Una misión para la cruz [En solitario]

por **Nereza** Lun Mayo 14, 2018 8:00 am

Le encantan la ciudad al anochecer. Los candiles siendo encendidos, haciendo que la luz poco a poco se adueñe de las calles oscuras. Son las primeras horas de la noche, las primeras horas en que puede sentir la brisa en la piel y al menos saber que el sol sigue existiendo, pues a la lejanía mira los últimos rayos rojizos que se extinguen en un muerte lenta, lo único que le permiten ver sus ojos antes de que las estrellas aparezcan. Se mantiene en una cornisa del edificio, viendo hasta que la chispa roja desaparece y se permite saltar a la calle, aun oscura.

Su vestido rojos se mueve con sus pasos de gracia a través del suelo, sus zapatos apenas escuchándose en el silencio del callejón, solo las sombras de algunos indigentes la acompañan hasta que la luz de los candiles le iluminan el rostro. Toma con la mano la cruz en su pecho y su piel se ennegrece, esa sensación de castigo le permite recordar constantemente lo que es, un pecado andante.

Las calles comienzan a contagiarse de la vida nocturna de la ciudad, personas en sus carruajes, guiando caballos de todos tamaños. Ella no puede evitar preguntarse si pudiera medir la fortuna de aquellos encerrados en esas cajas por el tamaño del caballo que tienen, debe de ser, sin duda, un comparativo de lo satisfechos o no que están con el tamaño de su pene.

Las voces le hablan de vez en cuando, pidiendo una limosna u ofreciéndola el periódico nocturno, esos niños que llevan sus zapatos abiertos y la cara tan sucia como el moho. Se acerca a uno de ellos para limpiarle el rostro un poco, sonriéndole con dulzura.

-Si vas a vender, debes de verte guapo –Le comenta al pequeño, agachándose para limpiarle el sucio rostro con el pañuelo, sólo para escuchar las burlas del resto de los niños, antes una mujer adulta, “coqueteando” con un chiquillo- no les hagas caso, de seguro venderás a montón – termina por susurrarle para meterle un par de francos en el bolsillo.

Increíble que una mujer que puede hacer un acto tan dulce, acabe de dejar un hombre desangrándose en una habitación de hostal. Lleva su mano a su labio para limpiar el hilo de sangre que se escurría, el niño no lo vio, espera. Había estado con un hombre desde la mañana, seduciéndolo en un viejo bar, oscuro, para su preferencia, donde la luz del sol no llego en varias horas, el muy idiota pensó que podría tener a alguien como ella, así que lo guio por las oscuras calles, lejos del sol, hasta una habitación de hostal. La sangre con alcohol le fascinaba, es exquisita y la llena de energía.

El hombre en cuestión habría sido un padre en alguna provincia francesa, la realidad es que no recuerda ni siquiera el nombre, algo parecido a un león. Cuando la iglesia descubrió en lo que estaba metido, no le dieron mucha importancia, los servicios al señor, según dicen, pueden ser dados por pecadores y si ese pecador sigue, que se limpie el rostro cada domingo. Si, la institución para la que trabaja es una hipócrita, pero no tonta, en cuanto el padre se metió con fuerzas más oscuras, la facción lo mando a matar, ahí es donde entro ella, los espías lo rastrearon y solo se necesitó un poco de seducción para consumirlo.

por **Nereza** Jue Mayo 24, 2018 11:31 am

A pesar de ser una vampira, siempre ha creído que es una criatura de razón inteligente, un ser que no mata por placer, al menos cuando no está teniendo sus ataques de locura que le caracterizaron su apodo en aquellos años en el bajo mundo. Incluso algunos inquisidores la conocen por ese nombre, ha escuchado a cazadores, lejos de la iglesia, referirse a ella así.

Hace unas semanas, se encontró con uno, un cazador dispuesto a matarla, pues que va a saber un hombre que mata criaturas como ella, que algunos se les sirven al cielo, al contrario de él. No tuvo otra opción más que matarlo, no sabe si debería de arrepentirse, aun así, se supone que estaban del mismo lado, seres luchando contra la oscuridad.

Detiene su paso en una de las esquina, llevando su mano a un costado de su cuerpo, desenfundando un abanico y fingiendo sentir calor. Ella ya no siente, exactamente, como lo haría un humano, este gesto lo hace para atraer aquellos que están cerca. Hace un par de minutos, noto como una mujer y un hombre se percataron de la sangre que se limpió en los labios, seguramente son faticos cazadores de monstruos. El físico de ambas personas, al menos lo que logro ver no es sumamente relacionado a algo como ella, un monstruo, además sus auras son humanas.

Mas allá, del otro lado de la calle, un hombre de edad de un solo ojo la mira desde su esquina donde pide limosna, él no es humano, un esclavo de sangre. Su aura se combina con la de alguien vivo y un vampiro. No le toma importancia a su presencia, un esclavo de sangre no puede hacer mucho sin su maestro cerca y ese maestro no podría saber nada de ella.

Sus sospechas se rompen cuando los pensamientos violentos se acercan desde el otro lado de la acera. La mujer y el hombre que la siguen han desenfundando estacas y plata ¿Qué acaso piensan matarla en vía pública? Sus pensamientos son fuertes, intensos, tienen odio a los de su especie y alguien los está mandando, alguien conectado con el otro sujeto, el esclavo se sangre.

Molesta, suspira, si se le puede llamar a eso, y se cubre el rostro con el abanico, dejando ver solo sus ojos guiñarle el ojo al vagabundo.

Su movimiento es rápido, casi invisible a los paseantes que siguen arremolinándose entre la banqueta y la calle, aprovechando el movimiento y los carruajes que tapan la visibilidad del hombre sin hogar y ella misma. La gente ajena al hecho solo puede ver a un sujeto caer del suelo, con un abanico atravesado entre las cejas, el metal rompiendo su cráneo, la sangre brotando con violencia y sus ojos tornándose blancos y sin vida. Cuando la mujer que acompañaba al hombre se percata, Nereza desaparece entre la oscuridad.

Mientras se mantiene en la cornisa del edificio, no puede evitar felicitar en su mente al vampiro de la idea, usar humanos como soldados, son débiles, sí, pero nunca los hubiera visto como amenaza, hasta ahora.

por **Nereza** Vie Mayo 25, 2018 9:07 am

Ella no es un monstruo, al menos no uno al que ella piensa que debe de temer un ser humano. Su ideología es la de defensa de la raza humana, pero acaba de asesinar a un humano a sangre fría. Sigue de pie en la cornisa, viendo como la mujer que acompañaba al humano desaparece entre las sombras, el esclavo de sangre se mantiene en su lugar, esperando, seguramente vio cuando Nereza se movió.

Un sonido de aplauso la hace cerrar los ojos por un segundo con molestia, generara porque su distracción no le permitió sentir los pensamientos de la persona sobre ella, en el techo del edificio. De un salto llega al punto, para ver de frente a un vampiro, su aura y aroma es tan alto que solo se avergüenza más de no haberlo visto.

-Mataste a tu primer humano ¿No es así? – dice la criatura con aires de superioridad, como si Nereza fuera una novata en lo que hace.

-Somos iguales, no creo que pienses que es mi primer humano, la sangre de los seres como nosotros sabe a diablos – contesta ella con los ojos entrecerrados y fijos en él, sacando sus colmillos en signo de amenaza.

El vampiro, como es el caso en ellos, es sumamente atractivo, cabello largo y rubio, rostro cuadrado, barba de varios días pero estrictamente cuidada, ropa fina y limpia, con accesorios de oro y plata. Si no fuera porque lo cree poco probable, parecería un miembro de la realeza, pero ningún vampiro es tan tonto como para ser de la realeza y meterse con la inquisición.

-No soy yo quien mando a esos humanos, aunque trabajo para el mismo, obviamente, solo queríamos recordarte que la inquisición no es bienvenida aquí, esta ciudad esta consumida por la oscuridad y tu presencia, sin duda, es un estorbo para nuestra vida – dice el vampiro respondiendo a la amenaza con sus colmillos expuestos también.

Ella no contesta, lleva ambas manos a su cabello y lo arroja hacia la espalda, su primer pensamiento es que arruinara un vestido perfecto, uno de sus favoritos, el segundo es donde golpearlo primero. No hay un tercer pensamiento, un movimiento firme, que la hace flotar sobre el suelo y guiar su rodilla hacia la quijada del vampiro, movimiento que es detenido por la mano del otro, que la empuja lejos de su cuerpo, primero con la mano luego con el codo, llevándola unos dos metros lejos de el.

-No puedes contra mí, querida, apenas hace unas noches que soy lo que soy y creo que sabes bien lo que quiere decir eso – sonríe ampliamente, sabiendo que Nereza no es una tonta.

Los vampiros recién convertidos tienen más fuerza, ligeramente, pero la tienen. La inquisición no le tuvo que enseñar eso, lo descubrió cuando mato al vampiro que la convirtió, cuando le arranco la cabeza con todo y columna vertebral.
Nereza no es tonta, pero a veces prefiere arriesgarse, así que se abalanza a su segundo ataque

por **Nereza** Jue Mayo 31, 2018 9:31 am

El vampiro no detiene si ataque esta vez, solo se hace a un lado a una velocidad impresionante, mucho más rápido de lo que ella puede notar. Antes de que regrese su pierna al suelo, un golpe certero y fuerte en el pecho la arroja hacia el otro lado de la terraza, sosteniéndoselo, sonríe ante ver el rostro del vampiro.

El puño del ser esta en color negro y una mueca de dolor se puede notar en el rostro, la cruz de Nereza está fuera del vestido, moviéndose en un vaivén, dejando salir vapor blanco. Se miran a distancia, mientras la mano del vampiro se mantiene en un color negro, la marca de la cruz de plata no se ira en un rato, la piel de un vampiro no se recupera rápido contra algo bendito.

No hablan por lo que pareces horas, aunque son solo segundos entre las miradas. Nereza puede ver las auras de ambos chocando como fuego enfrentándose en la oscuridad, iracundo por dominar y destruirse mutuamente. Toma su pañuelo rojo y envuelve su mano con él, la cruz sobre el mismo.

El vampiro es el primero en atacar esta vez, golpeando el estómago de su rival, haciendo que se haga de unos pasos atrás, pero no los suficientes, un gancho de parte de la vampira, justo en el mentón, levantando el cuerpo del sujeto. La piel se transforma en ceniza ante la mirada de terror del otro, los trozos negros se van con el viento mientras su trayectoria hasta el suelo comienza a formarse, antes de que toque tierra, un segundo golpe se repite entre las cejas, de nuevo la negrura le cubre los ojos y el terror se refleja en él.

El sujeto cae en un sonido sordo contra el suelo, quedando por un segundo en él, lo suficiente para que Nereza le patee, arrojándolo hacia una de las esquinas del techo, este manteniendo su mano en rostro, se levanta lentamente.

El vampiro tiene marcado el rostro, la desfiguración por el contacto con metal bendito se detuvo, pero le falta una mejilla y gran parte de las cejas. Sus ojos se han inyectado de sangre mientras se mantiene con los brazos estirados hacia el suelo, sus colmillos de fuera, lo hace ver como un animal atrapado.

Siguiente ataque, su puño directo hacia el rostro de la vampira, que bloquea con su brazo y la cruz bendita, no hace contacto en la piel esta vez, ella sale disparada al otro lado, no hay tiempo de reaccionar, otra patada, un golpe más. Pronto está del otro extremo del edificio, el vampiro quiere matarla.

Se levanta lentamente, sonríe con sus labios mostrando algo de sangre, espera solamente que algo pase, alguna señal divina que le diga que hacer. El sujeto da un salto hacia ella, con su pierna estirada hacia la misma, la sostiene y con un codazo fuerte en la rodilla escucha como truena el hueso del no muerto, el grito de dolor es exquisito.

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