre la pequeña verja que da acceso al pequeño jardín de la vivienda. Una vez dentro de este y relativamente a salvo de miradas indiscretas, alza a la mujer, levantándola sin dificultad de la manera menos brusca posible, evitando hacerle más daño del que ya tenía que soportar la pobre mujer para avanzar con más rapidez hasta la puerta que se abre en silencio. –Ya está a salvo mademoiselle- susurra dejando a la joven en el primer sofá de la casa que por suerte para ambos se encontraba en una sala para el té en el primer piso, cerca de la puerta de entrada. Tras dejarla con la mayor suavidad que sabe sobre el sofá se dispone a buscar en la cocina los pocos productos médicos que pudiera haber en la casa, por suerte Alice una de sus criadas siempre había indicado la importancia de semejantes utensilios y hoy la verdad, es que no podía estar más de acuerdo.

Dejó las cosas sobre la mesa, intentando mantener la tan importante asepsia que se suponía debía cuidar en todo momento, trayendo agua donde hervir las agujas, el hilo negro y correoso del cajón de las medicinas y un buen bote de un fuerte alcohol. Asiente con gesto sombrío ante la petición de la dama, sin abrir tan siquiera la boca. Nunca le habían dado miedo las vísceras o la sangre, cualidad que le vino muy bien para mantener la cordura tras las transformaciones en licántropo pero aquella operación parecía totalmente subrealista.

Respira varias veces intentando afinar el pulso, esperando a que el alcohol ingresara en el organismo de la humana disminuyendo sus reacciones al dolor –Sé que está lista mademoiselle él que dudo que esté preparado soy yo- suspira sacando la pequeña aguja del agua hirviendo, moviéndola levemente para sacudirla y enfriarla solo levemente. Tras atar el hilo, pincha la aguja en la carne sana de alrededor de la herida, observando como la punta candente se abre paso con facilidad solo para hacer el camino inverso un segundo después en el lado contrario de la brecha. Con cuidado y una lentitud exasperante, los irregulares despuntes van cerrando la herida de manera tosca haciendo que la hemorragia vaya cediendo.

Con un suspiro de alivio por el resultado el licántropo coge una de las vendas ya preparadas y envuelve la herida lentamente, notando como la blanca superficie apenas se mancha de sangre en el proceso, lo que indica que la hemorragia se ha cerrado aceptablemente bien. –Espero que no le haya dolido mucho mademoiselle- susurra preocupado al darse cuenta de que tan concentrado estaba en el proceso que no se había preocupado por el aguante de la humana al dolor. –No puede irse así y menos de noche, tengo un cuarto de invitado y si no el importa usar la ropa de alguna de mis criadas estoy seguro de que encontraremos algo de su talla- responde intentando no parecer descortés al pedirle a una joven pernoctar en su casa sin conocerla de nada. –Insisto en que no veo sensato que salga de casa así de débil- responde ayudándola a levantarse y llevándola a una de las habitaciones que se encuentran al lado de la cocina, bastante modesta y pequeña. –Lamento no poder ofrecer algo mejor- responde levemente azorado. –Cualquier cosa estoy en la primera planta, si necesita cualquier cosa grite, le aseguro que la escucharé- claro que la escucharía, su oído era muy fino y en situaciones tensas como aquella se podía volver terriblemente sensible. –Intente descansar- responde cansado intentando otorgarle una sonrisa a la joven


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Moon Rising ~ Privado Empty Re: Moon Rising ~ Privado

Mensaje por Valenka N. Dragomir Dom Sep 16, 2018 12:27 pm

Aunque él me dijera que no tenía por qué darle las gracias yo no lo veía de esa forma, vampiro o no, incluso aunque hubiera sido un humano habría hecho conmigo lo que hubiera querido porque no tenía forma de defenderme, ¿qué podría haber hecho si en vez de un vampiro, era un hombre que quería aprovecharse de mí? Absolutamente nada. Esa era la verdad de todo aquello y aunque yo lo sabía y lo asumía sí que me hacía pensar en aprender aunque fuera a defenderme, Naitiri no lo iba a consentir pero era por mi propio bien por si alguna vez me volvía a pasar lo mismo, no siempre tendría la suerte de encontrarme con alguien como Bernard que me ayudara aun cuando no me conocía de nada y arriesgaba su vida para salvarme, había tenido demasiada suerte y no podía dejar que eso sucediera de nuevo por lo que tenía que ponerle remedio, y eso era intentar aprender a defenderme. Tendría que hacerlo sin que ella se enterara porque sabía que no iba a dejarme, me cuidada y protegía demasiado pero habían cosas que se le escapaban a su control y no podía hacer nada contra eso. Ayudada por él quien pasó un hombro por su cuerpo para ayudarme a andar nos alejábamos del callejón con la intención de no llamar demasiado la atención y que nadie se enterara de lo que había pasado, y de que si lo hacían, al menos estuviéramos lo bastante lejos como para que no pudieran decirnos nada. El paseo fue algo ameno y “fácil” ya que él parecía cargar con casi todo mi peso para que la herida no me molestara demasiado pero lo cierto es que picaba un poco, nada que no se pudiera solucionar con un par de puntos y unas suturas aunque no quería pensar demasiado en eso. Tras unos cuantos minutos caminando por fin pudimos vislumbrar la zona residencial en donde él decía que vivía, sí que estaba cerca del lugar y lo agradecí porque me sentía cansada por la pérdida de sangre, en cuanto llegamos a la que parecía ser su casa antes siquiera de cruzar el pequeño camino que llevaba a la entrada sus brazos me alzaron en vuelo como si no pesara nada ni le supusiera un esfuerzo el llevarme en brazos. Nos adentramos en el interior de la casa y me dejó en un sofá con cuidado para que no me hiciera daño, delicado en sus movimientos aun cuando no nos conocíamos de nada. Él aseguraba que ya estaba a salvo pero sin duda alguna lo estuve en el momento en que decidió tomar partido y ayudarme contra el vampiro, aun a riesgo de su propia vida. Me acomodé mejor en el sofá en lo que suponía que él buscaba las cosas para ayudarme a curar la herida, el problema iba a ser que yo iba a ser incapaz de coserme porque no podría bien y tendría que ser él quien me ayudara. Cuando abrí los ojos lo vi traer todo lo necesario, aparté el pañuelo de la herida y tomé la botella de alcohol que había traído para darle un trago, no era muy dada a beber alcohol pero lo necesitaba para lo que venía a continuación y así fuera más llevadero.

Lo miré asegurándole que debía de ser él quien me ayudar a coser la herida y que confiaba en él, no sabía por qué, pero algo me decía que podía confiar en ese hombre que me había ayudado desinteresadamente, así que le di los ánimos que podía mientras esperaba a que empezara a coser la herida. Di un par de tragos más grandes a la botella con la intención de que el alcohol mermara un poco el dolor y le dejé hacer sin molestarlo para que cosiera la herida, sí era cierto que dolía pero era algo bastante soportable y no me quejé demasiado para no hacerle pasar a él tampoco el mal rato. El alcohol ayudó bastante, había que decir, y para cuando terminó de coser pude ver el resultado de la herida para darme cuenta de que la hemorragia había cesado mientras la limpiaba y después ponía una venda para tapar la herida ya cosida, viendo que la sangre hacía cesado de manar lo que indicaba que se había hecho bien. Le sonreí cansada y algo dolorida por la sutura para agradecerle lo que había hecho por mí, le había prometido que no le molestaría más y me dispuse a levantarme para marcharme pero él viendo mis intenciones negó con la cabeza dejando una mano en mi hombro haciendo presión levemente hacia abajo para que me quedara sentada, aseguró que no podía irme así en plena noche conforme estaba y que lo mejor era quedarme en su casa, en el cuarto de invitados que tenía, buscaría algo de ropa de alguna de sus criadas para dejarme. Mis ojos azules observaron sus castaños por un momento y me pregunté por qué no habrían más hombres buenos como él por el mundo, porque parecía que la maldad nos rodeaba cada vez más y pocos hombres quedaban como él. Me sentía cansada y los ojos se me cerraban aunque intentaba mantenerlos abiertos. Quizás lo mejor fuera quedarme por esa noche y cuando llegara la mañana le agradecería lo que había hecho por mí y ya no le molestaría más, odiaba ser una carga o molestia para alguien y ya bastante había hecho él por mí como para molestarlo mucho más tiempo. Insistía en que no era sensato que saliera así de débil y, por un momento, me recordó a Naitiri cuando me hablaba de esa forma tan típica de ella y eso me hizo esbozar una leve sonrisa.


-No me gusta ser una molestia o una carga Bernard, pero supongo que no me queda más opción que pasar aquí la noche porque admito que no estoy en condiciones de irme. Me quedaré esta noche, gracias –dije dejando que me levantara ayudándome a llegar hasta la habitación que me había mencionado, negué con la cabeza cuando se disculpó por el lugar- no tienes que disculparte, es más que suficiente Bernard –dije mientras me ayudaba a cruzar la habitación hasta llegar a la cama, me dejó una muda de ropa sobre la cama y me aseguró que si necesitaba algo le gritara que él me escucharía, por último me pidió que descansara y yo asentí observándolo. Antes de que se marchara tomé su muñeca evitando así que se fuera de la habitación haciendo que se girara hacia mí- gracias Bernard, por todo lo que has hecho esta noche por mí. Buenas noches –le devolví la sonrisa y cuando salió de la habitación me dispuse a cambiarme de ropa para dormir algo más cómoda, la mía estaba manchada de sangre y la dejé en el suelo de manera despreocupada, solo quería dormir y que esa noche terminara para comenzar un nuevo día. Me costó conciliar el sueño pero con el cansancio y la pérdida de sangre acabé sucumbiendo a Morfeo antes de lo que siquiera hubiera imaginado, la luz del sol fue lo que me despertó a la mañana siguiente, parpadeé confundida mientras me ubicaba donde estaba y recordé lo que había pasado. Miré la ropa que había en el suelo y después la herida con la venda recordando que estaba en casa ajena y que por mucho que hubiera insistido era hora de marcharme. Con la ropa que me había prestado ya que la mía estaba manchada y llena de sangre, salí a la cocina encontrándome algo mejor que la pasada noche, la herida me dolía pero menos y eso era señal de que lo había hecho bien y se estaba curando. No quería irme sin darle las gracias por lo que había hecho así que hice lo único que se me daba bien; cocinar algo. Preparé el desayuno aunque no sabía muy bien lo que le gustaba, y aunque estuviera invadiendo cocina ajena era mi forma de agradecer lo que había hecho y dejar que me quedara en su casa a dormir... demasiado generoso y amable como para ser cierto. Una vez que tuve todo preparado, cuando dejaba una bandeja sobre la mesa fue que lo vi acercarse- buenos días –le sonreí mientras me giraba y dejaba un par de vasos con zumo también- siento haberme colado en tu cocina pero quería agradecerte de alguna forma lo que hiciste por mí, de verdad que otro ni se habría molestado –la gente solía mirar hacia otro lado ante situaciones como esa- espero que no te haya importado que haya hecho el desayuno, prometo que después recojo todo y no te molesto más –sonreí cruzando mis dedos para que viera que era cierto y después hacía un gesto con mi mano para que se sentara- por favor siéntate, has bajado justo a tiempo –sabía que era un detalle sin importancia comparado con lo que había hecho él, pero al menos la intención era lo que contaba.
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Valenka N. Dragomir
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