Are you looking for the devil? » Wenkyel Enhydra

por **Lamâshtu** Dom Mayo 13, 2018 8:12 pm

Are you looking
for the devil?

Convento | Wenkyel Enhydra | París, Francia

"Los monstruos son reales, y los fantasmas también:
viven dentro de nosotros y, aveces, ellos ganan"
— Stephen King

Sin pretexto para fallar, aquél menester era sin duda alguna la razón por la que ella centelleaba cada uno de los candiles destellos provenientes del gratificante infierno, sus ojos murmuraban una excitante pasión y su sonrisa revelaba un último, pero placentero aliento de fe que se ocultaba tras unos inusitados colmillos afilados, probablemente cubiertos de sangre, de la exquisita sangre de su última víctima, de seguro la víctima más inocente que nunca hubieras podido conocer; ya te podrás imaginar las miles de aberraciones que no para de concebir, pero no te apresures a juzgarla, puesto que, tanto tú, como ella, tienen el mismo derecho a alimentarse con lo que más les plazca.

Ahora bien, el convento era un lugar sereno, un tanto vasto y muy primitivo, tanto, que no se necesitaba tener un buen ojo para observar el montón de telarañas que se formaban en el techo, que de por sí, ya se encontraba envuelto tras inmensas manchas oscuras que generaban un penetrable olor a húmedo. Sin embargo era el lugar perfecto para Lamâshtu, cuya desusada retentiva le confesaba con brío que hace más de tres siglos, aquél lugar en el que se hallaba, no era nada más y nada menos que una hermosa zona frondosa, colmada de árboles enormes donde habitaban distintas especies de animales, que para su desgracia, ya se estaban extinguiendo. Sin embargo ya estaba tratando de olvidar su pasado, le agradaba más el hecho de vivir en el presente, admirando los oscuros pasillos llenos de polvo donde las ventanas nunca existieron, y las inmensas ratas que se transportan entre los hoyos que se forman en las paredes, llevando de un lado a otro los desperdicios que deja la cocinera dentro del bote de basura. Para ella era un lugar magnífico, sus compañeras no eran fastidiosas y todas se dormían muy temprano, de hecho, demasiado, pero aquél era el momento perfecto para escabullirse entre las tinieblas, despojando su apariencia humana para obtener la más atroz, y alimentarse no de la asquerosa comida que le solían servir las monjas, sino de la jugosa sangre de un extraño.

La piedad es un sentimiento que dejó de fluir por la inexistente sangre de Lamâshtu, se podría decir que existió por un tiempo, pero luego se escapó tras oír los millones de lamentos que generaban los pensamientos de la mujer, alaridos tras alaridos, llantos tras llantos, al tanto que toda ella se descomponía por dentro; y quizá aquella sea la razón por la que asesina a las personas sin pensarlo un solo momento, sin detenerse a discurrir aquellas razones que la detendrían por un instante, pero que al final, no le afectarían ni en lo más mínimo, porque después de todo, podría morir de hambre, y apreciaba más su vida que la de las demás personas. Además era irresistible sentir el olor de la sangre entrar por sus fosas nasales, viéndose obligada a tomar todo el delicioso líquido de las personas que, por desventura, solían pasar cerca de ella.
Y ya era muy frecuente que los agentes de policía encontrasen los cuerpos a los alrededores del convento, pero no sospechan ni en lo más mínimo de algún ser sobrenatural, puesto que Lamâshtu no era estúpida, ni mucho menos ingenua, y el hecho de decapitar a las personas después de clavar sus colmillos en las gargantas, era una idea bastante suntuosa para que no la descubrieran.

Aquél fresco día la primavera se sentía en todo su furor; las hojas manifestaban un intenso tono verdoso, y las flores se encontraban más vivas que nunca, al tanto que Lamâshtu, o mejor dicho, la hermosa hermana Winona Mireille, estaba descansando como nunca lo había hecho. Las calles estaban libres de cualquier tipo de persona, y la razón era muy simple: todos se encontraban en el festival que celebraban anualmente dentro de Luna Park, y lo mejor, que era totalmente gratuito, por lo que nadie podía desaprovechar la situación. Y todo se notaba en un tono muy majestuoso hasta el momento en el que alguien dio unos ruidosos golpes a la puerta principal, solicitando ver a una de las monjas del convento, no importaba quién, y para el infortunio de Winona, ella fue la ordenada para abrir la puerta y atender a la mujer que se escondía tras aquella voz tan empalagosa.
El sólo hecho de pensar que tenía que comportarse de una manera agradable con una expresión que claramente no quería demostrar, la estremecía por completo, pero no de una forma complaciente, sino más bien irritante.

Cuando entreabrió el portón después de un mínimo esfuerzo, descubrió unos radiantes ojos que destilaban el aroma de las esmeraldas en todo su esplendor, y un prolongado cabello rojizo que probablemente estaba por tocar el suelo. Se magnificó, para luego dirigirle la palabra.

—¿Qué desea señorita? —declaró la monja, creando un contacto visual que se tornaba cada vez más incómodo.

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por **Wenkyel Enhydra** Mar Mayo 15, 2018 7:07 am

Los contactos que poseían la familia Enhydra habían hecho llegar información muy jugosa a la mansión y que personalmente a la pelirroja de las Enhydra, había sucesos extraños alrededor de uno de los conventos de París, su hermana melliza enarcó la ceja ante las noticias que le llegarón y miró a su hermana con cierto gesto muy habitual en ella, ese semblante serío inexpresivo. -¿Vas a ir a ver que pasa?- Preguntó la morena de ojos claros como el cielo, mientras se cruzaba de brazos. -¿Por que no? ya sabes que estas cosas suelen tener algo sobrenatural.- Comentó la hermana de cabellos naranjas, mientras Eylith sacudia su negra melena y asentía con la cabeza aun cruzada de brazos mientras enarcaba la ceja. -Bien, no te metas en lios.- Respondió la bruja de cabellos negros antes de retirarse al sitio donde más comoda se sentía, que era la biblioteca, enterrada entre libros, sin embargo Wenkyel necesitaba algo más de acción e ir a meter las narices en un sitio que apestaba a oscuridad podría servir para encontrar algo de lo más interesante asi que no había motivo para no fisgar.
El carruaje le esperaba a la puerta de la mansión, ella salia de la mansión con sus ropajes negros, elegantes que rezumaban sin embargo la clase alta que tenía ella, miraba el paisaje a traves del ventanal del carruaje mientras se mostraba relativamente ansiosa para saber que era lo que podía tener detras.

Al llegar al lugar echó un vistazo rapido al lugar, era un bonito sitio, pero la bruja percivía un cierto deje oscuro que envolvía el lugar, más el ambiente soleado del día de primavera cone se aire fresquito, sin duda era agradable aunque ese aura que desprendía el propio convento era una señal inequivoca de que algo oscuro habia o bien dentro en los alrededores, pero esas desapariciones aunque no eran llamativas como para que las autoridades metieran las narices si que eran notablemente sospechosas, y los contactos que tenía la adinerada familia Enhydra si merecía la pena echarle un ojo.

Fue entonces cuando estuvo más proxima a la entrada justo cuando una de las monjas abrian las puertas dedicandole un saludo a la mujer de cabellos pelirrojos, Wenkyel deslizó su mirada en ella, observandola de arriba a abajo de manera fija, pareciendo que estaba escaneandola, esa mirada tan clara hacía que parecíese que sus ojos la atravesaran, pero esa mujer no parecía de las que se dejasen intimidar por la penetrante mirada de una bruja, Wenkyel finalmente inclinaba la cabeza en modo saludo. -Buenos dias señora, ¿como está?- Mejor hacer una pronunciación en primera instancia amistosa para no incomodar, ya dejará momento para las preguntas un poco más adelante, primero sería mejor empezar con monotonas presentaciones.

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