El concurso de tu vida (PRIVADO)

por **Amos Kavanaugh** Lun Jul 23, 2018 5:18 pm

- El concurso de tu vida -

Mercado Ambulante / 23/07 / 21:00

Cuando la vida de Amos había dado un giro de 360 grados, su día a día había cambiado por completo. En las mañanas solía estar en su alcoba o en su estudio y cuando la noche alcanzaba sobre París este iba a tabernas volviendo después completamente borracho. Esta vez se había pasado con el alcohol y tenía la cabeza demasiado intoxicada con la cantidad de alcohol que había digerido la noche anterior. Sus sirvientes estaban preocupados por él pero él solamente decía que no pasaba nada y en estas fechas estaban comenzando a ser importantes para el nuevo licántropo.

La luna llena apremiaba; todos deberían de buscar refugio en algún sitio para que Amos no les diera alcance, pero al faltar todavía unas dos semanas, todos mientras tanto mantendrían la calma y la atención sobre el señorito quien necesitaba a un amigo o un nuevo amigo para que este no se hundiera en mares de alcohol y sexo desenfrenado con hombres prostitutos. Amos de hecho, esa tarde-noche no tenía ganas de quedarse en su casa, pero tampoco quería quedarse por los lugares de siempre. Esa vez, desde la mañana había estado puesto un mercadillo medieval que también seguía por la noche. Paseándose por esos lares, Amos quería haberse llevado cada pieza que parecía histórica a su casa pero nada le llamaba la atención. Paseaba con un guardaespaldas cerca de su espalda pero a varios pasos de Kavanaugh. Fue entonces cuando Amos pareció ver algo que parecía más de su estilo.

Amos daba unos pasos hacia delante hasta llegar lo que parecía una competición de comida. Se detuvo a ver a los obesos participantes y al ver que quedaba un hueco, se postuló él mismo.

La competición constaba de a ver quién comía más salchichas en un minuto. Parecía divertido por lo que cuando empezaron, Amos parecía que al principio no podría con tantas que había en el plato, los demás participantes se burlaban entre risas, pero Amos riéndose al fin sintiéndose divertido, comenzó a engullir salchichas como si fuera un cosaco que para cuando terminó los demás todavía les quedaban algunos trozos por comer. Yéndose de aquel lugar con el primer premio y un vale para dos personas para comer comida alemana el fin de semana que viene, amos comenzó de nuevo su paseo por las calles de París.

Ya marcaban las nueve de la noche y a decir verdad, estaba aún hambriento. Podrían ser las hormonas revolucionadas por la previa de la transformación que le había hecho quemar tan pronto toda esa energía, pero ahora buscaría algún sitio en el mercadillo ambulante que pudiera satisfacerle al completo.

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