AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
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Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
por Arden Annice Gladstone Miér Jun 13, 2018 12:12 am
Recuerdo del primer mensaje :
Sé lo que todos y cada de uno de los criados que me aguardan despiertos piensa en el momento en el que ingreso con Kendrick junto a mí en la montura. Hasta podría leer sus pensamientos que se ven escritos en sus ojos: “Si su padre estuviera aquí, lo asesinaría y a ella la encerraría en un convento.” “Si el amo Erik la viera, no se atrevería a tales osadías…” Y muchas más. Algo distinto por cada uno según su pensamiento. Pero no me importa. Les guste o no les guste, soy la ama, la dama y señora de este lugar; y jamás podrán decir que no he sido compasiva y paciente. Nunca los trate como si fuesen esclavos, ni han sido presas de perversos caprichos. Todos y cada uno tienen un salario propio, son bien vestidos y alimentados. Tienen una vida lo más digna posible para su posición, y no serían denigrados, ni segregados por su Fe, su color de piel o educación. Sin embargo, esta sigue siendo mi casa. Soy una mujer adulta y yo decido con quién involucrarme y con quién no.
No puedo quejarme, más allá de sus miradas iniciales, toman sus tareas de inmediato, con agrado y siendo formales hacia mi acompañante, tratándolo con cuidado y respeto. Nos ayudan a bajar del caballo y entrar en la casa. – “Comida, jugos frutales, agua y baño, por favor. Lord McGrath primero.” – A pesar de que no es un Lord en sí, siendo que es escocés de clase alta y no inglés; mi padre siempre le trato como si perteneciera a lo más prominente de nuestra esfera social. No es pobre, en lo absoluto y poca compasión tengo por sus abultadas cuentas. Pero mi amado padre, trató de incluirlo, dándole todo su favor en la nobleza y acrecentando su posición y relaciones. No sabría decir si le amo como un hijo, pero si aseguro que le confió su casa, su fortuna y a su hija.
Sé; que como siempre, todo está listo, incluyendo la tina, pero sólo para uno y esta noche, seremos dos. Veo a mi caballero galante, con una leve sonrisa. Los hombres se dedican a indicarle hacia dónde y le ayudan a desvestirse y atenderse, mientras me dirijo con las señoras a otra habitación, puesto que la tina lista; es la mía. De sólo pensar que está en mi habitación me avergüenza tanto como me emociona. Tengo 18 años otra vez y el joven que me corteja es invitado a que conozca los interiores de mi casa. Estaba tan nerviosa ese día. O quizá tengo 19 y vinimos de visita a este lugar por primera vez con mi oficial y legalmente novio. Le muestro mi habitación con las mejillas sonrojadas, aunque muy bien sé que él, dormirá del otro lado del pasillo, junto a la habitación de Erik. Tengo 20 años, y la ansiedad de su cuerpo me desespera, miento sobre sentirme enferma. Mi padre le permite cuidarme y se mete en mi habitación. Conozco su torso desnudo por primera vez y me atrevo a besarlo mientras bajo por su abdomen ¿Y luego quieres que deje todos esos sentimientos atrás y siga con mi vida? Simplemente te fuiste con mi corazón en la mano y todo quedó en suspenso. ¿Cómo recuperarme de algo, con lo que ya no tuve que lidiar? Ojos que no ven, corazón que no siente. Si no te veo, no me dueles. Si no me dueles, no tengo nada que curar.
No quise decirlo, pero el brazo derecho me está matando de dolor. Siento como el musculo arde tan horriblemente que temo que se desgarre. Miro a mi nana, nada me dice, pero sé muy bien lo que piensa. Sólo una pared me separa del escocés, así que hablo bajo, rogando que el ruido a agua que lo rodee no delate mis palabras. – “Sé lo que vas a decirme, pero salvó mi vida esta noche, entre otras cosas. Muchas otras cosas que ha hecho por mí. No necesito más miradas reprochantes, necesito algo de ayuda y compasión. Por favor.” – La capa, las armas que acomodan con excesivo orden, las altas botas, la armadura parte por parte. Todo está bien, hasta que la armadura, comienza a quitarse. El primer grito. – “¡Aaaaaarrrggghhhh!” Trato de contenerlo, pero no logro hacerlo con precisión. Mi hombro esta horriblemente hinchado, y el apriete que contenía el movimiento, al ser liberado hace que comience a sentir la herida latir.
Sólo queda la prenda, la mera tela que contiene mi desnudez. Descalza, con el cabello alborotado, manchada y bastante adolorida. Justo el momento perfecto para que suene la puerta. Los sirvientes, que tan amablemente vienen a dejarme las quejas sobre Kendrick. ¿No puede ser normal? ¿No puede sólo meterse en la tina y ya? Me levanto de la cama con ímpetu, no te has ganado el cielo aún. Sé normal. Entro en la habitación para encontrarme con su perfecta imagen. Músculo por músculo, centímetro a centímetro recorro su figura. Ejercicio, mucho ejercicio. *Wow…* Para mi vergüenza personal la toalla que cubre su intimidad tan finamente en la cintura no hace diferencia a mis hormonas. Inexplicable, inentendible, impudorosamente… perfecto. No tenía esos antes. Ninguno de esos tan bien definidos abdominales que contaría hasta que olvide los números. Mi boca se abre despegando torpemente los labios. *Deja. De. Mirar. Como. Idiota.* Reacciono torpemente y finalmente me volteo a su cuerpo. Ni pudor tengo, y por lo visto él tampoco tiene mucho de eso.
- “¿Y ahora qué? ¿No puedes simplemente tomar un baño como una persona normal? ¿Qué quejas traes? Ya solicité que te den ropa de Erik. Son… como de la talla… creo. Sólo dime que requieres.” – Decir que estoy nerviosa es lo de menos. Decir que estoy excitada, es lo más seguro. Maldito hombre, ¿Por qué en lugar de ser el monstruo que deberías, te vez cada vez, más y más perfecto?
Sé lo que todos y cada de uno de los criados que me aguardan despiertos piensa en el momento en el que ingreso con Kendrick junto a mí en la montura. Hasta podría leer sus pensamientos que se ven escritos en sus ojos: “Si su padre estuviera aquí, lo asesinaría y a ella la encerraría en un convento.” “Si el amo Erik la viera, no se atrevería a tales osadías…” Y muchas más. Algo distinto por cada uno según su pensamiento. Pero no me importa. Les guste o no les guste, soy la ama, la dama y señora de este lugar; y jamás podrán decir que no he sido compasiva y paciente. Nunca los trate como si fuesen esclavos, ni han sido presas de perversos caprichos. Todos y cada uno tienen un salario propio, son bien vestidos y alimentados. Tienen una vida lo más digna posible para su posición, y no serían denigrados, ni segregados por su Fe, su color de piel o educación. Sin embargo, esta sigue siendo mi casa. Soy una mujer adulta y yo decido con quién involucrarme y con quién no.
No puedo quejarme, más allá de sus miradas iniciales, toman sus tareas de inmediato, con agrado y siendo formales hacia mi acompañante, tratándolo con cuidado y respeto. Nos ayudan a bajar del caballo y entrar en la casa. – “Comida, jugos frutales, agua y baño, por favor. Lord McGrath primero.” – A pesar de que no es un Lord en sí, siendo que es escocés de clase alta y no inglés; mi padre siempre le trato como si perteneciera a lo más prominente de nuestra esfera social. No es pobre, en lo absoluto y poca compasión tengo por sus abultadas cuentas. Pero mi amado padre, trató de incluirlo, dándole todo su favor en la nobleza y acrecentando su posición y relaciones. No sabría decir si le amo como un hijo, pero si aseguro que le confió su casa, su fortuna y a su hija.
Sé; que como siempre, todo está listo, incluyendo la tina, pero sólo para uno y esta noche, seremos dos. Veo a mi caballero galante, con una leve sonrisa. Los hombres se dedican a indicarle hacia dónde y le ayudan a desvestirse y atenderse, mientras me dirijo con las señoras a otra habitación, puesto que la tina lista; es la mía. De sólo pensar que está en mi habitación me avergüenza tanto como me emociona. Tengo 18 años otra vez y el joven que me corteja es invitado a que conozca los interiores de mi casa. Estaba tan nerviosa ese día. O quizá tengo 19 y vinimos de visita a este lugar por primera vez con mi oficial y legalmente novio. Le muestro mi habitación con las mejillas sonrojadas, aunque muy bien sé que él, dormirá del otro lado del pasillo, junto a la habitación de Erik. Tengo 20 años, y la ansiedad de su cuerpo me desespera, miento sobre sentirme enferma. Mi padre le permite cuidarme y se mete en mi habitación. Conozco su torso desnudo por primera vez y me atrevo a besarlo mientras bajo por su abdomen ¿Y luego quieres que deje todos esos sentimientos atrás y siga con mi vida? Simplemente te fuiste con mi corazón en la mano y todo quedó en suspenso. ¿Cómo recuperarme de algo, con lo que ya no tuve que lidiar? Ojos que no ven, corazón que no siente. Si no te veo, no me dueles. Si no me dueles, no tengo nada que curar.
No quise decirlo, pero el brazo derecho me está matando de dolor. Siento como el musculo arde tan horriblemente que temo que se desgarre. Miro a mi nana, nada me dice, pero sé muy bien lo que piensa. Sólo una pared me separa del escocés, así que hablo bajo, rogando que el ruido a agua que lo rodee no delate mis palabras. – “Sé lo que vas a decirme, pero salvó mi vida esta noche, entre otras cosas. Muchas otras cosas que ha hecho por mí. No necesito más miradas reprochantes, necesito algo de ayuda y compasión. Por favor.” – La capa, las armas que acomodan con excesivo orden, las altas botas, la armadura parte por parte. Todo está bien, hasta que la armadura, comienza a quitarse. El primer grito. – “¡Aaaaaarrrggghhhh!” Trato de contenerlo, pero no logro hacerlo con precisión. Mi hombro esta horriblemente hinchado, y el apriete que contenía el movimiento, al ser liberado hace que comience a sentir la herida latir.
Sólo queda la prenda, la mera tela que contiene mi desnudez. Descalza, con el cabello alborotado, manchada y bastante adolorida. Justo el momento perfecto para que suene la puerta. Los sirvientes, que tan amablemente vienen a dejarme las quejas sobre Kendrick. ¿No puede ser normal? ¿No puede sólo meterse en la tina y ya? Me levanto de la cama con ímpetu, no te has ganado el cielo aún. Sé normal. Entro en la habitación para encontrarme con su perfecta imagen. Músculo por músculo, centímetro a centímetro recorro su figura. Ejercicio, mucho ejercicio. *Wow…* Para mi vergüenza personal la toalla que cubre su intimidad tan finamente en la cintura no hace diferencia a mis hormonas. Inexplicable, inentendible, impudorosamente… perfecto. No tenía esos antes. Ninguno de esos tan bien definidos abdominales que contaría hasta que olvide los números. Mi boca se abre despegando torpemente los labios. *Deja. De. Mirar. Como. Idiota.* Reacciono torpemente y finalmente me volteo a su cuerpo. Ni pudor tengo, y por lo visto él tampoco tiene mucho de eso.
- “¿Y ahora qué? ¿No puedes simplemente tomar un baño como una persona normal? ¿Qué quejas traes? Ya solicité que te den ropa de Erik. Son… como de la talla… creo. Sólo dime que requieres.” – Decir que estoy nerviosa es lo de menos. Decir que estoy excitada, es lo más seguro. Maldito hombre, ¿Por qué en lugar de ser el monstruo que deberías, te vez cada vez, más y más perfecto?
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Re: Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
por Arden Annice Gladstone Jue Ene 17, 2019 1:59 pm
Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, escribió en 1740, una de mis historia preferidas. Irónicamente me hace pensar en él. Su versión se centra más en la guerra entre reyes, reinas y los dos bandos del mundo mágico, dejando en el fuego cruzado a una doncella inocente, y a un joven príncipe víctima de su propia alma pura. Pocos años más tarde, cuando la historia comenzó a hacerse popular, en 1756 Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, realizo la traducción del libro al inglés; haciendo su propia interpretación de los hechos, dejó a un lado las guerras y se centró en el desarrollo de lo que pasaría a llamarse: "La bella & La Bestia" Trágica historia de un apasionado e inesperado amor; era eso, sólo una historia, hasta que a su lado, se hizo real. Lo que nadie entiende es como Bella supo ver más allá de los ojos, y la recompensa de su buen corazón al tener el príncipe perfecto.
Algo que encuentro aún más fascinante, es la incapacidad de los lectores para entender la fuerza y la entereza de Bella. Ella lo domo. La pureza y la inocencia son tesoros en esta era corrupta. Toda buena bestia, busca en todas las historias, lo que los hombres poco virtuosos han perdido y, compran con monedas de oro a otros hombres por volver a obtener, en la figura de sus hijas. Y aunque esto no sea más que tinta en hojas de papel, las narrativas encuentran siempre su concepción en una historia real. Si Bella pudo, también yo.
El abrazo me rodea la cintura. La última vez que sentir alguien temblar en sudor frío con piel ardiente, fue el día anterior a que Erik cayera postrado en cama con una terrible enfermedad. Una que no tardó más que unos pocos días, en contagiarme. Kendrick está enfermo. Enfermo de maldad que alguien puso en mi príncipe virtuoso convirtiéndole en una bestia. Corrompe su inocencia, opaca su belleza, lastima su corazón. No tiene cura, pero si remedio. Asiento con la cabeza a su pedido, acompañado a una suave frase – “De acuerdo.” - pero no me suelta.
Y justo cuando siento que se aferra a la poca humanidad que lucha en su interior en esta venidera noche, su declaración lo reafirma. El lobo me quiere, soy su presa, soy regalo prometido. Ha salvado mi vida y la reclama como suya. Mi corazón se acelera, pero no temo. Esta es mi vida. Es mi cacería. Es mi presa. Estoy lista. Esta vez yo me inclino a su oído. – “¿Y crees que estaré segura aquí o dónde sea si yo soy su objetivo? No olvides Kendrick, que no soy la misma. Y mucho me temo que si el cree que le debo mi vida, debió haberme dejado perecer frente al vampiro esa noche…” – El movimiento al alejarme, pero sin soltar su brazo es ligero y sigiloso. Tomo el cuchillo de plata y lo acerco a su garganta sin rozarlo. – “Su imagen delata nuestra rivalidad. Si cree que soy su presa, se encontrará con una desagradable sorpresa.” – La mirada firme, segura a sus ojos. Sé que ahí está, así que establezco mis términos. – “No arriesgaré a nadie esta noche por sus deseos. Y mi voluntad se mantendrá, ¿entendido? Nadie será mordido esta noche.”
Algo que encuentro aún más fascinante, es la incapacidad de los lectores para entender la fuerza y la entereza de Bella. Ella lo domo. La pureza y la inocencia son tesoros en esta era corrupta. Toda buena bestia, busca en todas las historias, lo que los hombres poco virtuosos han perdido y, compran con monedas de oro a otros hombres por volver a obtener, en la figura de sus hijas. Y aunque esto no sea más que tinta en hojas de papel, las narrativas encuentran siempre su concepción en una historia real. Si Bella pudo, también yo.
El abrazo me rodea la cintura. La última vez que sentir alguien temblar en sudor frío con piel ardiente, fue el día anterior a que Erik cayera postrado en cama con una terrible enfermedad. Una que no tardó más que unos pocos días, en contagiarme. Kendrick está enfermo. Enfermo de maldad que alguien puso en mi príncipe virtuoso convirtiéndole en una bestia. Corrompe su inocencia, opaca su belleza, lastima su corazón. No tiene cura, pero si remedio. Asiento con la cabeza a su pedido, acompañado a una suave frase – “De acuerdo.” - pero no me suelta.
Y justo cuando siento que se aferra a la poca humanidad que lucha en su interior en esta venidera noche, su declaración lo reafirma. El lobo me quiere, soy su presa, soy regalo prometido. Ha salvado mi vida y la reclama como suya. Mi corazón se acelera, pero no temo. Esta es mi vida. Es mi cacería. Es mi presa. Estoy lista. Esta vez yo me inclino a su oído. – “¿Y crees que estaré segura aquí o dónde sea si yo soy su objetivo? No olvides Kendrick, que no soy la misma. Y mucho me temo que si el cree que le debo mi vida, debió haberme dejado perecer frente al vampiro esa noche…” – El movimiento al alejarme, pero sin soltar su brazo es ligero y sigiloso. Tomo el cuchillo de plata y lo acerco a su garganta sin rozarlo. – “Su imagen delata nuestra rivalidad. Si cree que soy su presa, se encontrará con una desagradable sorpresa.” – La mirada firme, segura a sus ojos. Sé que ahí está, así que establezco mis términos. – “No arriesgaré a nadie esta noche por sus deseos. Y mi voluntad se mantendrá, ¿entendido? Nadie será mordido esta noche.”
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Re: Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
por Kendrick McGrath Vie Ene 18, 2019 6:33 pm
Mi corazón late desenfrenado, sabiendo las intenciones del lobo, quisiera actuar para detenerlo, pero desconozco cómo hacerlo. Mi preocupación por tu seguridad impera, si te pasara algo, moriría del desespero y el desazón. Terminar con este episodio quisiera. Tu aroma relaja mis sentidos, exacerbando mis ímpetus. Él te quiere. Él te anhela. Me siento impotente con su constante presencia, desearía hundirlo en lo más profundo de mi inconsciente, donde debe estar sin que la luna esté en lo alto. ¿Cuándo lo entenderá? Siento un gruñido que va emergiendo desde lo más hondo de mi pecho y escapa por mis labios a pesar de mis esfuerzos en contra. Muerdo mi labio inferior, estoy impotente, pensaría en tantas opciones para que no salgas lastimada y todas dependen de mi fuerza, de las riendas que le ponga al lobo y es tan difícil.
Bajo la cabeza sintiendo la presión de estos momentos. Escucho tus palabras sonriendo después con ironía y una fuerte sensación de coraje. - ¡Y lo sé! ¿Crees que no lo sé? Y es por mi culpa, quisiera contenerlo, pero se me escapa como arena entre los dedos y estos días es mil veces peor - pareciera que una vez conociste de su existencia, él quisiera estar a tu lado sin importar las consecuencias. Te busca, te cerca, anhela tener tu aroma, se enloquece con eso y cada que se acerca más la luna, se inquieta más y más. Siento el sudor recorrer mi nuca, mis sienes. La temperatura de mi cuerpo aumenta a cada momento. Me tiemblan las manos. Alzo la mirada para observar tus hermosos ojos.
Trago saliva con tu cuchillo, la bestia gruñe y esta vez, mis ojos cambian por completo, se tornan sobrenaturalmente ambarinos, los colmillos crecen, el vello aumenta y se echa adelante, hasta que el cuchillo quema mi piel. Su piel. La de ambos. Rechina los dientes con ese gruñido que va en incremento. Un par de gotas emergen por la daga hasta recorrer mi cuello y ocultarse en la camisa. Parece que acepta el reto y por dentro, tengo miedo. Se sonríe con esa maldad propia de quien está siendo torturado y ansía obtener lo que le corresponde. Chasquea las mandíbulas haciendo que el cuchillo atraviese más antes de susurrar: - ¿Entre tú y cuántos más evitarás que haga lo que me place? - gruñe una vez más, te empuja con violencia haciendo que caigas al piso y en cuanto veo eso, se instala una lucha entre él y yo, en tanto caigo de rodillas me palmeo la mejilla con violencia intentando que se largue, que ésto se detenga, pero es que también tú lo provocas. Y él responde como la bestia que es.
Bajo la cabeza sintiendo la presión de estos momentos. Escucho tus palabras sonriendo después con ironía y una fuerte sensación de coraje. - ¡Y lo sé! ¿Crees que no lo sé? Y es por mi culpa, quisiera contenerlo, pero se me escapa como arena entre los dedos y estos días es mil veces peor - pareciera que una vez conociste de su existencia, él quisiera estar a tu lado sin importar las consecuencias. Te busca, te cerca, anhela tener tu aroma, se enloquece con eso y cada que se acerca más la luna, se inquieta más y más. Siento el sudor recorrer mi nuca, mis sienes. La temperatura de mi cuerpo aumenta a cada momento. Me tiemblan las manos. Alzo la mirada para observar tus hermosos ojos.
Trago saliva con tu cuchillo, la bestia gruñe y esta vez, mis ojos cambian por completo, se tornan sobrenaturalmente ambarinos, los colmillos crecen, el vello aumenta y se echa adelante, hasta que el cuchillo quema mi piel. Su piel. La de ambos. Rechina los dientes con ese gruñido que va en incremento. Un par de gotas emergen por la daga hasta recorrer mi cuello y ocultarse en la camisa. Parece que acepta el reto y por dentro, tengo miedo. Se sonríe con esa maldad propia de quien está siendo torturado y ansía obtener lo que le corresponde. Chasquea las mandíbulas haciendo que el cuchillo atraviese más antes de susurrar: - ¿Entre tú y cuántos más evitarás que haga lo que me place? - gruñe una vez más, te empuja con violencia haciendo que caigas al piso y en cuanto veo eso, se instala una lucha entre él y yo, en tanto caigo de rodillas me palmeo la mejilla con violencia intentando que se largue, que ésto se detenga, pero es que también tú lo provocas. Y él responde como la bestia que es.
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Re: Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
por Arden Annice Gladstone Sáb Ene 26, 2019 2:31 am
¿Cuál es el límite de la pasión? ¿Dónde termina el ser humano y dejamos nuestro instinto animal tomar forma en nuestro ser? ¿Acaso no es eso lo que hace un cazador? Deja que todos y cada uno de sus bajos instintos tomen control de su ser dejándose guiar por corazonadas e impulsos irracionales. No es algo tan diferente el ser humano que al resto de los animales. Es nuestra consciencia, el raciocinio que Dios nos ha otorgado, lo que nos permite reinar por sobre todas las bestias… a menos que, uno mismo sea la bestia.
Poco puedo entender de lo que está viviendo internamente, siglos de evolución nos han traído a este momento de la humanidad; en un largo camino dejando a un lado el pecado y el salvajismo. El instinto, sin embargo, sigue siendo primordial. Es el reflejo que nos hace reaccionar, lo que nos mantiene vivo, pero como todo, el más fuerte impulso en nuestro ser, puede olerse en nuestras hormonas, sentirse en nuestra piel y escucharse en nuestros pulsos acelerados: Miedo.
Trago saliva nerviosa, sin lograrlo bien, y se escucha sonoramente el gaspido saliendo de mi boca cuando respiro intentando recuperarme. La sangre corre por su cuello y eso no me gusta. No fueron sus garras, ni su creciente vellosidad; fue pura y exclusivamente el temor que me causa el pensar en su dolor. *Si no me mantengo firme ahora, esto nunca acabara. Seré su presa para siempre* Y con eso mente conservo mi posición, jamás podría lastimarse tanto a sí mismo, mucho menos en noche de luna llena, sería poco lógico; aunque ya hayamos determinado que no hay mucho de eso en este enfrentamiento. Lejos de acrecentar el turbio sentimiento, su susurro me envalentona, me fortalece, aleja toda duda de mi mente y endurece mi mirada. Ya no hay temor.
Tan a punto de pronunciar una épica frase me encontraba, cuando la fuerza de su empuje me derriba. No será pequeño, y no será débil. Esta bestia, se ha convertido en mi mayor reto. Si no llevara tanta ropa, mis nalgas estarían resentidas, mi cadera lo está en este momento; pero es realmente el pecho lo que me duele. La furia me invade, hasta quisiera golpearlo, pero es cuando la imagen frente a mí, hace mi sentimentalismo surgir. De rodillas avanzo hacia él. Detengo sus manos, o apoyo contra mi pecho. Puedo ver la desgarradora lucha en su interior y me lastima. Escucho la música en mi interior y comienzo a tararearla lentamente.
- "Dancing bears,
Painted wings,
Things I almost remember,
And a song someone sings,
Once upon a December.
Someone holds me safe and warm,
Horses prance through a silver storm,
Figures dancing gracefully across my memory
Someone holds me safe and warm,
Horses prance through a silver storm,
Figures dancing gracefully across my memory..."
Tiernamente beso su cabeza. – “Te amo, Kendrick. Todo estará bien. Lo prometo. Ven, vamos a llevarte al bosque, ¿de acuerdo?”
Poco puedo entender de lo que está viviendo internamente, siglos de evolución nos han traído a este momento de la humanidad; en un largo camino dejando a un lado el pecado y el salvajismo. El instinto, sin embargo, sigue siendo primordial. Es el reflejo que nos hace reaccionar, lo que nos mantiene vivo, pero como todo, el más fuerte impulso en nuestro ser, puede olerse en nuestras hormonas, sentirse en nuestra piel y escucharse en nuestros pulsos acelerados: Miedo.
Trago saliva nerviosa, sin lograrlo bien, y se escucha sonoramente el gaspido saliendo de mi boca cuando respiro intentando recuperarme. La sangre corre por su cuello y eso no me gusta. No fueron sus garras, ni su creciente vellosidad; fue pura y exclusivamente el temor que me causa el pensar en su dolor. *Si no me mantengo firme ahora, esto nunca acabara. Seré su presa para siempre* Y con eso mente conservo mi posición, jamás podría lastimarse tanto a sí mismo, mucho menos en noche de luna llena, sería poco lógico; aunque ya hayamos determinado que no hay mucho de eso en este enfrentamiento. Lejos de acrecentar el turbio sentimiento, su susurro me envalentona, me fortalece, aleja toda duda de mi mente y endurece mi mirada. Ya no hay temor.
Tan a punto de pronunciar una épica frase me encontraba, cuando la fuerza de su empuje me derriba. No será pequeño, y no será débil. Esta bestia, se ha convertido en mi mayor reto. Si no llevara tanta ropa, mis nalgas estarían resentidas, mi cadera lo está en este momento; pero es realmente el pecho lo que me duele. La furia me invade, hasta quisiera golpearlo, pero es cuando la imagen frente a mí, hace mi sentimentalismo surgir. De rodillas avanzo hacia él. Detengo sus manos, o apoyo contra mi pecho. Puedo ver la desgarradora lucha en su interior y me lastima. Escucho la música en mi interior y comienzo a tararearla lentamente.
- "Dancing bears,
Painted wings,
Things I almost remember,
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Once upon a December.
Someone holds me safe and warm,
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Tiernamente beso su cabeza. – “Te amo, Kendrick. Todo estará bien. Lo prometo. Ven, vamos a llevarte al bosque, ¿de acuerdo?”
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Re: Déjame lamer tus heridas - Parte 1 (Priv. +18)
por Kendrick McGrath Sáb Feb 16, 2019 11:29 pm
La lucha es aterradora por más que haga para detener los embates de uno y otro lado. Me veo obligado a estar una y otra vez entre la espada y la pared, golpeando mi propio cuerpo que también es habitado por el otro. Sé que ninguno de los dos querrá destruir lo que aquí hay. Ambos dependemos del otro para existir. Y no tanto del otro, si no que cuidemos el envase que nos prestamos acorde a las circunstancias. Mis ojos te recorren el rostro, mis oídos escuchan tu voz.
Calmas a la bestia, puedo apreciarlo. Bajo los párpados, recargo mi cabeza en tu pecho, relamo mis labios dejando que todo parezca desaparecer dejando sólo tu voz. Me concentro en ella, el lobo la utiliza para relajarse también. Una mano pasea por tu cintura, te estrecha. No sabes cuánto te extrañé, cuánto te amo, cuán necesaria me eres para vivir. Aspiro tu aroma, me dejo llevar y cuando por fin, todo parece estar bien, sólo asiento con la cabeza cuando hablas de llevarme al bosque. Hay algo que no se me escapa, tu confesión.
Me incorporo, te tomo del talle y miro tus ojos para besar tus labios con suavidad y cariño, con esas ganas que te tengo y de la manera en que te anhelo, todo para decir suavemente. - Sí, vamos. También te amo, Annice - tomo el bolso que nos ofrecen para llevar. Ni siquiera pienso demasiado, me mantengo quieto en tanto tú das las instrucciones y decides controlar la situación. Sí, hazlo, de momento me siento tan mal, que no sé si pueda con todo ésto, si pueda salir adelante.
Es quizá que no me siento bien, que aprecio las cosas de forma tan diferente. Y a pesar de todo, te tomo de la cintura y te sigo a donde quieras, a donde elijas. Porque así me siento mejor. Porque así, puedo continuar. - Ya estoy tan cansado, que me gustaría olvidarme por un instante de todo ésto. Por favor, Annice, ten cuidado - te ruego en tanto miro el carruaje llegar. Ambos subimos con un solo destino: el bosque. Espero que no sea el último en verte con vida porque mañana mismo, en cuanto despierte, también será mi tumba.
Calmas a la bestia, puedo apreciarlo. Bajo los párpados, recargo mi cabeza en tu pecho, relamo mis labios dejando que todo parezca desaparecer dejando sólo tu voz. Me concentro en ella, el lobo la utiliza para relajarse también. Una mano pasea por tu cintura, te estrecha. No sabes cuánto te extrañé, cuánto te amo, cuán necesaria me eres para vivir. Aspiro tu aroma, me dejo llevar y cuando por fin, todo parece estar bien, sólo asiento con la cabeza cuando hablas de llevarme al bosque. Hay algo que no se me escapa, tu confesión.
Me incorporo, te tomo del talle y miro tus ojos para besar tus labios con suavidad y cariño, con esas ganas que te tengo y de la manera en que te anhelo, todo para decir suavemente. - Sí, vamos. También te amo, Annice - tomo el bolso que nos ofrecen para llevar. Ni siquiera pienso demasiado, me mantengo quieto en tanto tú das las instrucciones y decides controlar la situación. Sí, hazlo, de momento me siento tan mal, que no sé si pueda con todo ésto, si pueda salir adelante.
Es quizá que no me siento bien, que aprecio las cosas de forma tan diferente. Y a pesar de todo, te tomo de la cintura y te sigo a donde quieras, a donde elijas. Porque así me siento mejor. Porque así, puedo continuar. - Ya estoy tan cansado, que me gustaría olvidarme por un instante de todo ésto. Por favor, Annice, ten cuidado - te ruego en tanto miro el carruaje llegar. Ambos subimos con un solo destino: el bosque. Espero que no sea el último en verte con vida porque mañana mismo, en cuanto despierte, también será mi tumba.
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Kendrick McGrath- Licántropo Clase Alta
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