AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Remember me [Scott Gagnon]
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Remember me [Scott Gagnon]
"And to finish, the true strength of a Spartan is the warrior next to him.
Give him respect and honor and he will return it to you.
First, you fight with your head. Then, with your heart".
Give him respect and honor and he will return it to you.
First, you fight with your head. Then, with your heart".
Los ojos de la espartana se fijan en la distancia, entre las gruesas paredes que la rodean, las figuras se multiplican conforme las órdenes antes dadas. No es la primera vez que se atreven a desatar a la nieta de Leónidas, el Rey Espartano que detuviera a los persas en las Termópilas y se hiciera famoso con sus trescientos. La ausencia de sonido refleja la tensión del sitio. Los casi veinte hombres que la rodean repartidos por el campo desierto en el que desemboca el callejón están armados hasta los dientes. Saben que un paso en falso podría ser letal. Las espadas de la vampiresa no les darán tregua ni una rendición. La fama de la pelirrubia se ha extendido por todos los rincones de Europa y ellos, desde Alemania, la han perseguido sin descanso.
La cabeza de la mujer recorre desde el cero hasta los ciento ochenta grados. De la espalda se encargará después. Sus finos oídos se sensibilizan, su cuerpo está más que tenso con la postura ataque-defensa que la caracteriza. Una de las espadas gemelas está tomada por su siniestra cuyo brazo está recto formando una línea vertical acabada en su hombro. La diestra, está flexionada tras sus espaldas con la segunda arma tomada por el mango. La primera hace una defensa interna, la segunda la externa por la forma en que son empuñadas. El campo de batalla ha sido analizado. Los números contados. Las armas detectadas. Las estrategias son simples. La quietud precede a la tempestad.
Artemisa brilla en el cielo en todo su esplendor. La luna llena incita a las bestias más peligrosas de todas a salir de sus terruños imitando en sus aullidos a un Cerbero que, inquieto, aplasta almas en el Infierno. El Dios Fobos toca a uno de los cazadores que, nervioso ante la perspectiva de encararla, ahora presa del miedo, tropieza golpeando un enorme contenedor de metal creando un estruendo que es como el disparo que incita a las bestias a correr en el hipódromo. Ares, el dios de la guerra, ayuda a su hija más apreciada en esta confrontación. Los primeros pasos son escuchados, contados y en su mente, la estrategia se muestra clara como el agua de los ríos en la antigua Esparta.
El primer golpe es detenido por el filo de la espada diestra para a continuación, alzar el brazo obligando al que empuña el arma con ambas manos a elevar sus extremidades superiores dejando a la vista su pecho sin armadura en tanto la gemela arma griega atraviesa tela, piel, músculo, órganos y tejidos hasta traspasar por completo el cuerpo del enemigo que expulsa el aire contenido entre ojos abiertos como platos por la sorpresa. Un medio círculo es creado por un movimiento de la muñeca derecha hacia atrás de la espartana para retener el segundo ataque con el sonido del metal. La izquierda jala la espada desenterrándola del primer derrotado para con un impulso, hacer el giro que corta las piernas del otro con el acero trabajado tan arduamente por sus esclavos de sangre. Los demás enemigos se paralizan una fracción de segundo.
Ese fue su error. La espartana utiliza la celeridad de sus piernas potenciadas con una vitae tan antigua como el tiempo dando un salto apoyando su pie en el hombro izquierdo del más cercano cazador para impulsarse con potencia alejándose metros a espaldas de los enemigos a un punto no cubierto donde echa el hombro derecho al frente para golpear el suelo con él, dando una marometa adelante girando el cuerpo logrando ponerse en pie enseguida. La cabeza rubia voltea hacia atrás, los finos cabellos de oro siguen el movimiento cubriéndole apenas la visibilidad para volver a ajustar su postura. Esta vez, es diferente el campo de batalla. No tiene enemigos atrás que la preocupen. Puede pelear sin dificultades.
Sin embargo, un nuevo elemento se incorpora al ejército de enemigos, por las vestimentas, no pareciera ser parte de los cazadores. Está en peligro inminente. - ¡IROS DE AQUÍ, ILOTA O PERECERÁS! - advierte con voz alta con una voz tan dulce cual miel. Dos de los enemigos se lanzan a por ella creyendo que por haber gritado, perdió la concentración. El ataque de la primera arma es esquivado al tiempo que la espada diestra corta con un tajo de garganta a nuca la cabeza que cae hacia atrás del cuerpo decapitado aún con un rictus de sorpresa y dolor. La segunda espada se mueve a la altura del rostro espartano para detener acero con acero al otro, el pie izquierdo se planta para que el derecho dé el puntapié para mandar al cazador a volar lejos de ella.
El manto carmesí, símbolo de su estirpe, ondea con el viento como una afrenta a los humanos. En el Olimpo, los Dioses celebran bebiendo ambrosía. El piso se está manchando de rojo, el preferido de Aglaia.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
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Re: Remember me [Scott Gagnon]
Como se suele decir, la belleza está en el ojo del que mira.
Neil Gaiman – Neverwhere
Neil Gaiman – Neverwhere
El paso de Scott, siempre seguro, le guiaba esa noche por entre los callejones de la sobrevalorada París, ciudad que de un momento a otro, adquiría una importancia que el Gagnon era incapaz de ver, quizá porque para él existían cosas más llamativas que la riqueza de la cual se inundaba la ciudad y los bienes materiales que estaban moviendo enteramente al mundo. Pero entonces, en un mundo donde todos trataban de obtener riqueza, ¿Qué era lo que buscaba aquel hombre?. Perfección, fuerza, inmortalidad.
Scott, criado por unos padres con una mentalidad enferma (a los ojos del mundo), buscaba formar parte del mundo eliminando a los débiles de mente y cuerpo, así como también buscaba eliminar a las escorias que dominaban poderes oscuros o se transformaban en bestias, ya fuera por la maldición de la luna o por la transmitida de generación en generación por sangre maldita. Seres como esos eran inferiores a los humanos, y los humanos, eran a su vez inferiores a los vampiros, seres perfectos en todo sentido para el Gagnon, quien había crecido escuchando de su padre y madre, historias fantásticas de lo que aquellos seres eran capaces de hacer. Una sonrisa apareció en el rostro de Scott al recordar que mientras se convertía en un verdadero hombre, dudo de las historias de sus padres y de su devoción a la causa; eso hasta que una noche, queriéndose sentir verdaderamente poderoso y superior, trato de enfrentarse a un grupo de licántropos. Las bestias a las que se enfrento esa noche misma que debió ser su ultima noche, estaban por tomar su vida, sin embargo, la fuerza de su espíritu así como su deseo de salir avante, llamaron a una inmortal de aspecto angelical pero habilidades demoniacas, que con su presencia desvaneció todas las dudas de Scott y lo volvió completamente devoto a las creencias de sus padres, pero sobre todo, instalo en la mente del joven Scott el deseo de formar parte del mundo de los inmortales y no ser solamente un espectador más, como lo que eran sus padres.
Un suspiro aflora de los labios de Scott. El deseo de formar parte del mundo inmortal aún se encuentra latente en su mente pero hasta ahora, ha sido incapaz de encontrar un vampiro que le inspire la devoción y el ansia de entrega que despertó en él la rubia a quien no puede olvidar.
Analizando su pasado en busca de una pista que le guíe a un inmortal poderoso, el Gagnon se interna en los callejones menos favorecidos de la ciudad y pronto, comienza a transitar entre la podredumbre que los ricos tratan de ocultar. Es en esa área marginal, plagada de delincuencia y muerte que escucha como un poco más adelante, por la misma callejuela en la que transita, se desarrolla una batalla. Otros humanos habrían cambiado su rumbo, pero no él, que ni siquiera cambia el ritmo de su paso; decisión que agradece en el momento en que hasta sus oídos llega un mote y voz familiares. Sus orbes se centran entonces en la cabellera rubia que ondea al aire y en la sangre que tiñe el empedrado. Una sonrisa de victoria aparece en los labios del hombre y sin hacer caso a la advertencia de la mujer a quien ha reconocido, comienza a acercarse, no sin antes sacar de entre sus ropas un arma de fuego y disparar en dirección a uno de los atacantes de la rubia.
– Te encontré – susurra para después, acallar su propia voz con el sonido de un nuevo disparo.
Scott Gagnon- Humano Clase Media
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 07/05/2018
Re: Remember me [Scott Gagnon]
"- Earthquake
- No Captain, battle formations".
- No Captain, battle formations".
La técnica espartana seguiría dando espectáculo toda la noche en caso de ser necesario. Tres saltos atrás le dan la distancia perfecta para iniciar el embate contra cinco de los enemigos que en su afán de dañarla, se han acumulado en el mismo ángulo. Tras potenciar las piernas, el nuevo brinco lleva una inercia superior a la fuerza contraria a la de cualquier humano. Con la espada siniestra al frente, hace una carga contra el escudo enemigo empujando al rival que no puede contener la violencia del latigazo, cayendo el arma defensiva a los pies de la griega y al otro, de espaldas metros atrás. Acto seguido, un círculo bajo permitirá el siguiente movimiento dirigido al segundo mortal apostado a su izquierda, el arma diestra realiza un tajo en descenso partiendo el hombro en diagonal línea atravesando coraza, piel y músculo perdiendo su punto de apoyo al llegar a la cintura dejando una enorme herida que sangrará incontrolable.
El tercer guerrero toma espacio atrás de ella dando el golpe con el brillante acero encontrándose en la espalda de la espartana con las protuberancias de la armadura como si de dientes se tratase, que parrean antes de que sea cortado a la mitad con un giro de la siniestra espada que actúa antes de que el ojo pueda notarlo siquiera dejando en el suelo las vísceras y órganos diseminados grotescamente. Una sibilina serpiente de acero atraviesa el muslo derecho aprovechando la oportunidad obligando a la espartana a corregir el rumbo para tornar el cuerpo hacia la dirección del enemigo donde el filo agudo de la diestra se apaña la cabeza del cuarto. El quinto va a la carga imitando el movimiento para degollarla encontrándose con acero en el camino. Los metales chocan sacando chispas por la brutalidad de su fuerza.
En el Olimpo, Afrodita acaricia la superficie del agua de la fuente donde está admirando al hombre al que ha cincelado en barro para una contienda diferente que tendrá que guerrear la espartana. Una sonrisa encantadora aparece en el rostro de la diosa de la belleza y del amor. Su mirada asciende hasta su pequeño Eros que revolotea incansable con el arco y las flechas listos. - Ve ahora, termina lo que iniciaste - el hábil dios ríe cual pequeño infante antes de desaparecer atravesando las nubes, el cielo y llegar a la enorme ciudad buscando su objetivo con rapidez inusitada propia de las divinidades que entregarán un obsequio a la que ellos consideran su semidiosa. La primera flecha fue disparada hace años, lo que para los dioses sólo es un pestañeo.
Aproximándose al descampado, una figura aumenta la velocidad, con las garras y los colmillos extendidos para apoyar al escuadrón que está siendo exterminado en tan pocos instantes por dos frentes. El primero fue planeado, el segundo no. Las balas perforan los cuerpos de los cazadores que apenas saben a dónde dirigir los ataques en tanto el manto carmesí es elevado por un juguetón Eolo que admira todo el espectáculo complacido. La dantesca figura da un último salto imitando a Ares, Dios de la guerra, que proviene del Olimpo. Ambas figuras caen al mismo tiempo creando un terremoto insensible, levantando polvo y piedras al doble aterrizaje. El aullido que emana de tan grotesca figura perfora los tímpanos de la espartana que procura taparse los oídos sin mucho éxito quedando aturdida por preciosos segundos.
Tiempo que aprovecha la enorme masa muscular elevándose sobre sus patas traseras en toda su magnificencia de casi tres metros de altura, imitando a aquella bestia de los Inmortales de Jerjes cuyo tamaño, fuerza y brutalidad causara problemas al rey Leónidas al tener éxito cortándole el yelmo formando aquella legendaria cicatriz en el ojo. Las garras se muestran amenazantes, las quijadas se abren descomunales al tiempo que su brazo izquierdo golpea a uno de sus compañeros alejándolo de su camino. Cual toro de Creta, avanza con la atención fija en el manto carmesí que lo azuza. La griega observa asombrada su constitución física superior a la de cualquier otro licántropo al que se enfrentase en el pasado. En lugar de escapar, sus dos piernas se abren a un metro de distancia plantando las botas en la tierra, la risa que muchos creerían enloquecida emana de sus labios. Está feliz por tener un rival a su nivel.
El escudo que quedara inerte en el piso, propiedad del primer enemigo ahora muerto por las balas del apoyo táctico, espera inquieto. Aglaia se acerca a tomarlo tras enfundar la espada siniestra en su lugar sopesándolo con aprobación. Elevándolo a la altura de su tórax, deja oculto el cuerpo. La extremidad inferior izquierda se flexiona en la tierra, la derecha hace apoyo detrás a una distancia prudente para resistir cualquier impulso. El acero espartano es afianzado por el puño diestro. Su sonrisa se extiende - Vamos, Inmortal. ¡Muéstrame tu habilidad! - incita a la bestia que gruñe con violencia creando un ambiente sobrecogedor al tiempo que echa atrás las garras cuyas puntas brillan por la luz que Artemisa riega cual agua sobre el descampado.
La contienda da inicio con una carga del gigante licántropo contra el pequeño cuerpo de la espartana en comparación. La garra cae dejando surcos en el metal del escudo que la cubre, en el instante en que contiene el peso y la inercia que la impulsan hacia atrás, los pies forman líneas de tierra. Aglaia ríe a carcajadas cuando su habilidad le permite conservar su arma defensiva al tiempo que mantiene los pies bien enraizados al suelo. Los pocos enemigos que quedan, dirigen sus ataques contra el mortal que apareciera inoportuno, el licántropo puede hacerse cargo de la vampiresa, ellos cobrarán venganza por los caídos.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
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Re: Remember me [Scott Gagnon]
“Déjame andar sin peligro por lugares oscuros…”
Neil Gaiman – American Gods
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Ahí estaba ella. Perfecta y mortífera, tal y como aparece en sus sueños, aquellos que evocan recuerdos de cuando casi pierde la vida, de cuando ella le salva y se convierte en la única en su mente. ¿Por qué se fue sin dar explicación alguna? Eso ya no importa. Lo único que ve Scott es que ella esta en donde él y ahora, no necesita él ser salvado pues es un hombre capaz de defenderse y de disparar certeramente dos balas directas a las cabezas de los atacantes de aquella vampiro a quien ahora protegerá pues aún tiene cosas que hablar con ella, pero no en ese momento, primero, deben acabar con los enemigos.
Los pasos de Scott continúan siendo firmes y decididos, no se detienen a pesar de que uno de los enemigos de la inmortal ahora se abalanza en su dirección. En otros tiempos no habría sabido defenderse, hubiera resultado solo una carga para la vampiro que continua luchando a la distancia, moviéndose grácil y cortando carne a su paso, recordándole así que debe mostrar su valor y hacerla ver que a pesar de ser humano puede ser una gran ayuda.
Cuando el Gagnon se encuentra finalmente un par de pasos de distancia de su enemigo, dispara una nueva bala que roza apenas el cuello de su enemigo, siendo ese roce la distracción perfecta para que tome la diestra del hombre para impedir que una espada le corte. El enemigo sorprendido le mira antes de que una nueva bala sea disparada y en esta ocasión, se aloje en el cerebro del incauto aquel. Antes de que el cuerpo caiga de manera pesada, Scott sujeta la espada y sonríe, ahora esta en igualdad de condiciones con enemigos de la inmortal y es en ese momento, cuando ya saborea la victoria que escucha el aullido del nuevo enemigo.
Carente del temor que le atravesó el cuerpo y el alma la primera vez que vio a un licántropo, el hombre contempla la imponente figura de aquella bestia que no le presta atención ni a él ni a los otros enemigos. Aquel animal solo tiene en la mira alguien digno de sí. El licántropo quiere sangre inmortal. Scott entonces sabe que las reglas de aquel enfrentamiento han cambiado. Él no interferirá en la lucha de la inmortal y el licántropo, sino que se limitara a eliminar a los enemigos que sabe puede derrotar con facilidad. El grito de Aglaia le causa euforia, ella esta lista para la batalla y él también.
– Ya oyeron a la dama – sonríe al tiempo que empuña fuerte la espada – Muestren su habilidad – los hombres se miran como si se pidieran permiso unos a otros antes de ir contra el Gagnon, quien los espera paciente en su sitio, leyendo sus movimientos, previendo lo que están por hacer.
El sonido de las garras contra el escudo impide que se escuche el choque de espadas entre los hombres y la risa de Aglaia acalla el quejido del hombre al que Scott ha cortado la mano derecha. Y mientras la batalla se desarrolla en la tierra, los Dioses se ponen en marcha y los destinos de la inmortal y el humano están por enlazarse, quizás, para siempre.
Scott Gagnon- Humano Clase Media
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 07/05/2018
Re: Remember me [Scott Gagnon]
"Messenger: This is blasphemy! This is madness!
King Leonidas: Madness...?
This is Sparta!.
King Leonidas: Madness...?
This is Sparta!.
Para los que desconocen las enseñanzas espartanas, que la griega esté tan fascinada y feliz por tener un rival a su tamaño crispa los nervios y la mente. En ese metro sesenta y cuatro de estatura hay una vibrante personalidad que contrasta con sus rizos rubios, rostro de ángel y voz dulce. ¿A quién en su sano juicio se le ocurrió que Abrazar a esta mujer sería buena idea? Justo a su Sire, a ese ser que es una sombra para la espartana y que denota la insanidad mental de la que fue presa en el instante en que mordió la piel de marfil para entregarle las gotas carmesíes como la túnica que ondea a sus espaldas elevándola a un plano irreal. Uno donde hace falta a un semidios para contener sus avances y derrotarla. Uno como el licántropo que lanza un gruñido demencial cuando su garra diestra impacta con el escudo sacando chispas antes de que la siniestra lance un golpe lateral provocando que la vampiresa dé un salto para evadir tal acometida elevándola a un metro de altura, el garou lanza el siguiente ataque, la diestra garra va por el otro lateral, esta vez, el escudo vuelve a interceptar el golpe en el que se imprime tanta fuerza que el pequeño cuerpo de la griega es impulsado en diagonal alejándose de su rival varios metros a la distancia.
Eros mira con horror cómo la primera flecha lanzada atraviesa el aire para clavarse en la tierra. Sacude el rechoncho cuerpo con frustración volando a toda velocidad para atrapar dicho proyectil buscando su objetivo de nueva cuenta. A lo lejos, en pleno vuelo producto del impacto entre el escudo y la garra, la espartana encoge el cuerpo para aminorar el golpe de la caída, con la celeridad propia de los de su raza, mira de reojo hacia dónde está siendo catapultada por la inercia del encuentro logrando girar en el aire para caer de pie, afianzando los pies en el suelo, creando la fricción necesaria para detener la violencia del impulso dejando surcos en la tierra, más es tal, que la obliga a poner una mano en el piso. A tiempo alza la mirada, la bestia viene a toda velocidad en una búsqueda por destazar a la presa elegida. La sonrisa de la fémina es macabra, ríe en tanto a su diestra uno de sus enemigos va cayendo de espaldas gracias al corte que su ahora aliado propinó con precisión admirable.
El ahora herido es sujetado en la espalda y el trasero de los ropajes, da un giro con él incrementando la potencia de sus brazos antes de soltarlo en contra del licántropo con tal acierto, que golpea su rostro provocando que se vaya de espaldas con los ochenta kilos de peso que le caen sin previo aviso. Le da el tiempo prudente para colocarse de espaldas con el hombre que está peleando contra tres enemigos que se han alejado cinco pasos descontrolados por la situación mirándose los unos a los otros como buscando una respuesta a si escapar o continuar con esta batalla donde el único que tiene algo a su favor es el enorme licántropo que ahora se dedica a destrozar a aquél que le interrumpió en su pelea. Algo que la fémina aprovecha para susurrar - excelente movimiento el último, ilota - reconoce con orgullo en la voz - casi pareciera espartano de no ser porque careces de la edad para ser uno de mis hombres - prepara la espada con rapidez mirando a su rival con diversión - hazte cargo de ellos, cuando termines, dispara contra las piernas de la bestia, eso me dará... - siente un dolor en el pecho que la obliga a caer de rodillas contra el suelo.
Eros ríe, su risa es estridente dando saltos de alegría cuando mira el proyectil que está incrustado en el pecho de la espartana que cierra los ojos al tiempo que Ares ayuda a la empresa dando la orden en su indomable mente para que desvíe la mirada de su enemigo hacia el Gagnon. En cuanto los orbes de ambos se encuentran, el halo rosado del dios del amor invade el cuerpo y el alma de la griega que aprecia los rasgos varoniles de quien se agacha a ayudarle. En el Olimpo, Afrodita grita con entusiasmado vigor, los Dioses celebran con la unión de la espartana y el francés. Ahora, la pelea se torna más interesante porque ambos estarán protegiendo al otro. Esta vez, la griega tiene algo por qué pelear: proteger a aquél por el que el amor está empezando a tomar lugar en su pecho. Se pone en pie antes de decidir una locura para ella, desenfunda la espada que sigue dormida en su cinturón para entregarla al mortal - cuídala, espartano. Que te proteja en tanto me hago cargo de aplastar al que se siente un Inmortal del antiguo Rey Jerjes - sonríe divertida antes de regresar su mirada a aquél que se prepara dejando atrás restos del cuerpo de su aliado. Sus piernas se potencian al tiempo que corre en su dirección, el primer salto a la derecha es el preludio de la carga que está planeando.
Tras ella, los tres enemigos han decidido terminar la misión. Matar a este intruso y después, apoyar al licántropo. Aunque en el aire pueda olerse más el miedo que tienen de que el hombre-lobo gane la contienda y los mate por huir, que el valor que los impulsa. En el Olimpo, Zeus manda el primer rayo que ilumina toda la escena antes de que el retumbar sea igual de potente que el escudo al encontrarse con las garras de una bestia que intenta detener lo que es imposible, el golpe contra el pecho es violento, provocando que ambos, vampiresa y licántropo, caigan al suelo. El lobo de espaldas, la griega rodando para tener una distancia prudente para el largo de esas letales garras.
Aglaia- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/04/2018
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