AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I pronounce you... // Privado - Balder
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I pronounce you... // Privado - Balder
No era la primera vez que se verían, se habían encontrado ya en varias recepciones y festividades de la alta sociedad, aunque siempre resultaba difícil acercarse al príncipe heredero, al apuesto Cannif Blackmore que, en el futuro, ostentaría la corona que a día de hoy reposaba sobe la cabeza de su padre, Einar. Los rumores eran algo habitual a pesar de los años que hacía que aquel bárbaro había ascendido al trono de España. Nadie olvidaría jamás lo difícil que fue hacerle ceder ante algunas de sus tradiciones norteñas más salvajes. Por suerte para el monarca, su esposa era mucho más comedida y había sido la cara “amable” de la moneda. El país se había sumido en sombras al inicio de su reinado con muchas conspiraciones que intentaron arrebatarle el título. Pero del modo que fuera, habían logrado salir adelante y, allí seguían, dirigiendo un reino que, de alguna manera que nadie comprendía, seguía en pie.
Aquella noche se iban a ver, por vez primera, como prometidos. Si algo tenía la nobleza europea eran los matrimonios concertados. El interés de la corona por los de Montsany era algo que aún estaba por descubrirse, porque de todas las candidatas, que ni de lejos eran pocas, habían ido cayendo una tras otra por diversos motivos, hasta que únicamente Carlota, la primogénita del conde de España, quedó como pretendiente, aunque cabe decir que no por elección propia, sino de sus padres. Si bien ella había soñado con ser princesa cuando era una niña, aquellos años ya quedaron atrás y, por aquel entonces, no conocía todavía al heredero, Balder Cannif Blackmore, como lo hacía en la actualidad. Podía ser guapo, pero la fama no se la había ganado por ser educado, precisamente, ni muy ducho en el trato con las damas.
Con un vestido pomposo y el corpiño más asfixiante del mundo, la joven castaña bajó del carruaje, permitiendo que el cochero la tomara de su enguantada mano para ayudarla a llegar al suelo sin contratiempos. Sujetó la falda con cuidado de que ésta no rozara el suelo y se encaminó hacia las escaleras donde la aguardaban dos sirvientas.
-Síganos, por favor, madame.
Dijeron las dos muchachas al unísono, efectuando una reverencia, antes de girar sobre los talones de manera sincronizada y guiar a la noble al interior del castillo. El servicio saludaba a la dama con respeto, evitando mirarla directamente a los ojos en señal de sumisión. Aquellas cosas no le gustaban, pero no tenía más remedio que sonreír y corresponder de la manera que le per tocaba. Se detuvo cuando llegó al gran portón que permanecía cerrado y una de las chiquillas llamó suavemente con los nudillos. Transcurrieron varios segundos eternos hasta que una de las grandes hojas de madera cedió, permitiéndole a la hija del conde el paso.
-Hace su entrada, la señorita Carlota de Montsany.
Anunció uno de los guardias. Ella se detuvo un par de pasos por delante e hizo una reverencia pronunciada, saludando a aquel que la aguardaba a varios metros de distancia.
Aquella noche se iban a ver, por vez primera, como prometidos. Si algo tenía la nobleza europea eran los matrimonios concertados. El interés de la corona por los de Montsany era algo que aún estaba por descubrirse, porque de todas las candidatas, que ni de lejos eran pocas, habían ido cayendo una tras otra por diversos motivos, hasta que únicamente Carlota, la primogénita del conde de España, quedó como pretendiente, aunque cabe decir que no por elección propia, sino de sus padres. Si bien ella había soñado con ser princesa cuando era una niña, aquellos años ya quedaron atrás y, por aquel entonces, no conocía todavía al heredero, Balder Cannif Blackmore, como lo hacía en la actualidad. Podía ser guapo, pero la fama no se la había ganado por ser educado, precisamente, ni muy ducho en el trato con las damas.
Con un vestido pomposo y el corpiño más asfixiante del mundo, la joven castaña bajó del carruaje, permitiendo que el cochero la tomara de su enguantada mano para ayudarla a llegar al suelo sin contratiempos. Sujetó la falda con cuidado de que ésta no rozara el suelo y se encaminó hacia las escaleras donde la aguardaban dos sirvientas.
-Síganos, por favor, madame.
Dijeron las dos muchachas al unísono, efectuando una reverencia, antes de girar sobre los talones de manera sincronizada y guiar a la noble al interior del castillo. El servicio saludaba a la dama con respeto, evitando mirarla directamente a los ojos en señal de sumisión. Aquellas cosas no le gustaban, pero no tenía más remedio que sonreír y corresponder de la manera que le per tocaba. Se detuvo cuando llegó al gran portón que permanecía cerrado y una de las chiquillas llamó suavemente con los nudillos. Transcurrieron varios segundos eternos hasta que una de las grandes hojas de madera cedió, permitiéndole a la hija del conde el paso.
-Hace su entrada, la señorita Carlota de Montsany.
Anunció uno de los guardias. Ella se detuvo un par de pasos por delante e hizo una reverencia pronunciada, saludando a aquel que la aguardaba a varios metros de distancia.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Carlota y yo habíamos coincidido varias veces en distintas recepciones, así como en otras fiestas de salón de toda índole, desde enlaces, anuncios de compromisos o defunciones. El caso es que en esta ocasión lo que la tría ante mi era algo bien distinto, nuestro propio compromiso había sido acordado por sus padres y los míos.
Por supuesto que discutí con padre hasta la saciedad, pero al parecer, dada mi fama de mujeriego esta era la única forma de mostrar que el primogénito y heredero al trono tenia la cabeza sentada y podía prometer un linaje real y no lleno de bastardos.
Seguro que madre había tenido que ver en esto, padre era un bárbaro y jamas hubiera consentido que nadie le dijera con quien debía casarse su hijo, peor paradojicamente en esta ocasión, dio la razón a madre en todo.
-¿Que te ha prometido? -pregunté enarcando una ceja mientras mi padre negaba con la cabeza y me daba una colleja antes de ladear su sonrisa.
De seguro que había pasado una semana durmiendo en el sofá hasta que cansado de discutir había cedido los designios de mi madre.
Las compuertas se abrieron, cambié mi cara de fastidio por una bien distinta, ella caminaba seguida de su séquito por el pasillo dispuesta a encontrarse de frente conmigo, era la presentación oficial, durante meses nos iríamos conociendo hasta que la boda estuviera dispuesta, un acontecimiento social donde acudirían otros monarcas.
Antes de llegar se detuvo para hacerme una reverencia y ante mi sonrisa complacida siguió su camino hasta encontrarse conmigo.
-De Monstasany -susurré tomando su mano con la mía para besar con suavidad sus nudillos.
Ella era una mujer bonita, toda una dama, nada que ver con las mujeres que frecuentaba, bien sabía que debería casarme con una mujer de estatus noble, mi implicación con la corona me obligaba a ello, supongo que por eso envidiaba a mi hermano, él no tenía obligaciones, era dueño de su destino, no se de que cojones se quejaba.
-Mi señora, ¿quereis que paseemos por los jardines?
Por supuesto que discutí con padre hasta la saciedad, pero al parecer, dada mi fama de mujeriego esta era la única forma de mostrar que el primogénito y heredero al trono tenia la cabeza sentada y podía prometer un linaje real y no lleno de bastardos.
Seguro que madre había tenido que ver en esto, padre era un bárbaro y jamas hubiera consentido que nadie le dijera con quien debía casarse su hijo, peor paradojicamente en esta ocasión, dio la razón a madre en todo.
-¿Que te ha prometido? -pregunté enarcando una ceja mientras mi padre negaba con la cabeza y me daba una colleja antes de ladear su sonrisa.
De seguro que había pasado una semana durmiendo en el sofá hasta que cansado de discutir había cedido los designios de mi madre.
Las compuertas se abrieron, cambié mi cara de fastidio por una bien distinta, ella caminaba seguida de su séquito por el pasillo dispuesta a encontrarse de frente conmigo, era la presentación oficial, durante meses nos iríamos conociendo hasta que la boda estuviera dispuesta, un acontecimiento social donde acudirían otros monarcas.
Antes de llegar se detuvo para hacerme una reverencia y ante mi sonrisa complacida siguió su camino hasta encontrarse conmigo.
-De Monstasany -susurré tomando su mano con la mía para besar con suavidad sus nudillos.
Ella era una mujer bonita, toda una dama, nada que ver con las mujeres que frecuentaba, bien sabía que debería casarme con una mujer de estatus noble, mi implicación con la corona me obligaba a ello, supongo que por eso envidiaba a mi hermano, él no tenía obligaciones, era dueño de su destino, no se de que cojones se quejaba.
-Mi señora, ¿quereis que paseemos por los jardines?
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Tras la reverencia, fue ella quien aguardó que el varón se aproximara para saludarla, pues él era el príncipe heredero y ella la invitada. El protocolo decía que ella debía mantenerse a la espera hasta que el anfitrión de cargo noble, le indicara que podía acercarse o acortara él mismo la distancia. Observó como tomaba su mano y besaba los nudillos con cortesía. Si bien le había visto en otras ocasiones y tenía alguna idea de la fama que se gastaba, nadie conocía toda la verdad sobre el joven Cannif-Blackmore excepto él mismo. La muchacha era discreta y sabía guardar las formas, pero eso no evitaba que mil preguntas o ideas locas cruzaran por su cabeza.
-Su majestad.
Hizo de nuevo una reverencia, aunque más suave y breve. Correspondiendo al gesto ajeno. Estaba convencida que a él le apetecía aquel compromiso tanto como a ella, pero ambos debían mantener las apariencias de cara al mundo y, hasta que no estuviera segura de lo que opinaba Balder, también las mantendría para el príncipe.
-Claro, demos un paseo.
Con la mano libre sujetó la falda del vestido, dejándose guiar con la otra aún apoyada suavemente en la palma foránea. Los pasos de ambos se dirigieron al exterior, a los amplios y floridos jardines de palacio. El aroma de las azaleas y rosas enseguida les envolvió.
-Hoy hace una noche espléndida, ¿no os parece?
Inquirió, mirando de soslayo a su acompañante, girando levemente el rostro, pero sin enfrentarle. De nuevo con los protocolos y esa obligación a mostrarse sumisa ante el poder que ostentaba el futuro portador de la corona.
-Su majestad.
Hizo de nuevo una reverencia, aunque más suave y breve. Correspondiendo al gesto ajeno. Estaba convencida que a él le apetecía aquel compromiso tanto como a ella, pero ambos debían mantener las apariencias de cara al mundo y, hasta que no estuviera segura de lo que opinaba Balder, también las mantendría para el príncipe.
-Claro, demos un paseo.
Con la mano libre sujetó la falda del vestido, dejándose guiar con la otra aún apoyada suavemente en la palma foránea. Los pasos de ambos se dirigieron al exterior, a los amplios y floridos jardines de palacio. El aroma de las azaleas y rosas enseguida les envolvió.
-Hoy hace una noche espléndida, ¿no os parece?
Inquirió, mirando de soslayo a su acompañante, girando levemente el rostro, pero sin enfrentarle. De nuevo con los protocolos y esa obligación a mostrarse sumisa ante el poder que ostentaba el futuro portador de la corona.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Ambos desde niños fuimos educados para mantener la formas, unas que sin duda ahora nos esforzamos en ostentar mientras caminábamos por los jardines de palacio.
Elevé la mirada para contemplar el astro rey, el sol brillaba en tonos dorados regalando a las flores un esplendor de tonos blancos y azules.
-Y con vos sin duda un día mucho mas grato. Ni una sola de las flores podría competir con tu belleza -apunté siendo el adulador que ra, aunque esta vez sin ser soez si no mas bien todo lo contrario.
Su sonrisa fue tímida y la mía se ensancho amplia ¿eso debía esperar de mi esposa? Seguramente si, que fuera sumisa, que apoyara mis decisiones y que siempre para mi estuviera dispuesta, pon no añadir a esto que fuera virgen y que me diera pronto un varón como descendiente para asegurar el linaje de reyes.
Ella era una doncella de familia pudiente, nuestro matrimonio se concertó cuando apenas eramos unos niños y desde entonces a ella se le educo para ser mi reina, así que en inicio todo debía estar dispuesto para no tener conversaciones complicadas.
Ela quería un trono y mis padres que yo sentara la cabeza.
Con su mano en mi antebrazo caminamos por un camino plagado de rosas blancas y rojas hasta alcanzar un patio presidid por una fuente en el centro, el suelo era de losas de piedra blanca rematadas en tonos rojizos y los arcos estaban elaborados por los jardineros con jazmín dejando un olor característico de su pequeña flor blanca.
-Espero disfrutéis del lugar y de la compañía, quiero conoceros mas -apremié a decir mientras deteníamos nuestro paso y la acompañaba al borde de la fuente para que pudiera sentarse.
Contemplé su pelo azabache, esos ojos pardos que me miraban como si esperaran encontrar en mi algo de todos los rumores que de seguro había oído, sus labios parecían pétalos de flores y cuando sonreía asomaban unas perlas perfectas.
-Sois una mujer preciosa ¿que escondéis tras esa fachada? -pregunté ladeando la sonrisa -seguro tenéis preguntas que hacerme, adelante, os seré lom as sincero que pueda.
Elevé la mirada para contemplar el astro rey, el sol brillaba en tonos dorados regalando a las flores un esplendor de tonos blancos y azules.
-Y con vos sin duda un día mucho mas grato. Ni una sola de las flores podría competir con tu belleza -apunté siendo el adulador que ra, aunque esta vez sin ser soez si no mas bien todo lo contrario.
Su sonrisa fue tímida y la mía se ensancho amplia ¿eso debía esperar de mi esposa? Seguramente si, que fuera sumisa, que apoyara mis decisiones y que siempre para mi estuviera dispuesta, pon no añadir a esto que fuera virgen y que me diera pronto un varón como descendiente para asegurar el linaje de reyes.
Ella era una doncella de familia pudiente, nuestro matrimonio se concertó cuando apenas eramos unos niños y desde entonces a ella se le educo para ser mi reina, así que en inicio todo debía estar dispuesto para no tener conversaciones complicadas.
Ela quería un trono y mis padres que yo sentara la cabeza.
Con su mano en mi antebrazo caminamos por un camino plagado de rosas blancas y rojas hasta alcanzar un patio presidid por una fuente en el centro, el suelo era de losas de piedra blanca rematadas en tonos rojizos y los arcos estaban elaborados por los jardineros con jazmín dejando un olor característico de su pequeña flor blanca.
-Espero disfrutéis del lugar y de la compañía, quiero conoceros mas -apremié a decir mientras deteníamos nuestro paso y la acompañaba al borde de la fuente para que pudiera sentarse.
Contemplé su pelo azabache, esos ojos pardos que me miraban como si esperaran encontrar en mi algo de todos los rumores que de seguro había oído, sus labios parecían pétalos de flores y cuando sonreía asomaban unas perlas perfectas.
-Sois una mujer preciosa ¿que escondéis tras esa fachada? -pregunté ladeando la sonrisa -seguro tenéis preguntas que hacerme, adelante, os seré lom as sincero que pueda.
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Los halagos por parte del príncipe no se hicieron esperar. Carlota estaba acostumbrada a las conversaciones banales, a los halagos vacíos y a la falsedad que rodeaba a la alta sociedad, así que sabía cómo corresponder a un acto como aquel. Pensó enseguida en algo que la avergonzara y el rubor acudió inmediatamente a sus mejillas. Como era lógico, la sonrisa varonil asomó a continuación, cargada de satisfacción. Creía que la tenía en el bolsillo. Perfecto.
Ella tomó asiento al borde de la fuente, con las rodillas y pies juntos, flexionados ligeramente hacia un lado. Elevó el rostro, encontrándose con la mirada ajena y aquel comentario teñido de malicia. La pregunta la había dejado escapar como si fuera un comentario gracioso, pero la joven enseguida sospechó que él, realmente, tampoco se fiaba de su compañera.
Sus padres eran los que habían dispuesto aquel matrimonio concertado, los que llevaban años tramando. Por otro lado, el rey era el que había estado haciendo criba de candidatas, según decían los rumores, las elegía con juegos de azar y apuestas absurdas. Claro que las malas lenguas abundaban en todas partes y cuanto más poder tenía uno, más envidia suscitaba al resto, que se vengaban con cuchicheos absurdos.
-¿Por qué no tomáis asiento a mi lado?
Preguntó, tocando con la diestra la piedra que rodeaba el pequeño estanque en el que se encontraban con la pieza de mármol en el centro, escupiendo constantemente agua en pequeñas cascadas que salían de los guijarros que portaban unos querubines alados.
-Los dos sabemos que algunas preguntas podrían ser tomadas a mal por vuestra parte y no estoy conversando con un hombre de a pie, sino con el príncipe heredero a la corona de España.
No rondaba su cabeza nada que pudiera hacer que la perdiera en la horca o la guillotina, pero podía echar por tierra el compromiso de un modo sumamente negativo y que fuera su familia quien pagara la supuesta ofensa. Era la palabra del futuro rey contra la de una joven de clase alta, únicamente. Debía andarse con cuidado si no quería que fuera lo que fuera que tramaba el joven que, al fin, se sentaba a su lado, estuviera tramando.
-¿Por qué no empezáis, mejor, preguntando vos? Pero recordad, no queráis saber nada que vos mismo no estéis dispuesto a responder, su majestad.
Ya le dejaba claro que cualquier interrogante que le fuera formulado, ella lo dirigiría después al que lo ansiara saber primero.
Ella tomó asiento al borde de la fuente, con las rodillas y pies juntos, flexionados ligeramente hacia un lado. Elevó el rostro, encontrándose con la mirada ajena y aquel comentario teñido de malicia. La pregunta la había dejado escapar como si fuera un comentario gracioso, pero la joven enseguida sospechó que él, realmente, tampoco se fiaba de su compañera.
Sus padres eran los que habían dispuesto aquel matrimonio concertado, los que llevaban años tramando. Por otro lado, el rey era el que había estado haciendo criba de candidatas, según decían los rumores, las elegía con juegos de azar y apuestas absurdas. Claro que las malas lenguas abundaban en todas partes y cuanto más poder tenía uno, más envidia suscitaba al resto, que se vengaban con cuchicheos absurdos.
-¿Por qué no tomáis asiento a mi lado?
Preguntó, tocando con la diestra la piedra que rodeaba el pequeño estanque en el que se encontraban con la pieza de mármol en el centro, escupiendo constantemente agua en pequeñas cascadas que salían de los guijarros que portaban unos querubines alados.
-Los dos sabemos que algunas preguntas podrían ser tomadas a mal por vuestra parte y no estoy conversando con un hombre de a pie, sino con el príncipe heredero a la corona de España.
No rondaba su cabeza nada que pudiera hacer que la perdiera en la horca o la guillotina, pero podía echar por tierra el compromiso de un modo sumamente negativo y que fuera su familia quien pagara la supuesta ofensa. Era la palabra del futuro rey contra la de una joven de clase alta, únicamente. Debía andarse con cuidado si no quería que fuera lo que fuera que tramaba el joven que, al fin, se sentaba a su lado, estuviera tramando.
-¿Por qué no empezáis, mejor, preguntando vos? Pero recordad, no queráis saber nada que vos mismo no estéis dispuesto a responder, su majestad.
Ya le dejaba claro que cualquier interrogante que le fuera formulado, ella lo dirigiría después al que lo ansiara saber primero.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Su cortesía no menguaba aquel deje de perspicacia que enmascaraba, bien sabía lo que de mi había escuchado, nada bueno seguramente y no podía restarle razón porque de hacerlo me convertiría en un mentiroso.
-Se que conoces mi procedencia, soy medio nórdico, mi padre es un vikingo, hijo de un conde que siempre blandió la espada y de una pirata.
Ladeé la sonrisa por la cara que puso al escuchar de mis labios la confirmación de los rumores que hablaban acerca de la belicosidad y peligrosidad del rey de España. Puede que no fuera del agrado de los aristócratas, pero sin duda gobernaba el país con fiereza.
-Madre no es una mujer tampoco fácil, sabe llevar a mi padre, digamos que le da lo que quiere, cuando quiere y se lo quita cuando debe, eso lo mantiene anclado a sus piernas, eso y que la ama, no he conocido hombre mas enamorado que mi padre aunque el matrimonio no empezó precisamente porque ambos desearan hacerlo.
Madre quedó en cinta de mi y su padre, un hombre de clase alta pero arruinado se presentó ante el mio para exigir que cumpliera su parte con respecto al bebe que llevaba en el vientre.
Me encogí de hombros con un deje de diversión.
-Si quieres saber mas de la historia -dije con cara de misterio -tendrás que aguantarme en una noche que no implique dar vueltas por los parques, esto no me inspira, quizás con una copas el juego sea mas estimulante.
Me relamí los labios perdiendo mi parda mirada en sus brillantes ojos.
-Bien, quieres una pregunta y la formularé ¿quieres casarte conmigo o solo tratas de que tus padres no pierdan la cabeza en la orca?
Padre la había elegido y no yo, sabía que muchas habían sido las propuestas, madre insistió en hacer un baile para que yo mismo decidiera pero mi negativa en redondo obligó a padre en uno de esos ataques tan suyos a elegir a Carlotta en vez de a otra.
-ves como con algo de alcohol el juego resultaría mucho mas..interesante.
-Se que conoces mi procedencia, soy medio nórdico, mi padre es un vikingo, hijo de un conde que siempre blandió la espada y de una pirata.
Ladeé la sonrisa por la cara que puso al escuchar de mis labios la confirmación de los rumores que hablaban acerca de la belicosidad y peligrosidad del rey de España. Puede que no fuera del agrado de los aristócratas, pero sin duda gobernaba el país con fiereza.
-Madre no es una mujer tampoco fácil, sabe llevar a mi padre, digamos que le da lo que quiere, cuando quiere y se lo quita cuando debe, eso lo mantiene anclado a sus piernas, eso y que la ama, no he conocido hombre mas enamorado que mi padre aunque el matrimonio no empezó precisamente porque ambos desearan hacerlo.
Madre quedó en cinta de mi y su padre, un hombre de clase alta pero arruinado se presentó ante el mio para exigir que cumpliera su parte con respecto al bebe que llevaba en el vientre.
Me encogí de hombros con un deje de diversión.
-Si quieres saber mas de la historia -dije con cara de misterio -tendrás que aguantarme en una noche que no implique dar vueltas por los parques, esto no me inspira, quizás con una copas el juego sea mas estimulante.
Me relamí los labios perdiendo mi parda mirada en sus brillantes ojos.
-Bien, quieres una pregunta y la formularé ¿quieres casarte conmigo o solo tratas de que tus padres no pierdan la cabeza en la orca?
Padre la había elegido y no yo, sabía que muchas habían sido las propuestas, madre insistió en hacer un baile para que yo mismo decidiera pero mi negativa en redondo obligó a padre en uno de esos ataques tan suyos a elegir a Carlotta en vez de a otra.
-ves como con algo de alcohol el juego resultaría mucho mas..interesante.
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
En cuanto el heredero tomó asiento a su lado, en vez de formular una pregunta, lo que hizo fue empezar a hablar sobre los rumores que corrían de boca en boca por la corte y las calles más adineradas del país. Confirmó algunos de ellos como si le hablara del color de las flores o del tiempo, lo que sorprendió, sin duda alguna, a la joven Carlota que le observaba con las pupilas dilatadas y la boca ligeramente entreabierta.
En cuanto se dio cuenta de que le estaba mirando de un modo inadecuado, sacudió un poco la cabeza, pasándose una mano por la cara y terminó por toser, cubriéndose los labios cuando la diestra llegó a la altura de éstos tras el gesto anterior.
Fue en ese instante que llegó el interrogante de Balder y la expresión que reflejó el rostro de la joven evidenció que, en absoluto, esperaba que fuera tan directo y atacara, desde el principio, con la cuestión más complicada de todas, no en contestación, sino en consecuencias. Si bien ella tenía claro que él no deseaba el matrimonio tampoco, estaba convencida que el motivo era porque deseaba seguir persiguiendo faldas sin preocupación alguna y no atarse a nadie, fuera quien fuera la futura esposa.
Arrugó ligeramente la falda del vestido entre los dedos de ambas manos y clavó la mirada en ellas, meditando la respuesta. Sabría si mentía, por muy buena que fuera, porque de no saber que ella tampoco deseaba aquella boda, no le hubiese hecho la pregunta. Pero debía medir sus palabras, el tono y el modo en que las dejaba escapar de sus labios. Levantó entonces la cabeza y buscó la mirada foránea.
-Desde pequeña siempre soñé con ser princesa...
Alzó la mano cuando vio que él la iba a interrumpir. Sabía que cortar al futuro rey podía ser algo malo, pero esperaba que, ya que él había sido el que había formulado aquel interrogante, desearía escuchar su contestación al completo y no la castigaría por ello.
-O eso es lo que creía. Pero a medida que fui creciendo me di cuenta que no era un deseo propio, sino uno que me inculcaron todos a mi alrededor, desde mis padres a los del servicio o mis compañeras de estudio. Parecía que ser princesa era a lo único que podía aspirar alguien como yo y me lo hicieron creer de maneras muy sutiles, hasta que empecé a pensar por mí misma y los métodos pues… cambiaron.
Enroscó el cinturón de tela alrededor de su dedo y lo fue retorciendo, incapaz de ocultar el nerviosismo que aquella situación le producía. Era la primera vez que hablaba de aquello con alguien y, justamente, lo estaba haciendo con quien, seguramente, menos debería. Pero su mente había encontrado un punto de salida y ya no había vuelta atrás después de toda una vida oprimida.
-La táctica pasó a ser la del miedo. La ruina de la familia, el desprestigio, la decepción de mis padres, el dolor que sentirían… Por eso accedí a venir esta noche, convencida de que vos, al igual que yo, tampoco deseabais esta unión. ¿Me equivoqué al pensarlo?
Allí era cuando le devolvía el interrogante que él había formulado con anterioridad. Ella le había advertido que no preguntara nada que no estuviera dispuesto, él mismo, a contestar. Así que cumplió con lo anunciado de antemano y aguardó por su contestación con un extraño brillo en los ojos.
En cuanto se dio cuenta de que le estaba mirando de un modo inadecuado, sacudió un poco la cabeza, pasándose una mano por la cara y terminó por toser, cubriéndose los labios cuando la diestra llegó a la altura de éstos tras el gesto anterior.
Fue en ese instante que llegó el interrogante de Balder y la expresión que reflejó el rostro de la joven evidenció que, en absoluto, esperaba que fuera tan directo y atacara, desde el principio, con la cuestión más complicada de todas, no en contestación, sino en consecuencias. Si bien ella tenía claro que él no deseaba el matrimonio tampoco, estaba convencida que el motivo era porque deseaba seguir persiguiendo faldas sin preocupación alguna y no atarse a nadie, fuera quien fuera la futura esposa.
Arrugó ligeramente la falda del vestido entre los dedos de ambas manos y clavó la mirada en ellas, meditando la respuesta. Sabría si mentía, por muy buena que fuera, porque de no saber que ella tampoco deseaba aquella boda, no le hubiese hecho la pregunta. Pero debía medir sus palabras, el tono y el modo en que las dejaba escapar de sus labios. Levantó entonces la cabeza y buscó la mirada foránea.
-Desde pequeña siempre soñé con ser princesa...
Alzó la mano cuando vio que él la iba a interrumpir. Sabía que cortar al futuro rey podía ser algo malo, pero esperaba que, ya que él había sido el que había formulado aquel interrogante, desearía escuchar su contestación al completo y no la castigaría por ello.
-O eso es lo que creía. Pero a medida que fui creciendo me di cuenta que no era un deseo propio, sino uno que me inculcaron todos a mi alrededor, desde mis padres a los del servicio o mis compañeras de estudio. Parecía que ser princesa era a lo único que podía aspirar alguien como yo y me lo hicieron creer de maneras muy sutiles, hasta que empecé a pensar por mí misma y los métodos pues… cambiaron.
Enroscó el cinturón de tela alrededor de su dedo y lo fue retorciendo, incapaz de ocultar el nerviosismo que aquella situación le producía. Era la primera vez que hablaba de aquello con alguien y, justamente, lo estaba haciendo con quien, seguramente, menos debería. Pero su mente había encontrado un punto de salida y ya no había vuelta atrás después de toda una vida oprimida.
-La táctica pasó a ser la del miedo. La ruina de la familia, el desprestigio, la decepción de mis padres, el dolor que sentirían… Por eso accedí a venir esta noche, convencida de que vos, al igual que yo, tampoco deseabais esta unión. ¿Me equivoqué al pensarlo?
Allí era cuando le devolvía el interrogante que él había formulado con anterioridad. Ella le había advertido que no preguntara nada que no estuviera dispuesto, él mismo, a contestar. Así que cumplió con lo anunciado de antemano y aguardó por su contestación con un extraño brillo en los ojos.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Ladeé la sonrisa al escuchar su respuesta, admito que no me la esperaba, porque la inmensa mayoría de las mujeres hubiera confesado que ansiaba un matrimonio conmigo ¿que mujer de alta clase no lo querría dadas las circunstancias? Era el futuro heredero a la corona, eso la convertiría en reina y a nuestra descendencia en príncipes.
-Así que no quieres casarte conmigo -repetí con un deje de diversión y de sorpresa ligado a la forma que esa frase iba tomando en mi mente, quizás si era perfecta y mi padre no había errado.
Relamí mis labios unos instantes hundiendo en ella mis pardos.
-Y si te dijera que podemos ambos salir ganando con esto. Cualquier esposa que mis padres me “ofrezcan” será una tonta niña enamorada con insuflas de grandeza. Sus padres las habrán estado formando para ser reinas, soberanas, para amarme, respetarme y quererme creyendo que soy el príncipe azul que lelas quieren. No soy ese hombre con el que ninguna sueña, soy mas bárbaro de lo que aparento y admito que tengo mis vicios, bebo mas de la cuenta, me pierdo entre faldas varías y no me veo atado de pies y manos a una sola hembra -ahí tenía mi confesión ,esa que parecía ansiar con su pregunta -si, si quiero casarme contigo siempre y cuando pongamos claras las condiciones que regirán en esta ficticia relación.
Podía ver como la joven enarcaba una ceja tratando de seguirme cuando no era tan difícil.
-Tus padres quieren no caer en vergüenza, quieren dinero, poder y eso se lo dará la corona con nuestra unión, mi padre quiere una mujer que me haga sentar la cabeza y esa eres tu, una dama de buen nombre. ¿Y si ambos ganáramos con esto? Tu serías reina, peor no perderías tu libertad mientras fueras...discreta y yo tampoco la mía, por supuesto tendríamos que..consumar, ya sabes, después del enlace ..esa noche comprobaran que tu y yo..consumamos nuestra unión.
La joven sabía esto, por eso su virtud debía estar intacta.
-También tendremos que engendrar descendencia, si no tu cabeza puede acabar rodando por la picota, lo que implica que tendrás que serme fiel porque no criaré polluelos de otro hombre, peor por lo demás te dejaré hacer y deshacer a voluntad, siempre y cuando tu me permitas...tener mis “momentos de libertad”
-Así que no quieres casarte conmigo -repetí con un deje de diversión y de sorpresa ligado a la forma que esa frase iba tomando en mi mente, quizás si era perfecta y mi padre no había errado.
Relamí mis labios unos instantes hundiendo en ella mis pardos.
-Y si te dijera que podemos ambos salir ganando con esto. Cualquier esposa que mis padres me “ofrezcan” será una tonta niña enamorada con insuflas de grandeza. Sus padres las habrán estado formando para ser reinas, soberanas, para amarme, respetarme y quererme creyendo que soy el príncipe azul que lelas quieren. No soy ese hombre con el que ninguna sueña, soy mas bárbaro de lo que aparento y admito que tengo mis vicios, bebo mas de la cuenta, me pierdo entre faldas varías y no me veo atado de pies y manos a una sola hembra -ahí tenía mi confesión ,esa que parecía ansiar con su pregunta -si, si quiero casarme contigo siempre y cuando pongamos claras las condiciones que regirán en esta ficticia relación.
Podía ver como la joven enarcaba una ceja tratando de seguirme cuando no era tan difícil.
-Tus padres quieren no caer en vergüenza, quieren dinero, poder y eso se lo dará la corona con nuestra unión, mi padre quiere una mujer que me haga sentar la cabeza y esa eres tu, una dama de buen nombre. ¿Y si ambos ganáramos con esto? Tu serías reina, peor no perderías tu libertad mientras fueras...discreta y yo tampoco la mía, por supuesto tendríamos que..consumar, ya sabes, después del enlace ..esa noche comprobaran que tu y yo..consumamos nuestra unión.
La joven sabía esto, por eso su virtud debía estar intacta.
-También tendremos que engendrar descendencia, si no tu cabeza puede acabar rodando por la picota, lo que implica que tendrás que serme fiel porque no criaré polluelos de otro hombre, peor por lo demás te dejaré hacer y deshacer a voluntad, siempre y cuando tu me permitas...tener mis “momentos de libertad”
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Su respuesta fue completamente sincera, aún sabiendo que tal contestación podía implicar mucho más que la deshonra de su familia. Rechazar al príncipe heredero al trono de España en la época en la que se encontraban, podía bien significar que la colgaran en la horca o que la decapitaran y pusieran su cabeza en una pica como ejemplo para el resto de mujeres. Nadie debía negarse a las palabras de un rey. Ellos no pedían, ellos ordenaban, imponían y exigían.
Sin embargo, la naturalidad con la que Balder se tomó lo que Carlota dijo, fue abrumadora incluso para la propia joven, dispuesta ya a acatar la orden de muerte. Sus cejas se alzaron en cuanto el muchacho empezó a contarle su visión de la situación. Al parecer, para él, todo resultaban ventajas. ¿Vendría el optimismo con la corona? ¿Era cosa de bárbaros? La morena se rascó el dorso de la mano izquierda con la opuesta, nerviosa, dejando la zona enrojecida con suma facilidad.
Se tomó unos largos segundos para analizar las palabras ajenas. Para sopesar la oferta, porque parecía que eso le ofrecía, una opción, una salida distinta a la de encontrarse con la parca sin dilación.
De haber sido una mujer orgullosa se habría encarado a él exigiéndole las mismas condiciones. ¿Por qué podía él acostarse con cualquiera y ella debía mantenerse fiel? El tener descendencia no era ninguna excusa, él podía dejaran embarazadas a sus amantes con la misma facilidad con la que podía quedarse ella en cinta de los suyos, si llegara a tenerlos. El mundo era misógino y no se veía con los mismos ojos que un hombre se acostara con cien mujeres, pues siempre sería considerado como un héroe entre los de su sexo, mientras que una mujer que se encamara con dos, ya pasaría a ser considerada una vergüenza, una fulana, una ramera de dos al cuarto. Pero Carlota no era así, ella no se detuvo a pensar en todas aquellas exigencias. Ella permanecía pura y no encontraba sentido al sexo, pues jamás lo había probado. Tampoco había conocido aún el amor, así que no veía necesario tener un amante. El matrimonio con el príncipe le otorgaría a su familia lo que deseaba y a ella le daría la libertad que buscaba. La figura de la mujer en la monarquía era menos que secundaria, así que tampoco se le exigiría una presencia habitual en eventos o que tomara decisiones complicadas.
Cerró los ojos por unos instantes, tomando aire muy despacio y una leve sonrisa se le dibujó, sin poder evitarlo, en los labios. Despegó nuevamente los párpados y se encontró con el rostro interrogativo de Balder que aguardaba por una respuesta a su pregunta, a su proposición inesperada. Entregar su cuerpo a cambio de liberar el alma, le parecía un precio justo a pagar. Era inocente y, para qué negarlo, algo necia. Se metía en un mundo que no comprendía realmente, en una cueva húmeda, una gruta oscura. Se estaba metiendo en la boca del lobo Cannif-Blackmore.
–Acepto.
Sin embargo, la naturalidad con la que Balder se tomó lo que Carlota dijo, fue abrumadora incluso para la propia joven, dispuesta ya a acatar la orden de muerte. Sus cejas se alzaron en cuanto el muchacho empezó a contarle su visión de la situación. Al parecer, para él, todo resultaban ventajas. ¿Vendría el optimismo con la corona? ¿Era cosa de bárbaros? La morena se rascó el dorso de la mano izquierda con la opuesta, nerviosa, dejando la zona enrojecida con suma facilidad.
Se tomó unos largos segundos para analizar las palabras ajenas. Para sopesar la oferta, porque parecía que eso le ofrecía, una opción, una salida distinta a la de encontrarse con la parca sin dilación.
De haber sido una mujer orgullosa se habría encarado a él exigiéndole las mismas condiciones. ¿Por qué podía él acostarse con cualquiera y ella debía mantenerse fiel? El tener descendencia no era ninguna excusa, él podía dejaran embarazadas a sus amantes con la misma facilidad con la que podía quedarse ella en cinta de los suyos, si llegara a tenerlos. El mundo era misógino y no se veía con los mismos ojos que un hombre se acostara con cien mujeres, pues siempre sería considerado como un héroe entre los de su sexo, mientras que una mujer que se encamara con dos, ya pasaría a ser considerada una vergüenza, una fulana, una ramera de dos al cuarto. Pero Carlota no era así, ella no se detuvo a pensar en todas aquellas exigencias. Ella permanecía pura y no encontraba sentido al sexo, pues jamás lo había probado. Tampoco había conocido aún el amor, así que no veía necesario tener un amante. El matrimonio con el príncipe le otorgaría a su familia lo que deseaba y a ella le daría la libertad que buscaba. La figura de la mujer en la monarquía era menos que secundaria, así que tampoco se le exigiría una presencia habitual en eventos o que tomara decisiones complicadas.
Cerró los ojos por unos instantes, tomando aire muy despacio y una leve sonrisa se le dibujó, sin poder evitarlo, en los labios. Despegó nuevamente los párpados y se encontró con el rostro interrogativo de Balder que aguardaba por una respuesta a su pregunta, a su proposición inesperada. Entregar su cuerpo a cambio de liberar el alma, le parecía un precio justo a pagar. Era inocente y, para qué negarlo, algo necia. Se metía en un mundo que no comprendía realmente, en una cueva húmeda, una gruta oscura. Se estaba metiendo en la boca del lobo Cannif-Blackmore.
–Acepto.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Mis labios se curvaron tal y como mi “prometida” aceptó aquel matrimonio no distinto al de miles de nobles que cara a la sociedad mantenían las formas y a las espaldas de esta tenían sus aventuras con fulanas, amantes con la única diferencia que yo mantenía la verdad frente a la que sería mi esposa.
No necesitaba engañarla cuando esto no iba de amor si no de necesidad. Ella conseguía la corona sobre su cabeza y la familia de esta grandes favores, su imperio crecería y ella siempre estaría bien cuidada, podría hacer y deshacer a voluntad siempre y cuando me fuera fiel.
Podía parecer una actitud machista, seguramente lo era, pero yo no podía aguantar la idea de que nadie tocara lo que era mío y teniendo en cuenta que ella debía darme descendencia no era lo mismo que yo dejara uno o dos bastardos por el camino que que ella me trajera en su seno al futuro rey hijo de otro.
Extendí mi diestra y tomé su dorso besándolo para sellar así un pacto ventajoso para ambos. Ahora tendríamos que hablarlo con calma, quería que esto funcionara.
-¿que esperas de mi? -pregunté hundiendo mis pardos en los ajenos
La pregunta podía parecer absurda, mas no lo era, estaba claro que toda mujer necesitaba un compañero de vida, alguien que la tratara con respeto y como no, tomara las decisiones de estado difíciles pero de su mano.
-Respetaré tus deseos y te complaceré en el lecho tantas veces como quieras -dije recorriendo su cuerpo con la mirada.
Era una mujer preciosa, no podía mi padre haber elegido mejor pues ademas de esto era capaz de entender las necesidades y negociar con su futuro rey.
Podía haberme impuesto, mi voluntad podía ser ley pero si ella decidía hacerlo por las buenas nuestra situación sería infinitamente mas sencilla.
Tiré de su mano para acercarla mas a mi, seguramente eso no era muy correcto pero yo era un bárbaro o al menos a medias y ...quería tocar la mercancía que acaba de comprar.
No necesitaba engañarla cuando esto no iba de amor si no de necesidad. Ella conseguía la corona sobre su cabeza y la familia de esta grandes favores, su imperio crecería y ella siempre estaría bien cuidada, podría hacer y deshacer a voluntad siempre y cuando me fuera fiel.
Podía parecer una actitud machista, seguramente lo era, pero yo no podía aguantar la idea de que nadie tocara lo que era mío y teniendo en cuenta que ella debía darme descendencia no era lo mismo que yo dejara uno o dos bastardos por el camino que que ella me trajera en su seno al futuro rey hijo de otro.
Extendí mi diestra y tomé su dorso besándolo para sellar así un pacto ventajoso para ambos. Ahora tendríamos que hablarlo con calma, quería que esto funcionara.
-¿que esperas de mi? -pregunté hundiendo mis pardos en los ajenos
La pregunta podía parecer absurda, mas no lo era, estaba claro que toda mujer necesitaba un compañero de vida, alguien que la tratara con respeto y como no, tomara las decisiones de estado difíciles pero de su mano.
-Respetaré tus deseos y te complaceré en el lecho tantas veces como quieras -dije recorriendo su cuerpo con la mirada.
Era una mujer preciosa, no podía mi padre haber elegido mejor pues ademas de esto era capaz de entender las necesidades y negociar con su futuro rey.
Podía haberme impuesto, mi voluntad podía ser ley pero si ella decidía hacerlo por las buenas nuestra situación sería infinitamente mas sencilla.
Tiré de su mano para acercarla mas a mi, seguramente eso no era muy correcto pero yo era un bárbaro o al menos a medias y ...quería tocar la mercancía que acaba de comprar.
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
El príncipe heredero tomó su mano de manera galante y le besó el dorso, justo por encima de los nudillos. Los ojos verdes de Carlota se fijaron en los pardos ajenos en cuanto aquella pregunta emergió de sus labios. La respuesta fue un silencio algo prolongado, seguido de un mundano y poco trabajado encogimiento de hombros.
–No soy de las que espera cosas de los demás, a decir verdad.
El joven Cannif-Blackmore no pareció ofenderse con la respuesta, al contrario, casi se diría que agradeció que fuera así de sincera. Por extraño que fuera, parecía que ambos se encontraban en una burbuja, no porque todo fuera idílico, sino porque no hacía falta que ninguno de los dos mantuviera las apariencias, al menos no del todo.
Lo que él prometió sorprendió a la chica cuyas cejas se arquearon otorgándole un gesto curioso a su rostro. Dejó que tirara de ella y ambos quedaron de pie, frente a la fuente de piedra, y con los cuerpos bastante cerca, hasta el punto en que la joven de Montsany era capaz de sentir el calor que el torso foráneo desprendía.
–¿Complacerme en el lecho?
Inquirió, ladeando ligeramente la cabeza. Por lo que habían hablado justo antes, ella supuso que Balder tendría sus amantes con las cuáles desfogarse y que a ella únicamente la tocaría para asegurarse una descendencia que, en el futuro, heredara la corona que pronto él ostentaría.
Sin embargo, no podía hacer aquella pregunta en voz alta sin ofender al anfitrión y la castaña tenía muy claro que a la realeza se la debía tratar con respeto aún y cuando te daban vía libre para decir abiertamente lo que pensaras. Carlota era muy prudente, a pesar de haberse ido un poco de la lengua, pero con cierta seguridad como respaldo al decir lo que esperaba de aquella cita, cosa que, en ese instante, no sentía tener ni por asomo.
Los hombres eran muy orgullosos y el tema de la sexualidad era, supuestamente, tabú para las damas de la alta sociedad. Ellas callaban y obedecían, mientras que ellos hacían y deshacían a sus anchas sin preocuparse por represalias en sus casas. En este caso, no había amor entre ellos, únicamente un trato, así que le parecía perfecto que el príncipe se encamara con cuantas mujeres deseara, siempre que a ella, tal y como acababa de decirle, la respetara. Aunque, ¿qué clase de respeto le estaba ofreciendo? ¿Qué idea podía llegar a tener un bárbaro sobre ese tema?
–No soy de las que espera cosas de los demás, a decir verdad.
El joven Cannif-Blackmore no pareció ofenderse con la respuesta, al contrario, casi se diría que agradeció que fuera así de sincera. Por extraño que fuera, parecía que ambos se encontraban en una burbuja, no porque todo fuera idílico, sino porque no hacía falta que ninguno de los dos mantuviera las apariencias, al menos no del todo.
Lo que él prometió sorprendió a la chica cuyas cejas se arquearon otorgándole un gesto curioso a su rostro. Dejó que tirara de ella y ambos quedaron de pie, frente a la fuente de piedra, y con los cuerpos bastante cerca, hasta el punto en que la joven de Montsany era capaz de sentir el calor que el torso foráneo desprendía.
–¿Complacerme en el lecho?
Inquirió, ladeando ligeramente la cabeza. Por lo que habían hablado justo antes, ella supuso que Balder tendría sus amantes con las cuáles desfogarse y que a ella únicamente la tocaría para asegurarse una descendencia que, en el futuro, heredara la corona que pronto él ostentaría.
Sin embargo, no podía hacer aquella pregunta en voz alta sin ofender al anfitrión y la castaña tenía muy claro que a la realeza se la debía tratar con respeto aún y cuando te daban vía libre para decir abiertamente lo que pensaras. Carlota era muy prudente, a pesar de haberse ido un poco de la lengua, pero con cierta seguridad como respaldo al decir lo que esperaba de aquella cita, cosa que, en ese instante, no sentía tener ni por asomo.
Los hombres eran muy orgullosos y el tema de la sexualidad era, supuestamente, tabú para las damas de la alta sociedad. Ellas callaban y obedecían, mientras que ellos hacían y deshacían a sus anchas sin preocuparse por represalias en sus casas. En este caso, no había amor entre ellos, únicamente un trato, así que le parecía perfecto que el príncipe se encamara con cuantas mujeres deseara, siempre que a ella, tal y como acababa de decirle, la respetara. Aunque, ¿qué clase de respeto le estaba ofreciendo? ¿Qué idea podía llegar a tener un bárbaro sobre ese tema?
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
¿Por que a las mujeres de clase alta les sonaba tan rara esa palabra? Rain jamás hubiera hecho esa pregunta tan estúpida.
-No soy solo un bárbaro en mis formas de comportarme, de allí de donde viene mi padre, las mujeres disfrutan del sexo como los hombres, nuestra obligación es tener herederos, pero...¿eso implica que no podamos disfrutar al hacerlos? Seras mi mujer, mi reina, te complaceré en todos los aspectos, lo haré porque contaré con tu opinión, porque defenderé como miás tus ideas y no te mantendré al margen de las cosas que tengan que ver con el reino, ante todos seras mi reina y ante mis ojos también lo serás, una que acepta que su rey tenga “amantes” que no ha de ocultarle y por eso te respeto mas si cabe.
Dejé que escapara de mis garras, seguramente porque no era adecuada la cercanía que en ese momento unía nuestros cuerpos mientras nuestras miradas bailaban, era bonita, inexperta, sin duda también lista. Oponerse a los designios de un rey bien podría costarle la cabeza a ella y a su familia, así que en parte estaba obligada a “quererme” esto solo se lo ponía mas fácil.
-En la cama te complaceré, tocaras el valhalla, el cielo -corregí con una sonrisa algo engreída de mi parte -no solo voy a limitarme a mantener relaciones carnales para que quedes en cinta, se que vosotras tenéis vuestras necesidades y si yo no cumplo os buscareis amantes a mis espaldas y eso es algo que no concibo.
La joven jugueteaba nerviosa con los pliegues de su falda, seguramente mi calido aliento impactando en su rostro la alteraba.
-No soy un hombre mal parecido ¿no deseas mantener relaciones plenas conmigo? -pregunté sin entender a que se debía su estado -¿o he sido demasiado sincero?
En la corte se le daban mas vueltas a las cosas, yo había dejado claro que me excitaba y me parecía una gran candidata...- ¿que os pasa mi señora? -pregunté alzando su rostro por el mentón -¿os asusto?
-No soy solo un bárbaro en mis formas de comportarme, de allí de donde viene mi padre, las mujeres disfrutan del sexo como los hombres, nuestra obligación es tener herederos, pero...¿eso implica que no podamos disfrutar al hacerlos? Seras mi mujer, mi reina, te complaceré en todos los aspectos, lo haré porque contaré con tu opinión, porque defenderé como miás tus ideas y no te mantendré al margen de las cosas que tengan que ver con el reino, ante todos seras mi reina y ante mis ojos también lo serás, una que acepta que su rey tenga “amantes” que no ha de ocultarle y por eso te respeto mas si cabe.
Dejé que escapara de mis garras, seguramente porque no era adecuada la cercanía que en ese momento unía nuestros cuerpos mientras nuestras miradas bailaban, era bonita, inexperta, sin duda también lista. Oponerse a los designios de un rey bien podría costarle la cabeza a ella y a su familia, así que en parte estaba obligada a “quererme” esto solo se lo ponía mas fácil.
-En la cama te complaceré, tocaras el valhalla, el cielo -corregí con una sonrisa algo engreída de mi parte -no solo voy a limitarme a mantener relaciones carnales para que quedes en cinta, se que vosotras tenéis vuestras necesidades y si yo no cumplo os buscareis amantes a mis espaldas y eso es algo que no concibo.
La joven jugueteaba nerviosa con los pliegues de su falda, seguramente mi calido aliento impactando en su rostro la alteraba.
-No soy un hombre mal parecido ¿no deseas mantener relaciones plenas conmigo? -pregunté sin entender a que se debía su estado -¿o he sido demasiado sincero?
En la corte se le daban mas vueltas a las cosas, yo había dejado claro que me excitaba y me parecía una gran candidata...- ¿que os pasa mi señora? -pregunté alzando su rostro por el mentón -¿os asusto?
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 24/05/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
El heredero al trono pareció ofenderse un poco, aunque no rebajó ni un ápice su sonrisa ladina ni esa sobrada confianza que demostraba gastarse como si le pagaran por regalarla. Empezó a explicarle a la dama lo que haría con ella, a hacerle promesas sobre respeto que iban mucho más allá de las que Carlota se había imaginado en un principio. Hablaba de respetar sus ideas, de escuchar sus consejos, de hacerla partícipe de todo aquello que aconteciera futuramente a la corona. La joven no pudo evitar mostrarse sorprendida, aunque intentó disimular como pudo su reacción, no deseando pasarse de la ralla en sus gestos y enfadar, sin querer, con ellos a Balder.
El príncipe insistía en apegarse a ella, mientras la muchacha intentaba recuperar el decoro apartándose de nuevo, pero con sutileza, sin verse brusca ni llegar a mostrar rechazo. Él no dejaba de insistir en el tema de la cama, lo que denotaba aún más su procedencia bárbara. En España los hombres eran más cuidadosos con los temas que trataban, especialmente frente a las doncellas, y solían dar rienda suelta a sus pensamientos más impuros en los clubes de caballeros y los prostíbulos de lujo.
Carlota elevó la mirada, encontrándose con la ajena y arrugó ligeramente la frente al fruncir las cejas.
–¿Qué os hace pensar que yo buscaría amantes?
Aquella insinuación la ofendió gravemente y no se molestó en ocultarlo, apretando los labios en una mueca de desagrado. Él era un noble, pero ella no dejaba de ser una dama y si tanto decía que pretendía respetarla, debería empezar por hacerlo en ese momento y no sólo esperar a que fuera su esposa.
Fue a preguntarle que por qué tanta obsesión con el sexo, pero se mordió la lengua. Conocía la respuesta y verbalizarla no le traería más que problemas. Era un joven salvaje y tendría las hormonas revolucionadas como un mero adolescente de clase media o baja. No significaba eso que a los más ricos no les alterara la sangre la necesidad, sino que su educación rigurosa y estricta solía minarles ese deseo en cantidades elevadas.
Alzó el rostro cuando Balder la tomó del mentón, logrando que sus miradas se encontraran de nuevo, pues ella la había apartado al acallar las locas palabras que por poco no habían escapado de su boca.
–Me siento un tanto sobrepasada por la situación... Lo cierto es que no creí que termináramos prometidos oficialmente hoy.
Aseguró ella, alzando la mano derecha para retirar un par de mechones y colocarlos tras la oreja. La cercanía no era que la incomodara en sí, pero sí la abrumaba. Sentía la temperatura corporal foránea traspasarle las ropas y hormiguearle la piel. Era una sensación nueva y extraña.
El príncipe insistía en apegarse a ella, mientras la muchacha intentaba recuperar el decoro apartándose de nuevo, pero con sutileza, sin verse brusca ni llegar a mostrar rechazo. Él no dejaba de insistir en el tema de la cama, lo que denotaba aún más su procedencia bárbara. En España los hombres eran más cuidadosos con los temas que trataban, especialmente frente a las doncellas, y solían dar rienda suelta a sus pensamientos más impuros en los clubes de caballeros y los prostíbulos de lujo.
Carlota elevó la mirada, encontrándose con la ajena y arrugó ligeramente la frente al fruncir las cejas.
–¿Qué os hace pensar que yo buscaría amantes?
Aquella insinuación la ofendió gravemente y no se molestó en ocultarlo, apretando los labios en una mueca de desagrado. Él era un noble, pero ella no dejaba de ser una dama y si tanto decía que pretendía respetarla, debería empezar por hacerlo en ese momento y no sólo esperar a que fuera su esposa.
Fue a preguntarle que por qué tanta obsesión con el sexo, pero se mordió la lengua. Conocía la respuesta y verbalizarla no le traería más que problemas. Era un joven salvaje y tendría las hormonas revolucionadas como un mero adolescente de clase media o baja. No significaba eso que a los más ricos no les alterara la sangre la necesidad, sino que su educación rigurosa y estricta solía minarles ese deseo en cantidades elevadas.
Alzó el rostro cuando Balder la tomó del mentón, logrando que sus miradas se encontraran de nuevo, pues ella la había apartado al acallar las locas palabras que por poco no habían escapado de su boca.
–Me siento un tanto sobrepasada por la situación... Lo cierto es que no creí que termináramos prometidos oficialmente hoy.
Aseguró ella, alzando la mano derecha para retirar un par de mechones y colocarlos tras la oreja. La cercanía no era que la incomodara en sí, pero sí la abrumaba. Sentía la temperatura corporal foránea traspasarle las ropas y hormiguearle la piel. Era una sensación nueva y extraña.
Carlota de Montsany- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 14/06/2018
Re: I pronounce you... // Privado - Balder
Ladeé la cabeza centrándome en su mirada, no acaba de comprender donde encontraba la ofensa en mis palabras, pues francamente estaba tomándola como un igual y no como un florero solo apto para adornar, para mi las mujeres necesitaban como los hombres placer, amor y que se les tuviera en cuenta y de ahí mi afirmación.
-¿acaso vos no sentir deseo? -pregunté sin comprender como podía suceder tal cosa y la baja o ninguna importancia que daba al sexo – puede que te hayan educado para ser la mujer de un rey, silenciosa y sumisa, que se alza la falda cuando su marido desea entrar y se la baja aliviada cuando acaba de terminar, no será nuestro caso, yo deseo complacerte y que me complazcas, soy un bárbaro y como tal para mi el sexo no es un tabú si no algo placentero.
Puede que esto fuera un matrimonio de conveniencia, así empezó el de mis padres pero eso no tenía porque convertirse para ambos en una terrible soga.
Yo la complacería, solo pedía una cosa, mantenía una relación con una cortesana, una por la que tenia sentimientos, podía sobradamente cumplir con ambas y ambas estarían bien tratadas, no era mucho pedir eso a mi mujer ya que a fin de cuentas ofrecía mas de lo que ella en el fondo parecía dispuesta a recibir.
Solté su mentón cuando aseguró sentirse sobrepasada por mi ímpetu, vamos de forma educada creo que me estaba pidiendo que solo deseaba tener relaciones sexuales esporádicas y destinadas a tener hijos, una vida educada para ser sumisa y casarse conmigo no cambiaría en una conversación palaciega de 5 minutos.
-De acuerdo, lamento mi osadía -dije tendiéndole el brazo para que lo tomara con cierto fastidio -volvamos dentro y demosles a mis padres la feliz noticia o si deseáis meditar antes vuestra decisión.
Yo ya había puesto las cartas sobre la mesa, ahora todo quedaba en manos de la puritana doncella.
-¿acaso vos no sentir deseo? -pregunté sin comprender como podía suceder tal cosa y la baja o ninguna importancia que daba al sexo – puede que te hayan educado para ser la mujer de un rey, silenciosa y sumisa, que se alza la falda cuando su marido desea entrar y se la baja aliviada cuando acaba de terminar, no será nuestro caso, yo deseo complacerte y que me complazcas, soy un bárbaro y como tal para mi el sexo no es un tabú si no algo placentero.
Puede que esto fuera un matrimonio de conveniencia, así empezó el de mis padres pero eso no tenía porque convertirse para ambos en una terrible soga.
Yo la complacería, solo pedía una cosa, mantenía una relación con una cortesana, una por la que tenia sentimientos, podía sobradamente cumplir con ambas y ambas estarían bien tratadas, no era mucho pedir eso a mi mujer ya que a fin de cuentas ofrecía mas de lo que ella en el fondo parecía dispuesta a recibir.
Solté su mentón cuando aseguró sentirse sobrepasada por mi ímpetu, vamos de forma educada creo que me estaba pidiendo que solo deseaba tener relaciones sexuales esporádicas y destinadas a tener hijos, una vida educada para ser sumisa y casarse conmigo no cambiaría en una conversación palaciega de 5 minutos.
-De acuerdo, lamento mi osadía -dije tendiéndole el brazo para que lo tomara con cierto fastidio -volvamos dentro y demosles a mis padres la feliz noticia o si deseáis meditar antes vuestra decisión.
Yo ya había puesto las cartas sobre la mesa, ahora todo quedaba en manos de la puritana doncella.
Balder Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/05/2018
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