Cadenas invisibles (privado Tohrment)

"Santa condena
auto de fe"

Las luces del atardecer jugueteaban por los arobeles, dando al cielo un tono naranja, que traspasaba sus rayos por entre los arboles, la cambiente olfeteaba la brisa humeda mezclada con el olor a hierba, le gustaba bastante a la loba, que estaba apoyada en el porche mientras miraba el bosque con una manzana en la mano, a la cual de vez en cuando le daba una mordida distraida mientras disfrutaba de las vistas que ofrecía aquel recinto, lo que se alzaba a la espalda de la cambiante era un caseron, conseguido por un miembro de la santa inquisición que habia dado tanto a ella como a su hermana un lugar donde vivir, aunque la chica tenía buena posición de clase, tenía que estar bajo el amparo de un condenado licántropo, que cuidaba en cierta forma de ellas a cambio de algo naturalmente, en este caso solía ser el espionaje, ya que las habilidades de la cambiante solian ser muy buenas para ese tipo de cometido, sin contar su fino olfato, y los distitnos tamaños, aparte era mas facil para el licántropo comunicarse con ella cuando él estaba convertido en hombre lobo, y ella tenía la habilidad de comunicarse con animales, y para espiar su vista compartida era de lo más util.
Sin duda sus motivos tenía ese licántropo en mantener bajo su tutelaje a las hermanas, más ahora en esa residencia solo se encontraba Xanandra, que había estado todo el dia corriendo por el bosque en su forma de lobo y se había permitido comer algo de carne cruda de las piezas cazadas.


El caseron era considerable, con una gran chimenea que daba calidez al ambiente, y dentro las comodidades suficientes para no perder calidad de vida, habitaciones calidas, comodas con buenas camas, pequeña biblioteca y un salón acogedor, cocina, y baños, un buen hogar sin duda, todo a cambio de sopotar el temor que ese licántropo le provocaba, sin contar el respeto que le provocaba los inquisidores, pero era practicamente la unica visita que recibian al menos en esa casa, suspiraba acabandose la manzana antes de lanzarla a la hierba antes de girarse para volver dentro de la casa, quiza a leer, o simplemente a relajarse, hoy era de los dias que se dedicaba a atender más su lado lobo, pero necesitaba tambien aprovechar el tiempo para seguir culturizandose.


Más antes de entrar en la casa se detuvo pues el aire traía ese olor a incienso familiar, se acercaba un inquisidor, lo podía oler, sabían que esta zona era de Septimus, asi que sería cualquiera de su manada, o eso pensaba ella, ya que desde esa distancia no conseguía identificar quien podría identificarse, simplemente suspiró y dejó la puerta abierta y puso a calentar agua para preparar el té, antes de girarse mirando la entrada cuando el aroma a inquisidor se hiciera por momentos más potente, incluso escapandosele algún que otro gruñido lobuno de manera involuntaria, se gira a mirar a quien entra. -Buenas tardes..

"¿Luz o tinieblas?
Que tu alma escoja"

Segun se acercaba el aroma incienso era más claro ese aroma de inquisidor, pero había algo raro, no había ese aroma a licantropo como a alguno de la manada de Septimus, más retiró la tetera para girarse a mirar a quien entraba por la puerta, no lo conocia lo que hizo que frunciera el ceño mirandole, mientras le observaba de arriba a abajo intentando recopilar más datos del hombre, pero solo olía y percibia su aura que daba pistas a la cambiante que clase de hombre tenía en frente, saludó y la mandó recoger sus cosas, eso hizo que la cambiante ladeara la cabeza observandole, sin dar mucho credito a sus ordenes, se quedó ahí plantada observaole, como si esperase algo, de hecho miró sus manos por si le tendía alguna carta o algo que proveniese del licántropo Septimus que la autorizase a moverse de ahí dandole permiso para que lo hiciera.
La última vez que se movió sin permiso el licántropo dió con ella y recibió de manera contundente la opinión que dió este por estar inlocalizable, y la reprimenda vino en forma de mordiscos y arañazos, donde dos lobos tuvieron una pelea que ella perdío, desde entonces procuraba mantener a ese maldito inquisidor contento y evitar cualquier tipo de confrontación.


Le sigue con la mirada como se toma la libertad de cojer la manzana y morderla mientras la cambiante tiene la mirada aun clavada en él con incredibilidad, hasta que este la despierta de sus propios pensamientos cuando la ruge para que se diera prisa, la cambiante parpadea repetidas veces aun absorta antes de correr al cuarto y coger una pequeña bolsa donde mete ropa de respuesto, y algunos utensilios que le puedan ser util, se viste con ropas para salir, y sale de la habitación lista para viajar, se acerca al hombre. -Ya estoy...- Dice de manera seca mientras sale afuera, mientras observa al hombre con los ojos entrecerrados, preguntandose quien demonios será ese hombre, aunque recuerda que alguna ocasión le sonaba, pero ahra no caía. -¿Quien eres tú?- Preguntó quizá de una forma demasiado impertinente y se dió cuanta de esto demasiado tarde, asi que extremó la precaución manteniendo cierta distancia del hombre, normalmente Septimus se ponía de mal humor si ella se crecía clar que él era un lobo y ese hombre no.


Miró bajando sus humos rapidamente, y ahora sí de manera más suave observó a ese inquisidor. -¿A donde vamos?.- Preguntó con una voz mucho más suave y tranquila, sin duda la querría para algo, pero por el momento no podía adivinar las intenciones de ese hombre con aura sobrenatural, que olía quizá a magia, aunque ahora que se fijaba su aura era mas tranquilizadora que la de Septimus, aunque su comportamiento no fuera tal, y fuera incluso intimidante, pero por naturaleza a los cambiantes se sentían mucho más comodos con los hechiceros que con cualquier otra especie, lo cual era ciertamente ironico por la ferocidad que destilaba ese hombre de atractivos rasgos, pero Xanandra solo se dedico a clavar su vista en el suelo mientras le seguía sin pronunciar más palabras que las que ya ha dicho.

"No puedo olvidar quien es él
dejarme atrapar sin dudar"

La joven agradeció que el hombre pasara por alto su descaro y las presentaciones hechas, él no preguntó por su nombre, y o bien no le importaba o si conocía a Septimus ya se lo había dicho, asi que tampoco insisitó en ello, no vió motivo en intimar más con ese hombre, de hecho cuando la subío al caballo no hizo amago de querer ni siquiera responder a su pregunta de cual era el sitió hacía donde marchaban, pero ya estaba acostumbrada a ese trato, de hacía 15 años para aca Septimus había hecho eso más veces llevarla de un sitio a otro sin previo aviso, tenerla de asistente personal incluso, y no solo espiando, a veces parecía que al lobo la entretenía tenerla hasta limpiandole la casa, puesto que este a veces se quedaba callado mirandola fijamente serío, y ella preguntandose que demonios invadia la cabeza del licántropo, de echo la cambiante le guardaba un tremendo secreto al lobo, un secreto que la prohibió revelar a nadie, ni siquiera a sus compañeros.
Suspiró mientras seguía el movimiento del caballo, el inquisidor no emitió sonido alguno, seguramente la cambiante no le gustaba un pelo, y simplemente le venía bien llevarsela a donde fuera, ya descubriria que se traía el hechicero entre manos, de momento dejaba embriagar por el agradable aroma que desprendian los hechiceros, eso simplemente era una manía, quizá solo eso.


Debido a que él no parecía querer comparti una conversación en las horas de trote del caballo el silencio de la cambiante era absolutamente pasmoso, con la mirada fija en el camino que recorriáin, podía percibir el olor a Septimus en el hechicero, eso también a estas alturas había congeniado cierta familiaridad con ese aroma, que era tanto una señal de obligaciones como de protección, era todo como un circulo vicioso para la loba cambiante, que mantenía el complento silencio.
Y aunque la sorprende el hecho de que se tome la molestia de ayudarla a bajar de un caballo y montarla en otro tras negociar con el hombre por otro caballo, durante el recorrido la cambiante tiró de su don telepatico con los animales para mantener una conversación mental con el caballo, que aunque no era ni mucho menos una conversación intelectual, si que comentaba lo que a la bestia de carga le gustaba, y la cabiante le acariciaba en la parte del cuello donde le gustaba, al menos eso fue divertido.


La noche les alcanzó y observó la casa abandonada, mentiría si dijera no había estado en sitios peores, pero estaba bien, cuando ató al caballo Xanandra aprovechó para premiarle con una manzana antes de seguir al inquisidor observandole, mientras este exigía la vigilancia mientras pasaban ahí la noche. -Está bien.- Respondió en un tono bajo, mientras miraba el sitio, y negó ante la pregunta si tenía dudas, ella sabía lo que tenía que hacer, no era la primera vez que ella montaba guardia una noche entera, se giró y miró a Tohrment. -No mires...- Dijo esta mientras se desnudaba enteramente ocultandose de la vista del inquisidor, antes de salir convertida en perro-lobo donde aun se mantenia latente su heterocromia en sus ojos, con uno miel y el otro azul, salió a la puerta y se tumbó ahí a vigilar, mientras seguramente el inquisidor dormia en su interior. La noche transcurrió tranquila mientras solo hubo el pequeño problema de una manada de lobos que mostró interes por el caballo, pero la cambiante consiguió convencerlos para que se retiraran sin mayor problema que ese, se mantuvo alerta hasta que empezó a dislumbrar las primeras luces del alba.

La cambiante miró desconcertada como en el suelo la dejó la comida, y no la rechazó antes de irse a montar guardia toda la noche hasta que amaneció al fin, la noche había sido tranquila, cuando él dió la señal de hora de partir, se ocultó para cambiar de forma y volver a acercarse a él y montar a caballo con la ayuda del hechicero, que le sorprendió que la ayudara a subir sinceramente. -Oye que sea cambiante no significa que no sepa sentarme en una mesa a comer como una persona.- Reclamó aunque no de manera amenazante, una protesta para hacerse notar, para indicar que él que siguiera sus ordenes no significara que por eso mereciera un mal trato, mas Xanandra no hizo más leña de aquello, sabía de buena tinta lo que pasaba si respondia o se revelaba más de lo debido, y Septimus se ha encargado bien de eso y a veces de forma muy dura, con desgarros, mordiscos y arañazos dolorosos, ella respiró hondo y bajó la cabeza, mientras los recuerdos se agolpan, cada vez que se ha puesto feroz aquel licántropo había bajado los humos rapidamente, y ademas ese maldito inquisidor si que sabía arrancarle gritos, aunque despues cuando su furia se había pasado, el propio licántropo había atendido sus heridas.


Miró de reojo al hechicero por si hay una reacción demasiado hostil por parte de este, la cambiante sin embargo prontamente mostró la postura de rendición bajando la cabeza, no sabe si el hechicero la comprendería, Septimus si que la reconocía rapidamente, al parecer efectivamente aquel hechicero no iba a mejorar mucho en comparación a al inquisidor licano, solo que este se empezó a volver más permisivo cuando en un momento determinado le obligaba a acompañarlo a la santa sede y encerrarse en esa celda con la bestia encadenada al frente, era algo que había quedado entre los dos, escuchaba los pasos del caballo mientras lentamente empezó a bajar la cabeza dando cabezadas, ella no había dormido y estaba allgo cansada, más se mantenía en un duerme vela para no desequilibrarse ni caerse del caballo, llevaba muchas horas sin dormr, y el poder cerrar los ojos y medio dormir, en una de estas apunto estuvo de estar apoyada en el brujo, pero se movió rapidamente hacia alante antes de hacerlo casi como si temiera que este la electrocutase.
Debido a ese pequeño sobresalto ya quedó despierta, fue cuando entonces escuchó como el hechicero la hablaba ladeando la cabeza ligeramente en señal de que le estaba prestando atención mientras escuchaba cual era el siguiente plan. Ella asentia mostrandose de acuerdo con todo lo que él pedia, no le importaba estar en forma animal, de hecho le gustaba bastante, se sentia mas en comunión con el lado salvaje, más libre se podía decir.


Fue entonces cuando las palabras del hechicero hicieron que la cambiante frunciera el ceño, bajando la cabeza mietras se tocó cerca de su ojo bi color azul, cuando dijo que era un defecto ocular, la mirada de la cambiante fue como de vergüenza, no tanto por sentirse herida de sentimientos pero la autoestima de la cambiante no es que fuera muy elevada, ella dió un pequeño suspiro y no reclamó nada, siguió escuchando sus instrucciones de manera calmada y silenciosa. -Entendido, perfecto...- Respondió de manera rotunda, hasta llegar al punto donde se veía el pueblo, ella se deslizó con agilidad para bajar del caballo, se agachó tras el arbusto y en cuestión de segundo el perro-lobo de ojos bicolor salió de detras con sus ropajes en la boca para que se los guardara, correteo un poco contenta alrededor del caballo, antes de sacudirse y seguirle, esa forma era util, por que era grande, no tan grande como en su forma de lobo gris, pero sí lo suficiente como para avatir a un objetivo grande, y al tener la parte de perro era aceptada mas socialmente para caminar por la ciudad, mientras la gente pensaba que  simplemente su supuesto dueño tenía mano con las bestias, caminó al lado del hechicero.

El canido sigue el ritmo del caballo sin problema, Xanandra es bastante veloz, y no deja de tener fomas de cazadora, lo cual tener que emprender carreras de resistencia no es problema, puede estar horas corriendo si es necesario, asi que el hechicero no debía preocuparse por esperarla, mostró seguir perfectamente el ritmo de su montura, mientras llegaban al poblado, ella se comportó de la manera más absoluta como un perro, dando un perfecto camuflaje, se detenía olisqueando las paredes de las casas y permitiendose el lujo en unos arbustos de olfatearlos y agacharse a hacer pis para marcar y despues rascando con las patas la zona marcada, obligando al hechicero a llamarla o por lo menos silbarla para apretar el paso y seguirle, la perfecta tapadera, un hombre con un enorme perro que logicamente husmeaba lo nueva zona llegada, correteó alrededor del caballo como si estuviera ansiosa de algo, más le siguió hasta la casa asignada para refugiarse.
Echó las orejas hacia atrás sorprendida de que tomase una caricia antes de entrar, aunque claro, la forma canida podía hacerle olvidar al hechicero que las cosas no eran siempre lo que parecen, pero no se iba a quejar de ese contacto distraido que le otorgó el hechicero.


Más cuando entró en la casa se movió rapida olfateando cada esquina con detenimiento asegurandose de la falta de intrusos, y una vez inspeccionado todo se acercó con paso rapido donde el hechicero dejó de vuelta los ropajes, la cambiante escuchaba las palabras del Tohrment mientras cambiaba su forma humana esta vez sin ocultarse, ya había quedado claro el cero interes, y en realidad su lado salvaje hacía que no fuera tan pudoroso solo se ponía de espaldas a él mientras se arreglaba los ropajes. -Entnedido, nadie me ve, no hay rumor, no causo problemas y tú estas contento, me ha quedado claro.- Dijo finalmente ella con tono más seguro y girandose a mirarle cruzada de brazos, olfateando la comida.


Ella mantenía una postura rigida, apoyada en la pared, escuchando cual sería el proceder durante la misión, la cambiante asentía mientras escuchaba sus palabras. -Tranquilo, por el dia montaré guardia fuera, asi no me tendras por aqui rondando ni invadiré tu espacio, descuida...en cuanto a la comida, no me importa ir a cazar algunos conejos o perdices que traer, tranquilo las puedo morder en el cuello, con cortarle la cabeza asi no tocaras nada que yo haya mordido.- Asegura la cambiante, sin ofenderse ni un apice por ese trato, está acostumbrada.- Si un vampiro olfatea lo unico que olera es a un perro, se como proceder.- Asegura con tono serio mientras observa como el hechicero sirve la comida.


Ella sin embargo come de manera elegante, recta, con educación, antes de estar bajo el servició de Septimus fue una dama de alta sociedad, sabe perfectamente portase, termina de comer, limpia y recoge antes de que lo haga Tohrment.- Nada escapa a mi vigia.- Asegura antes de volver a desnudarse dandole la espalda, se pone a cuatro patas cambiando velozmente la forma a la de perro lobo, mira Tohrment y lloriquea rascando la puerta para que la abra, una vez fuera se se sienta en la entrada vigilando a su alrededor, erizandose y gruñendo a las personas que se acercaban dejando clara la posición de perro guardian, sus orejas son como radares que mueven captando cualquier sonido, como su humedo ocicó olfateando alrededor, no captaba por el momento a nada estraño o sobrenatural, de vez en cuando se levantaba y paseaba de lado a lado para mantener una vigilancia completa, más de vez en cuando se agachaba olfateando alguna planta, rascando la arena o rascandose tras la oreja con la pata trasera y sacudiendose para tener un comportamiento canido.

Finalmente el hechicero estaba resultando ser más agradable de lo que esperaba, incluso más que Septimus, y eso solía ser raro, ya que el licántropo solo solía ser más amable cuando la luna llena se aproximaba, debido a que un lobo reconoce a otro lobo, y la forma de canis lupus para Septimus le era comoda en comunicación y trato, mostrandose más bruto cuando la cambiante lucía el aspecto humano. El tono del brujo se suavizó aseverando que prefería tener sonido cotidiano, a la cambiante no le importaba pasearse en forma de perro por la casa y saliendo de vez en cuando a la entrada mientras el dormia, ademas un fino oido hacía que las conversaciones más distantes fueran escuchadas por la cambiante aunque se encontrase a varios metros, asi que si los lugareños hablaban algo interesante Xanandra tendría disposición a esas conversaciones y de servir de algo comunicarselas al hechicero.
Casi se le escapó una risa cuando comentó que no le da asco comer algo que ella cazase, y supuso la forma de comer de Septimus cuando estaba proxima la luna llena, bueno, tanto su hermana como ella habían tenído más de una vez la visión de Septimus comerse un trozo de carne cruda y sangrante cuando esa misma noche iba a ser luna llena, pareciendo más animal que hombre, y aunque a Xanandra le había dado menos asco por naturaleza animal, Wanda si que había manifestado desagrado, pero no verbalmente, la ultima vez que dijo "que asco" refiriendose a una acción de Septimus había pasado factura por muchos esfuerzos de la cambiante por calmarlo, en vano, haciendo que ambas fueran castigadas, una por faltar al respeto, la otra por meterse en medio.


Sacudió la cabeza volviendo sus pensamientos al presente, observando el collar de perro que habia sacado el hechicero, mientras ella le observaba, este, pareció incluso preocupado por si la cambiante se ofendía, lo cual le parecío extraño que eso le ocupara la mente, si, parecía más considerado de lo que en un principio pudo parecer, Xanandra cogió el collar observando que le estuviera bien cuando su forma fuera la del enorme can, sin embargó sonrió a su interlocutor. -Los perros no llevan collares de perlas.- Dijo con tono despreocupado.- Habría sido muy estraño, ademas el pelaje lo habría tapado, y sería demasiado fragil pudiendolo perder en una carrera, un collar de perro está bien.- Comentó relajada, denotando que en absoluto la ofendía tener que llevarlo, incluso su mente algo perturbada hacía que incluso le hiciera ilusión tener un collar.
-Ahora si que seré invisible ante ojos de sobrenaturales.- Comentó antes de disponerse a cambiar de forma a la del perro-lobo y dejar que el hechicero le colocase el collar, mientras esta movia ligeramente la cola, dando un ladrido asintiendo que cuidaría la casa, y eso hizo, se paseo por los alrededores mientras oteaba esperando la vuelta, escuchando a los lugareños y olfateando.

En el transcuso de la noche un olor de la muerte percibió, uno de los lugareños olía a vampiro, más no era un vampiro, eso indicaba que quizá en la anterior noche o al principio de esta había tratado con el susodicho, informaría a Tohrment cuando regresara por si le podía servír de algo.
Más despues de dar una ultima vigilancia entró en la casa cerrando la usando los dientes para tirar del pomo antes de aprovechar para descansar, no cambió de forma aquella noche para dormir, se tumbó en una esquina durmió aunque movia las orejas en alerta de vez en cuando en una indicación de que no estaba sumida en sueño profundo, pero si el suficiente que necesitaba para estar descansada, con las primeras luces del alba bostezó y se estiró escuchando y oliendo al hechicero acercarse, cuandó este entró y se desplomó sobre la cama, quizá no se percatase de que esta estaba preparada para él y la cambiante no había dormido ahí, y mucho menos si iba a estar en forma animal.
Le dejó dormir mientras salía a vigilar, y a eso de las 3 de la tarde, aprovechando la poca actividad que el pueblo ofrecía se alejó un poco durante unos minutos para cazar.
Volvió comprobando que todo estaba en su sitió y que no había rastro de olores que no debieran estar, tampoco se había alejado mucho, pues no iba a dejar la casa totalmente sin vigilancia. Se metió dentro cerrando tras de sí, escuchó la respiración profunda del hechicero dormir, y asegurandose que toda cortina estaba hechada sin dejar que ver nada desde el esteriór, cambió de forma y desolló los conejos cazados, limpiandolos y cocinandolos para cuando el hechiceró despertara tuviera la comida lista, el dijo que se encargaría de traer comida y bebida, asi que todo fue más comodo, le dejó la comida lista y caliente en el puchero, no por amor al hechicero, pero cuanto más contento estuviera mejores referencias para Septimus, y eso significaba poder pedir algo de recompensa.
Inquisidores contentos significaban menos problemas. Una vez todo listo, aprovechando que lo unico que llevaba en cima era el collar de perro y nada más volvió a su forma canina y se sentó en el salón con el ocicó pegado a la puerta captando los aromas de fuera, entre ellos el olor a lluvia que anunciaba tormenta. Le parecío escuchar al hechicero despertarse y como respuesta movió la cola ligeramente por eso.

Escuchó como el hechicero se levantaba, sin duda el aroma de un buen guiso de tierno conejo levantaba el hambre incluso a los hechiceros, la cambiante se sintió satisfecha de sus habilidades culinarias, y a juzgar por la reacción grata del hechicero que se le olvidó hasta vestire de torso para arriba daba buena señal de que era algo grato. Inclusó la invitó a acompañarle a comer, la cambiante asintió y cambió de forma para vestirse y salir a sentarse para compartir la velada con el hechicero, mientras apenas fijaba la vista en él. Salvo por alguna que otra mirada fugaz para dar señal de que le escuchaba, pero rapidamente volvia a fijar su mirada en su planto que se reducia con cada bocado, sin duda delicioso. Mientras enarcó una ceja ante las palabras del inquisidor, no alzó la vista de su plato pero si ladeó una sonrisa socarrona. -Tranquilo señor Tohrment, no me escandaliza ver un torso masculino sin ropa.- Comentó de manera distraida mientras seguía comiendo de esa educada forma que hacía la cambiante. -He visto a tu amigo salir recien levantado.- Su tonto fue ligeramente jocoso, pero solo ladeó la sonrisa de una manera tan fugaz que apenas fue perceptible.
-Aprendí hace tiempo, le hacía la comida a mi hermana, y a veces a tu amigo, asi que....se me da bien cazar y cocinar, el olfató es muy util para los puntos de la comida.- Dijo mientras distraidamente seguía comiendo el rico guiso, sin duda las verduras darían un delicioso toque.


Ella terminó su ración de comida y alzó la vista para mirar al hechicero mientras seguía acabandose y sirviendose más, sin duda le quedó bien el plato, alzó la mirada para observar el rostro del hechicero cuando le preguntó si había alguna novedad, ella se encogió de hombros. -No sé de que te sirva, pero uno de los humanos que había olía mucho a vampiro, y no era un vampiro, pero había suficiente olor impregnado en él para olerle a metros de distancia, y es su goul o tiene tratos con él.- Comentó la cambiante mientras se quedaba con cierto tono pensativo, mientras se encogió de hombro, al fin y al cabo era él quien estaba investigando y trabajando sobre ello, mientras le observaba comer con cierto aire relajado.
Apretó los labios cuando él alabó la caza, era bueno que se la reconociera de vez en cuando, ella cruzó las piernas, mientras asintió con la cabeza indicando de esa forma que el hechicero estaba en lo cierto en la deducción del tipo de carne elegido por la loba cambiante.


Puso cierta cara de sorpresa cuando el hechicero pidió que cocinara, cosa que no la molestó ciertamente asi que se encogió de hombros. -No veo problema con ello.- Afirmó para indicar que no le molestaba cocinar y tenerle la comida lista para cuando decidiera despertar poder llenar el estomago. -Menú para mañana...pato.- El tono de la cambiante era jocoso, aunque ciertamente si tenía pensado conseguir cazar un pato, esperó a que él terminara para colocar las cosas y tenerlo todo ordenado para cruzarse de brazos y observarlo con detenimiento, era atractivo no le iba a negar, más desvió la vista rapidamente para jugar con el collar que aun lo mantenía en el cuello por comodidad y que no se lo tuviera que poner todas las veces.


Ella hizo el sonido de estar olfateando antes de volver a una postura relajada cruzada de brazos. -Para ser tan pequeño este pueblo, puedo oler sobrenaturales en un radio de 20 kilometros, deberías andarte con ojo.- Comentó ella mientras decidió sentarse, nuevamente, mientras esperaban que el sol terminara de caer, la cambiante miró al hechicero. -Oye como sabré que estas en lios y que necesitas mis dientes para despedazar carne de rivales, ¿el collar vibra o algo? sería una buena idea, en cuanto a velocidad no sería problema, soy realmente rapida, durante mucho rato, eso lo puede asegurar tu compañero, le tuve a maxima velocidad durante 2 horas.- Aseguró la cambiante mientras se sentaba buscando algo entre sus cosas sacando un libro de leyendas y otros relatos.

La cena fue aparentemente tranquila mientras recibía las ordenes si volvía a ver al humano que apestaba a vampiro, no sería dificil, le olía desde bien lejos, incluso ahora podría encontrarle lo tendría sumamente pan comido, asi que simplemente asintió ante lo que pedía de echarle el ojo por si acaso descubría algo, asi que la cambiante no tuvo problema en ello. Más otro fue el error de la cambiante, ya que nunca vió venir lo que a continuación pasó, mirando el plato vacio pensativa apenas prestó atención a que el hechicero se levantaba con el semblante serio que ella interpretó que era por lo menciono del posible ghoul que había descubierto.
Más la pilló totalmente por sorpresa cuando fue tomada por el cuello provocando que abriera los ojos con sorpresa, intentando sujetar el brazo del inquisidor para aliviar y conseguir respirar, ella pataleaba mirando con terror al hechicero buscando intentar apartar el brazo lo suficientemente para respirar, en vano, se empezaba a poner roja por la falta de oxigeno, mientras seguía intentando sacudirse y escurrirse del agarre del hechicero, empezando moverse nerviosa por la necesidad de oxigeno, hinchandose las venas, y abriendo la boca en jadeo desesperado por encontrar aire tosiendo bruscamente.


En cuanto el agarre es aflojado y liberado de la tortura él se aleja, pero Xanandra se levanta apresuradamente pasando por debajo de la mesa plantandose en menos de 2 segundos en el otro lado de la habitación mirandole aterradamente, jadeando por el esfuerzo, y acariciandose el enrojecido cuello, manteniendo su espalda contra la pared y mirando al hechicero con los ojos muy abiertos. Sin duda le había pillado totalmente desprevenida la "traición" del hechicero con ese ataque, la amenaza no cayó en saco roto, pues si sabía que Septimus le creería a él antes que a ella, pues él era su compañero, y ella su esclava, frunció el ceño sin mediar palabra siguiendole con la mirada como se retiraba al baño. Ella frunció el ceño y un pequeño gruñido animal salió de sus labios, sin mediar palabra recogió todo mientras él estaba en el baño, lo hizo apresuradamente, para despues desnudarse, ponerse el collar y cambiar de forma a la de perro lobo.


Cuando el hechicero salio oliendo a jabon y recogió sus cosas no la miró, o habría visto a la enorme bestia con las orejas bajadas, el pelo enormemente erizado y el rabo entre las patas mientras mostraba los colmillos ligeramente en una posición defensiva pero sin moverse del sitio, sintiendo un gigante alivió cuando se marchó, relamió el hocico nerviosamente y se tumbó en el suelo para dormir en la esquina esa, se sentía más segura ahí en su duerme vela, donde enseguida alzaba las orejas ante cualquier ruido, no durmió mucho ciertamente, y se levantó antes de que él sol se alzase, hizó la cama deshecha del inquisidor del día anterior, todo recogido y volvió a su forma canina.


No lo había hecho por aprecio al inquisidor, lo había hecho para que no tuviera ninguna queja ni nada que le incitarse volver a atacar a la cambiante, o que cumpliese la amenaza del rayo, salío fuera convertida en perro y se sentó en la entrada a unos metros de la puerta de entrada, asegurandose de esa forma que cuando el hechicero volviese tener el menor contacto visual y mucho menos fisico hacía ella. Ya cazaría mientras él dormitaba, más por el momento prefería ser absolutamente invisible a ojos de ese temperamental inquisidor cruel y agresivo. La cambiante estaba claro que tenía que tener la misma tensión que le provocaba el licántropo cuando estaba cerca, se relamía repetidas veces el hocico, claro sintoma de estar con ansiedad, y nerviosa. Se tumbó mirando y esperando a que volviera al fin el inquisidor hechicero, aunque eso le provocaba mas nerviosismo, y que lamiera su pata de una forma algo compulsiva.

La cambiante miró las primeras luces del alba y con ello la vuelta del maldito inquisidor, que provocaba que se erizase con su presencia, más solo movio las orejas en señal de que le entendió perfectamente lo que pidió, asi que le dejó dormir hasta las once, antes de ladrar para desprtarlo, él se desperto vistiendose para guiarla hasta donde demonios quisiera ir, la cambiante observa como se coloca la gabardina pudiendo oler lo que oculta debajo de ella sin problema, más le observó ladeando la cabeza y relamiendo su hocico con la ansiendad que le provocó la disputa y el recelo que le había cogido, más no se iba a revelar por eso, sería una soberana idiotez, se sacudió para librar tensión y gruño mientras salió rapidamente tras él, mientra olfateaba todo a su alrededor mientras se dejaba llevar por la curiosidad de saber que demonios era lo que estaba investigando, los vampiros son peligrosos, todos ellos, y eso lo sabía bien la cambiante, que alguna vez que otra había tenido que ayudar a Septimus con estas, pero esas misiones era donde la cambiante le había mostrado a Septimus su valia.


Avanzaron hasta llegar a donde el hechicero quería, la cambiante olfateó, sin duda aqui había gato encerrado, y también notaba los olores sobrenaturales que destilaba el sitio, miró a Tohrment mientras este le hablaba mientras daba la imagen de que le colocaba bien el collar, ella emitió un estornudo de manera afirmativa, por supuesto que sabía como se comportaba un perro, tenía instinto, aparte, él la trataba asi ¿no? ¿acaso no la veia como uno? pues entonces no veía por que asegurarse que se comportara como uno, ya lo era. Sin duda en algunas ocasiones la cambiante destilaba ira, mucha ira contra los inquisidores, pero se reprimia, notó la palmada que la hizo acelerar el paso, mientras ella buscaba por donde entrar, emitiendo lloriqueos agudos como lo haria un perro despistado y que huele algo que le gusta, se movia de un lado a otro rascando, comportandose como una bestia domestica buscando con desespero a su amo o a alguien que la diera de comer, y dando algunos ladridos.
Justo alguien salió a y fue el momento perfecto para entrar en el sitio, una vez dentro la cambiante caminaba mirando a todos sitios, fue entonces cuando quizá debió de mencionarlo con forma humana, pero igualmente no había tenido oportunidad, se rascó para disimular mientras usaba su habilidad de visión compartida, visión remota con Tohrment, donde este aparte de oir todo, vería todo lo que veía la cambiante.


Esta miraba a todos sitios como si estuviera buscando a su dueño, cuando se percataron de su presencia, ella emitia gimoteos como lo haría un perro perdido, entonces, Tohrment no andó muy lejos, los comentarios de desprecio a que el perro pasease por ahí emitieron algunos comentarios de rechazo. Más continuaron con sus conversaciones mentras ella paseaba, algunos se giraban e intentaban golpearla para que se fuera, pero ella huyó a tiempo, para seguir rondando como buscando algo y distrayendose en olfatear, aunque en realidad andaba captando el olor de todos, algunos sobrenaturales percibió, de echo uno de estos que estaba cerca grito un "largate chucho" y gracias al collar de Tohrment no descurbió su aura.
La cambiante intuyó lo que venía pero como dijo Tohrment sería demasiado llamativo esquivar todo, de hecho el golpe llegó por parte de uno de los de allí, un sonido lastimero un ultimo vistazo y salió a toda prisa de ahí finalmente, el golpe había dolido, notandose que ese era un vampiro, interrumpió la visión compartida cuando salió y se alejó emitiendo el sonido lastimero, aunque esta vez era de verdad, le había hecho daño en el costado, se sentó y esperó a Tohrment mientras lamía la zona golpeada.

No le gustan los vampiros eso estaba claro, más menos mal que lo tomo por un simple perro y la cosa se quedó ahi, más le sorprendió que el hechicero ofreciera sus remedios para aliviar el dolor, pero todo sería más facil para acortar el tiempo de regeneración que poseía, igual en lugar de un dia 12 horas serían suficiente, por que estaba claro que una costilla había sufrido en el golpe, más como una perra obediente cogió lo que le tendió el hechicero y se dirigió a la casa de vuelta, si alguíen la veía lo unico que pensaría es que el perro estaba bien entrenado y era bien obediente, por que iba moviendo la cola complaciente de contentar a su amo, de hecho se permitia algunos comportamientos juguetones y demas para mantener aun más la fachada de perro, y eso incluia tener que frenarse a mitad de camino para que el perro de uno de los que vivian ahí se acercarse a olerla, y ella lo permitió olisqueandole a él también pero gruñendo cuando quiso acercarse a la bolsa que le dio Tohrment. Una vez hecho el teatro de buena perrita siguió su camino hasta la casa, una vez asegurandose que nadie podía ver el interior cambio de forma.
Volviendo a la forma, se miró el lateral amoratado, se iba curando lentament ya, pero aun asi obedeció y se dió lo que le dijo Tohrment encontrando alivió en ello, dejó las cosas volviendo a cambiar la forma a perro para salir a cazar el pato que no le llevó mucho tiempo.


Al volver empezó a preparar lo que sería la cena mientras mentalmente da vueltas a esa reunión, ese no era el unico vampiro que olió incluso por su aruma pudo decir que hasta no hace mucho había sido un neofito, pero el que olió en el humano si era mas mayor, de unos 200 años tal vez, no lo podría saber a ciencia cierta, más por que no pudo ver su aura, solo era especulaciones. Mientras se ocupaba de la casa empezó a oler a sangre y al hechicero, que entró arrastrando los pies, olía a sangre, a sudor, y no solo suyo, le daba escalofrios imaginarse lo que estuvo haciendo mientras ella había vuelto.
No entendía que andaba haciendo en completo silencio, ya que por no escuchar no escuchaba ni al hombre meterse en la tina, pero desde luego ella no iba a ser la tonta que preguntase que hacía, una advertencia era suficiente y no era asunto suyo que se quedase ahí, lo unico le preocupo que se hubiera desmayado por herida o algo pero no le escuchó caerse ni nada, y observarle y que la pillase le daba mala vibración.


El silencio se rompio cuando escuchó el agua indicando que se estaba bañandose, hablando de bañarse, ella debiera hacerlo, olía a perro, y no le gustaba oler mal, pero ya lo haría despues, cuando él se fuera o se durmiese,  escuchó la orden que dió y ella asintió, dejandole a sus anchas mientras terminaba de preparar una receta de pato que recordaba, sin duda olía delicioso, y era un plato bien caliente, dejó reposar y a la hora llamó a Tohrment a cenar, cuando este se presentó ya estaba todo servido en la mesa, ella ligeramente apartada de donde se sentaba él para prevenir cualquier malentendido.
-Provecho..- Dijo ella cuando este se sentó para cenar, la cambiante se quedó pensativa. - El humano que te dije que ví no olía a ningún vampiro que hubiera ahí, el olor era más fuerte, los que había en aquella reunión a mi ver parecían neofitos...bueno, quizá no tanto, pero no parecían muy antiguos, cuando son más antiguos huelen a heraldo de la muerte...- Comentó ligeramente pensativa. -Pero el experto en estos temas es usted señor...yo solo especulo por si es de ayuda..- Comentó ella sin apenas mirarle a modo de sumisión. -Gracias por el ungüento, alivia y me puedo curar mucho más rapido.- Agradeció finalmente.

Una vez la cena terminó dejó que el inquisidor hiciera lo que él creyera que debiera hacer sin molestarle y escuchar por si le tenía que decir algo a ella, mientras recogía la casa y la limpiaba, aprovechó cuando él no parecía necesitarla para aprovechar ella también para bañarse, sin duda no de esa forma tan tendida como hizo el inquisidor, pero si un baño con agua fria para limpiarse y acicalarse.
Una vez más aseaba parecía que el inquisidor se había ido a dormir, ella iba a dormir convertida en perro para estar atenta, pero poco despues de ello empezó a tener frio, asi que cambio su forma a la de un peludito zorro de ojos bicolor para hacerse un ovillo de aspecto recordaba a un peluche, esta forma la utilizaba cuando tenía que tirar de astucia y de colarse por sitios pequeños, más al contener mucho más pelo y más pomposo visual, pero no consiguió encontrar templarse, asi que se dirigió a la habitación, el zorrito en el que se había convertido miró la cama, y saltó subiendose, y arriesgo de llevarse una patada buscó acomodarse en la doblez de la rodilla desde atras para tumbarse y hacerse un rollito rozando sin querer su humedo morro rozando la pierna antes de acomodarse usando la muy peluda cola para tapar el lado del zorro dejando solo a la vista sus grandes orejas que estaban en alerta y sus ojos que cerraba mientras notaba el calor de la pierna para regular temperatura a su espalda, esperando que el inquisidor no se enfadase y la tirase fuera.