Mi vida en tus manos - Privado

por **Kim Hyuk** Lun Oct 30, 2017 7:35 pm

Había terminado en ese lugar, porque era parte de aquella misión, que su querido embajador y amigo, le pidiera. Gwang So, noche atrás había mandado una nota, en la cual le pedía que se presentara en la embajada, apenas la luz del sol comenzara a descender, puesto que las horas se volvían escasas, cuando el vampiro y su aliada, se reunían para acordar las misiones que llevarían a poner a salvo a otras mujeres, a muchachas que, como ella, habían sido vendidas como esclavas, para terminar en alguno de los tantos burdeles que existían en París, y en otras ciudades de Francia y Europa.

Como era de esperar, apenas anocheció, la joven coreana se encontraba en la embajada, y conducida a uno de los espaciosos salones del edificio, había esperado paciente la llegada del embajador. Tras un extenso dialogo, y casi despuntar la mañana, la joven se retiró del lugar, con la convicción que el momento de desbaratar una nueva célula de los traficantes de esclavas, había llegado. No quería que su fiel guardaespaldas y amigo, se preocupara antes de tiempo, al fin de cuentas, el embajador no la mandaría sola, sino con una guardia de tres soldados, diestros en la lucha con armas de todo tipo, aunque humanos, sabía que estaban dispuestos a dar su vida por su jefe y por toda misión que éste les encomendara. Por lo que prescindiría de los servicios de Fakhri, esa noche. Lo había encontrado cansado, como si estuviera un poco enfermo, lo que llevó a que la joven coreana, pidiera a su cocinera que le preparase una suculenta cena, ella misma se encargó de llevársela al cuarto, y aunque supo que le se enojaría, si la encontraba en su cuarto, se decidió a dejar todo preparado. Fue así que le preparó la mesa, dejando el plato cubierto con una charola de plata, una copa de cristal, un vino de la mejor cosecha y una nota, escrita en coreano, - lengua que usara para comunicarse con él, sin que nadie pudiera entender de qué estaban hablando, o que le había escrito -, ella le había enseñado su lengua y su escritura, porque lo consideraba su amigo, su único amigo, en el que podía confiar su vida. Tras preparar, todo para que él encontrara aquella carta en la que le explicaba que debía hacer un recado para el vampiro. Le prometía que volvería pronto, y le suplicaba que descansara, que ya tendría que cuidar de ella, cuando tuviera que ir a la reunión mensual de las empresas que dirigía.

Se encontraba pensando en todo aquello, cuando se le acercó uno de los soldados, para avisarle que pronto llegarían al campamento en donde se encontraban los traficantes. Kim, asintió con un movimiento de cabeza, inspiró silenciosamente, mientras cerraba los ojos y pedía a Dios que cuidara de todos los inocentes que se encontrarían en peligro si la negociación no llegaba a buen termino. De lejos, observó la hoguera, que marcaba el lugar exacto donde se encontraban los traficantes. Unos minutos después, fue escoltada hasta donde se la esperaba el jefe de los delincuentes, Kim, sonrió dispuesta a sacar su mejor carta y ganar la puja, mas su rostro palideció, cuando el delincuente giró sobre si mismo y dejó ver su rostro. Los recuerdos de aquella horrenda travesía llegaron como golpes de puño en su estomago, allí, delante de la joven, su captor, aquel que la había golpeado, y vendido al mejor postor, apenas llegar a Londres, la miraba sonriente y divertido, - Pero mira que trajo la noche... un conejito asustado - dijo el hombre mientras comenzaba a reír a carcajadas.

por **Fakhri** Vie Nov 10, 2017 10:56 pm

Sabía mejor que nadie lo impulsiva que era Kim cuando se trataba de desmantelar campamentos de traficantes, sabía además que si Gwang So le pedía algo, ella no dudaría ni un segundo en cumplir con lo pedido, sin embargo, lo que si no sabía y ni siquiera imaginaba era que Kim fuera capaz de dejarlo atrás solo con una simple nota que no respondía a las interrogantes que se formaban en la cabeza del esclavo. La nota, escrita en coreano, lengua natal de Kim y la única que supiera él escribir, decía que ella se iba a hacer un recado para el embajador y que mientras esperaba su regreso, descansara. ¿Descansar? Como si eso fuera a resultarle posible a Fakhri mientras ella estaba lejos. Cierto era que en los últimos días no poseía tanta energía como siempre y que en más de una noche despertó bañado en sudor, pero eso no le parecía motivo suficiente para que Kim decidiera que no era adecuado que la acompañará, después de todo, peores cosas vivió el esclavo durante la mayor parte de su vida. Fakhri pues, servía a Kim no porque ella así lo hubiera exigido sino porque la coreana se había ganado el respeto del esclavo al arriesgar su vida para liberar a su gente, además de por haberle salvado de la muerte.

Después de su rescate, la coreana le ofreció permanecer a su lado y fue junto a Kim que Fakhri descubrió un mundo diferente, uno en el que gente importante y poderosa como Kim, se preocupaba por personas sin nada que perder como él y quizás fuera la extrema preocupación y atención de la coreana para con él, lo que acabó haciendo que el respeto se volviera amor, mismo que Fakhri decidía mantener oculto después de todo, ¿Quién era él para amar a alguien como Kim? Y claro, ella parecía tener demasiado interés en el embajador de su pueblo, persona que al esclavo no le agradaba para nada y que ahora, al exponer a Kim al peligro le agradaba mucho menos.

Si bien la carta no indicaba que era lo que Kim haría, Fakhri no necesitaba ser un genio para saberlo. La coreana iría a atacar un grupo de traficantes y aunque lo más probable era que Kim creyera que él no sabía a donde iba, la verdad era que Fakhri había estado prestando mucha atención a sus conversaciones con otros de los asistentes del embajador así que tenía una idea de donde es que podría encontrarla. Decidió entonces a no volver hasta no llevar a Kim con él, Fakhri dejó la residencia de su ama sin probar alimento alguno y se encamino rápidamente a los barrios más bajos de la ciudad, lugares donde solían estar los traficantes de esclavos, lugar del que Kim le hubiera salvado en primer lugar.

por **Kim Hyuk** Jue Nov 30, 2017 6:17 pm

Aquella palidez, no podía ser su carta de presentación, ella ya no era la joven que temerosa, o mas bien aterrada, había dejado que la vendieran como a un costal de arroz. Ella ya no estaba sola, pues aunque no estuviera presente, tras ella, se encontraba la sombra de un ser aterrador como era el Vampiro Coreano, ademas, soldados del embajador se encontraban en las inmediaciones y a un solo movimiento en falso que diera aquel delincuente, caerían sobre ellos, con la orden explícita del embajador, de no dejar testigos.

Podía ser que los recuerdos la perturbaran por un breve instante, pero hacía demasiado tiempo que no dejaba que nada la aterrara, ademas, ella debía volver a su mansión sana y salva, allí, le esperaba el hombre que ocupaba su mente y su corazón, aquel ser que era todo para ella. Aunque jamás se lo hubiera confesado, Kim, le amaba en silencio, el rostro de su amado se presentó ante ella, aquellos dulces y soñadores ojos negros, provocaban en el alma de la asiática, que la primavera inundara su existencia, aunque la nieve y el frío del mas crudo invierno asolaran la tierra que pisara. Sonrió con picardia y superioridad, inspirando profundamente, para luego suspirar con un dejo de fastidio, -¿En verdad crees que soy la misma mujer que conociste hace ya tantos años? - dijo, mientras dos hombres vestidos de riguroso negro se aparecían de la nada, franqueando a la mujer, aquellos soldados, encapuchados y con el rostro cubierto, a excepción de los ojos, mantenían prestas para el combate, unas espadas que podrían cortar las carnes de aquel delincuente con la rapidez del ataque de una serpiente.

El rostro del traficante palideció, mas pronto se recompuso, mostrando una rabia que le hacía volverse aún mas bravucón - ¿que crees, que con unos pocos soldados me intimidarás? - se cruzó de brazos, - dile a tu jefe que si desea obtener la mercancía, deberá pagar un precio mas alto que lo pactado la última vez - el delincuente enarcó una ceja antes de preguntar a la coreana -¿y como piensas pagar la pieza de caza que le quitaste a mi jefe? ¿crees que él a olvidado que tienes a su esclavo?- volvió a sonreír, satisfecho al ver el rostro de la joven, - vaya vaya, parecer que he descubierto tu punto débil -, se jactó ante aquel descubrimiento.

Como si le hubieran tirado un cuenco de agua hirviendo, la coreana no se pudo controlar, dió unos pasos hacia donde el delincuente se encontraba y le señaló, apuntando a la frente del mal viviente, con una pistola, - Ni se te ocurra, acercarte a Fakhri, si sabes lo que te conviene... porque te haré comer tus intestinos antes que mueras desangrado -, los ojos de la asiática mostraban la cólera desatada. Podía parecer una tierna joven, una dama de alcurnia que no sería capaz de hacer ningún mal, pero aquella muchacha había perecido en el viaje que la trajo a París, ahora era una mujer resuelta, hasta una asesina, si la vida le hiciera decidir, entre la protección de sus seres queridos. Su corazón, su mente, se encontraban en el cuarto en el que había dejado dormido a su querido Fakhri, solo deseaba terminar pronto con su misión aquella noche y volver a su lado.

por **Fakhri** Dom Dic 10, 2017 11:31 pm

Abandonó la residencia de Kim decidido a no regresar sin ella, sin embargo, apenas y llevaba unas cuantas calles recorridas cuando se percató de que su imprudencia quizás le costaría la vida. La verdad, esa a la que tanto se estaba negando, era que verdaderamente se encontraba enfermo de gravedad. Sus noches eran largas, despertaba en constantes ocasiones siempre acosado por pesadillas debido a la terrible fiebre que le afectaba y aún así, se forzaba a si mismo a levantarse para permanecer de esa manera al lado de la mujer a la que amaba y por la que estaba dispuesto a morir, tal y como lo demostraba esa noche. Pensando entonces en que quizás su misión de buscar a Kim no fuera a ser culminada con éxito, se rió. Fakhri que durante años soporto los malos tratos de los hombres que lo mantenían como esclavo, que sobrevivió a situaciones realmente de vida o muerte, se veía a si mismo ahora afectado por algo tan ridículo como una enfermedad, causada según sus ideas, por los tratos tan amables que su ama tenía para con él, esos que le agradaban pero que definitivamente le habían vuelto débil de alguna manera.

Aún así, pese a que el frío de la noche le calaba los huesos hasta provocar que cada paso fuera un suplicio para su cuerpo, el esclavo avanzó por las calles, hasta que fue capaz de verse a si mismo en las zonas más alejadas de la ciudad, las más peligrosas. Sabiendo entonces que estaba a una corta distancia de los barros bajos, donde los traficantes solían instalarse, Fakhri se forzó a si mismo a tomar un descanso contra una de las paredes más cercanas. El esclavo necesitaba reponer energías, limpiar el sudor que perlaba su frente y recuperar la claridad en su mirada, esa que de vez en cuando se nublaba debido al esfuerzo ejercido. No fue pues sino hasta que no se sintió con la suficiente energía como para interferir y proteger a su ama en caso de ser necesario, que reanudo la marcha, avanzando a paso veloz pero trastabillante por las calles que le separaban del sitio donde alguna vez estuvo él prisionero.

Con cada paso que daba, tenía la certeza interior de estar más cerca de la mujer que le salvará y a quien amara, así que anduvo lo que le restaba de calles sin temor alguno por a muerte. Lo único que deseaba Fakhri, era ser capaz de ver una vez más a Kim, reprenderle por dejarlo detrás y asegurarse de que ella estuviera segura. En un determinado momento, hasta sus oídos llegó una voz familiar, una que despertaba en su interior el odio, así como también llegó la voz que tanto anhelaba escuchar. Así pues, entre la voz que odiaba y la que amaba, el esclavo llegó hasta el campamento de esclavos, solo para ver a su ama apuntando con un arma a quien alguna vez debiera servir como esclavo.
– Kim – llamó su nombre antes de dar un par de zancadas y ponerse frente a ella, enfrentando él al traficante porque no existía enfermedad o malestar que le impidiera poner antes a aquella bella mujer.

por **Kim Hyuk** Jue Ene 11, 2018 6:26 pm

Aun con su mirada puesta en el delincuente, su mano firme empuñando el arma, en mitad de aquel campamento de traficantes, que la rodeaban acercándose lentamente hacia ella, la voz varonil de su amado llegó a sus oídos. Sus ojos sorprendidos, dejaron de clavarse en la feroz mirada del asesino, para contemplar el musculoso cuerpo del que alguna vez salvara de las garra de aquel traficante se atrevía a llegar ante ella con amenazas contra el hombre que amaba en secreto.

Los pasos apresurados y firmes de aquel hombre, se abalanzaron hacia donde ella se encontraba, para ponerse en frente de ella, como un escudo humano, con la única intención de protegerla de cualquier peligro, de los posibles ataques que el traficante intentara hacer, para así caer sobre ella y convertirla nuevamente en una esclava, como lo habían hecho en su tierra natal. - Fahkri, Dios mio - caviló al verle tambaleante y con el sudor en el rostro, cuello y espalda, - es un sudor pesado, seguramente aún está sufriendo de fiebres, por favor, porqué no escucha mi pedido - continuó cavilando, mientras bajaba el arma, por miedo de que una bala se disparar e hiriera accidentalmente a su querido amigo.

-Fahkri, por favor, hazte a un lado, no puedes, ni debes estar aquí - le reprendió con suavidad, - y tú, nappeun nom*, ni te atrevas a dar un paso hacia él - su mirada seguía siendo dura, cargada de advertencia, - he venido a liberar a las mujeres que pretendes vender a los burdeles de la ciudad... y no nos iremos hasta que tu horrible existencia acabe - sentenció, al momento que -choemin chongjang, saengjonjadeul-eul tteonaji mala- dejando en claro al militar coreano, que la acompañaba en la misión, y que se encontraba en las inmediaciones, oculto junto a un importante numero de guerreros pertenecientes a la fuerzas de élite de la embajada, que podía caer sobre el enemigo y matar a todos los delincuentes. Lo dijo en su lengua materna, sabiendo que el militar le entendería, pero no sus enemigos, como tampoco su amado Fhakri. En verdad no estaba segura que él comprendiera totalmente su lengua, ya que, aunque ella le cantaba en coreano, o le decía algunas palabras de cariño, en aquella lengua indescifrable para los europeos, no poseía aun los conocimientos como para entender que le pedía asesinar a todos los que habían hecho daño al dueño de su alma.

Desde la negrura de la noche, cayeron sobre ellos, hombres vestidos de trajes parecidos a los usados por los samurai del reino de Japón, pero como una versión modernizada de la gran élite de los Hwa Rang, - antiguo grupo de militares fieles siervos del rey de Silla, y que en su tiempo usara Gwang So, cuando fuera rey de Corea - con sus poderosas espadas desenfundadas, con las que fueron mutilando, los cuerpos de todos los delincuentes. El mas letal, era el general, quien con un solo movimiento de su mano elevó a mas de dos metros de altura al jefe de los traficantes - te sugiero suplicar a los dioses por una muerte rápida - dijo, mientras sonreía de lado, al momento que arrojaba al hombre contra una pared derruida.

Kim, se apresuró a correr a donde estaba su amado, abrazándole por atrás, pegando su mejilla a la espalda de Fahkri, - ¿pero como has llegado hasta aquí, acaso no te das cuenta de lo delicado de salud que te encuentras? - le reprendió, mientras tiraba de él, para que girara y le enfrentara, cuando sus miradas se encontraron, Kim, sonrió, su mano acarició la sudorosa mejilla de su único amor - mi querido... no te preocupes, jamás dejaría que nadie nos separe - susurró, intentando no llorar al ver el estado en el que se encontraba aquel, por quien había vuelto a sonreír.

por **Fakhri** Dom Feb 18, 2018 6:58 pm

No hubiera sido prudente pero mucho menos digno que él permaneciera en cama, mientras la mujer que le salvara la vida y a la que tanto le debía y amaba, peligrara al enfrentarse a aquello rufianes que ya una vez trataron de venderla como si su vida y voluntad no valieran para nada; por eso era que Fakhri había ignorado completamente su malestar físico y caminado con decisión hasta la zona donde sabía, encontraría a aquellos traficantes y a su amor.

Al llegar al lugar casi se le detiene el corazón. Kim enfrentada a aquellos hombres, sola y como siempre digna. Fue pues el ver a aquella maravillosa mujer no temer a quienes una vez la apresaron lo que insuflo valor al esclavo, que pronto, ya se encontraba usando su cuerpo como escudo. Su manera de actuar no alegró mucho a Kim, ni tampoco su presencia pero, ¿Qué importaba que ella se molestará un poco cuando su aparición podía salvarla?.
– Mi deber es estar a tú lado, sin importar nada más – sentenció antes de que la voz de su señora lo acallara y en su lengua natal diera un par de indicaciones que Fakhri no logró comprender del todo. Lo que si pudo comprender, es que el embajador para el que trabaja Kim no era tan desconsiderado como para enviarla a solas a un lugar como aquel, pues desde la espesa oscuridad que los rodeaba, un grupo de hombres apareció para librarse de aquellos contrabandistas que tanto dolor habían causado. Con sorpresa contemplo a los soldados de Gwang So, quienes como sombras veloces y mortales llegaron a cumplir con la orden de su señora, si bien Fakhri también hubiera podido unirse a ellos y eliminar a un puñado de contrabandistas, prefirió permanecer al lado de Kim para brindarle protección.

La atención del esclavo fue obligada a abandonar al grupo de Gwang So cuando el cuerpo de Kim se apegó al suyo y de aquello labios que tanta paz lograban darle, salieron palabras de preocupación, no por ella ni por lo que acontecía en aquel lugar, sino por él.
– Mi salud es lo de menos – se giro para contemplar los ojos preocupados de Kim – dijiste que no actuarías de manera imprudente mi señora y sin embargo aquí estas, exponiendo tu vida cuando sabes que no puedo protegerte – dejó que la mano que sentía fría y reconfortante recorriera su mejilla – ¿No le ha pasado nada, verdad? – y es que así es al amor, capaz de hacer que uno se olvide de si mismo con tal de asegurar el bienestar del otro.

por **Kim Hyuk** Jue Mar 08, 2018 7:02 pm

¿Como podía ese hombre ser tan especial y único? estaba ardiendo en fiebre, sus bellos y obscuros ojos, se encontraban rojos, cansados. Kim, al acariciarle, pudo sentir como temblaba levemente, y aunque deseaba reprenderle, sabía que no podría hacerlo, porque comprendía, que si la situación hubiera sido exactamente al contrario, nadie podría haberla detenido, con tal de salvar a su querido Fakhri. No pudo mas que sonreir, ante las palabras del esclavo, aunque en realidad para ella no lo era, pero él se negaba a dejar su estado de esclavitud, apesar de que ella había firmado los papeles que le devolvían la libertad, mas seguir peleando por ello, era solo una perdida de tiempo. Le miró con picadía mientras pensaba, que un día no muy lejano, le pediría que cambiara un estado de esclavitud, por el de esposo, seguirían unidos toda la vida, solo que ya no serían uno mas que el otro, sino que serían iguales, - no para la sociedad europea, pero si para sus amigos, el embajador, el hechicero y otras personas que se alegrarían al verla junto al hombre que amaba -, pero por ahora, todas esas cavilaciones, debían queda en la seguridad de su subconsciente, de su corazón.

Se acercó al rostro de su amado y le besó en la mejilla, - ¿sabes acaso, que logras hacerme pasar del enfado a la ternura, en un solo parpadeo? - suspiró, acariciando la mejilla ardiente del esclavo, - ¿que podremos hacer para que te mejores? - dijo, en el instante en que dos individuos, se acercaban a ellos, uno parecía ser un hombre alto, atlético, vestido todo de negro, encapuchado, y el otro mas pequeño, delgado, pero de complexión ágil y flexible. Dichos personajes, se acercaron a ellos, Kim no tuvo miedo, aunque sintió como Fakhri, tensaba todos los músculos del cuerpo, pero la coreana,apretó suavemente el brazo al hombre, - no temas, es Choi Min -, susurró.

Apenas había terminado de decir esas palabras, cuando el individuo de complexión mas pequeña, se acercó, aún mas a Fakhri, quitándose entonces la capucha y el cubre boca, y dejando al descubierto su rostro. Kim quedó sorprendida, ya que pocas veces había visto que en el grupo de soldados, hubiera una mujer, al lado de ésta, el guarda espaldas del emperador, también se descubrió, pero permaneció en silencio, dejando que fuera la mujer quien hablara. La joven era alguien que Kim había conocido no hacía mucho, su nombre era Hae Sun, recordó, que el brujo le había contado la novedad de que esa nueva bruja, participaría de las misiones, ya que la misma, poseía un don especial y necesario en el campo de combate, el llamado Vigoris, que le permitía ser una suerte de enfermera, y así ayudar a los heridos, o enfermos.

La señorita Hae Sun, se acercó a ellos, y habló al esclavo - ¿Así que no quería perderse la diversión? ¿pero como pretendía cuidar de su ama, cuando se nota a la distancia que no tiene buen semblante? - le reprendió, - deje que le revise - la bruja, posó su mano en la frente del esclavo, Cerró los ojos, y se concentró, haciendo que el poder especial, bajara la fiebre y restituyendo su salud, aunque al quitar la mano de él, la joven se desvaneció, pero fue tomada en brazos de Choi Min, quien se la llevó, sin decir ni una palabra, con el mismo sigilo conque habían llegado.

por **Fakhri** Vie Abr 27, 2018 10:40 pm

No quería que la mano fresca de Kim abandonara su rostro. La mano fría de su ama resultaba no solo una caricia para su alma necesitada, sino también para su cuerpo enfermo. Con cada segundo que pasaba, Fakhri se sentía más y más débil, le costaba ver bien a Kim, a pesar de que ella estaba a escasos centímetros de él, diciéndole si era consciente de lo que provocaba en ella.
– Lo siento, en este momento me cuesta trabajo darme cuenta de las cosas – y aunque una ligera sonrisa burlona apareció en sus labios, esta desapareció pronto, pues un mareo inesperado lo llevó a dar un paso hacia atrás, debiendo hacer uso de gran parte de la fuerza que aun tenía para no irse de espaldas. La adrenalina de saber que su ama podría estar en peligro, fue lo que había impulsado todo el camino desde la mansión hasta aquellas recónditas calles, más ahora que la preocupación cedía y la calma llegaba, el esclavo iba resintiendo su impulsiva escapada del hogar de la Hyuk – Solo necesito descansar mi señora, vera que para mañana ya estoy listo para acompañarla como siempre – aunque era probable que no se recuperase de un día para otro, Fakhri estaba seguro de que al menos tendría más energía y que le sería suficiente para acompañar a Kim porque tal y como le dijera antes, no pensaba dejarla.

Cuando dos figuras se acercarón cuidadosamente hasta donde se encontraban, el esclavo no pudo evitar mirarles con desconfianza, esa que fue perfectamente percibida por Kim quien una vez más, con su tacto y palabras, lo calmaba.
– Si ya no hay enemigos cerca debería acercarse entonces sin usar esas cosas en la cara que los hacen lucir tan sospechosos – escupió el esclavo sin tacto alguno. Ni el embajador, ni aquellos hombres le agradaban pero los soportaba por su ama y por lo que significaba para ella ayudar a aquella peligrosa causa que también había ayudado a Fakhri.

Una de las figuras encapuchadas se acercó hasta el esclavo, que enarco la ceja para mirarle.
– ¿Qué? – preguntó al tiempo que veía como la figura menuda se descubría el rostro, dejando a la vista a una mujer que tras observarle un par de segundos, hablo para herir el corazón del esclavo. Fakhri sabía que no estaba en su mejor condición, pero ni la muerte le impediría velar por el bienestar de su ama – Aun con este semblante puedo pelear y de no dar la batalla requerida, aun así, serviría de escudo a mi señora – al escuchar su respuesta, la muchacha le mostro una sonrisa ligera para después, decir que lo revisaría. El esclavo estaba por decirle que ya un doctor enviado por su ama le había observado, más antes de hacerlo la mano de la muchacha lo toco y magicamente él se sintio mejor. Desconcertado, observo en dirección a Kim, solo para después percatarse de que la muchacha se había desmayado y que Choi Min se la llevaba – ¿Qué ha pasado? – preguntó a Kim, con los ojos abiertos como platos sus manos recorriendo su pecho, cuello y cara.

por **Kim Hyuk** Jue Jul 19, 2018 1:44 pm

Kim había sido impulsiva, y por su deber, por su terquedad, su amado Fakhri, estaba en peligro. Aquello logró que la dama buscara desesperada, la ayuda de sus aliados. Que Hae Sun, estuviera en ese lugar, y con ellos, probablemente era señal de que, el embajador, no creía que las tuvieran todas con ella. Por eso, infiltrada entre los soldados, la joven hechicera, había parecido, apenas el ambiente se había calmado. Verla allí, fue para Kim, como la lluvia en un día caluroso. Las dos se conocían no hacia mucho, pero existí un respeto mutuo, y un comienzo de amistad, que lentamente se estaba fortaleciendo. La acción de Hae Sum, hizo que la empresaria, se sintiera en deuda por el resto de su vida.

- Tranquilízate, deja que Hae Sun decida que debe hacer... ella es enfermera- le intentó explicar a su amado, mientras la joven, sin mucho protocolo, se acercaba al esclavo, como si fueran iguales, y ponía su mano en la frente afiebrada. Kim, conocía los poderes de casi todos los aliados que allí se encontraban. Era consciente que en el mundo, no existían solo los humanos, y que cohabitaban en la ciudad, con inmortales, licántropos, cambiantes, hechiceros y otros seres que aún no conocía, pero que según los rumores que llegaban a sus oídos, eran seres terroríficos, semejantes a los inmortales, pero que parecían provenientes del mismo infiernos, como demonios encarnados. De solo pensar, su cuerpo tembló, solo le pedía a Dios, que no permitiera que ninguno de esos seres, se le apareciera enfrente, o en una de las tantas misiones.

Cuando Hae Sun, se desvaneció, y fue socorrida por Choi Min, Kim y Fakhri, quedaron solos, pues el pequeño ejercito emprendía el regreso a casa. El general, como último pedido, les dejó un carruaje, así tanto la empresaria como su esclavo, podrían volver seguros a la residencia. A las preguntas de su amado, sobre lo que había pasado allí, con la joven Hae Sun. Kim sonrió amorosamente, - Perdón amor mio, jamás pude contarte los secretos que rodean mi vida - caviló, mientras estiraba su mano, para tomar la ajena, que se sentía cálida, pero ya no con la fiebre que antes tuviera. - Ven Fakhri, volvamos a casa, te prometo que allí, he de contarte todo lo que deses saber -, le fue llevando hasta el carruaje, que estaba siendo conducido por un cambiante, llamado Rowan, quien le sonrió - era un cambiante ave, capaz de llevar con rapidez, toda aquella información que su señor, el embajador, necesitara -. Al pasar al lado del chofer, éste saludó con una inclinación, tanto a la mujer, como al esclavo - Permitame, señor, señora - dijo abriendo la portezuela y cerrando, cuando los dos entraron al interior del carruaje.

A Kim le había costado hacer que su amado entrara al carruaje, puesto que se suponía que un esclavo, debería ir en la parte posterior del carruaje, o junto al chófer, mas ella insistió para que le acompañara, ademas, el comportamiento del chófer, la sumisión de éste, y la total indiferencia ante el color de piel de Fakhri, le había ayudado ha conseguir el objetivo de hacerlo subir. Cuando el coche se puso en movimiento, Kim habló - Querido mio, deja que te cuente, sobre aquellos seres que no son solo leyendas. Puesto que viven, respiran, aman y mueren, como nosotros -.

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