AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Willpower +18 [Septimus]
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Willpower +18 [Septimus]
"La vida te devuelve lo que perdiste,
a veces, con creces."
a veces, con creces."
Las manos cubiertas de guantes brindan una seguridad contra el frío inclemente que azota la ciudad. Si bien es cierto que a su diestra está el mensajero con el salvoconducto para hacer de sus actividades algo lícito, desconfía de todos y de todo. Por lo que se ha vestido con el plan de fingir ser la damisela en peligro para dar libertad de acción a un Karsh que está de momento desaparecido. Sabe que debe estar yendo y viniendo para ver que todo esté en orden. Si hay algún peligro, se materializará para advertirle. Hasta en tanto siga sola con este mensajero enviado desde el Vaticano para acompañarla, sin haber entregado la misiva con las instrucciones para el inquisidor, depende de sí misma para su seguridad porque no confía tanto en el sujeto romano que la mira como si fuera incomprensible para él por qué le envió su Santidad con una bruja y la orden de protegerla.
Así entonces y debido a esa desconfianza mutua, bajo los kilos de ropa, a espaldas del inquisidor que la acompaña, fue precavida de guardar una de sus cimitarras, dejar un hilado en el costado de las enaguas para romperlo en caso de que necesite movilidad y lo suficientemente bien hecho para que no se deshaga en el camino. En cuanto el carruaje llega a la base inquisitorial donde su protector habita en París, el mensajero y ella bajan del mismo. El hombre le pide que espere entrando al lugar para buscar al Abetegovanni, el Condenado que hará las veces de su protector y guardián. A pesar de que al inicio se resiste por la curiosidad que le incita el ver el interior, comprende que mejor es aguardar. Después de eso, el mensajero sale casi corriendo a buscar como enajenado al inquisidor hasta llamar a la puerta del licántropo para entregarle la misiva de su Santidad, el Papa, denotando que el lacrado y las órdenes son auténticos.
En tanto, Lucinde observa el ir y venir de los miembros del Santo Oficio con aburrimiento. Sólo hay algo que puede llamar su atención, es una reunión de hombres que al parecer, están planeando un ataque a un sitio no muy lejos de ahí. Parecen tan tranquilos que ni siquiera se ocultan de los demás. Tal sería su confianza por el miedo que el simple nombre de la "Inquisición" causa en los herejes. Escucha sus estrategias, observa el armamento que traen para pensar en que, para ser tan entrenados, les falta sentido común. Si bien escuchó que van a ir tras un grupo de diez sospechosos, son siete los que fueron elegidos para la misión. Se repartirán alrededor del lugar haciendo que salgan los herejes a base de disparos, al tiempo que tres de esos siete, entrarán para presionarlos y detenerlos en tanto los demás esperan afuera con las armas listas. ¿Acaso no piensan que por más que estén ahí esperando los demás, los tres que entren van a ser masacrados? Observa sus rostros seguros y arrogantes. Para ser los soldados del dios judío, les educan y entrenan mal. En la Liga mandarían catorce integrantes.
Diez entrarían y cuatro quedarían relegados para cualquier escape. Siempre y cuando se haya demostrado su habilidad por encima de la media. Si no, con uno basta para matar a todos los que estén dentro del lugar. Recargado su hombro siniestro contra la pared, da la espalda a la puerta, el mensajero sale para indicarle a Septimus quién es la mujer acompañándolo para terminar así su misión y regresar con el Papa a dar fe de que todo ha ido bien. El sonido de los pasos acercándose la alerta de sus presencias, al girar el cuerpo para encarar a la persona que será su guardián, sus ojos primero observan el amplio pecho de éste subiendo por los grandes hombros, el firme cuello y un rostro que en otro momento podría ser atractivo de no ser porque...
Sus ojos se abren como platos al tiempo que su boca exclama un improperio en árabe. - ¿Tú? - su mano va a romper la enagua cuando siente el frío proveniente de Karsh que le susurra al oído, invisible a ojos de cualquier otro - detente, loca. Matar a un Inquisidor en este lugar significa tu muerte y aún hay cosas por hacer. Mantén a resguardo tu rabia, que también lo he reconocido. Aprovecha lo que el destino te ha entregado, busca a los otros tres aprovechando este inicio de la madeja, jala de ésta hasta que logres tu cometido y luego, dales muerte. Aprovecha que han pasado quince años y no te reconocerá - Lucinde aprieta la mano contra la tela antes de exhalar un aire violento mostrando los dientes con expresión agresiva. El mensajero los observa sin comprender. No podría entender que la mujer ha reconocido en el Abetegovanni a aquél que matara a sus padres.
Última edición por Lucinde Virtanen el Sáb Ago 25, 2018 7:24 am, editado 1 vez
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Esa tarde noche tenia trabajo que hacer, el licano se arreglaba para quedar presentable para un pedido especial que le habian anunciado que tendría y no sabía bien a que se refería, el hombre tenía en su alcoba de la santa sede lo necesario, ropa y armas, se había bañado y ahora se vestía de exquisita forma sus ropajes dominando basicamente el negro o el color marrón oscuro, con la camisa blanca impecable, una vez la ropa puesta deslizaba el collar de la cruz de plata para proteger su piel del roce de esta, para no irritarse, se peinó echando su melena hacía atras, no tardaría en llegar el comunicado de que debía hacerse cargo, suspiró pesadamente cuando escucharon que tocaban a su puerta. El licantropo se aproximó a largas zancadas hasta la puerta la cual abrió con cierta brusquedad, teníendo que bajar la visión para tener que cruzar sus ojos con los del mensajero que le pasaba una misiva que el lobo obtuvo y la abrió para ver cual era la misión.
Enarcó una ceja al leer cual era el cometido que debía de realizar ahora en nombre de la santa sede, enarcó una ceja, sin duda el licántropo prefería mil veces las misiones de caza y devora, pero era tambien latentemente solicitado para hacer las veces de guardian, a lo que Septimus simplemente lo achacaba por su situación de licántropo, el perro de Dios, ¿y que hace el perro de Dios? pues aparte de cazar, guardar, y eso era lo que le tocaba hacer.
Dejó escapar un pesado respiro y mira al mensajero mientras frunce el ceño observandole. -Muy bien, llevame a donde está.- Musita con la profunda voz de este, una voz profunda, grave, y calida a la vez, mientras se acerca para que el mensajer de manera apresurada, que el lobo no le costo mucho seguir el ritmo, ademas parece que el mensajero estaba mucho más acelerado que el licántropo que le pisaba los talones saliendo a fuera, mientras trataba de pensar quien sería a quien tocaba custodiar, quizá alguna mujer pija, engreida, con dinero saliendole por las orejas y con una altivez insoportable, ya le tocó en una ocasión en proteger a una mujer madura, regordeta y creida tener al perro de Dios pegado por que esta era una de las grande donantes de la santa sede, gruñó con cierto fastidio acordandose de esa misión en concreto, una semana soportando a esa mujeer, que el unico deseó que le levantaba era arrancarle el brazo de un bocado, lo suyo eran las misiones de caza, mejor que de custodia pero había que conformarse, asi lo quería el señor.
Llegaban al lugar mientras el lobo miraba distraidamente a sus compañeros antes de girarse a ver quien era la joven, que de espaldas la visión le agradó, ese pelo dorado como el sol, más no hizo gesticulación de ningun tipo, mientras esta se giraba también a enfrentarlos, Septimus paseó su azul mirada por la joven que pareció decir algo que él no alcanzó a escuchar, pero tampoco le dió mas importancia que fruncir el ceño por la cara de sorpresa de ella, detalles que el lobo observaba y que algo escapaba, pero no los apuntó simplemente tomó la mano diestra de la mujer y se inclinó observandola fijamente.- Mademoiselle.- Musitó con su profunda voz antes de besar el reverso de la mano de la mujer y volver a alzar los dos metros que media el licántropo antes de cruzarse de brazos. -Seré su guardaespaldas, en esta estancia, espero que quede satisfecha de mi en calidad de guardian.- Se cruzó de brazos mirandola, era hermosa, que duda cabía, de ser una simple hereje ya se habria puesto a jugar con ella en otras formas pero ahora había que guardar las correctas formas.
Enarcó una ceja al leer cual era el cometido que debía de realizar ahora en nombre de la santa sede, enarcó una ceja, sin duda el licántropo prefería mil veces las misiones de caza y devora, pero era tambien latentemente solicitado para hacer las veces de guardian, a lo que Septimus simplemente lo achacaba por su situación de licántropo, el perro de Dios, ¿y que hace el perro de Dios? pues aparte de cazar, guardar, y eso era lo que le tocaba hacer.
Dejó escapar un pesado respiro y mira al mensajero mientras frunce el ceño observandole. -Muy bien, llevame a donde está.- Musita con la profunda voz de este, una voz profunda, grave, y calida a la vez, mientras se acerca para que el mensajer de manera apresurada, que el lobo no le costo mucho seguir el ritmo, ademas parece que el mensajero estaba mucho más acelerado que el licántropo que le pisaba los talones saliendo a fuera, mientras trataba de pensar quien sería a quien tocaba custodiar, quizá alguna mujer pija, engreida, con dinero saliendole por las orejas y con una altivez insoportable, ya le tocó en una ocasión en proteger a una mujer madura, regordeta y creida tener al perro de Dios pegado por que esta era una de las grande donantes de la santa sede, gruñó con cierto fastidio acordandose de esa misión en concreto, una semana soportando a esa mujeer, que el unico deseó que le levantaba era arrancarle el brazo de un bocado, lo suyo eran las misiones de caza, mejor que de custodia pero había que conformarse, asi lo quería el señor.
Llegaban al lugar mientras el lobo miraba distraidamente a sus compañeros antes de girarse a ver quien era la joven, que de espaldas la visión le agradó, ese pelo dorado como el sol, más no hizo gesticulación de ningun tipo, mientras esta se giraba también a enfrentarlos, Septimus paseó su azul mirada por la joven que pareció decir algo que él no alcanzó a escuchar, pero tampoco le dió mas importancia que fruncir el ceño por la cara de sorpresa de ella, detalles que el lobo observaba y que algo escapaba, pero no los apuntó simplemente tomó la mano diestra de la mujer y se inclinó observandola fijamente.- Mademoiselle.- Musitó con su profunda voz antes de besar el reverso de la mano de la mujer y volver a alzar los dos metros que media el licántropo antes de cruzarse de brazos. -Seré su guardaespaldas, en esta estancia, espero que quede satisfecha de mi en calidad de guardian.- Se cruzó de brazos mirandola, era hermosa, que duda cabía, de ser una simple hereje ya se habria puesto a jugar con ella en otras formas pero ahora había que guardar las correctas formas.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Las palabras de Karsh tienen demasiado sentido, por un momento su rostro es inexpresivo, el licántropo toma su mano para besarla, a los oídos de Lucinde resuenan las carcajadas del fantasma en tanto se remueve inquieto - lo dicho, no te reconoce ni un ápice. Pasaron quince años y has cambiado. Haz de ésto una misión doble. Yo que tú me aprovechaba de ésto hasta las últimas consecuencias - y suena demasiado bien. Permite que le bese la mano dejando en su boca de licántropo el sabor de la pulcritud y un perfume a vainilla y almizcle propio de las hormonas femeninas que aunado al propio olor de la mujer, se torna en un poderoso afrodisíaco. Por costumbre, ella lo usa as diario. Es carísimo, más puede darse el lujo. Nunca sospechó que le ayudaría tan bien en esta empresa que el propio Karsh está motivando.
El almizcle, aunado a sus propias hormonas, se torna en la nariz del licántropo como un llamado al apareamiento. Como si la mujer estuviera receptiva a sus encantos a lo que le incluyó una sonrisa enigmática. Mitad una forma de saludo inocente, mitad un llamado a ser cortejada. Asiente con la cabeza en forma educada - será un honor que me custodie, caballero. Mi nombre es Lucy - es todo lo que le indica. En la carta sabe que el Papa decidió omitir su nombre completo por solicitud de la propia asesina. La manera de reconocerla sería a través del mensajero, quien una vez hechas las presentaciones, se despide para retirarse dejándolos solos.
Karsh pasea por un lado del licántropo dejando que un poco de aire se le meta en el oído para darle un escalofrío en señal de saludo. Se remueve a su alrededor sólo visible para Lucinde quien tiene entre sus pertenencias un rosario católico al que le engarzó un hechizo para poderlo ver y oír sin necesidad de que se materialice. - Usted me dice qué hacemos, caballero - susurra bajo, con un tono tan íntimo que pareciera sólo usarse con aquéllos con los que se compartiría la cama. - A dónde vamos, por dónde puede meterme o meterse. ¿Qué lugares le gustaría recorrer? - sus palabras le provocan de forma implícita ahora que están solos, sin el incordio del enviado de su Santidad el Papa.
Para el licántropo, la hembra está lista para él, parece que le agrada lo que mira cuando le recorre con los ojos, desde su rostro, sus labios, sus brazos cruzados al pecho bajando hasta retenerse por instantes decorosos en esa parte de su anatomía que le indica en silencio que quizá no sea tan inocente como aparenta. La misiva es sencilla y dentro de la misma, es contundente: Septimus tiene que cuidarla más dejarla también hacer una obra santa de Dios. Darle protección en ésta, permitir que pueda acceder a lugares extraños y más aún, quedarse en su hogar para asegurarse de que todo estará bien.
La sonrisa de la fémina se amplía cuando vuelve a su rostro - nunca pensé que mi guardián fuese tan atractivo. Tendré que ir con pasos de plomo. ¿Le parece si empezamos yendo a su casa? Me gustaría darme un baño y descansar un poco de la larga travesía recorrida - ahí está otra alegoría a quedarse solos, lo que podría mirar y disfrutar como se porte bien. Si Lucinde tiene que dar su cuerpo a cambio de controlar a este licántropo, lo hará sin duda alguna. Usará todas sus armas y pociones para enloquecerlo y después de que lo tenga comiendo de su mano, empezará a presionarlo para que le muestre el camino a seguir para descubrir qué le pasó a sus hermanas y vengarse de todos y cada uno de los cuatro verdugos que hicieron tanto daño en su vida.
El almizcle, aunado a sus propias hormonas, se torna en la nariz del licántropo como un llamado al apareamiento. Como si la mujer estuviera receptiva a sus encantos a lo que le incluyó una sonrisa enigmática. Mitad una forma de saludo inocente, mitad un llamado a ser cortejada. Asiente con la cabeza en forma educada - será un honor que me custodie, caballero. Mi nombre es Lucy - es todo lo que le indica. En la carta sabe que el Papa decidió omitir su nombre completo por solicitud de la propia asesina. La manera de reconocerla sería a través del mensajero, quien una vez hechas las presentaciones, se despide para retirarse dejándolos solos.
Karsh pasea por un lado del licántropo dejando que un poco de aire se le meta en el oído para darle un escalofrío en señal de saludo. Se remueve a su alrededor sólo visible para Lucinde quien tiene entre sus pertenencias un rosario católico al que le engarzó un hechizo para poderlo ver y oír sin necesidad de que se materialice. - Usted me dice qué hacemos, caballero - susurra bajo, con un tono tan íntimo que pareciera sólo usarse con aquéllos con los que se compartiría la cama. - A dónde vamos, por dónde puede meterme o meterse. ¿Qué lugares le gustaría recorrer? - sus palabras le provocan de forma implícita ahora que están solos, sin el incordio del enviado de su Santidad el Papa.
Para el licántropo, la hembra está lista para él, parece que le agrada lo que mira cuando le recorre con los ojos, desde su rostro, sus labios, sus brazos cruzados al pecho bajando hasta retenerse por instantes decorosos en esa parte de su anatomía que le indica en silencio que quizá no sea tan inocente como aparenta. La misiva es sencilla y dentro de la misma, es contundente: Septimus tiene que cuidarla más dejarla también hacer una obra santa de Dios. Darle protección en ésta, permitir que pueda acceder a lugares extraños y más aún, quedarse en su hogar para asegurarse de que todo estará bien.
La sonrisa de la fémina se amplía cuando vuelve a su rostro - nunca pensé que mi guardián fuese tan atractivo. Tendré que ir con pasos de plomo. ¿Le parece si empezamos yendo a su casa? Me gustaría darme un baño y descansar un poco de la larga travesía recorrida - ahí está otra alegoría a quedarse solos, lo que podría mirar y disfrutar como se porte bien. Si Lucinde tiene que dar su cuerpo a cambio de controlar a este licántropo, lo hará sin duda alguna. Usará todas sus armas y pociones para enloquecerlo y después de que lo tenga comiendo de su mano, empezará a presionarlo para que le muestre el camino a seguir para descubrir qué le pasó a sus hermanas y vengarse de todos y cada uno de los cuatro verdugos que hicieron tanto daño en su vida.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El tacto de la suave piel de la dama rozó los labios del inquisidor, entonces de manera involuntaria sus fosas nasales se activan, perciviendo sus olores favoritos, totalmente afrodisiacos, que dilataron las pupilas en la clara señal de atracción sexual que eso despertaba los deseos mas humedos e intimos del licantropo, nadie sabía cuanta perversión podía albergar el licano, mientras la observa, era absolutamente preciosa, ese olor le embriagaba, le embelesaba, le encantaba, era absolutamente deliciosa, esos olores mezclados con las hormonas de ella, era la fragancia perfecta, sin duda una absoluta droga, se mordió levemente el labio inferior a causa del efecto, pero desvió la mirada para disimular ese lascivo gesto que despertaba al lobo, despertaba a la bestía que quería salir y montarla como un animal, de la manera más perversa que pudiese imaginar el licántropo.
Una vez recuperado la compostura digna de un guardian a pesar de seguir oliendo ese atrayente aroma que desprendia y que le tenía totalmente absorto, mientras le observaba, altamente alagado por las encantadoras palabras que le dedica, sin duda parece a ojos del inquisidor alguien tremendamente dulce.
Hace tronar su cuello moviendolo de lado a lado, cuando siente el incomodo escalofrio que repentinamente le había entrado, para despues entrelazar las manos a su espalda de manera relajada, mientras se inclinó para estar a su altura cuando esta le habló presentandose.- Vaya...eres la luz...desde luego.- Dijo en un altivo gesto de coqueteo mientras sonrié de medio lado. -Soy Septimus.- Se presentó finalmente mientras sonreía de manera maliciosa, o más bien se podría decir que de forma juguetona. Mientras ladeó la cabeza aun embriagandose por ese excitante aroma afrodisiaco. Y encima esa frase que nació de sus labios fueron gratificantes y con doble sentido, o eso fue lo que se le antojó al lobo al oir sus palabras. -Cuidado con lo que deseas preciosa, puede cumplirse de maneras que uno no se espera.- Sonrié de medio lado con malicia. -Podemos ir donde quieras, tienes tooooda la cuidad asi que pide preciosa.
Sin duda el lobo se mostró algo descarado, pero quizá era lo que le provocaba ese maldito olor que le tenía absolutamente embriagado, mientras sus ojos se abrieron de notable forma cuando escuchó las palabras de la joven, sin duda era muy descarada, eso hizo que Septimus se carcajeara de manera sonora.- No tan rapido nena, eras una fierecilla eh....bien bombon, dejemos las cosas en mi casa, no te preocupes, tambíen podemos ir a la santa sede.- Comentó el licántropo, le sorpresa que le embargó por el descaro, sin duda parecía buscar ligar, pero no sabía nada de la joven, pero conociendo como funcionaban los altos cargos no va a jugar con la mujer ni la amante de nadie asi que se desquitó con un guiño a la susodicha mientras avanzaban. -Bien...supongo que esta cansada del viaje...mi residencia queda cerca, ahi tendras una comoda cama, pedire al servicio que te prepare la habitación de invitados.- Comentó con una sonrisa engreida de medio lado.
Una vez recuperado la compostura digna de un guardian a pesar de seguir oliendo ese atrayente aroma que desprendia y que le tenía totalmente absorto, mientras le observaba, altamente alagado por las encantadoras palabras que le dedica, sin duda parece a ojos del inquisidor alguien tremendamente dulce.
Hace tronar su cuello moviendolo de lado a lado, cuando siente el incomodo escalofrio que repentinamente le había entrado, para despues entrelazar las manos a su espalda de manera relajada, mientras se inclinó para estar a su altura cuando esta le habló presentandose.- Vaya...eres la luz...desde luego.- Dijo en un altivo gesto de coqueteo mientras sonrié de medio lado. -Soy Septimus.- Se presentó finalmente mientras sonreía de manera maliciosa, o más bien se podría decir que de forma juguetona. Mientras ladeó la cabeza aun embriagandose por ese excitante aroma afrodisiaco. Y encima esa frase que nació de sus labios fueron gratificantes y con doble sentido, o eso fue lo que se le antojó al lobo al oir sus palabras. -Cuidado con lo que deseas preciosa, puede cumplirse de maneras que uno no se espera.- Sonrié de medio lado con malicia. -Podemos ir donde quieras, tienes tooooda la cuidad asi que pide preciosa.
Sin duda el lobo se mostró algo descarado, pero quizá era lo que le provocaba ese maldito olor que le tenía absolutamente embriagado, mientras sus ojos se abrieron de notable forma cuando escuchó las palabras de la joven, sin duda era muy descarada, eso hizo que Septimus se carcajeara de manera sonora.- No tan rapido nena, eras una fierecilla eh....bien bombon, dejemos las cosas en mi casa, no te preocupes, tambíen podemos ir a la santa sede.- Comentó el licántropo, le sorpresa que le embargó por el descaro, sin duda parecía buscar ligar, pero no sabía nada de la joven, pero conociendo como funcionaban los altos cargos no va a jugar con la mujer ni la amante de nadie asi que se desquitó con un guiño a la susodicha mientras avanzaban. -Bien...supongo que esta cansada del viaje...mi residencia queda cerca, ahi tendras una comoda cama, pedire al servicio que te prepare la habitación de invitados.- Comentó con una sonrisa engreida de medio lado.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
En el transcurso de su entrenamiento en la Liga, los aprendizajes sobre los sobrenaturales fueron profundos e intensivos. Si bien la mayor parte de los miembros de la sociedad son seres comunes y corrientes -por así decirlo-, hay muchos que no lo son. Son estos últimos los que la Liga protege y auxilia porque son sus guerreros y asesinos de élite. Lucinde es una de ellas, así que sus conocimientos le ayudarán ahora en esta situación que está empeñada en llevar a cabo. Será la más peligrosa de todas porque un fallo implicaría no recuperar a sus hermanas, más confía en sus habilidades para sacar adelante esta empresa.
Lo primero es llamar su atención, hacer que el lobo se interese en ella. Para ello necesita realizar movimientos más animales que humanos, entre éstos lo indispensable es el olor. Su propio aroma que acostumbra usar podría ayudar. Vainilla y almizcle son para muchos lobos imposibles de ignorar. Son atrayentes y excitantes. No todos son iguales, es consciente de ello, más en estos momentos todos sus sentidos están alerta para ver cómo responde con lo acontecido. Y su espera tiene un premio. En primera, al alzar la mirada las pupilas están dilatadas, propio más de un efecto licántropo que humano. En segunda, esa forma de morderse el labio inferior, como si estuviera deseando continuar con la investigación olfativa. Tercero, la forma de huir de su mirada fija. Lo tiene. Se ha anotado un gran éxito.
Fingir que es una indefensa mujer le sale como si se tratara de lucir simple y llanamente como una mujer. Es constante su engaño con varios de los enemigos de la Liga que le sale muy natural. Hasta puede vislumbrarse un rubor en sus mejillas cuando el licántropo le halaga con su nombre. "Luz". Claro, sobre todo eso es en su existencia. Un faro en la oscuridad antes de que el filo de su cimitarra ciegue a los intrusos o enemigos. Asiente con la cabeza aparentando esa inocencia y en cierta manera, su turbación con tal enorme hombre. Para derribarle tendrá que poner empeño en las piernas. Para eso deberá conocer qué tan firmes están.
Cuarto aspecto que denota el interés del lobo, su advertencia. Si le indicara que tiene ganas de ir a su alcoba sería un gesto muy vulgar y poco calculado. Necesita esperar lo justo para que él se sienta confiado, que piense que es el cazador y por ello es que Lucy niega con la cabeza mordiéndose los labios en actitud apenada - L-lo lamento. Fui muy osada, caballero. ¿Podría disculparme si mis palabras le ofendieron? Le ofrezco una disculpa - baja la cabeza aparentando esa timidez y esa inocencia para que él caiga en su anzuelo queriendo protegerla y, al mismo tiempo, cazarla. Es el punto medular, incitar a su lobo interno para que le dé caza y la quiera como hembra. La ansíe tanto que no pueda controlar sus impulsos.
Esta vez, todas sus artimañas le jugarán en contra.
"Preciosa". Cuando un hombre está poniendo apodos cariñosos a alguien es porque insiste en que esa persona lo observe y le aprecie como macho que es. Que se sienta atraída porque él está seguro de su posición, de su inocencia y de que logrará su objetivo. Esta vez todo es un engaño, más él no tiene por qué saberlo hasta que sea demasiado tarde. - Lamento mucho si malinterpretó mis palabras. Fue mi culpa, sin duda. No debí decir nada que a sus oídos sonara inapropiado. Le prometo que no volverá a pasar - aparentar nerviosismo es parte del acto, que los rizos caigan contra su cara haciéndola ver vulnerable también. El lobo deberá comprender que es una presa vulnerable para incitar su instinto territorial y posesivo. Asiente al tiempo que restriega sus manos como si todo ésto fuera demasiado para ella.
Abre la boca una vez para cerrarla, vuelve a intentarlo y la voz le suena rota - de verdad lo siento mucho, señor. ¿Qué pensará de mí? Sólo hice un par de comentarios inadecuados, es una vergüenza que piense tales cosas de mi persona - el dolor en sus ojos será un gran anuncio de neón para el lobo. Está llorando. Una solitaria lágrima resbala por su mejilla en ese estado de decepción y derrota total. ¿Qué tanto impactarán todos estos actos en la víctima? Ni el lobo puede saberlo, porque es inconsciente al hecho de que están manipulando todos sus instintos y sentidos en pro de la venganza.
Lo primero es llamar su atención, hacer que el lobo se interese en ella. Para ello necesita realizar movimientos más animales que humanos, entre éstos lo indispensable es el olor. Su propio aroma que acostumbra usar podría ayudar. Vainilla y almizcle son para muchos lobos imposibles de ignorar. Son atrayentes y excitantes. No todos son iguales, es consciente de ello, más en estos momentos todos sus sentidos están alerta para ver cómo responde con lo acontecido. Y su espera tiene un premio. En primera, al alzar la mirada las pupilas están dilatadas, propio más de un efecto licántropo que humano. En segunda, esa forma de morderse el labio inferior, como si estuviera deseando continuar con la investigación olfativa. Tercero, la forma de huir de su mirada fija. Lo tiene. Se ha anotado un gran éxito.
Fingir que es una indefensa mujer le sale como si se tratara de lucir simple y llanamente como una mujer. Es constante su engaño con varios de los enemigos de la Liga que le sale muy natural. Hasta puede vislumbrarse un rubor en sus mejillas cuando el licántropo le halaga con su nombre. "Luz". Claro, sobre todo eso es en su existencia. Un faro en la oscuridad antes de que el filo de su cimitarra ciegue a los intrusos o enemigos. Asiente con la cabeza aparentando esa inocencia y en cierta manera, su turbación con tal enorme hombre. Para derribarle tendrá que poner empeño en las piernas. Para eso deberá conocer qué tan firmes están.
Cuarto aspecto que denota el interés del lobo, su advertencia. Si le indicara que tiene ganas de ir a su alcoba sería un gesto muy vulgar y poco calculado. Necesita esperar lo justo para que él se sienta confiado, que piense que es el cazador y por ello es que Lucy niega con la cabeza mordiéndose los labios en actitud apenada - L-lo lamento. Fui muy osada, caballero. ¿Podría disculparme si mis palabras le ofendieron? Le ofrezco una disculpa - baja la cabeza aparentando esa timidez y esa inocencia para que él caiga en su anzuelo queriendo protegerla y, al mismo tiempo, cazarla. Es el punto medular, incitar a su lobo interno para que le dé caza y la quiera como hembra. La ansíe tanto que no pueda controlar sus impulsos.
Esta vez, todas sus artimañas le jugarán en contra.
"Preciosa". Cuando un hombre está poniendo apodos cariñosos a alguien es porque insiste en que esa persona lo observe y le aprecie como macho que es. Que se sienta atraída porque él está seguro de su posición, de su inocencia y de que logrará su objetivo. Esta vez todo es un engaño, más él no tiene por qué saberlo hasta que sea demasiado tarde. - Lamento mucho si malinterpretó mis palabras. Fue mi culpa, sin duda. No debí decir nada que a sus oídos sonara inapropiado. Le prometo que no volverá a pasar - aparentar nerviosismo es parte del acto, que los rizos caigan contra su cara haciéndola ver vulnerable también. El lobo deberá comprender que es una presa vulnerable para incitar su instinto territorial y posesivo. Asiente al tiempo que restriega sus manos como si todo ésto fuera demasiado para ella.
Abre la boca una vez para cerrarla, vuelve a intentarlo y la voz le suena rota - de verdad lo siento mucho, señor. ¿Qué pensará de mí? Sólo hice un par de comentarios inadecuados, es una vergüenza que piense tales cosas de mi persona - el dolor en sus ojos será un gran anuncio de neón para el lobo. Está llorando. Una solitaria lágrima resbala por su mejilla en ese estado de decepción y derrota total. ¿Qué tanto impactarán todos estos actos en la víctima? Ni el lobo puede saberlo, porque es inconsciente al hecho de que están manipulando todos sus instintos y sentidos en pro de la venganza.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El lobo se deleitaba con el perfecto perfume que mantenía despierto sus sentidos olfativos, pues el almizcle, la vainilla, le encantaba en una palabra directa, y era curioso que esa maldita chica reuniera todo los atributos que Septimus le gustaba en una mujer, rubia, de rasgos bonitos, con ese aroma, se deleitaba escuchando bastante poco lo demás, hasta que volvió a dirigir la atención a la joven que reacciono de una forma que al licántropo le pareció algo insolito, que despues de mostrarse tan descarada, el toque de atención fue suficiente para que la chica bajara la moral, algo le desconcertaba ciertamente. Sus azules ojos como el cielo estaban fijos en el semblante de la joven que parecía como si la falta de reacción por él y el mundo se le hubiera caido encima, Septimus se llevo una mano a su nuca aireando la melena, mientras observaba a la chica y negó con la cabeza en respuesta, pero pronto vió como esta parecía derretirse.
Todo esto le hacía sentirse ligeramente incomodo con esa retaila de disculpa, ahora no estaba con la "mascarada" de inquisidor, cuando hacía las veces de guardian, el protegido no tenía que saber que cosas sus mente ocultaba y ninguna era agradable, vería a un lobo sadico, sediento de sangre, carne humana o sobrenatural, y que se excitaba con la sola idea de causar dolor, pero el lobo como buen alfa era egocentrico y tenía mano en lo que era el juego de la sedución cuando tenía ganas de jugar.
La observaba algo serío aunque de vez en cuando se podía escuchar el sonido del aire entrando en sus fosas nasales en un olfateo más fuerte. Mientras la contemplaba cuan animalito desvalido deshacerse en disculpas, su atracción sexual seguía ahí presentandose mientras la imagen ahora desconcertantemente había sido distorisionada a otra muy distinta, a una de presa desvalida, de cervatillo indefenso ante el lobo, mientras Septimus tenía la mirada fija en ellas con el semblante inexpresivo mientras ella parecía ser la más culpable de las celdas que tenían en la santa sede, de hecho la primera idea que se le ocurrió al verla tan desplomada y avergonzada haría temblar a la dama, se la imaginó en el potro de tortura, mientras desgarraba su garganta a gritos que él acallaba con un lascivo beso mientras se colocaba sobre ella. Si la joven supiera eso...sin duda saldría corriendo en dirección contraria, pero nada en el gesto del licántropo desvelaba esos suicios y perversos pensamientos.
Más si le desconcertó del todo cuand empezó a ver asomarse por el rostro de la bella dama una lagrima, casi pareciera que había cometido un terrible pecado a confesar al inquisidor, este finalmente quiso poner fin a esa tremenda llantina que la joven dentovaba, asi que la enorme mano se poso en la nuca de la joven masajeando ligeramente esas delicadas y deliciosas cervicales. -No te tortures joven, no has matado a nadie.- Respondió con ese tono engreido acompañado de esa sonrisa ladeada que dejaba ver esa sonrisa absolutamente perlada, mientras su mano quería hacer de consuelo a la joven mientras la guiaba para ir a su casa que estaba más cerca y aprovecharia el paseo. -Iremos a mi casa, hay servicio no debe preocuparse de nada, comeras y me podrás explicar un poco mejor cuales tu cometido y por donde te debo guiar, si voy a ser tu guardian más vale que me pongas al día de lo que me voy a encontrar, si no está comoda, puede decirmelo y podrá quedarse en la santa sede.- Comentó mientras trataba de ser lo más correcto posible, esa joven era totalmente un dulce bombon que el lobo ansiaba conocer cual era el relleno, pero no, aun no....parece que si pero no, a las presas hay que prepararla, la oveja no debe saber de la existencia del lobo que le acecha, caballerosamente la ofreció el brazo para pasear, normalmente no se tomaría tantas caballerosidades, incluso andaría un par de pasos por delante.
Todo esto le hacía sentirse ligeramente incomodo con esa retaila de disculpa, ahora no estaba con la "mascarada" de inquisidor, cuando hacía las veces de guardian, el protegido no tenía que saber que cosas sus mente ocultaba y ninguna era agradable, vería a un lobo sadico, sediento de sangre, carne humana o sobrenatural, y que se excitaba con la sola idea de causar dolor, pero el lobo como buen alfa era egocentrico y tenía mano en lo que era el juego de la sedución cuando tenía ganas de jugar.
La observaba algo serío aunque de vez en cuando se podía escuchar el sonido del aire entrando en sus fosas nasales en un olfateo más fuerte. Mientras la contemplaba cuan animalito desvalido deshacerse en disculpas, su atracción sexual seguía ahí presentandose mientras la imagen ahora desconcertantemente había sido distorisionada a otra muy distinta, a una de presa desvalida, de cervatillo indefenso ante el lobo, mientras Septimus tenía la mirada fija en ellas con el semblante inexpresivo mientras ella parecía ser la más culpable de las celdas que tenían en la santa sede, de hecho la primera idea que se le ocurrió al verla tan desplomada y avergonzada haría temblar a la dama, se la imaginó en el potro de tortura, mientras desgarraba su garganta a gritos que él acallaba con un lascivo beso mientras se colocaba sobre ella. Si la joven supiera eso...sin duda saldría corriendo en dirección contraria, pero nada en el gesto del licántropo desvelaba esos suicios y perversos pensamientos.
Más si le desconcertó del todo cuand empezó a ver asomarse por el rostro de la bella dama una lagrima, casi pareciera que había cometido un terrible pecado a confesar al inquisidor, este finalmente quiso poner fin a esa tremenda llantina que la joven dentovaba, asi que la enorme mano se poso en la nuca de la joven masajeando ligeramente esas delicadas y deliciosas cervicales. -No te tortures joven, no has matado a nadie.- Respondió con ese tono engreido acompañado de esa sonrisa ladeada que dejaba ver esa sonrisa absolutamente perlada, mientras su mano quería hacer de consuelo a la joven mientras la guiaba para ir a su casa que estaba más cerca y aprovecharia el paseo. -Iremos a mi casa, hay servicio no debe preocuparse de nada, comeras y me podrás explicar un poco mejor cuales tu cometido y por donde te debo guiar, si voy a ser tu guardian más vale que me pongas al día de lo que me voy a encontrar, si no está comoda, puede decirmelo y podrá quedarse en la santa sede.- Comentó mientras trataba de ser lo más correcto posible, esa joven era totalmente un dulce bombon que el lobo ansiaba conocer cual era el relleno, pero no, aun no....parece que si pero no, a las presas hay que prepararla, la oveja no debe saber de la existencia del lobo que le acecha, caballerosamente la ofreció el brazo para pasear, normalmente no se tomaría tantas caballerosidades, incluso andaría un par de pasos por delante.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Las actitudes del licántropo con su actuar dejan en claro varios aspectos a tomar en cuenta en este análisis que se está convirtiendo en algo muy exhaustivo. En primera, que es alérgico a las lágrimas. En segunda, que quizá no fue tan buena idea portarse tan inocente porque observa la tensión en los hombros del varón. Poco a poco irá amoldando el carácter a lo que él busca. Quizá la cacería de alguien más rebelde pudiera ser de su interés. Karsh estalla a carcajadas en tanto ella sigue revisando su postura de forma discreta. - ¿Estás en disyuntiva? Siempre puedes decirle que te comportaste bien porque algunos inquisidores venían y no querías llamar la atención. Esa sería una forma de escape - porque ambos pueden ver el lenguaje físico del licántropo e interpretarlo.
La opción es buena. El tacto contra su nuca la estremece de asco. Aprieta los dientes antes de que Karsh le advierta con rapidez - ¡Ni se te ocurra siquiera! Tu actuación se irá por el Pozo de los Lamentos como se te ocurra darle un solo golpe. Aguanta - aspira profundo volviendo a la postura relajada dejando ir la tensión que le provoca ese roce. - Si no puedes siquiera aguantar un roce ¿Qué harás cuando quiera besarte o tomar otras acciones más sexuales? - la brutalidad de las palabras asienta su mal carácter. Las caricias del Condenado van relajando sus músculos. Respira acompasada, aspira por nariz, exhala por boca.
Se deja conducir tomando el brazo del varón para caminar a su lado, escuchando las opciones que tiene en el hogar del inquisidor, sus pensamientos giran en el hecho de que si están sus hermanas ahí, todo sería más fácil. Más todo alrededor de ellas es un misterio. Nadie vio nada, nadie supo más de lo que ella vivió. Debe soportar ese roce, ese contacto con el hombre - piénsalo así, al menos es atractivo para tus estándares, tiene todo lo que te gusta, sólo es más alto que la media de varones que permites en tus estancias - ni siquiera eso le da al menos cierto consuelo. Sólo el pensar en sus hermanas hace que vaya dócil hasta el carruaje donde se introduce con pasos normales sin denotar la agilidad que posee. Toma asiento en el banco frente al de la entrada para tener algo de tranquilidad.
Ahí es donde piensa qué hacer. Si seguirse mostrando como una inocente o dejarle vislumbrar algo de la rebeldía que le provoca el simple hecho de tenerlo de frente. Su mirada se fija en la del hombre antes de susurrar por lo bajo - siempre se prefiere la batalla donde se obtiene el triunfo a base de esfuerzo que aquélla donde se gana con rapidez. Mi misión es verificar algunos lugares buscando pistas antes de enviar a mi compañero. Antes de que Karsh, mi superior en mando, vaya a investigar en persona - así podría tener la oportunidad de seguir seduciéndolo sin que entienda bien qué clase de persona tiene a su lado y, por otro lado, como Karsh, ir a revisar personalmente los lugares más sospechosos.
La opción es buena. El tacto contra su nuca la estremece de asco. Aprieta los dientes antes de que Karsh le advierta con rapidez - ¡Ni se te ocurra siquiera! Tu actuación se irá por el Pozo de los Lamentos como se te ocurra darle un solo golpe. Aguanta - aspira profundo volviendo a la postura relajada dejando ir la tensión que le provoca ese roce. - Si no puedes siquiera aguantar un roce ¿Qué harás cuando quiera besarte o tomar otras acciones más sexuales? - la brutalidad de las palabras asienta su mal carácter. Las caricias del Condenado van relajando sus músculos. Respira acompasada, aspira por nariz, exhala por boca.
Se deja conducir tomando el brazo del varón para caminar a su lado, escuchando las opciones que tiene en el hogar del inquisidor, sus pensamientos giran en el hecho de que si están sus hermanas ahí, todo sería más fácil. Más todo alrededor de ellas es un misterio. Nadie vio nada, nadie supo más de lo que ella vivió. Debe soportar ese roce, ese contacto con el hombre - piénsalo así, al menos es atractivo para tus estándares, tiene todo lo que te gusta, sólo es más alto que la media de varones que permites en tus estancias - ni siquiera eso le da al menos cierto consuelo. Sólo el pensar en sus hermanas hace que vaya dócil hasta el carruaje donde se introduce con pasos normales sin denotar la agilidad que posee. Toma asiento en el banco frente al de la entrada para tener algo de tranquilidad.
Ahí es donde piensa qué hacer. Si seguirse mostrando como una inocente o dejarle vislumbrar algo de la rebeldía que le provoca el simple hecho de tenerlo de frente. Su mirada se fija en la del hombre antes de susurrar por lo bajo - siempre se prefiere la batalla donde se obtiene el triunfo a base de esfuerzo que aquélla donde se gana con rapidez. Mi misión es verificar algunos lugares buscando pistas antes de enviar a mi compañero. Antes de que Karsh, mi superior en mando, vaya a investigar en persona - así podría tener la oportunidad de seguir seduciéndolo sin que entienda bien qué clase de persona tiene a su lado y, por otro lado, como Karsh, ir a revisar personalmente los lugares más sospechosos.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El licántropo masajeaba las cervicales de la femina, puesto que quiso buscar relajarle, o esa era la intención, más percibió como la joven dama de dorados cabellos se tensaba, aunque no dominaba cual era el motivo, pero finalmente esta prefirió respirar hondo, quizá prefería no tener contacto fisico, lo entenderia, los lobos eran mas tactiles, igual que los cambiantes, pero eso se debía al instinto animal que tenían que su comportamiento era de contactos más prolongado, pero cada uno tenía su forma de ser, de momento la ofrecia el brazo para guiarla a un carruaje que les esperaba, el personal de Septimus que le llevarían hasta el hogar de este, sin duda estaría bien, lo importante era llevarse buenas referencias, y las fantasias las guardaba para él, la ayudó a incorporarse al carruaje para seguirla, mientras alguien se encargaba de llevar las cosas de la chica antes de que el carruaje finalmente se pusiera en marcha, el tomó asiento frente a ella desviando la mirada.
Su imaginación volaba en las retorcidas situaciones todas con indolé bastante sexual, y que tambien tenían que ver con la mirada perdida por el ventanal viendo el avance de las calles, mientras seguia deleitado por sus fosas nasales, mientras fantaseaba las escenas sadicas y morbosas.
Un potro de tortura sus gritos, sus miembros cerca de dislocarse, el sobre ella, ambos desnudo, derramando cera caliente sobre su bonito busto, desnudo y despues pasar un huelo por la zona que previamente ha quemado con la cera, morderla cada marte de sus curvas y acabar con una voragine de sexo y sangre, de manera salvaje, entre aullidos gruñidos y jadeos, evitó morderse el labio de solo inmaginarlo, pero cuando la rubia habló educadamente se giró a mirarla prestandole atención a sus palabras mientras arqueaba las cejas observandola. -Es una buena extrategia investigar el terreno antes de pisarlo, suelo hacer eso.- La guiñó un ojo divertido, no habló mucho más con ella, quizás en la busqueda de que fuera la hembra la que se mostrase aun mas receptiva o si lo que antes había dicho era presa de algun nerviosismo que la soltó la lengua, o simple una calentorra que le gustaba sentirse deseada por los machos, el licántropo quería medir todo eso.
En el trayecto por unos segundos dejó su azul mirada fija en ella, de arriba a abajo varias veces, detectando su aura para buscar el apice de sobrenatural en su ser, y un aura brillante era delatada, el lobo sonrió de medio lado, la cosa podía tornarse divertida ciertamente, el carruaje se detuvo y el lobo la ayudo a bajar, la casa de Septimus era un caseron importante, elegante, cuadros, y adornos, había el servicio trabajando, alguos eran miembros de su manada, otro asistentes personales que proporcionaba la santa sede. -Bien Lucy acompañame.- Dijo finalmente mientras la guiaba a la segunda planta parandose delante de una puerta y abriendola, una gran habitacion con cama de matrimonio, armario, tocador y demas había en aquella habitación. -Bien, tu dormiras aquí, acomodate, en una hora será la cena, en el comedor, uno del servicio vendrá a por tí, nos vemos entonces Lucy.- Dijo el licántropo para girarse a marcharse.
Su imaginación volaba en las retorcidas situaciones todas con indolé bastante sexual, y que tambien tenían que ver con la mirada perdida por el ventanal viendo el avance de las calles, mientras seguia deleitado por sus fosas nasales, mientras fantaseaba las escenas sadicas y morbosas.
Un potro de tortura sus gritos, sus miembros cerca de dislocarse, el sobre ella, ambos desnudo, derramando cera caliente sobre su bonito busto, desnudo y despues pasar un huelo por la zona que previamente ha quemado con la cera, morderla cada marte de sus curvas y acabar con una voragine de sexo y sangre, de manera salvaje, entre aullidos gruñidos y jadeos, evitó morderse el labio de solo inmaginarlo, pero cuando la rubia habló educadamente se giró a mirarla prestandole atención a sus palabras mientras arqueaba las cejas observandola. -Es una buena extrategia investigar el terreno antes de pisarlo, suelo hacer eso.- La guiñó un ojo divertido, no habló mucho más con ella, quizás en la busqueda de que fuera la hembra la que se mostrase aun mas receptiva o si lo que antes había dicho era presa de algun nerviosismo que la soltó la lengua, o simple una calentorra que le gustaba sentirse deseada por los machos, el licántropo quería medir todo eso.
En el trayecto por unos segundos dejó su azul mirada fija en ella, de arriba a abajo varias veces, detectando su aura para buscar el apice de sobrenatural en su ser, y un aura brillante era delatada, el lobo sonrió de medio lado, la cosa podía tornarse divertida ciertamente, el carruaje se detuvo y el lobo la ayudo a bajar, la casa de Septimus era un caseron importante, elegante, cuadros, y adornos, había el servicio trabajando, alguos eran miembros de su manada, otro asistentes personales que proporcionaba la santa sede. -Bien Lucy acompañame.- Dijo finalmente mientras la guiaba a la segunda planta parandose delante de una puerta y abriendola, una gran habitacion con cama de matrimonio, armario, tocador y demas había en aquella habitación. -Bien, tu dormiras aquí, acomodate, en una hora será la cena, en el comedor, uno del servicio vendrá a por tí, nos vemos entonces Lucy.- Dijo el licántropo para girarse a marcharse.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
¿Qué hacer con este licántropo? ¿De qué manera actuar para que caiga en sus redes? Cada instante transcurrido es una afrenta a su historia, a la memoria de sus padres y sus hermanas. Quiere verlo arrodillado a sus pies pidiendo perdón, suplicando piedad, que entienda que todo lo que hizo en Finlandia fue el más grande error de su vida. Que anhele deshacer el pasado para que, al ser asignada la misión corra en dirección contraria sabiendo lo que se le avecina. La rabia la embarga y en tanto observa hacia afuera con pasividad, su mente está yendo a una velocidad impresionante buscando todas las opciones, todas las formas hasta entender que debería ser ella. No necesita más actos extra, ninguna otra interpretación.
De ella depende que su historia sea creíble, que todos los datos sean precisos. De que él entienda cuando todo se descubra el mal que le hizo. Lo que provocó en su ser hace quince años. Lo único que ocultará será su propia habilidad de asesina. Su entrenamiento será secreto para que cuando lo tenga justo donde lo requiere, no pueda defenderse siquiera. Que muera con dos tiros en la cabeza. No, que se caiga diez veces contra su cuchillo. No, con arsénico. Hay tantas maneras de matar a tal bastardo que se buscará la mejor de todas. El silencio se mantiene hasta llegar al hogar del licántropo. Ésto no puede ser mejor, saber dónde buscarlo, cuáles son sus sitios secretos, planeando el ataque. En ocasiones el destino es tan magnífico que devuelve todo como un boomerang. Uno tan grande que ni siquiera este condenado sabrá qué le golpeó hasta que sea demasiado tarde.
Baja del vehículo avanzando hacia el interior del inmueble revisando con la mirada las posibles salidas, los lugares para ocultarse. Para atacar en silencio, en las sombras. Le acompaña al segundo piso con la boca cerrada hasta que él toma la palabra. En la habitación, se para frente a la ventana corriendo la cortina para ver el exterior en tanto el licántropo se retira dándole privacidad. Cierra la puerta, la atranca antes de tomar las maletas, abrirlas para sacar su contenido colocando los vestidos en las perchas con gran rapidez denotando que está acostumbrada a no tener servidumbre. Una vez hecho, rasga el forro de algunas maletas para dejar a la vista sus vestimentas de la Liga que oculta con un hechizo mágico. Esta noche saldrá a pasear. Corrección - esta noche, Karsh, irás a investigar - su sonrisa es enigmática.
El fantasma asiente con la comprensión de quien ha trabajado en conjunto durante más de quince largos y productivos años. - Investiga el sitio, busca a mis hermanas, veamos si él las tiene todavía - su compañero desaparece para comprobar todo. En tanto, Lucinde coloca su amuleto de comunicación con Karsh, quien fuera su ancestro, dejando que un par de gotas de sangre caigan sobre él para recargar su poder. Lo deja en la ventana para que las últimas luces lo carguen de energía. En cuanto la noche inicie, lo recogerá para irse de ese lugar por la ventana en tanto Karsh se queda fingiendo ser ella.
Mientras tanto, permite que la servidumbre entre para llenar la bañera, si llega tarde a la cena, está segura que su olor le recompensará por la espera. Coloca en el agua de la tina, el aceite de vainilla y el almizcle. Los revuelve antes de dejar caer una gota de su sangre invocando un poder más oscuro. Una extraña pócima de amor que en lugar de ser bebida, sería introducida por su olfato y su tacto. Son los licántropos tan acostumbrados a estar tocándose, oliéndose, lamiéndose, que esta vez será lo que lo pierda por completo. Recita las palabras del conjuro antes de meterse en el agua para lavarse con rapidez procurando que todo su cuerpo esté bien impregnado de ese líquido, de los aceites que suavizan su piel, que la tornan perfecta para aquél que la mire.
Cuando termina, sale desnuda de la tina dejando que el agua caiga al piso sin consideraciones, toma la túnica para secarse y envolver su cuerpo en ésta. Ha tardado lo suficiente para que algún sirviente vaya a buscarla, levanta su cabello en una coleta descuidada en la nuca de su cabeza cuando Karsh se materializa - vienen por ti, él viene a por ti - se sonríe de lado en tanto el fantasma desaparece, ella quita el pestillo de la puerta para acercarse a la cama para dejar caer, justo cuando la puerta se abre a sus espaldas, la túnica dejando todo su cuerpo desnudo al descubierto dejando que la seda resbale por su piel hasta terminar en el piso.
De ella depende que su historia sea creíble, que todos los datos sean precisos. De que él entienda cuando todo se descubra el mal que le hizo. Lo que provocó en su ser hace quince años. Lo único que ocultará será su propia habilidad de asesina. Su entrenamiento será secreto para que cuando lo tenga justo donde lo requiere, no pueda defenderse siquiera. Que muera con dos tiros en la cabeza. No, que se caiga diez veces contra su cuchillo. No, con arsénico. Hay tantas maneras de matar a tal bastardo que se buscará la mejor de todas. El silencio se mantiene hasta llegar al hogar del licántropo. Ésto no puede ser mejor, saber dónde buscarlo, cuáles son sus sitios secretos, planeando el ataque. En ocasiones el destino es tan magnífico que devuelve todo como un boomerang. Uno tan grande que ni siquiera este condenado sabrá qué le golpeó hasta que sea demasiado tarde.
Baja del vehículo avanzando hacia el interior del inmueble revisando con la mirada las posibles salidas, los lugares para ocultarse. Para atacar en silencio, en las sombras. Le acompaña al segundo piso con la boca cerrada hasta que él toma la palabra. En la habitación, se para frente a la ventana corriendo la cortina para ver el exterior en tanto el licántropo se retira dándole privacidad. Cierra la puerta, la atranca antes de tomar las maletas, abrirlas para sacar su contenido colocando los vestidos en las perchas con gran rapidez denotando que está acostumbrada a no tener servidumbre. Una vez hecho, rasga el forro de algunas maletas para dejar a la vista sus vestimentas de la Liga que oculta con un hechizo mágico. Esta noche saldrá a pasear. Corrección - esta noche, Karsh, irás a investigar - su sonrisa es enigmática.
El fantasma asiente con la comprensión de quien ha trabajado en conjunto durante más de quince largos y productivos años. - Investiga el sitio, busca a mis hermanas, veamos si él las tiene todavía - su compañero desaparece para comprobar todo. En tanto, Lucinde coloca su amuleto de comunicación con Karsh, quien fuera su ancestro, dejando que un par de gotas de sangre caigan sobre él para recargar su poder. Lo deja en la ventana para que las últimas luces lo carguen de energía. En cuanto la noche inicie, lo recogerá para irse de ese lugar por la ventana en tanto Karsh se queda fingiendo ser ella.
Mientras tanto, permite que la servidumbre entre para llenar la bañera, si llega tarde a la cena, está segura que su olor le recompensará por la espera. Coloca en el agua de la tina, el aceite de vainilla y el almizcle. Los revuelve antes de dejar caer una gota de su sangre invocando un poder más oscuro. Una extraña pócima de amor que en lugar de ser bebida, sería introducida por su olfato y su tacto. Son los licántropos tan acostumbrados a estar tocándose, oliéndose, lamiéndose, que esta vez será lo que lo pierda por completo. Recita las palabras del conjuro antes de meterse en el agua para lavarse con rapidez procurando que todo su cuerpo esté bien impregnado de ese líquido, de los aceites que suavizan su piel, que la tornan perfecta para aquél que la mire.
Cuando termina, sale desnuda de la tina dejando que el agua caiga al piso sin consideraciones, toma la túnica para secarse y envolver su cuerpo en ésta. Ha tardado lo suficiente para que algún sirviente vaya a buscarla, levanta su cabello en una coleta descuidada en la nuca de su cabeza cuando Karsh se materializa - vienen por ti, él viene a por ti - se sonríe de lado en tanto el fantasma desaparece, ella quita el pestillo de la puerta para acercarse a la cama para dejar caer, justo cuando la puerta se abre a sus espaldas, la túnica dejando todo su cuerpo desnudo al descubierto dejando que la seda resbale por su piel hasta terminar en el piso.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Mientras se acomodaba ella, él aprovechó para ir a su despacho y revisar envios y ordenes que llegaban de la santa sede, misiones u otras ocupaciones que le mantenían ocupado, despues de aplacar el papeleo, decidió destensarse por el subidón sexual que había tenido por culpa del maldito aroma que ella desprendia, que le tenía altamente alterado, asi que dejó el papeleo y empezó a hacer ejercició, unas flexiones, unos abdominales para mantener la alta forma fisica y quemar un poco para desfogar, y despues dar unos puñetazos al saco de arena terminando de calmar ya sus ansias y escuchando como uno de los sirvientes venía a avisarlo de que la cena estaba lista, el licántropo asintió y se aseó para bajar presentable a cenar, más cuando llegó observó como estaba aun el asiento de su nueva acompañante no estaba ocupado, el licántropo se sentó apoyando su mentón en su mano mientras esperaba, empezando a tamborilear los dedos con cierta impaciencia, mientras uno de los sirvientes aseguró que no hubo respuesta de la joven, Septimus arqueó la ceja y la dió cinco minutos más de cortesía, al ver que no venía se levantó para ir a buscarla, preguntandose por que demonios no venía, si quería dormir bastaba con avisar al jodido servicio, el humor del licántropo se turbiaba mientras iba a la habitación.
Su paso era largo, rapido, mientras raudo se dirigia a la habitación de la joven, preguntandose si ese planton era gratuito o quizá se quedó dormida al acomodarse, que también era una de las posibilidad de lo que haya ocurrido ahí, llamó antes de introducirse en el habitaculo justo en el momento que su visión siguió el camino que daba la seda hasta quedar a los pies y el cuerpo de la femina totalmente desnudo, el golpe que le dió ese aroma contra sus fosas nasales hizo a gruñir con ferocidad, sus fosas nasales se ampliaron, ese aroma le enloquecía, si ella hubiera bajado la mirada podría haber observado como en la entrepierna del licántropo que se veía alzada, abultada de cuanta manera y él ni se molestó en ocultarlo.
La mirada era la de un autentico depredador, tenía ganas de tirarse encima, acorralarla contra el mismo suelo y enseñarle como era ser montada por un lobo, morderla la nuca mientras lo hace, y no solo de manera convencional que digamos, si no de la manera más salvaje donde toda perversión es valida.
Sonrió de forma engreida, mientras se acercó a ella, tenía las pupilas tan dilatadas que sus ojos en lugar de azules parecían negros como una noche sin luna, se acercó a ella agachandose sin perder la mirada de ella recogiendo con dos dedos la seda para colocarsela por encima, su semblante era serío mucho, su actitud totalmente la de un macho alfa, la cubrio delicadamente y luego la agarró del mentó para que alzase la vista a mirarle, acercó su rostro casi que pareciera que le fuese a besar, pero no lo hizo.- Baja a cenar.....no es una sugerencía.- Era una clara orden mientras totalemnte embrutecido la suelta y se coloca a su espalda para que avance, unicamente cubierta por esa bata de seda que dibujaba su figura. -¡Vamos!.- Gruñe de manera profunda, imponiendose, usando su propio cuerpo para obligar a la joven a avanzar al comedor.
Su paso era largo, rapido, mientras raudo se dirigia a la habitación de la joven, preguntandose si ese planton era gratuito o quizá se quedó dormida al acomodarse, que también era una de las posibilidad de lo que haya ocurrido ahí, llamó antes de introducirse en el habitaculo justo en el momento que su visión siguió el camino que daba la seda hasta quedar a los pies y el cuerpo de la femina totalmente desnudo, el golpe que le dió ese aroma contra sus fosas nasales hizo a gruñir con ferocidad, sus fosas nasales se ampliaron, ese aroma le enloquecía, si ella hubiera bajado la mirada podría haber observado como en la entrepierna del licántropo que se veía alzada, abultada de cuanta manera y él ni se molestó en ocultarlo.
La mirada era la de un autentico depredador, tenía ganas de tirarse encima, acorralarla contra el mismo suelo y enseñarle como era ser montada por un lobo, morderla la nuca mientras lo hace, y no solo de manera convencional que digamos, si no de la manera más salvaje donde toda perversión es valida.
Sonrió de forma engreida, mientras se acercó a ella, tenía las pupilas tan dilatadas que sus ojos en lugar de azules parecían negros como una noche sin luna, se acercó a ella agachandose sin perder la mirada de ella recogiendo con dos dedos la seda para colocarsela por encima, su semblante era serío mucho, su actitud totalmente la de un macho alfa, la cubrio delicadamente y luego la agarró del mentó para que alzase la vista a mirarle, acercó su rostro casi que pareciera que le fuese a besar, pero no lo hizo.- Baja a cenar.....no es una sugerencía.- Era una clara orden mientras totalemnte embrutecido la suelta y se coloca a su espalda para que avance, unicamente cubierta por esa bata de seda que dibujaba su figura. -¡Vamos!.- Gruñe de manera profunda, imponiendose, usando su propio cuerpo para obligar a la joven a avanzar al comedor.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
La tela recorre su espalda pasando por su cintura para hacer un quiebre por sus glúteos y de ahí, quedar inerte en el piso. Seda pura, de la más alta calidad, importada de Hong Kong sabiendo que él está a espaldas suyas. Alarga la mano para tomar la primera prenda que debiera colocarse, los largos pantalones que hacen las veces de ropa interior. Blancos, impolutos, llega a manchar con las falanges la tela con un poco de aceite, puesto que ni siquiera ha terminado de secarse. Justo escucha ese gruñido violento que la obliga a mirar por encima de su hombro el cómo la musculatura del hombre parece hincharse, recorriendo su cuerpo, advierte que su virilidad está inhiesta creando una extraña forma en sus pantalones.
La desea, la anhela, en sus ojos está clavada esa idea de posesión que ha visto en varios hombres con quienes ha usado el hechizo con anterioridad. Se acerca a ella que en lugar de cubrirse, sólo alza la cabeza en plena actitud de rebeldía, ese poderío, la manera en que avanza señor y amo, depredador contra la presa, con las fosas nasales dilatadas absorbiendo más y más su aroma sin comprender que todo ésto le enloquecerá con rapidez, las pisadas fuertes, tremendas del licántropo a sus espaldas le llevan a un paso de distancia. En la mirada azulea de la fémina se puede apreciar la rebeldía y la manera en que lo reta a hacer algo. Ella está más acostumbrada a la desnudez que cualquier mujer europea.
Ni siquiera pareciera ponerse nerviosa por la forma en que parece comérsela con la mirada. Toca la bata con los dedos desnudos. Error. La tela sigue húmeda puesto que con ella se secó el cuerpo. Así que el aceite ha impregnado su epidermis. Deja que la coloque en sus hombros rozando su piel que la cubra con ésta en total silencio. Le vuelve a tocar, esta vez en el mentón obligando a que lo mire, esas fosas nasales son tan visibles que parece increíble que no entienda cuánto demuestra de su personalidad licántropa con esas acciones tan sencillas. Sus pupilas dilatadas se acercan más y más antes de que pareciera que va a besarla, cambia de opinión provocando una sonrisa de lado en la mujer. Las orden es recibida con una ceja arqueada. - Sí, señor - va a tomar la ropa para vestirse cuando él se coloca a sus espaldas limitando el espacio personal de la mujer.
Es una orden silenciosa lo que la deja sonriendo divertida, sobre todo cuando insiste, su risa resuena en la habitación - a mí no me preocuparía sentarme así en su mesa, si cree que me avergüenza, está equivocado. Lo que vio en la sede de la Inquisición fue una actuación para no llamar la atención. Sin embargo, ¿Qué diría su servidumbre de que tiene en la mesa a una mujer con pocas ropas? ¿Qué dirían de usted? ¿Qué dirían en la Santa Sede? ¿Lo imagina? - aún así, toma el cinturón de la seda para envolver bien su cuerpo, se suelta el cabello para darle un efecto más salvaje al atuendo mirándolo por encima del hombro - ¿Indicará el camino o lo sigo como quiera? - si él quiere que se siente así en la mesa. Ella no tiene el menor de los problemas. A ver si él resiste a que sirvan el segundo plato. Empieza a avanzar con dirección a la puerta dejando que la seda húmeda permita mostrar los lugares de su cuerpo como los senos y las caderas, los glúteos y la espalda. Ahí donde más mojada está, la tela de color blanco es más translúcida.
La desea, la anhela, en sus ojos está clavada esa idea de posesión que ha visto en varios hombres con quienes ha usado el hechizo con anterioridad. Se acerca a ella que en lugar de cubrirse, sólo alza la cabeza en plena actitud de rebeldía, ese poderío, la manera en que avanza señor y amo, depredador contra la presa, con las fosas nasales dilatadas absorbiendo más y más su aroma sin comprender que todo ésto le enloquecerá con rapidez, las pisadas fuertes, tremendas del licántropo a sus espaldas le llevan a un paso de distancia. En la mirada azulea de la fémina se puede apreciar la rebeldía y la manera en que lo reta a hacer algo. Ella está más acostumbrada a la desnudez que cualquier mujer europea.
Ni siquiera pareciera ponerse nerviosa por la forma en que parece comérsela con la mirada. Toca la bata con los dedos desnudos. Error. La tela sigue húmeda puesto que con ella se secó el cuerpo. Así que el aceite ha impregnado su epidermis. Deja que la coloque en sus hombros rozando su piel que la cubra con ésta en total silencio. Le vuelve a tocar, esta vez en el mentón obligando a que lo mire, esas fosas nasales son tan visibles que parece increíble que no entienda cuánto demuestra de su personalidad licántropa con esas acciones tan sencillas. Sus pupilas dilatadas se acercan más y más antes de que pareciera que va a besarla, cambia de opinión provocando una sonrisa de lado en la mujer. Las orden es recibida con una ceja arqueada. - Sí, señor - va a tomar la ropa para vestirse cuando él se coloca a sus espaldas limitando el espacio personal de la mujer.
Es una orden silenciosa lo que la deja sonriendo divertida, sobre todo cuando insiste, su risa resuena en la habitación - a mí no me preocuparía sentarme así en su mesa, si cree que me avergüenza, está equivocado. Lo que vio en la sede de la Inquisición fue una actuación para no llamar la atención. Sin embargo, ¿Qué diría su servidumbre de que tiene en la mesa a una mujer con pocas ropas? ¿Qué dirían de usted? ¿Qué dirían en la Santa Sede? ¿Lo imagina? - aún así, toma el cinturón de la seda para envolver bien su cuerpo, se suelta el cabello para darle un efecto más salvaje al atuendo mirándolo por encima del hombro - ¿Indicará el camino o lo sigo como quiera? - si él quiere que se siente así en la mesa. Ella no tiene el menor de los problemas. A ver si él resiste a que sirvan el segundo plato. Empieza a avanzar con dirección a la puerta dejando que la seda húmeda permita mostrar los lugares de su cuerpo como los senos y las caderas, los glúteos y la espalda. Ahí donde más mojada está, la tela de color blanco es más translúcida.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
La orden fue dada, la había atosigado para que fuera asi vestida hasta el comedor donde tenía intención que le acompañase en la cena, ese maldito olor, lo tenía impregnado hasta en la piel, lo odiaba, lo encantaba, sus instintos más animales pedían a gritos que la montara, que la domara, esa aptitud rebelde le gusta, es atrayente, pero los cambios de comportamiento le mantienen ligeramente en el recelo. La miraba con esa seda que transparentaba sus curvas deseables, sin duda alguna esa mujer debía ser concubina del diablo, era tan deseable, toda ella, era la manzana prohibida, no tenía otra explicación. Era perfecta, deseable, rubia, preciosa, se relamía como un lobo se relame cuado ve al cordero. Quiere comersela entera, en más de un sentido, le despierta de la manera más tremenda ese animal que quiere ocultar, ese lado oscuro que hasta la luna llena duerme, se mantiene en silencio, pero él acepta al lobo como parte de él, es la unica forma de conseguir el don de gaia y poder dar caza a los herejes, pero ella no lo era, no, venía de parte de la iglesia, no podía serlo.
Sacudió su cabeza ligeramente para entrecerrar los ojos cuando la escuchó hablar, con ese aire seguro, con la timidez absolutamente disipada, una fachada, una cortina de humo, eso dió que pensar en que podía tener algo que no enseñaba, algo oculto, pero era todo un misterio para él, la escuchó y ladeó la sonrisa de forma engreida, sin duda su osadia era tremenda, esa insinuación casi se le antoja amenazante, más él se inclina para agacharse un poco a su altura. -Uhm querida...es de noche, los siervos que vas a ver son miembros de confianza personal...¿realmente piensas que aqui alguien tiene algo que decir?.- Aseguró el licántropo volviendo a incorporarse todo lo alto que es. -Hueles deliciosa niña, yo que tú estaría preocupada de las pasiones que levante insinuandome asi.- Omitia su naturaleza, no sabía hasta donde sabía asi que no iba a revelar su naturaleza tan a la ligera, no confia en ella, por muchas ganas que tenga de poseerla, hacerla suya, su hembra, su presa, su propiedad, se sentía tan territorial.
Sin duda esta noche le iba a doler los huevos cuando se fuera a la cama, mientras acompaña a la rubia por los pasillos, cruzandose con algunos miembros de la manada que sin duda percibe el olor, pero el alfa es el alfa, y él mandaba sobre todos, aquí era su voluntad, el mandaba, al llegar retiró la silla ofreciendole asiento y el sentandose junto a ella, mientras servían los entrantes, el lobo tenía la mirada dilatada devorandola con ella. -Podría acostumbrarme a esta visión todas las noches preciosa...te queda bien ese trasparente camison.- El tomaba la sopa servida, mientras casi salivaba provocado por esa maldita bruja...¿le estaría hechizando? ¿o es que había encontrado con su perdición? más mantuvo la compostura durante la cena, mientras el bulto de su pantalon era exageradamente notable, la tenía en erección absoluta, y sin duda ansiaba un desfogue urgente, más empezó a observar a un lado y a otro, a sus miembros machos de la manada, sin abrir la boca, aguantó toda la cena y las provocaciones que le despertaba la rubía, el lobo empezó a lanzar miradas hostiles al resto de los de su manada que empezarón a retirarse achantados por el caracter dominante de este, más la miró. -Realmente eres preciosa.- Se permitió el lujo de decirle, sin vergüenza, las formalidades habían quedado en el carruaje de camino, el licántropo se incorporó y se inclinó sobre ella desde atras de la silla, pasando su nariz a milimetros de la piel de su cuello, chocando el ardiente aliento que exhalaba por los labios contra su piel notando como este se erizaba por el contraste de temperatura, más despues de hacer eso se incorporó observandola.
Sacudió su cabeza ligeramente para entrecerrar los ojos cuando la escuchó hablar, con ese aire seguro, con la timidez absolutamente disipada, una fachada, una cortina de humo, eso dió que pensar en que podía tener algo que no enseñaba, algo oculto, pero era todo un misterio para él, la escuchó y ladeó la sonrisa de forma engreida, sin duda su osadia era tremenda, esa insinuación casi se le antoja amenazante, más él se inclina para agacharse un poco a su altura. -Uhm querida...es de noche, los siervos que vas a ver son miembros de confianza personal...¿realmente piensas que aqui alguien tiene algo que decir?.- Aseguró el licántropo volviendo a incorporarse todo lo alto que es. -Hueles deliciosa niña, yo que tú estaría preocupada de las pasiones que levante insinuandome asi.- Omitia su naturaleza, no sabía hasta donde sabía asi que no iba a revelar su naturaleza tan a la ligera, no confia en ella, por muchas ganas que tenga de poseerla, hacerla suya, su hembra, su presa, su propiedad, se sentía tan territorial.
Sin duda esta noche le iba a doler los huevos cuando se fuera a la cama, mientras acompaña a la rubia por los pasillos, cruzandose con algunos miembros de la manada que sin duda percibe el olor, pero el alfa es el alfa, y él mandaba sobre todos, aquí era su voluntad, el mandaba, al llegar retiró la silla ofreciendole asiento y el sentandose junto a ella, mientras servían los entrantes, el lobo tenía la mirada dilatada devorandola con ella. -Podría acostumbrarme a esta visión todas las noches preciosa...te queda bien ese trasparente camison.- El tomaba la sopa servida, mientras casi salivaba provocado por esa maldita bruja...¿le estaría hechizando? ¿o es que había encontrado con su perdición? más mantuvo la compostura durante la cena, mientras el bulto de su pantalon era exageradamente notable, la tenía en erección absoluta, y sin duda ansiaba un desfogue urgente, más empezó a observar a un lado y a otro, a sus miembros machos de la manada, sin abrir la boca, aguantó toda la cena y las provocaciones que le despertaba la rubía, el lobo empezó a lanzar miradas hostiles al resto de los de su manada que empezarón a retirarse achantados por el caracter dominante de este, más la miró. -Realmente eres preciosa.- Se permitió el lujo de decirle, sin vergüenza, las formalidades habían quedado en el carruaje de camino, el licántropo se incorporó y se inclinó sobre ella desde atras de la silla, pasando su nariz a milimetros de la piel de su cuello, chocando el ardiente aliento que exhalaba por los labios contra su piel notando como este se erizaba por el contraste de temperatura, más despues de hacer eso se incorporó observandola.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Descalza cual bailarina de sultanes, da un paso firme, elegante, casi danzando en el piso al tiempo que de reojo le observa - ¿Insinúa que la odalisca puede temer de los extraños que lleguen a su lado queriendo robar lo que por derecho le corresponde a los Sultanes del Imperio Otomano? No todas eran elegidas por sus artes en la danza, el canto o las artes sexuales, algunas éramos elegidas por la Sultán Valide para espiar a los enemigos - de forma superficial le da a entender quién pudiera ser, uno de sus rostros. Si conociera de la cultura sabría que eran esclavas de las esposas y concubinas. A menos que tuvieran experiencia en las artes que ella mencionó, serían concubinas del Sultán. Y si no las tenía ¿Fue o no fue? Esa era la incógnita. - Si huelo delicioso ¿Podría ser para agradaros o para torturaros? - deja en el aire la frase antes de avanzar.
Sus pies siguen sin inmutarse, palpando el suelo frío en tanto busca con la mirada hacia dónde conducirse consiguiendo encontrar el camino con facilidad, la casa es grande, más puede ubicarse con facilidad. Se encontró con algunos personajes, sus auras le indicaron su condición sobrenatural, está a salvo sabiendo que Septimus es el alfa, sólo es necesario ver cómo bajan la cabeza de estar primero atentos y con las fosas muy abiertas respirando su aroma dispuestos a saltar hasta que la propia esencia del inquisidor se hace presente para aceptar la superioridad del otro mostrando inclusive uno de ellos, el cuello al escuchar un leve gruñido de molestia por el mayor.
En cuanto llega al comedor, él se afana en separar la silla para que ella pueda tomar asiento. Como si estuviera vestida con largos ropajes, se recoge las faldas de la túnica dejando que el licántropo tenga una excelente visión de su trasero antes de sentarse esperando a que le sirvan, señorial y elegante como si sus prendas fueran los ropajes más caros y lujosos del mundo. Su vista hambrienta con esas pupilas dilatadas son un claro precedente de lo que desea, de que el hechizo está enredándose en su mente, en su cuerpo como si fueran enredaderas de violento poder, de lujuria y salvajismo. Donde en su instinto sólo esté el instinto de la posesión, de que nadie la toque, la mire, la huela, de que toda ella es suya y así, llegar a las últimas consecuencias.
Poco a poco va viendo el éxito de su hechizo, en tanto ella toma la sopa con tranquilidad, son los actuares del lobo los que le dan esta afirmación. Se torna territorial, irascible, mirando primero a los demás machos comparando su posición con la de ellos. Después, el tiempo pasa y ahora, al término del plato fuerte, sus miradas se tornan más agresivas. Poco a poco los demás van abandonando el lugar sabiendo que el alfa requiere su propio espacio. Es innecesario un gruñido, una sola de sus miradas es perfecta para que les dejen solos. Lo mira levantarse esperando a ver qué hará, no la decepciona, al menos no del todo.
Se planta atrás de ella sujetando la silla con fuerza, se nota por la forma en que sus nudillos se tornan blancos, se acerca para olfatear su epidermis recubierta por el poderoso aceite, sólo necesita una simple acción para hacerlo caer por completo en su hechizo. Sus palabras son perfectas, está cayendo cada vez más en el abismo de la lujuria del cual será imposible salir si la mujer se niega a ello. El macho está a la expectativa sin saber cómo proceder. Tan quieto como si pronto esperara saltar para defenderse o bien, atacar. Es el momento. Lucinde pone la servilleta sobre la mesa. Coloca las manos en la superficie de la misma para irse incorporando antes de recuperar la vertical separando las palmas de la madera recubierta por el largo mantel. Se voltea al lobo tan lento que pareciera provocar su carácter.
Se acerca paso a paso hasta quedar frente a él - Si soy tan hermosa ¿Por qué no tomas lo que se te ofrece? ¿Acaso son tus reservas licántropas lo que te lo impiden? Y no te preocupes por eso, me gustan los lobos, más en luna llena, donde me jacto de someterlos al roce de mi mano - para reafirmar sus palabras, coloca una palma sobre el pecho de Septimus y la otra contra su nuca obligando a que baje la cabeza al tiempo que atrapa sus labios paladeando su sabor, haciendo que el hechizo se complete al instante en que el lobo prueba ese aceite subyugante, embriagador y adictivo haciendo que su lobo exija más. Muchas y mil veces más.
Sus pies siguen sin inmutarse, palpando el suelo frío en tanto busca con la mirada hacia dónde conducirse consiguiendo encontrar el camino con facilidad, la casa es grande, más puede ubicarse con facilidad. Se encontró con algunos personajes, sus auras le indicaron su condición sobrenatural, está a salvo sabiendo que Septimus es el alfa, sólo es necesario ver cómo bajan la cabeza de estar primero atentos y con las fosas muy abiertas respirando su aroma dispuestos a saltar hasta que la propia esencia del inquisidor se hace presente para aceptar la superioridad del otro mostrando inclusive uno de ellos, el cuello al escuchar un leve gruñido de molestia por el mayor.
En cuanto llega al comedor, él se afana en separar la silla para que ella pueda tomar asiento. Como si estuviera vestida con largos ropajes, se recoge las faldas de la túnica dejando que el licántropo tenga una excelente visión de su trasero antes de sentarse esperando a que le sirvan, señorial y elegante como si sus prendas fueran los ropajes más caros y lujosos del mundo. Su vista hambrienta con esas pupilas dilatadas son un claro precedente de lo que desea, de que el hechizo está enredándose en su mente, en su cuerpo como si fueran enredaderas de violento poder, de lujuria y salvajismo. Donde en su instinto sólo esté el instinto de la posesión, de que nadie la toque, la mire, la huela, de que toda ella es suya y así, llegar a las últimas consecuencias.
Poco a poco va viendo el éxito de su hechizo, en tanto ella toma la sopa con tranquilidad, son los actuares del lobo los que le dan esta afirmación. Se torna territorial, irascible, mirando primero a los demás machos comparando su posición con la de ellos. Después, el tiempo pasa y ahora, al término del plato fuerte, sus miradas se tornan más agresivas. Poco a poco los demás van abandonando el lugar sabiendo que el alfa requiere su propio espacio. Es innecesario un gruñido, una sola de sus miradas es perfecta para que les dejen solos. Lo mira levantarse esperando a ver qué hará, no la decepciona, al menos no del todo.
Se planta atrás de ella sujetando la silla con fuerza, se nota por la forma en que sus nudillos se tornan blancos, se acerca para olfatear su epidermis recubierta por el poderoso aceite, sólo necesita una simple acción para hacerlo caer por completo en su hechizo. Sus palabras son perfectas, está cayendo cada vez más en el abismo de la lujuria del cual será imposible salir si la mujer se niega a ello. El macho está a la expectativa sin saber cómo proceder. Tan quieto como si pronto esperara saltar para defenderse o bien, atacar. Es el momento. Lucinde pone la servilleta sobre la mesa. Coloca las manos en la superficie de la misma para irse incorporando antes de recuperar la vertical separando las palmas de la madera recubierta por el largo mantel. Se voltea al lobo tan lento que pareciera provocar su carácter.
Se acerca paso a paso hasta quedar frente a él - Si soy tan hermosa ¿Por qué no tomas lo que se te ofrece? ¿Acaso son tus reservas licántropas lo que te lo impiden? Y no te preocupes por eso, me gustan los lobos, más en luna llena, donde me jacto de someterlos al roce de mi mano - para reafirmar sus palabras, coloca una palma sobre el pecho de Septimus y la otra contra su nuca obligando a que baje la cabeza al tiempo que atrapa sus labios paladeando su sabor, haciendo que el hechizo se complete al instante en que el lobo prueba ese aceite subyugante, embriagador y adictivo haciendo que su lobo exija más. Muchas y mil veces más.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El aroma era perfecto perfume que lo tenían absolutamente absorto, sin poder haber esquivado ese impulso de acercarse a ella, pasear su nariz a pocos milimetros de su piel, enloqueciendo por la fragancia, estrellando su calido aliento provocando que ella erizara su suave piel, la deseaba morder, lamer, era su tentación, maldita concubina de satanas, le tenía absolutamente adicto a ella, a ese aroma, que sentía la inmesa gana de proclamar como propio, marcar cada parte de esa piel clara, delicada, suavemente pasó la llema de los dedos por esa seda, aguantando los impulsos fieros y salvajes que le pedía el propio instinto, el lobo quería montarla, oirla gritar, oirla que suplicara por más y más mientras la destrozaba hasta que apena ella pudiera moverse, por la dominancia del licántropo, y heridas y bocados decoraran ese hermoso cuerpo, mientras salía y entraba de ella usando sin consideración su condición sobrenatural para aplicarla en el momento de lujuria. La escena que se imaginaba era tan brutal como morbosa, se relamía de solo imaginarlo, sin compasión, eso quería el hombre, no, el hombre no...lo quería el lobo, cumplir mil y una fantasias a golpe de mancillar ese precioso cuerpo, mientras sus dorados cabellos se enredaban entre sus dedos, el lobo aullaba en su interior.
Más la maldita no estaba contenta con ello, no, esa maldita era una provocadora, no, solo tenía piel de cordero, pero no era del rebaño, solo había que ver esa mirada desafiante tan escitante, más se puso de nuevo serio, mirandola con las pupilas dilatabas, exitado si, pero había que mantener la compostura, era el perro de Dios y aunque tenía cierta libertad para saciar sus instintos, esta no era una fulana que encontró en una taberna con la que pasar el rato y hacerla las depravaciones que desease dejando al terminar unos francos sobre su agotado cuerpo estenuado.
Más sus palabras hicieron que el licántropo alzara una ceja observandola, como sus palabras eran una pura provocación, ¿que la tomase? estaba loca, no sabe lo que le estaba pidiendo, más su frase una vez más reveló más de lo que parecía, ya que el comentarío anterior que hizo antes de llegar a cenar aunque no le hubiera respondido había sacado conclusiones. Más dió un resoplido fuerte cuando aseguró que acariciaba a un licántropo en su transformación sin duda era sumamente osada, demasiado para lo que le convenía, pues estaba ante EL lobo, y ella aun no lo sabía, eso estaba claro.
Notó su calida mano posarse en su pecho, eso hizo que Septimus bajara la vista a mirar eso con ese aire serio, má fue su mano la que tiró de la nuca para estrellar sus labios contra los ajenos, notando su testura, su suavidad, el beso empezó a terciar mas lujurioso, su boca devoró los labios ajenos para colar una juguetona lengua en la boca de ella, a la vez que la cargó acomodando la spiernas de ella alrededor de su cintura y sujetandola con la siniestra en sus nalgas y la diestra en su nuca.
La besaba de esa forma lasciva, embriagado de ella, lamiendo sus labios, y mordiendo el labio inferior cuando terminó el beso antes de volver a continuar con otro lascivo beso, mientras caminaba de vuelta a la habitación de ella donde la posó en la cama y él se colocó sobre ella manteniendole debajo de él, como la presa que es, sus besos se deslizaron por el cuello de ella, antes de lamer sus labios colando una vez más su lengua, apoyandose sobre ella para que notase su hombria bien despierta.
Más se detuvo, se frenó y la observó acariciandole la cara con suavidad. -No, no, esto no está bien..- Se incorpora, y se levantó observandola. -Descansa preciosa.- Dijo él antes de retirarse con una reverencia y salir cerrando la puerta detras de él, le van a doler los huevos pero no podía continuar con ello, cuando salió se echó el pelo hacia atras estaba sudando, maldita joven, que demonios le pasaba con esa mujer, maldita provocadora, gruñó para retirarse a su despacho un poco antes de ir a su habitación a dormir.
Más la maldita no estaba contenta con ello, no, esa maldita era una provocadora, no, solo tenía piel de cordero, pero no era del rebaño, solo había que ver esa mirada desafiante tan escitante, más se puso de nuevo serio, mirandola con las pupilas dilatabas, exitado si, pero había que mantener la compostura, era el perro de Dios y aunque tenía cierta libertad para saciar sus instintos, esta no era una fulana que encontró en una taberna con la que pasar el rato y hacerla las depravaciones que desease dejando al terminar unos francos sobre su agotado cuerpo estenuado.
Más sus palabras hicieron que el licántropo alzara una ceja observandola, como sus palabras eran una pura provocación, ¿que la tomase? estaba loca, no sabe lo que le estaba pidiendo, más su frase una vez más reveló más de lo que parecía, ya que el comentarío anterior que hizo antes de llegar a cenar aunque no le hubiera respondido había sacado conclusiones. Más dió un resoplido fuerte cuando aseguró que acariciaba a un licántropo en su transformación sin duda era sumamente osada, demasiado para lo que le convenía, pues estaba ante EL lobo, y ella aun no lo sabía, eso estaba claro.
Notó su calida mano posarse en su pecho, eso hizo que Septimus bajara la vista a mirar eso con ese aire serio, má fue su mano la que tiró de la nuca para estrellar sus labios contra los ajenos, notando su testura, su suavidad, el beso empezó a terciar mas lujurioso, su boca devoró los labios ajenos para colar una juguetona lengua en la boca de ella, a la vez que la cargó acomodando la spiernas de ella alrededor de su cintura y sujetandola con la siniestra en sus nalgas y la diestra en su nuca.
La besaba de esa forma lasciva, embriagado de ella, lamiendo sus labios, y mordiendo el labio inferior cuando terminó el beso antes de volver a continuar con otro lascivo beso, mientras caminaba de vuelta a la habitación de ella donde la posó en la cama y él se colocó sobre ella manteniendole debajo de él, como la presa que es, sus besos se deslizaron por el cuello de ella, antes de lamer sus labios colando una vez más su lengua, apoyandose sobre ella para que notase su hombria bien despierta.
Más se detuvo, se frenó y la observó acariciandole la cara con suavidad. -No, no, esto no está bien..- Se incorpora, y se levantó observandola. -Descansa preciosa.- Dijo él antes de retirarse con una reverencia y salir cerrando la puerta detras de él, le van a doler los huevos pero no podía continuar con ello, cuando salió se echó el pelo hacia atras estaba sudando, maldita joven, que demonios le pasaba con esa mujer, maldita provocadora, gruñó para retirarse a su despacho un poco antes de ir a su habitación a dormir.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Su desafío es aceptado y superado. Los labios del licántropo exigen, demandan, quieren acaparar todo en Lucinde y mucho más. Su boca la devora como si fuera un tierno conejo, aprovechándose de su propio consentimiento para dar paso a la señora de la lujuria. Si de algo puede pecar este condenado es de eso, de ser cautivo de sus más bajos instintos. Su lengua entra al campo de batalla atacando sin piedad, la tregua es algo impensable. Y la hechicera responde al mismo nivel, devolviendo cada mordida, cada roce de su boca, cada lamida, el encuentro de sus músculos bucales se torna en segundos demasiado adictivo para ambos. ¿Para ambos?
¿Para ambos?
Y sí, ese olor del licántropo la atrapa, aquél que demanda marcar su cuerpo como suyo ante sus congéneres llega a su sensible y entrenado olfato para arrancar cualquier pensamiento de su mente, cualquier sensación es aplastada por las patas de la bestia, sus tapujos son rasgados por sus garras. Unas que se afianzan en sus glúteos sin reparos ni tapujos elevándola del piso para obligarla a abrir sus piernas y rodear las caderas del varón con ellas pudiendo sentir en su desnuda carne la virilidad inhiesta y preparada para el acto sexual. La mantiene en esa posición con una mano en su cintura y otra en su nuca haciendo que ella apriete entre sus dedos los cabellos del longevo ser, que sus senos se aplasten contra su pecho dando lugar a que el cinturón se le afloje. El rítmico golpeteo cadera contra cadera termina de soltar el sujetador de su bata que cae al piso quedando olvidado abriendo ésta al acceso de un cuerpo bien formado por el ejercicio.
Las curvas de la mujer son contrastantes contra la firmeza del cuerpo del macho que vuelve, tras una pequeña tregua para dar oportunidad a que la respiración sea un poco más acompasada, a exigir lo que se le está prometiendo, entre mordidas y succiones, la fémina es obligada a jadear, a apretarse más contra él dejando una humedad que es correspondida por la del hombre en un pantalón que apenas puede contener los instintos de ambos por aparearse. Puede sentir cómo deshace el camino hacia la recámara que le entregó para descansar, en tanto ella se apropia de su labio inferior succionando, apretando y jalando hacia ella el pliegue ansiosa. Dando después cierto alivio con la lengua en tanto su aroma sigue intoxicando su nariz, esa marca licántropa está haciendo lo mismo que ella buscara para él, atando su sino al del macho. Si uno cae, la otra por supuesto que lo hará, esa es la labor del lobo, atrapar a su presa para que no pueda marcharse sin mirar atrás.
Con eso, la hechicera no contaba al preparar el hechizo. Un jadeo femenino escapa de sus labios cuando siente a las espaldas el colchón de la cama contra el que es presionada por el peso del macho que busca marcar a su hembra, que la va a tomar sin prisa, pero sin pausa. Su cuello recibe cada beso de ese hombre, puede escuchar cómo sigue oliendo su aroma, absorbiendo el hechizo por su boca, con cada parte del aceite que consume, corresponde con ansiedad su beso, jugueteando con su lengua, gimiendo profundo al sentir una opresión en el vientre cuando él deja sentir su masculinidad lista para la labor, para fundirse en sus entrañas. Arquea el cuello ofreciéndose lasciva, ansiosa. En tanto él sigue mostrando su poderío de macho alfa, ella corresponde lubricándose, haciendo notar que le acepta, que sólo es cuestión de que se libere para que se sumerja en su interior henchido y húmedo, ansioso por rodear esa virilidad inhiesta.
¿Por qué entonces se detiene? Abre los ojos de golpe escuchando cómo el licántropo, no. No es el licántropo, es el hombre al que de pronto le entra la moral y se separa dejándola ansiosa, necesitada y mojada. Por un instante quiere matarlo, más cuando le hace una reverencia para irse dejándola cuasi desnuda en la cama y frustrada. Sobre todo, frustrada. ¿Frustrada? Oh no. Ese es un anhelo que resuelve con la habilidad de años llevando sus falanges al centro de su placer para presionar en movimientos circulares hasta tener su orgasmo. Una vez auto complacida, se relame los labios sentándose en la cama para reír a carcajadas. ¡Tenía que ser un cobarde! Por un instante se queda tensa pensando que quizá la reconoció. Eso atenaza su corazón haciéndolo sangrar. No, no puede ser. De haber sido así, no se habría ido. Le habría hecho daño. Sacude la cabeza para ir a lavarse esta vez con agua limpia quitándose todo el aceite para tomar sus ropas.
A pesar de la frustración y quizá espoleada por ésta, tiene que salir a hacer su labor. La Liga estaría muy decepcionada como se deje llevar por un hombre y olvide sus obligaciones. Se viste con rapidez, en tanto convoca a Karsh que se materializa mirando sus actuares para cambiarse con serenidad apoyándose en la pared haciendo su cuerpo corpóreo antes de adoptar la forma física de Lucinde - me alegra que dejemos la lujuria aparte para ir a trabajar. Me quedaré aquí para que él piense que sigues en su casa, invócame sólo en caso de extrema necesidad. Tus hermanas no están aquí, si es que están vivas, te lo informo de una vez. Y Lucinde - le mira intenso cuando ella voltea sus ojos a los suyos - no te arriesgues demasiado en tu primera excursión - hasta que la fémina acepta, él se acomoda en la cama tomando la bata para mirarla antes de vestirse con ella habiendo tomado su apariencia.
Lucinde invoca el hechizo para transformar su cuerpo en el de Karsh, un intercambio de apariencias que les ayudarán en esta labor. Se cubre la cabeza con la tela negra dejando a la vista los ojos que ahora son masculinos, se echa la capucha encima para abrir la ventana que da al exterior. Un intercambio de miradas y la figura salta con habilidad propia de los miembros de la Liga para caer al suelo con facilidad escapando con rapidez y eficacia. Nadie se da cuenta de esta salida en tanto Karsh mira al techo aburrido. Observa la tela que cubre su cuerpo para hacer algo diferente. Se teletransporta a la habitación del licántropo dejando la tela escondida en el interior del colchón de éste, utilizando su incorpórea mano para que sea imposible encontrar la tela por más que volteen el objeto, tendrían que rasgarlo para encontrarla. Sonríe con diversión malsana.
La dejó frustrada, a medias del acto sexual, él va a vengar la afrenta haciendo que ni siquiera el inquisidor pueda dormir de tener las narices llenas del aroma de la mujer en su propia cama. Tendrá una noche difícil. Vuelve a la habitación y gira el seguro para atrancar bien la puerta. Así, si quiere terminar la labor, Karsh no tendrá que soportar a un lobo atraído por la brama de la hembra. Le va a dejar a la mitad, justo como Lucinde hubiera querido. Esta es una venganza compartida, Karsh hará lo imposible para que el licántropo se arrepienta de haber tocado a sus descendientes.
¿Para ambos?
Y sí, ese olor del licántropo la atrapa, aquél que demanda marcar su cuerpo como suyo ante sus congéneres llega a su sensible y entrenado olfato para arrancar cualquier pensamiento de su mente, cualquier sensación es aplastada por las patas de la bestia, sus tapujos son rasgados por sus garras. Unas que se afianzan en sus glúteos sin reparos ni tapujos elevándola del piso para obligarla a abrir sus piernas y rodear las caderas del varón con ellas pudiendo sentir en su desnuda carne la virilidad inhiesta y preparada para el acto sexual. La mantiene en esa posición con una mano en su cintura y otra en su nuca haciendo que ella apriete entre sus dedos los cabellos del longevo ser, que sus senos se aplasten contra su pecho dando lugar a que el cinturón se le afloje. El rítmico golpeteo cadera contra cadera termina de soltar el sujetador de su bata que cae al piso quedando olvidado abriendo ésta al acceso de un cuerpo bien formado por el ejercicio.
Las curvas de la mujer son contrastantes contra la firmeza del cuerpo del macho que vuelve, tras una pequeña tregua para dar oportunidad a que la respiración sea un poco más acompasada, a exigir lo que se le está prometiendo, entre mordidas y succiones, la fémina es obligada a jadear, a apretarse más contra él dejando una humedad que es correspondida por la del hombre en un pantalón que apenas puede contener los instintos de ambos por aparearse. Puede sentir cómo deshace el camino hacia la recámara que le entregó para descansar, en tanto ella se apropia de su labio inferior succionando, apretando y jalando hacia ella el pliegue ansiosa. Dando después cierto alivio con la lengua en tanto su aroma sigue intoxicando su nariz, esa marca licántropa está haciendo lo mismo que ella buscara para él, atando su sino al del macho. Si uno cae, la otra por supuesto que lo hará, esa es la labor del lobo, atrapar a su presa para que no pueda marcharse sin mirar atrás.
Con eso, la hechicera no contaba al preparar el hechizo. Un jadeo femenino escapa de sus labios cuando siente a las espaldas el colchón de la cama contra el que es presionada por el peso del macho que busca marcar a su hembra, que la va a tomar sin prisa, pero sin pausa. Su cuello recibe cada beso de ese hombre, puede escuchar cómo sigue oliendo su aroma, absorbiendo el hechizo por su boca, con cada parte del aceite que consume, corresponde con ansiedad su beso, jugueteando con su lengua, gimiendo profundo al sentir una opresión en el vientre cuando él deja sentir su masculinidad lista para la labor, para fundirse en sus entrañas. Arquea el cuello ofreciéndose lasciva, ansiosa. En tanto él sigue mostrando su poderío de macho alfa, ella corresponde lubricándose, haciendo notar que le acepta, que sólo es cuestión de que se libere para que se sumerja en su interior henchido y húmedo, ansioso por rodear esa virilidad inhiesta.
¿Por qué entonces se detiene? Abre los ojos de golpe escuchando cómo el licántropo, no. No es el licántropo, es el hombre al que de pronto le entra la moral y se separa dejándola ansiosa, necesitada y mojada. Por un instante quiere matarlo, más cuando le hace una reverencia para irse dejándola cuasi desnuda en la cama y frustrada. Sobre todo, frustrada. ¿Frustrada? Oh no. Ese es un anhelo que resuelve con la habilidad de años llevando sus falanges al centro de su placer para presionar en movimientos circulares hasta tener su orgasmo. Una vez auto complacida, se relame los labios sentándose en la cama para reír a carcajadas. ¡Tenía que ser un cobarde! Por un instante se queda tensa pensando que quizá la reconoció. Eso atenaza su corazón haciéndolo sangrar. No, no puede ser. De haber sido así, no se habría ido. Le habría hecho daño. Sacude la cabeza para ir a lavarse esta vez con agua limpia quitándose todo el aceite para tomar sus ropas.
A pesar de la frustración y quizá espoleada por ésta, tiene que salir a hacer su labor. La Liga estaría muy decepcionada como se deje llevar por un hombre y olvide sus obligaciones. Se viste con rapidez, en tanto convoca a Karsh que se materializa mirando sus actuares para cambiarse con serenidad apoyándose en la pared haciendo su cuerpo corpóreo antes de adoptar la forma física de Lucinde - me alegra que dejemos la lujuria aparte para ir a trabajar. Me quedaré aquí para que él piense que sigues en su casa, invócame sólo en caso de extrema necesidad. Tus hermanas no están aquí, si es que están vivas, te lo informo de una vez. Y Lucinde - le mira intenso cuando ella voltea sus ojos a los suyos - no te arriesgues demasiado en tu primera excursión - hasta que la fémina acepta, él se acomoda en la cama tomando la bata para mirarla antes de vestirse con ella habiendo tomado su apariencia.
Lucinde invoca el hechizo para transformar su cuerpo en el de Karsh, un intercambio de apariencias que les ayudarán en esta labor. Se cubre la cabeza con la tela negra dejando a la vista los ojos que ahora son masculinos, se echa la capucha encima para abrir la ventana que da al exterior. Un intercambio de miradas y la figura salta con habilidad propia de los miembros de la Liga para caer al suelo con facilidad escapando con rapidez y eficacia. Nadie se da cuenta de esta salida en tanto Karsh mira al techo aburrido. Observa la tela que cubre su cuerpo para hacer algo diferente. Se teletransporta a la habitación del licántropo dejando la tela escondida en el interior del colchón de éste, utilizando su incorpórea mano para que sea imposible encontrar la tela por más que volteen el objeto, tendrían que rasgarlo para encontrarla. Sonríe con diversión malsana.
La dejó frustrada, a medias del acto sexual, él va a vengar la afrenta haciendo que ni siquiera el inquisidor pueda dormir de tener las narices llenas del aroma de la mujer en su propia cama. Tendrá una noche difícil. Vuelve a la habitación y gira el seguro para atrancar bien la puerta. Así, si quiere terminar la labor, Karsh no tendrá que soportar a un lobo atraído por la brama de la hembra. Le va a dejar a la mitad, justo como Lucinde hubiera querido. Esta es una venganza compartida, Karsh hará lo imposible para que el licántropo se arrepienta de haber tocado a sus descendientes.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El licántropo había abandonado la habitación ignorando todo lo que ocurrió en ella una vez su marcha, ¿por qué se habia ido? ni él mismo encontraba una explicación, era una chica indecente, descarada, creida y necesitaba un castigo, pero quizás ese maldito olor tan atrayente habría hecho que él no pensara con claridad si hubiera llegado más lejos, no, claro que no, la montaría ya lo creo que la montaría, la domaría como se doma un potro desbocado, pero cuando lo haga, se asegurará de tener 100% de la situación, y no dejarse llevar por el instinto animal sin más, no, el quiere algo especial, para instintos animales tenía otras cosas, y hablando de esas otras cosas, el tremendo olor a testosterona que iba emitiendo el licántropo atrajo la atención de un par de omegas que se acercaban a rondarle a su alfa.
Septimus las miró enarcando una ceja, no, ellas no tenían derecho a retozar en la cama de él, no, él las guió a la habitación de una de ellas, y de brusca manera actuando más como animales que como personas, él adoptó un aspecto de a medio transformar donde hizo girones las ropas de las dos licanas, y se desahogó montando a una y a otra hasta saciar hasta su ultimó instino más bajo, en una voragine de lujuria animal, rugidos, gritos y sangre. Intercambiando mordidas y arañazos de dominación en los cuerpos de las hembras obligandolas a quedar sumisas cumpliendo los deseos del atractivo y enorme alfa.
Tras ese momento de diversión se retiró a su habitación a dormir, pero algo se repetía mientras dormia como mientras había estado desahogand su lujuria con las licanas, la imaginación volaba libre, y a quien realmente había querido tener en su poder era a la maldita rubia, la cual no se conseguía librar. Su mente parecía atrapada en la imagen que ella ofrecía, en un circulo vicioso que le traía de cabeza, maldita niña, como siguiera aquí iba ahogar todos sus placeres en su cuerpo. Daba vueltas en la cama en un maldito duerme vela que tenía al lobo despierto a cada rato pensand en ella. Hasta que finalmente amaneció, los anaranjados rayos entraban por la ventana y Septinus los observaba, se levantó rascando su nuca, no había pegado ojo, eso no era normal, despues de una buena encamada lo normal es que el lobo durmiera profundamente sin preocupación pero esta vez no.
Se levantó bostezando y se dirigió al baño, había que estar limpio, presentable, ¿Él la deseaba a ella, ella lo desearia a él? podía ser un galan si lo deseaba, y si, haría que ella cayera ante él, esta vez...no iba a perder. Esta vez no...se arregló y se vistió, todo un caballero de Dios, besó la cruz de plata quemando fugazmente sus labios, antes de salir y pedir a un miembro de su manada que fuera a la floristeria a por unas lilas, mientras él buscaba en su escritorio una pequeña tarjeta, cogio la pluma y con elegantisima letra donde ponía:
Por la parte de atras lamió la tarjeta buscando impregnarla de testosterona en un instinto animal, ella no lo percibiria, que pena que no fuese cambiante, vampiresa o loba, o en cambio percibiria esa testosterona que él tenía la esperanza de que algo notase, igualmente cuando su subdito volvió lo mando ir con las lilas y la nota a despertarla y que se lo entregase.
Mientras él bajaba a desayunar, a mesa puesta, sirviendose el café caliente, y dando un bocado a una tostada mientras esperaba que ella apareciera se cruzó de piernas y leia el periodico para ver si habia algo que los humanos pasaran por alto, quizá una posible caza de herejes, necesitaba torturar algo, sea a ella en la cama o sea a una victima por herejia, se le antojaba una caza a una preciosa vampiresa, ohhh eso se la ponía bien dura también, una neofita que casi tenía pulso aun, mientras lloraba por compasión, eso le hizo morder el labio inferior, el torsó del licántropo estaba compuesto por muchas cicatrices y el lobo las disfrutaba, no veía momento de lucirla ante la rubia.
Septimus las miró enarcando una ceja, no, ellas no tenían derecho a retozar en la cama de él, no, él las guió a la habitación de una de ellas, y de brusca manera actuando más como animales que como personas, él adoptó un aspecto de a medio transformar donde hizo girones las ropas de las dos licanas, y se desahogó montando a una y a otra hasta saciar hasta su ultimó instino más bajo, en una voragine de lujuria animal, rugidos, gritos y sangre. Intercambiando mordidas y arañazos de dominación en los cuerpos de las hembras obligandolas a quedar sumisas cumpliendo los deseos del atractivo y enorme alfa.
Tras ese momento de diversión se retiró a su habitación a dormir, pero algo se repetía mientras dormia como mientras había estado desahogand su lujuria con las licanas, la imaginación volaba libre, y a quien realmente había querido tener en su poder era a la maldita rubia, la cual no se conseguía librar. Su mente parecía atrapada en la imagen que ella ofrecía, en un circulo vicioso que le traía de cabeza, maldita niña, como siguiera aquí iba ahogar todos sus placeres en su cuerpo. Daba vueltas en la cama en un maldito duerme vela que tenía al lobo despierto a cada rato pensand en ella. Hasta que finalmente amaneció, los anaranjados rayos entraban por la ventana y Septinus los observaba, se levantó rascando su nuca, no había pegado ojo, eso no era normal, despues de una buena encamada lo normal es que el lobo durmiera profundamente sin preocupación pero esta vez no.
Se levantó bostezando y se dirigió al baño, había que estar limpio, presentable, ¿Él la deseaba a ella, ella lo desearia a él? podía ser un galan si lo deseaba, y si, haría que ella cayera ante él, esta vez...no iba a perder. Esta vez no...se arregló y se vistió, todo un caballero de Dios, besó la cruz de plata quemando fugazmente sus labios, antes de salir y pedir a un miembro de su manada que fuera a la floristeria a por unas lilas, mientras él buscaba en su escritorio una pequeña tarjeta, cogio la pluma y con elegantisima letra donde ponía:
"Te espero para desayunar, caperucita"
Por la parte de atras lamió la tarjeta buscando impregnarla de testosterona en un instinto animal, ella no lo percibiria, que pena que no fuese cambiante, vampiresa o loba, o en cambio percibiria esa testosterona que él tenía la esperanza de que algo notase, igualmente cuando su subdito volvió lo mando ir con las lilas y la nota a despertarla y que se lo entregase.
Mientras él bajaba a desayunar, a mesa puesta, sirviendose el café caliente, y dando un bocado a una tostada mientras esperaba que ella apareciera se cruzó de piernas y leia el periodico para ver si habia algo que los humanos pasaran por alto, quizá una posible caza de herejes, necesitaba torturar algo, sea a ella en la cama o sea a una victima por herejia, se le antojaba una caza a una preciosa vampiresa, ohhh eso se la ponía bien dura también, una neofita que casi tenía pulso aun, mientras lloraba por compasión, eso le hizo morder el labio inferior, el torsó del licántropo estaba compuesto por muchas cicatrices y el lobo las disfrutaba, no veía momento de lucirla ante la rubia.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
En tanto la assassin sale del hogar del licántropo, el fantasma se dedica a utilizar sus poderes para llamar a uno de los sirvientes una hora después para pedir un vaso de agua que por supuesto cuando le es entregado, lo toma sin permitir la entrada a la habitación para hacer consciente al otro de que está ahí adentro sin moverse. Cuestiones de estrategia. Luego de ello, se desdibuja el cuerpo del espectro vagando por el lugar incorpóreo hasta que le llama la atención que el licántropo sigue a un par de féminas para ir a un lugar, le acompaña y traspasa las gruesas paredes para ser testigo del acto sexual más animal que haya visto antes. Incluso se recarga cruzándose de brazos mirando el desespero que intenta el lycan mitigar con otros cuerpos. Así que está ansioso. Eso le da la satisfacción de que su plan va a funcionar. Ya revisó todos los lugares sin encontrar señales de las dos hermanas de Lucinde. Sus descendientes y a quienes prometió cuidar.
Por morbo sigue sus pasos, ahora hacia la habitación del lycan mirando cómo da vueltas en la cama a pesar de haber saciado sus instintos. Eso le hace notar que por más eyaculaciones obtenidas, él estaba concentrado en el olor de Lucinde, que si se privaba del sueño era justo por su deseo por ella. Interesante. Se ríe inaudible aún para los finos oídos del licántropo que sigue sin conciliar el sueño con el olfato tapado por el olor de Lucinde y el hechizo que impedirá que pueda saciar su hambre con otra que no sea ella. Una vez que se asegura de que él no irá a molestarle, vuelve dentro para observar por la ventana, cuando la figura de la assassin aparece, el fantasma utiliza su telequinesis para mandar a todos los guardias a un lugar distinto para que ella pueda alcanzar la ventana sin testigos y cumplir con esta primera noche de espionaje. Entonces, sus ropas cambian a una de sus batas ocultando todas las prendas para irse a recostar por lo menos durante tres horas.
Karsh se dedicó a mirar alrededor llegando hasta donde Septimus elaboraba una tarjeta. Por curiosidad miró por encima de su hombro antes de sonreír con diversión alzando ambas cejas al ver que lamía la tarjeta. Se ríe negando con la cabeza - encabezas el listado de Casanovas - se mofa antes de regresar a la recámara de Lucinde cuando el inquisidor manda al sirviente con las flores. Una Lucinde que abre los ojos antes de bostezar tallándose el rostro sintiendo que el sueño fue poco más reparador a diferencia del licántropo. Se pone en pie poniéndose la bata para abrir la puerta tomando con curiosidad el ramo de lilas y mirando la tarjeta - dice que te espera a desayunar, por cierto, te intenta conquistar lamiendo la carta - se ríe Karsh en tanto ella toma el papel para abrirlo y mirar dentro confirmando las palabras del fantasma - ha de pensar que con ésto desatará mi libido. ¿Cómo fue anoche? - pregunta curiosa antes de bostezar yendo a lavar su cuerpo con rapidez porque sabe que el licántropo poca paciencia es la que tiene.
Luego, elige los ropajes oscuros con el broche perfecto para aparentar cierta reserva comparados a la bata que usó la noche anterior, la busca con la mirada - ¿Y mi bata? - el fantasma se ríe divertido sentándose en la cama - digamos que la introduje en medio de su colchón, así que él salió del despacho, fue a follarse a un par de mujeres de su manada muy brutal, muy violento. Deberás cuidarte, tiende a morder y rasguñar para afianzar su dominio. Hay que hacer algunas pociones para que no te queden marcas, luego de ello pasó el resto de la noche dando vueltas en la cama. Está inquieto, salvaje, así que preferiría que primero confeccionaras los remedios para una noche de violenta pasión antes de encamarte con él. Por cierto, anoche pedí un vaso de agua - recomienda a lo que Lucinde asiente peinándose ante el espejo.
Una vez lista, toma el aceite para depositar gotas atrás de las orejas, en la nuca, en el cuello, en su escote, en las muñecas y de paso, algunas cuantas fueron usadas durante la confección de su peinado. Es esencial que durante siete días siga potenciando el hechizo para que sea irrompible. Se termina de arreglar antes de calzarse y salir de ahí con paso regio hacia el comedor. Da dos pasos para regresar con rapidez dando un toque especial a su peinado. Cuando se presenta ante el inquisidor, en sus cabellos están acomodadas algunas lilas haciendo más femenino el uso de éstas. Hace una reverencia ante el inquisidor antes de tomar asiento en el lugar ya designado.
Coloca la servilleta sobre sus piernas con elegantes movimientos antes de dirigir su mirada al licántropo dejando que su aroma sea el protagonista de la mañana - agradezco su invitación, señor. Espero no le moleste por la manera en que me resultó imposible separarme de su regalo, consideré prudente hacerle notar mi agrado por éste. ¿Pasó una buena noche? - susurra con voz baja en tanto el fantasma lanza una carcajada hilarante que forma una sonrisa divertida en los labios de la hechicera. Sabe lo que le provoca, sabe los recuerdos que puede producirle. Ahora tiene que ir hincando más el colmillo hasta que la piel ceda a sus instintos y termine enloquecido por tenerla bajo su cuerpo, rompiendo su vestido en mil pedazos - confieso que tras su partida tuve que consolar mi soledad, espero eso no le moleste - juega con el doble sentido antes de rematar - cuando la ansiedad fue insuficiente y apremiante, le pedí a su servidumbre que me complaciera, para fortuna mía tiene un séquito de varones muy bien aleccionados - le deja en la mente la imagen de ella revolcándose con cualquiera de sus hombres el tiempo justo para completar la oración - el vaso de agua me fue entregado con rapidez. Así pude mitigar mi sed y mi necesidad por algo más fresco. Le agradezco sus atenciones - deja en claro una vez que la imagen es más vívida para el inquisidor.
Que brame de ira y de frustración es lo que quiere de él, que le sea imposible pensar en algo que no sea poseer su cuerpo.
Por morbo sigue sus pasos, ahora hacia la habitación del lycan mirando cómo da vueltas en la cama a pesar de haber saciado sus instintos. Eso le hace notar que por más eyaculaciones obtenidas, él estaba concentrado en el olor de Lucinde, que si se privaba del sueño era justo por su deseo por ella. Interesante. Se ríe inaudible aún para los finos oídos del licántropo que sigue sin conciliar el sueño con el olfato tapado por el olor de Lucinde y el hechizo que impedirá que pueda saciar su hambre con otra que no sea ella. Una vez que se asegura de que él no irá a molestarle, vuelve dentro para observar por la ventana, cuando la figura de la assassin aparece, el fantasma utiliza su telequinesis para mandar a todos los guardias a un lugar distinto para que ella pueda alcanzar la ventana sin testigos y cumplir con esta primera noche de espionaje. Entonces, sus ropas cambian a una de sus batas ocultando todas las prendas para irse a recostar por lo menos durante tres horas.
Karsh se dedicó a mirar alrededor llegando hasta donde Septimus elaboraba una tarjeta. Por curiosidad miró por encima de su hombro antes de sonreír con diversión alzando ambas cejas al ver que lamía la tarjeta. Se ríe negando con la cabeza - encabezas el listado de Casanovas - se mofa antes de regresar a la recámara de Lucinde cuando el inquisidor manda al sirviente con las flores. Una Lucinde que abre los ojos antes de bostezar tallándose el rostro sintiendo que el sueño fue poco más reparador a diferencia del licántropo. Se pone en pie poniéndose la bata para abrir la puerta tomando con curiosidad el ramo de lilas y mirando la tarjeta - dice que te espera a desayunar, por cierto, te intenta conquistar lamiendo la carta - se ríe Karsh en tanto ella toma el papel para abrirlo y mirar dentro confirmando las palabras del fantasma - ha de pensar que con ésto desatará mi libido. ¿Cómo fue anoche? - pregunta curiosa antes de bostezar yendo a lavar su cuerpo con rapidez porque sabe que el licántropo poca paciencia es la que tiene.
Luego, elige los ropajes oscuros con el broche perfecto para aparentar cierta reserva comparados a la bata que usó la noche anterior, la busca con la mirada - ¿Y mi bata? - el fantasma se ríe divertido sentándose en la cama - digamos que la introduje en medio de su colchón, así que él salió del despacho, fue a follarse a un par de mujeres de su manada muy brutal, muy violento. Deberás cuidarte, tiende a morder y rasguñar para afianzar su dominio. Hay que hacer algunas pociones para que no te queden marcas, luego de ello pasó el resto de la noche dando vueltas en la cama. Está inquieto, salvaje, así que preferiría que primero confeccionaras los remedios para una noche de violenta pasión antes de encamarte con él. Por cierto, anoche pedí un vaso de agua - recomienda a lo que Lucinde asiente peinándose ante el espejo.
Una vez lista, toma el aceite para depositar gotas atrás de las orejas, en la nuca, en el cuello, en su escote, en las muñecas y de paso, algunas cuantas fueron usadas durante la confección de su peinado. Es esencial que durante siete días siga potenciando el hechizo para que sea irrompible. Se termina de arreglar antes de calzarse y salir de ahí con paso regio hacia el comedor. Da dos pasos para regresar con rapidez dando un toque especial a su peinado. Cuando se presenta ante el inquisidor, en sus cabellos están acomodadas algunas lilas haciendo más femenino el uso de éstas. Hace una reverencia ante el inquisidor antes de tomar asiento en el lugar ya designado.
Coloca la servilleta sobre sus piernas con elegantes movimientos antes de dirigir su mirada al licántropo dejando que su aroma sea el protagonista de la mañana - agradezco su invitación, señor. Espero no le moleste por la manera en que me resultó imposible separarme de su regalo, consideré prudente hacerle notar mi agrado por éste. ¿Pasó una buena noche? - susurra con voz baja en tanto el fantasma lanza una carcajada hilarante que forma una sonrisa divertida en los labios de la hechicera. Sabe lo que le provoca, sabe los recuerdos que puede producirle. Ahora tiene que ir hincando más el colmillo hasta que la piel ceda a sus instintos y termine enloquecido por tenerla bajo su cuerpo, rompiendo su vestido en mil pedazos - confieso que tras su partida tuve que consolar mi soledad, espero eso no le moleste - juega con el doble sentido antes de rematar - cuando la ansiedad fue insuficiente y apremiante, le pedí a su servidumbre que me complaciera, para fortuna mía tiene un séquito de varones muy bien aleccionados - le deja en la mente la imagen de ella revolcándose con cualquiera de sus hombres el tiempo justo para completar la oración - el vaso de agua me fue entregado con rapidez. Así pude mitigar mi sed y mi necesidad por algo más fresco. Le agradezco sus atenciones - deja en claro una vez que la imagen es más vívida para el inquisidor.
Que brame de ira y de frustración es lo que quiere de él, que le sea imposible pensar en algo que no sea poseer su cuerpo.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El inquisidor se encontraba bebiendo su café mientras leía el periodico con la mesa repleta de manjares para desayunar, esperando que le gustase los platos, el aroma de ella acercarse llegaba a las fosas nasales del inquisidor, que se mordió el labio inferior tras el periodico con deseo, la noche había sido un tormento pensando en ella, ni siquiera la dos omegas habían aplacado sus deseos, y le sabio a poco aquella brutal encamada, en la que por segundos esas dos lobas se habían convertido en su imaginación en ella, maldito deseo que le corroía por dentro, más cuando la escuchó entrar en la estancía levanto la vista del periodico y la observó viendo el recatado vestido que llevaba y las lilas en el pelo, eso le agradó de sobremanera, sus pupilas dilatadas dejando ver el deseo que sentía por esa maldita rubia que le tenía prendado.
Sonrió de medio lado de manera engreida cuando ella hizo el comentario acerca de las lilas, que le hubieran gustado agradaba al licano que subió su ego hasta niveles impensables, sintiendose lo que pocas veces hacía él, ser un autentico caballero, pocas veces se esforzaba en hacerlo, cuando ligaba con feminas en tabernas solo tenía que mostrar sus azules ojos y una sonrisa picara y la dama estaría suspirando por que sus manos la tocasen, pero lo que hacía a la rubia diferente no solo era su belleza, si no su forma de ser y maldita sea, lo bien que olia.
-productiva noche querida...- Dijo esta vez con un tono seco, no estaba muy satisfecho por haberse controlado con ella, pero fue lo que vió mas adecuado en ese momento, o de verdad que la habría destrozado sobre las sabanas y la habría marcado tantas veces que habrían dado medio día a la noche. Las fantasías que se le había ocurrido eran variadas, y lo que hizo a las dos omegas era lo que realmente deseaba hacerle a ella, se preguntaba si era virgen, no lo había olido lo suficiente esa zona para saberlo, pero por esa forma de comportarse lo dudaba enormemente, pero aunque no fuera asi, deseaba hacerle mil y una cosas que la haría entre las sabanas, y no solo entre las sabanas, en el sofa, o incluso por un segundo se imaginó asi mismo saltando por encima de la mesa, tomandola para estrellarla sobre la mesa, rasgar sus ropajes hasta dejarla desnuda importandole bien poco que su hermoso cuerpo se manchara con las mermeladas, mantequilla y frutas que habia sobre la mesa y romper esta a golpe de embestida contra su centro.
El lobo suspiró de manera brusca, cualquiera de su manada podría oler desde cualquier punto de la casa la cantidad de testosterona que emitia el lobo, eso intimidaría a los machos y sin duda dejaría ciertamente deseosa a las hembras, más enarcó la ceja cuando escuhó las palabras de la joven en cuanto se refería a que se tuvo que aliviar sola, cosa que hizó que el licántropo soltara una risa. -Suelo dejar ese deseo en las mujeres rubia.- Comentó con el ego bien subido mientras cogía la taza de café para dar un sorbo y volver a bajar su vista al periodico para tratar de leer la última noticia de la pagina, más su atención volvió a desviarse a la joven cuando esta pronunció sus siguientes frases.
La reacción del licano llevo unos dos segundos, pero entonces todo como si fuera unas piezas de domino colocadas en posición vertical en fila una de tras de otras esperando el primer toque y que todas caigan en fila, fue entonces en la diestra donde tenía la taza de café explota derramandose el liquido restante y clavandose ceramica en la palma de la mano, sus ojos de azul cambian a un naranja intenso, y el gruñido que nace de lo más profundo de su garganta hace que los sirvientes de su manada salgan a toda velocidad del salón dejandolos a ellos dos solos.
El licántropo deja caer el periodico al suelo y anda lentamente hacia ella mientras las gotas de sangre gotean por el suelo debido a los trozos de taza clavados en ella, pero el licántropo no le importa, coloca su mano sana en el respaldo de la silla y acerca su rostro al de ella. -Asi que te gustan esos juegos ¿eh?...- su voz era totalmente irascible, sus rasgos lupinos se marcaban las heridas de su mano se cerraban salvo los que tenían trozos de porcelana clavados. -Quizá debiera enseñarte lo que hace un macho de verdad....conformarse con omegas no dice mucho de ti...niña- Celos, si...destilaba celos por lo que la joven había dado a entender, estaba enfadado, furioso, rabiando y apunto de dejar que el lobo tomase 100% el control de instintos.
Sonrió de medio lado de manera engreida cuando ella hizo el comentario acerca de las lilas, que le hubieran gustado agradaba al licano que subió su ego hasta niveles impensables, sintiendose lo que pocas veces hacía él, ser un autentico caballero, pocas veces se esforzaba en hacerlo, cuando ligaba con feminas en tabernas solo tenía que mostrar sus azules ojos y una sonrisa picara y la dama estaría suspirando por que sus manos la tocasen, pero lo que hacía a la rubia diferente no solo era su belleza, si no su forma de ser y maldita sea, lo bien que olia.
-productiva noche querida...- Dijo esta vez con un tono seco, no estaba muy satisfecho por haberse controlado con ella, pero fue lo que vió mas adecuado en ese momento, o de verdad que la habría destrozado sobre las sabanas y la habría marcado tantas veces que habrían dado medio día a la noche. Las fantasías que se le había ocurrido eran variadas, y lo que hizo a las dos omegas era lo que realmente deseaba hacerle a ella, se preguntaba si era virgen, no lo había olido lo suficiente esa zona para saberlo, pero por esa forma de comportarse lo dudaba enormemente, pero aunque no fuera asi, deseaba hacerle mil y una cosas que la haría entre las sabanas, y no solo entre las sabanas, en el sofa, o incluso por un segundo se imaginó asi mismo saltando por encima de la mesa, tomandola para estrellarla sobre la mesa, rasgar sus ropajes hasta dejarla desnuda importandole bien poco que su hermoso cuerpo se manchara con las mermeladas, mantequilla y frutas que habia sobre la mesa y romper esta a golpe de embestida contra su centro.
El lobo suspiró de manera brusca, cualquiera de su manada podría oler desde cualquier punto de la casa la cantidad de testosterona que emitia el lobo, eso intimidaría a los machos y sin duda dejaría ciertamente deseosa a las hembras, más enarcó la ceja cuando escuhó las palabras de la joven en cuanto se refería a que se tuvo que aliviar sola, cosa que hizó que el licántropo soltara una risa. -Suelo dejar ese deseo en las mujeres rubia.- Comentó con el ego bien subido mientras cogía la taza de café para dar un sorbo y volver a bajar su vista al periodico para tratar de leer la última noticia de la pagina, más su atención volvió a desviarse a la joven cuando esta pronunció sus siguientes frases.
La reacción del licano llevo unos dos segundos, pero entonces todo como si fuera unas piezas de domino colocadas en posición vertical en fila una de tras de otras esperando el primer toque y que todas caigan en fila, fue entonces en la diestra donde tenía la taza de café explota derramandose el liquido restante y clavandose ceramica en la palma de la mano, sus ojos de azul cambian a un naranja intenso, y el gruñido que nace de lo más profundo de su garganta hace que los sirvientes de su manada salgan a toda velocidad del salón dejandolos a ellos dos solos.
El licántropo deja caer el periodico al suelo y anda lentamente hacia ella mientras las gotas de sangre gotean por el suelo debido a los trozos de taza clavados en ella, pero el licántropo no le importa, coloca su mano sana en el respaldo de la silla y acerca su rostro al de ella. -Asi que te gustan esos juegos ¿eh?...- su voz era totalmente irascible, sus rasgos lupinos se marcaban las heridas de su mano se cerraban salvo los que tenían trozos de porcelana clavados. -Quizá debiera enseñarte lo que hace un macho de verdad....conformarse con omegas no dice mucho de ti...niña- Celos, si...destilaba celos por lo que la joven había dado a entender, estaba enfadado, furioso, rabiando y apunto de dejar que el lobo tomase 100% el control de instintos.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
La arrogancia del lobo es fácil de colapsar si se poseen los elementos para hacerlo. Si se tiene el conocimiento de la mente licántropa para hacer de ésta, un amasijo de emociones e instintos donde la cordura sea triturada por los dientes del furioso lobo. Y como tal, Lucinde va ofreciendo palabra por palabra notando cómo ese semblante autosuficiente, ególatra, arrogante y vanidoso del lobo se convierte en una furia sin límites, un sentido de posesión desenfrenado aunado a la necesidad por marcar lo que para él, es suyo. Que la hechicera decida darle lo que busca, es más parte de su venganza que la atracción que sienta por él. Cierto es que sus rasgos son atractivos, que su estatura y su cuerpo incitan pensamientos decadentes, sexuales, más es su comportamiento y la historia que comparten lo que provoca que esté encaprichada con obsesionar su mente, que ninguna fémina humana, loba o una mezcla de ambas, pueda satisfacerlo.
Así, tendrá las cuerdas de su bozal en la mano, obligando a que hable tarde que temprano, que diga lo que hizo con sus hermanas. Si bien Lucinde era la de en medio, siendo la mayor Xanandra, su condición humana hacía que pareciera más grande que la cambiante. Y como tal, se comportó y le indicaron que hiciera así. Alarga la mano para tomar la taza de té preparada para endulzar con miel y servir la crema. Agita con la cuchara enunciando las últimas palabras para que Septimus entienda lo que ella incita olvidando el sentido real de la frase. Que piense que se encamó con uno de sus seguidores, con alguien de su manada. Desatando el sentido de la bestia por marcar y lo obtiene. El rostro femenino está ausente de reacciones cuando la risa del hombre por creer que había causado un gran efecto en ella que tuvo que aliviarse sola, fue suplantada por la rabia.
¿De verdad creía que estaría esperándole? Ella puede auto complacerse. Está versada en las artes amatorias como pocas. Dejó de ser virgen hace mucho tiempo, eso fue un tabú que al ser quitado de sus hombros le dio la libertad de elegir con quién estar y cómo. La bisexualidad de la assassin es reconocida en la Liga. A veces prefiere más a mujeres que a hombres y si se sabe complacer a una igual, cuanto más a su propio cuerpo. El ego del licántropo ha sido perforado con filosas dagas y quién sabe cuándo vuelva a recuperarse. El dejar la idea de que se acostó con otro es perfecta. La taza del café fue aprisionada con tal fuerza que estalló creando una marea de oscuro líquido entremezclado con la sangre en tanto los ojos del inquisidor se tornan anaranjados demostrando que la bestia ha sido herida de muerte. Ha demostrado que su sex appeal es fácilmente suplantado por cualquier otro y en el peor de los casos, cuando ninguno visite la cama de Lucinde, ella misma puede darse más placer del que el lobo pueda ofrecerle.
El gruñido provoca la huida del resto de los sirvientes que están aterrorizados por la situación en tanto la hechicera toma su taza para darle un trago con toda la tranquilidad del mundo como si no fuera espectadora de lo acontecido. El periódico cae al piso al tiempo que ella toma la primer tostada para untar la mantequilla en ésta, sin preocuparse de que él vaya recortando la distancia con lentitud. ¿Por qué ha de preocuparle su actitud? Siente cómo apoya la mano sana en el respaldo acercando su rostro. Ella lleva la tostada a su boca para morderla mirando sus ojos, parpadeando como si no comprendiera nada de lo que está pasando. Mastica escuchando sus palabras - por supuesto que me conformaré con que los omegas me traigan mi vaso de agua en la noche, tenía sed, no dejaste que me terminara mi comida anoche, ¿Qué esperabas? ¿Que te pidiera a ti el agua? Mucho me temo que estás más ocupado, ¿No dijiste que la noche fue productiva? ¿Satisfactoria? - le restriega su frustración ya conocida de antemano por el fantasma con una arrogancia que podría crispar aún más los nervios del licántropo y de paso, hace notar la estupidez masculina de en qué parte malinterpretó sus palabras - además, no sé por qué haces tanto teatro con eso del agua, ¿No dijiste que tu servidumbre estaba a mi disposición? ¿Ahora por qué te quejas? - le deja en claro dejando la tostada en su lugar.
Se alisa el vestido, toma la taza de té como si él estuviera sentado en su silla y no a su lado resoplando histérico y como un energúmeno dando un trago, al bajar la taza sus ojos se abren al máximo - a menos que... ¡No! ¿Creíste que me había acostado con alguno de tus chicos? ¿Crees que siquiera tú tendrás el honor de estar en mi cama por segunda vez? Soy mujer de una sola invitación, no habrá dos, Septimus. Y como insistas, tendré que mandarle una carta al Papa. Además, te vanaglorias porque dices que "me demostrarás lo que un macho de verdad puede hacer" ¿Te refieres a dejarme desnuda en la cama frustrada y largándote? ¿Eso hacen los machos de verdad? Porque entonces no sirven para nada, fueron mejores mis dedos que cualquiera de tus embates, Septimus - le restriega con cruenta convicción alzando la barbilla mirándolo con reto en los ojos antes de desestimar el ambiente creado por los celos del inquisidor al darle otra mordida a la tostada, volviendo al desayuno como si todo ésto no existiera, como si estuvieran discutiendo del clima y fuera un tema que debe quedarse en el pasado.
Así, tendrá las cuerdas de su bozal en la mano, obligando a que hable tarde que temprano, que diga lo que hizo con sus hermanas. Si bien Lucinde era la de en medio, siendo la mayor Xanandra, su condición humana hacía que pareciera más grande que la cambiante. Y como tal, se comportó y le indicaron que hiciera así. Alarga la mano para tomar la taza de té preparada para endulzar con miel y servir la crema. Agita con la cuchara enunciando las últimas palabras para que Septimus entienda lo que ella incita olvidando el sentido real de la frase. Que piense que se encamó con uno de sus seguidores, con alguien de su manada. Desatando el sentido de la bestia por marcar y lo obtiene. El rostro femenino está ausente de reacciones cuando la risa del hombre por creer que había causado un gran efecto en ella que tuvo que aliviarse sola, fue suplantada por la rabia.
¿De verdad creía que estaría esperándole? Ella puede auto complacerse. Está versada en las artes amatorias como pocas. Dejó de ser virgen hace mucho tiempo, eso fue un tabú que al ser quitado de sus hombros le dio la libertad de elegir con quién estar y cómo. La bisexualidad de la assassin es reconocida en la Liga. A veces prefiere más a mujeres que a hombres y si se sabe complacer a una igual, cuanto más a su propio cuerpo. El ego del licántropo ha sido perforado con filosas dagas y quién sabe cuándo vuelva a recuperarse. El dejar la idea de que se acostó con otro es perfecta. La taza del café fue aprisionada con tal fuerza que estalló creando una marea de oscuro líquido entremezclado con la sangre en tanto los ojos del inquisidor se tornan anaranjados demostrando que la bestia ha sido herida de muerte. Ha demostrado que su sex appeal es fácilmente suplantado por cualquier otro y en el peor de los casos, cuando ninguno visite la cama de Lucinde, ella misma puede darse más placer del que el lobo pueda ofrecerle.
El gruñido provoca la huida del resto de los sirvientes que están aterrorizados por la situación en tanto la hechicera toma su taza para darle un trago con toda la tranquilidad del mundo como si no fuera espectadora de lo acontecido. El periódico cae al piso al tiempo que ella toma la primer tostada para untar la mantequilla en ésta, sin preocuparse de que él vaya recortando la distancia con lentitud. ¿Por qué ha de preocuparle su actitud? Siente cómo apoya la mano sana en el respaldo acercando su rostro. Ella lleva la tostada a su boca para morderla mirando sus ojos, parpadeando como si no comprendiera nada de lo que está pasando. Mastica escuchando sus palabras - por supuesto que me conformaré con que los omegas me traigan mi vaso de agua en la noche, tenía sed, no dejaste que me terminara mi comida anoche, ¿Qué esperabas? ¿Que te pidiera a ti el agua? Mucho me temo que estás más ocupado, ¿No dijiste que la noche fue productiva? ¿Satisfactoria? - le restriega su frustración ya conocida de antemano por el fantasma con una arrogancia que podría crispar aún más los nervios del licántropo y de paso, hace notar la estupidez masculina de en qué parte malinterpretó sus palabras - además, no sé por qué haces tanto teatro con eso del agua, ¿No dijiste que tu servidumbre estaba a mi disposición? ¿Ahora por qué te quejas? - le deja en claro dejando la tostada en su lugar.
Se alisa el vestido, toma la taza de té como si él estuviera sentado en su silla y no a su lado resoplando histérico y como un energúmeno dando un trago, al bajar la taza sus ojos se abren al máximo - a menos que... ¡No! ¿Creíste que me había acostado con alguno de tus chicos? ¿Crees que siquiera tú tendrás el honor de estar en mi cama por segunda vez? Soy mujer de una sola invitación, no habrá dos, Septimus. Y como insistas, tendré que mandarle una carta al Papa. Además, te vanaglorias porque dices que "me demostrarás lo que un macho de verdad puede hacer" ¿Te refieres a dejarme desnuda en la cama frustrada y largándote? ¿Eso hacen los machos de verdad? Porque entonces no sirven para nada, fueron mejores mis dedos que cualquiera de tus embates, Septimus - le restriega con cruenta convicción alzando la barbilla mirándolo con reto en los ojos antes de desestimar el ambiente creado por los celos del inquisidor al darle otra mordida a la tostada, volviendo al desayuno como si todo ésto no existiera, como si estuvieran discutiendo del clima y fuera un tema que debe quedarse en el pasado.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/05/2018
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Re: Willpower +18 [Septimus]
La respiración del licántropo era agitada, mientras la miraba tan de cerca, mientras ella no mostró intimidación ninguna como lo hicieron los miembros de su manada, sabían que no era bueno cabrear a Septimus y menos estar en medio cuando este andaba con el humor torcido, sus ojos naranjas seguían observando la joven, que se mostraba imperterrita a su enfado, más las palabras que ella pronunció hizo que el licano observara que él se había precipitado en su reacción, por lo que se retiró de ella mientras fijaba su vista a su mano como si esta fuera mucho más interesante, no sin antes denotar la frustración que se traía la chica cuando interpretó la frase del licano en respuesta a como fue la noche, Septimus se apartaba de ella mientras con pasividad sacaba los restos de porcelana clavadas en la palma de la mano.
Fingia no escucharla o al menos no estarla prestando mucha atención por hacerla rabiar o por que bajara el ego y se relajara por ello. No respondía a lo que decía ella, no iba a darle el placer de demostrar más que había actuado muy precipitadamente, subiendose por las paredes, lo que ella parecía estar ignorando era lo engorilado que se encontraba ahora en ese momento el licano.
Se queda mirandola en silencio cuando ella llega a la conclusión de lo que el licano había deducido con su frase de doble filo, la miraba con cara de pocos amigos sin mediar palabra volviendo a dejar caer toda su humanidad sobre la silla mientras la observaba con el semblante serio inexpresivo. Más lo que dijo a continuación reclamandole lo que hizo anoche le hizo arquear las cejas, si, se quedo rabiosa frustrada y con las ganas, eso subió mucho el ego del licano a pesar de los insultos que la rubia le regaló, Septimus ladeó su sonrisa engreida observandola. -¿Me tomas por un violador querida? no te voy a acosar para meterte en la cama rubita, no es mi estilo.- Dijo con un odioso tono egocentrico, mientras observaba la mesa para alargar la mano y coger una manzana roja.
-Si hubiera seguido lo que anoche empecé te habría hecho mucho daño y no queremos eso..- Dijo con un tono burlon, excusandose, pero en parte algo de verdad había, anoche esos aromas lo tenían encegado, y su animal estaba tomando las riendas. -No se cuan experimentada eres en la cama.- Dijo totalmente de manera lanzada preocupandole poco si era grosero o no.- ...pero te aseguro que tu no quieres al Glabro en la cama..podría romper tu bonito cuerpo.- En tono jocoso comentó eso ultimo, mientras se acomodaba en su silla mientras silbó para que vinieran a limpiar los restos de porcelana, café y periodico.
La observaba. -Estás muy guapa cuando te enfadas, eres tan rebelde que me la pone dura...más escucha esto querida, estos días no puedo seguir tus jueguecitos...- Dijo con tono muy tranquilo mientras la guiñaba un ojo olisqueando la manzana.- Pero si prefieres subirte el cinturón de castidad conmigo me parece perfecto...tú te lo perderas..- Aseguró con aire engreido, miró la manzana con lascivia, y la mordió poniendo una pasión y una lentitud como si esa redonda manzana roja fuera el pecho de una mujer, masticó mirandola. -Pasado mañana hay luna llena, y tengo que pensar que hacer contigo...pero en estos días estoy inextable, y esos días....preferiría no hacer nada en contra de tu voluntad aunque despues acabases gimiendo sonoramente ensartada por mi verga...-Grosero, mucho, muchisimo, pero le daba igual, daba otro lujurioso bocado a la manzana mientras la observaba con tranquilidad.
Fingia no escucharla o al menos no estarla prestando mucha atención por hacerla rabiar o por que bajara el ego y se relajara por ello. No respondía a lo que decía ella, no iba a darle el placer de demostrar más que había actuado muy precipitadamente, subiendose por las paredes, lo que ella parecía estar ignorando era lo engorilado que se encontraba ahora en ese momento el licano.
Se queda mirandola en silencio cuando ella llega a la conclusión de lo que el licano había deducido con su frase de doble filo, la miraba con cara de pocos amigos sin mediar palabra volviendo a dejar caer toda su humanidad sobre la silla mientras la observaba con el semblante serio inexpresivo. Más lo que dijo a continuación reclamandole lo que hizo anoche le hizo arquear las cejas, si, se quedo rabiosa frustrada y con las ganas, eso subió mucho el ego del licano a pesar de los insultos que la rubia le regaló, Septimus ladeó su sonrisa engreida observandola. -¿Me tomas por un violador querida? no te voy a acosar para meterte en la cama rubita, no es mi estilo.- Dijo con un odioso tono egocentrico, mientras observaba la mesa para alargar la mano y coger una manzana roja.
-Si hubiera seguido lo que anoche empecé te habría hecho mucho daño y no queremos eso..- Dijo con un tono burlon, excusandose, pero en parte algo de verdad había, anoche esos aromas lo tenían encegado, y su animal estaba tomando las riendas. -No se cuan experimentada eres en la cama.- Dijo totalmente de manera lanzada preocupandole poco si era grosero o no.- ...pero te aseguro que tu no quieres al Glabro en la cama..podría romper tu bonito cuerpo.- En tono jocoso comentó eso ultimo, mientras se acomodaba en su silla mientras silbó para que vinieran a limpiar los restos de porcelana, café y periodico.
La observaba. -Estás muy guapa cuando te enfadas, eres tan rebelde que me la pone dura...más escucha esto querida, estos días no puedo seguir tus jueguecitos...- Dijo con tono muy tranquilo mientras la guiñaba un ojo olisqueando la manzana.- Pero si prefieres subirte el cinturón de castidad conmigo me parece perfecto...tú te lo perderas..- Aseguró con aire engreido, miró la manzana con lascivia, y la mordió poniendo una pasión y una lentitud como si esa redonda manzana roja fuera el pecho de una mujer, masticó mirandola. -Pasado mañana hay luna llena, y tengo que pensar que hacer contigo...pero en estos días estoy inextable, y esos días....preferiría no hacer nada en contra de tu voluntad aunque despues acabases gimiendo sonoramente ensartada por mi verga...-Grosero, mucho, muchisimo, pero le daba igual, daba otro lujurioso bocado a la manzana mientras la observaba con tranquilidad.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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