AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Willpower +18 [Septimus]
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Willpower +18 [Septimus]
Recuerdo del primer mensaje :
Las manos cubiertas de guantes brindan una seguridad contra el frío inclemente que azota la ciudad. Si bien es cierto que a su diestra está el mensajero con el salvoconducto para hacer de sus actividades algo lícito, desconfía de todos y de todo. Por lo que se ha vestido con el plan de fingir ser la damisela en peligro para dar libertad de acción a un Karsh que está de momento desaparecido. Sabe que debe estar yendo y viniendo para ver que todo esté en orden. Si hay algún peligro, se materializará para advertirle. Hasta en tanto siga sola con este mensajero enviado desde el Vaticano para acompañarla, sin haber entregado la misiva con las instrucciones para el inquisidor, depende de sí misma para su seguridad porque no confía tanto en el sujeto romano que la mira como si fuera incomprensible para él por qué le envió su Santidad con una bruja y la orden de protegerla.
Así entonces y debido a esa desconfianza mutua, bajo los kilos de ropa, a espaldas del inquisidor que la acompaña, fue precavida de guardar una de sus cimitarras, dejar un hilado en el costado de las enaguas para romperlo en caso de que necesite movilidad y lo suficientemente bien hecho para que no se deshaga en el camino. En cuanto el carruaje llega a la base inquisitorial donde su protector habita en París, el mensajero y ella bajan del mismo. El hombre le pide que espere entrando al lugar para buscar al Abetegovanni, el Condenado que hará las veces de su protector y guardián. A pesar de que al inicio se resiste por la curiosidad que le incita el ver el interior, comprende que mejor es aguardar. Después de eso, el mensajero sale casi corriendo a buscar como enajenado al inquisidor hasta llamar a la puerta del licántropo para entregarle la misiva de su Santidad, el Papa, denotando que el lacrado y las órdenes son auténticos.
En tanto, Lucinde observa el ir y venir de los miembros del Santo Oficio con aburrimiento. Sólo hay algo que puede llamar su atención, es una reunión de hombres que al parecer, están planeando un ataque a un sitio no muy lejos de ahí. Parecen tan tranquilos que ni siquiera se ocultan de los demás. Tal sería su confianza por el miedo que el simple nombre de la "Inquisición" causa en los herejes. Escucha sus estrategias, observa el armamento que traen para pensar en que, para ser tan entrenados, les falta sentido común. Si bien escuchó que van a ir tras un grupo de diez sospechosos, son siete los que fueron elegidos para la misión. Se repartirán alrededor del lugar haciendo que salgan los herejes a base de disparos, al tiempo que tres de esos siete, entrarán para presionarlos y detenerlos en tanto los demás esperan afuera con las armas listas. ¿Acaso no piensan que por más que estén ahí esperando los demás, los tres que entren van a ser masacrados? Observa sus rostros seguros y arrogantes. Para ser los soldados del dios judío, les educan y entrenan mal. En la Liga mandarían catorce integrantes.
Diez entrarían y cuatro quedarían relegados para cualquier escape. Siempre y cuando se haya demostrado su habilidad por encima de la media. Si no, con uno basta para matar a todos los que estén dentro del lugar. Recargado su hombro siniestro contra la pared, da la espalda a la puerta, el mensajero sale para indicarle a Septimus quién es la mujer acompañándolo para terminar así su misión y regresar con el Papa a dar fe de que todo ha ido bien. El sonido de los pasos acercándose la alerta de sus presencias, al girar el cuerpo para encarar a la persona que será su guardián, sus ojos primero observan el amplio pecho de éste subiendo por los grandes hombros, el firme cuello y un rostro que en otro momento podría ser atractivo de no ser porque...
Sus ojos se abren como platos al tiempo que su boca exclama un improperio en árabe. - ¿Tú? - su mano va a romper la enagua cuando siente el frío proveniente de Karsh que le susurra al oído, invisible a ojos de cualquier otro - detente, loca. Matar a un Inquisidor en este lugar significa tu muerte y aún hay cosas por hacer. Mantén a resguardo tu rabia, que también lo he reconocido. Aprovecha lo que el destino te ha entregado, busca a los otros tres aprovechando este inicio de la madeja, jala de ésta hasta que logres tu cometido y luego, dales muerte. Aprovecha que han pasado quince años y no te reconocerá - Lucinde aprieta la mano contra la tela antes de exhalar un aire violento mostrando los dientes con expresión agresiva. El mensajero los observa sin comprender. No podría entender que la mujer ha reconocido en el Abetegovanni a aquél que matara a sus padres.
"La vida te devuelve lo que perdiste,
a veces, con creces."
a veces, con creces."
Las manos cubiertas de guantes brindan una seguridad contra el frío inclemente que azota la ciudad. Si bien es cierto que a su diestra está el mensajero con el salvoconducto para hacer de sus actividades algo lícito, desconfía de todos y de todo. Por lo que se ha vestido con el plan de fingir ser la damisela en peligro para dar libertad de acción a un Karsh que está de momento desaparecido. Sabe que debe estar yendo y viniendo para ver que todo esté en orden. Si hay algún peligro, se materializará para advertirle. Hasta en tanto siga sola con este mensajero enviado desde el Vaticano para acompañarla, sin haber entregado la misiva con las instrucciones para el inquisidor, depende de sí misma para su seguridad porque no confía tanto en el sujeto romano que la mira como si fuera incomprensible para él por qué le envió su Santidad con una bruja y la orden de protegerla.
Así entonces y debido a esa desconfianza mutua, bajo los kilos de ropa, a espaldas del inquisidor que la acompaña, fue precavida de guardar una de sus cimitarras, dejar un hilado en el costado de las enaguas para romperlo en caso de que necesite movilidad y lo suficientemente bien hecho para que no se deshaga en el camino. En cuanto el carruaje llega a la base inquisitorial donde su protector habita en París, el mensajero y ella bajan del mismo. El hombre le pide que espere entrando al lugar para buscar al Abetegovanni, el Condenado que hará las veces de su protector y guardián. A pesar de que al inicio se resiste por la curiosidad que le incita el ver el interior, comprende que mejor es aguardar. Después de eso, el mensajero sale casi corriendo a buscar como enajenado al inquisidor hasta llamar a la puerta del licántropo para entregarle la misiva de su Santidad, el Papa, denotando que el lacrado y las órdenes son auténticos.
En tanto, Lucinde observa el ir y venir de los miembros del Santo Oficio con aburrimiento. Sólo hay algo que puede llamar su atención, es una reunión de hombres que al parecer, están planeando un ataque a un sitio no muy lejos de ahí. Parecen tan tranquilos que ni siquiera se ocultan de los demás. Tal sería su confianza por el miedo que el simple nombre de la "Inquisición" causa en los herejes. Escucha sus estrategias, observa el armamento que traen para pensar en que, para ser tan entrenados, les falta sentido común. Si bien escuchó que van a ir tras un grupo de diez sospechosos, son siete los que fueron elegidos para la misión. Se repartirán alrededor del lugar haciendo que salgan los herejes a base de disparos, al tiempo que tres de esos siete, entrarán para presionarlos y detenerlos en tanto los demás esperan afuera con las armas listas. ¿Acaso no piensan que por más que estén ahí esperando los demás, los tres que entren van a ser masacrados? Observa sus rostros seguros y arrogantes. Para ser los soldados del dios judío, les educan y entrenan mal. En la Liga mandarían catorce integrantes.
Diez entrarían y cuatro quedarían relegados para cualquier escape. Siempre y cuando se haya demostrado su habilidad por encima de la media. Si no, con uno basta para matar a todos los que estén dentro del lugar. Recargado su hombro siniestro contra la pared, da la espalda a la puerta, el mensajero sale para indicarle a Septimus quién es la mujer acompañándolo para terminar así su misión y regresar con el Papa a dar fe de que todo ha ido bien. El sonido de los pasos acercándose la alerta de sus presencias, al girar el cuerpo para encarar a la persona que será su guardián, sus ojos primero observan el amplio pecho de éste subiendo por los grandes hombros, el firme cuello y un rostro que en otro momento podría ser atractivo de no ser porque...
Sus ojos se abren como platos al tiempo que su boca exclama un improperio en árabe. - ¿Tú? - su mano va a romper la enagua cuando siente el frío proveniente de Karsh que le susurra al oído, invisible a ojos de cualquier otro - detente, loca. Matar a un Inquisidor en este lugar significa tu muerte y aún hay cosas por hacer. Mantén a resguardo tu rabia, que también lo he reconocido. Aprovecha lo que el destino te ha entregado, busca a los otros tres aprovechando este inicio de la madeja, jala de ésta hasta que logres tu cometido y luego, dales muerte. Aprovecha que han pasado quince años y no te reconocerá - Lucinde aprieta la mano contra la tela antes de exhalar un aire violento mostrando los dientes con expresión agresiva. El mensajero los observa sin comprender. No podría entender que la mujer ha reconocido en el Abetegovanni a aquél que matara a sus padres.
Última edición por Lucinde Virtanen el Sáb Ago 25, 2018 7:24 am, editado 1 vez
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Perdida la intensidad de la furia, queda esa fina capa de altanería y egocentrismo que va a ser un poco más difícil de fragmentar como sea tan descuidada de permitir que siga hinchando su autoestima con lo que exprese la assassin. Ya le dio armas al echarle en cara su frustración por abandonarla la noche pasada. Esa sonrisa del lobo se observa a millas de distancia. - Bien, espero que cumpla su palabra del no acoso - y tal cual él hiciera al ignorar sus palabras, ella sigue concentrada en desayunar fingiendo que no le escucha más. Ignorando por completo al licántropo sabiendo que con eso le disgusta más por estar imitando su infantil actitud del "no te oigo, no te oigo".
Escucha el silbido alzando la mirada al notar que los sirvientes corren a arreglar el lío que ha causado con sus celos y su instinto de posesión. Baja la mirada de nuevo a su comida como si ésta fuera tan importante como hacía unos instantes él hizo con su mano. Si quiere que le ignore como él hizo con ella, eso es un juego que conoce y disfruta a partes iguales. Termina de comer dejando a un lado la servilleta tras limpiarse las comisuras de sus labios para mirar con seria expresión la del licántropo haciendo caso omiso a su última provocación - si me disculpa, tengo trabajo por hacer, con su permiso - hace una reverencia no sin antes quitarse las lilas para dejarlas sobre el plato en una muda expresión de minimizar todo el esfuerzo del condenado por agradar.
Camina hacia la recámara con paso relajado para ponerse el sombrero, tomar un bolso, una sombrilla y un chal. Algo de dinero extra porque ya se está pensando lo que sucederá con las palabras del inquisidor flotando por su cabeza. Sale de la recámara para informar a uno de los hombres de Septimus - dile a tu señor que saldré de compras. Que no estimo necesario que venga, por lo que agradecería que se abstenga de perseguirme o mandar a alguien para que lo haga - camina hacia la puerta de salida tomando el pomo para salir. En cuanto el sol le roza el rostro, toma la sombrilla para cubrirse del astro rey caminando con tranquilidad disfrutando del paseo. Cierto que va a hacer algunas compras, como vestidos, trajes y demás que mandará al hotel donde piensa quedarse alojada durante las siguientes cuatro noches. Con sus días.
A la casa de Septimus llega una misiva con la siguiente información:
Se instala en la habitación del hotel mirando hacia el espectáculo de la ciudad. Cierto que tiene suficiente dinero para contratar su propia casa, más por puro capricho decidió quedarse con Septimus el tiempo necesario para descubrir el paradero o el destino de sus hermanas. De momento, con alejarse de él durante la luna llena, significará menos problemas para ambos. A no ser que pueda controlar sus instintos, algo que duda por supuesto. Toma la taza de té que está servida para darle un ligero trago en tanto mira a Karsh de reojo - ocúpate de seguir sus pasos, quiero saber todo lo que haga - el fantasma asiente desapareciendo para llegar a la casa de Septimus justo cuando el licántropo recibe su carta.
Escucha el silbido alzando la mirada al notar que los sirvientes corren a arreglar el lío que ha causado con sus celos y su instinto de posesión. Baja la mirada de nuevo a su comida como si ésta fuera tan importante como hacía unos instantes él hizo con su mano. Si quiere que le ignore como él hizo con ella, eso es un juego que conoce y disfruta a partes iguales. Termina de comer dejando a un lado la servilleta tras limpiarse las comisuras de sus labios para mirar con seria expresión la del licántropo haciendo caso omiso a su última provocación - si me disculpa, tengo trabajo por hacer, con su permiso - hace una reverencia no sin antes quitarse las lilas para dejarlas sobre el plato en una muda expresión de minimizar todo el esfuerzo del condenado por agradar.
Camina hacia la recámara con paso relajado para ponerse el sombrero, tomar un bolso, una sombrilla y un chal. Algo de dinero extra porque ya se está pensando lo que sucederá con las palabras del inquisidor flotando por su cabeza. Sale de la recámara para informar a uno de los hombres de Septimus - dile a tu señor que saldré de compras. Que no estimo necesario que venga, por lo que agradecería que se abstenga de perseguirme o mandar a alguien para que lo haga - camina hacia la puerta de salida tomando el pomo para salir. En cuanto el sol le roza el rostro, toma la sombrilla para cubrirse del astro rey caminando con tranquilidad disfrutando del paseo. Cierto que va a hacer algunas compras, como vestidos, trajes y demás que mandará al hotel donde piensa quedarse alojada durante las siguientes cuatro noches. Con sus días.
A la casa de Septimus llega una misiva con la siguiente información:
Sr. Septimus:
En vista de su indisposición los siguientes cuatro días, me veo en la penosa necesidad de prescindir de sus servicios durante este lapso de tiempo por lo que ya conseguí un hotel donde quedarme, del cual mi jefe tiene conocimiento dándome su aprobación y compañía.
Hasta que no controle su enfermedad, considero prudente estar alejada de usted.
Pase un excelente día.
Atte. Lucy.
En vista de su indisposición los siguientes cuatro días, me veo en la penosa necesidad de prescindir de sus servicios durante este lapso de tiempo por lo que ya conseguí un hotel donde quedarme, del cual mi jefe tiene conocimiento dándome su aprobación y compañía.
Hasta que no controle su enfermedad, considero prudente estar alejada de usted.
Pase un excelente día.
Atte. Lucy.
Se instala en la habitación del hotel mirando hacia el espectáculo de la ciudad. Cierto que tiene suficiente dinero para contratar su propia casa, más por puro capricho decidió quedarse con Septimus el tiempo necesario para descubrir el paradero o el destino de sus hermanas. De momento, con alejarse de él durante la luna llena, significará menos problemas para ambos. A no ser que pueda controlar sus instintos, algo que duda por supuesto. Toma la taza de té que está servida para darle un ligero trago en tanto mira a Karsh de reojo - ocúpate de seguir sus pasos, quiero saber todo lo que haga - el fantasma asiente desapareciendo para llegar a la casa de Septimus justo cuando el licántropo recibe su carta.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El juego por parte del licántropo había empezado, y aunque la reacción de retirarse de ella estaba más o menos prevista habría preferido que mostrara algo más que despertara a su lobo interior, que entre su aroma y su testosterona estaba con ganas de divertirse con la hermosa rubia, más la reacción de ella la hizo enarcar una ceja al inquisidor, que aseguraba no querer acoso, aunque Septimus no parecía estar tan seguro de que lo que ella dijera fuera realmente lo que deseaba, pero el inquisidor también tenía presencia e iba a concederle lo que ella parecía con insisitencia, así que no se movió de su silla mientras paseaba su azul mirada sobre ella.
Más cuando hizo aquello con las lilas el lobo mostró una mueca de desagrado para solo observarla sin mediar palabra cruzando las piernas y entrelazando sus dedos sobre su abdomen. enarcó una ceja mirandola y no protestó por ello, el rostro de decepción lo dijo todo, no estaba contento con ese gesto de ella, pero no manifestó nada más que aquella muestra facial.
No tarda en ser informado por el servició de que la joven ha salido a lo que él simplemente asiente despreocupado, asi vendra bien desintoxicarse de ese maldito aroma que ella emana, ese aroma que lo vuelve loco, le vendrá bien para despejar la cabeza, más cuando llega la carta el licántropo muestra una notable cara de desagrado, "enfermedad" si enfermedad divina la llama a él, pues fue convertido para cazar herejes, asi que aprovecharía las lunas que estaba cargado de testosterona y furia, por el día cazaría herejes por París divirtiendose de sus sadica forma.
Asi que el servició por parte de la santa sede tomaría la casa de Septimus durante esos dias para cuidarla, mientras él y el resto de su manda, iria a la sede a encerrarse, no sin antes hablar con uno de los inquisidores licantropos, haciendo que este apretara el paso, pidiendole que le trajera algo antes que que la luna se alzase. "Traeme a mi perra" fueron sus palabras, como refiriendose a una mascota, mientras tanto Septimus se paseo por la santa sede, entreteniendose para hablar con los dos inquisidores gemelos, y hablar de trabajo o de fanfarronerias por el placer de aliviarse y pasar un buen rato, antes de pedirle a uno de los gemelos que se preparara, pues confiaba en ellos para que le atasen en su recamara cuando la tarde empezó a pronunciarse.
El miembro con el que habló antes aparece con un enorme perro-lobo, el cual Septimus hace llamar para que encierre con él las noches venderas, y durante las noches de luna llena en esa habitación cerrada se escuchan a las dos bestias aullar, y gruñirse entre ellas, y así todas las noches que duró la luna llena.
Al salir de la ultima luna llena Septimus estaba agotado, cargado de furia y de testosterona, el perro con el que había estado encerrado estaba intacto salvo por algún rasguño que tampoco era grave, el inquisidor acarició la cabeza de la bestia antes de pedir que se lo llevaran, era hora de volver a la mansión, y eso hizo al resto de su manada, mientras los miembros que limpiaban se fueron para volver a la sede.
El licano estaba deseando que la joven volvera a aparecer, esta luna llena fue horrible, deseaba volver a olerla, incluso escuchar sus imprtinencias, le daba igual, pero la quería ahí con él, se sentó en el salón frente a la chimenea. -Traerla.- Fue la orden dada, mientras ansioso deseaba que volviera, aunque ella peleara con él, le provocara, le sacara de las casillas, pero la quería ahí, su olor se volvía una necesidad para él, tanto como el oir los gritos de sus victimas que tanto le escitaba, como el olor de la sangre, y el sabor de la carne de los herejes, daba igual el como, pero la quería ahí.
Más cuando hizo aquello con las lilas el lobo mostró una mueca de desagrado para solo observarla sin mediar palabra cruzando las piernas y entrelazando sus dedos sobre su abdomen. enarcó una ceja mirandola y no protestó por ello, el rostro de decepción lo dijo todo, no estaba contento con ese gesto de ella, pero no manifestó nada más que aquella muestra facial.
No tarda en ser informado por el servició de que la joven ha salido a lo que él simplemente asiente despreocupado, asi vendra bien desintoxicarse de ese maldito aroma que ella emana, ese aroma que lo vuelve loco, le vendrá bien para despejar la cabeza, más cuando llega la carta el licántropo muestra una notable cara de desagrado, "enfermedad" si enfermedad divina la llama a él, pues fue convertido para cazar herejes, asi que aprovecharía las lunas que estaba cargado de testosterona y furia, por el día cazaría herejes por París divirtiendose de sus sadica forma.
Asi que el servició por parte de la santa sede tomaría la casa de Septimus durante esos dias para cuidarla, mientras él y el resto de su manda, iria a la sede a encerrarse, no sin antes hablar con uno de los inquisidores licantropos, haciendo que este apretara el paso, pidiendole que le trajera algo antes que que la luna se alzase. "Traeme a mi perra" fueron sus palabras, como refiriendose a una mascota, mientras tanto Septimus se paseo por la santa sede, entreteniendose para hablar con los dos inquisidores gemelos, y hablar de trabajo o de fanfarronerias por el placer de aliviarse y pasar un buen rato, antes de pedirle a uno de los gemelos que se preparara, pues confiaba en ellos para que le atasen en su recamara cuando la tarde empezó a pronunciarse.
El miembro con el que habló antes aparece con un enorme perro-lobo, el cual Septimus hace llamar para que encierre con él las noches venderas, y durante las noches de luna llena en esa habitación cerrada se escuchan a las dos bestias aullar, y gruñirse entre ellas, y así todas las noches que duró la luna llena.
Al salir de la ultima luna llena Septimus estaba agotado, cargado de furia y de testosterona, el perro con el que había estado encerrado estaba intacto salvo por algún rasguño que tampoco era grave, el inquisidor acarició la cabeza de la bestia antes de pedir que se lo llevaran, era hora de volver a la mansión, y eso hizo al resto de su manada, mientras los miembros que limpiaban se fueron para volver a la sede.
El licano estaba deseando que la joven volvera a aparecer, esta luna llena fue horrible, deseaba volver a olerla, incluso escuchar sus imprtinencias, le daba igual, pero la quería ahí con él, se sentó en el salón frente a la chimenea. -Traerla.- Fue la orden dada, mientras ansioso deseaba que volviera, aunque ella peleara con él, le provocara, le sacara de las casillas, pero la quería ahí, su olor se volvía una necesidad para él, tanto como el oir los gritos de sus victimas que tanto le escitaba, como el olor de la sangre, y el sabor de la carne de los herejes, daba igual el como, pero la quería ahí.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
UN DÍA DESPUÉS DE LA LUNA LLENA
Como en un vals, cuando una pareja tiene contradicciones y desajustes, parece improbable que puedan brillar en la pista. En este caso, Lucinde tiene bien claro que mientras Septimus esté afectado por la luna, será difícil entablar una buena relación. "Buena" en sus palabras, donde pueda controlar su mente, su ansiedad. El lobo va a atacar cuantas veces sea necesario hasta que ella ceda. De maneras adecuadas e inadecuadas. Son las últimas las que le tienen meditabunda puesto que si la situación se escapa de las manos, ¿Cómo entonces le tendrá comiendo de su palma? En tanto se mantiene en el hotel separada de cualquier instinto primario del licántropo, Karsh hace lo suyo siguiendo sus pasos hasta donde puede. Los cuarteles de la Inquisición son inexpugnables aún para fantasmas y sin invitación o una invocación, le es imposible adentrarse en ellos por lo que ambos se dedican de lleno a su misión.
Uno fingiendo ser ella, la otra haciendo lo propio vistiendo las ropas masculinas para perderse en la oscuridad de la noche teniendo cuidado con los hombres-lobo que ahora pululan en los alrededores de la ciudad por lo que las intromisiones y exploraciones en terreno boscoso son poco recomendables o nulas. Mientras tanto hace avances con algunos vampiros y esclavos de sangre que parecen versados en lo que busca. Un poco de magia realiza milagros. Así que su actividad se incrementa al máximo teniendo pocas horas de descanso entre tanto. Karsh hace lo propio llegando al punto de tener un grupo de sujetos al que les sigue la pista escuchando invisible entre las sombras aprovechando su condición incorpórea. Las páginas que van integrando la bitácora exigible por la Inquisición van llenándose poco a poco.
Algunas de éstas hablan sobre la enfermedad que atenaza a los que son contrarios a este grupo, siendo específicos en qué tipo de afecciones produce y lo que implica. Las curaciones que les hicieron durante ese tiempo y los resultados aceptables o contrarios. Casi hay muy poco, deben ser mucho más incisivos. Justo está sentada leyendo un par de anotaciones que Karsh ha escrito cuando un toque en la puerta la obliga a alzar la mirada. Se pone en pie tras guardar todas las páginas en una caja de metal que al cerrar, será imposible de destapar sin los resguardos necesarios para ello. Al abrir la puerta, observa a uno de los mandaderos de Septimus que requiere su presencia en su hogar. Se recarga insolente con el hombro en el marco de madera para sonreír de lado - decidle a vuestro señor que me mando sola. Que si quiere convocarme, venga él mismo ¿Acaso está cojo o ha perdido ambas extremidades en estas pocas noches? Que deje de ser insípido y aburrido, deberá mostrar creatividad que sólo un sirviente como mensajero para verme de nueva cuenta. Que pase buena tarde su señor y usted - le cierra en las narices antes de seguir con sus estudios.
Es media tarde, tres horas después, cuando detiene todo. Está agotada, pareciera que el licántropo ignoró su petición porque de ser indispensable, estaría desde antes ahí. Por lo que decide lavarse el cuerpo debido a una afección propia de la femineidad que cada mes se pasa a saludar. En cuanto termina sintiéndose satisfecha y más limpia, toma sus prendas para arreglarse. Esta noche pretende dejar de lado la misión. El dolor de su útero se lo reclama. Podría echarse en cama para que las contracciones remitan más sabe que eso en lugar de ayudar agravará el asunto. Así que opta por salir de su habitación cuando la luz del sol se está apagando para dar un paseo por las calles observando los escaparates de algunas tiendas y quizá, sentarse a tomar un café o un chocolate caliente.
El dinero que la Inquisición le brinda le permite tales lujos como el hotel que paga e incluso, gustos como éstos. Así que una vez fuera del inmueble, pasea con tranquilidad teniendo en los hombros el abrigo que evitará sentir mayor frío del que su período le provoca con la congregación de calor en su útero. Tras una caminata ligera, se detiene frente a un establecimiento donde ingresa para beber algo caliente, ve la minuta, da la comanda y espera quitándose los guantes en tanto se queda analizando la situación respecto del licántropo. Alguien le cubre la luz que emana del techo, voltea a mirar intrigada antes de sonreír con un viejo conocido de otras misiones. Alguien cuya información puede servirle a su misión. Se pone en pie para saludarle con un beso en cada mejilla hasta permitiendo que él la mantenga en sus brazos un poco más del tiempo permitido por la sociedad parisina tan restringida.
Toma asiento a su lado, hace él mismo su comanda, voltea hacia ella para susurrar - ¿Y en qué estás metida esta vez? ¿Puede saberse o como acostumbras, es un secreto? - eso provoca la risa de la hechicera, hilarante y divertida como pocas veces puede verse en ella. Su respuesta es un encogimiento de hombros aunado a una mirada coqueta - ¿Por qué? ¿Vas a pedirle a la Inquisición que seas mi guardián? El que está ahora asignado dista mucho de ser demasiado competente - susurra con mordacidad y maldad provocando que el inquisidor sonría a la vez - si no fueras tan joven, me pensaría el acompañarte en tus aventuras. Cada vez que creo que lo he visto todo, me sorprendes más - acaricia la mejilla de la fémina con el índice de su siniestra.
Están coqueteando el uno con la otra, eso puede verse a leguas de distancia.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Los deseos de Septimus se ven frustrados cuando tras mandar a uno de su manada vuelve con las manos vacias y con el mensaje que ella le dijo, cosa que en un principio parece molestar al licano, pero despues se queda unos segundos pensativo, quizá debiera sorprender a esta como la joven pide, y hacer algo que no se esperaría de alguíen como él, asi que se arregló como quien acude a una cita y salió de su mansión directo hacía donde ella estaba alojada, se montó en el carruaje y a mitad de camino pidió al cochero que parará, metiendose en una de las tiendas mas de renombre de París, casí pensando como un romantico caballero, comprando algo para la joven que estaba bajo su vigilancia, esa indomable rubia.
Más volvío al carruaje para que llevara al hotel que la inquisición le había administrado, mientras observaba el detalle que le había comprado a la joven, sonrió con cienta picarda, la joven fijo que no se esperaría un movimiento tan galante y rozando lo romantico por parte de él.
Más al llegar al hotel, ella no se encuentra ahí, sin embargo al inquisidor le cuesta bien poco seguir el rastro de la joven hasta uno de los establecimientos, donde a la entrada su agudo oido y su olfato hace el efecto antes que su vista, ahí esta ella, aunque no sola, lo que hace que el inquisidor se detenga, y su oido hace el resto, se recarga contra la pared y enarca una ceja escuchando la convesación, y el coqueteo que a la legua se vé, lo que hace que él iquisidor sonria de medio lado, riendose de la estupidez propia, y niega, se incorpora, se guarda el regalo y vuelve sobre sus pasos, aun esta muy irascible tras la luna, y acercarse implicaría arrancarle la cabeza al viejo inquisidor y ponersela en el plato a la maldita rubia. -Luego vengo, si sale de aquí dile que me espere en el hotel.- Le gruñe al cochero. -Y sin tonterias...suficientes le he aguantado ya.- Ruge furioso antes de perderse por las calles Parisinas.
Lo mejor para despejar la cabeza es cazar unos cuantos herejes, y eso es lo que va hacer, desfogar, necesita sabor a sangre, morder carne, y eso es algo que no le lleva mucho tiempo cumplir, avanzando a paso rapido hasta los barrios bajos, aqui está lleno de paganos, el licano se abre la gabardina dejando relucir su crucifijo. -El perro de dios está de caza.- Dije en un tono lo suficientemente alto, el revuelo que eso provoca, desvela a los que estan haciendo lo que no deben, pecado, pecado es lo que apesta por todos los rincones, y entonces es cuando la caza empieza, las uñas crecen, los colmillos aparecen y el azul de su mirada desaparece, gritos, suplicas, todo da igual, devora la carne de los infieles, la sangre invade sus papilas gustatibas, su excitación es grande, desolla, desgarra y devora, y así hasta que 5 es el numero magico, 5 herejes menos, tampoco pretende estar más de una hora de caza.
Una vez desfogado donde se ha excitado con los gritos, creciendo el bulto de su pantalón cuando ha comido carne humana, se sacude y el galan que había antes queda la bestía, despeinado, ropajes rotos, resquiciós de sangre si se observaba con atención el oscuro abrigo, y los labios quemados de haber besado su cruz de plata, se relame estos con sumo gusto, antes de volver a usar su olfato, la joven ya habra terminado de hacer lo que quiera que haga con ese inquisidor anciano, pero ah...esta cacería despues se la restregará a sus compañeros, solo por restregar meritos, eso siempre pone de buen humor, los piques entre los cuatro.
Saca su reloj de bolsillo empapado de sangre, la cual retira con el dedo pulgar para ver la hora que es, ya que aunque comió carne humana aun seguía con hambre.
Se paró en una joyería donde pidió dos pulseras de oro a juego, una que pusiera una "W" y la otra una "X" y tambien una pieza de plata pura en forma de corazón que estaba gravado en ella "ti amo" sin duda con un sadico fin para hacer con él.
Tras todo finalizado, su aspecto feroz y de ahora sí un notable buen humor volvió junto a la rubia, el cochero seguía ahí esperando a que ella saliera, mirando con cara de horror al lobo, Septimus avanzó para entrar dentro del establecimiento, importandole bien poco si su reunion había acabado o no. -Hay que volver a la mansión, se hace tarde.- Dijo con un tono petulante, apenas observó al otro haciendo una leve inclinación de cabeza a modo saludo, mientras con aire engreido echó su melena hacia atras, importandole poco que en sus manos aun se apreciase la sangre, tenía ganas de comer carne y de volver a la mansión para darse un baño, alzó una ceja observando a Lucinde con impaciencia, apremiandola a moverse y que se despidiera o lo que le diera la santa gana de hacer.
Más volvío al carruaje para que llevara al hotel que la inquisición le había administrado, mientras observaba el detalle que le había comprado a la joven, sonrió con cienta picarda, la joven fijo que no se esperaría un movimiento tan galante y rozando lo romantico por parte de él.
Más al llegar al hotel, ella no se encuentra ahí, sin embargo al inquisidor le cuesta bien poco seguir el rastro de la joven hasta uno de los establecimientos, donde a la entrada su agudo oido y su olfato hace el efecto antes que su vista, ahí esta ella, aunque no sola, lo que hace que el inquisidor se detenga, y su oido hace el resto, se recarga contra la pared y enarca una ceja escuchando la convesación, y el coqueteo que a la legua se vé, lo que hace que él iquisidor sonria de medio lado, riendose de la estupidez propia, y niega, se incorpora, se guarda el regalo y vuelve sobre sus pasos, aun esta muy irascible tras la luna, y acercarse implicaría arrancarle la cabeza al viejo inquisidor y ponersela en el plato a la maldita rubia. -Luego vengo, si sale de aquí dile que me espere en el hotel.- Le gruñe al cochero. -Y sin tonterias...suficientes le he aguantado ya.- Ruge furioso antes de perderse por las calles Parisinas.
Lo mejor para despejar la cabeza es cazar unos cuantos herejes, y eso es lo que va hacer, desfogar, necesita sabor a sangre, morder carne, y eso es algo que no le lleva mucho tiempo cumplir, avanzando a paso rapido hasta los barrios bajos, aqui está lleno de paganos, el licano se abre la gabardina dejando relucir su crucifijo. -El perro de dios está de caza.- Dije en un tono lo suficientemente alto, el revuelo que eso provoca, desvela a los que estan haciendo lo que no deben, pecado, pecado es lo que apesta por todos los rincones, y entonces es cuando la caza empieza, las uñas crecen, los colmillos aparecen y el azul de su mirada desaparece, gritos, suplicas, todo da igual, devora la carne de los infieles, la sangre invade sus papilas gustatibas, su excitación es grande, desolla, desgarra y devora, y así hasta que 5 es el numero magico, 5 herejes menos, tampoco pretende estar más de una hora de caza.
Una vez desfogado donde se ha excitado con los gritos, creciendo el bulto de su pantalón cuando ha comido carne humana, se sacude y el galan que había antes queda la bestía, despeinado, ropajes rotos, resquiciós de sangre si se observaba con atención el oscuro abrigo, y los labios quemados de haber besado su cruz de plata, se relame estos con sumo gusto, antes de volver a usar su olfato, la joven ya habra terminado de hacer lo que quiera que haga con ese inquisidor anciano, pero ah...esta cacería despues se la restregará a sus compañeros, solo por restregar meritos, eso siempre pone de buen humor, los piques entre los cuatro.
Saca su reloj de bolsillo empapado de sangre, la cual retira con el dedo pulgar para ver la hora que es, ya que aunque comió carne humana aun seguía con hambre.
Se paró en una joyería donde pidió dos pulseras de oro a juego, una que pusiera una "W" y la otra una "X" y tambien una pieza de plata pura en forma de corazón que estaba gravado en ella "ti amo" sin duda con un sadico fin para hacer con él.
Tras todo finalizado, su aspecto feroz y de ahora sí un notable buen humor volvió junto a la rubia, el cochero seguía ahí esperando a que ella saliera, mirando con cara de horror al lobo, Septimus avanzó para entrar dentro del establecimiento, importandole bien poco si su reunion había acabado o no. -Hay que volver a la mansión, se hace tarde.- Dijo con un tono petulante, apenas observó al otro haciendo una leve inclinación de cabeza a modo saludo, mientras con aire engreido echó su melena hacia atras, importandole poco que en sus manos aun se apreciase la sangre, tenía ganas de comer carne y de volver a la mansión para darse un baño, alzó una ceja observando a Lucinde con impaciencia, apremiandola a moverse y que se despidiera o lo que le diera la santa gana de hacer.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
La velada continúa por casi una hora más, entre bromas y anécdotas de pasados acontecimientos, los músculos de la hechicera se relajan, puede disfrutar del inquisidor con quien comparte un café, algunos panecillos y pastas secas. Incluso se atreve a pedir su opinión respecto de los movimientos de París, lo que él observa de los sobrenaturales del lugar, sus costumbres y actuares. Incluso escucha sobre un hombre que está causando revolución, dando golpes a iglesias y diferentes sitios pretextando ser el verdugo de la iglesia por sus malos actuares. Si Lucinde se atreviera a expresar con libertad sus pensamientos, estaría de acuerdo con lo que él ejecuta. ¿Por qué? Aunque la inquisición trabaje en pos de la pureza de la sangre, este proceso la mayor parte del tiempo se torna demasiado violento e irregular. Hay muertes por doquier.
Sólo hay que ver los casos de las brujas que queman sin tener bases contundentes al respecto. Cuando un hijo del Santo Oficio de naturaleza humana toma un caso, es imposible que pueda alcanzar a distinguir si la mujer que persigue es o no una hechicera. Así que las féminas que llegan a los juicios son enviadas a ordalías donde la mayoría perecen y sólo así pueden asegurar que son inocentes. Le parece estúpido que teniendo inquisidores con poderes sobrenaturales, tengan que hacer uso de las ordalías. Algunos juicios son incluso más aterradores, sólo basta con poner en contra a un hijo de la iglesia para que acuse a esa persona de brujería o satanismo y con ello empieza la maquinaria a funcionar en su contra. Parece un arma de la que muchos hacen uso para destruir a sus enemigos sin que sean culpables de los cargos que se les imputan.
Mientras que ella esté trabajando para la iglesia, tiene plena confianza de que no la perseguirán. ¿Qué pasará cuando termine? Volverá por supuesto a la Liga. El poder del Vaticano tropieza cuando se interpone la imponente cordillera del Himalaya. Ahí no tienen tanta influencia. La propia Lucinde se ha encargado de exterminar a todo aquél que intente tocar el suelo que la Liga considera como suyo. La Inquisición sabe demasiado bien que allá no tiene que meter las narices. Más este caso que la trae a París es tan importante para todos los sobrenaturales y humanos a lo largo y ancho del planeta que la alianza entre el catolicismo y la Liga es primordial. - Me parecería prudente que vieras entonces hacia el sur, los barrios son demasiado complicados, deberías tener una buena guardia para ingresar, conociendo tus métodos, te será relativamente fácil más no te confíes, hay demasiados... - la conversación se interrumpe con la presencia de alguien que se acerca sin atisbo de querer irse de allí si no es con la hechicera.
El propio Septimus es el que estorba en este comentario, mirando fijo a Lucinde que le devuelve la mirada en tanto lo analiza. Hay algo en él que atemoriza sin que pueda definir el qué. Se queda en silencio mirando al otro inquisidor que a su vez se ha puesto tenso con la presencia del sobrenatural. Conoce su fama a lo alto y ancho de la ciudad, de la propia institución. - Ten cuidado, es lo único que puedo aconsejar - termina la frase en tanto la hechicera frunce los labios con molestia. Su cabeza se mueve de diestra a siniestra en un franco movimiento de negación, observa al recién llegado y hace a un lado la silla contigua a ella - toma asiento, Septimus, ahora que termine nos vamos. Y tú, Morgan termina de explicarme - si hay algo en lo que ningún licántropo se va a entrometer es en una misión de la Liga. Morgan parece tenso con la presencia del otro, más entiende que para ella es fundamental su comentario.
Así que toma la taza para beber el asiento de lo que era un café antes de continuar - hay rumores, muchos de éstos se basan a que en el sur hay un grupo de renegados, sí. Más hay alguien entre ellos que está levantándose como te dije. Dicen que es un humano, otros que es un licántropo. Todo se basa en su forma de actuar. Si fuera un humano, la convocatoria sobrenatural que parece tener implica que tiene demasiado poder e influencia. Si vas al sur, te encontrarás con muros cerrados de sobrenaturales. Y no cualquier tipo de vampiro, cambiante. No. Son muy antiguos, experimentados y bien organizados, lo cual hace pensar que están reunidos en un tipo de cofradía donde puedes ver a licántropos trabajando con vampiros. ¿Entiendes la magnitud de mis palabras? Si a eso le añades que están dando golpes a diferentes iglesias y centros de la inquisición, sabrás que no es casualidad que estén reunidos. Van a por algo grande. Por lo que me comentaste, me parecería que ahí no están las respuestas a tus preguntas, más es eso, una suposición - golpetea la mesa con las falanges un poco nervioso.
De acuerdo, eso se distancia de lo que Lucinde busca - si no es en el sur donde debería buscar, entonces ¿Dónde? - el inquisidor lo medita antes de susurrar muy bajo - el oriente de la ciudad. Hay susurros de algo que está matando a todo lo que entre a ciertas zonas. Hay una iglesia en la profundidad del sitio que este grupo del sur que te comenté, no ataca por más que se habla de que tiene demasiadas riquezas. Te aclaro, el grupito ataca las iglesias para hacerse de oro, plata, joyas, dinero, lo que sea para seguir financiando sus operaciones. ¿Por qué evaden esa zona? Si hay tanto ahí ¿Por qué siguen ignorándola? - deja la idea plantada en la mente de la assassin que asiente - deberías empezar por ahí. No sé por dónde te hayas movido y conociéndote, sé que has avanzado mucho en este corto tiempo. ¿Aún trabajas con tu jefe? - ella sabe a lo que se refiere con sus palabras. Tanto tiempo estando colaborando hombro con hombro que reconoce sus movimientos. Si ella contestase que sigue bajo las órdenes de Karsh, él entendería que le oculta información al Inquisidor que la custodia.
Lucinde sonríe un poco sintiendo que lo aprecia mucho más por guardar sus apariencias y su secreto - ¡Por supuesto! Investigo la mayor parte de la teoría, él hace la práctica. Sabes que Karsh no deja que me introduzca en lugares peligrosos. Eso sería letal para mí, en cambio él tiene la habilidad de penetrar por el ojo de la cerradura si es necesario - Morgan asiente sabiendo ahora cómo conducirse, por lo que baja más la voz - entonces dile que se vaya preparado si va a visitar ese sitio. Hay rumores muy grandes sobre una peste que se extiende desde esa iglesia en particular hacia las afueras. Como toque el centro, estaremos con una epidemia, si toca algún otro punto del plano, se convertirá en pandemia. Si lo que dices es cierto, ésto podría significar una revolución de humanos contra sobrenaturales que ni la propia iglesia podría controlar, para eso te contrataron ¿Verdad? - la hechicera se queda en silencio antes de responder - Por supuesto, si bien Karsh ofreció su ayuda, eso significa que estoy dentro del pastel. Soy la cereza que lo decora. La que planta la cara antes de que él llegue a barrer el sitio - Morgan asiente pensativo.
- Entonces sigues siendo la trompeta en tanto él es el jinete de la muerte como en el pasado, me aterraría verte si estuviéramos en bandos contrarios. Ahora que me has dicho a qué has venido, investigaré en forma. Sé que no te voy a detener, que harás tus pesquisas, ten cuidado de ser vista. Tienen buena memoria, hay rumores de hombres que han entrado y después desaparecido de sus hogares. De sus propias casas - advierte con lo que significa. Que hay incursiones y equipos de exploración y ataque - no me preocupa. Si bien he estado los últimos días en el hotel, como dijo Septimus, tengo un sitio en su mansión, así que estoy bien protegida - Morgan mira al licántropo asintiendo con la cabeza. Su fama le precede - entonces estarás bien. Procura ser discreta, entra y sal todo el tiempo. No permanezcas demasiado tiempo, ten cuidado con lo que preguntas, que hay una red tremenda de información por todo París. Mejor vigila los sitios sin hablar y que Karsh incursione. Vería prudente que si te pusieron a un guardián, sea el señor Abetegeovanni que lo acompañe. Habla con Karsh, por más que sea un excelente guerrero, asesino y hechicero, tendrá que recibir ayuda. Entrar ahí es suicida. Escucha mis palabras niña, convence a tu jefe de que incursionar solo, puede matarlo. Que el ego no le gane. Ésta es una misión muy importante para que por su arrogancia lo perdamos. Dependemos todos del resultado de ésto - es categórico y tajante.
Lucinde entiende bien que esas palabras van para ella, que no sea una osada ni una irresponsable, es lo que se lee entre líneas. Frunce los labios mostrando su descontento más si Morgan le está diciendo lo que debe hacer, desoírlo sería estúpido - de acuerdo, hablaré con él hoy mismo. Empezaré a buscar por esa zona. Primero sola, después lo hará Karsh, le diré que se acompañe de Septimus ¿Algo más? - el hombre maduro niega con la cabeza - sólo cuídense. Una sola herida podría significar su muerte, no tengo que recordártelo. Una sola herida, Luc, una sola. Y ya tengo que irme, si vas a estar con Abetegeovanni, sé a dónde presentarme para darte lo que investigue - susurra dando finalizada la conversación. Se despide de Lucinde con un beso en la mejilla, del inquisidor con un apretón de manos y se aleja dejando a la joven sumida en un tenso silencio sabiendo la magnitud de lo que se le viene encima.
Sólo hay que ver los casos de las brujas que queman sin tener bases contundentes al respecto. Cuando un hijo del Santo Oficio de naturaleza humana toma un caso, es imposible que pueda alcanzar a distinguir si la mujer que persigue es o no una hechicera. Así que las féminas que llegan a los juicios son enviadas a ordalías donde la mayoría perecen y sólo así pueden asegurar que son inocentes. Le parece estúpido que teniendo inquisidores con poderes sobrenaturales, tengan que hacer uso de las ordalías. Algunos juicios son incluso más aterradores, sólo basta con poner en contra a un hijo de la iglesia para que acuse a esa persona de brujería o satanismo y con ello empieza la maquinaria a funcionar en su contra. Parece un arma de la que muchos hacen uso para destruir a sus enemigos sin que sean culpables de los cargos que se les imputan.
Mientras que ella esté trabajando para la iglesia, tiene plena confianza de que no la perseguirán. ¿Qué pasará cuando termine? Volverá por supuesto a la Liga. El poder del Vaticano tropieza cuando se interpone la imponente cordillera del Himalaya. Ahí no tienen tanta influencia. La propia Lucinde se ha encargado de exterminar a todo aquél que intente tocar el suelo que la Liga considera como suyo. La Inquisición sabe demasiado bien que allá no tiene que meter las narices. Más este caso que la trae a París es tan importante para todos los sobrenaturales y humanos a lo largo y ancho del planeta que la alianza entre el catolicismo y la Liga es primordial. - Me parecería prudente que vieras entonces hacia el sur, los barrios son demasiado complicados, deberías tener una buena guardia para ingresar, conociendo tus métodos, te será relativamente fácil más no te confíes, hay demasiados... - la conversación se interrumpe con la presencia de alguien que se acerca sin atisbo de querer irse de allí si no es con la hechicera.
El propio Septimus es el que estorba en este comentario, mirando fijo a Lucinde que le devuelve la mirada en tanto lo analiza. Hay algo en él que atemoriza sin que pueda definir el qué. Se queda en silencio mirando al otro inquisidor que a su vez se ha puesto tenso con la presencia del sobrenatural. Conoce su fama a lo alto y ancho de la ciudad, de la propia institución. - Ten cuidado, es lo único que puedo aconsejar - termina la frase en tanto la hechicera frunce los labios con molestia. Su cabeza se mueve de diestra a siniestra en un franco movimiento de negación, observa al recién llegado y hace a un lado la silla contigua a ella - toma asiento, Septimus, ahora que termine nos vamos. Y tú, Morgan termina de explicarme - si hay algo en lo que ningún licántropo se va a entrometer es en una misión de la Liga. Morgan parece tenso con la presencia del otro, más entiende que para ella es fundamental su comentario.
Así que toma la taza para beber el asiento de lo que era un café antes de continuar - hay rumores, muchos de éstos se basan a que en el sur hay un grupo de renegados, sí. Más hay alguien entre ellos que está levantándose como te dije. Dicen que es un humano, otros que es un licántropo. Todo se basa en su forma de actuar. Si fuera un humano, la convocatoria sobrenatural que parece tener implica que tiene demasiado poder e influencia. Si vas al sur, te encontrarás con muros cerrados de sobrenaturales. Y no cualquier tipo de vampiro, cambiante. No. Son muy antiguos, experimentados y bien organizados, lo cual hace pensar que están reunidos en un tipo de cofradía donde puedes ver a licántropos trabajando con vampiros. ¿Entiendes la magnitud de mis palabras? Si a eso le añades que están dando golpes a diferentes iglesias y centros de la inquisición, sabrás que no es casualidad que estén reunidos. Van a por algo grande. Por lo que me comentaste, me parecería que ahí no están las respuestas a tus preguntas, más es eso, una suposición - golpetea la mesa con las falanges un poco nervioso.
De acuerdo, eso se distancia de lo que Lucinde busca - si no es en el sur donde debería buscar, entonces ¿Dónde? - el inquisidor lo medita antes de susurrar muy bajo - el oriente de la ciudad. Hay susurros de algo que está matando a todo lo que entre a ciertas zonas. Hay una iglesia en la profundidad del sitio que este grupo del sur que te comenté, no ataca por más que se habla de que tiene demasiadas riquezas. Te aclaro, el grupito ataca las iglesias para hacerse de oro, plata, joyas, dinero, lo que sea para seguir financiando sus operaciones. ¿Por qué evaden esa zona? Si hay tanto ahí ¿Por qué siguen ignorándola? - deja la idea plantada en la mente de la assassin que asiente - deberías empezar por ahí. No sé por dónde te hayas movido y conociéndote, sé que has avanzado mucho en este corto tiempo. ¿Aún trabajas con tu jefe? - ella sabe a lo que se refiere con sus palabras. Tanto tiempo estando colaborando hombro con hombro que reconoce sus movimientos. Si ella contestase que sigue bajo las órdenes de Karsh, él entendería que le oculta información al Inquisidor que la custodia.
Lucinde sonríe un poco sintiendo que lo aprecia mucho más por guardar sus apariencias y su secreto - ¡Por supuesto! Investigo la mayor parte de la teoría, él hace la práctica. Sabes que Karsh no deja que me introduzca en lugares peligrosos. Eso sería letal para mí, en cambio él tiene la habilidad de penetrar por el ojo de la cerradura si es necesario - Morgan asiente sabiendo ahora cómo conducirse, por lo que baja más la voz - entonces dile que se vaya preparado si va a visitar ese sitio. Hay rumores muy grandes sobre una peste que se extiende desde esa iglesia en particular hacia las afueras. Como toque el centro, estaremos con una epidemia, si toca algún otro punto del plano, se convertirá en pandemia. Si lo que dices es cierto, ésto podría significar una revolución de humanos contra sobrenaturales que ni la propia iglesia podría controlar, para eso te contrataron ¿Verdad? - la hechicera se queda en silencio antes de responder - Por supuesto, si bien Karsh ofreció su ayuda, eso significa que estoy dentro del pastel. Soy la cereza que lo decora. La que planta la cara antes de que él llegue a barrer el sitio - Morgan asiente pensativo.
- Entonces sigues siendo la trompeta en tanto él es el jinete de la muerte como en el pasado, me aterraría verte si estuviéramos en bandos contrarios. Ahora que me has dicho a qué has venido, investigaré en forma. Sé que no te voy a detener, que harás tus pesquisas, ten cuidado de ser vista. Tienen buena memoria, hay rumores de hombres que han entrado y después desaparecido de sus hogares. De sus propias casas - advierte con lo que significa. Que hay incursiones y equipos de exploración y ataque - no me preocupa. Si bien he estado los últimos días en el hotel, como dijo Septimus, tengo un sitio en su mansión, así que estoy bien protegida - Morgan mira al licántropo asintiendo con la cabeza. Su fama le precede - entonces estarás bien. Procura ser discreta, entra y sal todo el tiempo. No permanezcas demasiado tiempo, ten cuidado con lo que preguntas, que hay una red tremenda de información por todo París. Mejor vigila los sitios sin hablar y que Karsh incursione. Vería prudente que si te pusieron a un guardián, sea el señor Abetegeovanni que lo acompañe. Habla con Karsh, por más que sea un excelente guerrero, asesino y hechicero, tendrá que recibir ayuda. Entrar ahí es suicida. Escucha mis palabras niña, convence a tu jefe de que incursionar solo, puede matarlo. Que el ego no le gane. Ésta es una misión muy importante para que por su arrogancia lo perdamos. Dependemos todos del resultado de ésto - es categórico y tajante.
Lucinde entiende bien que esas palabras van para ella, que no sea una osada ni una irresponsable, es lo que se lee entre líneas. Frunce los labios mostrando su descontento más si Morgan le está diciendo lo que debe hacer, desoírlo sería estúpido - de acuerdo, hablaré con él hoy mismo. Empezaré a buscar por esa zona. Primero sola, después lo hará Karsh, le diré que se acompañe de Septimus ¿Algo más? - el hombre maduro niega con la cabeza - sólo cuídense. Una sola herida podría significar su muerte, no tengo que recordártelo. Una sola herida, Luc, una sola. Y ya tengo que irme, si vas a estar con Abetegeovanni, sé a dónde presentarme para darte lo que investigue - susurra dando finalizada la conversación. Se despide de Lucinde con un beso en la mejilla, del inquisidor con un apretón de manos y se aleja dejando a la joven sumida en un tenso silencio sabiendo la magnitud de lo que se le viene encima.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 20/05/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Willpower +18 [Septimus]
El licántropo fija su mirada en la rubia y despues en el hombre que la acompaña, no e le vé muy comodo con la presencia de Septimus, igualmente el licántropo sabe bien que su fama le precede entre los miembros de la inquisición "el perro de Dios", "el desollador" son solo alguno de los sobrenombres que Septimus tenía a sus espaldas, y aun asi, todos ellos para él eran como medallas, los llevaba con orgullo, sea para atemorizar, o para infundir miedo, o por insultarlo, las palabras de los herejes no valen nada, son solo basura que sale de las propias cloacas, no merecían su atención de ninguna de la maneras. Septimus no puso objeción a lo de sentarse y escuchar lo que estaban conversando, de hecho a medida que más oía se podía incluso alegrar de haberse quedado. Ahí estaba sentado, escuchando las palabras del hombre que le empezaron a captar de sumo interes la atención del inquisidor, que clavó sus azules orbes en aquel hombre. Sus palabras eran interesantes, inquietantes en cierto modo, vampiros, licanos y cambiantes con un conocimiento extenso de su poder, uniendo fuerzas vampiros y licanos, eso era algo inusual, en la inquisición ocurría, fuera de ella era algo más estraño, los licántropos y los vampiros eran enemigos naturales, que siguieran juntos era por un vinculo de algun tipo o intereses comunes muy fuertes.
En el caso de sus compañeros eran inquisidores, tenian el mismo trabajo, y su complicidad con Milo el vampiro variaba en los gustos comunes, en el mismo tipo de locura se podría decir, adorando torturar herejes, arrancar confesiones, y la rivalidad que se traía entre ellos, por ejemlo con los gemelos era otro tipo de relación, los dos sadicos hermanos eran buenos en lo suyo, y su competición abarcaba otros ambitos, no los diferenciaba ciertamente, y le daba igual, generalmente esperaba a que estos le dieran pistas sobre cual de los dos era con el que conversaba.
Más la información de que había un sitio una iglesia que no asaltaban, que evitaban le llamó a curiosidad, e igual eso que estaba escuchando mereciera la pena conversar con sus compañeros inquisidores haber que opinaban, incluso mandar a uno de los hombres a su servicio a que investigue un poco, aunque parece ser que alguna idea tenía el misterioso jefe de la preciosa rubia.
Lo de la peste si que le llamó en alarma, no era algo que tomarse a la ligera, y eso se había escapado a oidos de la inqusiición, eso era una mala señal, a menos a oidos de las esferas importantes, que o no querían meterse o no le dieron importancia, Septimus se sintió intrigado, desde luego la conversación con sus tres compañeros iba a ser larga y jugosa con todo lo que estaba escuchando el italiano.
Sin lugar a duda el hombre conocía bien al inqusidor y sabia cuan segura eran las mansiones del inquisidor, de hecho hizo una breve inclinación con la cabeza de manera afirmativa ante las palabras de este.
-Será un placer recibirle en mi morada a alguien tan eficaz como usted.- Alabó Septimus considerando que el hombre se lo había ganado, le devolvió el apretón de manos. -Que la paz de Dios sea contigo.- Se despidió el inquisidor con un gesto de mano hacia su cruz, no le gustó mucho que besara en la mejilla a Lucy pero no dijo absolutamente nada.
La acompañó hasta el carruaje para volver a su mansión, mientras Septimus la observaba con fijación mientras estaba sentada en el asiento de enfrente. -Interesante compañías la vuestra...tienes buenos amigos.- Dice en referencia al beso de despedida. -Se me hace raro no tenerla en la mansión, aunque sea para tocarme los huevos como ha pillado por hobby señorita.- Dice con cierto tono socarrón mientras se inclina hacia delante alargando la mano para que la punta de sus falanges acaricie el rostro de la rubia. -Ni con tú cara mirandome con desdén.- Se rie antes de volver a acomodarse entrelazando sus dedos en el regazo.
En el caso de sus compañeros eran inquisidores, tenian el mismo trabajo, y su complicidad con Milo el vampiro variaba en los gustos comunes, en el mismo tipo de locura se podría decir, adorando torturar herejes, arrancar confesiones, y la rivalidad que se traía entre ellos, por ejemlo con los gemelos era otro tipo de relación, los dos sadicos hermanos eran buenos en lo suyo, y su competición abarcaba otros ambitos, no los diferenciaba ciertamente, y le daba igual, generalmente esperaba a que estos le dieran pistas sobre cual de los dos era con el que conversaba.
Más la información de que había un sitio una iglesia que no asaltaban, que evitaban le llamó a curiosidad, e igual eso que estaba escuchando mereciera la pena conversar con sus compañeros inquisidores haber que opinaban, incluso mandar a uno de los hombres a su servicio a que investigue un poco, aunque parece ser que alguna idea tenía el misterioso jefe de la preciosa rubia.
Lo de la peste si que le llamó en alarma, no era algo que tomarse a la ligera, y eso se había escapado a oidos de la inqusiición, eso era una mala señal, a menos a oidos de las esferas importantes, que o no querían meterse o no le dieron importancia, Septimus se sintió intrigado, desde luego la conversación con sus tres compañeros iba a ser larga y jugosa con todo lo que estaba escuchando el italiano.
Sin lugar a duda el hombre conocía bien al inqusidor y sabia cuan segura eran las mansiones del inquisidor, de hecho hizo una breve inclinación con la cabeza de manera afirmativa ante las palabras de este.
-Será un placer recibirle en mi morada a alguien tan eficaz como usted.- Alabó Septimus considerando que el hombre se lo había ganado, le devolvió el apretón de manos. -Que la paz de Dios sea contigo.- Se despidió el inquisidor con un gesto de mano hacia su cruz, no le gustó mucho que besara en la mejilla a Lucy pero no dijo absolutamente nada.
La acompañó hasta el carruaje para volver a su mansión, mientras Septimus la observaba con fijación mientras estaba sentada en el asiento de enfrente. -Interesante compañías la vuestra...tienes buenos amigos.- Dice en referencia al beso de despedida. -Se me hace raro no tenerla en la mansión, aunque sea para tocarme los huevos como ha pillado por hobby señorita.- Dice con cierto tono socarrón mientras se inclina hacia delante alargando la mano para que la punta de sus falanges acaricie el rostro de la rubia. -Ni con tú cara mirandome con desdén.- Se rie antes de volver a acomodarse entrelazando sus dedos en el regazo.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Con todo eso encima, Lucinde necesita meditar, recapacitar en todo lo que ha investigado hasta el momento para diseñar el plan a seguir. La iglesia sería un buen lugar para empezar las pesquisas más con todo lo comentado, está un poco inquieta. La despedida es rápida, aún se queda sumida en sus pensamientos en tanto el licántropo toma el control de la situación como es su costumbre. Es un alfa, así que es su conducta básica el ordenar y que los demás obedezcan. Esta vez la hechicera le hace caso. Toma sus cosas para retirarse hacia el carruaje que ya esperaba como si el inquisidor tuviera todo preparado para retacarla en su mansión sin opción a escapar. Aún así, sube al vehículo para sentarse meditabunda.
Alza la mirada por fin cuando atrae su atención - nos hemos visto en varias ocasiones. Ha sido un buen elemento en quien puedo confiar, su información es jugosa y la entrega sin reservas una vez que los salvoconductos fueron presentados, así que tenéis razón. Es un buen aliado - le hace consciente de que si bien para él podría ser un "amigo", no lo es para ella. Es un aliado, los amigos los cuenta con los dedos de la siniestra mano y le sobran. Una assassin está impedida para tener amistades y sentimientos por otros debido a su condición de asesina a sueldo. Una ejecutora, una persona que si se permite una sola debilidad, puede que la Liga se interese demasiado en eliminarla si corta la eficiencia con que sus movimientos se lleven a cabo.
Su siguiente enunciado es contestado en automático - tengo trabajo por hacer, no puedo estar perdiendo el tiempo en nimiedades como estar buscando problemas con usted - se acaricia el mentón con expresión seria mirando hacia afuera de la ventanilla en tanto va decidiendo cómo proceder de nuevo. Su roce la hace respingar al no esperarlo, sus ojos le miran enormes por la sorpresa. Parpadea eliminando sus pensamientos para quedarse en silencio ante el licántropo - lo siento, estoy demasiado sumida en mi misión para buscar provocaros, tengo que hablar con mi jefe, indicarle todo lo que me han dicho para que decida el plan de acción, para eso tengo que salir y encontrarme con él lo más rápido posible - quizá sería bueno hablar con Karsh una vez en la habitación para que él se hiciera pasar por ella y que vestida del assassin, Lucinde hablase con Septimus.
Esto de hacerse pasar por el otro tiene sus consecuencias, más será rápido conforme vaya pasando el tiempo y Septimus se acostumbre a Karsh. - Tengo un dije que me dio, en cuanto pueda usarlo sin testigos para no llamar la atención, lo convocaré a que llegue a tu mansión ¿Está bien? - pregunta su parecer para que sienta que no le pasa por encima. A finales de cuentas, es su hogar y más vale que empiece a tomar en serio ésto. - Él trabaja la mayor parte del tiempo de noche, así que le vendría bien como dijo Morgan, un poco de ayuda ¿Estaría dispuesto a dársela? - y si no, se complicarían las cosas como tenga que estar Karsh yendo y viniendo. Estando en la mansión para ocupar su lugar y luego teletransportarse para apoyarla. Tarde que temprano, eso puede salir muy mal y lo sabe mejor que nadie.
Sin embargo, si Septimus accediera, Karsh podría teletransportarse para estar con ella durante el tiempo necesario cuando hubiera algo demasiado serio y entre ambos, Septimus y ella, combatir cualquier cosa física que les amenace. Espera paciente su respuesta sabiendo que si él se sube al barco, será más fácil llegar a buen puerto.
Alza la mirada por fin cuando atrae su atención - nos hemos visto en varias ocasiones. Ha sido un buen elemento en quien puedo confiar, su información es jugosa y la entrega sin reservas una vez que los salvoconductos fueron presentados, así que tenéis razón. Es un buen aliado - le hace consciente de que si bien para él podría ser un "amigo", no lo es para ella. Es un aliado, los amigos los cuenta con los dedos de la siniestra mano y le sobran. Una assassin está impedida para tener amistades y sentimientos por otros debido a su condición de asesina a sueldo. Una ejecutora, una persona que si se permite una sola debilidad, puede que la Liga se interese demasiado en eliminarla si corta la eficiencia con que sus movimientos se lleven a cabo.
Su siguiente enunciado es contestado en automático - tengo trabajo por hacer, no puedo estar perdiendo el tiempo en nimiedades como estar buscando problemas con usted - se acaricia el mentón con expresión seria mirando hacia afuera de la ventanilla en tanto va decidiendo cómo proceder de nuevo. Su roce la hace respingar al no esperarlo, sus ojos le miran enormes por la sorpresa. Parpadea eliminando sus pensamientos para quedarse en silencio ante el licántropo - lo siento, estoy demasiado sumida en mi misión para buscar provocaros, tengo que hablar con mi jefe, indicarle todo lo que me han dicho para que decida el plan de acción, para eso tengo que salir y encontrarme con él lo más rápido posible - quizá sería bueno hablar con Karsh una vez en la habitación para que él se hiciera pasar por ella y que vestida del assassin, Lucinde hablase con Septimus.
Esto de hacerse pasar por el otro tiene sus consecuencias, más será rápido conforme vaya pasando el tiempo y Septimus se acostumbre a Karsh. - Tengo un dije que me dio, en cuanto pueda usarlo sin testigos para no llamar la atención, lo convocaré a que llegue a tu mansión ¿Está bien? - pregunta su parecer para que sienta que no le pasa por encima. A finales de cuentas, es su hogar y más vale que empiece a tomar en serio ésto. - Él trabaja la mayor parte del tiempo de noche, así que le vendría bien como dijo Morgan, un poco de ayuda ¿Estaría dispuesto a dársela? - y si no, se complicarían las cosas como tenga que estar Karsh yendo y viniendo. Estando en la mansión para ocupar su lugar y luego teletransportarse para apoyarla. Tarde que temprano, eso puede salir muy mal y lo sabe mejor que nadie.
Sin embargo, si Septimus accediera, Karsh podría teletransportarse para estar con ella durante el tiempo necesario cuando hubiera algo demasiado serio y entre ambos, Septimus y ella, combatir cualquier cosa física que les amenace. Espera paciente su respuesta sabiendo que si él se sube al barco, será más fácil llegar a buen puerto.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 20/05/2018
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Septimus desliza la mirada sobre ella, de manera incluso tierna se pudiera decir, deseando tenerla bajo el brazo protegiendola, mientras la escucha, un aliado el tal Morgan, más algo le dice que el otro inquisidor no la considera una aliada, si no algo más, ese beso protector en la mejilla, esa incomodidad que sintió el otro inquisidor cuando él se apareció, no le hizo gracia, pero con lo que contó fue tan sincero, sin omitir nada o esa sensación le dió y Septimus es un torturador, esta acostumbrado a oir confesiones y a diferenciar cuando dicen la verdad o no, un don lo llamaba, incluso adoraba esas noches de guardia con Milo donde hablaban de los matices de las confesiones de sus presas, retorcidos gustos que a veces se traía el licano entre manos, más solo asintió mirando al Lucy, era dura, fria como el hielo a veces, aunque quisiera fingir ser alguien más cercana de lo que en realidad ella era, y eso el licántropo lo estaba empezando a advertir cada vez que la observaba.
En cambio la respuesta que le dió a la provocación hizo que el inquisidor se sorprendiera por lo distante que estaba, sin duda algo le estaba rondando la cabeza, y eso era lo que tenia distraida, y sin duda era por algo que había dicho Morgan que la traía de cabeza, ladeo la sonrisa observandola por los comentarios que hacia en referencia a él, mientras advertia que para avisar a su jefe debiera salir, lo que hizo que Septimus enarcara una ceja. -No soy tu padre ni te tengo prisionera querida, si necesitas irte a cualquier cosa basta con decirmelo, de hecho si quieres puedo mandar al cochero que te acerque y yo volveré a la mansión y dejare las cosas en tu habitación.- Responde de modo sumamente suave el lobo.
El licano ladeo la cabeza pensativo, la verdad que tenía cosas que hacer al llegar a la mansión entre otras mandar a uno de su manada con carta a los otros inquisidores informandole los datos de interes que solto Morgan que lo tenían absolutamente intrigado, gente que asalta la iglesias, una iglesia maldita foco de una epidemia, había muchos rastros que seguir, aunque él estaba obsesionado con uno y que parecía tener un don para esquivarle, habría que planear mejor.
-Puedes usar la mansión para recibir visitas o mandar mensajes, por eso no debes preocuparte, sientete con la libertad de ello.- Invita con ese tono galante, y amable que el inquisidor podía tener cuando le parecía correcto o le venía en gana, observa a la joven con el ceño fruncido por estar sumido a mis pensamientos. -por supuesto que prestare ayuda querida, puedo prestarte a mis hombres, incluso a uno de mis betas si lo necesita, solo informame que necesitas y dare la orden.- Dice él mientras se rasca el menton, y la observa esperando que le diga cual plan tenía para el siguiente paso.
Resoplo mientras observaba por la ventana del carruaje. -Solo guarda cuidado, ha compartido información que me ha inquietado bastante, aqui hay algo detras y esta vez si que es algo que parece sumamente importante.- Dijo más a modo hablando consigo mismo que con ella, más finalmente volvió a prestar atención a la rubia esperando que ella le indicase lo que queria.
En cambio la respuesta que le dió a la provocación hizo que el inquisidor se sorprendiera por lo distante que estaba, sin duda algo le estaba rondando la cabeza, y eso era lo que tenia distraida, y sin duda era por algo que había dicho Morgan que la traía de cabeza, ladeo la sonrisa observandola por los comentarios que hacia en referencia a él, mientras advertia que para avisar a su jefe debiera salir, lo que hizo que Septimus enarcara una ceja. -No soy tu padre ni te tengo prisionera querida, si necesitas irte a cualquier cosa basta con decirmelo, de hecho si quieres puedo mandar al cochero que te acerque y yo volveré a la mansión y dejare las cosas en tu habitación.- Responde de modo sumamente suave el lobo.
El licano ladeo la cabeza pensativo, la verdad que tenía cosas que hacer al llegar a la mansión entre otras mandar a uno de su manada con carta a los otros inquisidores informandole los datos de interes que solto Morgan que lo tenían absolutamente intrigado, gente que asalta la iglesias, una iglesia maldita foco de una epidemia, había muchos rastros que seguir, aunque él estaba obsesionado con uno y que parecía tener un don para esquivarle, habría que planear mejor.
-Puedes usar la mansión para recibir visitas o mandar mensajes, por eso no debes preocuparte, sientete con la libertad de ello.- Invita con ese tono galante, y amable que el inquisidor podía tener cuando le parecía correcto o le venía en gana, observa a la joven con el ceño fruncido por estar sumido a mis pensamientos. -por supuesto que prestare ayuda querida, puedo prestarte a mis hombres, incluso a uno de mis betas si lo necesita, solo informame que necesitas y dare la orden.- Dice él mientras se rasca el menton, y la observa esperando que le diga cual plan tenía para el siguiente paso.
Resoplo mientras observaba por la ventana del carruaje. -Solo guarda cuidado, ha compartido información que me ha inquietado bastante, aqui hay algo detras y esta vez si que es algo que parece sumamente importante.- Dijo más a modo hablando consigo mismo que con ella, más finalmente volvió a prestar atención a la rubia esperando que ella le indicase lo que queria.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Será perfecto tener unos cuantos momentos a solas con Karsh para darle algunas instrucciones o bien, planear la siguiente estrategia. Los movimientos que tendrán que dar paso a paso para evitar que Septimus o alguien más descubra nada. Que le ofrezca esa oportunidad de ir con el carruaje sería problemática, opta por que sea al contrario, que baje en una esquina y que él siga adelante para tener unos instantes platicando con el fantasma en dirección al hogar de Septimus para después fingir que su jefe los estaba siguiendo y demás. - Optaré porque detenga el carruaje donde le parezca prudente para bajar, después mi jefe me acompañará a su hogar, puede jurarlo. Pocas veces me deja sola por las calles aunque no lo vea, sé que Karsh me acompaña - es cierto, lo que oculta es que el hombre es un fantasma, por eso ya no puede mirarlo si él lo evita.
El ofrecimiento de ayuda es esperado con cierta tensión, por lo que en el instante en que acepta darla, siente cómo el cuerpo se relaja. Así puede jugar con Karsh a intercambiar lugares con facilidad, pudiendo tener a ambos a sus espaldas en caso de extrema necesidad. Tiene sus propias armas para defenderse, sus propias habilidades. Sobrenaturales y humanos pueden ser combatidos si se conocen las estrategias y aún así, hay ciertos seres con los que mejor sería hacer un pacto que guerrear. Y para ello, en ocasiones, el fantasma es mejor. Lastimar su etéreo cuerpo es imposible. Como espía es infalible a menos que, como en el cuartel de la Inquisición, tengan las protecciones adecuadas para alejarlos. Ya sea otro fantasma o inclusive, sellos mágicos. La propia Assassin es conocedora de ésto, se cultivó durante mucho tiempo en la Liga.
Se acomoda los guantes en tanto mira cómo el vehículo sigue su paso - la única visita que tendré regular será mi jefe, Karsh. El otro podría ser Morgan, aunque pareciera que tú querrías estar presente con el segundo, a Karsh le molesta demasiado la curiosidad en sus asuntos, si puedes con eso, entonces tal cual, tomaré tu mansión como base de operaciones - lo observa, el hechizo parece haber disminuido porque está más cuerdo. Sus sentimientos son contradictorios, por un lado le encanta la idea de tener a alguien competente a su vera. Por el otro, le frustra que tenga el willpower para soportar el hechizo. ¿Acaso le quiere desquiciado todo el tiempo? Y su respuesta es sencilla: sí. Lo quiere así, lo anhela así, que sufra lo que ella durante estos años, que sienta el desespero del desconocimiento por lo que la otra persona siente, piensa, hace. Así de frustrado desea que se encuentre.
Se queda en silencio observando su figura, el tipo tiene algo a su favor: le atrae demasiado - será lo más escueto posible, lo más privado, así que ningún Beta o algún otro elemento que no seas tú, estoy casi segura de que es la opción que Karsh va a tomar. Mientras menos conozcan de ésto, la situación mejorará. Ahora, para eso fue el salvoconducto, para que prestes tu ayuda, toda ésta. Así que si tienes alguna otra misión, ve entendiendo que será secundaria. Ésto implica algo muy grande como has dicho. Me bajo aquí - golpea la madera del carruaje para que hagan el alto. Toma su chal para envolverse en él antes de abrir la puerta por su propia mano - nos vemos en tu mansión, hablaré con Karsh, gracias - baja del carruaje para mirar a su alrededor para tomar camino en retroceso al avance del vehículo.
Tiene que alargar distancias entre ellos. Karsh se hace tangible para ella, nadie más puede verle - ¿Qué haremos? ¿La estrategia de intercambio de lugares? - la hechicera asiente con la cabeza - entonces aléjate más, unos cien metros y empezamos el recorrido por otro camino, así pensará que él te encontró, platicaron y el tiempo que te hiciste de regreso fue entreteniéndote con él - así, ambos recorren una distancia prudente para enfilar hacia la mansión del inquisidor - me preocupa lo de la iglesia, habría que investigar. ¿Quieres que mañana vayamos? - sigue caminando mirando algunas personas que la observan con curiosidad porque para ellos, Lucinde está sola en la noche - por supuesto, lo haremos juntos. Así me acerco a la zona, la reviso y tú puedes alejarte un poco más. Entrar a la iglesia podría ser prudente dependiendo de lo que veamos en las inmediaciones. Llegaremos a la mansión contigo materializado, enfilaremos a mi habitación para fingir que platicamos en tanto me cambio y podemos hacer el movimiento de roles. Donde sea Karsh y finjas ser Lucy - el fantasma acepta.
En cuanto están cerca de cualquier oído, vista u olfato licántropo, Karsh toma su forma tangible, en el traje de los Assassin. La presencia de Lucinde anuncia a gritos que es su jefe por si Septimus ha dado la orden de que les permitan acercarse. Al llegar a la puerta, la hechicera la golpea, en cuanto la abren, da las instrucciones - dile a Septimus que le veremos en su despacho, tenemos algo por hacer en mi habitación, no nos tardará demasiado - la presencia del hombre a su lado es pesada, puede sentirse la pasiva agresión de que es capaz con ambas cimitarras en la cintura. En tanto no lo toquen, nadie podrá saber que son una ilusión. Suben las escaleras en silencio, con pasos de gato donde sólo los de la mujer pueden ser levemente escuchados denotando la habilidad de su jefe. En la habitación, habiendo puesto el seguro a la puerta, la fémina toma su maleta para empezar a cambiarse con una rapidez mortal.
Prenda a prenda, es intercambiado hasta que de la hechicera queda sólo su aroma, mismo que esconde con un hechizo que marca en la piel. Se pone las cimitarras en las fundas, guarda todo con prudencia y habilidad dejándolo como estaba, Karsh modifica su apariencia a la de Lucinde. Tan perfecta como siempre, esta vez ella le da un colgante para que él siga oliendo a ella y así, afectar la mente de Septimus. Ante los que están en la casa, Karsh es la mujer que todos conocen. Y Lucinde, el Assassin que es su jefe. Incluso las voces se intercambian con objetos mágicos. Salen del habitáculo para enfilar hacia el despacho de Septimus. Karsh va al frente como si le mostrara a su jefe el lugar. Por eso, su estratagema es infalible. Porque se combinan tan bien para dar un efecto coherente y lógico. Sin ningún punto perdido.
Karsh toca la puerta, en cuanto les dan la entrada, todo el hechizo es completado. - Septimus, te presento a mi jefe, él es Karsh - el Assassin hace una inclinación con la cabeza - buena noche, empecemos ésto, poco es el tiempo que debemos perder - toma asiento frente a Septimus en tanto voltea a mirar a la ahora Lucinde - regresa a tu habitación, le daré las directrices al inquisidor y quiero que por esta noche, descanses. Mañana será tu oportunidad para ser útil - la mujer asiente obedeciendo. El fantasma regresa tras sus pasos dejando a la hechicera con el licántropo. Caminando la ahora Lucinde a su cuarto, ordena a uno de los sirvientes que le lleve un té para completar la charada en tanto el Assassin observa al hombre - Espero que mi subalterna se haya conducido adecuadamente. Si tuvo o tiene algún problema hágalo saber, la aleccionaré para que no vuelva a suceder - su tono indica que ese "aleccionamiento" puede significar un fuerte castigo. Porque no deja lugar a dudas que el Assassin tiene poca paciencia.
El ofrecimiento de ayuda es esperado con cierta tensión, por lo que en el instante en que acepta darla, siente cómo el cuerpo se relaja. Así puede jugar con Karsh a intercambiar lugares con facilidad, pudiendo tener a ambos a sus espaldas en caso de extrema necesidad. Tiene sus propias armas para defenderse, sus propias habilidades. Sobrenaturales y humanos pueden ser combatidos si se conocen las estrategias y aún así, hay ciertos seres con los que mejor sería hacer un pacto que guerrear. Y para ello, en ocasiones, el fantasma es mejor. Lastimar su etéreo cuerpo es imposible. Como espía es infalible a menos que, como en el cuartel de la Inquisición, tengan las protecciones adecuadas para alejarlos. Ya sea otro fantasma o inclusive, sellos mágicos. La propia Assassin es conocedora de ésto, se cultivó durante mucho tiempo en la Liga.
Se acomoda los guantes en tanto mira cómo el vehículo sigue su paso - la única visita que tendré regular será mi jefe, Karsh. El otro podría ser Morgan, aunque pareciera que tú querrías estar presente con el segundo, a Karsh le molesta demasiado la curiosidad en sus asuntos, si puedes con eso, entonces tal cual, tomaré tu mansión como base de operaciones - lo observa, el hechizo parece haber disminuido porque está más cuerdo. Sus sentimientos son contradictorios, por un lado le encanta la idea de tener a alguien competente a su vera. Por el otro, le frustra que tenga el willpower para soportar el hechizo. ¿Acaso le quiere desquiciado todo el tiempo? Y su respuesta es sencilla: sí. Lo quiere así, lo anhela así, que sufra lo que ella durante estos años, que sienta el desespero del desconocimiento por lo que la otra persona siente, piensa, hace. Así de frustrado desea que se encuentre.
Se queda en silencio observando su figura, el tipo tiene algo a su favor: le atrae demasiado - será lo más escueto posible, lo más privado, así que ningún Beta o algún otro elemento que no seas tú, estoy casi segura de que es la opción que Karsh va a tomar. Mientras menos conozcan de ésto, la situación mejorará. Ahora, para eso fue el salvoconducto, para que prestes tu ayuda, toda ésta. Así que si tienes alguna otra misión, ve entendiendo que será secundaria. Ésto implica algo muy grande como has dicho. Me bajo aquí - golpea la madera del carruaje para que hagan el alto. Toma su chal para envolverse en él antes de abrir la puerta por su propia mano - nos vemos en tu mansión, hablaré con Karsh, gracias - baja del carruaje para mirar a su alrededor para tomar camino en retroceso al avance del vehículo.
Tiene que alargar distancias entre ellos. Karsh se hace tangible para ella, nadie más puede verle - ¿Qué haremos? ¿La estrategia de intercambio de lugares? - la hechicera asiente con la cabeza - entonces aléjate más, unos cien metros y empezamos el recorrido por otro camino, así pensará que él te encontró, platicaron y el tiempo que te hiciste de regreso fue entreteniéndote con él - así, ambos recorren una distancia prudente para enfilar hacia la mansión del inquisidor - me preocupa lo de la iglesia, habría que investigar. ¿Quieres que mañana vayamos? - sigue caminando mirando algunas personas que la observan con curiosidad porque para ellos, Lucinde está sola en la noche - por supuesto, lo haremos juntos. Así me acerco a la zona, la reviso y tú puedes alejarte un poco más. Entrar a la iglesia podría ser prudente dependiendo de lo que veamos en las inmediaciones. Llegaremos a la mansión contigo materializado, enfilaremos a mi habitación para fingir que platicamos en tanto me cambio y podemos hacer el movimiento de roles. Donde sea Karsh y finjas ser Lucy - el fantasma acepta.
En cuanto están cerca de cualquier oído, vista u olfato licántropo, Karsh toma su forma tangible, en el traje de los Assassin. La presencia de Lucinde anuncia a gritos que es su jefe por si Septimus ha dado la orden de que les permitan acercarse. Al llegar a la puerta, la hechicera la golpea, en cuanto la abren, da las instrucciones - dile a Septimus que le veremos en su despacho, tenemos algo por hacer en mi habitación, no nos tardará demasiado - la presencia del hombre a su lado es pesada, puede sentirse la pasiva agresión de que es capaz con ambas cimitarras en la cintura. En tanto no lo toquen, nadie podrá saber que son una ilusión. Suben las escaleras en silencio, con pasos de gato donde sólo los de la mujer pueden ser levemente escuchados denotando la habilidad de su jefe. En la habitación, habiendo puesto el seguro a la puerta, la fémina toma su maleta para empezar a cambiarse con una rapidez mortal.
Prenda a prenda, es intercambiado hasta que de la hechicera queda sólo su aroma, mismo que esconde con un hechizo que marca en la piel. Se pone las cimitarras en las fundas, guarda todo con prudencia y habilidad dejándolo como estaba, Karsh modifica su apariencia a la de Lucinde. Tan perfecta como siempre, esta vez ella le da un colgante para que él siga oliendo a ella y así, afectar la mente de Septimus. Ante los que están en la casa, Karsh es la mujer que todos conocen. Y Lucinde, el Assassin que es su jefe. Incluso las voces se intercambian con objetos mágicos. Salen del habitáculo para enfilar hacia el despacho de Septimus. Karsh va al frente como si le mostrara a su jefe el lugar. Por eso, su estratagema es infalible. Porque se combinan tan bien para dar un efecto coherente y lógico. Sin ningún punto perdido.
Karsh toca la puerta, en cuanto les dan la entrada, todo el hechizo es completado. - Septimus, te presento a mi jefe, él es Karsh - el Assassin hace una inclinación con la cabeza - buena noche, empecemos ésto, poco es el tiempo que debemos perder - toma asiento frente a Septimus en tanto voltea a mirar a la ahora Lucinde - regresa a tu habitación, le daré las directrices al inquisidor y quiero que por esta noche, descanses. Mañana será tu oportunidad para ser útil - la mujer asiente obedeciendo. El fantasma regresa tras sus pasos dejando a la hechicera con el licántropo. Caminando la ahora Lucinde a su cuarto, ordena a uno de los sirvientes que le lleve un té para completar la charada en tanto el Assassin observa al hombre - Espero que mi subalterna se haya conducido adecuadamente. Si tuvo o tiene algún problema hágalo saber, la aleccionaré para que no vuelva a suceder - su tono indica que ese "aleccionamiento" puede significar un fuerte castigo. Porque no deja lugar a dudas que el Assassin tiene poca paciencia.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Septimus la mira, con el semblante serio, disimulando con completo exito los pensamientos lascivos y lujurioso de los que sería presa la rubia, si Lucy pudiera hechar un vistazo a su mente y de las cosas que desea hacerla, se tiraría del carruaje en marcha y buscaría huir convirtiendo todo en una excitante excena que tendría como final una pasional violanción donde se vaciaría en ella, si, asi de crudo era lo que rondaba la mente del inquisidor, más mantenía una perfecta mirada de poker que de vez en cuando dibujaba una amable sonrisa, mientras escuchaba las palabras de la preciosa rubia mientras asentía con la cabeza. -Sin problema, tendrá a su disposición mi mansión para ello y como usted señala si prefiero estar en las citas con el inquisidor Morgan, ha soltado información realmente util.- Comenta, mientras acepta sin poner pega alguna por lo que se refería a su jefe.
Dió un golpe a la pared del carruaje para que se detuviera dejando salir a la joven hacer lo que necesitase hacer, mientras él se ocuparía de otros asuntos, que le empezaron a llamar la atención y que tenía cierta prisa por empezar a atenderlos cuanto antes, una vez ella se alejó y el carruaje renaudó la marcha, como un lobo siguiendo presa se acercó a donde ella había estado sentada olfateando con devoción.
Al llegar a su mansión empezó a dar ordenes a sus hombres, se le acumulaba, el trabaje, dos de sus betas le siguieron hasta el despacho mientras el inquisidor les ponía al día de las visitas que tendría la rubia, y despues hizo llamar a tres omegas a su despacho, mientras escribia tres cartas, con su exquisita letra, escribiendo en su lengua natal escribió tres cartas, dos a la atención de los gemelos, y otra a la atención del vampiro, anunciandoles de lo de la epidemia que se había enterado gracias a otro inquisidor, y que iba a investigar sobre ello, y aun asi quería reunirse con ellos una noche, para tratar esos asuntos que le tenían con el humor turbio, había algo oscuro y eso podría ser un problema si no se le prestaba atención. Dió las dos cartas a sus betas para que estos salieran como alma que lleva el diablo a la santa sede de París donde podrían estar de manera probable, ya que una de las ordenes de Septimus era entregar en mano con el sello intacto.
Suspiró escribiendo la tercera carta, con una instrucciones especificas y esta debia ser llevada a la otra mansión del inquisidor, saliendo el tercer omega rapidamente a cumplir su misión, si hacian bien sus deberes, ascenderian de posición, de momento, recaderos, las jerarquias eran muy importante para la estructura social de los lobos.
Tras el mensaje las ordenes dadas se echó hacia atras en su sillón encendiendose un puro, el arma que encandilaba al licano no tardo mucho en aparecer, tenían ordenes de que les dejasen entrar asi, que cuando llegaron se encontraron, con el inquisidor disfrutando el puro, mientras observaba por los ventanales. No se esperó que el jefe mencionado apareciera.
Observó a Lucy o quien él creia que era Lucy y saludó inclinando la cabeza mientras le indicó con la mano que tomara asiento, él hizo lo propio dejando el puro en el cenicero mientras les obeservaba. El licántropo alzó una ceja cuando le dedico aquellas palabras a la rubia pidiendole que se retirara, el tono despectivo no le gusto una pizca, y menos para dirigrise a ella, lo cual no ocultó una cara de pocos amigos ante eso, más se quedó esperando a que ella se fuera, para sorprenderse en la forma de hablar de Karsh, y de lo que amenazaba con hacerla si no era de su agrado. -Está todo perfecto.- Aseguró el inquisidor de forma seca, casi emitiendo un gruñido al final de eso, era dificil a veces mantener la compostura en lo que a ella se referia.
-Bien señor Karsh, usted dirá, ¿que puede hacer este humilde siervo de Dios por usted?- El tono fue algo cinico, más sentía curiosidad por esas...directrices que tenía que dar al inquisidor, el había aceptado que se reunieran ahí, y con lo que eso traía con sigo, entrelazó los dedos sobre el escritorio mientras le observaba espectante por saber lo que quería ese hombre del perro de Dios.
Dió un golpe a la pared del carruaje para que se detuviera dejando salir a la joven hacer lo que necesitase hacer, mientras él se ocuparía de otros asuntos, que le empezaron a llamar la atención y que tenía cierta prisa por empezar a atenderlos cuanto antes, una vez ella se alejó y el carruaje renaudó la marcha, como un lobo siguiendo presa se acercó a donde ella había estado sentada olfateando con devoción.
Al llegar a su mansión empezó a dar ordenes a sus hombres, se le acumulaba, el trabaje, dos de sus betas le siguieron hasta el despacho mientras el inquisidor les ponía al día de las visitas que tendría la rubia, y despues hizo llamar a tres omegas a su despacho, mientras escribia tres cartas, con su exquisita letra, escribiendo en su lengua natal escribió tres cartas, dos a la atención de los gemelos, y otra a la atención del vampiro, anunciandoles de lo de la epidemia que se había enterado gracias a otro inquisidor, y que iba a investigar sobre ello, y aun asi quería reunirse con ellos una noche, para tratar esos asuntos que le tenían con el humor turbio, había algo oscuro y eso podría ser un problema si no se le prestaba atención. Dió las dos cartas a sus betas para que estos salieran como alma que lleva el diablo a la santa sede de París donde podrían estar de manera probable, ya que una de las ordenes de Septimus era entregar en mano con el sello intacto.
Suspiró escribiendo la tercera carta, con una instrucciones especificas y esta debia ser llevada a la otra mansión del inquisidor, saliendo el tercer omega rapidamente a cumplir su misión, si hacian bien sus deberes, ascenderian de posición, de momento, recaderos, las jerarquias eran muy importante para la estructura social de los lobos.
Tras el mensaje las ordenes dadas se echó hacia atras en su sillón encendiendose un puro, el arma que encandilaba al licano no tardo mucho en aparecer, tenían ordenes de que les dejasen entrar asi, que cuando llegaron se encontraron, con el inquisidor disfrutando el puro, mientras observaba por los ventanales. No se esperó que el jefe mencionado apareciera.
Observó a Lucy o quien él creia que era Lucy y saludó inclinando la cabeza mientras le indicó con la mano que tomara asiento, él hizo lo propio dejando el puro en el cenicero mientras les obeservaba. El licántropo alzó una ceja cuando le dedico aquellas palabras a la rubia pidiendole que se retirara, el tono despectivo no le gusto una pizca, y menos para dirigrise a ella, lo cual no ocultó una cara de pocos amigos ante eso, más se quedó esperando a que ella se fuera, para sorprenderse en la forma de hablar de Karsh, y de lo que amenazaba con hacerla si no era de su agrado. -Está todo perfecto.- Aseguró el inquisidor de forma seca, casi emitiendo un gruñido al final de eso, era dificil a veces mantener la compostura en lo que a ella se referia.
-Bien señor Karsh, usted dirá, ¿que puede hacer este humilde siervo de Dios por usted?- El tono fue algo cinico, más sentía curiosidad por esas...directrices que tenía que dar al inquisidor, el había aceptado que se reunieran ahí, y con lo que eso traía con sigo, entrelazó los dedos sobre el escritorio mientras le observaba espectante por saber lo que quería ese hombre del perro de Dios.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Puede notar la tensión del licántropo cuando despide de esa manera brusca a la que se supone ser Lucinde, le alegra ese cambio en el aura del otro puesto que implica cuánto está sumergiéndose en la vorágine que le destruirá. Cada paso debe ser tan medido, que por más lento que parezca es primordial el ritmo para que él sea incapaz de entender hacia dónde le están dirigiendo. Karsh le observa desde el anonimato de la máscara, los ojos son inexpugnables, el otro ofrece sus servicios, es el momento perfecto para hacer las solicitudes que darán paso a que su misión sea perfecta como todas las anteriores. Fallar no está en su repertorio y si algo puede asegurarse en la Liga es que Ta-Er Sah-Fer es infalible.
Las cartas deberán ser puestas sobre la mesa y como tal, empieza a dirigir este avance - me alegra entonces que mi asistente se haya conducido como corresponde, cualquier eventualidad que tenga con ella, por más nimia que lo considere, deberá hacerlo saber para tomar las correcciones debidas. A ella, sólo la toco yo. Sólo yo sé qué y cómo le duele, ¿Entendido? - así se quita de encima cualquier intento del licántropo por corregir sus conductas. Sin embargo, después tendrá que ser Karsh quien aplique los castigos físicos. Porque sí, en la Liga son de esa índole llegando inclusive a la muerte. - De donde vengo, cada uno se hace cargo de sus propios asuntos. Los castigos son sí o sí físicos. Inclusive, en caso de un asunto demasiado complicado, puede darse el veredicto de quitarle la vida al infractor, para ello, tendría que llevarla a nuestra base de operaciones, presentar las pruebas de su desacato para que decidan - da cierta luz sobre sus actuares.
Así entenderá Septimus que ésto es tan peligroso como serio. - el fallo es imperdonable, así que seré coherente. Le necesitaré en días importantes, para que me guíe con su olfato y sentidos desarrollados. Como apoyo, básicamente. Las acciones las realizo por mi propio pie. Las órdenes las doy yo, el salvoconducto lo obliga a respetar eso. No significa que ignoraré sus advertencias o puntos de opinión. Vengo a llevarme toda la información necesaria para el despliegue físico que será conjunto entre mi organización y la Inquisición. ¿Alguna duda? - se queda esperando con tranquilidad, si bien es cierto que habló demasiado es porque la situación lo requiere, ya aprenderá el lycan que él es de pocas palabras.
En tanto, en la habitación superior, el agua es llevada a quien lo solicitó. Karsh toma la forma de Lucinde para recibirla agradeciendo antes de encerrarse de nueva cuenta. Ahora sí, listo para todo y sabiendo que ya no le interrumpirán, se hace intangible para bajar hacia el despacho. La leve disminución de temperatura a la que Lucinde está acostumbrada con la presencia del fantasma, la hace consciente de su llegada. Se queda en silencio jugueteando con una daga de plata que saca de su cinturón para tener algo qué hacer en estos instantes de tensión. Ambos están en esa sintonía, sabiendo que son dos seres que se desconocen en campo y queriendo saber qué es lo que el otro puede brindar a favor de esta misión que se torna cada vez más apremiante.
Las cartas deberán ser puestas sobre la mesa y como tal, empieza a dirigir este avance - me alegra entonces que mi asistente se haya conducido como corresponde, cualquier eventualidad que tenga con ella, por más nimia que lo considere, deberá hacerlo saber para tomar las correcciones debidas. A ella, sólo la toco yo. Sólo yo sé qué y cómo le duele, ¿Entendido? - así se quita de encima cualquier intento del licántropo por corregir sus conductas. Sin embargo, después tendrá que ser Karsh quien aplique los castigos físicos. Porque sí, en la Liga son de esa índole llegando inclusive a la muerte. - De donde vengo, cada uno se hace cargo de sus propios asuntos. Los castigos son sí o sí físicos. Inclusive, en caso de un asunto demasiado complicado, puede darse el veredicto de quitarle la vida al infractor, para ello, tendría que llevarla a nuestra base de operaciones, presentar las pruebas de su desacato para que decidan - da cierta luz sobre sus actuares.
Así entenderá Septimus que ésto es tan peligroso como serio. - el fallo es imperdonable, así que seré coherente. Le necesitaré en días importantes, para que me guíe con su olfato y sentidos desarrollados. Como apoyo, básicamente. Las acciones las realizo por mi propio pie. Las órdenes las doy yo, el salvoconducto lo obliga a respetar eso. No significa que ignoraré sus advertencias o puntos de opinión. Vengo a llevarme toda la información necesaria para el despliegue físico que será conjunto entre mi organización y la Inquisición. ¿Alguna duda? - se queda esperando con tranquilidad, si bien es cierto que habló demasiado es porque la situación lo requiere, ya aprenderá el lycan que él es de pocas palabras.
En tanto, en la habitación superior, el agua es llevada a quien lo solicitó. Karsh toma la forma de Lucinde para recibirla agradeciendo antes de encerrarse de nueva cuenta. Ahora sí, listo para todo y sabiendo que ya no le interrumpirán, se hace intangible para bajar hacia el despacho. La leve disminución de temperatura a la que Lucinde está acostumbrada con la presencia del fantasma, la hace consciente de su llegada. Se queda en silencio jugueteando con una daga de plata que saca de su cinturón para tener algo qué hacer en estos instantes de tensión. Ambos están en esa sintonía, sabiendo que son dos seres que se desconocen en campo y queriendo saber qué es lo que el otro puede brindar a favor de esta misión que se torna cada vez más apremiante.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Septimus observaba a su invitado, silente, no le gustaba, su actitud no le gustaba, no le gustaba absolutamente nada, quizá el aroma que ella tenía le mantenía enajenado, pero odiaba que hablara refiriendose a la rubia de esa forma, no, no era algo admisible, pero tocaba tragar, de momento o tendría reprimendas por los de mayor cargo, y no tenía ganas de cruzar palabras o similar para que hubiera una reprimenda, las unicas reprimendas que concedían por parte de los de arriba era cuando se escedía con algun testigo y le daba cruel muerte, pero solo era una charla y poco más. Pero ese hombre que tenía delante, no podría solucionar su fastidio arrancandole la yugular de un mordisco o no habría solo una bronca. Que airease que él sabía donde golpearla, donde la dolería al licántropo le mantuvo notablemente descontento, ya que arrugó la nariz ligeramente y ladeó la cabeza en un gesto lobuno mientras sus azules ojos penetraban al hombre que tenía frente a él, más no dijo nada, ni siquiera más allá del gesto facial, se movió un solo milimetro de donde estaba.
Aun con los dedos entrelazados y como una estatua mientras le escuchaba, seguía sintiendo cierta curiosidad por él, cuando dijo lo de los castigos fisicos no le agradó que su rubia fuera dañada, solo tenía que ser dañada por él, cons sus mordiscos, cons su garras, y temer al lobo, oh si, el olor a miedo le ponía mucho, más el daño fisico para él no era estraño, muchas veces lo había sufrido, por castigo, por combate o por penitencia, había muchas formas que llevaban a él meramente, asi que tampoco le exaltaba, pero no era plato de buen gusto para él, más nuevamente no manifestó ningún tipo de movimiento más alla de un movimiento de cabeza afirmativo cuando este preguntaba si había entendido lo que le decia. Por supuesto que lo entendía, la inquisición no es que sea algo que se moviera por cosas muy distintas, y tenían patrones en conjunto, no había que poner pega, cada quien sabía donde estaba su lugar, pero esa muchacha le enloquecía.
Empezó a poner sus propias reglas, reglas que Septimus hacía ciertas muecas afirmativas, a lo que proponía, si, estaba obligado a obedecer y eso en este momento le repateaba eso, más colocó una pose más rigida y enarcó una ceja. -Y dime señor Khars....¿que puede hacer mi licano olfato para ayudar?- Dijo en un tono seco, con una voz tan profunda, rasposa que parecía más gruñido que una palabra, pero aun asi fue perfectamente entendible. -También sería bueno tener una idea generalizada, aunque no quiera entrar en detalles, soy bueno rastreando, pero tengo que saber que busco, eso ayuda.- Comentó Septimus mientras clavaba su visión en el individuo que tenía frente a él.
Aun con los dedos entrelazados y como una estatua mientras le escuchaba, seguía sintiendo cierta curiosidad por él, cuando dijo lo de los castigos fisicos no le agradó que su rubia fuera dañada, solo tenía que ser dañada por él, cons sus mordiscos, cons su garras, y temer al lobo, oh si, el olor a miedo le ponía mucho, más el daño fisico para él no era estraño, muchas veces lo había sufrido, por castigo, por combate o por penitencia, había muchas formas que llevaban a él meramente, asi que tampoco le exaltaba, pero no era plato de buen gusto para él, más nuevamente no manifestó ningún tipo de movimiento más alla de un movimiento de cabeza afirmativo cuando este preguntaba si había entendido lo que le decia. Por supuesto que lo entendía, la inquisición no es que sea algo que se moviera por cosas muy distintas, y tenían patrones en conjunto, no había que poner pega, cada quien sabía donde estaba su lugar, pero esa muchacha le enloquecía.
Empezó a poner sus propias reglas, reglas que Septimus hacía ciertas muecas afirmativas, a lo que proponía, si, estaba obligado a obedecer y eso en este momento le repateaba eso, más colocó una pose más rigida y enarcó una ceja. -Y dime señor Khars....¿que puede hacer mi licano olfato para ayudar?- Dijo en un tono seco, con una voz tan profunda, rasposa que parecía más gruñido que una palabra, pero aun asi fue perfectamente entendible. -También sería bueno tener una idea generalizada, aunque no quiera entrar en detalles, soy bueno rastreando, pero tengo que saber que busco, eso ayuda.- Comentó Septimus mientras clavaba su visión en el individuo que tenía frente a él.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Se nota que él está bastante molesto con las palabras de Karsh que hablan de los castigos físicos hacia Lucinde. Eso le da una buena perspectiva de que todo puede ir tal cual lo necesita. Esta misión de sus hermanas es secundaria porque de ignorar su empresa, no habrá siquiera un futuro qué compartir con sus fraternas. Se queda pensativa en tanto busca la manera de empezar a entrar en materia haciendo que este lobo entienda la importancia de prestar su ayuda para continuar investigando así como la iglesia y la Liga quieren. Sus gestos lobunos son ignorados porque de momento, en estos instantes, lo que prima es lo que van a seguir dialogando. La información que Morgan entregara sin quererlo, es crucial, habla de una zona en la cual tendrán que penetrar a riesgo de que la propia Lucinde enferme sin que haya una cura.
Deberán tener demasiado cuidado porque la vida se le va en ello. La pregunta del licántropo le abre la conversación - para varios aspectos. Tendremos que buscar algunos datos sobre sujetos que hemos estado persiguiendo desde el Oriente, algunos de ellos los tenemos catalogados dependiendo de su peligrosidad. Mi asistente tiene las prendas con las cuales usted podrá apoyarnos - es la primera base, encontrar aromas. - En caso de que encuentre alguno, le seguiremos la pista. ¿Qué busco? Rastros de una enfermedad letal que a la propia iglesia afecta y a mi propia asociación más. Hemos sido diezmados en nuestro propio terruño debido a que alguien quedó infectado y atrajo la muerte hasta nuestra base. Esta enfermedad ataca a cualquier ente, sobrenatural o no. Empieza con los humanos quienes muestran un cuadro de enfermedad parecido a la gripe. La diferencia es que es contagiosa para sobrenaturales. Tienen una incubación de días y luego de ello, es cuestión de tres semanas para morir - suelta los datos con paciencia haciendo ver la importancia de esta misión.
Juguetea con la daga antes de susurrar - mi asistente revisará las zonas, le acompañarás con tu olfato para detectar cualquier olor que pueda ser importante. Irá a la iglesia, hay que detectar por vista, olfato u oído antes de tocar nada. Esta enfermedad se contagia por fluidos. Si alguien tose, estornuda, besa o es mordido por cualquier sobrenatural, es capaz de contraerla. En caso de usar las garras, si tras rasguñar al humano las lamen, están en contacto con la enfermedad. Seguimos investigando al respecto con los Tecnólogos que están revisando todos los datos, igual en mi sociedad lo hacen. Estamos contra tiempo - sus palabras son más centradas, frías. No por ello le quita la importancia a lo que el licántropo puede ofrecer - en caso de algún problema, la premisa básica es salir de ahí sin heridas. Sobre todo mi asistente. Es humana, lo que significa que si contrae la enfermedad, tendré que matarla antes de que contagie a nadie más - es categórico, puntual, rígido, frío. Lucinde comprende muy bien que en su esencia de humana, deberán matarla. Por eso es que va con pies de plomo.
Deberán tener demasiado cuidado porque la vida se le va en ello. La pregunta del licántropo le abre la conversación - para varios aspectos. Tendremos que buscar algunos datos sobre sujetos que hemos estado persiguiendo desde el Oriente, algunos de ellos los tenemos catalogados dependiendo de su peligrosidad. Mi asistente tiene las prendas con las cuales usted podrá apoyarnos - es la primera base, encontrar aromas. - En caso de que encuentre alguno, le seguiremos la pista. ¿Qué busco? Rastros de una enfermedad letal que a la propia iglesia afecta y a mi propia asociación más. Hemos sido diezmados en nuestro propio terruño debido a que alguien quedó infectado y atrajo la muerte hasta nuestra base. Esta enfermedad ataca a cualquier ente, sobrenatural o no. Empieza con los humanos quienes muestran un cuadro de enfermedad parecido a la gripe. La diferencia es que es contagiosa para sobrenaturales. Tienen una incubación de días y luego de ello, es cuestión de tres semanas para morir - suelta los datos con paciencia haciendo ver la importancia de esta misión.
Juguetea con la daga antes de susurrar - mi asistente revisará las zonas, le acompañarás con tu olfato para detectar cualquier olor que pueda ser importante. Irá a la iglesia, hay que detectar por vista, olfato u oído antes de tocar nada. Esta enfermedad se contagia por fluidos. Si alguien tose, estornuda, besa o es mordido por cualquier sobrenatural, es capaz de contraerla. En caso de usar las garras, si tras rasguñar al humano las lamen, están en contacto con la enfermedad. Seguimos investigando al respecto con los Tecnólogos que están revisando todos los datos, igual en mi sociedad lo hacen. Estamos contra tiempo - sus palabras son más centradas, frías. No por ello le quita la importancia a lo que el licántropo puede ofrecer - en caso de algún problema, la premisa básica es salir de ahí sin heridas. Sobre todo mi asistente. Es humana, lo que significa que si contrae la enfermedad, tendré que matarla antes de que contagie a nadie más - es categórico, puntual, rígido, frío. Lucinde comprende muy bien que en su esencia de humana, deberán matarla. Por eso es que va con pies de plomo.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
La santa sede a veces da cobijo a quienes no merecen, o asi era como pensaba el licántropo, mientras observaba de esa manera sumamente severa a Karsh, no le gustaba, no le gustaba lo que expresaba, lo que decía, no le agradaba esas amenazas hacía su dulce rubia, y si fuera otra circunstancia el licántropo ahora mismo estaría fumando uno de sus puros mientras tenía la cabeza de quien enfrente de él se hayaba se encontraría sobre la mesa separada del cuerpo, solo por atreverse a hablar asi de la rubia y atrever a decir que la castigaría con dolor fisico frente a él, ella era unicamente suya, o lo sería, ya se encargaría el licántropo que asi fuera, merecía ser su hembra, aunque no fuera una loba. Se cruzó de brazos observandole mientras evitaba rechinar los dientes con furia debido a imaginarse a ese hombre tocando a Luci.
Más había que llamar a la calma, no podía enajenarse, ahora no se lo podía permitir, así que la cosa no cambió más allá de fulminantes miradas con sus azules ojos, pero sin moverse, ni cambiar apenas la expresión de su cara, no debía mezclar lo personal con los asuntos con el clero, la cosa era asi y no debía cambiar.
La conversación finalmente se inició cuando septimus rompió el hielo preguntando que era lo que necesitaba de él, para saber que era a lo que se empezaba a enfrentar, respiró profundamente mientras finalmente ladeó la cabeza escuchandole, como no, le necesitaba de perro de presa, una de sus especialidades despues de torturar y comerse a sus presas, más nuevamente el puntuar la iglesia afectada hizo que su interes aumentase en demasia. -Si, me parece lo más acertado, ademas tenía intención de mandar a algunos de mis hombres a sondear la iglesia, me tiene intrigado este asunto si le soy sincero.- Comentó Septimus mientras chasqueaba la lengua pensativo.
El hecho de que fuera contagiosa para sobrenaturales le preocupó de sobre manera, eso no era normal, se mordió el labio inferior unos segundos antes de levantarse y pasear algo inquieto. -Eso me preocupa mucho, ni los hombres lobo, ni los cambiantes, ni los vampiros podemos enfermar, nuestra condición hace eso posible, nada nos da alergia, nada nos enferma.- Dijo refiriendose naturalmente a cosas biologicas, sin contar la plata por supuesto, pero infectar a sobrenaturales, eso le daba mucho que pensar, y sin duda había algo muy oscuro detrás de todo eso, y había que enfrentarlo. - Tenemos que cubrir mayor terreno para investigarlo bien...o podría cundir el panico no solo a nivel general, si no a un nivel más...espiritual...maldita sea los demonios empiezan a caminar sobre la tierra infectandolo todo.- Dijo en una referencia relijiosa mostrando cuan creyente era el licano,
Observa la daga de reojo con notable disgusto, pudiendo interpretar eso como una amenaza, más ahora tenía la cabeza en el tema que los atañe. -Si, será mejor ir yo mismo que enviar a mis hombres, no quiero ponerlos en peligro, pero les informaré para cuando estén alerta.- Estaba preocupado, mucho, no tenía control sobre esto y eso le preocupaba, esperaba que los gemelos y el vampiro hubieran recibido la carta cuanto más ojos mucho mejor, emitió un gruñido gutural muy lobuno mientras pensaba, no quería ver a Luci sufrir peligro. -Quizá sería mejor ir solo para que sus asistente no sufra daños.- Se ofreció mientras trataba de pensar como manejar esa situación. -Bueno...quien más sabe todo esto, el individuo es listo, pero en grupo sería un problema, si se corre la noticia abririamos la puerta al apocalipsis por parte de los impuros, hay que pararlo.- Gruñe apretando los puños mientras movió la cabeza tronando su cuello para liviar la tensión.
Más había que llamar a la calma, no podía enajenarse, ahora no se lo podía permitir, así que la cosa no cambió más allá de fulminantes miradas con sus azules ojos, pero sin moverse, ni cambiar apenas la expresión de su cara, no debía mezclar lo personal con los asuntos con el clero, la cosa era asi y no debía cambiar.
La conversación finalmente se inició cuando septimus rompió el hielo preguntando que era lo que necesitaba de él, para saber que era a lo que se empezaba a enfrentar, respiró profundamente mientras finalmente ladeó la cabeza escuchandole, como no, le necesitaba de perro de presa, una de sus especialidades despues de torturar y comerse a sus presas, más nuevamente el puntuar la iglesia afectada hizo que su interes aumentase en demasia. -Si, me parece lo más acertado, ademas tenía intención de mandar a algunos de mis hombres a sondear la iglesia, me tiene intrigado este asunto si le soy sincero.- Comentó Septimus mientras chasqueaba la lengua pensativo.
El hecho de que fuera contagiosa para sobrenaturales le preocupó de sobre manera, eso no era normal, se mordió el labio inferior unos segundos antes de levantarse y pasear algo inquieto. -Eso me preocupa mucho, ni los hombres lobo, ni los cambiantes, ni los vampiros podemos enfermar, nuestra condición hace eso posible, nada nos da alergia, nada nos enferma.- Dijo refiriendose naturalmente a cosas biologicas, sin contar la plata por supuesto, pero infectar a sobrenaturales, eso le daba mucho que pensar, y sin duda había algo muy oscuro detrás de todo eso, y había que enfrentarlo. - Tenemos que cubrir mayor terreno para investigarlo bien...o podría cundir el panico no solo a nivel general, si no a un nivel más...espiritual...maldita sea los demonios empiezan a caminar sobre la tierra infectandolo todo.- Dijo en una referencia relijiosa mostrando cuan creyente era el licano,
Observa la daga de reojo con notable disgusto, pudiendo interpretar eso como una amenaza, más ahora tenía la cabeza en el tema que los atañe. -Si, será mejor ir yo mismo que enviar a mis hombres, no quiero ponerlos en peligro, pero les informaré para cuando estén alerta.- Estaba preocupado, mucho, no tenía control sobre esto y eso le preocupaba, esperaba que los gemelos y el vampiro hubieran recibido la carta cuanto más ojos mucho mejor, emitió un gruñido gutural muy lobuno mientras pensaba, no quería ver a Luci sufrir peligro. -Quizá sería mejor ir solo para que sus asistente no sufra daños.- Se ofreció mientras trataba de pensar como manejar esa situación. -Bueno...quien más sabe todo esto, el individuo es listo, pero en grupo sería un problema, si se corre la noticia abririamos la puerta al apocalipsis por parte de los impuros, hay que pararlo.- Gruñe apretando los puños mientras movió la cabeza tronando su cuello para liviar la tensión.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Cuando le fue otorgada esta misión, se hizo por la manera en que Lucinde podría comprender mejor el pensamiento occidental donde la mayor parte de las ocasiones las emociones priman por encima de los ordenamientos de los superiores. Por la fuerza que tiene al hacer valer su posición y sus argumentos. Así, pocos podrían salir del camino sin que ella diera un golpe para regresarles a su sitio. Es como con este licántropo, que ya está viéndose como el señor y amo de la misión, haciendo interesante la manera en que se expresa creyendo que puede hacer y deshacer a su antojo - mucho me temo, señor Septimus, que yo soy el líder. Yo doy las órdenes. Usted está maniatado en todas sus decisiones porque soy yo quien las da. ¿Entendido? Si no le digo que beba, usted verá el vaso de agua ahí frente a sus ojos, sediento, ansioso y no estirará la mano sin que dé la orden. ¿Entendido? ¿Por qué cree que soy yo el que manda y usted es mi auxiliar? Justo porque con acciones intrépidas, llegamos a tener una mortandad de más de mil personas entre sobrenaturales y humanos en Rumanía. Por eso la Iglesia quiere tacto, eso se lo proporcionaré yo. Por lo que nada de exploraciones a la iglesia si no lo ordeno - deja clara su posición.
Si al licántropo le molesta su actitud, sus palabras, le viene importando poco. Karsh es determinante, contundente, implacable. Si se sale del orden, entonces tendrán problemas. - No necesito a un subalterno suyo contagiado por más que tenga cuidado. Ni siquiera sabe qué busca, ni usted. Para eso está mi asistente. ¿Entendió? - le agarra por los huevos. Así se pensará antes de hacer nada - quiero ser claro. Ésto no debe ser un encuentro de ver quién la tiene más larga. Le concedo que la tenga. Es un encuentro para hacer equipo. Si nos desconcentramos, perderemos más que vidas. Perderemos la oportunidad de encontrar al jardinero que plantó la semilla ¿Entiende lo que se arriesga? Si capturamos a quien inició esta epidemia, podremos encontrar un antídoto. Ésta es la diferencia entre el ganar y perder, no voy a permitir que sus impulsos sean piedras en mi camino - se recarga en el asiento.
La daga brilla peligrosamente cuando la manda a su mano contraria sosteniéndola con habilidad. Va lanzando el arma de mano en mano con riesgo de encajar su filo en su piel denotando una pericia perfecta puesto que así como la envía a la contraria, la atrapa sin daño alguno. Sus ojos se vuelven más insidiosos - le dije que Lucy va a ir. Usted la acompañará. Si no sabe acatar órdenes, entonces haré que le borren la memoria y que me asignen a otro que pueda entender la magnitud de lo que acontece sin abrir la boca. Tal cual usted lo dijo, prohibido entrometer a alguien ajeno a este asunto. Eso sólo incluye a Lucy, usted y yo. ¿Entendido? Puede enojarse lo que quiera, pero haga las cosas bien - le restriega preparado para cualquier eventualidad.
Sabe que el carácter del licántropo es volátil. Karsh le observa midiendo sus movimientos, atento a cualquier embate que pueda iniciar, - piense, Septimus. Piense. Si usted mismo quiere parar un apocalipsis ¿Por qué no hacerlo como debe? Sea coherente con sus palabras. Entienda que mientras más cabezas haya, más llamaremos la atención. Por eso fue elegida mi asistente. Una humana inocente, bella, capaz de atrapar a cualquiera con sus encantos para que canten como pajaritos. Para eso la entrené, es buena en su labor. No me diga que la desecha sólo porque no la ha visto hacer su trabajo. No desestime a mi asistente, Septimus. Es peor que usted y yo juntos - deja en claro para que se le quede en la cabeza necia y tozuda. Es un ser demasiado visceral. Tendrá que ponerle una correa o saldrá a morder a todos y eso sería mortal para su operación - ahora, como le dije, mañana irá Lucy a la iglesia. La acompañará de lejos, se asegurará de que entre y salga. Quiero su informe mañana, nada de hacer tonterías. Nada de meter a más personas que yo no lo ordene. Escucharé sus consejos, sólo no sea insensato creyendo que tiene la razón porque en ésto, señor Septimus, no tiene la menor idea del nido de avispas que va a destapar - es tajante de nuevo. Esperando su respuesta, física o no. Sabe que le dio por debajo de la lengua y como tal, así debe de ser.
Y como si no estuviera del todo contento con lo que antes dijo, le deja una estaca en el corazón - Cualquier desacato a mis órdenes, señor inquisidor, será una falla que le imputaré a Lucy y creo que ya dejamos en claro lo que significará para ella - por debajo de la capucha y del manto que cubre su rostro se sonríe. Se prepara para el embate que seguro el licántropo protagonizará. Porque le está tocando lo que más quiere ahora. Ese es el bozal que tendrá por y para siempre. La hoja de metal que pende sobre la cabeza de la rubia.
Si al licántropo le molesta su actitud, sus palabras, le viene importando poco. Karsh es determinante, contundente, implacable. Si se sale del orden, entonces tendrán problemas. - No necesito a un subalterno suyo contagiado por más que tenga cuidado. Ni siquiera sabe qué busca, ni usted. Para eso está mi asistente. ¿Entendió? - le agarra por los huevos. Así se pensará antes de hacer nada - quiero ser claro. Ésto no debe ser un encuentro de ver quién la tiene más larga. Le concedo que la tenga. Es un encuentro para hacer equipo. Si nos desconcentramos, perderemos más que vidas. Perderemos la oportunidad de encontrar al jardinero que plantó la semilla ¿Entiende lo que se arriesga? Si capturamos a quien inició esta epidemia, podremos encontrar un antídoto. Ésta es la diferencia entre el ganar y perder, no voy a permitir que sus impulsos sean piedras en mi camino - se recarga en el asiento.
La daga brilla peligrosamente cuando la manda a su mano contraria sosteniéndola con habilidad. Va lanzando el arma de mano en mano con riesgo de encajar su filo en su piel denotando una pericia perfecta puesto que así como la envía a la contraria, la atrapa sin daño alguno. Sus ojos se vuelven más insidiosos - le dije que Lucy va a ir. Usted la acompañará. Si no sabe acatar órdenes, entonces haré que le borren la memoria y que me asignen a otro que pueda entender la magnitud de lo que acontece sin abrir la boca. Tal cual usted lo dijo, prohibido entrometer a alguien ajeno a este asunto. Eso sólo incluye a Lucy, usted y yo. ¿Entendido? Puede enojarse lo que quiera, pero haga las cosas bien - le restriega preparado para cualquier eventualidad.
Sabe que el carácter del licántropo es volátil. Karsh le observa midiendo sus movimientos, atento a cualquier embate que pueda iniciar, - piense, Septimus. Piense. Si usted mismo quiere parar un apocalipsis ¿Por qué no hacerlo como debe? Sea coherente con sus palabras. Entienda que mientras más cabezas haya, más llamaremos la atención. Por eso fue elegida mi asistente. Una humana inocente, bella, capaz de atrapar a cualquiera con sus encantos para que canten como pajaritos. Para eso la entrené, es buena en su labor. No me diga que la desecha sólo porque no la ha visto hacer su trabajo. No desestime a mi asistente, Septimus. Es peor que usted y yo juntos - deja en claro para que se le quede en la cabeza necia y tozuda. Es un ser demasiado visceral. Tendrá que ponerle una correa o saldrá a morder a todos y eso sería mortal para su operación - ahora, como le dije, mañana irá Lucy a la iglesia. La acompañará de lejos, se asegurará de que entre y salga. Quiero su informe mañana, nada de hacer tonterías. Nada de meter a más personas que yo no lo ordene. Escucharé sus consejos, sólo no sea insensato creyendo que tiene la razón porque en ésto, señor Septimus, no tiene la menor idea del nido de avispas que va a destapar - es tajante de nuevo. Esperando su respuesta, física o no. Sabe que le dio por debajo de la lengua y como tal, así debe de ser.
Y como si no estuviera del todo contento con lo que antes dijo, le deja una estaca en el corazón - Cualquier desacato a mis órdenes, señor inquisidor, será una falla que le imputaré a Lucy y creo que ya dejamos en claro lo que significará para ella - por debajo de la capucha y del manto que cubre su rostro se sonríe. Se prepara para el embate que seguro el licántropo protagonizará. Porque le está tocando lo que más quiere ahora. Ese es el bozal que tendrá por y para siempre. La hoja de metal que pende sobre la cabeza de la rubia.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El licántropo quedaba con el humor más turbio cada vez que ese individuo abría la boca y escupía ese veneno que tenía dentro, no le agradaba en lo más mínimo, pero tocaba soportarle, pero la tentación de descabezarlo crecía a cada segundo que pasaba, más sus palabras le estaban tocando las narices de maneras insospechadas, sin duda ese hombre tenía un exceso de ego, pero sin embargo Septimus no abrió la boca, solo le lanzaba fulminantes miradas mientras le oia hablar. Restregaba que él daba la ordenes, que él era el asistente, no le gustaba nada ese hombre, estaba claro que tenía que aguantar por que los altos cargos de la iglesia le ordenaban colaborar con ese hombre, pero él estaba acostumbrado a trabajar en equipo con los gemelos y el vampiro sin tener que aguantar a este tipo de personal, ¿quien demonios se creía que era para hablarle asi? es que no sabía que estaba ante el perro de Dios, él la voz cantante y el licántropo un auxiliar, desde luego no estaba apreciando la compañía que tenía a su lado, eso estaba más que claro, y le observaba rechinando los dientes, mientras mantenía una postura por segundo más tensa para no arrancarle el cuello.
Enarcó la ceja observándole mientras Karsh seguía con su monologo que al licántropo se le antojaba prepotente y estúpido, ¿es que cree que trata con un novato? no lo era, igualmente él estaba haciendo un croquis de su plan, era su modo de operar, primero un croquis, después se afinan los detalles, todo tiene que ir por partes, para asegurarse de no cometer ningún fallo, pero a Septimus se antojó que sus palabras caían en saco roto, no parecía que quisiera tener muy en cuenta lo que el inquisidor tuviera que decir o los planes que tuviera, eso molestó al licano de sobremanera, que solo apretaba sus fauces que tras sus labios, que ocultaban los colmillos del lobo que aparentaba solo estar serio.
-¿Impulsos? no se confunda, no estoy moviéndome tan compulsivamente como cree, planeo, un plan superficial y luego me dedico en los detalles, y entiendo perfectamente lo que está en peligro y me urge tanto como a usted arrancar el mal de raíz, no me tome por iluso.- Dijo en un tono fiero, seco y cortante, estaba furioso y le estaba cada vez costando disimularlo, sobre todo con ese estado despectivo de el tal Karsh, desde luego no parecía tener ni puñetera idea de con quien estaba hablando, con el perro de Dios, un inquisidor de élite, no un cachorro recién empezando a saber como manejar un arma.
Se pellizco el puente de la nariz emitiendo un gruñido mientras sus azules empezaban a volverse de manera muy lenta en naranjas, le estaba tocando los huevos de una manera virtuosa se podría decir. Mientras deslizaba su vista hacia la daga, dio un puñetazo a la mesa controlando su mesa para no quebrarla, y su gruñido fue profundo. -Estoy colaborando con usted, asi que debería tener cuidado con las amenazas y más de esa índole, usted sin duda no tiene ni puta idea de mi historial y jamás he fallado, asi que envaine su afilada lengua, y más en mi casa, recuerde usted que está bajo mi techo y mi protección y por ende no voy a permitir que venga aquí a amenazarme, quiere hacer las cosas a su manera, me parece correcto, pero no mienta con cosas como que tendrá mi opinión en cuenta, aborrezco a los mentirosos, me asquean, al igual que otros tipos de hereje, y ya que he accedido a ayudarlo no pelee por que me den ganas de devorarle.- Rugió Septimus colmando su paciencia, se puso en pie mientras encendía otro puro, sus uñas estaban crecidas en forma de garras, sus ojos naranjas brillaban de tremenda forma, y Karsh pudo ver sus imponentes colmillos desarrollados cuando mordió el habano y con un fósforo lo encendía mirándole.
Escuchaba sus demandas, lo que quería hacer para mañana, ¿escuchar sus sugerencias? el lobo estubo a punto de dejar escapar una carcajada, pero solo expulsó el espeso humo por sus fosas nasales, ya estaba claro que no iba a escuchar sus sugerencias, solo esperaba no tener que barrer la mierda por cegarse en creer que tenía la posesión de la verdad absoluta, y no iba a escucharle ya lo había mostrado, sabía como era ese tipo de personas, alguien que no conocía lo importante que era contar con una manada, no solo para espiar y recoger información desde distintos ángulos, si no para tener un apoyo más férreo, pero ese hombre no veía más allá de sus narices.
-¿Está intentando coaccionarme amenazando con dañar a Lucy para que obedezca? Vaya tu moral escasea tanto que casi rozáis el vampirismo...por suerte no hueles a muerto...he dado santo castigo a seres más nobles que tú, y no...no es un cumplido.- Dijo de manera tajante. -Asi que si no tiene nada más que añadir le veremos para el informe, no ha sido ningún placer, y ahora saca el culo de mi casa.- Sonrió mientras expulsó el humo. -Es el fin de esta reunión.- Atajó.
Enarcó la ceja observándole mientras Karsh seguía con su monologo que al licántropo se le antojaba prepotente y estúpido, ¿es que cree que trata con un novato? no lo era, igualmente él estaba haciendo un croquis de su plan, era su modo de operar, primero un croquis, después se afinan los detalles, todo tiene que ir por partes, para asegurarse de no cometer ningún fallo, pero a Septimus se antojó que sus palabras caían en saco roto, no parecía que quisiera tener muy en cuenta lo que el inquisidor tuviera que decir o los planes que tuviera, eso molestó al licano de sobremanera, que solo apretaba sus fauces que tras sus labios, que ocultaban los colmillos del lobo que aparentaba solo estar serio.
-¿Impulsos? no se confunda, no estoy moviéndome tan compulsivamente como cree, planeo, un plan superficial y luego me dedico en los detalles, y entiendo perfectamente lo que está en peligro y me urge tanto como a usted arrancar el mal de raíz, no me tome por iluso.- Dijo en un tono fiero, seco y cortante, estaba furioso y le estaba cada vez costando disimularlo, sobre todo con ese estado despectivo de el tal Karsh, desde luego no parecía tener ni puñetera idea de con quien estaba hablando, con el perro de Dios, un inquisidor de élite, no un cachorro recién empezando a saber como manejar un arma.
Se pellizco el puente de la nariz emitiendo un gruñido mientras sus azules empezaban a volverse de manera muy lenta en naranjas, le estaba tocando los huevos de una manera virtuosa se podría decir. Mientras deslizaba su vista hacia la daga, dio un puñetazo a la mesa controlando su mesa para no quebrarla, y su gruñido fue profundo. -Estoy colaborando con usted, asi que debería tener cuidado con las amenazas y más de esa índole, usted sin duda no tiene ni puta idea de mi historial y jamás he fallado, asi que envaine su afilada lengua, y más en mi casa, recuerde usted que está bajo mi techo y mi protección y por ende no voy a permitir que venga aquí a amenazarme, quiere hacer las cosas a su manera, me parece correcto, pero no mienta con cosas como que tendrá mi opinión en cuenta, aborrezco a los mentirosos, me asquean, al igual que otros tipos de hereje, y ya que he accedido a ayudarlo no pelee por que me den ganas de devorarle.- Rugió Septimus colmando su paciencia, se puso en pie mientras encendía otro puro, sus uñas estaban crecidas en forma de garras, sus ojos naranjas brillaban de tremenda forma, y Karsh pudo ver sus imponentes colmillos desarrollados cuando mordió el habano y con un fósforo lo encendía mirándole.
Escuchaba sus demandas, lo que quería hacer para mañana, ¿escuchar sus sugerencias? el lobo estubo a punto de dejar escapar una carcajada, pero solo expulsó el espeso humo por sus fosas nasales, ya estaba claro que no iba a escuchar sus sugerencias, solo esperaba no tener que barrer la mierda por cegarse en creer que tenía la posesión de la verdad absoluta, y no iba a escucharle ya lo había mostrado, sabía como era ese tipo de personas, alguien que no conocía lo importante que era contar con una manada, no solo para espiar y recoger información desde distintos ángulos, si no para tener un apoyo más férreo, pero ese hombre no veía más allá de sus narices.
-¿Está intentando coaccionarme amenazando con dañar a Lucy para que obedezca? Vaya tu moral escasea tanto que casi rozáis el vampirismo...por suerte no hueles a muerto...he dado santo castigo a seres más nobles que tú, y no...no es un cumplido.- Dijo de manera tajante. -Asi que si no tiene nada más que añadir le veremos para el informe, no ha sido ningún placer, y ahora saca el culo de mi casa.- Sonrió mientras expulsó el humo. -Es el fin de esta reunión.- Atajó.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Debió esperar que el carácter malhumorado del licántropo fuera el que desequilibrara la balanza. Cada mirada que le dirigía a Karsh estaba llena de furia y ganas de ser violento a partes iguales. Los rechinidos de los dientes del otro son como los gruñidos de un lobo que está en desacuerdo con lo que sucede frente a sus ojos. Sin embargo, como deje algún cabo suelto, seguro que tendrá problemas futuros. Entiende que el hombre está acostumbrado a mandar, sólo que esta vez deberá obedecer en todo lo que el Assassin le indique. Esta misión es tan delicada que un paso en falso puede significar un contagio masivo. Hay demasiados sobrenaturales en la mansión y Karsh -Lucinde- es sólo una humana. Una hechicera que puede morir por ese paso en falso que ahora procura evitar a toda costa. Así pues, no lamenta un ápice ser tan tajante, tan brutal y arrogante con sus peticiones.
Su respuesta denota su coraje. Tiene un buen procedimiento para trabajar, es una pena que esta vez deba obedecer en lugar de la vía libre que seguro posee en sus demás misiones. Los ojos de Karsh se ocultan bajo la capucha y el velo que le dan un perfecto anonimato porque si el licántropo observase la sonrisa torcida que aparece en sus gestos, terminaría explotando. Justo como ahora hace, dándose un adjetivo que por supuesto Karsh no le ha adjudicado - iluso no, quizá un poco precipitado al estar pensando en que puede enviar a cualquier persona - le aclara sin mostrar un ápice de remordimiento puesto que sigue en la misma posición jugueteando con la daga para paliar así su ansiedad. Cuando le conozca mejor, entenderá sus procedimientos y sus manías para relajarse. Algo que necesita el licántropo porque en cuanto nota que sus ojos cambian del azul al naranja, entiende que llegó el límite para su paciencia. Una corta, que se siente ofendida cuando no se le toma en cuenta. Se lo anota para saber cómo incordiar al personaje la siguiente vez.
Sí, es una rastrera. En tanto él siga bajo sus órdenes, aprovechará cada ocasión para humillarlo. ¿Por qué? Seguro por la afrenta de hace tantos años atrás. En secreto, Lucinde reconoce que le gusta llevarlo hasta los límites para que esos orbes se tornen inhumanos, más que lobunos. El golpe sobre la mesa provoca una expresión de mofa que se oculta bajo los ropajes. ¡Qué rápido reaccionó a los enunciados y a las amenazas! Si bien no fueron contra su persona, se lo ha tomado de forma íntima. ¿Tan bien funcionó el hechizo? Parece que sí. Se queda en silencio en tanto él desboca su mal carácter para aclarar sus puntos. - ¿En qué le he amenazado, Septimus? Le he dicho que cualquier falla suya significará un error para mi asistente. Me parece que se lo toma demasiado a pecho lo que haga o no con ella - hunde más la daga para que el otro desespere. Y lo logra, porque la manera en que sus cambios físicos son visibles en tanto enciende el habano, son muestra pura de cómo está afectado porque vaya a tocar a "Lucinde".
El hechizo funciona a la perfección. Deberá potenciar el mismo lo más pronto posible, de ser necesario esta misma noche. Aprovechará la cena para dejar su aroma en las narinas del licántropo con tal de que siga desesperado por tomar a la mujer para llevarle a su lecho y evitar que salga de ahí por cualquier medio. El último comentario le hace sonreír. - ¿Vampirismo? No. Para nada soy un vampiro y no son mis métodos, son los de la sociedad a la que Lucy y yo, pertenecemos. Si le gusta, qué bueno y en caso contrario, le recomiendo que acate entonces las órdenes - es lo último que puede decir porque el licántropo le corre -literalmente- de su hogar. Se pone en pie para retirarse guardando la daga con tranquilidad sin despedirse siquiera. El plan seguirá su marcha, Septimus obedecerá aunque no quiera. Y de paso, ella ha visto los efectos del hechizo.
Y hablando de hechiceras, en cuanto sale se dirige hacia la parte trasera de la casa aprovechando que el fantasma estaba vigilante creando algunas pequeñas ilusiones con tal de que ella suba a cambiarse. Veinte minutos después, Lucinde baja las escaleras habiendo guardado todo en su lugar, aprovechando que el fantasma puede ayudar a ocultar sus pertenencias más apreciadas. El traje de Assassin y las armas. Se dirige a la cocina para sonreír un poco a las sirvientas - hola, buena noche. ¿Podrían regalarme algo para picar? Por favor - su voz educada resuena en las cocinas al tiempo que espera paciente sentada en el desayunador. Mira al frente en silencio pensando todo lo que debe hacer al siguiente día. Sacude de su cabeza esas ideas cuando le sirven un pequeño plato con frutos secos. Comiendo éstos, se relaja con la mente en blanco. ¿Qué hará Septimus con ella? Sólo el futuro lo dirá.
Su respuesta denota su coraje. Tiene un buen procedimiento para trabajar, es una pena que esta vez deba obedecer en lugar de la vía libre que seguro posee en sus demás misiones. Los ojos de Karsh se ocultan bajo la capucha y el velo que le dan un perfecto anonimato porque si el licántropo observase la sonrisa torcida que aparece en sus gestos, terminaría explotando. Justo como ahora hace, dándose un adjetivo que por supuesto Karsh no le ha adjudicado - iluso no, quizá un poco precipitado al estar pensando en que puede enviar a cualquier persona - le aclara sin mostrar un ápice de remordimiento puesto que sigue en la misma posición jugueteando con la daga para paliar así su ansiedad. Cuando le conozca mejor, entenderá sus procedimientos y sus manías para relajarse. Algo que necesita el licántropo porque en cuanto nota que sus ojos cambian del azul al naranja, entiende que llegó el límite para su paciencia. Una corta, que se siente ofendida cuando no se le toma en cuenta. Se lo anota para saber cómo incordiar al personaje la siguiente vez.
Sí, es una rastrera. En tanto él siga bajo sus órdenes, aprovechará cada ocasión para humillarlo. ¿Por qué? Seguro por la afrenta de hace tantos años atrás. En secreto, Lucinde reconoce que le gusta llevarlo hasta los límites para que esos orbes se tornen inhumanos, más que lobunos. El golpe sobre la mesa provoca una expresión de mofa que se oculta bajo los ropajes. ¡Qué rápido reaccionó a los enunciados y a las amenazas! Si bien no fueron contra su persona, se lo ha tomado de forma íntima. ¿Tan bien funcionó el hechizo? Parece que sí. Se queda en silencio en tanto él desboca su mal carácter para aclarar sus puntos. - ¿En qué le he amenazado, Septimus? Le he dicho que cualquier falla suya significará un error para mi asistente. Me parece que se lo toma demasiado a pecho lo que haga o no con ella - hunde más la daga para que el otro desespere. Y lo logra, porque la manera en que sus cambios físicos son visibles en tanto enciende el habano, son muestra pura de cómo está afectado porque vaya a tocar a "Lucinde".
El hechizo funciona a la perfección. Deberá potenciar el mismo lo más pronto posible, de ser necesario esta misma noche. Aprovechará la cena para dejar su aroma en las narinas del licántropo con tal de que siga desesperado por tomar a la mujer para llevarle a su lecho y evitar que salga de ahí por cualquier medio. El último comentario le hace sonreír. - ¿Vampirismo? No. Para nada soy un vampiro y no son mis métodos, son los de la sociedad a la que Lucy y yo, pertenecemos. Si le gusta, qué bueno y en caso contrario, le recomiendo que acate entonces las órdenes - es lo último que puede decir porque el licántropo le corre -literalmente- de su hogar. Se pone en pie para retirarse guardando la daga con tranquilidad sin despedirse siquiera. El plan seguirá su marcha, Septimus obedecerá aunque no quiera. Y de paso, ella ha visto los efectos del hechizo.
Y hablando de hechiceras, en cuanto sale se dirige hacia la parte trasera de la casa aprovechando que el fantasma estaba vigilante creando algunas pequeñas ilusiones con tal de que ella suba a cambiarse. Veinte minutos después, Lucinde baja las escaleras habiendo guardado todo en su lugar, aprovechando que el fantasma puede ayudar a ocultar sus pertenencias más apreciadas. El traje de Assassin y las armas. Se dirige a la cocina para sonreír un poco a las sirvientas - hola, buena noche. ¿Podrían regalarme algo para picar? Por favor - su voz educada resuena en las cocinas al tiempo que espera paciente sentada en el desayunador. Mira al frente en silencio pensando todo lo que debe hacer al siguiente día. Sacude de su cabeza esas ideas cuando le sirven un pequeño plato con frutos secos. Comiendo éstos, se relaja con la mente en blanco. ¿Qué hará Septimus con ella? Sólo el futuro lo dirá.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
El lobo mordía el a habano mientras se veían sus colmillos resaltar, que demonios se había creido ese hombre, amenazarle con borrarle la memoria, el aceptaba a karsh en su casa y asi le agradecía con bravatadas, Septimus aceptaba las ordenes de la santa sede, era el perro de Dios trabajaba para servir, pero ese Karsh no sabía como tratar con un alfa, con un lider de manada en su propio hogar, ni siquiera la santa sede cuando había pasado a casa del lobo se le mostraba tan irreverente, él sabía a quien obedecer, y cuando hacerlo, pero no parecía que ese Karsh supiera o apreciera cualquier idea que el lobo pudiera darle, asi que se la ahorraría simplemente, dejaría que él dirigiera por completo la operación, y se quitaría de problemas, mientras le dejaría llevar la voz cantante, no es problema ello si es eficaz, pero en su casa debía respetar al alfa, esa era la norma.
Aspiró del habano mientras respiraba profundamente, y echó el humo por la nariz, mientras buscaba calmarse, despues de que la ira haya sido encendida por culpa del jefe de Lucy, desde luego no sabe donde esa niña estaba metida pero al licántropo no le gustaba ni lo más minimo.
Dejo que se fuera, el movimiento que hacía con el cuchillo había tenido irritado al licantropo durante todo el rato, las dagas para él era algo amenazante y si fuera de plata con más razón, a él no le gustaba, le irritaba, lo tomaba como si le indicase que le fuese a atacar, pero tenía que acabar el puro, dejó unos minutos de pausa para terminarselo con tranquilidad mientras hacía girar su sillón en el despacho mientras miraba el techo pensativo, la verdad que una epidemia era algo grave, las crisis de fé casi siempre venían acompañadas de epidemias, no solo de las nombradas en la biblia, si no a nivel historia, el lobo una vez más relajado salió de su despacho.
Mientras Septimus aun continuaba un poco más en su despacho, una mujer de edad mediana, estaba en la cocina, una mujer lobo claramente, miró a Lucinde y la sonrió de manera amable, la mujer era atractiva, no obstante, aunque algo la podía afear y era que la mitad de la cara la tenía llena de cicatrices, que trataba de ocultar con el pelo a la joven, pero esto solo lo hizo cuando la escuchó entrar, se giro y la observó. - Oh, hola corazón, ¿que quiere para comer?.- Preguntó ella a la joven rubia, podia oler al alfa y sabía que la rubia le agradaba, algo más que agradar tal vez. Le preparó lo que la joven pidió en lo que aparecío el licántropo.
Septimus, entró en la estancia observando a la joven rubia. -Tu jefe es demasiado...escesivo...- dijo de manera suave, pero aun se notaba cuantiosamente alterado, con sus ojos naranjas encendidos, más al observar a la joven de dorados cabellos, miró a la mujer que estaba en la cocina trayendole lo pedido a la joven rubia, Septimus suspiró y observó a Lucy, le parecía tan linda, esa mirada tan inocente que se le antojaba. Le despertaba el instinto protector notablemente, la olfateó dismuladamente mientras se sentaba pidiendole a la loba de la mitad del rostro cicatrizado para que le trajese una copa y asi terminar de relajarse.- Tenemos trabajo.- Dijo finalmente.
Aspiró del habano mientras respiraba profundamente, y echó el humo por la nariz, mientras buscaba calmarse, despues de que la ira haya sido encendida por culpa del jefe de Lucy, desde luego no sabe donde esa niña estaba metida pero al licántropo no le gustaba ni lo más minimo.
Dejo que se fuera, el movimiento que hacía con el cuchillo había tenido irritado al licantropo durante todo el rato, las dagas para él era algo amenazante y si fuera de plata con más razón, a él no le gustaba, le irritaba, lo tomaba como si le indicase que le fuese a atacar, pero tenía que acabar el puro, dejó unos minutos de pausa para terminarselo con tranquilidad mientras hacía girar su sillón en el despacho mientras miraba el techo pensativo, la verdad que una epidemia era algo grave, las crisis de fé casi siempre venían acompañadas de epidemias, no solo de las nombradas en la biblia, si no a nivel historia, el lobo una vez más relajado salió de su despacho.
Mientras Septimus aun continuaba un poco más en su despacho, una mujer de edad mediana, estaba en la cocina, una mujer lobo claramente, miró a Lucinde y la sonrió de manera amable, la mujer era atractiva, no obstante, aunque algo la podía afear y era que la mitad de la cara la tenía llena de cicatrices, que trataba de ocultar con el pelo a la joven, pero esto solo lo hizo cuando la escuchó entrar, se giro y la observó. - Oh, hola corazón, ¿que quiere para comer?.- Preguntó ella a la joven rubia, podia oler al alfa y sabía que la rubia le agradaba, algo más que agradar tal vez. Le preparó lo que la joven pidió en lo que aparecío el licántropo.
Septimus, entró en la estancia observando a la joven rubia. -Tu jefe es demasiado...escesivo...- dijo de manera suave, pero aun se notaba cuantiosamente alterado, con sus ojos naranjas encendidos, más al observar a la joven de dorados cabellos, miró a la mujer que estaba en la cocina trayendole lo pedido a la joven rubia, Septimus suspiró y observó a Lucy, le parecía tan linda, esa mirada tan inocente que se le antojaba. Le despertaba el instinto protector notablemente, la olfateó dismuladamente mientras se sentaba pidiendole a la loba de la mitad del rostro cicatrizado para que le trajese una copa y asi terminar de relajarse.- Tenemos trabajo.- Dijo finalmente.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2018
Re: Willpower +18 [Septimus]
Si bien la reunión de Karsh con Septimus había sido bastante tensa sobre todo en los últimos instantes, le parece que puede resultar una alianza entre ellos. Deberá ser precavida en futuros encuentros para demostrarle al lycan que si bien su otro yo es bastante rudo, es eficiente en su trabajo y por ello le encargaron esta misión tan delicada. En la cocina de la mansión, toma asiento en la mesa que hay en el sitio para la servidumbre demostrando que no es una mujer excéntrica o con ideas estúpidas en la cabeza. Está centrada y sabe que la mejor manera de conseguir aliados es demostrando que ella también tiene la prudencia de bajar la cabeza cuando es necesario. Humildad ante todo. El ser un assassin no quita que sea un ser humano. Observa un poco distraída a la mujer que amable le atiende. Le sonríe un poco porque para ella, su mal humor está reservado al licántropo que está en el despacho.
Sus ojos pasean por la cocina - lo que sea, algo de carne seca, queso, vino, por favor. Sólo quiero tapar un hueco que quedó del almuerzo y no me apetece cenar. Espero que eso no moleste al señor de la casa. Muchas gracias por atenderme - si lo hace, tendrá tres trabajos: enojarse, irse a pasear y contentarse. Es más fácil que la tabla del diez. En tanto la mujer acepta su petición para preparar la comida, Lucinde juguetea con sus dedos repasando el perímetro de la mesa con la mente en otras cosas más importantes como organizar la expedición del siguiente día. Tendrá que cuidar mucho de tocar nada, se le va la vida en ello. Le preocupa todo eso, quizá debieron mandar a un licántropo porque ellos pueden curarse. O quizá a un cambiante que no se contagian, sabe que cuando fue asignada para ésto, es porque confían más en su criterio que en el de ningún otro compañero. Se siente orgullosa de su avance y preocupada a partes iguales.
Justo cuando le sirven, agradece para tomar el primer pedazo de queso. El lugar se vuelve un poco más tenso con la presencia del licántropo alfa del lugar. Sus ojos se desvían cuando su mano introduce el pedazo de lácteo en su boca para masticar escuchando sus palabras. Parpadea un poco antes de sonreír divertida - ¿Excesivo? ¿Por qué? Karsh es demasiado ecuánime, sólo que es tajante en todo lo que tiene que ver con su misión. Eso es ésto, su misión. No la mía, no la tuya. Así que como tal, la cuida - comenta cuando traga el bocado alargando la mano hacia la copa de vino para dar un pequeño trago. La cepa es magnífica, no esperaba menos de las elecciones de Septimus. Poco a poco se da cuenta de lo quisquilloso que es con sus cosas, como la comida por ejemplo. Quiere lo mejor, tiene el dinero para darse esos lujos y Lucinde está dispuesta a aprovecharse de ello porque la buena comida es escasa en la Liga. Está reservada para cargos muy altos y la propia Assassin tiene mucho camino por avanzar hasta llegar a la posición donde sus deseos sean órdenes.
Dirige sus ojos hacia el licántropo cuando toma asiento, desapercibido no fue para ninguna de las dos mujeres la manera en que la olfateó, como si quisiera permear sus narinas con el aroma de la joven. En lugar de alejarse, hizo una locura, se sonríe malvada antes de tomar al lobo por la pechera para acercar la cabeza del hombre a su cuello - ¿Mejor así? ¿Te aseguras que no esté sangrando o quizá que Karsh no me hubiera tocado? - se mofa divertida antes de que él se aleje. Toma la carne para dar una mordida contenta por el sabor masticando lento - ya sé que tenemos trabajo ¿Algún problema con ello? - sus ojos se vuelven a posar en su figura. Es bastante atractivo, se olvidó durante su estancia en el hotel, de su aroma, de su olor e inclusive de la forma con que la trata y domina con la mirada. Es un ser demasiado elegante y guapo. Lástima que sea el causante de su desgracia cuando era sólo una adolescente. Podría fijarse en él, retozar en su cama, sólo que esta vez sus sentimientos estarían muy lejos.
Aparentar es la parte más difícil para ella, fingir que le parece más que atractivo cuando odia a este ser como a ningún otro. - Me parece que el lobo está molesto porque el cazador llegó con una actitud que para ti fue un reto a tu posición de alfa - se atreve a especular cuando toma la copa de vino bebiendo un trago de ella.
Sus ojos pasean por la cocina - lo que sea, algo de carne seca, queso, vino, por favor. Sólo quiero tapar un hueco que quedó del almuerzo y no me apetece cenar. Espero que eso no moleste al señor de la casa. Muchas gracias por atenderme - si lo hace, tendrá tres trabajos: enojarse, irse a pasear y contentarse. Es más fácil que la tabla del diez. En tanto la mujer acepta su petición para preparar la comida, Lucinde juguetea con sus dedos repasando el perímetro de la mesa con la mente en otras cosas más importantes como organizar la expedición del siguiente día. Tendrá que cuidar mucho de tocar nada, se le va la vida en ello. Le preocupa todo eso, quizá debieron mandar a un licántropo porque ellos pueden curarse. O quizá a un cambiante que no se contagian, sabe que cuando fue asignada para ésto, es porque confían más en su criterio que en el de ningún otro compañero. Se siente orgullosa de su avance y preocupada a partes iguales.
Justo cuando le sirven, agradece para tomar el primer pedazo de queso. El lugar se vuelve un poco más tenso con la presencia del licántropo alfa del lugar. Sus ojos se desvían cuando su mano introduce el pedazo de lácteo en su boca para masticar escuchando sus palabras. Parpadea un poco antes de sonreír divertida - ¿Excesivo? ¿Por qué? Karsh es demasiado ecuánime, sólo que es tajante en todo lo que tiene que ver con su misión. Eso es ésto, su misión. No la mía, no la tuya. Así que como tal, la cuida - comenta cuando traga el bocado alargando la mano hacia la copa de vino para dar un pequeño trago. La cepa es magnífica, no esperaba menos de las elecciones de Septimus. Poco a poco se da cuenta de lo quisquilloso que es con sus cosas, como la comida por ejemplo. Quiere lo mejor, tiene el dinero para darse esos lujos y Lucinde está dispuesta a aprovecharse de ello porque la buena comida es escasa en la Liga. Está reservada para cargos muy altos y la propia Assassin tiene mucho camino por avanzar hasta llegar a la posición donde sus deseos sean órdenes.
Dirige sus ojos hacia el licántropo cuando toma asiento, desapercibido no fue para ninguna de las dos mujeres la manera en que la olfateó, como si quisiera permear sus narinas con el aroma de la joven. En lugar de alejarse, hizo una locura, se sonríe malvada antes de tomar al lobo por la pechera para acercar la cabeza del hombre a su cuello - ¿Mejor así? ¿Te aseguras que no esté sangrando o quizá que Karsh no me hubiera tocado? - se mofa divertida antes de que él se aleje. Toma la carne para dar una mordida contenta por el sabor masticando lento - ya sé que tenemos trabajo ¿Algún problema con ello? - sus ojos se vuelven a posar en su figura. Es bastante atractivo, se olvidó durante su estancia en el hotel, de su aroma, de su olor e inclusive de la forma con que la trata y domina con la mirada. Es un ser demasiado elegante y guapo. Lástima que sea el causante de su desgracia cuando era sólo una adolescente. Podría fijarse en él, retozar en su cama, sólo que esta vez sus sentimientos estarían muy lejos.
Aparentar es la parte más difícil para ella, fingir que le parece más que atractivo cuando odia a este ser como a ningún otro. - Me parece que el lobo está molesto porque el cazador llegó con una actitud que para ti fue un reto a tu posición de alfa - se atreve a especular cuando toma la copa de vino bebiendo un trago de ella.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Willpower +18 [Septimus]
Observaba como la mujer de mitad del rostro desfigurado por cicatrices había servido lo pedido a la joven rubia, Septimus se mostró satisfecho por el comportamiento de la otra licántropa, siempre tan servicial, era una leal miembro de la manada, y la más calmada todo sea dicho, tras traer lo pedido a Lucy se giró dandoles la espalda para seguir con sus que haceres sin inmiscuirse en lo que no era asunto de ella, solo había que fijarse en la suma lealtad de aquella loba, algo más mayor que Septimus. Aun asi ella había visto en él, para aceptar a Septimus como lider, más ahora Septimus nuevamente tenía la atención completamente en la mujer de dorados cabellos, miró a Lucy cuando respondió al comentario en el que el licántropo había expresado su opinión en cuanto al comportamiento que le había observado, tambolireó los dedos, mientras negaba con la cabeza, más la respuesta de la rubía tampoco fue algo que le gustase en esceso.
-Ahm...sí, pero la cosa es que estoy colaborando en su misión, pero ahora no quiero hablar de ello...ya me ha tocado suficiente los cojones.- Comentó con bocabulario soez que le importo bien poco el estar ante una señortia como quien dice, pero estaba algo irritado y le estaba costando de sobre manera mantener las composturas.
El olfateo del licantropo que buscaba la relajación con el aroma de la joven, ese olor que la invitaban a quedarse algo más sosegado, más la actitud de la joven pilló por completa sorpresa al licántropo cuando está de manera tan brusca reacciono ante eso, cosa que hizo que la licántropa ciertamente se petrificara e intetara irse a seguir con sus que haceres muy posiblemente huyendo de cualquier recriminación que el alfa tuviera. Fue tomado de la pechera forzado a acercarse más al embriagador aroma de la joven que maliciosa se mostró desafiante. Más esas palabras que djo hizo que los ojos de Septimus brillasen de un naranja tan intenso como radioactivo, más tras quedarse unos segundos sorprendido por la reacción y las palabras de ella terminó por reaccionar.
Tras unos largos segundos donde se alejó y con sus ojos brillando observandola, más la siguiente frase pronunciada hizo que el licántropo enarcara las cejas, le estaba provocando, y sí, nadie cuestionaba su autoridad, nadie le hablaba asi, y aunque había aceptado trabajar para él, por hoy le había echado de su guarida por no matarlo, pues había colmado la paciencia del licántropo que no iba a aguantar eso, no en su casa, eso había que respetarlo, esta era su guarida, su morada, y no solo el alfa de una manada si no que él era el amo y señor de esa misma mansión en la que se encontraba, pero esas palabras dieron un pistoletazo de salida para el lobo.
Emitió un feroz gruñido alargando sus colmillos que se hacían visibles y se acercó tanto a la joven que hizo que los dos cuerpos estuvieran totalmente pegados, fue entonces cuando reaccionó y la enorme mano del lobo se deslizó por la cintura de ella, siguiendo por entre los pechos hasta subirla al cuello donde la aferró con firmeza, para mantener la cabeza de ella quieta y que no pudiera girarla. -Yo soy el alfa, y nadie viene a mi casa a desafiarme, eso para empezar preciosa.- Dijo en un tono profundo, tajante, su voz casi parecía un gruñido, sin dejarla moverse pegó sus labios a la mejilla de ella en actitud lobuna.- En cuanto a saber si te dañase...se nota que hay unas cuantas cosas que se te escapan.- Entonces sacó su musculo bucal de entre sus calmillos lamiendo la mejilla de ella de forma dominante antes de soltarla. -Pero todos los actos tienen consecuencias, los mios, los de él, y sobre todo los tuyos...cuida tus palabras preciosa, me estais poniendo bastante nervioso entre todos..y no querrás que mi paciencia se colme, a las buenas bien sabes que soy un buen anfitrión.- Aseguró antes de soltarla, ella provocaba, él reaccionaba, su testosterona había subido mucho tras haberla lamido, lo cual se notaba la excitación animal del licántropo.
-Ahm...sí, pero la cosa es que estoy colaborando en su misión, pero ahora no quiero hablar de ello...ya me ha tocado suficiente los cojones.- Comentó con bocabulario soez que le importo bien poco el estar ante una señortia como quien dice, pero estaba algo irritado y le estaba costando de sobre manera mantener las composturas.
El olfateo del licantropo que buscaba la relajación con el aroma de la joven, ese olor que la invitaban a quedarse algo más sosegado, más la actitud de la joven pilló por completa sorpresa al licántropo cuando está de manera tan brusca reacciono ante eso, cosa que hizo que la licántropa ciertamente se petrificara e intetara irse a seguir con sus que haceres muy posiblemente huyendo de cualquier recriminación que el alfa tuviera. Fue tomado de la pechera forzado a acercarse más al embriagador aroma de la joven que maliciosa se mostró desafiante. Más esas palabras que djo hizo que los ojos de Septimus brillasen de un naranja tan intenso como radioactivo, más tras quedarse unos segundos sorprendido por la reacción y las palabras de ella terminó por reaccionar.
Tras unos largos segundos donde se alejó y con sus ojos brillando observandola, más la siguiente frase pronunciada hizo que el licántropo enarcara las cejas, le estaba provocando, y sí, nadie cuestionaba su autoridad, nadie le hablaba asi, y aunque había aceptado trabajar para él, por hoy le había echado de su guarida por no matarlo, pues había colmado la paciencia del licántropo que no iba a aguantar eso, no en su casa, eso había que respetarlo, esta era su guarida, su morada, y no solo el alfa de una manada si no que él era el amo y señor de esa misma mansión en la que se encontraba, pero esas palabras dieron un pistoletazo de salida para el lobo.
Emitió un feroz gruñido alargando sus colmillos que se hacían visibles y se acercó tanto a la joven que hizo que los dos cuerpos estuvieran totalmente pegados, fue entonces cuando reaccionó y la enorme mano del lobo se deslizó por la cintura de ella, siguiendo por entre los pechos hasta subirla al cuello donde la aferró con firmeza, para mantener la cabeza de ella quieta y que no pudiera girarla. -Yo soy el alfa, y nadie viene a mi casa a desafiarme, eso para empezar preciosa.- Dijo en un tono profundo, tajante, su voz casi parecía un gruñido, sin dejarla moverse pegó sus labios a la mejilla de ella en actitud lobuna.- En cuanto a saber si te dañase...se nota que hay unas cuantas cosas que se te escapan.- Entonces sacó su musculo bucal de entre sus calmillos lamiendo la mejilla de ella de forma dominante antes de soltarla. -Pero todos los actos tienen consecuencias, los mios, los de él, y sobre todo los tuyos...cuida tus palabras preciosa, me estais poniendo bastante nervioso entre todos..y no querrás que mi paciencia se colme, a las buenas bien sabes que soy un buen anfitrión.- Aseguró antes de soltarla, ella provocaba, él reaccionaba, su testosterona había subido mucho tras haberla lamido, lo cual se notaba la excitación animal del licántropo.
Septimus Abetegeovanni- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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